-Lo que intento decir… - la chica tragó saliva con dificultad, sus ojos rasgados temblaban ante el momento- quiero decir … - el nudo de la garganta ardió un momento mientras se deshacía jalando los extremos – quiero decir que mi corazón late solo por ti, que me vuelves loca cuando juegas, que no he podido dejar de pensar en ti desde que te vi en el pasillo – el silencio se presentó de forma tajante, mientras la chica de cabello largo y negro repasaba las palabras pronunciadas de forma queda y a modo de suspiro.
-Que tonto – el chico alto se giró para verla y luego dejó caer su cabeza de lado mientras que mostraba su largo cuello bien formado y algo robusto, pero aun así con un toque fino. Sus grandes ojos marrones la miraron de forma inquisidora mientras se recargaba en la reja que rodeaba la amplia azotea de aquel instituto amarillento, cuya pintura se desgajaba poco a poco de las paredes. – Si tu corazón latiera solo por mí hubieras muerto hace tiempo, no quiero que pienses en mí – el chico se separó con habilidad de la reja y extendió sus brazos cruzados para levantarlos sobre su cabeza y estirarlos mientras movía su cabeza de un lado al otro. – Me siento asqueado de que una cosa tan fea como tú piense en mí, al saber que he estado en tu podrida cabeza me hace sentir poca cosa. Si tu corazón late solo por mí como dices ¿Por qué no me haces un favor y terminas con tu vida? No quiero volver a ver tu feo rostro frente a mí. – El chico alto y con piernas largas y bien formadas caminó hasta donde estaba la chica. La cara redonda de la chica se veía inmóvil mientras sus ojos se cristalizaban ante aquel sentimiento que había florecido dentro de ella. El chico pasó su mano por su largo cabello castaño, acomodado para que pareciera despeinado pero cada mechón en su lugar correcto, no importaba que pasara su mano por su cabeza, el cabello quedaría en esa forma que lo hacía lucir mejor al momento siguiente. – Espero no escuchar de nuevo tu chillona voz, mi tiempo es demasiado importante como para perderlo con chiquillas inútiles y buenas para nada como tu – cruzó junto a ella con su chaqueta un poco abierta dejando ver el inició de sus pectorales bien trabajados debajo de la camisa del uniforme al cual le faltaban botones.
Sus pasos fueron desapareciendo lentamente mientras la chica empezaba a sentir una opresión en el pecho, un dolor en su garganta que comenzaba a arder y subía desde su interior. Sus manos se fueron a su estómago, protegiéndolo, ante un acto reflejo de la profunda herida.
Fea… nunca se consideró bonita, pero nadie lo había confirmado, inútil… tal vez no era la más habilidosa en manualidades, no tenía las mejores calificaciones y apestaba en los deportes, pero nunca lo había notado, para ella todo estaba bien. La puerta se cerró tras de ella y por ella salió aquel chico ejemplar, aquel al cual le había dedicado sus suspiros y había anotado ese nombre en aquella libreta, muchas formas en que había visto ese nombre, muchos colores, muchos tamaños y aun así él no la había notado si quiera. Así fue como Choi Minho la había quebrado, se tiró de rodillas al piso, sus sueños fueron pisoteados, su corazón estaba hecho pedazos, sus lágrimas no resistieron y decidieron desfilar por las pálidas mejillas.
Comenzó a llorar, pero su aguda voz la detuvo – espero no escuchar de nuevo tu chillona voz – dijo en un suspiro mientras seguían corriendo las saladas lágrimas. Aquel ardor se hacía cada vez más intenso y ahora bajaba a su protegido estómago. –No debería seguir viviendo.
-Vales más que esa basura – una voz se escuchó detrás de ella. La chica volteó lentamente. Justo lo que faltaba que alguien viera como había sido rechazada de la peor manera.
-Búrlate de mí si quieres – decidió no seguir volteando y solo mirar al piso, ya no le quedaba ni una pizca de dignidad.
-Nunca me burlaría de una chica con tanto valor – la chica abrió los ojos como platos y se giró para ver quién podría intentar darle ánimos, ni las que decían ser sus amigas la habían apoyado. Solo decían que Minho era demasiado para ella, que era una ilusa, tenían razón. Pero ella no se rendiría solo por eso.
-No soy valiente, soy una tonta – volvió a llorar con fuerza, la verdad no se sentía tan mal que alguien lo supiera. Escuchó unos pasos acercarse, pero aun así no detendría su llanto.
-Toma- un chico se agachó frente a ella y de cuclillas le ofreció lo que parecía un pañuelo y una cálida sonrisa.
-Soy una inútil y fea – la chica lloró con fuerza – no me lo merezco.
-Ese gigante no se merece tus lágrimas – el chico de perfecta piel y ojos risueños acercó más el pañuelo. Su uniforme estaba desarreglado pero de forma intencional, el saco no estaba presente, sus pantalones parecían estar bien, pero su camisa había sido adaptada para no tener mangas y mostrar los trabajados brazos, todo él tenía un tono moreno uniforme, sus rasgos eran masculinos y aquella sonrisa la llenaba de paz.
-Gracias- tomó el pañuelo y lo llevó a su cara. No quería que otro chico lindo notara su fealdad.
-No cubras tu rostro, no llores por él.
-No puedo evitarlo, yo de verdad lo quería, el no debió ser tan cruel conmigo, la verdad ni esperaba una respuesta afirmativa, pero quería que conociera mis sentimientos. – La chica limpió su rostro y sonó su nariz con un fuerte soplido que hizo reír al chico que estaba de cuclillas frente a ella. Sus pómulos marcados se acentuaban con aquella simple pero satisfactoria sonrisa.
-Tranquila, de verdad ese presumido es poca cosa, lo molería a golpes – el chico se levantó y alzó su puño. – Pero la venganza debe correr por tu cuenta para que estés satisfecha.
- Nunca le podría hacer daño, yo le quiero – la chica dijo aun con lágrimas y se puso de pie.
-Ese idiota siempre tiene más de lo que se merece – el chico comenzó a caminar a la puerta que daba al interior del edificio.
-Él es perfecto. –La chica miró al piso mientras recordaba todos los atributos del perfecto Choi Minho, todo aquello que le hacía verlo como el mejor ser del planeta.
-Él no es nada perfecto, es un egocéntrico y petulante idiota – la chica miró asombrada al muchacho – un amigo siempre dice eso, yo solo diría que se cree la gran caca. – La chica sonrió – Ves te saqué una sonrisa, se feliz de ahora en adelante lejos de eso.
El chico no tan alto abrió la puerta dándole el paso a la chica de la gran diadema y el rostro enrojecido, que habría sido de ella si él no hubiese estado presente. De seguro seguiría llorando y repasando las crueles palabras.
-¿Tu eres Jonghyun verdad? – La chica se giró para verlo de frente.
-Sí, vaya al parecer mi fama me precede, pero no creas todo lo que dicen.
-Lo supe porque he oído que te la pasas vagando en la azotea – la chica lo miró más tranquila, no vale la pena, no vale la pena, repetía en su mente, le dolía, no lo negaría. Pero no quería mostrar esa tristeza más tiempo frente al chico que la había apoyado en esos momentos. Siempre podría llorar en su habitación mientras abrazaba su almohada, pero ya no lo haría frente a esa persona con sonrisa contagiosa.
-Bueno eso es verdad.
-También he oído que eres oportunista, mujeriego, burlón, a veces molesto, tramposo y no tomas nada en serio.
-Vaya, creo que si has oído de todo.
-Fuiste novio de una amiga – la chica agachó la cabeza, sabía bien quien era Jonghyun, era uno de esos chicos populares de la escuela, con muchos amigos y chicas que lo amaban y odiaban a la vez. Amable y con un sentimiento de familia, así era Jonghyun.
-No debí dejar una buena impresión- el fingió arrepentimiento - ¿Quién es tu amiga?
-Hyori – la chica se volvió a entristecer – bueno, era mi amiga. – Habían peleado algunos días atrás porque Hyori insistía que no debía acercársele a ese chico. – Ella tenía razón – dijo suave, todos lo sabían, solo ella conservaba una pizca de esperanza, deseaba que su perfecto Minho fuera también un ser piadoso y agradable.
-Ve y recupera a tu amiga, ya te dije que no vale la…
Las palabras del chico se detuvieron y fijó su vista al descanso de las escaleras. La curiosidad de la chica hizo que girara la cabeza y fijara la vista a donde los ojos obscuros del chico estaban clavados.
Y ahí estaba, aquello que le rompió el corazón por segunda vez, su perfecto Choi Minho tenía contra la pared a la chica de cabello castaño y largo y la besaba sin sentir algún tipo de vergüenza. Jonghyun carraspeo intentando hacerse notar. La chica solo sintió como rasguños pasaban por todo su cuerpo y abrían sus extremidades, dolía, dolía más que hace un momento.
-Hyori – por fin se atrevió a decir en un tono lastimero. La pareja que se besuqueaba en la escalera se detuvo cuando la chica volteo a ver a su amiga que se sostenía de Jonghyun. Sus ojos mostraban sorpresa.
-Ahí está de nuevo esa asquerosa y chillona voz – el chico alto dijo mirando a otro lado – y viene acompañada del perro pulgoso.
-Maldito – Jonghyun empezó a avanzar, pero las temblorosas manos que se enterraban en su brazo se lo impidieron. Giró la cabeza para encontrar a la pequeña chica de cara redonda temblando y con los ojos vidriosos de nuevo.
-YooHee- Hyori por fin pronunció algo y aquello que salió de la rasposa garganta fue el nombre de su amiga.
-Vamos oppa– Yoohee mostró una sonrisa al chico que cada vez apretaba su puño con mayor fuerza – nadie se quiere quedar tanto tiempo en la escuela. – Jaló al chico y pasó junto a su amiga y el chico del que había estado enamorada, arrastrando al chico que los miraba con odio.
Logró salir, no supo cómo, pero seguía aferrada a aquel fuerte brazo, mientras tomaba bocanadas de aire por el cansancio.
-¿Estás bien? – El chico con el brazo adolorido preguntó mientras daba palmaditas a la espalda de la chica con el brazo libre.
-Claro – la chica fingió una sonrisa de nuevo - ¿Por qué estaría mal?
-No debes fingir, eso fue más bajo, fue asquerosamente bajo, esta vez Minho se comportó como un monstruo.
-Él no lo hizo a propósito, tampoco Hyori, solo pasó – se engañaba, algo le decía que se engañaba, lo sabía, sabía que Jonghyun tenía algo de razón. Pero era mejor vivir solo aparentando que hacer escándalo. – Gracias por todo oppa.
-No hay de que – Jonghyun sintió como su brazo era soltado y la chica hizo una reverencia.
- De verdad muchas gracias.
-Enserio, no he hecho nada – el chico la miró conmovido – pero puedo hacer algo – empezó a buscar dentro del bolsillo de su pantalón. – Toma.
-¿Qué es esto? – La chica tomó lo que parecía una tarjeta dorada con unos números en ella, no decía nada, solo tenía los números negros sobre ella, ese era el número de teléfono de algún celular o eso parecía.
-Si quieres vengarte llama – dijo el chico dando vuelta – después de que lo hagas debes pasar la tarjeta a alguien que la necesite.
-No quiero vengarme – dijo la chica mientras veía al muchacho alejarse dejando la tarjeta en sus manos.
-Nos vemos luego YooHee – el chico gritó despidiéndose con una sonrisa y la chica lo vio desaparecer por la puerta de aquel instituto, esa vieja reja verde la cual era enmarcada por pequeños árboles con hojas delgadas y verdes. Miró la tarjeta de nuevo y decidió guardarla, de verdad, no deseaba vengarse, pero parecía ser algo valioso.

Una semana lenta pasó, una triste semana que le sirvió para deshacerse de ese horrible dolor, las palabras aun resonaban en su cabeza, pasaría mucho tiempo para que se declarara de nuevo, tal vez nunca más lo intentaría, pero sabía que no valía la pena. Poco a poco había logrado que Hyori la saludara con tranquilidad y esa mañana esperaba poder hablar bien con ella usando las calificaciones como tema de conversación.
-¿Solo se necesita conseguir la tarjeta dorada? – Una chica preguntó creando interés en YooHee que se acomodó en su mesabanco para escuchar mejor.
-Claro, ahí viene el número y llamas para hacerle una broma a la persona de la que te quieras vengar.
-¿No es peligroso? – Una chica se acercó a preguntar.
-Claro que no, hacen bromas simples y más complicadas, depende de lo que haya hecho la persona.
-No creo en ese bromista – una de las chicas se alejó y se dejó caer en su mesabanco.
-Es el vengador dorado, hace cualquier broma, es todo un experto – una chica parecía defenderlo-y nadie sabe quién es, no deja huellas, por eso es perfecto.
-Suena como si fuera un ninja o algo así. – Todas rieron y luego entró el profesor, lo cual asombró a YooHee porque Hyori nunca llagaba tan tarde.
-Tomen asiento – la voz del profesor era más seria de lo normal – su compañera Park Hyori no vendrá el día de hoy – todos giraban la cabeza asombrados esperando ver si alguien sabía de la noticia. Yoo Hee se puso nerviosa, los profesores no daban anuncios de ese tipo cuando alguien faltaba – La señorita Park se encuentra en el hospital, su madre me pidió que les avisara ya que quiere que vayan a verla, los necesita chicos, espero que puedan ir.
YooHee temió como nunca, sintió escalofríos, algo no andaba bien así que las clases fueron eternas pero cuando por fin salió fue con el profesor para pedir los datos del hospital y mandó un mensaje a su casa avisando que llegaría tarde.
No quiso comprar flores, las flores son para los muertos, se dijo recordando las coronas de flores en el funeral de su abuelo. Tomó algunos dulces, los favoritos de su amiga y decidió ir a su habitación después de anunciarse en la recepción.
Tocó la puerta y escuchó unos torpes pasos hasta la puerta, luego como alguien chocaba con el borde de algo para por fin abrir.
-Señorita Park – unos ojos pequeños y sonrientes se hicieron presentes y el chico de cabello castaño claro la saludó haciendo una reverencia.
-Presidente Jinki – Dijo ella asombrada, sabía que el presidente del consejo estudiantil estaba en todo, pero no esperaba que estuviese interesado en visitar a una alumna en el hospital.
-Me alegra que vengas, la señorita Park está muy silenciosa – el chico rió un poco, era un carismático líder, todos lo querían aunque a veces fuera extremadamente torpe. Todos sabían que su secreto era la vicepresidenta que estaba enterada de todo y hacía funcionar el consejo. Conocidos como la imagen y el cerebro, eran una pareja que había estado ya dos años a la cabeza del consejo.
-¿Cómo se encuentra? – YooHee le preguntó viendo como el chico parecía nervioso.
-Está muy bien, es solo que se ve algo triste – el presidente tomó su mochila y la dejó sobre una mesa mientras dejaban el pasillo y llegaban al centro de la habitación donde la chica con mirada desolada veía al exterior por la ventana.
-Hola Hyori, el profesor entregó calificaciones hoy, la verdad soy muy mala para la química.
-Soy una tonta – YooHee miró asombrada a su amiga.
-Claro que no – YooHee sonrió y se acercó para sentarse junto a la cama.
-Si lo soy, estoy aquí porque intenté suicidarme – se escuchó como un jarrón caía del otro lado de la habitación y ambas miraron al presidente asombrado que parecía morir de vergüenza .
-Creo que me iré para que hablen mejor, vuelvo después de un rato ¿Quieren algo? Mejor traigo una revista, ya sé pediré el control de la televisión, no tardo, bueno si tardo, tómense su tiempo para hablar, tardaré en volver – el chico retrocedió hasta la puerta y la cerró tras de él – bueno no tardaré tanto, ya casi acaba la hora de visitas – la puerta se volvió a abrir y cerrar.
-YooHee – Hyori rompió el silencio que duró varios minutos – yo sabía lo que era ese chico, pero aun así caí en su estúpido juego.
-Vamos yo fui más tonta entonces, nunca te quise creer.
-Aun así, soy tu amiga, se supone que debía estar apoyándote y en lugar de eso le creí a ese idiota, me prometió el sol, la luna y las estrellas y fui como una de esas chicas tontas… de esas…
-¿Enamoradas?- YooHee sonrió – Es normal, no deberías sentirte como tonta.
-Aun así él me usó, solo salió conmigo para darle celos a esa Yuri y luego me votó.
- No vale la pena – repitió las sabias palabras del chico.
-No lo vale- Hyori comenzó a llorar- pero yo le entregué todo a ese idiota, le di mi corazón, mi cuerpo y mi alma. – YooHee se asombró – Me volví una completa tonta en una sola semana, todo aquello que no quise ser y luego me hirió diciendo que no era útil, que era tonta y vacía, torpe y demasiado presumida. Todos mis defectos, él los enlistó, me quebrantó en un solo momento.
-Pero lo que él diga no te debe afectar – YooHee estaba herida, Hyori siempre había sido segura y fuerte, era su modelo a seguir.
-No debería, pero yo lo amo, ese idiota me hizo amarlo, no puedo seguir sin él, pero aun así él escogió a Yuri, yo nunca fui nada para él y él fue todo para mí – Hyori lloró, nunca la había visto llorar, Yoohee, solo pudo acomodarse a su lado en la cama y abrazarla, para que sacara todo ese dolor, para que no sufriera más en silencio y no cometiera otra locura.
Así estuvo hasta que Hyori se durmió y el presidente solo se despidió de ella y convenció a la doctora de que dejara que se quedara. Mientras se paraba y acomodaba una manta sobre su amiga que aun sollozaba en sueños, su mochila calló y del interior salió un pedazo rectangular de papel metálico. Ella se acercó y miró los negros números.
Minho había quebrado a su mejor amiga, la había usado, y a ella la había tratado como basura. No podía quedarse con los brazos cruzados, si Minho las había quebrado, una broma haría que recibiera su merecido. Es lo que decían del Vengador Dorado, con una broma les da su merecido, había escuchado casos de chicos y chicas que se transformaban por temor a sufrir todos esos castigos, de una chica que había amanecido flotando en medio de un lago después de haber empujado a otra en una fuente solo para que faltara a una audición en la obra escolar- También había escuchado de un chico que había sido cubierto por basura por un camión después de arrojar a unos chocos más jóvenes a los botes.
-El vengador dorado – susurró mientras sostenía la tarjeta y luego tomó su celular, decidió marcar ese número, era hora de que alguien le enseñara a Choi Minho algo de humildad y apatía.
Sonó una vez….
Sonó otra vez…
A la tercera comenzó a ponerse nerviosa…
-Bueno- Una voz por fin se presentó.
-Bu… bu… buenas noches – dijo algo nerviosa, la voz era imponente aunque no muy marcada, era claro que era la voz de un chico.
-Espero que sea bueno, ya estaba dormido, que clase de chica desconsiderada habla en medio de la noche.
-Busco al vengador dorado – YooHee estaba asombrada, no esperaba que alguien que hablará tan petulantemente fuera un vengador.
-Yo soy su contacto, solo dime quién y por qué y yo le pasó la información. El pago es por adelantado y mandaré el número de cuenta a tu celular cuando el plan esté armado, el precio varía, solo quiero saber cuánto estás dispuesta a pagar.- YooHee escuchaba atenta y temerosa.
-Pagaré lo que sea, esta persona se lo merece - dijo asombrándose de ella misma, de verdad odiaba a ese chico.
-Dime quien es – la voz del chico tenía un tono arrogante.
-Choi Minho del instituto del este –tragó saliva algo nerviosa. Y luego escuchó una risita.
-Sabes me agradas – dijo aun riendo la voz detrás del teléfono – gracias a ti por fin tendrá su castigo.
-¿Gracias a mi?
- Te lo puedo decir – YooHee solo afirmó con un sonido gutural - Mi querido amigo no quería tocarlo porque tiene demasiadas admiradoras así que si recibía 15 peticiones ya no le importaría.
-¿Tantas?
-Es complicado, pero contactaré a todas, mañana te doy tu precio y el número de cuenta, siendo tantas no puede ser tan caro, pronto tendrás tu venganza, ahora déjame dormir, no quiero amanecer con ojeras – la voz se cortó y la chica se quedó estática tomando el teléfono. Choi Minho se lo había buscado. No se arrepentiría de lo que pasara, ella había tomado una firme decisión.

Nos vemos la próxima semana

PD.Esta historia contendrá hetero y yuri para aquellos que no les agradan estos géneros... Y mucho mucho YAOI.