Los pies le dolían de tanto caminar. La mente le dolía de tanto pensar, de darle vueltas al asunto una y otra vez. El corazón le dolía; como no tenía idea. La sangre le hervía al darse cuenta que solo el podía enojarlo a ese grado, que solo él pudiera hacer su corazón doler de esa manera.
¿Por qué tenía que herirlo justo cuando apenas se estaba recuperando de la última batalla que habían tenido? Si se imaginaba incapaz de superar lo anterior, ahora con una nueva herida encima de la otra, le era realmente imposible.




Duele es verdad, pero nuestro distanciamiento aumenta el dolor. ¿Qué hago para remediar esto? Nada, yo también tengo mi orgullo; tú me lo enseñaste. Pero no poder abrazare, no poder decirte que te quiero me duele tanto en el alma. A pesar de que quiero correr a abrazarte y olvidarme de este maldito orgullo mío, mis pies se quedan calvados en el piso. No tengo el valor de mirarte a los ojos porque tú no ves el dolor en ellos, tu solo alcanzas a ver la indiferencia en ellos.
Pero es que esto me está matando. Toda esta situación se lleva mis fuerzas, mis ánimos. No quiero hablar ni siquiera para decir un Hola. No puedo ir a otro lado a recibir consuelo porque hay gente que tienen problemas en verdad, problemas reales. No como los míos.
O acaso… ¿yo soy el problema? ¿No soy lo que tu quieres que sea? Pero si tú me has formado a tu gusto. Si quieres que vaya vestido de azul, lo hago. Si me pides que de mi vida por ti, sin duda lo haré. ¿Qué no he dado por ti?

Por eso es que duele tanto.



A pesar de que me dices que me amas, y no lo dudo, pero entonces por qué haces siempre que mi corazón se rompa e infinitas partes. ¡¿Por qué?! Es que tu no ves las lágrimas que derramo por ti, por eso te importa en lo más mínimo. Tu solo vives para ti. Si es así, si va a ser así, por que no simplemente ya lo dejas por la paz. Ya no quiero seguir viviendo en este círculo vicioso en donde todo el dolor se vuelve a repetir.
Pero no vuelvas, porque si vuelves estoy seguro que volveré a ceder ante ti y experimentaré nuevamente ese dolor.

Esto duele, realmente duele
Mientras sostengo este roto corazón, vivo esto una vez más, otra vez
Tú no conoces este dolor

— ¿Dónde estabas? — ese tono en tu voz no me gustaba, siempre que lo escuchaba me daban ganas de comenzar a llorar desde ese momento.

—Lo siento, me he venido porque…

— ¡No! — el volumen alto y alterado de tu voz me hizo mirar el suelo y comenzar a temblar, pero no iba llorar. No esta vez. — ¡Tu tenias que esperarme ahí hasta que llegara!

—Jong… en verdad lo siento, pero estuve esperando tu llamada y…

— ¡No importa! Tú tienes que esperarme ahí. —es imposible razonar contigo, no importa lo que dijese, nunca entendías o dejabas que te explicara. ¿Qué caso tenia hablar? — ¿Con quién te fuiste?

— ¿Eh? —la pregunta me dejó desconcertado. — ¿ir a donde? ¿Acaso no ves que no conozco a nadie ahí? ¿Crees que estoy por mi gusto ahí? — dije que no lloraría, pero dolía que pensaras esas cosas de mi. — ¿No fuiste tu el que me convenció de estudiar esa maestría?

— ¡Mierda! ¡¿Entonces por qué no me esperaste?! —tu rostro… siempre me había parecido hermoso, pero cuando te ponías así me daba miedo. Esas facciones deformándose, diciendo cosas sin sentido; cosas hirientes. — ¡No ves que no tengo tiempo! — ¿No tienes tiempo? ¿No lo tienes para mi? ¿Entonces que soy para ti? ¿Alguien a quien solo puede usar? ¿Soy un pequeño perro al cual puedes mimar cuando quieras y luego le pegues cuando cometió un pequeño error?

Duele tanto que quiero salir corriendo, pero no puedo porque aun sigues ahí mirándome. Lentamente poso mi mano sobre manija de la puerta para cuando me des la espalda pueda salir rápidamente. ¿Puedes acaso ver el dolor?

Tú eres el malo, tú eres tan malo
Tu, de pié ahí, bloqueando este roto corazón, mío…

—Amor…

¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo hacer cuando vienes frente a mí? Ni siquiera dices un lo siento, pero para ti todo termina ahí. ¿Crees que solo con que vengas y me abraces todo acaba bien? No, para mi roto corazón aun eso duele más, porque sabe que aun lo seguirás haciendo. ¿Pero qué puedo hacer? ¡Por eso te dije que no regresaras! ¡Idiota! A pesar de que no tengo los ánimos, que mi corazón no ha sanado lo suficiente como para alzar mis brazos que posan inertes a los costados de mi cuerpo, poso suavemente mi cabeza en tu pecho.
Duele, duele como no tienes idea. El dolor es como un gusano que te come por dentro mientras que no te das cuenta. Puedo reír contigo, puedo reír con los demás; pero solo es una manera de salir de este trance doloroso. No quiero mostrarme con una persona que solo se queja por lo que pasa cuando veo a otros dolerse también. Es una careta para esconder el dolor que me está matando por dentro. ¿Será que te quiero mucho como para aguantar todo esto? ¿Es eso?

Eres malo.