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Despertando una pequeña esperanza, sonó la campañilla del lugar, avisando a todos los presente que un cliente nuevo había llegado. Era una tienda de juguetes. Un lugar pintoresco, sin embargo el peso de los años ya se estaba haciendo presente. Puede que a la vista esta fuera una juguetería más de las muchas que se encuentran por toda la ciudad de Paris, pero esta guardaba algo especial.

Por fuera se veía la fachada, las paredes de madera con dos grandes ventanales dejando a la vista el interior del local, muchos colores desgastados y un letrero de tamaño mediano con el nombre del lugar, Había una puerta justo en medio, marcando la mitad, aunque no estaba dividido.

En el interior, la perspectiva desde la puerta, en una esquina a la derecha, un escritorio de madera con un tono más claro que la de las paredes, en el, un hombre de edad avanzada, sonriente y risueño, en un pequeño rincón del mismo escritorio estaba una campanilla. En la pared de la derecha había una estantería dándole la espalda a la antes mencionada pared, esta a su vez, también de madera, en la que habían varios muñecos, entre estos había una de un borrachito, con la nariz pintada de rojo, con un brazo extendido sosteniendo una botella y la otra flexionada sosteniendo una vaso de aluminio, en su cabeza tenía un gran sombrero gris, vestía una camisa blanca y un pantalón negro, era realmente encantador. También había un violinista de cuerda, en cual sostenía su violín sobre su hombro mientras lo tocaba, tenía el mismo sombrero gris que el borrachito, un abrigo de color crema, y un pantalón a cuadros grises y blancos. Este estante era el único en el había solo muñecos, en los demás, distribuidos por todo el local en columnas, había todo tipo de artículos que a un niño encantarían la vista.

En ese mismo estante de la derecha, en la parte superior, justo arriba del estante, junto a varias marionetas y uno que otro títere, había una marioneta de madera que se manejaba por medio de cuerdas, era encantadora y hermosa. Esta tenía un muy leve tono carmín en sus mejillas, so rostro también estaba muy bien pintado, pero la pintura se estaba desconchando y su apariencia era demasiado antigua, pero bonita. Representaba a un prisionero. Vestía una camiseta maga larga holgada de apariencia sucia, con dos cuadritos de tela de otros colores cocidos en una esquina, unos pantalones desgarrados de color negro.

Muchos, cualquiera diría, y hasta ese anciano risueño y amigable dueño de la juguetería; que esa marioneta maltratada no tenía nada en especial ni mucho menos enigmático.

Pero esta no era nada común, era un contenedor. ¿Para qué? Para el alma de un joven, un antiguo encarcelado, hijo de unos prisioneros de guerra, que por obra de un viejo mago, termino dentro de una marioneta de madera, donde se supone tiene que buscar su libertad. Algo que es en extremo irónico, puesto que una marioneta no se maneja por sí misma, sino a través de cuerdas para generar movimiento y estas, a su vez, son manejadas por las personas.

La persona dentro de ese descuidado objeto llevaba por nombre Lee Taemin. Su desgraciada existencia se había visto frustrada por muchas penas y sucesos desalentadoras, pero su fortaleza e ideales de libertad seguían fuertes, brillando en lo más profundo de su ser, iluminando cada rincón de su cansada alma.

Y era esa inocencia que una conservaba, la inexperiencia de no haber visto ni vivido realmente el mundo tal y como es, la que aviva el deseo por salir fuera y dejar de malgastar su tiempo dentro de esas cuatro paredes. Estaba preparado, no lo sabía pero así era, todo lo que le había pasado le había hecho ver el sufrimiento que es una de las cosas que frustra la determinación de muchos, pero que a él le parecía natural.

La persona que entro lo hizo con una niña y un niño, era un hombre mayor al cual las dos criaturas calificaron como abuelo. Vio al pequeño y este le devolvió la mirada como si pudiera ver más allá de la madera, pero aparto la mirada rápidamente e informo algo a la persona mayor a la que llamo abuelo.

Por un instante tuvo la pequeña impresión de que sería comprado, pero todo pensamiento acerca de esa idea se disipo cuando el niño tomo un auto de juguete de modelo clásico de la época.

Así había sido su vida en ese lugar durando varios años, unos doce como mínimo: Desechando ilusiones. Cada cliente que entraba por la puerta solo quedaba encantado por los juguetes nuevos o los más bonitos y llamativos.

La juguetería era vieja y el dueño se negaba a deshacerse de el porque le traía cierto recuerdos de su niñez, ese era el único lugar en el que se sintió bien y donde se mantuvo más tiempo del que espero.

Luego de ser abandonado, un hombre de aspecto extraño, cualquiera diría que era un mendigo, lo recogió y lo llevo consigo. Vivió durante varios años en un pequeño pueblo (China) en la casa de aquel pobre hombre. Un día, unos ladrones que parecían no haberse percatado de la miseria de aquel anciano, irrumpieron en la pequeña choza y se llevaron todo, hasta a él; sin importarles si tenía valor o no.

Aquellos tontos ladrones, creyéndose afortunados, fueron desde China hasta la India, con la esperanza de vender a un buen precio los artículos robados de diferentes provincias chinas, y para la buena suerte de estos, así fue. Partieron desde la India con los objetos restantes hasta Irak, en ese país también tuvieron suerte, pero n lograron vender a la encantadora marioneta.

Viéndose estos con las manos vacías, tuvieron la necesidad de volver a robar. Así pues, una noche, se dirigieron desde el bosque donde se escondían para proteger sus riquezas a la ciudad, pero su viaje se vio frustrado al caer por un gran agujero tapado con hojas. Uno de ellos pudo ver un punto iluminado y se dirigieron allí. Habían unas escaleras que bajaban en forma de espiral, que los llevaron a una habitación cuya decoración era sumamente hermosa, las paredes estaban adornadas con azulejos decorativos, no importaba a donde desviaran su vista, se veían riquezas por doquier. Estaban a punto de comenzar a saquear todo, hasta que quedaron hipnotiados por la belleza de una mujer que descansaba tranquila en su cama. La joven estaba dormida.

Deslumbrados por la hermosura de la joven, de sentaron en el suelo a admirarla, como si esta así lo quisiera. Lo que esos pobres tontos no sabían, era que ese lugar era el hogar de un genio y la mujer que dormía era su esposa. Cuando el genio llego y los encontró allí, les dio muerte a todos y cada uno de ellos cortándoles la cabeza.

En el campamento de los miserables ladrones, se hallaba abandonada la marioneta y los demás objetos de no habían vendido, los cuales eran pocos. La joven alma dentro del cuerpo de madera sonrió ante la belleza de un hada que, maravillada por el encantador juguete, lo quiso para ella, pero no era la única, había otra que también quería quedarse con él. Entre discusiones y hechizos lanzados al aire sin precaución, enviaron a la marioneta a Francia.

Ahí, se vio de nuevo en manos de unos niños, que jugaron con el sin saber en realidad como usarlo, llevo varios golpes y rayones en su pintura a causa de esto. En vez de dejarlo abandonado, los niños lo llevaron a su casa. Dichos niños eran hijos del cuidador de un pequeño teatro local, quien al ver a la marioneta, no titubeo un segundo en llevarlo al teatro para que fuera utilizado en las funciones de marionetas y títeres que se ofrecía a los niños.

Allí en ese teatro solo fue utilizado en pocas funciones, dado que no eran muchas las personas capacitadas para usar de manera correcta una marioneta, era la zona pobre de la ciudad y la mayoría de los que si sabían usarlas estaban en las plazas del centro, el cual se encontraba un poco alejado de esa zona. Además, los niños preferían a los títeres de peana y de mano.

El tiempo paso y no se deshicieron de él, sin embargo, luego de varios años, la situación para el pequeño lugar que era el teatro, mejoro notoriamente. Este se mudó a un local más grande y espacioso que el pequeño “nido de ratas” donde antes se realizaban las funciones. Cuando esto sucedió, se dejaron abandonados muchos de los artículos que se utilizaban, dado que habían conseguido nuevos, a estos ya no los necesitan. Entre estos, a la pobre y desdichada marioneta.

Con el pasar de los años, y con la esperanza cada vez más ausente, Taemin vivió en esas cuatro paredes que poco a poco fueron cediendo, dejando que luego de una larga temporada viera por fin la luz. Cubierto de polvo y expuesto a la lluvia todo el tiempo, así fue como paso mucho tiempo hasta que un día, una hermosa mujer que pasaba por ahí, le vio y quedo encariñada con la sonrisa pintada en ese rostro de la marioneta. Tanto que ese mismo dia, lo llevo a su casa.

La mujer, de muy buenos modales y tierna belleza, le agrado mucho a la marioneta. El esposo de la mujer llamada Jacqueline, quien llevaba por nombre Claude; era un carpintero y dueño de una juguetería, una que estaba en la zona pobre de la ciudad, una muy sofisticada y llena de cosas que a cualquier niño dejarían asombrado. Dicha juguetería era digna de pertenecer a la zona más concurrida por la gente de un muy alto nivel social, mas sus dueños eran demasiado humildes y preferían estar en esa zona más tranquila, rodeados de gente trabajadora y honesta.

Y fue así, como luego de muchas trabas y obstáculos del destino, su mísera existencia fue a parar a dicha tienda que llevaba por nombre “La fee du jouet”

Los tres, el niño, la niña y su abuelo, salieron luego de que los dos hubieran escogido los juguetes que querían llevar, el niño un auto y la niña una muñeca de porcelana, de esas caras y antiguas del siglo XX, llamada Jumeau.

Una lagrima invisible resbalo por su mejilla de resistente madera, casi resignándose a estar por siempre encerrado, maldiciendo por dentro haber aceptado aquel trato que lo convirtió en una marioneta. De no haber sido así ya hubiera muerta hace mucho y todas sus penas y angustias habrían desaparecido.

Se escuchó el sonido de las campanas de la iglesia, anunciando las cuatro de la tarde y, haciéndole saber que el espectáculo estaba por comenzar.

Miro por el ventanal hacia la otra calle, donde en la esquina, frente a la barbería, todos los días se paraba un anciano, pero viéndolo bien, ese anciano era el mismo que había entrado con los dos niños, estos estaba admirando, junto con otras personas que se detuvieron a observar, a aquel hombre que siempre deleitaba a todos con su ágil manejo de las cuerdas, moviendo de un lado a otro a aquella marioneta de bailarina de ballet.

A Taemin siempre le encanto ver aquello, y deseaba poder algún día ser manejado de esa forma.

Pasaron muchos años más. Un día, a las cuatro de la tarde, el anciano no se presentó, así pasaron varios días más, en los que su tristeza por no ver a la simpática bailarina aumento cada segundo más.

Ocho días sin el espectáculo.

Al noveno día, a eso de las diez y veinticinco minutos de la mañana, de escucho por todo el local, el sonido de la campana en la puerta, avisando al dueño la llegada de un posible nuevo cliente.

La marioneta reconoció esos ojos pequeños que lo miraron fijamente una vez. Quien entro por la puerta fue un joven de unos veintitrés años pe que aparentaba diecinueve, con el cabello un poco largo y con ropa casual de la época. Era ese mismo niño que hacía muchos años había ido a la juguetería con su abuelo, el señor de la marioneta en forma de bailarina.

El joven sonrió ampliamente, haciendo que sus ojos casi desaparecieran, al ver a los ojos a la linda marioneta maltratada en aquel estante.