—Mira eso.

Jonghyun desvió la mirada de la revista de ‘playboy’ que sostenía en las manos ante la llamada de su mejor amigo. Sonrió de lado en cuanto sus ojos capturaron la imagen de Kim KiBum, el chico que hacía sus días más divertidos y entretenidos desde hacía dos semanas. Sus ojos se estrecharon en cuanto vieron el contoneo de esas caderas que bien podían pertenecer al de una chica. Oh mi Dios, y ese culo bien formado y acolchado le hacían querer llevar las manos alrededor de aquellos pantalones ajustados.

Minho se echó a reír y le palmeó divertidamente el hombro.

—Disimula un poco compañero, no creo que quieras que Jessica te arme un escándalo en pleno pasillo.

Jonghyun soltó un bufido cuando escuchó aquel desagradable nombre. Jessica era la típica chiquilla que saltaba emocionada sobre él en cuanto lo veía. Él estaba completamente seguro que si fuera posible, ella lo haría hasta con las tetas al aire con tal de llamar su atención. Vaya, pobre chica, se llevaría una gran sorpresa si supiera que él solo podía babear por un buen culo masculino. Un culo como el de KiBum.

Sacudió la cabeza, apoyándose en la pared cuando la figura de KiBum se perdió entre la gente, y regresó su atención a la asquerosa revista. ¡Ugh! Muchas tetas y culos, pero esto era lo que tenía que hacer para guardar las apariencias. Mierda, cada vez estaba más cansado de toda esa porquería. ¿Por qué tenía que importarle lo que los demás opinaran de él?

Bueno, estaba bien jodido porque simplemente le importaba.

—El infierno acaba de abrir sus puertas.

Jonghyun no necesitó echar un vistazo para saber a qué se refería Minho con esas palabras. El perfume que ella usaba se le infiltró en la nariz tan pronto como unos brazos le rodearon el cuello.

—Te extrañé todo el fin de semana.

¡Ew! Jonghyun se estremeció e hizo una mueca de asco, alejando los flacos brazos de él.

—Que bien porque yo no.

Jessica hizo un puchero que deformó sus labios llenos de lápiz labial. Oh Dios, si ella creía que se veía linda, estaba absolutamente equivocada.

—Vamos a la cafetería —le dijo a Minho, ignorando a Jessica quien acomodaba su cabello en un vano intento por llamar su atención—. Me muero de hambre.

Minho, varios centímetros más alto que él, hizo un asentimiento firme de cabeza y avanzó por el pasillo; Jonghyun lo siguió y dejó a Jessica haciendo rabieta por ignorarla. Otra vez.

—No entiendo —continuó él en cuanto se situó al lado del castaño—. ¿Cómo haces para que las chicas no te acosen? —Porque el bastardo hijo de puta, era guapo, muy guapo. Tanto que Jonghyun se había sentido atraído alguna vez por aquellos hermosos ojos azabaches, la pequeña y masculina cara enmarcada por un largo y ondulado cabello. Una altura que lo hacía sentir más pequeño de lo que estaba, pero sobretodo por esa sonrisa que él pensaba debería ser ilegal.

Minho se rió y puso juguetonamente uno de sus brazos alrededor de su cuello para apretujarlo. El más bajo lo mordió y se alejó con un gruñido.

—Perra —le dijo el alto, frotándose el brazo mientras contestaba su pregunta—. Simplemente pon una cara de aléjate-de-mí-maldita-prostituta-o-te-corto-la-cabeza y no pasa nada, se van como si olieras a excremento.

—Sí, claro —respondió él—. ¿Y que hay de Taemin?

Las facciones de Minho se suavizaron considerablemente al oír aquel nombre.

—Bueno, Taemin forma parte importante de la ecuación.

—Yo diría que él es completamente la solución —bufó Jonghyun—. Joder, todo mundo aquí, sabe que es tu novio y dado que la última vez que una chica se te acercó casi pierde la cabellera a manos de Taemin, la siguiente necesita ser muy estúpida para intentar hacer algo contigo.

—Taemin no puede controlar su temperamento gruñó el alto. No le gustaba que Jonghyun hablara de esa forma sobre su novio.

El mayor soltó una carcajada al ver su reacción y aceleró sus pasos para entrar a la cafetería. Frunció el ceño en cuanto lo hizo y se detuvo en seco al ver a KiBum sentado al lado de Lee Jinki, su compañero de clases. Oh maldita sea y ahí estaba otra vez ese dolor estomacal. Mierda, odiaba ver la cercanía que tenían esos dos, y más aún, odiaba que Jinki despertara en él las ganas de darle un golpe de muerte por ser lo que él no podía con KiBum.

—¿Qué ocurre? —Le preguntó Minho, al ver que se había detenido.

Jonghyun le contestó sin despegar la mirada de la pareja frente a él.

—Se me acaba de ir el apetito. Ve por tu comida —le ordenó—, te esperaré por ahí.

El alto se encogió de hombros y lo dejó solo.

Pasaron varios segundos antes de que decidiera moverse y sentarse en la mesa contigua a la de ellos.

Qué enfermo y desesperado te estás viendo Kim Jonghyun, pensó. Pero mierda, ¿qué importaba? Desde el primer día que había visto a ese muchachito de ojos afilados se le había metido en la cabeza que tarde o temprano sería suyo. Y no es como si tuviera dudas de las preferencias sexuales del chico. Aunque no hubiera confirmado nada, él estaba cien por ciento seguro de que KiBum compartía su gusto por los hombres.

Con la mirada clavada en ellos, Jonghyun tomó asiento y se desparramó en la silla; tratando de tomar una postura despreocupada. El estómago volvió a contraérsele cuando vio aquella fina y delicada mano tocar la del de ojos pequeños.

—Hyung —escuchó salir de los labios del rubio—, de verdad necesito de ti esta noche.

¡¿Qué carajos?!

Jonghyun apenas y pudo contenerse para no pararse y agarrar a Lee Jinki a patadas.

El mayor suspiró, dándole un apretón de manos a KiBum.

—Bummie…

“¿Bummie?”

Se removió inquieto en su silla. No le estaba gustando para nada hacia donde estaba yendo esa conversación.

—… Sabes que puedes contar conmigo para todo, pero creo que estaré ocupado esta noche.

—Por favor hyung, de verdad me urge. El dinero que gané la última vez se me está terminando y necesito comprar algunas cosas.

Jinki suspiró mientras entrelazaba sus dedos.

—Está bien, lo haré…

—¿Qué estás haciendo aquí?

Jonghyun pegó un pequeño brinco en su silla cuando escuchó aquella voz cerca de su oído.

—No vuelvas a espantarme de esa puta forma —dijo, fulminando con la mirada al pequeño de cabello largo que se erguía con una sonrisa al ver su reacción.

—¿Y bien?

—Y bien ¿qué?

Taemin frunció el ceño, cruzando sus delgados y desnudos brazos frente al pecho.

—¿Eres estúpido, sordo o qué?

Chasqueando la lengua y harto de la conversación de la que había sido testigo, Jonghyun se puso de pie, estampando fuertemente el puño sobre la mesa.

—No te pases de listo conmigo, rata.

—Y tú te vas tranquilizando o no respondo.

La silueta de Minho apareció detrás de Taemin, sus ojos mirándolo fijamente. Jonghyun supo entonces que el alto estaba hablando en serio y que si abría la boca insultando una vez más a Taemin, se metería en serios problemas con él. Pero tal y como estaba ahorita, no le importaría en absoluto y tampoco iba a permitir que Taemin se pasara de listo con él.

—Pues mantén controlada a tu puta y no habrá problema alguno.

Los ojos de Taemin completamente abiertos, fue lo último que Jonghyun vio antes de que Minho lo agarrara de la camisa y lo golpeara hasta hacer que aterrizara de culo sobre el suelo.

La cafetería quedó en completo silencio y él sintió como su sangre corría con más fuerza en todo su cuerpo. Mierda, Minho no sabía con quién se había metido, pero aprendería la lección de no tocarle ni un puto pelo en un futuro.

Con un gruñido furioso, Jonghyun se puso de pie, esquivando de inmediato el segundo golpe que Minho intentaba darle, y lo golpeó en el abdomen. El alto hizo un ruido ahogado cuando el aire abandonó completamente sus pulmones.

—¡Minho!

Taemin se apresuró a llegar a su lado mientras él caía de rodillas, cubriéndose el estómago y mordiéndose el labio inferior por el dolor.

—¡¿Te has vuelto loco?! —Chilló el menor, rodeando con los brazos el torso de Minho.

Jonghyun se quedó estático, dándoles una mirada indiferente. Sí, se había vuelto loco de celos y Choi había tenido la mala suerte de actuar estúpidamente y darle una razón para desquitar su enojo con él.

Cuando los cuchicheos de los alumnos le inundaron los oídos, Jonghyun dio media vuelta y les dio a todos un vistazo de odio, consiguiendo que instantáneamente se quedaran en silencio y sus miradas se clavaran en el suelo. Sonrió de lado y caminó hasta salir de ahí antes de que a algún profesor se le ocurriera aparecer y lo jodiera con todo eso de llevarlo a detención para cumplir su castigo y blablablá.

Sin embargo, antes de que saliera por completo, miró de soslayo la mesa en la que estaba KiBum, descubriendo que él ya no se encontraba ahí.

¿A dónde se había ido?

No había avanzado demasiado por el pasillo cuando la voz de Jessica hizo que detuviera sus pasos.

—Necesitas curarte el labio.

Jonghyun arrugó la frente y parpadeó un par de veces. Alzó la mano derecha hacia su boca y siseó cuando sintió un pinchazo de dolor.

—Hijo de puta —murmuró al darse cuenta de que el golpe que le había dado Minho había tenido consecuencias.

—Ven conmigo, amor —se puso rígido cuando la mano de ella se deslizó sobre su hombro—. Tenemos que curarte.

¿Tenemos?

Mirando sobre su hombro, Jonghyun alzó una ceja y la miró con desprecio.

—Prefiero que se me infecte y se me caiga un pedazo de carne antes de dejar que tus manos me toquen.

Sacudió su hombro, deshaciéndose del contacto de ella y avanzó despreocupadamente mientras escuchaba los chillidos de disgusto de la irritable chica. ¿Cuándo aprendería Jessica a dejarlo en paz?

Soltando una maldición al sentir semejante impotencia por no poder quitársela de encima, se encaminó hasta el baño, quedándose completamente estático en cuanto entró y se encontró con la persona que menos había esperado.

KiBum.

Los ojos afilados se estrecharon con nerviosismo al ver su reflejo en el espejo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Fue lo primero que salió de sus labios.

Bravo, bien hecho Jonghyun.

El rubio se encogió de hombros, poniéndose detrás de la oreja un mechón de cabello.

—Estoy haciendo un pastel de fresa y un poco de jugo de piña, y ya que estamos, también estoy pensando hacer que tus ojos dejen de mirar mi trasero como si fuera un trozo de carne para morder.

Jonghyun desvió la mirada de aquellos glúteos deliciosamente redondos. Mierda, lo habían cachado en la movida y ahora, por más extraño que pareciera, estaba completamente avergonzado.

Sin embargo, se sintió mucho más atraído por el sarcasmo y las agallas de KiBum para enfrentarlo.

—Ten cuidado conmigo —le contestó, tratando de no hacer tan evidente su repentino nerviosismo.

—¿O qué? —Le preguntó él, girándose con las manos apoyadas en las caderas y encontrando su mirada. —¿También a mi planeas golpearme?

¿Qué? Al contrario, golpearlo era lo último que quería hacer. Jonghyun daría su alma al mismísimo diablo con tal de tener el cuerpo de KiBum sobre el lavabo, con aquellas magníficas y torneadas piernas rodeándole la cintura, y su deliciosa boca cubriendo la suya. Pero estaba claro que eso de ninguna maldita forma iba a pasar si seguía mirándolo como un jodido imbécil sin contestar su pregunta.

Suspirando, caminó tranquilamente hasta situarse junto a él.

—¿De verdad me crees tan violento? —Preguntó mientras se examinaba el labio en el espejo.

KiBum soltó un bufido divertido.

—Tus acciones no pueden permitirme pensar lo contrario.

Bueno, tenía que aceptar que pensara de esa forma si minutos atrás había dejado a Minho como un globo desinflado en medio de la cafetería.

—¿Sabes? —Le preguntó antes de que pudiera detener sus palabras —Así no había pensado que sería nuestra primera conversación.

Jonghyun tragó fuerte al ver en la cara del rubio un poco de sorpresa y confusión ante lo que le había dicho.

—Y yo seguía rezando para no cruzar palabra contigo. Sinceramente no me quiero arriesgar a que se me pegue tu pensamiento neandertal.

El mayor frunció violentamente el ceño. ¿Neandertal? ¿Eso era bueno o malo? Pero antes de que pudiera abrir la boca para preguntar, Lee Jinki apareció en la entrada del baño, deteniéndose en la puerta cuando se dio cuenta de su presencia.

—¿Estás bien, Key?

Jonghyun quiso borrar de un golpe aquella mirada de desconfianza que el recién llegado le dedicó.

—Sí, estoy bien.

Jinki los contempló por un rato, como si estuviera examinando la situación y comprobando que lo que le había dicho KiBum, era verdad.

—Ven —dijo, alargando una mano en dirección al rubio—. Las clases están por comenzar y no será bueno que lleguemos tarde.

Jonghyun apretó la mandíbula y cerró los puños mientras KiBum sonreía como un niño pequeño y obedecía al mandato del mayor. Su boca actuó por sí sola, como lo había hecho minutos atrás.

—¿Y cuanto cobras? —Preguntó, y al contrario de lo que quiso, su tono fue de desprecio y odio.

KiBum se detuvo y volteó de lleno en su dirección, taladrándolo con la mirada.

—¿Perdón?

El castaño giró sobre sus talones y apoyó el cuerpo sobre el lavabo, cruzó las manos frente al pecho; dedicándole al rubio una sonrisa altanera.

—Eso, no te hagas —su sonrisa se ensanchó—. Todo mundo aquí sabe tu profesión. Digo, con eso de que necesitas salir a trabajar en las noches y el dinero que ganas en eso se te acaba como si fuera…

Las palabras de Jonghyun se perdieron en cuando el sonido del golpe que KiBum le había dado en la mejilla, reverberó por todo el baño de la universidad.

—¡¿Cómo te atreves?! —Gritó el menor. Su voz furiosa y dolida. —Tú no sabes absolutamente nada, pedazo de imbécil.

Jonghyun llevó una de sus manos al área afectada. Joder, KiBum tenía fuerza y bastante. Movió la mandíbula para quitar un poco el dolor que se había sumado al que ya empezaba a sentir por el golpe del alto. Wow estaba completamente asombrado de que no se le hubiera roto con tanto golpe.

—Vamos, KiBum, no vale la pena.

Lee Jinki hijo de puta.

El castaño levantó el rostro y se quedó de piedra.

KiBum estaba llorando.

Oh Mierda, se sintió como la peor basura del Universo. ¿Por qué tenía que ser tan estúpido?

Justo cuando planeaba disculparse, Jinki agarró la mano de KiBum, jalándolo y llevándolo lejos; dejando a Jonghyun solo. Maldición, su día iba de mal en peor y a estas alturas no le asombraría que alguien entrara y le pateara las pelotas para convertirlo en mierda.

Con la cabeza hecha un lío, Jonghyun se recargó completamente contra la pared y cerró los ojos. ¿Por qué no tenía tanta suerte con los hombres como lo tenía con las mujeres? O mejor dicho, ¿por qué no tenía tanta suerte con KiBum como la tenía con Jessica? Dios sabía que bastaba con que él le dedicara una pequeña sonrisa a la chica para que ella llegara sin bragas a su lado. Pero estaba claro que con KiBum no funcionaría nada de eso.

Abrió los ojos de par en par cuando otro pensamiento le inundó la mente.

¿Qué tenía que ver Jinki en todo esto?, ¿acaso esos dos estaban juntos?

No, mierda, no.

Jonghyun se negó a creerlo. Eso no podía ser… ¿O sí?

Y entonces, pasó. El flechazo del recuerdo de KiBum entrelazando sus gráciles y elegantes dedos a los de Jinki, le vino más claro que el agua a la cabeza.

Puta. Madre.

—No, no, no y no —susurró—. Eso es imposible.

Claro, porque él se enteraba de todo en su maldita escuela. Joder, hasta sabía que la profesora de historia se tiraba al entrenador del equipo de futbol. Y él había estado tan malditamente al pendiente de KiBum desde que había entrado a estudiar a la universidad, que era casi imposible que se le hubiera escapado esa noticia.

¡Mierda! Tendría que investigar a fondo.

Cortando bruscamente sus pensamientos, abrió el grifo, lavándose fugazmente la cara para luego salir al pasillo y detenerse en seco cuando vio a Minho esperando por él.

—¿Qué? —Frunció el ceño.

—Necesitamos hablar.

Y él no estaba de humor.

—Ahora no, Minho.

El alto soltó un gruñido antes de arrinconarlo a la pared.

—Ahora, Kim Jonghyun.

El más bajo no hizo esfuerzo alguno para quitarse a Minho de encima. Estaba empezando a cansarse de todo esto.

—¿Qué quieres?

—Necesitas hacer algo con Kim KiBum y tú sabes a qué me refiero.

Si estaba pensando en sexo, sí, sabía a qué se refería.

—¿Algo como qué?

Minho soltó un suspiro, quitando el agarre que tenía sobre él.

—Dile que te gusta, conquístalo, bésalo a la fuerza, viólalo, yo que sé. Pero por favor, haz algo porque cada vez estás peor —el alto lo miró—. Créeme, si no fuera porque te comprendo, te hubiera mandado directito a la verga después de lo que me hiciste.

Y claro, Jonghyun no tenía la necesidad de pedirle perdón, ya que lo único que había hecho era haberle devuelto el golpe… e insultar a Taemin.

—Como sea, creo que él está con Jinki.

—Él no ha estado con nadie desde hace más de cuatro años.

Los ojos de Jonghyun se posaron en Taemin, que de la nada había aparecido y se había puesto al lado de Minho, rodeándole la cintura con uno de sus esqueléticos brazos.

—¿Y tú como sabes eso?

Taemin soltó una risita y le dio un corto beso al hombro del alto antes de contestar.

—Tengo una clase con él —intercambió una mirada llena de sensualidad con su novio y luego se concentró en Jonghyun—. Debo decirte, hyung, que tienes buen gusto con los chicos.

Por supuesto que sí.

—¿Por qué lo dices?

Taemin ni siquiera dudo en contestarle.

Uff, porque mueve el culo bien rico, hyung, te juro que me dan ganas de meterle… y hasta el fondo mi vara.

“Mi vara”

Carajo, ese niño debería dejar de ser tan mal educado y asqueroso algún día.

Al contrario de lo que esperaba Jonghyun, Minho se rió y presionó más a Taemin contra su cuerpo.

—Pequeño demonio.

Taemin respondió dándole una nalgada.

—Y bien, ¿qué procede? —Le preguntó a Jonghyun

—¿Qué procede de qué? —Respondió ante la pregunta extraña del menor.

El alto rodó los ojos.

—¿Quieres a KiBum para ti o no?

Jonghyun tardó unos instantes antes de obtener su respuesta. Sonrió de lado mientras miraba a sus amigos, sintiendo por su cuerpo la adrenalina que esas palabras le causaban con anticipación.

—Sí. Lo quiero solamente para mí.

Serás mío, Kim KiBum.