Mi brazo aun era jalado con fuerza, mi otra mano sostenía mi adolorido pecho. Solo podía observar al chico que me arrastraba detrás del establo. Tras un fuerte jalón de mi extremidad sentí el duro golpe sobre una superficie plana. Mi espalda había azotado con fuerza el muro de madera del establo.
-¿Qué quieres? – Pregunté molesto al ver que el chico lanzaba una mirada que me daba algo de terror.
-¿A quién le has contado? – Golpeó el muro con fuerza y cerré los ojos por reflejo. Luego volví a sentir una punzada mayor en mi corazón. – ¿No piensas decirme? – Se acercó a mí.
-No tengo nada que decirte – empecé a jadear.
-No te hagas el inocente, hace una semana viste lo que hacía, no me importó mucho – tomó el cuello de mi camisa – pero Onew ama su trabajo, así que debo de hacer todo lo posible para que no se sepa – alzó su puño era obvio que me iba a golpear – ahora que se que no eres una chica puedo convencerte de esta forma.
-Yo no dije ni diré nada, eso no me importa – me quise liberar, tenía que alejarme de ahí, calmarme y evitar ese horrible dolor que oprimía mi pecho.
-Aun así debo asegurarme de que no hables – hizo su puño retroceder, pero yo logré soltarme para caer en el piso con la respiración cortada y con fuertes convulsiones en mi pecho.
-¡Terrance! ¡Terrance! – Alguien gritaba por mi mientras me giraba para quedar recostado en el piso.
-¿Estás bien? – El chico parecía asustado mientras que se agachaba para verme.
-Ne… ne… necesito…
-¡Taemin! – Esa voz me permitió ver una figura nubosa con un vestido azul que se acercaba - ¡Idiota! – Golpeó al chico que estaba intentando ayudarme de una forma torpe. – No puede tener emociones fuertes, tonto – lo empujó lejos. – Tranquilo, Taemin, respira, ya todo está bien – sentí como acariciaba mi cabeza pero aunque todo había pasado el dolor no bajaba.
-¿Taemin? ¿Cómo Lee Taemin? – El chico se volvió a acercar viéndome.
-¡Ya cállate! – Micaella lo volvió a empujar – no debe alterarse.- Me recostó sobre su regazó, el dolor continuaba y palpitaba sin parar, sentía que me empezaba a faltar el aíre y mi vista se iba nublando y obscureciendo como avanzaba el tiempo.
-¡Ábrele la boca! – La ronca voz lanzó un grito y sentí como hacían mi cabeza hacia atrás.
-¿Qué es eso?
-Tenemos que hacer que se lo trague - sentí como el líquido golpeaba en mi boca e hice el esfuerzo para pasármelo.
Los latidos dejaron de retumbar en mis oídos y el dolor comenzó a bajar de una forma asombrosa, poco a poco mi vista mejoró y sentí mis pulmones llenarse de aire limpio. Me senté de golpe asombrado.
-¿Taemin? – Micaella me vio y luego giró la vista hacía el chico y comenzó a retroceder arrastrándose por el piso. –Eso fue brujería - siguió retrocediendo hasta chocar con la pared. Yo seguía analizándome tocando mi torso asombrado respirando sin dificultad. –Si eres un brujo – Micaella afirmó aterrada.
-Yo no lo soy – Minho se acercó hasta donde estaba y puso su oído en el pecho – parece que ya tiene el ritmo normal.
-¿Entonces qué eres? – Micaella gritó.
-Soy el amigo de un brujo – el chico le sonrió – no tienes por qué alarmarte, el me dio esto por si me enfermaba, no es una cura, pero sirve para cosas como esta – me seguía revisando.
-¿Qué tiene esto? – Tomé la botella del piso.
-Brujería Taemin – Micaella me la quitó rápido y la arrojó lejos – no debes meterte con eso.
-Pero eso me ayudó – me puse de pie y estaba dispuesto a ir por ella pero Micaella tomó mi brazo.
-Por favor no… por favor Taemin… no lo hagas – decía casi llorando y simplemente me quedé quieto mirándola.
-Hazle caso, es mejor no saberlo – Minho se paró junto a mí y luego se agachó para ayudar a Micaella a levantarse – la brujería es un asunto serio. – Micaella aun temblaba pero parecía que lo que había dicho Minho hacía que ya no tuviese tanto miedo.
-La brujería no es un hecho científico – miraba hacía donde había sido arrojado el frasco – debe tener una composición química.
-Taemin… - Micaella estaba por detenerme de nuevo pero Minho me tomó y me cargó de la nada.
-¿Qué haces? – Pregunté mientras me acomodaba sobre su hombro y presionaba mi estómago contra el omóplato. Sujetaba mis piernas mientras yo intentaba bajar pero era obvio que no se podría.
-No puedo dejar que vayas – empezó a avanzar. – No puedo seguir poniendo en peligro a mi jefe ¿A dónde vamos Micaella?
-Por ahora será mejor que regrese a la cocina y luego a su cuarto, su institutriz no tarda en llegar – Micaella empezó a avanzar delante de nosotros.
-No es justo – empecé a moverme más – aun puedo estar otro rato afuera, me siento bien, no quiero volver aun – mis quejas eran ignoradas.
-Entonces eso de que el señorito vive en la mansión y tiene una enfermedad moral es cierto – Minho habló con Micaella. – Nunca pensé verlo, hasta creí que no era cierto, la verdad nunca vi una habitación para él o algo así.
-La verdad tampoco lo creí por mucho tiempo, pensé que era un delirio del señor.
-No soy ningún delirio – empecé a golpear la espalda de Minho – no hablen como si no estuviese aquí.
-¿No debe de salir verdad?
-Se supone que no, ese fue mi error. – Micaella dijo con tristeza quedándose un poco atrás y me puse a verla –pero después de lo de hoy creo que lo mejor será que ya no salga más.
-Espera…
-Pero no puede estar sin salir por siempre.
-Exacto…
-Pero no quiero que muera, es un buen chico, entiendo su necesidad de salir y conocer, pero no quiero que muera por mi culpa.
-No es tu culpa yo…
-¿Es un chico curioso verdad? Me parece que encontrará otra forma de salir, creo que es mejor que tu lo ayudes.
-¡YA DEJENME HABLAR! – Me interrumpían constantemente y estaba desesperado. Minho se rió y me bajo hasta dejarme de pie frente a ellos.
-Adelante señorito – Minho me miraba con sus grandes ojos y Micaella parecía estar por llorar.
-Nunca culparía a alguien, no tengo miedo de morir y sé que sería solo culpa mía. No pueden evitar que salga y la verdad estoy dispuesto a vivir todo tipo de experiencia. Te lo pedí Micaella porque sé que tu nunca me dejarías hacer algo precipitado y que cuidarías bien de mi. Si no me quieres ayudar lo entiendo, pero eso no me detendrá de salir, me cuidaré mejor de ahora en adelante. Por favor no me quites esta oportunidad es todo lo que deseo – Micaella ahora estaba llorando y Minho solo empezó a reír.
-Si es lo que deseas – se adelantó hacía mi – también ayudaré.
-¿Ayudarás? – Lo miré asombrado.
-Claro, suena divertido, además es un sueño que quieres perseguir – se acercó un poco más a mí y me dijo al oído – podíamos cambiarlo por nuestro pequeño secreto.
-Taemin – Micaella se acercó y Minho se separó - está bien, pero ahora no te separarás de nosotros y si te sientes mal debes de decirlo en ese mismo momento.
-Claro Micaella noona, Minho hyung, se los prometo – me sentí tan feliz – muchas gracias a los dos. – Volví a saltar de la emoción, simplemente no podía parar.
-Es un chico gracioso ¿Verdad? – Minho reía mientras Micaella afirmaba muy contenta.




Otra tonta fiesta más a la que tenía que ir con el odioso Sebastian vigilándome. Ya era suficiente que hubiese contratado solo a hombres para ser sirvientes en mi mansión, necesitaba algo de acción pero simplemente sería imposible, más en esa tonta fiesta campirana.
Tenía varios años sin ir a esa mansión, solo tengo abruptos y tristes recuerdos de mi infancia en ese lugar, prácticamente mis padres me mandaron de niñero para un pequeño que con solo verlo me daba tristeza. Simplemente no pude lidiar más con una responsabilidad tan grande, así que decidí no volver a ese lugar cuando solo tenía diez años, mis padres intentaron mandar a mi hermana. Se sentían conmovidos por la patética criatura que habitaba en ese lugar, pero mi hermana solo de escuchar las circunstancias se había encerrado en su cuarto a llorar por varios días.
¿Lo abandoné? Nunca estuve seguro de la respuesta, para mí no fue un abandono, soy demasiado sensible para estas cosas, nunca hubiera sido de utilidad para ese chico, solo hubiera sido una carga más tras la muerte de su madre. Verlo hacer rompecabezas y leer todo el día no era algo que pudiera considerarse como hacerle compañía.
-Señor – Sebastian me interrumpió mientras observaba esa ventana donde debía de vivir o haber vivido aquel chico, aun no sabía nada – vamos a saludar al Señor de la casa.
-¿Qué pasó con su hijo? – Interrumpí a mi mayordomo. La pregunta posiblemente fuese lo más entretenido de esa noche.
-Está en la ciudad estudiando medicina - lo miré molesto, el bien debía saber de que no me refería a él.
-Sabes bien de quién te hablo.
-Solo conozco rumores señorito, no podría decirle nada sobre él – la obscura ventana no mostraba señales de movimiento, decidí darme la media vuelta y caminar hacía el anfitrión, hacía años que lo había abandonado no era momento de arrepentirse de ello. Nunca me arrepentía de nada, vivir el momento era lo mío.
Y fue en el momento que me di cuenta que la fiesta estaba llena de damas de todo tipo, rubias, morenas, pelirojas, altas, pequeñas, delgadas y curvilíneas, justo como me las recetaba.
-Recuerde que esta noche tiene prohibido hablar con damas – Sebastian había leído mis pensamientos, en ese momento me sentí derrotado, era obvio que me costaría trabajo deshacerme de él.
-Solo llévame a saludar al anfitrión – dije más molesto pensado en un plan de acción
Cuando nos acercamos al señor algo encorvado y curioso que había organizado la fiesta pude notar que no era como el hombre de mi infancia ahora se veía arrugado aunque bastante risueño, tenía un amplio bigote rojizo y parecía llevar ropa de safari. Nos saludo y estuvo un rato platicando como había perseguido a un feroz león en áfrica estos días con el motivo de investigar para un libro. Era un hombre risueño y simpático, nos servía vino sin detenerse y parecía que no deseaba dejar de contar la misma historia una y otra vez.
Tras la llegada de más invitados al grupo logré obtener una oportunidad de escaparme no solo de la historia del gran felino oculto en los arbustos si no que también logré separarme de mi guardia dejándolo en ese grupo de gente exhortas por el relato de un mundo desconocido para ellos.
Comencé a caminar, tal vez esa noche encontraría una presa, no podía ser tan complicado seducir a una chica campirana, avancé un poco entre la multitud, si bailaba podría acercarme a una acompañante. Pero unas manos se posaron suavemente sobre mis ojos y me impidieron seguir avanzando.
-Te estaba buscando – aspiré profundamente y reconocí ese perfume.
-Mi dulce Amelia – recordé en mi mente los bellos recuerdos que había generado mi última amante.
-Pensé que sería más difícil encontrarte – me giré para quedar frente a ella, no había cambiado nada, ese encanto de mujer mayor era resaltado por su ostentoso vestido rojo y sus extraños collares y pulseras que caían por sus brazos. Zapatos de tacón rojos y altos tocaban el pasto y su cabello rubio seguía peinado al estilo americano.
-Siempre me encontrarás – lancé una de mis miradas, parecía que esa noche no sería tan mala después de todo - ¿Y tu marido? – Decidí preguntar mientras buscaba al gordo y calvo hombre que siempre llevaba su chaleco dorado debajo de su traje negro, un hombre de negocios también con un extraño estilo americano. Siempre fumaba grandes puros, por lo que Amelia había adoptado ese extraño olor, pero ahora su fragancia era fresca y suave.
-En Paris – dijo de forma coqueta y me rodeó con sus brazos. Estaba por tomar su cintura pero sentí un fuerte piquete en el pie y miré al piso intentado buscar de donde provenía -¿Qué sucede? – Preguntó extrañada, mirando hacia abajo imitándome.
-Un dardo – dije al encontrar el objeto y no era cualquier dardo, parecía uno de esos que se utilizaban para atrapar un animal con vida.
-¿Somnífero? – Amelia echo un vistazo al dardo y luego me miró algo asustada y luego empezó a buscar entre los invitados. Parecía algo asustada, yo quise detenerla y atraer su esquicito cuerpo hacia mí pero comencé a marearme -¡Sebastian! – Escuché un par de gritos de Amelia hacia mi mayordomo, todo seguía dando vueltas y nublándose. Vi varias personas acercarse, no supe en qué momento había quedado en el piso y sentía la fría pero cómoda hierba debajo de mí. La hierba del campo tenía un esquicito aroma. Sin más que hacer todo quedó en completa obscuridad mientras la voces que me rodeaban indicaban preocupación y sorpresa, Amelia lloraba y otros más parecían exclamar asombrados.


Ya no estaba en la cómoda hierba, ya ni siquiera pensaba que estaba en el mismo día, todo era tan diferente, había un olor a comida casera que inundaba el ambiente, sentía estar sobre algo sólido de madera y escuchaba el agua burbujear.
-Todo es mi culpa – la voz de una mujer se escuchaba cerca, pero no demasiado de mi cuerpo que se encontraba extendido – creí que nadie me seguía.
-Señora Laurence, le debo pedir que se calme – una perfecta voz resonó en mis oídos y luego reconocí ese olor a madera, la comida casera, ese espacio obscuro y pequeño.
-Podrás hacer algo ¿Verdad Key? Eres mi única salvación – seguía llorando, decidí no acercarme en ese momento, por un lado adoraba estar con mi amante, pero por otro no podía soportar sus momentos de sentimentalismos ni sus preocupaciones, además en ese momento tenía a Key.
-Déjemelo a mí – su voz retumbó con un aire de superioridad – le advertí que un asesino la seguía ¿No es así? ¿No pudo pensar un poco mejor? No es tan fácil librarse de un asesino a sueldo – regañaba con tal autoridad, era raro que Amelia no se quejara, ella era de esas personas que odiaban ser pisoteadas.
-Confío en ti – dijo un poco más tranquila – te lo encargo, debo volver a Paris – aun sollozaba mientras que escuchaba los altos tacones rojos retumbar en la madera.
-Mucho estilo poco cerebro – la voz de Kibum sonó después de que se escuchó un motor avanzar, en lo personal también prefería los autos, pero mis padres me habían castigado en ese lugar con el viejo carruaje. Sentí un fuerte golpe en el estómago -¿Cuánto tiempo más pretenderás que duermes? – Abrí los ojos de golpe para encontrarme con él, tan majestuoso como la primera vez, con sus manos cruzadas en su pecho y moviendo su pie apresurando mi despertar.
-Solo era hasta que se fuera – me senté. En ese momento me di cuenta que estaba sobre esa mesa de madera donde había intentado leer mi futuro la última vez.
-Irresponsable – se giró con aire de superioridad y fue hasta el fuego a remover lo que se calentaba en lo que parecía un caldero.
-Solo un poco – reí bajando de la mesa y caminando en dirección a él.
-¡Detente! – Me ordenó y paré en seco. –Antes de que te muevas tendrás que tomar esto - sacó un cucharón y sirvió un poco del contenido del caldero. Luego caminó hasta mí y me lo dio en la boca.
-Sabe horrible – dije después de tomarlo y sentir un horrible ardor en la garganta. Mis lágrimas salieron por el sabor de aquello.
-Le di ese sabor, para ver si dejas tus juegos de Casanova - parecía muy molesto. – Serviré más para que te lleves y salgas pronto de mi vista.
-Key – giré mi cabeza con una sonrisa aun cuando él me daba la espalda -¿Te gusta mi peinado? – Lo había cambiado por él -¿Y qué dices de mis zapatos? – Levanté un pie para ver lo que había pedido de Paris solo para complacerlo.
-Está mejor – dijo indiferente. Me acerqué más hasta llegar muy cerca de su espalda, estaba por usar un truco que nunca fallaba.
-Lo hice solo por ti – susurré cerca de su oído y luego sople suavemente. Eso siempre hacía que las chicas tuviesen piel de gallina y un escalofrió crispara por su cuerpo. Luego me volteaban a ver con los ojos llenos de deseo y sabía que las tenía en mis redes.
-Lo hubieras hecho por ti mejor – llenaba un jarro de cerámica con aquel horrible potaje café, como si no se hubiese dado cuenta y con ese aire de superioridad aun. – Listo – dijo esto mientras observaba la curiosa olla y se giró para dármela de forma brusca. – Tomate esto por estos días – dejó la olla en mis manos y se movió hacia otro lado de la casa.
-¿Qué es esto? – Pregunté mirando el caldo que burbujeaba.
-Es para quitar el veneno de tu cuerpo – dijo él mientras extendía un mantel sobre la mesa de madera – ya te puedes ir. – Era más que obvio que estaba muy molesto, no entendía el por qué, pero no podía irme tan fácil.
-Quiero que leas mi futuro – demandé como último recurso.
-No leo el futuro de las personas antes del desayuno – me contestó de forma retadora y clavé mi vista fijamente en el.
-Esperaré – Me dejé caer en un banco de esa pequeña cocina y él me lanzó la mirada más terrorífica que he visto.
-¿Quieres que te convierta en sapo? – Empezó a caminar contoneándose de una manera tan atrayente para mí, pero era obvio que había algo de temor en mí. Verlo moverse de esa forma me estaba enloqueciendo, estaba lleno de un aura demoniaca, algo que me atraía hasta la muerte.
-Si tú lo haces sería un sapo muy feliz – me reí de mi chiste y el solo me lanzó una mirada más.
-Maldito jugador, no podías estar tranquilo ni una noche – se giró para tomar algunas cosas de la estufa.- Estuviste a punto de morir solo por tus deseos de meterlo y aun así vez todo como un juego.
-¿Meter qué? – Una niña apareció a mi lado en los escalones de madera que daban directo a esa mesa.
-¡Nada! – Key se exaltó - ¿Ya ves lo que haces? – Me gritó y luego arrojó una cuchara de madera que dio directamente a mi cabeza.
-Yo no dije nada – me quejé sobando el lugar afectado.
-Samsoon ¿Ya te lavaste las manos? - Key me ignoró por completo.
-Listo Kibum umma – dijo ella sentándose en la mesa.
-¿Y tu hermano? – Preguntó con un tono aun más potente, a modo de regaño.
-Joonbum ya viene – empezó a servir jugo en un vaso y luego me lanzó una mirada -¿Desayunará con nosotros? – Me preguntó y me puse de pie para acercarme.
-Me encantaría…
-No lo hará – Key me interrumpió – no puede comer nada hasta que se acabe ese brebaje.
-¿Tengo que acabarme esta cosa asquerosa? – Pregunté asombrado mirando la olla que había sostenido todo ese rato. La niña solo rió y Key me lanzó una mirada triunfal.
-Umma – la niña jaló la manga de Key mientras yo veía horrorizado ese contenido café que seguía burbujeando – puedo invitar a un chico a la casa – Key giró rápido a ver a la niña y yo abrí grandes los ojos, supongo que las chicas son más rápidas en eso y no creo que lo viese como algo malo.
-Pobre Terrance – una voz más grave sonó y el chico alto de la otra vez entró por la puerta. Le lancé una mirada con odio y el solo me miro un momento para volver a ver a Key y a la niña de cabello negro amarrado en dos trenzas cortas.
-¿T..te..terrance? – Key parecía nervioso, bueno cuando me enteré de que mi hermana tenía un novio también me alteré e inclusive fui a molerlo a golpes, creo que entendía su preocupación.
-Terrance parece chica – un niño llegó saltando por las escaleras.
-¡Claro que no! – La niña gritó. El chico que había bajado también tenía su cabello obscuro pero corto y tenía un overol color caqui, era tan delgado y fino como Key, pero un poco más moreno.
-Es un chico simpático con cara muy fina –el chico alto se sentó e intentó tomar algo de la mesa pero Key actuó rápidamente dándole con el cucharon de madera.
-¿Qué clase de chico? – La pregunta salió al aire y Key parecía furioso por lo que todos se sentaron y acomodaron derechos en la mesa. Yo me acerqué dejando mi olla cerca de la estufa.
-Pues como cualquier chico – dijo el niño con cara de molestia y tomó una hogaza de pan.
-No es como cualquier chico – La niña de vestido azul cielo imitó al chico – es muy amable y atento, además es muy inteligente.
-¿Amable y atento? – Key ahora le preguntaba directamente al chico alto.
-Pues supongo que sí, yo creo que es gracioso, y muy ligero… como cargar una pluma – empezó a masticar el pan – es muy raro para tener casi 18 años.
-¿18? – Key suspiró con un grito ahogado y se dejó caer en la mesa.
-¿Qué edad tienes linda? – Pregunté algo intrigado.
-11- contestó ella mientras saboreaba el jugo- solo son 7 años de diferencia.
-Estás pero loca- Joonbum tomó más pan para su desayuno.
-No estoy loca, solo estoy enamorada – estas últimas palabras hicieron que Kibum se pusiera aun más blanco.
-Eres muy joven para entender el amor – Key se paró y la miró de forma intensa.
-Nunca se es joven para enamorarse – respondí sonriendo.
-El tiene razón Key – el chico alto de grandes ojos seguía comiendo – deja que Samsoon invite a su príncipe y luego veremos.
-Es mejor que lo dejes venir y puedas vigilarlo – sonreí al encontrar el rostro confundido de Kibum.
-No le des ideas Minho, sabía que no era tan buena idea de que trabajaran con Onew, ahora un extraño muchacho anda tras mi pequeña.
-No creo que Terrance sea de ese tipo de chicos.
-¿Entonces de que tipo es? – Minho mostró una amplia sonrisa mientras pensaba en esta pregunta.
-Creo que son de los tipos curiosos y soñadores a los cuales puedes confiarles tus secretos.
-Parece que ya lo conoces bien – Key se levantó molesto – Está bien, puede venir algún día.
-Gracias Key umma – la niña corrió se subió en el banco de madera en el que había estado sentado y le besó la mejilla al chico luego corrió al segundo piso.
-Joonbum tu también apresúrate, llegarán tarde a su trabajo en esa rara mansión – Key parecía orgulloso mientras veía al chico subir con paso lento.
-Todos están locos por aquí – el chico se quejó y siguió avanzando.
-Espero que no te equivoques Minho – Key empezó a recoger la mesa.
-No te preocupes de más.
-El tiene razón, si te sigues preocupando por cosas tan insignificantes te saldrán más arrugas. – Tenía rato de solo ver la escena.
-¿Arrugas? – El chico de porcelana dejó los platos y corrió a un espejo que colgaba de uno de los soportes cuadrado de madera. Se toco varias veces el rostro y giró la cara de un lado al otro. Me eché a reír como un loco - ¡Eres un monstruo! – Gritó molesto y el chico alto también comenzó a reír. – No le hagas caso Choi Minho – sentenció la diva – no quiero que te juntes con los de su especie.
-¿Mi especie? – Pregunté ladeando la cabeza y aun sonriendo.
-Casanovas, abusivos, pervertidos y asquerosos ricos que van por la vida sonsacando todo tipo de mujeres.
-Ah uno de esos – volví a sonreír.
-Mucho gusto, soy Minho – el chico me saludo retando a nuestro anfitrión que gritaba histérico.
-Kim Jonghyun – saludé y lo acompañé con una reverencia, el muchacho no se veía tan malo ahora que lo me fijaba cual era su relación con Key, alto y bien formado, con ojos grandes y cabello obscuro, de verdad que era alto.
-¡Ya basta! Leeré tu futuro y te irás de aquí – Key terminó de recoger la mesa y puso sus piedras - ¿Vendrás a sentarte? No tengo tu tiempo.
-Ya voy Key – seguía sonriendo, la verdad me encantaba, no podía evitarlo.
-¿No es más fácil si usas la llave? – Minho preguntó y se sentó también en la mesa.
-La llave no se manifestó con él – yo miraba curioso la conversación. – Tal vez sabía qué clase de persona era. Listo – la mesa comenzó a vibrar y la brisa a salir igual que la vez anterior luego un destello de luz se hiso presente, las rocas empezaron a flotar, pero cayeron de forma precipitada. Miré asombrado y luego miré al chico frente a mí, el cual ya no se encontraba ahí, ahora estaba en el piso.
-¡Key! – Dije asustado poniéndome de pie y corrí hasta su cuerpo, lo acomodé con cuidado sobre mis piernas mientras Minho estiraba su cuerpo y lo veía asombrado.
-Eso fue muy raro – miró el rostro del chico. -Kibum – dio unas palmaditas sobre los blancos cachetes –despierta Kibum.
-¿Key? – Pude ver como él chico comenzaba a parpadear - ¿Estás bien? – Pregunté mientras se sentaba y lo abracé con fuerza.
-Estoy bien suéltame.
-Me preocupaste – comencé a sentir las lágrimas, era la segunda vez que me hacía llorar.
-Si no dejas de abrazarme te convertiré en un cachorro.
-Sería tu fiel cachorro – lo presioné con más fuerza.
-Contigo no se puede – se quejó – Minho sepáralo, quiero levantarme.
-¿Para qué Key? Sé que amas esa atención.
-¡Si no me lo quitas te vuelvo a convertir en rana! – Sentí como Minho me separaba de aquel delicado y esquicito cuerpo.
-No pude leer tu futuro – Key miró al piso una vez que se puso de pie, parecía decepcionado.
-Pero es raro que falles – Minho dijo algo preocupado y toco el hombro de Kibum – no será por alguna maldición u otra cosa.
-No lo sé, debería buscar.
-Está bien – sonreí frente a los dos chicos que se veían algo preocupados – volveré luego, me gustó estar aquí y sé que encontraremos una solución. – Los dos me miraron asombrados y no tardaron en bajar los dos niños listos para salir. Decidí salir con ellos, parecía que Kibum no me quería ver a la cara, se veía derrotado, supongo que fallar no era lo suyo y mucho menos dos veces, lo mejor era no presionarlo. No quería que se desmayara de nuevo.
Salí de la casa con los otros tres y me despedí alegremente, parecía un lugar muy divertido, aunque había deseado volver antes me dolía hacerlo y descubrir qué clase de relación tenían esos dos chicos, pero ahora que entendía un poco mejor parecía ser un lugar para pasar un rato agradable. Tomé mi olla y subí al carruaje, luego sentí algo que me observaba y me asomé por la ventanilla, parecía no haber nada. Pero aun así sentía algo penétrate que se clavaba en mi nuca, sentía la necesidad de encontrar aquello que me perforaba con su profunda mirada. Sebastian me miró curioso, pero decidí dejar la paranoia, lo más seguro es que nadie estuviera ahí alrededor.

PRIMER POST~
otra vez