Él era como el chico de al lado. En realidad... él era el chico de al lado. O más bien dos puertas más abajo, pero no importaba. Él era ese muchacho.

Él era el chico que ves crecer. Él era el chico que conociste cuando tenías 5 y que tiraba de tus coletas y pregunta si te gustaban los camiones. Él era el chico al que viste llegar algo incómodo con los hombros encorvados y un mal corte de pelo. Era el muchacho que corría por los campos contigo, jugaban a las carreras y luego se enojaba si le ganabas.
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Él era el chico que cogía saltamontes en botellas de plástico contigo y juguetonamente te empujaba por los hombros cuando estabas de pie sobre un puente, diciendo “no vayas caer”. Él era el chico que te decía que tenías piojos, pero de todos modos te abrazaba cada vez que debían separarse cada noche.

Olía a hierba, tenía barro en las rodilleras de sus pantalones vaqueros, él tenía una sonrisa tonta y hacía bromas estúpidas. Se echaba a reír cuando te lastimabas, pero luego te colocaba un curita y se disculpaba con los ojos entrecerrados. Él era todo lo que odiabas, todo lo que despreciabas, y sin embargo era irreemplazable y no te podías imaginar la vida sin él.

Hasta que la vida sin él pasó. Ella recordaba el día en que él le dijo que iba a un campamento de verano, y ella se limitó a mirarlo con sus ojos grandes y redondos, frunciendo las cejas, porque él la miró desafiante y asustado y preocupado por lo que ella pensaría de eso. Ella no sabía qué decir, así que solo respiro profundo a través de lo que parecía ser algodón pegado en su garganta y se encogió de hombros.

"Bueno divertirte entonces." -dijo, mirando a otro lado y jugando con las puntas de su cabello negro y lacio, tratando de fingir que no le importaba.

"Lo haré, es un campamento espacial y vamos a aprender cómo se sentiría estar en la luna". Las palabras eran un poco duros, desafiantes, y sin embargo el solamente quería compartir algo con ella, ella hizo todo lo posible para no mirarlo, cambiando de donde estaba sentada con su vestido de domingo a la acera de su casa. Él estaba allí de pie con las manos en los bolsillos de sus jeans sobre el pavimento. Parecía estúpido y tonto, como un niño pretendiendo ser un chico grande, pero de una manera linda.

"Bueno". –dijo ella, impulsándose a sí misma para sacar el polvo de su trasero y luego de sus manos, asegurándose de que su falda estaba todavía en su lugar, y él se atrevió a mirarla. Sus ojos estaban tristes, pero ella no estaba en un lugar en el que se sintiera capaz de consolarlo. Ella estaba constantemente temerosa de que si ella era vulnerable él habría de lastimarla donde más le dolía. Ambos estaban temerosos de eso y aquello era evidente en sus ojos y su corazón.

"¿Me vas a extrañar?" -preguntó él, pero sus ojos cambiaron y él estaba sonriendo, haciendo una mueca. Ella rodo los ojos, con la tentación de darle un puñetazo en el brazo.

"No, en absoluto". Escupió, pero le quería decir que lo iba a extrañar más que nada, y que se derramaba de sus grandes ojos, las lágrimas menguando en los bordes.

Él no se movió, sus ojos cambiaron mientras abría y cerraba la boca y luego se aclaró la garganta, riendo y encogiéndose de hombros.

"Si yo no lo creo." Ella quería pegarle, pero sólo se encogió de hombros.

"Tengo que ir a cenar." -dijo, extendiendo una falsa sonrisa en sus labios grandes, y escondió la cara, pero él asintió, dándose la vuelta.

"'De acuerdo, adiós." – el murmuró y ella casi podía escuchar que su garganta estaba un poco rara, preguntándose si él iba a llorar como ella quería hacerlo también.

"No me olvides". -susurró-. Pero él no lo oyó, o no respondió de todos modos.

Ella lloró hasta quedarse dormida esa noche, pero realmente no sabía por qué.


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Ese verano cambió todo. Ella no había pensado que lo haría, pero lo cambió todo. En su ausencia se hizo amiga de las niñas. Chicas que eran dulces y divertidas, pero ninguna de ellas quería correr o jugar al fútbol, o reír juntas. Querían sentarse y hablar acerca de ¿Qué tan grande eran las bubis que cada una tenían?- las suyas eran más grandes por lo cual todas la envidiaban y ella no entendía por qué - y discutir sobre cuándo iban a llegar sus períodos. Ella tuvo el suyo primero también, y fue un infierno en la primera semana de junio, con el estómago dolorido mientras se curvaba en una almohadilla térmica. No les dijo, eso solo haría que tuvieran otra razón para odiarla.

Dejó de jugar al aire libre, sólo porque eso le hacía pensar en él y se negaba a pensar en él. Eso solo fue... basura. Y él era el gran idiota que se fue al campamento espacial. En lugar de eso pasó el tiempo en el interior con su mamá. Ella iba de compras con las chicas aunque se aburría y Gwiboon era demasiado mandona sobre todo lo que quería comprar; y se sentaba en su cama a escribir en cuadernos, dibujar y hacer garabatos y escribir de nuevo. Pero ella se encontraba a sí misma de pronto recordándolo y eso era confuso y estúpido, y hacia que le doliera el pecho entonces ella cerraba el cuaderno y se levantaba para ir a ver la televisión, tratando de fingir que su pluma no había dibujado el perfil de su rostro.

Poco a poco, poco a poco se hizo más fácil, o tal vez sólo se obligó a pensar que era más fácil, pero al menos así ella se sentía bien, a pesar del hecho de que cada vez que oía a los niños en el parque, jugando, riendo y gritando ... ella quería llorar porque ella no estaba allí con ellos. Con él.

Y lentamente el verano terminó, la escuela comenzó de nuevo, y ella sentía lo mismo. Pero ella era completamente diferente. Había conseguido más altura, sus bubis se había hecho más grandes (de alguna manera), y su pelo se había vuelto más largo, el flequillo recortado linealmente sobre sus cejas, ella lo había tenido toda su infancia y había crecido con él. Gwiboon la había convencido de no cortarlo de nuevo y ahora lo llevaba en sobre la frente, cambiándolo de lugar constantemente y cuando se miraba en el espejo... era como mirar a una persona diferente. O la misma persona tratando de ser una persona diferente. Pero ella se sentía bien, se sentía bien, se sentía la misma.

El primer día de clases estuvo ocupado... el loco primer día de la escuela, y ella entró vestida con su uniforme, enredando su suéter alrededor de sí misma y sus libros contra el pecho, caminando entre la multitud de personas. La cara de todos era familiar, y sin embargo, todo parecía tan diferente, y él no estaba en su mente en absoluto. Por una vez, no estaba en su mente en absoluto.

Eso fue hasta que lo vio, de pie junto a su casillero, y ella podía asegurar de que perdió el aliento.

Él era alto ahora. Tan alto, más alto de lo que recordaba, más alto que... lo que parecía posible. Tenía la piel color canela, con el pelo desaliñado tan corto que casi parecía tonto... pero por alguna razón no lo era. Tenía el aspecto de un hombre, o un hombre joven de todos modos, con sus grandes ojos negros, sus labios se separaron mientras empujaba sus libros en sus bolsa y un grupo de niñas corrían por delante de él, riendo mientras le buscaban el contacto con sus ojos. Él les hecho un vistazo por un segundo, con el ceño fruncido, y luego sus ojos se deslizaron hacia arriba y se encontró con los de ellas.

Su corazón nunca se cerró de golpe en el pecho como lo hizo entonces, ella aún estaba de pie inmóvil, cerca de él y sin embargo tan lejos, y apenas se miraron. Era como si los sonidos del mundo acabaran por desaparecer y él estaba mirándola sólo a ella, una pequeña sonrisa se formo en la comisura de su boca mientras corría sus ojos sobre ella.

"¿Me echaste de menos?" -preguntó él, y ella no sabía cuándo se había acercado tanto, pero de repente estaba tan tan tan cerca, y él rubor se estaba extendiendo por la parte superior de las mejillas y la nariz cuando ella bajó la barbilla y su piel estaba caliente, riendo torpemente, antes de llegar a presionar los dedos en el lazo que Gwiboon había sujetado en su pelo en el autobús.

Quería agarrarlo y abrazarlo, apretarlo y decirle que ella no había dejado de pensar en él y que lo echaba de menos, pero que en realidad no era apropiado ahora, ¿verdad? Antes ella había podido salirse con la suya, cuando era más joven. Pero ahora... ahora todo era diferente, así que en lugar de eso inclinó la cabeza, con los ojos brillantes y asintió con la cabeza dos veces.

Él no parecía saber cómo reaccionar ante eso, unas cuantas emociones atravesaron sus facciones antes de que él volviera a sonreír, con torpeza, mostrando sus dientes y luego se mordió el labio.

"¿Te... te has olvidado de mí?" dijo finalmente, cuando tuvo las palabras, pero su voz sonaba graciosa y ella se rió después de eso, cubriéndose la boca y desviando la mirada.

"No.". -murmuró él, y antes de que pudiera darse cuenta, su mano estaba sobre su mejilla, empujando el pelo de su mandíbula. Ella se estremeció y levantó la mirada hacia él, con los ojos muy abiertos, los labios entreabiertos, sintiendo como su corazón iba a romper su pecho, pero él se limitó a sonreír, ladeado su rostro hacia ella.

"Te perforaste los oídos." Él inclinó su cabeza hacia un lado, ella levantó una ceja y arrugó la nariz asintiendo dos veces, tratando de no reírse histéricamente.

"Si. ¿Te gusta? Gwiboon lo hizo." -susurró ella, se sentía estúpida a causa que el ruido alrededor de ellos era muy fuerte, a pesar de que ella no podía oír nada.

"Te ves muy bonita." -susurró, inclinándose y tocar su cuello suavemente, sonriéndole antes de apartarse cuando la campana sonó, alzando la cabeza hacia el sonido. Estaba bastante segura de que su corazón dejó de latir, el rubor se apodero de todo su cuerpo y el sonido de la campana apenas fue percibido en sus oídos.

"Mas tarde". , dijo, apretando su brazo para después irse, y ella se le quedó mirando, azotando su falda contra sus muslos.

Todo había cambiado.


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Ella realmente no sabía lo que significaba “más tarde”. De hecho, podría haber significado una gran cantidad de cosas. Pero ella sólo podía adivinar que quería decir que más tarde se encontrarían en el patio de recreo, como siempre solía hacerlo. Se conocieron en la parte superior de la torre, donde estaba el corredor, porque fuera del viento en el invierno y fuera del sol en el verano, fresco y agradable a la sombra de los árboles. Así que ella se encontraba allí esa noche, cuando el sol se septiembre se deslizó por debajo del horizonte, agarrando su jersey a su cuerpo, todavía vestida con su uniforme escolar y temblando a causa de la falda.

Ella lo maldijo mientras se sentaba allí congelándose, porque ella había estado allí durante media hora y que iba a sufrir una quemadura pronto, y por todo lo que veía, él ni siquiera iba a venir aquí. Todo lo que ella sabía era que él podría haber ido a su casa, pero no tenía la menor idea.

Estaba oscureciendo y aunque su estómago estaba atado en nudos, ella rebosaba ideas de donde pudo haber ido, lo que pudo haber estado haciendo. Era tan grande, alto y varonil ahora. Él podría haber tenido otras cosas en su mente, esperando por ver a otras chicas, o jugar con los amigos que hizo en el campo espacial, o dios sabe qué. No tenía idea de lo que estaba en su mente. Pero si él no aparecía pronto tendría que irse y ese pensamiento le hizo torcer el estómago aún más.

Pero pronto se oyó el crujido de las zapatillas contra el mantillo y parte de ella estaba eufórico, con el corazón disparado en la garganta, pero otra parte de ella estaba aterrorizada, por múltiples razones.

"¿M-Minho?" -preguntó, moviéndose y empujándose hacia arriba sobre las rodillas, inclinándose para mirar hacia abajo en el resto de la zona de juegos. Pero tan pronto como su rostro apareció en la escalera, él estaba sonriendo con la chaqueta con cremallera hasta el cuello como siempre lo tenía mientras se arrastraba hacia el pequeño espacio.

Una parte de ella quería golpearlo por la forma en que apareció y tenía su corazón molido, pero de nuevo tomo en cuenta que estaba con ella ahora... entonces ella supuso que sólo ser ella misma.

"Hola". -susurró, temblando y con el ceño fruncido mientras miraba hacia abajo y luego se deslizó un poco más cerca, hasta que sus rodillas casi se tocaban.

"Creo que ambos nos estamos poniendo un poco grandes para este escondite". Comentó él, riendo, pero se notaba un poco avergonzado por como ella lo miraba y ella se sonrojaba y removía sin saber realmente qué decir, asintiendo con la cabeza y pasándose las manos por la parte delantera de la falda.

"Uhm ¿Lo has estado pasado bien?" -preguntó, mirando el dobladillo de su falda mordiendo el interior de su labio mientras esperaba por una respuesta. Pero nunca llegó una respuesta. En cambio los dedos de él envolvieron su barbilla y él tiró de ella hacia arriba con mucho cuidado, con el rostro tan cerca, con sus ojos se recorrieron el uno al otro y ella estaba bastante segura de que se olvidó de cómo respirar.

"Te extrañé tanto Eunsook, tanto." -susurró, los ojos de él se llenaron de emoción y los de ella se llenaron de lágrimas al instante, ella extendió su mano para agarrar la sudadera de Minho suavemente, mientras apretaba los dientes.

"Basta que vas a hacerme llorar idiota estúpido". -murmuró y luego tosió una carcajada, tratando de separar sus rostros. Él no se lo permitió, sin embargo, su sonrisa era cada vez más amplia incluso sus propios ojos se mojaron por la emoción.

"Dime que me echaba de menos." -murmuró él, su sonrisa era cada vez más amplia y arrugó la nariz, tratando de no pensar de nuevo que ella no lo quería, pero él acaba de abrazarla con más fuerza y ella se estremeció, evitando sus ojos para luego mirarlos despacio.

"Te extrañe más de lo que puedas imaginar." -susurró, y sus ojos brillaron sin poderlo evitar, él se inclinó más rápido de lo que ella podía imaginar, casi haciendo chocar sus narices, y la besó.

Era su primer beso, bajo el cielo que se había oscurecido rápidamente, en el lugar donde ella y le había guardado rodas las tarjetas Pokemon Trading en su infancia. Era el lugar perfecto, el lugar más increíble, y el beso fue el beso más increíble.

No fue un beso increíble que fuera perfecto, porque no lo fue. Fue un poco incómodo, él estaba un poco nervioso y ansioso, y ella estaba tan nerviosa que estaba teniendo dificultades para no vomitar en su boca, pero con el gusto cálido y sorprendente, y lo que se sentía tan cálido y sorprendente era que toda su vida se había estado preparando para este momento, exacto y perfecto. Perfecta en su imperfección.

El beso se rompió y ambos jadeaban en el espacio cerrado, sus ojos estaban húmedos mientras se miraban el uno al otro y compartían oxigeno en cada respiro, y entonces Eunsook se enderezo, empujando su pecho contra el de él y lo besó de nuevo, lo besó más profundamente, a pesar del hecho de que ella aun quería gritarle para siempre en primer lugar. Pero los besos estaban mejor y él realmente estaba disfrutándolos, presionando más cerca de ella, hasta que sus lenguas se tocaron y se estremecieron en la oscuridad helada.

Así que el chico de al lado se convirtió en su novio. Su alto, guapo, y tranquilo novio, quien se burlaba de ella y la miraba con sus grandes y felices ojos cuando salían, quien envolvía su brazo alrededor de sus hombros y su cintura y se enojaba cuando los demás chicos la miraban. Ella nunca habría pensado que aquello fuera posible, pero sin ni siquiera darse cuenta, ella se había enamorado de él.


Y estaba segura que nunca iba a dejar de estar enamorada de él, no en esta vida.