La carcajada de Key pudo escucharse por todo el restaurante, tanto, que las personas que se hallaban a un costado de su mesa circular, en sus respectivos asientos, no pudieron evitar mirarlo con curiosidad, y con algo de molestia, más que nada, por armar tanto escándalo.
    — ¡Hey, si no he terminado! —le decía Taeyeon, también a punto de reírse como lo hacía Kibum—. ¿Qué tiene de gracioso? —preguntó ya con la risa adornándole las palabras.
    —Es que… no me esperaba que dijeras eso —respondió Key, tomando la copa de malteada que había ordenado, y dándose cuenta del desastre que había hecho, porque al reírse, el líquido se le salió por la nariz.
Aún así, y mientras usaba una servilleta para limpiar aquello, añadió con mucha tranquilidad: —Creí que era alguno de esos sueños eróticos que sueles tener…
    — ¿Qué? —reaccionó Tae abriendo enormemente sus ojos—. ¡Mentiroso!, ¿cuándo te he contado algo así?
    —Oh, ¿o sea que sí los has tenido?
    — ¡Eres un tonto! —exclamó, lanzándole una patata frita del platillo que acababa de consumir; era un obvio reclamo, pero aun así ella se estaba riendo. Fue sólo al calmarse, que pudo decir: —Bueno, el punto, es que de nuevo soñé que soy un chico.
    Y mencionar las palabras “de nuevo” no era en vano. Aquella no era la primera vez que Lee Taeyeon tenía un sueño parecido. Desde que podía recordarlo, pero aproximadamente en su más remota niñez, y también a partir de un año antes de ése verano, la joven había tenido sueños donde reiteradas veces ella era la protagonista, pero no era una mujer, sino que actuaba como un hombre. Su voz y su actitud eran las de un varón, pero aquella mañana, y en aquél sueño que se estaba esmerando por contarle a Kibum, había sido la primera vez que se había despertado recordando cuál era su aspecto masculino, al haberse visto en un espejo durante el sueño. Eso era un detalle que no iba a olvidar tan fácilmente, pero a decir verdad, a Key le hacía bastante gracia saberlo.
    —Pero yo me pregunto —empezó a decir—, si estás soñando, ¿cómo puedes saber que eres un hombre y no una mujer?
    — ¡Porque se siente, Kibum!
    —Kibum “Hyung” —corrigió con ironía.
    — ¡Oh, cállate! —le dijo ella, molesta por recordarle el incidente del día anterior. Key volvió a romper en carcajadas, pero Taeyeon no peleó más, y continuó la plática de manera seria—. Aunque esta vez no se sentía… Me di cuenta sólo cuando me miré al espejo.
    — ¿Y qué tal? —preguntó su amigo, volviendo a beber de su malteada justo después.
    —Bueno… noté que de hombre puedo ser muy sensual —La nueva risa de Key ante estas palabras por poco provocó una réplica de lo que hacía un minuto había pasado, salvo que ésta vez pudo controlarse un poco—. ¡Enserio! ¡Me casaría conmigo! —insistió Tae.
Key continuaba riendo y mirándola, mientras ella también se carcajeaba.
    Poco después tuvieron que irse, dejaron todo su desastre en la mesa, pagaron, y salieron del restaurante, que Key había elegido, por obvias razones, dado que él amaba la comida occidental. Pronto estuvieron fuera del establecimiento, y pasaron muy cerca del borde de una ventana del restaurante vecino, con unas macetas de flores adornando el pretil, cada una con pétalos de orquídea, salvo una de ellas, que a diferencia de las demás, tenía cuatro flores en lugar de tres. Llamado como por arte de magia debido a esta situación, Key se acercó a acomodar las macetas, de modo que quedasen simétricas, dos a la izquierda, y dos a la derecha. Hasta ahí, Tae lo notó y estaba dispuesta a esperarlo, pero después comenzó la desesperación… Kibum se dio cuenta del incidente de las cuatro flores, cuando las demás macetas tenían tres, así que pensó rápidamente en cómo arreglarlo, y arrancó la flor que sobraba… Hasta ahí, Tae continuaba con paciencia, pero… Después comenzó a arrancar los pétalos de la flor, y a repartir la misma cantidad de pétalos entre las macetas. Para entonces, Taeyeon tuvo que intervenir.
    — ¡Ahí deja, Oppa! Vámonos ya.
    —Pero… espera Tae, ¡si no termino el orden te quedarás calva! —Por supuesto, a Taeyeon esto no le importó, lo tomó del brazo y lo arrastró con ella.
Era difícil para Key reconocer que era un loco de la simetría, pero estaba más claro que el agua.

Y así terminó su breve salida a desayunar antes de tomar el camino hacia el curso de “Hypnosis Conquest”. Iban tarde… otra vez. ¿Pero qué va?, cuando a Key le atacaba su obsesión, era difícil hacerlo desistir de sus raros rituales, y eso que aquella cosa era algo que sólo le sucedía “muy a veces”, y que sólo confiaba hacer cuando estaba con Taeyeon, pues sabía que otras personas no lo comprenderían.
    Arribaron al edificio, y antes de entrar a la habitación-gimnasio, se toparon con el instructor que les había dado la bienvenida el primer día. Lee Jinki, quien se hallaba también a punto de entrar, pero al verlos a ellos dos corriendo en su dirección, se giró hacia ellos y les sonrió. Era una persona muy amable.
    — ¿Mucho tráfico? —preguntó animosamente.
    —Muchas flores —respondió Key, algo cansado de tanto correr.
    —Bueno, no se preocupen, a mí me pasa esto siempre. Si entran conmigo, nadie les dirá nada, vengan chicos.
Y así, yendo detrás del instructor, estuvieron dentro, y vieron a todos los grupos formados. Tae estaba buscando a su instructor, cuando de pronto, a Key se le ocurrió hacerle una “inocente” pregunta a Jinki.
    —Disculpe, Maestro, ¿cuántos años tiene?
    — ¿Yo? —se extrañó un poco—. Me hablas con mucha cortesía. Tengo 45.
“¿Y cómo no?, con esa edad” pensó Kibum, pero ignoró tal pensamiento y continuó hablando.
    — ¿Y el instructor Minho?
    — ¿Minho-goon? Ah, él es menor que yo —dijo volviendo a sonreír—. Tiene 43.
    —Oh, bueno... Gracias —Key le devolvió la sonrisa, justo antes de tomar del brazo a Taeyeon, y comenzar a caminar para alejarse.
    — ¿Y eso por qué fue? —preguntó ella, frunciendo el ceño.
Key sonrió por la expresión de su amiga, y confesó haciéndose el desentendido:
    —Pensé que la información podría interesarte —Luego, ambos ubicaron a su grupo, y se dirigieron hacia él, notando cómo el instructor Choi se acercaba a sus compañeros, del mismo modo que ellos hacían, pero él se hallaba unos metros más adelante. Kibum aprovechó esa distancia para decirle esto último a Tae: —Es más viejo de lo que parece.
Ella iba a reprocharle, pero ya no fue posible, notó que ya estaban muy cerca del grupo, y además, se percató de que algo había caído del bolsillo del instructor Minho. Mientras Key iba a colocarse en su asiento, ella se inclinó para tomar lo que se hallaba en el suelo, un pequeño objeto dorado y brillante. Lo levantó, y su piel se crispó al momento. Era un reloj, un pequeño reloj de bolsillo, que al estar más cerca de sus ojos, perdió el brillo que notó en el suelo, pues estaba hecho de oro, un oro que ya era viejo. Sus manecillas se encontraban inmóviles, y sus números se hallaban codificados en romano. Así que antes de que Minho pudiera reprender a sus alumnos por lo tarde que habían llegado, Taeyeon se acercó a él, y le hizo la siguiente pregunta:
    — ¿Esto es suyo?
    —Oh, sí… —reaccionó Minho, observando el preciado objeto que sostenía la mano de la joven. Ella se lo devolvió cortésmente, y él lo tomó con delicadeza mientras decía: —No volveré a guardarlo en mi bolsillo, creo que es un lugar peligroso —le sonrió nuevamente, con dulzura—. Gracias otra vez.
    Y el corazón de Taeyeon volvió a estallar por la tierna mirada que le dedicó mientras le dirigía aquellas últimas palabras. Solamente pudo asentir con la cabeza, aún extremadamente nerviosa, y se alejó velozmente hacia el lugar sobrante de su grupo de cinco, sin poder explicarse aún por qué demonios tal hombre le parecía tan atractivo.
    Minho, por otro lado, se volvió hacia el resto y les explicó en lo que consistiría ésa segunda sesión. Les dijo claramente que se enfocarían en la teoría del día anterior, pero que realizarían su primera práctica al intentar hipnotizar a alguno de sus compañeros. Para esto, les indicó que se colocarían en parejas, y cuando estuvieran listos, él les daría las instrucciones. Aunque primero que todo, les aclaró que realizarían una actividad previa, misma que requeriría de sus habilidades artísticas, por lo que tendrían que esforzarse en los detalles que les vinieran a la mente.
    —Iré a conseguir unas hojas para que dibujen —les indicó a los cinco—. Luego les explicaré por qué quiero que lo hagan. Pueden conversar, o hagan lo que quieran —Esto último lo dijo con indiferencia y algo de prisa por irse de ahí, así que cuando terminó, salió disparado hacia otro rincón del gimnasio.
    El grupo, al verse solo, comprendió que Choi había hecho aquello para que ellos pudieran interactuar. Taeyeon tenía sentadas a su costado izquierdo a las otras dos mujeres de su equipo, mientras que Key se hallaba en su costado derecho, teniendo a Jonghyun al otro lado, quien se había sentado al otro extremo, apartado de las dos primeras jóvenes, como si éstas tuviesen piojos o algo de eso. Así que al final la formación resultó extremadamente conveniente para el señor Kim Kibum…
Tae conversó con aquellas jóvenes, y descubrió que las dos se apellidaban Jung, que eran hermanas, y que vivieron un buen tiempo en Estados Unidos, por lo que las dos estaban acostumbradas a que se les llamara por su nombre norteamericano. Mientras que Key, luego de observar el interesante perfil de Jonghyun por unos minutos, notó que éste, a diferencia del cigarro que llevaba en su boca la mañana anterior, ésta vez chupaba una paleta; un caramelo que al parecer, le reducía la ansiedad por la falta de su vicio. De modo que, curioso por éste detalle, Kibum tomó la excusa perfecta para ser el primero en hablarle.
    —No trajiste el cigarro hoy —le comentó.
Jonghyun le dirigió la mirada por un breve instante, y contestó sin muchas ganas.
    —Bueno, me lo confiscaron.
    —No creí que obedecerías —le dijo, y ante esto, Jonghyun simplemente se encogió de hombros, unos segundos antes de que Key se decidiera, animosa y amablemente, a presentarse—. Mi nombre es Kim Kibum, puedes decirme Key.
    —Jong —respondió, al tiempo que los dos estrechaban sus manos.
Posteriormente, se soltaron. Y cada uno volteó para un lado distinto. Guardaron silencio, un silencio incómodo para Kibum, y pudieron escuchar claramente cómo las hermanas Jung elogiaban el rostro y el cabello de Taeyeon. Key soltó una risita irónica por esto, y Jonghyun, aún en su posición de indiferencia, le hizo una pregunta a Kibum basándose en la amistad que éste parecía tener con aquella muchacha—. ¿Es tu novia?
    —Oh, no… —se apresuró en aclarar—. Es como mi hermana.
    —Genial, también tengo una hermana —compartió Jong, sonriendo de una manera extraña, mientras deslizaba sus brazos por ambos lados de la silla, y alzaba una pierna por encima de la otra.
A Key esto le pareció un rasgo más de su indiferencia, y relleno de coraje, debido a que, está bien, él podía tener un problema de tipo obsesivo compulsivo, pero eso no cambiaba el hecho de que nadie podía ignorar a Kim Kibum sin recibir un golpe mental. Así que éste se las ideó sin mucho esfuerzo para hablarle con menos cortesía.
    —Sabes que si reemplazas el cigarro por un dulce, finalmente estás haciendo lo mismo que hacías con el cigarro, ¿cierto? Adicción~ —añadió esto último en tono cantado. Jonghyun le respondió de inmediato.
    —Pero es más saludable, ¿no crees?
¿Qué importaba la lógica de su respuesta? Key atacó una vez más, con frialdad:
    —Te saldrán caries.
Parecía que Jong estaba sorprendido. La actitud de Key había cambiado casi en un 100%. De parecer un niño molesto y hablador, ahora lo estaba martillando con el tono de su voz. Jonghyun no pudo evitar sonreír, y contestarle otra vez, pero al igual que él, empleando una actitud diferente.
    —Deséame algo de suerte, Kibum… —le dijo con cierta gracia.
Key le dirigió la mirada, sin darse cuenta de la mueca de hielo que estaba haciendo en su rostro para intimidar a Jonghyun. Y sin saber cómo ni por qué, los dos empezaron a reír tímidamente, antes de quedarse de nuevo en silencio. Era curioso, Jong no se había percatado antes de la forma del rostro de ése chico, ni de lo atractivo de sus ojos. A decir verdad, ni siquiera se había molestado en mirarlo. Pero después del modo en que éste le habló, ¿cómo podría ignorar una cara como esa? Lo observó fijamente y notó cierta singularidad en él, sobre todo en su cabello de flequillo rosado. Se le quedó mirando muy de cerca y de pronto, empezó a hundir sus dedos en las hebras de ése pelo, y a acariciarlo con curiosidad, mientras decía: —Me gusta tu cabello. Es interesante.
Kibum se exaltó un poco por el repentino tacto de Jonghyun en su cabeza, pero supo ocultarlo bastante bien cuando volvió a mirarlo, y con una enorme seguridad, le dijo:
    —Bueno, odio admitirlo, pero yo soy interesante.
Jong detuvo su acción, pero permaneció con los ojos fijos en ése extraño altanero. Sonrió ampliamente, al igual que él, y aventuró buscando su reflejo a través de ésos ojos felinos. Al parecer el gusto ya era mutuo.

    —Ya he regresado —irrumpió de repente la voz del instructor Minho—. Tomen todos —agregó mientras empezaba a repartirles unas hojas blancas, y un lápiz, a cada uno de ellos—. Y hagan las sillas a un lado, dibujarán en el suelo.
Para entonces, no les dio más explicación que la de dibujar un paisaje de su elección, y decorarlo como quisieran, durante una hora.  Tiempo suficiente para esmerarse en la imagen, y hacerle detalles difíciles de descifrar para otras personas. A Key esto no le pareció ningún reto, y Jonghyun, que dibujaba a un costado suyo, no pudo evitar mirar hacia el dibujo de su compañero, cuando su cerebro ya se había quedado sin ideas. Notó un enorme castillo repleto de pequeños objetos alrededor, era increíblemente apantallante.
    —Wow, todo es tan simétrico… ¡Dibujas genial!
    — ¿Tú crees? —preguntó Key.
Jonghyun asintió aceleradamente con la cabeza.
    —Eres todo un máster —le dijo, y luego apuntó hacia una esquina del dibujo—. ¿Pero qué es eso?
    — ¡No me halagues si no sabes qué es! —lo regañó Kibum, y entonces los dos rieron.
    Tales risas llamaron la atención de las mujeres. Las tres estaban sorprendidas de la repentina amistad entre esos dos hombres tan diferentes, pero Taeyeon… Taeyeon tenía una manera distinta a la de ellas para sorprenderse. Conocía a Key como a la palma de su mano, pero aún así siempre le asombraba su capacidad para conquistar a cualquier hombre que tuviera en gana. Pensó que con Jonghyun no lo conseguiría, más sin embargo, en aquél instante se estaba dando cuenta de que había estado equivocada.
    Justo estaba pensando en ello, cuando de pronto escuchó la voz de Krystal hablándole desde su costado.
    — ¿Te pondrás con Kibum? —le preguntó, interrumpiendo la realización de su dibujo, y en referencia a la actividad de la que Minho les habló al principio, en la que tendrían que colocarse en parejas.
    —Sí, creo que es lo más seguro —respondió.
    —Entonces yo me pondré con Jessica —exclamó con tranquilidad, volviéndose hacia su propio dibujo.
Jessica, la hermana de cabello rubio que se encontraba también junto a Taeyeon y Krystal, le dirigió una mirada fugaz a Kibum, y siendo más expresiva que su hermana menor, le preguntó directamente a Taeyeon:
    — ¿Es tu novio?
    — ¿Qué? —exclamó Tae, extrañada porque jamás le habían hecho ésa pregunta—. No, para nada —se rió—. Es como una madre para mí.
Las otras dos chicas también se rieron por esa respuesta, mientras que Kibum, enzarzado en su nueva relación con Jonghyun, ni siquiera prestó atención a lo que ellas estaban platicando a escasos metros. Estaba concentrado en su dibujo y en Jong, cuando de pronto, le oyó decir a éste de la nada:
    —Serás mi pareja.
    — ¿Cómo? —preguntó, repentinamente nervioso y ruborizado.
    —En el ejercicio —aclaró Jonghyun—. Nos pondremos juntos tú y yo, ¿qué te parece?
    —Oh… Claro —sonrió—. Me parece perfecto.

Cuando la hora transcurrió, Minho les indicó que ya era momento de que se colocaran en parejas, y fue entonces cuando Taeyeon se dio cuenta del engaño de Key…
    —Lo siento, Tae, no lo sabía.
    —Pero… yo supuse que… veníamos tú y yo desde el principio y… —suspiró, triste y rendida—. Supongo que un chico vale más que tu mejor amiga.
    —No dramatices.
De pronto Jonghyun se acercó a ambos, y se dirigió a Taeyeon con mucha amabilidad.
    —Lamento habértelo quitado, Tae-sshi —le dijo, sorprendiéndola por su interrupción—. Si te incomoda, yo me quedo solo, no te preocupes…
    —Ah no, está bien —contestó, no le quedaba más remedio que hacer eso. Luego tomó a Key del cuello, apartándolo de Jonghyun, y le susurró muy de cerca—. Solamente porque sé que te gusta mucho —entonces lo soltó, y comenzó a alejarse, diciéndole lo siguiente con el movimiento de sus labios: —Oppa, maldito.
Key, en cambió, le contestó algo muy distinto:
    —Te quiero, Tae~  —Perdido en su mundo de felicidad, se acercó de nuevo a Jonghyun, y Tae se dirigió a las sillas donde se encontraba antes, sentándose en el extremo izquierdo, completamente sola y abandonada.

Una vez colocados en dos pares, y sentados juntos sobre el suelo, Minho les explicó para qué era necesario realizar el dibujo, y centrarse demasiado en sus detalles. Les dijo que esperaba que no lo hubiesen mostrado a quien sería su pareja, porque iban a necesitarlo para el ejercicio de práctica, de modo que hipnotizarían a su compañero, y éste les hipnotizaría después a la inversa, para que el otro pudiera recordar los detalles del dibujo ajeno con mayor claridad que si estuviesen fuera del estado hipnótico.
Mientras les daba las indicaciones y las instrucciones más necesarias, Taeyeon miraba a su alrededor, notando cómo trabajaban los grupos de seis personas, en tres perfectos pares, cuando de repente, escuchó la voz del guía Minho muy cerca de ella.
    —Te quedaste sola —le dijo, sentándose en la silla que se hallaba su costado—. No te preocupes, era de esperar. Siendo un grupo de cinco, alguien iba a salir sobrando.
“Gracias, capitán obvio” pensó para sus adentros, como algo que seguro su amigo Key habría dicho en caso de haberle escuchado, pero esos pensamientos apáticos se disolvieron al oírle decir lo siguiente: —Pero yo haré el ejercicio contigo, ¿te parece?
    —Oh… sí —De pronto sus mejillas se ruborizaron. Luego de sentirse traicionada por Key, por un instante había olvidado la sensación de nerviosismo que le provocaba Choi Minho.
Éste le indicó que se sentara sobre el suelo del gimnasio, y acto seguido, él hizo lo mismo, colocándose frente a ella, y preguntándole con calma, justo después:
    — ¿Recuerdas lo que hablamos ayer?
    —Parcialmente.
    —Estabas distraída, lo noté —Tae se avergonzó al escuchar eso, pero Minho volvió a sonreírle, para tranquilizarla—. No te preocupes. En vista de que no podemos utilizar tu dibujo, yo ya tengo uno para casos como este —Dicho esto, Minho metió su mano al bolsillo de su chaqueta negra, y tomó una tarjeta muy pequeña, y con ella, sacó también al mismo reloj que se le había caído una hora antes—. Vamos a trabajar con él, míralo bien —Le entregó la tarjeta, y Taeyeon observó el paisaje que había en ella. También era un dibujo, tan bien hecho, que en realidad parecía realizado por un artista profesional. ¿Pero qué había en él?, no había más que nieve, en el suelo y cayendo de las nubes, también pinos, de distintos tamaños, y una casa al fondo, ligada a otros detalles, que Minho no le permitió ver por mucho tiempo, pues le retiró la tarjeta después de unos segundos—. Yo voy a hipnotizarte primero, y después lo harás tú con alguno de tus compañeros que ya se desocupe.
Finalizadas estas palabras, Minho colocó el dibujo boca abajo, sobre el suelo, y se llevó nuevamente el reloj al bolsillo de su pecho. Interesada en tal objeto, Tae, pese a su vergüenza, no dejó pasar la oportunidad de preguntarle acerca de él.  
    — ¿Para qué es ése reloj? Noté que ya no marca la hora.
    —Fue un regalo —respondió afablemente—, pero tiene años que ya no funciona. En veces lo utilizo para la hipnosis, en personas de difícil sugestión.
    —No lo usó en mí.
    —Es que en ti fue sencillo —sonrió, por enésima vez le sonrió de manera encantadora. Tae descendió la mirada, ¿a caso lo hacía a propósito?—. Tranquila, conforme aprendas los trucos, será cada vez más difícil que cualquiera te hipnotice. Ahora, vas a cerrar los ojos igual que ayer… —Diciendo esto, Minho alzó nuevamente su mano izquierda para cubrirle los ojos con sus dedos, igual que el día anterior. Pero cuando los descendió, esperando que los párpados de la chica estuviesen cerrados, notó que no era así, pues ella los tenía abiertos, cosa que le causó cierta extrañeza—. ¿Qué ocurre?
    — ¿Puede utilizar el reloj? —preguntó ella—. Tengo curiosidad.
Pero más curioso acabó Minho por tal petición. Miró a la chica unos breves segundos, y después accedió.
    —Es la primera vez que alguien me lo pide, pero claro que sí —Así que tomando su reloj, reveló una cuerdita del mismo, una cadenita dorada que sacó de un pequeño compartimiento que el pequeño reloj tenía al costado de un botón—. Respira profundo —le indicó a la chica. Luego acomodó el reloj, sosteniéndolo desde el extremo de la cadenita, y comenzó a balancearlo frente a los ojos de Taeyeon, de izquierda a derecha—. Concéntrate en el minutero. En el minutero y en el segundero, e incluso en la manecilla que marca las horas. ¿Sabes cómo se llama?, yo tampoco lo sé… Pero mientras más te concentres, vas a ir notando que tus párpados se tornan más y más pesados. Más y más pesados… Y se irán cerrando —De izquierda a derecha, el balanceo continuaba, y Tae seguía con sus ojos, sin poder evitarlo, al trayecto de ésa pieza dorada—. Tan pronto como notes un movimiento, por más ligero que sea en alguna de las manecillas, tus ojos se habrán cerrado por completo, y habrás quedado plácidamente dormida. Un movimiento… el más ligero que sea, y descansarás como un bebé.
    El vaivén continuó por unos segundos más. Y acatando las palabras de Minho, Tae esperó notar un movimiento pequeño, aunque fuera apenas perceptible, en el minutero o en el segundero, o inclusive en esa otra manecilla que ni Minho ni ella conocían el nombre, pero que ella imaginaba que se conocía como “horario”. Sin embargo, lo que logró visualizar fue extremadamente notable y sorpresivo. Las tres manecillas del reloj se movieron con locura, y ella pudo jurar que dieron más de diez vueltas completas, en una milésima de segundo. Pudo ver tal movimiento presuroso, justo antes de oír parcialmente cómo la voz de Minho contaba de uno a cinco… Y al llegar al cinco, se durmió.

“¿Qué es esto? Me falla la vista, por un momento todo se aprecia borroso, blanco y difuso. Sólo veo nieve… Nieve por todos lados. ¿Dónde estoy? A mí alrededor no hay más que rocas oscuras, y algunos pinos cubiertos de aquellos copos que caen de la ligera precipitación del cielo. No es una tormenta, sólo cae la nieve, con gentileza. La humedad me da sobre las mejillas. Hace mucho, pero mucho frío, más yo estoy acostumbrada… ¿O acostumbrado? Es igual que en mi sueño, no me siento como una mujer. Soy un hombre, un muchacho. Mis botas negras dan sobre el suelo blando, piso la nieve y veo lo que hay tras de mí. A lo lejos hay una cabaña, es la casa de ése dibujo, al final del sendero rodeado de cedros. Me sigo alejando a través de la nieve, y de pronto me detengo. Allí al frente hay una laguna congelada. Sé que es peligroso, podría caerme, así que pienso con prudencia y me mantengo alejado. Recuerdo lo que me ha dicho cierta persona acerca de ello, y suspiro mientras recuerdo su voz, y al final del suspiro sonrío. Siento el calor de ése alguien junto a mi oído derecho. Me ha abrazado por detrás, y sin aviso, me está dando un beso en el cuello. Yo cierro los párpados. Él sonríe porque me estremezco, pero ¿cómo puedo decirlo? Simplemente no puedo evitarlo. Estoy enamorado de él”.

Los párpados de Taeyeon demoraron un poco más en abrirse que la vez anterior. Le costó despegarlos. Pero cuando finalmente lo hizo y despertó, lo primero que pudo contemplar fue al rostro del instructor Minho, tan cerca como antes de haber entrado en el trance. La diferencia radicaba en el modo en que éste hombre estaba mirándola. Aquella vez, la miraba muy concentrado en su tarea, pero ahora, la miraba de una manera muy rara, con una curiosidad tremenda, un desconcierto que se reflejaba enormemente a través de la expresión de su cara, y unos ojos apasionados y brillantes, como si estuviesen lubricados con lágrimas. Taeyeon se espantó un poco cuando le vio alzar de repente el brazo, ¿qué iba a hacerle? Pero su corazón se apaciguó en el preciso instante en que empezó a sentir cómo ése hombre le acariciaba el cabello, y analizaba su rostro, con mucha delicadeza. Minho paseó sus dedos por el cabello de Taeyeon, y le acarició una mejilla, justo antes de retirar su mano, aumentar un poco la distancia entre sus caras, y comenzar a hablar otra vez.
    — ¿Cómo me dijiste ayer que te llamabas? Tu nombre completo.
Su voz parecía algo quebrada, pero aún así Tae le respondió sin alterarse.
    —Lee Taeyeon.
Sin explicación, Minho agachó la mirada, y comenzó a emitir un sonido extraño. Parecía que se reía con mucha ligereza.
    —También Lee, ¿eh? —le dijo, luego alzó el rostro otra vez—. ¿Estás segura?
    —Emm… ¿Sí…? —respondió ella, aún sin entender qué demonios pasaba.
Miró con curiosidad a su alrededor, y se percató de que Kibum y sus demás compañeros seguían a unos metros de distancia, trabajando en sus propios ejercicios, y que nadie los estaba mirando esta vez, no como la vez anterior. Pero Minho continuaba riendo de ésa manera tan inexplicable.
    —Me encanta que los coreanos tengamos tan poca variedad de apellidos —comentó. Después se tranquilizó, y volviendo a su actitud natural, le hizo a Tae otra pregunta—. ¿Recuerdas lo que acabas de decirme?
    — ¿Le hablé sobre el paisaje? —cuestionó ella.
    —No, lo que me dijiste después de eso.
    —No recuerdo nada más que el paisaje, el paisaje de su dibujo.
Minho sonrió, y susurró un apenas audible “Claro”, casi burlándose de sí mismo, antes de añadir:
    —Si te dijera las palabras que me dijiste durante el trance, ¿me creerías?
Tae seguía confundida, pero contestó con normalidad.
    —Usted es un profesional, yo supongo que sí.
Minho bajó la mirada, y sonrió con ironía.
    —Pero esto está fuera de mi ética profesional… —suspiró, como de cansancio o resignación, y se incorporó del suelo, ofreciéndole su mano a la joven, para ayudarla a levantarse. Ella tomó aquella mano, y al estar de pie, frente a él, le escuchó decir claramente, cuando apenas había soltado sus dedos: —Taeyeon, me has dicho que estás enamorada de mí.
    — ¿Qué? —Su reacción estuvo retardada, y le dejó fuera de juego. No supo qué contestar a eso, simplemente sintió la manera en la que su corazón se aceleró, como si fuese a sufrir de un ataque, y los colores se le subieron al rostro, dejándola roja como un tomate.
¿Es que a caso ése hombre estaba jugando con ella? ¿Se había dado cuenta desde el día anterior de las miradas que ella le había dedicado sin querer? Durante el trance, ¿Minho habría escuchado el latido anormal de su corazón? ¿O es que simplemente era un viejo pederasta? Como fuera, si algo había aprendido de Key es que no iba a dejar que un hombre jugara con sus sentimientos—. ¿Es por eso que usted toma a los grupos de cinco personas? —le cuestionó, furiosa—. ¿¡Para acosar a la chica que se quede sola!?
    —Sí, bueno… también puedes pensar eso —contestó Minho. Desde ahí supo que las cosas no irían bien.
    — ¡No le creo! —replicó ella—. ¿Por qué yo le diría algo así? Ni siquiera lo conozco.
    —Pero yo te conozco a ti.
    — ¿Sí? Bueno, sabe lo mismo que yo sé sobre usted: ¡NADA!
Reiterado esto, y con una muchacha iracunda que se acercó apresuradamente a tomar su bolso de la silla, para largarse de ahí, Key, quien era el que estaba tratando de hipnotizar a Jonghyun, se percató de que algo raro había ocurrido entre su amiga y el instructor.
    —Taemin, espera… —Minho trató de detenerla—. Quiero decir… ¡Ah! Carajo —pero su intento le dejó aún más inmovilizado, como un idiota.
    —Taeyeon, ¿¡a dónde vas!? —gritó Key, incorporándose del suelo y comenzando a correr tras de su amiga.
Logró detenerla nada más llegar a la puerta de entrada, pero ella se giró hacia él, y le mostró lo ruborizada y enfurecida que se encontraba, al decirle lo siguiente sin ningún reparo:
    —Tal vez tú hallaste esto divertido, ¡pero yo ya no regreso! No volveré aquí, ni volveré a molestarme en ser amable con los viejos verdes.
    — ¿Qué? —Key abrió los ojos en demasía—. Eres una exagerada… —Y ante esto último, su amiga se dio la vuelta, y salió por la entrada del gimnasio a toda prisa. Key sostuvo la puerta antes de que ésta se cerrara, y alzó la voz para asegurarse de que su amiga escuchara lo último que le iba a decir: —Tae, ¡te recuerdo que tú eras la que quería que viniéramos! —Sin embargo, ya era demasiado tarde, Taeyeon se había perdido entre los pasillos, corriendo aceleradamente. Así que, confuso, Key dejó que la puerta se cerrara de nuevo, y se preguntó a sí mismo en un susurro—. ¿Pero qué le pasa a ésta chica?
Luego tuvo el tiempo suficiente para mirar en la dirección donde se hallaba su grupo, y encontrar no solamente el rostro de Jonghyun desorientado, sino también al instructor Minho, hombre que antes le parecía de piedra, con una expresión angustiada en el rostro, y caminando en círculos. Las sospechas de Kibum aumentaron. ¿Qué demonios le había hecho ése viejo a su amiga, que fuera tan malo para hacerla huir así? Pero además, ¿por qué Minho tenía esa expresión en la cara? Key estaba tremendamente confundido.

Corrió escaleras abajo, con el corazón rebotando y la furia presente, cuando de pronto, al dar vuelta para tomar la siguiente escalera, tropezó con el cuerpo de otra persona, cosa que la hizo perder un poco el equilibrio, por el impacto.
    —Disculpa —le dijo. Era un hombre.
Sin embargo, cuando Taeyeon alzó la mirada para decirle que no habría problema, se desconcertó y se espantó: Aquél hombre era tremendamente parecido a Choi Minho, salvo por su altura, que era un tanto menor. Y al notar en ella esa expresión de revoltura mental, se le quedó mirando a la cara por unos segundos, y después le preguntó: — ¿Nos conocemos?
    —Nn… No lo creo —contestó ella, justo antes de echar a correr otra vez.
Estaba asustada. ¿Pero qué diablos le pasaba a todo el mundo? Su confusión era cosa de la hipnosis, ¿cierto? ¿¡O por qué diantres estaba viendo a Minho en todos lados!?

Mañana temprano. Eran las 6:50 a.m. Taeyeon despertó definitivamente luego de otro sueño extraño, y al compás del sonido de su escandalosa alarma, se incorporó sobre la cama aún con sus párpados pegados por encima de los ojos. Tuvo que frotarse la cara con las palmas para poder ser capaz de mirar a su alrededor con claridad. Y descalza todavía, se levantó y se dirigió a la habitación de baño, para asear su cuerpo. Luego salió, y realizando todo de un modo bastante mecánico, fue hacia su guardarropa, se colocó lo primero que encontró, y antes de tomar su monedero en forma de rana para salir de la habitación, se topó con el espejo contenido junto a su tocador, y recordó que debía cepillarse el cabello y colocarse algunas cremas y adornos sobre la cara. Casi se abofeteaba a sí misma, ¿cómo podía olvidarlo? Aunque como fuera, no era una cosa que le importara mucho, y realmente jamás fue así. Se quedó de pie junto al espejo, y al tiempo que alisaba ésas hebras oscuras, también observaba con viva atención a su rostro. A sus ojos, a sus labios, a sus cejas… A todo de él. Y notaba la manera en que el color de su piel resaltaba por encima de su pelo castaño, castaño como el de ése muchacho, el delgado muchacho que la representó a ella misma durante su sueño anterior. Se dio cuenta de que eran tan parecidos.
   Y entonces recordó ése nombre…
                                                     
Pues aquello aún sonaba claramente dentro de su cabeza. Así era como había sido llamada justo antes de salir a toda prisa del establecimiento, fue lo último que pudo escuchar saliendo de los labios de Choi Minho. ¿Pero por qué él la habría llamado así? Ése era un nombre de varón, no de chica, así que decir que “probablemente se había olvidado de su nombre real y por eso lo reemplazó con otro” no era una verdadera justificación. Había algo más, pero Taeyeon no lo entendía. Seguía confundida, e inclusive, ésa misma mañana, tenía la impresión de que aquél incidente del día anterior no había sido más que otro sueño raro, por la sensación de irrealidad que experimentaba en ése preciso momento.

Aún así, tomó la decisión de salir a la calle. Una fuerza increíble la empujaba a realizar su día como si aquello no hubiera pasado, y eso significaba que tendría que pasar por Key primero que todo, y esperarlo durante los largos minutos que requeriría su arreglo personal. Con esto en mente, Tae cerró la puerta principal de su casa tras su espalda, y al empezar a caminar hacia el costado izquierdo, con toda la esperanza de ver desolado al jardín de la casa Kim, se quedó estática cuando vio a cierta persona esperando pacientemente sobre la acera de la calle, justo frente a la casa de su vecino. Inmediatamente éste joven la ubicó a ella por el sonido de su puerta, y le habló sin ningún reparo.
    — ¿Taeyeon-sshi?
    —Jonghyun —exclamó ella, sorprendida—. Perdón, yo…
    —No te preocupes —se adelantó—, puedes llamarme sólo “Jonghyun”.
    —Sí, pero, ¿qué… qué estás haciendo aquí en la casa de…? —cuestionó con algo de nerviosismo, mientras se acercaba para quedar frente a la puerta de Key. Jonghyun respondió a su pregunta con mucho entusiasmo.
    —Ah, es que resulta que ayer, al salir del curso, lo acompañé de vuelta. Le pedí su número de teléfono y pensé en pasar por él —Dicho esto, le mostró a Tae el celular que sostenía con su mano dentro del bolsillo de su sudadera, y volviendo a guardarlo, añadió: —Acabo de avisarle que estoy afuera.
    —“¿Acabas de?” —repitió ella, consternada—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
    —Un par de minutos —contestó Jong.
Luego de ello, y de que Taeyeon se quedase en silencio ante la extrañeza, el joven metió la mano al bolsillo de su pantalón, y sacó una pequeña envoltura blanca, con un icono en el centro de dinosaurio de caricatura de color verde, y lo abrió sin dificultades, revelando una paleta circular de color naranja, que se llevó a la boca presurosamente, justo antes de dirigirle la mirada a Taeyeon de nuevo, y de preguntarle: — ¿Son vecinos?
Tae asintió con la cabeza, precisamente unos segundos antes de que sonara el rechinar de la puerta de entrada de la casa Kim, y saliera un Key tan arreglado como todos los días, exclamando con determinación mientras se colocaba una cinta celeste sobre las sienes:
    —Ya estoy listo —Taeyeon estaba asombrada por lo rápido de su salida, así que no pudo decirle nada hasta que Kibum alzó la mirada y la encontró a ella junto a la persona que lo estaba esperando—. ¿Taeyeon? —le dijo—. ¡Buenos días, mujer! Creí que ya no regresarías a “Hypnosis Conquest”.
    — ¿Y quién dice que iré? —contestó ella impetuosamente. Jonghyun y Key la miraron con algo de sobresalto, así que, dándose cuenta de esto, la chica suspiró para calmarse a sí misma, y agregó enseguida: —Bueno, tal vez sólo los días que quedan. Siempre siento que debo terminar lo que empiezo, así que esa cosa no será la excepción.
    —Eso es bueno —susurró Kibum, sintiendo que no podría contestarle algo diferente, y posteriormente, se dirigió hacia Jonghyun por primera vez en ése día—. Gracias por esperarme, Jonghyun —le dijo alegremente. En respuesta, Jong le sonrió con dulzura.
    —Entonces, ¿nos vamos? —les dijo tanto a Key como a Tae, y justo después comenzó a caminar por delante de ellos.
No tardó mucho en comenzar a hablar consigo mismo, observando todos los detalles que había a su alrededor y comentando sobre ellos con gracia; dándoles así, a Key y a Tae, el tiempo suficiente para hablar entre ellos de manera privada. Kibum se dio cuenta de eso, e inmediatamente le murmuró a su amiga, con emoción:
    — ¿No es lindo? Realmente obedeció el consejo del instructor, por eso chupa esas paletas —Tae lo escuchó atentamente, eso tenía sentido, pero no contestó nada porque no estaba de humor. Se limitó a seguir oyéndolo—. Yo jamás lo admitiría delante de él, pero me siento tan afortunado de conocerlo. Estudia la universidad, y lo mejor es que se especializa en el área que me hizo reprobar.
    — ¿Matemáticas? —preguntó Taeyeon, alzando una ceja.
    —Quizá no tiene cara de matemático, ¡pero sí! —exclamó, con tal emoción como si se hubiera ganado la lotería—. Si se lo pido del modo correcto, tal vez pueda ayudarme. Tiene 20 años…
    —“¡Qué anciano!” —tuvo que interrumpir ella, con ironía.
    —No seas vengativa, Tae.
    — ¡En verdad! —insistió—. ¿Tiene 20 y tú 18? ¡Dios! No deberías enrollarte con alguien sí.
    —Sigues molesta, ¿verdad?
    — ¡Ni siquiera me has preguntado qué demonios pasó ayer!
Ante estas palabras, Key descendió el rostro, avergonzado por la cierta acusación de su amiga.
    —Tienes razón. Lo siento por eso… —se disculpó.
    —No importa —contestó Tae, y aún furiosa, aprovechó que Jonghyun no los escuchaba para decir lo siguiente: —De todos modos es tu culpa, porque me cambiaste en la dinámica por ése dinosaurio interesante, y entonces yo me vi forzada a trabajar con Choi Minho.
    —Uhh~ ya hasta le llamas por su nombre —comentó Key de manera burlona, antes de reaccionar de verdad—. Espera, ¿ahora es mi culpa? En verdad no te sientes bien por mí, ¿cierto?
    — ¡Lo peor es que sí! Me siento bien por ti —respondió Taeyeon. Key sonrió automáticamente—. Jonghyun ha logrado en un día lo que yo no he logrado en años —Y con esto, se refería al hecho de hacer salir a Kim Kibum de su casa en menos de cinco minutos, porque su demora no era precisamente a causa del glamour, sino por los malditos rituales simétricos y de comprobación de las cerraduras que hacía todos los días antes de salir de ahí. Irónicamente, Key se rió al escuchar aquello—. Pero más te vale que lo tuyo con él vaya enserio.
    — ¿Qué estás insinuando? —detuvo las risas al preguntar esto.
    Tae contestó rápidamente, aún en su posición amenazadora:
    —Que más te vale que sea la mejor relación de tu vida, porque si no es así, ¡te juro que buscaré al viejo que bailó contigo hace días, para que te acose hasta que revientes!
Sorprendido y asustado, Key iba a contestar con algo que todavía ni le venía a la mente, cuando de pronto, escuchó la voz de Jong interrumpiendo al frente de ambos.
    — ¿Viejo? —preguntó, girándose hacia ellos y caminando de espaldas—. ¿Bailar, en dónde?
Parecía interesado, y dado que no esperaban su participación en la plática, Key y Tae se quedaron con los ojos en blanco.
    —En, emn… —Kibum trató de contestar.
Pero por suerte, para él, Taeyeon salió a la defensiva bastante pronto.
    —Jonghyun, ¿te gusta el sushi? —preguntó de repente.
    — ¡Claro! —A Jong le brillaron los ojos.
    —Conozco un restaurante de sushi en el centro. ¿Qué tal si desayunamos ahí antes de pasar al curso? —propuso, y Jonghyun asintió inmediatamente con la cabeza.
    — ¡Me agrada esta chica, Kibum! —dijo justo antes de volver a llevarse la paleta a la boca, y de retomar el ritmo de su caminata.
    —Sí… A mí también me agrada —respondió Key en un susurro, casi diciendo esto para Tae, pues se hallaba completamente aliviado por la distracción le había inventado ella.
Sólo pudo mirarla y agradecerle por lo bajo mientras caminaban detrás de Jonghyun, pues Key debía admitir que, aún cuando Taeyeon se hallara enojada con él, seguía siendo su amiga y su confidente número uno. Y él sería lo mismo para ella, en caso de que ocurriera lo contrario.

Al llegar, milagrosamente temprano, al edificio donde se suscitaba el curso, Taeyeon cruzó la puerta de la habitación seguida de Jonghyun y de Key, y al estar adentro, ubicó prontamente al instructor Minho, a lo lejos, en el área donde los días anteriores se había colocado el grupo de cinco que él manejaba.
Viéndolo inmediatamente, la chica no pudo evitar palidecer.
    —Ahí está —exclamó, repentinamente tensa y colocándose detrás de Key.
    — ¿Sí…? —contestó éste con lentitud, extrañado.
Jong, por otro lado, notó que hacían falta un par de sillas para que se sentaran finalmente los cinco, y decidió avanzar para conseguir algunas, avisándole a aquellos dos con franqueza:
    —Me adelantaré.
    —Ok —contestó Kibum, y entonces Jong salió corriendo.
Key había empezado a avanzar también, entre la gente del curso, pero al notar que Tae, tras de él, aún no se movía, le dirigió la mirada y le dijo: —Nena, tú sabías que aquí estaría —Obviamente se refería a Minho, pero al no hallar respuesta en las expresiones de Tae, Key tuvo que retroceder y tomarla por el brazo—. De acuerdo, ahora mismo vas a decirme qué es lo que sucedió. ¿Ése cabrón te dijo algo malo?, ¿fue descortés? Porque si fue así, no entiendo… Cuando saliste corriendo, él se veía preocupado.
    — ¿Preocupado? —repitió en un susurro, sin apartar sus ojos cuidadosamente del instructor Minho, quien, de pronto, y aún estando lo bastante lejos, giró la vista hacia ellos y la mantuvo allí. Si lo juzgaba por la expresión de su rostro en ese mismo momento, fácilmente podría deducir que la angustia por aquella situación continuaba ahí, pero Taeyeon no quería creerlo—. Yo tampoco entiendo —le dijo a Key—. ¿Y sabes qué? La verdad no me interesa, ya tengo planeada una solución.
    “¿Entonces por qué demonios luces tan nerviosa?” Fue lo que Kibum pensó cuando la vio alejarse de su lado, y caminar en dirección hacia donde se hallaban algunos de los instructores, reunidos alrededor de una mesita rectangular, en la que, tanto alumnos como maestros, podían tomar bocadillos, salvo que las primeras horas eran exclusivamente para ofrecerle café a los instructores. La mayoría de ellos estaba allí, en torno a la mesa, preparándose sus termos o sus vasitos con el agua calentita. Y Taeyeon, en medio de toda su desesperación, no dudó en acercarse, aún cuando interviniera, y decir:
    —Disculpen, quiero solicitar un cambio de instructor.
En cuando les dijo aquello, los presentes —gracias a Dios, Minho se hallaba muy lejos— se le quedaron mirando de manera extraña. Pero la instructora del pelo corto, después de unos segundos, se dispuso a contestarle.
    — ¿Cambio? —exclamó—. Perdona, ¿con quién estás?
    —Está con Minho-goon, Amber —respondió el instructor Jinki, luego se dirigió a Tae—. ¿Cierto?    
A  lo que ésta asintió y, justo después, otro de los instructores, de cabello medio-largo y oscuro, soltó una carcajada escandalosa.
    —Debimos suponerlo —susurró otro hombre de buen ver, uno que se hallaba a un costado del que se había reído.
Y por el tono irónico en que lo había dicho, parecía ser que la petición de la joven también le había causado gracia. Ella simplemente trató de ignorar eso, y continuó con lo que decía.
    — Bueno, el punto es que quiero cambiarlo, ¿aún puedo? Me agrada Jinki-seonsaengnim, ¿no pueden ponerme en su grupo?
    —Lo siento —se disculpó Jinki—, pero…
    —No niña —interrumpió el instructor de la carcajada, tajante y de manera burlona aún—. Después de dos días de curso ya no es recomendable cambiar de maestro. Por eso hicimos la advertencia al principio.
    — ¿En verdad? —cuestionó Tae, tristemente.
El mismo hombre de ojos saltones asintió con la cabeza y agregó posteriormente:
    —Sea lo que sea que te moleste de él, tendrás que soportarlo si quieres quedarte.
Jinki asintió ante estas palabras, pero tratando de relajar a Tae, añadió con más optimismo:
    —Minho es duro, pero no es para tanto. Puedes hacerlo, jovencita.
    —Pero…
    —Sólo ten calma —le sonrió.
Entonces Tae no tuvo más excusas ni opciones. Inclinó el rostro, resignada, y se dirigió a su lugar en el grupo, mientras que uno de los instructores, al lado del más burlón, le gritó con inocencia después de tomarle un sorbo a su café:
    — ¡Suerte!
    Curiosamente, mientras Taeyeon se alejaba, Minho hacía el camino inverso, dirigiéndose hacia la mesa del café. Por supuesto, Tae se dio cuenta de ello y lo evitó cuánto pudo. Así que cuando Minho estuvo junto a los demás instructores y comenzó a servirse su propia bebida, el instructor Heechul lo miró de manera extraña, aún sonriendo por la burla, y le cuestionó:
    — ¿Qué hiciste esta vez? Ésa niña se quiere alejar de ti como si fueras un maniático acosador.
    — ¡No lo soy! —reprochó instantáneamente. Heechul se echó a reír de nuevo.
    —“No dije que lo fueras” —contestó con ironía, y justo después, se alejó en compañía de Joon, dejándole solamente con Jinki, alías “Onew”.
Éste hombre no le dijo nada hasta pasados dos segundos de mirarlo con suma atención. Entonces dejó escapar un divertido:
    —Creí que no te gustaban las chicas.
Minho detuvo el preparado de su café, y lo miró con asombro.
    — ¿Tú también crees que estoy acosándola?
Onew alzó una ceja, y simplemente respondió:
    —Conozco tu modo conquistador.
    —Bueno, yo… —intentó defenderse, pero contra ésas palabras, no había mucho que hacer—. Jinki, es que tú no entiendes.
    Onew sonrió.
    —Entiendo el corazón de las mujeres. Y esa chica te ha estado mirando detenidamente desde que iniciaron las clases —Debido a esto último, Minho volvió a mirar a su superior, con mayor sorpresa que antes—. ¿No lo notaste? —preguntó, Minho ni siquiera negó con la cabeza—. Pues así fue. Solamente que piensa en esto: no creo que quieras cambiar pañales, y ella debe ser menor de edad. Si insistes probablemente acabes en la cárcel, Minho-goon —Aprovechando lo atónito de su cara, Jinki le arrebató la cuchara que Minho había tomado para colocar el azúcar, y añadió aún con mucha gracia—. Mejor abstente de problemas como esos.
    —No estoy metiéndome en ningún problema —respondió Minho con severidad. Justo después, le quitó aquella cuchara a Onew, y se acercó a él impetuosa y repentinamente, apretó el cinturón de su pantalón con su mano libre, mientras le decía muy cerca de los labios: —Te lo repito: no me gustan las mujeres —Por supuesto, lo había hecho a propósito, y a Jinki no le quedó más que aumentar la distancia y reír por lo molesto que se veía su compañero y amigo. Continuó riendo mientras Minho se alejaba, y agregaba con más seguridad aún: —Menos una cría como ella —Luego se llevó el vaso de café a la boca, y no dijo más, se alejó de ahí a unos pasos agigantados que reflejaban su molestia.
Onew se quedó en el mismo lugar, aún con una sonrisita dibujada en la boca. Conocía a Choi Minho desde tiempo atrás, sabía que su preferencia sexual estaba orientada hacia los hombres —como la de Onew hacia las mujeres—, pero en esos momentos tenía sus dudas acerca de él… Lee Jinki manejaba muy bien las emociones y los pensamientos humanos debido a su profesión, mantenía 20 años de experiencia en psicología y 15 en hipnosis. Podía saber perfectamente cuando alguien le mentía debido a su expresión facial y/o la dirección de sus ojos, y en la última frase de su amigo, para él, estaba más que claro que Minho estaba mintiendo.

Después de toda una sesión de seis horas repleta de prácticas por separado, para ejecutar auto-hipnosis, y de que Taeyeon trabajase como podía, pese a su incomodidad, mientras Minho trataba de ignorarla por completo (sin mucho éxito, por cierto) la hora de salida del curso llegó, justo a las 4:00 p.m. Y la gente comenzó a desalojar la habitación-gimnasio.
    Aprovechando que los instructores se debían quedar al último, Taeyeon tomó a Key y a su nuevo amigo Jonghyun del brazo, y los obligó a ambos a bajar apresuradamente del edificio, para salir de ahí lo más pronto que se pudiera. No contó con que al estar abajo, justo frente a la salida de la construcción, empezaría a llover con demasiada fuerza.
    — ¡No! —negó, desesperanzada, y como si estuviera haciendo el berrinche de una niña pequeña.
    —La primera lluvia de verano —exclamó Kibum, en una emoción neutra.
    —Tranquila, Tae-sshi —dijo Jonghyun, malinterpretando los quejidos de la chica—. Cerca debe haber un lugar donde pueda conseguirte un paraguas. Sólo espera aquí, de mi cuenta corre que no te mojarás —Antes de que Tae pudiera reclamarle algo, Jong se dirigió a Kibum—. Key, aunque creo que tú caso será igual que el de Taeyeon, ¿me acompañas?
    — ¿Por qué lo crees así? —cuestionó éste—. Yo amo la lluvia.
    — ¿Qué? Key… —dijo Tae, descolocada, pero Kibum tampoco le dio tiempo para hablar.
    —Una chica linda como tú no debe empaparse con el agua —le dijo, justo antes de dejarle su bolso, y sonreír—. Estaremos aquí en un minuto.
    —Oigan, espe… —Tae trató de detenerlos, pero los dos comenzaron a alejarse entre sonrisitas cómplices. A ella no le quedó más remedio que cruzarse de brazos, murmurando para sí misma: —Aish, ¿quién te cree esa mentira, Kim Kibum?
Y es que era una total falsedad… Tae se había quejado en primera instancia porque el odio de Key a mojarse en la lluvia debido a que “perdería su encantador estilo” no iba a permitirle a ella salir con rapidez. ¿Pero qué demonios? Ahora las cosas habían cambiado completamente y al final Jong interpretó todo mal. No cabía duda que el amor le había pegado fuerte a Key, ¿pero quién iba a decir que de nuevo la iba abandonar? Parecía que ése día no le estaba saliendo nada bien a Tae.

    —Parece un poco alterada —comentó Jong mientras caminaba a un costado de Key, tranquilamente, porque ambos se desplazaban sin salirse de la acera, y por ende se refugiaban de la lluvia bajo las marquesinas de los negocios.
    —Ah, es a causa del instructor —respondió Key con indiferencia—. Tiene desde el primer día que éste le echó el ojo encima.
    — ¿Enserio? —Jong abrió grande los ojos—. Oops, entonces no debimos dejarla sola…
    —No, está bien.
    — ¿Cómo que está bien? —le cuestionó con sorpresa, Kibum sonrió.
    —Yo sé que a ella también le gusta.
    — ¿Gustarle? —Jonghyun rió—. Diablos Key, eso es muy raro; el hombre debe ganarle como con veinte años.
    —De hecho son más —Sin detener su caminata, Key también reía, cuando de pronto se calmó—. Pero es que no sé explicarlo… Te he dicho que es como mi hermana, ¿no? —miró a Jong, éste asintió—. Ha tenido pocos novios, pero con todos ellos yo he sentido que ella no debería estar allí, ¿me entiendes? Me pongo celoso y me molesto de que salga con ellos. Pero ése Choi Minho… Es el primer sujeto que no me causa esa sensación.
    —Eso es tierno —comentó Jonghyun, sonriendo con dulzura ante la expresión que manifestaba Kibum al hablar de Tae—. Pero confías mucho en tu intuición; podrías estar equivocado.
Justo después de decir esto, las marquesinas de los negocios se acabaron para dar inicio a otra cuadra, y el agua comenzó a dar sobre los cuerpos de ambos muchachos. Kibum se alteró inmediatamente.
    —Cállate y pon tus manos sobre mi cabeza —le dijo a Jong. Éste se rió, divertido, y haciendo caso de las órdenes de Key, le cubrió los cabellos rubios con sus dos palmas extendidas. Continuó riendo ante las quejas de su nuevo amigo durante el siguiente trozo en el que ambos tuvieron que caminar. Era divertido ver cómo se crispaba ante la lluvia, porque parecía un lindo gatito.

Taeyeon, por su parte, continuó esperando donde la habían dejado con los nervios manifestándose en sus rodillas locas. Caminaba prácticamente en círculos, observando la lluvia. Y cuando se detuvo, cansada de hacer lo mismo, escuchó una voz a unos metros de distancia.
    — ¿Estás perdida? —Se giró inmediatamente. Era Minho, preguntándole aquello con suma tranquilidad, mientras se dirigía hacia ella con su maletín agarrado en la mano izquierda, y recargado sobre su espalda.
    —Tú eres el que está perdido —respondió Tae, molesta.
    — ¿Ahora de repente comienzas a “tutearme?” —Minho la miró con asombro. Y deteniéndose justo a su costado, agregó con más seriedad—. Escucha, necesito aclarar lo que pasó ayer. Sé que estás confundida, y…
    —No estoy confundida —lo interrumpió—. Parece ser que el único que está confundido aquí eres tú, llamándome con el nombre de un muchacho. Puede que no sea muy femenina, pero soy mujer, ¿de acuerdo?
Ante estas palabras, Minho bajó la mirada mientras sonreía, murmurando de manera nostálgica:
    —Antes tratabas de convencerme de lo contrario.
    Taeyeon se extrañó muchísimo más, si podía.
    —Eres demasiado raro —le dijo, justo antes de intentar partir.
    —Tengo un auto —No obstante, Minho la detuvo por el brazo—. Tae… —Ella lo miró intensamente, hasta que éste suspiró y agregó con cansancio—. Déjame llevarte a tu casa.
    La respuesta inmediata que recibió por parte de ella fue el silencio.

Mientras tanto, Kibum y Jonghyun habían logrado llegar a la primera tienda de conveniencia que encontraron. Se adentraron por la puerta eléctrica, empapados, y recordaron que estaban ahí para conseguirle el utensilio desplegable a Taeyeon. Jonghyun desempacó una nueva paletita, y siguiendo a Key, quien temblaba de frío y se abrazaba a sí mismo, comenzó a andar a través de los pasillos, mirando hacia todos lados para encontrar el apartado de sombrillas. Mientras chupaba su caramelo, halló al extremo del tercer pasillo lo que estaban buscando, y aunque quiso apresurarse para tomarlo, pronto se dio cuenta de que Key no estaba yendo detrás de él. Se regresó por el mismo camino que había tomado, y rápidamente lo encontró en el departamento de bebidas envasadas. Se encontraba ordenando los pequeños jugos individuales de cartón. Parecía muy concentrado en ésa tarea, cambiando los productos de lugar con la mano derecha, mientras se mordía la uña del dedo índice de su mano izquierda. Curioso por tal escena, Jonghyun no tardó en situarse junto a él. Key sólo le dirigió una leve mirada, y continuó con lo que estaba haciendo, colocando los jugos de manera simétrica, y ordenándolos conforme su sabor y su fecha de caducidad. Jong continuó mirando aquello por unos segundos más, hasta que se cruzó de brazos, como queriendo recordar algo, y de pronto, tocado por la luz de ése recuerdo, exclamó efusivamente:
    — ¡TOC!
    — ¿Qué? —Key reaccionó con los ojos bien abiertos.
    — ¡Que tienes TOC, a mí no me engañas!
    — ¿Qué sabes tú sobre esas cosas? —respondió Key, nervioso.
Jonghyun se irguió con orgullo, y dijo:
    —Resulta que estás hablando con el hijo de un psiquiatra.
    —Gracias —No obstante, Kibum frunció el entrecejo—, ahora sabes que estoy loco.
    —Yo no he dicho eso —respondió Jong—. ¿Te ha sido diagnosticado?
    —Sólo una vez —le contó, mientras seguía ordenando los paquetes—. Pero dejé de ir al psicólogo que me lo diagnosticó, porque dijo que tendría que trasladar mi caso a un psiquiatra que me daría pastillas hasta morir de sobredosis, y no es tan grave como parece, por lo menos no en mí.
    —Lo sé, si no te viera hacer esto, diría que eres completamente “normal”, ante los ojos de la sociedad —Por lo irónica que sonó la palabra “normal”, Kibum fulminó con la mirada a Jonghyun, demostrándole su molestia, y apartó su propia mano de su boca, para dejar de morderse la uña.
Jong sonrió ante las que, para él, eran consideradas unas adorables reacciones—. ¡Pero hiciste bien! —lo animó—. No es necesaria la medicación, basta con hacer esto… —Y de pronto, metió su mano a la repisa de jugos, y tumbó con el antebrazo todos los envases que Key había ordenado—… y quedas completamente absuelto de toda culpa —Sonrió con cierto encanto, pero Key no reaccionó ante él porque estaba atónito.
    —Tú… —susurró, con la boca abierta por lo que Jong le había hecho a su precioso orden. No tardó ni dos segundos en tratar de colocar nuevamente los envases como estaban. Empezó por el extremo, con los jugos de fresa, tres a la izquierda, y luego con los jugos de manzana, tres a la derecha, no podían haber ni más ni menos, debían ser la misma cantidad en ambos lados. Pero tan pronto como trataba, Jong volvía a descolocarlos con su brazo, tumbándolos todos, sin excepción. Luego Key los volvía a levantar, pero acababa siendo el mismo resultado, cada vez más pronto que antes. Llegó un punto en el que Kibum no lo soportó más, y se quejó con mucha desesperación—. ¡Jonghyun! —le gritó, pero pronto quedó silenciado.
Tan rápido como dijo su nombre, Jong se inclinó repentinamente, y sin más, le besó la mejilla izquierda. Kibum se mantuvo mirando a un mismo punto, con el cerebro seco y las acciones en pausa, porque eso sin duda no se lo esperaba. Se giró hacia él después de unos segundos, con la cara enrojecida hasta las orejas, por primera vez en muchísimo tiempo.
    Jonghyun lo oservaba fijamente, y al tener esos ojos felinos puestos sobre los suyos, murmuró:
    — ¿Supongo que ahora debo besarte en la otra mejilla?
    —Idiota —le dijo Kibum, pues claramente Jong se estaba burlando de su necesidad de simetría. Y aún con el rostro sonrojado, le dio la espalda, abandonando la repisa de jugos, y empezando a caminar por el pasillo mientras se cruzaba de brazos, mordiéndose nuevamente la uña del dedo índice.
    Jonghyun no tardó en empezar a seguirlo, pero cuando lo alcanzó, no siguió sus pasos de una manera común, alzó los brazos por encima de los hombros de Key, y lo abrazó, murmurándole prácticamente en el oído lo siguiente:
    —Tengo un tío gay, de unos cuarenta y ocho… —Al sentir su aliento tan cerca del cuello y del oído, Kibum se estremeció y repentinamente se olvidó del hecho de morderse la uña. Bajó la mano y la dejó quieta mientras ambos caminaban de esa manera tan extraña—. En la última reunión familiar le oí decir que se había enamorado en un club de un chico de cabello de arcoíris, y que esperaba cualquier oportunidad para acercársele —se aproximó aún más a su oído para preguntarle—. ¿Alguna vez te pintaste el pelo así, Kibum?
    —La preparatoria no me dejó tenerlo por mucho tiempo —Aún con todo y su nerviosismo, Key le pudo responder con esto—. Fue el último estilo que tuve antes del actual —De pronto, algo hizo switch en su cerebro, y se apartó del agarre de Jonghyun para decirle frente a frente: —Espera, ¿eso quiere decir que tu tío fue el de hace unos días…?
Se refería al viejo que bailó con él, y Jong sonrió ampliamente al notar su reacción de asombro.
    —Mientras hablaban detrás de mí, escuché a Tae-sshi decir que si ésta relación no te funciona ella buscará a ése viejo para que te acose —“Vaya” pensó Key, no le impresionaba que Jong hubiese escuchado aquello, lo que le sorprendió fue lo que hizo a continuación, utilizarlo para sacar provecho—. Yo lo conozco personalmente, ¿sabes? Puedo llamarlo si es que esto fracasa…
    —Aún no hay un “esto” entre nosotros que pueda fracasar, así que no me amenaces —contestó con valentía, aunque realmente estaba en peligro de hacerlo a tan cercana distancia de ése vago.
    — ¿Tú crees? —contestó Jong con ironía.
Luego se sacó la paleta de la boca, e inmediatamente después sostuvo a Kibum de ambas mejillas, con sus manos, uniendo sus fríos labios en un beso robado. Cuando se separó ligeramente de él, le aseguró sonriendo: —No te preocupes, no es una amenaza en vano, también me aseguraré de que esto funcione.
Kibum lo miraba fijamente, algo mareado y con su cuerpo aún húmedo y friolento por el agua de la lluvia. Aún con lo repentino y presuroso que fue, el beso le había reprogramado toda la cabeza. Quiso decir algo que sonara audaz para defenderse de la seducción de ése hombre, pero sencillamente nada bueno se le ocurrió, lo único que atinó a hacer en señal de venganza fue arrebatar la paleta que Jong cargaba en la mano, arrojarla al suelo, y volver a aproximarse hasta su boca, para besarlo de la misma manera en que éste hizo, furioso y repentino, y mucho más duradero que la vez anterior. Saboreó sus labios en el medio del pasillo, tomándolo de la nuca y de los cabellos mientras Jonghyun acariciaba su espalda. Debía reconocerlo, nadie le había causado tantas emociones en tan poco tiempo, pero sobre todo, nadie había logrado alejarlo de sus pensamientos repetitivos de orden, tan característicos de su enfermedad, hasta que ése Kim Jonghyun se atrevió a besarlo en la mejilla. Por eso disfrutaba aún más sus besos en la boca, porque eran como una escapatoria, una dulce escapatoria sabor naranja… de cítrico naranja, como sus malditas paletas de envoltura de dinosaurio.

La mayor parte del trayecto en aquel deportivo negro Lee Taeyeon y Choi Minho la pasaron inmersos en un incómodo silencio, con la chica hablando solamente para indicarle las calles en las cuales conducir, y el hombre acatando sus palabras con monosílabos. Fue cuando se detuvieron en la acera contraria a la residencia de Tae, que Minho le avisó que ya era momento de que aclararan las cosas, y le aventó un largo rollo acerca de algo que Taeyeon entendió con mucha simpleza: Minho le dijo que el incidente del día pasado había ocurrido porque él ya la conocía a ella desde hacía mucho tiempo atrás, y que la llamaba, además, por ése nombre con el que intentó retenerla. También le aseguró que por medio de la hipnosis podía demostrarle ésta verdad, y que sólo bastaba con que ella le creyera y aceptarag sus instrucciones. Por supuesto, al final de toda ésta palabrería, Taeyeon no tardó en refutar con lo siguiente:
    —De acuerdo, te escuché sin interrumpir ni decir nada, ¡pero es que todo eso es mentira! —Para esto último, ella ya estaba riendo de nerviosismo, y de lo ilógica que le parecía la situación—. No puedes conocerme, jamás te he visto. Tuve la sensación de que te conocía, pero seguramente fue porque alguna vez me topé con alguien parecido a ti…
    —Si nunca me has visto —interrumpió Minho—, ¿entonces cómo puedo saber tantas cosas sobre ti? —Taeyeon alzó los hombros, con ironía, esperando por “esas cosas” que supuestamente ése hombre conocía acerca de ella. No se esperaba que de un momento a otro Choi Minho fuese a estar diciéndole lo siguiente, con la mayor seguridad que ella jamás había presenciado en su vida: —Te apuesto lo que quieras a que eres una distraída de lo peor, desastrosa y malísima para cocinar —Tae arrugó el rostro, enojada, aunque prontamente Minho arregló su percepción, diciéndole las cosas positivas—. Pero te gusta mucho bailar, y eres bastante talentosa en ello, eres inteligente y creativa; casi no sueles llorar, te atrae el comportamiento humano, los deportes extremos, y te gusta mucho la cultura de Suiza. Tu animal favorito es la rana.
    El silencio en Taeyeon fue expectante para Minho, ella lo observaba sin saber exactamente qué decir. Realmente pasaron un par de segundos antes de que ella se decidiera a contestar a sus palabras.
    —Soy una llorona —le dijo, para demostrarle lo equivocado que estaba—. Y no tengo talento para el baile, estás alucinando.
    —Bueno, eso es porque eres una niña —excusó Minho—, y lo segundo probablemente jamás lo habías pensado, ¿pero alguna vez en tu vida te has visto bailar? —Y al hacerle esta pregunta, Taeyeon palideció.
Honestamente había ocurrido hacía bastante tiempo, y después de un par de años lo dejó, pero de niña había ingresado a clases de baile, y por su talento, constantemente le eran ofrecidos los sitios centrales y del frente de las coreografías. Aún podía recordar la noche después de su primera presentación en el teatro, cuando Key y su familia la halagaron por su preciosa habilidad.
Rememorando aquello, y aunado a las palabras de Minho, Tae simplemente se quedó sin habla—. Acerté en el resto, ¿no es así?
    Y continuó sin contestarle inmediatamente. Era verdad, había acertado en prácticamente todo. No obstante, eso no impidió que ella continuara con su terquedad, y se defendiera con rapidez.
    — ¡Me has hipnotizado dos veces! —argumentó—. ¿Cómo sé que no me sacaste esa información durante el trance?
    —No era necesaria para las veces que te hipnoticé —contestó Choi—. No te advertí sobre ello antes, ¿así que qué me importaban a mí esas cosas? —Al oír esto, inexplicablemente, Taeyeon sintió la necesidad de desviar la mirada. Minho, por otro lado, se acercó un poco más a ella, y sin quitarle la directa mirada de encima, añadió: —Soy una persona normal, Taeyeon. La hipnosis no me vuelve capaz de leerte la mente, y eso en el fondo debes saberlo bien. Si me dijiste que estabas enamorada de mí, fue porque tú quisiste hacerlo.
Después de oír ese “soy una persona normal”, que sonaba tan irónico para Taeyeon, ésta regresó la mirada hacia Minho, y la sostuvo por unos segundos. Entonces el hombre pudo notar cómo las pupilas de ésa joven lagrimeaban por el coraje que sentía, y se le notaban humedecidas por la misma razón. Taeyeon sólo soportó esta confrontación de sus ojos por un breve instante, y después de haber sido totalmente vencida por las acusaciones de Choi Minho, abrió la puerta del coche y salió de allí.
    —Una oportunidad —exclamó justo antes de cerrarlo—. Si en ella no me convences de lo que estás diciendo, te demando por acoso sexual.
Dicho esto, y con mucha decisión, Taeyeon cerró finalmente la puerta del coche, y Minho tuvo que estirarse un poco para contestarle a través de la ventana del asiento del copiloto, que se había quedado vacío por su salida.
    —Me parece justo —le dijo—. ¿Qué tal mañana? Te quiero allí a las seis en punto —Luego se volvió hacia el volante, y provocando que Tae se alejara hacia la acera, Minho dio la vuelta en el coche, y le dijo lo último a través de su propia ventana—. Ah, y Cariño, una cosa más… Fíjate en tus sueños; tal vez me hayas visto allí un par de veces —le sonrió de manera pícara, justo antes de despedirse—. Que tengas buenas noches.
    Taeyeon simplemente se le quedó mirando con la notable expresión de extrañeza que no era capaz de borrársele de la cara.
“¿Cariño?” ¿Tenía el descaro de llamarle así otra vez? Y además, ¿qué era ésa locura de encontrárselo en sueños? Taeyeon no quiso pensar en nada de eso, y aprovechando que la lluvia ya había terminado y que el cielo se había oscurecido durante el camino en el auto, pensó que lo mejor sería tomar un relajante baño caliente, comer alguna cosa y dormir temprano, después de todo, iba a necesitarlo para poder despertar pronto y con energías a la mañana siguiente…

“Otra vez ésa habitación. Los relojes alrededor mío, y la alfombra bajo mis pies, pero ésta vez estoy consciente de que no acabo de despertar, porque es de noche, puedo verlo a través de la ventana. Eso es, eso es lo que hago, reposo sentado en el camastro mientras contemplo el paisaje nevado por la abertura de mi habitación. No estoy solo, hay una voz que se expresa junto a mí, a mi lado. Yo estoy sonriendo, mientras él deja salir su opinión.
    —No creo en ello —Me dice de forma burlona—. Llámame escéptico, pero me parecen puras tonterías.
    —Sé que no me crees —Le contesto, volviéndome hacia él, que se encuentra sentado en la esquina de mi cama. Es guapo, tan apuesto como la primera vez que lo vi—. Pero puedo asegurarte que la hipnosis existe. Es más, cuando menos te des cuenta, puede que ya esté hipnotizándote —Le sonrío galantemente, empleando toda mi coquetería masculina, pero lo único que consigo de él es que suelte una risita sarcástica—. Enserio —Le insisto—. Igual y te puedes enamorar de mí.
    —No estás hablando enserio, Taemin —Dice él, está carcajeándose otra vez.
    —Lo hago. ¿O qué? ¿Me tienes miedo? —Yo vuelvo a sonreír, y él se me queda mirando. Sus ojos son grandes, oscuros y profundos.
    —Simplemente no te creo —Él responde, con sus brazos cruzados—. Ni la mujer más sexy en este planeta ha logrado que yo me enamore. ¿Qué te hace pensar que tú lo puedes hacer?
Ante el sonido de esta pregunta yo simplemente sonrío, pensando en ¿qué le hace pensar a él que ya ha conocido a la mujer más sexy sobre éste planeta? Su seguridad podría quebrantar a cualquiera, pero no a mí, no después de identificar la manera en que me mira. Yo soy un hombre, y sé que aún así él me desea.
    De pronto recuerdo la enorme cantidad de veces en que me lo demuestra. Lo mucho que me gusta verlo nervioso mientras compartimos la mesa, sus ansías por pelear conmigo cual si fuéramos niños solamente para tenerme un rato más cerca, y su aroma… Lo adorable de su aroma.
Los días pasan, y hoy vamos en busca de una pelota. Se ha perdido entre el nevado durante el partido y los dos nos aventuramos a través del bosque para encontrarla. Mientras camino, él me ha lanzado una bola de nieve, y tan repentina acción me ha hecho quedarme clavado con mi pierna derecha contra el suelo. Él se acerca hacia mí burlándose, para ayudarme, pero con lo torpe de su auxilio, los dos acabamos tendidos sobre ésa blancura. Por encima de mí, aquél joven de negro y largo cabello me mira fijamente, mientras acaricia mi pelo de manera delicada, para retirar los restos de los copos que han caído sobre él. De repente se inclina hacia mí, y sin que yo lo espere, sella sus gruesos labios junto a los míos. Me está besando, como lo sospechaba, con el beso más hermoso que he sentido nunca, que se torna cada vez de forma más pasional. Me acaricia, juega con mi lengua… ¡Dios!, es tal como yo lo deseaba. De pronto siento que me han arrebatado algo de vital importancia porque él se separa, aunque lo hace solamente unos centímetros, con la intención de tomar un poco de aire. En vista de ello yo le sonrío, me acerco a su oído y le menciono con un aire completamente triunfal:
    —Te dije que caerías, Minho…”

    —… Hyung —susurraba Taeyeon entre sueños—. Minho-Hyung.
Y al murmurar esto último, simplemente despertó, asombrada y con el corazón acelerado. Se incorporó sobre la cama, ya era de día, y antes de siquiera revisar la hora, se preguntó: — ¿Minho? ¿Ése que estaba “conmigo” era Choi Minho?

Tan pronto como pudo reaccionar con claridad, se reclinó sobre la cama para observar el reloj de mesa que tenía por encima del buró más cercano, y notó que era bastante tarde para lo que se había dispuesto a hacer el día anterior, pues ya eran las 5:50 a.m. Comprendió que ése fue el motivo por el que tan pronto apreció la presencia de los rayos ultravioleta, pero no se dio tiempo para pensar más en ello, se levantó inmediatamente, se vistió, se calzó, tomó un jugo de fruta de los que preparaba su madre del refrigerador, y salió corriendo de su residencia. Si se apresuraba lo suficiente y el transporte hacía las más mínimas paradas, podría llegar al edificio donde se daba el curso aproximadamente en quince minutos, así que rogó al cielo que dicho plan funcionara, y tomó el primer colectivo que encontró justo a la esquina de su calle.
Mientras observaba el paisaje de la ciudad por la ventanilla, pensaba detenidamente en aquél sueño que había tenido. Ya no podía recordarlo con tanta claridad como en los primeros segundos posteriores a su despertar, pero aún remembraba los detalles importantes. La voz de ése muchacho, su apariencia, sus ojos… No podía creer que ése apuesto joven fuera Minho, pero más aún —porque la apariencia real de Minho le parecía bastante satisfactoria de cualquier manera, pese a su edad— no era capaz de creer que lo había soñado en ésas circunstancias. Seguramente, pensaba, él había aparecido en su inconsciencia porque ésa misma noche le había mencionado que estuviera atenta a sus sueños, y como además, había visto cientos de veces a su mejor amigo Kibum besando a los múltiples novios que éste había tenido, por ésa razón ella se había soñado a sí misma en su apariencia de chico, besando a otro chico. ¡Por supuesto! Todo tenía sentido si lo miraba de esa manera…
Claro, esto era lo que ella quería creer, y de todos modos ahí estaba, a pocos minutos de bajar del autobús, para reunirse con el hombre que le había acarreado semejantes ideas raras. Ella sabía que en el fondo tal situación era ilógica, pero aún así, algo dentro de sí misma la obligaba a acatar las palabras de Minho, y a esperar con ansias algo de lo que no estaba del todo segura.
Cuando entró al edificio y subió las escaleras, se desplazó por el pasillo y llegó a la habitación-gimnasio. Entró inmediatamente porque, de manera contraria a lo que había pensado, la puerta de dicho salón estaba abierta en ése momento. Fue entonces cuando encontró a Minho en la primera esquina de la habitación, dando vueltas en círculos mientras la esperaba, y teniendo al instructor Jinki a su costado, mismo que se hallaba sentado y reclinado en una silla, con los ojos entrecerrados y ojerosos por la falta de sueño. Cargaba unas llaves en la mano derecha, que cuando Taeyeon apareció, con el ruido de sus pies acelerados rechinando contra el suelo, se le resbalaron de los dedos. Seguramente se habría despertado muy temprano para abrirle el salón a Minho, después de todo parecía que Lee Jinki era el encargado de la locación donde se desarrollaba el curso.
—Allí estás —murmuró Minho en cuanto la vio.
—Lamento la tardanza —exclamó Taeyeon.
Una vez estuvo cerca de ambos instructores, se percató de que Jinki abrió la boca y empezó a alzar la mano lentamente, como para hacerle una pregunta a Minho, pero éste también alzó uno de sus brazos, de manera que interrumpió lo que Jinki diría, y le dio a entender que no era momento de hacer cuestiones.
—No te preocupes —se dirigió a la joven—. Acércate, vas a recostarte en ésta camilla —Sin decir nada más, Taeyeon simplemente obedeció la indicación, y se acomodó sobre una de esas extrañas camillas plegables que ya había visto repartidas por el gimnasio en los días anteriores—. Relájate —le indicó Minho.
Era más fácil para la joven encontrar la calma si estaba consciente de que no estaba a solas con Minho; Jinki también estaba ahí, aunque solamente miraba aquello con curiosidad y en completo silencio. Fue después de un par de minutos en los que se la pasó inhalando y exhalando aire para calmarse y olvidar la agitación de momentos atrás, que Minho volvió a acercarse a ella, pero esta vez con unos objetos delgados entre las manos. Teniéndola recostada, le mostró lo que había en dichos objetos. Eran fotografías, pequeñas fotografías que comenzó a pasar por enfrente de sus ojos. Las primeras eran de aquél paisaje nevado similar al del dibujo con el que había trabajado antes en compañía de Minho; había una cabaña, montañas repletas de nieve a lo lejos, inclusive un bosque cercano a una laguna, y algunos paisajes más, en veces sin nieve, a veces con apariencia de primavera, o de verano, no importaba qué estación fuera, todos ellos eran paisajes sumamente preciosos. No obstante, el corazón de Taeyeon inició una mayor actividad en sus latidos cuando las fotografías dejaron de mostrarle la naturaleza en sí misma, y comenzaron a presentarle a algunas personas. Los primeros fueron un hombre y una mujer coreanos, una pareja madura de casados, alegres y vivaces; la siguiente fotografía fue de un joven alto y de negro cabello que posaba para la cámara con sus dedos en alto, mientras que a lo lejos, había otros dos muchachos, pero no se alcanzaban a apreciar con claridad. Luego vino la fotografía que le dejó sin habla, en ella, se hallaba otro joven de cabello negro, distinto al primero, pues era más delgado, y a su lado, se encontraba él… Era ése joven, o más bien era ella misma, en la apariencia de varón que tenía en sus sueños. No cabía duda. De cabello castaño, revuelto, y su mirada sonriente. Sus ojos oscuros… Simplemente era ella en su versión masculina. Pero no dijo nada, realmente no hizo falta, para Minho, la expresión pasmada de su cara lo había transmitido todo. Dio pase a la siguiente fotografía, y entonces el corazón de la joven volvió a latir con fuerza, pero con muchísima más velocidad que en las imágenes previas. Simplemente estaban ellos dos, eran ella misma en su apariencia de hombre y otro muchacho, parecido a uno de los que ya había visto, pero completamente diferente en tantas maneras posibles… Una de ellas fue sencillamente por el sentimiento que le causó, pues no podía ser ningún otro más que aquél que había visto durante su sueño. Alto y apuesto, sonriente para la foto, y al lado de ése joven castaño. Era el muchacho más perfecto que había visto nunca, de cabellos negros y débilmente ondulados, tan largos que le cubrían las orejas. Labios gruesos y pálidos por el frío del ambiente, y ojos grandes, tan grandes como los recordaba.
— ¿Ése eres…? —intentó hablar. Más sin embargo, Minho la interrumpió rápidamente.
—Por el momento no hagas preguntas —le dijo, emanando un tono bastante calmado, pese a lo extraño de la situación—. Taeyeon, quiero avisarte que voy a hacerte una regresión hipnótica. Voy a ayudarte a que recuerdes algunas cosas de tu vida, y dentro del trance vas a contarme aquellas que más te hayan marcado —fue explicándole mientras ella guardaba silencio—. Iré desde tu edad actual hasta tus primeros días. Y entonces encontraremos aquello que estamos buscando, ¿estás de acuerdo?
— ¿Con ello te refieres a la respuesta a todo esto? —aventuró, aquél hombre asintió con la cabeza ante su pregunta—. De acuerdo, sólo… No me hagas decir tonterías esta vez —Al escucharla mencionar esto último con cierta preocupación, Minho sonrió de manera cálida, y posteriormente, le colocó la palma izquierda extendida por encima de sus ojos, indicándole en un amable susurro que los cerrara, que se olvidara de todo y sellara ésos párpados con la mayor tranquilidad que pudiera.
Al tenerla así, con los ojos cerrados y con su cuerpo extendido sobre la camilla, Minho manifestó unos pasos hasta alcanzar a Onew, y le entregó las fotografías que había mostrado, pidiéndole al mismo tiempo que las cuidara por él. Extrañado, Jinki no tardó nada en revisarlas, tratando de analizar la situación por su cuenta, sin expresar ninguna palabra, porque sabía que no era el momento de hablar. Entonces Choi Minho regresó hasta Taeyeon con una silla en sus brazos, la colocó cerca de la camilla, a la altura de su rostro, y le empezó a susurrar las sugestiones que requería para hacerla entrar de lleno en el trance. Prontamente pudo iniciar la regresión, insinuándole situaciones de su vida a partir de su edad, mencionándole los números de manera ordenada, desde los 17 años, a los 16, 15, 14… Todos ellos en retroceso. Cada año suponía una situación de importancia para la joven, y acatando las instrucciones de su hipnotista, cuando lo creía necesario, Taeyeon le contaba aquellos instantes que la marcaron como persona. Minho se enteró con mucho éxito y claridad de lo difícil que había sido para ella la escuela secundaria, al igual que el divorcio de sus padres, a los ocho años. También escuchó de sus propios labios lo que sintió durante los recitales de su escuela de baile cuando era una pequeña, al igual que de los sueños que solía tener y que la dejaban preguntándose muchas cosas, porque en dichos sueños ella no era una niña, sino un niño, cosa que le llamó mucho la atención a Jinki cuando lo escuchó. Del mismo modo, recordó algo que en su estado consiente había olvidado: la primera vez que habló con Kim Kibum, a los tres años, y muchos otros momentos junto a sus padres de ésa época, hasta que llegó, incluso, a contar y a expresar con fluidez la sensación que le produjo el tiempo dentro del vientre de su madre, la calidez y el amor que sentía en ése lugar, como si estuviese siendo bien recibida y encaminada hacia la vida nuevamente. Minho se sintió satisfecho de haber escuchado todo aquello.
En una regresión normal, la habría felicitado y habría iniciado el proceso contrario, para traerla de nuevo a los 17 años, pero ésa regresión sería algo distinto. Después de oír lo del embarazo de su madre, Minho murmuró con benevolencia:
—Te felicito por recordar todo aquello con tanta claridad. Pero Taeyeon, me gustaría ir más atrás si se puede. Antes del vientre de tu madre, ¿qué ves? ¿Qué hay allí? ¿Alguna imagen viene a tu mente?
La expresión de la joven emanaba desconcierto. Con sus ojos cerrados, fruncía el entrecejo, como intentando ver algo, pero sin mucho éxito.
—Yo… —empezó a decir—. No lo sé… Es difuso. Todo es blanco. No puedo… no puedo recordar eso. No lo entiendo.
— ¿Es demasiado? —preguntó Minho, angustiado al empezar a notar cómo el cuerpo de la joven se removía constantemente.
—Ss… sí —le contestó, con nervios, y un sudor frío recorriendo su frente.
Para relajarla, Minho no pudo pensar en ninguna otra cosa más que en tomarla de la mano, con suma ternura.
—De acuerdo, tranquilízate —le susurró—. No tienes qué recordar eso por el momento —Y gracias a tales palabras, poco a poco el ritmo de la respiración en el cuerpo de Tae se fue serenando. Y al verla más calmada, Minho prosiguió con lo que tenía intención de decir—. En cambio, en éste estado en el que te encuentras, voy a contarte algo. De ésta manera vas a sentir y a vivir cada cosa que yo te diga, como yo la presencié en su momento —Sonrió para sí mismo, y prácticamente olvidándose de la presencia de Jinki, dirigió su mano libre hacia la frente humedecida de Taeyeon, y comenzó a acariciarla con suavidad, cariñosamente—. Ésta historia es mía, yo la viví en carne propia, pero quiero que tú la conozcas, porque probablemente te pueda interesar. ¿Estás lista? —Al terminar de formular esta pregunta, Minho recordó a su amigo, y le dirigió la mirada. Jinki estaba allí, sentado en la misma silla, con una conmoción y un interés tales que, al ver dicha expresión en su rostro, Minho al instante le dedicó una sonrisa, para después, devolver su entera atención hacia la chica que tenía a su lado, y susurrar cuando ya habían transcurrido un par de segundos en silencio: —Bien, comenzaré ahora.

“Sucedió hace más de veinte años… Lo recuerdo porque en unas semanas estaba a punto de cumplir los 21. Estudiaba administración de empresas, y mi hermano mayor, por otro lado, estaba estudiando lo que quería, pues la medicina siempre fue su pasión. Siendo tres años mayor que yo, llegó un punto de su carrera en el que tendría que trabajar en un hospital, de mano de un Doctor profesional especializado en el área que él requería. Movió muchos cables, y por azares del destino —yo digo que gracias a su historial ejemplar— acabaron invitándole a un hospital general en la ciudad de Berna, Suiza. Me impresioné por lo lejos que se iría, ya estaba haciéndome a la idea de dejar de verlo todos los días, cuando de pronto, mi padre me dijo que yo también me marcharía, que había hablado con mis profesores y había conseguido un intercambio con otro estudiante en la misma locación en la que mi hermano acabaría por quedarse. Dijo que me hacía falta disciplina si quería seguir con el negocio familiar, así que estar lejos de casa acabaría por formarme como un hombre. Padre era estricto, vaya que sí, yo me molesté en ése entonces porque no había consultado mi opinión, parecía que simplemente quería mandarme lejos, sin embargo, ahora, me alegro mucho de que haya tomado tal decisión para mí, porque sencillamente me cambió todo, el rumbo de mi vida fue hacia otra dirección gracias a ello.
Estaríamos fuera sólo un año, pero no importaba, para mí esa fue razón suficiente para terminar la relación que tuve con mi última novia, y viajar absuelto de dependencia o cualquier otra cosa que me atara a Corea del Sur. Así que, con eso en mente, un buen fin de semana de Noviembre, partí junto con mi hermano desde el aeropuerto de Seúl, hasta aquellas tierras de Europa central…
Recuerdo que estando ya en Suiza, en la estación de la capital del cantón de Berna, tomamos de vuelta nuestro equipaje y permanecimos en pausa, contemplando el presuroso ir y venir de la multitud. Días antes, para asegurar nuestra estancia, padre realizó una llamada telefónica a una pareja de coreanos, mismos que se harían cargo de nosotros y nos hospedarían en su propia casa durante ése tiempo. Con ellos, habíamos quedado en mutuo acuerdo de encontrarnos en el interior del aeropuerto, cosa que sería bastante sencilla por ambas partes, puesto que resultaríamos un par de inconfundibles personas de ojos rasgados en un mundo de caucásicos y demás occidentales. Eso pensábamos mi hermano y yo, pero al llegar al aeropuerto de Berna, después de andar por unos minutos a nuestras anchas, buscando en prácticamente toda la estación aérea, nos quedamos inmóviles ante la sala de espera principal, creyendo que no había ningún otro asiático además de nosotros. No podíamos ver a la pareja por ninguna parte, y no teníamos manera de comunicarnos con ellos. Sólo sabíamos que la mujer era delgada y tenía el cabello teñido de rubio, mientras que el hombre era alto y de cabello corto y azabache, como el nuestro. Después de unos quince minutos, decidimos aventurar en la parte externa del aeropuerto, y fue al acercarnos allí afuera que, en el corredor más cercano donde se detenían los taxis y demás transportes, se encontraban dos jóvenes parecidos a nosotros.
— ¡Oh, mira! —me dijo mi hermano, apuntando hacia ellos con el dedo índice, y sin ninguna vergüenza—. Qué raro que haya coreanos aquí.
—Tonto —respondí—. Deben ser familiares de los Lee.
— ¡Cómo crees! —me dijo él, sin embargo, pronto cerró la boca, porque a ésa distancia vio cómo uno de esos jóvenes alzaba una pancarta, con nuestros nombres anotados en coreano… Choi Minseok, Choi Minho.
— ¿Decías…? —me burlé de Minseok, éste frunció el entrecejo y me incitó con un golpe en el hombro para empezar a caminar hacia esos jóvenes.
Ambos nos acercamos a ellos con nuestro equipaje, y saludamos formalmente.
— ¿Ustedes son los hermanos Choi? —se adelantó el que parecía el mayor, por su altura. Nosotros simplemente asentimos con la cabeza—. Oh, mucho gusto, mi nombre es Lee Taesung —se inclinó con formalidad, su cabello era negro y algo largo, luego se irguió y apuntó hacia el que se hallaba detrás de él—. Y él es mi hermano menor, Taemin.
El tal Taemin simplemente realizó un movimiento de cabeza, como saludándonos pero no de manera tan cordial como lo hizo Taesung. Recuerdo que cuando lo vi, su rostro me llamó la atención. Era diferente a su hermano en cuanto a delicadeza se refería, su piel parecía bastante tersa, y se apreciaba más blanca incluso por el tono de su cabello, un castaño claro, tirando a rojizo en algunos puntos. Pese a su expresión aburrida en el rostro, lucía bastante bien, debo reconocerlo.
—Yo soy Minseok —se presentó mi hermano, seguido lo hice yo.
—Y yo Minho.
— ¿Ambos son familiares de los Lee? —Minseok realizó esa pregunta, y yo le di un ligero codazo porque lo hizo de manera informal.
—Así es, somos sus hijos —contestó Taesung sonriendo, lo cual me demostraba que no había ningún problema—. Déjennos llevarlos a casa. Toma esa maleta, Taem.
Al indicarle esto, el menor de los Lee se aproximó hasta mí, y tomó una de las maletas que yo había soltado debido al cansancio.
—Oh, no te molestes… —le dije, pero él pareció no haberme escuchado, sencillamente me dirigió una breve mirada y me dio la espalda mientras seguía cargando con lo que yo había soltado.
Su hermano mayor realizó lo mismo con las maletas de Minseok, y éste, a diferencia de mí, reconoció sinceramente que ya había estado cansado de cargar con ellas, le agradeció a Taesung por su ayuda y comenzó una rápida y amena conversación con él, misma en la que yo me inmiscuí después de unos minutos, porque el silencio en el hermano menor, que iba unos metros delante de nosotros, era tan frío que me espantaba.
Fue gracias a ésa primera conversación, que me enteré de que Taesung tenía 22 años, mientras que Taemin tenía 19. Mi hermano sólo era mayor que Taesung por unos meses, así que le pidió que no siguiera la tradición coreana y que le llamara por su nombre de manera común, pero el mayor de los hermanos Lee insistió porque jamás había llamado con el sufijo de Hyung a nadie, de manera que acabó ganando en su petición, y llamó a mi hermano “Minseok-Hyung” al menos durante los primeros meses que estuvimos allí.
Caminamos solamente unas cuadras, porque los hermanos tenían un coche, una camioneta de carga con objetos curiosos en la parte trasera, se trataba de relojes de distintos tamaños, que aunque ocupaban gran parte del espacio de carga, no nos impidieron colocar nuestro equipaje ahí. Taesung tomó el volante, Minseok y yo nos colocamos a su lado, y como sólo cabían tres personas, Taemin se fue en la parte de atrás junto al equipaje y los relojes. Nadie le pidió que lo hiciera, él simplemente lo hizo. Yo estaba seguro de que aún sobraba espacio en la cabina de adelante, pero por alguna razón no intenté decirlo, sólo pude observarlo a través del espejo, se le veía bastante concentrado y cómodo en ése lugar. “Él sí que es un muchacho raro”, fue lo que pensé en aquél entonces, y vaya que no me había equivocado respecto a tal juicio”.

“Cuando llegamos a la residencia de los Lee, conocimos a la sonriente y divertida señora que había hablado con nuestro padre por el teléfono, y al hombre que era su esposo, una persona seria pero también muy amable en toda la extensión de la palabra. Nos recibieron con una cálida y deliciosa cena, en la que Taemin no pudo estar presente, porque uno de sus vecinos necesitaba ayuda en algo que no comprendí. Seré sincero, tal cosa me había sacado de quicio por aquél entonces, ¿qué acaso ése chico no tenía tiempo para gastar en nada que nos involucrara? Su indiferencia me pareció una total descortesía; aunque de todos modos, a lo que puedo recordar, yo me sentí como en casa la primera noche que estuve ahí. Los padres de Taesung y Taemin nos preguntaron por lo que estaríamos estudiando, y las locaciones donde tendríamos que ir cada mañana. Cuando se enteraron de que la universidad y el hospital estaban un poco lejos, el padre se ofreció a llevarnos en auto cada mañana, pero tuvimos que rechazar tal propuesta por vergüenza, ya que no podíamos exigirle tal cosa, y además Minseok tendría un horario extraño. Luego de contestar tantas preguntas, y estando yo lo bastante curioso desde que vi los relojes sobre la camioneta, y además los noté también en varios rincones de su casa, les pregunté para qué les servían, y ellos respondieron que eran parte de su negocio, vendían relojes para una conocida empresa, y además, se dedicaban de manera externa a “otra actividad” que también les dejaba buenas ganancias. No les pregunté qué clase de actividad era, de todos modos después la conocería.
La casa de la familia Lee era una construcción muy amplia, pero de un solo piso, se encontraba alzada por una colina junto a otras casas, y varios árboles la rodeaban, al igual que al vecindario. No obstante, éste hogar era inconfundible respecto a los otros, porque tenía el aspecto similar a una grande cabaña, y eso era bastante acogedor. Recuerdo las incontables veces —en los primeros días— que al volver de la universidad me perdía entre tanto árbol y tanta casa parecida, hasta que divisaba a lo lejos a la cabaña de los Lee, y entonces recordaba el sendero para llegar hasta ella, y suspiraba aliviado. No podía perderme en un lugar donde la mayoría de la gente hablaba alemán, o inclusive francés; los estudios de inglés que había pagado nuestro padre para ambos en Corea nos sirvieron de mucho a mí y a Minseok, pero tampoco podíamos apostar a que cada persona hablara tal idioma estando en Suiza. Teníamos que ser cuidadosos.”

“Fue una de esas tardes de la primeras semanas —creo recordar que de la segunda— cuando regresé más temprano de lo usual a la residencia Lee. Había tomado la confianza de dejar algunas bebidas en el refrigerador, porque así me lo había aconsejado la señora Lee, de modo que ésa tarde, llegué a la casa con mucha sed y me dirigí a la cocina de manera casi mecánica. No obstante, me sorprendí de ver allí al menor de los hermanos. Sobre la tabla de los trastos, Taemin estaba intentando pelar una manzana con un cuchillo, y lo hacía bastante mal, así que tuve que emplear todo de mí para no soltar una carcajada. Continué mi camino aún sabiendo que él estaba cerca, abrí el refrigerador y tomé mi bebida. Entonces me recargué sobre la misma superficie de madera en la que Taemin trabajaba, y estando realmente a corta distancia, no soporté al horrible silencio en conjunto con el rechinar de su cuchillo, por lo que, sin más ni menos, le dije:
— ¿Eres mudo?
Pareció que mi comentario no le hizo gracia. Alzó la mirada y me contestó:
—No, soy Taemin —Aunado a esto, estiró la mano derecha para que yo la estrechara, así que lo hice como en un saludo de presentación. Él sacudió un par de veces ésta mano y luego me soltó, agregando con mucha sátira—. ¿Contento?
—‘No, yo soy Minho’ —lo imité empleando toda la ironía que podía.
—Qué gracioso —comentó él después de reírse de manera falsa.
Yo también me reí, la escena me estaba poniendo de nervios, así que no dudé en molestarlo un poco más.
—Ya, enserio estoy contento —le dije—. Al fin y al cabo escuché tu voz; ahora sé que eres un chico.
Sonrió aún sin mirarme, claramente tocado por esas palabras.
— ¿Y qué pensabas que era? —preguntó.
—Una chica, por supuesto.
Recuerdo que amé la expresión de su cara. Fue completamente gracioso. Él fingió indiferencia y continuó con lo que estaba haciendo, mientras preguntaba con una risita sarcástica:
— ¿Tienes idea de lo ridículo que suena eso?
—No si te miras en un espejo —le respondí inmediatamente.
Para entonces él ya no pudo seguir en su actitud de mentalidad inalcanzable.
—Bien —dijo, y se giró hacia mí con una expresión fastidiada, apoyándose en la barra de la cocina mientras añadía: — ¿Y eso qué? —De pronto, y de manera extraña, dibujó una sonrisa—. ¿Estás insinuándome que robé tu corazón cuando pensaste que era una mujer?
Por un instante no supe qué responder, no esperaba que me contestara con algo así, pero me las arreglé como pude para seguir discutiendo.
—Eso habrías querido —le dije.
Sin embargo, él fue más rápido y más atrevido; se apoyó en la botella que yo había sacado del refrigerador para alzarse un poco, y me contestó bastante cerca de la cara:
—Eso habrías querido tú.
Después se apartó, irritado, tomó su manzana machacada, y se perdió de mi vista. Yo permanecí observando su trayecto con mi entrecejo fruncido. Estaba molesto, me había hecho lucir como un idiota aunque nadie nos estaba viendo. Así que antes de darle otro trago a mi bebida, murmuré para mí mismo, pretendiendo que él continuaba ahí:
—Imbécil.
Todavía no imaginaba que ése imbécil se convertiría en lo más preciado para mí”.

“Fueron pasando los días, y con ellos me fui dando cuenta de la amistad que surgió entre mi hermano y Lee Taesung, pues se trataban cada vez con una confianza más fraternal, y eso me hacía preguntarme por qué yo no podía llevarme de la misma manera con el que poseía el mismo lugar familiar que yo en aquella casa. Taemin era un caso verdaderamente difícil, y yo no comprendía por qué actuaba todo el tiempo como si me odiase. Claro, sabía que nuestra primera conversación no había sido precisamente grata, pero en realidad antes de eso ni siquiera había tratado de acercarse a mí, ni de contestarme cuando le daba los buenos días. Tenía una teoría, pero no daba cabida entera en cuanto a la explicación. Pensaba que Taemin nos odiaba a mí y a Minseok porque éramos extraños tomando un lugar en su casa, él solía dormir solo hasta que nosotros nos quedamos con la habitación de Taesung y éste tuvo que mudarse a su cuarto, eso era lo que yo creía, pero realmente no tenía mucho sentido, porque en todo caso debía ser Taesung quien se molestara con nosotros al haberle quitado su habitación, y sin embargo, él era quien parecía más contento con nuestra estadía allí, porque le encantaba aprender más sobre su país de origen, en el que por cierto, jamás había vivido, puesto que él y Taemin nacieron y crecieron en Berna. Claro, ésa era la única teoría que podía armar para justificar su trato hacia mí, pero uno de esos días, cuando Noviembre estaba por culminar, inconscientemente él se dio a la tarea de desmantelarla por completo…”

“Era domingo. Minseok y yo habíamos regresado de una salida matutina a correr, disfrutando los paisajes del gastado otoño, y como todos los fines de semana, pensábamos que a ésa hora la casa se encontraría vacía. Los padres de aquellos hermanos salían cada mañana a distribuir sus relojes, Taesung trabajaba medio tiempo los fines de semana, y Taemin jamás estaba allí, o si es que estaba, simplemente dormía. Ésa mañana fue distinta. Cuando entramos, todos sudados y bromeando entre nosotros, descubrimos en la sala precisamente a Taemin, al lado de una mujer algo mayor, que se encontraba recostada sobre el mueble más amplio de la sala, con los ojos cerrados, mientras Taemin le susurraba unas palabras en francés. Sabía que aquella familia era capaz de hablar tanto alemán como francés, pero me sorprendí porque hasta entonces sólo los había escuchado comunicarse en coreano. Estaba más que claro que la mujer de allí, y que parecía completamente dormida, era una nativa de Suiza, y sin embargo, mi hermano no pensó mucho en semejantes detalles, o en la importancia del acontecimiento, porque tan pronto como vio a Taemin allí, le dio los buenos días, con su tono animoso. Por supuesto, Taemin no le contestó. Yo fruncí el ceño e inmediatamente le dije a Minseok:
—Déjalo, es un pesado…
Sin embargo, me molesté aún más al ver cómo Taemin acallaba mis palabras rápidamente, con una seña de su mano. Eso volvió curioso a Minseok, y a mí me dejó airado. Los dos permanecimos en la sala mientras Taemin proseguía con eso que estaba haciendo, y llegó un momento en el que simplemente, después de haberle dicho más palabras raras a ésa señora, ésta abrió los ojos con lentitud, y se incorporó sobre el mueble. Se miró las manos y comenzó a abrirlas y a cerrarlas continuamente. Luego sonrió en amplitud, y hablando con mucha alegría, le dio un abrazo a Taemin, quien también le sonrió. No supe por qué, pero mi corazón se aceleró al ver tal sonrisa. Pensé que por algún extraño motivo la escena me había provocado ternura; pues parecía que la anciana le expresaba gratitud, y Taemin le respondía con mucha gentileza. Después de un instante, ambos se incorporaron, caminaron hacia la salida y Taemin la despidió entre risas, unas risitas nerviosas, como de timidez. Una vez cerró la puerta, mi hermano se adelantó a cualquier pensamiento que yo pudiera tener, y le preguntó qué era lo que estaba haciendo con ésa mujer. Para mi enorme sorpresa, Taemin le respondió de manera muy amable.
—Tratamiento hipnótico —dijo—. Mis padres me enseñaron.
—Wow, ¿la estabas hipnotizando?, ¿cómo en el circo? —cuestionó Minseok, y ante su última pregunta, Taemin se rió de manera adorable.
—No —respondió—. Es algo más terapéutico. Ella tiene dolores reumáticos en las manos, y yo la ayudo a que no la molesten tanto.
— ¿Funciona para eso? —Minseok estaba impresionado.
—Y para muchas otras cosas —mencionaba Taemin, sonriendo—. Un día podrías dejar que te hipnotice, Hyung.
— ¡Sería genial, Taeminnie! —Yo estaba callado, con los ojos en blanco mientras ellos conversaban—. ¿Tu familia se dedica a esto?
—Junto con la venta de relojes. A veces utilizamos los que no funcionan para hipnotizar clientes.
— ¡Como en el circo, entonces!
—Sí —volvió a reír—. Realmente se ve muy parecido.
El resto de la plática no la recuerdo porque me alejé de ahí. Estaba pasmado, pensé que nos odiaba a los dos, pero cuando Minseok terminó de hablar con él y dobló hacia el pasillo en el que yo me encontraba, lo detuve del brazo y lo cuestioné.
— “¿Hyung?”, ¿desde cuándo ése mocoso te dice “hyung”?
—Desde siempre —contestó mi hermano—. Igual que Taesung —Estaba extrañado ante mi actitud, y añadió con mucha seguridad—. El chico es bastante agradable.
“¿Enserio?”, pensé… No podía estar más confundido”.

“Fue a inicios de Diciembre, y debo agregar que durante mi cumpleaños, cuando las cosas comenzaron a cambiar un poco. Jamás me había sentido tan solitario en un día que debía celebrarse. Mi hermano tuvo que quedarse por día y noche en el hospital, yo salí temprano de la universidad, y me vi obligado a reconocer que no habría nadie en ése día con quien pudiese festejar mi cumpleaños. La pareja Lee y su hijo Taesung me habían felicitado por la mañana, así que no esperaba más de ninguno de ellos. Sabía que aguardar algo para mi cumpleaños era algo bastante infantil, pero no podía evitar albergar tal sentimiento, ¿me entiendes? Era como si el niño que había guardado durante varios años hubiese salido para contarme que ése día estaba triste por envejecer sin que valiera la pena.
Cuando llegué a la residencia, me detuve junto a la puerta de entrada porque algo llamó mi atención. Allí a lo lejos, con otro grupo de jóvenes, se encontraba Taemin, riendo y jugueteando en la cancha de baloncesto del parque con el que contaba su vecindario. Al verlo, y sin entender el motivo, me quedé paralizado; pero, y tal como si tuviese un radar para identificarme, contemplé casi instantáneamente cómo ése chiquillo dirigía la mirada hasta mi dirección, y también permanecía observándome desde aquella lejana distancia. Notando eso, recobré la compostura y le hice una mueca de descontento, frunciendo el entrecejo, con sumo fastidio. Pude notar una sonrisa en sus labios, y entonces me alejé. Tomé una libreta de mi mochila, me senté en uno de los extremos de la cabaña, sin adentrarme a ella, y allí, experimentando el frío del cercano invierno, comencé a realizar cuentas sobre nuestros gastos de ése año, más sin embargo, pronto me aburrí y empecé con algo que realmente me entretenía: el dibujo.
No sé cuánto tiempo pasó antes de que cierta persona se acercara, y con su voz consiguiera secuestrar toda mi atención.
—Escuché que hoy es tu cumpleaños —exclamó, apareciéndose desde el otro extremo del pasillo. Lo supe desde que distinguí su voz, era Taemin.
— ¿De quién lo oíste? —pregunté—. Minseok está en el hospital.
—De mi hermano —respondió.
Yo aparté el rostro, suspirando, debí haberlo sabido.
—Ah…
De pronto, y habiéndose acercado lo suficiente como para estar a mi lado, Taemin mencionó un muy claro:
—Felicidades —Yo le dirigí la mirada, sorprendido—. No sé cuál sea la costumbre en Corea, pero aquí se da un regalo —Se inclinó junto a mí y me extendió la mano, porque dentro de ella poseía un precioso reloj, de correa dorada y horas marcadas en números romanos—. Este reloj es bastante codiciado; y aún funciona, míralo bien.
—Gracias —exclamé—. Pero no tienes qué dármelo.
—Sé que no —contestó él, pero pronto suspiró, y añadió—. Quiero hacerlo. Pasar un cumpleaños en solitario no es muy lindo, espero esto te ayude un poco —Dicho esto, se incorporó rápidamente, y al empezar a alejarse, me dijo en un tono más alto, por la distancia: —Pensaba regalarte unos lentes, pero no sé cuánta graduación necesites.
— ¿Lo dices porque pensé que eras una chica? —cuestioné en tono burlón.
Él se giró hacia mí, parecía divertido.
—Reaccionas pronto, Minho.
—“Minho-Hyung” —corregí severamente—. Soy mayor que tú.
Al escuchar esto, esbozó una sonrisa, una sonrisa que me atrapó al igual que las otras, pero esta vez, de una manera distinta.
—Reaccionas pronto —repitió—, Minho-Hyung.
Y se perdió por la puerta, adentrándose a su casa. Miré el reloj e, inexplicablemente, porque mi mente se hallaba dispersa, sonreí para mí mismo, como un chiquillo al que acababan de darle un caramelo. La expresión de Lee Taemin me encantó mucho más que su regalo, pero en aquél entonces no podía reconocerlo”.

“La buena noticia fue que a partir de ello comenzamos a llevarnos mejor. Nuestras conversaciones siempre se reducían a él sonriéndome y retándome con sus palabras, y a mí tratando de fastidiarlo cada vez que podía, pero eso me alegraba por alguna razón, ya que prefería mil veces tal relación a la indiferencia de días atrás.
A mediados de Diciembre, en la universidad me cedieron un par de semanas libres, con ello comenzó a nevar, y mientras pasaba las horas en casa, presenciaba la manera en que los clientes de la hipnosis llegaban continuamente a la residencia de los Lee para ser atendidos por Taemin, ya que aunque sus padres atendían por domicilio, según pude entender, las personas preferían el servicio de Taemin, sencillamente porque tenía un toque especial. Yo no entendía nada de la hipnosis por aquellos días, a decir verdad, jamás había oído hablar de una actividad así, pero podía notar que el chico era bastante bueno en lo que hacía, conseguía relajar a las personas con sólo tomar su mano, les hablaba tiernamente y, en caso de que el cliente se hallara indispuesto o hubiera sido mandando en contra de su voluntad, Taemin poseía una seguridad peculiar, con un poder de convencimiento enorme, que inmediatamente transformaba a la persona alguien sumiso y capaz de cooperar. Era como si jugara con sus mentes, pero al mismo tiempo lo hiciera con afán de ayudar.
Aún así, y pese a que varios días estuve presenciando las sesiones de hipnotismo que aplicaba Taemin, no me convencía del todo; pensaba que debía haber un truco y que realmente la cosa no funcionaba como la familia Lee quería hacerlo ver. Cada vez que Tae despedía un cliente, me gustaba molestarlo con insistentes preguntas, para ver si podía contradecirlo en alguna de sus respuestas y hacerle ver que su terapia eran “puras patrañas”, pero no lo conseguía, Taemin nunca vacilaba en nada de lo que dejaba salir de sus labios. Pese a su rara actitud, su adorable timidez cuando estaba en presencia de personas mayores, y la sumisión natural que presentaba ante su hermano y el mío; cuando hablaba conmigo Taemin se convertía en todo un maestro de los debates… Y yo jamás lo podía vencer.
—Enserio —me dijo aquella noche—. Igual y te puedes enamorar de mí.
No era la primera vez que bromeaba con semejante tema. Yo me encontraba en la esquina de su cama, conversando con él como cada noche a partir de que empezamos a llevarnos mejor. Me reí, cuestionándole cómo podía pensar que yo me iba a enamorar de él, siendo que ni la mujer más sexy en el mundo había conseguido que yo perdiera el sueño. Jamás en mi vida me había enamorado, y no pensaba hacerlo de alguien de mi mismo sexo. Pero Taemin no parecía bromear aquella vez. Le gustaba molestarme con ésa clase de cosas, más sin embargo ésa noche fue distinto para mí por la manera en que él me miró, y me sonrió como si estuviese totalmente seguro de lo que pasaría. Fue la primera vez que sentí que alguien tenía poder sobre mis reacciones, que podía ver a través de mí a pesar de que yo cruzara mis brazos y creara una barrera mental—. ¿Qué tanto estás pensando, Hyung? —volvió a sonreír ante mi silencio, con ironía—, ¿no es hora de irte a dormir?
— ¿Quién eres tú para decidirlo? —reaccioné después de ello, y le revolví los cabellos—. Mocoso.
Luego salí de su habitación, con el corazón terriblemente acelerado”.