Capitulo 1.

Sentía como las gotas de lluvia mojaban mi cuerpo que tenía aquel horrible traje negro; me sentía devastado, ya no le veía sentido al estar vivo, mi felicidad se fue al caño en tan solo segundos. Pareciese que el país completo sabe de mi tragedia, las calles de Seúl están vacías como yo, el cielo grisáceo llora, como yo, ocultando con ella las lágrimas que viajan de mis ojos hasta mis mejillas. Llego a un parque importante, me siento en una de las muchas bancas que están allí, quiero desaparecer, me siento solo por primera vez en mi vida, mi llanto se hace más fuerte, ya no lo escondo, grito todo lo que puedo, pidiéndole a ese ser supremo del que habla tanto Siwon, que me lleve también a mi con él.

— ¡¿Por qué demonios haces esto, que no se supone que eres bondadoso?! — le grite mientras cerraba más fuerte mis ojos.
— Es lo mismo que yo le dije hace tiempo. — abrí mis ojos como platos — pensé que tu eras de los chicos que ponen en practica eso de “los hombres no lloran”, me da gusto que no sea así. Sé que es algo apresurado pero siéntete en confianza de llorar, que yo no le diré a nadie.

Me calme un poco, mis lagrimas aún no dejaban de salir de mis ojos, por más que quisiera detenerlas, esa desconocida de ojos cafés como los míos me inspiraba confianza, no me moví de donde me encontraba, ya no tenía a nadie para decirle mis preocupaciones y ella de la nada vino a mi, estirando su mano. La lluvia aún encontraba mi cuerpo en su camino estampándose en mi piel, en mí. El tiempo pasó, no lo medí, sentía paz, así que no me importo. De repente esa desconocida dejo aún lado de mí un paraguas de color azul.

— Sé que no es muy masculino pero te ayudara a que no te mojes más de lo que estas, es mejor que te vayas a casa, la lluvia va a continuar y no tarda en hacerse más fuerte, además si te quedas más tiempo en la lluvia pescaras un resfriado, toma mucho té para evitarlo — sonrió — por favor, se fuerte.

Se fue caminando, a cada paso se alejaba más, me di cuenta que me había acompañado también mojándose en la lluvia, tome el paraguas y me fui a mi casa.

Al entrar a mi hogar cada parte me abría aún más la herida que tenía, seguí el consejo de esa desconocida y tome un té caliente, esa noche no dormí, cuando cerraba los ojos, se venía esa escena aterradora a mi mente, y cuando los abría la casa me daba señales de todos aquellos momentos que pase en ese lugar. Aún con mi dolor, no dejaría que me impidiera seguir con la promesa que hice hace tiempo…

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Era el momento de tomar un descanso en la facultad, sin ánimos de probar bocado me fui a un lugar lejano de la escuela, para pensar un poco en todo lo que estaba sucediendo. Me senté en la sombra de un frondoso árbol, recargando mi cabeza en su tronco, cerré mis ojos por un instante y las lágrimas volvieron a regresar.

— Sabes, ese dolor tardara en desaparecer, sé que no te estoy ayudando con este comentario, pero entre más llores más liberado te sentirás — allí estaba ella, esa desconocida del día de ayer. Su cabello castaño jugaba con el viento, sus ojos se encontraron con los míos pero ella de inmediato los alejo — toma, te traje algo de desayuno — sacó un betom — lo había echo para mi, pero creo que tu lo necesitas más que yo; mi hermano dice, que en algunas ocasiones la comida ayuda a olvidar un poquito la tristeza, claro, también me dice que no tengo que abusar de la comida. Come, por favor, yo no te veré — sacó unos libros de su mochila y se puso a leerlos.
— ¿tú ya comiste? — fue la primera vez que hable en todo el día.
— Si, mis clases comenzaron hace una hora, así que no tengo mucha hambre, siempre me hacen comer algo antes de venir a la facultad. — sonreí, ella si que tenía suerte — bueno, espero te guste el desayuno, no le digas a nadie del almuerzo, si no me matan. Me voy primero, la clase ya va a comenzar.
— Pero… no he terminado, espera.
— No te preocupes, termina tranquilo, te regalo en betom.

Cada día que pasaba iba a ese mismo lugar, y ella llegaba con su gran sonrisa. Había días en los que solo me dejaba llorar, otros en los que ninguno de los dos hablaba, otros en los que ella me decía alguna tontería solo para hacerme sonreír.

Entre más pasaban los días, las lagrimas iban escaseando y solo dejaban que estuviera con esa chiquilla desconocida, desde que la conocí nunca le había preguntado su nombre, tan solo me concentraba en sentir esa paz que ella me brindaba sin pedirme nada a cambio.

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Sentí como alguien se sentaba al otro extremo del árbol que ya era mi escondite, era mi pequeña desconocida. Me envolvió en esa tranquilidad, en esa paz que amaba de ella. Estaba a punto de terminar nuestro descanso, era raro que en esta ocasión ella no saliera corriendo como siempre para llegar pronto a su aula, ella rompió el silencio.

— Sabes, Jong — me sorprendí, nunca le había dicho mi nombre — ¿cual es la cosa que nos diferencia a ti y a mi? — no le conteste — que a mi me consoló mi hermano, mientras que a ti, te consoló una desconocida. Te felicito, has dejado ya de llorar. — escuche como sus pulmones tomaban aire para continuar hablando, se había levantado para irse — por favor, Jong Hyun Oppa trate de ser feliz. — en cuanto termino de decir eso salió corriendo, esa niña se estaba comportando raro ese día, trate de detenerla pero ella ya se había ido.

Los días volvían a pasar ya estábamos por llegar a la navidad eran finales de Noviembre, el frio se había echo más fuerte, como ya era costumbre, me fui a ese lugar donde todos los días tenía una cita con mi pequeña desconocida. Las horas comenzaron a pasar pero ella no llego ese día. La estuve esperando día con día, pero ella ya no llegaba a nuestras citas.

Sabía que esa niña estudiaba en esa facultad, en mi misma carrera pero nunca la había visto en los pasillos, ni siquiera sabía su nombre, en los 5 meses que la veía nunca se lo pregunte, así que no podía investigar en que grupo estaba, ni siquiera su horario.

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Me encontraba de nuevo parado debajo de la sobra de ese árbol que había visto esa amistad crecer, ella no había vuelto a ir. Me dolía que ella me dejara sin decirme por qué ya no iría a nuestras acostumbradas citas, ¿acaso ella quería algo más de mi; se había cansado de mis lloriqueos constantes, de mi silencio, que había pasado? Pero la pregunta más importante ¿por qué me dolía tanto? Fue la última vez que volví a ir a ese lugar…

Un día al final de clases, la vi parada en el marco de la puerta principal de la facultad, mi corazón se aceleró por alguna razón, mi respiración siguió la misma acción que mi corazón, mis piernas fueron de inmediato a nuestro encuentro, pero ella se fue caminando, yo la seguí, hasta que vi la escena más triste de mi vida; ella se subía a un automóvil blanco, que era manejado por un chico, el cual como recibimiento le dio un beso en la mejilla.

Allí me di cuenta que sin querer me había enamorado de esa niña de pelo castaño, de ojos cafés, de personalidad juguetona, dueña de esa paz y tranquilidad que tanto amaba, ella se había robado mi corazón, para luego tirarlo a la basura, me volví a sentir solo en el mundo…

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Al día siguiente llegué a la facultad, estaba muerto en vida, mi luz en la oscuridad se había apagado de la nada.

Abrí mi casillero, para sacar los libros de la primera clase que tendría y entonces vi una cajita en tono morado, me llamo la atención, nadie sabía la contraseña del casillero más que Key, que era el que metía el maquillaje que les robaba a sus compañeras como venganza cuando le llamaban “Chica”; tome esa cajita entre mis manos y la abrí, en su interior había un perrito de felpa con una collar en su cuello y una placa con el nombre de “Dino”, además de ese peluche había una nota, que tenía escrito “Para: Jong Hyun - Oppa.

Me sorprendí como sabía ella que mis padres habían fallecido, como sabía mi nombre, como sabía que no me gustaban las cosas dulces, como sabía que me decían puppy y a la vez dinosaurio, que era lo que esta niña me escondía.

— Veo que ya viste el regalo que te dejo Lee Min Nyu — se acercó Key.
— Con que así se llama — dije para mí — ¿cómo fue que pudo meter esto a mi casillero, acaso le diste la clave?
— Nop. Ayer antes de salir me fue a buscar a mi salón, me pidió la clave pero me negué a dársela — sacó un pastel de su morral — así que me dijo que si el día de hoy podía venir pronto para meter esa caja en tu casillero, que yo fuera el testigo de que no haría otra cosa más que eso, además me obsequio un paquetito de pastelillos y unas hermosas bufandas, que son muy a mi estilo, a pesar de ser menor que tu, te conviene, tendrá a tu mejor amigo muy consentido.
— Me dijiste que su nombre es Lee Min Nyu
— Si, esta en primer año de leyes, y por lo que veo en el salón “a” es muy estudiosa…

Metí a Dino en mi mochila y salí corriendo hacía servicios escolares para investigar sobre ella; conseguí que me facilitaran su horario, su próxima clase era “introducción al derecho” el maestro que impartía la clase fue gran amigo de mi padre, sabía que no me la negaría.

— Buenos días señor Park — hice una pequeña reverencia — me permite a la señorita Lee Min Nyu.
— Buen día Jong Hyun, la señorita no vino el día de hoy, lo siento mucho.
— Es que fue al cementerio, para apartar un poco de tierra, con lo deprimida que siempre esta, no dudo que pronto se corte las venas — habló una chica al final del salón
— Gracias — volví a correr pero esta vez rumbo al cementerio.