Le encantaba sonar el timbre de su bicicleta azul, era como recordar aquellas campanas que sonaron cuando le conoció. Le encantaba sentir la brisa refrescante que venía del cielo y era paseada sobre el firmamento por el aire. ¡Oh! Cuan refrescante le era sentir la brisa. Era como él.
El había llegado tan repentina y frescamente a su vida, así como la brisa que sentía en aquellos momentos sobre su piel. Acariciando sus dorados cabellos y susurrando amores para sus oídos.

Pero cabe resaltar que el camino que recorrió para encontrarlo, no fue nada lindo. Todo lo contrario, fue largo y doloroso. Un camino lleno de rechazos; momentos tan dolorosos, en los que pensó que se volvería loco tratando de encontrar las pequeñas partes de su corazón que se habían roto en muchos y minúsculos pedazos. Pero cuando el llegó fue tan diferente; a pesar de que el día estaba transcurriendo de la misma manera a cualquier otro día en que alguien lo iba a rechazar.


El aire era cálido. Tenía la esperanza de que ese día iba a ser diferente a los otros días; parecía que ese día no lo rechazarían.
Se había levantado temprano, muy temprano, a preparar un desayuno para dos. Quería sorprenderla. Quería tener un motivo para que ella no lo rechazara

—Driving to you… —tarareaba una canción que no hace muchos días había escuchado y se le había quedado grabada en la mente.

Pero sinceramente, más que una canción cualquiera, esa canción de alguna manera le había hecho sentir seguro. Sentía que esta vez, iba a ser diferente. Que no habría más rechazos.
Detuvo su bicicleta y se detuvo a comprar unas lindas flores para ella. Y todo el camino vino pensando cual flor comprar, tenía que ser la indicada para ella.


— ¿No te decides? — un chico de mirada felina se acercó a él.

—Mmm… no. —le sonrió tímidamente. —No sé si comprar lirios o tulipanes.

—oh, ya veo. —el chico roció con un atomizador una hermosa orquídea blanca que se encontraba cerca. —te diría cual elegir… pero no tendría chiste. —el felino sonrió. —dime… ¿cual elegirías ahora?

El chico se quedó viéndolas detenidamente, como si intentara saber algo nunca antes sabido. —La verdad no me veo regalándole a ella lirios, así que… elegiría... los tulipanes. —sonrió para sí mismo.

—Tulipanes holandeses…—hizo un gesto de aprobación. —“Mi amor es sincero” —musitó el florista.
— ¿Perdón? No…

—Esta flor se regala cuando se va a hacer una declaración de amor, y significa “Mi amor es sincero”.

— ¿En serio? — el chico casi salta de la emoción. —creo que debí regalarlas hace mucho. —dijo en un todo decepcionado, que hizo que el otro soltara una risa. — ¿Has sido rechazado? —cuestionó.

—No tienes idea.

—Mmm… —se acercó a donde se encontraban los tulipanes. — ¿Qué color quieres?

—Pon de todos los colores. —el florista se le quedó viendo un poco confundido y sonrió. — ¿Tiene algo de malo? — preguntó asustado.

Lo siguió hasta un largo mostrador donde había cintas, moños y papeles de todos los colores. —No, es solo que… — depositó con cuidado las flores sobre el mostrador. —aunque no lo creas, hasta los colores dicen lo que sientes. —el lo estaba escuchando detenidamente. —claro, hay personas que regalan las cosas conscientemente. Muchas beses vienen a pedirme una flor en especial o que yo les diga lo que significan cada una de ellas, porque quieren expresar sus corazones atreves de una flor.

—Ah… —el chico lo miraba como si le estuviera impartiendo una clase de biología mezclada con cosas de la vida. —Pero veo que tu no tienes idea de lo que significan cada una de ellas.

—Para nada. —rió.

—Pero, inconscientemente te estas expresando. —Tomó un pedazo de papel celofán— ¿Cómo? No entiendo.

—Te diré algo y luego me respondes si estoy en lo correcto ¿ok? —el asintió. —Has elegido una flor para declararte, que en pocas palabras expresa que tienes tus sentimientos son de confiar, pero… has elegido todos los colores.

— ¿Y eso tiene algo de malo?

—Depende de qué lado lo veas. — el florista comenzó a envolver las flores en el papel transparente. —revolver flores de colores en un ramo significa que tienes muchos sentimientos por ella pero nada referente a amor. — quería entender si había algo de malo en la situación, pero no podía. —te repito, lo has hecho inconscientemente y… podemos decir que podría ser el destino.

El florista terminó atando un moño blanco y cortó los pedazos de tallos que sobresalían. —Tal vez… ella no es la indicada. — ¿el destino? ¿Será que el destino le tenía alguien preparado? —Pero espero que ella acepte “Tu amor sincero”. —el chico frente a él sonrió tan amablemente que le trasmitió cierta seguridad. —Ten. —le entregó el ramo y sacó su billetera para pagarle.

—Gracias… —intentaba recordar si en algún momento le había dicho su nombre.

—KiBum, pero… dime Key. —hizo una seña de paz.

—Soy TaeMin, Lee TaeMin. —sacó el dinero y se lo puso en el mostrador.

—Oh! Esto corre por mi cuenta. —sonrió regresándole el dinero. —Pero te lo descontarán. —el florista rió fuertemente. —No te preocupes, soy el dueño.

Se sonrieron y despidieron como si fueran amigos desde hace mucho tiempo. —Vuelve cuando quieras. —gritó “Key”. — ¡Claro!

Volteó tan rápido que no vio que otra persona iba entrando. —Disculpa… —hizo una reverencia. — No te preocupes.

Colocó cuidadosamente el ramo de tulipanes en la canasta de su bicicleta, se subió a ella y retomó el camino nuevamente.
Manejaba e iba pensando muy detenidamente y terminando de procesar todo lo que su nuevo amigo le había dicho. ¿Tranquilo? No, no iba tranquilo. ¿Preocupado? No, en lo absoluto. Pero si quería saber la razón por la que inesperadamente todo aquello que “revelaron” las flores, hablando honestamente, era verdad.
¿Sentía algo fuerte por la chica a la que iba a declararse en esos momentos? No, creo que había sentido más cariño por el nuevo chico que conoció que por ella. Pero entonces… ¿Qué diantres iba a confesarle a la chica? En cada pedaleada se preguntaba que le iba a decir cuando llegara. Bueno, realmente pensaba más; porque pedalear solo lo hacía por inercia.
Desde hace unas cuatro cuadras tubo el desespero de detenerse y olvidar por completo a lo que iba, pero algo no le permitía detenerse. ¿El destino?


— ¡Cuidado! —escuchó que un señor que paso a escasos metros de él le gritaba. —Ten cuidado muchacho.

—Lo siento… —quiso detenerse por sí mismo, pero otra cosa lo detuvo.
Sintió como chocó con algo o ¿alguien?

En un momento a otro los pétalos de las flores volaron al aire y cuando sintió su trasero chocar con el suelo, rápidamente alzó la mirada. ¿No se supone que ese tipo de escenas solo sucedía en esas películas todas llenas de cursilerías y color rosa?
El dolor que había sentido se esfumo cuando vio a un joven alto que miraba en algún punto fijo del suelo mientras los pétalos de colores volaban a su alrededor y caían suavemente en el suelo. La brisa…


— ¿Estas bien? — una voz detrás de él lo hizo salir de su ensueño rosa. —Si…

Como pudo se levantó del suelo y limpió sus pantalones. Miró al chico que aun estaba parado viendo al suelo y siguió la dirección de su mirada.
Una pequeña caja color beige y con unos pequeños bísquets se encontraban tirados en el suelo rodeados de pétalos.


—Mis… — el alto balbuceaba. — mis bísquets…


Regresó la mirada al suelo, por un momento pensó en levantarlos y dárselos, pero intuyó de que sería mala idea. —¿Estás bien? —por la cara que tenía el chico parecía que el que recibido el golpe hubiera sido el alto.

— ¿Ah? Sí, claro… —el chico puso una terrible cara de decepción. — ¿Era tu desayuno? —preguntó algo tan obvio a esa ahora de la mañana que quiso que la tierra lo tragase.

—Sí, era…

Perfecto. Se sentía perfectamente la persona más terrible del mundo. Miró en dirección a su bicicleta tirada y buscó algo con su mirada. Corrió y recogió un molde cubierto con un pañuelo color rosa.
Inexplicablemente el chico seguía parado en el mismo lugar, como si hubiera perdido algo que solo se había hecho una vez en la vida. Y como iba a estar de esa manera si los bísquets que había preparado su madre después de una noche larga de hacer tarea y de no haber comido absolutamente nada desde que se sentó frente a la computadora portátil.
TaeMin, tomó la mano del alto y lo sentó en una banca que se encontraba cerca de ahí. —Toma, sé que no son los mejores, pero… —le entregó la caja envuelta con el pañuelo y le sonrió tímidamente.
El que se encontraba a su lado tomó entre sus manos aquello y lentamente desató el nudo del pañuelo y destapó una caja trasparente y de plástico. Dentro de ella se encontraban lo que parecían ser unos panecitos pequeños. —Eran para… alguien. —como un flash, recordó a donde se tenía que dirigir. Lo había olvidado completamente.

Ahora que lo veía detenidamente, era muy apuesto. Su cabello largo y castaño oscuro hasta la nuca, sus ojos grandes y sus gruesos labios; eran algo que nunca pensó que se encontrarían en una sola persona.
Se levantó de la banca y se dirigió hacia su bicicleta que aun se encontraba en el suelo; la levantó y se dirigió nuevamente hacia la banca con ella. Se sentó y esperó a que el chico terminara de devorar sus penecitos en completo silencio.

—Lo siento… —por fin el alto había hablado. — me comí tu regalo. —aquel chico había devorado en su totalidad los cinco panes en un tiempo muy corto. — ¿Eran para alguien especial verdad? —La pregunta dejó desconcertado a TaeMin ¿era para alguien especial?

—Oh… no te preocupes. —le sonrió como solo él lo sabía hacer. —Es bueno que lo hayas comido tú… tenias hambre. —rió por lo bajo. —Ah… si, no había comido desde ayer y mi madre hoy me dio esto antes de ir a entregar un trabajo de la escuela.

—Oh… disculpa en verdad. — TaeMin bajó la mirada apenado.

—No hay problema. —el chico tocó el brazo de TaeMin. —por cierto… tu madre cocina muy rico.

TaeMin lo miró preguntándose a que se refería. —Esto… — el alto alzó la caja donde antes se encontraban los bocadillos. —Ah! — TaeMin sonrió divertido. —esos los hice yo.

— ¿En verdad? — el chico abrió aun mas grandes sus ojos. —Woah! Estaba muy deliciosos… —esta vez entrecerró los ojos intentando que el pequeño entendiera su gesto.

— TaeMin. —el alto le sonrió. — ¿Ibas hacia ese lado? — le preguntó mirando hacia su derecha. TaeMin asintió. —que te parece si me acompañas a la escuela y te repongo tus bocadillos.

—Oh! No te preocupes por eso. —la cara del alto mostró una desilusión. —Pero… te acompaño a la escuela. — fue inevitable para TaeMin el sonreír al ver la emoción en el alto.

Los dos se levantaron de la banca al mismo tiempo y su nuevo amigo arrebató de las manos de TaeMin la bicicleta para comenzar a caminar. —MinHo, Choi MinHo. —TaeMin sentía morir por alguna razón cuando escuchó su nombre. Miró hacia atrás y vio los pétalos regados y sintió que su corazón saltaba. —Fue un gusto chocar contigo… MinHo.





¿Las flores eran mágicas? TaeMin se lo había preguntado no sé cuantas veces a Key. Desde el día que conoció a MinHo esa idea sobre las flores había llegado a su mente. —Puedes creerlo que si TaeMin. —Key hablaba como todo un experto. TaeMin lo pensaba así, lo creía. Si no fuera por pasar a comprar esas flores no habría conocido a MinHo. Ese día fue unos de los mejores que había vivid en su corta vida. Aun lo recordaba como si hubiera sido ayer. Aun después de casi un año de lo sucedido el sentimiento y las imágenes de aquel día seguían tan frescas en su mente. Esos pétalos volando en el aire mientras veía su rostro.


Hoy, nuevamente, un 14 de febrero se encontraba nuevamente manejando su bicicleta para encontrarse con alguien. En su canasta llevaba una caja con unos bísquets que el mismo había preparado. Era el regalo que iba a entregar. —Driving to you… —tarareaba su canción favorita.


—MinHo… — bajó de su transporte y la colocó en un lugar donde no estorbara. —Has llegado temprano.

TaeMin tomó lo que había preparado y se lo dio a MinHo para que lo comiera, no sin antes decaerle un lindo día. — ¿Esto me convierte en la chica? — dijo en un tono apenado.

— ¿Por qué eres la chica? —MinHo preguntó divertido.

—Pues… ¿no se supone que las chicas regalan en san Valentín? —MinHo rió. —o… ¿También tengo que regalarte en el día Blanco? —a pesar de que implicaba mas gasto a TaeMin parecía excitarle el hecho de regalarle algo a MinHo.

—No debes preocuparte, no tienes alguna razón para hacerlo.


Claro que lo había, lo amaba.



Desde hace mucho tiempo TaeMin se lo había estado preguntando. Y nunca se atrevería a preguntarle a MinHo para no arruinar la amistad que tenían. ¿Querían ellos? ¿Amigos? No lo creía de esa manera. Desde tres meses MinHo le había robado su primer beso, y los amigos… no se besan. ¿O sí? Aunque después de ese día nunca volvió a besarlo.
¿Novios? Nunca se lo pidió.
Si bien de vez en cuando tomaba su mano por algunos momentos o lo besaba rápidamente en su mejilla, o le decía lo hermoso que se veía aquel día, o lo cargaba de la nada y salía corriendo con él en sus brazos. Pero nunca se habían dicho que se gustaban. No eran nada.

El día paso entre una plática muy amena entre ellos en aquella banca donde se conocieron, donde se vieron por primera vez. Sin duda había sido un día muy hermoso a lado de él, entre helados y pequeños chocolates que se paraban de vez en cuando a comprar; pero sentía un poco de decepción después de todo, a pesar de haber estado platicando todo ese largo día con el.—Creo que es hora de que vayas a casa. —dijo MinHo.


—Sí, creo que si…—dijo poniéndose de pie. —Ey… ¿No me dirás nada?

— ¿Yo? — el rubio lo miró extrañado. — ¿Cómo qué?

—No sé, cualquier cosa. —TaeMin pensó por algunos instantes y negó con la cabeza.

—Tae… —MinHo tomó suavemente la mano de él antes de que comenzara a caminar. —esto es para ti. — con su mano libre sacó de debajo de la banca una pequeña planta en su maceta. Alrededor de ella tenía un listón grueso color azul con un cordón rosa atado en ella. Eran unas pequeñas flores de un color amarillo y en su centro un tono más fuerte y oscuro. Unas flores… no es que las odiara o no le gustaran pero… solo era una planta.


—Gracias MinHo. —sonrió lo más amable que pudo y se dio la media vuelta para tomar su bicicleta y subirse en ella.

—TaeMin…—escuchó su nombre y volteó a verlo antes de ponerse en marcha. —Se llaman prímulas. —MinHo le sonrió y sacudió su mano antes de darse la vuelta y comenzar a caminar.

El se quedó viendo su silueta alejarse, y antes de tomar su camino depositó el regalo de MinHo en la canasta de enfrente y sus ojos se posaron en un punto fijo del suelo. Aquel lugar donde hace un año habían quedado regados aquellos pétalos reflejo de su amor sincero.






—Pero es que… —sin duda TaeMin estaba decepcionado hasta los talones.

—Ya pequeño… —Key intentaba calmarlo. —Pero… es que… dime Key… ¿MinHo y yo somos algo?

Key no sabía exactamente que decirle, pues estaba al tanto de que ya habían tenido su primer beso y de la actitud de su también ahora amigo, pero también estaba enterado que nunca le había dicho a su hijo si quería ser su novio. — Pues…

—Una maceta… ¿puedes imaginarlo? Me regaló una maceta. —Key quería morir de risa al escuchar eso pero fingió falso enojo. —No lo tomes a mal, sabes que amo las flores. —TaeMin señaló a su alrededor que estaba lleno de flores, pues antes de ir a su casa había pasado a contarle a su eomma lo que había sucedido en el día. —Por cierto… ¿Qué sucedió aquí? — hasta ese momento no había reparado en aquello.

—Ah… es una larga historia. —suspiró fuertemente, pero al final sacó una linda y alegre sonrisa. — todavía no acabo de limpiar. Todas las flores cayeron, bueno… no todas, solo las de este lado. Pero aun así quedó todo mojado.

— ¿Quieres ayuda? — ofreció TaeMin.

—Te lo agradecería pequeño.

TaeMin seguía reprochando lo sucedido mientras Key reía por la forma en que lo hacia este, hasta que el pequeño se cansó de renegar. —Prímulas…

—Eh…? —preguntó Key.

—Las flores… son prímulas.

Key dejó lo que estaba haciendo y vino rápidamente a donde estaba TaeMin. — ¿Dónde están? La flor... —TaeMin lo miró un poco asustado. — En la cesta de la bicicl…—Key salió corriendo rápidamente que impidió que TaeMin terminara su oración.

— ¡Son Prímulas!

Se escuchó un grito por parte de su amigo que venía corriendo con la pequeña flor en mano. — TaeMin… ¡TaeMin! Son… son prímulas. —el solo asintió mas por miedo que por le estaba diciendo su amigo. — ¡Dios! Tú te estás muriendo y el te ha regalado prímulas.

—Sí, es lo que te digo — el menor soltó un suspiro de fastidio.

— ¿No sabes lo que significa verdad? — lo miró con enfado. TaeMin solo pudo negar. — Primer amor… “Solo te he amado a ti”

TaeMin soltó la escoba que tenía en sus manos y se tomó de los cabellos, él que había dicho que solo era una planta. — Minnie, se te ha declara… —el cordón café se enredó en uno de los dedos de Key e hizo que se desatara y el listón cayera mostrando el color blanco de la maseta con unas letras escritas en ella en un color azul.



“Gracias por conducir hacia a mí

Te ama, MinHo.”

Sin despedirse de Key, TaeMin salió rápidamente de su negocio y se montó en su bicicleta, pedaleando lo más rápido que pudo. Tenía que llegar rápidamente a ese lugar, y decirle lo que desde hace mucho tiempo se estaba guardando en su corazón.
Con el corazón saliéndose de su pecho tocó al timbre. Sintió que esos escasos segundos o el minuto que tardaron en abrir la puerta fueron los más eternos de su vida.



—Tae… —MinHo lo miró sorprendió. — ¿Qué haces aquí?

—Yo… —intentaba recuperar el aire. —yo… si tengo algo que decirte.

— ¿Y solo a eso has venido? Pudiste decírmelo por teléfono o...

—No, tengo que decirlo ahora. —se paró derecho. —MinHo…

Las escenas del día en que se conocieron volvieron a su cabeza. Su rostro, sus ojos; esa escena que a cada momento recordaba. —Me gustas…

—Tae…

—No… —miró a los profundos ojos de MinHo. —Yo te amo.

MinHo lo estrechó entre sus brazos, tan fuerte que parecía que lo quería fundir en su cuerpo. MinHo era tan feliz, al fin los dos habían tenido la suficiente fuerza para confesar lo que desde hace mucho tiempo debieron haberse confesado. —Gracias por haber llegado a mi vida.

MinHo se alejó de él para acercar esta vez su rostro al de TaeMin y depositar sus gruesos labios en los suaves de TaeMin. Era un beso tan mágico, así como cuando le conoció. Aquel día el hambre lo había segado por algunos momentos, pero cuando lo vio con todos sentidos en si, sintió que había visto a la persona más hermosa y única en el mundo. Nunca había sentido nada así por alguien, era la primera vez que su corazón se sentía de esa manera. Se había sentido desbocado por TaeMin.
Su primer amor.

—Gracias por haber conducido hacia a mí.

╰☆╮╰☆╮╰☆╮╰☆╮╰☆╮