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Le Marionette / El Titiritero. Capitulo 3. "Voces silenciosas" [2min]
Titulo: Le Marionette/ La Marioneta.
Autora: Sou-Tan.
Pareja: Minho - Taemin.
Genero: Romantico - Fantasia - Angst.
Advertencia: Shota.
Nota: Esta es la versión original - que es twomin- del fanfic 'El Titiritero', por ahora dejare el prologo, muy pequeño, para quien interese. Momentáneamente no voy a comenzar a publicarlo debido a otros de mis escritos, por eso les dejo aquí el prologo.
'Le Marionette'...
El despertar fue fugaz, la vida le llego en un instante, como por arte de magia. Sin saber el porque, su alma sin estrenar se regocijo. Felicidad. Estaba feliz, lleno de jubilo, lleno de vida. Desconocía el significado de vivir y el de las emociones. Pero eso no impidió que viviera o que sintiera. Tuvo ganas de saltar eufórico sin motivo aparente, de reírse por mero impulso, y de gritar feliz, alegre, emocionado. En un instante todo se desvaneció Un solo segundo basto para que la incertidumbre reemplazara a la felicidad. No podía moverse. Las palabras no salían de su boca. ¿Que le pasaba?
Última edición por Sou-Tan el Jue Oct 24, 2013 5:44 pm, editado 1 vez (Razón : editar)
Re: Le Marionette / El Titiritero. Capitulo 3. "Voces silenciosas" [2min]
Capitulo 0: El despertar.
Como cuando alguien llama a la puerta dando golpecitos con los nudillos, sus pasos retumbaron secos haciendo eco en el silencio eterno de su hogar. Llevaba los utensilios para tallar en un maletín que llevaba en una mano con recelo, como si alguien fuese a atreverse a quitárselo. Pero había algo que hacia eso imposible: Él estaba solo.
Sus cabellos mal peinados le llegaban un poco antes de las cejas, sin llegar a tapar sus grandes ojos resguardados tras sus gafas redondas Su vestimenta se limitaba a solo una camisa blanca como las que todos los hombres de esa época usaban, unos pantalones marrones y sus nada especiales zapatos negros. Era joven y larguirucho, pero daba a todos una impresión de ser mucho mayor de lo que ya era. No tenía arrugas ni marcas de expresión, pero sus ojos lucían cansados de estar abiertos, y el color casi negro del iris de sus ojos se había desteñido con el tiempo. Sin duda acabado.
Unas tablas sueltas en el suelo de madera crujieron cuando las piso. Se sentó en la única silla que había ahí y comenzó con su labor casi con resignación. Era de noche, por no es como si eso hubiese sido un consuelo para él.
Su viejo taller desentonaba con el resto de su pequeña casa, era el único rincón que podría definirse un tanto alegre y a la vez nostálgico y deprimente. El color de las paredes, años atrás amarillo, ahora solo lucia como un blanco pintado con el pincel del tiempo con suciedad. Había un pequeño librero colgado en la pared, que contenía obras de las que poco recordaba sobre sus personajes, y que estaba sobre la pequeña caja donde guardaba sus demás herramientas. Mas allá, casi en la esquina, podía apreciarse una vitrina polvorienta, en la cual apenas y se podía observar su interior. Contenía varios muñecos viejos que nunca puso a la venta. Tenía unas repisas con otros más, y uno que otro juguete diferente por allí.
Era como si unos niños hubiesen pasado por ahí y de forma rápida se hubiesen esfumado sin dejar ningún rastro más que unos juguetes poco ordenados.
Por un par de horas se estuvo plantado ahí, en una posición por la cual sus músculos se quejarían cuando se fuese a levantar, perdido en lo que sería tal vez su último trabajo. Toda su vida la dejo en ello, y lo poco que le quedaba también le pertenecía a todos esos seres inanimados hechos de madera que ya no veía salir por la puerta con tanta frecuencia.
Las pinturas ya estaban ahí cuando el llego, las había dejado con antelación, también tenía el cabello listo, de un color castaño bastante claro. Aliso bien la madera se aseguró de que todas las partes estuviesen bien unidas antes de comenzar a colocar los delgados hilos de hierro, que luego sujeto a las crucetas de una madera diferente. Comenzó a pintar con precisión. No era pintor, pero tenía algún conocimiento por ahí al llevar tanto tiempo pintando rostros a sus marionetas.
Se limpió el sudor de la frente, intentando ser preciso en las pinceladas. Suspiro al acabar de hacerlo, y se dispuso luego a esperar un rato, dejar los utensilios en la mesa, recostarse mejor en la silla y mirar un rato a la ventana. Rió secamente cruzándose de brazos.
Su vida era una ironía. Había decidido desde muy joven que quiera entregar felicidad. Sería un fabricante de juguetes. Se había dedicado a vender pequeños porcentajes de alegría y cambio recibió una amarga existencia llena de soledad.
Abandonando rápido sus pensamientos anteriores, reanudo su trabajo. Le coloco a la marioneta un camisón blanco abotonado, con mangas de encaje que casi cubrían sus pequeñas manos, y también cargaba en brazos un pequeño peluche de un conejo con ojos de botones negros y forrado de tela de un rojo desgastado, dándole una impresión que concordaba con el pueblo donde el habitación. Solo faltaba algo para que todo estuviese listo.
Metió una de sus manos por debajo de su camisa blanca, y saco un pequeño frasco sujeto a su cuello por una cadena. El líquido que el frasco contenía parecía brillar por sí mismo, era como si hubiesen embotellado un rincón del espacio donde las estrellas fuesen más brillantes que las que comúnmente se ven desde la tierra. Lo destapo, y dejó caer una gota justo encima del pecho de la marioneta, esta se cristalizo y se anclo al cuello del muñeco con una cadena de plata que salió de la nada.
Sentado frente a él, sonriente, estaba su último trabajo como el Titiritero.
No llegaba ni a los treinta, pero sabía que su cuerpo sucumbiría más temprano que tarde.
~*****~
Despertó y vio todo negro. No conocía su nombre, no conocía el lugar en el que estaba. Poco a poco la penumbra en la que estaba sumergido fue desapareciendo hasta que quedaron sombras grises, y después todo parecía difuminado pero colorido, hasta que por fin logro ver lo que había frente a él.
Había muchas cosas cuyos nombres no conocía, pero que aun así lo tenían maravillado. Se sintió feliz, lleno de vida. Como un redoble de tambores antes de empezar la marcha, sus latidos taladraron su pecho, haciendo resonar en sus oídos como todo su cuerpo estaba totalmente hueco. La alegría que sentía no podía compararse a ninguna otra, ni siquiera a la que todos sentimos cuando somos niños y hasta la más mínima cosa del mundo podría parecernos un tesoro que enseñarle a nuestros padres. Tampoco conocía el motivo de su emoción, solo se sentía así.
Quería gritar, hacer al menos un mínimo ruido para hacerse notar, hasta saltar si era posible aunque no supiese que era eso.
Por un momento ya no pudo sentirse así, y una sensación de angustia le abrigo por completo. No podía escucharse. No podía moverse. ¿Qué le sucedía? No tenía ni la menor idea. ¿Qué y quien era él? ¿Era alguien en realidad? ¿Alguna vez llegaría a saberlo? Tal vez si, tal vez no.
~*****~
Se sentó encorvado en la silla tras el diminuto mostrador. La luz apenas entraba de afuera, no porque las cortinas no estuviesen corridas ni porque no hubiese forma de que lo hiciese, sino porque el ambiente nublado parecía haber borrado del cielo todo rastro de luz solar.
Comenzó a morder sus labios, era una de sus mañas para matar el tiempo que creía desperdiciar. Se miró las uñas delineadas por la suciedad y largas por haber pasado tanto tiempo sin cortarlas, llevaba las manos enguantadas pero sus guantes, de lana, sucios y desteñidos se descocían lentamente, y en la punta de los dedos tenían una agujero.
En el mostrador había una campanilla que era obsoleta dado que pasaba el día entero plantado en esa silla sin hacer nada más que esperar que alguien llegase. Tenía estanterías llenas con montones de juguetes, más que todo marionetas y algunos títeres, pero ya no parecían tan alegres como en un principio.
Antes estar ahí significaba un alegre día de trabajo en el que ansioso se sentaba mirando sus juguetes y la puerta, revisando a cada rato si alguien entraba. Ahora solo eran otras horas vagando en el limbo de su mente, divagando, casi sin emociones diferentes a la soledad y la nostalgia, solo dejándose consumir por una rutina auto-impuesta. Se había dado cuenta que no solo porque las personas saliesen de ahí con las manos llenas de cosas que hacían sonreír, no significaba que la persona encarga de crear el objeto de su alegría no tuviese preocupaciones. Antaño pensó que podría encontrar su felicidad en una simple sonrisa de alguien desconocido que saliese feliz de su tienda.
Pero no fue así.
Ahora no sabía a donde estaba yendo, no podía ponerse a pensar en una pasado porque su memoria no era muy buena. No tenía una función que cambiase algo en el mundo, como solía pensar. Había perdido poco a poco trocitos de sí mismo y los había dejado escapar junto con esas personas que a diario iban a ahí y salían por la puerta dando las gracias.
Verlo sentado ahí era casi como ver a un enfermo mental o a una persona en estado de trance o tal vez shock. Tambaleaba levemente de adelante atrás, con evidentes signos de ansiedad y los ojos desorbitado. Podríamos agregarle a eso voces en su cabeza y cualquier experto hubiese diagnosticado una típica esquizofrenia en nuestros tiempo…para aquellos días, un maleficio.
Escucho la puerta abrirse, y su mirada se entristeció aún más cuando una niña corrió directo hacia la marioneta que hacia una noche había creado.
De alguna forma sentía que esa era la única parte de él que quedaba, y que si la perdía, entonces ya no sabría a donde iría a parar. La niña pareció notarlo, porque enseguida luego después de cruzar su mirada con la de él, cambio su elección por una muñeca de porcelana que estaba en la parte alta de otra estantería.
El Titiritero alguna vez fue un joven rebosante de alegría y con una sonrisa plasmada en sus labios, de mirada reconfortante, que tenía una tienda de juguetes en una esquina justo a dos calles de un parque que fabricaba sus propios juguetes, que luego paso de eso a ser no más que un alma cansada detrás de un mostrador.
~*****~
Lo miro curioso, como queriendo saber todo de esa persona que tenía frente a sus ojos. “¡Que mono! ¿Este es nuevo? ¿Cuándo lo hiciste?”, fueron las palabras que le aseguraron que aquel hombre desparramado en su asiento era quien le había creado. Sin saber cómo había entendido perfectamente las palabras, y pudo leer unos cuantos nombres escritos junto a los demás juguetes.
Taemin…
Como un flash una suave voz en sus pensamientos pronuncio un llamado casi como resignado. Como dejándolo ir por fin, y haciéndole saber su nombre. Si, tenía un nombre, y ese era Taemin. Pero no sabía nada más sobre sí mismo.
Si solo pudiese hablar con ese hombre que le miraba a lo lejos…
Aclaracion: Esto no es una adaptación del Titiritero (ontae) al 2min, es otra historia con trama diferente pero con algunos aspectos en común que no cambian nada.
Nota: Este el el verdadero prologo, aquello había sido mero impulso mio. Típico de YO. No se cuanto tiempo tarde en actualizar, pero si tardare. Como en el titiritero, también dejo esto para ver si tiene buena aceptación (aunque igual lo continuare). Se que ahora es algo confuso, pero me atrevo a decir que sera una historia realmente tierna. Y algo que se me acaba de ocurrir, es el shota. ¿Shota con un muñeco?Ya verán se esconden varios secretitos por ahí...
Re: Le Marionette / El Titiritero. Capitulo 3. "Voces silenciosas" [2min]
Holaaaa n.n
Amm... psss, creo que me gustó xD me llamó mucho la atención, a mí me gusta el Shota... aunque no mucho el Angst xDx así que espero leerlo todo ^^' pero no prometo comentar seguido o cuando actualices, a veces lo leo pero se me olvida comentar y lo hago hasta que me vuelve a aparecer al principio xD
Weno, nos leemos n.n
Amm... psss, creo que me gustó xD me llamó mucho la atención, a mí me gusta el Shota... aunque no mucho el Angst xDx así que espero leerlo todo ^^' pero no prometo comentar seguido o cuando actualices, a veces lo leo pero se me olvida comentar y lo hago hasta que me vuelve a aparecer al principio xD
Weno, nos leemos n.n
tiari
MinHo & Onew
444
Re: Le Marionette / El Titiritero. Capitulo 3. "Voces silenciosas" [2min]
¡Oh Tiari! Es bueno tenerte por aquí, espero que te guste. Ya sabes como funciono, uso el angustia para un buen final xD Yo y mis mañas al escribir.
Este también esta corto por falta de tiempo, pero prometo que el siguiente estará mas largo. ¡Gracias!
PD: Me imagine el mundo donde se desarrolla como algo parecido al ambiente en las películas de Tim Burton.
Este también esta corto por falta de tiempo, pero prometo que el siguiente estará mas largo. ¡Gracias!
PD: Me imagine el mundo donde se desarrolla como algo parecido al ambiente en las películas de Tim Burton.
Capitulo I.
-Charla inanimada.
Copos blancos de papel y purpurina cayeron del cielo, avisando la llegada del invierno. La primera nevada del año que se había pasado tan rápido como los anteriores. Todos los días planeados, como copiar y pegar, solo cambiando el ambiente fuera de la tienda, donde las personas caminaban y disfrutaban del cambio de estaciones. Mientras eso sucedía, el Titiritero observaba desde adentro.
La Fe Du Juet, ese era el nombre de la pequeña juguetería de la que era dueño Choi Minho, el antiguo Titiritero. Ese que con sus actos encantaba a todos. Que con su talento y carisma una vez le alegro el día a muchos.
Su tienda se encontraba ubicada cercana a un parque, por consiguiente cientos de niños pasaban por ahí a diario acompañados de sus padres. Aunque quedaban pocos que quisiesen entrar ahí al verle. Tan vacío por dentro y roto por fuera.
Oh, pero creo que no he sido claro aún. Debo decirte que el pueblo de nuestro querido Titiritero no es como has de imaginar, con casas pintadas con colores aburridos y un ambiente de campo. En cada esquina había un farol con una bombilla de luz blanca pintado de negro, los pisos eran de piedra, y cada árbol tenia hojas de una coloración diferente. Eran de esos árboles todos torcidos a los que no se les puede encontrar una forma exacta y que lucen como si hubiesen sido fabricados con plástico.
Las personas usaban una sombrilla aunque no hubiese mucho sol, con ropa de época, 1935. Y la naturaleza no era muy común, como aquellos copos de papel blanco y la purpurina celeste que caía de las nubes, pintadas a mano en el cielo. O las flores, que cambiaban de color cada que querían.
Era un mundo ligeramente alejado del nuestro, un tanto retorcido, pero encantador.
Y él se lo estaba perdiendo.
Al tiempo que dos hermanos, una niña y un niño, gemelos, le saludaron inocentemente desde afuera, el bajo su mirada. Tenía miedo. Miedo de que ellos le tuviesen miedo.
Saco el pequeño frasco que colgaba de su cuello sostenido por una fina hebra de cuero. Un día un curioso hombre se le acerco luego de terminado su acto, sonriente se lo entrego diciendo que era la persona indicada para tenerlo. No lo había entendido hasta tiempo después. Cosas increíbles tenían lugar allí dentro. Un universo entero embotellado. Un universo lleno de vida dentro de una botella.
Lástima que no servía con personas, de ser así, ese líquido le habría devuelto la vida que había dejado escapar, todo en un segundo.
“Taemin…” , se dijo a sí mismo. Levanto la mirada, buscando con ella a la marioneta que sobresalía de las demás. Tan alegre, tan radiante, tan viva…Pero ese lindo muñequito de madera iba a tener su misma suerte. Algún día, más temprano que tarde, él también se cansaría, y otro, ya no estaría vivo.
~*****~
Si hubiese podido, entonces hubiese suspirado cuando su mirada se encontró con la del hombre detrás del mostrador. Le vio cansado, con tan pocas esperanzas que tuvo ganas de bajarse de ahí de un salto y darle un abrazo porque solo verlo lo ponía mal. El hizo una mueca parecida a un intento de sonrisa, y entonces desvió su mirada a otro punto, volviéndose a perder en sus pensamientos indescifrables.
Quería saber tantas cosas, como su nombre, por ejemplo, pero por más que hizo el intento, fallo en su propósito de hacerse notar entre los estantes llenos de juguetes. Sino mal recordaba, así se llamaban. Pero… ¿Ahora él también era uno?
No tenía donde ir sin poder hacer algún movimiento. No tenía nadie con quien hablar sin poder ser escuchado.
“¿De dónde vengo?”
“No sé. Tal vez de todas partes o de ningún lugar.”
Una nueva voz le sorprendió al responderle. Esta era un poco ronca, evidentemente varonil, y le había hablado con un todo desinteresado, como si ya hubiese dado la misma respuesta en tiempos pasados a muchos que preguntaron antes que él.
“¿Dónde estás?”
“Justo frente a ti. No me pidas que te diga como luzco, porque no puedo saberlo”
Justo al momento en que la nueva voz le respondió, le busco rápidamente en el estante que se encontraba en el otro extremo de la habitación. En él se encontraban distribuidos muchos juguetes pequeños, como balancines o autos de madera, así que ninguno de esos podría ser el correcto. Más arriba había unas cuantas muñecas de porcelana, y supo quién era el dueño de la peculiar voz al ver casi en lo más alto a una marioneta de cabellos rubios.
Su nuevo compañero era encantador a la vista de cualquiera que el viera.
“Eres muy bonito, ¿Cómo te llamas?”
“Soy Kibum, y no quiero saber tu nombre. De todas formas, te iras pronto.”
“¿Irme a dónde?”
“No sé. Tal vez a la nada o un lugar lejano que nadie conoce.”
“Eres, en verdad, alguien muy confuso Kibum.”
A la vista de que con aquella marioneta no podría satisfacer su necesidad de respuestas, prefirió no decir nada. Tal vez habría alguien más que pudiese decirle lo que él quería saber, pensó.
“¿Hay alguien más aquí? Mi nombre es Taemin”
El mismo silencio de antes fue lo que recibió como respuesta. El sonido de la puerta al abrirse y cerrarse, y luego el mismo sonido un poco después fue lo único que se escuchó. Nadie mas dijo nada y comenzaba a desesperarse.
“Aquí solo estamos tu y yo. Todos se han ido, y más temprano que tarde tu les acompañaras. Así funciona”. Le aclaro el rubio con simpleza, como si el supiese de que estaba hablando.
“Si todos se han ido, a donde sea que se hayan ido, ¿Por qué no te has ido tú con ellos?”. Cuestiono con un poco de ironía en su voz.
“No sé. Tal vez algún día lo haga, no debe ser tan malo como estar aquí”. Dijo casi para sí mismo, considerando la idea.
“Respecto a eso, ¿Quiénes son “ellos”, los que se fueron?”
“Se cansaron de esperar, perdieron la esperanza y todo en lo que creer. Así que se fueron.”
“Pero, ¿Dónde?”. Tenía la pequeña esperanza de poder regresar a casa, aunque seguía sin saber nada más que su propio nombre. No sabía si tenía un pasado o personas que le esperasen. Nada.
“¿Quieres la verdad, eh? Parece que no ten cansaras hasta tenerla. Pero déjame decirte, que la verdad no siempre es buena.”
“¡A quién le importa!”
“Murieron, todos ellas, las marionetas.”
Paralizo sus pensamientos ante aquella respuesta. ¿Morir? Entonces no tenía casa a la que volver.
“¿Y que es morir?”
“¿En serio no recuerdas nada sobre ti? Bien, al parecer no fue tan malo para ti. Morir es dejar de existir. Puedes morir de muchas formas, y a veces, no mueres totalmente, solo una parte de ti.”
“Entonces todas aquellas marionetas aún viven, ¿no?”
“No sé. Tal vez murieron por completo, o están en alguna parte.”
“¿Dónde?”
“¿¡No te cansas de hacer preguntas!?”. Kibum no estaba acostumbrado a tratar con personas nuevas, hacía mucho que el Titiritero no creaba una nueva marioneta. Y ese tal Taemin no era cosa fácil. Quería saberlo todo en cinco minutos y no estaba seguro de que fuese capaz de soportar saber tanto.
“Está bien, me callo, pero solo quiero saber algo más. Algo fácil de responder.”. Rogo con voz chillona con la finalidad de molestarlo un poco más, para que decidiera hacerlo callar al responderle.
“¿Qué?”
“¿Quién es…el muchacho detrás de…esa cosa grande?”. Dijo por fin, refiriéndose al Titiritero, Minho.
“Es Minho.”. Casi pudo escucharle sonreír al decirlo. “Y él nos ha regalado una segunda oportunidad”. Esto último lo dijo entre agradecido y entristecido a la vez.
Minho…Pensó mirando al hombre tras el mostrador. Observo sus ojos verdes tras aquellos anteojos redondos desaparecer lentamente, a medida que sus parpados se cerraban. Dormido irradiaba tanta paz y tranquilidad, contrastando con los tormentosos sentimientos que el abrigaban en el sueño.
Taemin noto algo que logro entristecerle aún más que no tener casa a donde ir. Minho…él había muerto de alguna forma. Inexplicablemente sentía que le debía algo, porque después de todo, él le había creado, pero aun había algo más. “Una segunda oportunidad”, no sabía que significaba eso, pero ya aprovecharía otro día para preguntarle a su amigo el rubio.
Tuvo ganas de reír cuando la puerta se abrió estrepitosamente y el casi salto en sus sitio ante el ruido y la impresión.
Habían muchas preguntas sin respuestas, y habían muchos días por delante para responderlas, se alentó.
Lo que no comprendía, era que no tenía mucho tiempo antes de que no hubiese alguien que les respondiese.
Re: Le Marionette / El Titiritero. Capitulo 3. "Voces silenciosas" [2min]
Capitulo II
-Tristeza sonriente.
Los copos de papel y la purpurina celeste cubrieron por completo las calles del pequeño pueblo llamado Iris. Los habitantes poco importancia dieron a esto, y el frío del ambiente no había cambiado en nada. Incluso cuando los días eran soleados en Iris, la brisa helada se mantenía.
Nadie se quejaba de esto, el pueblo siempre había sido así, y, ni los nuevos ni los viejos notaban el frío, para ellos todo era parte de su temperatura natural. Más de una cosas extraña si tenían, pero una especial era que los nuevos y los viejos habitantes eran siempre los mismos: El anciano que barría sin cesar el jardín todas las mañanas era uno de los viejos habitantes, aun cuando aquel lustrador de zapatos tenía el mismo tiempo que el ahí, siendo este último uno de los “nuevos” habitantes.
Cosas extrañas suceden en ese pueblo. Decían siempre las personas que vivían alejados de Iris.
Pero, sin importar los cambios en el exterior, dentro de La Fe Du Juet solo se estaba consciente del día y la noche, de las personas que caminaban frente a los ventanales rejados, de la nieve de papel que caía, pero no de que el anciano ya no barría hojas sino miles de copos de papel, ni tampoco de la alergia que algunos niños sufrían a causa de la purpurina.
Taemin se encontraba impaciente, pero su instinto y algo que se sintió como un recuerdo, le obligaron a tranquilizarse. Mantener la calma. No importaba que, el único escuchando seria Kibum, su voz no retumbaría en otro lugar que no fuese en sus pensamientos, y sus movimientos no eran más que deseos difíciles de reprimir.
Estaba aburrido. Llevaba mucho tiempo sin hacer nada, y hacer nada era cansadamente aburrido para un niño. Por un momento pensó en conversar con Kibum, sería una buena idea, pero lo descarto de inmediato.
Había prometido guardar silencio desde aquel día. ¿Cuánto tiempo duraría el trato?
Entonces, hallándose sin más opción, se decidió a meramente observar al joven detrás del mostrador. Había hecho una lista de las cosas que hacia día a día, y todo era igual. Su rutina era simple y muy tediosa. Tal vez él también estaba aburrido.
A penas salía el sol, Minho (como había descubierto que se llamaba), encendía las lámparas de gas, quitaba el pestillo de la puerta de entrada y quitaba las cortinas de los ventanales rejados, luego contaba cada uno de los juguetes (aun le costaba creer y asumir que era un juguete de verdad, pero estaba seguro de que aun así era un niño, y los niños no dudan, creen firmemente o simplemente no creen), y anotaba cifras en un cuaderno viejo y desgastado al cual parecían faltarle más de la mitad de las hojas. Después de haber cumplido con todo esto, iba detrás del mostrador y esperaba a que la puerta fuese abierta. Una rutina aburrida pero admirablemente productiva después de todo.
En poco tiempo descubrió algo que le preocupo durante noches enteras, cuando las cortinas volvían y las lámparas eran apagadas: Minho nunca hablaba con alguien excepto algunos clientes para responder preguntas, siempre se encontraba solo y desprendía tristeza por donde fuese, hasta por sus hermosos ojos. Si Taemin hubiese podido salir, hubiese notado que el pueblo y sus habitantes, incuso los niños sonrientes, todos desprendían la misma tristeza que nuestro muy querido Titiritero (Tal vez para ustedes no es querido aun en esta historia, pero yo, que le conozco, sé que es digno de mucho cariño).
“Es hora, voy a morir”. Escucho, la voz lo saco del trance en que estaba sumido. ¿Hora de morir? ¿Quería decir que ya no quedaría nadie más que el en ese lugar? ¿Tendría que escucharse a sí mismo todos los días?
“¿Por qué habrías tú de morir ahora, Kibum?” Pregunto angustiado por perder a su único amigo (para el ellos ya lo eran. Los niños hacen de todos sus amigos y dejan de serlo cuando están molestos con ellos, pero se les pasa rápido) “¿Estas bien?”.
“Lo sé, así tiene que ser. Hay cosas que niños como tú no pueden comprender”.
Se alegró de que él hubiese notado que era un niño, porque pudo confirmárselo a sí mismo. Un niño después de todo a pesar de ser una marioneta. Pero eso de que no comprendía algo tan simple y a la vez complejo como lo es la muerte le gusto muy poco. No señor.
“Vamos, hay algo que puedes hacer de seguro”, le alentó.
“Es lo que no entiendes, niño. Puedo decidir si morir, pero yo ya he decidido no seguir luchando en vano”.
Pensó que tenía razón, pero, aunque había confirmado que era un niño y que creía que tenía razón, no quería creerlo en realidad.
“Mira, sé que crees que estamos aquí por una razón, pero, sinceramente, no he podido encontrarla, tal vez tú lo hagas, pero no te ilusiones. Si esperas algo, lo más probable es que termines decepcionado. Te has preguntado, ¿Quién soy? O ¿Qué fui? Deberías, aunque yo hubiese preferido no saber lo me trajo aquí. Ahora, no te sientas mal por mí, estoy bien con ello.”
Dicho esto, la campanilla que avisaba que un nuevo cliente había llegado sonó de súbito. Todo sucedió rápido, antes de que Tae pudiese reaccionar a las palabras.
Minho se levantó de su asiento con pesadez. El niño que acababa de entrar no pareció tenerle miedo, pero su acompañante, el extraño anciano que barría hojas en las mañanas y copos de papel en invierno, pareció cohibirse con su presencia, así que decidió alejarse del Titiritero.
El infante correteo rápido por entre dos pasillos formados por estantes, en el tercero se detuvo. Observando con detenimiento sus acciones, Minho se acercó al niño. El pequeño anduvo poco tiempo husmeando, por un momento miro a Tae y él se asustó porque realmente quería conservarlo un poco más. Sin embargo, para sorpresa de los tres (Minho y las dos marionetas), el niños, sonriente señalo a la dulce marioneta rubia que hacía nada más cincuenta segundos estaba completa y firmemente decidida a rendirse.
El Titiritero, bastante contento porque podría quedarse un poco más con la marioneta de cabellos largos y lisos, tomo a Kibum de la parte más alta del estante donde se encontraba. Sorprendido observo como ese brillo en sus ojos aun permanecía ahí. Kibum estaba vivo.Agradeciendo el niño se fue acompañado del anciano luego de haber pagado.
“Por favor, espera un poco más.”Suplico Taemin.
“Volveré por ti, hay una historia, después de tanto, que me gustaría contarte, y otra historia que me gustaría que me cuentes cuando vuelva a verte. Hasta luego, Taemin.” Se despidió convencido de que podría cumplir aquello, después de todo, aquel niño debía tener buenas razones para ser como era. Aunque fuese triste, le interesaba esa historia. Tae ya no volvió a verle ni oírle.
Entonces un brillo de inocente esperanza arribo en los apagados ojos del Titiritero, que, a pasos alargados, fue hasta Taemin. Observo parcialmente sus ojos, y lo vio, Taemin estaba vivo, más vivo que cualquier marioneta que hubiese fabricado y que cualquier humano que hubiese conocido (que fueron pocos, por cierto). Estaba tan lleno de vida, y, sin embargo, se negaba a darle una oportunidad de volver. No quería quedarse sin la compañía de esos ojos bonitos que le miraban todo el día, porque le hacían sentir que no estaba completamente solo.
-Ahora solo quedamos tú y yo… -. Le susurro, pero Tae no pudo oírle, estaba muy concentrado en la pérdida de su única, la que él consideraba, su única compañía.
Realmente, quería confiar en la sonrisa de aquel niño bonito que llego de repente y se había llevado a su amigo. Quizá volvería, quería creer que sí, quizá se olvidaría de él y eso le daba mucho miedo. Y, ¿Qué historia podría contarle? Creía recordar una que trataba de una princesa de cabello muy largo encerrada en una torre, pero era realmente aburrida, aunque pensándolo bien, a Kibum podría haberle gustado escucharla. Tal vez la había mencionado sin darse cuenta y él quería escucharla. Pero, ¿Qué importaba? Ahora nadie le escucharía.
Re: Le Marionette / El Titiritero. Capitulo 3. "Voces silenciosas" [2min]
Capitulo III
-Voces silenciosas.
-Él está ahí, aún tiene vida. Tengo mil explicaciones para eso, todas podrían ser ciertas y todas podrían ser falsas. No me importa el motivo, espero que pueda seguir viviendo un buen tiempo ese chico- Pensó quitándose con cuidado las gafas redondas, aparto la vista de aquel muñeco sonriente y se dispuso a limpiar los cristales con un viejo pañuelo. Esbozo una pequeña sonrisa llena de resignación.
Los ojos le brillaron, llenos de lágrimas que una que otra vez consideraba bueno dejar salir. ¡Y pensar que había sido tan feliz aquellos años! La vida es una y las muertes son muchas, ya casi no podía recordar sus motivos para ir a parar a Iris, se sumergió tanto en la tristeza que la razón de tanta pena la había descuidado en su memoria.
Siento que soy cruel al decir que la historia del Titiritero ha sido normal, pero esa es la verdad de nuestro protagonista. Nació en Francia, a finales del mil ochocientos, en una fecha muy aproximada a los mil novecientos. Su familia no era muy extensa, ya casi no poseía recuerdos de ellos, solo sabía que tenían el dinero suficiente como para darse una buena vida en cuanto a lo material. Tenía, como muchos también y como muchos deseaban, el futuro escrito en un papel, dirigido por el padre y aprobado con inseguridad por la madre, su hijo no se fijaría en aquella, ignoraría a esta también, aunque esta le gustase no podía y se casaría con esa otra en la iglesia de allá con un número exagerado de invitados que le verían atar su vida a alguien que no quería pero no tendría derecho de protesta. Era lo mejor para él. Antes de eso, por supuesto, estudiaría leyes o economía en aquella universidad, La Sorbone, una de las más caras, cosa que traería indudablemente una pequeña desestabilidad económica pero no importaba, todo sea por lo que pueda llegar a decir la gente y el placer de presumirlo como un trofeo. Luego de la entrada, estudios y graduación vendría la boda, después de eso la adquisición de un parte del negocio familiar, después vendrían la reuniones, las preguntas sobre cuando pensaba tener una heredero, entonces su esposa (que no amaba pero le tenía cariño por pasar tiempo juntos), le reprocharía, luego vendrían los hijos, varios de ellos. El negocio mejoraría y la fortuna seria inmensa, tendría una esposa que saldría con muchas amigas todo el tiempo y uno que otro amante que pasaría por alto, demasiadas criadas para una casa exageradamente grande, unos hijos que harían alarde delante de los demás. El estrés, la perdida de interés en el matrimonio y las diversas amantes que no iban a complacerle no pueden faltar en nuestra historia de desarrollo alternativo a esta. Se volvería viejo más pronto de lo esperado, seguiría trabajando aun cuando sus hijos le pidiesen que dejase eso, que ya estaba muy viejo y aun así todas las mujeres le dirían que seguía muy guapo aun. Recordaría mas tarde sus sueños rotos y olvidados en los días de un compromiso que no quería cumplir, el deseo del escape en día de la boda, las miradas dulces de aquella joven tan inteligente y hermosa y que había tenido que dejar ir por complacer a otros, y los amigos que nunca pudo llegar a tener. Y moriría solo teniendo la certeza de que su trabajo era lo único real en su vida, porque su mujer no le quería ni el a ella, porque sus hijos no estaban interesados en un viejo moribundo que había dejado su vida en un trabajo por darles todo mientras si se interesaban en la empresa que saco adelante, porque no había nadie que pudiese conocer la persona que realmente había sido y porque solo se podía quedar con el recuerdo de las mirada de aquella jovencita que dejo escapar en los viejos días de juventud perdida. ¿No sería esa una historia común? Bueno, pues lo es, pero no fue esa la historia, solo es lo que “Hubiese” sucedido si la historia hubiese seguido su curso natural, pero, como siempre, los seres humanos queremos cambiar esa historia e ir detrás de lo complicado. La vida del Titiritero fue cruelmente normal, él era el que quería ir contra corriente y termino arrastrado y herido.
Por otro lado, su muerte es esa historia diferente, porque tuvo una muerte diferente a las otras. El no murió en un futuro arreglado, ni en un matrimonio frustrado, tampoco por culpa de un amor perdido. El joven Titiritero murió irónicamente. Murió regalando vida. Se entristeció regalando sonrisas. Irónico, ¿No es así?
Con una familia adinerada en la Francia de los años veinte, próximo a entrar a una de las más prestigiosas universidades, nuestro Titiritero decidió seguir aquel sueño suyo, aquel sueño que su abuelo no había podido mantener y que a él siempre le atrajo y apasiono. Ser un titiritero fabricante de marionetas. ¿Por qué no? Era joven y no necesitaba tanto dinero, ¿Para qué guardar tanto dinero en el banco solo para sentir seguridad? El jamás quiso eso. Así que, esperando primero hacerse un lugar entre los titiriteros de la ciudad, fue a la universidad estudiando sin que nadie supiese, letras, literatura. Era feliz. Muy feliz, o eso creía él.
Con el paso del tiempo el abuelo murió y la herencia quedo a su nombre, y al de su hermana menor, su nombre era Sulli, pero él no puede recordarlo. Con el dinero abrió un teatro de títeres y marionetas, pronto también tuvo su primera tienda. No supo cómo ni por qué, pero decidió hacerlo en aquel extraño pueblo llamado Iris. Una tarde un anciano apareció, bueno, ni sabe decir si era anciano o joven, solo supo que le confundió bastante su visita. Le entrego ese extraño frasquillo que ahora colgaba de su cuello, dijo algunas palabras raras y se fue sin dejar rastro alguno. Su vida siguió normal. Las personas se iban con una sonrisa de la tienda, y él estaba comenzando a usar aquel frasco con sus creaciones, las marionetas. Descubrió que todo el que se iba, se llevaba casi una parte de él. Estaba vacío, el creador de las marionetas llenas de vida, nuestro querido Titiritero estaba totalmente vacío. Estaba solo y vacío. Lo supo aquella tarde de otoño, triste y sombría, donde cerró temprano La Fe Du Juet y fue dentro a pensar en que estaba haciendo. Él no tenía amor, no tenía idea de lo que eso era. Fue muy muy inocente al pensar que solo y sin alguien a quien amar podría ser feliz.
Algunos pueden, otros no, otros como el, personas como Minho, necesitan del amor.
El día que descubrió que no podía amar ni ser amado, fue el día en que murió el vendedor de sonrisas, el que compartía vida, el que creaba se destruyó. No volvió a presentarse jamás en ese parque cerca de la tienda y olvido el mundo fuera. Se cerró a todo.
Lo que él no sabía, es que su muerte fue lenta. La tienda, La Fe Du Juet, originalmente se abrió en una calle cercana a la torre Eiffel en Paris, no en Iris. ¿Saben ustedes, que cosas extrañas suceden ahí? Iris es el pueblo donde las personas que han muerto en circunstancias que podrían cuestionarse viven, y los niños que murieron de alguna enfermedad, algunos pueden encontrarse ahí. ¿Saben ustedes, como llego el Titiritero allí? Dicen que en Iris suceden cosas extrañas. Pues, la tienda solo apareció poco a poco allí un día, era invierno y el cumpleaños de nuestro protagonista. Ese día su muerte fue confirmada. Quelle histoire! La de la muerte de nuestro Titiritero ha sido, además de irónica, lenta y peculiar.
~****~
Si Taemin hubiese sido humano, Minho hubiese podido ver como su ceño se fruncía y sus labios formaban una mueca de desagrado. Era un niño al que no le gustaba ver tristes a los demás, podía recordar eso muy bien.
Mientras se la pasaba pensando e intentando recordar algo que le dijese quien era y por qué estaba ahí, no consiguiendo resultados, resolvió que si bien no podía moverse o hablar, tendría que encontrar la manera de ayudar al castaño que, según le había dicho el blondo, le había devuelto su vida.
Todo en él se veía tan triste. ¡Tan melancólico! Y sin embargo, la pequeña marioneta podía ver que detrás de la deprimente apariencia se escondía un sencillo y atrayente encanto que le hacía interesarse cada vez más un poco sobre él. El cabello desordenado, la mirada inteligente detrás de los cristales, y la brillante sonrisa que aún no conocía.
¡Iluso!
¿Cómo se supone que le ayudaras?
¡Déjenlo! Es solo un tonto.
Cierto, ¿Quién sería tan idiota como para querer a la persona que te ha atado a una existencia vacía?
No hay palabras audibles, ni movimientos, mucho menos un poco de atención. ¿Qué tiene esto de bueno? ¡Realmente! ¡Qué idea! Que idea la tuya, niño tonto…
Las voces diminutas provenían de debajo de él, estaba seguro. Tan chillonas y molestas. ¿Qué era lo que decían? No podía entenderles si hablaban todas a la vez. Tanto palabrerío loco le tenían aturdido, además de sorprendido, pensaba y estaba seguro de que solo quedaba el ahí.
¿Tonto? Bueno, no los conocía, pero no le agradaban ni un poco. Y era un niño tonto orgullosamente seguro de ello.
¡Eh, ustedes! ¿Quiénes son?
¡Que quienes somos! ¿Le han oído ya? Pues yo soy yo, un gusto, niño tonto.
No grites tanto, que tengo un dolor de cabeza de los mil demonios…
Pero mujer, ¡Tu ni sientes dolor! ¿Qué dices?
¡Que no soy ningún tonto! Mi nombre es Taemin.
Bueno, tontito Taemin, ¿Cuál es el plan?
El plan, claro, el plan. Ne tenía idea de cuál era ese plan del que hablaban. Antes se quejaba del silencio, pero más que hablar, gritaban y chillaban de forma aguda y molesta.
¡Basta! ¡Me duele la cabeza dije ya! Hola, Taemin, no les escuches…
¡Aguafiestas!
¡Callaos! Nosotros, querido, somos los “experimentos”
¿Qué cosa?
El chico quiso darnos vida pero lamentablemente eso solo funciona con las marionetas. ¿Has visto? ¡Que ofensa!
Sinceramente, no entendía nada, ni lo que decían ni quienes eran. Ellos eran fastidiosos, pero podría hacerles preguntas y ojala ellos tuviesen alguna respuesta que lograse satisfacerlo.
~*****~
La noche cayo, los copos de papel cayeron también con más fuerza, el viento los hizo ir de aquí para allá y la purpurina se pegó en la vidrieras y ventanas de todas las casas. No era un buen ambiente para querer salir. Sin embargo, Minho, el titiritero subió al techo bien abrigado, con un viejo cuaderno que se había convertido en su diario todo ese tiempo, y escribió lo siguiente:
-Ha pasado mucho tiempo desde la última vez. Ellos ya se habrán olvidado de mí. Todos en este pueblo olvidan rápidamente. Todo se trata del olvido, los recuerdos, la búsqueda, la muerte y la vida, no hay nada más en la mente de estas personas, en cambio, las marionetas son diferentes. Buscan ver más allá de todo, una explicación, tienen mil dudas y quieren respuestas y van por ellas, luchan hasta el cansancio, son tercas por un tiempo y luego piensan que su vida realmente no está yendo a ningún lado, así que se dejan morir. Es una lástima que la decisión para nosotros no sea tan simple como dejar de insistir.
Los años se han tan rápido aquí dentro, con días iguales a los demás y noches a veces sin estrellas. Los veo pasar, y creo que aún no han notado que no viven. Se aferran a una existencia inexistente sin saber que la clave de su vuelta a la vida es estar consciente de que han muerto una vez.
Se perfectamente todo esto, cómo funcionan las cosas en Iris. Estamos aquí por una segunda oportunidad de vida. Todos hemos muerto de alguna manera, pero, hasta ahora, todos los que han conseguido volver a vivir, se han olvidado rápido de ello y han vuelto a morir.
No entiendo cómo se me ha otorgado una segunda oportunidad a mí. ¡Como si fuese a servir de algo! Porque no soy una marioneta con intenciones de luchar, estoy aquí y no tengo opciones para irme, así que me resigno, porque sé que este cuerpo no soportara mucho más.
Y me gustaría, me gustaría pensar egoístamente y creer que ese pequeño y sonriente Taemin aún vive y lo hace porque quiere o ha mirado más allá de mí. Quiero pensar que soy el motivo para que sus ojos brillen.
Aun así, no sé si pueda amarle. -
La Fe Du Juet: El hada de los juguetes. ( o algo asi xD)
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