(Como no me quiero pasar la vida describiendo los días, voy a saltar a una semana)

Eran las diez de la mañana. Realmente estaban durmiendo todos como angelitos. Si. Todos juntos. Sayeon incluida. Por que ella no tenía ningún inconveniente. Confió en ellos casi desde el primer momento. Y aunque al principio se habían sentido recelosos de tener a una mujer literalmente bajo sus sabanas, ella accedió a dormir en una punta alejada, al lado de Taemin. Ya habían cambiado de lugar donde hospedarse, porque ahora se encontraban en Daegu, al sur de Corea.
No habían hablado mucho más desde aquél juego de las preguntas, que se habían quedado en ella y punto. Las actuaciones, los bailes, los conciertos los obigaban a no tener un contacto estrecho. Solo por la noche y a primera hora de la mañana podian armar jaleo. Taemin, Jonghyun y Key eran con quien más mantenía contacto la chica. Minho parecía algo distante, pero Sayeon sabía que siempre tenía un oído para lo que ella hiciese o dijese. Y Onew… bueno, Onew era Onew. Se reía, pero siempre a una prudente distancia.
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-Era como… si no quisiera acercarse a mí. Vi “Hello Baby”, y había ciertos días en los que pensé que yo sería como Yoogeun. Me puse triste de verdad –Sayeon bajó la cabeza, justificando sus palabras.
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Sayeon abrió los ojos remolonamente y se topó con la cara de Taemin. En diferencia, ella estaba despierta y el no. La chica no supo decir si parecía más niño cuando dormía o cuando sonreía. Se incorporó sobre sus codos y observó la habitación. Tenía un tono pastel claro y se trazaban líneas oscuras a modo de dibujos. La única luz que alumbraba cuando se encendía emitía un color apagado como queriendo decir “Las luces fuertes irritan las mentes de los soñadores”. Y no le faltaba razón. Repasó con la vista los rostros tranquilos de sus compañeros durmientes. El siguiente después de Taemin era Jonghyun, y Sayeon se llevó un buen susto al comprobar que tenía los ojos ligeramente abiertos, con el brazo derecho encima del hombro de Taemin y el otro debajo de su propia cabeza. No tenía de que sorprenderse: ya sabía por los vídeos como eran las noches de Jonghyun. Sin embargo, esos labios rosados, medio abiertos y la respiración pausada la atraían considerablemente. Pero negó con la cabeza, queriendo olvidarse de todo y llegó a repetirse a si misma “Eres tonta”, durante cinco minutos. Hasta que Key parpadeó.
-¿Sayeon? – musitó, después de enfocarla-. ¿Qué hora es?
La muchacha alcanzó su bolsa y sacó un reloj de muñeca. No quería agarrar el móvil aunque estuviera mas cerca, por que su fondo de pantalla era… comprometedor.
-Son las… diez y diez –en cuanto el chico lo escuchó, emitió un gemido y se volvió a acostar, aunque era consciente de que no podría dormir mas. Por otro lado, Sayeon rebuscó entre sus cosas y asió camiseta y pantalón junto con ropa interior para luego dirigirse a uno de los dos baños que había.

Volvió a la habitación, recogió su diario personal, y mientras esperaba que todos se despertaran se sentó en el sofá y empezó a escribir.


(Me parece que exactamente un diario no es, pero vamos a fingir que si)

Después de un rato, Minho y Jonghyun aparecieron.
-Sayeon-dongsaeng –habló el primero-. ¿Hace cuanto estás despierta?
Sayeon dio un saltó y el cuaderno cayó al suelo. Fue a recogerlo y chocó de cabeza con Jonghyun, que se había adelantado a ayudarla. Ambos se sostuvieron por el lugar donde se habían golpeado.
-¿Estás bien? –preguntó el chico.
-Perfectamente –luego se lo pensó y sonrió-. Solo voy a tener un derrame cerebral por tu culpa.
Ambos muchachos sonrieron.
-Disculpadme, si esperáis un poco, haré el desayuno –Sayeon sonrió, se levantó y Jonghyun la miró irse.

(Lo se, mensaje subliminal con las letras xD)
Minho lo miró y puso cara de malote.
-¿Por qué no la ayudas a hacer la comida? –azuzó a su hyung. Jonghyun lo miró como si estuviera loco.
-¡¿AH?! –exclamó, medio desgañitándose. Sayeon emergió de la puerta de la cocina.
-¿Pasa algo? –dijo, sorprendida por el grito.
-No, nada tranquila –se excusó el más bajito, pero antes de acabar la frase, ella ya había vuelto al interior de la cocina. Minho y Jonghyun se miraron y avanzaron hasta allí, echando un vistazo por el gran rectángulo que se creaba en la pared y que dejaba vislumbrar a la muchacha. No era la primera vez que veían a Sayeon correr de un lado para otro de la pequeña habitación, pero los dejó atónitos la prisa que se daba.
Sayeon estaba muy concentrada en lo que hacia. Se retiraba el pelo de la cara cada dos por tres, pelaba las cebolletas con rapidez y precisión, freía el guiso… de vez en cuando echaba miradas a los dos chicos que no quitaban ojo a todo lo que hacia y que la empezaban a ponerla nerviosa. Con urgencia, alcanzó cuatro platos, dos para Minho y dos para Jonghyun.
-Ayudadme a poner la mesa por favor –suplicó. Ellos murmuraron por lo bajo algo como “¡claro, claro!”.

Al cabo de diez minutos, la mesa ya estaba puesta. Sayeon se enjuagó el sudor de la frente con el dorso de la mano y miró a sus compañeros.
-Id comiendo. O al menos que haya alguien que despierte a los otros. Yo voy a ir a darme un baño –se encerró en la pequeña habitación. Minho fue a sus dormidos hyungs, menos a Key, que en sí ya estaba despierto. Para su sorpresa, a quien le costaba mas levantarse era a Taemin.
-Taemin… -murmuraron Key y Minho. Onew había salido hacia el cuarto de baño.
-No quiero levantarme aun… -suplicó el pequeño.
-Son las once menos diez, ya es hora –lo reprendió el mas mayor. No hizo falta nada más. Se escuchó un grito femenino procedente de unas puertas mas para la derecha que provocó que el sueño de Taemin se esfumara y se levantara extrañado.



Jonghyun se adelantó a tiempo de ver a Onew cubriéndose con los brazos la cabeza, mientras Sayeon le tiraba trastos por encima. Solo llevaba una blanca toalla entorno a su esbelto cuerpo, pero era suficiente para avergonzarlos a todos. Empezando por Jonghyun.
La chica tenía el pelo mojado adherido al cuello, medio chorreando y sus ojos eran como los de un cervatillo asustado. Cerró de golpe la puerta. Onew miró el trozo de madera rectangular como si aun la viera y se levantó, pues había acabado con la espalda en la pared y sentado en el suelo. El chico negó con la cabeza.
-Me hubiera sentado mejor que me hubieran tirado aire comprimido a la cara- murmuró Jinki, turbado-. Al menos habría sido menos embarazoso –y recuerda lo del aire.


(Segundo 10 xD)

Todos se empezaron a reír.