Titulo: Letters to romeo
Genero: Angst - Songfic - Flashfic
Autor: Sou-Tan
Nota: Basado en la cancion "Piensa en mi" By Jotdog.

Noviembre de 1952. Corea del Norte.



Las palabras sobran pero la tinta se acaba rápido y el tiempo, ese precioso tiempo, es lo que escasea en estas fechas: Los días solo pasan de esta manera tan cruel mientras nuestras vidas no avanzan, solo terminan trágicamente.



Yo desearía…oh, cuantos deseos que no puede nadie cumplir. Desearía no estar a una guerra de distancia.



Es como una pesadilla y solo quiero despertar. Si tan solo hubiese forma de detener todos los gemidos de dolor que cantan al son del himno de los condenados. Es una tortura que cuerpo puede soportar cien años, pero que atormenta a tu mente y la destruye en cuestión de horas cuando eres consciente de toda esta miseria.



En ocasiones, estas aquí. Tomas mi mano un momento y luego dices adiós. Ignoro si haz recibido mis cartas y me gusta creer que es así. Sabes que estoy vivo y que no puedo, simplemente, olvidarme de ti. Ha sido una larga espera y…te amo.



Por las noches, es como si pudiese morir. Entonces recuerdo el día en que partí lejos. Yo sonreía como si la maleta en mis manos y el viaje fuesen solo un sueño. Te negaste a verme y cuando tu hermano nos dejó a solas, me miraste con miedo. Pero en aquel tiempo no había nada que temer. Me abrazaste fuerte como si yo no planease volver.



Pero que tonto e ingenuo. Si tan solo pudiera me quedaría en ese instante, sujeto al ser por el que me aferro a la vida, para siempre. Moriría así, feliz.



No te preocupes, yo estaré bien. Pero ahora quisiera, con tu permiso, cambiar mi deseo: Necesito verte una vez antes de morir. Ni siquiera tengo una foto, solo mis recuerdos. Pero creo que comienzo a enloquecer y últimamente todo me resulta confuso.



Solo, enamorado y sin nada que perder más que una vida junto a ti. No puedo solo quedarme y esperar a morir miserablemente como muchos en un lugar donde no hay nadie que me recuerde, sin nadie a quien decir adiós.



Estoy desesperado, abandonado a mi suerte, desolado, me ahogo en mí mismo y estas cartas son lo único que tengo para no hundirme más. Pero, sobre todo, tengo miedo.



El próximo mes voy a emprender un viaje sumamente peligroso a casa. Puede que me dirija a la muerte o hacia tus brazos.



Si nunca vuelvo, por lo que más quieras, imagíname de vez en cuando. Cuando te sientas solo o camines por ahí, figúrate que se acompañó. Imagina que me rio de tus chistes, que velo tu sueño por las noches, que te abrazo cuando lloras. Recuérdame como el niño tonto del que te enamoraste alguna vez. Recuérdame como el joven temerario que te amo hasta los huesos y haz de cuenta que me fui en busca de la libertad.



Ahora que lo pienso, dijiste algo aquella última  vez. Aun puedo escucharte susurrar en mi oído esas palabras…y se repiten una y otra vez.



Solo…quiero…no, no se…no es un adiós…piensa en mí.



*****´´´



Incheon, Corea del sur, 1991



Minho esperaba sentado. Cuando sonó el timbre, volvió a recordar que el tiempo no perdonaba a nadie, incluso si eras fuerte como un roble, como él. Sus huesos se quejaron mientras caminaba a la puerta.



En la mañana había recibido una llamada bastante peculiar de una joven que afirmaba tener algo que le pertenecía.



Se encontró con una muchacha de cabello rubio y ojos azules, que le miraba como si no esperase nada. O como si esperase mucho, quizá.



-Seños Choi, no se imagina cuanto tiempo le ha estado buscando – Le saludo ella con una sorprende acento perfecto.



El asintió sin decir palabra y la invito a pasar con una sonrisa.



La joven parecía hechizada por las fotografías colgadas en las paredes. Se detuvo a observar más de cerca una en particular.



-Señor Choi…



-Minho, ¿Para qué son los nombres, entonces? – Le dijo de buen humor.



Ella siguió mirando la fotografía cuando hablo:



-Minho, ¿Recuerda usted a Taemin?



Taemin…Taemin



Recordarlo…pero, ¿Cómo olvidarlo?



¿Taemin? ¿El chico que se robaba las manzanas de la cocina, el mismo que trepaba en los árboles y se metía en mi habitación en las mañanas para despertarme con un beso? Recuerdo hacerme el dormido para que volviese a hacerlo. ¿Qué si lo recuerdo? Le vi crecer, era como una hermano que la vida me regalo y luego me quito cuando más lo necesitaba. Me amaba y no tenía miedo a demostrarlo y, no puedo negarlo, yo también lo hice. Maldita sea…el jamás volvió.



-No he dejado de recordarlo desde el día que llego a esta casa, en el verano de 1934. Era solo un niño.



En ese momento Alice pudo ver al hombre de las cartas, al que se describía como el de los hermosos ojos marrones. Estuvo segura de que su búsqueda había valido la pena y el tiempo.



-Yo tengo algo que es suyo – Le mostro un pequeño cofre que llevaba – Mi nombre es Alice y mi padre era un soldado estadounidense que vino a este país en tiempos de guerra.



Minho asintió comprensivo, invitándola a tomar asiento.



-La guerra, otra cosa imposible de olvidar.



Desde su asiento ella pudo observar más fotografías. Había una en particular donde se veía a Choi Minho sonriendo junto a un joven parecido a él. No había rastros del cabello cano ni de las gafas.



-Todos éramos muy felices antes de eso, pero el tiempo corre y las cosas pasan.



Alice noto en el fondo de sus ojos que, para Minho, esa historia de amor que contaban las cartas nunca había pasado con el tiempo.



-¿Qué tienes ahí?



-Son cartas viejas, son para usted.



-¿Puedo saber quien las envía?



-Lee Taemin.



No dijo nada. Tomo el cofre y saco las cartas. Algunas no tenían sobre, señas de la falta de tiempo. No sabía que pensar. Taemin. En lo profundo de su ser había querido pensar que escapo e hizo una vida en otro país, pero que nunca pudo comunicarse. Era una pequeña esperanza entre una multitud de realidades.



Suspiro mirando a la joven sentada frente a él.



-¿Cómo es que las tienes tú?



-Un soldado hacía de mensajero clandestino. Las cartas fueron interceptadas y nunca llegaron a destino. Cuando lo atraparon finalmente, llevaba la última de ellas. Mi padre, nunca me dijo porque, quiso quedárselas.



-¿Qué sucedió con él?



-Lee Taemin… - Tomo un respiro y continúo: Murió al ser descubierto intentando cruzar la frontera. Lo logro, vaya que sí, pero fue visto en el punto más importante de su viaje por un soldado…no tuvo escapatoria. En sus ropas encontraron su pasaporte y pudieron identificarle.



-Su cuerpo…



-Era de los nuestros, así que consiguieron darle un entierro digno en secreto. – El silencio se produjo luego de eso. – Encontré las cartas en casa cuando tenía doce años, papa me contó la historia de Taemin. Espero que lo le moleste que leyera las cartas, he crecido con ellas y me sentí obligada a entregarlas cuando pude a su dueño, si es que aún vivía. – A ella se le llenaron los ojos de lágrimas – Siento que le debía esto a Lee Taemin.



Una pequeña lagrima escapo de los ojos del viejo Choi Minho.



-Era lo más hermoso que habían visto mis ojos. Tenía el cabello castaño, la piel blanca y sus ojos…tenia uno azul y el otro color caramelo. Lo espere siempre. Miraba a la ventana a todas horas, incluso quise ir por él, pero me detuvieron. –Rio amargamente- No se los hice fácil, pero no funciono, después de todo. Cuando acabo la guerra yo no tuve paz, solo necesitaba saber…no, yo no quería saber, solo quería que volviera conmigo.



>>Gracias, Alice, por traerlo de vuelta a casa.



-Yo, solo quiero saber algo antes de despedirme.



-Adelante.



-¿Qué fue eso último que le dijo a Lee Taemin?



Minho sonrió complacido, como quien guarda un secreto importante durante mucho tiempo.



-No mucho. Solo dije: “Piensa en mí”.



Cuando ella se fue, sostuvo las cartas contra su pecho llorando en silencio. Desde el otro lado de la habitación, Taemin le miraba fijamente. Luchaba por mantenerse serio, pero Minho, que le conocía tanto y tan bien, sabía que en el borde de sus labios casi se escapaba una sonrisa.



"Pensaste en mi todo el tiempo" Le dijo al recuerdo del joven cuyos ojos se mantendría brillantes para siempre.

Eso fue demasado tierno, muchas gracias por escribir tan lindo.

Me sentí contenta de que llegaran las cartas aun después de tanto tiempo.