La luna estaba alumbrando aquella fría noche de octubre. Un pequeño chico de cabellos marrón claro que le llegaba hasta los hombros, estaba en un balcón viendo hacia el exterior. Observaba la luna, la miraba con deseos en los ojos, la veía como si quisiera estar ahí en esos momentos.

El chico de tez pálida, ojos delineados como los de una chica, unos labios finos y hermosos, estaba recargado en la barandilla del balcón, podía observarse como pequeñas rasguños y cortadas se encontraban en su cara y labios y como ciertos moretones resaltaban de sus blancos y delgados brazos.

El la mirada de él se podía apreciar tristeza y desesperación, como si buscara una salida de algún sufrimiento. Al final el chico se retiro del balcón, cerro la ventana y dispuso a cerrar sus ojos con lentitud para escapar de la realidad.
Muy en el fondo, el chico no quería despertar nunca más.

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-¡Despiértate Holgazán! Llegaras tarde a la escuela, ¡Es lo único que haces! y ¡mírate dormido! ¡Estúpido Holgazán! ¡Levántate de una vez! ¡O vete de la casa y consigue trabajo! ¡HAZ ALGO! –Gritaba desde fuera del cuarto la madre del pequeño chico que había conciliado el sueño pensando en una vida mejor, el ya estaba acostumbrado a esa clase de tratos, un regaño más un regaño menos, realmente no importaba mucho.

-Ya voy… -Mencionaba el joven algo perezoso, sabía que esa actitud le causaría problemas en un futuro no muy lejano, pero esa mañana en realidad el no tenía ganas de preocuparse por los gritos de su madre. El chico se metió a dar una ducha, para después alistarse y ponerse el uniforme escolar, cursaba el primer año de preparatoria y no era el más popular que digamos.

- ¡Taemin! Te habla tu padre. – Gritaba su madre desde las escaleras, esas palabras solo significaba una cosa “Problemas”
Bajo a donde estaba su padre, sabía que se encontraría ebrio o algo por el estilo, nunca lo había visto sobrio una vez en su vida.

-¿Qué son esas pintas? ¿Por qué no te cortas el cabello? ¡PARECES UNA MUJER! –Rechinaba los dientes al terminar de decir esto, como se había dicho, el padre del joven se encontraba totalmente ebrio. – Quiero que te metas a trabajar…-dijo seriamente el padre, evitando todo contacto visual con su hijo.

-Pe…pero…- Parecía que el chico tenía algo importante que decir, pero un golpe a puño cerrado en su boca de parte de su padre no lo dejo argumentar lo siguiente.
-¡CALLATE! No tienes ninguna objeción, tu solo disque estudias, no sé cómo le vas a hacer pero ¡te me metes a trabajar! – El chico tenia la mano puesta encima de su labio, ese golpe había dolido y sobre todo había abierto una herida de hace poco tiempo, se limito en mover la cabeza en señal de entendimiento y salió del despacho de su padre, busco hasta conseguir una banda adhesiva del botiquín y ponerla en su mejilla… ahora sabía que no podía volver a la casa antes de que conseguir un trabajo.

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Caminaba lentamente por la avenida que lo llevaba a su escuela, con un paso pausado, como si diera todo por no llegar, al fin y al cabo estaba seguro que esa noche no dormiría en su casa.

Llego a la gran entrada de su estúpida y aburrida escuela, ya había sonado el timbre para entrar a la primera clase. –Suspiro- No tenía ni una pizca de ganas de escuchar al profesor parloteando de no sé cuanto… Estaba a punto de dar un paso, cuando sintió un golpe agresivo en el hombro y cayó al suelo.

-¡OH! Lo lamento mucho, perdóname no te vi- Un chico alto de cabellos negros algo alborotados y unos ojos realmente grandes y preciosos estaba parado frente a él, extendiéndole su mano para ayudarle a levantarse. – ¿Te encuentras bien? ¿No te hice ningún daño? – Seguía preguntando el mayor con un tono de preocupación.

-….estoy bien…-murmuro aquellas palabras que casi eran desapercibidas por el mayor, tomo su mano y este le ayudo a levantarse. El chico se quedo viendo asombrado los ojos de aquel alto joven de cabello oscuro y este solo se limito a darle esa sonrisa tan peculiar que lo había caracterizado desde que nació.

-Que bien, me preocupe, lo lamento, Oh pero que descortés fui… Mi nombre es Choi Minho.- Aquel Joven Extendió su mano hacia el menor y sonrió perfectamente.

-….Tae…min… me llamo Tae min… -Por alguna extraña, pero obvia razón aquel chico de cabellos largos no podía dejar de ver la sonrisa del mayor… Es como si estuviera viendo el resplandor de la misma luna.