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Tercer Nivel
Titulo:Level Three
Autor: Edi
Género: Oneshot/Lemon
Parejas: Descubranlo~ *w*
Personajes: Key(pv)
Notas: Ultimamente esta pareja me esta haciendo cosquillas kkk ¡y vengo a encontrarme con semejante shot! la verdad es que ahora también es una de mis favoritas... pero nada le gana al JongHo xDD bieen~ este shot NO ES MIO, repito lo encontre por ahí. Si quieren leerlo en el foro original denle click al titulo :3 ¡BESOS!
Desde la calle podía escuchar la música, aun puñados de personas se amontonaban en la entrada buscando poder ingresar al lugar. Hacía demasiado calor a pesar de ser la una de la madrugada.
Bajé del auto y crucé de vereda, chocando en el acto con algunos borrachos con ganas de pelear, por suerte los de seguridad los echaron a base de amenazas. Muchos me miraron de mala manera, odiándome por adentrarme al lugar sin mayor inconveniente, era alguien demasiado conocido en ese boliche. Tontos.
Al paso iba devolviendo saludos y deteniéndome a conversar dependiendo de quien se tratase.
Era viernes al fin, el día más esperado de la semana, al menos para mí.
Lunes, martes: aburrido; miércoles, jueves: ansioso; así me la pasaba esperando que llegara este día.
Recorría los pasillos del interior, esos en los que la música resonaba y se podía sentir el calor del ambiente. Me apoyé en el barandal de la escalera del segundo piso, observando como esos cientos de cuerpos se movían al compás de la música, como se manoseaban descaradamente, como se refregaban sin vergüenza alguna, como algunos casi lo hacían en medio de todos sin importar nada en absoluto. Me agradaba este lugar porque aquí no existían los límites.
Tenía la garganta seca, debía ingerir un buen trago ahora mismo. Bien podía llegar a la atestada barra caminando a través de unos pasillos, pero debía dar toda una vuelta a la pista de baile, decidí llegar atravesando a la masa de personas que danzaban desinhibidos, era mucho más interesante. Algún que otro tipo me manoseó el trasero, otro metió su mano en mi cabello, pero en ningún momento detuve mi andar para voltear a ver de quien se trataba, no valía la pena.
El lugar era inmenso, las luces bajas invitaban a que la vergüenza huyera lejos, permitiendo así, que las personas se liberaran de toda presión e hicieran lo que se les antojara. La música estridente no dejaba mantener una conversación normal, solo era una excusa mas para acercarse peligrosamente al oído de quien esa noche te interesaba. El DJ siempre ponía su cuota de ‘buena onda’ ayudando a caldear más el ambiente.
El edificio constaba de tres pisos, y por más increíble que pareciera, el lugar siempre estaba atestado de gente, los viernes eran los peores.
Terminé de atravesar el mar de cuerpos por demás excitados y llegué a la barra. En cada piso había una, pero no había mejor barra que la del tercero. Pero aun era demasiado temprano como para aparecerme por ese lugar.
El chico a cargo de los tragos ya me conocía, siempre aparecía a la misma hora, en el mismo lugar, el mismo día.
-Lo de siempre. – le dije con una sonrisa. En cuestión de segundos tenia en mis manos ese trago que tanto me gustaba, observé su llamativo color, el detalle que desde una primera vez me había atraído. El pequeño vaso de vidrio se movía pacifico en mis dedos.
Disfrutaba de la bebida mientras observaba lo bien que la pasaban los demás. Cuando me disponía a levantarme de mi lugar, luego de haber acabado el trago, una pareja bastante ebria y bastante apurada por tener un poco de acción, se me cayó encima. Inmediatamente giré a verlos y dedicarle una mirada de pocos amigos, pero su estado era tan deplorable que solo rieron sin sentido y se alejaron, perdiéndose entre la multitud. Bufé exasperado, y me acomodé la ropa.
-Imbéciles. –
Algo en mi bolsillo vibraba, alguien me llamaba. Presioné la tecla roja sin siquiera haber contestado, era imposible poder hablar en ese lugar. Supuse entonces, que en cualquier momento recibiría un mensaje. Pero no fue así. Cansado de tener el aparato entre mis manos, lo volví a guardar.
-Maldito. – dije un tanto irritado.
El alcohol tenía efecto inmediato en mi cuerpo, sentía que debía correr al baño o me orinaría ahí mismo. Podían pasar años, pero jamás me acostumbraría a beber. No era lo mío. El solo pensar en andar cayendo y levantando de algún callejón mugroso me daba escalofrío. Si siempre bebía el mismo trago, era porque sabía que era lo único que mi anatomía podía soportar sin que se me subiera demasiado.
Subí las escaleras que me llevaban al segundo piso, donde se encontraban los sanitarios. Una persona que no estaba psicológicamente preparada jamás debía llegar a este lugar. Perfectamente se podría grabar una película porno. A unos cinco metros de donde me encontraba, una mujer de cabellera rubia, horriblemente teñida, se la chupaba a un tipo gordo, ver su cara de placer fue una de las cosas mas asquerosas que me tocó ver en mis veintidós años de vida. En ese instante, infinitamente vomitivo, apresuré mi paso para llegar al baño de una maldita vez.
Mientras me cuestionaba que tan necesitado podría estar alguien para hacerle el favor a un tipo como aquel, abrí la puerta y me encontré con un lugar perfectamente limpio, fue una agradable sorpresa, una que solo duro unos segundos, una que se esfumó al escuchar unos gemidos guturales provenientes de uno de los tantos cubículos. La maldita gritaba y gemía como desquiciada, sentía que era inminente que se rompiera la pobre puerta que desde adentro se agitaba sin parar. Di por acabado el espectáculo ingresando a uno de los cubículos, no sin antes asegurarme que estuviese vacío.
Reí solo al darme cuenta que esa noche estaba siendo muy…quisquilloso. Después de todo, las personas que asistían a lugares así, lo hacían para divertirse y pasar un buen momento, y yo era uno más. Apreté el botón y salí.
Iba a lavarme las manos… iba, sino fuese porque encima del lavabo un tipo estaba siendo manoseado y friccionado por otro que parecía mas que entretenido, satisfecho con lo que lograba en su compañero, mirando su recompensa en el espejo. El arrinconado atrapaba con sus piernas al otro mientras sus manos iban y venían en el cuerpo ajeno. Fue algo instantáneo el quedarme viéndolos, mis ojos viajaban por todo el show prohibido que se me ofrecía.
-¿Quieres unirte? – pregunto con una sonrisa espantosa el hombre, mientras se movía entre el otro sujeto. De espaldas era mucho mejor, su rostro era espantoso.
-No, gracias. – siempre fui una persona sarcástica, no iba a dejar de serlo para responderle a ese sujeto. Sin más, me di la vuelta y salí del sanitario. Esto ya no debía sorprenderme, no si iba todas las semanas, pero cada vez era peor.
Pasando otra vez por todas esas escenas no aptas para menores, me dirigí a la barra de ese piso. Y volví a pedir lo mismo. Era rutina hacerlo. Solo para comprobar algo que ya sabía. El trago sabia mejor en el tercer piso.
Mi celular vibró. Tenía un mensaje nuevo. Había tardado demasiado.
“¿Tan bien la estas pasando?”
Estúpido. Por supuesto que no la estaba pasando bien. Pero por el bien de mi orgullo, aun debía esperar.
“Mejor imposible.”
Contesté, dejando el celular sobre la barra, sabia que pronto recibiría respuesta.
“Mentiroso. Kibum, de aquí puedo verte.”
Y en el momento que leí esas palabras, fue inevitable el no girarme y mirar hacia arriba. Maldito. No podía verlo.
“Tu tampoco te diviertes mucho, por lo que veo.”
“Sigues mintiendo, no ves nada.”
Lo odiaba. ¿Cómo sabía que no veía nada? Ya me estaba hartando su altanería.
“¿Quieres ver como me divierto?”
Quizá estaba siendo estúpido, había ido a ese lugar para divertirme, y solo estaba sentado contestando sus estúpidos mensajes. Dejé mi lugar como si un resorte me empujara a la pista. Observé, forzando mis ojos debido a la poca luz, a los chicos que danzaban, elegí uno que fuese atractivo e hice lo mío. Unas cuantas palabras susurradas muy cerca del oído, rozando mis labios a propósito, y en cuestión de segundos, el sujeto ya entraba en confianza, en más confianza.
El aire escaseaba, las luces hacían que el calor aumentara, sentía el roce sudoroso de los cuerpos contra el mío. Bailaba despreocupado, la música resonaba en mi cabeza, debí haber hecho esto desde que puse un pie en el lugar.
Cansado y sudado, me disculpé con el sujeto, a quien había elegido, y me dirigí a mi antiguo lugar. Regulé mi respiración, y se me ocurrió ver mi celular por si tenía un mensaje. Bingo. Y antes de abrirlo, una sonrisa se dibujo en mi rostro.
“Orgulloso.”
Como por arte de magia, esa sonrisa desapareció. Ese tipo era insoportable. Me sobresalte un poco cuando el aparato comenzó a vibrar en mi mano.
“¿Esperabas otra cosa?”
Mil veces maldito. Parecía que tenía la capacidad de leer mi mente, sino lo hacía, al menos leía perfectamente mis expresiones. Cansado, guardé el celular y me dirigí al último piso.
El lugar estaba igual o más bullicioso que los anteriores que ya había visitado. Divisé a unas cuantas mujeres sin blusa, mostrando sus pechos tranquilamente, rodeados de hombres que habrían sus bocas gritando excitados, pidiendo que continuaran desvistiéndose; las alocadas y acaloradas féminas parecían contentas con lo que lograban.
Sonreí.
Era divertido ver hasta donde se podía llegar con una gota de alcohol encima, aunque esos de allá, seguramente tenían más que eso en su cuerpo. Era divertido, no por el hecho de verlos alcohólicos, sino por el hecho de que estaban siendo libres, pensando solamente en pasarla bien, sin importar lo que se puede pensar. Y ese era un buen lugar para hacerlo, porque allí no se pensaba.
Me negué divertido a algunas invitaciones de baile, a algunas atrevidas sugerencias, y en el momento que mi vista encontró la barra, seguí mi camino dejando atrás a un chico que insistía que lo acompañara no se a donde.
Sobre el largo lugar decenas de personas hacían sus pedidos desesperados, con los brazos en alto se alejaban contentos con sus respectivos tragos. Pasando entre aquellos que aun seguían esperando, me apoyé en la barra, con la idea de encontrarlo. Pero no estaba. Solo podía ver las botellas, minuciosamente ordenadas en la parte posterior, los diferentes líquidos en el interior de ellas brillaban por las luces del lugar.
Mi cabeza se movía de un lugar a otro, mis talones me otorgaban unos centímetros más de altura; pero ni haciendo eso pude verlo.
Buscaba entre los empleados que atendían a las eufóricas personas, forzaba mis ojos a ir más allá, en contra de la poca visibilidad, giraba sobre mi propio eje ocasionando algún que otro tropezón con algunos que pasaban cerca, pero nada. Cansado tomé asiento, uno que se había desocupado recientemente, y pedí un trago, esta vez quería un licor. La chica que había tomado mi pedido ya me conocía, me acercó el pequeño vaso y me sonrió divertida.
-¿Te decepciono?- pregunto curiosa, aun con esa sonrisa en su rostro. Sabia de que me hablaba, por supuesto.
-No.- respondí cortante. La muchacha no me caía mal, pero aquella pregunta… La mujer rio sonoramente por mi respuesta para luego alejarse con un “si tú lo dices.”
No sabía a que estaba jugando, pero estaba más que claro que estaba en ese lugar. ¿Sino como sabia todo lo que hacía?
Llevé el pequeño objeto de cristal a mi boca, y disfrute del espeso líquido, sintiendo como mi garganta ardía un poco. Licor. El único de esa noche, no quería terminar mareándome.
A mis oídos llegaban los gritos acalorados de aquellos que bailaban con desenfreno en la pista, el calor se estaba haciendo sentir en el ambiente, el juego de luces era perfecto, volviéndose cómplice con el descaro que rondaba cerca, invadiendo y apoderándose de todo aquel que estuviese en el interior del lugar. Definitivamente, el tercer piso era… diferente. O quizá, solo lo era para mí.
Concentrado apoyé el ya vacio vaso sobre la base de la barra, le eché un vistazo al celular, encontrándome nada nuevo.
-El crédito no es eterno.- susurro alguien en mi oído. Despacio, atrevido, fresco y caliente a la vez. Giré aun estando sentado y me lo encontré ahí, parado en frente mío, cruzado de brazos y sonriéndome seguro. Odiaba su seguridad. Lo miré serio, aparentando normalidad.
-Idiota.-
-Pero esperabas mi mensaje, ¿no?-
-¿Tu mensaje?- pregunte sarcástico.- No eres el único en mi agenda.-
-Pero soy el primero, y el mas importante.- refuté otra vez tan seguro que me dio bronca. Su expresión era tan… tranquila, que me entraron ganas de saltarle encima y revolearle el celular en la cara.
-Cállate.- era ahora cuando me cuestionaba el porqué lo buscaba. Obviando lo que había dicho, tomó asiento a mi lado, mirándome fijo y sonriendo. -¿Tengo monos en la cara?- cuestioné algo alterado. Una carcajada salió de su boca.
-No, pero si los tendrías, apuesto lo que sea a que igual te verías bien con ellos.- atrevido.
-Por supuesto que me vería bien.- dije tratando de ocultar mi ansiedad. Si me seguía mirando de esa manera, si me seguía comiendo con los ojos, si se seguía acercando de esa forma… definitivamente, le saltaría encima, y esta vez me olvidaría de romperle el celular en la cara, tenía en mente algo más… productivo.
-¿Por qué me buscabas?- cuestionó de la nada, esto le divertía, esa sonrisa me lo decía.
-¿Quién te buscaba?-
-Vamos Kibum, ¿a quien más buscarías aquí? ¿Por qué te inquietaste al no verme en la barra?- el maldito me había estado observando todo el tiempo.
-Solo me pareció extraño que no estuvieras trabajando, es todo. Punto.-
-Ah.- salió de su boca, pareció entretenido con la ‘conversación’. Apoyé mi mano derecha sobre el banco en el que estaba, y me puse de pie.
-Adiós.- le dije tranquilo. Esto sí era divertido. Apure el paso, dirigiéndome hacia las escaleras. Adonde siempre.
Y en ese rincón al que no llegaban las luces, en ese rincón donde todo era oscuridad y complicidad, en ese pequeño espacio donde todo se hacia un mundo aparte, me tomó de la muñeca y me giró brusco, ansioso, desesperado, divertido, lascivo.
-Adiós.- dijo acortando la distancia y devorándose mi boca, esa que la esperaba desde hace horas, esa que lo buscaba desairado.
Desesperado y con la respiración ya alterada, enredé mis manos en su cuello, acercándolo más. De una manera lenta y tortuosa ingreso su lengua en mi cavidad, no tardó ni medio segundo en encontrarse con la mía, enredarse y degustarse violentamente. Me llevo hacia atrás del reducido espacio, quedando pegado de la pared, mientras su boca descendía a mi cuello y mis dedos se perdían en su cabello, por costumbre lleve mi cabeza a su pelo, su aroma era simplemente delicioso, un gemido salió de mis labios y pegó de lleno en su oído derecho cuando me tomó de las piernas y nuestras partes hicieron contacto. Descarado me refregaba contra él, ya no podía esperar.
Sus labios abandonaron mi cuello para llegar de nueva cuenta a mi boca. Otro nuevo beso, otra nueva guerra de lenguas y mi cuerpo pedía más. Sus manos se colaron por debajo de mi delgada camisa recorriendo mi espalda desde la parte más baja hasta la parte en que mi nuca nacía, leves cosquillas se hicieron sentir ocasionando alguna que otra risita. Lo imité y recorría deseoso su gran espalda, mientras mi boca se entretenía con el lóbulo de su oreja. Definitivamente, ya no soportaba.
-Siempre lo mismo.- dijo de pronto, sorprendiéndome. Estaba agitado, al igual que yo. Lo miré y le sonreí con picardía. –Eres un orgulloso.- fue lo ultimo que dijo porque no lo dejé hablar mas, con mis labios capturé su labio inferior, degustándolo a diestra y siniestra, a mi antojo, dejándolo rojo y húmedo. Delineé con la punta de la lengua su boca, esa que se abrió dejándome entrar sin problemas.
Los besos eran desesperados, necesitados, hambrientos, húmedos. Lengua, dientes, labios, todo, todo intervenía para hacer al contacto todavía mas acalorado y prolongado.
-Hazlo de una vez.- dije apurado, no me importaba parecer urgido, porque lo estaba, y él también. Sonrió contento sobre mis labios y se desabrochó el pantalón, hice lo mismo con el mío.
Porque las palabras estorbaban, porque si iba a ese lugar todos los viernes no era para socializar, porque si estaba ahí no era para mandar mensajes. Porque si me pasaba la semana ansioso era por esto. Solo para estar así, arrinconado y siendo devorado por el. Porque con ese adiós se acaba la conversación y se abría paso a esto… a lo que buscaba, a lo que quería. Porque solo estaba ahí para que él me lo hiciera.
Esto no era una relación, no era serio, no habían compromisos, no habían sentimientos de por medio, solo era sexo. Sexo que se convirtió en obsesión. En vicio. En necesidad. En rutina de viernes.
Sentí que bajó mis pantalones, llevándose también mi ropa interior. Mi entrepierna ya estaba despierta, palpitaba alterándose por la espera.
-Minho, eres un estúpido.-
-¿Que? Solo observo.- respondió divertido, quitando la vista de mi entrepierna.
Me volvió a apretar contra su cuerpo, oportunidad que no desperdicié para frotarme y entonarlo un poco más. Ahora era todo piel a piel.
-Kibum…- solo sonreí.
Forcé otro tanto el agarre que tenían mis piernas sobre su cadera, el me había entendido. Apoyó una mano contra la pared y de a poco me penetró. Sin preparación, sin dilatación, sin nada. Me removí en el lugar acostumbrándome a la intromisión. Mis manos jalaban de sus cabellos mientras que las suyas recorrían mi cuerpo, empezando por mi nuca hasta terminar en mi trasero. Gemía en su oído, poniéndolo aun mas, lanzándole todo mi aire caliente. Caliente… la atmósfera estaba mas que caldeada. Me embestía lento, despacio, llegando profundo, ocasionando que tire de su cabello y grite de placer. El sudor resbalaba por mi frente, llegando a mi barbilla, lugar donde moría porque el con su lengua terminaba con esas gotas.
Mi miembro rebotaba entre su abdomen y el mío, cuando su hombría se enterraba en mí, éste quedaba aprisionado, volviéndome loco, enviándome ondas eléctricas que solo hacían que mis piernas se aferren más al cuerpo de Minho.
Y para acabar con lo que quedaba de cordura en algún recóndito lugar de mi cerebro, llevó su mano a mi intimidad, estimulándola, masajeándola, jugando con ella, desesperándome, haciendo subir la temperatura a niveles casi imposibles de soportar, mi boca se abría en busca de aire pero solo lograba soltar gemidos y gritos que se perdían con la música que sonaba estridente. Sus dedos subían y bajaban por mi miembro, lo apretaba y lo liberaba. Yo solo podía pedir más, por más como un desquiciado, como un asqueroso necesitado. Soltó una risita en mi oído, y apartó su mano de mi entrepierna para colocarla en mi cintura y tomarme fuerte, hincando sus dedos en esa parte de mi anatomía. Mi cuerpo saltó debido a la gran embestida que había realizado, ahora entraba mas profundo en mi cuerpo. Las paredes calientes de mi interior aprisionaban su miembro, haciéndolo crecer, poniéndolo mas duro, y yo no era el único que gemía. Sabia muy bien como debía moverme, como debía apretarlo para hacerlo gritar y embestirme de esa forma.
Entraba y salía, él me penetraba y yo lo aprisionaba, lo capturaba, lo recibía y lo despedía hasta que volviera a ingresar.
Nuestras manos iban y venían de un rincón a otro, de una parte a otra, recorriendo los cuerpos ajenos, explorándolos, otorgándoles caricias y adhiriéndole otra cuota de calor a la situación. Su boca recorría mi pecho, aun por encima de mi fina camisa, su lengua dibujaba círculos sobre mis tetillas provocando que mi espalda se arqueara y que mas gemidos se escuchen.
Su agarre en mi cadera se hacía cada vez mas fuerte, a la vez que el ritmo de las embestidas aumentaban, indicándome solo una cosa… faltaba poco.
Mi cuerpo subía, bajaba, saltaba, sudaba, gemía, gritaba, pedía, todo. Y todo a la vez. Porque siempre era así, no había lugar para una sola acción o una sola reacción.
Un grito demasiado sonoro salió de lo más profundo de mis cuerdas vocales cuando Minho tocó un punto clave en mi interior. Y otra vez, y otro gemido salió. Y otro, y otro. No aguantaría mucho más. Y en un momento en el que se volvió a enterrar de lleno en mi, lo aprisioné sin dejarlo salir, sintiéndolo mas, llenándome de el, acercándolo mas con mis manos.
-Kibum…- no pensaba oírlo, esto se sentía exquisitamente perfecto. Recorría con mi lengua su oído, jugando con el, para terminar en su boca, comiéndole los labios y deleitándome con su habilidosa lengua. Decidí soltarlo. Sonreí.
Podía sentir como ese hormigueo se iba formando en mi parte baja, y al parecer no era el único, ya que Minho aumentó y profundizó aun mas, si es que eso era posible, las embestidas.
Dos, tres, cuatro… un par de embestidas mas y me vine, manchando su abdomen con mi líquido, soltando un ultimo sonido de placer. El se siguió moviendo en mi interior, hasta que lo sentí llenándome por completo, su esencia se escurría entre mis piernas.
Nos quedamos unos minutos más en esa posición, él apoyado en mi hombro y yo reteniendo mi cabeza en el hueco que formaba su cuello. Ambos tratábamos de calmar nuestras respiraciones, de volver a la normalidad.
Salió de mi interior, se acomodó su ropa y yo hice lo mismo con la mía.
-Un día no aparecerá mas.- dije serio, mirándolo.
-Mentiroso.- sonrió mientras se subía la cremallera de su pantalón.
-Adiós.- había decidido ignorar su respuesta. Sabía que era verdad.
-Hasta el viernes.- dijo, en modo de corrección. Y ahí estaba su seguridad otra vez. Sonreí sínico y me di media vuelta. Pero antes… - ¿Por qué no trabajaste hoy?- desde la primera vez que lo vi, siempre lo encontraba en la barra los viernes, pero hoy no fue así.
-No trabajo los viernes.- respondió tranquilo, mirándome de una manera que no supe descifrar.
-¿Cómo que no?- exclamé al instante, había algo que me hacía ruido. – Si aquella vez, tú me serviste el trago.-
-Solo lo hice porque eras tu.- iba a volver a cuestionar, pero siguió hablando. – Los viernes son mis días libres.-
-Eres un estúpido.- sonreí. Lo nuestro solo era sexo, pero saber eso me había puesto, extrañamente, de buen humor. Y con esa sonrisa, me di media vuelta y abandoné el tercer piso. Mi noche había terminado.
Ahora… a volver a contar los días hasta que el viernes llegue nuevamente.
Autor: Edi
Género: Oneshot/Lemon
Parejas: Descubranlo~ *w*
Personajes: Key(pv)
Notas: Ultimamente esta pareja me esta haciendo cosquillas kkk ¡y vengo a encontrarme con semejante shot! la verdad es que ahora también es una de mis favoritas... pero nada le gana al JongHo xDD bieen~ este shot NO ES MIO, repito lo encontre por ahí. Si quieren leerlo en el foro original denle click al titulo :3 ¡BESOS!
Level Three
Desde la calle podía escuchar la música, aun puñados de personas se amontonaban en la entrada buscando poder ingresar al lugar. Hacía demasiado calor a pesar de ser la una de la madrugada.
Bajé del auto y crucé de vereda, chocando en el acto con algunos borrachos con ganas de pelear, por suerte los de seguridad los echaron a base de amenazas. Muchos me miraron de mala manera, odiándome por adentrarme al lugar sin mayor inconveniente, era alguien demasiado conocido en ese boliche. Tontos.
Al paso iba devolviendo saludos y deteniéndome a conversar dependiendo de quien se tratase.
Era viernes al fin, el día más esperado de la semana, al menos para mí.
Lunes, martes: aburrido; miércoles, jueves: ansioso; así me la pasaba esperando que llegara este día.
Recorría los pasillos del interior, esos en los que la música resonaba y se podía sentir el calor del ambiente. Me apoyé en el barandal de la escalera del segundo piso, observando como esos cientos de cuerpos se movían al compás de la música, como se manoseaban descaradamente, como se refregaban sin vergüenza alguna, como algunos casi lo hacían en medio de todos sin importar nada en absoluto. Me agradaba este lugar porque aquí no existían los límites.
Tenía la garganta seca, debía ingerir un buen trago ahora mismo. Bien podía llegar a la atestada barra caminando a través de unos pasillos, pero debía dar toda una vuelta a la pista de baile, decidí llegar atravesando a la masa de personas que danzaban desinhibidos, era mucho más interesante. Algún que otro tipo me manoseó el trasero, otro metió su mano en mi cabello, pero en ningún momento detuve mi andar para voltear a ver de quien se trataba, no valía la pena.
El lugar era inmenso, las luces bajas invitaban a que la vergüenza huyera lejos, permitiendo así, que las personas se liberaran de toda presión e hicieran lo que se les antojara. La música estridente no dejaba mantener una conversación normal, solo era una excusa mas para acercarse peligrosamente al oído de quien esa noche te interesaba. El DJ siempre ponía su cuota de ‘buena onda’ ayudando a caldear más el ambiente.
El edificio constaba de tres pisos, y por más increíble que pareciera, el lugar siempre estaba atestado de gente, los viernes eran los peores.
Terminé de atravesar el mar de cuerpos por demás excitados y llegué a la barra. En cada piso había una, pero no había mejor barra que la del tercero. Pero aun era demasiado temprano como para aparecerme por ese lugar.
El chico a cargo de los tragos ya me conocía, siempre aparecía a la misma hora, en el mismo lugar, el mismo día.
-Lo de siempre. – le dije con una sonrisa. En cuestión de segundos tenia en mis manos ese trago que tanto me gustaba, observé su llamativo color, el detalle que desde una primera vez me había atraído. El pequeño vaso de vidrio se movía pacifico en mis dedos.
Disfrutaba de la bebida mientras observaba lo bien que la pasaban los demás. Cuando me disponía a levantarme de mi lugar, luego de haber acabado el trago, una pareja bastante ebria y bastante apurada por tener un poco de acción, se me cayó encima. Inmediatamente giré a verlos y dedicarle una mirada de pocos amigos, pero su estado era tan deplorable que solo rieron sin sentido y se alejaron, perdiéndose entre la multitud. Bufé exasperado, y me acomodé la ropa.
-Imbéciles. –
Algo en mi bolsillo vibraba, alguien me llamaba. Presioné la tecla roja sin siquiera haber contestado, era imposible poder hablar en ese lugar. Supuse entonces, que en cualquier momento recibiría un mensaje. Pero no fue así. Cansado de tener el aparato entre mis manos, lo volví a guardar.
-Maldito. – dije un tanto irritado.
El alcohol tenía efecto inmediato en mi cuerpo, sentía que debía correr al baño o me orinaría ahí mismo. Podían pasar años, pero jamás me acostumbraría a beber. No era lo mío. El solo pensar en andar cayendo y levantando de algún callejón mugroso me daba escalofrío. Si siempre bebía el mismo trago, era porque sabía que era lo único que mi anatomía podía soportar sin que se me subiera demasiado.
Subí las escaleras que me llevaban al segundo piso, donde se encontraban los sanitarios. Una persona que no estaba psicológicamente preparada jamás debía llegar a este lugar. Perfectamente se podría grabar una película porno. A unos cinco metros de donde me encontraba, una mujer de cabellera rubia, horriblemente teñida, se la chupaba a un tipo gordo, ver su cara de placer fue una de las cosas mas asquerosas que me tocó ver en mis veintidós años de vida. En ese instante, infinitamente vomitivo, apresuré mi paso para llegar al baño de una maldita vez.
Mientras me cuestionaba que tan necesitado podría estar alguien para hacerle el favor a un tipo como aquel, abrí la puerta y me encontré con un lugar perfectamente limpio, fue una agradable sorpresa, una que solo duro unos segundos, una que se esfumó al escuchar unos gemidos guturales provenientes de uno de los tantos cubículos. La maldita gritaba y gemía como desquiciada, sentía que era inminente que se rompiera la pobre puerta que desde adentro se agitaba sin parar. Di por acabado el espectáculo ingresando a uno de los cubículos, no sin antes asegurarme que estuviese vacío.
Reí solo al darme cuenta que esa noche estaba siendo muy…quisquilloso. Después de todo, las personas que asistían a lugares así, lo hacían para divertirse y pasar un buen momento, y yo era uno más. Apreté el botón y salí.
Iba a lavarme las manos… iba, sino fuese porque encima del lavabo un tipo estaba siendo manoseado y friccionado por otro que parecía mas que entretenido, satisfecho con lo que lograba en su compañero, mirando su recompensa en el espejo. El arrinconado atrapaba con sus piernas al otro mientras sus manos iban y venían en el cuerpo ajeno. Fue algo instantáneo el quedarme viéndolos, mis ojos viajaban por todo el show prohibido que se me ofrecía.
-¿Quieres unirte? – pregunto con una sonrisa espantosa el hombre, mientras se movía entre el otro sujeto. De espaldas era mucho mejor, su rostro era espantoso.
-No, gracias. – siempre fui una persona sarcástica, no iba a dejar de serlo para responderle a ese sujeto. Sin más, me di la vuelta y salí del sanitario. Esto ya no debía sorprenderme, no si iba todas las semanas, pero cada vez era peor.
Pasando otra vez por todas esas escenas no aptas para menores, me dirigí a la barra de ese piso. Y volví a pedir lo mismo. Era rutina hacerlo. Solo para comprobar algo que ya sabía. El trago sabia mejor en el tercer piso.
Mi celular vibró. Tenía un mensaje nuevo. Había tardado demasiado.
“¿Tan bien la estas pasando?”
Estúpido. Por supuesto que no la estaba pasando bien. Pero por el bien de mi orgullo, aun debía esperar.
“Mejor imposible.”
Contesté, dejando el celular sobre la barra, sabia que pronto recibiría respuesta.
“Mentiroso. Kibum, de aquí puedo verte.”
Y en el momento que leí esas palabras, fue inevitable el no girarme y mirar hacia arriba. Maldito. No podía verlo.
“Tu tampoco te diviertes mucho, por lo que veo.”
“Sigues mintiendo, no ves nada.”
Lo odiaba. ¿Cómo sabía que no veía nada? Ya me estaba hartando su altanería.
“¿Quieres ver como me divierto?”
Quizá estaba siendo estúpido, había ido a ese lugar para divertirme, y solo estaba sentado contestando sus estúpidos mensajes. Dejé mi lugar como si un resorte me empujara a la pista. Observé, forzando mis ojos debido a la poca luz, a los chicos que danzaban, elegí uno que fuese atractivo e hice lo mío. Unas cuantas palabras susurradas muy cerca del oído, rozando mis labios a propósito, y en cuestión de segundos, el sujeto ya entraba en confianza, en más confianza.
El aire escaseaba, las luces hacían que el calor aumentara, sentía el roce sudoroso de los cuerpos contra el mío. Bailaba despreocupado, la música resonaba en mi cabeza, debí haber hecho esto desde que puse un pie en el lugar.
Cansado y sudado, me disculpé con el sujeto, a quien había elegido, y me dirigí a mi antiguo lugar. Regulé mi respiración, y se me ocurrió ver mi celular por si tenía un mensaje. Bingo. Y antes de abrirlo, una sonrisa se dibujo en mi rostro.
“Orgulloso.”
Como por arte de magia, esa sonrisa desapareció. Ese tipo era insoportable. Me sobresalte un poco cuando el aparato comenzó a vibrar en mi mano.
“¿Esperabas otra cosa?”
Mil veces maldito. Parecía que tenía la capacidad de leer mi mente, sino lo hacía, al menos leía perfectamente mis expresiones. Cansado, guardé el celular y me dirigí al último piso.
El lugar estaba igual o más bullicioso que los anteriores que ya había visitado. Divisé a unas cuantas mujeres sin blusa, mostrando sus pechos tranquilamente, rodeados de hombres que habrían sus bocas gritando excitados, pidiendo que continuaran desvistiéndose; las alocadas y acaloradas féminas parecían contentas con lo que lograban.
Sonreí.
Era divertido ver hasta donde se podía llegar con una gota de alcohol encima, aunque esos de allá, seguramente tenían más que eso en su cuerpo. Era divertido, no por el hecho de verlos alcohólicos, sino por el hecho de que estaban siendo libres, pensando solamente en pasarla bien, sin importar lo que se puede pensar. Y ese era un buen lugar para hacerlo, porque allí no se pensaba.
Me negué divertido a algunas invitaciones de baile, a algunas atrevidas sugerencias, y en el momento que mi vista encontró la barra, seguí mi camino dejando atrás a un chico que insistía que lo acompañara no se a donde.
Sobre el largo lugar decenas de personas hacían sus pedidos desesperados, con los brazos en alto se alejaban contentos con sus respectivos tragos. Pasando entre aquellos que aun seguían esperando, me apoyé en la barra, con la idea de encontrarlo. Pero no estaba. Solo podía ver las botellas, minuciosamente ordenadas en la parte posterior, los diferentes líquidos en el interior de ellas brillaban por las luces del lugar.
Mi cabeza se movía de un lugar a otro, mis talones me otorgaban unos centímetros más de altura; pero ni haciendo eso pude verlo.
Buscaba entre los empleados que atendían a las eufóricas personas, forzaba mis ojos a ir más allá, en contra de la poca visibilidad, giraba sobre mi propio eje ocasionando algún que otro tropezón con algunos que pasaban cerca, pero nada. Cansado tomé asiento, uno que se había desocupado recientemente, y pedí un trago, esta vez quería un licor. La chica que había tomado mi pedido ya me conocía, me acercó el pequeño vaso y me sonrió divertida.
-¿Te decepciono?- pregunto curiosa, aun con esa sonrisa en su rostro. Sabia de que me hablaba, por supuesto.
-No.- respondí cortante. La muchacha no me caía mal, pero aquella pregunta… La mujer rio sonoramente por mi respuesta para luego alejarse con un “si tú lo dices.”
No sabía a que estaba jugando, pero estaba más que claro que estaba en ese lugar. ¿Sino como sabia todo lo que hacía?
Llevé el pequeño objeto de cristal a mi boca, y disfrute del espeso líquido, sintiendo como mi garganta ardía un poco. Licor. El único de esa noche, no quería terminar mareándome.
A mis oídos llegaban los gritos acalorados de aquellos que bailaban con desenfreno en la pista, el calor se estaba haciendo sentir en el ambiente, el juego de luces era perfecto, volviéndose cómplice con el descaro que rondaba cerca, invadiendo y apoderándose de todo aquel que estuviese en el interior del lugar. Definitivamente, el tercer piso era… diferente. O quizá, solo lo era para mí.
Concentrado apoyé el ya vacio vaso sobre la base de la barra, le eché un vistazo al celular, encontrándome nada nuevo.
-El crédito no es eterno.- susurro alguien en mi oído. Despacio, atrevido, fresco y caliente a la vez. Giré aun estando sentado y me lo encontré ahí, parado en frente mío, cruzado de brazos y sonriéndome seguro. Odiaba su seguridad. Lo miré serio, aparentando normalidad.
-Idiota.-
-Pero esperabas mi mensaje, ¿no?-
-¿Tu mensaje?- pregunte sarcástico.- No eres el único en mi agenda.-
-Pero soy el primero, y el mas importante.- refuté otra vez tan seguro que me dio bronca. Su expresión era tan… tranquila, que me entraron ganas de saltarle encima y revolearle el celular en la cara.
-Cállate.- era ahora cuando me cuestionaba el porqué lo buscaba. Obviando lo que había dicho, tomó asiento a mi lado, mirándome fijo y sonriendo. -¿Tengo monos en la cara?- cuestioné algo alterado. Una carcajada salió de su boca.
-No, pero si los tendrías, apuesto lo que sea a que igual te verías bien con ellos.- atrevido.
-Por supuesto que me vería bien.- dije tratando de ocultar mi ansiedad. Si me seguía mirando de esa manera, si me seguía comiendo con los ojos, si se seguía acercando de esa forma… definitivamente, le saltaría encima, y esta vez me olvidaría de romperle el celular en la cara, tenía en mente algo más… productivo.
-¿Por qué me buscabas?- cuestionó de la nada, esto le divertía, esa sonrisa me lo decía.
-¿Quién te buscaba?-
-Vamos Kibum, ¿a quien más buscarías aquí? ¿Por qué te inquietaste al no verme en la barra?- el maldito me había estado observando todo el tiempo.
-Solo me pareció extraño que no estuvieras trabajando, es todo. Punto.-
-Ah.- salió de su boca, pareció entretenido con la ‘conversación’. Apoyé mi mano derecha sobre el banco en el que estaba, y me puse de pie.
-Adiós.- le dije tranquilo. Esto sí era divertido. Apure el paso, dirigiéndome hacia las escaleras. Adonde siempre.
Y en ese rincón al que no llegaban las luces, en ese rincón donde todo era oscuridad y complicidad, en ese pequeño espacio donde todo se hacia un mundo aparte, me tomó de la muñeca y me giró brusco, ansioso, desesperado, divertido, lascivo.
-Adiós.- dijo acortando la distancia y devorándose mi boca, esa que la esperaba desde hace horas, esa que lo buscaba desairado.
Desesperado y con la respiración ya alterada, enredé mis manos en su cuello, acercándolo más. De una manera lenta y tortuosa ingreso su lengua en mi cavidad, no tardó ni medio segundo en encontrarse con la mía, enredarse y degustarse violentamente. Me llevo hacia atrás del reducido espacio, quedando pegado de la pared, mientras su boca descendía a mi cuello y mis dedos se perdían en su cabello, por costumbre lleve mi cabeza a su pelo, su aroma era simplemente delicioso, un gemido salió de mis labios y pegó de lleno en su oído derecho cuando me tomó de las piernas y nuestras partes hicieron contacto. Descarado me refregaba contra él, ya no podía esperar.
Sus labios abandonaron mi cuello para llegar de nueva cuenta a mi boca. Otro nuevo beso, otra nueva guerra de lenguas y mi cuerpo pedía más. Sus manos se colaron por debajo de mi delgada camisa recorriendo mi espalda desde la parte más baja hasta la parte en que mi nuca nacía, leves cosquillas se hicieron sentir ocasionando alguna que otra risita. Lo imité y recorría deseoso su gran espalda, mientras mi boca se entretenía con el lóbulo de su oreja. Definitivamente, ya no soportaba.
-Siempre lo mismo.- dijo de pronto, sorprendiéndome. Estaba agitado, al igual que yo. Lo miré y le sonreí con picardía. –Eres un orgulloso.- fue lo ultimo que dijo porque no lo dejé hablar mas, con mis labios capturé su labio inferior, degustándolo a diestra y siniestra, a mi antojo, dejándolo rojo y húmedo. Delineé con la punta de la lengua su boca, esa que se abrió dejándome entrar sin problemas.
Los besos eran desesperados, necesitados, hambrientos, húmedos. Lengua, dientes, labios, todo, todo intervenía para hacer al contacto todavía mas acalorado y prolongado.
-Hazlo de una vez.- dije apurado, no me importaba parecer urgido, porque lo estaba, y él también. Sonrió contento sobre mis labios y se desabrochó el pantalón, hice lo mismo con el mío.
Porque las palabras estorbaban, porque si iba a ese lugar todos los viernes no era para socializar, porque si estaba ahí no era para mandar mensajes. Porque si me pasaba la semana ansioso era por esto. Solo para estar así, arrinconado y siendo devorado por el. Porque con ese adiós se acaba la conversación y se abría paso a esto… a lo que buscaba, a lo que quería. Porque solo estaba ahí para que él me lo hiciera.
Esto no era una relación, no era serio, no habían compromisos, no habían sentimientos de por medio, solo era sexo. Sexo que se convirtió en obsesión. En vicio. En necesidad. En rutina de viernes.
Sentí que bajó mis pantalones, llevándose también mi ropa interior. Mi entrepierna ya estaba despierta, palpitaba alterándose por la espera.
-Minho, eres un estúpido.-
-¿Que? Solo observo.- respondió divertido, quitando la vista de mi entrepierna.
Me volvió a apretar contra su cuerpo, oportunidad que no desperdicié para frotarme y entonarlo un poco más. Ahora era todo piel a piel.
-Kibum…- solo sonreí.
Forcé otro tanto el agarre que tenían mis piernas sobre su cadera, el me había entendido. Apoyó una mano contra la pared y de a poco me penetró. Sin preparación, sin dilatación, sin nada. Me removí en el lugar acostumbrándome a la intromisión. Mis manos jalaban de sus cabellos mientras que las suyas recorrían mi cuerpo, empezando por mi nuca hasta terminar en mi trasero. Gemía en su oído, poniéndolo aun mas, lanzándole todo mi aire caliente. Caliente… la atmósfera estaba mas que caldeada. Me embestía lento, despacio, llegando profundo, ocasionando que tire de su cabello y grite de placer. El sudor resbalaba por mi frente, llegando a mi barbilla, lugar donde moría porque el con su lengua terminaba con esas gotas.
Mi miembro rebotaba entre su abdomen y el mío, cuando su hombría se enterraba en mí, éste quedaba aprisionado, volviéndome loco, enviándome ondas eléctricas que solo hacían que mis piernas se aferren más al cuerpo de Minho.
Y para acabar con lo que quedaba de cordura en algún recóndito lugar de mi cerebro, llevó su mano a mi intimidad, estimulándola, masajeándola, jugando con ella, desesperándome, haciendo subir la temperatura a niveles casi imposibles de soportar, mi boca se abría en busca de aire pero solo lograba soltar gemidos y gritos que se perdían con la música que sonaba estridente. Sus dedos subían y bajaban por mi miembro, lo apretaba y lo liberaba. Yo solo podía pedir más, por más como un desquiciado, como un asqueroso necesitado. Soltó una risita en mi oído, y apartó su mano de mi entrepierna para colocarla en mi cintura y tomarme fuerte, hincando sus dedos en esa parte de mi anatomía. Mi cuerpo saltó debido a la gran embestida que había realizado, ahora entraba mas profundo en mi cuerpo. Las paredes calientes de mi interior aprisionaban su miembro, haciéndolo crecer, poniéndolo mas duro, y yo no era el único que gemía. Sabia muy bien como debía moverme, como debía apretarlo para hacerlo gritar y embestirme de esa forma.
Entraba y salía, él me penetraba y yo lo aprisionaba, lo capturaba, lo recibía y lo despedía hasta que volviera a ingresar.
Nuestras manos iban y venían de un rincón a otro, de una parte a otra, recorriendo los cuerpos ajenos, explorándolos, otorgándoles caricias y adhiriéndole otra cuota de calor a la situación. Su boca recorría mi pecho, aun por encima de mi fina camisa, su lengua dibujaba círculos sobre mis tetillas provocando que mi espalda se arqueara y que mas gemidos se escuchen.
Su agarre en mi cadera se hacía cada vez mas fuerte, a la vez que el ritmo de las embestidas aumentaban, indicándome solo una cosa… faltaba poco.
Mi cuerpo subía, bajaba, saltaba, sudaba, gemía, gritaba, pedía, todo. Y todo a la vez. Porque siempre era así, no había lugar para una sola acción o una sola reacción.
Un grito demasiado sonoro salió de lo más profundo de mis cuerdas vocales cuando Minho tocó un punto clave en mi interior. Y otra vez, y otro gemido salió. Y otro, y otro. No aguantaría mucho más. Y en un momento en el que se volvió a enterrar de lleno en mi, lo aprisioné sin dejarlo salir, sintiéndolo mas, llenándome de el, acercándolo mas con mis manos.
-Kibum…- no pensaba oírlo, esto se sentía exquisitamente perfecto. Recorría con mi lengua su oído, jugando con el, para terminar en su boca, comiéndole los labios y deleitándome con su habilidosa lengua. Decidí soltarlo. Sonreí.
Podía sentir como ese hormigueo se iba formando en mi parte baja, y al parecer no era el único, ya que Minho aumentó y profundizó aun mas, si es que eso era posible, las embestidas.
Dos, tres, cuatro… un par de embestidas mas y me vine, manchando su abdomen con mi líquido, soltando un ultimo sonido de placer. El se siguió moviendo en mi interior, hasta que lo sentí llenándome por completo, su esencia se escurría entre mis piernas.
Nos quedamos unos minutos más en esa posición, él apoyado en mi hombro y yo reteniendo mi cabeza en el hueco que formaba su cuello. Ambos tratábamos de calmar nuestras respiraciones, de volver a la normalidad.
Salió de mi interior, se acomodó su ropa y yo hice lo mismo con la mía.
-Un día no aparecerá mas.- dije serio, mirándolo.
-Mentiroso.- sonrió mientras se subía la cremallera de su pantalón.
-Adiós.- había decidido ignorar su respuesta. Sabía que era verdad.
-Hasta el viernes.- dijo, en modo de corrección. Y ahí estaba su seguridad otra vez. Sonreí sínico y me di media vuelta. Pero antes… - ¿Por qué no trabajaste hoy?- desde la primera vez que lo vi, siempre lo encontraba en la barra los viernes, pero hoy no fue así.
-No trabajo los viernes.- respondió tranquilo, mirándome de una manera que no supe descifrar.
-¿Cómo que no?- exclamé al instante, había algo que me hacía ruido. – Si aquella vez, tú me serviste el trago.-
-Solo lo hice porque eras tu.- iba a volver a cuestionar, pero siguió hablando. – Los viernes son mis días libres.-
-Eres un estúpido.- sonreí. Lo nuestro solo era sexo, pero saber eso me había puesto, extrañamente, de buen humor. Y con esa sonrisa, me di media vuelta y abandoné el tercer piso. Mi noche había terminado.
Ahora… a volver a contar los días hasta que el viernes llegue nuevamente.
Lunort
SHINee
257
Re: Tercer Nivel
(comentare mañana >.<, y perdona por no comentar ahora :'<)
Si.. si, merezco muerte D:, lo siento u.u, en serio, solo tuve tarea y más tareas... ero ya estoy de vacaciones :D
ahdfhsadfjskfgsadjgksgdhgilejghijefigh g^2
me encanto *-*, todo, y y y SIMPLEMENTE LO AME!con viernes así y un bartender como MinHo... *soñando*
Última edición por NessiSquarepants el Lun Dic 05, 2011 12:25 pm, editado 1 vez
NessiSquarepants
TODOS !
188
Re: Tercer Nivel
Yo creo que acabo de morir...
DE EMOCIÓOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOON T_T
Que Minkey tan, pero tan, pero tan, pero tan (media hora después), pero tan, pero tan GENIAAAAAAAAAAAAAL! T_T
Lo amé con la vida xD
Me encantó xD
Nunca imaginé a un Minho así de seguro e imponente como el que leí en este increíble shot T_T
De verdad que no me alcanzan las palabras para describir lo que sentí cuando leí que al que estaba esperando Key era Minho <3
AMO EL MINKEY CON TODO MI CORAZÓN :3
Gracias T_T Enserio gracias por subirlo T_T
Me encantó, lo amé <3 A favoritos en AmorYaio.com xD
Última edición por CariitoKeyShawol el Mar Oct 18, 2011 10:41 pm, editado 1 vez
CariitoKeyShawol
Keybummie ♥_♥
803
Re: Tercer Nivel
Jajajaja MINKEY!!!! mi vida está completa!! y es que a mi esta pareja me esta empezando a encantar *-*
adsfasdfas y con esto más! dios!!! por que son tan hot juntos? adfsafasf jaja
me encantó mikka! gracias por ponerlo aqui ^^
muak! muak! para la otra avisame!! XD
Última edición por FabMin el Jue Oct 20, 2011 12:48 am, editado 1 vez
Re: Tercer Nivel
ESTÁ HERMOSO!!,primero, que trauma en serio, con todo lo que vio Key xD la poca inocencia mental que le quedaba se perdió(?) ya sospechaba que era MinKey xD a mi también me está gustando el MinKey xDDDD!,lol pero que extremo estuvo todo el asunto :Q___ ahhaha x3 me gustó <3
Ren
Minho ♥
82
Re: Tercer Nivel
*.* la actitud arrogante de minho!! ahh muy seguro el de si pero arrogante juju aiigooooooo ~~ me quede asi :$:
que sey me imagino a minho de barman me encanto tuu one shot con ganas de q fuera fic jeej
que sey me imagino a minho de barman me encanto tuu one shot con ganas de q fuera fic jeej
freyashirou
Minho
357
Re: Tercer Nivel
O_O
No sabia que esto estaba acá
Aja, yo lo escribí ~ xD
Bueno... no se, gracias por subirlo Mikka~
No sabia que esto estaba acá
Aja, yo lo escribí ~ xD
Bueno... no se, gracias por subirlo Mikka~
EME-·
Evil Taemin 8D
75
Re: Tercer Nivel
Puedo releerme esto las veces que sean y SIGO FASCINADA!~
Es de mis SHOTS favoritos Minkey :3~
asdasdasdsads~ Minkey es amor del buenoooo~! > . < !!
-suspira- <3!
(ya me lo habia leido antes en otro sitio y lo ame~ xDD~, lo sigooo amando ~
> . Mocha la cosha!<3~
Phanys
mi nena Kibum~
788
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