-Gracias por traerme, señora Hyeya.

-De nada, si es un placer, ¿quieres algo antes de que vuelva a buscarte?

Que arranque ese cerdo de su camioneta y la pinte de un color decente.

-No, gracias, ahora quiero conocer los alrededores.- sonreí mientras agarré mi mochila y salí del coche.

-¡Nos vemos luego!

Yo solo atiné a despedirme con la mano mientras el coche avanzaba notando un centenar de ojos en mi nuca, bien, primera misión: pasar desapercibido = misión fallida.

La segunda misión era conocer amigos, pero tanta riqueza estaba dejando mi autoestima por lo suelos.

Y es que era impresionante, más de lo que hubiera imaginado. El gran colegio SM parecía un palacio, con mármol blanco y tres plantas, en lugar de las típicas ventanas de instituto tenía grandes ventanales adornadas con pequeñas estatuas y bustos, y el jardín era verde e impresionante, lleno de flores cuya existencia desconocía.
Mientras avanzaba pisando el duro suelo de piedra pude percibir un establo de caballos y lo que parecía un lago con patos. ¿Esas crías les estaban dando de comer? ¿Dónde se ha visto un instituto con patos?
Y aunque era todo increíble, no podía evitar conceder más importancia al montón de ojos que controlaban todos mis movimientos, sí, esos niños ricos no quitaban la mirada de mí, pero dejando de lado la furgoneta en la que he llegado y mi maltratado uniforme, yo era normal, ¿no?

Bueno, no era especialmente alto, pero tampoco bajo, una estatura media. Mi cabello es pelirrojo y soy tan blanco que a veces mi hermano bromea con que debería hacer un anuncio de lejía. Y mi constitución era bastante delgada, a causa de una infancia con poca comida y mucho correr por los proveedores de mi padre, pero no estoy en los huesos y mis ojos son color avellana.

Osea.

¡¡Un chico normal y corriente!! ¿Por qué me observaban tanto?, ¡ya han logrado que me sonroje!

Ignoré todas las miradas y traté de entrar al edificio, pero no pude evitar fijarme en los desmesurados tacones de las chicas, sus caras joyas, sus perfectos peinados de peluquería y en aquellos artificiales rostros que habían pasado por cirugía como mínimo una vez, y en los relojes de oro de los chicos, su zapatos con plataforma que me hacían ver pequeño y en sus bien moldeados cuerpo, definitivamente el dinero daba para mucho.

Y por primera vez sentí miedo de no encajar. No lo sentí cuando vi mi uniforme, ni la furgoneta que me llevaría a este colegio cada día. Pero en aquel momento, viendo a mis futuros compañeros, un terror irracional se apoderó de mí, y solo pude correr por esos lujosos pasillos con la cabeza baja hasta que…

Bueno, hasta que pasó lo obvio, me perdí.

Traté de orientarme, pero no conseguí nada, así que aspiré aire y me acerqué a un chico alto aprovechando que estaba solo.

-Esto… ¿sa-sabes dónde queda la clase de 1-B?-odié con todas las letras mi sonrojo y tartamudeo.

Antes de contestar me inspeccionó de arriba abajo sin ningún pudor, concentrándose en mi desgastado uniforme y en mi simple cabello.

-Pregunta a ella.-se dignó a contestar señalando a una chica que estaba a unos metros de nosotros.

Agradecí añadiendo una pequeña reverencia y me dirigí a la persona que él se refería, pero antes de llegar a ella se giró.

Se trataba de una chica bajita, con el pelo teñido rubio corto y la piel levemente bronceada. Cuando vio que caminaba hacia ella me miró, levemente sorprendida.

-El salón de clases de 1-B.-dije entre dientes, cansado de tanto escrutinio en un solo día.

-Oh-sonrió ella- es mi clase, podemos ir juntos si quieres.
Yo correspondí a su sonrisa y me presente.

-Mucho gusto, yo soy Luna.-dijo aún sonriente. Me sentí mal por pedir con tan poca educación la dirección.

Vagamos por los pasillos mientras conversamos un poco, hablamos sobre que era mi primer año y tenía miedo de no encajar, también me señaló donde estaban otras aulas y llegamos a la clase. Me propuso sentarnos juntos y acepté encantado, quizá me estaba volviendo paranoico y las cosas no fueran tan mal.

Los profesores mostraban un aura de orgullo y el esto de mis compañeros no me prestaban atención, cuando toco el timbre para ir a comer, Luna me acompañó a la cafetería pese a llevar mi propio almuerzo (acto inteligente tras ver los desorbitados precios de la comida) y nos sentamos juntos en una mesa.

-Dime Luna-dije mientras comíamos- ¿tú no tienes amigas?

Ella paró el tenedor que iba en dirección a su boca y me miró con una expresión que no supe identificar y me arrepentí. Probablemente preguntar a una persona por su escasa vida social no era lo más inteligente el primer día de conocernos.

-Mi mejor amiga se ha ido a estudiar a los Estados Unidos-dijo tras un incomodo silencio.- Hay otras personas con las que me llevo bien pero que no tengo la suficiente confianza, ¿sabes? No se si te has dado cuenta como es la gente de esta escuela.

Negué con la cabeza.

-Bueno, digamos que a los chicos el dinero les sube la autoestima hasta límites insospechados. Y aunque estamos en pleno siglo 21 y las chicas podemos seguir el negocio de nuestros padres, la mayoría escoge el camino fácil y hace todo lo que puede para verse bonita y tener un bueno marido. Yo no quiero tener amigas así.

-¿En serio?-pregunté sorprendido.- ¿Y esa amiga tuya no era así?

Ella rió.

-No, Amber era bastante peculiar-sonrió, luego su cara cambió completamente.- Debes tener cuidado, los becados aquí no son tratados bien.

-Estoy acostumbrado, siempre he estudiado gracias a becas.-dije mientras me encojia de hombros y nos levantábamos de la mesa.

-Aún así, hay un grupo de chicos con los que tienes que tener especial cuidado…

No pudo acabar la frase porque al girarme mi caja del almuerzo acabó en la blusa de otra persona. Hice una mueca ante el grito que escapó de los labios de mi víctima y le miré el rostro.

-¡Maldito becado, mira por donde andas!- gritó la chica, tenía buenos pulmones, había escuchado a cantantes de opera incapaces de llegar a los altos de ella.

-Lo siento.-dije mientras me inclinaba muchas veces seguidas.

-Aún no entiendo como permiten en esta escuela a plebeyos.-dijo otra que le acompañaba.

-¿Y ahora qué, eh, como pagas su uniforme, plebeyo?-metió baza otra.

-Hara, no le digas así, por muy desarreglada que esté es obviamente una chica.

-No hay chicas en el mundo con tan poco cuidado de su imagen.

-Mírale a la cara, de las plebeyas puedes esperar cualquier cosa.

-Yo… yo soy un chico.- cerré fuertemente mis ojos.

Yo solo podía continuar inclinándome pidiendo perdón mientras me preguntaba como habían adivinado tan fácilmente que estaba ahí por una beca y no que era un chico. Ah, sí, dichoso uniforme.

La chica a quien manché de tomate de mis macarrones era alta con unos ojos que daban miedo, parecidos a ¿un sapo? Mientras que una de sus amigas era medio naranja y la otra tenía un pelo muy raro, medio moreno medio rubio.

Estaba tan rojo de la vergüenza que mi cara fácilmente podía confundirse con mi pelo, esas tres chicas mirándome con odio desde sus operados y maquillados ojos, el resto de la gente de la cafetería murmurando cosas parecidas sobre los plebeyos, y Luna detrás de mí que no sabía como sacarme de la situación.

Una cocinera salió del mostrador con la excusa de que tenía un producto que sacaba manchas de tomate al instante, pero noté como esta me guiñaba el ojo disimuladamente. Bendito rostro infantil que atrae ahjummas.

-Esto no queda así, te mandaré la factura de mi blusa, y pobre de ti como no me la pagues.- amenazo la chica de los ojos de sapo antes de desaparecer con sus amigas a la cocina.

Yo me quedé quieto, muerto de vergüenza, notando como Luna me jalaba de la mano y me llevaba fuera del comedor.

-Y esto era a lo que me refería.-dijo ella por lo bajo, mordiéndose el labio.

-He sido despistado, no sé que haré, supongo que usar los ahorros de mi madre para compensarle.-dije triste sin separar la mirada del suelo.

-No te preocupes, ha sido solo la blusa, no será mucho.

Llegamos a un jardín trasero donde había varios estudiantes y ambos nos sentamos en un banco, yo esperando que el aire enfriara mis aún rojas mejillas.

-¡Vale!-exclamó de pronto, provocando que yo diera un respingo, tenía una mirada rara, como si saliera fuego de sus ojos.- Ahora te contaré las “reglas del juego” para salir inmune.

-¿Las reglas del juego? ¿A que te refieres?

-A como sobrevivir en este colegio, Taemin. Por favor, esto es un colegio de ricos, se trata de supervivencia-sonrió-. Por ahora basta que sepas que las chicas de antes son las más pérfidas de toda Corea, y no te recomiendo tener tratos con ellas. Son el más típico estilo de chica que solo se preocupa de verse guapa para tener un buen marido. Y todo aquello que se interpone en su camino, ellas, lo aplastan.

-Entiendo.-dije asintiendo.

-A la que manchaste…-paró y sonrió, la miré como si estuviera loca-, lo siento, ha sido genial, ojalá hubiera estado Amber para ver la cara que puso.

-¿Amber las conocía?

-Ah, sí, bueno, la chica que manchaste se llama Hara, y como habrás notado se ha operado tantas veces que parece la protagonista de una pelicula de terror. La chica con ese tono moreno tan falso y esas lentillas es Hyuna, y digamos que ambas son mejores amigas. La más peligrosa, sin embargo, es la otra, quien tenía las puntas rubias, su nombre es Krystal.

-¿Y por qué es la más peligrosa?-vamos, los gritos de una casi me dejan sordo y la mirada de la otra casi me fulmina, pero ella no me había prestado demasiada atención.

-Digamos que toda su atención se centra en un chico muy recurrido por todas las chicas de esta escuela, y a ella no le importa mandar a una panda de sicarios cuando lo ve necesario. Y eso es otra cosa muy importante, porque ese chico…

Otra vez Luna ha sido interrumpida, pero ahora por el timbre para estar de vuelta a las clases, ambos nos levantamos y volvimos. El resto del día pasó sin muchos percances, podía notar la mirada de mis compañeros en la nuca, pero después del accidente en la cafetería, mi viejo uniforme, y la furgoneta con el cerdito, no era ninguna sorpresa.

Sin embargo, a la hora de salir de clase, un numeroso grupo de chicas se galopaban en la entrada, impidiendo la salida.

-Esto es algo a lo que te tendrás que acostumbrar.-dijo Luna con tristeza a mi lado, iba a preguntar por qué, pero la puerta se abrió.

Entrecerré mis ojos por el rayo de luz que iluminaba de pronto toda la entrada (N/A: obviamente había que tener rayito de sol xD) y cuando me acostumbré a la potente luz olvidé que el oxigeno era necesario para vivir.

Ante mi se presentaban los cuatro rostros más bellos que había visto en mis dieciséis años de vida, todos diferentes entre ellos pero que los unía alguna singular sinfonía.

Uno de los chicos era sin duda la persona a quien mejor le quedaba el pelo teñido de rubio. Como yo, tenía la piel increíblemente pálida, pero donde yo parecía un niño enfermo él parecía ser curtido de frío mármol. Tenía rasgos delicados y felinos, y una mueca permanente de desprecio en sus gruesos labios. Su cuerpo también era delgado pero fibroso, al contrario que él mío.

El que estaba a su lado tenía la piel bronceada, y mostraba unos musculoso brazos, acompañada de su ancha espalda y gran estatura (N/A: ok, imaginemos que Puppy es alto ^^’) daba una imagen de pura masculinidad, su cabello castaño caía de lado sobre uno de sus redondos y negros ojos.

En medio se situaba otro joven alto, situándose por delante de sus compañeros, de piel canela y asombrosos ojos grandes oscuros, unos labios gruesos y un cabello moreno y rizado, su complexión atlética y su arrogancia al caminar se llevaba la mayoría de las miradas femeninas.

Pero sin duda quien atrajo toda mi atención era el chico que caminaba un par de pasos por detrás del resto, el pelo castaño claro le caía por ambos lados de la cara, su nariz tenía el talle perfecto y sus labios eran los más gruesos que había visto en la vida. No era especialmente alto ni musculoso, pero llevaba porte de príncipe sacado de un cuento de hadas. Sin embargo, no podía apartar la mirada de sus ojos, brillantes, marrones, que expresaban una profunda melancolía y tristeza en ellos y tuve el firme deseo de ver esos ojos sonreír.

Y lo que más les hacia resaltar sobre el resto de nosotros, simples mortales, era que no levaban el uniforme escolar, sino ropa con pinta de marca y de ser muy, muy cara.

Yo simplemente babeaba como hacía el resto del comité que se había formado mientras se escuchaban gritos emocionados. Estaba que no salía del shock de ver semejantes chicos cuando una niña menuda se interpuso en su camino.

Y mi burbuja se rompió.

-Tú… ven aquí un momento.

El más alto de los chicos jaló del brazo a uno de los estudiantes que estaban ahí y se lo acercó, para luego inspeccionar su corbata.

-Bonito modelo de Valentino… ¿no es el mismo modelo que me regalaste, Key?

-Sí, el mismo, las líneas horizontales son inconfundibles.

-Creía ser el único coreano poseedor de esta corbata.

-Y lo eres… o lo serás…

El rubio comenzó a escarbar en un bolso que llevaba encima y sacó unas tijeras, mientras el moreno se dirigía al estudiante que tenía una profunda expresión de horror.

-No deberías imitar mi estilo, no acabaras bien.

El chico comenzó a disculparse, pero su captor tomó las tijeras que le pasaban y cortó su corbata de un tirón. La tiró al suelo mirándolo a los ojos y una sonrisa que me produjo arcadas se formó en sus labios.

-Ya me divertí por hoy, vamonos.

Los cuatro hermosos chicos prosiguieron su camino cuando una chica de baja estatura se interpuso en su camino.

-O… oppa, hice esto pa-para ti.-tartamudeó la chica bajita entregando lo que parecía una caja con un pastel en su interior al chico de los cabellos rizados. Este solo se paró y miro fríamente a la muchacha de arriba abajo y sonrió de lado.

Con una mano tiró el paquete al suelo.

Luego miró fijamente la cara a la muchacha, cuyos ojos comenzaban a aguarse, y se fue de allí, acompañado de dos de sus amigos, mientras otro miraba fijamente a la chica.

Debo reconocerlo, soy una persona muy poco racional cuando suceden cosas así a mi alrededor, simplemente no puedo permitir que una persona sea tan cruel con otra por puro capricho.

Y estaba dispuesto a encarar a ese chico que me sacaba medio metro y era el doble de ancho que yo, pero noté la mano de Luna sujetándome el brazo y su mirada que me advertía. Sí, ya había llamado la atención bastante en un día.

Nos giramos de nuevo hacia la chica y me encontré que el chico de ojos tristes se quedó a limpiar con un pañuelo la muñeca donde había salpicado pastel a la ilusa niña, para seguir su camino sin mirarla a la cara.

Maldito rubor que cubre con tanta facilidad mis mejillas.

-¡Hay que ser descarada!

Todos nos volvimos de donde procedía la voz y aparecieron las tres arpias del almuerzo caminando altivamente hacia la chica ya sollozaba en medio del túmulo de gente.

-Primero, a Minho no le gusta los dulces, los odia, y más si es una asquerosa tarta de fresa.-dijo Hyuna dirigiéndose a la chica y arrodillándose hacía el pastel.

-Segundo, Minho no acepta regalos de nadie, y menos de una cría de secundaria.-continuó Hara.

-Y por último-dijo Cristal cogiendo el pastel que le pasaba Hyuna,-ninguna cría se acerca a oppa.-Y tiró la tarta sobre la cara de la niña.

La gente fue disolviéndose, quedándose solo la niña de rodillas en el suelo, llorando silenciosamente, notaba la mano de Luna tirando de mi brazo, pero simplemente no podía dejar de ver la escena. ¿Por qué nadie iba en ayuda de ella? ¿Por qué nadie le limpiaba el rostro y le abrazaba? ¿Nadie iba a decirle que todo estaba bien e iba a reconfortarla?

¿En este colegio se tienen verdaderos amigos?

-Y eso es otra cosa a la que deberás acostumbrarte sin intervenir-decía Luna mirando a lo lejos.- Por lo general, si no te das prisa en salir del recinto a final de clases, presencias como las fans de SHINee los rodean, les dan regalos, y ellos las humillan.

-No lo entiendo.-repetí por centésima vez. Estábamos sentados en los jardines de aquel gran patio, esperando a que vinieran a recogerme, Luna había mandado a su chofer a dar un paseo.- La chica le estaba dando un pastel, ¿por qué lo tiró?

Ella suspiró.

-Pues porque son así, y no creo que haya nada que los cambie. Te diré quienes son para que te escondas de ellos. Se hacen llamar SHINee…

-¿SHINee?

-Sí, SHINee.

-¿Qué nombre tan ridículo es ese?-bufé.

-Algo así como personas recibiendo luz porque ellos son brillantes-puso los ojos en blanco y la imité.-En cualquier caso son quienes toman las riendas en esta escuela. Son hijos de las familias más poderosas, influyentes y ricas de Asia, y ellos cuatro solos tienen más dinero que el resto de los alumnos. Y bueno, digamos que nos mantiene en su pequeña dictadura. Si haces algo que no les guste, te envían una estúpida tarjeta roja en tu taquilla y sufres bullying por parte de todos tus compañeros, porque todos quieren contentarlos. Tus amigos te dan la espalda y estando solo acabas abandonando el colegio.

Un escalofrío recorrió mi espalda recordando aquella chica a quien nadie se había molestado en reconfortar.

-¿Y quienes son esos chicos que se atreven a jugar con los sentimientos de sus compañeros? ¿Por qué se creen tan importantes?

-Bueno-dijo Luna tomando aire.- Será mejor que te resuma un poco a cada uno de ellos.

*El chico rubio que destacaba por su ropa se llama Kim KiBum, pero se hace llamar Key, se creerá guay por tener un sobrenombre en ingles. El caso está en que sus padres controlan todas las marcas de ropa mínimamente importantes. Todos los diseñadores destacados trabajan bajo su tutela y son quienes se encargan de los gastos. Pero no solo de la ropa, también de cortinas, muebles, plantas, incluso de edificios, nuestro colegio fue diseñado por uno de los suyos. Nuestro uniforme también. Digamos que ellos manejan todo el gran monopolio de la moda, y su hijo hace justicia a la profesión de sus padres, trae los modelos más extravagantes y los peinados más atrevidos, aún recuerdo cuando tenía media cabeza rapada… y es considerado por las revistas femeninas el mayor icono de moda juvenil.

*Luego estaba el chico que era puro músculo, Kim Jonghyun, de él digamos que mejor no te acerques. Su padre controla muchas redes de mafias y espías, es quien está involucrado en las decisiones secretas del gobierno para eliminar personas que “estorban” al gobierno de forma que los ciudadanos no se den cuenta. Y créeme, tiene los mejores asesinos a su mando, los sicarios de los que te hablé que es capaz de enviar Hara son de un nivel inferior. Y Jonghyun, como su mejor amigo Key, tiene intención de seguir la tradición familiar, por como se entrena en el gimnasio. Además, es un especialista en la lucha y capaz de tumbar a cinco de los asesinos de su padre.

*Onew, que en realidad se llama Lee Jin Ki pero también se pasa a la moda de ponerse nombres en inglés, proviene de una familia de artistas, su padre es actualmente considerado el segundo mejor director de orquesta en todo el mundo, y su madre es la cantante de ópera que más cobra por actuación en Asia. Luego están sus tíos, sin hijos, que controlan todos los conservatorios de Corea y Japón y sus abuelos que son los propietarios de la mayor escuela de talentos. Onew, por su parte, es considerado uno de los mejores pianistas del país y su primer premio fue ganado a los trece años. Además, su potente voz lo ha llevado a encabezar todas las listas de mejores voces masculinas.

* Y por último, el líder de SHINee, Choi Minho. Es sin duda el ser más despiadado y cruel que ha pisado la escuela. Y no, no lo digo por tirar la tarta al suelo. Él es quien más compañeros ha echado de la escuela y quienes más palizas a pegado a chicos. Lo peor es que su madre es presidenta de grandes empresas en todo el mundo, ya sea de coches, electrónica, construcción. Hablando en términos claros, ella controla la mitad de la economía coreana. Y su padre, un alto ejecutivo, es director de este colegio. Por eso hace lo que le viene en gana sin que profesores ni nadie pueda impedírselo.

* La mayoría del tiempo solo hacen travesuras con los alumnos para divertirse, como ha pasado hoy con la corbata, pero a veces dejan una tarjeta celeste agua en la taquilla de alguien que haya echo algo que les haya molestado, y ese individuo pasará por todo un infierno hasta dejar el colegio. Y créeme, es mejor dejar el colegio que quedarse en esas circunstancias.

Tras la gran agradable charla de presentación de mis queridos compañeros, Luna calló y aspiró sonoramente aire y cuatro palabras golpeaban mi mente con fuerza. Mamá, sácame de aquí.

-¡Pero es horrible! ¿Nadie hace nada para evitarlo?

-¿He gastado aire en vano? Ya te he dicho que nadie quiere problemas con sus familiares, son capaces de arruinar cualquier negocio familiar.

Aspiré aire en bocanadas.

-¿Y que hace aquí la gente para sobrevivir?

Luna se encogió de hombros.

-Evitarlos y no tratar de no hacer nada que les moleste.

Lo pensé unos momentos y dije:

-Bueno, serán solo tres años, no puede ser muy difícil evitarlo.

-Taemin,-el semblante de Luna se puso especialmente serio- no digas tonterías, esto va a ser toda tu vida. Esos chicos complicados serán los que en un futuro mandaran sobre sus empresas y esas zorras sus esposas, quienes todas las mujeres querrán imitar. En otras palabras, son quienes dominaran el mundo tras un sillón detrás de una mesa.-Bajó la voz.- Y tú y yo solo podremos dar gracias de nuestra situación e intentar pasar desapercibidos para no acarrear problemas.






-¡Ahhh, que envidia, yo también quiero chicos guapos en mi escuela!

-Sulli, ¿estás sorda o qué? ¿¡De todo lo que te he dicho solo te importa el físico!?

-Jo, oppa, tú sabes que el chico más guapo en nuestra escuela es Eunhyuk, por muy desagradables que sean debe ser un deleite visual tenerlos cerca.

-Lo cierto es que solo los he visto en la salida, y preferí no verlos.

Ambos estábamos en la cafetería, aún sin abrir. Mi madre preparaba algunos pasteles mientras mi Hyung preparaba las mesas. Sulli y yo ya teníamos el uniforme, ridículamente rosa y con pajarita. En su caso llevaba una falda por encima de las rodillas, pero Hyung y yo debíamos llevar unos pantalones apretados una talla menor. A mi madre no le importaba usa la genética para ganar clientas.

Llegué del primer día escasas horas antes, y ya se lo estaba contando todo a Sulli. Cuando le hablé de Luna se puso celosa, y en parte me dio pena, yo era su único amigo en la escuela, y este año no tendría a nadie.

-¿No has hablado hoy con nadie?-pregunté con intención de desviar el tema. Ella hizo un puchero y miro al suelo.

-No, Yoochun oppa me preguntó la hora, pero nada más. Oppa, realmente te eché de menos.- Y me dio un repentino abrazo. Bueno, no es como si fuera raro, ella era muy cariñosa.

-Debes hablar con más chicos.-dije mientras le devolvía el abrazo y le acariciaba el pelo.

-¿Sabes que quiero este año?-preguntó separándose de mí y mirándome con ojos brillantes. Yo solo negué, temiendo su respuesta. -¡Un hermoso oppa! ¿Me traerás un guapo y cool oppa de tu colegio?

-¡Eh, Sulli! ¡Madura!

Ambos comenzamos a pelear en broma hasta que mi madre nos avisó que abriría.





El timbre sonó y Luna y yo nos levantamos apresurados a salir de clase. En aquel mes que llevaba en la SM Luna me había enseñado que para no encontrarse con SHINee en la entrada lo mejor era salir lo antes posible de la escuela.

Se había convertido en rutina sentarnos juntos en aquel banco a esperar a Hyeya, pero aquel día me llevaría mi Hyung en su moto, por lo que tardaría más, pero Luna en lugar de irse se quedó conmigo y ambos compramos un refresco.

En aquel tiempo que habíamos estado juntos nos hicimos muy cercanos, y ya contaba con ella como una amiga. Sulli había dejado paso a los celos a la curiosidad y siempre me presionaba para que se la presentara, y Luna también tenía muchas ganas de conocerla, así que pronto haría un encuentro entre ellas, pese a que temía lo que pudiera surgir de semejante unión.

-Y entonces-decía Luna- mi abuela me cogió del hombro y me dijo: si alguna vez te veo coquetear con chicos por su dinero, te dejo sin herencia. En aquel momento solo reí, pero ahora me lo tomo mucho más en serio.-hizo un puchero, gesto que le había enseñado yo.

-Tu abuela da realmente miedo. No me extrañaría que algún día acabarás como ella, cumples el mismo perfil.

-Oye, no digas eso, no soy tan feminista.-se quedó pensando.-Bueno, sí, un poco.

Yo me reí y me metí con ella en broma, ella me siguió el juego y acabamos ambos corriendo, yo persiguiéndola, con nuestras bebidas en mano.

Y ella chocó.

Me acerqué con sigilo, para comprobar que ella estuviera bien, pero quedé estático cuando ante ella vi a Choi Minho. A su lado estaban sus amigos, mirando a Luna como si se tratara de una cucaracha mientras Minho se sacudía el hombro.

-Lo siento.-escuché murmurar a Luna. Su voz sonaba estrangulada.

Minho tan solo la miró con un punto burlón en sus enormes ojos mientas en sus labios se creaba una cruel sonrisa hasta que miró hacia el suelo.

Luna también lo hizo.

Sus amigos le prosiguieron.

Yo también quise saber que había.

Parte de la bebida de Luna cayó sobre el zapato de Minho.

Di un paso quedando detrás de Luna, expectante ante lo que ocurriría.

-¡Lo siento!-repitió Luna más agitada.

-Vaya, vaya, mi mocasín sueco no parece estar en buenas condiciones, ¿no crees Key?-ignoró a Luna.

-Sí, más teniendo en cuenta que ese diseño fue creado especialmente para ti y es único.-por alguna extraña razón una sonrisa iba creciendo en los labios del rubio. Jonghyun miraba la escena con desinterés, como si estuviera acostumbrado, mientras que el chico que ganó mi admiración la primera vez que lo vi solo miraba hacia otro lado desinteresado.

-Así que mis caros zapatos ahora son inservibles… ¿qué debería hacer?

-¡Yo puedo pagarlos!-Luna parecía apunto de flaquear, y la comprendo, sus palabras eran infantiles pero en sus rostros se mostraban ansia de problemas, y la promesa de conseguirlos.


-Vaya, ahora resulta que eres más rica que yo, ¿no es eso?

-N… ¡no! Pe-pero puedo pagar…te los zapatos.

El rió mirando a su compinche Key y le preguntó quien era Luna.

-Su madre tiene una fábrica de productos hospitalarios. Su padre no es más que un simple médico.

Abrí los ojos desmesuradamente ante tanta información, sorprendido de que supiesen quien era ella, Luna no parecía sorprendida.

-¿Cuántos bisturís tendrá que vender tu madre para conseguir el dinero de mis zapatos?

Luna solo calló, a la espera de saber que planeaba. Yo solo repetía tres palabras en mi mento: No una tarjeta, no una tarjeta, no una tarjeta…

-Te lo pondré fácil. Lame la bebida de mi zapato y te dejaré en paz.

Sus compañeros no hacían nada, no parecían sorprendidos, como si fuera algo frecuente. Me dieron asco.

-¿Qué?-preguntó Luna con un hilo de voz. Yo tampoco creía haber entendido bien.

-Muy facil. Arrodillate, saca tu lenguecita y lame mi zapato. Después podrás irte a reconstruir tu dignidad.-su sonrisa se hizo más pronunciada.

Luna estuvo unos momentos quieta, yo no sabía que hacer, Minho solo esperaba pacientemente, para luego preguntar suavemente.

-¿Cuándo podríamos cerrar su fábrica?

-No tardaríamos demasiado, la semana que viene ya estaría abandonada.-contestó rápido Key.

Tras esto Luna dio un respingo y para mi sorpresa flexionó brevemente una rodilla.

-¡¡Espera!!

Tras mi grito Luna se giró sorprendida hacia mí, mientras que SHINee me prestaron atención por primera vez. Onew me dirigía una mirada que fue imposible de identificar.

-¡Es solo un poco de refresco!-dije con fastidio.-Con un pañuelo te basta, no necesitas ni dinero ni lenguas de por medio.

Minho parecía tener un tic en el ojo.

-¿Y este quién es?

-Un becado.-dijo inseguro Key.- Su madre posee una pequeña cafetería. Él trabaja ahí.

La sangre me subió al rostro.

-¿Y tú como diablos sabes eso?

El sonrió por toda respuesta.

-Parece ser que aquí el becado no sabe las normas de la jerarquía. Ignorante.

Me reí ante aquel comentario de Minho, y ahora sí, los cinco me miraron como si estuviera loco. Bueno, había aguantado un mes entero sus fechorías, y la crueldad con la que trataban a sus compañeros, teniendo como único medio para desahogarme gritar en uno de los balcones traseros.

-Ignorante tú, que por no saber que decir tan solo dices estupideces. Te crees la gran cosa por ir hinchado como un sapo con tus amigos, pero en realidad eres el más bastardo que por no saber nada siempre recurre a su amigo, incapaz de mantener una conversación sin preguntarle cosas. ¡Y aún así quieres respeto!

-Taemin-susurró Luna.- ¡Cállate!

Los ojos de Minho se hicieron más grandes, Onew me miraba con la boca abierta y los otros dos se reían disimuladamente con una mano. Estos idiotas, ¿no se dan cuenta que también va dirigido a ellos?

-Tú, mocoso con cara de niña…

-¡Ves!-le corté.-Por no saber que decir comienzas a insultar sin sentido. ¿Nunca te han dicho que es mejor callar y parecer idiota que hablar y dejarlo claro? Y por supuesto, todas tus acciones vienen a ser para llamar la atención. Porque eres tan vulgarmente normal en medio de personas brillantes que necesitas aplastarlos para parecer tú mejor. Que quieras que Luna chupe tu zapato no es más que una muestra de lo triste que es tu vida y la atención que necesitas que hagas cosas como esta para sentirte mejor contigo mismo.

Ya está. Lo he soltado todo.

Key y Jonghyun ya no sonreían, y Luna me hacía muecas. ¿En que momento de mi largo discurso me había puesto por delante de ella?

Minho prosiguió con su tic en el ojo y flexionó sus nudillos varias veces, hasta que respiró hondo.

-Muy bien. ¿Quieres proteger a tu amiga? Pues pretéjela. Lame mi zapato en su lugar y mañana no tendrá una tarjeta azul.

Jadeé, y me quedé estático. Pensé seriamente la propuesta y actué.

Cuando Luna vio que daba un paso hacía él murmuro un leve no e impidió que avanzara, pero a un ultimo momento cambié de dirección.

Cuando mi pequeño puño aterrizó en su cara y vi como retrocedía pensé que fueron muy buenas lecciones las de mi Hyung.

El tiempo pareció detenerse cuando Minho se tocó la cara y luego golpeó mi rostro. Yo tenía técnica gracias a Nichkhun, pero me faltaba fuerza, por eso en el momento que él golpeó mi rostró salí disparado hacía el suelo sin poder impedirlo. Una vez en el suelo me toqué el labio, que sangraba, cuando noté que alguien me llamaba por mi nombre:

-¡Taemin!

Miré hacia atrás y vi que se trataba de Nichkhun Hyung. Maldecí por lo bajo, Minho trataba de golpearme de nuevo pero Jonghyun se lo llevaba a rastras.

-Tenemos otros métodos, vamos.

Nichkhun Hyung se acercó a mí y me levantó del suelo sin nada de tacto. El rostro de Hyung solía ser tan dulce como el de un niño, pero en ese momento daba verdadero miedo.

-¿Quiénes son esos bastardos?-prácticamente gritó. Di gracias de que fuera suficientemente tarde para que no quedara nadie a los alrededores que lo escuchara.

-Nadie…Hyung, vamos…

-No hasta que les de su merecido.

-Hyung, no-le agarré la chaqueta y le obligué a que me mirara y viese mis ojos llorosos-vamos a casa.

Me miró unos instantes y asintió brevemente. Cogió mi mochila y prácticamente me llevo hasta su moto. Me giré en dirección a Luna, que parecía víctima de un shock, y fui incapaz de decirle nada, tan solo mirarla preguntándome que sería de nosotros hasta que mi Hyung arrancó su moto y me agarré fuerte a su cintura.




(Narra tercera persona)

-Te juro que no lo repito, cometes esos guisantes ya.

-Hyung, como eres…

Cuatro adolescentes cenaban en un lujoso restaurante en una sala reservada para ellos solos donde se escuchaban unos leves sollozos.

-Minho, no quiero que dejes nada en tu plato, así que los guisantes te los comes ya-Key se giró hacia Jonghyun.- ¡Y tú deja de llorar de una vez, por el amor de Dios!

Jonghyun se secó las lágrimas con el dorso de la mano mientras trataba de controlar su respiración.

-Key… que cruel que eres…-dijo entre hipidos.

-No soy cruel, oh, sí, pobre gorrión muerto, pero llevas dos horas llorando.-Repentinamente se giró hacia su compañero-¡Minho, no estoy ciego, veo como escondes los guisantes en la servilleta!

Minho maldeció a su amigo preguntándose seriamente si tenía ojos en el cogote.

El cuarto individuo que se sentaba en aquella mesa no prestaba atención a la discusión de sus dongsaens y en lugar de ellos miraba un objeto fijamente, casi con pasión. Luego dio un mordisco al pollo.

-Dios, Hyung, deja de mirar el pollo así, parece que le haces el amor con la mirada antes de comerlo.-dijo Minho con una mueca de disgusto.

Onew le ignoró mientras mordía con profunda satisfacción el pollo.

-Entonces-cortó Key, comprobando que Minho comía a regañientes sus guisantes y que Jonghyun era un caso perdido- ¿mañana le ponemos la tarjeta al becado y a la rubia?

Minho negó con la cabeza tragándose con una mueca los guisantes.

-No, solo al chico.

Jonghyun dejó por un momento su drama para participar en la conversación.

-¿Por qué?

Minho cogió su copa de vino mientras la observaba con ojo crítico, como si no fuera el mismo que puso dos guisantes en la servilleta de Onew.

-Básicamente porque si los ponemos a ambos, se unirán y consolaran el uno al otro pensando que al menos les queda su ridícula amistad. Pero si es solo a él, su amiguita lo abandonara y se dará cuenta cuan solo está. Veamos quien necesita atención.-sonrió y dio un sorbo a su vino para volver de mala gana con los guisantes.

-En ese caso llamaré a JaeJoong para que coloque la tarjeta al becado.-dijo Key sacando su móvil.

-Su voz…-dijo de pronto Onew. Todos los de la mesa lo miraron expectante, pero este solo continuó comiendo su pollo compulsivamente.

Jonghyun, que aún recordó al gorrión que encontró muerto en la calle, volvió a derramar lágrimas y Minho miró con profundo odio sus guisantes.

Key ordenó por el móvil colocar la tarjeta cuando entró una camarera a repostar vino. Onew dejó el muslo que llevaba en la mano y miró un punto invisible en la pared, Minho comenzó a comer sus guisantes elegantemente y Jonghyun secó sus lágrimas tratando de pasar desapercibida su tristeza con un rostro que en realidad parecía invitar a cualquiera que lo viera ir al infierno. Key puso los ojos en blanco, siempre era así.

El móvil de Jonghyun sonó, y cuando vio el número marcado sonrió y salió de la sala.

-Y ahí va nuestro llorón amigo a flirtear con Yuri.-dijo Minho.

-No creo que sea Yuri-negó Onew-, hace demasiado tiempo que la conoce, probablemente sea Yoona, a quien trata desde hace poco.

-Ya, pero a Jonghyun le gusta más Yuri que Yoona.

-No importa si le gusta más, si lleva mucho tiempo se cansa.

Key no intervino en la discusión, pero cuando el moreno entró fue quien preguntó por la llamada.

-Ah-sonrió, olvidando todo animal muerto que hubiese visto en su vida-, era SooYoung, una chica que conocí ayer después de clases. Chicos, lo siento, pero me tengo que ir ya.

Se despidieron brevemente y quedó un incomodo silencio en la sala, Minho y Onew sin despegar la vista de sus platos.

-Bueno, pues ya sabemos que no volveremos a ver a Yuri y Yoona-dijo Key amargamente, repentinamente se había enfadado y los otros chicos lo sabían.-Onew, ¡¿eso que veo en tu plato son guisantes?!

Onew se apresuró a comerlos.