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El chico de la calle
Primera vez que publico por aquí y en internet, veamos qué tal ^^
Titulo: El chico de la calle
Autor: AlexLee
Género: Angst, Romance, AU
Parejas: 2min
Nota: Este fue el primer fic 2min y de SHINee que escribí, así que tiene un valor sentimental para mi ^^ Originalmente es un oneshot de 36 páginas lol pero lo dividiré en varias partes para que sea más cómodo de leer (y más cómodo de editar xD) Así que no será muy largo y es muy cliché, pero adoro los clichés, así que espero lo disfruten~
Primera parte, ¿qué tal? ^^ Iré subiendo las demás conforme termine de ir editando. Espero les esté gustando, críticas/comentarios/amenazas (?) son bien recibidos~ Gracias por leer ^^
Titulo: El chico de la calle
Autor: AlexLee
Género: Angst, Romance, AU
Parejas: 2min
Nota: Este fue el primer fic 2min y de SHINee que escribí, así que tiene un valor sentimental para mi ^^ Originalmente es un oneshot de 36 páginas lol pero lo dividiré en varias partes para que sea más cómodo de leer (y más cómodo de editar xD) Así que no será muy largo y es muy cliché, pero adoro los clichés, así que espero lo disfruten~
- 1/?:
- El chico de la calle.
Su primer día en la universidad había sido demasiado rutinario. Algunas nuevas caras, nuevos maestros, nuevas asignaturas, pero sin contar todas esas novedades transcurrió como un día normal, aburrido y tedioso. Suspiró un poco molesto al mirar los horarios de autobuses más cercanos. Una hora, tenía que esperar toda una hora completa al próximo autobús para poder finalmente llegar a su casa y tirarse en su cama. Cerró los ojos, había elegido ese camino y tenía que soportarlo.
La carrera que había elegido le había obligado a buscar una mejor universidad, por “suerte” para él sus mejores amigos habían hablado de acudir a aquella universidad y no pudo desaprovechar la oportunidad. Era verdad, aquella escuela quedaba bastante lejos de donde vivía y para ello tenía que llegar casi una hora antes al campus y, ahora, tendría que esperar una hora para volver a su hogar. Pero sus sueños lo valían, valían cada sacrificio y se aseguraría de que así fuera.
Aburrido como estaba decidió pasear por las calles cercanas, desconocidas para él. Era la segunda vez que visitaba aquella área de la ciudad y maldijo en voz baja que Seoul fuera tan grande. Maldijo por segunda vez dirigido a sus amigos en esta ocasión, todos tenían planes y ninguno había querido acompañarlo. Bufó molesto observando los edificios frente a su escuela. Una preparatoria, un centro de fotografías, una florería, un centro de videojuegos y una pequeña cafetería. Las últimas dos opciones eran las más aceptables, decidió relajarse en un lugar más tranquilo y se dirigió a la pequeña cafetería.
Contrario a lo que pensaba, el establecimiento era más bien acogedor, tenía el tamaño perfecto y mesas junto a los grandes ventanales. El dulce aroma a café y pastel inundó sus fosas nasales y sintió que su ceño fruncido se relajaba un poco. Se aproximó con paso lento al mostrador, analizando los delicados y elegantes detalles de las paredes y los colores cálidos de las sillas y los sillones. Suave música era lo único que se escuchaba en el lugar sumando un par de murmullos que provenían de dos universitarios sentados en las esquinas. Quizá ese podía ser el lugar en el que esperara una hora hasta que llegara el próximo autobús o incluso pasar el rato entre clases si tenía alguna hora libre.
-¿Puedo ayudarte?- preguntó una voz femenina, él pensó que su delicada figura y su bonita voz combinaban perfectamente con el lugar. Su vista observó el menú sobre su cabeza.
-Solo un café negro, por favor- la chica asintió pasándole una pequeña tarjeta en la que escribir su nombre.
Se sentó en una mesa al lado del gran ventanal. Maldijo una tercera vez al no haber traído algún libro o algo con qué entretenerse. Se decidió por observar las personas que pasaban fuera del establecimiento. Estudiantes, señoras provenientes de la florería, señoras con sus hijos. Odió admitirlo, pero aquello le estaba pareciendo bastante entretenido, imaginar la vida de las personas era gracioso en su cabeza.
-¡Choi Minho!
Se levantó de su asiento tomando la bebida caliente que la joven le ofrecía. Asintió levemente con la cabeza murmurando un gracias y se sentó de nuevo mirando hacia la calle. Comenzaba a aburrirse de imaginar la vida de las personas cuando algo, o mejor dicho alguien, llamó completamente su atención.
Exteriormente no parecía ser un chico que sobresaliera. Estatura media, probablemente acudía a la preparatoria que había visto minutos antes por el uniforme que portaba. Llevaba las mangas ligeramente arremangadas hasta los codos con las manos dentro de los bolsillos del pantalón. Llevaba puestos unos audífonos, Minho se preguntó qué clase de música podría escuchar. Pero fue cuando miró su rostro que se quedó sin palabras, aún siendo el primero de los de su clase. Su cabello castaño claro enmarcaba casi con perfección su delicado rostro, de piel blanquecina y resplandeciente, parecía brillar con luz propia. Sus ojos, pequeños y de una forma que él encontró perfecta, parecían decirlo todo. Su nariz delicada quedaba perfectamente en su angelical rostro. Sus labios, gruesos y de forma definida, pintados con un tono rosa natural parecían de lo más suaves. La única palabra que encontró para describirlo fue angelical y estaba seguro de que no hacía justicia a su verdadera belleza.
Su caminar era ligero y sutil, parecía estar bailando. Quizá sea un bailarín. Su rostro, aunque serio, se veía dulce y parecía esculpido con ternura. Minho sacudió la cabeza, ¿desde cuándo se estaba volviendo él un poeta? Pero al mirarlo otra vez no le importó, podría ponerse a recitar las bellas palabras de los más célebres poetas y ninguna haría justicia a lo que veía. Apuesto a que Shakespeare no le conocía, de haberlo conocido habría escrito historias aún más conmovedoras.
Su mirada se encontró con la de aquél hermoso ser, su corazón latió nervioso al ser descubierto y aún así no pudo apartar la mirada de los ojos tan brillantes hasta que estos mismos rompieron el contacto. Su mirada era tan expresiva, justo como él había predicho. El muchacho desapareció de su campo de visión.
Minho sorbió el último trago de su café con preguntas rondando por su cabeza. ¿Lo volvería a ver mañana? Fue sin duda la pregunta que más se repitió en su mente.
Miró su reloj, ya había pasado una hora.
Mismo lugar, misma hora. Tres días habían pasado. Minho aprendió un par de cosas en esos días. La primera, aquel chico de figura angelical pasaba por ahí todos los días –muy para su deleite personal, tenía que admitir-. La segunda, se sentía un completo acosador siempre que lo veía. Pero no podía evitarlo, no podía evitar mirarlo cuando pasaba al lado del ventanal justo a la hora del día anterior, no podía evitar observar la luz que emitían sus castaños ojos posiblemente originada por la música que escuchaba en ese momento, no podía evitar observar su delicada figura y su gastado uniforme después de un día pesado, no podía evitar la ligera curva de sus labios al saludar a un extraño a pesar de sus facciones cansadas. No, no podía evitarlo, sentía que si dejaba de verlo simplemente desaparecería y era algo que no estaba dispuesto a soportar.
Observó su reloj de mano después de haber pedido su orden habitual, quedaban pocos segundos.
3…
2…
1…
Ahí estaba él, sus cabellos resplandecientes justo como a Minho le gustaba, las manos en los bolsillos y sus labios separándose rítmicamente cantando lo que sea que estuviera escuchando. Minho quiso levantarse de su asiento y salir para escuchar su voz, el alto joven sabía y aseguraba que su voz debía ser igual de angelical que su figura.
Notó los ojos cansados del joven, pequeñas ojeras marcándose en su pálida y delicada piel y Minho frunció ligeramente el ceño. No le gustaba ver a su ángel así, cansado. ¿Había dicho su ángel? De acuerdo, quizá se estaba obsesionando. Pero al cruzar miradas con él por cuarta vez en esa semana, supo que la obsesión no le importaba en lo absoluto siempre que pudiera observar desde lejos aquellos ojos que parecían decirlo todo y al mismo tiempo nada.
Minho había cambiado mucho desde que miró a aquel chico pasar por la calle.
Era viernes, y por alguna razón, Minho se sentía muy inquieto. Salió del campus universitario como acostumbraba, moviendo su cuello ligeramente liberando un poco el estrés. Entró a la pequeña cafetería como acostumbraba y la chica que atendía ya no tuvo que pedirle su nombre, ya era cliente habitual.
No fue sino hasta que tuvo su café frente a él y observó a las personas pasar que se dio cuenta del porqué de su inquietud. Era viernes y estaría todo un fin de semana sin verlo, a él, al pequeño ser que le alegraba las tardes. Aquello definitivamente no le gustaba. Y mucho menos le gustaba que su humor dependiera de otra persona ahora. Suspiró. Su mente era un caos desde que lo vio pasar la primera vez aquella tarde de otoño.
Tomó un sorbo de su café mirando su reloj por tercera vez, en cualquier momento aparecería y ya no lo vería en dos días, dos días completos. Frunció el ceño molesto, sin saber muy bien por qué.
Justo a la hora, lo observó caminar lentamente, esta vez con un suéter diferente al que acostumbraba los demás días de la semana (Minho había memorizado su guardarropa en esos días) pero no por eso se veía menos angelical. De hecho, y a ojos de Minho, se veía adorable. Le quedaba un poco grande y las mangas cubrían sus manos que ahora buscaban una nueva canción en el reproductor. El cuello de la prenda acariciaba sus mejillas y se ceñía a su cuerpo de forma exquisita.
Minho se vio unos segundos en el reflejo del ventanal y se vio sonriendo. Aquello le sorprendió, había sonreído inconscientemente ante la visión de su ángel ataviado en aquella indumentaria. Se recriminó mentalmente ante aquel gesto hasta que algo lo hizo sonreír aún más, si era posible. Él le estaba sonriendo de vuelta, haciendo sus ojos más pequeños. Sus labios se curvaban hacia arriba haciendo más notorios sus pómulos, Minho se dio cuenta que los ojos del chico brillaban más cuando sonreía. El alto joven se vio incapaz de respirar en ese momento, hipnotizado por aquella sonrisa que quedó grabada en su memoria.
El menor se despidió con un ligero movimiento de cabeza antes de desaparecer de su vista, gesto que el pelinegro respondió inconscientemente seguro de que para ese día sus movimientos ya no le pertenecían del todo.
Su sonrisa fue lo único que estuvo en su mente todo el fin de semana.
Un mes ya había pasado, un mes en que aquel bello ser no dejaba de sonreírle siempre que lo veía. El corazón de Minho no dejaba de saltar de emoción. Recordaba todas y cada una de las sonrisas. Recordaba la ocasión en que le sonrió llevando un abrigo diferente, recordaba la ocasión en que su sonrisa casi se oculta detrás de la bufanda que llevaba al cuello. No podía olvidar la sonrisa con sus mejillas sonrojadas por el frío ni mucho menos aquella sonrisa en la que mostraba sus blancos dientes. Su sonrisa favorita, después de todo.
Minho había descubierto que él mismo sonreía más ¿era por él? No lo descartaba, antes no le habría importado no sonreír en absoluto pero el solo recuerdo del joven era necesario para alegrarle el día.
Miró su reloj buscando entre la multitud creciente –había muchas personas en la calle ese día- aquella cabellera característica. Quizá para aquel chiquillo adorable no era sino otro extraño más en el mundo, pero para Minho, para él era algo más. Quizá se estaba volviendo loco, quizá tantos deberes escolares al fin estaban haciendo mella en él o quizá solamente estaba cansado de lo comunes que eran las personas y aquel dulce joven era un suave pero agradable cambio. No lo sabía y no quería saberlo, siempre que pudiera ver a aquel ser pasar por ahí.
Estaba comenzando a desesperarse cuando su ya delicado cuerpo apareció frente a él. Esta vez, el chiquillo llevaba una paleta sabor cereza –intuyó por el color de sus labios-, jugueteando con ella un par de veces. Como acostumbraba, le dedicó una sonrisa que el jovenzuelo correspondió aún con el dulce entre sus dientes. Minho contuvo la respiración, sus labios de un tono más rojo eran demasiado incitantes y su sonrisa brillaba aún más, si era posible. Desapareció de su vista tan rápido como había aparecido, apresurado por la multitud a su alrededor.
Es hermoso, pensó. Eres lo más hermoso que he visto en mi vida.
-Oi, Minho, ¿quieres venir con nosotros?- el alto no respondió, distraído como estaba mirando hacia la ventana alcanzando a ver un poco del edificio de la preparatoria. Estará estudiando, tenía rostro de buen estudiante- ¡Minho!- el golpe en su cabeza seguido del grito fue lo que lo despertó de su trance, se giró bruscamente con el ceño fruncido dispuesto a encarar a su amigo que le miraba como aquella persona que mira a un extraterrestre- ¿Qué demonios te pasa? Llevas casi dos meses como un zombi.
-Déjalo, Jjong, esa chica es la que lo tiene así- comentó un rubio que cruzado de piernas ojeaba una revista de modas. Era muy atractivo, de piernas delgadas encurtidas en pantalones ajustados, de extravagante belleza y rasgos casi felinos. No era tan bonito como su ángel, pensó Minho.
-¿Qué chica?- el enojo del alto joven se evaporó al instante.
-Oh, vamos, ¿vas a decirnos que has estado así por la escuela? No, no- movió el dedo sin despegar la vista de la revista- A mi no me engañas, Minho.
-Estás loco, Kibum.
-¿Por qué no la has presentado? No te la robaremos, solo queremos verla- insistió Jjong, mirándolo fijamente con aquellos ojos que Minho encontraba casi molestos. Como cuando un cachorro te mira esperando que juegues con él a la pelota.
-No es una chica- para cuando terminó la frase el rubio estalló en carcajadas cerrando la revista al fin y observándolo con ojos sorprendidos -¿Qué?- la molestia ya se notaba en su voz, tuvo que esperar hasta que el exagerado ataque de risa parara. Algo que era bastante difícil, dada la personalidad de Kibum.
-No sabía que te interesaran los chicos, Minho- sus dos amigos se giraron hacia él con una sonrisa burlona en sus rostros, era de esperarse, ambos eran completamente inmaduros. Aún se preguntaba cómo era que él era el menor de los tres, si su mente parecía estar incluso años más avanzada. Sin embargo sabía que ninguno tenía algún problema con su orientación sexual recién descubierta, pero les encantaba molestarlo. Todo el tiempo.
Los ignoró cuando lo bombardearon con preguntas, asintiendo o negando levemente solo en algunas ocasiones.
-¡Yah! ¡Di algo!- se desesperó Jjong, el de los rasgos parecidos a un dinosaurio, Minho mostró media sonrisa al fin. Los había desesperado tal y como quería.
-Vámonos de aquí, Jjongie, no nos dirá nada- Kibum tomó sus cosas y esperó a que el otro chico dejara escapar un suspiro de desesperación. Cuando ambos estaban en la puerta a punto de irse, el rubio se giró hacia Minho que lo miró expectante ante la mirada seria de su amigo. Kibum nunca lo miraba así, a menos que fuera importante- Quien quiera que sea, Minho, espero que las cosas vayan bien, te notas más feliz.
Y se fue.
Faltaban pocos días para navidad, Minho lo sabía. Era su estación del año favorita. Aquel hermoso chiquillo había comenzado a llevar un pesado abrigo desde hacía unas semanas debido al frío, Minho admitía que lucía adorable. Con todo luces adorable, ¿lo sabías? Las últimas semanas había comenzado a escribir en un diario personal que llevaba consigo a todas partes, no confiaba en su hermano que se la pasaba todo el día en casa. Recorrió las últimas páginas escritas y se sintió, por un momento, avergonzado de sí mismo. Solo hablaban de él. Y aún así, ni una de las palabras hacían verdadera justicia a lo que veía, a lo que sentía.
Aquel día era especialmente frío, Minho había agradecido la agradable sensación del café caliente bajar por su garganta y el agradable calor que inundaba el establecimiento.
Vio al chiquillo aproximarse dispuesto a sonreírle, como cada día, parecía una tradición. Súbitamente lo vio detenerse, con los ojos ligeramente abiertos y mirando al cielo. Fue entonces cuando ambos lo notaron, estaba nevando.
La sonrisa que apareció en los labios del menor hizo que el corazón de Minho diera un vuelco. Era sin duda la más hermosa que le había visto. El pequeño extendió sus brazos recibiendo con agrado los copos de nieve que caían, disfrutando de la fría sensación. La primera nevada del año, la primera, y la habían compartido juntos.
Minho observó con admiración el delicado rubor que había aparecido en sus blanquecinas mejillas, no sabía si por el frío o porque lo había estado observando como un acosador. La segunda idea la descartó cuando lo vio sonreírle especialmente a él y desaparecer de su vista.
Nuestra primera nevada, eh. Un regalo especial para los dos.
-¿Vas a salir, Minho-ya?- la voz masculina pero joven hizo que detuviera sus pasos justo cuando se encontraba frente a la puerta. Asintió obteniendo por respuesta una sonrisa muy similar a la que sus amigos habían mostrado meses atrás.
-Cállate, Minseok, solo iré a la cafetería.
-¿Y no te encontrarás con nadie?- la sonrisa maliciosa se hizo más grande en el rostro de su hermano mayor. ¿Qué les pasaba a todos con su supuesta vida amorosa? Era de él, bufó molesto. Sin responder se dio la vuelta y salió de la casa, enfrentándose a la ventisca que azotaba las calles desde el primer día de vacaciones- ¡Minho-ya!
Ignoró los gritos de Minseok alejándose rápidamente de su hogar. Habían pasado dos semanas entre las que la navidad había llegado, no se quejaba, pero necesitaba saber si su adorable ángel seguía pasando por ahí. Era una tontería, nadie pasaría por aquel lugar si no había clases, pero Minho no perdía nada con intentarlo.
Llegó al establecimiento de siempre siendo saludado por la misma agradable y animada joven. Se desearon felices fiestas y el alto joven ocupó su lugar al lado de la ventana. La hora en la que pasaba se acercaba y no había casi nadie por las calles. Minho comenzaba a desanimarse, pensando en que quizá había sido demasiado infantil de su parte pensar que aquel chiquillo podía sentir aquella extraña conexión que lo embriagaba a él.
Suspiró, hoy no tenía nada que escribir en su diario personal.
Terminó su café con cierta decepción, incluso la hiperactiva muchacha del mostrador notó el cambio en su habitual rutina dedicándole una triste sonrisa al pasar por donde estaba ella caminando hacia la puerta. Fue el frío viento el que lo recibió al salir, no le gustó. Se colocó los guantes de invierno y se dio la vuelta pero no pudo moverse, y tampoco quiso hacerlo.
Su precioso ángel estaba frente a él, mirándolo con una expresión de sorpresa mezclada con alegría. O quizá eran sus ojos los que veían alegría en los contrarios porque eso era lo que sentía él.
Tenía que admitirlo, verlo frente a frente hacia que le temblaran las piernas. No podía ser posible ser tan bello. Unos centímetros más bajo de él, con las mismas mejillas sonrojadas de siempre. Pantalones ajustados, envuelto en un abrigo de color rojo. Lucía diferente sin su uniforme escolar y a Minho le gustó aún más. Ninguno dijo nada, ninguno sabía qué decir. El precioso chiquillo frente a él le dedicó una hermosa sonrisa y esta vez Minho estuvo seguro, estaba feliz de verlo ahí probablemente después de tantos días de haber pasado y no encontrarlo en su asiento habitual.
Minho le sonrió, pidiendo disculpas con la mirada aceptadas inmediatamente por el menor que se alejó de ahí en dirección contraria, más feliz de lo que esperaba.
El alto se recriminó mentalmente, había sido el momento perfecto para decir algo, para lograr escuchar su voz y no había hecho nada. La próxima vez, pensó. Pero había sido un agradable encuentro, a pesar de todo.
Esa noche, Minho pudo dormir con tranquilidad.
Primera parte, ¿qué tal? ^^ Iré subiendo las demás conforme termine de ir editando. Espero les esté gustando, críticas/comentarios/amenazas (?) son bien recibidos~ Gracias por leer ^^
Re: El chico de la calle
OMG pero que hermoso!! Me dejaste con muchas, exageradas ganas de más, que bella historia <3 jjajajaja Jong y Key bien metiches xD espero que subas la siguiente parte pronto, me consumen las ganas por leer más!
MiNjUnG
Minho ♥♥♥♥ es el amor de mi vida
1327
Re: El chico de la calle
awwww!!!! continua, es una historia simplemente muy linda
y en serio tengo mucha curiosidad de que va a ocurrir en su
próximo encuentro
ojala puedas actualizar pronto n_n
y en serio tengo mucha curiosidad de que va a ocurrir en su
próximo encuentro
ojala puedas actualizar pronto n_n
Reira Elric
Minho
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