Contrariando a lo que cualquiera que los conociera esperaría de ellos, no hablaron mucho camino al partido. Comúnmente ambos disfrutaban del silencio, caminando uno al lado del otro, cada uno bastante concentrado en su cigarrillo.

Uno que otro monosílabo se fue con el humo en cada calada, eran uno de sus momentos de paz en los que estaban solos y preferían callarse antes que comenzar a pelear. Un vez más.

La historia fue otra cuando llegaron a su destino.

Si había algo en lo que ellos estaban de acuerdo, era cuando el asunto incluía comida. No era que les gustara lo mismo, la cuestión era que ambos comían de todo. Y si podían, también se terminaban todo. La única diferencia, era que Taemin parecía obsesionado con los dulces. Una vez Minho lo menciono y supo que nadie debe meterse con sus dulces “y tu boca parece obsesionada con evitar decir cosas inteligentes”.

Fueron a sentarse con las manos repletas de comida. El partido fue bastante frustrante al principio para Minho y, para que negarlo, también para Taemin. Los jugadores de ambos equipos, por primera vez en mucho tiempo, estuvieron igual de pésimos. Todo el alumnado estaba bastante sorprendido. Y un poco molesto.

Claro que, para Minho, el momento en el que los goles eran inválidos, cuando los jugadores cometían faltas estúpidas y el árbitro era, como pocas veces los había visto antes, un completo asno; no era tan mal momento. Aprovechaba la calma para observar las expresiones de su compañero, incluso se daba el lujo de sonreír como un bobalicón de vez en cuando, y el alboroto para disfrutar del enojo evidente en su ceño fruncido.

Le gustaba más el Taemin tranquilo, silencioso, el amigo con el que compartía unos cuantos cigarrillos, muchas miradas fáciles de descifrar, muchos secretos y recuerdos, todo sin mediar palabra alguna. Pero eso nunca se lo diría, al menos no estaba listo para hacerlo aun.

Ambos se pusieron de pie sin creer lo que acababan de ver. El equipo había anotado un gol. El gol ganador. Sonrieron y se abrazaron dando palmadas en su espalda sin quitar la expresión de asombro. Todo por la emoción.

Luego vino la calma de nuevo. Era tiempo de ir a casa.

Tenía demasiadas ganas de invitarle disimuladamente a su departamento. Lo último que quería era estar solo ese día y aburrirse sin nada que hacer.

Caminaron envueltos en el silencio, cómodo. Casi se podían observar las palabras no dichas flotando en el aire. El más alto casi podía escuchar su propia voz en su cabeza gritarle que simplemente se lo dijera, pero era bastante difícil no soltarlo con un tono dulce si Taemin seguía insistiendo en hacer esos pucheros inconscientemente.

-Oye, ¿A dónde vas? – Pregunto al ver que no tomaba el camino  a su casa.

-Voy a ver a Jong In, después de todo, no tengo a donde ir – Se encogió de hombros restándole importancia, rogando por que no le dejase ir – Mis padres no estarán y Taesung no está en la ciudad, no será una gran semana.

Claro que si, por supuesto que tienes donde ir. Ven conmigo. Se controló para que no se le escapase el comentario. Pero bien se sabe que era Choi Minho, por lo que si no era ese comentario, entonces sería otro.

-Bueno, dudo mucho que con ese imbécil vayas a tener mucha diversión.

Taemin suspiro. Sabía que no existía manera alguna de hacerle ver que Kai no era otro niño estúpido de su grupo de amigos, estaba consiente que al alto no le fascinaba la idea de que tuviese otro amigo que no fuese el, pero no le quedaba otra que callarse ante los insultos dirigidos a su compañero de baile favorito.

Por su parte, aceptaba que estaba siendo un total idiota, más que de costumbre, al portarse de esa forma. Trataba fuertemente de que no le ganase, pero el miedo era algo que nada podía reprimir. Miedo a quedarse solo.

-Gracias, Minho. Agradezco tu cordial invitación a dormir contigo. – Agrego con ironía. – Realmente, no cambias nunca – Se quejó casi con un tono de lamento.

El más alto arqueo ambas cejas y le miro divertido.

-¿Acaso te estas poniendo sentimental, tu? Pensaba que no tenías sentimiento alguno en esa dura cabecita tuya. – Tanteo su cabeza con un dedo, provocando que se quejase y le mirase furioso. Pero eso no se lo creía ni el mismo. Le devolvió la sonrisa incluso antes de mirarlo y golpeo su hombro con el puño cerrado, haciéndole saber que estaba bien.

Caminaron en silencio hasta llegar al departamento de Minho que, siendo una de las pocas excepciones, no compartía piso con ningún otro estudiante, sino que tenía todo ese espacio para el solo. Taemin envidiaba eso, realmente era frustrante vivir con su familia. Si, los amaba, pero comenzaban a asfixiarle.

-Voy a darme un baño – Aviso sin mirarle, lanzando sus pocas cosas sobre el sofá y dirigiéndose directamente al baño - ¡Pide sushi!

-¡No, estoy harto de tu estúpida comida japonesa! – Grito desde la cocina.

-¡Por favor! – Grito y luego se escuchó el sonido de la regadera.

-Está bien… - cedió porque realmente no tenía ganas de cocinar.

-¡Eres el mejor, Choi!

Sonrió. Si, era el mejor, pero solo cuando estaba de su lado. Pequeño demonio.

Luego de ordenar la cena decidió que también quería darse un baño así que se fue a su habitación. Estaba bastante cansado, no mintió cuando dijo que había tenido un día de mierda y deseaba poder terminarlo en paz.

Solo que para él, paz era estar en una guerra constante con su mejor amigo, ese pelilargo de aspecto afeminado que le ponía los nervios de punta.

Tardo un poco más en ducharse de lo usual. Tenía demasiado sueño y ya se hacía tarde, sus ojos se cerraban por si solos hasta que en una de esas su cabeza se estrelló contra la pared. Solo rompió su labio, pero ese golpe sí que logro despertarlo por completo.

Mascullo una maldición y fue a cambiarse. Mientras lo hacía, no pudo evitar mirar las fotos colocadas en una esquina de la pared. Un en especial, donde ambos, con apariencias bastante distintas e infantiles, rodeaban al otro por los hombros y sonreían. Fue una época bonita que solo deseaba olvidar, solo complicaría su vida.

-¡Comida! – El típico grito del menor lo saco de su pequeña vista a un pasado lejano.

Miro el reloj y este marcaba las nueve treinta de la noche. Realmente habían tenido una larga caminata de vuelta a casa.

Jugaron videojuegos un rato después de comer hasta llenarse, luego vieron una película de acción cuyo final no podía recordar ya que se le caían los parpados y solo una leve bofetada le hizo reaccionar. Ni siquiera se molestó en reclamar nada, ni para eso le quedaban fuerzas.

-Pareces idiotizado, hasta das un poco de miedo.

-Cállate y ven conmigo – Le tomo del brazo y se lo llevo a empujones a la cama.

-¿No crees que estas bastante grandecito como para dormir con tus amigos? – Pregunto acurrucándose del otro lado de la cama, dándole la espalda.

-¿Amigos? ¿Ahora somos solo amigos? ¿Qué paso con todo lo que vivimos? – Se hizo el ofendido.

-Ya duérmete.

-¿Acaso has olvidado, que paso con todas nuestras noches de pasión?

-Déjame dormir.

Taemin ya estaba cansado de sus bromitas. Le incomodaba bastante que Minho jugase con eso. O más bien, le afectaba bastante. Le ponía de los nervios.

-Eso no decías antes, cariño.  Lo último que querías era dormir.

Rio, era imposible tomarle en serio con esa estúpida pijamas de pelotas de soccer, despeinado y con esa expresión tan extraña.

-Eres un… - Pero no le dejo hablar, callándole de inmediato.

-Pero aun así me amas, Lee.

Le abrazo por detrás, escondiendo su cabeza en su nuca y dejando un leve beso ahí.

Lo cierto es que no le odiaba, solo odiaba en lo que se convertía cuando el pelilargo estaba involucrado. Antes que nada, Taemin era la única persona que parecía nunca se iría de su vida, la única que parecía que jamás perdería. Pero aun así tenía miedo de quedarse solo. Después de todo, era un idiota, uno que sabía que a veces se excedía con sus comentarios hirientes hacia la persona que menos debería estar molestando. Se la pasaba insultándole, jugando con su mente y fastidiándole por todo, incluso se había atrevido a besarle para molestarle. Taemin tenía suficientes razones para alejarse y, aun así, seguía ahí, soportándole luego de todo.

No estaba seguro de cuánto tiempo más duraría eso. Perder esa parte de su vida era una idea aterradora, así que solo podía aferrarse a eso y rogar por que a Taemin no le importase como ahora.

-Me debes amar demasiado para que estés aquí aun.

-Eso es porque me das comida y cigarrillos gratis. No te emociones mucho.

-Deja de hacerte el difícil – lo atrajo más hacia su cuerpo. Ni siquiera sabía por que, solo que necesitaba parar pero no quería – Soy irresistible.

-Déjame golpearte un poco para bajarte ese ego.

-¿Por qué mejor no me dejas hacer que te calles? – Dicho esto le beso. Pero esta vez no era para hacerle rabiar, era una necesidad incontrolable.

Ambos se despertaron quejándose cuando la alarma de Minho comenzó a chillar. El alto tanteo la mesilla de noche intentando apagarla pero parecía no poder dar con ella. Como cada vez que Taemin se quedaba, fue el quien la apago.

No le impresionaba que fuese su casa y no recordase nunca donde estaban sus cosas.

Mientras que uno se fue al baño, el otro se dirigió a la cocina para poner el desayuno a cocinarse. Cuando Taemin salió, fue el turno de Minho para darse un baño lo más rápido posible y así evitar que su departamento fuese incendiado por el menor.

Cuando salió ya vestido y con una toalla secándose el cabello, tuvo que evitar reprimir una sonrisa que hasta a el mismo le pareció extraña.

Parece que el tiempo no ayuda en nada.

Ese era el Taemin al que estaba acostumbrado: Iba vestido con una camiseta sin mangas y una camisa a cuadros sin abotonar, unos pantalones de un verde bastante oscuro y aburrido y llevaba sus botas militares negras. En sus piernas reposaba un pequeño bol repleto de cereales de colores que devoraba sin un rastro de modales, el cabello largo recogido perezosamente en una coleta y el rostro sin un rastro de maquillaje porque era bastante cansado peinarse para él. “You don’t love me” de Spica era interpretada por las chicas en el music bank que Taemin observaba con atención.

-Oye come moscas, ¿Qué es ese olor? – Pregunto despreocupado, omitiendo por completo la expresión de “maldición, no otra vez” en su rostro.

Corrió presuroso a la cocina y apago las llamas antes de que la comida se quemara por completo. Antes de que la comida, la cocina y la casa entera se quemara con ellos ahí.

Resoplo con pesadez, tomo los utensilios de cocina e intento rescatar lo quedaba del desayuno además de cocinar un par de cosas más para compensar lo perdido. Incluso antes de que pudiese gritar su nombre, como un ratón escurridizo, el pelilargo entro llamado por el olor de la comida.

Minho volteo a buscar el jugo en el refrigerador y cuando volteo supo lo que era tener uno de esos mini-infartos de los que tanto hablaba la gente. Asesino al menor con la mirada y este solo sonrió como quien no hace nada con las mejillas repletas de comida.

El ceño fruncido del mayor desapareció al instante, estallando en carcajadas.

-Ay, Lee, ¿en tu otra vida fuiste un bufón? Porque se te da, eh, se te da.

Ni siquiera se molestó en responder a ese comentario, estaba bastante ocupado comiendo el delicioso desayuno como para comenzar una nueva y tonta pelea matutina. Aunque generalmente estas se daban cuando se encontraban en el campus por ahí, Taemin venia completamente empapado en sudor y Minho insistía en tomarle fotos para ridiculizarlo, además de que nunca se las mostraba.

-Y hoy, ¿Qué harás?

-Debo ensayar hasta tarde, así que tal vez te vea aquí a la hora de cenar. No me extrañes mucho.

-Siendo así, veré a

-No es necesario que me digas con que chica iras a revolcarte. Ese es el tipo de imágenes que te incluyen que prefiero evitar.

-Yo jamás dije que fuese una chica.

-¿Ah, sí? – arqueo una ceja – Si no es una chica, entonces, ¿Qué? ¿Un perro? ¿Esta es la zoofilia ahora?

-No, Tae Tae, tu compañía surtió efecto.

-Ah… - pensó pero no encontró la respuesta. Todos tenían razón, era demasiado despistado. Un despistado pervertido, pero despistado después de todo –Si eso es culpa de mi compañía entonces iras con…con un… ¿Taemin?

Antes esta última pregunta el más alto no pudo evitar hacer el famoso “face palm”. Definitivamente, era verdad que se podía ser inocente y experto al mismo tiempo, Taemin llevaba años convenciéndolo de eso.

-¿Sabes qué? Te veré bailar hoy, para que luego no andes diciendo que no hacemos cosas que hacen los amigos.

-Tu solo iras de caliente a ver el trasero de las chicas.

-Olvidas, cariño, que el tuyo también es un lindo trasero. – se acomodó la chaqueta, le regalo un guiño, tomo su cámara y salió de ahí dejándolo completamente rojo.

Solo que ahora estaba confundido, no sabía si se sonrojaba porque estaba enojado o avergonzado. Con Minho uno nunca se aburría, ese tipo siempre dejaba algo con lo que quemarse las neuronas pensando.

Taemin no sabía si eso era bueno o malo. Lo seguro es que la comida si estaba buena y el tenía tiempo de sobra para ir a sus clases de ese día.
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Yunho se recargo en el marco de la puerta, mirando con una sonrisa ladina al alto pelinegro que se acercaba. Viendo su chaqueta de cuero, los jeans y la cámara que ya era parte de su atuendo diario colgando de su cuello, supo que su última intención era bailar.

-Pero si es el gran Choi. Hace tiempo que no venias por acá. ¿Cuál falda te trae de vuelta?

Minho sonrió y dio una reverencia a su viejo profesor y amigo. Realmente no tenía idea de porque ya no eran cercanos.

-Solo necesito un par de fotos, ¿Puedo?

-Claro, ¿Por qué no? – se hizo a un lado dejándole entrar.

-Gracias.

-Siempre que quieras, come moscas.

Minho frunció el ceño y le miro justo antes de girar la perilla. ¿Acaso le había llamado come moscas? Solo una persona que conociera le llamaba así, nadie más.

-¿Come moscas?

-Taemin siempre se refiere a ti de ese modo. Es gracioso, porque pareces una rana con esos ojos.

-Yah… - le corto comenzando a enojarse.

-Pero él siempre dice que te ves guapo. ¡Mierda! Solo no le digas a Taemin que yo te dije a ti que él dijo eso.

Tardo más de lo que quería en asimilarlo, con las mejillas un poco coloradas y sus sentidos choqueados. Aunque luego de pensarlo bien, en vez de cohibirle, aquel dato debería ser motivo para que una sonrisa autosuficiente se formase en sus labios mientras entraba al estudio de baile.

¿Mirarle el trasero a las chicas? A) No era de los que se desesperaban al ver a una chica bailar, como si nunca ante hubiese visto a alguien del genero opuesto en su vida, b) Ni siquiera tenían algo que se les pudiese mirar, c) De eso se encargaba Mir, el tipo loco que en realidad parecía no haber visto nunca una fémina agraciada en su vida.

-¿Tu por aquí, hyung? – Una voz a sus espaldas le hizo sonreír aún más. Pero no porque estuviera feliz, esa era una sonrisa arrogante.

-No intentes venirme con muestras de respeto, Jong In. Sabes que nunca vas a agradarme.

El chico rodó los ojos y se alejó para comenzar a calentar, estaba más que acostumbrado a su rechazo. Y no lo culpaba, aunque fuese un idiota con él, sabia de sus motivos para comportarse de tal manera y estaba dispuesto, si él no se animaba, a darle un pequeño –gran- empujón que tanto necesitaba.

Se fue a sentar en el piso, con su espalda recargada en la pared de fondo, esa que estaba pintada con una gran cantidad de grafitis y le brindaba la posición perfecta para observar la pared del espejo.

Taemin estaba calentando en una esquina y, al percatarse de su presencia, imito vagamente el saludo de un soldado y luego se volvió para seguir en lo suyo. Minho preparo su cámara y tomo unas cuantas fotografías para ver si había hecho bien su trabajo.

En cuanto se dio cuenta, la música ya estaba sonando y los bailarines la seguían casi a la perfección. La mayoría eran de primer año, muchos sin previa preparación pero con un increíble potencial, así que pronto estarían bailando con maestría, sabía que Yunho era un profesor excelente.

El flash no distrajo a ninguno a lo largo de los ensayos. Cuando fue el turno de Taemin, Kai fue con él, cosa que no le puso muy contento. En general, Minho despreciaba a todos y cada uno de los amigos del menor, mientras, Taemin se divertía de lo lindo con los suyos.

No tomo ninguna fotografía hasta que dos chicas y un chico se les unieron al baile. Ellos sí que seguían, en todo el sentido de la palabra, a la perfección todos y cada uno de los paso. Por un momento dejo la cámara de lado, casi deseando poder hacer eso que ellos hacían, solo que le gustaba más su lugar de espectador.

Lo admitía, cuando bailaba, por fin se podía decir que Taemin se veía masculino.

Muy bonito para su gusto. Ugh.

*****^^

-¡Oye, espérame! – Grito corriendo para alcanzarlo.

El alto ya tenía el cigarrillo encendido en sus manos pero no hizo el amago de pasárselo porque sabía que no le gustaba fumar luego hacer tanto esfuerzo físico.

Miro con emoción el sobre en sus manos, no lo sabía, pero estaba casi seguro de que su cara reflejaba una emoción inmensa que debía apresurarse en ocultar pronto. No quería responder preguntas ahora. Sin saber porque, se sintió un poco mal y, sin quererlo, había comenzado a dudar de si aceptar o no.

-¿Qué es ese sobre? – Pregunto con falso desinterés apenas mirándolo de soslayo.

-Es un test de embarazo, Choi – Argumento irónicamente y guardo el sobre antes de que comenzara un pelea por él.

-¡Oye, a mí ni me mires! Siempre use protección. A otro tarado con ese cuento, cariño.

-Miento, es tu orden de alejamiento. Ahora podre deshacerme de ti.

-Eso nunca. Ni aunque yo quisiera. Aún estamos casados.

-Tonto – le golpeo en el hombro ligeramente. O esa era su intención.

Minho se froto el lugar del golpe soltando el cigarrillo.

-Realmente, mocoso. Tu lugar está en las luchas – tomo su rostro y lo examino un momento – No creo que te favorezcan las máscaras, pero seguro que esa diminuta tanga sí que lo hace.

Taemin se lo quito se encima conteniendo la risa y siguiendo con su camino hacia los dormitorios.

-Lo sabía, solo me quieres por mi trasero. Nunca debía decir ese “acepto” en primer lugar, yeobo.

-Y tú solo me quieres para robarte mi comida, sin mencionar que te vuelvo loco.

-Tan loco que de repente escucho una pequeña voz en mi cabeza que dice que tengo que matarte. Suerte durmiendo conmigo, come moscas.

-Ya. Solo cállate.

-Vete al…

No dijo nada cuando Minho rodeo sus hombros con sus brazos, solo se limitó a seguirle en sus acciones. De vez en cuando no estaba mal actuar como dos amigos normales. Aunque no lo eran.