Taemin.

Capitulo VI

-¿Eres Taemin?- Pregunto casi con miedo.

-Si.-Respondió simple.

-¿Cómo has llegado aquí?

Taemin le miro divertido, con aires de burla. Le hizo gracia la falta de comprensión por parte de Poirot, y pensó que tal vez estaba cometiendo sus mismos errores.

Si, Onew podía ver más allá de las apariencias en determinados asuntos, pero aun no había podido entender. Debía dejar de limitar sus pensamientos a los básicos, dejar de aferrarse a lo conocido para poder aprender.

Miro el papel en sus manos, y luego volvió a mirarle a él. Extendió su brazo y le indico con la mirada que tomara la hoja.

-Léelo de nuevo, y tal vez puedas entender mejor. Y esta vez no te saltes nada de lo escrito, recuerda que antes de ver, debes aprender a sentir. - Dijo más como sugerencia que como orden.

“…No importa los impedimentos, ni las dificultades, las lecciones que debe haber aprendido ya son muchas.
Deseo, para mi compañero silencioso, que sus hilos lleguen a ser cortados, porque cuando esto pase, será completamente libre.”

Termino de leer, llevándose una gran sorpresa al encontrarse con pequeños párrafos que antes no noto.

Arqueo una ceja e intento abrir su mente, pensar en todas las posibilidades para hallar un significado a todo. Se desprendió de aquello sobre una celda y una conversación, y se concentró en los hechos que de verdad tenían importancia y que no lograba descifrar en su totalidad.

Si el hombre que escribió aquello era un mago, entonces la magia estaba involucrada en el asunto, pensó y sonrió antes eso. Sus opciones para al menos tener una hipótesis eran pocas, dado que los hilos y la madera estaban involucrados, además de que obviamente una trasformación ocurrió en todo el asunto.

Poco a poco las cosas fueron siendo más claras para él, pero al mismo tiempo se confundía aún más. Su vista se nublo un poco, y su cuerpo le parecía cada vez más ligero.

-Deja de pensar tanto, parece que vas a desmayarte.- Taemin lo saco de su aparente trance con su comentario, que dijo en tono de preocupación.

Cuando estaba encerrado veía, a través de pequeños agujeros en las paredes, o escuchaba de otros presos que algunos se desmayaban, que perdían la conciencia por unos minutos, y hasta horas. Muchos por no comer de manera adecuada, otro por falta de hidratación, algunos tenían enfermedades y los sacaban por miedo a que terminase contagiando a todos. Incluso el término desmayándose algunas veces, cosa que no le molestaba, después de todo no creía que perder el sentido estando en esas situaciones fuese tan malo.

Pero no sabía que se viese tan mal hasta que observo como el joven frente a él se desplomaba, por lo que solo alcanzo a moverse rápido para evitar su caída. Lo que no anticipo fue que terminaría en el suelo de rodillas, y con la cabeza de Onew en su regazo.

-¡Hey, despierta!-. Lo zarandeo sosteniéndolo por los hombros.  
Abrió los ojos lentamente, un tanto aturdido por el leve desmayo.

-¿Estas bien?-. Tae le pregunto mirándolo con los ojos bien abiertos mirándole desde arriba, parpadeando cada cierto tiempo.

Cayo en cuenta de que había caído y estaba acostado en el suelo, así que se sentó de golpe para poder ver mejor a Taemin.

-Tu…-. Le apunto con el dedo índice y comenzó a hablar inseguro.-…eres…

-Taemin.- Completo la frase y se encogió de hombros.

-Yo iba a decir…

-No importa lo que ibas a decir, a menos que eso hubiese sido que mi nombre es Taemin y que yo era esa marioneta.-Le interrumpió de nuevo.

-¡¿Qué dices?!-. Exclamo con sorpresa ante la confesión desapercibida.

-Que sí, que sí. Yo soy esa marioneta, sino me crees, puedes ir a ver allá.- Señalo dentro de la habitación, justo donde estaba la cama, con las sabanas hechas un desastre, y ahí, entre todo el desorden, estaban los hilos y la con la que estos se manejan.

Poirot se puso en pie rápidamente, y entro a su habitación otra vez, encontrándose con lo descrito anteriormente, y aunque se negase a creerlo del todo, en el fondo sabía que era real.

Sin mirar atrás salió del lugar, de un momento a otro, la idea de ir a tomar toda el agua que pudiese encontrar en el refrigerador se le antojo la más brillante de todas. Aclarar sus pensamientos, si, exactamente eso necesitaba.

Taemin arqueo una ceja cuando vio salir al joven, pero no presto a esto mucha atención, puesto que la idea de recorrer el lugar por sí mismo era algo que lo venía tentando.

Sin más, camino a paso lento hasta llegar al umbral, donde casi se cae al entrar a la habitación debido a un desnivel y a su falta de equilibrio. Tuvo que apoyarse en las paredes para no caer, y cuando pudo por fin llegar a la puerta, paso un rato teniendo problemas con la perilla, hasta que logro girarla y abrir la puerta de una buena vez.

Apoyándose de nuevo en las paredes, llego hasta un pequeño pasillo que lo llevo hasta el barandal de las escaleras cuando doblo a la izquierda. A su izquierda estaba la pared, y unas cuantas puertas más que debían ser habitaciones, mientras, a su derecha estaba el barandal del segundo piso, que también era el de las escaleras. Con sus piernas amenazando con fallarle, tomo impulso y llego al otro lado, sosteniéndose firmemente del barandal para no caer.

Cuando tuvo que comenzar a bajar las escaleras, uso tanta fuerza para sostenerse, que soltó la baranda en el tercer escalón porque tenía muy marcada la palma de su mano. El pequeño dolor que eso causo decidió ignorarlo.

Poco a poco ir bajando se le hizo más fácil, al punto que ya no necesito sostener nada. Iba a la mitad de las escaleras, cuando dio un paso hacia adelante y cerró los ojos. Grave error.

Cuando pensó que la planta de su pie se encontraría cara a cara con un escalón, ya estaba cayendo.

Onew solo bajo las escaleras rápidamente, casi cayendo de bruces más de una vez, por eso nunca se atrevía a soltar la baranda. Una vez lo hizo, cuando apenas era un niño, y eso le costó una larga estadía en el hospital, exámenes incomodos, y terapias un tanto dolorosas que no estaba dispuesto a volver a revivir.

Llego a la cocina y al no encontrar a nadie allí, supuso que se tardó demasiado cantando y hablando con Taemin. Abrió el refrigerador con tanta fuerza, que pensó que le caería encima, por suerte, sus exageraciones no pasaron de eso, simples exageraciones.

Solo dejo de beber agua cuando sintió que si seguía, terminaría vomitando. Su abuso termino por ocasionarle sensación de llenura, por lo que opto por dar un rato vueltas por todo el lugar hasta que esta desapareció.

Se disponía a salir a dar un paseo por el jardín, unos ruidos, muy bajos pero audibles, llamaron su atención, por tanto, salió disparado a la sala principal, donde no encontró nada más que un poco de oscuridad, pero suficiente como para volver arriba.

Taemin se preparaba mentalmente para rodar hasta llegar al suelo, y terminar con muchos golpes en su cuerpo y dolor muchos de sus músculos. Para lo que no se preparó, fue para ser rodeado por unos brazos y para darse un leve golpe al momento que su frente se pegó a otra. Solo pudo caer en cuenta de todo cuando la mirada brillante que tanto le gustaba se encontró con la suya.

-¿Estas bien?

“Perfecto, mejor que nunca.”, quiso responder, pero su lengua estaba muy ocupada remojándose los labios, y sus ojos estaban mirando atentamente a los labios carnosos de su dueño.

Poirot llego en el momento justo para evitar la aparentemente dolorosa caída. Taemin cayó entre sus brazos, quedando sus manos en sus hombros, y Onew termino abrazándolo por la cintura, cargándolo y elevando sus pies del suelo.

Taemin recordó, casi asombrándose a sí mismo por haberlo hecho, a aquellas dos personas uniendo sus labios, en lo que él no conocía como un beso.

Sin necesidad de tomar valor, fue acercando aún más su rostro al del joven, y no le tomo mucho tiempo juntar sus labios. Cerró sus ojos suavemente.

Onew abrió sus ojos en demasía y se quedó estático por unos instantes, antes de aflojar el agarre de su cintura, y luego aferrándose más a él, juntando aún más sus cuerpos y levantando aún más el cuerpo de Lee. Lentamente, fue bajando sus parpados, arrepintiéndose al momento porque de verdad quería ver el rostro de Taemin.

“Antes de ver, es necesario aprender a sentir.”

Las mismas palabras de Lee le hicieron mantener los ojos cerrados, dándose cuenta así de que tenía razón. Movía sus labios de forma inexperta y torpe, pero de manera dulce y tierna, fundiéndose en la textura de los labios del castaño oscuro y perdiéndose en sus pensamientos sobre lo suave de la piel debajo de esa bata.

Taemin soto un suspiro que se ahogó en medio del beso, y casi como si no tuviese control sobre sus extremidades, torpemente llevo un de sus manos a la mejilla derecha de Poirot, mientras que la otra la llevo a su nuca, y enredo sus dedos en el cabello que desde antes le había tentado con acariciarlo hasta deshacerlo.

Oh, pero en ese momento ni nunca más pensó en deshacerlo, era demasiado suave como para hacerle eso.

Sin dignarse a abrir los ojos, separaron sus labios por unos segundos, recuperando el oxígeno que tanto les hacía falta, para luego volver a unir sus labios, ladeando la cabeza para encajar perfectamente, esta vez, en un beso más intenso, pero igual de pausado.

Al separarse se produjo un sonido que hizo que Lee esbozara una pequeña sonrisa. Onew fue deshaciendo el agarre en la cintura de Taemin, dejándolo de pie en el escalón siguiente al que estaba el, pero nada duro mucho, pues el equilibrio del antes marioneta era absolutamente nulo, y fue a dar de nuevo a sus brazos.

-Vamos arriba. No debiste bajar sin sostenerte, pudiste haberte lastimado.-Le reprocho.-Lo digo por experiencia…-. Con esto último rio un poco.

-Es que…no se caminar…-. Confeso apenado, escondiendo el rostro en el pecho del de ojos pequeños.

-Con más razón tuviste que quedarte arriba.- Argumento con dificultad dado que lo dijo mientras cargaba de nuevo a Lee.

-Tienes razón. Lo siento.- Se disculpó con tono de culpa, tal y como lo haría un niño regañado por su madre.

-También tengo razón en que de verdad eres mil veces más guapo que cualquier persona que haya podido ver.

Onew sonrió a lo que Taemin le devolvió el gesto.

Con Lee en brazos, Poirot subió de nuevo a su habitación, aún más convencido de que todo era real, incluso más real que su propia existencia.

Lo dejo en la cama, pero protesto y pidió por favor que lo llevara al balcón, y así lo hizo. Los dos se sentaron con las piernas cruzadas, mirando al cielo, y dedicándose miradas soslayadas se vez en cuando.

-¿Recuerdas lo que escribimos esta mañana, puedes traerlo?

-Claro.

Se levantó, fue, lo busco, lo encontró, regreso, se volvió a sentar y le paso el pergamino.

-“Me pregunto si alguna vez podre escuchar su voz”, ya los hecho, “Me pregunto si esconde algún dolor”, pues si, “Me pregunto si tendrá alguna historia que contar para mí”, pues también. Creo que, antes que nada, debo agradecerte.

-¿Por qué?

-Por enseñarme que aun estando encerrado en algún lugar, solo si yo dejara de ver solo lo innecesario, por fin, podría ser libre… ¡Oh, ya también que la libertad no existe!-. Exclamo lo último al recordarlo, levantando su dedo índice en señal de que se le había ocurrido algo, pero en realidad no era así.

-¿Tú escribiste eso en mi cuaderno?-. Cuestiono desorientado, realmente desorientado.

-Con que así se llama eso…no es un buen nombre… ¿Qué? Ah, sí, sí, yo lo escribí. Me vi obligado a hacerlo puesto que eras tan ciego como para ver algo que ya sabias, algo que tu.-le señalo.-me enseñaste.

-Entonces debo agradecerte también, por hacérmelo ver, sino fuese por ti, ahora estaría cometiendo uno de los más grandes errores de mi vida, Taemin. Habría perdido mi libertad para siempre, porque no la hubiese buscado.

-Me recuerdas a mí. Si no hubiese aceptado la ayuda de ese mago, estaría muerto debido al hambre y la deshidratación por voluntad propia. Aunque tu historia es muy diferente a la mía, supongo que puede decirse que somos compañeros de búsqueda.

Nadie dijo nada después de eso por un largo rato.

-¿Puedes contarme una historia?

-Ya no tengo más para ti, se me han acabado todas.

-…-

-Es tu turno. Cuéntame una historia. Cuéntame tu historia.-Pidió.

Sonrió nostálgico y miro al cielo una vez más. Se carcajeo silenciosamente, causando desconcierto en la persona a su lado.

-Solía tener envidia de la luna, pero ahora solo me produce lastima.

-Yo también, pero no te entiendo.

-Te contare pues, mi historia.

>>Antes no lo sabía, pero ahora puedo recordarlo mejor que en ese entonces. Mis padres fueron prisioneros de guerra, pero jamás llegue a conocerlos. Nací en una celda, viví siempre en una celda, y crecí en una celda.

>>No se cómo aprendí a hablar, ni a escribir, tampoco sé cómo aprendí a pensar. Pasaba mis días y mis noches echado en una esquina. No recuerdo haberme cambiado de ropas, nunca, tampoco de haber tenido el valor para ponerme en pie y caminar, y aun ahora no tiene sentido, porque el lugar era tan pequeño que daría cinco pasos y seria mucho.

>>Esa noche, recuerdo que llevaba días negándome a comer, miraba la comida con asco, ¿Por qué algo que me ayudara a mantenerme vivo podría ser bueno para mí? No había forma. Había tomado una decisión, morir, morir para siempre, terminar con todo.

>>Miraba las estrellas, a la luna y a un pequeño pedazo de cielo por entre los barrotes de una pequeña ventana en lo más alto de uno de los muros. Estaban allá, libres, y yo ahí, solo sentado, sin poder salir, sin poder moverme, sin tener nada por lo que luchar.

>>Es miserable vivir de esa manera. ¿Sabes? Respirar se volvió una tortura muy cruel cuando solo existía, yo ya no podía vivir. Y sin embargo, la fantasía de ser libre aún seguía en mí.

>>Creí ver a alguien en la oscuridad de la celda, pero no me importo mucho, hasta que me hablo, y yo volví a ignorarle, entonces dijo algo que hizo que le mirara sin creerle, algo que por un momento, me devolvió la vida.

>>Él era un mago, y con ayuda de su magia me convirtió en una marioneta, así fue como pude salir de allí…-. Siguió contando, desde los niños que jugaron con él, hasta su llegada a la juguetería.

A Onew le hizo sonreír verlo contar todo aquello, esos relatos en los que fue protagonista y como en su rostro se reflejaban las emociones de lo vivido, siendo las más abundantes, las emociones tristes.

-…En un principio me queje, pensé que si él hubiese usado su magia para trasladarme a otro lugar entonces todo hubiese sido más fácil y yo no habría pasado por todo eso, pero ahora entiendo, que simplemente, fue necesario todo aquello y no me arrepiento de haberlo vivido.

>>Mis deseos tal vez fueron muy grandes para mi situación en ese entonces, pero creo que debo repetirte a ti, y a mi también, lo mismo que le dije a él esa noche: Aunque haya pasado toda mi vida aquí, he podido darme cuenta, con el pasar de los años, que no puedo seguir un camino cuando quiero tener todo, pero aun así, sigo deseándolo más que a nada, porque simplemente, no puedo desear más.- Sonrió nostálgico.

Poirot estaba a punto de decir algo, pero Lee aún tenía algo más que decir.

-El mago dijo, que solo alguien que me quisiese y que cortara mis hilos, podría hacer que volviera a la normalidad. Quiero que sepas, que yo también te quiero.

Y Taemin sonrió, sonrió de la forma más sincera, regalándole la más hermosa de las sonrisas a Onew, que lo miro como si con esa sonrisa le estuviese hipnotizando, y luego, le miro enternecido, a lo que no pudo hacer otra cosa que abrazarlo por simple impulso.

-Aun así no entiendo lo de la luna.

-Antes le tenía envidia porque ella está ahí, en el cielo, mientras que yo estaba en el encierro. Pero ahora me doy cuenta, que ella solo está en el cielo, sola, siguiendo a las personas cada noche para conseguir algo de compañía, porque las estrellas no la quieren porque ella brilla con la luz del sol. Ella no es libre.

Las ganas de dormir que le parecían ya lejanas, y que tenía demasiado tiempo sin sentir, se hicieron presentes mediante y pequeño bostezo.

-Creo que es hora de dormir, el sol saldrá en unas horas.

-Hace demasiado que no duermo. ¿Dormirás conmigo?-. Pregunto esperanzado.

Poirot pareció pensárselo, pero luego asintió y se puso en pie.

-Ven aquí.- Le extendió sus manos.

Onew volvió a dejarlo en la cama y Taemin se metió rápidamente bajo las sabanas, pero cuando este se llevó una de sus manos a la altura de su estómago, le pregunto si tenía hambre, y como supuso, la respuesta que recibió fue positiva, así que dijo que bajaría a buscarle algo de comer.

Para hacerlo más sencillo, que le prepararía un sándwich, dado que sus habilidades culinarias eran inversamente proporcionales a las que poseía para manejar a las marionetas.

Cuando llego arriba, se encontró con que Lee ya dormía profundamente y se abrazaba a la almohada. Tenía el cabello revuelto y en sus labios un puchero.

Dejo la comida en su mesa de noche, y se cambió de ropas, para meterse bajo las sabanas también, conteniendo esa costumbre suya de cubrirse hasta la cabeza por miedo a despertarle e interrumpir sus sueños.

-Onew…

Sonrió enternecido al escuchar su nombre. Al parecer, después de todo, ya estaba interrumpiendo sus sueños de alguna forma.

Paso toda la noche admirándole dormir profundamente, mientras, dejaba acaricias en su cabello. Esta vez, no dejando que su sonrisa le iluminara los sueños, sino su compañía

Agradecimientos:

Capitulo ultimo.

~*Finales de 1944 Paris, Francia.*~

Onew extendió sus brazos a los lados, y los cerro casi instantáneamente. Taemin lo abrazo por la espalda mientras sonreía, si no fuese por él, ya habría muerto al caerse por la escaleras, por suerte, Onew siempre llegaba como todo un héroe, de esos que aparecían en las historietas de acción, a salvarlo.

Poirot no lo regaño ni le dijo nada acerca de sostener el barandal, se había rendido la tercera vez que casi termina en el suelo del salón principal, al pie de la escaleras y con un sinfín de hematomas por todo su cuerpo. A Onew le hacía gracia ver su cara de miedo, que con el tiempo dejo de aparecer, porque ya se habían acostumbrado los dos.

Lo que más le hacía gracia del asunto, era la razón por la que siempre bajaba de esa forma. ¡Todo sea por la leche!, le escucho decir una vez.

Taemin sabía, desde el momento en que la suela de sus zapatos se encontraba con el primer escalón, que el descenso al llegar al décimo era inevitable.

Y no era que no supiese caminar aun, sino que bajaba con extrema emoción, encontrando a las escaleras lo más entretenido. Onew pensó una vez que enseñarle a caminar no fue muy buena idea.
Taemin era un tanto hiperactivo.

Poirot lo bajo, y solo pudo reír y preguntarle si jamás le soltaría, y luego él le abrazo porque no pudo evitar sentir ternura cuando Lee le respondió con una negativa.

-Venga, el almuerzo está listo.

El joven de cabellos castaños claros se vio libre al fin cuando termino de pronunciar la palabra “almuerzo”. A diferencia de aquellos días en su celda en los que la comida la daba asco por el solo hecho de mantenerlo con vida, Taemin parecía haber desarrollado un muy gran agrado hacia ella.

Taemin tomo fuerte la mano de Onew y casi lo arrastro al comedor. El solo podía mantener una sonrisa plasmada cuando Taemin estaba cerca. Al principio no entendió muy bien eso de “yo también te quiero” que había mencionado hacia unos meses, la noche en que lo conoció así tal y como era, de carne y huesos, no de madera e hilos de hierro.

¡Que más daba!, ¿Para qué preocuparse por entender eso cuando presenciaba aquello?: Taemin libraba una dura batalla contra el diminuto trozo de zanahoria donde tenía clavado el tenedor. Como si fuese tan difícil meter el tenedor en su boca, sujetarlo entre sus labios y deslizarlo hacia afuera para que el vegetal quedara en su boca.

Pero no, ahí estaba el, haciendo muecas de disgusto al morder el metal del cubierto, fallando inevitablemente en los intentos por atrapar el alimento con sus dientes, como un bebe aprendiendo a comer, solo que sin ensuciarse, cosa que costo un tiempo, al igual que enseñarlo a vestir.

~*********~

~*Principios de 1946 Paris, Francia.*~

Miro a la marioneta de bailarina en el piso con una sonrisa. Aún faltaba una hora para subir al escenario y su ansiedad al estar ahí, detrás del telón, siempre estaba presente, acompañándolo con una alegría infinita.

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Le arrebato el cubierto de las manos y se comió el, el pedacito de zanahoria.

Onew creyó que recibiría una queja, pero se carcajeo aun pensando que debería ser una broma. Taemin ni se inmuto, solo siguió comiendo emocionado, si, con los dedos, y teniendo una cuchara y otros cuantos tenedores que había regados por ahí

Si Taemin estaba paseando por el jardín, pensando en cosas que solo el entendía, era Onew el que le hacía volver a la realidad, que entonces resultaba ser más que maravillosa con solo ver como esos ojos empequeñecían, y él le mostraba una de esas sonrisas de las que tanto gustaba. Esa que le había hecho entender que todo perdía sentido si no la veía por lo menos unas diez veces al día.

Si Taemin no podía dormir, era esa imagen de Onew respirando calmadamente, con el cabello revuelto y una mueca extraña formada en sus labios; la misma que le transmitía paz, y unas ganas gigantescas de poder dormir así, tan plácidamente.

Si Taemin recordaba cosas que prefería esconder en el rincón más lejano de su mente, era Onew quien con su voz melodiosa le relataba historias, todas con sucesos desagradables, pero que eran necesarios para llegar al, casi indispensable, final feliz. Entonces podía alegrarse por haber vivido lo vivido, porque si no, no hubiese estado tan feliz jamás.

Si Taemin estaba comiendo, era la comida la única que acaparaba toda su atención, y ni Onew abrazándolo, dejando caricias en su cabello, relajándolo, podía hacer que parara de llevarse comestibles a la boca y tragarlos.

Y entonces Onew dudaba –con cierto aire de diversión- si Taemin quería más a la comida, o lo quería más a el así como decía siempre.

Porque Taemin no tenía ningún problema en decírselo a cada que le nacía hacerlo, que le quería, más de lo que nunca quiso a nadie, es más, que era la única persona a la que podía querer.

~*********~

Dafnee subió al escenario, y cada vez que ella lo hacía, se daba tiempo para pensar que ella siempre había sido demasiado bonita como para vestir ese uniforme feo de mucama.

Era como su segunda hermana, y se sentía orgulloso al verla con ese vestido negro, siempre sonriente, con los labios adornados por un color rojo muy bonito, llevaba unos guantes blancos y ese pequeño sombrero elegante resaltaba su cabello, corto y negro, saludando a todo el público y presentando el espectáculo.

Se rio de sí mismo cuando sintió los mismos celos que con Adelaide al tener que subir al escenario, y verla bajar a ella para irse a sentar al lado de aquel muchacho alto que le gritaba mil y un veces “Te amo” con tan solo mirarla. Minho era un buen hombre, sabía que cuidaría de su segunda hermana menor con su vida, y eso le hacía feliz.

Con Adelaide fue otro cuento, le fue más difícil aceptar a Kibum, el muchacho que su hermana conoció en la academia de danza. Pero termino cediendo porque de verdad se veía que era bueno, de un corazón increíblemente bondadoso, e incluso más sobreprotector con la chica que él. El, que era su hermano.

Los aplausos no se hicieron esperar, y no tardo en empezar su demostración, buscando sin encontrar, entre el mar de rostros, el de la persona que deseaba ver.

Él no estaba por ninguna parte del teatro.

~*********~

Al finalizar a comida, la emoción de Taemin no fue tan grande. Se suponía que aprendería a andar en bicicleta, la idea si le parecía divertida, pero de que caería unas cuantas veces, de eso estaba seguro.

Se encontraban en el jardín trasero, Taemin se mordía los labios y llevaba una cara que reflejaba miedo, confusión e inseguridad mezclados. La bicicleta estaba frente a él, y junto a ella un Onew que como siempre sonreía.

A él le fue imposible odiarlo porque en el fondo si se burlaba de su miedo.

Poirot tomo su mano y lo atrajo, el solo mantuvo su expresión de inseguridad, mas no intento oponerse. Había visto unas cuantas veces a Onew montar bicicleta, era divertido, pero también le vio caerse.

No pudo retener unas cuantas carcajadas que se le escaparon al recordar eso, al principio se preocupó, pero al ver que no se lastimo en lo más mínimo, la situación fue por demás graciosa.

-¿Aun no has superado mi última caída, cierto?-. Cuestiono Onew entre risas y negaciones.

-No creo poder.- No se sorprendió, Poirot siempre adivinaba sin necesidad de palabras lo que pensaba o estaba a punto de hacer cuando se lo proponía.

-Entonces ya veremos cuando tú también caigas…-. Se burló.

Taemin detuvo su risa, y su semblante de miedo volvió. No supo ni cómo ni cuándo, solo que después de escuchar eso no pasaron ni dos minutos cuando ya estaba sobre el asiento, sosteniendo los manubrios y con los pies sobre los pedales.

-Solo recuerda como lo hago yo. Pedalea, no muy rápido y no muy lento o te caerás, y cambia de dirección moviendo los manubrios. Si no puedes yo estaré aquí.- Onew  sostenía la bicicleta para que no cayera, estaba a su lado y sonrió de nuevo para darle ánimos.

Una inclinación de cabeza fue suficiente para que Onew soltase el vehículo, y a él no le quedo de otra que comenzar a pedalear.

A pesar de las bajas expectativas que el mismo tenia de sus capacidades, termino haciéndolo muy bien. Pudo respirar tranquilo, pero no duro mucho. Se vio a si mismo yendo directo a unos arbustos, si cruzaba a la derecha, había un muro, y si lo hacía a la izquierda, habían más arbustos.

Después de todo, su caída era definitiva, pensó Taemin.

~*********~

Con vehemencia hacia que los hilos subiesen y bajasen, moviendo las crucetas. Aunque su capacidad y destreza eran impecables, su talento –ahora nato- no era el mismo esa noche.

Esos dos ojos color avellana le hacían falta esa tarde. Nunca había tenido que presentarse en el teatro sin el observando, entonces, ¿Dónde podía estar?

Los aplausos resonaron por todo el teatro, y Onew les brindo a todos los presentes una reverencia. Cada una de las personas sentadas frente a él tenían una sonrisa plasmada en su rostro.

Eso sirvió para aliviar sus dudas y despejar sus preocupaciones.

Bajo del escenario y dejo a la marioneta en su respectiva caja. Recordó alegre, la razón de su ausencia, más aun no lograba descifrar donde podía encontrarse.

~*********~

Taemin, en cinco segundos, ya se había preparado para una inminente estrellada contra los arbustos, sin embargo y para su desconcierto, eso no llego a ser.

Se vio a si mismo atrapado entre unos brazos que conocía más que bien. Si antes estaba seguro de que Onew jamás lo dejaría caer, en ese momento lo estuvo más.

Rodaron por el césped en un pequeño desnivel. Cuando por fin dejaron de hacerlo, se apoyaron sobre sus ante brazos y se miraron por unos segundos.

Si, había sido divertido.

Desde el otro lado del jardín Adelaide los miraba a ambos con extrañeza, se estaban riendo de quien sabe que cosas, pero hasta a ella le fue inevitable acompañarlos con las risas. Daba gusto de tan solo verlos u oírlos a ellos.

-Bueno, al menos sabes cómo andar en bicicleta, pero creo que ahora debes aprender a usar los frenos.

~*********~

Cambio sus ropas elegantes por unas sencillas, hacía tiempo que había dejado de hacerlo pero en ese momento era lo que más quería hacer.

Tomo a Adelaide –marioneta- y se despidió de todos los presentes.

-¡Ya verás que por ahí estará!-. Grito Dafnee antes de que el terminase de salir de las instalaciones del teatro.

Sonrió a la joven y asintió. Siendo sinceros de verdad quería creer en sus palabras de ánimo. Aunque siempre que había ido ahí solo, sentía que él estaba mirándole.

~*********~

Ese día, le había prometido a Taemin llevarlo a La Fe Du Juet. Estaba en la sala contigua al salón principal, hablando con Adelaide sobre sus clases de Ballet.

Ella había decidido no ir a La Sorbonne, y Onew la apoyo, porque el más que nadie sabía sobre lo mucho que su querida hermana amaba ponerse unas zapatillas, amarrar las cintas a sus piernas, y comenzar a danzar de una manera tan sublime que a todos dejaba enternecidos.

Los dos yacían sentados en un sillón, obteniendo la vista perfecta del salón principal, desde la puerta de entrada hasta poco antes de las escaleras. En fin, la vista que la abertura de la pared que separaba la habitación, que tenía forma de arco, les permitía tener.

Vieron los dos a Dafnee un poco extrañados, ella estaba parada ahí, mirando a unos trapos que tenía en la mano, estaba frente a la puerta de la cocina. Ella subió su vista a lo que pensaron era el barandal de las escaleras, pero no le prestaron atención y siguieron con su plática.

Por su lado, la joven mucama ya comenzaba a sentir nervios. Ni una sola vez, desde que Taemin aprendió a caminar por sí mismo, Onew no había estada para evitar que cayera de las escaleras.

Y ese día, fue la más grande excepción.

~*********~

Tanteo en el escritorio buscando la pluma fuente sin despegar la vista de la hoja frente a él. Llevaba casi una hora mirándola sin atreverse a escribir una sola palabra, o al menos tocarla, jugar con ella o hacer cualquier cosa para entretenerse.

No sintió necesidad de hacerlo, tampoco se sentía listo para comenzar a escribir eso sin meditarlo antes. Después de todo, el principio tenía tanto valor como el final.

Encontró la hermosa pluma color negro y detalles en dorado. Una pequeña sonrisa surco sus labios, y comenzó a escribir. Todo ese tiempo solo había pensado en cómo obtener un buen comienzo, no uno que capturara la atención de quien lo leyera, sino uno que representara auténticamente lo vivido.

Las puntas de los dedos le hormigueaban, se sentía emocionado, más que nunca. Estaba listo para dejar atrás todo eso, y escribirlo era la mejor forma que tenía para hacerlo.

Se tomó el tiempo necesario para razonar. Cuando uno escribe una historia, y quiere que los demás lo lean, el relato, de una u otra forma, influye en el lector, así que dejo allí todas las lecciones posibles que logro aprender.

Para el, cada letra de cada palabra era igual de importante que las otras, hasta los signos de puntuación. Para el, escribir era dejar el alma en cada palabra. Para el, sus recuerdos y emociones al vivirlo, quedaban ahí, en esa hoja.

Así como un pintor al dar un brochazo espontaneo, así como un escultor al dar forma a la arcilla, así como un músico al hacer sonar un instrumento, él estaba dejando una parte de sí mismo en ese escrito.

Dejo caer la pluma al lado de la décima hoja totalmente llena de palabras escritas con tinta negra, su mano parecía haber tomado vida propia.

Se desparramo en la silla, su rostro reflejaba estupefacción, como si desconociese quien era, donde y para que se encontraba allí.
Violentamente y sin cuidado, dejo que sus brazos cayeran a los lados de su cuerpo, que se deslizaba cada vez más lento en la silla.

Al principio tuvo miedo, miedo de compartir esa historia, la suya, con alguien más que no fuese el, porque en el momento en que se hiciese pública, también pertenecería a todo el que leyese.

En ese momento, la idea se le antojo maravillosa, ¿Qué era escribir si no plasmar sentimientos en palabras, en cada historia, en cada acción de los personajes?, aunque la suya, su historia, no fuese la más extraordinaria e impactante de todas, supo que escribirla era lo correcto.

¿Quién sabe? Tal vez por ahí también alguien estuviese buscando la libertad de manera poco ortodoxa, pensó.

De un momento a otro, estallo en carcajadas, no histéricas ni exageradas, solo simples carcajadas de alegría. Se sentía aliviado, feliz, contento, animado. Y pensar que un día quiso matar al protagonista de esa historia que escribió, la idea tan solo parecía absurda si lo volvía a pensar en ese momento.

Tomo su boina, y se la puso, aun sin borrar esa sonrisa de su rostro. Se puso en pie y corrió fuera de ahí, tomo la bicicleta y se despidió de Claude y Jacqueline, quienes le respondieron agitando sus manos.

Monto en la bicicleta y comenzó a pedalear. Lo conocía muy bien, había visto el brillo en sus ojos, llevaba mucho tiempo sin hacerlo, y a kilómetros se notaban las ganas.

Sabía que para él era un sentimiento indómito, así como el mismo lo hacía al escribir.

~*********~

Taemin llego al escalón número cinco, y Onew seguía enfrascado en su charla tan amena al parecer, que no notaba las señas y muecas de angustia de la pobre joven.

Ella le dijo a Lee que se detuviera, pero este no la escucho, parecía muy ensimismado.

Taemin llego al escalón número ocho y ella pego un fuerte grito llamando al joven de cabellos castaños claros, el mismo que retuvo su lengua para no pronunciar una palabra más, mirándola confundido, pero cuando ella volvió a gritar, esta vez el nombre de “Taemin”, se preocupó y fue a para de un golpe a la otra habitación.

Dafnee intento acercarse para lograr que cayera en sus brazos, pero no pudo porque Taemin ya había pisado el décimo escalón y se encontraba cayendo.

Y Onew…el solo no podía mover ni un musculo, parecía no estar consiente de sí mismo.

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Andando llego al mismo parque, el cielo de Paris comenzaba a tomar ese celeste característico a esa hora, y el sol no se veía por ninguna parte, solo nubes donde se derramaban los últimos rayos anaranjados de este, y otras pintadas con ese bonito color lila que a él, a Onew Poirot, tanto gustaba.

Le costaba creer que tenía casi un año sin hacer acto de presencia ahí, y sin poder evitarlo sintió culpa.

Era primavera, y los colores de la estación combinados con los de la época hacían de la escena la más hermosa y reconfortante. Se puso en el mismo lugar de siempre, en el centro del parque, dándole la espalda al gigantesco árbol y esa banqueta.

El simpático mimo que aun a esa hora rondaba por ahí, formo una perfecta “O” con sus labios abiertos, y se acercó a él con movimientos tan característicos suyos. El curioso hombrecillo toco su cabello con expresión dubitativa, vacilando aun sin creer que fuese real su presencia, y eso le hizo gracia y sonrió.

El mimo le estrujo la mejillas, y con su dedo índice tanteo en su estómago haciéndole cosquillas, provocando que se carcajeara escandalosamente. El hombrecillo, ese mimo llamado Parlanchín, que antes no había sido mencionado en esta historia, cambio la “O” por una gran sonrisa, y se apresuró a acercarse a las personas que por ahí se encontraban, haciendo señas apuntándolo para que vieran que, el tan querido Titiritero había vuelto, y que no, no era mentira.

Prontamente se vio a si mismo rodeado por un gran grupo de personas, entre ellos pudo reconocer al hombre que siempre estaba allí lustrando los zapatos de alguien, a unos niños que siempre había estado allí, pero más crecidos, no por nada habían pasado cuatro años, también personas de los alrededores, que una que otra vez pasaban por allí, ¿Y cómo no reconocerlo? Ahí estaba, con sus ropas coloridas, con una sonrisa pintada, con esa peluca alborotada, sosteniendo un montón de globos de todos los colores, Alegría, el payaso.

Estuvo a punto de comenzar con su acto, pero la mano de Parlanchín sobre su hombro lo detuvo.

El mimo se puso frente al público, e hizo como si corriese una cortina. Luego, se puso a un metro de distancia de Onew, a la derecha de este, y fingió sostener algo, entonces Poirot capto por completo. Parlanchín tiro fuerte de su cuerda imaginaria y el retiro su boina y saludo a todos con una venia, sin musitar palabras.

Un giño exagerado por parte del mimo, y una cara de fastidio grotesca y exagerada por parte del payaso, bastaron para hacerle entender que era hora de comenzar.

Tal como lo anticipo, sintió como si él le estuviese observando, y la confianza para regalarles a todo aquellos fieles espectadores fue suficiente para que lograra una demostración, digna de ellos, de él, de la marioneta que manejaba, y del primer dueño de esta última.

Plasmo una honesta sonrisa en sus labios y todos aplaudieron.

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Dafnee creyó haberse desmayado, pero la mano de Adelaide sobre su frente y su voz preguntándole si tenía fiebre la devolvieron a la realidad.

Ella busco con su mirada el cuerpo de Taemin tirado en el suelo al pie de las escaleras, pero grande fue su alivio y desconcierto al no encontrarlo. No obstante, el desconcierto desapareció al ver aquello.

Como la vez primera, el joven de cabellos castaños claros rodeaba con sus brazos la cintura de Lee. Este a su vez se sostuvo de sus hombros.

Y Taemin entendió, que no importaba que, Onew jamás lo dejaría caer, y Onew le hizo entender, que si caía el, entonces caerían juntos.

~*********~

Onew poso su vista en las personas que desalojaban el parque, en los niños convertidos en adolescentes que sonreían y se despedían de él, luego en Alegría que hacia un extraño baile en señal de que le encanto, y después en Parlanchín, que usaba una mano como abanico y con la otra limpiaba lagrimas inexistentes, haciéndole saber la emoción que causo. Todo fingido, pero ese par siempre lograban sacarle una sonrisa.

Pero cuando Alegría se fue a otra parte del lugar, sus globos se fueron con él, y le permitieron ver como ahí había alguien más, alguien que aún no dejaba de aplaudir.

Ahí estaba Taemin, con su sonrisa, al lado de la bicicleta, haciendo chocar las palmas de sus manos.

Su preocupación por no saber dónde estaba se esfumo, supo de inmediato que había estado en La Fe Du Juet, y verlo feliz después de haber escrito aquello le contagio su felicidad.

-¿Cómo supiste que

-De la misma forma que tú sabes dónde estaba. Te conozco, Onew. Sabía que vendrías, la ansiedad se te notaba mucho, pareciera que saliera a borbotones por tus poros.- Se acercó a él y lo abrazo como de costumbres.

Onew correspondió gustoso y casi agradecido porque jamás dejaba de hacerlo. Cada que tenían que estar alejados gran cantidad de tiempo o sin importar si era poca, esa era la forma de Lee para decir “Hola, ¿Cómo estás?”, y el corresponder para Onew era como decir “Estoy bien”

Y ustedes se preguntaran, ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Qué ha sido de la vida de todos ellos?

Cuatro años habían pasado. Onew pasó a ser el dueño de la empresa y todos los bienes de su abuelo, pero él jamás se dedicaría al manejo de esta, y mucho menos necesitaba de tantas propiedades. Dejo a su padre, William, al mando de la empresa, pero paso todo a nombre de su hermana, y se aseguraba de que todo estuviese en orden.

Luego de eso, el joven Poirot mando a ese par –sus padres- a vivir en otras de las propiedades de la familia, y la dejo a nombre de ellos, no quería compartir una casa con ellos, y mucho menos quería que Taemin estuviese cerca de ese tipo de personas.

Con el dinero que obtuvo al vender el resto de las propiedades, construyo y fundo un teatro llamado “Le marionete”, donde se hacían presentaciones de todo tipo de títeres, también obras de teatro, y presentaciones de danza. Ahí mismo presentaba su acto.

Dafnee había dejado ese puesto de mucama, y paso a ocupar el lugar de anfitriona en el teatro.

Adelaide se había convertido en una bailarina muy reconocida, y había conocido diversos países gracias a su talento.

Y Taemin, el decidió estudiar, y era muy bueno en sus clases, estudio literatura y se graduó con reconocimientos, aunque le costó un tanto aprender a escribir el francés y a aprender a hablarlo, pero se acostumbró rápido.

Lee se había convertido en un literato reconocido por sus obras, gran parte de ellas eran historias que el mismo Onew le había contado. Otras eran muchas que invento aun estando en esa celda.

Onew estaba orgulloso, le encantaba verlo sonreír mientras escribía, entendía lo feliz que eso lo hacía. El brillo en sus ojos apareció, y aunque Onew nunca lo supo, Taemin había cambiado.

Taemin nunca sonreía, él nunca estaba feliz, solo conocía una expresión, una de alguien que no siente nada, que ni siquiera esta consiente de si vive o no.

Ya para ese entonces, Taemin siempre estaba alegre, de buen humor, como toda persona, perdiéndose de vez en cuando contando su frecuencia respiratoria, dándose cuenta de que estaba vivo y la extrema felicidad que eso le producía.

Taemin había empezado siendo un adulto, y ya iba siendo tiempo de que se comportase como un niño, uno muy maduro, pero un niño después de todo.

Deshicieron su gran abrazo, y luego montaron en la bicicleta, para ir de vuelta a casas, porque para Onew, en el momento en que decidió que Taemin se quedaría –como si hubiese podido pensar en otra opción-, se convirtió en su casa y dejo de ser su celda.

Al llegar, Taemin no dudo en correr a la mesa, allí estaban todos, y Onew, el decidió ir un rato al taller, al que le había cambiado esa vieja puerta, pues ya no necesitaba que estuviese escondida.

Adelaide hablaba animadamente con Dafnee, y Minho compartía una amena conversación con Kibum. Taemin se retiró pidiendo disculpas y sin terminar su comida, no estaba triste, solo quería ver algo por la ventana. Y lo vio, vio a Onew peleando con la llave para abrir la puerta del taller, y sonrió.

Nunca había comido sin él, y le resultaba extraño. No por nada siempre estaba contento y lleno de euforia el comer. Bueno, a el de verdad le gustaba la comida, pero le gustaba más la compañía de Poirot.

Podría decirse que estaba demasiado acostumbrado a él, y si, era cierto.

-¿Lo amas demasiado, verdad?-. Dafnee llego a su lado y lo miro con ternura.

El no noto eso, pero sonrió también. Asintió a la pregunta.

-Mucho…-. Susurro.

-El también lo hace, pero le es difícil demostrarlo con alguien que no sea su abuelo.

Y sonrió aún más. Onew lo sobre protegía, más que a su hermana de hecho, le besaba las mejillas en las mañanas, lo llevaba a pasear cuando se lo pedía, siempre le decía lo hermoso que era, ¿Que más demostraciones quería? Ninguna, era suficiente, incluso si jamás se lo decía, él sabía que le amaba.

Cuando Poirot regreso a la mesa, ya los dos jóvenes se habían retirado, las dos jóvenes estaban en sus respectivas alcobas.
Ingreso al comedor y su mandíbula casi toca el piso cuando vio a Taemin sentado, jugando sin ánimos con más de la mitad de su comida.

Se preocupó, mucho.

Se acercó a él, y se puso de cuclillas.

-¿Por qué no comes, estas triste po

-Te estaba esperando.- Informo emocionado y alzando la vista con una sonrisa. Sin decir otras palabras, y sin esperar que el otro dijera algo, comenzó a devorar todo lo que había en el plato.

Un muy impresionado Onew se sentó en la silla, frente a su plato de comida que se había enfriado un poco, pero no noto eso porque no salía de su asombro.

Taemin termino de comer en un santiamén, y se impresiono al haber terminado al tiempo que Lee, jamás había comido tan rápido en su vida.

Taemin se levantó de su silla y dando saltitos llego hasta el, le tomo de la mano y lo dirigió a las escaleras, pero se detuvo porque Onew parecía no tener ganas de subir.

-¿Qué pasa?, ¿Por qué me miras así?-. Ladeo su cabeza, alzo sus cejas y abrió sus ojos más de lo normal, lo que siempre hacia cuando tenía curiosidad por algo.

-Eso que dijiste…que esperabas por mi… ¿Es en serio?-. Cuestiono con la mirada desorbitada.

Taemin sonrió y dejo un beso fugaz en sus labios, para luego jalarlo y hacer que comenzase a subir de una buena vez.

-Claro. Sin ti, no tiene caso comer.- Respondió simple.

Onew salió de su trance y subió el resto de las escaleras emocionado, así como Taemin siempre lo hacía, como si estuviese imitándolo.

*******

Onew rasco su cabeza, enredando sus dedos en las hebras de cabello húmedo. Sostenía en una mano aquel pequeño reloj de mano, que aun después de cuatro años, no había podido encontrarle sentido a su existencia, o al menos lograr que se moviese, estaba total y completamente dañado.

Dejo de lado su cabello, y bajo a rascar su clavícula, con facilidad, dado que el camisón que usaba para dormir era muy grande, pero cómodo, eso le gustaba.

Sintió un peso extra detrás de sí, estaba sentado en la orilla de la cama, y sabía lo que venía. Taemin estaba de rodillas detrás de él, no cambiaba nunca.

Cerró sus ojos y no paso mucho tiempo cuando sintió una toalla en su cabeza, moviéndose y alborotándole el cabello, secándoselo con cuidado. Le gustaba mucho cuando Taemin cuidaba de él. Se preocupaba por si comía bien, por si estaba muy cansado, cuando no lo veía sonreír lo suficiente, diciéndole que era muy raro verlo serio. Pero era irónico cuando caía, porque Lee era el primero en estallar en carcajadas, pero también era quien más rápido de acercaba a ayudar que se levantara.

Pensando eso logro entender por fin, ese “Yo también te quiero”, ¿Había sentido cariño hacia el antes de saber que era humano de verdad? Si, era cierto, y si, poco tiempo después, había logrado amarle. Nunca lo dudo o lo negó, solo que no se había tomado el tiempo de pensar sobre eso y de aceptarlo oficialmente.

Cuando abrió sus ojos, los abrió aún más. ¿Cómo era posible? El reloj había comenzado a mover sus agujas, pero no en la hora actual, sino que marcaba exacta las doce, mientras, la única aguja en movimiento era la de los segundo, siguiéndole a esta la de los minutos.

Ignoro eso, después de todo lo que había vivido, sabía que alguna explicación tendría, pero que era mejor no pensar mucho en ella.

Un pequeño roce en su mejilla, suave y dulce, de los labios de Taemin contra su piel, le hicieron salir de sus pensamientos.

La toalla ya no estaba en su cabeza, y sinceramente no noto eso. Tenía el cabello seco, tenía sueño, y unas ganas descomunales de dormir junto a Taemin, como siempre, como todas las noches.

Uno al lado del otro, de tumbaron mirando al techo, ninguno se cubría, ninguno hablaba. No era normal, pero era un silencio cómodo.

Taemin sonrió, y Onew le miro. Por mucho que intentara descifrar sus pensamientos, lo único que logro fue perderse en la curvatura de sus labios.

-¿Qué piensas?

-En que fui feliz siendo una marioneta.-Comenzó y Onew no se dignó a interrumpirlo, Taemin siempre hablaba mucho o al menos ese creía el-. Más que resignación, era como tener la certeza de que sería una por siempre. Cuando me compraste en la juguetería, mi vida…comenzó a tener algo más de sentido, Onew.- Le miro.

Poirot se giró de costado a su izquierda, y Taemin de costado a su derecha. Lee observo, en el fondo de los ojos del contrario, un sentimiento similar al suyo. Onew le susurraba con la mirada “Ese mismo día, mi vida también cobro sentido”

-Ese sentido eres tú, Taem.- Susurro dulcemente, dejando a Taemin un tanto sorprendido.

Por segunda vez esa noche, Lee mostro su expresión de curiosidad.
Antes de dejarlo decir algo, Onew beso la punta de su nariz, haciéndolo estremecer ante el contacto de sus labios, y robándole una sonrisa.

-Te amo.- Le afirmo de la cintura y lo atrajo a el-. Mucho, mucho. E-. No termino de hablar porque sus labios fueron raptados por la persona entre sus brazos.

Rodaron por la cama, y se detuvieron una vez quedaron uno encima del otro.

Taemin mantenía sus manos en los hombros de Onew, y este lo rodeaba por la espalda, acariciando ahí sobre la tela.

-Yo lo sé. Siempre lo supe.- Susurro sobre sus labios, con la respiración calmada, y el corazón palpitando frenético.

-Pero yo

-Pero me los demostraste.- Le corto rápido y le robo otro beso, uno que no fue fugaz.

Como si estuviesen jugueteando, Taemin rio, travieso como solo el, y separo sus labios, paro luego estamparlos con sutileza sobre la piel blanca del cuello de Onew.

Como fuegos artificiales, esos labios carnosos sobre su piel enviaron impulsos nerviosos a través de todo su cuerpo. Oleadas de calor, pequeñas corrientes eléctricas y escalofríos, una sensación que una sola persona era capaz de producir en su organismo.

Ellos se amaban, mucho.

******

Brillantes e imponentes, los primeros rayos de sol entraron por el espacio que dejaba la cortina del balcón, acariciando su rostro, y despertándolo.

Onew se apoyó en sus antebrazos, y adormilado sonrió ladinamente al encontrarse con un delgado cuerpo enredado en las sabanas justo a su lado.

Hacia frio, por lo que volvió a cubrirse con las sabanas. Se preguntaba qué hora debían ser, por lo que tomo el reloj en la mesita de noche. Di por sentado que el artefacto de verdad estaba dañado, así que lo volvió a dejar donde mismo.

No importaba que horas eran, tampoco si ese extraño reloj marcase las una y treinta, él quería que cuando Taemin despertase lo encontrara ahí, así que se volvió a tumbar a su lado.

Y todo el que lea esto tal vez le reste importancia, tal no o tal vez sí. No obstante, siempre habrá quien se pregunte: ¿Y qué pasaba con el reloj?

El reloj marcaba, el tiempo que tardo Onew Poirot en enamorarse de Lee Taemin. Una hora y media, donde vio por primera vez hacia cuatro años a ese joven sonreír, cuando le conto su historia, cuando le confió su vida, cuando le beso por vez primera, y cuando durmió a su lado; fue suficiente tiempo como para amarlo.

Como aquellos trozos de esperanza que se me escaparon por entre los barrotes, observe con alegría, como esa soledad reflejada en el brillo de tus ojos, se desvaneció con mi presencia.

La libertad no se encuentra, se busca. Pero déjame decirte, que a veces hay una excepción. Porque yo no te busque, y ahora con orgullo puedo decir que te encontré, a ti. Tú eres mi libertad.