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El pintor de historias: El sombrero. [Onho-Minew] Empty El pintor de historias: El sombrero. [Onho-Minew]

Mensaje por Sou-Tan Jue Sep 05, 2013 12:59 pm

Titulo: El pintor de historias: 1- El sombrero.
Genero: Romántico. AU
Pareja: Onew-Minho.






El Pintor De Historias.






1-. El sombrero.   

Hace miles de años, en el mundo antiguo, nacieron dos hombres, ambos en distintos y alejados lugares del planeta. Cuenta la leyenda, que uno era un pintor y el otro un escritor, ellos compartían una misma mente. Mientras que uno escribía historias, el otro las pintaba.
Primer Cuadro.- El Sombrero.
El pintor, con delicadeza y extremo cuidado, dejo que la pintura se chorrease sobre la paleta de colores ya tan usada. Rojo, ese era el único color faltante para poder comenzar con su trabajo de ese día.
De todos los pinceles, escogió uno en extremo fino y delgado, y luego tomo otro, de tamaño inversamente proporcional al primero. Pronto las puntas de los dedos le hormiguearon anticipándose al estremecimiento del primer brochazo, y, súbitamente, comenzó con delicados trazos, sin titubear al elegir dónde y cómo empezar.
Por otro lado, el escritor hundió la punta de la pluma en el tintero, humedeciéndola con el líquido negro, y retirándola en un instante en el que ya se encontraba escribiendo en el papel de color blanco puro, tatuando las palabras con las que comenzaba una historia en el interior del viejo cuaderno forrado de cuero.
“Corría la época de 1930, y la ciudad estaba de fiesta, llena de júbilo al estar celebrando as esenciales fiestas patronales de Noviembre. Las calles se vistieron con millones de pequeñas bombillas de luz blanca y de colores, sin dejar ni el más pequeño callejón a oscuras, haciendo resaltar aún más las típicas casas de tejados rojos pintadas de colores vivos.
En cada esquina había un farol adornado con un gran moño celeste o blanco, y como siempre, los postes eléctricos que se alzaban imponentes, fueron forrados con cintas de los mismos colores en forma de espiral.
Las calles que generalmente se hallaban totalmente vacías a altas horas de la noche, esos días se llenaron de familias, niños y grupos de amigos que paseaban disfrutando del hermoso paisaje que la ciudad entera les brindaba.
Una noche de ese mismo año, exactamente el 18 de Noviembre, todos se encontraban reunidos en la gran plazoleta situada frente a la iglesia, y también dentro de esta última, disfrutando de la feria anual.
Atrapado entre la gran multitud de cuerpos llenos de emoción, así se encontraba Minho, intentando fallidamente ver por sobre las cabezas. Sin importar su altura, con todas las cabezas vestidas con todo tipo de sombreros, desde boinas hasta sombreros de copa; era imposible encontrar a su grupo de amigos.
Los grandes y oscuros ojos del chico brillaron cual niño pequeño al recibir un dulce o nuevo juguete al ver todo hermosamente decorado, y a esos típicos vendedores ambulantes que siempre tenían un nuevo juguete interesante cada año. Minho esbozo una de sus brillantes sonrisas, mostrando sus blancos dientes, al divisar a cuatro jóvenes de vestimenta similar a la suya, igual que todos ahí. Ellos estaban sentados en los bancos de alrededor de la larga y grande fuente, que más que eso, lucia como una piscina pequeña y estrecha de forma rectangular.
  -¡Minho!, ¿Dónde estabas?, ¡Esto ya está por comenzar!-. Dijo con evidente entusiasmo el joven de rostro canino.
Suspirando tomo asiento a su lado y se encogió de hombros.- Casi estuve a punto de arrepentirme de haber venido.
  -No digas eso, gruñón, la pasaremos bien.- Le animo Onew, un joven de ojos pequeños y achocolatados. Su primo.
El chico era el mayor de todos, pero el más alegre y risueño, haciendo contraste con la imagen que todos los adultos tenían de el: Alguien totalmente serio, correcto hasta los huesos, un estricto empedernido y la definición exacta de taciturno. En cambio, Jinki, mejor conocido por sus allegados como Onew, era un joven dulce, extrovertido y algunas veces tierno, y hasta en ocasiones podía llegar a ser tímido. Si, era correcto, pero era la definición exacta de alegría.
  -¡Key, mira eso!-. Exclamo Taemin, señalaba a un hombre que estaba dando un pequeño espectáculo con su marioneta, de esas que se manejaba por medio de crucetas e hilos de hierro.
Todos rieron al ver como el menor de los cinco, ensimismado y sin poner atención a los reclamos y chillidos que soltaba el de ojos felinos, arrastraba a este último, jalándolo de su brazo para llevarle hasta donde el titiritero.
  -Mejor voy por ellos. Taemin es muy despistado y Key sufrirá un ataque de pánico si llegasen a perderse.- Aviso JongHyun antes de seguir a aquel par de rubios.
Al quedarse solos, el menor le sonrió levantándose, incitándole a que también lo hiciera. Se levantó  también sin chistar, siguiéndolo cuando se adentró en la multitud, perdiéndose pronto de su vista. Onew miro a todos lados, sosteniendo su sombrero para que no cayese. El más alto no estaba por ningún lado y sus esperanzas para salir de ese mar de gente rápido comenzaban a difuminarse hasta desaparecer, cuando, sin que lo esperase, una mano tiro de la suya, sacándolo inmediatamente de la multitud.
  -Creí que no saldría con vida.
  -Que exagerado, hyung.- Minho le sonrió.- Vamos.
Desconsertado lo siguió, notando como con cada paso dejaban atrás a las personas, a la plazoleta, y a todo lugar donde hubiese alguien. Pensando que tomarían el camino para ir directo  a la heladería, donde acostumbraban a ir después de culminada la feria; doblo una esquina a la derecha.
-¡Hey! Por ahí no.- El más alto lo detuvo, haciendo que siguiese derecho por donde venía caminando.
-¿Dónde vamos?
Preguntaba una y otra vez, intentando que Minho parase, tirando de su mano. El tono berrinchudo de sus palabras le robo unas cuantas carcajadas al que caminaba más adelante.
-Dime, dime, dime, dime, dime.
Cansado de escucharle, Minho le tomo de la mano con la que intentaba detenerlo, y entrelazo sus dedos. Después de eso, Onew solo recibió un giño, acompañado de un “confía en mi” dicho en un susurro como respuesta.
Puede que las calles estuviesen vacías, pero las personas estaban despiertas, esas fechas la ciudad no dormía. La vista del alto se perdió en los cables eléctricos que iban de una casa a otra, donde las personas ponían bombillas para iluminar más, y las cubrían con plástico para que la lluvia no las quemase.
Cuando pasaron de largo un pequeño kiosco, situado en una esquina donde unos niños jugaban a las canicas, cayó en cuenta de que comenzaban a alejarse mucho. No obstante, prefirió no decir nada y solo continuar su camino con su primo.
Onew y Minho eran los mejores amigos, además de familia, y se conocían desde que nacieron. Compartieron desde los primeros pasos, hasta el primer amor. Y no, no una jovencita bonita, que usaba vestidos entallados en la cintura con estampados florales de diferente colorido, o lindos sombreros adornados con cintas y flores, ni tampoco se enamoraron de la misma persona.
-Oye, esto puede ser peligroso.
Minho rio, ahí estaba de nuevo, el mismo Onew de siempre con su pesimismo, pensando en las mil y un situaciones desastrosas que podían vivir los dos solo en una noche en la que se perderían de la vista de todos.
-No seas cobarde, me sorprende que aún no sepas donde te llevo, no tan a rastras.- Respondió el alzando una ceja.
Se defendió usando un puchero, volteando el rostro en señal de indiferencia, pero apretando fuerte el agarre en sus dedos entrelazados, avisándole que en realidad no estaba enojado.-aunque ya lo sabía-.
Cierto era que algunos edificios se le hacían conocidos, como esa panadería con algunos alimentos básicos pintados en la fachada, y ese pequeño parque, que como más de la mitad de la ciudad, estaba adornado con luces de colores y adornos navideños anticipando las fechas decembrinas. Pero fue cuando se detuvieron frente a una casa blanca, que supo a donde ya habían llegado. Estaban en el famoso encendido de las luces.
Se trataba de cierta fracción de la ciudad donde las calles se vestían con aun mas luces navideñas, con ellas se formaban diferentes formas y patrones, también se formaban figuras como ángeles o renos, el famoso Santa Claus y hasta deidades religiosas. Realmente era hermoso de ver, algo encantador a la vista, y si a él se lo preguntaban, era como estar en una película.
Sin darse cuenta, se había quedado enganchado en los recuerdos observando la casa, donde hasta las paredes y arboles parecían hechos con luces.
-¡¿Piensas quedarte ahí?!-. Le grito el alto sacándolo de su ensimismamiento.
Onew se giró a verle, y este tenía en las manos una manzana acaramelada y un algodón de azúcar.
Mostro sus perfectos y blancos dientes en una sonrisa, la más amplia que recordaba haber mostrado a alguien jamás. Realmente era hermosa la vista, él estaba ahí parado, con la misma sonrisa aniñada que tanto le encantaba, sus salvajes cabellos, rebeldes sobresalían de su sombrero, ondulados y marrones, contrastando con los dos pozos negros de sus ojos, el brillo en ellos parecía una luz más, detrás de él, las miles de bombillas iluminaban el paisaje de fondo.
Oh, sí, ¿no lo dije ya? Ellos compartieron el primer amor, porque estaban enamorados, el uno del otro, ¿Cómo fue? Ni ellos lo supieron nunca.
Torpe corrió a él, arrebatándole la manzana acaramelada de las manos, y llevándosela a la boca de inmediato, haciendo reír con sus acciones al más alto.
  -¿Cómo lo recordaste?
  -¿El qué?
  -Que siempre me gusto este lugar.
Minho se encogió de hombros, tomando de forma casual a mano del castaño claro, rogando porque su rostro no se sonrojase de  nuevo por eso. Agradeció internamente a Onew por actuar normal y no decir nada al respecto. Desde que podía recordar, a su primo le emocionaba más ir a ese lugar que comer pollo, y siendo esa su adicción de por vida, el lugar debía ser muy especial. Lamentablemente, los últimos años ninguno había podido volver allí.
Eso noche no habían tantas personas como acostumbraban, lo que les daba más tranquilidad para caminar con confianza y juguetear entre ellos como los adolescentes excéntricos quede hecho eran. Estaban en la zona comercial así que no había muchas viviendas, y era tan tarde que ningún negocio estaba abierto, a excepción de algunos negocios de comida.
Onew estaba seguro de haber subido de peso esa noche, donde Minho le forzó a dejarle pagar todo lo que compraron, y donde al final le obligo a dejarle devolverle la mitad. Raspados, paletas, galletas, hasta kimchi y helados. Incluso sintiendo no poder mas ellos siguieron solo por diversión. ¿Raro? Sí, pero para su época ellos no eran normales.
Aun caminaban de la mano, sin saber a dónde ir, comían sus barquillos de helados, como siempre, uno de fresa y otro de vainilla. Al más alto le dieron ganas de divertirse un poco más y embarro un poco de su helado en la nariz del castaño claro para después darse a la fuga, comenzando con la siempre inevitable guerra donde todo el helado se lo quedaba el suelo.
  -¡Mocoso ven aquí!-. Grito el mayor persiguiéndolo.
A final de cuentas, la mejilla de Minho y la nariz y mentón de Onew pagaron las consecuencias, y si, los helados terminaron en el piso pero aun así la persecución no termino. Estuvieron corriendo por un buen rato, tanto que fueron a dar a las orillas del lago.
  -Fue divertido.- Dijo Onew en un suspiro, tratando firmemente de controlar su respiración.
  -¿Qué pasa si te digo que no tengo idea de donde estamos?-. La pregunta de Minho fue más una disculpa que una pregunta en sí.
  -Choi Minho…-. Rio Onew en un intento por sonar amenazante.
Una vez lograron deshacerse de la agitación, se recargaron el barandal que impedía el paso hacia el lago, y se quedaron solo así, disfrutando, del ya tan común; silencio cómodo, mirando embelesados las estrellas, y la lejana silueta del puente que unía una ciudad con otra.
  -Hyung…-. Susurro apenado.
  -Mmh…-. Le miro curioso el mayor, con ese típico destello en sus ojos.
  -Bueno…-. Suspiro.- Tu… ¡Tu tirante se calló!-. El golpe mental a si mismo fue tal que estuvo a punto de sostenerse de la baranda para no caer.
Su cara ardió, obteniendo la mirada divertida del contrario.
  -Sí, seguro.- Soltó sarcástico.- Minho.-Le llamo para que le mirase.-Min.- Repitió, consiguiendo al fin la mirada del alto.
El mayor se alzó sobre sus pies con seguridad y tomo suavemente de las mejillas al menor, quien tenía la mirada más que sorprendida, y decidido junto sus labios. No los movió, solo los dejo ahí, quietos, hasta que las manos temblorosas de Minho se cerraron con fuerza sobre su cintura, pegándolo más a él, juntando de tal forma sus cuerpo que ni una partícula de oxigeno podía estar en medio. Trémulos movieron sus labios, titubeantes ante la inexperiencia, rozando por accidente sus lenguas, y sin separarse ni un poco.
Los fuegos artificiales y el sonido del agua al mecerse les parecieron muy lejanos en esos segundos, en los que la palabras las decían sus miradas al separarse, y los “te quiero” los susurraban las sonrisas.
 -En total fueron 43.504 wons.- Contaba Onew sacando la cuenta.-Entonces tango que darte 32.493 won, que sería la mitad.- Le entrego el dinero a un Minho que lo miraba con reproche pues el había dicho que pagaría todo.- ¡A casa!-. Se dio la vuelta, tomando el mismo camino de regreso.
  -Este hyung…-. Dijo Minho para sí mismo, a lo que capto luego de unos segundos.- ¡Oye, esa no es la mitad de 43.504!-. Le grito.
 -¿Ah, sí? No lo creo.- Negó sin intentar disimular que lo había hecho a propósito, llevándose una mirada acusadora.
  -¡Ash, ¿Qué hare contigo?!
  -Besarme es una opción.-. Su respuesta le ocasiono al alto otro sonrojo, y a él le robo una risilla.
De regreso a casa, Onew camino casi como si estuviese solo, con una sonrisa de oreja a oreja, embriagado de felicidad y euforia, mientras, Minho solo trataba de seguirle al paso. Una pequeña brisa, cuando estaba a punto de doblar la esquina, hizo que su sombrero volase de su cabeza.
Y el solo intento atraparlo por mero auto reflejo, fallando e igual riendo. Porque estaba feliz, porque nada podría arruinar eso, y porque amaba al hombre que caminaba detrás de él.
El escritor dejo la pluma reposar dentro del mar de tinta negra que había en el pequeño envase. Otra pequeña historia había sido inmortalizada en las páginas de su viejo cuaderno.
Con alegría reflejada en su semblante, el pintor se apartó sin soltar el pincel para poder apreciar su nuevo cuadro. Definitivamente, otra pequeña historia había sido inmortalizada en uno de sus lienzos.
El cuadro mostraba a un sonriente joven castaño, parado en una esquina al lado de un farol encendido, tratando de tomar su sombrero que el viento había volado, tras él, un montón de trazos espontáneos de colores brillantes representaban muchas luces, y por último, había pintado otro joven más atrás, que le pisaba los talones al primero. Era como ver los colores estridentes del fauvismo, la técnica del hiperrealismo y el impresionismo, todo combinado en un mismo cuadro que llevaba por nombre “El sombrero”
~******~
Sentado en una banqueta al lado de un teléfono público, un anciano cerró el periódico y lo dejo sobre la misma banca después de haberse levantado para comenzar a caminar.
Corría el año 1998, la ciudad había sido modernizada y las calles donde paso su niñez y juventud fuero olvidadas.
Onew sonrió nostálgico, con el fantasma de sus recuerdos reflejado en sus ojos marcados por el tiempo.
Las personas que ahora transitaban por la ciudad se olvidaron de los días felices donde no hacía falta mucho para alcanzar la felicidad.
De las casas con colores llamativos y tejados rojos no quedaban muchas, y las que habían estaban en estados deplorables y desmoronándose. No había farolas en las esquinas y el barandal a las orillas del lago había sido retirado para convertir las costas en lugares de carga. Los viejos edificios, como ese hotel por donde paso, estaban adornados con grafitis por doquier.
Todos miraban las viejas calles con indiferencia. Pero él no podía, porque fue ahí que sus días, sus vivencias, recuerdos y su amor quedaron inmortalizados, no en un cuadro ni en un papel, mucho menos en una fotografía, sino en esas calles que ahora no eran más que la zona marginal de la ciudad.
Minho ya no estaba, habían pasado muchos años ya desde que él se había ido. Siendo honestos, juntos no habían durado mucho tiempo, porque la realidad de entonces era dura para ambos. Oh, ¡Pero que felices fueron! Su amor no acabo, sin embargo en ese tiempo ni un amor así de fuerte podía darse si la situación no estaba de su lado.

Y aunque él también estaba pronto a irse, la felicidad que sintió la noche en que no quiso saber más de su sombrero seguiría ahí, viva en cada esquina cruzada y en cada avenida transitada esa noche. Y sus marcas de expresión solo eran recuerdos de sus miles de sonrisas cómplices compartidas con Minho.
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Mensaje por SeñorrritaHiyoko Lun Sep 09, 2013 1:56 pm

Que adorable y que bonitoooooo ;_; escribes muy bieen!!! Y ese final me partió el alma, que bellos esos dos. Me encantó <3
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Mensaje por Adrie_tibbers Sáb Sep 14, 2013 4:02 pm

Iiiiiih <3 ¡Es precioso! si hay una pareja que me guste más después del MinKey es el OnHo/Minew <3 y este ha sido hermoso, tan tierno aaah~ Quiero llorar.
Me ha gustado demasiado <3 de verdad ;w;
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El pintor de historias: El sombrero. [Onho-Minew] Empty Re: El pintor de historias: El sombrero. [Onho-Minew]

Mensaje por Sou-Tan Sáb Sep 14, 2013 10:52 pm

Pensé que las Onho sippers estaban extintas en esta pagina :3 Es bueno saber que no es asi. 

SeñorrrritaHiyoko: Me alegra que te gustara, lo intento xD Y a mi me ha dado sentimiento escribirlo. ¡Gracias! :D

Andrie_tibbers: No llorar, jamas llorar, no he...bueno si mate a alguien pero no lo especifique .-.  Pues gracias por leer, me alegra que te gustara y que dejaras tu opinión. ¡Gracias!
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