Minho está confuso, no sabe donde está, solo sabe que ha viajado durante horas sentado en lo que parecía un suelo mugriento con los ojos tapados, no había comido desde el desayuno consistente en cereales de la mañana que salió de su casa y sus labios estaban resecos. Cuando el vehículo paró, es sacado a base de empujones y llevado por varios pares de manos; quiere gritar pero la mordaza que lleva se lo impide.

Cuando puede abrir los ojos la luz se filtra en ellos, lo sujetan sobre una cama y le inyectan en su brazo un líquido desconocido.

Le quitan la mordaza y quiere pedir ayuda pero la voz de un hombre se le adelanta.

-Si gritas nadie te oirá.

Solo llega a mirarlo con miedo.

-Tienes hambre y sed. También necesitas ir a un baño. Y quieres seguir vivo mañana.

Minho no sabe a donde quiere llegar, pero los pensamientos en su mente van lento. Demasiado lento.

-Mañana podrás si hoy visitas esa habitación.-sus muñecas eran libradas, tenía oportunidad de escapar, pero sus actos eran pausados, le costaba procesar la información que le llegaba y tenía la visión borrosa. Sus rodillas se flexionan mientras camina, guiado por un hombre.

La puerta se abre y muestra un hombre de mediana edad con barba y vestido con ropa interior.

-Este es nuevo, acaba de llegar hoy, Joe.

Y más palabras, palabras que escapan de él, cuyos párpados caen por el sueño que lo embarga.

Despierta del trance cuando es cogido violentamente del brazo, es introducido a la oscura habitación y lo dejan caer sobre una cama, colocándose el otro cuerpo sobre él.

Es una noche de miedo y gritos, de lágrimas que caen por sus mejillas sin rumbo fijo, su desorientación evita que pueda sacarse aquel tipo de encima y salga corriendo.

Tras momentos de desesperación e impotencia el tipo se tumba a su lado, él sigue en el mismo sitio incapaz de moverse por el miedo.

Un nuevo hombre entra pero no puede mirar, su vista no se desvía del sucio techo.

-Ya te dije que no quiero más nuevos.

-¿Dio problemas?

-No demasiados, ¿por qué no me habéis traído Taemin?

-Estaba con Onew.

Deja sumisamente que su brazo sea cogido, una nueva sustancia entra en su cuerpo que hace que sus párpados sean cerrados y caiga en el sueño.

~

Minho despierta, lo hace en un lugar oscuro y duro, se sorprende de ver que no está solo, está compartiendo una andrajosa cama con otros jóvenes.

Se incorpora, sobresaltado, mirando alrededor, el resto de chicos actúan como si no le viesen, algunos duermen, parpadea y lo primero que hace es levantarse y correr hacía la única puerta que hay, trata de abrirla pero es imposible; está cerrada con llave.

Aún con la mano en el pomo recuerda lo sucedido la noche anterior* (Minho da por echo que era de noche pero en realidad no hay evidencia de que momento del día era) y su respiración se altera, recarga la cabeza sobre la puerta mientras sus manos tiemblan levemente.

-¿Quién eres?

Se giró lentamente aún con el semblante de miedo, todas las miradas recaían en él; no pasó desapercibido que uno de ellos apretaba un botón.

-¿Que quién eres?-volvió a preguntar el mismo chico al no recibir respuesta, otro colocó una mano sobre su pierna.

-No seas rudo, cuando tú llegaste no estabas mejor.

Minho no puede seguir apreciando la escena porque la puerta se abre y es agarrado de la muñeca, obligándolo a abandonar el lugar.

La puerta se volvió a cerrar con un golpe sordo.

~

Aunque Minho quiere deshacerse del agarre no puede y se sorprende cuando es llevado a un lugar de dos metros cuadrados con un retrete, no hay puerta y el mismo hombre que lo ha colocado ahí se queda ahí plantado con los brazos cruzados, su mirada oculta por gafas de sol.

Minho traga saliva forzosamente, aquel hombre era el doble de ancho que él y poco más alto, sabe que no puede realizar ningún movimiento sin que el otro lo intercepte, solo le queda satisfacer sus necesidades.

Luego fue de nuevo empujado a aquel cuarto con un trozo de pan en su mano y una pequeña botella de agua blanquecina en la mano, dentro de su confusión se vio de nuevo siendo observado por las mismas personas en aquel sofá.

-¿¡Qué es esto!?-grita enojado tirando el duro pan al suelo con toda su fuerza, en presencia del hombre no ese atrevió a hacer ningún movimiento por miedo pero ahora quiere encontrar respuestas de la forma que fuese, se dirige al chico más canijo de la habitación y lo agarró del cuello de la camisa, enseguida se vio rodeado por el resto y por muchos empujones que le dieron no se mueve.

-¿Dónde estoy?-la frustración se hace patente en su voz, sus ojos no se desvían de los del rubio que sujeta con fuerza.

-Oye, Keroro, conmigo no conseguirás nada, suéltame.-en la mirada felina había una silenciosa advertencia, Minho lo nota y afloja el agarre.

-Quiero saber dónde estoy.-ahora no suela ni enfadado ni colerizado, es una súplica.

El rubio se deshace de él y todos parecen calmarse, se sienta y todos lo imitan excepto Minho, que queda de pie en estado de confusión.

-Al menos no te ha pegado un puñetazo. El primer día que vino Taecyeon me tiró dos dientes. Ese parece capaz de tirarte los dientes.

-Yo no entiendo esta agresividad.-dijo el mismo chico que había agarrado Minho, todos lo observaban y éste esperaba callado.-Cuando yo llegué aquí me tiré al suelo y me eché a llorar, cuanta violencia hay hoy en día.

-¿Dónde…?-quiere volver a preguntar Minho, bien es interrumpido de nuevo.

-¿Cómo te llamas?

Pone mal gesto y entrecierra los ojos.

-Soy Minho.

-¿Y cuántos años tienes?-pregunta otro.

-Dieciocho.-arruga el ceño.

-Ohh, eres realmente guapo.-comentó otro.

-¿¡Qué diablos decís!?-de nuevo se enfadaba.

La puerta se abre, todos quedan silencio y repentinamente pálidos, entran cinco hombres vestidos de negro y con la cara oculta, con un gesto hacen que siete de los chicos se levanten y les siga, agarra a uno de ellos por el brazo.

-Dile a la nueva rata lo que pasa si no conoce su lugar.

Minho está estático, el miedo por la presencia de esos hombres lo paraliza y solo puede respirar tranquilo de nuevo cuando la puerta es cerrada, no es el único aliviado, el chico rubio de mirada felina sigue sentado en la cama y lanza un suspiro extravagantemente alto.

-Menos mal, creí que me llamarían y aún me duele el trasero.

-Cierra el pico, Key, ayer estuve con la mujer con más arrugas en el mundo, hasta la cuarta vez no la metí en el sitio correcto.-el chico que se había levantado por orden de los hombres quedaba cerca de Minho, lo miró y señaló el sofá.-Si no piensas ponerte como un loco de nuevo siéntate.

Minho escucha lo que dicen pero no puede creer lo que oye, obediente, lo sigue y acaba sentándose al lado del rubio, quedan pocos, son cinco.

-No me digas que aún no te haces una idea de qué es esto.

-Cierra el pico, Key. Soy Chansung.-baja levemente la cabeza, Minho lo imita torpemente, no cree que sea hora de formalidades.

-Pues… como no soy una persona que se vaya por las ramas seré breve. Esto es un prostíbulo. Tú trabajas aquí. Punto.

A pesar de que esa idea se había formado en su cabeza se negaba a creerla, se levanta precipitadamente.

-¡No! ¡No soy un puto!

-Ahh, no es como si nos diesen a elegir. Nos traen aquí… y simplemente es.

-¡Estáis locos! ¡Esto es una broma! ¡Vuelvo a casa!

Se dirige a la puerta aún previendo que estría cerrada, la voz de Key le paralizó.

-Ayer fue tu primer servicio, ¿verdad? Extrañamente, las primeras veces no son las peores porque te dan más cantidad de droga y apenas sientes lo que hacen. Lo peor llega cuando eres consciente de todas y cada una de las cosas que pasan.

-El suicidio es frecuente aquí-prosigue Chansung tranquilo, parece estar acostumbrado.-Pero no te lo recomiendo. Por cada vez que te ven tratando de suicidarte matan a un miembro de tu familia y te muestran una foto. Si te suicidas matan a toda tu familia. Eres una máquina de dinero y no permitirán quedarse sin ti fácilmente.

-Los tipos de negro se encargan de la disciplina, normalmente nos dejan salir de ésta habitación excepto cuando llega alguien nuevo para evitar intentos de fuga.

-Y te decimos, desde ahora, que no hay modo de escapar. Cuando llegas a cierta edad desapareces, pero nosotros no sabemos si nos dejarán en libertad… o nos eliminarán.

Chansung y Key hablan sin pausa ni compasión por Minho, del resto dos miran curiosos y otro simplemente les ignora. Aún de cara a la puerta, Minho cae de rodillas sobre el suelo y se echa a llorar, pasando por su mente lo que había sido hasta entonces su vida, sus padres, su hermana pequeña, sus amigos, su novia, sus partidos de fútbol y sus nervios por los exámenes. Repentinamente todo aquello se la antoja absurdo y lejano.

Chicos entran y chicos salen, ya nadie le hablaba y le dejaron solo sobre el suelo mientras trataba de creer todo aquello que le habían dicho esos extraños. Se desmoronó cuando uno de esos tipos vestidos de negro le llamó la atención y le señaló hacía fuera, se negaba a ir. Fue agarrado bruscamente de los hombres y le dieron un golpe en el estómago que lo obligaron a doblarse.

-¡Será hijo de puta! ¡No has bebido el agua!

Ciertamente, moría de sed pero viendo aquel color blanquecino no quería probar aquella agua. Lo arrastraron hacía fuera y otro fue hasta él con una jeringa en las manos, aprieta los dientes, de nuevo está en una habitación y se repiten las escenas de la noche anterior, en esta ocasión recuerda gritar socorro a su familia pero un puñetazo en la mandíbula del cliente le obliga a no volver a abrir la boca.

La pesadilla transcurre lenta y vuelve a despertar en el mismo lugar, abre los ojos despacio con la cabeza adolorida por la droga, a su lado alguien le mira atentamente pero no le presta atención, siente demasiado dolor en un lugar específico de su cuerpo.

-¿Sabes? Ahora te ponen con hombres porque acabas de llegar, pero viéndote tan masculino estoy seguro que tendrás una clientela especialmente de mujeres.

-Cierra el pico.-espetó, el chico rió.

-Trato de ayudarte, Keroro, cuando llega alguien demasiado indisciplinado para quitarse problemas lo matan y punto.

-Calla.-repitió, necesitaba estar en silencio para que desapareciera su dolor de cabeza, el otro chista, no acostumbrado a obedecer.

-Me llamo Key, y se agradecido con los que te hablan.

Minho no contesta, ni tiene intención, cierra los ojos para controlar las lágrimas; él no es una persona que llore a menudo, pero esta es la peor situación en la que se ha visto envuelta en toda su vida.

-Es tan malo como imaginas. Y nunca te acostumbras. Pero… uno tiene que tener algo con lo que entretenerse para no volverse loco en este lugar. Hablar con los chicos es una forma de entretenerse.

Minho abre los ojos y lo mira, no había pasado más de un día en aquel lugar y ya creía volverse loco, otros debían haber estado mucho más tiempo.

Alza una mano hacía el rubio.

-Yo me llamo Minho.


Primera de las reglas no escritas del lugar: tu identidad se pierde cuando llegas.


~

Pasan tres semanas, Minho no lo sabe, para él el tiempo es algo que existe para las “personas corrientes”, grupo privilegiado del que él formaba parte durante un tiempo pero ya no, por lo que el tiempo era un honor que no merecía. Cierto, a cada intrusión a su cuerpo era como una experiencia nueva grabada con fuego en memoria, desafortunadamente Key tiene razón cuando no hay costumbre respecto aquello.

Las comidas son reducidas y el agua tiene un sabor peculiar por los polvos blancos agregados, descubrió como todos pasaban la mayor parte del día drogados. Él mismo está más inconsciente en general.

En su corta estancia pudo presenciar como otro chico recién llegado como él golpeaba a uno de los mayores y éste era extrañamente desaparecido.

-Ya mostraba conducta agresiva la mayoría del tiempo.-cuenta Key a Minho-No iba a durar demasiado.

-¿Lo han matado?-balbucea Minho, no lo hace por miedo o pena, sino porque no se sentía capaz de hablar con naturalidad con tanto somnífero en su interior.

-Claro que no, lo han devuelto a su familia para que sea feliz para siempre. ¿Eres idiota o qué?

A veces Minho pensaba que Key, a pesar de las malas palabras usadas, tenía una buena labia, “debió ser buen estudiante” pensaba a menudo.

-¿Por qué… por qué golpeó a ese chico?

Lo busca con la mirada para señalarlo pero no lo encuentra, debía estar ocupado.

-A Siwon-Key duda- bueno, corre una leyenda sobre él.

-¿Leyenda?

-No sé si debo decírtelo.-se muerde el labio- Dicen que Siwon tiene la forma para huir de aquí.

Minho abre los ojos y parece más lucido.

-¿¡Qué sabe como salir de aquí!?

-¡Calla! Te digo que es una leyenda, lo decían antes de que yo llegase aquí. No sé si es verdad, porque él nunca lo desmiente. Bueno, en realidad él nunca dice nada, has visto que no habla con nadie. Por eso es imposible verificarlo.-lo mira fijamente-No hagas ninguna estupidez.

Minho asiente, lo comprende, pero se recuerda mentalmente tratar de hablar alguna vez con él, quizá él tuviera más suerte.

Toma unos sorbos de agua y de nuevo sus sentidos son opacados, no le importa, sabe que pronto vendrán por él y quiere estar lo más ido posible, sigue bebiendo, otra de las cosas a las que no se acostumbra es al sabor desagradable de aquel líquido, están minutos en silencio, Minho sonríe, su cometido ha sido cumplido y no está lúcido.

-Minho.-Key lo llama, pero una mano enguantada le coge del hombro, sabe a dónde lo llevaran, a trompicones, se levanta sumisamente pero algo capta su interés.

A pesar de su visión borrosa deslumbra una figura que entra, su cabello es vivamente rubio y es la primera vez que lo ve, pero lo que le llama su atención no es eso.

“¿Un niño?”-se pregunta-“¿Qué hace aquí un niño?” Pronto cae en la cuenta que debe trabajar con ellos y siente lástima por él, antes de ser girado a la fuerza por aquel hombre sus ojos se cruzan con ese par de pozos negros, símbolo de la niñez robada, únicamente separa la mirada cuando le dan vuelta y sale caminando de allí para cometer la razón por la cual fue llevado ahí.


Segunda regla: no sentir piedad por otras personas que estan en tu misma situación.

Minho mira fijamente el vaso de agua que tiene en sus manos, ésta posee un color blanquecino exponiendo los polvos que han sido vertidos en el vaso anteriormente, en sus facciones ha cambiado algo: ha perdido peso y sus ojos muestran una dureza que no había en ellos antes.

Key está a su lado, le está hablando, no le escucha, en aquel lugar no hay nada mejor que hacer que escuchar a KiBum y ya se sabía todos sus temas de conversación de memoria.

Parpadea cuando la puerta se abre y aparecen dos figuras. A una de ellas la ha visto en varias ocasiones pero la otra es nueva a sus ojos.

-Minho, agacha la cabeza.-susurra Key, no le obedece- ¡Minho, mierda!-él mismo se encarga de bajar el rostro del más alto mientras hace lo mismo con el propio, Minho se deja, mirando de reojo a Key mientras por su lado pasan las dos personas, hablan y ríen. Una risa fresca, verdadera. Una risa que hacía mucho tiempo que Minho no escucha.

-¿Quiénes son?-pregunta murmurando, Key no contesta, espera a que los dos hombres inspeccionaran la boca de uno de sus compañeros para llevárselo y solo cuando la puerta es cerrada nuevamente se atreve a levantar suspirando con algo parecido al alivio.

-Uno de ellos es Yunho-explica mirando todavía la puerta-, con él puedes hablar e incluso discutir, pero el otro… ten cuidado de no mirarle nunca, Minho. Es lo más parecido a un monstruo sin sentimientos que he visto nunca.

-Para mí todos los que han colaborado para traerme aquí son monstruos sin sentimientos.-replica.

Key baja la mirada, comienza a jugar con sus dedos.

-No puedo defender a alguien que me ha sacado de mi hogar para traerme al infierno. Pero… siempre hay razones. Dinero, miedo… él no. Le gusta esto. Le gusta mantenernos a nuestro poder. Y Minho-lo mira fijamente a los ojos-, la prostitución a veces no es lo peor aquí.

-¿Y quien es ese que según tú es peor que el cretino que me metió en un coche?-pregunta irónico, Key no sonríe.

-Onew.-musita.

~

-A veces es incluso aburrido cuando no hay clientes, ¿verdad? Simplemente estamos aquí… atados en el sofá… sin hacer nada.

Minho no contesta a Key, efectivamente, están atados en un sofá desde hace horas, la lucidez llega a su cerebro y en lo único que piensa es que desea volver a tomar aquella sustancia para poder dejar de lamentarse mentalmente de su situación. Iba a replicarle algo cuando entró de nuevo aquel chico que no aparentaba tener más de veinticinco años agarrando de la mano a alguien. Minho lo mira, interesado, reconoce al chico, es el niño que vio hace días. El rubio se agacha y trata de zafar su mano, a veces incluso grita socorro, pero el otro empuja con fuerza, nadie se mueve, nadie hace nada, todos quedan como simples espectadores de cómo aquel chico de ojos pequeños metía a la fuerza al rubio en una de las mugrosas habitaciones.

Key cierra los ojos y suelta un suspiro roto.

-Otra vez no…-murmura.

Minho oye pequeños gritos venir del cuarto, golpes, cosas caer al suelo, no quita la mirada de la puerta, su mano comienza a temblarle sin saber el por qué.

-¿Qué hace?

Key bufa.

-Tomar sus servicios por la fuerza.

Minho lo mira atentamente.

-¿Ese niño… trabaja como nosotros?

-¿Acaso no has odio hablar de la prostitución infantil?-espetó- Taemin estuvo aquí antes de que yo llegara, y no habla mucho de si mismo… pero hasta los más veteranos reconocen que él estuvo desde crío aquí.

Minho traga saliva cuando oye berridos venir de la puerta.

-Y ahora…

-Onew no solo lleva este negocio. Le gusta también participar activamente. Especialmente con Taemin. Siempre es igual, siempre se lo lleva, siempre Taemin se niega y luego…-para- Y ahora…

Salían gemidos.

-A Onew le pone que mientras lo hagan él gima. Y lo fuerza a gemir.

-¿Cómo se puede forzar a alguien a hacer eso?

-Golpes, Minho.

Minho frunce el ceño. Los clientes tienen permitido marcarlos a su antojo y a algunos les gustaba pegarles.

-Por eso debes cuidarte de mirarlo, Minho. No puedes arriesgarte a que le guste tu cara y te haga lo mismo.

-¿Tú lo conoces?

-Claro… incluso bromeo con él respecto a que es mi hijo… pero se pasa el día con Onew o con clientes.

-¿Cuántos años tiene?

-Cree que quince.

-¿Cómo puede solo creerlo?

Key lo mira fijamente.

-¿Acaso tú sabes qué día es hoy? ¿Acaso sabes si hace poco fue tu aniversario, si será pronto o siquiera es hoy?

Minho nunca se había dado cuenta de ello.

Key vuelve a mirar en frente.

-Cuando vivía en mi casa… mi abuela siempre me preparaba una tarta casera de queso. Era una tarta enorme porque siempre venían muchas personas. Era bastante popular en el instituto y tenía muchos amigos.

Minho suspira.

-Yo también era popular. En mi último cumpleaños mi novia me llevó por sorpresa a la playa. Ahí estaban todos los del equipo de fútbol y mis mejores amigos. Aquel día… por primera vez, lo hice con ella. Fue increíble, creí que siempre sería de ese modo.

-¿Qué hay de tus padres?

-Nunca celebraba el cumpleaños con ellos, al menos no últimamente. No tengo buena relación con mi padre, siempre hacía llorar a mi madre.

-Pero de todos modos debes protegerlo.

A Minho le extraña aquello.

-¿Qué dices de protegerlo?

-Te lo dijeron. Si no tienes buen comportamiento aquí… irán a por tu familia. Es la mejor forma de tenernos controlado…

-¿Y no hay forma de que eso sea falso, solo para asustarnos?

-Traen fotos. Creo que mi peor pesadilla sería levantarme y ver una foto con mi abuela… preferiría ser violado hasta el infinito por Onew.

En un lugar donde lo único que hacían era respirar y satisfacer a los clientes de lo único que podían hablar es de su pasado, Minho ya sabía mucho sobre como era Key antes y que sus padres habían fallecido.

Ambos dan un respingo cuando la puerta se abre y sale Onew remangándose los pantalones, Key baja la vista de inmediato pero Minho se toma su tiempo en observar el rostro de aquel chico, el resto de chicos a su alrededor también tienen baja la cabeza, por lo que inevitablemente a Onew le llama la atención aquel par de ojos negros que lo escrutan. Se los queda viendo fijamente en lo que parecen segundos, solo cuando se va Minho se siente capaz de respirar tranquilo.

-Idiota.-dice Key, pero Minho lo ignora.

-Y ese chico…-Key había dicho su nombre pero ahora no lo recuerda.

-Taemin… ojalá no estuviera atado, no suele acabar muy bien.-se ve angustiado.

Ambos quedan así, Minho apoya su cabeza, cree que se dormirá en cualquier momento, pero Key a su lado se mueve constantemente y le molesta. Abre un ojo para pedirle que esté quieto cuando se da cuenta que un joven rubio camina hasta ellos. En su rostro se aprecian moratones contrastando sobre su tez pálida. Minho calla y abre la boca brevemente en gesto de sorpresa, el chico se sienta sobre las rodillas de Key.

-Minnie.-dice Key, el otro sonríe sin abrir la boca y lo abraza por el cuello, Key no puede corresponderle porque sus brazos están pegados al tronco de su cuerpo- Te he echado de menos.

El menor asiente y vuelve a sonreír de la misma forma, con labios pegado, alza una mano para quitar un rastro de lágrimas que quedaban en su mejilla, el cinturón de sus pantalones está desabrochado.

-¿Estás bien?-pregunta Key, el otro vuelve a asentir, a Minho se le antoja que su amigo se comporta como una madre.

-Mira, Minnie, te presento a un nuevo amigo.-a Minho le saca de quicio el tono empleado por Key, tan infantil y lento, pero no dice nada porque esos dos pozos llenos de infancia perdida se clavan en él como dos agujas- Se llama Minho.

Taemin no hace ningún gesto al respecto, tampoco dice nada, algo en él, su físico aniñado mezclado con su expresividad adulta, su imperturbable silencio, que tiene el impulso de golpear con fuerza ese rostro.

Tercera regla: Llena tus manos de sangre y serán arrancadas.

Aunque quisiese, Minho nunca pudo explicar aquel extraño odio irracional que le embargó al conocer Taemin, había algo en el modo en que hablaba o actuaba que le sacaba de quicio, probablemente, pensaba, porque actuaba como si fuera alguien menor de su edad y las personas infantiles eran algo que nunca le gustaron, ¿pero que posibilidades tenía un niño raptado de poder madurar si lo único que usaba era su cuerpo para otros?

Minho definitivamente no sabía cuánto tiempo llevaba allí, solo sabía que a cada minuto se sentía incapaz de aguantar el siguiente, ni siquiera era dolor lo que sufría porque el dolor se puede aplacar con lágrimas, pero lo suyo era un absoluto vacío que se sentía existir más que vivir.

Por ello, en aquel momento, muchos pensamientos revoloteaban en su mente, como que aquel cuerpo no debería estar encima de él, aquel cuerpo libre de si mismo y que disfrutaba del sol en su piel debería parar de estar encima de él.

Aquel hombre ni siquiera pudo hacer nada cuando se dio cuenta de que Minho lo había golpeado fuerte en la cara, sacándoselo de encima y saltando prácticamente de la cama, tampoco olvidaría la mirada que le dirigió. Minho, fuera de si, provocando que aquella fuera la última vez que recurriera a uno de esos lugares. Minho simplemente salió de la habitación tratando de correr lo más lejos posible de todo aquello, sin pensar en un momento en que le sería imposible, no había dado cuatro pasos cuando varios brazos lo agarraron con fuerza, se debatió, tratando de zafarse, pero de un momento a otro estaba tumbado en el suelo bocabajo, inmovilizado.

Tuvo que pagar su imprudencia con golpes, pero en sus entrañas recordaba las palabras de Key en su primer día y se preguntó si pasaría algo a su familia, ¿en qué pensó para hacer eso? En absolutamente nada, se dijo, a cada día, o tal vez hora, que pasaba en ese antro sentía que se volvía loco.

Sentado en el suelo, al lado de un charco de orina, callado, miraba a sus compañeros entrar y salir según querían sus servicios, tan sumisos, que sintió un profundo asco por ellos, no notó cuando Key se sentó a su lado y colocó una mano en su hombro.

-Lo siento.-dijo simplemente.

Minho no sabía si decía lo siento por su pérdida de la razón, por la situación en que se encontraba, o porque presentía que algún familiar de él pagaría las consecuencias, simplemente se quedó quito, sin desviar la mirada de la mancha de humedad que decoraba una de las paredes.

-Yo a veces también quiero hacerlo. Creo volverme loco y me pongo histérico. Por ello nunca me separó de esto.-Minho lo miró y vio que de su cuello sacaba una cadena en la que había enganchada una cruz, dejó de mirarlo- Cuando me derrumbo recurro a Dios, siempre.

Minho suspiró y se levantó, quizá con la excusa de tener que ir al baño le dejasen salir de la habitación, aunque con lo ocurrido anteriormente lo dudaba.

-Minho.-lo llamó Key, se giró y él colocó la cruz entre sus manos- todos necesitamos que alguien nos de fuerza alguna vez.

Minho lo miró y el mismo asco que sintió por sus compañeros lo sintió por él,agarró la cruz y la tiró con violencia contra el suelo.

-Dios no existe Key-dijo, tratando de proyectar sus palabras de forma que le hicieran daño- y ninguna cruz te va a salvar la vida. Estás solo. No seas patético.
Se fue dejándolo ahí solo.

Cuando trataban de dormir Minho podía oír desde su posición los sollozos ahogados de Key, él trataba de todos los modos posibles acallarlos pero no había cosas como una almohada o una manta para amortiguarlos, solo su puño que se mojaba de las lágrimas que caían en sus ojos. Nadie decía nada, algunos ni se inmutaron, era tan frecuente que alguien llorase que a ninguno le conmovía, Minho cerró con fuerza el puño de su mano.

Cada vez que se cruzaba con Taemin, Minho chocaba sus hombros o le daba patadas de modo que pareciese que era accidental, pero en su interior había escogido aquel niño como blanco de su frustración e ira, tenía alguien con quien pagar su vacío existencial.

Entró a una de las habitaciones suponiendo que no habría nadie esperando poder obtener algo de descanso tras el duro día que había tenido, Yunho, al saber lo que hizo a uno de sus clientes que nunca volvió, le daba más trabajo impidiéndole tener reposo, pero al menos Minho no había recibido ninguna foto de su familia.

Sin embargo, hubo algo que no esperaba, dos personas se encontraban abrazándose en una de las esquinas de la habitación, al reconocerlas Minho apretó los dientes de la rabia y se lanzó a separarlos.

Ambos reaccionaron con sorpresa, pero demasiado tarde, Minho ya agarraba a uno de ellos por el cuello de su camisa y le pegó un puñetazo que dio de pleno en la nariz, sintió el cartílago sobre sus dedos, alejó el brazo de nuevo, dispuesto a repetir la acción, pero otro lo impidió.

-¡No, Minho, para!-¿por qué no había oído a Key hasta ese momento? Frunció el ceño ignorando al de ojos felinos dispuesto a dar una paliza a la persona de enfrente sin pensar en las consecuencias que ello le conllevaría, trató de zafarse de su amigo.

-¡Minho, por favor, no lo entiendes!-Key temblaba mientras le agarraba, dirigía la mirada hacía la puerta, como si temiese que alguien entrara. El otro chico agarró el brazo de Minho para impedir que prosiguiera golpeándolo e intentaba soltarse, Minho apretó el agarre y después se soltó, instintivamente se alejó dos pasos, hasta que no le había soltado no se había dado cuenta de la repulsión que sentía por aquellos individuos, aquellos hombres que los vigilaban día a día para impedir incidentes como el que hizo Minho, él sabía que muchos de ellos, cuando se cansaban de solo estar de pie contra la pared, simplemente forzaban a uno de los secuestrados y había presenciado como muchos de ellos agarraban a sus compañeros como si fueran simples sacos para hacer lo que les venía en gana y presentía que aquello era lo que había tratado de hacer él con su amigo.

El otro chico de menor estatura trató de agarrarlo esta vez a él y Minho se preparaba para pelear, Key tuvo que colocarse en medio para evitarlo.

-¡No hagáis un escándalo!-susurró alterado, Minho miró fijamente al par de ojos castaños que le devolvían la mirada detrás de Key, el rubio se giró para quedar de cara al otro.

-Vuelve a la sala, yo me ocupo de todo.-le dijo entredientes, el otro no parecía dispuesto pero finalmente acató su orden sin despegar la mirada de ellos dos.

-¿Por qué no me has dejado partirle las costillas?-preguntó Minho en el oído a Key, podrían buscarse problemas pero si era en defensa propia Minho no veía porque no podían golpearlo, Key se giró lentamente para mirarlo a la cara, tartamudeó buscando las palabras adecuadas mientras su mirada se perdía en el rostro de Minho.

-Porque le quiero.-sonó más como una pregunta que otra cosa. Minho soltó un respingo como si su piel se hubiera puesto en contacto con fuego, lo miró como si estuviese loco.

-¿Qué?

-Baja la voz.-Key se separó de él para cerrar la puerta, luego regresó a su lado para sentarse sobre la cama, por donde paseaba una cucaracha a sus anchas.

-Es un secreto, si lo cuentas, se derramará sangre.

Minho se sentó, aún tenso, pero dispuesto a escuchar primero a Key.

-El guardia de antes es Jonghyun, y sí, le quiero. Antes solo me gustaba pero ahora a cambiado a más... lo que lo hace peor.-hizo una pausa- Yo también le gustaba y también me quiere.

-Es una broma.

-Odia este sitio, el único motivo por el que trabaja aquí es para proteger a su hermana y evitar que se la lleven a otro como este, sé que piensas que cada uno que hay en este lugar es culpable...

-¿Va a sacarte de aquí?

La cara de Key se desfiguró por un momento.

-No es tan fácil...-susurró bajando la vista, Minho soltó una carcajada que rasgó la habitación.

-Juega contigo para tener sexo y te dejas, es verdad que eres patético.

-¡No es tan fácil! Jonghyun me ha contado cosas... cosas que tienen sentido si las analizamos...

-¿El qué? ¿Que todos los que nos retienen aquí son pequeños ángeles obligados y que sufren por nosotros? Eres demasiado crédulo.

-¡No soy crédulo!-se había levantado- Jonghyun me quiere y yo a él, si el pudiera me sacaría de aquí... si pudiera...-Minho se dio cuenta de que aquellas palabras se las había repetido el mismo muchas veces así que no intervino.- Fuera... si alguien sale fuera no le espera nada. ¿No es acaso raro? Estamos en una casa en la que pueden venir clientes cuando lo desean pero ninguna persona normal puede adivinar lo que hay aquí, y cuando se escuchan gritos, o alboroto, ¿no te preguntas por qué nadie lo oye y llama a la policía?-Minho calló, sí, muchas veces se preguntó aquello, cosa que le dio la mínima esperanza de que algún día llegarían a rescatarlos a todos de allí.

-No son unos pocos haciendo esto.-Key negó con la cabeza, sin sentarse todavía- Onew y Yunho son solo peones en medio de todo esto. Arriba... mucho más arriba, hay personas realmente poderosas que manipulan esto. El gobierno lo aprueba.

Minho frunció el ceño.

-No tiene sentido, ¿cómo...?

-Atrás, por la espalda, ellos permiten esto porque les trae beneficios.

-Estas hablando, que los presidentes y ministros...

-No, Minho, ellos solo se dejan manipular, hablo de quienes manda sobre ellos. Los verdaderos reyes del mundo. No quieren que la sociedad sepa lo que permiten... así que nunca dejarían a alguien escapar. Si Jonghyun lo intentara acabaríamos los dos muertos.

Hacía mucho tiempo que Key había salido de la habitación, Minho sabía que no podía seguir ocultándose ahí, que tarde o temprano lo reclamarían a él o al cuarto, pero aún no podía controlar los temblores que sacudían su cuerpo, a su mente le venía la imagen de un hombre poderoso y rico disfrutando de la vida que a él le habían arrebatado.


-Te esperan en la habitación de la rata.

En aquel lugar las habitaciones no quedaban divididas por números ni letras.

-Acabo de salir de una, y antes ya había tenido que estar en la que no queda luz, ¿no puedo tomarme dos minutos?

Yunho lo miró.

-No.

-¿No puedes llevar a otro?-a Minho lo consumía la rabia, ya era devastador sentirse más y más sucio por cada par de manos que lo recorrian, pero si era contínuo se hacía más difícil de sobrellevar.

-No.-repitió, mirándolo fijamente, retándolo a contradecirlo, luego miró más allá de Minho.- Taemin, ve a pedirle a Hangeng que te la comida.

Minho se dio la vuelta y a su espalda estaba el rubio silencioso como siempre, sus labios estaban continuamente pegados, Yunho los repasó a ambos y salió del estrecho pasillo, Minho quedó de cara a Taemin pero aún no podía moverse, sentía demasiada ira y lo único que deseaba era golpear con fuerza la pared, pero ello solo supondría hacerse daño en los dedos. Caminó en dirección a Taemin mientras éste estaba quieto y sin pensarlo dos veces estrelló su puño contra la cara del menor. Como predijo el cuerpo cayó al suelo sin demasiada resistencia, se tocó el puño con la mano izquierda, visualizando el gesto de dolor del pequeño, su confusión y más tarde el miedo que le dirigía, y por alguna razón, ese miedo le hizo sentirse a Minho grande y poderoso.

Regla numero cuatro: A fuerza de ser tratado como un animal te convertirás en uno.