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-:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
Recuerdo del primer mensaje :
Título: Bajo la piel del deseo
Adaptación: Janess
Género: Lemon
Parejas: Principal 2min, menciones del jongkey y Joonew... y otras? xD
Notas: Aclaro! este fic no es mio! yo lo estoy adaptando y si! otra historia para el 2min! *-* kekeke... al principio no estaba muy segura si hacer la adapta... pero my BFF me dió animos! thank you *.* ... espero les guste! xD
Frente a la cabaña se encontraba el pequeño, se sentó al lado de su abuelo HaeJoong, el niño apenas tenía 8 años, pero era consciente del por qué el anciano no vivía con su familia. Porque el padre del pequeño MinHyuk , El señor Yun Gyeom , se avergonzaba de él.
-No es más que un jodido anciano -gritaba enfurecido Yun Gyeom horas después de visitar a su padre- Cree que ese acento es algo de lo que se debe estar orgulloso? Si, el padre de Min Hyuk odiaba su origen, no le gustaba que la gente supiera que era de Busan, si él pudiera enviar al abuelo lejos, lo haría. Pero no podía obligar a aquel anciano a hacer nada, era demasiado terco.
-Minhyuk, muchacho, mira esa puesta de sol. -el abuelo le señaló los majestuosos colores que cubrían la ciudad.-Es casi tan bonita como las que tenemos en Busan. Casi.
-¿Por qué no vuelves allí? -le preguntó el niño, consciente de la nostalgia impresa en la voz del anciano.- Papá dice que tienes suficiente dinero para vivir donde quieras.
Observó el rostro surcado de arrugas de su abuelo. La brillante mirada profunda era muy parecida a la de su nieto y más brillante que la de su hijo, sin las motas verdes que tenía la de éste.
El anciano sonrió; una extraña, triste y pequeña sonrisa.
-Porque mi Young Mi está aquí. -Señaló el pequeño cementerio, el lugar donde estaba enterrada la abuela de Min hyuk.
-¿La abuela no quiere que te vayas? –el pequeño frunció el ceño. Su abuela estaba muerta, ¿cómo le iba a importar?
-Oh, mi Young Mi me sonreiría igual allá donde fuera. -El anciano esbozó de nuevo aquella pequeña sonrisa.- Pero si me separara de ella, sentiría esa distancia en mi alma, ¿entiendes?
El niño negó con la cabeza.
El abuelo suspiró.
-Tienes ojos hermosos, muchacho. Un día de estos, esos ojos verán por ti, y sentirás como si el corazón se te fuera a salir del pecho. Es la mirada, Minhyuk. Cuando ames, cuando ames de verdad, ten cuidado, muchacho, porque esos ojos que tienes no son sólo el espejo de tu alma, sino del alma de la persona a la que ames. -El abuelo miró la tumba de Young Mi-. Y cuando se pierde el corazón de esa manera, es imposible abandonar los lugares donde están tus mejores recuerdos. Si tuviera que irme, no podrían enterrarme junto a tu abuela.
El anciano dirigió la mirada al niño, y éste sintió una opresión en el pecho al pensar que algún día tendría que enterrar a su abuelo en aquella tierra dura y desolada.
-La profunda mirada… -murmuró el anciano unos instantes más tarde-. Mi padre me advirtió igual que ahora te estoy advirtiendo yo a ti, muchacho. No pierdas a la persona que ames, pues perderás una parte de tu alma si lo haces. Es el legado de esos ojos.
Minhyuk frunció el ceño. Lo que decía el abuelo no tenía mucho sentido y decidió que le preguntaría a su tío Yunho sobre ello cuando volviera. Yunho todavía recordaba a su abuela. Tenía cinco años cuando ella murió, un poco antes de que naciera Minhyuk.
-Entonces, ¿mis ojos son malos? -preguntó el pequeño finalmente.-No, no son malos -suspiró su abuelo.- No son malos en absoluto, muchacho. Te darás cuenta un día de estos. Uno de estos días, ya verás. Esos ojos verán lo que nadie más ha visto. -Clavó la mirada en su nieto-. Quien tenga tu alma, tendrá tu corazón. -Dio una palmada en el pecho de Minhyuk--. Y podrá incluso ver a través de ti.
-Entonces ¿papá no tiene esos ojos? -Los ojos de Yun Gyeom estaban matizados con motas verdes. Nunca le había visto con el gesto relajado y gruñía sin parar.
La preocupación se reflejó en la cara de su abuelo.
-Tu padre es un buen hombre -afirmó repitiendo lo que siempre decía.
-¿De veras, abuelo? –Minhyuk pensó en el niño un poco mayor que él que había en casa. El niño que su abuelo decía que era su hermano. El niño del que Yun Gyeom renegaba-. El pequeño se llamaba Jonghyun debería tener también un padre.
El abuelo puso la mano sobre la cabeza del niño y le dijo suavemente:
-Nada es cómo pensamos, muchacho. No todo es blanco o negro, sino que existen infinidad de matices grises. Tienes que averiguar el porqué de las cosas, no sólo fiarte de lo que ves.
-Porque él no nos quiere -susurró Minhyuk, aceptándolo como sólo los niños podían aceptar esas cosas.
El abuelo asintió con la cabeza.
-Los tonos grises, muchacho. Recuérdalo. Siempre hay algo que no sabes y que no puedes ver. A veces el amor no es como pensamos que debería ser. Sólo recuerda eso y todo irá bien.
Minhyuk creció buscando los matices grises. Luego maduró y se convirtió en un SEAL, y los matices grises se perdieron en su mente, aunque sabía que seguían estando allí. Siempre en un lugar diferente, siempre moviéndose. Hasta el día que vio el infierno. Y las cenizas del infierno. Y aprendió que había matices que jamás hubiera podido imaginar que existieran.
********************************
Doce años después
Minhyuk se sentó en el escritorio de la oficina del taller mecánico que poseía y contempló al joven que hablaba con uno de sus empleados.
Parecía enfadado y exasperado. Tenía el cabello rubio como el oro, se formaba como una hermosa cascada dorada que brillaba bajo la luz del sol. Era delgado pero no demasiado. Tenía un trasero definido que podía observarse debajo de aquellos pantalones negros, y una polera blanca que se adhería a su torso al compás del viento. Unas zapatillas grises completaban el atuendo.
Finalmente, el joven levantó las manos, alzó la vista y sus miradas se cruzaron. Las fosas nasales del rubio se ensancharon con determinación y se apresuró a dejar atrás al mecánico con el que había estado discutiendo, caminando hacia la puerta de su oficina.
El pelinegro observó cómo aquella asombrosa visión atravesaba la estancia y plantaba las manos en su escritorio mientras lo fulminaba con la mirada.
-Mire, todo lo que necesito es una llave inglesa -dijo enérgicamente-. Présteme una. Véndamela si quiere. No importa. Si no arreglo ese coche, acabaré teniendo que hacer autostop. ¿Tengo pinta de querer hacer autostop? -Extendió los brazos al tiempo que se incorporaba, le dirigió una angustiada mirada con sus hermosos ojos chocolates y apretó los labios rosados al darse cuenta de que el mecánico se acercaba por su espalda.
-No, no la tienes. -Minhyuk negó con la cabeza, deslizando la mirada por su figura antes de volver su atención al mecánico-. ¿Hay alguna razón por la que no podamos revisarle el coche? -le preguntó al otro hombre.
El interrogado entrecerró los ojos.
-El taller está completo, jefe, ya se lo he dicho.
-Sólo una llave inglesa -gruñó él entre dientes-. Sólo préstenme una maldita llave inglesa.
Parecía frustrado. Tenía la frente cubierta de sudor y las mejillas relucientes. Pero la expresión de su rostro se relajó cuando logró controlar sus emociones.
-Escuche. -El rubio había suavizado la voz, y él quedó cautivado. Allí, ante la voz de aquel dulce y hermoso chiquillo, MinHyuyk perdió el corazón-. Sólo necesito un poco de ayuda. Se lo juro. Si me deja estancado llegaré tarde a una entrevista de trabajo. Le prometo que no le robaré demasiado tiempo.
El joven sonrió, y él sintió que el mundo se movía bajo sus pies. Aquellos labios se curvaron dulcemente, con una mezcla de nerviosismo, frustración y preocupación, y se mantuvieron así. Pero le había sonreído y ese simple gesto había conseguido que Min Hyuk volviera a sentirse como un adolescente.
Se levantó del escritorio y señaló la puerta con la mano.
-Muéstreme el coche. Le ayudaremos a ponerse en camino.
-Pero jefe, estamos hasta arriba -protestó el mecánico.
El alto lo ignoró y observó cómo el joven se giraba y lo precedía hasta la puerta. Su mirada se fijó en el pequeño trasero mientras él caminaba y fue la más hermosa de las visiones. Le hormiguearon las manos por las ganas de tocarlo. Ardía en deseos de acunar aquellas curvas y sentirlas bajo los dedos.
-Me llamo Taemin. -El joven le brindó una sonrisa por encima del hombro-. De veras, no sabe cuánto le agradezco lo que está haciendo.
El tono suave de su voz conseguiría que él se corriera en los vaqueros. No podría contenerse si él seguía hablándole de esa manera.
Tenía que aprovechar la oportunidad.
-Le costará algo -le dijo arrastrando las palabras mientras abría el capó del pequeño sedán deportivo.
-Siempre es así -suspiró el rubio-. ¿De cuánto estamos hablando?
Parecía preocupado. Definitivamente, era una persona con una meta y estaba dispuesto a conseguirla.
-Una cena. –MinHyuk sonrió ampliamente al percibir la sorpresa en los ojos del rubio.
-¿Una cena? -La cautela se reflejó en la voz de Taemin.
-Sólo una cena -le prometió él. Por ahora-. Esta noche.
El rubio le miró fijamente durante un largo momento; aquellos ojos chocolates parecieron clavarse en los de él, escrutando y calentando zonas en su interior que el pelinegro no sabía que existieran. Y mucho menos que estuvieran frías.
Al fin, curvó los labios, brindándole una encantadora sonrisa.
-¿El chico malo de la ciudad me está invitando a cenar? -se mofó traviesamente-Creo que me voy a desmayar.
-Me estás confundiendo con él -Señaló al mecánico que se encontraba observando la situación. - Yo sólo soy un simple mecánico y un SEAL. -Las mujeres se morían por los SEAL’s y los hombres anhelaban ser uno. Y él haría cualquier cosa por impresionarlo.
-MinHyuk, el SEAL de mirada profunda y sonrisa cautivadora -replicó - Sé quién eres.
-Pero yo no sé quién eres tú -dijo sombríamente- Y me encantaría descubrirlo.
Aquella mirada de nuevo. Intensa, penetrante.
-En la cena -acordó él al fin-, nos veremos entonces.
¡Bien!
-Reservaré mesa en Mediterráneo -Nombró el restaurante más caro, lo que tampoco decía nada-. A las siete.
-De acuerdo, estaré allí a las siete. Pero no podré hacerlo si no me arreglas el coche.
Taemin sonrió con ironía para sus adentros. Tenía el presentimiento de que si le contaba que sabía qué era exactamente lo que le ocurría a su coche, jamás le creería. Lo dejó perder el tiempo, encontrar el manguito suelto y apretarlo. No le había mentido cuando le había dicho que lo único que necesitaba era una llave inglesa. Su padre le había enseñado cómo arreglárselas con cualquier vehículo hacía mucho tiempo. Por desgracia, en aquel momento no tenía una llave inglesa a mano.
Así que dejó que le arreglara el coche, fingiendo que era un pobre chiquillo indefenso, porque le encantaba la manera en que lo miraba, cómo se oscurecían aquellos ojos que brillaban intensamente en su rostro bronceado.
-A las siete -le recordó él mientras cerraba el capó y lo miraba con intensidad-. Te estaré esperando.
-Allí estaré -le prometió. No había manera de que él no acudiera a la cita. Lo había visto con frecuencia en el pueblo, incluso había tenido fantasías con él un par de veces.
El ardiente SEAL. El niño malo. Todas las chicas e incluso chicos de la facultad iban tras él. Pero, tal y como decidió Taemin en ese momento, Min Hyuk iba a ser suyo.
*************************
Dos años después
-Oh, Dios, Tae, ¿qué has hecho?
El menor dio un respingo y se giró hacia el alto, que se dirigía furioso al lugar donde su coche había impactado con la parte trasera del todoterreno. Fascinado, observó sus feroces ojos oscuros, el cuerpo duro y bronceado, el pecho húmedo de sudor, trozos de la hierba que había estado cortando pegadas a los vaqueros... convivían desde hace casi un año.
-Es sólo una pequeña abolladura, Min Hyuk. Te lo prometo. -Tenía el corazón en la garganta. No por miedo. El jamás le haría daño. Pero su furia era temible.
-Una pequeña abolladura? -Lo agarró por los hombros, lo apartó a un lado y bajó la mirada hacia el guardabarros abollado que se había hundido en el parachoques de su todoterreno.
Había sido un accidente. Y, en realidad, había ocurrido por culpa del alto. Si no hubiera estado cortando el césped sin llevar nada más que las botas y aquellos vaqueros que le ceñían el trasero, jamás habría ocurrido.
-Has chocado contra mi coche. -El orgullo y la indignación rezumaban en su voz-. Es mi todoterreno, Tae.
Sí. Lo era. Estaba muy orgulloso del potente cuatro por cuatro negro. Lo mimaba más que cualquier mujer a su hijo. Taemin se hubiera sentido celoso si no fuera porque no había manera de que él pudiera meter el vehículo en casa.
-Lo siento mucho…. -Su voz se volvió ronca al alzar la mirada hacia él, mordiéndose los labios con nerviosismo mientras se preguntaba cuánto tardaría en enfurecerse.
En cuanto lo hiciera, se transformaría en un hombre sombrío y parco en palabras. Lo fulminaría con la mirada.
Se dedicaría a ver los partidos de basquetbol. Se acostaría tarde. Muy tarde. Mucho después de que él se hubiera ido a dormir. No hablaría con él hasta la mañana siguiente. Lo cual era, sencillamente, injusto.
-MinHuyk, por favor, no te enfades conmigo.- dijo el menor haciendo un puchero.
-¿Cómo es posible que hayas chocado contra MI todoterreno? ¿Cómo? Si estaba aparcado aquí mismo. A plena vista, Lee Taemin. -Se estaba enfadando. Sólo decía su nombre completo cuando estaba o muy enfadado o muy excitado. Y no estaba excitado. Aquello no era una buena señal. Tae podía vivir con eso durante unos días, pero no le apetecía.
El rubio dio un fuerte pisotón en el suelo y lo miró furioso.
-Si no fuera por tu culpa, jamás habría chocado.
-¿Por mi culpa? – el mayor retrocedió un paso, negando violentamente con la cabeza-. ¿Cómo puede ser esto culpa mía?
-Porque estabas cortando la hierba sin camisa, vestido sólo con esos provocativos vaqueros y las botas, y en cuanto vi ese trasero me puse caliente. Has sido tú quien me ha distraído, así que la culpa es tuya. Si te hubieras vestido de manera decente esto no habría ocurrido, Min Hyuk...
El alto lo besó. No fue un beso tierno o gentil, sino áspero, rudo y lleno de lujuria. Lo estrechó con fuerza contra su cuerpo y presionó su miembro contra el contrario, haciéndolo jadear de placer.
-Te mereces unos buenos azotes. -Lo tomó en brazos y atravesó con él el patio, dejando abierta la puerta del coche del rubio y alejándose del todoterreno abollado-. Debería zurrarte, Taemin. Ver cómo ese precioso trasero que tienes se pone completamente rojo.
Entró y cerró la puerta de un golpe antes de dirigirse hacia las escaleras.
-Oh, zúrrame, MinHyuk -le susurró provocativamente al oído-. Haz que suplique.
Él se estremeció contra el menor, lo arrojó sobre la cama y se dispuso a hacer lo que le pedía.
*****************************
Una semana después
-Volveré a casa en una semana. –MinHyuk estaba vestido con vaqueros y camiseta. No parecía un SEAL, sino alguien que estaba a punto de salir de viaje por diversión. Nada relevante.
Taemin sabía cómo engañarse a sí mismo.
-El todoterreno estará aparcado mañana delante de la tienda -le dijo Taemin asintiendo con la cabeza mientras le observaba sacar el petate del armario y girarse hacia él-. Lo meteré en el garaje y lo cuidaré por ti. --Taemin le sonrió provocativamente.- Me debes una, no sabes lo que tuve que hacer para lograr que lo arreglaran tan rápido. Tienes unos mecánicos muy exigentes.
Min Hyuk poseía un taller y una estación de autoservicio. Un pequeño y próspero negocio que Tae sabía que le encantaba.
Min Hyuk soltó un gruñido, recorriendo con la vista las piernas desnudas del rubio cuando éste se sentó en la cama con unos pantalones cortos.
-Hongo -gruñó él-. Tengo que irme y lo sabes. – En una ocasión Taemin le había mostrado unas fotografías que para él no eran aptas para el público, sin embargo por la insistencia del alto accedió a mostrárselas, no pasó mucho tiempo luego de que se arrepintiera, ya que MinHyuk no había parado de reírse desde que vio una foto en la que según el rubio lucia el peor corte que pudo tener en la vida, cabello negro, lacio y si! Parecía un hongo; para el pelinegro no era así, todo lo contrario le parecía de lo más tierno, pero no por ello dejaría de molestarlo, amaba las caras del menor cuando se enfadaba.
El rubio se quitó la polera y se desabrochó los pantalones cortos, dejándolos caer por las piernas. Sin dejar de observar a la persona que tenía enfrente, deslizó los dedos por sobre su entrepierna y luego se llevó la mano a la boca.
Min Hyuk gimió y Tae adoró aquel sonido. Había separado los labios y tenía una mirada salvaje, como si lo estuviera saboreando.
-Vamos, un rapidito -susurró el menor, desesperado por tenerlo una última vez antes de que lo dejara. Se incorporó en la cama cuando él se acercó y le quitó el cinturón con dedos ágiles-. Te desafío. Hazme tuyo como más desees...
El alto le dio la vuelta, lo empujó sobre el borde de la cama y, al cabo de dos segundos, lo estaba penetrando. Duro y palpitante, acariciándolo, llenándolo, enterrándose en él con rápidos y duros envistes hasta que Tae se sintió atravesado por una violenta y candente sensación de placer.
-Min..hyu… Min Hyuk, te amo -gritó mientras él lo embestía, inmovilizándolo y moviendo las caderas con fuerza contra las de él, sujetándolo fieramente con las manos, quemándole la piel con los dedos.
Luego, él susurró las mismas palabras en el acento que su abuelo le había enseñado.
-Para siempre -susurró Tae, girando la cabeza hacia él y aceptando su beso-. Para siempre, Min Hyuk.
*********************
Una semana después
Tae abrió la puerta y se quedó paralizado. El tío de MinHyuk, Yunho, estaba en el umbral, llevaba un uniforme blanco, con la gorra en la mano y las medallas colgadas en la pechera. Taemin sintió desfallecer.
-Min Hyuk llegará en cualquier momento -murmuró el rubio con los labios entumecidos, percatándose de la aflicción y el dolor que reflejaba la expresión de Yunho.- Has llegado entes de lo esperado, Yunho. Él aún no está aquí.
Estaba llorando. Podía sentir cómo lágrimas ardientes le abrasaban la piel mientras se apretaba las manos contra el estómago y se le aflojaban las rodillas.
-Tae. –Yunho tenía la voz ronca y los ojos brillantes por las lágrimas contenidas-. Lo siento.
¿Que lo sentía? ¿Le estaba arrancando las entrañas y decía que lo sentía?
Él negó con la cabeza.
-Por favor, no lo digas, Yunho. Por favor no lo digas. -Tae. -El tragó saliva-. Sabes que tengo que hacerlo.
¿Por qué? ¿Por qué tenía que destruirlo?
-Tengo que comunicarte con gran pesar que...
-¡No, no! -gritó mientras Yunho lo envolvía entre sus brazos y lo ayudaba a entrar en casa. El joven siguió gritando. Gritos que le desgarraron el pecho como una cuchillada brutal y despiadada. El dolor lo arrastró hasta un profundo pozo de desesperación, un abismo del que no creía que pudiera salir jamás.
-¡Min Hyuk! -lloró, gritando su nombre. Él le había jurado que siempre sabría el momento exacto en el que lo necesitaría, incluso en la muerte. Porque él tenía ese don. Era por los ojos, le había asegurado, y él se había reído. Sin embargo, ahora deseaba con todas sus fuerzas que fuera cierto porque necesitaba a Min Hyuk, aquellos feroces ojos - ¡Oh Dios mío, MinHuyk!
***********************
Seis meses después
Tae despertó entre sollozos con la respiración entrecortada y rebuscó en la cama estirando los brazos, arañando las sábanas, la almohada, desesperado por alcanzarlo.
MinHyuk estaba sangrando. Podía ver la sangre en sus manos como si estuviera mirando por los ojos de él. Podía sentir su agonía, sus entrañas retorciéndose, su alma clamando con una angustia que la desgarraba.
Tenía que ser un sueño. Los sollozos le quemaban la garganta mientras se aferraba a las mantas y lanzaba un grito gutural de cruda agonía al sentir que se le partía el corazón.
-¡Min Hyuk!
Gritó su nombre con voz ronca y áspera por las lágrimas, por los horribles meses pasados.
En el entierro... ni siquiera lo habían dejado verlo.
Deshaciéndose en lágrimas, hundió la cara en la almohada y se enfrentó una vez más a la cruda realidad de que MinHyuk se había ido para siempre.
Habían cerrado el ataúd sin que él lo viera. No había podido tocarlo, ni besar su amado rostro, ni decirle adiós. No había nada a lo que aferrarse, nada que aliviara aquella agonía sin fin.
Sólo había vacío. Vacío en su cama, en su vida. Un doloroso y horrible hueco en su alma. Un vacío que lo consumía, que le quemaba la mente y que le recordaba cada segundo, cada día, que MinHyuk se había ido.
Min Hyuk se había marchado.
Para siempre.
Salvo en sus pesadillas. Donde él gritaba su nombre. Donde lo tocaba y se desvanecía antes de que rubio pudiera darle alcance. Donde lo miraba con los ojos llenos de pesar. O cuando él sentía el dolor y las lágrimas del pelinegro. Interminables, agonizantes.
Luego, con la misma rapidez con que comenzaban, en cuanto él se daba cuenta de que lo que sentía era el propio dolor de la persona que amaba, los sueños cambiaban.
-Te amaré siempre, hongo. -Estaba inclinado sobre él, desnudo, con el pecho brillando, la piel dorada bloqueando el sol radiante, los intensos ojos observándolo fijamente-. Siente cómo mi alma toca la tuya, Taemin. Siente cómo te amo, pequeño...
Un grito desgarrador le quemó la garganta cuando intentó aferrarse al aire, a los insustanciales recuerdos que se desvanecían, que se esfumaban igual que Min Hyuk se había ido.
-Oh, Dios mío. Oh, Dios mío... -susurró Tae apretando la almohada contra el pecho y empezando a mecerse.
Echó la cabeza hacia atrás y soltó un grito desolador desde lo más profundo de su alma partida en dos.
-Maldito seas, Min Hyuk...
Título: Bajo la piel del deseo
Adaptación: Janess
Género: Lemon
Parejas: Principal 2min, menciones del jongkey y Joonew... y otras? xD
Notas: Aclaro! este fic no es mio! yo lo estoy adaptando y si! otra historia para el 2min! *-* kekeke... al principio no estaba muy segura si hacer la adapta... pero my BFF me dió animos! thank you *.* ... espero les guste! xD
Prólogo
Frente a la cabaña se encontraba el pequeño, se sentó al lado de su abuelo HaeJoong, el niño apenas tenía 8 años, pero era consciente del por qué el anciano no vivía con su familia. Porque el padre del pequeño MinHyuk , El señor Yun Gyeom , se avergonzaba de él.
-No es más que un jodido anciano -gritaba enfurecido Yun Gyeom horas después de visitar a su padre- Cree que ese acento es algo de lo que se debe estar orgulloso? Si, el padre de Min Hyuk odiaba su origen, no le gustaba que la gente supiera que era de Busan, si él pudiera enviar al abuelo lejos, lo haría. Pero no podía obligar a aquel anciano a hacer nada, era demasiado terco.
-Minhyuk, muchacho, mira esa puesta de sol. -el abuelo le señaló los majestuosos colores que cubrían la ciudad.-Es casi tan bonita como las que tenemos en Busan. Casi.
-¿Por qué no vuelves allí? -le preguntó el niño, consciente de la nostalgia impresa en la voz del anciano.- Papá dice que tienes suficiente dinero para vivir donde quieras.
Observó el rostro surcado de arrugas de su abuelo. La brillante mirada profunda era muy parecida a la de su nieto y más brillante que la de su hijo, sin las motas verdes que tenía la de éste.
El anciano sonrió; una extraña, triste y pequeña sonrisa.
-Porque mi Young Mi está aquí. -Señaló el pequeño cementerio, el lugar donde estaba enterrada la abuela de Min hyuk.
-¿La abuela no quiere que te vayas? –el pequeño frunció el ceño. Su abuela estaba muerta, ¿cómo le iba a importar?
-Oh, mi Young Mi me sonreiría igual allá donde fuera. -El anciano esbozó de nuevo aquella pequeña sonrisa.- Pero si me separara de ella, sentiría esa distancia en mi alma, ¿entiendes?
El niño negó con la cabeza.
El abuelo suspiró.
-Tienes ojos hermosos, muchacho. Un día de estos, esos ojos verán por ti, y sentirás como si el corazón se te fuera a salir del pecho. Es la mirada, Minhyuk. Cuando ames, cuando ames de verdad, ten cuidado, muchacho, porque esos ojos que tienes no son sólo el espejo de tu alma, sino del alma de la persona a la que ames. -El abuelo miró la tumba de Young Mi-. Y cuando se pierde el corazón de esa manera, es imposible abandonar los lugares donde están tus mejores recuerdos. Si tuviera que irme, no podrían enterrarme junto a tu abuela.
El anciano dirigió la mirada al niño, y éste sintió una opresión en el pecho al pensar que algún día tendría que enterrar a su abuelo en aquella tierra dura y desolada.
-La profunda mirada… -murmuró el anciano unos instantes más tarde-. Mi padre me advirtió igual que ahora te estoy advirtiendo yo a ti, muchacho. No pierdas a la persona que ames, pues perderás una parte de tu alma si lo haces. Es el legado de esos ojos.
Minhyuk frunció el ceño. Lo que decía el abuelo no tenía mucho sentido y decidió que le preguntaría a su tío Yunho sobre ello cuando volviera. Yunho todavía recordaba a su abuela. Tenía cinco años cuando ella murió, un poco antes de que naciera Minhyuk.
-Entonces, ¿mis ojos son malos? -preguntó el pequeño finalmente.-No, no son malos -suspiró su abuelo.- No son malos en absoluto, muchacho. Te darás cuenta un día de estos. Uno de estos días, ya verás. Esos ojos verán lo que nadie más ha visto. -Clavó la mirada en su nieto-. Quien tenga tu alma, tendrá tu corazón. -Dio una palmada en el pecho de Minhyuk--. Y podrá incluso ver a través de ti.
-Entonces ¿papá no tiene esos ojos? -Los ojos de Yun Gyeom estaban matizados con motas verdes. Nunca le había visto con el gesto relajado y gruñía sin parar.
La preocupación se reflejó en la cara de su abuelo.
-Tu padre es un buen hombre -afirmó repitiendo lo que siempre decía.
-¿De veras, abuelo? –Minhyuk pensó en el niño un poco mayor que él que había en casa. El niño que su abuelo decía que era su hermano. El niño del que Yun Gyeom renegaba-. El pequeño se llamaba Jonghyun debería tener también un padre.
El abuelo puso la mano sobre la cabeza del niño y le dijo suavemente:
-Nada es cómo pensamos, muchacho. No todo es blanco o negro, sino que existen infinidad de matices grises. Tienes que averiguar el porqué de las cosas, no sólo fiarte de lo que ves.
-Porque él no nos quiere -susurró Minhyuk, aceptándolo como sólo los niños podían aceptar esas cosas.
El abuelo asintió con la cabeza.
-Los tonos grises, muchacho. Recuérdalo. Siempre hay algo que no sabes y que no puedes ver. A veces el amor no es como pensamos que debería ser. Sólo recuerda eso y todo irá bien.
Minhyuk creció buscando los matices grises. Luego maduró y se convirtió en un SEAL, y los matices grises se perdieron en su mente, aunque sabía que seguían estando allí. Siempre en un lugar diferente, siempre moviéndose. Hasta el día que vio el infierno. Y las cenizas del infierno. Y aprendió que había matices que jamás hubiera podido imaginar que existieran.
********************************
Doce años después
Minhyuk se sentó en el escritorio de la oficina del taller mecánico que poseía y contempló al joven que hablaba con uno de sus empleados.
Parecía enfadado y exasperado. Tenía el cabello rubio como el oro, se formaba como una hermosa cascada dorada que brillaba bajo la luz del sol. Era delgado pero no demasiado. Tenía un trasero definido que podía observarse debajo de aquellos pantalones negros, y una polera blanca que se adhería a su torso al compás del viento. Unas zapatillas grises completaban el atuendo.
Finalmente, el joven levantó las manos, alzó la vista y sus miradas se cruzaron. Las fosas nasales del rubio se ensancharon con determinación y se apresuró a dejar atrás al mecánico con el que había estado discutiendo, caminando hacia la puerta de su oficina.
El pelinegro observó cómo aquella asombrosa visión atravesaba la estancia y plantaba las manos en su escritorio mientras lo fulminaba con la mirada.
-Mire, todo lo que necesito es una llave inglesa -dijo enérgicamente-. Présteme una. Véndamela si quiere. No importa. Si no arreglo ese coche, acabaré teniendo que hacer autostop. ¿Tengo pinta de querer hacer autostop? -Extendió los brazos al tiempo que se incorporaba, le dirigió una angustiada mirada con sus hermosos ojos chocolates y apretó los labios rosados al darse cuenta de que el mecánico se acercaba por su espalda.
-No, no la tienes. -Minhyuk negó con la cabeza, deslizando la mirada por su figura antes de volver su atención al mecánico-. ¿Hay alguna razón por la que no podamos revisarle el coche? -le preguntó al otro hombre.
El interrogado entrecerró los ojos.
-El taller está completo, jefe, ya se lo he dicho.
-Sólo una llave inglesa -gruñó él entre dientes-. Sólo préstenme una maldita llave inglesa.
Parecía frustrado. Tenía la frente cubierta de sudor y las mejillas relucientes. Pero la expresión de su rostro se relajó cuando logró controlar sus emociones.
-Escuche. -El rubio había suavizado la voz, y él quedó cautivado. Allí, ante la voz de aquel dulce y hermoso chiquillo, MinHyuyk perdió el corazón-. Sólo necesito un poco de ayuda. Se lo juro. Si me deja estancado llegaré tarde a una entrevista de trabajo. Le prometo que no le robaré demasiado tiempo.
El joven sonrió, y él sintió que el mundo se movía bajo sus pies. Aquellos labios se curvaron dulcemente, con una mezcla de nerviosismo, frustración y preocupación, y se mantuvieron así. Pero le había sonreído y ese simple gesto había conseguido que Min Hyuk volviera a sentirse como un adolescente.
Se levantó del escritorio y señaló la puerta con la mano.
-Muéstreme el coche. Le ayudaremos a ponerse en camino.
-Pero jefe, estamos hasta arriba -protestó el mecánico.
El alto lo ignoró y observó cómo el joven se giraba y lo precedía hasta la puerta. Su mirada se fijó en el pequeño trasero mientras él caminaba y fue la más hermosa de las visiones. Le hormiguearon las manos por las ganas de tocarlo. Ardía en deseos de acunar aquellas curvas y sentirlas bajo los dedos.
-Me llamo Taemin. -El joven le brindó una sonrisa por encima del hombro-. De veras, no sabe cuánto le agradezco lo que está haciendo.
El tono suave de su voz conseguiría que él se corriera en los vaqueros. No podría contenerse si él seguía hablándole de esa manera.
Tenía que aprovechar la oportunidad.
-Le costará algo -le dijo arrastrando las palabras mientras abría el capó del pequeño sedán deportivo.
-Siempre es así -suspiró el rubio-. ¿De cuánto estamos hablando?
Parecía preocupado. Definitivamente, era una persona con una meta y estaba dispuesto a conseguirla.
-Una cena. –MinHyuk sonrió ampliamente al percibir la sorpresa en los ojos del rubio.
-¿Una cena? -La cautela se reflejó en la voz de Taemin.
-Sólo una cena -le prometió él. Por ahora-. Esta noche.
El rubio le miró fijamente durante un largo momento; aquellos ojos chocolates parecieron clavarse en los de él, escrutando y calentando zonas en su interior que el pelinegro no sabía que existieran. Y mucho menos que estuvieran frías.
Al fin, curvó los labios, brindándole una encantadora sonrisa.
-¿El chico malo de la ciudad me está invitando a cenar? -se mofó traviesamente-Creo que me voy a desmayar.
-Me estás confundiendo con él -Señaló al mecánico que se encontraba observando la situación. - Yo sólo soy un simple mecánico y un SEAL. -Las mujeres se morían por los SEAL’s y los hombres anhelaban ser uno. Y él haría cualquier cosa por impresionarlo.
-MinHyuk, el SEAL de mirada profunda y sonrisa cautivadora -replicó - Sé quién eres.
-Pero yo no sé quién eres tú -dijo sombríamente- Y me encantaría descubrirlo.
Aquella mirada de nuevo. Intensa, penetrante.
-En la cena -acordó él al fin-, nos veremos entonces.
¡Bien!
-Reservaré mesa en Mediterráneo -Nombró el restaurante más caro, lo que tampoco decía nada-. A las siete.
-De acuerdo, estaré allí a las siete. Pero no podré hacerlo si no me arreglas el coche.
Taemin sonrió con ironía para sus adentros. Tenía el presentimiento de que si le contaba que sabía qué era exactamente lo que le ocurría a su coche, jamás le creería. Lo dejó perder el tiempo, encontrar el manguito suelto y apretarlo. No le había mentido cuando le había dicho que lo único que necesitaba era una llave inglesa. Su padre le había enseñado cómo arreglárselas con cualquier vehículo hacía mucho tiempo. Por desgracia, en aquel momento no tenía una llave inglesa a mano.
Así que dejó que le arreglara el coche, fingiendo que era un pobre chiquillo indefenso, porque le encantaba la manera en que lo miraba, cómo se oscurecían aquellos ojos que brillaban intensamente en su rostro bronceado.
-A las siete -le recordó él mientras cerraba el capó y lo miraba con intensidad-. Te estaré esperando.
-Allí estaré -le prometió. No había manera de que él no acudiera a la cita. Lo había visto con frecuencia en el pueblo, incluso había tenido fantasías con él un par de veces.
El ardiente SEAL. El niño malo. Todas las chicas e incluso chicos de la facultad iban tras él. Pero, tal y como decidió Taemin en ese momento, Min Hyuk iba a ser suyo.
*************************
Dos años después
-Oh, Dios, Tae, ¿qué has hecho?
El menor dio un respingo y se giró hacia el alto, que se dirigía furioso al lugar donde su coche había impactado con la parte trasera del todoterreno. Fascinado, observó sus feroces ojos oscuros, el cuerpo duro y bronceado, el pecho húmedo de sudor, trozos de la hierba que había estado cortando pegadas a los vaqueros... convivían desde hace casi un año.
-Es sólo una pequeña abolladura, Min Hyuk. Te lo prometo. -Tenía el corazón en la garganta. No por miedo. El jamás le haría daño. Pero su furia era temible.
-Una pequeña abolladura? -Lo agarró por los hombros, lo apartó a un lado y bajó la mirada hacia el guardabarros abollado que se había hundido en el parachoques de su todoterreno.
Había sido un accidente. Y, en realidad, había ocurrido por culpa del alto. Si no hubiera estado cortando el césped sin llevar nada más que las botas y aquellos vaqueros que le ceñían el trasero, jamás habría ocurrido.
-Has chocado contra mi coche. -El orgullo y la indignación rezumaban en su voz-. Es mi todoterreno, Tae.
Sí. Lo era. Estaba muy orgulloso del potente cuatro por cuatro negro. Lo mimaba más que cualquier mujer a su hijo. Taemin se hubiera sentido celoso si no fuera porque no había manera de que él pudiera meter el vehículo en casa.
-Lo siento mucho…. -Su voz se volvió ronca al alzar la mirada hacia él, mordiéndose los labios con nerviosismo mientras se preguntaba cuánto tardaría en enfurecerse.
En cuanto lo hiciera, se transformaría en un hombre sombrío y parco en palabras. Lo fulminaría con la mirada.
Se dedicaría a ver los partidos de basquetbol. Se acostaría tarde. Muy tarde. Mucho después de que él se hubiera ido a dormir. No hablaría con él hasta la mañana siguiente. Lo cual era, sencillamente, injusto.
-MinHuyk, por favor, no te enfades conmigo.- dijo el menor haciendo un puchero.
-¿Cómo es posible que hayas chocado contra MI todoterreno? ¿Cómo? Si estaba aparcado aquí mismo. A plena vista, Lee Taemin. -Se estaba enfadando. Sólo decía su nombre completo cuando estaba o muy enfadado o muy excitado. Y no estaba excitado. Aquello no era una buena señal. Tae podía vivir con eso durante unos días, pero no le apetecía.
El rubio dio un fuerte pisotón en el suelo y lo miró furioso.
-Si no fuera por tu culpa, jamás habría chocado.
-¿Por mi culpa? – el mayor retrocedió un paso, negando violentamente con la cabeza-. ¿Cómo puede ser esto culpa mía?
-Porque estabas cortando la hierba sin camisa, vestido sólo con esos provocativos vaqueros y las botas, y en cuanto vi ese trasero me puse caliente. Has sido tú quien me ha distraído, así que la culpa es tuya. Si te hubieras vestido de manera decente esto no habría ocurrido, Min Hyuk...
El alto lo besó. No fue un beso tierno o gentil, sino áspero, rudo y lleno de lujuria. Lo estrechó con fuerza contra su cuerpo y presionó su miembro contra el contrario, haciéndolo jadear de placer.
-Te mereces unos buenos azotes. -Lo tomó en brazos y atravesó con él el patio, dejando abierta la puerta del coche del rubio y alejándose del todoterreno abollado-. Debería zurrarte, Taemin. Ver cómo ese precioso trasero que tienes se pone completamente rojo.
Entró y cerró la puerta de un golpe antes de dirigirse hacia las escaleras.
-Oh, zúrrame, MinHyuk -le susurró provocativamente al oído-. Haz que suplique.
Él se estremeció contra el menor, lo arrojó sobre la cama y se dispuso a hacer lo que le pedía.
*****************************
Una semana después
-Volveré a casa en una semana. –MinHyuk estaba vestido con vaqueros y camiseta. No parecía un SEAL, sino alguien que estaba a punto de salir de viaje por diversión. Nada relevante.
Taemin sabía cómo engañarse a sí mismo.
-El todoterreno estará aparcado mañana delante de la tienda -le dijo Taemin asintiendo con la cabeza mientras le observaba sacar el petate del armario y girarse hacia él-. Lo meteré en el garaje y lo cuidaré por ti. --Taemin le sonrió provocativamente.- Me debes una, no sabes lo que tuve que hacer para lograr que lo arreglaran tan rápido. Tienes unos mecánicos muy exigentes.
Min Hyuk poseía un taller y una estación de autoservicio. Un pequeño y próspero negocio que Tae sabía que le encantaba.
Min Hyuk soltó un gruñido, recorriendo con la vista las piernas desnudas del rubio cuando éste se sentó en la cama con unos pantalones cortos.
-Hongo -gruñó él-. Tengo que irme y lo sabes. – En una ocasión Taemin le había mostrado unas fotografías que para él no eran aptas para el público, sin embargo por la insistencia del alto accedió a mostrárselas, no pasó mucho tiempo luego de que se arrepintiera, ya que MinHyuk no había parado de reírse desde que vio una foto en la que según el rubio lucia el peor corte que pudo tener en la vida, cabello negro, lacio y si! Parecía un hongo; para el pelinegro no era así, todo lo contrario le parecía de lo más tierno, pero no por ello dejaría de molestarlo, amaba las caras del menor cuando se enfadaba.
El rubio se quitó la polera y se desabrochó los pantalones cortos, dejándolos caer por las piernas. Sin dejar de observar a la persona que tenía enfrente, deslizó los dedos por sobre su entrepierna y luego se llevó la mano a la boca.
Min Hyuk gimió y Tae adoró aquel sonido. Había separado los labios y tenía una mirada salvaje, como si lo estuviera saboreando.
-Vamos, un rapidito -susurró el menor, desesperado por tenerlo una última vez antes de que lo dejara. Se incorporó en la cama cuando él se acercó y le quitó el cinturón con dedos ágiles-. Te desafío. Hazme tuyo como más desees...
El alto le dio la vuelta, lo empujó sobre el borde de la cama y, al cabo de dos segundos, lo estaba penetrando. Duro y palpitante, acariciándolo, llenándolo, enterrándose en él con rápidos y duros envistes hasta que Tae se sintió atravesado por una violenta y candente sensación de placer.
-Min..hyu… Min Hyuk, te amo -gritó mientras él lo embestía, inmovilizándolo y moviendo las caderas con fuerza contra las de él, sujetándolo fieramente con las manos, quemándole la piel con los dedos.
Luego, él susurró las mismas palabras en el acento que su abuelo le había enseñado.
-Para siempre -susurró Tae, girando la cabeza hacia él y aceptando su beso-. Para siempre, Min Hyuk.
*********************
Una semana después
Tae abrió la puerta y se quedó paralizado. El tío de MinHyuk, Yunho, estaba en el umbral, llevaba un uniforme blanco, con la gorra en la mano y las medallas colgadas en la pechera. Taemin sintió desfallecer.
-Min Hyuk llegará en cualquier momento -murmuró el rubio con los labios entumecidos, percatándose de la aflicción y el dolor que reflejaba la expresión de Yunho.- Has llegado entes de lo esperado, Yunho. Él aún no está aquí.
Estaba llorando. Podía sentir cómo lágrimas ardientes le abrasaban la piel mientras se apretaba las manos contra el estómago y se le aflojaban las rodillas.
-Tae. –Yunho tenía la voz ronca y los ojos brillantes por las lágrimas contenidas-. Lo siento.
¿Que lo sentía? ¿Le estaba arrancando las entrañas y decía que lo sentía?
Él negó con la cabeza.
-Por favor, no lo digas, Yunho. Por favor no lo digas. -Tae. -El tragó saliva-. Sabes que tengo que hacerlo.
¿Por qué? ¿Por qué tenía que destruirlo?
-Tengo que comunicarte con gran pesar que...
-¡No, no! -gritó mientras Yunho lo envolvía entre sus brazos y lo ayudaba a entrar en casa. El joven siguió gritando. Gritos que le desgarraron el pecho como una cuchillada brutal y despiadada. El dolor lo arrastró hasta un profundo pozo de desesperación, un abismo del que no creía que pudiera salir jamás.
-¡Min Hyuk! -lloró, gritando su nombre. Él le había jurado que siempre sabría el momento exacto en el que lo necesitaría, incluso en la muerte. Porque él tenía ese don. Era por los ojos, le había asegurado, y él se había reído. Sin embargo, ahora deseaba con todas sus fuerzas que fuera cierto porque necesitaba a Min Hyuk, aquellos feroces ojos - ¡Oh Dios mío, MinHuyk!
***********************
Seis meses después
Tae despertó entre sollozos con la respiración entrecortada y rebuscó en la cama estirando los brazos, arañando las sábanas, la almohada, desesperado por alcanzarlo.
MinHyuk estaba sangrando. Podía ver la sangre en sus manos como si estuviera mirando por los ojos de él. Podía sentir su agonía, sus entrañas retorciéndose, su alma clamando con una angustia que la desgarraba.
Tenía que ser un sueño. Los sollozos le quemaban la garganta mientras se aferraba a las mantas y lanzaba un grito gutural de cruda agonía al sentir que se le partía el corazón.
-¡Min Hyuk!
Gritó su nombre con voz ronca y áspera por las lágrimas, por los horribles meses pasados.
En el entierro... ni siquiera lo habían dejado verlo.
Deshaciéndose en lágrimas, hundió la cara en la almohada y se enfrentó una vez más a la cruda realidad de que MinHyuk se había ido para siempre.
Habían cerrado el ataúd sin que él lo viera. No había podido tocarlo, ni besar su amado rostro, ni decirle adiós. No había nada a lo que aferrarse, nada que aliviara aquella agonía sin fin.
Sólo había vacío. Vacío en su cama, en su vida. Un doloroso y horrible hueco en su alma. Un vacío que lo consumía, que le quemaba la mente y que le recordaba cada segundo, cada día, que MinHyuk se había ido.
Min Hyuk se había marchado.
Para siempre.
Salvo en sus pesadillas. Donde él gritaba su nombre. Donde lo tocaba y se desvanecía antes de que rubio pudiera darle alcance. Donde lo miraba con los ojos llenos de pesar. O cuando él sentía el dolor y las lágrimas del pelinegro. Interminables, agonizantes.
Luego, con la misma rapidez con que comenzaban, en cuanto él se daba cuenta de que lo que sentía era el propio dolor de la persona que amaba, los sueños cambiaban.
-Te amaré siempre, hongo. -Estaba inclinado sobre él, desnudo, con el pecho brillando, la piel dorada bloqueando el sol radiante, los intensos ojos observándolo fijamente-. Siente cómo mi alma toca la tuya, Taemin. Siente cómo te amo, pequeño...
Un grito desgarrador le quemó la garganta cuando intentó aferrarse al aire, a los insustanciales recuerdos que se desvanecían, que se esfumaban igual que Min Hyuk se había ido.
-Oh, Dios mío. Oh, Dios mío... -susurró Tae apretando la almohada contra el pecho y empezando a mecerse.
Echó la cabeza hacia atrás y soltó un grito desolador desde lo más profundo de su alma partida en dos.
-Maldito seas, Min Hyuk...
- Spoiler:
- Uhm... que tal? solo es el prologo xD ah! cierto un "SEAL" es un militar encargado de hacer operaciones especiales para el estado xD en este caso será Seul! xD ... si tiene alguna duda pregúntenme no hay problema! n_n uhm... espero sus comentarios! quiero saber si les gustó! xD cuidense!!! bye bye ^^
Última edición por Janess el Vie Feb 21, 2014 5:36 pm, editado 23 veces
Janess
♥♥Minho♥♥SHINee♥♥
1470
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
:Waa:
APARTO!!!!!!!!!!!!!
APARTO!!!!!!!!!!!!!
Pauletta
Onew!!!!
1088
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
yo tambien todavía lo sigo y me desespere al no poder leer captulo nuevo pero menos mal que ya pudiste poner uno y te comprendo la uni te somete y te ata para que no pudedas hacer mucho y te quita enrgia jajaj es mala en cierto punto haha pasando al cap
ami tambn me da risa que a jonghyun le da miedo taemin hahah eso si que me da risa y cada vez que le comenta todo lo que sufrio tae por la muerte de minhyuk me duele xk eso de no poder verlo sin llorar que triste
me emociona caba ves mas los cap que aqui me tendras el miercoles tambn
me pregunto si haabra 2min en accion y :yupi: como se pondra tae cuando se entere que jong despidio a su empelado haha cuantos golpes le dara y me daria mucha risa si jong le hiciera caso a minho del swing pero le diera una patada inesperada :JAJA: hahaha bueno
nos leemos pronto bye bye tcuidas y gracias x el cap :MUA: :HELLO:
Última edición por ggaabbyy2 el Sáb Jun 23, 2012 1:32 am, editado 1 vez
ggaabbyy2
taemin
113
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
Duerme un poco. Mañana tendrás que lidiar con Taemin.
—Maldito seas —masculló Jonghyun haciendo una mueca—-. Volverá a darme otro puñetazo.
jajaja xD! Dios me encanta Minho molesta a Taemin y este golpea a Jonghyun :D!!! QUIERO MÁS! ^^!!
freyashirou
Minho
357
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
oh minho si que es intligente unni mal yo queria que haya lemon bueno por lomenos explicaste mejor todo este enredo byee y actualiza pronto
mitaemin
taemin
609
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
ñaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!
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ya quiero saber que mas sigueee!!! plis
siguele si!!!
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que tengas un bonito diatardenochemadrugada :MUA:
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Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
Hi!!! ^^ hoy es miercoles y les traje actua!!! *-* me habia olvidado de comentar que este fic lo iban a mover ._. es que de hecho tiene que ir aca! =P kekeke... espero no sea inconveniente... xD Bueno ahora si a la actu! Gracias por sus comentarios! Cuidense Bye bye! n_n
**************************************
Taemin no estaba seguro de poder mantener alejado a Changmin con la pobre excusa que le había dado. En un principio había pensado que no tendría problemas porque él jamás había protestado cuando había tenido que cancelar una cita, o porque la relación que mantenían era tan platónica que casi era ridícula.
Ya era tarde cuando oyó su coche deteniéndose en el camino de entrada. Estaba sentado en la salita terminándose la botella de vino que Changmin había abierto unos días antes. Al mirar hacia la ventana donde se reflejaban las luces del vehículo, Taemin se dio cuenta de varias cosas a la vez.
Por alguna razón, la gente creía que era una persona fácil de manejar. Minhyuk lo había visto como a un débil e indefenso chiquillo al que tenía que proteger. Changmin se burlaba a menudo sobre su «pasatiempo favorito», el taller. E incluso Jonghyun parecía cuestionar cada movimiento que hacía últimamente. Y ahora, ni siquiera podía cancelar una cita sin que alguien cuestionara su decisión.
Se levantó del sofá, se estiró la camiseta que llevaba sobre unos jeans y se dirigió a la puerta con la copa en la mano. Al abrirla, miró fijamente la expresión de irritación que manifestaba el atractivo rostro de Changmin mientras levantaba los nudillos para golpear la puerta. Estaba vestido con la misma pulcritud de siempre. Una camisa de manga larga blanca, pantalones color beige y zapatos negros. Siempre lo había visto arreglado y perfectamente peinado, y esa noche no era una excepción.
Changmin observó la copa y el rostro de Taemin, antes de notar la barbilla y el cuello. Sí, Taemin sabía que las marcas seguían allí. Una en la mandíbula y otra en el cuello. Eran marcas diminutas, pero pensar en el placer que había recibido a cambio hacía que se le revolviera el estómago por la culpa... y el deseo.
—¿Puedo pasar? —preguntó él. Su voz suave se contradecía con lo que sentía.
Sonaba paciente, afectuoso. No obstante, Taemin podía ver la ira que irradiaban sus ojos.
—Claro. —dio un paso atrás, tomó un sorbo de vino y permitió que él pasara—. Ya es medianoche. ¿No es un poco tarde para salir de casa?
—No tengo toque de queda. —Ahora ya no disimulaba su furia.
Taemin se pasó los dedos por el pelo y regresó a la salita. Ese era su santuario, una habitación en la que Changmin raras veces entraba. Prefería la cocina, y nunca había subido al segundo piso.
Sin embargo, lo siguió, deteniéndose en el umbral, frente a la chimenea, y clavó los ojos en la repisa de ésta mientras Taemin se sentaba en uno de los sillones y doblaba las piernas bajo el cuerpo.
Había un indicio de incomodidad en la cara de Changmin, un destello de dolor que hizo que Taemin sintiera una opresión en el pecho. El había sido un buen amigo durante años, y habría sido un buen amante, si su cuerpo, su corazón, hubieran estado dispuestos a aceptarlo.
—No has retirado sus fotos —dijo Changmin en voz baja—. Como si pensaras que, cualquier día, volverá a casa. Que entrará por la puerta con los brazos abiertos.
Taemin miró la repisa de la chimenea y luego la larga mesa junto a la ventana donde había más fotos. Quizás debería haberse deshecho de ellas antes, pero no había podido.
—Dejar de pensar en él no ha sido fácil. —Se encogió de hombros con incomodidad—. Pero estoy seguro de que no has venido a estas horas de la noche para hablar conmigo sobre si él volverá o no a casa.
—Minhyuk está muerto, Tae—le recordó él con impaciencia—. Tú jamás has aceptado ese hecho. Ésa es la razón por la que nuestra relación no ha avanzado. Porque tú no puedes aceptar que él se ha ido.
A Taemin le había llevado dos años aceptar que Minhyuk no volvería nunca y durante todo ese tiempo había tenido aquellas horribles pesadillas. Al principio habían estado llenas de sangre y, más tarde, de furia y dolor. El castaño había estado convencido de que su Minhyuk seguía vivo, de que estaba herido, y en esas pesadillas Minhyuk le rogaba que fuera con él. Luego, una noche, dejó de tenerlas, y Minhyuk desapareció de su vida para siempre.
—Sí —dijo asintiendo con la cabeza—. Acepté eso hace mucho tiempo, Changmin. Pero te advertí, cuando comenzamos a salir, que no estaba buscando amor.
El apretó los labios con ira.
—Ni sexo —escupió—. Apenas me has dejado besarte, aunque, al parecer, los rumores de que te acuestas con el nuevo mecánico son ciertos. —La señaló con el dedo—. Reconozco un chupetón cuando lo veo.
—No estoy acostándome con Choi Minho. —Taemin tuvo que contener la frustración y la ira—. No importa lo que la gente vaya diciendo por ahí.
—Pues te aseguro que no estás haciéndolo conmigo —replicó Changmin, entrando en la habitación—. Dime, Tae, ¿todas estas fotos te dan calor por la noche? —Levantó el brazo para señalar la repisa de la chimenea y la mesa—. ¿Te abrazarán cuando llores por él?
Iba alzando la voz, a medida que la cólera aumentaba en su interior. Finalmente, Changmin se había dado cuenta de que las advertencias que el menor le había hecho los meses pasados habían sido sinceras. No quería más que su amistad.
—¿Quieres abrazarme mientras lloro por él? —preguntó Taemin con frustración. Se levantó del sillón y cogió la botella de vino y el vaso antes de salir de la salita—. ¿Es eso lo que quieres, Changmin?
Colocó el vaso y la botella sobre la encimera en forma de L de la cocina antes de girarse hacia él.
—Acaso cuando Minho te marca la cara y el cuello, ¿lloras por Minhyuk después? —se burló Changmin de una manera odiosa y repulsiva, siguiéndolo a la bien iluminada cocina.
—Detente. —Taemin lo miró con cautela por encima del hombro y se movió al otro lado de la encimera, donde se sentía más seguro.
Jamás había visto a Changmin tan furioso. De hecho, no recordaba siquiera verlo ligeramente enfadado. Pero estaba claro que en ese momento sí lo estaba y mucho.
Lo miró tras la pobre protección que le ofrecía la encimera, observando aquella amarga cólera en su cara y también en sus ojos. Tenía los labios apretados y la expresión tensa.
—Crees que no sé por qué dejaste que el mecánico llegara tan lejos, ¿verdad? —lo acusó con furia—. Te estás engañando, Tae. Lo sabes.
—Es medianoche, Changmin —dijo el castaño—. No quiero discutir este tema ahora, de lo contrario, te habría invitado a venir. No estas en posición de cuestionar mis actos o mis decisiones.
—Él es como Minhyuk —afirmó fulminándolo con la mirada—. Por eso lo quieres. Por eso has permitido que te marque, porque te recuerda a Minhyuk. Pero no es él, Taemin.
El menor lo miró confundido.
—Por supuesto que no es como Minhyuk —respondió comenzando a sentirse furioso—Minhyuk no era como él. Minhyuk me amaba, Changmin.
—Te amaba tanto que ni siquiera se le pasó por la cabeza dejar los SEAL —se burló él—. ¿Tienes idea de cuántas veces le dije que iba a terminar muerto? ¿Que te dejaría solo y sufriendo por su ausencia? Dime, ¿crees que le importó?
Minhyuk había sido Minhyuk. Un SEAL. Sencillamente, había esperado que Taemin saliera adelante si a él le ocurría algo.
—Tú también podrías acabar muerto escalando esos condenados acantilados, pero aun así lo haces. Minhyuk era un SEAL, Changmin. No sólo era un trabajo para él. Es lo que le hacía ser quien era.
—Y tú no eras para él más que una bello e indefenso niño que le alimentaba el ego cada vez que estaba en casa. Me ponía tan enfermo que apenas podía soportarlo. —El asco se reflejó en su voz, en su expresión, cuando él lo miró con sorpresa.
—Lo amaba —adujo Taemin, confundido por el cariz que estaba tomando la situación—. Le di lo que necesitaba, igual que él me dio a mí lo que yo necesitaba, Changmin. No es algo que te incumba y desde luego no eres nadie para juzgarlo.
—Oh, Minhyuk, tienes que cambiarme el aceite del coche —lo imitó Changmin con voz furiosa—. Oh Minhyuk, ¿puedes echarle un vistazo a las ruedas del coche? Hacias pucheros, actuando como si ignoraras incluso lo que era una llave inglesa. Luego él murió y tú entraste en el taller y comenzaste a trabajar en esos coches como si fueras un profesional. Demonios, Tae, ¿no te remuerde un poco la conciencia por haberle mentido de esa manera a la persona que dices amabas?
No. Minhyuk había necesitado protegerlo mientras estaba con él, y Taemin había necesitado ser su mundo entre una misión y otra. ¿Habría cambiado eso con el tiempo? Sin duda lo habría hecho. Pero en los dos años que habían estado juntos, no había importado. Arreglar coches no era el trabajo de su vida. Puede que le gustara, pero le gustaba más Minhyuk. Mientras él estaba en una misión, Taemin revisaba en su propio coche y algunas veces lo hacía incluso en el precioso todoterreno de Minhyuk.
—Jamás le mentí—le aseguró con voz queda—. Y jamás te mentí a ti. Te dije que no quería lo que tú, obviamente, querías de mí. Te lo dije hace un año y te lo he repetido muchas veces.
—Pero sí quieres a ese mecánico hijo de perra que apesta a grasa y aceite —gruñó Changmin.
Taemin volvió a mirarlo, cada vez más encolerizado.
—Si hay algo en lo que tú y yo debemos estar de acuerdo es que ése es uno de mis perfumes favoritos.
—Maldición —bramó él—. Apestas a ello continuamente. Quizá ya esté cansado de oler esa mierda mientras intento cenar.
Nunca había visto ese lado de Changmin. De hecho, jamás había sospechado siquiera que existiera.
—Tú pensaste que habías conseguido a la persona que no era en realidad—Una sonrisa amarga le curvó los labios—. Solo viste lo que quisiste ver y creíste que no había más. —Taemin negó con la cabeza—. No viviste en esta casa, Changmin. No tienes ni idea de las veces que Minhyuk intentó darme órdenes. Y es más que evidente que tú nunca te molestaste en mirar bajo la superficie.
Changmin le dirigió una mirada furiosa antes de girarse y caminar hacia la ventana.
—¡Deshazte de él! —Se volvió hacia el castaño y le habló con voz controlada, dura y fría—. Despídelo, Taemin.- el mencionado arqueó las cejas.
—Fue Jonghyun quien le contrató, así que no puedo despedirlo sin más. Pero lo cierto es que tampoco lo haría siguiendo las órdenes de nadie, Changmin, y mucho menos las tuyas.
—Deshazte de ese bastardo o acabarás lamentándolo. —Su rostro estaba surcado por líneas de amarga furia—. Sólo hace falta verlo para saber que es peligroso. Esa es la única razón por la que lo quieres, y ni siquiera tienes el valor de admitirlo. Es tan peligroso como lo era Minhyuk.
—Vete. —Taemin se irguió lentamente y se dirigió al teléfono seguido por la desdeñosa mirada de Changmin—. Quiero que te vayas ahora mismo.
—¿Porque no puedes soportar la verdad?
En ese momento, él no parecía tan atractivo como había pensado que era, aunque el hecho de que fuera atractivo o no, tampoco era un requisito para él. Changmin siempre le había parecido sofisticado; poseía una elegancia masculina que había echado a perder con aquel arrebato de ira.
—Porque estás fuera de ti —respondió Taemin. Cogió el teléfono y fulminó a Changmin con la mirada antes de añadir—Vete.
Él miró el teléfono.
—Vamos, llama a ese hijo de perra —lo instó—. Vamos, Tae, hazlo. Estará por ahí con cualquiera porque tú no eres lo suficiente para retenerlo. No a un hombre como Minhyuk, ni, desde luego, a un desgraciado como Choi Minho.
Taemin sabía que aquellas palabras deberían haberle hecho daño, pero, extrañamente, no fue así. Habia estado con un SEAL, no con un contable. Había sabido a lo que se exponía cuando unió su vida a la de Minhyuk. Nunca existieron garantías y lo perdió a los pocos años empezar a conocerse.
—Entonces no te importará irte, ¿verdad? —le espetó fríamente el menor.
—¡Ni hablar! —Él lo sorprendió al acercarse rápidamente, y Taemin se dio cuenta de que Changmin estaba mucho más furioso de lo que había creído en un principio.
Había marcado ya el primer dígito del 911 cuando el teléfono salió volando de su mano. Reaccionando rápidamente, el castaño se echó hacia atrás para evitar la mano que intentaba agarrarle la muñeca.
Justo en el momento en que los dedos de Changmin se cerraron sobre él, se oyó un gruñido furioso. Una mano más grande, más ancha apresó la muñeca de Changmin y, ante la mirada estupefacta de Taemin, la apretó y la retorció hasta poner a aquel bastardo de rodillas obligándole a soltar un grito agudo, casi femenino.
Taemin miró alarmado a Minho, tomando nota de la camiseta y del chaleco de cuero, de los vaqueros descoloridos. De las botas de motorista y la expresión gélida de aquel rostro que parecía cincelado en piedra.
Si Taemin no intervenía de alguna manera, Changmin sería hombre muerto. La furia helada de Minho era más profunda esta vez que cuando había apretado entre sus dedos el cuello de Kyuhyun.
—Estoy cansado de que te dediques a atacar a los hombres que me rodean, Minho —le dijo con firmeza, sin cólera, como si simplemente estuviera haciendo una observación—. Podría haberme encargado de él yo solo, ¿sabes?
Minho lo miró mientras Changmin jadeaba a sus pies.
—Suéltalo. —el castaño arrugó la nariz como había hecho con Minhyuk las pocas veces que lo había visto enfadado de verdad—. No merece la pena que manches el suelo de sangre. De verdad, eso sólo conseguiría cabrearme.
—Sé cómo deshacerme de un cuerpo —replicó él, deslizando la mirada por la camiseta y los pantalones que él vestía—. Sería muy fácil.
—Oh, estoy seguro de ello, pero luego me remordería la conciencia y tendría que contárselo a Jonghyun. —Taemin se encogió de hombros con despreocupación—. Aunque, al menos, tendría una buena excusa para hacer que Jonghyun te despidiera.
—Te aseguro que él me ayudaría —rugió Minho. Pero Taemin empezó a vislumbrar una grieta en su coraza de hielo—. ¿Por qué no te dejas de rodeos y me dices lo que quieres en realidad, Taemin?
—Que dejes de comportarte como un matón y que sueltes a Changmin antes de que los eche a los dos a patadas de mi casa y llame a la policia —le respondió a gritos, porque ya estaba cansado de tener que tratar con hombres testarudos.
Él arqueó una ceja.
—Suéltalo, maldita sea. —Recogió el teléfono que había caído del soporte y lo colgó mientras les dirigía a ambos una mirada indignada. Al menos, Minho había aflojado los dedos que apresaban la muñeca de Changmin—. Va a acabar vomitando si no lo haces y no quiero tener que pasarme la noche limpiando.
Changmin, desde luego, parecía a punto de vomitar. La presión en su muñeca tenía que ser muy dolorosa, aunque Minho parecía sujetarlo como si no le costara ningún esfuerzo.
—Lárgate. —Minho lo soltó lentamente y dio un paso atrás permitiendo que Changmin se levantara con dificultad. El que antes había sido un modelo de pulcritud, tenía ahora la camisa arrugada y sus pantalones estaban sospechosamente húmedos en la entrepierna, pero Taemin no se molestó en mirarlo.
Se sentía como si él mismo fuera a vomitar cuando Changmin se apresuró a salir de la casa. Minho lo acompañó hasta la puerta, cerró de un portazo y luego regresó a la cocina.
Apoyando las manos en la encimera, el menor inclinó la cabeza e intentó controlar la ira y el dolor que lo invadían. Maldición. Hasta ahora, siempre le había caído bien Changmin, y juraría que había discutido ampliamente con él sobre todas aquellas cosas irritantes del amor y del sexo, y las razones por las que no estaba preparado para comprometerse.
—Jamás deberías haberlo dejado entrar en casa. —Minho se detuvo delante de la encimera—. Por el amor de Dios, Taemin, creí que a estas alturas sabrías que no era prudente permitir que ese hijo de perra te viera mientras llevas mi marca.
Taemin siguió con la cabeza inclinada. ¿Cuántas veces se había reído de Minhyuk cuando le había dicho algo parecido? Siempre lo hacía cuando estaba irritado con él o cuando simplemente se comportaba como un hombre.
Tendría que haber sido más prudente la vez que se había marchado solo con Heechul, durante su primer año de convivencia, porque cuando se emborrachó y se torció el tobillo, él no había estado allí para impedirlo. Debería haber sido más prudente la vez que había intentado arreglar una fuga de agua del sótano él solo, porque había acabado empapado y el sótano se inundó. Y, como esos, había habido cientos de ejemplos en los que Minhyuk siempre le había reprochado su falta de prudencia.
—¿Por qué no te marchas tú también? —le preguntó alzando la cabeza—. Ya deberías saber que no es prudente cabrear a un hombre que ya está cabreado.
Y él debería haber sido más prudente al permitir que Jonghyun se hiciera cargo de la contratación del personal.
—Taemin, pequeño, mírame —dijo él con voz ronca—. Si te hubiera hecho daño, habría tenido que matarlo. Me habría encantado matarlo.
—Y luego yo hubiera tenido que cargar con la culpa. —Taemin ladeó la cabeza con una sonrisa amarga en los labios.
—No. El único culpable aquí es él, por ser lo suficientemente estúpido como para tocarte. ¿Acaso no sabes que los hombres aún no han aprendido a mantener las manos apartadas de aquello que no les pertenece?
Taemin alzó la cabeza sorprendido.
—¿Crees que te pertenezco?
No se sobresaltó cuando Minho extendió la mano para tocarlo. Aunque, durante años, había tenido que contener un estremecimiento cada vez que otro hombre intentaba acariciarlo y besarlo.
—No le perteneces a él. —Acarició con la punta del dedo el mentón del menor—. La testosterona es a veces muy peligrosa. Deberías haber esperado antes de hablar con él.
Minho no sólo sonaba razonable sino que tenia razón. Mucha razón. Había pensado que Changmin lo entendía. Que aceptaría que no podría darle lo que él quería.
—Lo superará —murmuró el castaño finalmente—. Pero creo que será mejor que tú también te vayas. Estoy cansado.
Rodeó la encimera para acompañarlo a la puerta principal, y se vio sorprendido al sentir que Minho lo rodeaba con un brazo y lo estrechaba con fuerza.
—Ese tipo podría haberte hecho daño —masculló—. Sin embargo, sabes que estás a salvo conmigo. Admítelo.
—También estaba a salvo con él —adujo quedamente—. No soy estúpido, Minho. Sé cómo protegerme. Y lo haré cuando sea necesario.
—Demuéstramelo. —Aquella voz ronca era una oscura tentación—. Intenta librarte de mí, Taemin.
El mencionado casi se rió ante el reto. Pero algo en su interior lo hacía arder, implorar, estrecharse más contra él cuando lo alzó contra su duro cuerpo.
—Me deseas —afirmó Minho en voz baja.
—No quiero desearte —susurró el menor en respuesta—. Changmin tenía razón en una cosa: eres peligroso. Demasiado peligroso y demasiado misterioso para lo que yo necesito. Debería haberme comportado con más inteligencia y haberme deshecho de ti la semana pasada.
—Eres muy inteligente. —Inclinó la cabeza y le rozó los labios con los suyos—. Lo suficientemente inteligente para saber cuáles son los brazos a los que perteneces. Lo suficientemente inteligente para saber dónde estás a salvo.
Minho no quería forzar las cosas. Sabía que ahora no era el momento de hacerlo suyo de nuevo. El sentido común de Taemin se rebelaría y lo haría sentirse culpable cuando llegara el día, pero eso no mitigaba la adrenalina que corría por sus venas. La mezcla de «polvo de afrodita» y lujuria torturaba su grueso miembro llenándolo de sangre, y sus testículos latían con fuerza contra sus muslos.
Habían pasado cuatro años desde la última vez que había lo poseído, desde que había disfrutado de la calidez y suavidad que siempre hallaba al introducirse en él. Desde que lo había devorado y lamido de los pies a la cabeza, desde que había oído sus gritos pidiéndole más.
Todo lo que sentía ahora era deseo. Un deseo voraz que lo impulsaba a estrecharlo contra sí y reclamar sus labios. Inclinándose sobre ellos, le metió la lengua en la boca y saboreó aquel dulce y delicado sabor a pasión y a vino.
Quería derramar ese mismo vino sobre el cuerpo de Taemin y lamerlo. Quería observar cómo el líquido se deslizaba sobre su piel y enterrar los labios sobre él para beberlo. Quería emborracharse de Taemin, de lujuria, de necesidad y de un placer que jamás había podido olvidar. Del que nunca había podido escapar.
—Dios, qué bien sabes —gimió Minho mordisqueándole los labios mientras Taemin echaba la cabeza hacia atrás y lo agarraba por la nuca, hundiendo los dedos en su cabello.
Oh, sabía lo que el castaño quería. Una dura sonrisa curvó los labios de Minho cuando, al alzarlo entre sus brazos, le rozó el cuello con su mentón y lo sintió estremecerse.
Sin previo aviso, Minho lo sentó sobre la encimera y se colocó entre sus muslos. La delgada tela de los pantalones del castaño no servía para protegerlo de la dura longitud de su erección, cubierta por los vaqueros. Se meció contra el menor, jurando que podía sentir el calor y la humedad de la erección de Taemin, recordando lo estrecho y prieto que era y cómo temblaba cuando lo penetraba.
Los gemidos del castaño incrementaron las llamas del fuego que ardía dentro de él. Le lamió el cuello con la lengua, y sintió cómo Taemin se apretaba contra él.
Ahora no los detendría nadie.
Deslizó las manos por su camiseta y se percató de sus pezones duros y calientes. Quería saborearlos. Necesitaba saborearlos.
Taemin gimió, gritó ante las sensaciones que le recorrían el cuerpo. Eran peligrosas, carnales, y tan intensas que no podía pensar, que no quería pensar. El roce de Minho representaba para él un placer oscuro y decadente, y su beso era como el vino más fuerte. Minho le hacía perder la cabeza, conseguía que se le nublaran los sentidos y que el corazón le martilleara con fuerza en el pecho.
Necesitaba más. Necesitaba sus caricias. Cuando sus manos se deslizaron bajo la camiseta, Taemin se apretó contra él, suplicando en silencio que aquellas palmas le acariciaran los pezones, porque en ese momento lo necesitaba más de lo que nunca había necesitado nada. Más que cualquier otra cosa en el mundo. El deseo que ahora sentía por ese hombre era intenso y turbador; se le había clavado profundamente en las entrañas.
Deseaba a Choi Minho más de lo que podía recordar haber deseado a nadie.
El miedo lo invadió. La sorpresa. La furia. Una furia dirigida hacia sí mismo y hacia él.
Taemin reunió todas sus fuerzas para apartarse de él y obligarlo a soltarlo, para saltar de la encimera y poner distancia entre ellos.
—Esto es lo que no debería hacer. —Dio un paso atrás—. Esto es exactamente lo que no necesito. Ahora, por favor, aléjate de mí. Vete antes que de termine haciendo algo de lo que los dos nos acabemos arrepintiendo.
Minho lo miró durante un buen rato. Podía poseerlo con facilidad. Podía tocarlo, abrazarlo, aliviar parte del dolor que veía en sus ojos. Y quería hacerlo. Lo necesitaba.
Que Dios le ayudara, ¿qué le había hecho? Ahí estaba, delante de él, mirándolo como si fuera su destrucción en vez de un hombre al que deseaba y ansiaba. Minho podía ver la culpa que lo invadía. Culpa de que otro hombre pudiera conseguir que respondiera, de que otro hombre pudiera tocarlo como sólo él, lo había hecho.
Y a eso tenía que añadir aquellos malditos celos. Había partes de Minhyuk que no habían muerto como él había pensado. El hombre que era Minho, más oscuro, más dominante y arrogante, odiaba al hombre que había sido Minhyuk. Porque era a Minhyuk a quien Taemin quería. Pero era Minho quien estaba vivo y hambriento de él.
—Te veré mañana en el taller —le dijo finalmente, apartando de la cabeza aquellos pensamientos mientras se daba la vuelta y salía de la casa.
Torturado, así era cómo se sentía. Con una palpitante y dolorosa erección y el pulso de la lujuria ardiendo como fuego líquido en sus venas.
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Capitulo 8
Taemin no estaba seguro de poder mantener alejado a Changmin con la pobre excusa que le había dado. En un principio había pensado que no tendría problemas porque él jamás había protestado cuando había tenido que cancelar una cita, o porque la relación que mantenían era tan platónica que casi era ridícula.
Ya era tarde cuando oyó su coche deteniéndose en el camino de entrada. Estaba sentado en la salita terminándose la botella de vino que Changmin había abierto unos días antes. Al mirar hacia la ventana donde se reflejaban las luces del vehículo, Taemin se dio cuenta de varias cosas a la vez.
Por alguna razón, la gente creía que era una persona fácil de manejar. Minhyuk lo había visto como a un débil e indefenso chiquillo al que tenía que proteger. Changmin se burlaba a menudo sobre su «pasatiempo favorito», el taller. E incluso Jonghyun parecía cuestionar cada movimiento que hacía últimamente. Y ahora, ni siquiera podía cancelar una cita sin que alguien cuestionara su decisión.
Se levantó del sofá, se estiró la camiseta que llevaba sobre unos jeans y se dirigió a la puerta con la copa en la mano. Al abrirla, miró fijamente la expresión de irritación que manifestaba el atractivo rostro de Changmin mientras levantaba los nudillos para golpear la puerta. Estaba vestido con la misma pulcritud de siempre. Una camisa de manga larga blanca, pantalones color beige y zapatos negros. Siempre lo había visto arreglado y perfectamente peinado, y esa noche no era una excepción.
Changmin observó la copa y el rostro de Taemin, antes de notar la barbilla y el cuello. Sí, Taemin sabía que las marcas seguían allí. Una en la mandíbula y otra en el cuello. Eran marcas diminutas, pero pensar en el placer que había recibido a cambio hacía que se le revolviera el estómago por la culpa... y el deseo.
—¿Puedo pasar? —preguntó él. Su voz suave se contradecía con lo que sentía.
Sonaba paciente, afectuoso. No obstante, Taemin podía ver la ira que irradiaban sus ojos.
—Claro. —dio un paso atrás, tomó un sorbo de vino y permitió que él pasara—. Ya es medianoche. ¿No es un poco tarde para salir de casa?
—No tengo toque de queda. —Ahora ya no disimulaba su furia.
Taemin se pasó los dedos por el pelo y regresó a la salita. Ese era su santuario, una habitación en la que Changmin raras veces entraba. Prefería la cocina, y nunca había subido al segundo piso.
Sin embargo, lo siguió, deteniéndose en el umbral, frente a la chimenea, y clavó los ojos en la repisa de ésta mientras Taemin se sentaba en uno de los sillones y doblaba las piernas bajo el cuerpo.
Había un indicio de incomodidad en la cara de Changmin, un destello de dolor que hizo que Taemin sintiera una opresión en el pecho. El había sido un buen amigo durante años, y habría sido un buen amante, si su cuerpo, su corazón, hubieran estado dispuestos a aceptarlo.
—No has retirado sus fotos —dijo Changmin en voz baja—. Como si pensaras que, cualquier día, volverá a casa. Que entrará por la puerta con los brazos abiertos.
Taemin miró la repisa de la chimenea y luego la larga mesa junto a la ventana donde había más fotos. Quizás debería haberse deshecho de ellas antes, pero no había podido.
—Dejar de pensar en él no ha sido fácil. —Se encogió de hombros con incomodidad—. Pero estoy seguro de que no has venido a estas horas de la noche para hablar conmigo sobre si él volverá o no a casa.
—Minhyuk está muerto, Tae—le recordó él con impaciencia—. Tú jamás has aceptado ese hecho. Ésa es la razón por la que nuestra relación no ha avanzado. Porque tú no puedes aceptar que él se ha ido.
A Taemin le había llevado dos años aceptar que Minhyuk no volvería nunca y durante todo ese tiempo había tenido aquellas horribles pesadillas. Al principio habían estado llenas de sangre y, más tarde, de furia y dolor. El castaño había estado convencido de que su Minhyuk seguía vivo, de que estaba herido, y en esas pesadillas Minhyuk le rogaba que fuera con él. Luego, una noche, dejó de tenerlas, y Minhyuk desapareció de su vida para siempre.
—Sí —dijo asintiendo con la cabeza—. Acepté eso hace mucho tiempo, Changmin. Pero te advertí, cuando comenzamos a salir, que no estaba buscando amor.
El apretó los labios con ira.
—Ni sexo —escupió—. Apenas me has dejado besarte, aunque, al parecer, los rumores de que te acuestas con el nuevo mecánico son ciertos. —La señaló con el dedo—. Reconozco un chupetón cuando lo veo.
—No estoy acostándome con Choi Minho. —Taemin tuvo que contener la frustración y la ira—. No importa lo que la gente vaya diciendo por ahí.
—Pues te aseguro que no estás haciéndolo conmigo —replicó Changmin, entrando en la habitación—. Dime, Tae, ¿todas estas fotos te dan calor por la noche? —Levantó el brazo para señalar la repisa de la chimenea y la mesa—. ¿Te abrazarán cuando llores por él?
Iba alzando la voz, a medida que la cólera aumentaba en su interior. Finalmente, Changmin se había dado cuenta de que las advertencias que el menor le había hecho los meses pasados habían sido sinceras. No quería más que su amistad.
—¿Quieres abrazarme mientras lloro por él? —preguntó Taemin con frustración. Se levantó del sillón y cogió la botella de vino y el vaso antes de salir de la salita—. ¿Es eso lo que quieres, Changmin?
Colocó el vaso y la botella sobre la encimera en forma de L de la cocina antes de girarse hacia él.
—Acaso cuando Minho te marca la cara y el cuello, ¿lloras por Minhyuk después? —se burló Changmin de una manera odiosa y repulsiva, siguiéndolo a la bien iluminada cocina.
—Detente. —Taemin lo miró con cautela por encima del hombro y se movió al otro lado de la encimera, donde se sentía más seguro.
Jamás había visto a Changmin tan furioso. De hecho, no recordaba siquiera verlo ligeramente enfadado. Pero estaba claro que en ese momento sí lo estaba y mucho.
Lo miró tras la pobre protección que le ofrecía la encimera, observando aquella amarga cólera en su cara y también en sus ojos. Tenía los labios apretados y la expresión tensa.
—Crees que no sé por qué dejaste que el mecánico llegara tan lejos, ¿verdad? —lo acusó con furia—. Te estás engañando, Tae. Lo sabes.
—Es medianoche, Changmin —dijo el castaño—. No quiero discutir este tema ahora, de lo contrario, te habría invitado a venir. No estas en posición de cuestionar mis actos o mis decisiones.
—Él es como Minhyuk —afirmó fulminándolo con la mirada—. Por eso lo quieres. Por eso has permitido que te marque, porque te recuerda a Minhyuk. Pero no es él, Taemin.
El menor lo miró confundido.
—Por supuesto que no es como Minhyuk —respondió comenzando a sentirse furioso—Minhyuk no era como él. Minhyuk me amaba, Changmin.
—Te amaba tanto que ni siquiera se le pasó por la cabeza dejar los SEAL —se burló él—. ¿Tienes idea de cuántas veces le dije que iba a terminar muerto? ¿Que te dejaría solo y sufriendo por su ausencia? Dime, ¿crees que le importó?
Minhyuk había sido Minhyuk. Un SEAL. Sencillamente, había esperado que Taemin saliera adelante si a él le ocurría algo.
—Tú también podrías acabar muerto escalando esos condenados acantilados, pero aun así lo haces. Minhyuk era un SEAL, Changmin. No sólo era un trabajo para él. Es lo que le hacía ser quien era.
—Y tú no eras para él más que una bello e indefenso niño que le alimentaba el ego cada vez que estaba en casa. Me ponía tan enfermo que apenas podía soportarlo. —El asco se reflejó en su voz, en su expresión, cuando él lo miró con sorpresa.
—Lo amaba —adujo Taemin, confundido por el cariz que estaba tomando la situación—. Le di lo que necesitaba, igual que él me dio a mí lo que yo necesitaba, Changmin. No es algo que te incumba y desde luego no eres nadie para juzgarlo.
—Oh, Minhyuk, tienes que cambiarme el aceite del coche —lo imitó Changmin con voz furiosa—. Oh Minhyuk, ¿puedes echarle un vistazo a las ruedas del coche? Hacias pucheros, actuando como si ignoraras incluso lo que era una llave inglesa. Luego él murió y tú entraste en el taller y comenzaste a trabajar en esos coches como si fueras un profesional. Demonios, Tae, ¿no te remuerde un poco la conciencia por haberle mentido de esa manera a la persona que dices amabas?
No. Minhyuk había necesitado protegerlo mientras estaba con él, y Taemin había necesitado ser su mundo entre una misión y otra. ¿Habría cambiado eso con el tiempo? Sin duda lo habría hecho. Pero en los dos años que habían estado juntos, no había importado. Arreglar coches no era el trabajo de su vida. Puede que le gustara, pero le gustaba más Minhyuk. Mientras él estaba en una misión, Taemin revisaba en su propio coche y algunas veces lo hacía incluso en el precioso todoterreno de Minhyuk.
—Jamás le mentí—le aseguró con voz queda—. Y jamás te mentí a ti. Te dije que no quería lo que tú, obviamente, querías de mí. Te lo dije hace un año y te lo he repetido muchas veces.
—Pero sí quieres a ese mecánico hijo de perra que apesta a grasa y aceite —gruñó Changmin.
Taemin volvió a mirarlo, cada vez más encolerizado.
—Si hay algo en lo que tú y yo debemos estar de acuerdo es que ése es uno de mis perfumes favoritos.
—Maldición —bramó él—. Apestas a ello continuamente. Quizá ya esté cansado de oler esa mierda mientras intento cenar.
Nunca había visto ese lado de Changmin. De hecho, jamás había sospechado siquiera que existiera.
—Tú pensaste que habías conseguido a la persona que no era en realidad—Una sonrisa amarga le curvó los labios—. Solo viste lo que quisiste ver y creíste que no había más. —Taemin negó con la cabeza—. No viviste en esta casa, Changmin. No tienes ni idea de las veces que Minhyuk intentó darme órdenes. Y es más que evidente que tú nunca te molestaste en mirar bajo la superficie.
Changmin le dirigió una mirada furiosa antes de girarse y caminar hacia la ventana.
—¡Deshazte de él! —Se volvió hacia el castaño y le habló con voz controlada, dura y fría—. Despídelo, Taemin.- el mencionado arqueó las cejas.
—Fue Jonghyun quien le contrató, así que no puedo despedirlo sin más. Pero lo cierto es que tampoco lo haría siguiendo las órdenes de nadie, Changmin, y mucho menos las tuyas.
—Deshazte de ese bastardo o acabarás lamentándolo. —Su rostro estaba surcado por líneas de amarga furia—. Sólo hace falta verlo para saber que es peligroso. Esa es la única razón por la que lo quieres, y ni siquiera tienes el valor de admitirlo. Es tan peligroso como lo era Minhyuk.
—Vete. —Taemin se irguió lentamente y se dirigió al teléfono seguido por la desdeñosa mirada de Changmin—. Quiero que te vayas ahora mismo.
—¿Porque no puedes soportar la verdad?
En ese momento, él no parecía tan atractivo como había pensado que era, aunque el hecho de que fuera atractivo o no, tampoco era un requisito para él. Changmin siempre le había parecido sofisticado; poseía una elegancia masculina que había echado a perder con aquel arrebato de ira.
—Porque estás fuera de ti —respondió Taemin. Cogió el teléfono y fulminó a Changmin con la mirada antes de añadir—Vete.
Él miró el teléfono.
—Vamos, llama a ese hijo de perra —lo instó—. Vamos, Tae, hazlo. Estará por ahí con cualquiera porque tú no eres lo suficiente para retenerlo. No a un hombre como Minhyuk, ni, desde luego, a un desgraciado como Choi Minho.
Taemin sabía que aquellas palabras deberían haberle hecho daño, pero, extrañamente, no fue así. Habia estado con un SEAL, no con un contable. Había sabido a lo que se exponía cuando unió su vida a la de Minhyuk. Nunca existieron garantías y lo perdió a los pocos años empezar a conocerse.
—Entonces no te importará irte, ¿verdad? —le espetó fríamente el menor.
—¡Ni hablar! —Él lo sorprendió al acercarse rápidamente, y Taemin se dio cuenta de que Changmin estaba mucho más furioso de lo que había creído en un principio.
Había marcado ya el primer dígito del 911 cuando el teléfono salió volando de su mano. Reaccionando rápidamente, el castaño se echó hacia atrás para evitar la mano que intentaba agarrarle la muñeca.
Justo en el momento en que los dedos de Changmin se cerraron sobre él, se oyó un gruñido furioso. Una mano más grande, más ancha apresó la muñeca de Changmin y, ante la mirada estupefacta de Taemin, la apretó y la retorció hasta poner a aquel bastardo de rodillas obligándole a soltar un grito agudo, casi femenino.
Taemin miró alarmado a Minho, tomando nota de la camiseta y del chaleco de cuero, de los vaqueros descoloridos. De las botas de motorista y la expresión gélida de aquel rostro que parecía cincelado en piedra.
Si Taemin no intervenía de alguna manera, Changmin sería hombre muerto. La furia helada de Minho era más profunda esta vez que cuando había apretado entre sus dedos el cuello de Kyuhyun.
—Estoy cansado de que te dediques a atacar a los hombres que me rodean, Minho —le dijo con firmeza, sin cólera, como si simplemente estuviera haciendo una observación—. Podría haberme encargado de él yo solo, ¿sabes?
Minho lo miró mientras Changmin jadeaba a sus pies.
—Suéltalo. —el castaño arrugó la nariz como había hecho con Minhyuk las pocas veces que lo había visto enfadado de verdad—. No merece la pena que manches el suelo de sangre. De verdad, eso sólo conseguiría cabrearme.
—Sé cómo deshacerme de un cuerpo —replicó él, deslizando la mirada por la camiseta y los pantalones que él vestía—. Sería muy fácil.
—Oh, estoy seguro de ello, pero luego me remordería la conciencia y tendría que contárselo a Jonghyun. —Taemin se encogió de hombros con despreocupación—. Aunque, al menos, tendría una buena excusa para hacer que Jonghyun te despidiera.
—Te aseguro que él me ayudaría —rugió Minho. Pero Taemin empezó a vislumbrar una grieta en su coraza de hielo—. ¿Por qué no te dejas de rodeos y me dices lo que quieres en realidad, Taemin?
—Que dejes de comportarte como un matón y que sueltes a Changmin antes de que los eche a los dos a patadas de mi casa y llame a la policia —le respondió a gritos, porque ya estaba cansado de tener que tratar con hombres testarudos.
Él arqueó una ceja.
—Suéltalo, maldita sea. —Recogió el teléfono que había caído del soporte y lo colgó mientras les dirigía a ambos una mirada indignada. Al menos, Minho había aflojado los dedos que apresaban la muñeca de Changmin—. Va a acabar vomitando si no lo haces y no quiero tener que pasarme la noche limpiando.
Changmin, desde luego, parecía a punto de vomitar. La presión en su muñeca tenía que ser muy dolorosa, aunque Minho parecía sujetarlo como si no le costara ningún esfuerzo.
—Lárgate. —Minho lo soltó lentamente y dio un paso atrás permitiendo que Changmin se levantara con dificultad. El que antes había sido un modelo de pulcritud, tenía ahora la camisa arrugada y sus pantalones estaban sospechosamente húmedos en la entrepierna, pero Taemin no se molestó en mirarlo.
Se sentía como si él mismo fuera a vomitar cuando Changmin se apresuró a salir de la casa. Minho lo acompañó hasta la puerta, cerró de un portazo y luego regresó a la cocina.
Apoyando las manos en la encimera, el menor inclinó la cabeza e intentó controlar la ira y el dolor que lo invadían. Maldición. Hasta ahora, siempre le había caído bien Changmin, y juraría que había discutido ampliamente con él sobre todas aquellas cosas irritantes del amor y del sexo, y las razones por las que no estaba preparado para comprometerse.
—Jamás deberías haberlo dejado entrar en casa. —Minho se detuvo delante de la encimera—. Por el amor de Dios, Taemin, creí que a estas alturas sabrías que no era prudente permitir que ese hijo de perra te viera mientras llevas mi marca.
Taemin siguió con la cabeza inclinada. ¿Cuántas veces se había reído de Minhyuk cuando le había dicho algo parecido? Siempre lo hacía cuando estaba irritado con él o cuando simplemente se comportaba como un hombre.
Tendría que haber sido más prudente la vez que se había marchado solo con Heechul, durante su primer año de convivencia, porque cuando se emborrachó y se torció el tobillo, él no había estado allí para impedirlo. Debería haber sido más prudente la vez que había intentado arreglar una fuga de agua del sótano él solo, porque había acabado empapado y el sótano se inundó. Y, como esos, había habido cientos de ejemplos en los que Minhyuk siempre le había reprochado su falta de prudencia.
—¿Por qué no te marchas tú también? —le preguntó alzando la cabeza—. Ya deberías saber que no es prudente cabrear a un hombre que ya está cabreado.
Y él debería haber sido más prudente al permitir que Jonghyun se hiciera cargo de la contratación del personal.
—Taemin, pequeño, mírame —dijo él con voz ronca—. Si te hubiera hecho daño, habría tenido que matarlo. Me habría encantado matarlo.
—Y luego yo hubiera tenido que cargar con la culpa. —Taemin ladeó la cabeza con una sonrisa amarga en los labios.
—No. El único culpable aquí es él, por ser lo suficientemente estúpido como para tocarte. ¿Acaso no sabes que los hombres aún no han aprendido a mantener las manos apartadas de aquello que no les pertenece?
Taemin alzó la cabeza sorprendido.
—¿Crees que te pertenezco?
No se sobresaltó cuando Minho extendió la mano para tocarlo. Aunque, durante años, había tenido que contener un estremecimiento cada vez que otro hombre intentaba acariciarlo y besarlo.
—No le perteneces a él. —Acarició con la punta del dedo el mentón del menor—. La testosterona es a veces muy peligrosa. Deberías haber esperado antes de hablar con él.
Minho no sólo sonaba razonable sino que tenia razón. Mucha razón. Había pensado que Changmin lo entendía. Que aceptaría que no podría darle lo que él quería.
—Lo superará —murmuró el castaño finalmente—. Pero creo que será mejor que tú también te vayas. Estoy cansado.
Rodeó la encimera para acompañarlo a la puerta principal, y se vio sorprendido al sentir que Minho lo rodeaba con un brazo y lo estrechaba con fuerza.
—Ese tipo podría haberte hecho daño —masculló—. Sin embargo, sabes que estás a salvo conmigo. Admítelo.
—También estaba a salvo con él —adujo quedamente—. No soy estúpido, Minho. Sé cómo protegerme. Y lo haré cuando sea necesario.
—Demuéstramelo. —Aquella voz ronca era una oscura tentación—. Intenta librarte de mí, Taemin.
El mencionado casi se rió ante el reto. Pero algo en su interior lo hacía arder, implorar, estrecharse más contra él cuando lo alzó contra su duro cuerpo.
—Me deseas —afirmó Minho en voz baja.
—No quiero desearte —susurró el menor en respuesta—. Changmin tenía razón en una cosa: eres peligroso. Demasiado peligroso y demasiado misterioso para lo que yo necesito. Debería haberme comportado con más inteligencia y haberme deshecho de ti la semana pasada.
—Eres muy inteligente. —Inclinó la cabeza y le rozó los labios con los suyos—. Lo suficientemente inteligente para saber cuáles son los brazos a los que perteneces. Lo suficientemente inteligente para saber dónde estás a salvo.
Minho no quería forzar las cosas. Sabía que ahora no era el momento de hacerlo suyo de nuevo. El sentido común de Taemin se rebelaría y lo haría sentirse culpable cuando llegara el día, pero eso no mitigaba la adrenalina que corría por sus venas. La mezcla de «polvo de afrodita» y lujuria torturaba su grueso miembro llenándolo de sangre, y sus testículos latían con fuerza contra sus muslos.
Habían pasado cuatro años desde la última vez que había lo poseído, desde que había disfrutado de la calidez y suavidad que siempre hallaba al introducirse en él. Desde que lo había devorado y lamido de los pies a la cabeza, desde que había oído sus gritos pidiéndole más.
Todo lo que sentía ahora era deseo. Un deseo voraz que lo impulsaba a estrecharlo contra sí y reclamar sus labios. Inclinándose sobre ellos, le metió la lengua en la boca y saboreó aquel dulce y delicado sabor a pasión y a vino.
Quería derramar ese mismo vino sobre el cuerpo de Taemin y lamerlo. Quería observar cómo el líquido se deslizaba sobre su piel y enterrar los labios sobre él para beberlo. Quería emborracharse de Taemin, de lujuria, de necesidad y de un placer que jamás había podido olvidar. Del que nunca había podido escapar.
—Dios, qué bien sabes —gimió Minho mordisqueándole los labios mientras Taemin echaba la cabeza hacia atrás y lo agarraba por la nuca, hundiendo los dedos en su cabello.
Oh, sabía lo que el castaño quería. Una dura sonrisa curvó los labios de Minho cuando, al alzarlo entre sus brazos, le rozó el cuello con su mentón y lo sintió estremecerse.
Sin previo aviso, Minho lo sentó sobre la encimera y se colocó entre sus muslos. La delgada tela de los pantalones del castaño no servía para protegerlo de la dura longitud de su erección, cubierta por los vaqueros. Se meció contra el menor, jurando que podía sentir el calor y la humedad de la erección de Taemin, recordando lo estrecho y prieto que era y cómo temblaba cuando lo penetraba.
Los gemidos del castaño incrementaron las llamas del fuego que ardía dentro de él. Le lamió el cuello con la lengua, y sintió cómo Taemin se apretaba contra él.
Ahora no los detendría nadie.
Deslizó las manos por su camiseta y se percató de sus pezones duros y calientes. Quería saborearlos. Necesitaba saborearlos.
Taemin gimió, gritó ante las sensaciones que le recorrían el cuerpo. Eran peligrosas, carnales, y tan intensas que no podía pensar, que no quería pensar. El roce de Minho representaba para él un placer oscuro y decadente, y su beso era como el vino más fuerte. Minho le hacía perder la cabeza, conseguía que se le nublaran los sentidos y que el corazón le martilleara con fuerza en el pecho.
Necesitaba más. Necesitaba sus caricias. Cuando sus manos se deslizaron bajo la camiseta, Taemin se apretó contra él, suplicando en silencio que aquellas palmas le acariciaran los pezones, porque en ese momento lo necesitaba más de lo que nunca había necesitado nada. Más que cualquier otra cosa en el mundo. El deseo que ahora sentía por ese hombre era intenso y turbador; se le había clavado profundamente en las entrañas.
Deseaba a Choi Minho más de lo que podía recordar haber deseado a nadie.
El miedo lo invadió. La sorpresa. La furia. Una furia dirigida hacia sí mismo y hacia él.
Taemin reunió todas sus fuerzas para apartarse de él y obligarlo a soltarlo, para saltar de la encimera y poner distancia entre ellos.
—Esto es lo que no debería hacer. —Dio un paso atrás—. Esto es exactamente lo que no necesito. Ahora, por favor, aléjate de mí. Vete antes que de termine haciendo algo de lo que los dos nos acabemos arrepintiendo.
Minho lo miró durante un buen rato. Podía poseerlo con facilidad. Podía tocarlo, abrazarlo, aliviar parte del dolor que veía en sus ojos. Y quería hacerlo. Lo necesitaba.
Que Dios le ayudara, ¿qué le había hecho? Ahí estaba, delante de él, mirándolo como si fuera su destrucción en vez de un hombre al que deseaba y ansiaba. Minho podía ver la culpa que lo invadía. Culpa de que otro hombre pudiera conseguir que respondiera, de que otro hombre pudiera tocarlo como sólo él, lo había hecho.
Y a eso tenía que añadir aquellos malditos celos. Había partes de Minhyuk que no habían muerto como él había pensado. El hombre que era Minho, más oscuro, más dominante y arrogante, odiaba al hombre que había sido Minhyuk. Porque era a Minhyuk a quien Taemin quería. Pero era Minho quien estaba vivo y hambriento de él.
—Te veré mañana en el taller —le dijo finalmente, apartando de la cabeza aquellos pensamientos mientras se daba la vuelta y salía de la casa.
Torturado, así era cómo se sentía. Con una palpitante y dolorosa erección y el pulso de la lujuria ardiendo como fuego líquido en sus venas.
**************************************************
Janess
♥♥Minho♥♥SHINee♥♥
1470
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
hola unnie !!!!! me tarde como una hora buscando la fic se me fue por completo que lo habian movido aki jajaja menos mal que ya soy parte del club si no moriria....... el capo fue super intenso es que dios estuve nerviosa todo el tiempo cuando lei minho es tan rudo que me encanta y tae a veces me siento mal por el por que me imagino lo que debe de sentir pero que mas si la persona que amaste ya ha muerto es justo que reagas tu vuda de nuevo, me encanta la actitud de ambos y aveces me molesta pero que se hagan lo dificiles me gusta mas por que cuando se de algo entre ellos supongo que sera super increible jajajajaja en fin unnie espero el siguiente capo ansiosa nos leemos prontito bye :MUA:
Última edición por lizzetortiz el Miér Jun 27, 2012 9:57 pm, editado 1 vez
lizzie
minho y key y mi yeobo fanny ♥ !!!!
577
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
Oh Dios santo el 2Min casi tienen el "Sukutru" pero ese taemin que logra contenerse!!! Taemin!! si bien que kieres!!! ya dejate de una "#$%· vez!! xD
estubo padre
Que tengas un bonito diatardenochemadrugada :MUA:
estubo padre
Que tengas un bonito diatardenochemadrugada :MUA:
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa no puede ser me dolio k Taemin se resistiera estaban tan cerca [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
pobrecito Minho a las finales Changmin tenia su caracter :Neee:
me muero x saber k va a pasar ahora espero k actualices pronto.....[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
pobrecito Minho a las finales Changmin tenia su caracter :Neee:
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mayra17
Taemin(aunk tambien amo en secreto a Onew)
88
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
oh mi dios!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!xk???????????????????????????
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este es uno de mis fics de accion favoitos y es k adoro como escribes,es como ver una verdadera pelicula,de sentir lo que ambos sienten,y ahora siento el arrepentimiento de taemin x dejar ir a minho!!!!!!!!!!!
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plis ya no me dejes asi y k caiga.....ademas dime k habra un jongkey plissss,muero por ver a esta pareja en accion....espero tu actu cuidate mucho[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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este es uno de mis fics de accion favoitos y es k adoro como escribes,es como ver una verdadera pelicula,de sentir lo que ambos sienten,y ahora siento el arrepentimiento de taemin x dejar ir a minho!!!!!!!!!!!
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plis ya no me dejes asi y k caiga.....ademas dime k habra un jongkey plissss,muero por ver a esta pareja en accion....espero tu actu cuidate mucho[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
mayte
key
201
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
yaa minie dejate querer por todos los cielos muajaja
ese hombre ta queriendo pero se hace el dificil
hay minho lo que te falta para que caiga jajaj ya todos
queremos que caigan siiiiiii ^^
ese hombre ta queriendo pero se hace el dificil
hay minho lo que te falta para que caiga jajaj ya todos
queremos que caigan siiiiiii ^^
anny-min
minho & Taemin
935
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
OoO wae?!!? como por que?!?! ;-;
yo queria ya mi 2min T_T
ai taemin por que lo dejas asi al pobre de minho? XD
debe estar muriendo de dolor(?) xD
aunque al menos llego minho a salvarlo de ese babo
de changmin mira que tratarlo asi e.e
es un idiota e.e espero no lo vuelva a molestar ¬¬
quiero mas de mi 2min >_<
esperare actu ^^
yo queria ya mi 2min T_T
ai taemin por que lo dejas asi al pobre de minho? XD
debe estar muriendo de dolor(?) xD
aunque al menos llego minho a salvarlo de ese babo
de changmin mira que tratarlo asi e.e
es un idiota e.e espero no lo vuelva a molestar ¬¬
quiero mas de mi 2min >_<
esperare actu ^^
kary88
i love Minho!! ... I love 2min!! *O*
885
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
unniee ya porfin estoy de regreso
me mori cuando no pude leer el cap
pero gracias a esto ahora soy spantaa XD
wooo k capitulo
pense k changmin iba a hacerle algo malo en verdad a tae
pero gracias al cielo que llego minho :D
aaaa pero yo queria 2min pero creo que si tae de porsi como se puso no quisiera que hiciera alguna locuara, no le puede decir minho quien es en realidad omooo ahora que pasara con el 2min cuando habra algo entre ellos
aigo unnie esperare con muchas ganas el sig cap
ahora si ya puedo leerloss wiiii
me mori cuando no pude leer el cap
pero gracias a esto ahora soy spantaa XD
wooo k capitulo
pense k changmin iba a hacerle algo malo en verdad a tae
pero gracias al cielo que llego minho :D
aaaa pero yo queria 2min pero creo que si tae de porsi como se puso no quisiera que hiciera alguna locuara, no le puede decir minho quien es en realidad omooo ahora que pasara con el 2min cuando habra algo entre ellos
aigo unnie esperare con muchas ganas el sig cap
ahora si ya puedo leerloss wiiii
ggaabbyy2
taemin
113
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
al fiiiiiiiiiiiiiiiiiiin regresaste! acabo de moriiiiiiiiiiiiir dios mio xDD esos dos son puro fuego!!!!! xD
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
Holas!! ^^ kekeke me desaparecí! *si es que se dieron cuenta* =P pero les traigo actu *-* uhm... en realidad no hay mucho que decir! xD ... Gracias por sus coments!!! hahahah a que todas odiaron a Changmin! xD kekekek y se quedaron con las ganas del 2min *.* hahahha soy mala! xD pero bueno aqui les dejo el capi =P. Enjoy!
A la mañana siguiente, Taemin se arrastró fuera de la cama y caminó dando traspiés hacia la ducha. Para cuando terminó de ducharse y se dirigió a la cocina, el café ya estaba hecho gracias al temporizador de la cafetera. Se preguntó si lograría despejarse lo suficiente para llegar a tiempo al lugar donde había quedado con sus mejores amigos, Heechul y Lee Joon.
Onew había sido el mejor amigo de Minhyuk. Cuando empezó a andar con Lee Joon, medio pueblo empezó a hablar de él, sin embargo esto no significó nada para relación que llevaban ambos, se amaban y eso era todo lo que importaba. Lamentablemente para Taemin, ellos tuvieron que dejar Namdong por motivos de trabajo, pero esto no les impedía que regresaran cada verano a la casa de Namdong en la que Onew había vivido con su madre.
Eran amigos desde hacía mucho tiempo; sin embargo, sólo durante el último año se había reunido con ellos para desayunar. A Heechul no le gustaba madrugar.
Esa mañana, Taemin lo comprendía bien.
Se sentía destrozado por los sueños que lo habían atormentado durante la noche anterior. Las acusaciones de Changmin, los profundos ojos de Minhyuk clavados en los suyos con amor y dolor, y Minho, que había alargado la mano hacia él, y que extrañamente tenía los mismos ojos de Minhyuk, la misma voz.
Esos sueños habían sido más vividos, más aterradores, que cualquier otro sueño que hubiera tenido antes. O quizá sólo se lo había parecido porque llevaba algún tiempo sin tenerlos.
Aparcó el coche delante de la casa de Onew y Lee Joon ; vislumbró el Jeep de color marrón claro de Onew aparcado en el camino de entrada. Ellos vivían en un rancho de una sola planta al lado del parque nacional. Rodeado de acantilados y pinos, poseía la belleza inhóspita y desolada característica de esa zona que siempre lograba robarle el aliento.
Heechul aparcó detrás de él.
—Debería ser ilegal levantarse tan temprano, Taemin —comentó su amigo cuando se bajaron de los coches—. Tendría que decirle a Teukie que te arrestara.
Taemin miró a su amigo detenidamente. A pesar de su perfecto maquillaje, Heechul tenía oscuras ojeras bajo sus ojos y podría jurar que algunas arrugas de preocupación en la frente.
—Tengo que trabajar esta tarde —le recordó Taemin—. Sólo puedo escaparme por las mañanas. —Frunció el ceño mientras le daba un rápido abrazo a su amigo, percatándose de que había perdido peso en las últimas semanas—. ¿Te encuentras bien?
—¿Yo? —Heechul esbozó una sonrisa cansada—. Estoy bien. Teukie ha estado muy ocupado y ya sabes cómo se pone cuando no logra resolver un caso. Todas esas muertes en un periodo de tiempo tan corto lo están volviendo loco.
—La milicia Black Collar —gruñó Taemin—. Son unos bastardos. Conocía a una de las chicas que mataron.
—Era agente del FBI. —Heechul suspiró mientras se dirigían a la casa—. No me lo podía creer cuando lo leí en el periódico. Por supuesto, Teukie conocía todos los detalles, pero no me dijo nada.
Taemin sabía que Heechul llevaba años discutiendo con Leeteuk porque él se negaba a contarle nada sobre los casos en los que trabajaba, aunque estuviera cerca de solucionarlos, y que aquello provocaba tensiones en su relación.
—No puede contártelo, Heechul —le recordó Taemin con suavidad—. Igual que Minhyuk no podía contarme nada de sus misiones.
—Sí, pero tú no tenías que vivir con Minhyuk cuando estaba en una de sus misiones —refunfuñó Heechul—. Algunas noches ni siquiera regresa a casa —añadió con tristeza—. Odio que haga eso.
Taemin no sabía qué más podía decirle. Entendía el comportamiento de Leeteuk. Aunque Taemin había comprendido que Minhyuk era un SEAL, Heechul jamás había aceptado la dedicación de Leeteuk a su trabajo como comisario.
—Teukie ni siquiera me contó el problema que tuvo con tu nuevo mecánico —dijo Heechul con un puchero cuando ya estaban delante de la puerta—. He tenido que enterarme por los rumores que corren en el pueblo.
Intentando controlar el rubor, Taemin llamó a la puerta y entornó los ojos.
—Y te aseguro que no se equivocaron con respecto a lo del chupetón. —Heechul lo miró de reojo e intentó disimular su risa—. Ese hombre sí que sabe hacer bien las cosas.
—Hola, chicos. —Lee Joon escogió ese momento para abrir la puerta e invitarlas a pasar—. El desayuno estará listo en unos minutos. Sólo me queda acabar las tortitas y podremos empezar. —Se interrumpió y miró a Taemin con los ojos muy abiertos al tiempo que esbozaba una sonrisa cómplice—. Vaya, Taemin, lo que se oye por ahí es cierto. Ese nuevo mecánico te ha dejado un buen chupetón, ¿no es así?
Taemin miró a su amigo con los ojos entrecerrados.
—No quiero hablar sobre el nuevo mecánico.
—¿El nuevo mecánico? —dijo Onew, que apareció en ese momento en la estancia—. Tae, ¿podrías decirle que luego voy a llevarle el Jeep? —Se detuvo, observó las marcas de la barbilla y el cuello de Taemin, y miró a Lee Joon arqueando las cejas. Y éste sonrió con satisfacción.
—El nuevo mecánico.
Genial.
—¿Es que acaso nunca han visto un chupetón?
—Pero, ¿te has mirado al espejo? —Heechul se rió, aunque el sonido pareció forzado—. ¿O estás haciendo lo de costumbre e ignoras lo que no quieres ver?
Taemin se volvió hacia él con los labios apretados.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que no sólo tienes un chupetón —se mofó Heechul—. Cariño, tu mecánico te hizo el chupetón del siglo, y lo hizo a conciencia. —Extendió la mano y tocó la marca bajo la barbilla de Taemin, negando con la cabeza—. Ojalá todos fuéramos igual de afortunados.
Taemin llegó al taller a media mañana y observó que había más de media docena de vehículos esperando a ser arreglados. Key se había hecho cargo del surtidor de gasolina y varios estudiantes universitarios esperaban su turno en la tienda de suministros de la gasolinera.
Jonghyun se estaba encargando de la caja registradora en el taller cuando Taemin entró en la oficina y cerró la puerta a sus espaldas. Se dirigió hacia la cafetera y, justo en ese instante, la puerta que comunicaba con el taller se abrió dando paso a Minho.
De inmediato, se sintió atraído por sus ojos. Siempre se sentía atraído por ellos.
—Llegas tarde. ¿Va todo bien? —Minho cerró la puerta tras de sí.
—He pasado más tiempo del que debiera desayunando con unos amigos. —Taemin se encogió de hombros, se sirvió un café y fue hasta el escritorio.
Casi sin darse cuenta, se ciñó la camisa que llevaba puesta. Había sido de Minhyuk. Estaba manchada de aceite, e imaginó que podía oler a él, aunque sabía que hacía mucho tiempo que el olor había desaparecido. Era una camisa cómoda y también una advertencia para los demás. Ese día, necesitaba algo que detuviera a Minho, y rezaba para que eso funcionara.
Observó cómo esos grandes ojos leían el monograma del bolsillo. El nombre de Minhyuk estaba bordado en él. Cuando su mirada se encontró con la del castaño, Taemin pudo percibir un indicio de cólera.
—¿Aún sigues aferrándote a él? —le preguntó suavemente con la voz más áspera de lo normal.
—Siempre. —Que pensara lo que quisiera. Había perdido las esperanzas de que Minhyuk volviera a casa dos años antes, pero no había olvidado lo que habían compartido. No importaba lo mucho que lo intentara.
—Ya han pasado cuatro años. —Minho se sirvió un café y se sentó en la esquina del escritorio—. Demasiado tiempo para que no lo hayas vuelto a hacer, ¿no crees?
—Changmin me lo dejó bastante claro anoche —le recordó—. No hace falta que me repitas el mensaje.
Minho vio el dolor que se reflejó en los ojos de Taemin y se enfureció. Era muy consciente de que se enfrentaba a unos recuerdos que él mismo compartía y eso le molestaba más de lo que quería admitir.
No había esperado que el castaño se hiciera eso. Paralizar su vida de manera que nadie más pudiera tocarlo, abrazarlo. Como si fuera un animal malherido, Taemin se había refugiado en una madriguera para lamerse las heridas, pero éstas seguían abiertas y sangrantes.
No podía culparlo por ello. Él había hecho lo mismo. Se había cerrado a todo, concentrándose en el presente y en las batallas de la vida diaria. Había sido así hasta que regresó a casa y comprendió que nada era cómo él había pensado que sería.
—Creo que necesitas vivir un poco. —Jamás había pretendido que el menor estuviera solo si a él le ocurría algo. Pero, al igual que él, Taemin había continuado aferrado a aquel vínculo que existía entre ellos. Minho había intentado romperlo, pero jamás lo había logrado.
—Y yo creo que eso no es asunto tuyo. No lo conociste y tampoco me conoces a mí.
Minho gruñó al oír aquellas palabras. Bebió su café y miró fijamente la cabeza de Taemin inclinada sobre el libro de contabilidad. El había pasado por eso varias veces, intentando crear un orden perfecto. Una vez que Taemin había decidido salir de su estupor, se había concentrado en sacar el taller adelante. Y lo había conseguido porque, según Jonghyun, se había negado a dormir y vivía prácticamente en el taller.
—No necesito conocerlo —replicó Minho, apoyando el café en la rodilla sin dejar de observarlo—He tenido más que suficiente de él durante todo el tiempo que llevo aquí. Cada una de las personas que he conocido quería a ese tipo —Casi escupió la palabra. Estaba tan celoso de sí mismo que apenas podía soportarlo.
¿Cuándo demonios habían decidido los habitantes de ese pueblo que Minhyuk había sido un gran hombre y que ningún otro podía comparársele?
—Minhyuk tenía montones de amigos. —el menor se encogió de hombros, pasando los dedos por el borde del libro de contabilidad con expresión tensa.
—Amigos que dejan que sufras —le recordó él—. ¿Qué sucedió, Taemin? ¿Quién hizo que te dieras cuenta finalmente de que el taller estaba teniendo tantas pérdidas? Según Jonghyun, estuviste encerrado en la casa de la colina y ni siquiera abriste la puerta durante días. ¿Cuándo te diste cuenta de que la propia familia de Minhyuk estaba intentando destruirte?
El castaño apretó los labios.
—Oh, sí, el viejo Minhyuk, el amado Minhyuk —se burló Minho—. Tan bueno, que te hizo sentir abandonado y casi lo perdiste todo mientras te encerrabas en el dolor. ¿Qué demonios sucedió, Taemin?
—Te repito que eso no es asunto tuyo. —Pero su voz sonó más tensa, más afligida y su dolor desgarró las entrañas de Minho.
Sabía lo que había sucedido. Su familia se había vuelto contra él. Se rumoreaba que Kyuhyun le había ofrecido ayuda a cambio de ser su amante. Minho había tenido que contener su furia al saber aquello. Una vez que su propio padre y el banco se habían vuelto contra el castaño, era difícil que alguien hubiera estado dispuesto a ayudarlo. Sólo el hecho de que Minhyuk hubiera tenido amigos que no habían dejado de ir al taller, lo habían salvado de la ruina. Pero eran amigos que no tenían demasiado poder, y muchos de ellos también lo eran Yun Gyeom o de Kyuhyun, por lo que su ayuda no había sido suficiente.
Sabía qué era lo que había querido Kyuhyun de Taemin. El taller era el lugar perfecto para blanquear dinero y para que los miembros de la milicia se reunieran. Con el apartamento arriba, la fama del taller, y la buena reputación de Minhyuk, hubiera funcionado.
Leeteuk y Heechul habían permanecido fieles a Taemin, aunque se rumoreaba que los amigos de Kyuhyun en el consejo municipal presionaban a Leeteuk para que escogiera un bando: el de Kyuhyun o el de Taemin. Minho conocía a Lee teuk, y si no formaba parte de la MBC, cuanto menos levantaba sospechas. Por suerte, el programa que Minho había instalado en el portátil de Kyuhyun les proporcionaría las pruebas que necesitaban para derrotar a aquel bastardo. A él y a sus amigos.
El alcalde, uno de los amigos de la infancia de Yun Gyeom, había anulado la licencia del taller de manera ilegal, y Jonghyun estaba asesorándose con un abogado para demandarlo. Lo que le habían hecho a Taemin era inaceptable y él no pensaba tolerarlo más.
Los rumores y las habladurías que llenaban la vida pueblerina estaban allí para cualquiera que quisiera escucharlos. Y Minho había escuchado a cada uno de los clientes lo suficientemente curiosos y dispuestos a hablar. Había prestado atención y entre las murmuraciones había descubierto la verdad, una verdad que sólo había conseguido enfurecerlo aún más.
—Sí que es asunto mío —afirmó Minho finalmente.
La batalla que se avecinaba hubiera sido divertida si no hubiera tenido que librarla con su Taemin. Tener que robar del corazón de Taemin su propio recuerdo iba a ser un verdadero infierno.
Observó cómo el menor levantaba la vista para mirarlo fijamente, y sintió cómo sus testículos se tensaban en respuesta. Sólo había visto esa mirada una vez en los dos años que habían vivido juntos.
Taemin separó los labios justo en el momento en el que la puerta que comunicaba la oficina con la tienda de suministros se abría para dar paso a Jonghyun.
La mirada de Minho se clavó en él, exigiéndole que se marchara, pero su hermano le respondió con una sonrisa y luego desvió la mirada al cuello de Taemin. El castaño ya comenzaba a estar harto. Menuda sorpresa, le había hecho un chupetón en el cuello. ¿Acaso nadie creía que era lo suficiente como para despertar la pasión de un hombre?
Curvó los labios con ira antes de ponerse en pie, rodear el escritorio y salir dando un portazo.
—Eres un maldito estúpido —masculló Jonghyun mientras Minho miraba la puerta por la que el menor había salido.
Minho se giró hacia él.
—Será mejor que te ocupes de ese contrato que llevas evitando todo el día. El nuevo mecánico vendrá mañana. Jonghyun hizo una mueca.
—Genial, primero lo cabreas y luego me envías a mí para que se descargue conmigo.
—Hazlo —gruñó antes de ponerse en pie y dirigirse a la puerta del taller—. Y mantente alejado de mí durante un rato.
Abrió la puerta y encontró a Taemin junto al mostrador de los mecánicos, revisando la lista de turnos. El joven frunció el ceño y luego miró en dirección al mecánico que Jonghyun estaba a punto de despedir.
Antes de que él pudiera nada, Minho le arrancó el portapapeles de la mano, lo arrojó sobre la mesa y lo arrastró de vuelta a la oficina.
—¡Has perdido el juicio! —le gritó el castaño cuando la puerta se cerró tras ellos—. ¿Por qué no aparece el nombre de Doo Joon en la lista de turnos? Está allí, con las manos metidas en los bolsillos sin hacer nada, y quiero saber por qué.
—Jonghyun ha tomado cartas en el asunto —le explicó, optando por el camino más fácil—. Lo ha despedido.
Taemin entrecerró los ojos.
—¿Ha sido decisión de Jonghyun o tuya? —La dulce furia asomaba en su voz.
Minho cruzó los brazos sobre el pecho y la retó con la mirada.
—Jonghyun comprendió que no hacía bien su trabajo y tomó una decisión. —Más o menos.
—Ni hablar —rugió el joven con la cara pegada a la de Minho. Tenía los ojos chocolates casi negros por la ira, las mejillas enrojecidas y los puños apretados con fuerza a los costados—. Es mi taller. Mis empleados. Mis decisiones.
Apretaba la mandíbula con tanta fuerza que Minho temió que se le desencajara. Sus labios, que formaban una línea tensa, se movieron, y él pudo observar la furia que ardía en su interior. Furia y deseo. El mismo deseo que consumía sus entrañas, y que encendió una chispa en la oscuridad que él intentaba mantener bajo control, en el ansia voraz que luchaba por no revelarle con tanta rapidez.
—Jonghyun jamás ha hecho nada sin preguntarme primero —siguió Taemin—. Ha sido cosa tuya.
Minho se encogió de hombros.
—Sólo se lo sugerí.
—¡Bastardo!
—Insúltame otra vez, Taemin, y lo lamentarás —le advirtió.
El menor jamás lo había insultado durante mientras convivían, en realidad nunca, desde que lo conoció nunca por mas furioso que haya estado, nunca lo insultó. Y rara vez había maldecido.
—Eres un inadaptado y un maldito arrogante —le espetó sin medir las consecuencias.
Aquello fue todo lo que Minho necesitó para estallar.
Sin darle tiempo a reaccionar, inclinó el hombro, lo cargó sobre él, y se giró hacia la escalera que llevaba al apartamento, ignorando en todo momento los pequeños puños que le golpeaban la espalda, los gritos de furia, los intentos de Taemin por liberarse.
Taemin no maldecía. Jamás había maldecido. Le había dirigido esa mirada recriminatoria cada vez que Minho lo hacía, alegándole que alguien como él, tan perfecto, no podía soltar esas sucias palabras.
Casi había conseguido que el pelinegro no dijera palabrotas durante dos años. Pero ahora, si Taemin quería decir palabrotas, iba a tener que lidiar con las consecuencias, porque eso le había puesto más caliente. Se preguntó qué otras cosas diría si usaba la persuasión adecuada.
Cerró la puerta del apartamento de un golpe y luego lo dejó en el suelo. Le atrapó los puños con los que pretendía golpearle la cara y le lanzó una mirada feroz.
—¡Ya basta!
Algo brilló en la mirada de Taemin, quizá una chispa de temor cuando él le soltó las muñecas y se apartó de él.
—No vas a despedir a Doo Joon —le espetó el joven mientras se ceñía aquella maldita camisa como si fuera un escudo.
—Jonghyun despedirá a Doo Joon y tú volverás a la oficina que es donde perteneces —gruñó Minho, observando el dolor repentino y abrumador que atravesó el rostro de Taemin.
—No, no lo haré. —Cuadró los hombros, alzó el mentón en actitud desafiante y lo miró con rabia—. Ni tú ni Jonghyun podrán obligarme, Minho. Antes le prendo fuego al taller que permitir que me saques de él.
La expresión de Taemin era desafiante y furiosa, muy parecida a la que tenía la noche que él intentó obligarlo a quedarse en casa en vez de salir con sus amigos.
Minho le devolvió la mirada con el ceño fruncido.
—Maldita sea, Taemin, te estás matando ahí fuera. Es un trabajo duro y condenadamente sucio. No tiene sentido que trabajes así. Podrías hacer otra cosa. Algo que te guste de verdad. Salir de compras, ir a bailar... No se… ¿Acaso no te gustaría?
Taemin luchó por contener la ira que amenazaba con ahogarlo. Quería pegarle. Quería gritarle y borrar de un bofetón aquella arrogante y condescendiente expresión de su cara. En aquel momento, Taemin supo por qué Changmin había tenido la impresión de que Minho era como Minhyuk: arrogante, seguro de sí mismo y siempre dispuesto a salirse con la suya. El menor se lo había permitido porque no había madurado lo suficiente en ese entonces para pararle los pies mientras él estaba en casa. Pero ahora sí que había madurado. Y aquel hombre no era Minhyuk. Minho no era un SEAL que pudiera ser requerido en cualquier momento para una misión, y tampoco era el hombre que una vez había reclamado su alma, así que, en lo que a él concernía, podía irse al infierno.
—Si quisiera irme de compras, lo haría. Si quisiera recostarme en una silla y hacer de recepcionista todo el día, también lo haría. Y si quisiera que un hombre me dijera que debo hacer, como arreglarme, entonces tendría uno. Pero todo eso no es parte de su trabajo, señor Choi, y si lo cree así, puede irse por donde ha venido.
Minho lo miró fijamente, sin dar crédito a lo que oía.
—¿Era Minhyuk quien te dictaba todas esas normas? —De pronto sintió que el hielo se extendía por sus entrañas, porque sabía que no lo había hecho.
El castaño guardó silencio, y Minho observó cómo su expresión se relajaba, se entristecía. Sus ojos brillaron de deseo y, repentinamente, el cuerpo de
Taemin pareció volverse más suave, más receptivo ante lo que fuera que estuviese recordando.
—No —admitió el menor finalmente—. Fui yo quien lo quiso así, porque pensaba que era eso lo que él quería. Le gustaba tener a alguien a quien proteger. Alguien que necesitara de él siempre. Un muñeco de porcelana. —el menor sacudió la cabeza con pesar y el corazón de Minho se encogió al verlo así—. Solía llamarme su pequeño Tae y murió antes de saber lo diferente que yo era. Antes de saber que entendía tanto de mecánica como cualquiera de sus empleados. Amaba a Minhyuk. Era mi vida y le di todo lo que necesitaba mientras lo tuve conmigo. —Entonces le lanzó una mirada feroz—. Pero tú no eres Minhyuk. Y no me importa en absoluto lo que necesites.
¿Acaso pensaba Taemin que a él le había importado solo eso… lo superficial? La cólera lo atravesó; no era furia, ni rabia, sino orgullo herido. Maldito fuera, ¿lo único que había buscado era complacerlo? ¿Había pensado Taemin que Minhyuk necesitaba algo que él no era?
Minho se tensó al sentir que una intensa oleada de deseo inundaba su ser. Antes de que pudiera contenerse, se cernió sobre el castaño y lo sacudió con fuerza.
—¿Y qué pasa con lo que tú necesitas? —le dijo con voz áspera—. Me has devorado vivo cada vez que nos hemos tocado, Taemin. ¿Te hacía Minhyuk el amor como realmente necesitabas o también entonces te trataba como a un muñeco de porcelana?
—Minhyuk me dio todo lo que necesitaba —le respondió con un gruñido.
Pero él vio la verdad. La pequeña mentira, la verdad a medias. Minho recordó las noches que Taemin se había removido inquieto en la cama a su lado, las veces que había tenido la sensación de que su Taemin necesitaba algo un poco más duro, más oscuro, que lo que él le daba, pero luego pensaba que aquel sentimiento era sólo un producto de sus propias fantasías y necesidades.
Sin embargo, no había sido así. Ahora lo veía en sus ojos. Recordó la desenfrenada lujuria de la semana anterior, cuando el menor le había clavado las uñas en los hombros, y su vida juntos antes del infierno, y entonces lo supo. Supo que Taemin había deseado más de lo que él se había permitido darle. Pura y simple lujuria.
Una tensa y dura sonrisa curvó los labios de Minho cuando el castaño finalmente se percató de que había liberado a la bestia que había en él.
—Eres un mentiroso —susurró Minho, consciente de la ardiente necesidad que crecía en el interior del joven— Dímelo, Taemin. ¿Nunca has deseado más? ¿Nunca has soñado con ser poseído con fuerza y rudeza? ¿Con tener sexo salvaje? ¿Acaso temías ser quien querías ser en realidad?
Había dado en el clavo. El rubor inundó el rostro de Taemin y sus ojos se oscurecieron. Minho veía cómo la lujuria lo invadía desenfrenadamente, mezclada con una emoción que le oprimió el corazón.
Taemin quería más que simple sexo. Quería algo más que ser amado salvajemente. Quería todo lo que él había soñado darle. E iba a dárselo en aquel instante.
Su Taemin le había ocultado cosas; bien, él también lo había hecho. Y la necesidad de oír cómo su Tae le decía lo que quería que le hiciera lo consumía.
—Puedes tener sexo salvaje conmigo, pequeño. —Lo estrechó con más fuerza contra sí, permitiéndole sentir la rugiente erección bajo los vaqueros—. Te desafío. Soy un desconocido, Taemin. No te reserves nada. No seas conmigo el muñequito de porcelana que eras con él. Sé todo lo salvaje que quieras y a cambio te mostraré lo salvaje que puedo ser yo.
Y? *.* ... kekeke... el sgte ya lo tengo listo asi que después de que aparten y editen esos apartos lo subo! ja! odienme!!! xD no mentira! espero les haya gustado! nos estamos leyendo!!! bye bye! n_n
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Capítulo 9
A la mañana siguiente, Taemin se arrastró fuera de la cama y caminó dando traspiés hacia la ducha. Para cuando terminó de ducharse y se dirigió a la cocina, el café ya estaba hecho gracias al temporizador de la cafetera. Se preguntó si lograría despejarse lo suficiente para llegar a tiempo al lugar donde había quedado con sus mejores amigos, Heechul y Lee Joon.
Onew había sido el mejor amigo de Minhyuk. Cuando empezó a andar con Lee Joon, medio pueblo empezó a hablar de él, sin embargo esto no significó nada para relación que llevaban ambos, se amaban y eso era todo lo que importaba. Lamentablemente para Taemin, ellos tuvieron que dejar Namdong por motivos de trabajo, pero esto no les impedía que regresaran cada verano a la casa de Namdong en la que Onew había vivido con su madre.
Eran amigos desde hacía mucho tiempo; sin embargo, sólo durante el último año se había reunido con ellos para desayunar. A Heechul no le gustaba madrugar.
Esa mañana, Taemin lo comprendía bien.
Se sentía destrozado por los sueños que lo habían atormentado durante la noche anterior. Las acusaciones de Changmin, los profundos ojos de Minhyuk clavados en los suyos con amor y dolor, y Minho, que había alargado la mano hacia él, y que extrañamente tenía los mismos ojos de Minhyuk, la misma voz.
Esos sueños habían sido más vividos, más aterradores, que cualquier otro sueño que hubiera tenido antes. O quizá sólo se lo había parecido porque llevaba algún tiempo sin tenerlos.
Aparcó el coche delante de la casa de Onew y Lee Joon ; vislumbró el Jeep de color marrón claro de Onew aparcado en el camino de entrada. Ellos vivían en un rancho de una sola planta al lado del parque nacional. Rodeado de acantilados y pinos, poseía la belleza inhóspita y desolada característica de esa zona que siempre lograba robarle el aliento.
Heechul aparcó detrás de él.
—Debería ser ilegal levantarse tan temprano, Taemin —comentó su amigo cuando se bajaron de los coches—. Tendría que decirle a Teukie que te arrestara.
Taemin miró a su amigo detenidamente. A pesar de su perfecto maquillaje, Heechul tenía oscuras ojeras bajo sus ojos y podría jurar que algunas arrugas de preocupación en la frente.
—Tengo que trabajar esta tarde —le recordó Taemin—. Sólo puedo escaparme por las mañanas. —Frunció el ceño mientras le daba un rápido abrazo a su amigo, percatándose de que había perdido peso en las últimas semanas—. ¿Te encuentras bien?
—¿Yo? —Heechul esbozó una sonrisa cansada—. Estoy bien. Teukie ha estado muy ocupado y ya sabes cómo se pone cuando no logra resolver un caso. Todas esas muertes en un periodo de tiempo tan corto lo están volviendo loco.
—La milicia Black Collar —gruñó Taemin—. Son unos bastardos. Conocía a una de las chicas que mataron.
—Era agente del FBI. —Heechul suspiró mientras se dirigían a la casa—. No me lo podía creer cuando lo leí en el periódico. Por supuesto, Teukie conocía todos los detalles, pero no me dijo nada.
Taemin sabía que Heechul llevaba años discutiendo con Leeteuk porque él se negaba a contarle nada sobre los casos en los que trabajaba, aunque estuviera cerca de solucionarlos, y que aquello provocaba tensiones en su relación.
—No puede contártelo, Heechul —le recordó Taemin con suavidad—. Igual que Minhyuk no podía contarme nada de sus misiones.
—Sí, pero tú no tenías que vivir con Minhyuk cuando estaba en una de sus misiones —refunfuñó Heechul—. Algunas noches ni siquiera regresa a casa —añadió con tristeza—. Odio que haga eso.
Taemin no sabía qué más podía decirle. Entendía el comportamiento de Leeteuk. Aunque Taemin había comprendido que Minhyuk era un SEAL, Heechul jamás había aceptado la dedicación de Leeteuk a su trabajo como comisario.
—Teukie ni siquiera me contó el problema que tuvo con tu nuevo mecánico —dijo Heechul con un puchero cuando ya estaban delante de la puerta—. He tenido que enterarme por los rumores que corren en el pueblo.
Intentando controlar el rubor, Taemin llamó a la puerta y entornó los ojos.
—Y te aseguro que no se equivocaron con respecto a lo del chupetón. —Heechul lo miró de reojo e intentó disimular su risa—. Ese hombre sí que sabe hacer bien las cosas.
—Hola, chicos. —Lee Joon escogió ese momento para abrir la puerta e invitarlas a pasar—. El desayuno estará listo en unos minutos. Sólo me queda acabar las tortitas y podremos empezar. —Se interrumpió y miró a Taemin con los ojos muy abiertos al tiempo que esbozaba una sonrisa cómplice—. Vaya, Taemin, lo que se oye por ahí es cierto. Ese nuevo mecánico te ha dejado un buen chupetón, ¿no es así?
Taemin miró a su amigo con los ojos entrecerrados.
—No quiero hablar sobre el nuevo mecánico.
—¿El nuevo mecánico? —dijo Onew, que apareció en ese momento en la estancia—. Tae, ¿podrías decirle que luego voy a llevarle el Jeep? —Se detuvo, observó las marcas de la barbilla y el cuello de Taemin, y miró a Lee Joon arqueando las cejas. Y éste sonrió con satisfacción.
—El nuevo mecánico.
Genial.
—¿Es que acaso nunca han visto un chupetón?
—Pero, ¿te has mirado al espejo? —Heechul se rió, aunque el sonido pareció forzado—. ¿O estás haciendo lo de costumbre e ignoras lo que no quieres ver?
Taemin se volvió hacia él con los labios apretados.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que no sólo tienes un chupetón —se mofó Heechul—. Cariño, tu mecánico te hizo el chupetón del siglo, y lo hizo a conciencia. —Extendió la mano y tocó la marca bajo la barbilla de Taemin, negando con la cabeza—. Ojalá todos fuéramos igual de afortunados.
Taemin llegó al taller a media mañana y observó que había más de media docena de vehículos esperando a ser arreglados. Key se había hecho cargo del surtidor de gasolina y varios estudiantes universitarios esperaban su turno en la tienda de suministros de la gasolinera.
Jonghyun se estaba encargando de la caja registradora en el taller cuando Taemin entró en la oficina y cerró la puerta a sus espaldas. Se dirigió hacia la cafetera y, justo en ese instante, la puerta que comunicaba con el taller se abrió dando paso a Minho.
De inmediato, se sintió atraído por sus ojos. Siempre se sentía atraído por ellos.
—Llegas tarde. ¿Va todo bien? —Minho cerró la puerta tras de sí.
—He pasado más tiempo del que debiera desayunando con unos amigos. —Taemin se encogió de hombros, se sirvió un café y fue hasta el escritorio.
Casi sin darse cuenta, se ciñó la camisa que llevaba puesta. Había sido de Minhyuk. Estaba manchada de aceite, e imaginó que podía oler a él, aunque sabía que hacía mucho tiempo que el olor había desaparecido. Era una camisa cómoda y también una advertencia para los demás. Ese día, necesitaba algo que detuviera a Minho, y rezaba para que eso funcionara.
Observó cómo esos grandes ojos leían el monograma del bolsillo. El nombre de Minhyuk estaba bordado en él. Cuando su mirada se encontró con la del castaño, Taemin pudo percibir un indicio de cólera.
—¿Aún sigues aferrándote a él? —le preguntó suavemente con la voz más áspera de lo normal.
—Siempre. —Que pensara lo que quisiera. Había perdido las esperanzas de que Minhyuk volviera a casa dos años antes, pero no había olvidado lo que habían compartido. No importaba lo mucho que lo intentara.
—Ya han pasado cuatro años. —Minho se sirvió un café y se sentó en la esquina del escritorio—. Demasiado tiempo para que no lo hayas vuelto a hacer, ¿no crees?
—Changmin me lo dejó bastante claro anoche —le recordó—. No hace falta que me repitas el mensaje.
Minho vio el dolor que se reflejó en los ojos de Taemin y se enfureció. Era muy consciente de que se enfrentaba a unos recuerdos que él mismo compartía y eso le molestaba más de lo que quería admitir.
No había esperado que el castaño se hiciera eso. Paralizar su vida de manera que nadie más pudiera tocarlo, abrazarlo. Como si fuera un animal malherido, Taemin se había refugiado en una madriguera para lamerse las heridas, pero éstas seguían abiertas y sangrantes.
No podía culparlo por ello. Él había hecho lo mismo. Se había cerrado a todo, concentrándose en el presente y en las batallas de la vida diaria. Había sido así hasta que regresó a casa y comprendió que nada era cómo él había pensado que sería.
—Creo que necesitas vivir un poco. —Jamás había pretendido que el menor estuviera solo si a él le ocurría algo. Pero, al igual que él, Taemin había continuado aferrado a aquel vínculo que existía entre ellos. Minho había intentado romperlo, pero jamás lo había logrado.
—Y yo creo que eso no es asunto tuyo. No lo conociste y tampoco me conoces a mí.
Minho gruñó al oír aquellas palabras. Bebió su café y miró fijamente la cabeza de Taemin inclinada sobre el libro de contabilidad. El había pasado por eso varias veces, intentando crear un orden perfecto. Una vez que Taemin había decidido salir de su estupor, se había concentrado en sacar el taller adelante. Y lo había conseguido porque, según Jonghyun, se había negado a dormir y vivía prácticamente en el taller.
—No necesito conocerlo —replicó Minho, apoyando el café en la rodilla sin dejar de observarlo—He tenido más que suficiente de él durante todo el tiempo que llevo aquí. Cada una de las personas que he conocido quería a ese tipo —Casi escupió la palabra. Estaba tan celoso de sí mismo que apenas podía soportarlo.
¿Cuándo demonios habían decidido los habitantes de ese pueblo que Minhyuk había sido un gran hombre y que ningún otro podía comparársele?
—Minhyuk tenía montones de amigos. —el menor se encogió de hombros, pasando los dedos por el borde del libro de contabilidad con expresión tensa.
—Amigos que dejan que sufras —le recordó él—. ¿Qué sucedió, Taemin? ¿Quién hizo que te dieras cuenta finalmente de que el taller estaba teniendo tantas pérdidas? Según Jonghyun, estuviste encerrado en la casa de la colina y ni siquiera abriste la puerta durante días. ¿Cuándo te diste cuenta de que la propia familia de Minhyuk estaba intentando destruirte?
El castaño apretó los labios.
—Oh, sí, el viejo Minhyuk, el amado Minhyuk —se burló Minho—. Tan bueno, que te hizo sentir abandonado y casi lo perdiste todo mientras te encerrabas en el dolor. ¿Qué demonios sucedió, Taemin?
—Te repito que eso no es asunto tuyo. —Pero su voz sonó más tensa, más afligida y su dolor desgarró las entrañas de Minho.
Sabía lo que había sucedido. Su familia se había vuelto contra él. Se rumoreaba que Kyuhyun le había ofrecido ayuda a cambio de ser su amante. Minho había tenido que contener su furia al saber aquello. Una vez que su propio padre y el banco se habían vuelto contra el castaño, era difícil que alguien hubiera estado dispuesto a ayudarlo. Sólo el hecho de que Minhyuk hubiera tenido amigos que no habían dejado de ir al taller, lo habían salvado de la ruina. Pero eran amigos que no tenían demasiado poder, y muchos de ellos también lo eran Yun Gyeom o de Kyuhyun, por lo que su ayuda no había sido suficiente.
Sabía qué era lo que había querido Kyuhyun de Taemin. El taller era el lugar perfecto para blanquear dinero y para que los miembros de la milicia se reunieran. Con el apartamento arriba, la fama del taller, y la buena reputación de Minhyuk, hubiera funcionado.
Leeteuk y Heechul habían permanecido fieles a Taemin, aunque se rumoreaba que los amigos de Kyuhyun en el consejo municipal presionaban a Leeteuk para que escogiera un bando: el de Kyuhyun o el de Taemin. Minho conocía a Lee teuk, y si no formaba parte de la MBC, cuanto menos levantaba sospechas. Por suerte, el programa que Minho había instalado en el portátil de Kyuhyun les proporcionaría las pruebas que necesitaban para derrotar a aquel bastardo. A él y a sus amigos.
El alcalde, uno de los amigos de la infancia de Yun Gyeom, había anulado la licencia del taller de manera ilegal, y Jonghyun estaba asesorándose con un abogado para demandarlo. Lo que le habían hecho a Taemin era inaceptable y él no pensaba tolerarlo más.
Los rumores y las habladurías que llenaban la vida pueblerina estaban allí para cualquiera que quisiera escucharlos. Y Minho había escuchado a cada uno de los clientes lo suficientemente curiosos y dispuestos a hablar. Había prestado atención y entre las murmuraciones había descubierto la verdad, una verdad que sólo había conseguido enfurecerlo aún más.
—Sí que es asunto mío —afirmó Minho finalmente.
La batalla que se avecinaba hubiera sido divertida si no hubiera tenido que librarla con su Taemin. Tener que robar del corazón de Taemin su propio recuerdo iba a ser un verdadero infierno.
Observó cómo el menor levantaba la vista para mirarlo fijamente, y sintió cómo sus testículos se tensaban en respuesta. Sólo había visto esa mirada una vez en los dos años que habían vivido juntos.
Taemin separó los labios justo en el momento en el que la puerta que comunicaba la oficina con la tienda de suministros se abría para dar paso a Jonghyun.
La mirada de Minho se clavó en él, exigiéndole que se marchara, pero su hermano le respondió con una sonrisa y luego desvió la mirada al cuello de Taemin. El castaño ya comenzaba a estar harto. Menuda sorpresa, le había hecho un chupetón en el cuello. ¿Acaso nadie creía que era lo suficiente como para despertar la pasión de un hombre?
Curvó los labios con ira antes de ponerse en pie, rodear el escritorio y salir dando un portazo.
—Eres un maldito estúpido —masculló Jonghyun mientras Minho miraba la puerta por la que el menor había salido.
Minho se giró hacia él.
—Será mejor que te ocupes de ese contrato que llevas evitando todo el día. El nuevo mecánico vendrá mañana. Jonghyun hizo una mueca.
—Genial, primero lo cabreas y luego me envías a mí para que se descargue conmigo.
—Hazlo —gruñó antes de ponerse en pie y dirigirse a la puerta del taller—. Y mantente alejado de mí durante un rato.
Abrió la puerta y encontró a Taemin junto al mostrador de los mecánicos, revisando la lista de turnos. El joven frunció el ceño y luego miró en dirección al mecánico que Jonghyun estaba a punto de despedir.
Antes de que él pudiera nada, Minho le arrancó el portapapeles de la mano, lo arrojó sobre la mesa y lo arrastró de vuelta a la oficina.
—¡Has perdido el juicio! —le gritó el castaño cuando la puerta se cerró tras ellos—. ¿Por qué no aparece el nombre de Doo Joon en la lista de turnos? Está allí, con las manos metidas en los bolsillos sin hacer nada, y quiero saber por qué.
—Jonghyun ha tomado cartas en el asunto —le explicó, optando por el camino más fácil—. Lo ha despedido.
Taemin entrecerró los ojos.
—¿Ha sido decisión de Jonghyun o tuya? —La dulce furia asomaba en su voz.
Minho cruzó los brazos sobre el pecho y la retó con la mirada.
—Jonghyun comprendió que no hacía bien su trabajo y tomó una decisión. —Más o menos.
—Ni hablar —rugió el joven con la cara pegada a la de Minho. Tenía los ojos chocolates casi negros por la ira, las mejillas enrojecidas y los puños apretados con fuerza a los costados—. Es mi taller. Mis empleados. Mis decisiones.
Apretaba la mandíbula con tanta fuerza que Minho temió que se le desencajara. Sus labios, que formaban una línea tensa, se movieron, y él pudo observar la furia que ardía en su interior. Furia y deseo. El mismo deseo que consumía sus entrañas, y que encendió una chispa en la oscuridad que él intentaba mantener bajo control, en el ansia voraz que luchaba por no revelarle con tanta rapidez.
—Jonghyun jamás ha hecho nada sin preguntarme primero —siguió Taemin—. Ha sido cosa tuya.
Minho se encogió de hombros.
—Sólo se lo sugerí.
—¡Bastardo!
—Insúltame otra vez, Taemin, y lo lamentarás —le advirtió.
El menor jamás lo había insultado durante mientras convivían, en realidad nunca, desde que lo conoció nunca por mas furioso que haya estado, nunca lo insultó. Y rara vez había maldecido.
—Eres un inadaptado y un maldito arrogante —le espetó sin medir las consecuencias.
Aquello fue todo lo que Minho necesitó para estallar.
Sin darle tiempo a reaccionar, inclinó el hombro, lo cargó sobre él, y se giró hacia la escalera que llevaba al apartamento, ignorando en todo momento los pequeños puños que le golpeaban la espalda, los gritos de furia, los intentos de Taemin por liberarse.
Taemin no maldecía. Jamás había maldecido. Le había dirigido esa mirada recriminatoria cada vez que Minho lo hacía, alegándole que alguien como él, tan perfecto, no podía soltar esas sucias palabras.
Casi había conseguido que el pelinegro no dijera palabrotas durante dos años. Pero ahora, si Taemin quería decir palabrotas, iba a tener que lidiar con las consecuencias, porque eso le había puesto más caliente. Se preguntó qué otras cosas diría si usaba la persuasión adecuada.
Cerró la puerta del apartamento de un golpe y luego lo dejó en el suelo. Le atrapó los puños con los que pretendía golpearle la cara y le lanzó una mirada feroz.
—¡Ya basta!
Algo brilló en la mirada de Taemin, quizá una chispa de temor cuando él le soltó las muñecas y se apartó de él.
—No vas a despedir a Doo Joon —le espetó el joven mientras se ceñía aquella maldita camisa como si fuera un escudo.
—Jonghyun despedirá a Doo Joon y tú volverás a la oficina que es donde perteneces —gruñó Minho, observando el dolor repentino y abrumador que atravesó el rostro de Taemin.
—No, no lo haré. —Cuadró los hombros, alzó el mentón en actitud desafiante y lo miró con rabia—. Ni tú ni Jonghyun podrán obligarme, Minho. Antes le prendo fuego al taller que permitir que me saques de él.
La expresión de Taemin era desafiante y furiosa, muy parecida a la que tenía la noche que él intentó obligarlo a quedarse en casa en vez de salir con sus amigos.
Minho le devolvió la mirada con el ceño fruncido.
—Maldita sea, Taemin, te estás matando ahí fuera. Es un trabajo duro y condenadamente sucio. No tiene sentido que trabajes así. Podrías hacer otra cosa. Algo que te guste de verdad. Salir de compras, ir a bailar... No se… ¿Acaso no te gustaría?
Taemin luchó por contener la ira que amenazaba con ahogarlo. Quería pegarle. Quería gritarle y borrar de un bofetón aquella arrogante y condescendiente expresión de su cara. En aquel momento, Taemin supo por qué Changmin había tenido la impresión de que Minho era como Minhyuk: arrogante, seguro de sí mismo y siempre dispuesto a salirse con la suya. El menor se lo había permitido porque no había madurado lo suficiente en ese entonces para pararle los pies mientras él estaba en casa. Pero ahora sí que había madurado. Y aquel hombre no era Minhyuk. Minho no era un SEAL que pudiera ser requerido en cualquier momento para una misión, y tampoco era el hombre que una vez había reclamado su alma, así que, en lo que a él concernía, podía irse al infierno.
—Si quisiera irme de compras, lo haría. Si quisiera recostarme en una silla y hacer de recepcionista todo el día, también lo haría. Y si quisiera que un hombre me dijera que debo hacer, como arreglarme, entonces tendría uno. Pero todo eso no es parte de su trabajo, señor Choi, y si lo cree así, puede irse por donde ha venido.
Minho lo miró fijamente, sin dar crédito a lo que oía.
—¿Era Minhyuk quien te dictaba todas esas normas? —De pronto sintió que el hielo se extendía por sus entrañas, porque sabía que no lo había hecho.
El castaño guardó silencio, y Minho observó cómo su expresión se relajaba, se entristecía. Sus ojos brillaron de deseo y, repentinamente, el cuerpo de
Taemin pareció volverse más suave, más receptivo ante lo que fuera que estuviese recordando.
—No —admitió el menor finalmente—. Fui yo quien lo quiso así, porque pensaba que era eso lo que él quería. Le gustaba tener a alguien a quien proteger. Alguien que necesitara de él siempre. Un muñeco de porcelana. —el menor sacudió la cabeza con pesar y el corazón de Minho se encogió al verlo así—. Solía llamarme su pequeño Tae y murió antes de saber lo diferente que yo era. Antes de saber que entendía tanto de mecánica como cualquiera de sus empleados. Amaba a Minhyuk. Era mi vida y le di todo lo que necesitaba mientras lo tuve conmigo. —Entonces le lanzó una mirada feroz—. Pero tú no eres Minhyuk. Y no me importa en absoluto lo que necesites.
¿Acaso pensaba Taemin que a él le había importado solo eso… lo superficial? La cólera lo atravesó; no era furia, ni rabia, sino orgullo herido. Maldito fuera, ¿lo único que había buscado era complacerlo? ¿Había pensado Taemin que Minhyuk necesitaba algo que él no era?
Minho se tensó al sentir que una intensa oleada de deseo inundaba su ser. Antes de que pudiera contenerse, se cernió sobre el castaño y lo sacudió con fuerza.
—¿Y qué pasa con lo que tú necesitas? —le dijo con voz áspera—. Me has devorado vivo cada vez que nos hemos tocado, Taemin. ¿Te hacía Minhyuk el amor como realmente necesitabas o también entonces te trataba como a un muñeco de porcelana?
—Minhyuk me dio todo lo que necesitaba —le respondió con un gruñido.
Pero él vio la verdad. La pequeña mentira, la verdad a medias. Minho recordó las noches que Taemin se había removido inquieto en la cama a su lado, las veces que había tenido la sensación de que su Taemin necesitaba algo un poco más duro, más oscuro, que lo que él le daba, pero luego pensaba que aquel sentimiento era sólo un producto de sus propias fantasías y necesidades.
Sin embargo, no había sido así. Ahora lo veía en sus ojos. Recordó la desenfrenada lujuria de la semana anterior, cuando el menor le había clavado las uñas en los hombros, y su vida juntos antes del infierno, y entonces lo supo. Supo que Taemin había deseado más de lo que él se había permitido darle. Pura y simple lujuria.
Una tensa y dura sonrisa curvó los labios de Minho cuando el castaño finalmente se percató de que había liberado a la bestia que había en él.
—Eres un mentiroso —susurró Minho, consciente de la ardiente necesidad que crecía en el interior del joven— Dímelo, Taemin. ¿Nunca has deseado más? ¿Nunca has soñado con ser poseído con fuerza y rudeza? ¿Con tener sexo salvaje? ¿Acaso temías ser quien querías ser en realidad?
Había dado en el clavo. El rubor inundó el rostro de Taemin y sus ojos se oscurecieron. Minho veía cómo la lujuria lo invadía desenfrenadamente, mezclada con una emoción que le oprimió el corazón.
Taemin quería más que simple sexo. Quería algo más que ser amado salvajemente. Quería todo lo que él había soñado darle. E iba a dárselo en aquel instante.
Su Taemin le había ocultado cosas; bien, él también lo había hecho. Y la necesidad de oír cómo su Tae le decía lo que quería que le hiciera lo consumía.
—Puedes tener sexo salvaje conmigo, pequeño. —Lo estrechó con más fuerza contra sí, permitiéndole sentir la rugiente erección bajo los vaqueros—. Te desafío. Soy un desconocido, Taemin. No te reserves nada. No seas conmigo el muñequito de porcelana que eras con él. Sé todo lo salvaje que quieras y a cambio te mostraré lo salvaje que puedo ser yo.
*************************************
Y? *.* ... kekeke... el sgte ya lo tengo listo asi que después de que aparten y editen esos apartos lo subo! ja! odienme!!! xD no mentira! espero les haya gustado! nos estamos leyendo!!! bye bye! n_n
Janess
♥♥Minho♥♥SHINee♥♥
1470
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
Oh Dios!!Oh Dios!!Por favor dime que vas a actualizar rapido, por favor te lo ruego, te lo suplico de rodillas, te juro que cada vez que leo tu fic el estomago me duele de los nervios & de la emocion D:
Lo amo demasiado, es tan tan perfecto, amo la lujuria contenida entre esos dos, esa tension sexual... ¡OH DIOS!! cuando Taemin se entere de que Minho es Minhyuk, no puedo esperar!!Por favoooooooorr actualiza rapido sisiisisisiisisis?!!!! Mira ya hasta te deje comentario...¿SI?!!
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
PD:¿Ves? asi estoy de emocionada
Lo amo demasiado, es tan tan perfecto, amo la lujuria contenida entre esos dos, esa tension sexual... ¡OH DIOS!! cuando Taemin se entere de que Minho es Minhyuk, no puedo esperar!!Por favoooooooorr actualiza rapido sisiisisisiisisis?!!!! Mira ya hasta te deje comentario...¿SI?!!
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YonHye
Minho
361
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
OH DIosssss como eres mala en verdad unniee :POW:
porque como nos dejas asi me vuelves a dejar con las ganas del 2min, mira que es sierto toda esa tension sexual que despiden, ese desoo diosss hace que uno tiemble cuanod lo esta leyendo
diosss primero nos dices lo del chupeton mega escandaloso me lo imagino oh dios :KEKE: y luego cuando llega y en la oficina con lo de la mirada que menciono minho pense que taemin lo iba a golpear o algo di gracias a k apareciera jonghyun pero al parecer ahora la pero parte la llevaria jong hahah para decirle lo del nuevo empleado
y wooo :Waa: la forma de llevarse a taeminiee kyaaa me erosione mucho y luego con la confecion de que tae le habia dado a minhyuk lo k el necesitaba y que no lo conocia como era en verdad me kede de asi O.o y ahora minho lo desafiaba a estar con un desconocido no tan desconocidooo diossss
ke pasara en el sig cap, los interrunpira alguien despues de todo todos lo vieron llevarselo de la oficina XD
aaa ten piedad de nosotrasss y actualiza pronto xk ya tenemos muchas ganas de leer y de babear x el 2min !!!
bye bye tcuidas nos leemos pronto espero :yupi: :eaea:
Última edición por ggaabbyy2 el Lun Jul 16, 2012 7:24 pm, editado 2 veces
ggaabbyy2
taemin
113
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
ahhh sabes comiienzo a tener ciierto odiio haciia tiii ¬////¬
siiempre le dejas asii en lo mas bueno ii luego vas a tardar añoos en actualiizar ppffff voii a moriir de un corage por tu culpa....
actualiiza niiña actualiiiza ....
siiempre le dejas asii en lo mas bueno ii luego vas a tardar añoos en actualiizar ppffff voii a moriir de un corage por tu culpa....
actualiiza niiña actualiiiza ....
my_shinee
El flamante~... Choii Miinho~
218
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
wooooooooooooooooooooooooooooooooo esto es una obra maestra.
me leí todo de un jalón la historia es genial, me encanta losmontones de secretos, los agentes encubiertos es genial, dios por que no había pasado por aquí antes.
ame mucha partes, como en la que Taemin le gana la curiosidad cuando Jong y Minho se encierran en la oficina y abre la puerta a la fuerza.
ame cuando pidio poder ver como despedían a minho.
Me encanta que minho haga enojar a TAe y después mande a Jong con él jaja.
maldito changmin maldito kyunhyun a provechados.
haber si entendí bien la trama.
la MBC esta en contra de que haya inmigrantes en corea del sur, y se dedica a darles caza.?
waaa ya quiero contí
cuídate nos leemos
me leí todo de un jalón la historia es genial, me encanta losmontones de secretos, los agentes encubiertos es genial, dios por que no había pasado por aquí antes.
ame mucha partes, como en la que Taemin le gana la curiosidad cuando Jong y Minho se encierran en la oficina y abre la puerta a la fuerza.
ame cuando pidio poder ver como despedían a minho.
Me encanta que minho haga enojar a TAe y después mande a Jong con él jaja.
maldito changmin maldito kyunhyun a provechados.
haber si entendí bien la trama.
la MBC esta en contra de que haya inmigrantes en corea del sur, y se dedica a darles caza.?
waaa ya quiero contí
cuídate nos leemos
Noreri94
minho
1304
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
Dios!!! me la eh pasado leyendo detenidamente este fic hasta estas horas de la noche y wooow!!! bien valio la pena desvelarse por leerlo, esta extremadamente bueno!!!! lo amé!!
me enamore de como pudiste adaptar a Taemin y a Minho con esos papeles! wooow!!!
esperaré con ansias el siguiente capitulo, que bien vale la pena esperar!!
Muchas gracias por adaptarlo y subirlo n__n
me enamore de como pudiste adaptar a Taemin y a Minho con esos papeles! wooow!!!
esperaré con ansias el siguiente capitulo, que bien vale la pena esperar!!
Muchas gracias por adaptarlo y subirlo n__n
ShiiMin23
Min Ho y Tae Min
3398
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
en serio esto se pone cada vez mas interesante minho esta conociendo el otro lado de taemin jajaj interesante ashh amo el 2min please puedes poner jongkey sissisis y actualiza pronto
mitaemin
taemin
609
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
Jmm me habia perdido varios caps ...Dios cada vez se pone mejor la historia entre tae y minho, aunque me da pesar de tae todo lo que ha tenido que sufrir,solo espero que mino le ayude a superar todo...Necesito ese lemon
Saludos!
Puedes tener sexo salvaje conmigo, pequeño. —Lo estrechó con más fuerza contra sí, permitiéndole sentir la rugiente erección bajo los vaqueros—. Te desafío. Soy un desconocido, Taemin. No te reserves nada. No seas conmigo el muñequito de porcelana que eras con él. Sé todo lo salvaje que quieras y a cambio te mostraré lo salvaje que puedo ser yo.
Saludos!
linism2
Minho, Key ,Tae!
97
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
apartooooooo!!!!!!!!!!
mayra17
Taemin(aunk tambien amo en secreto a Onew)
88
Re: -:- Bajo la piel del deseo -:- 2min -:- Cap 24 - 25
—Puedes tener sexo salvaje conmigo, pequeño. —
uasdglusagfewyfqwub x__________X!!!
ah Minho !! 2Min salvajón ahh!
No me había dado cuenta que ya habían movido el fic a
SPANTAA .. tengo no se cuento esperano leer la actulización ¬¬
jeje thanks por los cap. :)
freyashirou
Minho
357
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