Página 1 de 1. • Comparte
Una Razón ~ Onew [1/1]
Tienes que saber qué es lo último que pido.
Que estoy desesperado, y según mis latidos, no me queda mucho tiempo a mí favor.
Que estoy desesperado, y según mis latidos, no me queda mucho tiempo a mí favor.
—Abrázame. Por última vez, sólo abrázame… —Jinki la miró con sus embriagados ojos oscuros cerrándose por el cansancio y el exceso de alcohol ingerido. A Mizore le sorprendía que su oppa aún pudiera mantenerse en pie, así que se apresuró para llegar a su lado y adentrar su hombro bajo sus largos y fuertes brazos.
— ¿Por qué dices eso? —Mizore alzó dramáticamente una de sus delicadas cejas y lo observó tambalearse entre sus brazos, bajo las miradas poco sorprendidas de los presentes. Se trataba de uno de los puestos callejeros, donde beber soju y emborracharse hasta caer desmayado era lo más natural del planeta. Ella apenas podía hacerse una idea de cómo podían existir sitios así.
—Por favor —Susurró Jinki con sus carnosos labios apretados en un mínimo puchero, pero Mizore no prestó atención, pues se encontraba luchando salvajemente para mantener sobre su pequeño cuerpo el peso de aquél hombre, que le doblaba en estatura.
—Vale, vale; hagamos algo, campeón… —Gimió sofocada, sacándolo a duras penas del puesto de lona color rojo deslavado, y consiguió mantenerlo en pie, con la espalda recargada contra uno de los faroles en la orilla de la banqueta, y se irguió tratando de encontrar en alguno de los bolsillos de Jinki su teléfono celular —. En cuanto lleguemos a casa, y te des una rica ducha de agua helada, te abrazaré tanto como quieras, lo prometo, pero mientras… —farfulló, hurgando entre los bolsillos delanteros de aquél hombre, cuya respiración se hacía cada vez más pesada conforme los segundos pasaban lentamente en aquél infierno de hielo —Ayúdame no cayéndote, ¿Quieres? —Volvió a hablar una vez estuvo delante de él, con el celular en la mano, y sin dudarlo, llamó al número telefónico de Jonghyun, y tras palabrear cosas sin sentido con un adormilado él, le pidió encarecidamente que pasara a recogerlos donde estaban para poder llevar a Jinki a casa.
Vaya nochecita, pensó echando un suspiro vaporoso al aire gélido de Seúl. Se acercó a Jinki, rodeándolo con sus brazos para transmitirle torpemente un poco el calor de su cuerpo. Tenía los ojos cerrados, y parecía haberse quedado pegado a aquél farol, pendiendo de su ropa como si estuviese colgando de un gancho.
Dios, hasta ebrio se veía hermoso.
Aquella era la primera, primera vez que lo veía pasado de copas. No era secreto que Jinki era un buen bebedor, pero nunca lo había visto con más de un trago encima. Él mismo anunciaba que sólo lo hacía en eventos sociales, o cuando un mayor lo invitaba… Así que, verlo de aquella manera, la sorprendía e impactaba de todas las maneras posibles.
En cuanto Jonghyun llegó, y detuvo el automóvil junto a ellos, se apeó del coche aún encendido para auxiliarla en la penosa tarea de hacer entrar a Jinki.
— ¿Sabes si discutió con alguien? —Le preguntó Jonghyun quedamente, rascándose la cabeza con la vista fija al frente. Mizore podía percatarse de la tensión en los brazos de Jonghyun, y sabía perfectamente que odiaba conducir de noche. Pero ahí estaba, haciéndolo a altas horas de la madrugada por su hyung, y Mizore así podía confirmar que la verdadera amistad realmente existía. Sonrió escuetamente antes de contestarle en un susurro que no lo había visto en los últimos dos días, y que era la primera vez, desde que se vieran, que la llamaba.
—Me quedaría a acompañarte, pero KiBum se quedó solo en casa y… No me fío de él —Dijo Jonghyun una vez la había ayudado a subirlo a su habitación y depositarlo de una manera poco amable sobre la cama— Te llamaré en la mañana, para saber cómo está, ¿Vale? Dejaré el móvil encendido por si necesitas algo… —Dijo antes de despedirse de ella con un beso en la mejilla, tan propio de él, y una media sonrisa.
—Vale, conduce con cuidado —Se despidió ella, sacudiendo ligeramente su mano desde la puerta del apartamento, observando como Jonghyun se alejaba a paso distraído por el largo pasillo—. Yo me encargo de él… —Musitó más para sí misma y entró nuevamente al apartamento, estremeciéndose al sentir la calidez de la calefacción en las plantas de sus pies.
Se dirigió descalza hasta la habitación de Jinki. Por primera vez, completamente sola en su casa con él… Si estuvieran en otra situación y ella fuese más osada, se le vendrían muchas ideas poco decorosas a la mente, pero no tenía la energía suficiente.
Cuando entró en la recamara, sus ojos volaron instantáneamente a la masa de piel pálida extendida a lo largo de la mullida cama. Si él no hubiera estado bebido y murmurando cosas sin sentido al interesado techo, Mizore habría tenido los colores de la aurora en todo su rostro.
Caminó agotada hasta el pie de la cama, y desató cuidadosamente los cordones de sus zapatos, para sacárselos con cuidado.
Sintiendo entonces una oleada de pudor, le quitó la chaqueta con trabajosa cercanía, y lo dejó totalmente vestido sobre la cama. No podía hacer más. No se atrevía a quitarle los pantalones, y tampoco podía levantarlo para quitarle la camisa de algodón.
Acababa de sacar su brazo de una de las mangas de la chaqueta de cuero, cuando Jinki la tomó por sorpresa del hombro y la tiró sobre su torso. Mizore ahogó un chillido por el susto.
Había supuesto que ya estaba dormido, pero había notado que se equivocaba.
Jinki cruzó su espalda con ambos brazos con facilidad, y la estrechó contra su pecho como si quisiera fundirla con él. A pesar de la impresión, Mizore sintió que se derretía… Estar entre sus brazos, era la cosa más hermosa del mundo.
Pero esa pequeña voz de su consciencia habló por encima del pitido de sus oídos y de la respiración acompasada de Jinki bajo su mejilla. No era propio de una jovencita estar entre los brazos de hombre, a solas en una habitación, sobre la cama… ¡Y menos cuando el susodicho estaba ebrio!
Se retorció entre sus brazos, tratando de levantarse más por obligación que por deseo propio, pero Jinki no se lo permitió. Apretó más su abrazo y enredó una pierna larga entre las pequeñas de ella. Mizore se quedó completamente helada.
—No puedes… ¡Prometiste que me abrazarías tanto como quisiera! —Chilló con los ojos cerrados, como si fuese un niño pequeño, y la abrazó más fuerte aún— Y quiero que me abraces toda la noche, que duermas abrazándome…
— ¿Ab-abra…? —Balbuceó aturdida— ¡Pero qué…! —Gruñó ofendida, luchando por deshacerse de su agarre, pero entre más peleaba, más fuertemente la sujetaba. Entonces, él esbozó una sonrisa traviesa que poco la tranquilizó. La piel de la nuca se le erizó.
—Justo ahora me arrepiento de estar tan borracho… Tranquila… —Habló con la voz pasmosa, arrastrando la lengua, alargando demasiado las palabras—Mientras el alcohol continúe en mi organismo… Tu honor estará…
— ¡No me puedes hacer esto, Jinki…!
—Shht… Cállate y duérmete, de todas maneras no podré hacerte nada más… —Murmuró cayendo completamente dormido, dejando a Mizore con la cabeza explotándole de dudas.
— ¿Por qué dices eso? —Mizore alzó dramáticamente una de sus delicadas cejas y lo observó tambalearse entre sus brazos, bajo las miradas poco sorprendidas de los presentes. Se trataba de uno de los puestos callejeros, donde beber soju y emborracharse hasta caer desmayado era lo más natural del planeta. Ella apenas podía hacerse una idea de cómo podían existir sitios así.
—Por favor —Susurró Jinki con sus carnosos labios apretados en un mínimo puchero, pero Mizore no prestó atención, pues se encontraba luchando salvajemente para mantener sobre su pequeño cuerpo el peso de aquél hombre, que le doblaba en estatura.
—Vale, vale; hagamos algo, campeón… —Gimió sofocada, sacándolo a duras penas del puesto de lona color rojo deslavado, y consiguió mantenerlo en pie, con la espalda recargada contra uno de los faroles en la orilla de la banqueta, y se irguió tratando de encontrar en alguno de los bolsillos de Jinki su teléfono celular —. En cuanto lleguemos a casa, y te des una rica ducha de agua helada, te abrazaré tanto como quieras, lo prometo, pero mientras… —farfulló, hurgando entre los bolsillos delanteros de aquél hombre, cuya respiración se hacía cada vez más pesada conforme los segundos pasaban lentamente en aquél infierno de hielo —Ayúdame no cayéndote, ¿Quieres? —Volvió a hablar una vez estuvo delante de él, con el celular en la mano, y sin dudarlo, llamó al número telefónico de Jonghyun, y tras palabrear cosas sin sentido con un adormilado él, le pidió encarecidamente que pasara a recogerlos donde estaban para poder llevar a Jinki a casa.
Vaya nochecita, pensó echando un suspiro vaporoso al aire gélido de Seúl. Se acercó a Jinki, rodeándolo con sus brazos para transmitirle torpemente un poco el calor de su cuerpo. Tenía los ojos cerrados, y parecía haberse quedado pegado a aquél farol, pendiendo de su ropa como si estuviese colgando de un gancho.
Dios, hasta ebrio se veía hermoso.
Aquella era la primera, primera vez que lo veía pasado de copas. No era secreto que Jinki era un buen bebedor, pero nunca lo había visto con más de un trago encima. Él mismo anunciaba que sólo lo hacía en eventos sociales, o cuando un mayor lo invitaba… Así que, verlo de aquella manera, la sorprendía e impactaba de todas las maneras posibles.
En cuanto Jonghyun llegó, y detuvo el automóvil junto a ellos, se apeó del coche aún encendido para auxiliarla en la penosa tarea de hacer entrar a Jinki.
— ¿Sabes si discutió con alguien? —Le preguntó Jonghyun quedamente, rascándose la cabeza con la vista fija al frente. Mizore podía percatarse de la tensión en los brazos de Jonghyun, y sabía perfectamente que odiaba conducir de noche. Pero ahí estaba, haciéndolo a altas horas de la madrugada por su hyung, y Mizore así podía confirmar que la verdadera amistad realmente existía. Sonrió escuetamente antes de contestarle en un susurro que no lo había visto en los últimos dos días, y que era la primera vez, desde que se vieran, que la llamaba.
—Me quedaría a acompañarte, pero KiBum se quedó solo en casa y… No me fío de él —Dijo Jonghyun una vez la había ayudado a subirlo a su habitación y depositarlo de una manera poco amable sobre la cama— Te llamaré en la mañana, para saber cómo está, ¿Vale? Dejaré el móvil encendido por si necesitas algo… —Dijo antes de despedirse de ella con un beso en la mejilla, tan propio de él, y una media sonrisa.
—Vale, conduce con cuidado —Se despidió ella, sacudiendo ligeramente su mano desde la puerta del apartamento, observando como Jonghyun se alejaba a paso distraído por el largo pasillo—. Yo me encargo de él… —Musitó más para sí misma y entró nuevamente al apartamento, estremeciéndose al sentir la calidez de la calefacción en las plantas de sus pies.
Se dirigió descalza hasta la habitación de Jinki. Por primera vez, completamente sola en su casa con él… Si estuvieran en otra situación y ella fuese más osada, se le vendrían muchas ideas poco decorosas a la mente, pero no tenía la energía suficiente.
Cuando entró en la recamara, sus ojos volaron instantáneamente a la masa de piel pálida extendida a lo largo de la mullida cama. Si él no hubiera estado bebido y murmurando cosas sin sentido al interesado techo, Mizore habría tenido los colores de la aurora en todo su rostro.
Caminó agotada hasta el pie de la cama, y desató cuidadosamente los cordones de sus zapatos, para sacárselos con cuidado.
Sintiendo entonces una oleada de pudor, le quitó la chaqueta con trabajosa cercanía, y lo dejó totalmente vestido sobre la cama. No podía hacer más. No se atrevía a quitarle los pantalones, y tampoco podía levantarlo para quitarle la camisa de algodón.
Acababa de sacar su brazo de una de las mangas de la chaqueta de cuero, cuando Jinki la tomó por sorpresa del hombro y la tiró sobre su torso. Mizore ahogó un chillido por el susto.
Había supuesto que ya estaba dormido, pero había notado que se equivocaba.
Jinki cruzó su espalda con ambos brazos con facilidad, y la estrechó contra su pecho como si quisiera fundirla con él. A pesar de la impresión, Mizore sintió que se derretía… Estar entre sus brazos, era la cosa más hermosa del mundo.
Pero esa pequeña voz de su consciencia habló por encima del pitido de sus oídos y de la respiración acompasada de Jinki bajo su mejilla. No era propio de una jovencita estar entre los brazos de hombre, a solas en una habitación, sobre la cama… ¡Y menos cuando el susodicho estaba ebrio!
Se retorció entre sus brazos, tratando de levantarse más por obligación que por deseo propio, pero Jinki no se lo permitió. Apretó más su abrazo y enredó una pierna larga entre las pequeñas de ella. Mizore se quedó completamente helada.
—No puedes… ¡Prometiste que me abrazarías tanto como quisiera! —Chilló con los ojos cerrados, como si fuese un niño pequeño, y la abrazó más fuerte aún— Y quiero que me abraces toda la noche, que duermas abrazándome…
— ¿Ab-abra…? —Balbuceó aturdida— ¡Pero qué…! —Gruñó ofendida, luchando por deshacerse de su agarre, pero entre más peleaba, más fuertemente la sujetaba. Entonces, él esbozó una sonrisa traviesa que poco la tranquilizó. La piel de la nuca se le erizó.
—Justo ahora me arrepiento de estar tan borracho… Tranquila… —Habló con la voz pasmosa, arrastrando la lengua, alargando demasiado las palabras—Mientras el alcohol continúe en mi organismo… Tu honor estará…
— ¡No me puedes hacer esto, Jinki…!
—Shht… Cállate y duérmete, de todas maneras no podré hacerte nada más… —Murmuró cayendo completamente dormido, dejando a Mizore con la cabeza explotándole de dudas.
Y antes de perder de vista mí camino,
Quiero mirarte un poco y soñar que el destino es junto a ti, mi amor.
Quiero mirarte un poco y soñar que el destino es junto a ti, mi amor.
—Oppa… Oppa…
Esa vocecilla.
—Oppa, despiértate…
Esa vocecilla que siempre lo acompañaba.
—Por favor, ya te he preparado el desayuno…
Que nunca lo dejaba solo, y seguía ansiando escuchar por el resto de sus días.
— ¡Lee Jinki!
Mizore.
Cuando abrió los ojos de golpe, se vio cegado por la intensa oleada de luz. Aturdido, y con las sienes vibrándole ardientemente, y se irguió con brusquedad sobre la cama, ocasionando que un asustado duendecillo saliera disparado hacia atrás. Se frotó los ojos, y la buscó con la mirada, aún sin acostumbrarse del todo a la intensa claridad. Y aquél dolor permanente en su cerebro, aquél que nunca se iría… Pareció esfumarse con la borrosa y tierna sonrisa que Mizore le dedicó especialmente desde donde estaba. Era tan hermosa… Su ángel personal.
— ¿Te sientes mejor? —Le preguntó la jovencita desde el otro lado de la meseta de la cocina. Su rostro redondito y moreno se le antojó para acariciarlo con la nariz. Pero se empujó el café cargado sobre los labios para no abalanzarse sobre ella y besarla en los labios.
—Uhmm… —Asintió inclinando el vaso para beber hasta la última gota y disfrutó de la amargura del líquido recorrer su garganta.
— ¿Puedo… preguntar por qué lo hiciste? —Jinki la miró fijamente. Mizore lo miraba desde su baja estatura, con las pestañas largas y rizadas pegadas a la parte superior de sus párpados, haciéndolas ver más densas y oscuras todavía.
— ¿Hice? ¿Hice qué? —Inquirió, pretendiendo no saber nada. Fingiendo que no recordaba nada. Porque prefería hacerse loco a enfrentarse a la vergüenza de ver en sus ojos la decepción que le provocaba el haberlo visto ebrio. Y más tarde… Cuando le exigiera que lo abrazase…
—Tú sabes lo que hiciste, pero yo quiero saber por qué. ¿Sucedió algo? ¿Te enojaste con alguien? ¿Te sientes mal por algo? —Demasiadas preguntas. Preguntas que no sabría si alguna vez podría contestarle. ¿Cómo decirle? ¿Cómo explicarle? ¿Cómo encontrar las palabras para decirle que, así se reventaba el hígado, eso no lo mataría primero?
Era algo que apenas él podía entender. No, ni siquiera él lo entendía. No esperaba que ella lo hiciera tampoco.
Su vida había sido como un sendero rodeado de matorrales. Mizore había aparecido de entre ellos un poco rasguñada y asustada, y desde entonces lo había seguido fielmente sin titubear. Pero… Ahora se topaba con el fin del sendero, y más que él mismo, le preocupaba lo que le ocurriese a ella, lo que pasaría después. ¿Cómo explicarle? ¿Cómo explicarle, cómo decírselo? Que sus latidos estaban contados y sus segundos llevaban una cuenta regresiva.
—No, no pasó nada extraordinario. Sabes que soy un buen bebedor y yo sólo…—Mintió. Por supuesto que mintió.
—Lo eres, no me cabe duda. Pero no te gusta beber, por eso me inquieta. Oppa, si no quieres contármelo, sólo dímelo y comprenderé. Quiero saberlo porque me preocupas, y me gustaría hacerte sentir bien… Esa es mi única intención.
Tentador. Demasiado tentador.
— ¿“Hacerme sentir bien”? ¿Sabes lo que estás diciendo?
—Por supuesto que lo sé.
—Entonces, ven aquí.
Tiró de uno de sus esbeltos brazos, la hizo rodear la meseta de la cocina con premura, y cuando la tuvo entre sus rodillas, le enmarcó el rostro con las manos y la besó en los labios.
Paraíso.
Aún cuando notó una ligera resistencia por parte de Mizore, no la apartó. No la dejó alejarse, y mucho menos se permitió alejarse él. Deseaba ser egoísta, Dios Santo, cuánto necesitaba ser egoísta por un momento.
Los labios de Mizore permanecieron cerrados, aún cuando él presionó con firmeza, rogándole silenciosamente que respondiera, que le hiciera saber que no era el único que ansiaba aquella unión…Pero… Se había equivocado.
Dejó caer ambas manos a cada lado de su cuerpo, y se alejó un poco. Tratando de encontrar una manera en que su orgullo no se viese expuesto. Esperó a que ella se apartara, con el rostro distorsionado, o le abofeteara. Pero se quedó mudo cuando Mizore simplemente levantó su rostro con un frágil dedo bajo su barbilla, lo miró fijamente a los ojos, con aquellas lagunas de miel inundadas de lágrimas, y volvió a besarlo con la más dulce ternura.
Hasta que sus pequeñas manos se colaron entre su camiseta, y la fiereza de aquél amor que por tantos años había callado, explotó de una vez por todas.
Los besos se volvieron oxígeno. Las caricias iban y venían por ambos cuerpos ansiosos. Hasta que la tuvo entre sus brazos sobre aquella misma cama en la que le rogó que lo abrazara… Que lo abrazara con todo el corazón y nunca se apartara de él.
Esa vocecilla.
—Oppa, despiértate…
Esa vocecilla que siempre lo acompañaba.
—Por favor, ya te he preparado el desayuno…
Que nunca lo dejaba solo, y seguía ansiando escuchar por el resto de sus días.
— ¡Lee Jinki!
Mizore.
Cuando abrió los ojos de golpe, se vio cegado por la intensa oleada de luz. Aturdido, y con las sienes vibrándole ardientemente, y se irguió con brusquedad sobre la cama, ocasionando que un asustado duendecillo saliera disparado hacia atrás. Se frotó los ojos, y la buscó con la mirada, aún sin acostumbrarse del todo a la intensa claridad. Y aquél dolor permanente en su cerebro, aquél que nunca se iría… Pareció esfumarse con la borrosa y tierna sonrisa que Mizore le dedicó especialmente desde donde estaba. Era tan hermosa… Su ángel personal.
— ¿Te sientes mejor? —Le preguntó la jovencita desde el otro lado de la meseta de la cocina. Su rostro redondito y moreno se le antojó para acariciarlo con la nariz. Pero se empujó el café cargado sobre los labios para no abalanzarse sobre ella y besarla en los labios.
—Uhmm… —Asintió inclinando el vaso para beber hasta la última gota y disfrutó de la amargura del líquido recorrer su garganta.
— ¿Puedo… preguntar por qué lo hiciste? —Jinki la miró fijamente. Mizore lo miraba desde su baja estatura, con las pestañas largas y rizadas pegadas a la parte superior de sus párpados, haciéndolas ver más densas y oscuras todavía.
— ¿Hice? ¿Hice qué? —Inquirió, pretendiendo no saber nada. Fingiendo que no recordaba nada. Porque prefería hacerse loco a enfrentarse a la vergüenza de ver en sus ojos la decepción que le provocaba el haberlo visto ebrio. Y más tarde… Cuando le exigiera que lo abrazase…
—Tú sabes lo que hiciste, pero yo quiero saber por qué. ¿Sucedió algo? ¿Te enojaste con alguien? ¿Te sientes mal por algo? —Demasiadas preguntas. Preguntas que no sabría si alguna vez podría contestarle. ¿Cómo decirle? ¿Cómo explicarle? ¿Cómo encontrar las palabras para decirle que, así se reventaba el hígado, eso no lo mataría primero?
Era algo que apenas él podía entender. No, ni siquiera él lo entendía. No esperaba que ella lo hiciera tampoco.
Su vida había sido como un sendero rodeado de matorrales. Mizore había aparecido de entre ellos un poco rasguñada y asustada, y desde entonces lo había seguido fielmente sin titubear. Pero… Ahora se topaba con el fin del sendero, y más que él mismo, le preocupaba lo que le ocurriese a ella, lo que pasaría después. ¿Cómo explicarle? ¿Cómo explicarle, cómo decírselo? Que sus latidos estaban contados y sus segundos llevaban una cuenta regresiva.
—No, no pasó nada extraordinario. Sabes que soy un buen bebedor y yo sólo…—Mintió. Por supuesto que mintió.
—Lo eres, no me cabe duda. Pero no te gusta beber, por eso me inquieta. Oppa, si no quieres contármelo, sólo dímelo y comprenderé. Quiero saberlo porque me preocupas, y me gustaría hacerte sentir bien… Esa es mi única intención.
Tentador. Demasiado tentador.
— ¿“Hacerme sentir bien”? ¿Sabes lo que estás diciendo?
—Por supuesto que lo sé.
—Entonces, ven aquí.
Tiró de uno de sus esbeltos brazos, la hizo rodear la meseta de la cocina con premura, y cuando la tuvo entre sus rodillas, le enmarcó el rostro con las manos y la besó en los labios.
Paraíso.
Aún cuando notó una ligera resistencia por parte de Mizore, no la apartó. No la dejó alejarse, y mucho menos se permitió alejarse él. Deseaba ser egoísta, Dios Santo, cuánto necesitaba ser egoísta por un momento.
Los labios de Mizore permanecieron cerrados, aún cuando él presionó con firmeza, rogándole silenciosamente que respondiera, que le hiciera saber que no era el único que ansiaba aquella unión…Pero… Se había equivocado.
Dejó caer ambas manos a cada lado de su cuerpo, y se alejó un poco. Tratando de encontrar una manera en que su orgullo no se viese expuesto. Esperó a que ella se apartara, con el rostro distorsionado, o le abofeteara. Pero se quedó mudo cuando Mizore simplemente levantó su rostro con un frágil dedo bajo su barbilla, lo miró fijamente a los ojos, con aquellas lagunas de miel inundadas de lágrimas, y volvió a besarlo con la más dulce ternura.
Hasta que sus pequeñas manos se colaron entre su camiseta, y la fiereza de aquél amor que por tantos años había callado, explotó de una vez por todas.
Los besos se volvieron oxígeno. Las caricias iban y venían por ambos cuerpos ansiosos. Hasta que la tuvo entre sus brazos sobre aquella misma cama en la que le rogó que lo abrazara… Que lo abrazara con todo el corazón y nunca se apartara de él.
Quédate un segundo aquí, a hacerme compañía.
Y quédate tantito más, quiero sentirte mía.
Y quédate tantito más, quiero sentirte mía.
—Hazme el amor… Jinki… Déjame amarte… —Sollozó Mizore entre sus brazos una vez la tuvo con el alma semidesnuda frente a él. Lo besó con timidez y ternura, depositando en él toda su confianza. Dios mío, cuánto lo amaba… Cuando la había besado, se había quedado quieta, incapaz de moverse por el asombro. Pero entonces había reaccionado… Y lo había besado. Olvidándose de la moral, de toda diferencia racial, de todo que no fuera él y el intenso amor que le profesaba desde que lo había conocido. Él era su ángel, su protector y su profesor. Todo aquello que valía más que nada en su vida. Y quería que fuese con él. Solamente con él.
Lentamente las prendas desaparecieron, y la pasión contenida afloró. Cuando lo único que los separaba de la locura, era aquella necesidad impetuosa de tenerse el uno al otro.
Jinki respetó la poca experiencia de ella, pero le hizo el amor como un amante poseso. Adorándola con cada poro de su piel, amándola con cada respiración de su cuerpo. Dedicándole uno a uno los latidos de su corazón. Quería que los últimos fuesen solamente suyos. Suyos para siempre. Así se iría en paz… Así se iría amándola aún más.
Sentirla suya… Hacerle saber que él hacía muchísimo tiempo también era suyo.
Lentamente las prendas desaparecieron, y la pasión contenida afloró. Cuando lo único que los separaba de la locura, era aquella necesidad impetuosa de tenerse el uno al otro.
Jinki respetó la poca experiencia de ella, pero le hizo el amor como un amante poseso. Adorándola con cada poro de su piel, amándola con cada respiración de su cuerpo. Dedicándole uno a uno los latidos de su corazón. Quería que los últimos fuesen solamente suyos. Suyos para siempre. Así se iría en paz… Así se iría amándola aún más.
Sentirla suya… Hacerle saber que él hacía muchísimo tiempo también era suyo.
Dame una razón para quedarme, yo no quiero tu compasión.
Quiero que estés conmigo hasta que me haya ido.
Quiero que estés conmigo hasta que me haya ido.
—Te amo… —Mizore trazó un par de círculos sobre la piel tersa de Jinki, sobre su pecho relajado.
—Creo que siempre lo supe… —Susurró él, depositando un adormilado y casto beso sobre los cabellos de Mizore, acariciando su espalda con una palma abierta y cálida —. Yo también te amo… Debí decírtelo hace mucho tiempo…
Escuchó una débil y sorprendida inspiración de Mizore, y su angelical rostro redondito y perfecto se alzó para mirarlo a los ojos.
—Nunca es tarde para que lo digas… —Murmuró quedamente ella, varios minutos después de mirarlo fijamente y permanecer en silencio. Se apoyó en sus brazos, a ambos lados de su cuerpo, y lo besó suavemente por varios segundos.
Te amo.
—Para mí, sí es muy tarde… Mizore, nunca olvides el día en que te amé con todas mis fuerzas…Hoy…
— ¿Cómo crees que podría? —Rió ella inocentemente, posando su cabeza sobre su pecho, abrazándolo tiernamente. Jinki inspiró, tratando de encontrar las palabras apropiadas… Y rogó a Dios que ella comprendiera, y no lo dejara nunca solo…
—Tengo algo que confesarte…
—Creo que siempre lo supe… —Susurró él, depositando un adormilado y casto beso sobre los cabellos de Mizore, acariciando su espalda con una palma abierta y cálida —. Yo también te amo… Debí decírtelo hace mucho tiempo…
Escuchó una débil y sorprendida inspiración de Mizore, y su angelical rostro redondito y perfecto se alzó para mirarlo a los ojos.
—Nunca es tarde para que lo digas… —Murmuró quedamente ella, varios minutos después de mirarlo fijamente y permanecer en silencio. Se apoyó en sus brazos, a ambos lados de su cuerpo, y lo besó suavemente por varios segundos.
Te amo.
—Para mí, sí es muy tarde… Mizore, nunca olvides el día en que te amé con todas mis fuerzas…Hoy…
— ¿Cómo crees que podría? —Rió ella inocentemente, posando su cabeza sobre su pecho, abrazándolo tiernamente. Jinki inspiró, tratando de encontrar las palabras apropiadas… Y rogó a Dios que ella comprendiera, y no lo dejara nunca solo…
—Tengo algo que confesarte…
Y abrázame. Y abrázame. Y abrázame.
- Información:
- Titulo: Una razón
Autor: HyoSang
Tipo: Songfic
Genero: Romance, angst, drama.
Pareja: OnZo (Onew+OC)
Nota: Dedicado a Mizore Unnie, e inspirado por Abrázame, de Camila. Es algo emo... Perdón T.T pero dejé el final abierto... Lo que le depara a Onew lo deciden ustedes, porque yo no tuve el corazón T.T por último... Unnie, disfruta de un OnZo. Ya sé que no es lo lemon o romanticisimo que esperabas... Pero espeor sea de tu agrado, porque lo hice con mucho cariño pensando en ti *-* saranghaeyo <3
Última edición por HyoSang el Sáb Nov 24, 2012 11:50 am, editado 1 vez
LiaOlmu
Choi MinHo ♥ Onew ♥ Omma Hana ♥ Sheila
527
Re: Una Razón ~ Onew [1/1]
✿ Aparto ✿
Amor sabes el por qué no edité como debí aquí, pero te dije por MSN lo mucho que me encantó TE AMO
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Re: Una Razón ~ Onew [1/1]
Romántico. Dramático. Trágico...
¿Qué más puede tener un escrito para ser perfecto?
Personalmente, nada.
Maravilloso, hija mía, como todo lo que haces.
¿Qué más puede tener un escrito para ser perfecto?
Personalmente, nada.
Maravilloso, hija mía, como todo lo que haces.
Re: Una Razón ~ Onew [1/1]
Mizo: Yo también te amo corazón!
Omma: ¡te amo, madre, hermana, sangre mía!
Gracias, hermosas, ¡Las amo!
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Omma: ¡te amo, madre, hermana, sangre mía!
Gracias, hermosas, ¡Las amo!
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
LiaOlmu
Choi MinHo ♥ Onew ♥ Omma Hana ♥ Sheila
527
Re: Una Razón ~ Onew [1/1]
:minhcute:
AHHH JUSTO AHORA QUE ESTOY SENSIBLE!!!!
TE DEBO LA EDITADA!!!!
AHHH JUSTO AHORA QUE ESTOY SENSIBLE!!!!
TE DEBO LA EDITADA!!!!
Pauletta
Onew!!!!
1088
Re: Una Razón ~ Onew [1/1]
Me gustó :3 es lindo la manera en la que lo redactaste ..tan .. bah no tengo palabras , realmente bueno
Ontokisshi
Onew
966
Temas similares
» La Razón de mi Inmortalidad.
» La razón|| Oneshot || 2Min
» YOU mi razon para amar
» {Drabble/JongKey} Esa simple razón.
» 010211 La razón del porqué Jinki no es solo una persona ordinaria
» La razón|| Oneshot || 2Min
» YOU mi razon para amar
» {Drabble/JongKey} Esa simple razón.
» 010211 La razón del porqué Jinki no es solo una persona ordinaria
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.