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Quiéreme, Oppa [Two-Shot]
Titulo: Quiéreme, Oppa.
Autor: SeñorrritaHiyoko
Género: Hurt/Angst.
Parejas: KeyBer.
Nota: Pues me encanto este One-shot de SeñorrritaHiyoko así que le he pedido permiso para adaptarle aparte pensé en agregarle una parte, cuando se supone Jin Ki debe despertar, solo que como lo he adaptado el que va a despertar será Key, espero les agrade :3
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— No, no, Amber, un poco más agudo.
— ¿Así? — y entonces imité la voz maricona del gordo del canal 34, ese que parece que tiene las cuerdas vocales de una ardilla.
Sabía que eso siempre te hacía reír, y tu risa era algo que podría escuchar todo el día. Bien podría ser una melodía a la cual le daría replay una y otra vez. No importaba cual estruendosas fueran tus carcajadas, para mi eran adorables.
Sonreí. Tú hiciste un ademán de secarte las lágrimas y soltaste unas cuantas risillas más antes serenarte y carraspear.
— Ya, es enserio Amber. Volviendo a la práctica…
Una alegre cancioncilla nos interrumpió, y ambos la reconocimos al instante. Era el tono predeterminado de esa odiosa mujer. Tu sonrisa se ensanchó y llevaste el auricular de tu móvil de inmediato a tu oreja, casi olvidándote de primero presionar el botón de “contestar”. Ella te tenía así de idiotizado.
Bufé molesta, pero no te diste cuenta por estar perdido en una melosa conversación, la cual yo trataba de no escuchar y hacerme la indiferente, sin éxito alguno.
— Continuaremos mañana, Amber — me susurraste, antes de devolver el auricular a tu oreja — Sí, voy para allá…
Y te marchaste, dejándome sola en medio de la sala con dos tazas de chocolate caliente, que tanto me había esmerado en preparar, a medias.
____________________________________________________
Lancé el control a un lado y apagué la consola, fastidiada. No había manera de entretenerme o distraerme. Habías suspendido la lección de canto una vez más, de nuevo por la misma razón. Estoy furiosa y aún tengo las huellas de la cascada de lágrimas en mis mejillas. Estoy cansada. Quiero darte las buenas noches, pero aun no llegas. Son las dos de la madrugada y comienzo a preocuparme. ¿Acaso te has perdido? ¿Te has caído de nuevo? Eres tan torpe que nada me sorprende ya, y eso me hace ponerme aún más inquieta, pero sería una estupidez irte a buscar. No sé a dónde has ido, sólo sé que ha sido con ella. Y está lloviendo a cántaros.
Estaba a punto de quedarme dormida cuando escuché la puerta principal abrirse y cerrarse con fuerza, seguido de chapoteos en los escalones. Eché un vistazo por el hueco entre el marco y la puerta entreabierta, y ahí estabas. Empapado de pies a cabeza, encorvado, arrastrando tus botas, pesadas a causa de la lluvia, por el pasillo hasta tu habitación. Llorabas.
En cuanto salí cerraste la puerta de tu cuarto. Pegué la oreja y escuché claramente tus sollozos.
¿Fue esa mujer de nuevo, verdad Oppa? Yo te dije que te engañaba una vez más, pero tú estabas convencido de que había cambiado. El amor es ciego y te hace idiota. Y tú tan inocente y tan lleno de fe ciega…
Cada vez que la veo me dan ganas de decirle un par de verdades y arrancarle ese feo cabello rubio de un tirón. Pero soy una Dama, y las Damas no golpean a otras mujeres ni con el pétalo de una rosa, porque se cae el manicure, inexistente en mi caso.
Yo hago todo a mi alcance para que tú tengas una buena impresión de mí y te sientas orgulloso, pero una más y no me contengo, Oppa. Te juro que la haré llorar más de lo que ella te ha hecho llorar a ti. Gemirá de dolor y suplicará clemencia con la cara debajo de mi zapato.
Se va a arrepentir.
Me descubrí llorando del otro lado de la puerta también, y me quedé ahí sentada hasta que tus lamentos fueron sustituidos por ronquidos.
Abrí la puerta y la cerré tras de mi tan sigilosa como un gato para no sacarte de tu sueño. Sé lo mucho que te molesta que te despierten.
Corrí la cortina un poco y la luz de la luna me permitió verte mejor. Te acostaste con la ropa empapada y ahora tus sábanas estaban igual. ¡Ni siquiera te molestaste en quitarte las botas! ¿Qué no te preocupas ni un tantito por tu cuerpo, Oppa? Adoro prepararte ese caldo de pollo y hacerte mimos cuando estás enfermo, pero te prefiero sano para que podamos salir a jugar al parque. Tal vez a la pelota o con el disco volador. Si tu garganta se enferma no podemos salir, Oppa, y tampoco puedo escuchar esa voz que tanto amo escuchar cantar a todo pulmón.
Con toda la cautela posible quité las sábanas mojadas y te desvestí, deteniéndome cada vez que te removías en sueños. Diste varias falsas alarmas, pero no despertaste nunca. Tienes el sueño de un oso en invierno, Oppa.
Te sequé el cuerpo y el cabello antes de meterte ese pijama de franela con estampado de patitos que te regalé la Navidad pasada y que no te daba vergüenza usar, por más que los otros miembros te hicieran burla.
No había sábanas limpias, así que quité las de mi cama y te arropé con ellas. Tenía que estar segura de que no pasaras frío.
Me quedé un rato hincada a tu lado, observándote dormir. Lucías tan sereno e imperturbable, no muy diferente a cuando estás despierto; tan tranquilo, pero siempre con una sonrisa en el rostro para regalarle a los demás e iluminarles un poco el día.
¿Sabes que más adoro de ti, Oppa? Tus manos. Adoro como esos diez perfectos y largos dedos se deslizan por el piano con agilidad, mostrándome el orden de las notas. A mí siempre me cuesta imitarte, pero estás tan lleno de paciencia que no te importa repetírmelo durante horas hasta que por fin me salga bien.
Sería imposible enumerar todo lo que amo de ti, un ser que con todo y defectos, para mí es un ejemplo de perfección.
Y es por esa misma razón que no comprendo cómo alguien es capaz de hacerte daño, sobre todo más de una vez. ¿Cómo era capaz de estar con otro hombre cuando te tiene a ti bebiéndole el aliento?
Pero estaba segura que en unos días ella correría hasta ti y tú la volverías a perdonar, aceptándola de nuevo entre tus brazos. Sé que lo harás. Eres muy idiota, Oppa. Mereces algo mucho mejor, como por ejemplo, estar conmigo. Yo jamás haría lo que ella te hizo porque jamás sería capaz de hacerte daño. Jamás llegaría tarde a nuestras citas. Jamás olvidaría nuestro aniversario. Estaría ahí para ti siempre que necesitaras llorar, dispuesta a abrazarte el tiempo que fuera necesario hasta que volvieras a dibujar una sonrisa en tu bello rostro.
Te amaría por siempre. Incondicionalmente.
Pasee mi mirada desde tus no muy gruesas y atractivas cejas, pasando por tus largas pestañas y perfecta nariz hasta tus labios. La luz de la luna les daba un brillo especial, dándoles un aspecto aún más irresistible de lo normal.
Mis ojos no habían dejado de desbordar lágrimas, me dolía el pecho y estaba cansada. Siempre que pensaba en ello terminaba dándole vueltas en la cabeza durante largo rato para terminar echándome para atrás, pero ahora no estaba en condición de andarme con rodeos. Esta vez me incliné sobre tu rostro y rocé tus labios con los míos, vacilando un poco, hasta que me armé de valor y te besé.
El corazón me dio un vuelco al sentir como tus suaves labios correspondían el beso, pero cuando te separé lentamente seguías dormido, aunque con las comisuras de tu boca curvadas ligeramente hacia arriba.
Vaya que tienes el sueño pesado, Ki Bum. ¿A quién sueñas que besas? Más te vale que sea yo y no esa mujerzuela. Seguro que mis labios son mucho más dulces ¿verdad?
Te removiste en sueños y te diste media vuelta, dándome la espalda. Me puse de pie, decidida a salir de ahí, pero no sé cómo terminé acurrucándome a tu lado sin tu permiso. De todos modos tú tenías mis sábanas y yo tampoco merecía pasar frío después de todo lo que había hecho por ti ¿No?
Sentí tu cálido aliento rozar mi frente y me abrazaste inconsciente como un niño a su osito de peluche. Yo te devolví el abrazo, hundiendo mi nariz en tu pecho.
No sabía cuál sería tu reacción cuando despertaras en unas horas y me vieras dormida a tu lado. Alegría, enfado, confusión, me daba igual. Me quedaré ahí para cuidar tus sueños y regalarte otro beso a cualquier señal de pesadilla. Sé que estas situaciones te dejan destrozado por dentro. Si yo tuviera ese corazón, ya estaría pegándolo pieza por pieza con el más potente adhesivo, pero sé que no es así. Sé que ese corazón jamás será mío. Y aun así me aferro a ti con fuerza, como si pudiera retenerte para siempre.
Me llaman la “siempre alegre” pero no puedo parar de llorar. Me duele mucho mi pecho, Oppa. Algo está desgarrado ahí dentro.
— Quiéreme, Oppa.
Autor: SeñorrritaHiyoko
Género: Hurt/Angst.
Parejas: KeyBer.
Nota: Pues me encanto este One-shot de SeñorrritaHiyoko así que le he pedido permiso para adaptarle aparte pensé en agregarle una parte, cuando se supone Jin Ki debe despertar, solo que como lo he adaptado el que va a despertar será Key, espero les agrade :3
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— No, no, Amber, un poco más agudo.
— ¿Así? — y entonces imité la voz maricona del gordo del canal 34, ese que parece que tiene las cuerdas vocales de una ardilla.
Sabía que eso siempre te hacía reír, y tu risa era algo que podría escuchar todo el día. Bien podría ser una melodía a la cual le daría replay una y otra vez. No importaba cual estruendosas fueran tus carcajadas, para mi eran adorables.
Sonreí. Tú hiciste un ademán de secarte las lágrimas y soltaste unas cuantas risillas más antes serenarte y carraspear.
— Ya, es enserio Amber. Volviendo a la práctica…
Una alegre cancioncilla nos interrumpió, y ambos la reconocimos al instante. Era el tono predeterminado de esa odiosa mujer. Tu sonrisa se ensanchó y llevaste el auricular de tu móvil de inmediato a tu oreja, casi olvidándote de primero presionar el botón de “contestar”. Ella te tenía así de idiotizado.
Bufé molesta, pero no te diste cuenta por estar perdido en una melosa conversación, la cual yo trataba de no escuchar y hacerme la indiferente, sin éxito alguno.
— Continuaremos mañana, Amber — me susurraste, antes de devolver el auricular a tu oreja — Sí, voy para allá…
Y te marchaste, dejándome sola en medio de la sala con dos tazas de chocolate caliente, que tanto me había esmerado en preparar, a medias.
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Lancé el control a un lado y apagué la consola, fastidiada. No había manera de entretenerme o distraerme. Habías suspendido la lección de canto una vez más, de nuevo por la misma razón. Estoy furiosa y aún tengo las huellas de la cascada de lágrimas en mis mejillas. Estoy cansada. Quiero darte las buenas noches, pero aun no llegas. Son las dos de la madrugada y comienzo a preocuparme. ¿Acaso te has perdido? ¿Te has caído de nuevo? Eres tan torpe que nada me sorprende ya, y eso me hace ponerme aún más inquieta, pero sería una estupidez irte a buscar. No sé a dónde has ido, sólo sé que ha sido con ella. Y está lloviendo a cántaros.
Estaba a punto de quedarme dormida cuando escuché la puerta principal abrirse y cerrarse con fuerza, seguido de chapoteos en los escalones. Eché un vistazo por el hueco entre el marco y la puerta entreabierta, y ahí estabas. Empapado de pies a cabeza, encorvado, arrastrando tus botas, pesadas a causa de la lluvia, por el pasillo hasta tu habitación. Llorabas.
En cuanto salí cerraste la puerta de tu cuarto. Pegué la oreja y escuché claramente tus sollozos.
¿Fue esa mujer de nuevo, verdad Oppa? Yo te dije que te engañaba una vez más, pero tú estabas convencido de que había cambiado. El amor es ciego y te hace idiota. Y tú tan inocente y tan lleno de fe ciega…
Cada vez que la veo me dan ganas de decirle un par de verdades y arrancarle ese feo cabello rubio de un tirón. Pero soy una Dama, y las Damas no golpean a otras mujeres ni con el pétalo de una rosa, porque se cae el manicure, inexistente en mi caso.
Yo hago todo a mi alcance para que tú tengas una buena impresión de mí y te sientas orgulloso, pero una más y no me contengo, Oppa. Te juro que la haré llorar más de lo que ella te ha hecho llorar a ti. Gemirá de dolor y suplicará clemencia con la cara debajo de mi zapato.
Se va a arrepentir.
Me descubrí llorando del otro lado de la puerta también, y me quedé ahí sentada hasta que tus lamentos fueron sustituidos por ronquidos.
Abrí la puerta y la cerré tras de mi tan sigilosa como un gato para no sacarte de tu sueño. Sé lo mucho que te molesta que te despierten.
Corrí la cortina un poco y la luz de la luna me permitió verte mejor. Te acostaste con la ropa empapada y ahora tus sábanas estaban igual. ¡Ni siquiera te molestaste en quitarte las botas! ¿Qué no te preocupas ni un tantito por tu cuerpo, Oppa? Adoro prepararte ese caldo de pollo y hacerte mimos cuando estás enfermo, pero te prefiero sano para que podamos salir a jugar al parque. Tal vez a la pelota o con el disco volador. Si tu garganta se enferma no podemos salir, Oppa, y tampoco puedo escuchar esa voz que tanto amo escuchar cantar a todo pulmón.
Con toda la cautela posible quité las sábanas mojadas y te desvestí, deteniéndome cada vez que te removías en sueños. Diste varias falsas alarmas, pero no despertaste nunca. Tienes el sueño de un oso en invierno, Oppa.
Te sequé el cuerpo y el cabello antes de meterte ese pijama de franela con estampado de patitos que te regalé la Navidad pasada y que no te daba vergüenza usar, por más que los otros miembros te hicieran burla.
No había sábanas limpias, así que quité las de mi cama y te arropé con ellas. Tenía que estar segura de que no pasaras frío.
Me quedé un rato hincada a tu lado, observándote dormir. Lucías tan sereno e imperturbable, no muy diferente a cuando estás despierto; tan tranquilo, pero siempre con una sonrisa en el rostro para regalarle a los demás e iluminarles un poco el día.
¿Sabes que más adoro de ti, Oppa? Tus manos. Adoro como esos diez perfectos y largos dedos se deslizan por el piano con agilidad, mostrándome el orden de las notas. A mí siempre me cuesta imitarte, pero estás tan lleno de paciencia que no te importa repetírmelo durante horas hasta que por fin me salga bien.
Sería imposible enumerar todo lo que amo de ti, un ser que con todo y defectos, para mí es un ejemplo de perfección.
Y es por esa misma razón que no comprendo cómo alguien es capaz de hacerte daño, sobre todo más de una vez. ¿Cómo era capaz de estar con otro hombre cuando te tiene a ti bebiéndole el aliento?
Pero estaba segura que en unos días ella correría hasta ti y tú la volverías a perdonar, aceptándola de nuevo entre tus brazos. Sé que lo harás. Eres muy idiota, Oppa. Mereces algo mucho mejor, como por ejemplo, estar conmigo. Yo jamás haría lo que ella te hizo porque jamás sería capaz de hacerte daño. Jamás llegaría tarde a nuestras citas. Jamás olvidaría nuestro aniversario. Estaría ahí para ti siempre que necesitaras llorar, dispuesta a abrazarte el tiempo que fuera necesario hasta que volvieras a dibujar una sonrisa en tu bello rostro.
Te amaría por siempre. Incondicionalmente.
Pasee mi mirada desde tus no muy gruesas y atractivas cejas, pasando por tus largas pestañas y perfecta nariz hasta tus labios. La luz de la luna les daba un brillo especial, dándoles un aspecto aún más irresistible de lo normal.
Mis ojos no habían dejado de desbordar lágrimas, me dolía el pecho y estaba cansada. Siempre que pensaba en ello terminaba dándole vueltas en la cabeza durante largo rato para terminar echándome para atrás, pero ahora no estaba en condición de andarme con rodeos. Esta vez me incliné sobre tu rostro y rocé tus labios con los míos, vacilando un poco, hasta que me armé de valor y te besé.
El corazón me dio un vuelco al sentir como tus suaves labios correspondían el beso, pero cuando te separé lentamente seguías dormido, aunque con las comisuras de tu boca curvadas ligeramente hacia arriba.
Vaya que tienes el sueño pesado, Ki Bum. ¿A quién sueñas que besas? Más te vale que sea yo y no esa mujerzuela. Seguro que mis labios son mucho más dulces ¿verdad?
Te removiste en sueños y te diste media vuelta, dándome la espalda. Me puse de pie, decidida a salir de ahí, pero no sé cómo terminé acurrucándome a tu lado sin tu permiso. De todos modos tú tenías mis sábanas y yo tampoco merecía pasar frío después de todo lo que había hecho por ti ¿No?
Sentí tu cálido aliento rozar mi frente y me abrazaste inconsciente como un niño a su osito de peluche. Yo te devolví el abrazo, hundiendo mi nariz en tu pecho.
No sabía cuál sería tu reacción cuando despertaras en unas horas y me vieras dormida a tu lado. Alegría, enfado, confusión, me daba igual. Me quedaré ahí para cuidar tus sueños y regalarte otro beso a cualquier señal de pesadilla. Sé que estas situaciones te dejan destrozado por dentro. Si yo tuviera ese corazón, ya estaría pegándolo pieza por pieza con el más potente adhesivo, pero sé que no es así. Sé que ese corazón jamás será mío. Y aun así me aferro a ti con fuerza, como si pudiera retenerte para siempre.
Me llaman la “siempre alegre” pero no puedo parar de llorar. Me duele mucho mi pecho, Oppa. Algo está desgarrado ahí dentro.
— Quiéreme, Oppa.
Ren3e GodD.
Key & Jonghyun
1
Re: Quiéreme, Oppa [Two-Shot]
Dios! Me gusto mucho
Pobre de Amber
Espero ver mas historias
Pobre de Amber
Espero ver mas historias
EvilBean
SHINee
1
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