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> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
Nombre del Fic: El fin no justifica los medios
Nombre de las autoras: DulChoc! y Lady Akari
Tipo o genero: Yaoi, drama, gore, violencia...
Duracion: Indefinido
Advertencia: (+17)
Personajes: SHINee, SuJu, algunos de EXO... ect
Otros: Se está publicando en otros foros también.
¡Hola a tod@s! Aquí les traemos este fic, que es el resultado de la colaboración de DulChoc! y Lady Akari. Esperemos que os guste, porque esperamos seguir trabajando juntas como Dongmaeng en el futuro. Gracias a tod@ <3
~~ Continuará ~~
Nombre de las autoras: DulChoc! y Lady Akari
Tipo o genero: Yaoi, drama, gore, violencia...
Duracion: Indefinido
Advertencia: (+17)
Personajes: SHINee, SuJu, algunos de EXO... ect
Otros: Se está publicando en otros foros también.
¡Hola a tod@s! Aquí les traemos este fic, que es el resultado de la colaboración de DulChoc! y Lady Akari. Esperemos que os guste, porque esperamos seguir trabajando juntas como Dongmaeng en el futuro. Gracias a tod@ <3
Cuando alguien te arrebata lo que más quieres, tu vida se ve arruinada. Cuando miras a tu alrededor y no hay nadie, un vacío se apodera de ti. Solo un sentimiento prevalece en ese cúmulo de remordimientos, tristeza, impotencia, dolor… La Venganza. Poco a poco se apodera de tu cuerpo, cegándote por completo, haciéndote ver que tu único objetivo, es acabar con su existencia. La incesante búsqueda no finalizará hasta haber derramado la última gota de sangre.
‘’Morirás, será mi última voluntad’’
~~ Continuará ~~
Última edición por ~ Dongmaeng ~ el Mar Abr 01, 2014 3:01 pm, editado 12 veces
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
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Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
Pero por su puesto que continuara, sino las encuentro y...o llamo a Luza, después de todo ella es Killer (?) okya. Ojala sea de una pareja que me guste -varias- porque sino...TT TT fuck, no fic for this bish. Oh, estan en Narnia, me le envían saludos a Aslan (??) y a Caspian, si es que vive aun :D (???doble??)
Sus advertencias me valen (malota aquí ._./) Tengo muchas expectativas con este fanfic, asi que, pues nos estamos leyendo. Me alegra haberlo encontrado primero aquí en SHIneeMex y no en otra pagina :3
Realmente me gusta como escriben (aunque a Dulcho! no la he leído) Ya saben, vendré a aparecer por aquí siempre ;3
PD: Mi necesitar un MP para saber de la actu :D
Sus advertencias me valen (malota aquí ._./) Tengo muchas expectativas con este fanfic, asi que, pues nos estamos leyendo. Me alegra haberlo encontrado primero aquí en SHIneeMex y no en otra pagina :3
Realmente me gusta como escriben (aunque a Dulcho! no la he leído) Ya saben, vendré a aparecer por aquí siempre ;3
PD: Mi necesitar un MP para saber de la actu :D
Última edición por Sou-Tan el Miér Sep 18, 2013 12:13 am, editado 1 vez (Razón : niidea xD)
> El fin no justifica los medios < (+17) [Capítulo 1]
Gracias por los comentarios :D Aquí traemos el primer capítulo, esperamos que os guste <3
Capítulo 1:
El sonido del reloj marcaba el ritmo de la operación. Las pulsaciones latían al compás de sus pasos. Las sombras reinaban el lugar y sus mentes se enfriaban para llevar a cabo el plan. El viento zarandeaban las ramas chocando contra el gran ventanal de la mansión. La alfombra amortiguaba los pasos y lentamente se acercaban a la habitación.
El chirrido de la puerta rompió el silencio y visualizaron a su presa, la cual ignoraba que iba a ser su última noche. Entraron silenciosamente y rodearon la cama. Uno de ellos metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó lo que parecía ser la clave de la operación.
Con maestría condujo el puntiagudo instrumento hasta su cuello, en el cual, sin dudarlo, inyectó el oscuro líquido a sabiendas de su efecto. Sacó sutilmente la aguja y miró detenidamente su reloj.
Ante el efecto de la droga mortal, sus ojos se abrieron repentinamente, pudiendo observar a los cinco hombres que lo rodeaban con una sonrisa en su rostro. Poco a poco su respiración se volvía entrecortada. Ante la desesperación sus manos fueron a parar a su pecho. Asustado volvió a mirar a los cinco chicos mientras su cuerpo lentamente dejaba de funcionar.
El chirrido de la puerta silenció su huída.
(TV)
Anoche en la madrugada, el político Kim Chang Soon ha sido encontrado en su mansión muerto. La policía afirma que el causante de este delito ha sido nuevamente Dark Soul. Todavía se desconoce la causa de la muerte, pero parece ser que ha sido envenedona:
- Patético –afirma el maknae del grupo.
El peliblanco entró en la habitación al escuchar las noticias provenientes de una de las pantallas de los ordenadores:
- Shh… -susurró el peliblanco en su oído- mira que eres malo.
Agarró sus cabellos obligándolo a mirarlo, el peliblanco se abalanzó a sus labios ferozmente y el castaño correspondió el beso:
- Felicidades hyung, tu droga fue un éxito –susurró mordiendo el labio inferior del moreno.
El peliblanco gimió ante esto y sonrió picaronamente girando la silla en la que se encontraba, quedando con el pequeño cara a cara. El menor entrelazó sus brazos en el cuello del mayor, el cual, rodeó con sus bien formados brazos al castaño, quien enredó sus piernas en la cintura del mayor.
Las lenguas de ambos se fundieron en un intenso juego, dejándose llevar por el deseo, introdujo sus manos el peliblanco por debajo de la fina camiseta del maknae, poco a poco acercándose a la pared, aprisionando al más joven haciendo que se estremeciera con el frío de esta, el cual desapareció al instante en que la temperatura subía gracias al roce de sus pocos inocentes juegos.
En la cocina, un rubio con facciones felinas, cocinaba tranquilamente cuando su labor fue detenida por unos brazos que lo rodearon, tensándose al sentir el aliento cálido del mayor:
- Hyung… - ronroneó cariñosamente.
- Lo siento, no pude resistir la tentación –murmuró el mayor al oído del chico.
El castaño adentró sus manos en la camisa del rubio acariciando sus botones rosas, causando pequeños gemidos al de mirada felina. Este dejó caer su cabeza sobre el hombro del mayor, mordiendo su labio inferior.
Un ligero olor a quemado, se hizo notar en la cocina haciendo reaccionar al menor, el cual dio un pequeño empujón al de sonrisa tierna:
- Se va a quemar la comida por tu culpa hyung.
El rubio agarró al mayor por la cintura y lo obligó a girarse sacándolo de la cocina. El castaño se puso de morritos sabiendo que para el de rasgos felinos era una debilidad:
- No te va a funcionar, no esta vez- le dijo evitando verle a la cara.
- Por favor...- le dijo muy bajito todavía de morritos.
- La comida se va a quemar y no vas a poder cenar tu delicioso pollo.
El castaño al oír eso se detuvo y suspiró. Podía esperar, aunque fuera un poco:
- Vete a buscar a los chicos- le mandó el menor.
El castaño, resignado, se fue en busca de ellos. Abrió la primera puerta del pasillo encontrándose la soledad en ella. Suspiró por tener que estar haciendo eso, cuando no era lo que deseaba. Abrió otra puerta más desesperándose al encontrarla sola nuevamente. Fue a la puerta siguiente. Por lo menos el menor tendría que estar allí, si no, no estaba en casa. La abrió encontrándose con el maknae sentado en una silla abanicándose con una hoja. Efectivamente estaba en su ratonera de sistemas y cables. Miraba a un lugar y lo buscó, viendo a Jonghyun, quien se ponía sonriendo su camisa. Onew suspiró, el también quería eso:
- La comida, chicos- dijo secamente.
El castaño y peliblanco lo miraron y sonrieron, asombrándose un poco. El más mayor se marchó cerrando la puerta. El peliblanco sonrió al maknae, el cual agarró de la mano, al mayor para sacarlo de la habitación, estaban hambrientos.
Al salir llegaron al comedor, encontrando la mesa con la deliciosa comida sobre ella. No pudieron evitar sonreír ante tal manjar. Tomaron asiento, en los que ya eran sus lugares. El rubio apareció de la cocina y se sentó junto al peliblanco. Después de bendecir la mesa comenzaron a comer:
- ¿Minho no ha llegado? – preguntó el rubio.
- No hyung, dijo que iba a investigar a las afueras de la ciudad –contestó el más pequeño.
- Había oído rumores de que un estafador andaba merodeando por allí y parece ser que se está empezando a inflar de dinero a un ritmo exagerado –afirmó el peliblanco.
- Eso sería raro dependiendo del tipo de trabajo que tenga, si no es proporcional, hay mano sucia de por medio. Esperaremos más noticias de Minho –sentenció el líder.
Todos siguieron comiendo tranquilamente como solían hasta que un sonoro pitido se oyó desde la habitación del maknae. El pequeño se levantó enseguida y se apresuró hasta su habitación. Se sentó delante del monitor que lo estaba avisando y conectó enseguida al percatarse de que era su amigo quien había activado el botón de alarma:
- ¿Taemin?
- Sí hyung, dime.
- Ya lo he encontrado –le comunicó seriamente.
- ¡Ya lo ha encontrado! –gritó para que el resto de chicos acudiera.
Se oyeron varios pasos apresurados y finalmente hicieron acto de presencia:
- Dinos que has encontrado –pidió el mayor de todos.
- Su nombre es Cho Ha Min y trabaja en una inmobiliaria. Lleva unos años dedicándose al mundo de la estafa a través de su negocio y hasta ahora le ha salido demasiado bien. Ha conseguido estafar a muchas personas, pero sobre todo busca a familias y les cobra por número.
- ¿Qué quiere decir eso? –preguntó el rubio.
- Saca provecho dependiendo del número de la unidad familiar, les hace la trampa en el contrato y después los amenaza con sus hijos, obligándolos a pagar cantidades inmensas.
El mayor frunció el ceño enfadado:
- ¿Taemin? –preguntó el líder.
- Sí hyung, estoy en ello –dijo apartándose del primer monitor y aterrizando en otro más a la izquierda.
Tras pocos minutos, el maknae sonrió:
- Aquí está hyung, Cho Ha Min. Empresario. Tiene 34 años. Soltero, vive en el distrito sur a las afuera de la ciudad y su negocio está a unos pocos metros de su casa. Trabaja todos los días, pero solo hasta la hora de almorzar y los jueves es cuando recibe la mercancía de fuera entre las 9:00 y las 10:00.
- Bien –asintió- Minho regresa a casa.
- Está bien hyung.
Fue lo último que dijo el joven antes de cortar la llamada. Tras haber fijado un nuevo objetivo, volvieron al comedor y siguieron comiendo tranquilamente. Ya habría tiempo mañana para empezar a idear un plan. Entre conversaciones triviales transcurrió la cena y pronto llegó la hora de lavar los platos. El maknae aprovechó que el rubio se había levantado a llevar algunos a la cocina, para sigilosamente retirarse a su habitación y escaquearse del trabajo:
- ¡Lee Taemin! –gritó el rubio adivinando la maniobra de este.
El pequeño suspiró pesadamente. Siempre lo descubría. Puso sus ojos en blanco y se detuvo en seco. Giró sobre sí mismo y se dirigió a la mesa. Los mayores se habían marchado, dejando todo tirado. Cogió los trastes como pudo y se dirigió con ellos en la mano a la cocina, donde el rubio echaba jabón a la pequeña esponja. Dejó los trastes en el lavadero y miró al mayor:
- Eres malo Umma- dijo quedamente con un puchero en su rostro.
El de mirada felina ante tal acto no pudo evitar que se le ablandara el corazón, pero, como pudo, no dejó que le ganara:
- Deja de quejarte, pequeño - le dijo autoritario-. Nunca haces nada, solo estar metido en esa habitación.
- Pero sabes que hago cosas importantes –frunció el ceño de forma adorable.
- Lo sé, pero eso es trabajo no una forma de vida- le dijo tocando su nariz con la punta del dedo, causando un escalofrió en el pequeño, por el agua que tenía en sus manos
- Para mí, sí lo es - dijo de brazos cruzados y molesto.
El mayor suspiró y continuó fregando los trastes que el castaño había dejado en el fregadero:
- Solo digo que no es bueno que estés tantas horas viendo una pantalla, te puedo hacer daño a la vista- dijo tranquilo.
- Sabes que no puedo resistirme, es como si me llamaran en todo momento -dijo sentándose en la encimera.
El rubio colocó el plato a secar y miró al menor fulminantemente:
- Estás avisado, señorito.
El menor sonrió nerviosamente:
- Sí… umma.
El castaño salió de la cocina, dejando solo al rubio, el cual colocó el último plato en su lugar. Se secó las manos y se dispuso a ir a descansar. Apagó la luz de la cocina y se marchó al lugar en el que podría ir al mundo de los sueños.
Cuando la aguja del reloj marcaba pasada la medianoche, todos dormían plácidamente. El mayor de todos se revolvía un poco inquieto en la cama debido al calor que hacía esa noche. Suspiró acalorado y decidió irse a por un vaso de agua para refrescarse.
Se dirigió a la cocina sigilosamente para no despertar a nadie y encendió una pequeña luz que había. Mientras se servía el agua, oyó el ruido de las llaves abriendo la puerta y se sobresaltó un poco. Fijó su vista en el reloj y se extrañó, era muy tarde, pero como siempre, el despistado líder había olvidado que uno de sus dongsaeng se encontraba de camino a casa y acababa de llegar.
Salió de la cocina, con el vaso de agua aún en sus manos y miró la puerta, esperando verlo entrar. Esperó unos segundos, pero no aparecía, se desesperó y se asomó a la puerta, encontrándose con el alto mirando el techo. El mayor se asustó, lanzando el vaso al aire. Por acto reflejo, el moreno agarró el vaso como pudo, aunque ya sus ropas estaban mojadas por el agua que este contenía. El culpable puso una mueca y sonrió inocentemente al alto, el cual suspiró y salió de allí, dirigiéndose al baño para cambiarse de ropa. Esperó a que el menor saliera del baño y cuando este lo hizo, le sonrió:
- Lo siento- dijo en un murmullo.
El más moreno se aproximaba al chico de sonrisa amable peligrosamente:
- No te preocupes, hyung- le dijo en el oído.
El mayor sonrió a causa de un escalofrió. Tomó aire y pasó sus manos por la espalda del alto, el cual sonrió y pasó sus labios por el cuello del castaño. Sus labios se entreabrieron ante tal exquisita sensación, dejando que sus manos subieran hasta llegar al cuello del menor, obligándolo a levantar la cabeza y quedar frente a frente. Sus alientos chocaban en los labios del otro, causando un ambiente sexual. De pronto, el mayor inclinó la cabeza del menor para sí, causando el choque de sus labios. Sus lenguas se fundieron en un intenso juego, en el cual, ninguno perdía.
Perdidos en su propia burbuja de pasión, fueron retrocediendo al baño. Al entrar, el cara rana empujó ligeramente a su hyung contra la puerta, ocasionando que esta se cerrara, haciendo un mínimo ruido. Sus lenguas fueron intensificando la carrera, al igual que sus manos. Poco a poco las prendas iban cayendo una por una, quedando sus cuerpos al desnudo, solo unas pequeñas telas cubrían sus hombrías. Pequeños suspiros salían de sus bocas al sentir el roce de éstas. El alto, siendo ganado por la lujuria dirigió su mano a la pequeña cinturilla de la tela y la arrancó salvajemente, aún sin temer poder hacer ruido. El mayor se tensó, dejando de respirar y deteniendo todos sus movimientos para escuchar lo que ocurría fuera, pero el silencio le contestó, podía continuar. Las manos del moreno fueron a la ya erecta hombría del mayor, realizando pequeños y tranquilos movimientos, que causaban impaciencia y gemidos reprimidos en él, el cual llevó su mano sobre la del menor y la movió a mayor velocidad, aumentando el ritmo. Más y más suspiros y gemidos eran reprimidos gracias a los mordiscos que ambos se proporcionaban. El menor aún con su mano en las partes íntimas del mayor fue hasta sus pequeños botones rosas, que adornaban su terso pecho. Los lamió con sumo cuidado. Al momento estos se pusieron duros, lo que causó que el moreno no pudiera evitar y los mordiera junto con una leve risa que salió de sus labios. Sintió como el mayor estaba a punto de venirse, pero no lo dejó, se detuvo, recibiendo una mueca del otro, el cual fue girado. El chico con cara de rana se deshizo de la tela que dejaba en cautiverio a su hombría. Con una sonrisa en sus labios metió dos dedos en el pequeño agujero rosado, teniendo un suspiro del otro. Sonrió y metió otro. Viendo que ya estaba preparado sacó los dedos y sonrió. Penetró su erecto pene en la entrada del mayor, el cual reprimió un fuerte gemido mordiéndose los labios. Las estocadas aumentaban poco a poco. El alto quitó la mano del mayor, que masturbaba su pene, y tomó su lugar. La habitación era pura pasión y lujuria:
- Me vengo- dijo el mayor quebradamente.
El moreno sonrió y aumentó las estocadas, quería que se fueran juntos, y eso ocurrió. El líquido blanco salió dentro del castaño, el cual dejó salir el suyo sobre las manos del menor y sobre el suelo. Sonrieron al conseguir que sus gemidos no fueran audibles. El alto se dejó caer sobre su hyung, respiraba entrecortadamente por el reciente ejercicio, aún así, su sonrisa no podía ser opacada. El mayor besó los labios calientes del chico y sonrió:
- Increíble -le dijo al oído en un susurro, demasiado excitante ante los oídos del menor.
El moreno se levantó y se metió en la ducha, metiéndose detrás el mayor. El agua caliente recorría sus cuerpos desnudos.
Después de ducharse ambos se pusieron sus ropas, dándose un beso en los labios antes, salieron del baño como si nada hubiera ocurrido, como si no hubieran estado más de una hora dentro. Con una sonrisa en el rostro el castaño se echó en la cama, al lado del maknae. Buscó con la mirada al alto, que esa noche le tocaba dormir en el sillón, y le sonrió:
- Buenas noches -le dijo antes de sumirse en un profundo sueño.
El silencio pobló la casa, dejando solo la melodía de sus tranquilas respiraciones, resonar junto con el rítmico pulso de sus corazones.
El Fin No Justifica Los Medios
Capítulo 1:
*Tic, tac, tic, tac*
El sonido del reloj marcaba el ritmo de la operación. Las pulsaciones latían al compás de sus pasos. Las sombras reinaban el lugar y sus mentes se enfriaban para llevar a cabo el plan. El viento zarandeaban las ramas chocando contra el gran ventanal de la mansión. La alfombra amortiguaba los pasos y lentamente se acercaban a la habitación.
El chirrido de la puerta rompió el silencio y visualizaron a su presa, la cual ignoraba que iba a ser su última noche. Entraron silenciosamente y rodearon la cama. Uno de ellos metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó lo que parecía ser la clave de la operación.
Con maestría condujo el puntiagudo instrumento hasta su cuello, en el cual, sin dudarlo, inyectó el oscuro líquido a sabiendas de su efecto. Sacó sutilmente la aguja y miró detenidamente su reloj.
''Solo cinco segundos y el líquido culminaría el plan’’
*Tic, tac, tic, tac*
Ante el efecto de la droga mortal, sus ojos se abrieron repentinamente, pudiendo observar a los cinco hombres que lo rodeaban con una sonrisa en su rostro. Poco a poco su respiración se volvía entrecortada. Ante la desesperación sus manos fueron a parar a su pecho. Asustado volvió a mirar a los cinco chicos mientras su cuerpo lentamente dejaba de funcionar.
`` El plan había sido un éxito’’
El chirrido de la puerta silenció su huída.
(TV)
Anoche en la madrugada, el político Kim Chang Soon ha sido encontrado en su mansión muerto. La policía afirma que el causante de este delito ha sido nuevamente Dark Soul. Todavía se desconoce la causa de la muerte, pero parece ser que ha sido envenedona:
- Patético –afirma el maknae del grupo.
El peliblanco entró en la habitación al escuchar las noticias provenientes de una de las pantallas de los ordenadores:
- Shh… -susurró el peliblanco en su oído- mira que eres malo.
Agarró sus cabellos obligándolo a mirarlo, el peliblanco se abalanzó a sus labios ferozmente y el castaño correspondió el beso:
- Felicidades hyung, tu droga fue un éxito –susurró mordiendo el labio inferior del moreno.
El peliblanco gimió ante esto y sonrió picaronamente girando la silla en la que se encontraba, quedando con el pequeño cara a cara. El menor entrelazó sus brazos en el cuello del mayor, el cual, rodeó con sus bien formados brazos al castaño, quien enredó sus piernas en la cintura del mayor.
Las lenguas de ambos se fundieron en un intenso juego, dejándose llevar por el deseo, introdujo sus manos el peliblanco por debajo de la fina camiseta del maknae, poco a poco acercándose a la pared, aprisionando al más joven haciendo que se estremeciera con el frío de esta, el cual desapareció al instante en que la temperatura subía gracias al roce de sus pocos inocentes juegos.
En la cocina, un rubio con facciones felinas, cocinaba tranquilamente cuando su labor fue detenida por unos brazos que lo rodearon, tensándose al sentir el aliento cálido del mayor:
- Hyung… - ronroneó cariñosamente.
- Lo siento, no pude resistir la tentación –murmuró el mayor al oído del chico.
El castaño adentró sus manos en la camisa del rubio acariciando sus botones rosas, causando pequeños gemidos al de mirada felina. Este dejó caer su cabeza sobre el hombro del mayor, mordiendo su labio inferior.
Un ligero olor a quemado, se hizo notar en la cocina haciendo reaccionar al menor, el cual dio un pequeño empujón al de sonrisa tierna:
- Se va a quemar la comida por tu culpa hyung.
El rubio agarró al mayor por la cintura y lo obligó a girarse sacándolo de la cocina. El castaño se puso de morritos sabiendo que para el de rasgos felinos era una debilidad:
- No te va a funcionar, no esta vez- le dijo evitando verle a la cara.
- Por favor...- le dijo muy bajito todavía de morritos.
- La comida se va a quemar y no vas a poder cenar tu delicioso pollo.
El castaño al oír eso se detuvo y suspiró. Podía esperar, aunque fuera un poco:
- Vete a buscar a los chicos- le mandó el menor.
El castaño, resignado, se fue en busca de ellos. Abrió la primera puerta del pasillo encontrándose la soledad en ella. Suspiró por tener que estar haciendo eso, cuando no era lo que deseaba. Abrió otra puerta más desesperándose al encontrarla sola nuevamente. Fue a la puerta siguiente. Por lo menos el menor tendría que estar allí, si no, no estaba en casa. La abrió encontrándose con el maknae sentado en una silla abanicándose con una hoja. Efectivamente estaba en su ratonera de sistemas y cables. Miraba a un lugar y lo buscó, viendo a Jonghyun, quien se ponía sonriendo su camisa. Onew suspiró, el también quería eso:
- La comida, chicos- dijo secamente.
El castaño y peliblanco lo miraron y sonrieron, asombrándose un poco. El más mayor se marchó cerrando la puerta. El peliblanco sonrió al maknae, el cual agarró de la mano, al mayor para sacarlo de la habitación, estaban hambrientos.
Al salir llegaron al comedor, encontrando la mesa con la deliciosa comida sobre ella. No pudieron evitar sonreír ante tal manjar. Tomaron asiento, en los que ya eran sus lugares. El rubio apareció de la cocina y se sentó junto al peliblanco. Después de bendecir la mesa comenzaron a comer:
- ¿Minho no ha llegado? – preguntó el rubio.
- No hyung, dijo que iba a investigar a las afueras de la ciudad –contestó el más pequeño.
- Había oído rumores de que un estafador andaba merodeando por allí y parece ser que se está empezando a inflar de dinero a un ritmo exagerado –afirmó el peliblanco.
- Eso sería raro dependiendo del tipo de trabajo que tenga, si no es proporcional, hay mano sucia de por medio. Esperaremos más noticias de Minho –sentenció el líder.
Todos siguieron comiendo tranquilamente como solían hasta que un sonoro pitido se oyó desde la habitación del maknae. El pequeño se levantó enseguida y se apresuró hasta su habitación. Se sentó delante del monitor que lo estaba avisando y conectó enseguida al percatarse de que era su amigo quien había activado el botón de alarma:
- ¿Taemin?
- Sí hyung, dime.
- Ya lo he encontrado –le comunicó seriamente.
- ¡Ya lo ha encontrado! –gritó para que el resto de chicos acudiera.
Se oyeron varios pasos apresurados y finalmente hicieron acto de presencia:
- Dinos que has encontrado –pidió el mayor de todos.
- Su nombre es Cho Ha Min y trabaja en una inmobiliaria. Lleva unos años dedicándose al mundo de la estafa a través de su negocio y hasta ahora le ha salido demasiado bien. Ha conseguido estafar a muchas personas, pero sobre todo busca a familias y les cobra por número.
- ¿Qué quiere decir eso? –preguntó el rubio.
- Saca provecho dependiendo del número de la unidad familiar, les hace la trampa en el contrato y después los amenaza con sus hijos, obligándolos a pagar cantidades inmensas.
El mayor frunció el ceño enfadado:
- ¿Taemin? –preguntó el líder.
- Sí hyung, estoy en ello –dijo apartándose del primer monitor y aterrizando en otro más a la izquierda.
Tras pocos minutos, el maknae sonrió:
- Aquí está hyung, Cho Ha Min. Empresario. Tiene 34 años. Soltero, vive en el distrito sur a las afuera de la ciudad y su negocio está a unos pocos metros de su casa. Trabaja todos los días, pero solo hasta la hora de almorzar y los jueves es cuando recibe la mercancía de fuera entre las 9:00 y las 10:00.
- Bien –asintió- Minho regresa a casa.
- Está bien hyung.
Fue lo último que dijo el joven antes de cortar la llamada. Tras haber fijado un nuevo objetivo, volvieron al comedor y siguieron comiendo tranquilamente. Ya habría tiempo mañana para empezar a idear un plan. Entre conversaciones triviales transcurrió la cena y pronto llegó la hora de lavar los platos. El maknae aprovechó que el rubio se había levantado a llevar algunos a la cocina, para sigilosamente retirarse a su habitación y escaquearse del trabajo:
- ¡Lee Taemin! –gritó el rubio adivinando la maniobra de este.
El pequeño suspiró pesadamente. Siempre lo descubría. Puso sus ojos en blanco y se detuvo en seco. Giró sobre sí mismo y se dirigió a la mesa. Los mayores se habían marchado, dejando todo tirado. Cogió los trastes como pudo y se dirigió con ellos en la mano a la cocina, donde el rubio echaba jabón a la pequeña esponja. Dejó los trastes en el lavadero y miró al mayor:
- Eres malo Umma- dijo quedamente con un puchero en su rostro.
El de mirada felina ante tal acto no pudo evitar que se le ablandara el corazón, pero, como pudo, no dejó que le ganara:
- Deja de quejarte, pequeño - le dijo autoritario-. Nunca haces nada, solo estar metido en esa habitación.
- Pero sabes que hago cosas importantes –frunció el ceño de forma adorable.
- Lo sé, pero eso es trabajo no una forma de vida- le dijo tocando su nariz con la punta del dedo, causando un escalofrió en el pequeño, por el agua que tenía en sus manos
- Para mí, sí lo es - dijo de brazos cruzados y molesto.
El mayor suspiró y continuó fregando los trastes que el castaño había dejado en el fregadero:
- Solo digo que no es bueno que estés tantas horas viendo una pantalla, te puedo hacer daño a la vista- dijo tranquilo.
- Sabes que no puedo resistirme, es como si me llamaran en todo momento -dijo sentándose en la encimera.
El rubio colocó el plato a secar y miró al menor fulminantemente:
- Estás avisado, señorito.
El menor sonrió nerviosamente:
- Sí… umma.
El castaño salió de la cocina, dejando solo al rubio, el cual colocó el último plato en su lugar. Se secó las manos y se dispuso a ir a descansar. Apagó la luz de la cocina y se marchó al lugar en el que podría ir al mundo de los sueños.
Cuando la aguja del reloj marcaba pasada la medianoche, todos dormían plácidamente. El mayor de todos se revolvía un poco inquieto en la cama debido al calor que hacía esa noche. Suspiró acalorado y decidió irse a por un vaso de agua para refrescarse.
Se dirigió a la cocina sigilosamente para no despertar a nadie y encendió una pequeña luz que había. Mientras se servía el agua, oyó el ruido de las llaves abriendo la puerta y se sobresaltó un poco. Fijó su vista en el reloj y se extrañó, era muy tarde, pero como siempre, el despistado líder había olvidado que uno de sus dongsaeng se encontraba de camino a casa y acababa de llegar.
Salió de la cocina, con el vaso de agua aún en sus manos y miró la puerta, esperando verlo entrar. Esperó unos segundos, pero no aparecía, se desesperó y se asomó a la puerta, encontrándose con el alto mirando el techo. El mayor se asustó, lanzando el vaso al aire. Por acto reflejo, el moreno agarró el vaso como pudo, aunque ya sus ropas estaban mojadas por el agua que este contenía. El culpable puso una mueca y sonrió inocentemente al alto, el cual suspiró y salió de allí, dirigiéndose al baño para cambiarse de ropa. Esperó a que el menor saliera del baño y cuando este lo hizo, le sonrió:
- Lo siento- dijo en un murmullo.
El más moreno se aproximaba al chico de sonrisa amable peligrosamente:
- No te preocupes, hyung- le dijo en el oído.
El mayor sonrió a causa de un escalofrió. Tomó aire y pasó sus manos por la espalda del alto, el cual sonrió y pasó sus labios por el cuello del castaño. Sus labios se entreabrieron ante tal exquisita sensación, dejando que sus manos subieran hasta llegar al cuello del menor, obligándolo a levantar la cabeza y quedar frente a frente. Sus alientos chocaban en los labios del otro, causando un ambiente sexual. De pronto, el mayor inclinó la cabeza del menor para sí, causando el choque de sus labios. Sus lenguas se fundieron en un intenso juego, en el cual, ninguno perdía.
Perdidos en su propia burbuja de pasión, fueron retrocediendo al baño. Al entrar, el cara rana empujó ligeramente a su hyung contra la puerta, ocasionando que esta se cerrara, haciendo un mínimo ruido. Sus lenguas fueron intensificando la carrera, al igual que sus manos. Poco a poco las prendas iban cayendo una por una, quedando sus cuerpos al desnudo, solo unas pequeñas telas cubrían sus hombrías. Pequeños suspiros salían de sus bocas al sentir el roce de éstas. El alto, siendo ganado por la lujuria dirigió su mano a la pequeña cinturilla de la tela y la arrancó salvajemente, aún sin temer poder hacer ruido. El mayor se tensó, dejando de respirar y deteniendo todos sus movimientos para escuchar lo que ocurría fuera, pero el silencio le contestó, podía continuar. Las manos del moreno fueron a la ya erecta hombría del mayor, realizando pequeños y tranquilos movimientos, que causaban impaciencia y gemidos reprimidos en él, el cual llevó su mano sobre la del menor y la movió a mayor velocidad, aumentando el ritmo. Más y más suspiros y gemidos eran reprimidos gracias a los mordiscos que ambos se proporcionaban. El menor aún con su mano en las partes íntimas del mayor fue hasta sus pequeños botones rosas, que adornaban su terso pecho. Los lamió con sumo cuidado. Al momento estos se pusieron duros, lo que causó que el moreno no pudiera evitar y los mordiera junto con una leve risa que salió de sus labios. Sintió como el mayor estaba a punto de venirse, pero no lo dejó, se detuvo, recibiendo una mueca del otro, el cual fue girado. El chico con cara de rana se deshizo de la tela que dejaba en cautiverio a su hombría. Con una sonrisa en sus labios metió dos dedos en el pequeño agujero rosado, teniendo un suspiro del otro. Sonrió y metió otro. Viendo que ya estaba preparado sacó los dedos y sonrió. Penetró su erecto pene en la entrada del mayor, el cual reprimió un fuerte gemido mordiéndose los labios. Las estocadas aumentaban poco a poco. El alto quitó la mano del mayor, que masturbaba su pene, y tomó su lugar. La habitación era pura pasión y lujuria:
- Me vengo- dijo el mayor quebradamente.
El moreno sonrió y aumentó las estocadas, quería que se fueran juntos, y eso ocurrió. El líquido blanco salió dentro del castaño, el cual dejó salir el suyo sobre las manos del menor y sobre el suelo. Sonrieron al conseguir que sus gemidos no fueran audibles. El alto se dejó caer sobre su hyung, respiraba entrecortadamente por el reciente ejercicio, aún así, su sonrisa no podía ser opacada. El mayor besó los labios calientes del chico y sonrió:
- Increíble -le dijo al oído en un susurro, demasiado excitante ante los oídos del menor.
El moreno se levantó y se metió en la ducha, metiéndose detrás el mayor. El agua caliente recorría sus cuerpos desnudos.
Después de ducharse ambos se pusieron sus ropas, dándose un beso en los labios antes, salieron del baño como si nada hubiera ocurrido, como si no hubieran estado más de una hora dentro. Con una sonrisa en el rostro el castaño se echó en la cama, al lado del maknae. Buscó con la mirada al alto, que esa noche le tocaba dormir en el sillón, y le sonrió:
- Buenas noches -le dijo antes de sumirse en un profundo sueño.
El silencio pobló la casa, dejando solo la melodía de sus tranquilas respiraciones, resonar junto con el rítmico pulso de sus corazones.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
> El fin no justifica los medios < (+17) [Capítulo 2]
¡Hola! Gracias a las que habéis comentado ^^ y a l@s que habéis leído :D Aquí les traemos el siguiente capitulo, esperamos que lo disfruten <3
CAPÍTULO 2:
Caso 1 - Cho Ha Min: Ojo por ojo, diente por diente
Los rayos de sol se hicieron paso entre las ligeras cortinas de la habitación, obligando a uno a fruncir el ceño ante tanta claridad. Se revolvió incómodo bajo la ligera sábana que lo cubría, mientras refunfuñaba palabras sin sentido.
Con rabia agarró la almohada que comenzaba a caer de la cama y la posó sobre su rostro, evitando así, que la claridad siguiera deslumbrándolo. En vano, puesto que ya estaba demasiado desvelado como para conciliar nuevamente el sueño. Se quitó la almohada del rostro y la lanzó al suelo. Quitó la sabana que aún jugaba sobre su cuerpo y se levantó con una mueca de fastidio.
Sus pasos eran pesados y vacilantes, aún se encontraba medio grogui, pero le importó lo más mínimo. Se dirigió al baño y cerró la puerta de un portazo, aún sabiendo que sus hyungs estarían durmiendo y que seguramente le llamarían la atención.
Apoyó sus manos en el lavabo y se miró al espejo, pudiendo observar su rostro cansado y desaliñado. Suspiró y abrió el grifo, bajando la cabeza y echándose agua para ver si así conseguía desperezarse. Cerró el grifo junto con un suspiro. Alargó su mano para coger la toalla a su costado. Se la llevó al rostro y la paseó por él. De repente, un golpeteo en la puerta le hizo dar un respingo:
- ¿Todo bien?- preguntó cálidamente el hombre al otro lado de la puerta.
- ¿Tú qué crees?- respondió irónicamente con otra pregunta.
Se escuchó un suspiro al otro lado y algunos pasos:
- No te tardes- la voz sonó más seca.
El maknae tomó aire y dejó la toalla en su lugar, todavía continuaba temblando por el susto. Abrió la puerta y salió, encontrándose al peliblanco sentado en la mano del sofá, esperando a que saliera del baño. Lo miró a los ojos, tal vez molesto y entró en el baño, no sin antes conseguir que el joven temiera de él.
Después de tranquilizar su pulso ante la mirada del moreno, fue a la cocina, su estómago pedía comida a gritos. Con rabia sacó una sartén y la colocó sobre las placas, haciendo un ruido molesto y alto. No le importó en lo más mínimo y sacó lo que iba a preparar, haciendo ruido, sin pensar en los demás:
- ¡Ya, ¿no?!- preguntó el alto con una expresión bastante molesta.
El menor sonrió maliciosamente e hizo un ruido, no iba a estarse quieto. El moreno sonrió cansado de soportar las locuras del menor y se acercó a él, intentando mantener la calma en sus actos. El castaño lo miró a los ojos, sus rostros estaban peligrosamente cerca, pero eso no le molestó. Agarró la sartén e hizo que rillara. Ante eso, el cara rana enfureció, pero antes de poder hacer nada, una voz entró en el juego:
- ¡Taemin, estate quietito ya, ¿eh?!- le gritó entrando en la cocina.
Al maknae le daba igual si les molestaba o no, estaba de mal humor y lo demás le daba igual. Nuevamente realizó el mismo ruido con la sartén, ocasionando que la cocina se llenara de gritos. Ambos mayores le gritaban molestos, mientras él, con una sonrisa sarcástica sonreía, pero todo se detuvo cuando de repente el menor vio un cuerpo bastante conocido en el marco de la puerta, que lo observaba con esa mirada que tanto temía y se detuvo. El peliblanco entró en la cocina:
- Compórtate como un adulto- le dijo con ese tono de voz tan autoritario y seco, el que tanto odiaba, el que temía en cierto modo.
Todo quedó en silencio. El mayor de todos entró en la cocina mirando el panorama con cuidado de que no fuera involucrado, sus pasos fueron a la nevera y sacó de ella el pollo, dejándolo sobre la encimera. El alto suspiró y salió de la cocina detrás del de sonrisa amable, a diferencia del rubio, que se acercó a los dos chicos que aún continuaban mirándose y posó su mano en el hombro del peliblanco. Tomó aire y miró lo que el menor estaba haciendo:
- Venga Taeminnie vete, ya hago yo el desayuno- dijo pesadamente.
El castaño ante las palabras se escabulló de la mirada del mayor.
La cocina quedó en un intenso silencio. El chico de mirada felina miró la sartén y continuó cocinándolo, pero para más personas. Después de unos segundos fue consciente de que el moreno peliblanco continuaba en el mismo lugar y con los ojos cerrados. El menor sonrió y llevó su mano a la mejilla del mayor:
- Deja de preocuparte, hyung- le dijo en voz baja, pero tranquilizadora.
El peliblanco simuló una sonrisa, provocando que el rubio sonriera ante su acto tan evidente. Colocó la otra mano en la espalda del mayor y se acercó, haciendo que sus labios se tocaran. Se separó al momento, no quería consentirlo y se fijó en el rostro del moreno, que sonreía juguetonamente, ya poco consciente de los minutos antes.
En el otro lado de la casa, dos hombres veían la tele. Uno atento a ella y otro pensando en las musarañas. El más mayor sonrió y dejó de mirar la televisión. Se levantó en busca de algo que estaba colgado en una silla. Al verlo sonrió aún más, mostrando su hermosa sonrisa. Agarró el bolso, que llevaba ya las gafas que tiempo atrás había puesto de ojos. Se dirigió nuevamente al sofá y cruzó los pies. Posó el bolso en ellas y lo miró pensativo, pero sin quitar la sonrisa.
El alto lo miró y rió al ver el bolso:
- ¿Qué le pasa a PINee?- dijo riendo exageradamente alto.
El mayor sonrió y colocó bien las gafas:
- Se sentía solo- dijo sin evitar reír.
La habitación se inundó en risas, pero se detuvieron al rato. El castaño prestó otra vez la atención en la televisión y el moreno se levantó del sofá en busca del pequeño gruñón.
Tocó la puerta:
- ¿Qué?- dijo el chico molesto.
El alto suspiró entrando en la habitación:
- Tae, ¿me perdonas?- le dije acercándose a él con un aegyo que siempre funcionaba con el menor.
El castaño desvió la mirada y refunfuñó:
- No.
El alto sonrió, sabía que su plan estaba surtiendo efecto y eso lo hacía querer realizar más de su poco visto aegyo:
- Por favor...- le repitió.
Consternado el maknae giró la silla, desviándola al lado contrario en donde se encontraba el mayor:
- No te hagas de rogar...- le dijo ahora al oído.
El castaño se estremeció ante el aliento del mayor en el oído y sonrió mordiéndose el labio, el moreno era muy listo.
Después de la fatigosa espera, el desayuno estaba en la mesa. Al escuchar las palabras "a la mesa" todos fueron a ella y tomaron su lugar para comenzar a deleitar la sabrosa comida. Conversaciones triviales recorrían el comedor, con alguna que otra risa de por medio, el ambiente estaba mucho mejor.
Al terminar, raramente el peliblanco y el líder ayudaron a limpiar todo, pues estaban ansiosos y apresurados. La reunión estaba por comenzar, y querían que fuera cuanto antes. Querían saber con exactitud todos los detalles, tenían sed de venganza.
Al finalizar, todos se reunieron en el salón. Sus rostros lucían diferentes. Sus expresiones eran frías y parecía que estaban ansiosos por algo. Cobrar venganza. Era como su oxígeno. Era una manera de apaciguar el rencor que todos llevaban consigo, como su permanente sombra:
- ¿Cuál es la información que tenemos? –preguntó el peliblanco.
- Ese tipo vive en el distrito más al sur de las afueras de la ciudad y tres calles más abajo está su empresa de inmobiliaria. Trabaja de lunes a domingos de 7:00 a 3:00 y los jueves justamente a las 9:28 de media, recibe toda la mercancía. Vive solo. En eso consiste su tapadera. La realidad, es que a través de su compañía arruina a numerosas familias, las amenaza e incluso secuestra a los hijos para chantajear a los padres, como es el caso de la familia Jeong. Actualmente su hijo está secuestrado y se encuentra encerrado en su empresa a la espera de que los padres paguen la suma de dinero engañada –finalizó el alto.
- ¿Tiene a un niño secuestrado? –se sorprendió el rubio.
- Sí –asintió con rabia Minho.
Todos se quedaron unos minutos en silencio, sabían que ese era el momento en el que el líder estaba pensado detenidamente el asunto:
- Bien –aseguró seriamente- le pagaremos con la misma moneda.
- ¿Qué haremos hyung? - Preguntó el menor de todos.
- Estafemos al estafador –sonrió sarcásticamente a lo que todos lo imitaron- El plan será el siguiente: Taemin, necesito que busques una casa muy lujosa cerca de dónde él viva, necesito la dirección y todos los detalles. También averigua donde tiene encerrado al niño y necesito capturas de todas las cámaras de seguridad de la empresa. Así podré hacer el plano. Jonghyun y Key, ustedes se harán pasar por dos personas famosas, es decir, que os toca actuar, así que Key, haz uso de tus maestras habilidades del disfraz. Minho, tú necesito que hagas los documentos de ellos dos, intenta cuadrar los perfiles, para que sea lo más real posible.
- Con lo que me gusta ir a mí de compras –afirmó el rubio contento.
- Ojito con lo que compras, que la última vez casi nos dejas en blancas –le advirtió el peliblanco.
- Ya sé –lo miró de reojo- entonces, lo más parecido a un famoso, ¿no? –sonrió de lado.
- Hyung, ¿la profesión de los famosos?
- Eso lo dejo a tu criterio, mientras se adapten a ellos, todo está bien. ¿Alguna pregunta más?
Todos negaron:
- Pues manos a la obra.
- Sí –asintieron.
Todos se levantaron para ponerse en marcha con sus respectivas labores. El pequeño se dirigió a su cuarto como de costumbre, a completar su trabajo. Se sentó nuevamente en su silla y empezó a teclear con suma facilidad. Pasados unos minutos, fue interrumpido por un golpe en la puerta. Se levantó y fue a abrirla:
- Minnie, ¿puedo usar uno de tus ordenadores? –le pidió el alto.
- Claro –le sonrió.
El trabajo en compañía sería más ameno:
- ¿Tienes alguna idea en mente para esos dos, hyung? –le preguntó volviendo a su asiento.
- Tengo unos cuantos perfiles, tendría que barajarlos seriamente –dijo sentándose a la derecha del menor- ¿Y tú cómo vas?
- Listo –dijo feliz.
- ¿Qué pasó? –dijo asomando la cabeza hacia el monitor donde trabajaba Taemin.
- Mira hyung –le dijo orgulloso de su buen trabajo como siempre.
- ¿Así que esta es la empresa?
- Sí, controlo todo el sistema de vigilancia.
- ¿Te ha costado mucho?
- Que va. Ni quisiera tienen protección para la sesión de cuenta, así que muy listo tampoco es.
- O tú muy inteligente –sonrió pícaramente.
El menor se sonrojó ante su respuesta. Ambos siguieron en lo suyo durante un buen rato:
- ¿Qué te parecen estos dos? –sugirió el mayor.
El maknae dirigió su vista hacia las fotos:
- Kim Jonghyun y Kim Kibum de SHINee –los observó detenidamente- creo que es perfecto, así llamarán más la atención.
- Bueno, pues ahora solo queda falsificar –se rasco la nuca, despeinándose.
- Siempre me ha gustado esa parte.
- ¿Falsificar?
- Sí, es puro arte –le brillaban los ojos- y tú lo haces muy bien hyung.
Le había devuelto el cumplido. Ahora iban empatados:
- Tampoco es para tanto.
- Hyung la modestia aquí no existe –frunció el ceño.
- Está bien –rio ante la expresión del menor.
El mayor se retiró de la habitación por un momento para buscar los materiales necesarios. Taemin siguió con su trabajo. Lo siguiente era buscar la casa:
- ¿Qué calle podría ser mejor? –dijo rascándose la barbilla.
Al poco tiempo, Minho volvió y empezó a materializar las identidades falsas:
- ¿Qué casa te parece más bonita? –le preguntó curioso.
- Mmm… la de arriba.
- ¿La de la calle 23?
- Sí.
- Vale, decidido –sonrió satisfecho.
- No hacía falta que la casa fuera tan concreta –sonrió.
- Me gusta hacer la cosas bien hyung, además así me entretengo en lo que termina el resto –le dijo levantando ambas cejas.
- ¿Eso va con segundas? –sonrió divertido.
- Yo, no, que va. Solo digo.
- Disimulas muy mal, pequeño.
El menor desvió su mirada hacia el monitor otra vez:
- Bueno ahora solo me queda buscar al niño secuestrado –pensó para sí mismo.
Esta labor llevó más trabajo que las otras. Aunque la empresa no fuera tan grande, tenía muchas habitaciones y algunas a oscuras, así que tenía que activar el infrarrojo, más trabajo todavía. Siguió indagando por toda la empresa hasta que dio con la indicada. Acercó la imagen y abrió los ojos desmesuradamente. El niño estaba ahí y estaba viendo como abusaban de él. El pequeño empezó a temblar. De repente, sus recuerdos se instalaron en su cabeza, nublándolo por completo. Estaba paralizado. Una lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, mostrando el dolor que tenía guardado. El mayor oyó un sollozo y giró rápidamente la cabeza encontrándose al maknae de esa manera:
- Shhh...- le dijo dándole un abrazo.
Los sollozos se hicieron más audibles en la habitación. El mayor no pudo más que apretar los puños y reprimir el odio que lo dominaba. El menor escondió su rostro en el pecho del mayor, mojando su camisa de amargas lágrimas. El alto acarició cariñosamente la espalda del maknae, consiguiendo que su respiración se fuera tranquilizando y aminorando:
- Ya está pequeño- le dijo bajito-. No te va a pasar nada.
Ya no sollozaba, pero aún continuaba soltando pequeños hipidos. El menor se separó de él, limpiándose la cara, intentando quitarse de encima las lágrimas, como si fueran algo repulsivo. El alto lo miraba en silencio y sin saber qué hacer:
- Deja que yo me ocupe- dijo poniéndose en medio.
El menor tomó aire:
- Yo lo hago, deja de preocuparte por mí. Fue un estúpido desliz- dijo.
El mayor tomó el rostro del castaño entre sus manos y lo obligó a mirarlo:
- No son estúpidos, porque son tus sentimientos- le dijo muy serio.
El menor quitó las manos y continuó con lo que estaba haciendo. El alto lo miró triste, desearía poder cambiar lo que ocurrió.
Las calles se encontraban tranquilas, a pesar de ser pleno verano. Los dos hombres caminaban por las calles, buscando una tienda. Después de caminar y más caminar se decidieron por una. Entraron mirando a todos lados. A pesar de la apariencia de tienda abandonada, tenía mucha ropa indicada como para parecer famosos. Los ojos de ambos recorrían las prendas sonriendo, eran perfectas. Chaquetas de cuero, camisas sin mangas, pantalones extravagantes, zapatos altos... Era el paraíso. El rubio miraba todo detalladamente, tenía que ser perfecto, ni un error podía contener. El peliblanco se acercó a él y miró la camisa que miraba con recelo y sonrió:
- Me gusta- le dijo.
El de mirada felina le sonrió asintiendo. Agarró la camisa y continuaron mirando. Después de registrar la tienda entera, que contenía mucha ropa y variedades de complementos, compraron lo necesario, según por el lado del rubio. El peliblanco suspiraba al cargar las bolsas por las calles:
- Siempre cargo yo todo- dijo mirando molesto al menor que llevaba solo tres bolsas.
- No seas bobo. La ropa te encanta y lo sabes- le dijo poniéndose de morritos.
El peliblanco miró los labios acorazonados del menor y sonrió. El chico de mirada felina quitó los morritos y le sacó la lengua:
- Pervertido- dijo riendo en voz alta.
El moreno rió igual o más alto, el de piel de porcelana tampoco era ningún santo. Tras haber terminado decidieron volver a casa.
El mayor tocó en la habitación de Taemin, entrando acto seguido:
- ¿Taemin, tienes las fotos?
- S-sí hyung, toma –extendió un puñado de fotografías y esquemas de la empresa.
- Gracias –le sonrió y salió de la habitación.
Tras cerrar la puerta, pasaron unos segundos y volvió a abrirla:
- Lo siento –dijo rascándose la nuca- ¿podrías conseguirme una cuenta bancaria de una vieja empresa que esté a punto de ser cancelada mañana?
- Claro hyung –rió ante su despiste.
En seguida el pequeño se puso a trabajar en la nueva orden. Cada uno se encontraba concentrado trabajando en lo suyo. La casa se encontraba en silencio, pero se rompió al, de repente, dos chicos entrar por la puerta, uno de ellos cargados con bolsas y el otro con solo unas mínimas:
- Odio acompañarte a comprar- le dijo el peliblanco.
- No te quejes - le dijo sonriéndole.
El mayor suspiró y dejó las bolsas sobre el sofá, tirándose él detrás. El rubio carcajeó al verlo y se fue a la cocina a preparar el almuerzo:
- ¡Hyung!- gritó el rubio, después de un buen rato en la cocina-. ¡Avisa a los chicos, el almuerzo está preparado!
El peliblanco hizo caso al menor y se fue a buscar a los otros habitantes de la casa:
- Taemin, a comer- dijo tocando la puerta y diciéndolo en voz alta, sin preocuparse en entrar-. Lo mismo para ti Minho.
- Ya vamos –respondieron al unísono.
Ambos chicos se apresuraron en acabar aquello que les tenía ocupados, para por fin ir a comer.
El mayor siguió recorriendo el pasillo y tocó la puerta de aquella habitación tan silenciosa:
- El almuerzo- dijo.
- Comed, ahora no quiero- dijo el mayor.
El moreno hizo caso a la petición del mayor y se marchó a donde ya se encontraban el maknae y el alto sentados en la mesa, junto con el rubio de labios acorazonados:
-No va a comer, ¿no?- preguntó el de mirada felina.
El mayor asintió sentándose a su lado, mientras se metía en la boca un trozo de carne que agarró al vuelo. Mientras todos se encontraban comiendo, el líder, estaba muy concentrado en su trabajo. Gracias a las fotos que le había dado Taemin, era capaz de diseñar el plano del lugar sin ningún problema, pero requería mucha concentración, un solo trazo mal hecho y podía costarles la vida. Estaba todo: las puertas principales, las salidas de emergencia, las recepción, los ascensores, los almacenes que gracias al infrarrojo, se podían ver y dibujar perfectamente, todos y cada uno de los departamentos y una de las cosas más importantes, la habitación del rehén.
Tuvo que hacer uso de su fuerza de voluntad, para no perder el pulso, ante el odio que le provocaba ese tipo de gente. No deberían tener derecho a la vida, no deberían existir y para eso, habían nacido ellos. Para eliminar la basura de la sociedad.
Entre plumas, escuadras y reglas, el mayor, se desenvolvía grácilmente y con una precisión perfecta. Se pasó el antebrazo por su frente para limpiar el sudor y continuó con su laboriosa tarea.
La hora del almuerzo transcurrió silenciosamente, en un ambiente pacífico. El rubio se encontraba en la cocina, acompañado por primera vez en mucho tiempo, del peliblanco, el cara rana y el maknae. Sonreía ante las bobadas que decían, que a veces resultaban extravagantes:
- Tengo razón, no lo niegues, hyung- dijo el menor sonriendo ante su victoria.
El alto solo pudo asentir y suspirar, el menor lo había ganado en un simple juego de palabras. El de mirada felina terminó de limpiar todo y salió corriendo y riendo de la cocina, en busca de aquello que tanto lo emocionaba, la compra:
- Mirad, mirad- dijo entrando con todas las bolsas.
El peliblanco lo miró asombrado, para eso si cargaba todas las bolsas a pesar de ser un poco más pesadas de lo normal. Colocó las bolsas en el suelo. Abrió una bolsa y sacó una camisa de botones azul con rayas blancas:
- Mirad, ¿no es preciosa?- dijo sonriendo ampliamente.
El maknae asintió, junto con el alto, que miraban un poco celosos la camisa. El de piel de porcelana sonrió y continuó desconsolando a sus amigos de toda la vida. El peliblanco no podía evitar reír al ver como el rubio daba saltos para enseñar una prenda y como los dos chicos miraban impresionados y celosos tal prenda:
- Jonghyun-hyung, pruébatela- dijo el menor de la habitación.
El moreno que no había estado atento a la conversación se sorprendió, hasta pensó negarse ante ello, pero lo miraban fulminantemente, o lo hacía o dejaba de vivir. Rió y agarró las prendas que el maknae le tendía:
- Ya vuelvo- dijo en un suspiro.
El peliblanco desapareció por la puerta, pero eso no fue bastante para que el rubio dejara de enseñar las ropas:
- Me encanta, me la tienes que prestar- dijo el alto.
El de mirada felina carcajeó. Después de estar mirando y mirando las cosas entró por la puerta el peliblanco, que portaba un pantalón blanco ajustado, que perfilaba sus fuertes piernas, una camisa sin mangas negra con letras en ella, que dejaba ver sus bien formados brazos, unos botines negros resaltaban por los toques plateados, la gorra de color dorado jugaba con su cabello blanco. Suspiró y entró más en la habitación:
- Ya- dijo.
Los chicos lo miraban asombrados, le quedaba de maravilla, por no decir perfecto:
- ¡Pareces un famoso!- dijo el rubio riendo y abalanzándose a mirar cada detalle de la ropa que llevaba.
El maknae se acercó a mirar, igual que el rubio y que el cara rana que observaba la situación.
Así estuvieron, el de mirada felina utilizó al peliblanco como modelo continuamente, hasta que las ropas se gastaron y la noche cayó, que con ello apareció el mayor de la casa, con todo preparado:
- Listo- dijo entrando en la cocina.
Tras escuchar su voz, todos se volvieron a reunir en el salón justo como en la mañana. Sus expresiones volvían a ser frías, tensas, algunas neutras… Onew colocó su trabajo sobre la mesa ante la vista de todos. El plano ya estaba hecho:
- ¿Está todo listo? –preguntó.
- Todo –respondieron.
Ahora solo faltaba encajar las piezas:
- Taemin, ¿a qué hora cierra la cuenta?
- Mañana a las 18:15 hyung.
- Perfecto. Esto será así: Jonghyun y Key ustedes se presentaran como clientes en su empresa, pero no será para comprar casas, será para hacer una inversión en una urbanización de casas de las que el disponga en su catálogo, a cambio de que ustedes quieren vender su casa y él tiene que comprárselas y necesitan un pequeño pago para la remodelación. Adornarán la conversación de manera que el acepte pagarles la suma acordaba con la condición de que se la devolverán, más la inversión y una pequeña comisión. Así no podrá negarse. Le daréis la cuenta bancaria falsa dónde tendrá que ingresar el dinero. Pedidle que allí mismo la ingrese para estar seguros, después entráis en la cuenta para confirmarlo y él verá los millones que hay pero que en verdad son solo movimientos antiguos de la cuenta. Después de esto estará más que satisfecho. Decidle que el dinero estará ingresado a las 18:15 y que si hay algún problema que vaya a vuestra casa. Ese será el momento en el que la policía lo arrestará. Todo el proceso tiene que ser desde las 8 hasta las 9 y media. En ese momento, entre las 8: 30 y las 8: 35 se produce un intercambio de guardia, ¿correcto Minho?
El nombrado asintió:
- Bien, pues cuando ustedes sean llevados a la oficina dónde él personalmente les atenderá, entraremos secretamente, para rescatar al pequeño. Tiene que ser el momento justo para que la guardia no nos pille y poder entrar sin problemas. La habitación está en accesos no permitidos para el público así que aquí es cuando entra Taemin. ¿Sabes a lo que me refiero no?
- Si, déjalo en mis manos.
- Es importante como siempre que se estudien el plano, por si algo sale más, saber por dónde hay que escapar o por si falla algo con Taemin.
- Hyung, ¿has hablado ya con él? –le dijo el más pequeño.
- No, no he podido comunicarme. Sabes que estando la policía de por medio, es difícil.
- Yo lo haré entonces.
- Está bien.
Dio un largo suspiró y sonrió:
- Ya hemos terminado.
El rubio se fue a la cocina con una sonrisa en el rostro y preparó la cena. Un brillante banquete adornaba la mesa. Los chicos comieron muy a gusto y sonrientes. Después de comer entre conversación y conversación, se apresuraron a lavar todo y a prepararse para al ajetreado día siguiente.
Al terminar tomaron sus lugares. El mayor se acostó en la cama junto con el peliblanco. El alto se echó en el sillón cama, siendo acompañado por el maknae. El rubio se acostó en el sofá. Cansados y ansiosos se quedaron dormidos, sucumbiendo ante el sueño.
CAPÍTULO 2:
Caso 1 - Cho Ha Min: Ojo por ojo, diente por diente
Los rayos de sol se hicieron paso entre las ligeras cortinas de la habitación, obligando a uno a fruncir el ceño ante tanta claridad. Se revolvió incómodo bajo la ligera sábana que lo cubría, mientras refunfuñaba palabras sin sentido.
Con rabia agarró la almohada que comenzaba a caer de la cama y la posó sobre su rostro, evitando así, que la claridad siguiera deslumbrándolo. En vano, puesto que ya estaba demasiado desvelado como para conciliar nuevamente el sueño. Se quitó la almohada del rostro y la lanzó al suelo. Quitó la sabana que aún jugaba sobre su cuerpo y se levantó con una mueca de fastidio.
Sus pasos eran pesados y vacilantes, aún se encontraba medio grogui, pero le importó lo más mínimo. Se dirigió al baño y cerró la puerta de un portazo, aún sabiendo que sus hyungs estarían durmiendo y que seguramente le llamarían la atención.
Apoyó sus manos en el lavabo y se miró al espejo, pudiendo observar su rostro cansado y desaliñado. Suspiró y abrió el grifo, bajando la cabeza y echándose agua para ver si así conseguía desperezarse. Cerró el grifo junto con un suspiro. Alargó su mano para coger la toalla a su costado. Se la llevó al rostro y la paseó por él. De repente, un golpeteo en la puerta le hizo dar un respingo:
- ¿Todo bien?- preguntó cálidamente el hombre al otro lado de la puerta.
- ¿Tú qué crees?- respondió irónicamente con otra pregunta.
Se escuchó un suspiro al otro lado y algunos pasos:
- No te tardes- la voz sonó más seca.
El maknae tomó aire y dejó la toalla en su lugar, todavía continuaba temblando por el susto. Abrió la puerta y salió, encontrándose al peliblanco sentado en la mano del sofá, esperando a que saliera del baño. Lo miró a los ojos, tal vez molesto y entró en el baño, no sin antes conseguir que el joven temiera de él.
Después de tranquilizar su pulso ante la mirada del moreno, fue a la cocina, su estómago pedía comida a gritos. Con rabia sacó una sartén y la colocó sobre las placas, haciendo un ruido molesto y alto. No le importó en lo más mínimo y sacó lo que iba a preparar, haciendo ruido, sin pensar en los demás:
- ¡Ya, ¿no?!- preguntó el alto con una expresión bastante molesta.
El menor sonrió maliciosamente e hizo un ruido, no iba a estarse quieto. El moreno sonrió cansado de soportar las locuras del menor y se acercó a él, intentando mantener la calma en sus actos. El castaño lo miró a los ojos, sus rostros estaban peligrosamente cerca, pero eso no le molestó. Agarró la sartén e hizo que rillara. Ante eso, el cara rana enfureció, pero antes de poder hacer nada, una voz entró en el juego:
- ¡Taemin, estate quietito ya, ¿eh?!- le gritó entrando en la cocina.
Al maknae le daba igual si les molestaba o no, estaba de mal humor y lo demás le daba igual. Nuevamente realizó el mismo ruido con la sartén, ocasionando que la cocina se llenara de gritos. Ambos mayores le gritaban molestos, mientras él, con una sonrisa sarcástica sonreía, pero todo se detuvo cuando de repente el menor vio un cuerpo bastante conocido en el marco de la puerta, que lo observaba con esa mirada que tanto temía y se detuvo. El peliblanco entró en la cocina:
- Compórtate como un adulto- le dijo con ese tono de voz tan autoritario y seco, el que tanto odiaba, el que temía en cierto modo.
Todo quedó en silencio. El mayor de todos entró en la cocina mirando el panorama con cuidado de que no fuera involucrado, sus pasos fueron a la nevera y sacó de ella el pollo, dejándolo sobre la encimera. El alto suspiró y salió de la cocina detrás del de sonrisa amable, a diferencia del rubio, que se acercó a los dos chicos que aún continuaban mirándose y posó su mano en el hombro del peliblanco. Tomó aire y miró lo que el menor estaba haciendo:
- Venga Taeminnie vete, ya hago yo el desayuno- dijo pesadamente.
El castaño ante las palabras se escabulló de la mirada del mayor.
La cocina quedó en un intenso silencio. El chico de mirada felina miró la sartén y continuó cocinándolo, pero para más personas. Después de unos segundos fue consciente de que el moreno peliblanco continuaba en el mismo lugar y con los ojos cerrados. El menor sonrió y llevó su mano a la mejilla del mayor:
- Deja de preocuparte, hyung- le dijo en voz baja, pero tranquilizadora.
El peliblanco simuló una sonrisa, provocando que el rubio sonriera ante su acto tan evidente. Colocó la otra mano en la espalda del mayor y se acercó, haciendo que sus labios se tocaran. Se separó al momento, no quería consentirlo y se fijó en el rostro del moreno, que sonreía juguetonamente, ya poco consciente de los minutos antes.
En el otro lado de la casa, dos hombres veían la tele. Uno atento a ella y otro pensando en las musarañas. El más mayor sonrió y dejó de mirar la televisión. Se levantó en busca de algo que estaba colgado en una silla. Al verlo sonrió aún más, mostrando su hermosa sonrisa. Agarró el bolso, que llevaba ya las gafas que tiempo atrás había puesto de ojos. Se dirigió nuevamente al sofá y cruzó los pies. Posó el bolso en ellas y lo miró pensativo, pero sin quitar la sonrisa.
El alto lo miró y rió al ver el bolso:
- ¿Qué le pasa a PINee?- dijo riendo exageradamente alto.
El mayor sonrió y colocó bien las gafas:
- Se sentía solo- dijo sin evitar reír.
La habitación se inundó en risas, pero se detuvieron al rato. El castaño prestó otra vez la atención en la televisión y el moreno se levantó del sofá en busca del pequeño gruñón.
Tocó la puerta:
- ¿Qué?- dijo el chico molesto.
El alto suspiró entrando en la habitación:
- Tae, ¿me perdonas?- le dije acercándose a él con un aegyo que siempre funcionaba con el menor.
El castaño desvió la mirada y refunfuñó:
- No.
El alto sonrió, sabía que su plan estaba surtiendo efecto y eso lo hacía querer realizar más de su poco visto aegyo:
- Por favor...- le repitió.
Consternado el maknae giró la silla, desviándola al lado contrario en donde se encontraba el mayor:
- No te hagas de rogar...- le dijo ahora al oído.
El castaño se estremeció ante el aliento del mayor en el oído y sonrió mordiéndose el labio, el moreno era muy listo.
Después de la fatigosa espera, el desayuno estaba en la mesa. Al escuchar las palabras "a la mesa" todos fueron a ella y tomaron su lugar para comenzar a deleitar la sabrosa comida. Conversaciones triviales recorrían el comedor, con alguna que otra risa de por medio, el ambiente estaba mucho mejor.
Al terminar, raramente el peliblanco y el líder ayudaron a limpiar todo, pues estaban ansiosos y apresurados. La reunión estaba por comenzar, y querían que fuera cuanto antes. Querían saber con exactitud todos los detalles, tenían sed de venganza.
Al finalizar, todos se reunieron en el salón. Sus rostros lucían diferentes. Sus expresiones eran frías y parecía que estaban ansiosos por algo. Cobrar venganza. Era como su oxígeno. Era una manera de apaciguar el rencor que todos llevaban consigo, como su permanente sombra:
- ¿Cuál es la información que tenemos? –preguntó el peliblanco.
- Ese tipo vive en el distrito más al sur de las afueras de la ciudad y tres calles más abajo está su empresa de inmobiliaria. Trabaja de lunes a domingos de 7:00 a 3:00 y los jueves justamente a las 9:28 de media, recibe toda la mercancía. Vive solo. En eso consiste su tapadera. La realidad, es que a través de su compañía arruina a numerosas familias, las amenaza e incluso secuestra a los hijos para chantajear a los padres, como es el caso de la familia Jeong. Actualmente su hijo está secuestrado y se encuentra encerrado en su empresa a la espera de que los padres paguen la suma de dinero engañada –finalizó el alto.
- ¿Tiene a un niño secuestrado? –se sorprendió el rubio.
- Sí –asintió con rabia Minho.
Todos se quedaron unos minutos en silencio, sabían que ese era el momento en el que el líder estaba pensado detenidamente el asunto:
- Bien –aseguró seriamente- le pagaremos con la misma moneda.
- ¿Qué haremos hyung? - Preguntó el menor de todos.
- Estafemos al estafador –sonrió sarcásticamente a lo que todos lo imitaron- El plan será el siguiente: Taemin, necesito que busques una casa muy lujosa cerca de dónde él viva, necesito la dirección y todos los detalles. También averigua donde tiene encerrado al niño y necesito capturas de todas las cámaras de seguridad de la empresa. Así podré hacer el plano. Jonghyun y Key, ustedes se harán pasar por dos personas famosas, es decir, que os toca actuar, así que Key, haz uso de tus maestras habilidades del disfraz. Minho, tú necesito que hagas los documentos de ellos dos, intenta cuadrar los perfiles, para que sea lo más real posible.
- Con lo que me gusta ir a mí de compras –afirmó el rubio contento.
- Ojito con lo que compras, que la última vez casi nos dejas en blancas –le advirtió el peliblanco.
- Ya sé –lo miró de reojo- entonces, lo más parecido a un famoso, ¿no? –sonrió de lado.
- Hyung, ¿la profesión de los famosos?
- Eso lo dejo a tu criterio, mientras se adapten a ellos, todo está bien. ¿Alguna pregunta más?
Todos negaron:
- Pues manos a la obra.
- Sí –asintieron.
Todos se levantaron para ponerse en marcha con sus respectivas labores. El pequeño se dirigió a su cuarto como de costumbre, a completar su trabajo. Se sentó nuevamente en su silla y empezó a teclear con suma facilidad. Pasados unos minutos, fue interrumpido por un golpe en la puerta. Se levantó y fue a abrirla:
- Minnie, ¿puedo usar uno de tus ordenadores? –le pidió el alto.
- Claro –le sonrió.
El trabajo en compañía sería más ameno:
- ¿Tienes alguna idea en mente para esos dos, hyung? –le preguntó volviendo a su asiento.
- Tengo unos cuantos perfiles, tendría que barajarlos seriamente –dijo sentándose a la derecha del menor- ¿Y tú cómo vas?
- Listo –dijo feliz.
- ¿Qué pasó? –dijo asomando la cabeza hacia el monitor donde trabajaba Taemin.
- Mira hyung –le dijo orgulloso de su buen trabajo como siempre.
- ¿Así que esta es la empresa?
- Sí, controlo todo el sistema de vigilancia.
- ¿Te ha costado mucho?
- Que va. Ni quisiera tienen protección para la sesión de cuenta, así que muy listo tampoco es.
- O tú muy inteligente –sonrió pícaramente.
El menor se sonrojó ante su respuesta. Ambos siguieron en lo suyo durante un buen rato:
- ¿Qué te parecen estos dos? –sugirió el mayor.
El maknae dirigió su vista hacia las fotos:
- Kim Jonghyun y Kim Kibum de SHINee –los observó detenidamente- creo que es perfecto, así llamarán más la atención.
- Bueno, pues ahora solo queda falsificar –se rasco la nuca, despeinándose.
- Siempre me ha gustado esa parte.
- ¿Falsificar?
- Sí, es puro arte –le brillaban los ojos- y tú lo haces muy bien hyung.
Le había devuelto el cumplido. Ahora iban empatados:
- Tampoco es para tanto.
- Hyung la modestia aquí no existe –frunció el ceño.
- Está bien –rio ante la expresión del menor.
El mayor se retiró de la habitación por un momento para buscar los materiales necesarios. Taemin siguió con su trabajo. Lo siguiente era buscar la casa:
- ¿Qué calle podría ser mejor? –dijo rascándose la barbilla.
Al poco tiempo, Minho volvió y empezó a materializar las identidades falsas:
- ¿Qué casa te parece más bonita? –le preguntó curioso.
- Mmm… la de arriba.
- ¿La de la calle 23?
- Sí.
- Vale, decidido –sonrió satisfecho.
- No hacía falta que la casa fuera tan concreta –sonrió.
- Me gusta hacer la cosas bien hyung, además así me entretengo en lo que termina el resto –le dijo levantando ambas cejas.
- ¿Eso va con segundas? –sonrió divertido.
- Yo, no, que va. Solo digo.
- Disimulas muy mal, pequeño.
El menor desvió su mirada hacia el monitor otra vez:
- Bueno ahora solo me queda buscar al niño secuestrado –pensó para sí mismo.
Esta labor llevó más trabajo que las otras. Aunque la empresa no fuera tan grande, tenía muchas habitaciones y algunas a oscuras, así que tenía que activar el infrarrojo, más trabajo todavía. Siguió indagando por toda la empresa hasta que dio con la indicada. Acercó la imagen y abrió los ojos desmesuradamente. El niño estaba ahí y estaba viendo como abusaban de él. El pequeño empezó a temblar. De repente, sus recuerdos se instalaron en su cabeza, nublándolo por completo. Estaba paralizado. Una lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, mostrando el dolor que tenía guardado. El mayor oyó un sollozo y giró rápidamente la cabeza encontrándose al maknae de esa manera:
- Shhh...- le dijo dándole un abrazo.
Los sollozos se hicieron más audibles en la habitación. El mayor no pudo más que apretar los puños y reprimir el odio que lo dominaba. El menor escondió su rostro en el pecho del mayor, mojando su camisa de amargas lágrimas. El alto acarició cariñosamente la espalda del maknae, consiguiendo que su respiración se fuera tranquilizando y aminorando:
- Ya está pequeño- le dijo bajito-. No te va a pasar nada.
Ya no sollozaba, pero aún continuaba soltando pequeños hipidos. El menor se separó de él, limpiándose la cara, intentando quitarse de encima las lágrimas, como si fueran algo repulsivo. El alto lo miraba en silencio y sin saber qué hacer:
- Deja que yo me ocupe- dijo poniéndose en medio.
El menor tomó aire:
- Yo lo hago, deja de preocuparte por mí. Fue un estúpido desliz- dijo.
El mayor tomó el rostro del castaño entre sus manos y lo obligó a mirarlo:
- No son estúpidos, porque son tus sentimientos- le dijo muy serio.
El menor quitó las manos y continuó con lo que estaba haciendo. El alto lo miró triste, desearía poder cambiar lo que ocurrió.
Las calles se encontraban tranquilas, a pesar de ser pleno verano. Los dos hombres caminaban por las calles, buscando una tienda. Después de caminar y más caminar se decidieron por una. Entraron mirando a todos lados. A pesar de la apariencia de tienda abandonada, tenía mucha ropa indicada como para parecer famosos. Los ojos de ambos recorrían las prendas sonriendo, eran perfectas. Chaquetas de cuero, camisas sin mangas, pantalones extravagantes, zapatos altos... Era el paraíso. El rubio miraba todo detalladamente, tenía que ser perfecto, ni un error podía contener. El peliblanco se acercó a él y miró la camisa que miraba con recelo y sonrió:
- Me gusta- le dijo.
El de mirada felina le sonrió asintiendo. Agarró la camisa y continuaron mirando. Después de registrar la tienda entera, que contenía mucha ropa y variedades de complementos, compraron lo necesario, según por el lado del rubio. El peliblanco suspiraba al cargar las bolsas por las calles:
- Siempre cargo yo todo- dijo mirando molesto al menor que llevaba solo tres bolsas.
- No seas bobo. La ropa te encanta y lo sabes- le dijo poniéndose de morritos.
El peliblanco miró los labios acorazonados del menor y sonrió. El chico de mirada felina quitó los morritos y le sacó la lengua:
- Pervertido- dijo riendo en voz alta.
El moreno rió igual o más alto, el de piel de porcelana tampoco era ningún santo. Tras haber terminado decidieron volver a casa.
El mayor tocó en la habitación de Taemin, entrando acto seguido:
- ¿Taemin, tienes las fotos?
- S-sí hyung, toma –extendió un puñado de fotografías y esquemas de la empresa.
- Gracias –le sonrió y salió de la habitación.
Tras cerrar la puerta, pasaron unos segundos y volvió a abrirla:
- Lo siento –dijo rascándose la nuca- ¿podrías conseguirme una cuenta bancaria de una vieja empresa que esté a punto de ser cancelada mañana?
- Claro hyung –rió ante su despiste.
En seguida el pequeño se puso a trabajar en la nueva orden. Cada uno se encontraba concentrado trabajando en lo suyo. La casa se encontraba en silencio, pero se rompió al, de repente, dos chicos entrar por la puerta, uno de ellos cargados con bolsas y el otro con solo unas mínimas:
- Odio acompañarte a comprar- le dijo el peliblanco.
- No te quejes - le dijo sonriéndole.
El mayor suspiró y dejó las bolsas sobre el sofá, tirándose él detrás. El rubio carcajeó al verlo y se fue a la cocina a preparar el almuerzo:
- ¡Hyung!- gritó el rubio, después de un buen rato en la cocina-. ¡Avisa a los chicos, el almuerzo está preparado!
El peliblanco hizo caso al menor y se fue a buscar a los otros habitantes de la casa:
- Taemin, a comer- dijo tocando la puerta y diciéndolo en voz alta, sin preocuparse en entrar-. Lo mismo para ti Minho.
- Ya vamos –respondieron al unísono.
Ambos chicos se apresuraron en acabar aquello que les tenía ocupados, para por fin ir a comer.
El mayor siguió recorriendo el pasillo y tocó la puerta de aquella habitación tan silenciosa:
- El almuerzo- dijo.
- Comed, ahora no quiero- dijo el mayor.
El moreno hizo caso a la petición del mayor y se marchó a donde ya se encontraban el maknae y el alto sentados en la mesa, junto con el rubio de labios acorazonados:
-No va a comer, ¿no?- preguntó el de mirada felina.
El mayor asintió sentándose a su lado, mientras se metía en la boca un trozo de carne que agarró al vuelo. Mientras todos se encontraban comiendo, el líder, estaba muy concentrado en su trabajo. Gracias a las fotos que le había dado Taemin, era capaz de diseñar el plano del lugar sin ningún problema, pero requería mucha concentración, un solo trazo mal hecho y podía costarles la vida. Estaba todo: las puertas principales, las salidas de emergencia, las recepción, los ascensores, los almacenes que gracias al infrarrojo, se podían ver y dibujar perfectamente, todos y cada uno de los departamentos y una de las cosas más importantes, la habitación del rehén.
Tuvo que hacer uso de su fuerza de voluntad, para no perder el pulso, ante el odio que le provocaba ese tipo de gente. No deberían tener derecho a la vida, no deberían existir y para eso, habían nacido ellos. Para eliminar la basura de la sociedad.
Entre plumas, escuadras y reglas, el mayor, se desenvolvía grácilmente y con una precisión perfecta. Se pasó el antebrazo por su frente para limpiar el sudor y continuó con su laboriosa tarea.
La hora del almuerzo transcurrió silenciosamente, en un ambiente pacífico. El rubio se encontraba en la cocina, acompañado por primera vez en mucho tiempo, del peliblanco, el cara rana y el maknae. Sonreía ante las bobadas que decían, que a veces resultaban extravagantes:
- Tengo razón, no lo niegues, hyung- dijo el menor sonriendo ante su victoria.
El alto solo pudo asentir y suspirar, el menor lo había ganado en un simple juego de palabras. El de mirada felina terminó de limpiar todo y salió corriendo y riendo de la cocina, en busca de aquello que tanto lo emocionaba, la compra:
- Mirad, mirad- dijo entrando con todas las bolsas.
El peliblanco lo miró asombrado, para eso si cargaba todas las bolsas a pesar de ser un poco más pesadas de lo normal. Colocó las bolsas en el suelo. Abrió una bolsa y sacó una camisa de botones azul con rayas blancas:
- Mirad, ¿no es preciosa?- dijo sonriendo ampliamente.
El maknae asintió, junto con el alto, que miraban un poco celosos la camisa. El de piel de porcelana sonrió y continuó desconsolando a sus amigos de toda la vida. El peliblanco no podía evitar reír al ver como el rubio daba saltos para enseñar una prenda y como los dos chicos miraban impresionados y celosos tal prenda:
- Jonghyun-hyung, pruébatela- dijo el menor de la habitación.
El moreno que no había estado atento a la conversación se sorprendió, hasta pensó negarse ante ello, pero lo miraban fulminantemente, o lo hacía o dejaba de vivir. Rió y agarró las prendas que el maknae le tendía:
- Ya vuelvo- dijo en un suspiro.
El peliblanco desapareció por la puerta, pero eso no fue bastante para que el rubio dejara de enseñar las ropas:
- Me encanta, me la tienes que prestar- dijo el alto.
El de mirada felina carcajeó. Después de estar mirando y mirando las cosas entró por la puerta el peliblanco, que portaba un pantalón blanco ajustado, que perfilaba sus fuertes piernas, una camisa sin mangas negra con letras en ella, que dejaba ver sus bien formados brazos, unos botines negros resaltaban por los toques plateados, la gorra de color dorado jugaba con su cabello blanco. Suspiró y entró más en la habitación:
- Ya- dijo.
Los chicos lo miraban asombrados, le quedaba de maravilla, por no decir perfecto:
- ¡Pareces un famoso!- dijo el rubio riendo y abalanzándose a mirar cada detalle de la ropa que llevaba.
El maknae se acercó a mirar, igual que el rubio y que el cara rana que observaba la situación.
Así estuvieron, el de mirada felina utilizó al peliblanco como modelo continuamente, hasta que las ropas se gastaron y la noche cayó, que con ello apareció el mayor de la casa, con todo preparado:
- Listo- dijo entrando en la cocina.
Tras escuchar su voz, todos se volvieron a reunir en el salón justo como en la mañana. Sus expresiones volvían a ser frías, tensas, algunas neutras… Onew colocó su trabajo sobre la mesa ante la vista de todos. El plano ya estaba hecho:
- ¿Está todo listo? –preguntó.
- Todo –respondieron.
Ahora solo faltaba encajar las piezas:
- Taemin, ¿a qué hora cierra la cuenta?
- Mañana a las 18:15 hyung.
- Perfecto. Esto será así: Jonghyun y Key ustedes se presentaran como clientes en su empresa, pero no será para comprar casas, será para hacer una inversión en una urbanización de casas de las que el disponga en su catálogo, a cambio de que ustedes quieren vender su casa y él tiene que comprárselas y necesitan un pequeño pago para la remodelación. Adornarán la conversación de manera que el acepte pagarles la suma acordaba con la condición de que se la devolverán, más la inversión y una pequeña comisión. Así no podrá negarse. Le daréis la cuenta bancaria falsa dónde tendrá que ingresar el dinero. Pedidle que allí mismo la ingrese para estar seguros, después entráis en la cuenta para confirmarlo y él verá los millones que hay pero que en verdad son solo movimientos antiguos de la cuenta. Después de esto estará más que satisfecho. Decidle que el dinero estará ingresado a las 18:15 y que si hay algún problema que vaya a vuestra casa. Ese será el momento en el que la policía lo arrestará. Todo el proceso tiene que ser desde las 8 hasta las 9 y media. En ese momento, entre las 8: 30 y las 8: 35 se produce un intercambio de guardia, ¿correcto Minho?
El nombrado asintió:
- Bien, pues cuando ustedes sean llevados a la oficina dónde él personalmente les atenderá, entraremos secretamente, para rescatar al pequeño. Tiene que ser el momento justo para que la guardia no nos pille y poder entrar sin problemas. La habitación está en accesos no permitidos para el público así que aquí es cuando entra Taemin. ¿Sabes a lo que me refiero no?
- Si, déjalo en mis manos.
- Es importante como siempre que se estudien el plano, por si algo sale más, saber por dónde hay que escapar o por si falla algo con Taemin.
- Hyung, ¿has hablado ya con él? –le dijo el más pequeño.
- No, no he podido comunicarme. Sabes que estando la policía de por medio, es difícil.
- Yo lo haré entonces.
- Está bien.
Dio un largo suspiró y sonrió:
- Ya hemos terminado.
El rubio se fue a la cocina con una sonrisa en el rostro y preparó la cena. Un brillante banquete adornaba la mesa. Los chicos comieron muy a gusto y sonrientes. Después de comer entre conversación y conversación, se apresuraron a lavar todo y a prepararse para al ajetreado día siguiente.
Al terminar tomaron sus lugares. El mayor se acostó en la cama junto con el peliblanco. El alto se echó en el sillón cama, siendo acompañado por el maknae. El rubio se acostó en el sofá. Cansados y ansiosos se quedaron dormidos, sucumbiendo ante el sueño.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
ola ....... omo me ha gustado mucho--------- esta historia tiene toque de misterio y accion geniall.... es como city hunter...................... ellos 5 estan eliminando a personas que hacen mal ala sociedad..............wuwwuwuu cada uno de ello tiene su propia historia me imagino que se sabra en los proximos capi.............................minni sufrio mucho ........ cuando vio que lastimaban al niño............
ooo una pregunta me confunde las parejas.......... como esta .... ekekkk siento que es de todo un poco :)
muchos saludos
:)
ooo una pregunta me confunde las parejas.......... como esta .... ekekkk siento que es de todo un poco :)
muchos saludos
:)
Damsanm
onew
1008
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 3]
¡Hola! Aquí estamos con el cap. 3 ^^ Gracias por comentar y leer:D
CAPÍTULO 3
Un sonoro ruido rompió en silencio del lugar, causando el despertar de los bellos durmientes. Se levantaron con bastante lucidez, a pesar de haber dormido tendida y plácidamente. El rubio de la casa se fue a la cocina sin pensarlo dos veces para preparar el desayuno, mientras los demás ocupaban el baño. El peliblanco entró en la cocina y abrió la nevera, agarrando la jarra de agua y bebiendo de ella sin pegar la boca:
- Utiliza un vaso- le dijo el rubio en un suspiro, siempre era lo mismo.
El peliblanco lo miró y le sacó la lengua burlonamente, guardando la jarra y cerrando a su vez la nevera:
- Tenemos que mirar la ropa- le dijo antes de salir del lugar.
El de mirada felina asintió y preparó el desayuno. Se encontraban sentados en sus lugares, comiendo el sabroso desayuno, con ansias.
Al terminar todos colaboraron en la limpieza y fueron a prepararse, tenían el tiempo necesario, habían madrugado. El rubio y peliblanco fueron al salón junto con el maknae a mirar las prendas que llevarían para la ocasión. Después de que el de piel de porcelana se decidiera se pusieron dichas ropas. El peliblanco vestía unos pantalones vaqueros ajustados, una camisa blanca con un dinosaurio en ella, unos tenis blancos y una gorra con toques amarillos. El rubio en cambio llevaba unos pantalones cortos azul claro, una camisa blanca, unos zapatos y un sombrero. Sonrieron al verse en el espejo, iban geniales. El maknae se acercó a los chicos y les entregó los documentos que el cara rana había falsificado. El alto de la casa estaba listo para comenzar con todo, al igual que el de sonrisa amable. No se dedicaron palabras ni nada por el estilo, solo unas miradas y todo comenzó en el momento que sus pies tocaron la calle. Sus caminos se bifurcaron, separándose en el trayecto.
7:45
- Minho hyung, ¿me escuchas?
- No te oigo muy bien.
- ¿Y ahora?
- Perfecto.
- Bien. Hyung, desde vuestra posición tardaréis tres cuartos de horas exactos, no pueden detenerse o no llegaran al cambio de guardia, ¿me oyeron?
- Perfectamente, ¿y los otros dos?
- Ellos están justamente a 15 minutos como lo habíamos planeado. Se encuentran cerca de la empresa prácticamente.
- Está bien, avísanos cuando hayan llegado.
- Bien –asintió.
El menor se encontraba vigilando todos los movimientos de la zona, desde el tráfico hasta los transeúntes. Desde su habitación controlaba la misión desde una vista panorámica:
- Jonghyun-hyung, ¿me oyes?
- Sí.
- En el próximo cruce, tienen que girar a la derecha y luego encontrarás una casa blanca con un tejado azul, pues bordea la casa y sigue por detrás, dirección sur.
- Entendido.
Así fue como el símbolo que los representaba se movió en la dirección indicada, en la pantalla del ordenador del maknae.
8:00
- Taemin, ya hemos llegado, ¿es aquí? –pregunto el peliblanco.
- Sí, esa es la empresa.
- Está bien, vamos a entrar ya.
- Recibido hyung.
Mientras tanto en otro lugar:
- Hyung, la pareja acaba de entrar.
- Bien, comienza el plan.
Una vez subieron las escaleras de la entrada, se adentraron en aquel edificio blanco de unas 4 plantas. Una vez atravesada la puerta, se convertirían en otras personas:
- Buenos días caballeros, ¿en qué puedo ayudarles? –les dijo amablemente la recepcionista.
- Quisiéramos hablar con el jefe Cho Ha Min.
- ¿Han concertado una cita con él?
- No, pero usted dígale que son negocios y él lo entenderá.
- Está bien, esperen un momento –les sonrió la chica, yéndose por uno de las pasillos que adornaba la planta baja.
- Taemin, ¿la estás viendo?
- Sí hyung, se dirige al fondo del pasillo por la cuarta puerta. Es él hyung. Ahí tiene que tener guardados los contratos falsos –acercó más su cara a la pantalla- en su mesa en el tercer cajón y la llave está detrás de un marco de foto. Ahora la chica va hacia ustedes de nuevo, pare ser que lo ha convencido.
- Primera fase completada –suspiró de alivio.
La chica volvió a aparecer ante la vista del los dos chicos, cumpliéndose la advertencia de Taemin:
- El jefe me ha dicho que pueden pasar, acompáñenme por aquí –les indicó.
Tal y por dónde se había ido antes, los condujo hasta el despacho del jefe:
- Adelante –respondió una voz ronca ante los golpes de la mujer en la puerta.
Una gran oficina, se abrió paso antes sus ojos y su objetivo estaba sentado en una silla detrás de una gran mesa:
- Con permiso –dijeron los chicos.
Se adentraron en aquella habitación y se sentaron en las sillas que el hombre les ofrecía. Lo miraron detenidamente. El deseo se le podía ver en sus ojos. El rubio intentó disimular una mueca de asco al darse cuenta de que aquel cubículo apestaba a puro dinero. Ese tío ya empezaba a darle asco:
- Cuéntenme señores.
Ambos se miraron:
- Primero nos presentaremos, somos idols del popular grupo SHINee, no sé si tendrá conocimientos de eso.
Lo primero que pasó por la cabeza del hombre fue la fortuna que tendrían que tener ante tal declaración. El hombre asintió:
- Queremos hacer una inversión en esta empresa que parece que últimamente va ganado prestigio.
- Me alegra que las noticias se expandan hasta tan lejos –sonrió cínicamente- ¿y qué clase de inversión sería?
- Hemos oído que la urbanización cerca de aquí es de su propiedad.
- Así es –se le iluminaron los ojos, puesto que era de las más caras que tenía.
- Queremos invertir en esa zona. No tenemos problemas con el dinero y queremos ampliar campos, por eso lo decidimos así.
- Me gusta vuestra actitud chicos. Sois conscientes de que esa urbanización es la más cara, ¿no?
- Si es por el dinero, no se preocupe que a nosotros nos sobra. Además así usted y su empresa ganaría más popularidad si invertimos en ella.
- Perfecto entonces. ¿Cuánto estarías dispuestos a invertir?
- El doble del precio por cada casa.
El hombre se atragantó solo de pensar en la suma de dinero que aquello suponía. Este era su momento, tendría que aprovechar en sacarle el mayor partido a esta gente que parecía estar forrada:
- Me parece más que considerable –sonrió gustosamente.
- Pero antes, queremos pedirle algo –atacó el rubio.
- ¿El qué?
- Queremos vender nuestra casa y que la compre usted. Para ello necesitaremos un pequeño préstamo para repararla primero.
- ¿De cuánto hablamos?
- Treinta millones de won.
Al hombre se le abrieron los ojos:
- Pero eso es demasiado –se quejó.
- En cuanto terminemos con la casa, le será devuelto todo el dinero con una comisión de dos millones más, ¿qué le parece?
8:25
- Minho-hyung, quedan cinco minutos, ¿estáis preparados?
- Sí. Ahora mismo tenemos a la vista la empresa.
- Bien, justo a tiempo. Seguid caminando hasta llegar a la puerta, lo demás seguirá su curso, pero cuando y os diga corred para esconderos.
- Entendido.
8:30
- Ahora mismo los guardias han dejado la entrada sin vigilancia.
- ¿Hacia dónde vamos?
- Seguid recto por ese pasillo y saltad la cuerda que prohíbe el paso.
En lo que sus hyungs acataban sus indicaciones, el pequeño revisaba el área nuevamente para más seguridad hasta que abrió los ojos desmesuradamente:
- ¡Hyung tenéis que correr hasta la siguiente desviación y entrar en la primera puerta!
- ¿Qué pasó?
- Dos personas se dirigen hacia ustedes, corred.
Ambos siguieron las órdenes del menor y corrieron intentando hacer el mínimo de ruido. Abrieron la puerta con rapidez, alcanzando a oír las voces de los nombrados. Se quedaron en absoluto silencio hasta que dejaron de oír sus voces:
- Tae, ¿ya se fueron?
- Sí, salgan. Todavía tenéis que llegar a la tercera planta, no cojáis el ascensor, subid por la escalera de emergencia, que se encuentra al final del pasillo, a mano derecha.
8:40
- Perfecto, ¿Cuándo empezamos? –estaba ansioso.
- Ahora mismo si lo desea –le sonrieron.
- ¿En serio?
- Claro –asintieron- solo tiene que transferirnos el dinero a esta cuenta –el peliblanco le extendió una pequeña tarjeta con el número de cuenta inscrito.
- Ahora mismo.
El hombre se acomodó en su silla, para hacer la transacción. Tecleó un par de veces y rápidamente efectuó el pago:
- Aquí tenéis chicos.
- ¿Le importaría que la revisáramos ahora?
- Por supuesto que no, puedes venir.
El rubio se levantó y rodeó la mesa, para quedar frente al ordenador. Accedió a la cuenta y verificó el pago. Él observó la cantidad de dinero que se movía en la cuenta de estos dos chicos. Se relamió con el negocio que acababa de hacer:
- Perfecto –aseguró el rubio volviendo a su asiento.
- Hyung, necesitamos los contratos.
Se oyó la voz de Taemin. El moreno asintió.
9:00
- Hyung , tenéis media hora. Os habéis confundido de pasillo. Volved hacia atrás y girad a la izquierda.
- Vale.
- Solo os queda una planta y la escalera de emergencia está en la tercera puerta en la segundo desviación a la izquierda.
- Entendido.
9:05
- Nos gustaría ver lo que sería el contrato para la inversión o el acuerdo, si lo prefiera.
- ¡Oh, claro! Por supuesto, esperen aquí un momento, por favor.
- Gracias –le sonrió falsamente.
El hombre se levantó y salió de la oficina:
- ¡Taemin! ¿Es qué foto está la llave?
- Es la de… una en la que aparece junto a un hombre en un velero.
- ¿Está? – La enfocó a la cama de seguridad.
- Esa es.
El rubio quitó la foto con delicadeza y destapó el falso fondo cayendo la llave de ella:
- Abrid el tercer cajón y encontraréis una carpeta azul. Ahí se encuentran todos los contratos con los que ha estafado.
- Ya los veo.
- Cambien los contratos por papeles normales, el peso tendrá que ser el mismo para que no lo note.
- Sí.
Después de realizar la tarea, volvieron a dejar la carpeta en su sitio, cerraron con llave y la volvieron a guardar detrás de la foto. Se sentaron tranquilamente escondiendo las hojas debajo de su camiseta:
- Ya vuelve –les avisó el maknae.
9:10
- Tae, ya hemos llegado, ¿qué puerta es?
- La segunda tras salir de la de emergencia hacia la derecha. Ahí…está… el niño
- Tae… será mejor que dejes de mirar.
- N-o… está bi-en hyung –se le fue apagando la voz.
- Taemin…
- Es una tontería hyung, sigamos.
- No lo es Tae. Son tus recuerdos…es tu dolor.
- Hyung…
- Está bien, sigamos –se resignó.
El alto abrió la puerta con cuidado, para no asustar al niño si se encontraba consciente. Una figura pequeña se dibujaba al fondo de la vacía habitación, hecha bolita. Al oír el ruido de la puerta un pequeño sollozo salió de sus labios.
El moreno se aproximó a él despacio:
- No temas pequeño- le dijo en voz baja y tranquilizadora-, vamos a llevarte con tus papás.
El niño al escuchar las palabras del alto se erguió, pero si dejar mostrar su rostro a los nuevos visitantes. Después de pensarlo mucho el pequeño tomó el valor y miró a los nuevos inquilinos. Unos enormes ojos miraban temerosos a los chicos, mientras sus labios gruesos temblaban un poco ante el miedo. Su rostro blanco como la leche tenía pequeñas marcas de algún que otro golpe. El niño los miró asustado. El mayor se acercó a él con esa sonrisa que tanto lo caracterizaba.
- Vámonos de aquí- le dijo.
El niño sonrió, mostrando sus pequeños dientes. Corrió a los brazos del más alto, que los tenía abiertos esperando que fuera a ellos, saltó a sus brazos, con una sonrisa y brillo en los ojos. El cara rana acarició sus cabellos con una sonrisa, abrazándolo cariñosamente, el niño se encontraba llorando de alegría en los brazos de él. Lo agarró fuertemente y sin miedo de avanzar, fueron a la puerta.
- Shh... No llores, ya salimos- susurró en los oídos del menor, el cual asintió sorbiendo por la nariz, mostrando una pequeña, pero brillante sonrisa.
Volvieron a cerrar la puerta de la habitación dirigiéndose sobre sus paso hacia la salida:
- Taemin, ¿cómo está el camino?
- De momento está despejado. Sigan rápido.
- ¿Cómo saldremos sin que nos vean los guardia.
- Activaré la alarma de incendios.
9:20
- Gracias por esperar, aquí tenéis –les extendió unos cuantos folios.
Los chicos empezaron a echarle un vistazo por encima y rápidamente se percataron de la trampa. Lo había hecho con un juego de palabras tan sutil que sería difícil darse cuenta.
- Está bien –asintió el moreno- ¿le importa que nos lo llevemos para leerlo más tranquilos?
- Sin problemas –les sonrió.
- Bien, entonces el trato está cerrado, ¿verdad?
- Por supuesto.
Los presentes se levantaron y estrecharon la mano al hombre:
- Ha sido un placer hacer negocios con usted.
- El placer ha sido mío. Os acompañaré a la puerta.
- Gracias.
9:25
- ¿Estáis listos?
- Cuando quieras –le respondió el alto.
Según respondió la alarma de incendios saltó rápidamente alertando a todo el lugar. Los guardias se extrañaron y se dirigieron a la oficina del jefe:
- ¡Ahora!
Los chicos salieron rápidamente por la puerta, dándole así al pequeño, su libertad:
- Hyung, deberías llevarlo a su casa.
- ¿Dónde es?
- En esa misma calle, la número 23.
- Vamos para allá.
9:30
- Qué extraño, la alarma saltó sola –dijo el hombre.
- Bueno nosotros nos despedimos, pero antes le avisamos de que el primer pago se realizará esta tarde a las 6:10. Si hay algún problema, venga a esta dirección –dijo entregándole otra tarjeta.
- Muchas gracias, vuelvan pronto.
Y ambos chicos desaparecieron tras las calles en dirección hacia la casas, con una sonrisa en sus respectivos rostros.
Recorrieron la calle con prisa, el niño estaba ansioso. 19, 21... 23. Se detuvieron ante la casa y la miraron. Ambos jóvenes se sonrieron y tomaron el caminito de la casa que daba a una lujosa puerta blanca. El de sonrisa amable tocó el timbre, que resonó en la gran casa. El niño abrazaba con fuerza al alto. Tenía miedo del exterior, de cómo tal vez reaccionarían sus padres, de si lo recordaban. Después de unos interminables segundos la gran puerta se abrió, dejando ver a una hermosa mujer. Una sonrisa apareció al ver el pequeño cuerpo que agarraba el cara rana. La mujer dejó caer lágrimas juguetonas de sus ojos:
- ¡Cariño!- gritó acercándose al niño.
El pequeño al ver como su madre, la que hacía tiempo que no veía, se aproximaba soltó poco a poco a el moreno, yendo así a los brazos de su madre, a los brazos de la mujer que más amaba. De dentro de la casa la figura de un hombre se hizo presente, el cual se detuvo al ver la escena que sus ojos presenciaban, y que a lo mejor miles y miles de veces había presenciado en sus sueños. Restregó las manos en los ojos para poder cerciorarse de que era realidad, de que no era ninguna broma. Al ser consciente de ello, fue a abrazar a las dos personas que lloraban en un fuerte abrazo. El señor se unió en ellos, dejando de mirar a los dos jóvenes, que sonrieron y se marcharon sin decir nada, sin dejar nada, solo el recuerdo de sus presencias.
La casa se encontraba silenciosa. El maknae trabajaba arduamente en su mundo virtual. El cara rana dormía profundamente. El rubio se encontraba en la cocina preparando una de sus siempre deliciosas comidas. El peliblanco miraba el móvil. El más mayor leía un libro entretenido.
Al rubio terminar su manjar llamó a los hambrientos chicos y los obligó a poner la mesa. Alguno que otro se quejó, pero más le valía ponerla si querían comer. Al ya estar todo listo tomaron asiento en sus sitios. Alguna que otras palabras salieron en la hora del almuerzo, pero el silencio tomó parte de él. Alguno que otro esperaba con ansias la hora en la que todo acabara, mientras otros comían gustosamente la comida. Acabada la comida el rubio se escabulló a la cocina, siendo seguido del peliblanco y el mayor de la casa:
- La espera me mata- dijo el rubio.
- La paciencia no es una de tus cualidades- dijo riendo el mayor.
El rubio rió ante el comentario. El peliblanco se veía taciturno mirando el suelo. El castaño que cayó en la cuenta lo miró interesado y se agachó para poder mirarlo a la cara. El moreno al verlo de esa manera se rió:
- ¿En qué piensas?- preguntó curioso el mayor.
- No lo sé- dijo el peliblanco entre risas-. Simplemente me quedé ahí.
Las risas se hicieron más audibles en la cocina. De la puerta apareció el cara rana, que bostezaba todavía por la pequeña siesta que había sido interrumpida por el almuerzo:
- Tengo sueño- dijo con una mueca.
- Tú siempre tienes sueño- dijo el de mirada felina.
Las carcajadas se volvieron a ser audibles en la habitación:
- Quiero ser famoso- dijo el rubio mirando los platos.
Los tres chicos lo miraron interesado ante ese repentino cambio de conversación:
- ¿Y eso?- preguntó el mayor.
El rubio suspiró y luego sonrió, tal vez al recordar algo:
- Me encantó sentirme poderoso hoy al hacerme pasar por esos famosetes - dijo entre risas.
Los chicos no pudieron evitar no hacer lo mismo:
- Bueno, mal no se sintió- dijo el peliblanco entre risas.
El rubio asintió como si fuera algo muy serio, lo que causó más risas sonoras, los repentinos cambios de expresiones del rubio eran demasiado extraños. Las risas y palabras continuaron durante todo el rato, hasta que llegó la tarde.
Mientras tanto el menor se hallaba en su habitación realizando una de sus últimas tareas:
- ¿Me escuchas? –le preguntó a la otra persona.
- Te escucho hyung.
- Te voy a mandar ahora las pruebas para que arresten al empresario. Avísame cuando te lleguen.
- Ya las estoy recibiendo.
- Perfecto. Quedan 15 minutos para que se cancele la cuenta y el hombre irá a la dirección que te envié.
- Entendido.
- Cuando lo arresten avísame.
- Vale, ¿cómo están los chiscos hyung?
- Bastante bien –dijo oyendo las risas provenientes de fuera.
- Me alegro.
- ¿Y tú?
- Bien…
- ¿Y lo dices con esa voz? –sonrió conociéndolo.
- Os echo de menos hyung y me preocupa la idea de que algún día os descubran –dijo en un hilo de voz.
- Deja de preocuparte por eso.
- Pe-ro hyu…
- Shh…olvídalo.
- Está bien.
- Bueno tenemos que cortar, por si las moscas.
- Vale, adiós hyung.
- Adiós.
6:10
El menor salió de su habitación y se dirigió al salón dónde se encontraban todos:
- Hyung quedan cinco minutos –le dijo al líder.
CAPÍTULO 3
Un sonoro ruido rompió en silencio del lugar, causando el despertar de los bellos durmientes. Se levantaron con bastante lucidez, a pesar de haber dormido tendida y plácidamente. El rubio de la casa se fue a la cocina sin pensarlo dos veces para preparar el desayuno, mientras los demás ocupaban el baño. El peliblanco entró en la cocina y abrió la nevera, agarrando la jarra de agua y bebiendo de ella sin pegar la boca:
- Utiliza un vaso- le dijo el rubio en un suspiro, siempre era lo mismo.
El peliblanco lo miró y le sacó la lengua burlonamente, guardando la jarra y cerrando a su vez la nevera:
- Tenemos que mirar la ropa- le dijo antes de salir del lugar.
El de mirada felina asintió y preparó el desayuno. Se encontraban sentados en sus lugares, comiendo el sabroso desayuno, con ansias.
Al terminar todos colaboraron en la limpieza y fueron a prepararse, tenían el tiempo necesario, habían madrugado. El rubio y peliblanco fueron al salón junto con el maknae a mirar las prendas que llevarían para la ocasión. Después de que el de piel de porcelana se decidiera se pusieron dichas ropas. El peliblanco vestía unos pantalones vaqueros ajustados, una camisa blanca con un dinosaurio en ella, unos tenis blancos y una gorra con toques amarillos. El rubio en cambio llevaba unos pantalones cortos azul claro, una camisa blanca, unos zapatos y un sombrero. Sonrieron al verse en el espejo, iban geniales. El maknae se acercó a los chicos y les entregó los documentos que el cara rana había falsificado. El alto de la casa estaba listo para comenzar con todo, al igual que el de sonrisa amable. No se dedicaron palabras ni nada por el estilo, solo unas miradas y todo comenzó en el momento que sus pies tocaron la calle. Sus caminos se bifurcaron, separándose en el trayecto.
7:45
- Minho hyung, ¿me escuchas?
- No te oigo muy bien.
- ¿Y ahora?
- Perfecto.
- Bien. Hyung, desde vuestra posición tardaréis tres cuartos de horas exactos, no pueden detenerse o no llegaran al cambio de guardia, ¿me oyeron?
- Perfectamente, ¿y los otros dos?
- Ellos están justamente a 15 minutos como lo habíamos planeado. Se encuentran cerca de la empresa prácticamente.
- Está bien, avísanos cuando hayan llegado.
- Bien –asintió.
El menor se encontraba vigilando todos los movimientos de la zona, desde el tráfico hasta los transeúntes. Desde su habitación controlaba la misión desde una vista panorámica:
- Jonghyun-hyung, ¿me oyes?
- Sí.
- En el próximo cruce, tienen que girar a la derecha y luego encontrarás una casa blanca con un tejado azul, pues bordea la casa y sigue por detrás, dirección sur.
- Entendido.
Así fue como el símbolo que los representaba se movió en la dirección indicada, en la pantalla del ordenador del maknae.
8:00
- Taemin, ya hemos llegado, ¿es aquí? –pregunto el peliblanco.
- Sí, esa es la empresa.
- Está bien, vamos a entrar ya.
- Recibido hyung.
Mientras tanto en otro lugar:
- Hyung, la pareja acaba de entrar.
- Bien, comienza el plan.
Una vez subieron las escaleras de la entrada, se adentraron en aquel edificio blanco de unas 4 plantas. Una vez atravesada la puerta, se convertirían en otras personas:
- Buenos días caballeros, ¿en qué puedo ayudarles? –les dijo amablemente la recepcionista.
- Quisiéramos hablar con el jefe Cho Ha Min.
- ¿Han concertado una cita con él?
- No, pero usted dígale que son negocios y él lo entenderá.
- Está bien, esperen un momento –les sonrió la chica, yéndose por uno de las pasillos que adornaba la planta baja.
- Taemin, ¿la estás viendo?
- Sí hyung, se dirige al fondo del pasillo por la cuarta puerta. Es él hyung. Ahí tiene que tener guardados los contratos falsos –acercó más su cara a la pantalla- en su mesa en el tercer cajón y la llave está detrás de un marco de foto. Ahora la chica va hacia ustedes de nuevo, pare ser que lo ha convencido.
- Primera fase completada –suspiró de alivio.
La chica volvió a aparecer ante la vista del los dos chicos, cumpliéndose la advertencia de Taemin:
- El jefe me ha dicho que pueden pasar, acompáñenme por aquí –les indicó.
Tal y por dónde se había ido antes, los condujo hasta el despacho del jefe:
- Adelante –respondió una voz ronca ante los golpes de la mujer en la puerta.
Una gran oficina, se abrió paso antes sus ojos y su objetivo estaba sentado en una silla detrás de una gran mesa:
- Con permiso –dijeron los chicos.
Se adentraron en aquella habitación y se sentaron en las sillas que el hombre les ofrecía. Lo miraron detenidamente. El deseo se le podía ver en sus ojos. El rubio intentó disimular una mueca de asco al darse cuenta de que aquel cubículo apestaba a puro dinero. Ese tío ya empezaba a darle asco:
- Cuéntenme señores.
Ambos se miraron:
- Primero nos presentaremos, somos idols del popular grupo SHINee, no sé si tendrá conocimientos de eso.
Lo primero que pasó por la cabeza del hombre fue la fortuna que tendrían que tener ante tal declaración. El hombre asintió:
- Queremos hacer una inversión en esta empresa que parece que últimamente va ganado prestigio.
- Me alegra que las noticias se expandan hasta tan lejos –sonrió cínicamente- ¿y qué clase de inversión sería?
- Hemos oído que la urbanización cerca de aquí es de su propiedad.
- Así es –se le iluminaron los ojos, puesto que era de las más caras que tenía.
- Queremos invertir en esa zona. No tenemos problemas con el dinero y queremos ampliar campos, por eso lo decidimos así.
- Me gusta vuestra actitud chicos. Sois conscientes de que esa urbanización es la más cara, ¿no?
- Si es por el dinero, no se preocupe que a nosotros nos sobra. Además así usted y su empresa ganaría más popularidad si invertimos en ella.
- Perfecto entonces. ¿Cuánto estarías dispuestos a invertir?
- El doble del precio por cada casa.
El hombre se atragantó solo de pensar en la suma de dinero que aquello suponía. Este era su momento, tendría que aprovechar en sacarle el mayor partido a esta gente que parecía estar forrada:
- Me parece más que considerable –sonrió gustosamente.
- Pero antes, queremos pedirle algo –atacó el rubio.
- ¿El qué?
- Queremos vender nuestra casa y que la compre usted. Para ello necesitaremos un pequeño préstamo para repararla primero.
- ¿De cuánto hablamos?
- Treinta millones de won.
Al hombre se le abrieron los ojos:
- Pero eso es demasiado –se quejó.
- En cuanto terminemos con la casa, le será devuelto todo el dinero con una comisión de dos millones más, ¿qué le parece?
8:25
- Minho-hyung, quedan cinco minutos, ¿estáis preparados?
- Sí. Ahora mismo tenemos a la vista la empresa.
- Bien, justo a tiempo. Seguid caminando hasta llegar a la puerta, lo demás seguirá su curso, pero cuando y os diga corred para esconderos.
- Entendido.
8:30
- Ahora mismo los guardias han dejado la entrada sin vigilancia.
- ¿Hacia dónde vamos?
- Seguid recto por ese pasillo y saltad la cuerda que prohíbe el paso.
En lo que sus hyungs acataban sus indicaciones, el pequeño revisaba el área nuevamente para más seguridad hasta que abrió los ojos desmesuradamente:
- ¡Hyung tenéis que correr hasta la siguiente desviación y entrar en la primera puerta!
- ¿Qué pasó?
- Dos personas se dirigen hacia ustedes, corred.
Ambos siguieron las órdenes del menor y corrieron intentando hacer el mínimo de ruido. Abrieron la puerta con rapidez, alcanzando a oír las voces de los nombrados. Se quedaron en absoluto silencio hasta que dejaron de oír sus voces:
- Tae, ¿ya se fueron?
- Sí, salgan. Todavía tenéis que llegar a la tercera planta, no cojáis el ascensor, subid por la escalera de emergencia, que se encuentra al final del pasillo, a mano derecha.
8:40
- Perfecto, ¿Cuándo empezamos? –estaba ansioso.
- Ahora mismo si lo desea –le sonrieron.
- ¿En serio?
- Claro –asintieron- solo tiene que transferirnos el dinero a esta cuenta –el peliblanco le extendió una pequeña tarjeta con el número de cuenta inscrito.
- Ahora mismo.
El hombre se acomodó en su silla, para hacer la transacción. Tecleó un par de veces y rápidamente efectuó el pago:
- Aquí tenéis chicos.
- ¿Le importaría que la revisáramos ahora?
- Por supuesto que no, puedes venir.
El rubio se levantó y rodeó la mesa, para quedar frente al ordenador. Accedió a la cuenta y verificó el pago. Él observó la cantidad de dinero que se movía en la cuenta de estos dos chicos. Se relamió con el negocio que acababa de hacer:
- Perfecto –aseguró el rubio volviendo a su asiento.
- Hyung, necesitamos los contratos.
Se oyó la voz de Taemin. El moreno asintió.
9:00
- Hyung , tenéis media hora. Os habéis confundido de pasillo. Volved hacia atrás y girad a la izquierda.
- Vale.
- Solo os queda una planta y la escalera de emergencia está en la tercera puerta en la segundo desviación a la izquierda.
- Entendido.
9:05
- Nos gustaría ver lo que sería el contrato para la inversión o el acuerdo, si lo prefiera.
- ¡Oh, claro! Por supuesto, esperen aquí un momento, por favor.
- Gracias –le sonrió falsamente.
El hombre se levantó y salió de la oficina:
- ¡Taemin! ¿Es qué foto está la llave?
- Es la de… una en la que aparece junto a un hombre en un velero.
- ¿Está? – La enfocó a la cama de seguridad.
- Esa es.
El rubio quitó la foto con delicadeza y destapó el falso fondo cayendo la llave de ella:
- Abrid el tercer cajón y encontraréis una carpeta azul. Ahí se encuentran todos los contratos con los que ha estafado.
- Ya los veo.
- Cambien los contratos por papeles normales, el peso tendrá que ser el mismo para que no lo note.
- Sí.
Después de realizar la tarea, volvieron a dejar la carpeta en su sitio, cerraron con llave y la volvieron a guardar detrás de la foto. Se sentaron tranquilamente escondiendo las hojas debajo de su camiseta:
- Ya vuelve –les avisó el maknae.
9:10
- Tae, ya hemos llegado, ¿qué puerta es?
- La segunda tras salir de la de emergencia hacia la derecha. Ahí…está… el niño
- Tae… será mejor que dejes de mirar.
- N-o… está bi-en hyung –se le fue apagando la voz.
- Taemin…
- Es una tontería hyung, sigamos.
- No lo es Tae. Son tus recuerdos…es tu dolor.
- Hyung…
- Está bien, sigamos –se resignó.
El alto abrió la puerta con cuidado, para no asustar al niño si se encontraba consciente. Una figura pequeña se dibujaba al fondo de la vacía habitación, hecha bolita. Al oír el ruido de la puerta un pequeño sollozo salió de sus labios.
El moreno se aproximó a él despacio:
- No temas pequeño- le dijo en voz baja y tranquilizadora-, vamos a llevarte con tus papás.
El niño al escuchar las palabras del alto se erguió, pero si dejar mostrar su rostro a los nuevos visitantes. Después de pensarlo mucho el pequeño tomó el valor y miró a los nuevos inquilinos. Unos enormes ojos miraban temerosos a los chicos, mientras sus labios gruesos temblaban un poco ante el miedo. Su rostro blanco como la leche tenía pequeñas marcas de algún que otro golpe. El niño los miró asustado. El mayor se acercó a él con esa sonrisa que tanto lo caracterizaba.
- Vámonos de aquí- le dijo.
El niño sonrió, mostrando sus pequeños dientes. Corrió a los brazos del más alto, que los tenía abiertos esperando que fuera a ellos, saltó a sus brazos, con una sonrisa y brillo en los ojos. El cara rana acarició sus cabellos con una sonrisa, abrazándolo cariñosamente, el niño se encontraba llorando de alegría en los brazos de él. Lo agarró fuertemente y sin miedo de avanzar, fueron a la puerta.
- Shh... No llores, ya salimos- susurró en los oídos del menor, el cual asintió sorbiendo por la nariz, mostrando una pequeña, pero brillante sonrisa.
Volvieron a cerrar la puerta de la habitación dirigiéndose sobre sus paso hacia la salida:
- Taemin, ¿cómo está el camino?
- De momento está despejado. Sigan rápido.
- ¿Cómo saldremos sin que nos vean los guardia.
- Activaré la alarma de incendios.
9:20
- Gracias por esperar, aquí tenéis –les extendió unos cuantos folios.
Los chicos empezaron a echarle un vistazo por encima y rápidamente se percataron de la trampa. Lo había hecho con un juego de palabras tan sutil que sería difícil darse cuenta.
- Está bien –asintió el moreno- ¿le importa que nos lo llevemos para leerlo más tranquilos?
- Sin problemas –les sonrió.
- Bien, entonces el trato está cerrado, ¿verdad?
- Por supuesto.
Los presentes se levantaron y estrecharon la mano al hombre:
- Ha sido un placer hacer negocios con usted.
- El placer ha sido mío. Os acompañaré a la puerta.
- Gracias.
9:25
- ¿Estáis listos?
- Cuando quieras –le respondió el alto.
Según respondió la alarma de incendios saltó rápidamente alertando a todo el lugar. Los guardias se extrañaron y se dirigieron a la oficina del jefe:
- ¡Ahora!
Los chicos salieron rápidamente por la puerta, dándole así al pequeño, su libertad:
- Hyung, deberías llevarlo a su casa.
- ¿Dónde es?
- En esa misma calle, la número 23.
- Vamos para allá.
9:30
- Qué extraño, la alarma saltó sola –dijo el hombre.
- Bueno nosotros nos despedimos, pero antes le avisamos de que el primer pago se realizará esta tarde a las 6:10. Si hay algún problema, venga a esta dirección –dijo entregándole otra tarjeta.
- Muchas gracias, vuelvan pronto.
Y ambos chicos desaparecieron tras las calles en dirección hacia la casas, con una sonrisa en sus respectivos rostros.
Recorrieron la calle con prisa, el niño estaba ansioso. 19, 21... 23. Se detuvieron ante la casa y la miraron. Ambos jóvenes se sonrieron y tomaron el caminito de la casa que daba a una lujosa puerta blanca. El de sonrisa amable tocó el timbre, que resonó en la gran casa. El niño abrazaba con fuerza al alto. Tenía miedo del exterior, de cómo tal vez reaccionarían sus padres, de si lo recordaban. Después de unos interminables segundos la gran puerta se abrió, dejando ver a una hermosa mujer. Una sonrisa apareció al ver el pequeño cuerpo que agarraba el cara rana. La mujer dejó caer lágrimas juguetonas de sus ojos:
- ¡Cariño!- gritó acercándose al niño.
El pequeño al ver como su madre, la que hacía tiempo que no veía, se aproximaba soltó poco a poco a el moreno, yendo así a los brazos de su madre, a los brazos de la mujer que más amaba. De dentro de la casa la figura de un hombre se hizo presente, el cual se detuvo al ver la escena que sus ojos presenciaban, y que a lo mejor miles y miles de veces había presenciado en sus sueños. Restregó las manos en los ojos para poder cerciorarse de que era realidad, de que no era ninguna broma. Al ser consciente de ello, fue a abrazar a las dos personas que lloraban en un fuerte abrazo. El señor se unió en ellos, dejando de mirar a los dos jóvenes, que sonrieron y se marcharon sin decir nada, sin dejar nada, solo el recuerdo de sus presencias.
La casa se encontraba silenciosa. El maknae trabajaba arduamente en su mundo virtual. El cara rana dormía profundamente. El rubio se encontraba en la cocina preparando una de sus siempre deliciosas comidas. El peliblanco miraba el móvil. El más mayor leía un libro entretenido.
Al rubio terminar su manjar llamó a los hambrientos chicos y los obligó a poner la mesa. Alguno que otro se quejó, pero más le valía ponerla si querían comer. Al ya estar todo listo tomaron asiento en sus sitios. Alguna que otras palabras salieron en la hora del almuerzo, pero el silencio tomó parte de él. Alguno que otro esperaba con ansias la hora en la que todo acabara, mientras otros comían gustosamente la comida. Acabada la comida el rubio se escabulló a la cocina, siendo seguido del peliblanco y el mayor de la casa:
- La espera me mata- dijo el rubio.
- La paciencia no es una de tus cualidades- dijo riendo el mayor.
El rubio rió ante el comentario. El peliblanco se veía taciturno mirando el suelo. El castaño que cayó en la cuenta lo miró interesado y se agachó para poder mirarlo a la cara. El moreno al verlo de esa manera se rió:
- ¿En qué piensas?- preguntó curioso el mayor.
- No lo sé- dijo el peliblanco entre risas-. Simplemente me quedé ahí.
Las risas se hicieron más audibles en la cocina. De la puerta apareció el cara rana, que bostezaba todavía por la pequeña siesta que había sido interrumpida por el almuerzo:
- Tengo sueño- dijo con una mueca.
- Tú siempre tienes sueño- dijo el de mirada felina.
Las carcajadas se volvieron a ser audibles en la habitación:
- Quiero ser famoso- dijo el rubio mirando los platos.
Los tres chicos lo miraron interesado ante ese repentino cambio de conversación:
- ¿Y eso?- preguntó el mayor.
El rubio suspiró y luego sonrió, tal vez al recordar algo:
- Me encantó sentirme poderoso hoy al hacerme pasar por esos famosetes - dijo entre risas.
Los chicos no pudieron evitar no hacer lo mismo:
- Bueno, mal no se sintió- dijo el peliblanco entre risas.
El rubio asintió como si fuera algo muy serio, lo que causó más risas sonoras, los repentinos cambios de expresiones del rubio eran demasiado extraños. Las risas y palabras continuaron durante todo el rato, hasta que llegó la tarde.
Mientras tanto el menor se hallaba en su habitación realizando una de sus últimas tareas:
- ¿Me escuchas? –le preguntó a la otra persona.
- Te escucho hyung.
- Te voy a mandar ahora las pruebas para que arresten al empresario. Avísame cuando te lleguen.
- Ya las estoy recibiendo.
- Perfecto. Quedan 15 minutos para que se cancele la cuenta y el hombre irá a la dirección que te envié.
- Entendido.
- Cuando lo arresten avísame.
- Vale, ¿cómo están los chiscos hyung?
- Bastante bien –dijo oyendo las risas provenientes de fuera.
- Me alegro.
- ¿Y tú?
- Bien…
- ¿Y lo dices con esa voz? –sonrió conociéndolo.
- Os echo de menos hyung y me preocupa la idea de que algún día os descubran –dijo en un hilo de voz.
- Deja de preocuparte por eso.
- Pe-ro hyu…
- Shh…olvídalo.
- Está bien.
- Bueno tenemos que cortar, por si las moscas.
- Vale, adiós hyung.
- Adiós.
6:10
El menor salió de su habitación y se dirigió al salón dónde se encontraban todos:
- Hyung quedan cinco minutos –le dijo al líder.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 4]
CAPÍTULO 4
Todos se levantaron y se dirigieron al cuarto del maknae. Taemin volvió a acceder al sistema de la empresa enfocando al dueño. Se le veía ansioso esperando la transacción delante del ordenador.
6:13
El pequeño empezó a teclear.
‘’Realizando transacción’’
‘’Recibiendo transacción de XXX XXX’’
6:15
‘’Transacción cancelada’’
‘’Error, la cuenta ha sido eliminada’’
Todos los presentes sonrieron. El hombre empezó a ponerse nervioso y un poco agresivo. Salió de la oficina rumbo a la dirección dada anteriormente:
- Se acabó –dijo el alto.
- Sí –dijo el pequeño apagando el monitor de las cámaras.
- Ha sido divertido –dijo el peliblanco.
- Bastante, ¿cuánto hay de beneficio?
- Quitando la parte que ya le he devuelto a las víctimas, nos queda un millón justamente.
- Perfecto –afirmó el líder sonriendo.
El silencio llenaba la casa. El peliblanco y el rubio se habían marchado, el mayor estaba encerrado en su habitación, mirando algún que otro plano, el cara rana miraba molesto la tele y el maknae disfrutaba de una buena ducha.
El alto se levantó del sofá molesto y comenzó a dar vueltas por toda la casa:
- Maldita la hora en la que les dije a la parejita que no quería ir- dijo entre dientes.
Sus pasos se hicieron en aumento hasta que cayó en la cuenta y se detuvo. Sonrió ante su excelente idea. La puerta del baño se escuchó y tras ella salía el castaño, el alto no perdió la oportunidad y se le acercó:
- Tae - le llamó, obteniendo la atención del menor-. Salgamos- añadió.
El menor puso una mueca y continuó caminando a su paraíso personalizado. El mayor lo miró salir y corrió hacia él:
- Venga Taeminnie - le rogó-. Hace tiempo que no sales a divertirte... Por favor- dijo esto último poniendo un puchero.
El castaño lo miró por unos segundos sin decir nada para luego soltar un suspiro, el moreno había ganado. Sonrió ampliamente:
- Vete a cambiarte- le dijo empujándolo.
El menor se dio la vuelta y lo detuvo con la mirada:
- Sé ir solo- le avisó.
El alto se detuvo y le sonrió. Tomó asiento en el sillón, esperando al pequeño, que se hacía de rogar.
Después de desesperantes minutos el de piel clara salió vestido con un short negro, una camisa blanca con rayas extrañas y unas converse. El moreno lo miró por unos segundos, hasta que reaccionó y lo jaló del brazo a la calle.
Se encontraban caminando por las calles tranquilas y poco transitadas:
- ¿A dónde vamos?- preguntó el menor mirando una tienda de informática.
El mayor abrió los ojos desmesuradamente, no tenía nada planeado para hacer. El silencio lo evidenció:
- Ni si quiera eso sabes hacer- le recriminó el menor.
El cara rana se hizo el ofendido ocasionando carcajadas en el castaño:
- Sí sé a dónde ir- dijo convencido-. Vamos a... la costa- dijo después de pensarlo mucho.
El menor puso cara de asco, pero siguió al moreno sin rechistar. Hablaron de cosas triviales y alguna que otra cosa sin interés. Al cabo de un rato llegaron a una hermosa playa, que comenzaba a ser bañada por el naranja del atardecer. Ambos chicos miraron el hermoso paisaje boquiabiertos. El mar se encontraba tranquilo y en silencio, lo que aumentó las ansias de estar en ellas:
- Vamos a darnos un baño- dijo el menor mirando las aguas.
El alto se quedó atónito ante la iniciativa del menor y sonrió ampliamente. Lo agarró del brazo y corrieron a la arena. La playa se encontraba abandonada a pesar de ser verano. El menor se quitó los zapatos y la ropa poco a poco, dejando solo la ropa interior, que al momento desapareció, cayendo en la fría arena. Con paso rápido se acercó al mar, adentrándose en él. Las aguas no estaban tan frías como creyó y se metió en ella sin pensarlo. En cambio en la arena todavía el alto sonreía pícaramente deshaciéndose de sus ropas, junto con la fina ropa interior, no sin antes mirar si alguien venía y esconder sus ropas y las del pequeño en alguna piedra. Después de hacerlo se adentró en el mar, en busca del menor que naufragaba en él. El castaño dulce juguetón se acercó al alto con una gran sonrisa y mordiéndose los labios. El alto comenzó a ponerse nervioso. El maknae estaba ya tan solo a unos centímetros de su hyung:
- Lo siento- dijo sensualmente.
El mayor, que solo prestaba atención a sus labios mojados ligeramente por el agua, no fue consciente de que el menor estaba a punto de hacerle una pequeña trastada. Puso sus manos sobre la cabeza del alto y lo hundió. Al salir el pequeño ya estaba lejos riendo descontroladamente:
- Te vas a enterar Lee Taemin- dijo Minho con esa mirada tan habitual en él cuando lo retaban, iba a ganar fuera como fuera.
El maknae a sabiendas de ello, no pudo evitar nadar rápidamente, ante el tiburón moreno y alto que lo perseguía. Sus risas eran muy altas, lo que ocasionó que se ralentizara el ritmo y con ello que el mayor lo atrapara por la espalda:
- Te pillé- le dijo al oído, causando que el castaño se estremeciera.
El mayor pegó su cuerpo con el del maknae, causando que su hombría tocara sus prietos glúteos. El castaño soltó un pequeño gemido, dejando caer su cabeza sobre el hombro del moreno, que le dio un beso en la comisura de los labios. El menor cerró los ojos y suspiró. Las manos del mayor se paseaban por la tersa y blanca piel del castaño, que suspiraba excitándose. Una de las manos del alto fueron a la ya erecta hombría del menor, el cual al sentir como el cara rana se la agarraba fuertemente dio un respingo para luego volver a dejar caer la cabeza para atrás. El moreno comenzó a mover su mano, haciendo que el menor soltara gemidos. Su espalda se arqueaba en un hermoso baile. El mayor no podía evitar aumentar la velocidad ante la expresión del menor.
Ambos estaban erectos, el castaño dulce cómplice movía las caderas lentamente, causando gemidos de dolor al mayor, que deseaba soltar todo de una maldita vez. Ambos sonrieron y se fueron acercando a la orilla. El menor volteó el cuerpo para quedar frente a frente con el mayor que comenzó a devorar sus labios ansiosamente. Sus lenguas realizaban una guerra, ninguno quería perder. Poco a poco el menor acabó echado en la orilla, mientras el mayor se posaba encima. El de piel clara sonrió y tomó la hombría del mayor, llevándolo al paraíso. Los gemidos del moreno eran audibles, y eso solo ocasionaba que el menor se pusiera más y más duro. Antes de que se viniera el maknae se detuvo, llevándose una mirada asesina del cara rana que ansiaba de una vez por todas correrse. El menor sonrió. El alto tomó las caderas del maknae y la alzó, dejando que su pene rozara la entrada rosácea del blanco, el cual suspiró y obtuvo una mirada retante, de castigo. El menor molesto puso una mueca:
- ¡Metémela de una maldita vez!- chilló desesperado.
El alto ante aquello asintió y sonrió, penetrando al menor. Un chillido de placer y dolor se hizo audible de entre los labios del castaño. El blanco rodeó la cintura del mayor con sus piernas y lo abrazó con sus manos, obligándolo a que se metiera más. Los gemidos fueron mucho más sonoros y excitantes. El mayor agarró el pene del menor y comenzó a mover la mano despacio, le encantaba desesperarlo, hacerlo rabiar:
- De...déjate... de... jugar- dijo entrecortadamente por los continuos jadeos.
El cara rana sonrió y aceleró las estocadas, junto con el movimiento de su mano. Ambos disfrutaban del placer. El menor buscó ansioso los labios del mayor, el cual se acercó a él, dejando que los encontrara.
Las gotas de sudor resbalaban por su cuerpo, causando que la arena se pegara a ellos y que el agua quitara al llegar en una pequeña ola. El menor fue el primero en hablar después del silencioso mar de gemidos:
- Me... voy- susurró al oído del mayor.
Sonrió y antes de poder comenzar a acelerar más las estocadas, el líquido blanco del menor salió, rociando sus estómagos de él. El menor suspiró y arqueó la espalda. El cara rana sonrió y más duro que antes aumentó las estocadas, causando que al poco rato se corriera dentro del menor. Ambos soltaron un hermoso y sonoro orgasmo. El alto dejó caer su cuerpo sobre el menor, jadeando. El de piel clara lo abrazó y suspiró como pudo, pues se encontraba en el mismo estado que el moreno.
Un hermoso paisaje se apreciaba desde lejos. Un atardecer completamente naranja, unas aguas calmas y limpias, una brisa reconfortante y un ambiente de placer y lujuria, ocasionado por las dos figuras sobre la arena, que sonreían por la reciente actividad física.
Por las calles abarrotadas de gente caminaban dos jóvenes riendo de un comentario que habían oído de alguna persona que pasaba por allí:
- Espera- dijo el rubio-. Vamos a entrar.
El mayor de ambos suspiró:
- No, ya compramos bastante la anterior vez- dijo agarrándolo por el brazo.
El rubio lo miró y le puso un puchero. El peliblanco suspiró y bajó la cabeza:
- Solo mirar, ¿oíste?- preguntó serio.
El rubio afirmó con una sonrisa en el rostro. Ambos chicos entraron a la tienda. El rubio miraba las prendas con euforia, mientras que el peliblanco lo perseguía entre risas, pues la gente lo miraba como si fuera un loco.
Después de que el moreno consiguiera convencer al de piel de porcelana de que no se comprara nada, salieron de la tienda camino a algún lugar sin determinar.
Sus pasos eran rápidos y firmes, a pesar de encontrarse todo el día caminando. De repente el rubio se detuvo y se puso de brazos cruzados. El peliblanco continuó caminando sin prestarle atención:
- ¡Ya!- gritó enojado.
El moreno rió escandalosamente para que fuera consciente que lo escuchó y de que no iba a detenerse. El rubio al ser consciente de ello comenzó a caminar hasta que se puso a su altura. El mayor lo miró con una sonrisa:
- Merong.
Las carcajadas de ambos se intensificaron.
El sol se encontraba escondido, las estrellas jugaban en la oscuridad del cielo, mientras la luna brillaba. El rubio sintió como una gota de agua cayó en su rostro, obligándole a alzar el rostro al cielo, pudiendo observar pequeñas nubes juguetonas. Chistó molesto y suspiró. El peliblanco que también fue consciente de el toque de alguna que otra gota lo agarró del brazo, llevándolo dentro de la gran estación, que estaba llena de gente que sabía de la futura lluvia. Ambos se quedaron mirando como las gotas comenzaban a caer poco a poco, llenando el suelo de puntos, hasta que no quedó ningún espacio seco, pues las gotas de lluvias eran ya constantes.
Pasaron minutos, pero la lluvia no aminoraba. El rubio estaba irritado y el peliblanco molesto. Entonces a uno se le ocurrió una idea:
- Vamos- dijo tomando al otro de la mano.
El rubio miró al peliblanco que sonreía juguetonamente sin comprender nada, mucho menos sabiendo a donde iban. Pasaban entre la gente, sin darle a nadie, sin causar problema alguno. Después de recorrer un buen camino llegaron a unas puertas con unos carteles en ellas "solo personal". El rubio miró al peliblanco con los ojos abiertos, sabía lo que iba a hacer. El moreno abrió la puerta y se adentraron dentro rápida y silenciosamente, escondiéndose en la primera pared que encontraron. El peliblanco tapó la boca del menor antes de que dijera nada, unos trabajadores pasaban cerca de ellos, comentando cualquier cosa a la que le tenían el mínimo interés. Ya lo bastante lejos, los chicos salieron mirando antes alguna señal de vida, que la respuesta fue negativa. El de mirada felina siguió al moreno por todo el lugar, llegando a donde se encontraban los grandes vehículos. Después de pasar a algún que otro trabajador se metieron a una zona privada. Todo lo inundaba el silencio. El peliblanco continuó adentrándose en el lugar, siendo perseguido por su dongsaeng:
- No te quedes atrás- le dijo el moreno.
El rubio asintió y entraron a la última puerta que había en el lugar. Ni una persona se encontraba por allí. Cerraron la puerta con llave y miraron las cosas que se encontraba en tal lugar. Papeles y más papeles. El peliblanco se aburrió y se aproximó al menor:
- Tengo ganas de ti- le dijo al oído muy bajito.
El menor sonrió, volteando a verle. Se acercó y besó sus labios desesperadamente, saltando y enredando sus piernas en la cintura del mayor, el cual pasó las suyas por la espalda del rubio. El beso se fue intensificando. Sus lenguas recorrían la cavidad del otro en un deseoso juego. El rubio agarró la hermosa camisa de botones que llevaba el mayor y se la quitó desesperado. Al quitarla recorría sus manos por el bien formado torso de su mayor. El peliblanco llevó al menor al gran escritorio, tirando antes todo lo que había sobre él. Se separó de sus labios y quitó la camisa del rubio, buscando los botoncitos rosas de él. Los lamió sensualmente, causando leves suspiros del menor, que ya estaba dejando ver un bulto en sus shorts.
Después de jugar con sus pezones se fue a su boca, pero no sin antes llevar una mano a su pequeño gran bulto del pantalón, que pedía a gritos ser liberada. El rubio gimió de dolor ante el toque del mayor en su erección. Sus labios se volvieron a juntar en un mar de sensaciones. El rubio miró el pantalón del mayor y sonrió, bajándose de la mesa y poniéndose de rodillas en el suelo. Bajó la bragueta del pantalón del peliblanco con deseo, con ansias. Después de observar como solo la pequeña tela negra negaba la vista de su hombría se molestó y la quitó rápido. Se lamió los labios ante el pene de su compañero. La lamió con deseo, para después adentrarla en su boca. El mayor soltó un intenso gemido. El felino no se detuvo y continuó chupando la grande hombría de su hyung. Las manos del peliblanco fueron a los cabellos del rubio, el cual jugaba ahora con sus testículos.
El menor no permitió que se viniera, no fuera de él. Se quitó los pantalones y la ropa interior, quedando al descubierto ante los ojos del mayor, que se lo comía con los ojos. Se dio la vuelta, quedando de espaldas al mayor y puso el trasero en pompa, apoyando las manos en la mesa. El moreno ante la invitación se acercó a él menor, dejando que la saliva de éste sirviera de lubricante, penetrando su hombría en el agujero de éste:
- Ah~ - gimió el menor.
El mayor agarró el pene del menor y comenzó a masturbarlo mientras daba feroces estocadas. El rubio gritaba como un loco ante el placer que estaba sintiendo, el peliblanco no podía evitar no seguirlo en su canto apasionado de gemidos, era inevitable, lo estaba volviendo loco. El menor se vino en las manos del peliblanco, arqueando la espalda ante ello. El moreno ante esto salió del felino para darle la vuelta y subirlo a la mesa, volviendo a meterla dentro de él. Sus labios se mordían feroces en una batalla de lujuria indefinida. Ambos gemían ante el placer que se daban. El de piel de porcelana abrazó al mayor quedando así más a dentro. Clavó sus uñas en la espalda de éste, ocasionando algún que otro gemido por parte del peliblanco, que como castigo agarró su erecto pene y lo apretó. El menor gimió ante el dolor y suspiró al sentir como el peliblanco comenzaba a masturbarlo. El continuo juego de gemidos fue siendo más y más sonoro, tanto que ambos estaban a punto del éxtasis, de llegar y así fue. El mayor se vino dentro del menor, el cual se corrió en las manos de su hyung, rociando su semen en sus vientres. Los sonoros orgasmos retumbaron en la gran habitación, inundando todo de un ambiente delicioso y ardiente. El mayor suspiró y abrazó a su gato, aún dentro de él. La sensación era tan placentera y única, que querían estar así por el resto de sus vidas. El menor se rió escandalosamente alto, como él sabía hacer, siendo seguido por las risas del mayor, a pesar de estar jadeando por la ferviente pasión. ¿Por qué reían? El menor estaba erecto nuevamente.
Los cinco jóvenes disfrutaban de la deliciosa comida, había sido un día muy cansado y muy cargado de emociones. Después de la cena, limpiaron y colocaron las cosas, ocupando sus lugares. El mayor en el sofá, el peliblanco en el sillón cama junto con el alto, el rubio en la cama acompañado del maknae. Con esos lugares, fueron acogidos por los brazos de Morfeo
La mañana llegó brillante y fresca. Uno de los pequeños dormilones se levantó de la cama con una radiante sonrisa, tenía una brillante. Corrió a la cocina, sin hacer el ruido, y preparó el desayuno procurando ser muy cuidadoso con todo. Colocó la mesa y sobre ella puso el desayuno. Después de mirar si todo estaba en orden se fue a vestir aquellas ropas que solo utilizaba para días como ese. A continuación sacó todo lo que era necesario para ese día y lo dejó en el suelo, iban a necesitar todo. Revisando si todo estaba en orden, se aproximó a donde los demás descansaban sin ser conscientes de lo que iba a ocurrir. El felino sonrió e hizo chocar un cucharon con una sartén. Los cuatro se levantaron de un susto y miraron para todos lados, el líder se cayó hasta del sillón. Miraron aturdidos al rubio, al ver que no ocurría nada, comprendieron todo lo ocurrido al ver las vestimentas del chico:
- No...- dijo el más alto.
Alguno que otro suspiró. Se levantaron con un enorme pesar y se dirigieron a la mesa, tomándose el desayuno lo más lento que podían para no tener que realizar lo que harían tarde o temprano:
- Sois conscientes de que cuánto más tardéis más tarde acabareis, ¿verdad?- preguntó burlón el culpable de todo.
Al escuchar aquello no pudieron evitar tener ganas de desaparecer, pero por ello comieron al ritmo de siempre. Al terminar de desayunar se pusieron manos a la obra:
- Cambiaros ya- dijo el rubio impaciente-. Cuando estéis listos os diré.
Cada uno fue a cambiarse de ropa, aquella vieja y sucia ropa que utilizaban para esas ocasiones:
- Ya estáis todos- dijo sonriendo-. Mmmm... Cada uno se sentará en su ratonera, cuando hayáis terminado me avisáis. Por cierto, ustedes- dijo señalando al peliblanco y al maknae-. Limpiad todo bien- luego buscó con la mirada a los restantes, avisándolos con la mirada.
Todos asintieron y se pusieron manos a la obra.
Cada uno se encontraba limpiando su "ratonera". Muchas cosas tiradas habían por todos lados. Muchos suspiros eran sonoros en la casa. Quisieran o no, siempre había un día de esos cada poco tiempo, y eso era lo que les molestaba, perder el tiempo en aquello que veían innecesario, a pesar de ver la suciedad y de negar que ellos habían hecho eso. El rubio parecía ser el único consciente de aquella situación, porque los demás...
Al mediodía ya todos habían acabado con sus lugares, menos el peliblanco. El rubio ante esta situación fue en busca de él. Entró al lugar mirando para todos lados, buscando a aquel moreno peliblanco. Detrás de un muro se encontraba, limpiando unos frascos con algún líquido extraño:
- ¿Todavía?- preguntó curioso.
El peliblanco dio un pequeño salto ante la sorpresa, gracias a sus reflejos el frasco no cayó al suelo. Suspiró y pasó el dorso de su mano por la frente:
- Por los pelos- dijo en un susurro.
El felino lo miró en silencio, esperando la respuesta:
- Tengo que limpiar todo- dijo el moreno con los ojos abiertos ante la evidencia.
El menor suspiró:
- ¿Qué te falta?- preguntó.
El mayor miró la habitación y sonrió:
- Esta estantería, la mesa... mmm... la camilla y... el suelo- dijo alegre de su gran trabajo al ver que le quedaba muy poco.
El rubio suspiró y tomó un paño, echando desinfectante en él. Comenzó a pasarlo sobre la metálica camilla, que utilizaba el peliblanco en sus operaciones.
Al otro lado de la casa, los tres chicos reían y jugaban en voz baja para que la Umma de la casa no los escuchara:
- Me toca- dijo el menor riendo.
Continuaron jugando, desocupando sus deberes. De repente, por la puerta aparecieron el peliblanco y el felino, que al verlos el primero se aguantó la risa como pudo y el segundo los miró consternado:
- ¿Qué hacéis?- dijo levantando el tono de la voz.
- Yo limpiando como un loco y ustedes jugando- dijo el peliblanco fingiendo tristeza-. Estoy muy decepcionado con ustedes.
Los chicos miraron al peliblanco con los ojos abiertos como platos, en vez de ayudarlos echaba más leña al fuego. Ante sus miradas el moreno rió en su fuero interno:
- ¡A limpiar!- dijo el de piel de porcelana ante aquella situación.
Los chicos corrieron y comenzaron a limpiar como máquinas.
Así todo la eterna tarde, sin descansar ni un poco, solo para lo necesario y para ello hasta tenían tiempo, así era siempre los días de limpieza en aquella casa…
Mientras tanto en el departamento de policía, el jefe del caso se estaba ofuscando de nuevo, como era habitual ya, desde que Dark Soul había comenzado a circular por los bajos fondos:
- Hyung, lo único que hemos conseguido es otra de sus misteriosas cartas celestes.
- Siempre se repite la misma historia –dijo soltando un largo suspiro.
- ¿No han encontrado nada más?
- No, ni huellas, ni pelo… ni nada. Lo sentimos hyung –dijo el equipo encargado.
- No te preocupes Sungmin. Gracias por el trabajo chicos.
El jefe miró su reloj. Las siete de la tarde ya. Pasó sus manos por su cara y guardó unos cuantos papeles que tenía encima de la mesa. Esa gente acabaría con su vida. Eran demasiado perfectos y muy meticulosos. No sabía cómo obtenían una información tan precisa, pero de algún modo, los atraparía algún día. Se puso su abrigo, pues en esa zona refrescaba por las tardes, colocó su silla y apagó simplemente la pantalla del ordenador:
- Kai, voy a tomarme un café, ¿vienes?
- Claro hyung, ahora mismo voy.
Ambos policía salieron del departamento y se dirigieron a la cafetería que frecuentaban casi todos los días a la misma hora. Entraron y se sentaron pidiendo dos cafés:
- Hyung, ¿cómo va el caso?
- No avanza para nada. Se quedó estancado desde el primer ataque que hicieron. Siempre es lo mismo, el único rastro es la tarjeta. ¡Tengo un cajón llena de ellas maldita sea!
- Cálmate hyung. No todos los casos son fáciles.
- Lo sé. Tienes razón pero… esto es demasiado.
- No te preocupes –le sonrió.
- ¿Sabes? Te voy a decir esto porque confío en ti, ¿de acuerdo?
La camarera los interrumpió cuando trajo el pedido El menor tragó nervioso. No le gustaba que le dijeran esa clase de palabras en su situación:
- Sospecho de que hay un infiltrado.
Kai se atragantó con el café, tosiendo al escuchar semejante declaración:
- ¿Qué dices hyung? –se limpió la boca.
- Por muy inteligentes que sean, la base de datos de la policía no es de fácil acceso, es casi imposible para alguien de fuera.
- Pero… sería muy arriesgado. Ya lo hubieran… des-cubierto.
- Ese es el problema, la persona que sea también es muy lista.
- Olvida el tema hyung, mejor volvamos ya, que tenemos mucho trabajo, ¿sí?
- Está bien, será mejor que piense en otras cosas. Ya es suficiente por hoy.
Todos se levantaron y se dirigieron al cuarto del maknae. Taemin volvió a acceder al sistema de la empresa enfocando al dueño. Se le veía ansioso esperando la transacción delante del ordenador.
6:13
El pequeño empezó a teclear.
‘’Realizando transacción’’
‘’Recibiendo transacción de XXX XXX’’
6:15
‘’Transacción cancelada’’
‘’Error, la cuenta ha sido eliminada’’
Todos los presentes sonrieron. El hombre empezó a ponerse nervioso y un poco agresivo. Salió de la oficina rumbo a la dirección dada anteriormente:
- Se acabó –dijo el alto.
- Sí –dijo el pequeño apagando el monitor de las cámaras.
- Ha sido divertido –dijo el peliblanco.
- Bastante, ¿cuánto hay de beneficio?
- Quitando la parte que ya le he devuelto a las víctimas, nos queda un millón justamente.
- Perfecto –afirmó el líder sonriendo.
El silencio llenaba la casa. El peliblanco y el rubio se habían marchado, el mayor estaba encerrado en su habitación, mirando algún que otro plano, el cara rana miraba molesto la tele y el maknae disfrutaba de una buena ducha.
El alto se levantó del sofá molesto y comenzó a dar vueltas por toda la casa:
- Maldita la hora en la que les dije a la parejita que no quería ir- dijo entre dientes.
Sus pasos se hicieron en aumento hasta que cayó en la cuenta y se detuvo. Sonrió ante su excelente idea. La puerta del baño se escuchó y tras ella salía el castaño, el alto no perdió la oportunidad y se le acercó:
- Tae - le llamó, obteniendo la atención del menor-. Salgamos- añadió.
El menor puso una mueca y continuó caminando a su paraíso personalizado. El mayor lo miró salir y corrió hacia él:
- Venga Taeminnie - le rogó-. Hace tiempo que no sales a divertirte... Por favor- dijo esto último poniendo un puchero.
El castaño lo miró por unos segundos sin decir nada para luego soltar un suspiro, el moreno había ganado. Sonrió ampliamente:
- Vete a cambiarte- le dijo empujándolo.
El menor se dio la vuelta y lo detuvo con la mirada:
- Sé ir solo- le avisó.
El alto se detuvo y le sonrió. Tomó asiento en el sillón, esperando al pequeño, que se hacía de rogar.
Después de desesperantes minutos el de piel clara salió vestido con un short negro, una camisa blanca con rayas extrañas y unas converse. El moreno lo miró por unos segundos, hasta que reaccionó y lo jaló del brazo a la calle.
Se encontraban caminando por las calles tranquilas y poco transitadas:
- ¿A dónde vamos?- preguntó el menor mirando una tienda de informática.
El mayor abrió los ojos desmesuradamente, no tenía nada planeado para hacer. El silencio lo evidenció:
- Ni si quiera eso sabes hacer- le recriminó el menor.
El cara rana se hizo el ofendido ocasionando carcajadas en el castaño:
- Sí sé a dónde ir- dijo convencido-. Vamos a... la costa- dijo después de pensarlo mucho.
El menor puso cara de asco, pero siguió al moreno sin rechistar. Hablaron de cosas triviales y alguna que otra cosa sin interés. Al cabo de un rato llegaron a una hermosa playa, que comenzaba a ser bañada por el naranja del atardecer. Ambos chicos miraron el hermoso paisaje boquiabiertos. El mar se encontraba tranquilo y en silencio, lo que aumentó las ansias de estar en ellas:
- Vamos a darnos un baño- dijo el menor mirando las aguas.
El alto se quedó atónito ante la iniciativa del menor y sonrió ampliamente. Lo agarró del brazo y corrieron a la arena. La playa se encontraba abandonada a pesar de ser verano. El menor se quitó los zapatos y la ropa poco a poco, dejando solo la ropa interior, que al momento desapareció, cayendo en la fría arena. Con paso rápido se acercó al mar, adentrándose en él. Las aguas no estaban tan frías como creyó y se metió en ella sin pensarlo. En cambio en la arena todavía el alto sonreía pícaramente deshaciéndose de sus ropas, junto con la fina ropa interior, no sin antes mirar si alguien venía y esconder sus ropas y las del pequeño en alguna piedra. Después de hacerlo se adentró en el mar, en busca del menor que naufragaba en él. El castaño dulce juguetón se acercó al alto con una gran sonrisa y mordiéndose los labios. El alto comenzó a ponerse nervioso. El maknae estaba ya tan solo a unos centímetros de su hyung:
- Lo siento- dijo sensualmente.
El mayor, que solo prestaba atención a sus labios mojados ligeramente por el agua, no fue consciente de que el menor estaba a punto de hacerle una pequeña trastada. Puso sus manos sobre la cabeza del alto y lo hundió. Al salir el pequeño ya estaba lejos riendo descontroladamente:
- Te vas a enterar Lee Taemin- dijo Minho con esa mirada tan habitual en él cuando lo retaban, iba a ganar fuera como fuera.
El maknae a sabiendas de ello, no pudo evitar nadar rápidamente, ante el tiburón moreno y alto que lo perseguía. Sus risas eran muy altas, lo que ocasionó que se ralentizara el ritmo y con ello que el mayor lo atrapara por la espalda:
- Te pillé- le dijo al oído, causando que el castaño se estremeciera.
El mayor pegó su cuerpo con el del maknae, causando que su hombría tocara sus prietos glúteos. El castaño soltó un pequeño gemido, dejando caer su cabeza sobre el hombro del moreno, que le dio un beso en la comisura de los labios. El menor cerró los ojos y suspiró. Las manos del mayor se paseaban por la tersa y blanca piel del castaño, que suspiraba excitándose. Una de las manos del alto fueron a la ya erecta hombría del menor, el cual al sentir como el cara rana se la agarraba fuertemente dio un respingo para luego volver a dejar caer la cabeza para atrás. El moreno comenzó a mover su mano, haciendo que el menor soltara gemidos. Su espalda se arqueaba en un hermoso baile. El mayor no podía evitar aumentar la velocidad ante la expresión del menor.
Ambos estaban erectos, el castaño dulce cómplice movía las caderas lentamente, causando gemidos de dolor al mayor, que deseaba soltar todo de una maldita vez. Ambos sonrieron y se fueron acercando a la orilla. El menor volteó el cuerpo para quedar frente a frente con el mayor que comenzó a devorar sus labios ansiosamente. Sus lenguas realizaban una guerra, ninguno quería perder. Poco a poco el menor acabó echado en la orilla, mientras el mayor se posaba encima. El de piel clara sonrió y tomó la hombría del mayor, llevándolo al paraíso. Los gemidos del moreno eran audibles, y eso solo ocasionaba que el menor se pusiera más y más duro. Antes de que se viniera el maknae se detuvo, llevándose una mirada asesina del cara rana que ansiaba de una vez por todas correrse. El menor sonrió. El alto tomó las caderas del maknae y la alzó, dejando que su pene rozara la entrada rosácea del blanco, el cual suspiró y obtuvo una mirada retante, de castigo. El menor molesto puso una mueca:
- ¡Metémela de una maldita vez!- chilló desesperado.
El alto ante aquello asintió y sonrió, penetrando al menor. Un chillido de placer y dolor se hizo audible de entre los labios del castaño. El blanco rodeó la cintura del mayor con sus piernas y lo abrazó con sus manos, obligándolo a que se metiera más. Los gemidos fueron mucho más sonoros y excitantes. El mayor agarró el pene del menor y comenzó a mover la mano despacio, le encantaba desesperarlo, hacerlo rabiar:
- De...déjate... de... jugar- dijo entrecortadamente por los continuos jadeos.
El cara rana sonrió y aceleró las estocadas, junto con el movimiento de su mano. Ambos disfrutaban del placer. El menor buscó ansioso los labios del mayor, el cual se acercó a él, dejando que los encontrara.
Las gotas de sudor resbalaban por su cuerpo, causando que la arena se pegara a ellos y que el agua quitara al llegar en una pequeña ola. El menor fue el primero en hablar después del silencioso mar de gemidos:
- Me... voy- susurró al oído del mayor.
Sonrió y antes de poder comenzar a acelerar más las estocadas, el líquido blanco del menor salió, rociando sus estómagos de él. El menor suspiró y arqueó la espalda. El cara rana sonrió y más duro que antes aumentó las estocadas, causando que al poco rato se corriera dentro del menor. Ambos soltaron un hermoso y sonoro orgasmo. El alto dejó caer su cuerpo sobre el menor, jadeando. El de piel clara lo abrazó y suspiró como pudo, pues se encontraba en el mismo estado que el moreno.
Un hermoso paisaje se apreciaba desde lejos. Un atardecer completamente naranja, unas aguas calmas y limpias, una brisa reconfortante y un ambiente de placer y lujuria, ocasionado por las dos figuras sobre la arena, que sonreían por la reciente actividad física.
Por las calles abarrotadas de gente caminaban dos jóvenes riendo de un comentario que habían oído de alguna persona que pasaba por allí:
- Espera- dijo el rubio-. Vamos a entrar.
El mayor de ambos suspiró:
- No, ya compramos bastante la anterior vez- dijo agarrándolo por el brazo.
El rubio lo miró y le puso un puchero. El peliblanco suspiró y bajó la cabeza:
- Solo mirar, ¿oíste?- preguntó serio.
El rubio afirmó con una sonrisa en el rostro. Ambos chicos entraron a la tienda. El rubio miraba las prendas con euforia, mientras que el peliblanco lo perseguía entre risas, pues la gente lo miraba como si fuera un loco.
Después de que el moreno consiguiera convencer al de piel de porcelana de que no se comprara nada, salieron de la tienda camino a algún lugar sin determinar.
Sus pasos eran rápidos y firmes, a pesar de encontrarse todo el día caminando. De repente el rubio se detuvo y se puso de brazos cruzados. El peliblanco continuó caminando sin prestarle atención:
- ¡Ya!- gritó enojado.
El moreno rió escandalosamente para que fuera consciente que lo escuchó y de que no iba a detenerse. El rubio al ser consciente de ello comenzó a caminar hasta que se puso a su altura. El mayor lo miró con una sonrisa:
- Merong.
Las carcajadas de ambos se intensificaron.
El sol se encontraba escondido, las estrellas jugaban en la oscuridad del cielo, mientras la luna brillaba. El rubio sintió como una gota de agua cayó en su rostro, obligándole a alzar el rostro al cielo, pudiendo observar pequeñas nubes juguetonas. Chistó molesto y suspiró. El peliblanco que también fue consciente de el toque de alguna que otra gota lo agarró del brazo, llevándolo dentro de la gran estación, que estaba llena de gente que sabía de la futura lluvia. Ambos se quedaron mirando como las gotas comenzaban a caer poco a poco, llenando el suelo de puntos, hasta que no quedó ningún espacio seco, pues las gotas de lluvias eran ya constantes.
Pasaron minutos, pero la lluvia no aminoraba. El rubio estaba irritado y el peliblanco molesto. Entonces a uno se le ocurrió una idea:
- Vamos- dijo tomando al otro de la mano.
El rubio miró al peliblanco que sonreía juguetonamente sin comprender nada, mucho menos sabiendo a donde iban. Pasaban entre la gente, sin darle a nadie, sin causar problema alguno. Después de recorrer un buen camino llegaron a unas puertas con unos carteles en ellas "solo personal". El rubio miró al peliblanco con los ojos abiertos, sabía lo que iba a hacer. El moreno abrió la puerta y se adentraron dentro rápida y silenciosamente, escondiéndose en la primera pared que encontraron. El peliblanco tapó la boca del menor antes de que dijera nada, unos trabajadores pasaban cerca de ellos, comentando cualquier cosa a la que le tenían el mínimo interés. Ya lo bastante lejos, los chicos salieron mirando antes alguna señal de vida, que la respuesta fue negativa. El de mirada felina siguió al moreno por todo el lugar, llegando a donde se encontraban los grandes vehículos. Después de pasar a algún que otro trabajador se metieron a una zona privada. Todo lo inundaba el silencio. El peliblanco continuó adentrándose en el lugar, siendo perseguido por su dongsaeng:
- No te quedes atrás- le dijo el moreno.
El rubio asintió y entraron a la última puerta que había en el lugar. Ni una persona se encontraba por allí. Cerraron la puerta con llave y miraron las cosas que se encontraba en tal lugar. Papeles y más papeles. El peliblanco se aburrió y se aproximó al menor:
- Tengo ganas de ti- le dijo al oído muy bajito.
El menor sonrió, volteando a verle. Se acercó y besó sus labios desesperadamente, saltando y enredando sus piernas en la cintura del mayor, el cual pasó las suyas por la espalda del rubio. El beso se fue intensificando. Sus lenguas recorrían la cavidad del otro en un deseoso juego. El rubio agarró la hermosa camisa de botones que llevaba el mayor y se la quitó desesperado. Al quitarla recorría sus manos por el bien formado torso de su mayor. El peliblanco llevó al menor al gran escritorio, tirando antes todo lo que había sobre él. Se separó de sus labios y quitó la camisa del rubio, buscando los botoncitos rosas de él. Los lamió sensualmente, causando leves suspiros del menor, que ya estaba dejando ver un bulto en sus shorts.
Después de jugar con sus pezones se fue a su boca, pero no sin antes llevar una mano a su pequeño gran bulto del pantalón, que pedía a gritos ser liberada. El rubio gimió de dolor ante el toque del mayor en su erección. Sus labios se volvieron a juntar en un mar de sensaciones. El rubio miró el pantalón del mayor y sonrió, bajándose de la mesa y poniéndose de rodillas en el suelo. Bajó la bragueta del pantalón del peliblanco con deseo, con ansias. Después de observar como solo la pequeña tela negra negaba la vista de su hombría se molestó y la quitó rápido. Se lamió los labios ante el pene de su compañero. La lamió con deseo, para después adentrarla en su boca. El mayor soltó un intenso gemido. El felino no se detuvo y continuó chupando la grande hombría de su hyung. Las manos del peliblanco fueron a los cabellos del rubio, el cual jugaba ahora con sus testículos.
El menor no permitió que se viniera, no fuera de él. Se quitó los pantalones y la ropa interior, quedando al descubierto ante los ojos del mayor, que se lo comía con los ojos. Se dio la vuelta, quedando de espaldas al mayor y puso el trasero en pompa, apoyando las manos en la mesa. El moreno ante la invitación se acercó a él menor, dejando que la saliva de éste sirviera de lubricante, penetrando su hombría en el agujero de éste:
- Ah~ - gimió el menor.
El mayor agarró el pene del menor y comenzó a masturbarlo mientras daba feroces estocadas. El rubio gritaba como un loco ante el placer que estaba sintiendo, el peliblanco no podía evitar no seguirlo en su canto apasionado de gemidos, era inevitable, lo estaba volviendo loco. El menor se vino en las manos del peliblanco, arqueando la espalda ante ello. El moreno ante esto salió del felino para darle la vuelta y subirlo a la mesa, volviendo a meterla dentro de él. Sus labios se mordían feroces en una batalla de lujuria indefinida. Ambos gemían ante el placer que se daban. El de piel de porcelana abrazó al mayor quedando así más a dentro. Clavó sus uñas en la espalda de éste, ocasionando algún que otro gemido por parte del peliblanco, que como castigo agarró su erecto pene y lo apretó. El menor gimió ante el dolor y suspiró al sentir como el peliblanco comenzaba a masturbarlo. El continuo juego de gemidos fue siendo más y más sonoro, tanto que ambos estaban a punto del éxtasis, de llegar y así fue. El mayor se vino dentro del menor, el cual se corrió en las manos de su hyung, rociando su semen en sus vientres. Los sonoros orgasmos retumbaron en la gran habitación, inundando todo de un ambiente delicioso y ardiente. El mayor suspiró y abrazó a su gato, aún dentro de él. La sensación era tan placentera y única, que querían estar así por el resto de sus vidas. El menor se rió escandalosamente alto, como él sabía hacer, siendo seguido por las risas del mayor, a pesar de estar jadeando por la ferviente pasión. ¿Por qué reían? El menor estaba erecto nuevamente.
Los cinco jóvenes disfrutaban de la deliciosa comida, había sido un día muy cansado y muy cargado de emociones. Después de la cena, limpiaron y colocaron las cosas, ocupando sus lugares. El mayor en el sofá, el peliblanco en el sillón cama junto con el alto, el rubio en la cama acompañado del maknae. Con esos lugares, fueron acogidos por los brazos de Morfeo
La mañana llegó brillante y fresca. Uno de los pequeños dormilones se levantó de la cama con una radiante sonrisa, tenía una brillante. Corrió a la cocina, sin hacer el ruido, y preparó el desayuno procurando ser muy cuidadoso con todo. Colocó la mesa y sobre ella puso el desayuno. Después de mirar si todo estaba en orden se fue a vestir aquellas ropas que solo utilizaba para días como ese. A continuación sacó todo lo que era necesario para ese día y lo dejó en el suelo, iban a necesitar todo. Revisando si todo estaba en orden, se aproximó a donde los demás descansaban sin ser conscientes de lo que iba a ocurrir. El felino sonrió e hizo chocar un cucharon con una sartén. Los cuatro se levantaron de un susto y miraron para todos lados, el líder se cayó hasta del sillón. Miraron aturdidos al rubio, al ver que no ocurría nada, comprendieron todo lo ocurrido al ver las vestimentas del chico:
- No...- dijo el más alto.
Alguno que otro suspiró. Se levantaron con un enorme pesar y se dirigieron a la mesa, tomándose el desayuno lo más lento que podían para no tener que realizar lo que harían tarde o temprano:
- Sois conscientes de que cuánto más tardéis más tarde acabareis, ¿verdad?- preguntó burlón el culpable de todo.
Al escuchar aquello no pudieron evitar tener ganas de desaparecer, pero por ello comieron al ritmo de siempre. Al terminar de desayunar se pusieron manos a la obra:
- Cambiaros ya- dijo el rubio impaciente-. Cuando estéis listos os diré.
Cada uno fue a cambiarse de ropa, aquella vieja y sucia ropa que utilizaban para esas ocasiones:
- Ya estáis todos- dijo sonriendo-. Mmmm... Cada uno se sentará en su ratonera, cuando hayáis terminado me avisáis. Por cierto, ustedes- dijo señalando al peliblanco y al maknae-. Limpiad todo bien- luego buscó con la mirada a los restantes, avisándolos con la mirada.
Todos asintieron y se pusieron manos a la obra.
Cada uno se encontraba limpiando su "ratonera". Muchas cosas tiradas habían por todos lados. Muchos suspiros eran sonoros en la casa. Quisieran o no, siempre había un día de esos cada poco tiempo, y eso era lo que les molestaba, perder el tiempo en aquello que veían innecesario, a pesar de ver la suciedad y de negar que ellos habían hecho eso. El rubio parecía ser el único consciente de aquella situación, porque los demás...
Al mediodía ya todos habían acabado con sus lugares, menos el peliblanco. El rubio ante esta situación fue en busca de él. Entró al lugar mirando para todos lados, buscando a aquel moreno peliblanco. Detrás de un muro se encontraba, limpiando unos frascos con algún líquido extraño:
- ¿Todavía?- preguntó curioso.
El peliblanco dio un pequeño salto ante la sorpresa, gracias a sus reflejos el frasco no cayó al suelo. Suspiró y pasó el dorso de su mano por la frente:
- Por los pelos- dijo en un susurro.
El felino lo miró en silencio, esperando la respuesta:
- Tengo que limpiar todo- dijo el moreno con los ojos abiertos ante la evidencia.
El menor suspiró:
- ¿Qué te falta?- preguntó.
El mayor miró la habitación y sonrió:
- Esta estantería, la mesa... mmm... la camilla y... el suelo- dijo alegre de su gran trabajo al ver que le quedaba muy poco.
El rubio suspiró y tomó un paño, echando desinfectante en él. Comenzó a pasarlo sobre la metálica camilla, que utilizaba el peliblanco en sus operaciones.
Al otro lado de la casa, los tres chicos reían y jugaban en voz baja para que la Umma de la casa no los escuchara:
- Me toca- dijo el menor riendo.
Continuaron jugando, desocupando sus deberes. De repente, por la puerta aparecieron el peliblanco y el felino, que al verlos el primero se aguantó la risa como pudo y el segundo los miró consternado:
- ¿Qué hacéis?- dijo levantando el tono de la voz.
- Yo limpiando como un loco y ustedes jugando- dijo el peliblanco fingiendo tristeza-. Estoy muy decepcionado con ustedes.
Los chicos miraron al peliblanco con los ojos abiertos como platos, en vez de ayudarlos echaba más leña al fuego. Ante sus miradas el moreno rió en su fuero interno:
- ¡A limpiar!- dijo el de piel de porcelana ante aquella situación.
Los chicos corrieron y comenzaron a limpiar como máquinas.
Así todo la eterna tarde, sin descansar ni un poco, solo para lo necesario y para ello hasta tenían tiempo, así era siempre los días de limpieza en aquella casa…
Mientras tanto en el departamento de policía, el jefe del caso se estaba ofuscando de nuevo, como era habitual ya, desde que Dark Soul había comenzado a circular por los bajos fondos:
- Hyung, lo único que hemos conseguido es otra de sus misteriosas cartas celestes.
- Siempre se repite la misma historia –dijo soltando un largo suspiro.
- ¿No han encontrado nada más?
- No, ni huellas, ni pelo… ni nada. Lo sentimos hyung –dijo el equipo encargado.
- No te preocupes Sungmin. Gracias por el trabajo chicos.
El jefe miró su reloj. Las siete de la tarde ya. Pasó sus manos por su cara y guardó unos cuantos papeles que tenía encima de la mesa. Esa gente acabaría con su vida. Eran demasiado perfectos y muy meticulosos. No sabía cómo obtenían una información tan precisa, pero de algún modo, los atraparía algún día. Se puso su abrigo, pues en esa zona refrescaba por las tardes, colocó su silla y apagó simplemente la pantalla del ordenador:
- Kai, voy a tomarme un café, ¿vienes?
- Claro hyung, ahora mismo voy.
Ambos policía salieron del departamento y se dirigieron a la cafetería que frecuentaban casi todos los días a la misma hora. Entraron y se sentaron pidiendo dos cafés:
- Hyung, ¿cómo va el caso?
- No avanza para nada. Se quedó estancado desde el primer ataque que hicieron. Siempre es lo mismo, el único rastro es la tarjeta. ¡Tengo un cajón llena de ellas maldita sea!
- Cálmate hyung. No todos los casos son fáciles.
- Lo sé. Tienes razón pero… esto es demasiado.
- No te preocupes –le sonrió.
- ¿Sabes? Te voy a decir esto porque confío en ti, ¿de acuerdo?
La camarera los interrumpió cuando trajo el pedido El menor tragó nervioso. No le gustaba que le dijeran esa clase de palabras en su situación:
- Sospecho de que hay un infiltrado.
Kai se atragantó con el café, tosiendo al escuchar semejante declaración:
- ¿Qué dices hyung? –se limpió la boca.
- Por muy inteligentes que sean, la base de datos de la policía no es de fácil acceso, es casi imposible para alguien de fuera.
- Pero… sería muy arriesgado. Ya lo hubieran… des-cubierto.
- Ese es el problema, la persona que sea también es muy lista.
- Olvida el tema hyung, mejor volvamos ya, que tenemos mucho trabajo, ¿sí?
- Está bien, será mejor que piense en otras cosas. Ya es suficiente por hoy.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
es algo extraño . me encanto el momento 2min en la playa. pero no entiendo bienxd,acaso es todos con toos?o habra twomin oficial?sea como sea esta divertido ;)esperare el prox cap
2minbananamilk
taemin
83
Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
es algo extraño . me encanto el momento 2min en la playa. pero no entiendo bienxd,acaso es todos con toos?o habra twomin oficial?sea como sea esta divertido ;)esperare el prox cap
2minbananamilk
taemin
83
Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
1-cap: Cuando lei el Jongtae me asuste xD fue un ¡BOOM! ya que no lo shippeo, ame al pobre Onew que le dejaron con ganas. Me han hecho fangirlear como nunca. Ustedes han puesto...han puesto...puesto...On...ONHO *se desmaya* Ya, listo, eso es suficiente como para ganarse mi corazon, aunque esta lleno de sangre, no creo que lo quieran (?) Y lemon...*O* ¿saben lo dificil que es conseguir Onho, aunque sea un poquitin? Es que...son unos lindos (okya) Ame el capitulo, aunque las parejas no esten definidas y eso no me importa xD Son unos jarcors e.e (?) ¿que es esto? SHInee x SHInee? LOL
Adoro que sean asesinos. ¡GOREEEEEEE!
2.-Cap: Ese Jjong o_o Ta' salvaje el perro, por suerte existe algo muy efectivo en este mundo que se llama Keybum, de resto, estariamos fregados. Siempre lo he dicho, ese Maknae es un Evil en potencia. Una vez mas el Onho son unos lindos. Ese Minhot XD. ¡Ay pero que perras! Todos evidentemente tienen algo que les marco de por vida, y a nuestro bebe una violacion. Malditos. ¡Eso rana! No sea un idiota en este fanfic :3 Hazlo bien xD. Yo y mis hermosos insultos a los personajes, los amo, sobre todo a Minho, de una u otra forma, el termina siendo objeto de mi desquite xD es perfecto para eso. Lo que se viene...
3cap: Ese es el negro, lo se. (Kai-shi) cuando hay alguien que llama Hyung a Taemin solo puedes ser ese canela pasion xD. ¿5 minutos? Solo espero que no sean como los de D-Ball, por que si no...¡Kami-sama! xD
4cap: Pero pordio. Estos chicos son unos intensos del demonio (¡SATANAS! D:) *sarcasmo* follar y follar, ¿por que no me sorprende? Oh, el negro esta en peligro D: Fuck. Key a veces da miedo en los fanfics xD
Última edición por Sou-Tan el Lun Oct 21, 2013 6:15 pm, editado 1 vez
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 5]
¡Hola! Aquí traemos el siguiente capítulo, gracias a las que comentaron ^^
CAPÍTULO 5
La limpieza se estaba haciendo interminable, el rubio no se detenía, no iba a hacerlo hasta que la casa quedara impecable. El mirada felina se marchó de la habitación en donde se encontraban el de sonrisa amable, el peliblanco y el cara rana. Los tres no paraban de suspirar, odiaban perder su tiempo haciendo tal cosa. El cara rana dejó en el suelo el limpiacristales:
- Ya estoy harto- dijo en un susurro.
Los otros dos asintieron ante su comentario. El peliblanco colocó un jarrón y sacudió sus ropas, viniéndosele una maravillosa idea. Se acercó a la puerta que anteriormente había salido el felino y sonrió. Miró a sus dos amigos y rió bajito:
- Vámonos- dijo.
Los chicos lo miraron con los ojos abiertos:
- ¿Quieres que Key nos mate?- preguntó el mayor.
- Deberemos sufrir ante la duda- contestó el peliblanco quitándose la camisa que llevaba puesta, cogiendo otra del montón de ropa que minutos antes habían planchado.
Recorrió la extensa habitación y abrió la puerta de la calle, sin dejar de mirar la puerta, por la que el rubio podría aparecer. Ante su ausencia salió por la puerta, cerrándola a su vez. Los dos muchachos lo miraron salir, pero sin dudarlo hicieron lo mismo, escaqueándose del trabajo temiendo por sus vidas.
En una habitación cercana el maknae pudo apreciar el sonido de la puerta principal. Curioso se asomó por ella, pudiendo apreciar que nadie estaba en aquella estancia que antes había estado habitada por tres hombres. Chistó molesto ante aquello, lo habían dejado tirado. Con cuidado salió del lugar en el que se encontraba y se aproximó a la puerta. La abrió:
- ¿Qué haces Lee Taemin?- preguntó el rubio.
El menor con la puerta aún abierta volteó a mirar al mayor, pillándolo en su intento de escape fallido. Cerró la puerta y suspiró:
- Los demás se fueron- dijo con pesar.
- Déjalos, ya se enterarán de lo que es bueno cuando lleguen- dijo sonriendo maliciosamente ante su tortura mental.
Los dos jóvenes continuaron limpiando a pesar de la ausencia de tres de ellos que se encontraban en las casi oscuras calles:
- Todo el día limpiando- dijo el cara rana.
- No me lo recuerdes- dijo el mayor.
El peliblanco rió de la amargura general y tomó a camino por algún lugar, se habían olvidado las carteras y no llevaban ni un céntimo encima.
Sus pasos eran cansados, pero firmes. Las calles se encontraban ya completamente oscuras. Pasaron por una de las ya conocidas calles, el barullo en ella era normal. Un famoso club se encontraba en la esquina. Muchas personas entraban en él, era muy prestigioso. Caminaron sin mirar ni siquiera en él, pero algo extraño hizo que uno de ellos desviara a mirar a él, a un pequeño callejón que daba al club. Se detuvo y caminó a él, ocasionando que los demás se detuvieran curiosos ante el cambio de actitud que mostraba. Su mirada era seria y tranquila. Se acercaron a él, pudiendo observar cómo se ponía de cuclillas ante un joven que se encontraba sentado en el suelo, apoyado en la fría pared. El dinosaurio llamó al joven, pero éste no contestaba, así que decidido tomó su muñeca, mirando si contenía pulso. Lo tenía, pero era muy limitado y escaso.
El peliblanco levantó el rostro del chico y abrió sus ojos, creyendo ver que se encontraban demasiado dilatados. Ante aquello levantó la vista y miró a sus compañeros:
- ¿Quién lo lleva?- dijo serio.
Los chicos iban a reír, pero era evidente que lo decía muy serio:
- ¿Qué? ¿Para qué te vas a llevar a un joven bebido?- preguntó curioso el alto.
- Está a tan solo unos minutos de morir, ya no es consciente y su pulso es mínimo- dijo muy tranquilo a pesar de lo que hablaban.
Los chicos pusieron cara de asco:
- No voy a llevar a un muerto en mi espalda- dijo el mayor.
El menor negó con la cabeza ante la mirada del peliblanco, el cual se levantó molesto y levantó al muerto, poniéndoselo en la espalda de alguna manera milagrosa, pues los demás no querían tocarlo, solo se conformaban con mirar:
- Gracias- dijo molesto acelerando el paso, dejando detrás a los otros.
Estaba muy agotado, no sabía que se habían alejado tanto de su casa, encima como no tenían dinero, debían ir a pie. Lo único que agradecía era el poco bullicio que había a esas horas, podía ir sin preocuparse. Estaba realmente cansado y para colmo los otros dos no lo ayudaban ni un poco, solo le daban ánimos que lo único que causaba es que quisiera matarlos.
Después de caminar y caminar, llegaron a su casa. Tocaron la puerta, temerosos un poco ante la reacción del rubio, pero eso era lo que menos les interesaba en ese instante. La puerta se abrió mostrando al maknae de la casa, que miraba al peliblanco confundido:
- ¿Quién es?- preguntó muy curioso.
Por la puerta apareció el rubio furioso:
- ¡Ustedes!- dijo bastante molesto.
Los chicos sonrieron intentando mostrar inocencia, cosa de la que carecían. EL rubio miró al peliblanco y vio a la persona que iba sobre él, señalándolo:
- Si me dejáis pasar digo- dijo serio y suspirando ante el pesado muerto.
Los dos muchachos se quitaron, dejando pasar a los chicos. El dinosaurio suspiró y fue a su habitación, donde estaba todo para poder realizar pruebas a ese chico. Después de dejarlo volvió al salón, donde lo esperaban curiosos:
- Hyung, ¿qué vas a hacer con ese chico? –preguntó el más joven.
- Voy a hacerle una autopsia.
- ¿Para qué? –preguntó el rubio un poco asqueado.
- Ese chico no murió por casualidad y además, me resulta curioso la forma en que lo hizo –se cruzó de brazos.
- Seguro que se habrá emborrachado.
- No. Sería lógico, pero los síntomas no son de un coma etílico y tampoco de alguna sustancia que conozca, por eso me gustaría investigarlo.
- Está bien, haz lo que quieras –sentenció el líder.
El peliblanco puso rumbo a su habitación y se encerró para empezar su trabajo. Encendió todas las luces necesarias para llevar a cabo la autopsia. Preparó todos los utensilios e inició la exanimación externa del cadáver. Le quitó la ropa como pudo y observó que aparentemente el cuerpo no presentaba anomalías extraña, pero sí tenía la marca de un beso en el pecho. No le prestó mucha atención y siguió con el examen sin encontrar resultado alguno. Se empezó a desesperar en vista de que no había ninguna evidencia de su muerte. Empezaba a creer que se había equivocado. Estiró su brazo y cogió la ducha para limpiar el cuerpo, por si había algo que se le pasara por alto. La marca que tenía en su pecho se fue borrando. Pasó la mano cuidadosamente para quitar los restos de aquella marca. Se sorprendió al encontrar una pequeña marca roja que no pertenecía a la pintura. Cogió la lupa observándola más detenidamente.
Por fin había dado con la prueba. Era la marca de una aguja. Ahora entendía lo del beso. Era para ocultar tal evidencia. Ahora si tenía seguro que podía empezar a abrir el cadáver. Sonrió de lado, mientras se preparaba para la siguiente fase. Cogió el bisturí preparándose para realizar un corte en T. Empezó realizando un corte de hombro izquierdo a derecho bajo las clavículas y sobre el manubrio del esternón. Desde la mitad, cortó en perpendicular hacia abajo siguiendo la línea imaginaria del ombligo hasta la sínfisis del pubis. A partir del tórax, levantó un poco la pared abdominal para no lesionar las vísceras abdominales y luego cortó a cada lado transversalmente en la parte inferior del abdomen.
Una vez abierto, empezó a examinarlo profundamente intentando guiarse por el punto de entrada de la aguja, pero desafortunadamente era como si una vez introducida la sustancia desapareciera. En alguna parte del cuerpo tendría que hallarse. Se estaba impacientando, pero debía mantener la calma y empezar a revisar cada parte. Todo parecía estar normal, hasta que llegó a los pulmones. Tenía un extraño color más oscuro que el resto de los órganos. Extrañado, cogió las tijeras y empezó a abrir uno de ellos con sumo cuidado. Cuando lo abrió, se sorprendió en demasía. El pulmón estaba petrificado. Era como si una especie de goma pegajosa se hubiera esparcido por todo el pulmón solidificándose, obstaculizando su función. Lo que no entendía era como era posible, que hubiera llegado desde el pecho al pulmón sin dejan rastro de ninguna clase.
Cogió el cuchillo largo para cortar sin problemas el órgano en trozos para su análisis, visualización y para la fotografía de la superficie de corte del órgano.
Se dirigió a la mesa para analizarlo, pero no encontró una placa que utilizaba para ello. Posiblemente la había dejado en la cocina cuando limpió. Salió de la habitación y se dirigió a la cocina:
- ¡Kim Jonghyun! –gritó el rubio.
El grito había provocado que el resto de miembros se dirigieran a la cocina rápidamente:
- ¿Qué pasa? –dijo sorprendido el peliblanco.
- ¡¿Cómo que qué pasa?! ¡¿Cómo se te ocurre salir con eso en la mano?! –señaló al mayor.
- Hyung, creo que se refiere a eso –aclaró el pequeño.
- ¡Ah esto! –dijo alzando el órgano que traía consigo en su mano.
- Sí, hyung –dijo ahora el alto rascándose la nunca, ante el despiste del doctor.
- Lo siento, pero es que vine a buscar una cosa que se me olvidó y no me di cuenta –sonrió inocentemente.
- Coge lo que vayas a coger rápido y vete enseguida antes de que me de algo –dijo el rubio pasando su mano por la frente.
El mayor obedeció sin rechistar y rápidamente regresó a su habitación. Ahora si podía perfectamente. Cogió una muestra de esa sustancia rara y la fue a analizar al microscopio. Era extraño. Era como si se apoderara de todo el tejido pulmonar. Tendría que intentar separarlo como fuera. Tras varias vueltas por la habitación y varias pruebas de separación logró quitar la mayor parte de las células del pulmón, aislando al producto.
Tenía una tonalidad violeta. Era extraño. No conocía ninguna sustancia así y menos que entrara por el cuerpo sin dejar rastro hasta el pulmón. Estaba empezando a impacientarse, pero siguió haciendo pruebas exhaustivamente:
- ¡Lo tengo! Ahora tiene sentido, pequeña tramposa –sonrió victorioso.
Lo que se encontraba en la prueba era Escopolamina, una droga utilizada para quitarles la voluntad a las personas y que no dejaba rastro, ya que desaparece al poco tiempo. Esto lo utilizarían para poder controlar al chico, pero, ¿y el resto de la sustancia que lo componía?
La cocina se encontraba ocupada por dos chicos. El alto sacaba los platos y los cubiertos silbando una canción, mientras el rubio terminaba los últimos detalles de la cena. Al otro lado de la pared, el maknae y el más mayor jugaban a un juego entretenidos para pasar el tiempo. Al ver entrar en la habitación al alto con los platos y cubiertos, comprendieron que era la hora de comer. Se levantaron de las sillas y ayudaron a colocar la mesa. Al poco rato apareció el felino con la comida. El cara rana recorrió el vacío pasillo hasta detenerse en la puerta. Tocó lo suficientemente alto como para que lo escucharan:
- La cena está en la mesa, sal a comer- le dijo al peliblanco que se encontraba al otro lado de la puerta.
El alto sabía que si abría la puerta se encontraría cualquier cosa desagradable e iba a comer, era lo que menos quería:
- Estoy ocupado~- dijo el peliblanco parsimoniosamente.
El alto rió y salió de allí, yendo a la mesa, donde los demás esperaban:
- Lleva muchas horas ahí dentro- dijo el mayor agarrando un trozo de pimiento.
El maknae con gran velocidad le quitó de los palillos un trozo de carne al felino:
- Sabes que cuando se mete ahí no sale hasta que termine- dijo saboreándolo.
El rubio lo miró mal. La comida continuó tranquila y silenciosa, con algún que otro comentario. En la cocina, guardado en el microondas, había un plato con comida, solamente esperando a que el peliblanco, se la comiera.
Él no se rendía. No saldría de allí hasta que no lo resolviera. Siguió con la operación a fondo, reparando en cada mínimo detalle cuidadosamente. Se encontraba paseando por allí y por allá, leyendo libros, analizando, observando… Todo era muy extraño. Continuó con su lectura, cuando se percató de algo, una flor de color violeta:
‘’ Como defensa contra los depredadores, esta especie suelta una extraña sustancia viscosa que al hacer contacto con cualquier otro tejido orgánico, rápidamente se endurece, solidificando la superficie y anulando cualquier actividad de la misma’’
- Con que de eso se trataba… -cerró el libro- como esta sustancia es más pequeña de lo normal, la mezclaron con la Escopolamina usándola de transporte para llegar hasta allí y que hiciera contacto con los tejidos pulmonares. No son principiantes por lo que veo –sonrió amargamente.
Ahora que había acabado, solo quedaba guardar las muestras y devolver el cadáver a su estado original. Tras eso lo limpió nuevamente junto con sus instrumentos y ordenó todo lo que había utilizado.
Faltaban pocas horas para que el sol saliera, el peliblanco aún continuaba dentro de la habitación, mirando más cosas y ultimando algunos detalles. Comenzaba a sentirse un poco mareado, pero imaginó por las pocas horas de dormir, dejando de lado lo agobiado que se encontraba. Colocó unas hojas sobre la mesa y suspiró. Sacó unas hojas que se encontraban bajo una carpeta. Comenzó a leerlo, pero se le hacía borroso. Un pequeño zumbido molesto se hizo presente en sus oídos. Dejó las hojas en la mesa y se echó en el suelo, apoyando los pies sobre la mesa, poniéndolos en alto. Toco sus sienes y se realizó un pequeño masaje. Poco a poco comenzó a ver todo más borroso. Tomó aire a duras penas y suspiró. La puerta de la habitación se abrió, dejando paso a el rubio de la casa, que miraba espantado la situación. Corrió al mayor y lo miró asustado:
- ¿Estás bien?- le preguntó-. ¿Qué te ocurre?
El mayor sonrió ante la mirada preocupada del felino. Aunque lo veía borroso, ahora veía un poco mejor:
- Tráeme algo con azúcar, lo que sea- dijo el peliblanco.
El rubio lo miró preocupado, no quería dejarlo solo, pero debía hacerle caso, nadie mejor que el moreno sabía lo que se debía hacer ante casos como esos. Se levantó y corrió a la cocina. Agarró lo primero que encontró, se alegró al saber que el maknae se había comprado golosinas con azúcar. Corriendo lo más veloz que podía le llevó al mayor las golosinas y se las dio. El mayor las tomó y poco a poco se las fue comiendo, notando un poco de mejoría. Al rato de ambos estar en silencio, el menor suspiró y cerró los ojos:
- Tienes que comer algo y descansar, no puedes estar sin hacerlo- le dijo muy serio.
El mayor sonrió cariñosamente y se levantó despacio, previniendo ante un mareo. Alzó la mano y desordenó los cabellos del menor:
- No te preocupes, solo fue un bajón de tensión, nada grave- le dijo con un guiño.
El rubio tomó aire y le sacó la lengua:
- Estás avisado- le dijo muy serio.
El peliblanco asintió. Se sentó en la silla y tomó los papeles que anteriormente había dejado a medio leer, mientras se comía unas golosinas. El felino lo miró y rió por lo bajo:
- Babo- susurró.
Salió por la puerta y se fue directo a la cocina. Sacó lo necesario y comenzó a hacer el desayuno.
Todo estaba preparado, pero antes de tomar asiento, se fue a la cocina, tomó una bandeja que contenía un delicioso desayuno de una persona y se fue a la habitación donde un dinosaurio trabajaba arduamente.
Entró sin pedir permiso y colocó la bandeja sobre la mesa, antes apartando las cosas que había en ella:
- Comételo todo- le ordenó.
El peliblanco miró la comida un tanto asqueado, no tenía el estómago para comer, pero tenía que hacerlo, ya no por el hecho de su salud, sino por el chico que tenía ante él:
- Sí, me lo comeré Yeobo~ - le dijo entre risas.
El de piel de porcelana se carcajeó y salió de la habitación, yendo a la mesa para tomarse el desayuno junto con los demás, que preguntaban por el peliblanco, causando que el rubio suspirara ante tanta bobería junta. Era un gran cabezota cuando se trataba de trabajo, pero él era así, al igual que todos lo eran, porque cuando se trataba de avanzar en aquello que tanto deseaban, todo estaba permitido.
Se encontraban recogiendo la mesa, limpiando todo. El maknae dejó un plato en la mesa de la cocina y salió de allí, no quería que el rubio le dijera que lo ayudara a limpiar. Buscó algún sitio para escabullirse. Al ver aquella puerta, dudó un poco, pero tenía una buena excusa. Tocó la puerta y entró al escuchar un pequeño adelante tras ésta. El peliblanco dejó de leer y lo miró, esperando a que dijera la razón de su visita:
- Oh, hyung...- dijo tocándose la nuca-. ¿Cómo estás?
El peliblanco lo miró sin poder evitar reír ante su tan evidente acción.
- Huyendo de Key, ¿eh?- dijo entre risas.
El menor bajó la cabeza y sonrió mínimamente:
- ¿Fui tan obvio?- preguntó.
El moreno asintió. Señaló la silla que se encontraba al otro lado de la mesa. El castaño tomó asiento y suspiró, deslizando el cuerpo en la silla. Después de unos segundos de silencio miró a él peliblanco, el cual continuaba leyendo los papeles. El maknae se levantó de su lugar y miró alrededor, buscando algo con lo que entretenerse. Después de mirar y mirar se fijo en la camilla metálica y vió como un plastico oscuro tapaba el cuerpo de la noche anterior y recordó la razón de por qué su hyung no había ni ido a cenar ni a desayunar:
- ¿Qué le ocurrió?- preguntó.
El peliblanco alzó la mirada y la fijó en el castaño, para luego dirigirla al gran bulto a su lado:
- Ya te diré- dijo serio.
El menor comprendió que no era el momento y de que se trataba de algo serio. Continuó mirando el lugar, para luego dejar de hacerlo, se aburría de la monotonía del lugar, a pesar de haber miles de diferentes de medicinas extrañas. Suspiró y agarró el pomo de la puerta.
- No te tardes mucho, y no te quedes aquí, vas a envejecer más rápido- dijo entre risas.
El peliblanco solo pudo reír ante aquel comentario, para luego asentir y esperar a que se marchara, quería continuar y no quería decirlo, pero el pequeño molestaba en esa ocasión. La puerta se cerró, dejando a solas al moreno, que continuaba con su arduo trabajo:
- ¡Tú!- le dijo el rubio-. Deja de molestar a Jonghyun-hyung.
El menor asintió y se fue a su lugar favorito.
Un creciente alboroto se formó en la casa. El maknae corría entre risas por ella siendo perseguido por el más mayor:
- ¡Devuélvemelo Taemin!- gritó el mayor de todos.
El maknae aceleró la carrera, que disminuía ante las risas:
- ¡No te lo voy a dar!- le respondió igual de alto.
El mayor aceleró también. Saltaban sillas y cosas que se encontraban por su camino. El menor saltó una caja, que el mayor no vio, llevándosela por delante. Puso una mueca y chistó, volviendo otra vez a su carrera:
- ¡Ya vale!- se oyó.
Ambos chicos se detuvieron y voltearon al rubio que los miraba temiblemente:
- ¡Dejad de pelearos por el mando!- dijo acercándose al menor, el cual continuaba absorto, quitándole el mando de las manos. Levantó el mando y sonrió-. Seré yo el que decida lo que ver.
Ante aquellas palabras, no se pudo evitar que reinara aún más el caos. El alto que miraba la situación adversa, decidió detener aquel barullo:
- Dejad de pelear- dijo.
Los chicos lo fulminaron con la mirada, lo que le dio a entender al moreno que se callara la boca, cosa que hizo y continuó leyendo el periódico de deportes. El maknae agarró el mando que se encontraba en manos del mayor y sin poder quitárselo acercó su boca a la mano y la mordió, ocasionando un grito del mayor, que soltó el mando, haciendo que éste volara por los aires. Los chicos siguieron el objeto con la mirada que volaba a gran velocidad muy lejos de ellos, temiendo lo peor intentaron ir a buscarlo. Cuando pensaban que iba a ser imposible, una mano lo agarró. Los chicos abrieron los ojos como platos al ver al dueño de la mano con una seria mirada. Se pusieron rectos e hicieron como si no hubieran hecho nada. El alto miró la situación un poco divertido. El peliblanco se colocó bien la bata, agarró bien el mando y apagó la tele. El rubio, el maknae y el mayor miraron al moreno horrorizados, el cual guardó el mando en el bolsillo de la bata:
- La próxima os pincho algo para que os calléis- dijo serio, tanto que hasta los chicos se quedaron petrificados, no por la manera sino por las palabras en sí, podía hacerlo.
El peliblanco sonrió falsamente y salió de allí, entrando otra vez en su guarida y lugar de trabajo. El rubio suspiró, el mayor se pasó la mano por la frente y el menor se dejó caer de rodillas:
- Por poco- dijo el de sonrisa amable-. Pensé que se iba a romper el mando.
Los otros rieron ante su comentario. Ante las palabras del peliblanco tomaron silencio, sentándose, pero parece ser que se resistían. El felino se levantó al ver la hora y comenzó a hacer la cena, siendo ayudado por el más mayor, que quería preparar pollo. El menor después de ver salir a sus hyungs se dirigió a su ratonera de electricidad. El alto continuó leyendo sin preocuparse de nada más que en la perdida jugada reciente. En el otro lado de la casa, el peliblanco sonreía ante la tranquilidad y continuaba en su investigación:
- ¡La cena!- gritó el de sonrisa amable.
Los chicos al escuchar eso fueron a la mesa y tomaron asiento:
- Esperad, yo le llevo la comida- dijo el alto.
Cogió la bandeja y se dirigió al cuarto del peliblanco, tocando y entrando en ella, con el permiso concedido. Dejó la bandeja allí, con algún que otro comentario y salió de allí, ansioso de comer.
La cena transcurrió con alguna que otra queja y risas. Al terminar limpiaron todo y se asearon, acostándose después, siendo llevados a los brazos de Morfeo, menos uno, que aún continuaba trabajando. Su labor no se realizaría solo.
CAPÍTULO 5
La limpieza se estaba haciendo interminable, el rubio no se detenía, no iba a hacerlo hasta que la casa quedara impecable. El mirada felina se marchó de la habitación en donde se encontraban el de sonrisa amable, el peliblanco y el cara rana. Los tres no paraban de suspirar, odiaban perder su tiempo haciendo tal cosa. El cara rana dejó en el suelo el limpiacristales:
- Ya estoy harto- dijo en un susurro.
Los otros dos asintieron ante su comentario. El peliblanco colocó un jarrón y sacudió sus ropas, viniéndosele una maravillosa idea. Se acercó a la puerta que anteriormente había salido el felino y sonrió. Miró a sus dos amigos y rió bajito:
- Vámonos- dijo.
Los chicos lo miraron con los ojos abiertos:
- ¿Quieres que Key nos mate?- preguntó el mayor.
- Deberemos sufrir ante la duda- contestó el peliblanco quitándose la camisa que llevaba puesta, cogiendo otra del montón de ropa que minutos antes habían planchado.
Recorrió la extensa habitación y abrió la puerta de la calle, sin dejar de mirar la puerta, por la que el rubio podría aparecer. Ante su ausencia salió por la puerta, cerrándola a su vez. Los dos muchachos lo miraron salir, pero sin dudarlo hicieron lo mismo, escaqueándose del trabajo temiendo por sus vidas.
En una habitación cercana el maknae pudo apreciar el sonido de la puerta principal. Curioso se asomó por ella, pudiendo apreciar que nadie estaba en aquella estancia que antes había estado habitada por tres hombres. Chistó molesto ante aquello, lo habían dejado tirado. Con cuidado salió del lugar en el que se encontraba y se aproximó a la puerta. La abrió:
- ¿Qué haces Lee Taemin?- preguntó el rubio.
El menor con la puerta aún abierta volteó a mirar al mayor, pillándolo en su intento de escape fallido. Cerró la puerta y suspiró:
- Los demás se fueron- dijo con pesar.
- Déjalos, ya se enterarán de lo que es bueno cuando lleguen- dijo sonriendo maliciosamente ante su tortura mental.
Los dos jóvenes continuaron limpiando a pesar de la ausencia de tres de ellos que se encontraban en las casi oscuras calles:
- Todo el día limpiando- dijo el cara rana.
- No me lo recuerdes- dijo el mayor.
El peliblanco rió de la amargura general y tomó a camino por algún lugar, se habían olvidado las carteras y no llevaban ni un céntimo encima.
Sus pasos eran cansados, pero firmes. Las calles se encontraban ya completamente oscuras. Pasaron por una de las ya conocidas calles, el barullo en ella era normal. Un famoso club se encontraba en la esquina. Muchas personas entraban en él, era muy prestigioso. Caminaron sin mirar ni siquiera en él, pero algo extraño hizo que uno de ellos desviara a mirar a él, a un pequeño callejón que daba al club. Se detuvo y caminó a él, ocasionando que los demás se detuvieran curiosos ante el cambio de actitud que mostraba. Su mirada era seria y tranquila. Se acercaron a él, pudiendo observar cómo se ponía de cuclillas ante un joven que se encontraba sentado en el suelo, apoyado en la fría pared. El dinosaurio llamó al joven, pero éste no contestaba, así que decidido tomó su muñeca, mirando si contenía pulso. Lo tenía, pero era muy limitado y escaso.
El peliblanco levantó el rostro del chico y abrió sus ojos, creyendo ver que se encontraban demasiado dilatados. Ante aquello levantó la vista y miró a sus compañeros:
- ¿Quién lo lleva?- dijo serio.
Los chicos iban a reír, pero era evidente que lo decía muy serio:
- ¿Qué? ¿Para qué te vas a llevar a un joven bebido?- preguntó curioso el alto.
- Está a tan solo unos minutos de morir, ya no es consciente y su pulso es mínimo- dijo muy tranquilo a pesar de lo que hablaban.
Los chicos pusieron cara de asco:
- No voy a llevar a un muerto en mi espalda- dijo el mayor.
El menor negó con la cabeza ante la mirada del peliblanco, el cual se levantó molesto y levantó al muerto, poniéndoselo en la espalda de alguna manera milagrosa, pues los demás no querían tocarlo, solo se conformaban con mirar:
- Gracias- dijo molesto acelerando el paso, dejando detrás a los otros.
Estaba muy agotado, no sabía que se habían alejado tanto de su casa, encima como no tenían dinero, debían ir a pie. Lo único que agradecía era el poco bullicio que había a esas horas, podía ir sin preocuparse. Estaba realmente cansado y para colmo los otros dos no lo ayudaban ni un poco, solo le daban ánimos que lo único que causaba es que quisiera matarlos.
Después de caminar y caminar, llegaron a su casa. Tocaron la puerta, temerosos un poco ante la reacción del rubio, pero eso era lo que menos les interesaba en ese instante. La puerta se abrió mostrando al maknae de la casa, que miraba al peliblanco confundido:
- ¿Quién es?- preguntó muy curioso.
Por la puerta apareció el rubio furioso:
- ¡Ustedes!- dijo bastante molesto.
Los chicos sonrieron intentando mostrar inocencia, cosa de la que carecían. EL rubio miró al peliblanco y vio a la persona que iba sobre él, señalándolo:
- Si me dejáis pasar digo- dijo serio y suspirando ante el pesado muerto.
Los dos muchachos se quitaron, dejando pasar a los chicos. El dinosaurio suspiró y fue a su habitación, donde estaba todo para poder realizar pruebas a ese chico. Después de dejarlo volvió al salón, donde lo esperaban curiosos:
- Hyung, ¿qué vas a hacer con ese chico? –preguntó el más joven.
- Voy a hacerle una autopsia.
- ¿Para qué? –preguntó el rubio un poco asqueado.
- Ese chico no murió por casualidad y además, me resulta curioso la forma en que lo hizo –se cruzó de brazos.
- Seguro que se habrá emborrachado.
- No. Sería lógico, pero los síntomas no son de un coma etílico y tampoco de alguna sustancia que conozca, por eso me gustaría investigarlo.
- Está bien, haz lo que quieras –sentenció el líder.
El peliblanco puso rumbo a su habitación y se encerró para empezar su trabajo. Encendió todas las luces necesarias para llevar a cabo la autopsia. Preparó todos los utensilios e inició la exanimación externa del cadáver. Le quitó la ropa como pudo y observó que aparentemente el cuerpo no presentaba anomalías extraña, pero sí tenía la marca de un beso en el pecho. No le prestó mucha atención y siguió con el examen sin encontrar resultado alguno. Se empezó a desesperar en vista de que no había ninguna evidencia de su muerte. Empezaba a creer que se había equivocado. Estiró su brazo y cogió la ducha para limpiar el cuerpo, por si había algo que se le pasara por alto. La marca que tenía en su pecho se fue borrando. Pasó la mano cuidadosamente para quitar los restos de aquella marca. Se sorprendió al encontrar una pequeña marca roja que no pertenecía a la pintura. Cogió la lupa observándola más detenidamente.
Por fin había dado con la prueba. Era la marca de una aguja. Ahora entendía lo del beso. Era para ocultar tal evidencia. Ahora si tenía seguro que podía empezar a abrir el cadáver. Sonrió de lado, mientras se preparaba para la siguiente fase. Cogió el bisturí preparándose para realizar un corte en T. Empezó realizando un corte de hombro izquierdo a derecho bajo las clavículas y sobre el manubrio del esternón. Desde la mitad, cortó en perpendicular hacia abajo siguiendo la línea imaginaria del ombligo hasta la sínfisis del pubis. A partir del tórax, levantó un poco la pared abdominal para no lesionar las vísceras abdominales y luego cortó a cada lado transversalmente en la parte inferior del abdomen.
Una vez abierto, empezó a examinarlo profundamente intentando guiarse por el punto de entrada de la aguja, pero desafortunadamente era como si una vez introducida la sustancia desapareciera. En alguna parte del cuerpo tendría que hallarse. Se estaba impacientando, pero debía mantener la calma y empezar a revisar cada parte. Todo parecía estar normal, hasta que llegó a los pulmones. Tenía un extraño color más oscuro que el resto de los órganos. Extrañado, cogió las tijeras y empezó a abrir uno de ellos con sumo cuidado. Cuando lo abrió, se sorprendió en demasía. El pulmón estaba petrificado. Era como si una especie de goma pegajosa se hubiera esparcido por todo el pulmón solidificándose, obstaculizando su función. Lo que no entendía era como era posible, que hubiera llegado desde el pecho al pulmón sin dejan rastro de ninguna clase.
Cogió el cuchillo largo para cortar sin problemas el órgano en trozos para su análisis, visualización y para la fotografía de la superficie de corte del órgano.
Se dirigió a la mesa para analizarlo, pero no encontró una placa que utilizaba para ello. Posiblemente la había dejado en la cocina cuando limpió. Salió de la habitación y se dirigió a la cocina:
- ¡Kim Jonghyun! –gritó el rubio.
El grito había provocado que el resto de miembros se dirigieran a la cocina rápidamente:
- ¿Qué pasa? –dijo sorprendido el peliblanco.
- ¡¿Cómo que qué pasa?! ¡¿Cómo se te ocurre salir con eso en la mano?! –señaló al mayor.
- Hyung, creo que se refiere a eso –aclaró el pequeño.
- ¡Ah esto! –dijo alzando el órgano que traía consigo en su mano.
- Sí, hyung –dijo ahora el alto rascándose la nunca, ante el despiste del doctor.
- Lo siento, pero es que vine a buscar una cosa que se me olvidó y no me di cuenta –sonrió inocentemente.
- Coge lo que vayas a coger rápido y vete enseguida antes de que me de algo –dijo el rubio pasando su mano por la frente.
El mayor obedeció sin rechistar y rápidamente regresó a su habitación. Ahora si podía perfectamente. Cogió una muestra de esa sustancia rara y la fue a analizar al microscopio. Era extraño. Era como si se apoderara de todo el tejido pulmonar. Tendría que intentar separarlo como fuera. Tras varias vueltas por la habitación y varias pruebas de separación logró quitar la mayor parte de las células del pulmón, aislando al producto.
Tenía una tonalidad violeta. Era extraño. No conocía ninguna sustancia así y menos que entrara por el cuerpo sin dejar rastro hasta el pulmón. Estaba empezando a impacientarse, pero siguió haciendo pruebas exhaustivamente:
- ¡Lo tengo! Ahora tiene sentido, pequeña tramposa –sonrió victorioso.
Lo que se encontraba en la prueba era Escopolamina, una droga utilizada para quitarles la voluntad a las personas y que no dejaba rastro, ya que desaparece al poco tiempo. Esto lo utilizarían para poder controlar al chico, pero, ¿y el resto de la sustancia que lo componía?
La cocina se encontraba ocupada por dos chicos. El alto sacaba los platos y los cubiertos silbando una canción, mientras el rubio terminaba los últimos detalles de la cena. Al otro lado de la pared, el maknae y el más mayor jugaban a un juego entretenidos para pasar el tiempo. Al ver entrar en la habitación al alto con los platos y cubiertos, comprendieron que era la hora de comer. Se levantaron de las sillas y ayudaron a colocar la mesa. Al poco rato apareció el felino con la comida. El cara rana recorrió el vacío pasillo hasta detenerse en la puerta. Tocó lo suficientemente alto como para que lo escucharan:
- La cena está en la mesa, sal a comer- le dijo al peliblanco que se encontraba al otro lado de la puerta.
El alto sabía que si abría la puerta se encontraría cualquier cosa desagradable e iba a comer, era lo que menos quería:
- Estoy ocupado~- dijo el peliblanco parsimoniosamente.
El alto rió y salió de allí, yendo a la mesa, donde los demás esperaban:
- Lleva muchas horas ahí dentro- dijo el mayor agarrando un trozo de pimiento.
El maknae con gran velocidad le quitó de los palillos un trozo de carne al felino:
- Sabes que cuando se mete ahí no sale hasta que termine- dijo saboreándolo.
El rubio lo miró mal. La comida continuó tranquila y silenciosa, con algún que otro comentario. En la cocina, guardado en el microondas, había un plato con comida, solamente esperando a que el peliblanco, se la comiera.
Él no se rendía. No saldría de allí hasta que no lo resolviera. Siguió con la operación a fondo, reparando en cada mínimo detalle cuidadosamente. Se encontraba paseando por allí y por allá, leyendo libros, analizando, observando… Todo era muy extraño. Continuó con su lectura, cuando se percató de algo, una flor de color violeta:
‘’ Como defensa contra los depredadores, esta especie suelta una extraña sustancia viscosa que al hacer contacto con cualquier otro tejido orgánico, rápidamente se endurece, solidificando la superficie y anulando cualquier actividad de la misma’’
- Con que de eso se trataba… -cerró el libro- como esta sustancia es más pequeña de lo normal, la mezclaron con la Escopolamina usándola de transporte para llegar hasta allí y que hiciera contacto con los tejidos pulmonares. No son principiantes por lo que veo –sonrió amargamente.
Ahora que había acabado, solo quedaba guardar las muestras y devolver el cadáver a su estado original. Tras eso lo limpió nuevamente junto con sus instrumentos y ordenó todo lo que había utilizado.
Faltaban pocas horas para que el sol saliera, el peliblanco aún continuaba dentro de la habitación, mirando más cosas y ultimando algunos detalles. Comenzaba a sentirse un poco mareado, pero imaginó por las pocas horas de dormir, dejando de lado lo agobiado que se encontraba. Colocó unas hojas sobre la mesa y suspiró. Sacó unas hojas que se encontraban bajo una carpeta. Comenzó a leerlo, pero se le hacía borroso. Un pequeño zumbido molesto se hizo presente en sus oídos. Dejó las hojas en la mesa y se echó en el suelo, apoyando los pies sobre la mesa, poniéndolos en alto. Toco sus sienes y se realizó un pequeño masaje. Poco a poco comenzó a ver todo más borroso. Tomó aire a duras penas y suspiró. La puerta de la habitación se abrió, dejando paso a el rubio de la casa, que miraba espantado la situación. Corrió al mayor y lo miró asustado:
- ¿Estás bien?- le preguntó-. ¿Qué te ocurre?
El mayor sonrió ante la mirada preocupada del felino. Aunque lo veía borroso, ahora veía un poco mejor:
- Tráeme algo con azúcar, lo que sea- dijo el peliblanco.
El rubio lo miró preocupado, no quería dejarlo solo, pero debía hacerle caso, nadie mejor que el moreno sabía lo que se debía hacer ante casos como esos. Se levantó y corrió a la cocina. Agarró lo primero que encontró, se alegró al saber que el maknae se había comprado golosinas con azúcar. Corriendo lo más veloz que podía le llevó al mayor las golosinas y se las dio. El mayor las tomó y poco a poco se las fue comiendo, notando un poco de mejoría. Al rato de ambos estar en silencio, el menor suspiró y cerró los ojos:
- Tienes que comer algo y descansar, no puedes estar sin hacerlo- le dijo muy serio.
El mayor sonrió cariñosamente y se levantó despacio, previniendo ante un mareo. Alzó la mano y desordenó los cabellos del menor:
- No te preocupes, solo fue un bajón de tensión, nada grave- le dijo con un guiño.
El rubio tomó aire y le sacó la lengua:
- Estás avisado- le dijo muy serio.
El peliblanco asintió. Se sentó en la silla y tomó los papeles que anteriormente había dejado a medio leer, mientras se comía unas golosinas. El felino lo miró y rió por lo bajo:
- Babo- susurró.
Salió por la puerta y se fue directo a la cocina. Sacó lo necesario y comenzó a hacer el desayuno.
Todo estaba preparado, pero antes de tomar asiento, se fue a la cocina, tomó una bandeja que contenía un delicioso desayuno de una persona y se fue a la habitación donde un dinosaurio trabajaba arduamente.
Entró sin pedir permiso y colocó la bandeja sobre la mesa, antes apartando las cosas que había en ella:
- Comételo todo- le ordenó.
El peliblanco miró la comida un tanto asqueado, no tenía el estómago para comer, pero tenía que hacerlo, ya no por el hecho de su salud, sino por el chico que tenía ante él:
- Sí, me lo comeré Yeobo~ - le dijo entre risas.
El de piel de porcelana se carcajeó y salió de la habitación, yendo a la mesa para tomarse el desayuno junto con los demás, que preguntaban por el peliblanco, causando que el rubio suspirara ante tanta bobería junta. Era un gran cabezota cuando se trataba de trabajo, pero él era así, al igual que todos lo eran, porque cuando se trataba de avanzar en aquello que tanto deseaban, todo estaba permitido.
Se encontraban recogiendo la mesa, limpiando todo. El maknae dejó un plato en la mesa de la cocina y salió de allí, no quería que el rubio le dijera que lo ayudara a limpiar. Buscó algún sitio para escabullirse. Al ver aquella puerta, dudó un poco, pero tenía una buena excusa. Tocó la puerta y entró al escuchar un pequeño adelante tras ésta. El peliblanco dejó de leer y lo miró, esperando a que dijera la razón de su visita:
- Oh, hyung...- dijo tocándose la nuca-. ¿Cómo estás?
El peliblanco lo miró sin poder evitar reír ante su tan evidente acción.
- Huyendo de Key, ¿eh?- dijo entre risas.
El menor bajó la cabeza y sonrió mínimamente:
- ¿Fui tan obvio?- preguntó.
El moreno asintió. Señaló la silla que se encontraba al otro lado de la mesa. El castaño tomó asiento y suspiró, deslizando el cuerpo en la silla. Después de unos segundos de silencio miró a él peliblanco, el cual continuaba leyendo los papeles. El maknae se levantó de su lugar y miró alrededor, buscando algo con lo que entretenerse. Después de mirar y mirar se fijo en la camilla metálica y vió como un plastico oscuro tapaba el cuerpo de la noche anterior y recordó la razón de por qué su hyung no había ni ido a cenar ni a desayunar:
- ¿Qué le ocurrió?- preguntó.
El peliblanco alzó la mirada y la fijó en el castaño, para luego dirigirla al gran bulto a su lado:
- Ya te diré- dijo serio.
El menor comprendió que no era el momento y de que se trataba de algo serio. Continuó mirando el lugar, para luego dejar de hacerlo, se aburría de la monotonía del lugar, a pesar de haber miles de diferentes de medicinas extrañas. Suspiró y agarró el pomo de la puerta.
- No te tardes mucho, y no te quedes aquí, vas a envejecer más rápido- dijo entre risas.
El peliblanco solo pudo reír ante aquel comentario, para luego asentir y esperar a que se marchara, quería continuar y no quería decirlo, pero el pequeño molestaba en esa ocasión. La puerta se cerró, dejando a solas al moreno, que continuaba con su arduo trabajo:
- ¡Tú!- le dijo el rubio-. Deja de molestar a Jonghyun-hyung.
El menor asintió y se fue a su lugar favorito.
Un creciente alboroto se formó en la casa. El maknae corría entre risas por ella siendo perseguido por el más mayor:
- ¡Devuélvemelo Taemin!- gritó el mayor de todos.
El maknae aceleró la carrera, que disminuía ante las risas:
- ¡No te lo voy a dar!- le respondió igual de alto.
El mayor aceleró también. Saltaban sillas y cosas que se encontraban por su camino. El menor saltó una caja, que el mayor no vio, llevándosela por delante. Puso una mueca y chistó, volviendo otra vez a su carrera:
- ¡Ya vale!- se oyó.
Ambos chicos se detuvieron y voltearon al rubio que los miraba temiblemente:
- ¡Dejad de pelearos por el mando!- dijo acercándose al menor, el cual continuaba absorto, quitándole el mando de las manos. Levantó el mando y sonrió-. Seré yo el que decida lo que ver.
Ante aquellas palabras, no se pudo evitar que reinara aún más el caos. El alto que miraba la situación adversa, decidió detener aquel barullo:
- Dejad de pelear- dijo.
Los chicos lo fulminaron con la mirada, lo que le dio a entender al moreno que se callara la boca, cosa que hizo y continuó leyendo el periódico de deportes. El maknae agarró el mando que se encontraba en manos del mayor y sin poder quitárselo acercó su boca a la mano y la mordió, ocasionando un grito del mayor, que soltó el mando, haciendo que éste volara por los aires. Los chicos siguieron el objeto con la mirada que volaba a gran velocidad muy lejos de ellos, temiendo lo peor intentaron ir a buscarlo. Cuando pensaban que iba a ser imposible, una mano lo agarró. Los chicos abrieron los ojos como platos al ver al dueño de la mano con una seria mirada. Se pusieron rectos e hicieron como si no hubieran hecho nada. El alto miró la situación un poco divertido. El peliblanco se colocó bien la bata, agarró bien el mando y apagó la tele. El rubio, el maknae y el mayor miraron al moreno horrorizados, el cual guardó el mando en el bolsillo de la bata:
- La próxima os pincho algo para que os calléis- dijo serio, tanto que hasta los chicos se quedaron petrificados, no por la manera sino por las palabras en sí, podía hacerlo.
El peliblanco sonrió falsamente y salió de allí, entrando otra vez en su guarida y lugar de trabajo. El rubio suspiró, el mayor se pasó la mano por la frente y el menor se dejó caer de rodillas:
- Por poco- dijo el de sonrisa amable-. Pensé que se iba a romper el mando.
Los otros rieron ante su comentario. Ante las palabras del peliblanco tomaron silencio, sentándose, pero parece ser que se resistían. El felino se levantó al ver la hora y comenzó a hacer la cena, siendo ayudado por el más mayor, que quería preparar pollo. El menor después de ver salir a sus hyungs se dirigió a su ratonera de electricidad. El alto continuó leyendo sin preocuparse de nada más que en la perdida jugada reciente. En el otro lado de la casa, el peliblanco sonreía ante la tranquilidad y continuaba en su investigación:
- ¡La cena!- gritó el de sonrisa amable.
Los chicos al escuchar eso fueron a la mesa y tomaron asiento:
- Esperad, yo le llevo la comida- dijo el alto.
Cogió la bandeja y se dirigió al cuarto del peliblanco, tocando y entrando en ella, con el permiso concedido. Dejó la bandeja allí, con algún que otro comentario y salió de allí, ansioso de comer.
La cena transcurrió con alguna que otra queja y risas. Al terminar limpiaron todo y se asearon, acostándose después, siendo llevados a los brazos de Morfeo, menos uno, que aún continuaba trabajando. Su labor no se realizaría solo.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
¡Pero vaya Wao! ¿eres una especie de Agatha o Katzenbach de los fanfics? lol lo siento, pero parece ser que cada uno me gusta mas que el otro. Es genial, incluso sin pareja (asi como Yo te devolvere tus alas) seria genial. No he dicho que lo amo, asi que, ¡Lo amo! :33
Nos leemos.
Fighting~.
Nos leemos.
Fighting~.
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 6]
Hi! Aquí nuevo cap ^^ Gracias Sou-Tan por comentar nuestro fic <3
CAPÍTULO 6
Al parecer no era la primera vez que mataban de esa manera. Había un largo registro de muertes parecidas, con la misma marca, pero sin resolver, únicamente, eran casos abiertos, guardados en cajas en lo más profundo de un almacén.
El peliblanco salió de la habitación con pasos vacilantes. Al entrar al salón el gran sillón le llamó y se sentó en él, dando unos pequeños saltitos antes de quedarse sobre él quieto. Cerró los ojos y suspiró. Estaba muy cansado. Sintió como el cansancio caía sobre él, poco a poco el sueño iba tomando el control de su ser, y no podía detenerlo, no quería hacerlo:
- ¿Jjong?- escuchó.
El moreno al escuchar su nombre abrió los ojos a gran velocidad. Suspiró:
- Estás muy loco, llevas metido en ese lugar mucho tiempo- le dijo el mayor un tanto enojado.
El peliblanco sonrió y cerró los ojos nuevamente:
- Necesito hablar con ustedes- murmuró.
El castaño agradeció haber estado atento. Salió del lugar, no sin antes echarle una última mirada. Fue en busca de aquellos que preparaban un delicioso pastel:
- Hyung, ponle chocolate- dijo el menor.
- Y unos trozos de fresa dentro- añadió el alto.
El rubio hizo caso a sus peticiones y continuó realizando el pedido de aquellos dos:
- Chicos- dijo el mayor mirándolos-. Jonghyun quiere hablar con nosotros.
Los chicos al escuchar esto, dirigieron sus ojos al que había hablado:
- ¿Ya salió?- preguntó el rubio.
El de sonrisa amable asintió.
Ante aquello todos comenzaron a moverse hacia el salón.
Entraron en él, pudiendo ver como el peliblanco estaba sentado de la misma manera que lo había dejado el mayor. Su pecho subía parsimoniosamente y tranquilo. Los chicos lo miraron y se acercaron a él:
- Hyung, ya estamos- dijo el alto.
El peliblanco ante la alta voz abrió los ojos y dio un respingo. Los demás rieron, lo habían despertado de sus sueños. Se sentaron todos, formando un coro para escuchar lo que tenía que decirles:
- El chico que trajimos ayer, ha sido asesinado –dijo seriamente sin borrar el cansancio de su rostro.
El resto se sorprendió. Las habilidades del peliblanco no eran para nada un vacilón:
- ¿Qué le pasó? –preguntó el rubio.
- No sé exactamente como acabó de esa manera, pero para matarlo utilizaron un compuesto bastante complejo que primero te quita el control de tu cuerpo y después cuando llega a la zona indicada paraliza tus funciones completamente. Es una muerte terrible y agobiante. No es la primera vez que pasa, la policía no ha resuelto ningún asesinato y todos llevan la marca de un beso en el pecho que es dónde se ocultan los pinchazos.
- Aquí es donde entramos nosotros, ¿no? –dijo el alto.
- Pues sí –afirmó el líder –tenemos que averiguar qué relación tienen para saber cómo acabaron así.
- Hyung, ¿tienes el nombre de las demás victimas?
- Si, están archivadas en los documentos que me pasó él.
- Pues déjame a mí, yo me ocupo de averiguar su relación –se ofreció el menor de todos.
- Está bien, te lo dejo a ti.
- Lo único que me falta por hacer es una sustancia que la contrarreste.
- Debes descansar –dijo el rubio.
- Tenemos que acabar con esto antes de que maten a más personas.
- No tienes remedio –suspiró.
- Bueno de momento, hay que ir a hacer la compra que no hay casi comida y Taemin tiene que averiguar eso –sentenció el alto.
- Cierto – confirmó el líder – Minho y yo iremos a comprar.
El coro se dispersó dirigiéndose cada uno a algún rincón de la casa menos dos de ellos, que cogieron las llaves y la cartera con la intención de ir al supermercado.
El menor de todos se dirigió a su guarida que estaba un poco caldeada por tantos aparatos eléctricos allí metidos. Encendió la pantalla central y las laterales para comenzar a investigar. Entre contraseñas, códigos y protecciones que tenía en los sistemas, llegó a la carpeta dónde guardaban toda la información secreta o simplemente robada. Empezó a leer las noticias una por una, para ver si podía sacar algo. Extrajo los nombres de las víctimas y los empezó a inspeccionar. Era verdad lo que decía su hyung, todos morían con una marca en alguna zona del cuerpo en forma de beso, ¿qué relación tendrían? ¿Un conocido? ¿Un negocio? ¿Un lugar común? Lo único que había sacado era que todos morían por la noche y acababan tirados.
Pasó un buen rato indagando acerca de cuál podría ser la conexión. Era complicado ya que las víctimas ni si quiera tuvieron oportunidad de conocerse. Sus oficios eran totalmente diferentes y vivían en zonas alejadas entre ellas. Desde estudiantes hasta trabajadores con experiencia. Era muy extraño. El pequeño se frotó los ojos después de haber estado un buen rato leyendo:
- Bueno Taemin, vamos a pensar –se dijo así mismo.
Revisó toda la información de nuevo de arriba abajo. Se estaba desesperando:
- ¡Ah! Esto es... –dijo abriendo un par de ventanas en el ordenador rápidamente- claro, si marcamos en el mapa el lugar donde se han encontrado los cuerpos… -dijo dibujando digitalmente sobre el mapa- obtenemos una K, en esta zona, luego una I, luego una S y luego… ¿otra S?
Empezó a analizar esa formación de cadáveres y su disposición a ver si había un epicentro. Y con razón:
- ¡Aquí está! -sonrió contento- parece que todos se disponen en torno a esta zona.
Amplió el recuadro central del mapa:
- No parece que haya nada extraño… -se rascó la nuca.
Una biblioteca, bares, peluquerías, supermercados, colegios y… un ¿prostíbulo?
- Kealgi Sesagings –leyó extrañado.
Estuvo un rato observando lo que había conseguido encontrar:
- ¿Por qué les harían un beso para morir?
Estaba hecho un lío. Suspiró profundamente y volvió a repasar todo:
- ¡Ya! –saltó repentinamente- ahora lo entiendo- La disposición de los cadáveres forman la palabra Kiss, el beso que mencionó hyung y si repasamos el nombre de ese lugar… (K)ealg(I) (S)esaging(S), la misma palabra sale. Tiene que ser este lugar –se sentó de nuevo más calmado.
Después de semejante análisis intensivo, suspiró aliviado y decidió levantarse a por algo de beber, así mucho calor en esa habitación y ahora estaba sudando.
El peliblanco salió del laboratorio hacia la cocina. Ya se encontraba más despierto, pero a pesar de ello el cansancio seguía en él. Entró en ella y agarró un vaso. Se echó agua fría para refrescarse. Tomó asiento en la silla y apoyó el vaso en ella, junto con sus codos. Suspiró y tomó un pequeño trago de ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo, realmente estaba fría. Dejó el vaso sobre la mesa nuevamente y apoyó su cabeza en ella. Cerró los ojos, quería un poco de paz solo unos segundos, o eso fue lo que creyó que serían.
El menor entró en la cocina canturreando una canción junto con un pequeño bailoteo. Fue a la nevera y sacó de ella una lata de refresco, la abrió ocasionando un ruido. Ante aquello oyó un ruido proveniente de su espalda. Se giró y sorprendió. El peliblanco se encontraba sentado sobre la silla, apoyando la cabeza sobre la mesa, estaba... dormido.
El castaño rio ante aquello. Se acercó a él y lo zarandeó un poco:
- Hyung- le dijo-. Levántate.
El mayor se movió un poco molesto, pero a pesar de ello, abrió los ojos despacio. El menor sonrió:
- ¿Qué hago aquí?- preguntó.
- No lo sé- dijo riendo.
El menor se alejó del mayor, el cual se levantaba rápido. El menor tomó un trago de su refresco y se dio la vuelta para volver a su lugar. Oyó un pequeño ruido y se volteó viendo como el mayor se agarraba de la mesa:
- ¿Te encuentras bien?- le preguntó ya preocupado.
- Sí, no te preocupes- dijo el peliblanco en voz baja.
Con cuidado el castaño subió la mano a la frente del moreno, sintiendo así como ardía ésta. En su cara se mostró el horror y como se ponía nervioso. No tenía idea de qué hacer. El médico era el peliblanco, él que siempre se encargaba de todas las enfermedades, pero ahora el que se encontraba enfermo era él, así que... no sabía qué demonios hacer y mucho menos a quién llamar. Apresurado miró para todos lados, hasta que cayó en la cuenta de que todavía quedaba alguien en la casa:
- Espera aquí, hyung- le dijo bajo.
El menor salió corriendo de la cocina en busca del rubio:
- ¡Hyung, hyung!- gritó desesperado.
El rubio ante los gritos del pequeño salió del patio y se adentró en la casa, buscando al señorito que causaba ese jaleo:
- ¿Qué ocurre, Taemin?- preguntó con los brazos en jarras.
El menor se detuvo ante la repentina entrada del mayor:
- Hyung está enfermo, no sé lo que tiene y...- su voz se quebró.
El rubio se preocupó, el menor estaba tan nervioso que pensó lo peor. Corrió hacia dónde el castaño lo llevaba, pudiendo ver como el lugar estaba abandonado:
- Taemin, ¿estás jugando conmigo?- preguntó molesto.
El menor negó aún más nervioso:
- Tiene que estar en el laboratorio.
Salió corriendo a aquella habitación y entró sin preguntar. El peliblanco se encontraba mezclando alguna que otra sustancia rara. El rubio entró junto con el menor:
- ¿Qué haces, hyung? Te dije que esperaras- dijo molesto el castaño.
El peliblanco alzó la mirada a ellos un tanto impresionado:
- Te dije que no era nada, es una simple cefalea- dijo en un suspiro.
Los chicos al oír aquellas palabras se quedaron en silencio, no tenían idea de que significaba:
- Fiebre- dijo aclarando.
Los chicos soltaron un pequeño "Ah~". El rubio se acercó al mayor y le detuvo la mano de su experimento:
- Debes descansar, hyung- sonrió-. Sabes que no es bueno que te esfuerces, y mucho menos en este estado.
El moreno rió:
- No pasa nada.
- Tú siempre eres el primero que dice que debemos estarnos quietitos cuando estamos malos, pues ahora te toca a ti aplicarte el cuento- le dijo.
Un suspiro salió de la boca del mayor. No podía hacer otra cosa, eran dos contra uno y encima tenían razón. Dejó los frascos en su lugar con cuidado y salió con ellos de allí.
El mayor tomó asiento en el sillón junto con algún que otro suspiro, el menor tomó asiento a su lado, sin quitarle la mirada de encima, se convertía en un niño cuando se trataba de enfermedades, siempre era así, sobre todo desde aquel día...
El rubio salió de la cocina con una pequeña palangana con agua y un paño dentro, y en la otra mano un caliente caldo. Le pasó el caldo al mayor, que se lo tomó sin rechistar. Después de habérselo tomado mojó bien el paño y lo escurrió para ponerlo sobre la frente del peliblanco. Al hacer aquello se sentó junto con ellos y todo quedó en silencio. El mayor, pocos minutos después, se encontraba en los brazos de Morfeo.
Poco a poco abría los ojos lentamente. Sentía como sus músculos estaban relajados y como ya el dolor de cabeza había desaparecido. Iba a moverse, pero sintió un ligero peso en su hombro izquierdo. Giró la cabeza despacio, pudiendo ver como el maknae dormía plácidamente apoyando su cabeza en su hombro. No pudo evitar esbozar una sonrisa. Se movió con cuidado de no despertarlo, apoyando su cabeza con cuidado en el sillón. Se estiró después de estar un buen rato durmiendo y se agachó a tomar en brazos a ese delgado cuerpo que dormía. Sin prisas y con cuidado lo llevó a la cama que esa noche le pertenecía a él. Lo acostó y sonrió. Tapó su cuerpo, quitándole antes lo zapatos y chaqueta que llevaba puesta. Esa noche tendría que dormir en el sillón, cosa que no le molestaba en lo más mínimo.
Después de colocar la chaqueta del menor en la silla más cercana pudo apreciar unos susurros provenientes de la cocina. Se dirigió a ella y vio como los otros tres hablaban en voz baja entre ellos:
- ¿Dormiste bien, hyung?- preguntó el alto.
El peliblanco asintió con una sonrisa en el rostro. El rubio se acercó a él y tocó su frente:
- Supongo que mejor, ¿verdad?- dijo reprimiendo una risa.
El peliblanco tomó asiento ante aquel comentario y se puso serio, era evidente de lo que debían hablar:
- Chicos…
- Hyung –llamó su atención el alto- Ya tenemos las conexiones. Tae ha conseguido averiguarlo. Es un prostíbulo no muy lejos de aquí.
- Así que un prostíbulo… -dijo el líder.
- Ahora lo del beso cobra sentido –dijo el peliblanco.
La habitación se quedó en silencio, sus mentes pensaban de qué manera podría averiguar qué hacían:
- Deberías hacer un antídoto- dijo el líder a él peliblanco.
- Sí, tienes razón, pero...- se quedó en silencio unos segundos-. Para hacer un antídoto necesito la droga íntegra y no la tengo.
Todo volvió a inundarse de silencio:
- ¿Por qué no va uno al prostíbulo?- dijo en voz baja el alto.
Los chicos oyeron eso:
- No es mala idea- siguió el rubio un poco dudoso.
- No- dejó bien claro el peliblanco.
Ante su palabra seria todos le prestaron atención. Su talante no daba muestra de vacilación:
- Eso es muy arriesgado, y no permito que hagáis eso- volvió a decir.
- Entonces, ¿cómo haces el antídoto, hyung?- preguntó el alto.
- Me da igual, me las arreglaré, pero no voy a permitir que corráis tal peligro- dejó claro.
El cara rana se mordió el labio un tanto molesto ante la testarudez del mayor:
- No seas así, hyung- habló el rubio-. No queda otra manera.
El peliblanco clavó su mirada en él. El felino tragó dificultosamente:
- Jonghyun- le dijo el líder-, no hay otra manera, más que esa.
El nombrado miró al responsable de esas palabras:
- ¿Cómo que no hay otra manera?- preguntó manteniendo su temperamento-. Sabes lo que puede ocurrir si os clavan ese veneno, lo sabéis, ya os lo dije. La muerte será dolorosa e insoportable, deseareis no haber existido nunca- dijo bien claro, aún sin subir el tono de voz-. Pensad, no miento en lo que digo.
Los que se encontraban allí tragaron nerviosos ante la verdad en sus palabras:
- Hay que hacerlo, hyung- dijo el rubio.
El peliblanco chistó y suspiró:
- Ni se os ocurra pensar en Taemin- dijo muy serio.
Los chicos asintieron:
- No íbamos a hacerlo- dijo el rubio.
Los tres chicos se miraron:
- Jonghyun-hyung no puede ser- habló el alto-. Tiene que hacer el antídoto... Entonces, ¿quién de nosotros?- preguntó un poco vacilante:
Se miraron velozmente:
- Seré yo- dijo el líder.
El peliblanco lo miró, sabía que no iba a dejar que sus dongsaengs fueran, no cuando sus vidas corrían peligro, él mismo hubiera ido, pero él no podía ya que debía hacer el maldito antídoto. Los chicos lo miraron un poco asustados y aliviados:
- Yo lo haré- repitió el mayor en voz baja, quería convencerse de ello.
Al decir aquello, poco a poco se fueron marchando, quedando solo el mayor de todos y el peliblanco, el cual miraba al de sonrisa amable sin decir nada:
- Deja de mirarme así, Jonghyun- le dijo el mayor con un suspiro secándose el sudor de la frente.
El peliblanco suspiró y agachó la cabeza, acariciándose las sienes al instante:
- Eres un irresponsable- le dijo sin vacilación.
El mayor lo miró asombrado y se quedó en silencio. Miró como el peliblanco levantaba la cabeza y clavaba su mirada en sus ojos almendra rasgados. Después de estar segundos y segundos mirándolo, se fue de allí, dejando un enorme silencio en el lugar:
- Lo sé- murmuró el castaño cuando el moreno estaba fuera de vista.
Suspiró y salió de allí, debía ir a acostarse a dormir, tenía que descansar para el largo día que le esperaba. Entró en donde se encontraban las camas. Se fijó como el maknae dormía en el lugar del peliblanco, al cual buscó con la mirada, viendo como entraba en el baño. Suspiró y se echó al lado del menor, esa noche era él quien debía ocupar ese lugar junto con el moreno que estaba dándose una ducha. Cerró los ojos e intentó no pensar en lo que le esperaba, en lo que arriesgaba.
Entró en la ducha y abrió el grifo, dejando que la helada agua, que había puesto adrede, cayera sobre su bien formado cuerpo. Un escalofrío lo recorrió, abandonándolo a los pocos segundos. Suspiró y comenzó a ducharse sin pensar en aquello que llenaba su mente.
Colocó el caldero en la nevera, se había olvidado de meterlo, realmente estaba agradecido por haberse acordado de ello. Salió de la cocina, no sin antes beber un vaso de agua y se dirigió a su lugar de descanso. El enorme sillón cama lo esperaba, siendo ocupado un lateral por el alto. Se quitó las pantuflas y se echó en la cama sin dejar de mirar el techo. El ruido del agua de la ducha lo ayudó a caer en el profundo sueño.
Con una toalla en su cuello salió por la puerta, pudiendo ver como todos dormían. Tomó aire y se secó bien los cabellos. Puso la toalla a lavar y se echó en aquel sillón. No había nada que le importara más que terminar aquella maldita operación de una
En toda la mañana, el peliblanco no había salido de su habitación. El silencio resonaba ahí dentro por lo que nadie se atrevía a molestar. El mayor de todos tampoco había hecho mucho. Estaba ensimismado, pensativo,… su voz no se había escuchado.
El menor, preocupado por ambos chicos, se sentó al lado de Onew que se encontraba en el sillón:
- Hyung, ¿qué te pasa?
- …
- ¿Hyung?
El castaño le dio un leve empujón en el hombro y el mayor volvió a la realidad:
- ¿Qué pasó Tae?
- ¿Y a ti hyung?
- Solo estaba pensando, en lo de esta noche.
- ¿Esta noche? ¿El qué?
- Bueno, supongo que no te han comentado todavía hasta la reunión –se quedó en silencio.
El rubio hizo acto de presencia en el salón logrando escuchar la conversación:
- Onew-hyung va a ir esta noche al club –dijo en voz baja.
- ¡¿Qué?! –se sorprendió.
- Sí… -confirmó el mayor.
- Pero…hyung… eso es muy peligroso –su tono iba disminuyendo.
- Lo sé pequeño –le mostró una leve sonrisa.
- Hyung no puedes… ¡no puedes ir! –le agarró del brazo.
- Es la única manera de resolverlo.
- Estoy seguro de que Jonghyun-hyung conoce otra forma de resolverlo. No lo hagas hyung.
- Lo siento, tengo que ir –le despeinó dulcemente y le sonrió, para luego desaparecer abandonando el salón.
El pequeño no concebía esa noticia, no quería que su líder fuera. Era muy peligroso y podía no salir bien:
- Hyung… -tocó levemente en la puerta del moreno.
- Pasa –le contestó.
- ¿Estás ocupado? –dijo abriendo la puerta cuidadosamente.
El peliblanco tenía ambos codos apoyados en la mesa con las manos cruzadas y la mirada perdida:
- No, ¿Qué pasó? –dijo sin mirarlo aún.
- Hyung… tienes que detenerlo.
El mayor agachó la cabeza y suspiró profundamente. Sabía perfectamente a lo que se refería:
- Tae…
- ¡No puede ir! –levantó el tono de voz.
No quería excusas, no quería entenderlo, no quería que le dijeran que no había remedio, solo querían que él no fuera allí:
- Esa fue la decisión que se tomó, no hay elección –Por fin lo había mirado.
- No me digas eso otra vez –sus ojos se cristalizaron – tiene que haber otro remedio –se acercó a él.
El moreno negó levemente. Lo comprendía perfectamente. Comprendía su dolor y su preocupación. ¿Y si no salían bien las cosas?
- Hyung, tú lo sabes perfectamente –sus ojos intentaban impedir el paso a las lágrimas- sabes que podemos fallar y si eso ocurre… -agachó la cabeza.
- Él morirá – se levantó y se acercó a Taemin rodeándolo con sus brazos.
- Hyung…
Este rompió en llanto en su pecho. No quería perder a alguien más, no podría soportarlo:
- Tae lo haremos lo mejor posible, ¿sí? –le acariciaba la espalda- no te puedo asegurar nada, ojalá pudiera tener la certeza de que saldrá bien, pero ni yo mismo lo sé. Así que vamos a hacerlo lo mejor que podamos como siempre hemos hecho –sonrió tristemente.
El mayor sintió como cesaba el llanto y asentía levemente:
- Bien, ahora ve a avisar al resto para comenzar con el plan.
- E-sta bien… -dijo limpiándose las lágrimas con el antebrazo.
Y abandonó la habitación para cumplir con su mandado.
CAPÍTULO 6
Caso 2 – Ha Neul: Un beso mortal
Al parecer no era la primera vez que mataban de esa manera. Había un largo registro de muertes parecidas, con la misma marca, pero sin resolver, únicamente, eran casos abiertos, guardados en cajas en lo más profundo de un almacén.
El peliblanco salió de la habitación con pasos vacilantes. Al entrar al salón el gran sillón le llamó y se sentó en él, dando unos pequeños saltitos antes de quedarse sobre él quieto. Cerró los ojos y suspiró. Estaba muy cansado. Sintió como el cansancio caía sobre él, poco a poco el sueño iba tomando el control de su ser, y no podía detenerlo, no quería hacerlo:
- ¿Jjong?- escuchó.
El moreno al escuchar su nombre abrió los ojos a gran velocidad. Suspiró:
- Estás muy loco, llevas metido en ese lugar mucho tiempo- le dijo el mayor un tanto enojado.
El peliblanco sonrió y cerró los ojos nuevamente:
- Necesito hablar con ustedes- murmuró.
El castaño agradeció haber estado atento. Salió del lugar, no sin antes echarle una última mirada. Fue en busca de aquellos que preparaban un delicioso pastel:
- Hyung, ponle chocolate- dijo el menor.
- Y unos trozos de fresa dentro- añadió el alto.
El rubio hizo caso a sus peticiones y continuó realizando el pedido de aquellos dos:
- Chicos- dijo el mayor mirándolos-. Jonghyun quiere hablar con nosotros.
Los chicos al escuchar esto, dirigieron sus ojos al que había hablado:
- ¿Ya salió?- preguntó el rubio.
El de sonrisa amable asintió.
Ante aquello todos comenzaron a moverse hacia el salón.
Entraron en él, pudiendo ver como el peliblanco estaba sentado de la misma manera que lo había dejado el mayor. Su pecho subía parsimoniosamente y tranquilo. Los chicos lo miraron y se acercaron a él:
- Hyung, ya estamos- dijo el alto.
El peliblanco ante la alta voz abrió los ojos y dio un respingo. Los demás rieron, lo habían despertado de sus sueños. Se sentaron todos, formando un coro para escuchar lo que tenía que decirles:
- El chico que trajimos ayer, ha sido asesinado –dijo seriamente sin borrar el cansancio de su rostro.
El resto se sorprendió. Las habilidades del peliblanco no eran para nada un vacilón:
- ¿Qué le pasó? –preguntó el rubio.
- No sé exactamente como acabó de esa manera, pero para matarlo utilizaron un compuesto bastante complejo que primero te quita el control de tu cuerpo y después cuando llega a la zona indicada paraliza tus funciones completamente. Es una muerte terrible y agobiante. No es la primera vez que pasa, la policía no ha resuelto ningún asesinato y todos llevan la marca de un beso en el pecho que es dónde se ocultan los pinchazos.
- Aquí es donde entramos nosotros, ¿no? –dijo el alto.
- Pues sí –afirmó el líder –tenemos que averiguar qué relación tienen para saber cómo acabaron así.
- Hyung, ¿tienes el nombre de las demás victimas?
- Si, están archivadas en los documentos que me pasó él.
- Pues déjame a mí, yo me ocupo de averiguar su relación –se ofreció el menor de todos.
- Está bien, te lo dejo a ti.
- Lo único que me falta por hacer es una sustancia que la contrarreste.
- Debes descansar –dijo el rubio.
- Tenemos que acabar con esto antes de que maten a más personas.
- No tienes remedio –suspiró.
- Bueno de momento, hay que ir a hacer la compra que no hay casi comida y Taemin tiene que averiguar eso –sentenció el alto.
- Cierto – confirmó el líder – Minho y yo iremos a comprar.
El coro se dispersó dirigiéndose cada uno a algún rincón de la casa menos dos de ellos, que cogieron las llaves y la cartera con la intención de ir al supermercado.
El menor de todos se dirigió a su guarida que estaba un poco caldeada por tantos aparatos eléctricos allí metidos. Encendió la pantalla central y las laterales para comenzar a investigar. Entre contraseñas, códigos y protecciones que tenía en los sistemas, llegó a la carpeta dónde guardaban toda la información secreta o simplemente robada. Empezó a leer las noticias una por una, para ver si podía sacar algo. Extrajo los nombres de las víctimas y los empezó a inspeccionar. Era verdad lo que decía su hyung, todos morían con una marca en alguna zona del cuerpo en forma de beso, ¿qué relación tendrían? ¿Un conocido? ¿Un negocio? ¿Un lugar común? Lo único que había sacado era que todos morían por la noche y acababan tirados.
Pasó un buen rato indagando acerca de cuál podría ser la conexión. Era complicado ya que las víctimas ni si quiera tuvieron oportunidad de conocerse. Sus oficios eran totalmente diferentes y vivían en zonas alejadas entre ellas. Desde estudiantes hasta trabajadores con experiencia. Era muy extraño. El pequeño se frotó los ojos después de haber estado un buen rato leyendo:
- Bueno Taemin, vamos a pensar –se dijo así mismo.
Revisó toda la información de nuevo de arriba abajo. Se estaba desesperando:
- ¡Ah! Esto es... –dijo abriendo un par de ventanas en el ordenador rápidamente- claro, si marcamos en el mapa el lugar donde se han encontrado los cuerpos… -dijo dibujando digitalmente sobre el mapa- obtenemos una K, en esta zona, luego una I, luego una S y luego… ¿otra S?
Empezó a analizar esa formación de cadáveres y su disposición a ver si había un epicentro. Y con razón:
- ¡Aquí está! -sonrió contento- parece que todos se disponen en torno a esta zona.
Amplió el recuadro central del mapa:
- No parece que haya nada extraño… -se rascó la nuca.
Una biblioteca, bares, peluquerías, supermercados, colegios y… un ¿prostíbulo?
- Kealgi Sesagings –leyó extrañado.
Estuvo un rato observando lo que había conseguido encontrar:
- ¿Por qué les harían un beso para morir?
Estaba hecho un lío. Suspiró profundamente y volvió a repasar todo:
- ¡Ya! –saltó repentinamente- ahora lo entiendo- La disposición de los cadáveres forman la palabra Kiss, el beso que mencionó hyung y si repasamos el nombre de ese lugar… (K)ealg(I) (S)esaging(S), la misma palabra sale. Tiene que ser este lugar –se sentó de nuevo más calmado.
Después de semejante análisis intensivo, suspiró aliviado y decidió levantarse a por algo de beber, así mucho calor en esa habitación y ahora estaba sudando.
El peliblanco salió del laboratorio hacia la cocina. Ya se encontraba más despierto, pero a pesar de ello el cansancio seguía en él. Entró en ella y agarró un vaso. Se echó agua fría para refrescarse. Tomó asiento en la silla y apoyó el vaso en ella, junto con sus codos. Suspiró y tomó un pequeño trago de ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo, realmente estaba fría. Dejó el vaso sobre la mesa nuevamente y apoyó su cabeza en ella. Cerró los ojos, quería un poco de paz solo unos segundos, o eso fue lo que creyó que serían.
El menor entró en la cocina canturreando una canción junto con un pequeño bailoteo. Fue a la nevera y sacó de ella una lata de refresco, la abrió ocasionando un ruido. Ante aquello oyó un ruido proveniente de su espalda. Se giró y sorprendió. El peliblanco se encontraba sentado sobre la silla, apoyando la cabeza sobre la mesa, estaba... dormido.
El castaño rio ante aquello. Se acercó a él y lo zarandeó un poco:
- Hyung- le dijo-. Levántate.
El mayor se movió un poco molesto, pero a pesar de ello, abrió los ojos despacio. El menor sonrió:
- ¿Qué hago aquí?- preguntó.
- No lo sé- dijo riendo.
El menor se alejó del mayor, el cual se levantaba rápido. El menor tomó un trago de su refresco y se dio la vuelta para volver a su lugar. Oyó un pequeño ruido y se volteó viendo como el mayor se agarraba de la mesa:
- ¿Te encuentras bien?- le preguntó ya preocupado.
- Sí, no te preocupes- dijo el peliblanco en voz baja.
Con cuidado el castaño subió la mano a la frente del moreno, sintiendo así como ardía ésta. En su cara se mostró el horror y como se ponía nervioso. No tenía idea de qué hacer. El médico era el peliblanco, él que siempre se encargaba de todas las enfermedades, pero ahora el que se encontraba enfermo era él, así que... no sabía qué demonios hacer y mucho menos a quién llamar. Apresurado miró para todos lados, hasta que cayó en la cuenta de que todavía quedaba alguien en la casa:
- Espera aquí, hyung- le dijo bajo.
El menor salió corriendo de la cocina en busca del rubio:
- ¡Hyung, hyung!- gritó desesperado.
El rubio ante los gritos del pequeño salió del patio y se adentró en la casa, buscando al señorito que causaba ese jaleo:
- ¿Qué ocurre, Taemin?- preguntó con los brazos en jarras.
El menor se detuvo ante la repentina entrada del mayor:
- Hyung está enfermo, no sé lo que tiene y...- su voz se quebró.
El rubio se preocupó, el menor estaba tan nervioso que pensó lo peor. Corrió hacia dónde el castaño lo llevaba, pudiendo ver como el lugar estaba abandonado:
- Taemin, ¿estás jugando conmigo?- preguntó molesto.
El menor negó aún más nervioso:
- Tiene que estar en el laboratorio.
Salió corriendo a aquella habitación y entró sin preguntar. El peliblanco se encontraba mezclando alguna que otra sustancia rara. El rubio entró junto con el menor:
- ¿Qué haces, hyung? Te dije que esperaras- dijo molesto el castaño.
El peliblanco alzó la mirada a ellos un tanto impresionado:
- Te dije que no era nada, es una simple cefalea- dijo en un suspiro.
Los chicos al oír aquellas palabras se quedaron en silencio, no tenían idea de que significaba:
- Fiebre- dijo aclarando.
Los chicos soltaron un pequeño "Ah~". El rubio se acercó al mayor y le detuvo la mano de su experimento:
- Debes descansar, hyung- sonrió-. Sabes que no es bueno que te esfuerces, y mucho menos en este estado.
El moreno rió:
- No pasa nada.
- Tú siempre eres el primero que dice que debemos estarnos quietitos cuando estamos malos, pues ahora te toca a ti aplicarte el cuento- le dijo.
Un suspiro salió de la boca del mayor. No podía hacer otra cosa, eran dos contra uno y encima tenían razón. Dejó los frascos en su lugar con cuidado y salió con ellos de allí.
El mayor tomó asiento en el sillón junto con algún que otro suspiro, el menor tomó asiento a su lado, sin quitarle la mirada de encima, se convertía en un niño cuando se trataba de enfermedades, siempre era así, sobre todo desde aquel día...
El rubio salió de la cocina con una pequeña palangana con agua y un paño dentro, y en la otra mano un caliente caldo. Le pasó el caldo al mayor, que se lo tomó sin rechistar. Después de habérselo tomado mojó bien el paño y lo escurrió para ponerlo sobre la frente del peliblanco. Al hacer aquello se sentó junto con ellos y todo quedó en silencio. El mayor, pocos minutos después, se encontraba en los brazos de Morfeo.
Poco a poco abría los ojos lentamente. Sentía como sus músculos estaban relajados y como ya el dolor de cabeza había desaparecido. Iba a moverse, pero sintió un ligero peso en su hombro izquierdo. Giró la cabeza despacio, pudiendo ver como el maknae dormía plácidamente apoyando su cabeza en su hombro. No pudo evitar esbozar una sonrisa. Se movió con cuidado de no despertarlo, apoyando su cabeza con cuidado en el sillón. Se estiró después de estar un buen rato durmiendo y se agachó a tomar en brazos a ese delgado cuerpo que dormía. Sin prisas y con cuidado lo llevó a la cama que esa noche le pertenecía a él. Lo acostó y sonrió. Tapó su cuerpo, quitándole antes lo zapatos y chaqueta que llevaba puesta. Esa noche tendría que dormir en el sillón, cosa que no le molestaba en lo más mínimo.
Después de colocar la chaqueta del menor en la silla más cercana pudo apreciar unos susurros provenientes de la cocina. Se dirigió a ella y vio como los otros tres hablaban en voz baja entre ellos:
- ¿Dormiste bien, hyung?- preguntó el alto.
El peliblanco asintió con una sonrisa en el rostro. El rubio se acercó a él y tocó su frente:
- Supongo que mejor, ¿verdad?- dijo reprimiendo una risa.
El peliblanco tomó asiento ante aquel comentario y se puso serio, era evidente de lo que debían hablar:
- Chicos…
- Hyung –llamó su atención el alto- Ya tenemos las conexiones. Tae ha conseguido averiguarlo. Es un prostíbulo no muy lejos de aquí.
- Así que un prostíbulo… -dijo el líder.
- Ahora lo del beso cobra sentido –dijo el peliblanco.
La habitación se quedó en silencio, sus mentes pensaban de qué manera podría averiguar qué hacían:
- Deberías hacer un antídoto- dijo el líder a él peliblanco.
- Sí, tienes razón, pero...- se quedó en silencio unos segundos-. Para hacer un antídoto necesito la droga íntegra y no la tengo.
Todo volvió a inundarse de silencio:
- ¿Por qué no va uno al prostíbulo?- dijo en voz baja el alto.
Los chicos oyeron eso:
- No es mala idea- siguió el rubio un poco dudoso.
- No- dejó bien claro el peliblanco.
Ante su palabra seria todos le prestaron atención. Su talante no daba muestra de vacilación:
- Eso es muy arriesgado, y no permito que hagáis eso- volvió a decir.
- Entonces, ¿cómo haces el antídoto, hyung?- preguntó el alto.
- Me da igual, me las arreglaré, pero no voy a permitir que corráis tal peligro- dejó claro.
El cara rana se mordió el labio un tanto molesto ante la testarudez del mayor:
- No seas así, hyung- habló el rubio-. No queda otra manera.
El peliblanco clavó su mirada en él. El felino tragó dificultosamente:
- Jonghyun- le dijo el líder-, no hay otra manera, más que esa.
El nombrado miró al responsable de esas palabras:
- ¿Cómo que no hay otra manera?- preguntó manteniendo su temperamento-. Sabes lo que puede ocurrir si os clavan ese veneno, lo sabéis, ya os lo dije. La muerte será dolorosa e insoportable, deseareis no haber existido nunca- dijo bien claro, aún sin subir el tono de voz-. Pensad, no miento en lo que digo.
Los que se encontraban allí tragaron nerviosos ante la verdad en sus palabras:
- Hay que hacerlo, hyung- dijo el rubio.
El peliblanco chistó y suspiró:
- Ni se os ocurra pensar en Taemin- dijo muy serio.
Los chicos asintieron:
- No íbamos a hacerlo- dijo el rubio.
Los tres chicos se miraron:
- Jonghyun-hyung no puede ser- habló el alto-. Tiene que hacer el antídoto... Entonces, ¿quién de nosotros?- preguntó un poco vacilante:
Se miraron velozmente:
- Seré yo- dijo el líder.
El peliblanco lo miró, sabía que no iba a dejar que sus dongsaengs fueran, no cuando sus vidas corrían peligro, él mismo hubiera ido, pero él no podía ya que debía hacer el maldito antídoto. Los chicos lo miraron un poco asustados y aliviados:
- Yo lo haré- repitió el mayor en voz baja, quería convencerse de ello.
Al decir aquello, poco a poco se fueron marchando, quedando solo el mayor de todos y el peliblanco, el cual miraba al de sonrisa amable sin decir nada:
- Deja de mirarme así, Jonghyun- le dijo el mayor con un suspiro secándose el sudor de la frente.
El peliblanco suspiró y agachó la cabeza, acariciándose las sienes al instante:
- Eres un irresponsable- le dijo sin vacilación.
El mayor lo miró asombrado y se quedó en silencio. Miró como el peliblanco levantaba la cabeza y clavaba su mirada en sus ojos almendra rasgados. Después de estar segundos y segundos mirándolo, se fue de allí, dejando un enorme silencio en el lugar:
- Lo sé- murmuró el castaño cuando el moreno estaba fuera de vista.
Suspiró y salió de allí, debía ir a acostarse a dormir, tenía que descansar para el largo día que le esperaba. Entró en donde se encontraban las camas. Se fijó como el maknae dormía en el lugar del peliblanco, al cual buscó con la mirada, viendo como entraba en el baño. Suspiró y se echó al lado del menor, esa noche era él quien debía ocupar ese lugar junto con el moreno que estaba dándose una ducha. Cerró los ojos e intentó no pensar en lo que le esperaba, en lo que arriesgaba.
Entró en la ducha y abrió el grifo, dejando que la helada agua, que había puesto adrede, cayera sobre su bien formado cuerpo. Un escalofrío lo recorrió, abandonándolo a los pocos segundos. Suspiró y comenzó a ducharse sin pensar en aquello que llenaba su mente.
Colocó el caldero en la nevera, se había olvidado de meterlo, realmente estaba agradecido por haberse acordado de ello. Salió de la cocina, no sin antes beber un vaso de agua y se dirigió a su lugar de descanso. El enorme sillón cama lo esperaba, siendo ocupado un lateral por el alto. Se quitó las pantuflas y se echó en la cama sin dejar de mirar el techo. El ruido del agua de la ducha lo ayudó a caer en el profundo sueño.
Con una toalla en su cuello salió por la puerta, pudiendo ver como todos dormían. Tomó aire y se secó bien los cabellos. Puso la toalla a lavar y se echó en aquel sillón. No había nada que le importara más que terminar aquella maldita operación de una
En toda la mañana, el peliblanco no había salido de su habitación. El silencio resonaba ahí dentro por lo que nadie se atrevía a molestar. El mayor de todos tampoco había hecho mucho. Estaba ensimismado, pensativo,… su voz no se había escuchado.
El menor, preocupado por ambos chicos, se sentó al lado de Onew que se encontraba en el sillón:
- Hyung, ¿qué te pasa?
- …
- ¿Hyung?
El castaño le dio un leve empujón en el hombro y el mayor volvió a la realidad:
- ¿Qué pasó Tae?
- ¿Y a ti hyung?
- Solo estaba pensando, en lo de esta noche.
- ¿Esta noche? ¿El qué?
- Bueno, supongo que no te han comentado todavía hasta la reunión –se quedó en silencio.
El rubio hizo acto de presencia en el salón logrando escuchar la conversación:
- Onew-hyung va a ir esta noche al club –dijo en voz baja.
- ¡¿Qué?! –se sorprendió.
- Sí… -confirmó el mayor.
- Pero…hyung… eso es muy peligroso –su tono iba disminuyendo.
- Lo sé pequeño –le mostró una leve sonrisa.
- Hyung no puedes… ¡no puedes ir! –le agarró del brazo.
- Es la única manera de resolverlo.
- Estoy seguro de que Jonghyun-hyung conoce otra forma de resolverlo. No lo hagas hyung.
- Lo siento, tengo que ir –le despeinó dulcemente y le sonrió, para luego desaparecer abandonando el salón.
El pequeño no concebía esa noticia, no quería que su líder fuera. Era muy peligroso y podía no salir bien:
- Hyung… -tocó levemente en la puerta del moreno.
- Pasa –le contestó.
- ¿Estás ocupado? –dijo abriendo la puerta cuidadosamente.
El peliblanco tenía ambos codos apoyados en la mesa con las manos cruzadas y la mirada perdida:
- No, ¿Qué pasó? –dijo sin mirarlo aún.
- Hyung… tienes que detenerlo.
El mayor agachó la cabeza y suspiró profundamente. Sabía perfectamente a lo que se refería:
- Tae…
- ¡No puede ir! –levantó el tono de voz.
No quería excusas, no quería entenderlo, no quería que le dijeran que no había remedio, solo querían que él no fuera allí:
- Esa fue la decisión que se tomó, no hay elección –Por fin lo había mirado.
- No me digas eso otra vez –sus ojos se cristalizaron – tiene que haber otro remedio –se acercó a él.
El moreno negó levemente. Lo comprendía perfectamente. Comprendía su dolor y su preocupación. ¿Y si no salían bien las cosas?
- Hyung, tú lo sabes perfectamente –sus ojos intentaban impedir el paso a las lágrimas- sabes que podemos fallar y si eso ocurre… -agachó la cabeza.
- Él morirá – se levantó y se acercó a Taemin rodeándolo con sus brazos.
- Hyung…
Este rompió en llanto en su pecho. No quería perder a alguien más, no podría soportarlo:
- Tae lo haremos lo mejor posible, ¿sí? –le acariciaba la espalda- no te puedo asegurar nada, ojalá pudiera tener la certeza de que saldrá bien, pero ni yo mismo lo sé. Así que vamos a hacerlo lo mejor que podamos como siempre hemos hecho –sonrió tristemente.
El mayor sintió como cesaba el llanto y asentía levemente:
- Bien, ahora ve a avisar al resto para comenzar con el plan.
- E-sta bien… -dijo limpiándose las lágrimas con el antebrazo.
Y abandonó la habitación para cumplir con su mandado.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
Vaya trauma, mira que Taemin llorar...es el niño sin sentimientos, cuando uno de los dos (Minho, porque son ambos los sin sentimientos) lloran a uno se le parte el corazón xD (asi bien a lo geih) Suerte que hay esta el perro-dinosaurio con lagrimas de cocodrilo y lo consuela. Ciertamente, yo también temo por Onew, no tanto porque fuese a morir, sino por cualquier cosa que fuese a pasarle, ¿que seria de ellos sin alguien que mantenga la paz y se lleve MYU bien con todos? Esos dongsaengs no vivirían sin pollo. No, no.
Me gusto este capitulo igual que los anteriores, nos leemos~
Me gusto este capitulo igual que los anteriores, nos leemos~
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 7]
Gracias por comentar, nos alegra mucho ^^ esperamos que sigas leyéndonos <33
CAPÍTULO 7
Ya estaban todos reunidos como siempre. Estaban cabizbajos ya que sabían perfectamente lo que significaba esto. Nadie se atrevía a levantar la mirada, solo esperaban a que alguien diera comienzo con la explicación:
- Bueno entonces empezaré yo –sentenció el líder.
Todos apretaron los puños reprimiendo la frustración:
- La idea es conseguir la droga para poder realizar el antídoto si no me equivoco. Tae, tú ya sabes lo que tienes que hacer.
El menor asintió tristemente:
- Iré y me haré pasar por un cliente y aprovecharé para encontrar nuestro propósito. Es algo sencillo.
- Mino y Key irán y se quedaran por fuera por si pasa algo –lo miró seriamente el peliblanco.
- Está bien –suspiró- Jonghyun, necesitaré la colonia alcohólica.
- Es una buena idea –le respondió.
- Será mi carta para la distracción.
- De acuerdo, ahora mismo te la preparo.
- Saldremos a las 9 y media, ¿entendido?
- Sí –todos asintieron.
Se volvieron a dispersar por la casa, cada uno preparando lo suyo. El menor de todos se dirigió a su habitación para encender los sistemas y establecer las conexiones necesarias para la operación. Le bastó únicamente un par de clicks y había entrado fácilmente en el sistema como tantas otras veces. Suspiró profundamente y miró el reloj, las 9 y cuarto. Tenía tiempo de revisar un poco el lugar y de intentar descubrir dónde escondían la mercancía. Revisó habitación por habitación, no era muy grande, pero tampoco había rastro alguno de alguna evidencia. Más problemas se sumaban al peligro, si por lo menos tuviera localizado el punto en cuestión, sería más fácil, pero no había rastro. Se levantó arrastrando su cuerpo pesadamente y salió de la habitación. ¿Las cosas podían ir peor?
El peliblanco se encontraba ágilmente elaborando la herramienta que utilizaría para cumplir con el objetivo. Era sencillo. Alcohol en spray. Con solo olerlo, podías emborracharte drásticamente. Esta herramienta era fruto del aburrimiento del peliblanco cuando era más joven, no sabía que después de todo, ahora le estaría sirviendo para esta clase de cosas. El moreno agitó el pequeño bote que contenía el líquido para finalizarlo y le puso la tapa. Se lavó las manos y se quitó la máscara que llevaba para salir al punto de reunión, el salón nuevamente:
- ¿Estamos listos? –preguntó el mayor.
Todos asintieron.
Los tres chicos acorde con el plan salieron rumbo al club. Mientras tanto el maknae y el peliblanco se quedaron observando tras las pantallas en la habitación del menor:
- ¿Me escucháis? –habló Taemin.
- Perfectamente –respondió Onew.
- Bien, la ruta es sencilla. Siempre a la derecha hasta que lleguéis a la calle principal que tenéis que seguir para arriba y en el segundo callejón que hace esquina la dobláis y os toparéis con el club, ¿entendieron?
- Sí.
- ¡Ah! Y hyung, la droga no está en una habitación concreta. No sé donde la pueden esconder.
- Oh, genial –rondó los ojos fastidiado.
Taemin estaba nervioso y se notaba. No paraba de frotarse las manos y relamerse los labios. El mayor lo notó y apoyó su mano en el hombro del castaño:
- Tranquilo –le dijo con seguridad.
- Hyung… saldrá bien, ¿verdad?
Sabía que el moreno no podía responder a esa pregunta, pero quería convencerse de que así ocurriría:
- Esperemos.
Los chicos ya estaban llegando al punto indicado. Lo tenían a la vista perfectamente:
- Vaya mal gusto –se quejó el rubio cuando estuvieron delante.
- Desde luego –confirmó el alto.
- Bueno chicos voy a entrar.
Los otros dos se tensaron, pero sabían perfectamente que tarde o temprano tenía que entrar. Entró por la puerta, apreciando un gran pasillo oscuro, con luces de colores a los laterales de ésta, dando así un ambiente nocturno. Se adentró despacio y silenciosamente. Muchas puertas se aprecian a los lados. La música se escuchaba mínima, pero concentrada. Con cuidado se va aproximando a lo que podía ser la gargante del club. Entró en ella, apreciando como un gran salón aparecía ante sus ojos. Mujeres jugando en las barras eran bendecidas con el dinero que las pervertidas personas, que miraban ansiosos la escena, lanzaban. Las mujeres tocaban poco a poco cada parte de su cuerpo, sin temer ser observadas, sin ninguna señal de pudor. El castaño buscó algo que no pudo encontrar, algún indicio de salida, no quería ser observado, era inexistente ante tal barullo y bullicio que causaban las personas, unido a la música, él no era más que un cuerpo que interrumpía el camino.
De repente, las chicas empezaron a bajar de la plataforma donde segundos antes entretenían a todos los ojos que las observaban. Empezaron a mezclarse entre la multitud restregándose por todos los hombres que habían allí. Después una a una, se fue llevando a quién más le interesaba, desapareciendo por el pasillo, rumbo a las habitaciones. ¿Podría ser esa la clave?
- Oppa ~
Onew se tensó completamente al sentir como las manos de esa persona iban a parar a la cremallera de su pantalón. Una chica se le había acercado por detrás sin que se diera cuenta. Sus manos traviesas intentaron completar su tarea, pero el castaño la detuvo. Suspiró profundamente:
- Bien Onew, llegó la hora de cambiarte de acera por un momento –pensó.
Se dio la vuelta suavemente y posó las manos de la chica en su cuello quedando de frente a ella:
- ¿Aquí? –le preguntó al oído travieso haciendo estremecer a la joven.
- Si oppa quiere podemos ir a una habitación –se acercó a sus labios peligrosamente.
- Un placer entonces –terminó besando a la muchacha que se le insinuaba de tales formas.
El beso fue corto ya que ambos tenían prisa, aunque sus motivos fueran diferentes. La chica lo agarró del brazo y lo arrastró hacia el pasillo. Sacó de su escote una llave, que se correspondía con el número de la habitación en la que se habían detenido. La abrió rápidamente tirando la llave en uno de los sillones de la entrada. El castaño aterrizó rápidamente en la cama empujado por la joven necesitada, la cual, se subió lentamente a la cama restregando su cuerpo contra el de él, haciendo especial hincapié en cierta zona. Onew la recibió pasando sus manos por su espalda acariciándola sensualmente. La chica atacó sus labios sin pesar ninguno, salvajemente y sin descanso. Sin dejarlo de besar, ella bajó su mano hasta los botones de su camiseta, desabrochándolo con agilidad. Se notaba que ya estaba acostumbrada.
Onew tenía que hacer algo al respecto, si lograba quitarle toda ropa, sería difícil hacer uso del líquido que traía consigo, así que decidió tomar las riendas de la situación. Con un rápido movimiento, se posicionó sobre ella, sorprendiéndola. Empezó a besarla con la misma intensidad que ella antes y fue desabrochando la corta tela que cubría su pecho, provocando que se excitara por el contacto. Cuando su parte de arriba había quedado al descubierto empezó a repartir cortos besos por su pecho, mordiendo de vez en cuando provocando que cerrara los ojos de placer. Volvió a subir a su boca, besándola de nuevo, pero esta vez, una de sus manos bajó a cierta zona que hizo a la chica gemir de placer. Continuó con sus besos y caricias y rápidamente, con la mano libre que le quedaba, alcanzó el bolsillo de su pantalón, agarrando el líquido y rociándolo en la cama cerca de su cuello, sin que ella se percatara. Poco a poco fue haciendo efecto en ella, que sin saberlo espiraba tranquilamente. Fue perdiendo fuerza hasta quedar profundamente dormida bajo los efectos del alcohol, si se levantaba por lo menos estaría borracha.
El castaño se bajo de la cama y se abrochó la camiseta. Se dirigió al baño para lavarse la cara. Se sentía sucio. Mientras se miraba en el espejo observó como un pequeño brillo, sobresalía del tubo de papel higiénico. Quitó el royo cayéndose al suelo un pequeño bote, con un líquido rosado. En la tapa había escrita una letra ‘’K’’
Tenía que ser esto sin duda:
- ¿Tae?
- Dime hyung.
- Creo que lo he encontrado.
- ¿Hay algo por fuera escrito?
- En la tapa hay una K.
- Perfecto tiene que ser eso hyung, sal de ahí rápido.
El mayor apagó las luces de la habitación y cerró la puerta. Retrocedió en sus pasos volviendo al final del pasillo, pero algo le detuvo. Había una puerta entreabierta que emanaba un olor terrible. Ese olor… podía ser, ¿sangre? Abrió la puerta encontrándose una escena terrorífica que del susto la cerró inmediatamente, intentando olvidar lo que acababa de ver y se topó con la entrada. Sentados a la izquierda estaban los dos chicos esperando ansioso por él. Se alegraron de verlo salir sano y salvo.
Los dos chicos que se encontraban en la casa suspiraron aliviados. El peliblanco se separó del monitor y se fue al laboratorio, quería preparar lo necesario para que según llegara el veneno comenzar con el antídoto. El menor sonrió alegre al ver al mayor sano y salvo.
El camino de ida fue opacado con el ruido de los coches que pasaban cerca de ellos. El mayor no dejaba de pensar en la última imagen que había presenciado en ese club, jamás volvería a entrar, pero debían hacer algo con aquella situación. Suspiró y miró al suelo. Los otros dos chicos lo miraron y decidieron dejarlo pasar.
La puerta de la casa se abrió, dejando paso ruidos, que hasta ese momento, había sido imperceptible alguno. El menor apareció por la puerta y sonrió:
-Me alegro que estés bien, hyung- dijo sonriendo.
El mayor no pude evitar hacer lo mismo. Levantó la mano mostrando lo que había sido la clave de la operación y se acercó al pasillo que daba a donde se encontraba el peliblanco.
*Toc toc*
- Adelante- dijo una voz.
El castaño entró, viendo como el moreno le daba la espalda, mirando una mesa metálica. Se acercó a él, pudiendo observar como colocaba unos extraños líquidos.
- Toma, aquí lo tienes- le dijo en una sonrisa.
El peliblanco lo cogió y le sonrió:
- Me alegro que todo haya ido bien- dijo antes de continuar con su labor.
El mayor sin escuchar más y sin decir más salió de la habitación. Su silencio era suficiente para entenderse entre ellos.
El peliblanco no perdió el tiempo y comenzó a crear la cura de aquel veneno.
El salón se encontraba en silencio, entró en él, pero sin quedarse, pues su destino era el baño. Se adentró y se miró en el espejo. Suspiró. Se sentía sucio y despreciable, no quiso hacer aquello, pero no le quedó de otra. Se miró al espejo, pudiendo verse el rostro, y su cuello, tenía una marca que tenía futuro, se iba a poner rosácea:
- Maldita sea- susurró.
Bajando más por su cuello, llegando a su clavícula cayó en la cuenta, algo faltaba, algo no estaba donde debía estar. Se tocó el cuello un par de veces. Miró en sus bolsillos, en cualquier lugar, pero no estaba. Tragó difícilmente y tomó aire. Salió del baño:
- ¿Qué pasa hyung?- preguntó el alto, el cual observaba como el mayor salía agitado del baño.
- No tengo mi colgante- dijo agitado.
- ¿El que te regalaron tus padres?- preguntó el rubio ahora interesado.
El de sonrisa amable asintió angustiado:
- Tengo que ir a buscarlo- dijo muy serio.
- Ni se te ocurra- dijo el alto entrometiéndose entre él y la puerta.
El mayor pestañeó varias veces. Suspiró:
- Tienes razón- dijo con la cabeza agachada-. Es solo un colgante.
El alto asintió y apoyó su mano en el hombro, apoyándole ante todo:
- No te pongas triste, hyung- le dijo el rubio-. De verdad que lo siento.
Después de aquellas palabras todos se fueron a hacer algo. El rubio a preparar algo de comer, estaba hambriento. El menor seguía en su ratonera de cables. El alto se encontraba en el asolado patio corriendo un poco a pesar de ser de noche, le encantaba correr a esas horas. El peliblanco continuaba en su sitio, sin dar señales de vida. El mayor miraba impaciente para todos lados, esperando no ser pillado por ninguno, con un movimiento mínimo, abrió la puerta y pasó en ella. Miró por última vez el lugar y tomó aire. Soltó la puerta en un despiste, dejando que esta hiciera ruido al cerrarse. Ante el ruido el felino, el cara rana y el menor, se asomaron, pudiendo ver como el mayor no estaba. En sus ojos se mostraba el terror. El rubio ni se lo pensó, persiguió al alto, que corría por la oscura noche, en busca de aquel que era el mayor de todos. El menor miró ensimismado la escena. No sabía qué diablos hacer. Corrió por el pasillo, deteniéndose ante la gran pantalla que dejaba ver los lugares del club. Pudiendo observar cómo minutos después, el mayor entraba por la puerta principal.
Onew avanzó por el conocido pasillo nuevamente buscando la puerta correcta. La verdad es que si no fuera por el número, podría ser cualquiera. Siguió contando… uno tras otro… estaba seguro de que era por aquí:
- Aquí está –susurró para el mismo.
Se sorprendió de que hubiera podido abrir la puerta, al parecer no la habían cerrado aún. Entró despacio por si había alguien, pero solo estaba él. Revisó la cama en busca de su recuerdo, pero no lo encontraba por ahí. Fue al baño a revisar, por si se le había caído allí, pero tampoco dio con él. Estaba muy nervioso, entre que había vuelto y que no lo encontraba, desde luego si salía vivo, era un milagro.
Revisó toda la habitación sin éxito alguno. Cansado se sentó en el borde de la cama y agachó la cabeza decepcionado. Lo había perdido para siempre. De repente algo brilló en la oscura alfombra bajo sus pies. Estiró su mano alcanzándolo. Sonrió inmediatamente. Al final no lo había perdido. La guardó en el bolsillo y se levantó de la cama. Cuando casi estaba a punto de traspasar la puerta, un brazo lo agarró del cuello, volviéndolo a meter en la habitación:
- Hola oppa~ -le susurró en el oído una voz conocida.
- ¿Tú eres la chica de antes? –se estaba asfixiando y la chica parecía tener una fuerza sobre humana.
- No sé como lo hiciste, pero a mí nadie me engaña –rió maliciosamente.
- ¿Qué me vas a ha…
Al final lo había conseguido. La mujer con un rápido movimiento había conseguido clavarle la aguja en el pecho, justo en el corazón. El castaño tenía los ojos abiertos desmesuradamente. Se quedó inmóvil procesando su final. La mujer soltó al joven que cayó al suelo inmediatamente, llevando sus manos al pecho. Un dolor muy puntiagudo se cernía sobre su cuerpo, paralizándolo por completo. Su cuerpo no respondía. Ella se agachó a la altura de él y le arrancó la camiseta, plantándole un lindo beso en la marca que había dejado la aguja.
El maknae lo había visto. Lo había presenciado todo. Tenía los ojos abiertos enormemente. No se movía. No lo procesaba, o no quería hacerlo. De repente sus ojos se empezaron a entrecerrar, cristalizándose. Se llevó la mano a la boca y por fin, el suceso había llegado a lo más profundo de él. No tardó ni un segundo, en derramar sus amargas lágrimas. Su hyung… ¿por qué? El dolor recorrió su cuerpo libremente, instalándose en el corazón, profundizando las heridas. Estaba temblando y no sabía qué hacer. Lloraba a mares y nada podía detenerlo… tenía que decírselo cuanto antes. Su cuerpo tardó unos minutos en responder a la acciones que conseguía enviar al cerebro. Se levantó de la silla dirigiéndose al pasillo. Todo su cuerpo temblaba, no tenía pulso ni casi equilibrio, por lo que tuvo que apoyarse en las paredes del pasillo para no caerse. Un fuerte mareo empezó a hacer acto de presencia. Siguió como pudo hacia su habitación. Tenía la vista borrosa y le dolía mucho el pecho.
Levantó la mano para poder tocar en la puerta del peliblanco cuando este le sorprendió saliendo de ella:
- Tae… ¿qué pasó? –se asustó el moreno- ¿dónde está el resto?
- Hyu… -no podía terminar las palabras, el llanto se lo impedía.
- ¿Qué te pasa Taemin? –le cogió de los hombros- Estas temblando… -lo recorrió con la mirada de arriba abajo.
- Hyung… Onew… se… Key…Minho… fue… -no podía articular palabra.
- Me estás asustando, ¡¿Qué pasó?! ¡¿Dónde están Tae?!
- Hy-ung… yo… -no podía.
El mayor estaba aterrado, ¿qué había pasado? ¿Por qué estaba en ese estado el pequeño? Jonghyun vio la puerta de su habitación abierta y se dirigió a las pantallas, tal vez, podía descubrir algo. Observó todas las imágenes que mostraban las cámaras. Visualizó a Minho y a Key que llegaban a la puerta del club y… ¿dónde estaba Onew? ¿Y qué demonios hacían allí? Observó detenidamente cada una de las secuencias y por fin lo encontró:
- No puede ser… -abrió los ojos.
El moreno apretó los puños con la ira circulando por todo el cuerpo. Intentaba contener su enojo que se escapó de su cuerpo en forma de lágrimas. Lo habían pinchado con la droga al final y ahora estaba agonizando en el suelo. Debía controlarse y mantener la calma. Un médico debe mantener la cabeza fría:
- ¡Minho! –le gritó.
- Hy-un… -dijo nervioso.
- Lo han pinchado.
- ¡¿Cómo?!
- ¡¡Tienes que traerlo inmediatamente!!
- Hyung…
Minho lo notó, su hyung también estaba nervioso:
- Enseguida –prometió.
De repente Jonghyun oyó un ruido proveniente del pasillo. Salió a mirar y se encontró con el pequeño de rodillas en el suelo, agarrándose el pecho y llorando. El maknae empezó a toser fuertemente, mientras ahogaba unos quejidos de dolor:
- ¡Taemin! –se acercó corriendo a él.
Lo cogió por los brazos y lo apoyó en la pared, obligándolo a que lo mirase. El mayor pudo notar, otra vez… ese dolor en sus ojos. Se había abierto una herida. El pequeño temblaba más notoriamente y su respiración estaba descontrolada:
- Tae respira hondo, por favor. Intenta tranquilizarte.
Hubiera dado lo que fuera porque lo que estuviera pasando no fuera real:
- Tae, mírame –le acarició la mejilla dulcemente.
El menor había dejado de respirar correctamente, se estaba ahogando y seguía tosiendo sin parar:
- Hy-ung… -logró articular- va a morir…
- No permitiré que eso ocurra pequeño, pero necesito que te tranquilices –el peliblanco estaba perdiendo el control.
El menor tenía cada vez la vista más nublada. Algo le perforaba el corazón y el oxígeno no le llegaba totalmente a los pulmones. Las lágrimas saladas seguían bañando su cara y su cuello. Taemin agarró la mano de Jonghyun como pudo y la apretó con la poca fuerza que le quedaba:
- Me duel-e hy-ung… -dijo en un hilo de voz.
El moreno se estaba aguantando la bomba de sentimientos en su interior. Se levantó rápidamente hacia su habitación, abriendo unas de las gavetas de la estantería dónde guardaba multitud de frascos, encontrando el indicado. Cogió de su mesa una jeringuilla nueva y la preparó para suministrarla, volviendo velozmente con el pequeño que yacía en el suelo. Se agachó levantándolo en brazos y lo llevó a la cama:
- Tae, dame el brazo.
El menor se fijó en la aguja que llevaba el peliblanco, resistiéndose a que lo pinchara. Le tenía miedo:
- Por favor –le suplicaba- si no lo hago, podrá pasar algo malo –se mordió el labio de la impotencia. Primero el mayor y ahora el pequeño cargaba con las consecuencias. Desde luego que estaba cabreado.
Taemin accedió a extenderle el brazo. Confiaba en él plenamente:
- Sé que es difícil, pero necesito que te relajes –le acarició la frente.
Él obedeció como pudo. El moreno le buscó la vena y le pichó rápidamente para no hacerlo sufrir más. Este no era el único ataque grave de ansiedad que le daba al pequeño, por lo que esperaba que el nuevo medicamente en el que estuvo trabajando meses atrás, surtiera efecto más rápido. El maknae empezó a estabilizarse poco a poco, cerrando lentamente los ojos y cayendo en un profundo sueño. Le besó tiernamente la frente y se levantó con rapidez hacia su laboratorio:
- Onew… –susurró con la impotencia retenida.
¿Conseguiría salvarlo? Apenas había recibido el antídoto un par de horas atrás. Aún le faltaba un poco pero era la parte más difícil del proceso. Jonghyun se paró enfrente de la mesa de metal dónde yacía el experimento. Cerró sus puños con fuerza y sus ojos no resistieron más. Las lágrimas lo acompañaban. ¿Y si no era capaz de terminarlo? ¿Y si no salía bien? ¿Y si no era efectivo? ¿Y sí…?
- ¡Maldita sea! –golpeó la mesa.
Intentando enfriar su mente, retomó la creación del antídoto con velocidad. No tenía tiempo, de él, dependía la vida de su amigo y un fallo, podría cambiarlo todo:
- ¡Hyung! –gritó la conocida voz del rubio.
Por fin había llegado:
- Tráiganlo al laboratorio.
Los menores obedecieron las órdenes inmediatamente y lo depositaron en la camilla. El moreno seguía trabajando arduamente:
- Key, conéctalo a la máquina –le indicó.
Gracias al pequeño cursillo que una vez les proporcionó a ellos, podían ayudar en la medida de lo posible. El médico se dio la vuelta, ajustando los niveles y mostrándose el débil pulso de castaño:
- Aún tenemos tiempo –dijo apurado.
- Minho cuando la onda pase por este valor avísame inmediatamente. Key, quédate aquí –lo situó cerca de la mesa donde trabajaba hace segundos- esta sustancia tiene que reaccionar con esta y cambiar de color, cuando veas que aparece un tono amarillo verdoso, me avisas.
Se acercó al cuerpo del castaño. Le terminó de quitar la camiseta que llevaba puesta, quedando al aire libre el asqueroso beso en su pecho:
- Dios, en el corazón… tenemos que darnos prisa –susurró para sí mismo.
- ¡Hyung! Acaba de bajar a ese nivel.
- ¡¿Cómo?!
No podía ser. La droga no tendría por qué actuar tan rápido. Esto se estaba volviendo peligroso. Solo faltaban minutos para que el castaño perdiera toda esperanza de vida:
- ¡Key! ¿Aún no?
- ¡No hyung!
El tiempo pasaba peligrosamente. Cada segundo podía ser el definitivo:
- ¡Hyung! Cada vez más abajo.
El moreno estaba rezando a todos los cielos que por favor se diera prisa:
- ¡Hyung! Está llegando al mínimo.
- ¡Maldita sea!
Las cosas no podían acabarse de esta manera. No así:
- ¡Ya ha cambiado de color! –alertó el rubio.
- ¡Por fin!
El peliblanco cogió el resultado, mezclándolo con otros más, obteniendo algo verdaderamente extraño. Todo estaba listo. Preparó la aguja rápidamente y se dirigió al pecho del mayor. Justo antes de pincharlo, el pitido se hizo sonoro:
- Se acabó –sentenció el moreno.
El médico se quedó paralizado, pero reaccionó rápidamente inyectándolo en la vena que podría alcanzar su objetivo más rápido:
- Hyung, se acaba de morir… -susurró el alto.
CAPÍTULO 7
Ya estaban todos reunidos como siempre. Estaban cabizbajos ya que sabían perfectamente lo que significaba esto. Nadie se atrevía a levantar la mirada, solo esperaban a que alguien diera comienzo con la explicación:
- Bueno entonces empezaré yo –sentenció el líder.
Todos apretaron los puños reprimiendo la frustración:
- La idea es conseguir la droga para poder realizar el antídoto si no me equivoco. Tae, tú ya sabes lo que tienes que hacer.
El menor asintió tristemente:
- Iré y me haré pasar por un cliente y aprovecharé para encontrar nuestro propósito. Es algo sencillo.
- Mino y Key irán y se quedaran por fuera por si pasa algo –lo miró seriamente el peliblanco.
- Está bien –suspiró- Jonghyun, necesitaré la colonia alcohólica.
- Es una buena idea –le respondió.
- Será mi carta para la distracción.
- De acuerdo, ahora mismo te la preparo.
- Saldremos a las 9 y media, ¿entendido?
- Sí –todos asintieron.
Se volvieron a dispersar por la casa, cada uno preparando lo suyo. El menor de todos se dirigió a su habitación para encender los sistemas y establecer las conexiones necesarias para la operación. Le bastó únicamente un par de clicks y había entrado fácilmente en el sistema como tantas otras veces. Suspiró profundamente y miró el reloj, las 9 y cuarto. Tenía tiempo de revisar un poco el lugar y de intentar descubrir dónde escondían la mercancía. Revisó habitación por habitación, no era muy grande, pero tampoco había rastro alguno de alguna evidencia. Más problemas se sumaban al peligro, si por lo menos tuviera localizado el punto en cuestión, sería más fácil, pero no había rastro. Se levantó arrastrando su cuerpo pesadamente y salió de la habitación. ¿Las cosas podían ir peor?
El peliblanco se encontraba ágilmente elaborando la herramienta que utilizaría para cumplir con el objetivo. Era sencillo. Alcohol en spray. Con solo olerlo, podías emborracharte drásticamente. Esta herramienta era fruto del aburrimiento del peliblanco cuando era más joven, no sabía que después de todo, ahora le estaría sirviendo para esta clase de cosas. El moreno agitó el pequeño bote que contenía el líquido para finalizarlo y le puso la tapa. Se lavó las manos y se quitó la máscara que llevaba para salir al punto de reunión, el salón nuevamente:
- ¿Estamos listos? –preguntó el mayor.
Todos asintieron.
Los tres chicos acorde con el plan salieron rumbo al club. Mientras tanto el maknae y el peliblanco se quedaron observando tras las pantallas en la habitación del menor:
- ¿Me escucháis? –habló Taemin.
- Perfectamente –respondió Onew.
- Bien, la ruta es sencilla. Siempre a la derecha hasta que lleguéis a la calle principal que tenéis que seguir para arriba y en el segundo callejón que hace esquina la dobláis y os toparéis con el club, ¿entendieron?
- Sí.
- ¡Ah! Y hyung, la droga no está en una habitación concreta. No sé donde la pueden esconder.
- Oh, genial –rondó los ojos fastidiado.
Taemin estaba nervioso y se notaba. No paraba de frotarse las manos y relamerse los labios. El mayor lo notó y apoyó su mano en el hombro del castaño:
- Tranquilo –le dijo con seguridad.
- Hyung… saldrá bien, ¿verdad?
Sabía que el moreno no podía responder a esa pregunta, pero quería convencerse de que así ocurriría:
- Esperemos.
Los chicos ya estaban llegando al punto indicado. Lo tenían a la vista perfectamente:
- Vaya mal gusto –se quejó el rubio cuando estuvieron delante.
- Desde luego –confirmó el alto.
- Bueno chicos voy a entrar.
Los otros dos se tensaron, pero sabían perfectamente que tarde o temprano tenía que entrar. Entró por la puerta, apreciando un gran pasillo oscuro, con luces de colores a los laterales de ésta, dando así un ambiente nocturno. Se adentró despacio y silenciosamente. Muchas puertas se aprecian a los lados. La música se escuchaba mínima, pero concentrada. Con cuidado se va aproximando a lo que podía ser la gargante del club. Entró en ella, apreciando como un gran salón aparecía ante sus ojos. Mujeres jugando en las barras eran bendecidas con el dinero que las pervertidas personas, que miraban ansiosos la escena, lanzaban. Las mujeres tocaban poco a poco cada parte de su cuerpo, sin temer ser observadas, sin ninguna señal de pudor. El castaño buscó algo que no pudo encontrar, algún indicio de salida, no quería ser observado, era inexistente ante tal barullo y bullicio que causaban las personas, unido a la música, él no era más que un cuerpo que interrumpía el camino.
De repente, las chicas empezaron a bajar de la plataforma donde segundos antes entretenían a todos los ojos que las observaban. Empezaron a mezclarse entre la multitud restregándose por todos los hombres que habían allí. Después una a una, se fue llevando a quién más le interesaba, desapareciendo por el pasillo, rumbo a las habitaciones. ¿Podría ser esa la clave?
- Oppa ~
Onew se tensó completamente al sentir como las manos de esa persona iban a parar a la cremallera de su pantalón. Una chica se le había acercado por detrás sin que se diera cuenta. Sus manos traviesas intentaron completar su tarea, pero el castaño la detuvo. Suspiró profundamente:
- Bien Onew, llegó la hora de cambiarte de acera por un momento –pensó.
Se dio la vuelta suavemente y posó las manos de la chica en su cuello quedando de frente a ella:
- ¿Aquí? –le preguntó al oído travieso haciendo estremecer a la joven.
- Si oppa quiere podemos ir a una habitación –se acercó a sus labios peligrosamente.
- Un placer entonces –terminó besando a la muchacha que se le insinuaba de tales formas.
El beso fue corto ya que ambos tenían prisa, aunque sus motivos fueran diferentes. La chica lo agarró del brazo y lo arrastró hacia el pasillo. Sacó de su escote una llave, que se correspondía con el número de la habitación en la que se habían detenido. La abrió rápidamente tirando la llave en uno de los sillones de la entrada. El castaño aterrizó rápidamente en la cama empujado por la joven necesitada, la cual, se subió lentamente a la cama restregando su cuerpo contra el de él, haciendo especial hincapié en cierta zona. Onew la recibió pasando sus manos por su espalda acariciándola sensualmente. La chica atacó sus labios sin pesar ninguno, salvajemente y sin descanso. Sin dejarlo de besar, ella bajó su mano hasta los botones de su camiseta, desabrochándolo con agilidad. Se notaba que ya estaba acostumbrada.
Onew tenía que hacer algo al respecto, si lograba quitarle toda ropa, sería difícil hacer uso del líquido que traía consigo, así que decidió tomar las riendas de la situación. Con un rápido movimiento, se posicionó sobre ella, sorprendiéndola. Empezó a besarla con la misma intensidad que ella antes y fue desabrochando la corta tela que cubría su pecho, provocando que se excitara por el contacto. Cuando su parte de arriba había quedado al descubierto empezó a repartir cortos besos por su pecho, mordiendo de vez en cuando provocando que cerrara los ojos de placer. Volvió a subir a su boca, besándola de nuevo, pero esta vez, una de sus manos bajó a cierta zona que hizo a la chica gemir de placer. Continuó con sus besos y caricias y rápidamente, con la mano libre que le quedaba, alcanzó el bolsillo de su pantalón, agarrando el líquido y rociándolo en la cama cerca de su cuello, sin que ella se percatara. Poco a poco fue haciendo efecto en ella, que sin saberlo espiraba tranquilamente. Fue perdiendo fuerza hasta quedar profundamente dormida bajo los efectos del alcohol, si se levantaba por lo menos estaría borracha.
El castaño se bajo de la cama y se abrochó la camiseta. Se dirigió al baño para lavarse la cara. Se sentía sucio. Mientras se miraba en el espejo observó como un pequeño brillo, sobresalía del tubo de papel higiénico. Quitó el royo cayéndose al suelo un pequeño bote, con un líquido rosado. En la tapa había escrita una letra ‘’K’’
Tenía que ser esto sin duda:
- ¿Tae?
- Dime hyung.
- Creo que lo he encontrado.
- ¿Hay algo por fuera escrito?
- En la tapa hay una K.
- Perfecto tiene que ser eso hyung, sal de ahí rápido.
El mayor apagó las luces de la habitación y cerró la puerta. Retrocedió en sus pasos volviendo al final del pasillo, pero algo le detuvo. Había una puerta entreabierta que emanaba un olor terrible. Ese olor… podía ser, ¿sangre? Abrió la puerta encontrándose una escena terrorífica que del susto la cerró inmediatamente, intentando olvidar lo que acababa de ver y se topó con la entrada. Sentados a la izquierda estaban los dos chicos esperando ansioso por él. Se alegraron de verlo salir sano y salvo.
Los dos chicos que se encontraban en la casa suspiraron aliviados. El peliblanco se separó del monitor y se fue al laboratorio, quería preparar lo necesario para que según llegara el veneno comenzar con el antídoto. El menor sonrió alegre al ver al mayor sano y salvo.
El camino de ida fue opacado con el ruido de los coches que pasaban cerca de ellos. El mayor no dejaba de pensar en la última imagen que había presenciado en ese club, jamás volvería a entrar, pero debían hacer algo con aquella situación. Suspiró y miró al suelo. Los otros dos chicos lo miraron y decidieron dejarlo pasar.
La puerta de la casa se abrió, dejando paso ruidos, que hasta ese momento, había sido imperceptible alguno. El menor apareció por la puerta y sonrió:
-Me alegro que estés bien, hyung- dijo sonriendo.
El mayor no pude evitar hacer lo mismo. Levantó la mano mostrando lo que había sido la clave de la operación y se acercó al pasillo que daba a donde se encontraba el peliblanco.
*Toc toc*
- Adelante- dijo una voz.
El castaño entró, viendo como el moreno le daba la espalda, mirando una mesa metálica. Se acercó a él, pudiendo observar como colocaba unos extraños líquidos.
- Toma, aquí lo tienes- le dijo en una sonrisa.
El peliblanco lo cogió y le sonrió:
- Me alegro que todo haya ido bien- dijo antes de continuar con su labor.
El mayor sin escuchar más y sin decir más salió de la habitación. Su silencio era suficiente para entenderse entre ellos.
El peliblanco no perdió el tiempo y comenzó a crear la cura de aquel veneno.
El salón se encontraba en silencio, entró en él, pero sin quedarse, pues su destino era el baño. Se adentró y se miró en el espejo. Suspiró. Se sentía sucio y despreciable, no quiso hacer aquello, pero no le quedó de otra. Se miró al espejo, pudiendo verse el rostro, y su cuello, tenía una marca que tenía futuro, se iba a poner rosácea:
- Maldita sea- susurró.
Bajando más por su cuello, llegando a su clavícula cayó en la cuenta, algo faltaba, algo no estaba donde debía estar. Se tocó el cuello un par de veces. Miró en sus bolsillos, en cualquier lugar, pero no estaba. Tragó difícilmente y tomó aire. Salió del baño:
- ¿Qué pasa hyung?- preguntó el alto, el cual observaba como el mayor salía agitado del baño.
- No tengo mi colgante- dijo agitado.
- ¿El que te regalaron tus padres?- preguntó el rubio ahora interesado.
El de sonrisa amable asintió angustiado:
- Tengo que ir a buscarlo- dijo muy serio.
- Ni se te ocurra- dijo el alto entrometiéndose entre él y la puerta.
El mayor pestañeó varias veces. Suspiró:
- Tienes razón- dijo con la cabeza agachada-. Es solo un colgante.
El alto asintió y apoyó su mano en el hombro, apoyándole ante todo:
- No te pongas triste, hyung- le dijo el rubio-. De verdad que lo siento.
Después de aquellas palabras todos se fueron a hacer algo. El rubio a preparar algo de comer, estaba hambriento. El menor seguía en su ratonera de cables. El alto se encontraba en el asolado patio corriendo un poco a pesar de ser de noche, le encantaba correr a esas horas. El peliblanco continuaba en su sitio, sin dar señales de vida. El mayor miraba impaciente para todos lados, esperando no ser pillado por ninguno, con un movimiento mínimo, abrió la puerta y pasó en ella. Miró por última vez el lugar y tomó aire. Soltó la puerta en un despiste, dejando que esta hiciera ruido al cerrarse. Ante el ruido el felino, el cara rana y el menor, se asomaron, pudiendo ver como el mayor no estaba. En sus ojos se mostraba el terror. El rubio ni se lo pensó, persiguió al alto, que corría por la oscura noche, en busca de aquel que era el mayor de todos. El menor miró ensimismado la escena. No sabía qué diablos hacer. Corrió por el pasillo, deteniéndose ante la gran pantalla que dejaba ver los lugares del club. Pudiendo observar cómo minutos después, el mayor entraba por la puerta principal.
Onew avanzó por el conocido pasillo nuevamente buscando la puerta correcta. La verdad es que si no fuera por el número, podría ser cualquiera. Siguió contando… uno tras otro… estaba seguro de que era por aquí:
- Aquí está –susurró para el mismo.
Se sorprendió de que hubiera podido abrir la puerta, al parecer no la habían cerrado aún. Entró despacio por si había alguien, pero solo estaba él. Revisó la cama en busca de su recuerdo, pero no lo encontraba por ahí. Fue al baño a revisar, por si se le había caído allí, pero tampoco dio con él. Estaba muy nervioso, entre que había vuelto y que no lo encontraba, desde luego si salía vivo, era un milagro.
Revisó toda la habitación sin éxito alguno. Cansado se sentó en el borde de la cama y agachó la cabeza decepcionado. Lo había perdido para siempre. De repente algo brilló en la oscura alfombra bajo sus pies. Estiró su mano alcanzándolo. Sonrió inmediatamente. Al final no lo había perdido. La guardó en el bolsillo y se levantó de la cama. Cuando casi estaba a punto de traspasar la puerta, un brazo lo agarró del cuello, volviéndolo a meter en la habitación:
- Hola oppa~ -le susurró en el oído una voz conocida.
- ¿Tú eres la chica de antes? –se estaba asfixiando y la chica parecía tener una fuerza sobre humana.
- No sé como lo hiciste, pero a mí nadie me engaña –rió maliciosamente.
- ¿Qué me vas a ha…
Al final lo había conseguido. La mujer con un rápido movimiento había conseguido clavarle la aguja en el pecho, justo en el corazón. El castaño tenía los ojos abiertos desmesuradamente. Se quedó inmóvil procesando su final. La mujer soltó al joven que cayó al suelo inmediatamente, llevando sus manos al pecho. Un dolor muy puntiagudo se cernía sobre su cuerpo, paralizándolo por completo. Su cuerpo no respondía. Ella se agachó a la altura de él y le arrancó la camiseta, plantándole un lindo beso en la marca que había dejado la aguja.
El maknae lo había visto. Lo había presenciado todo. Tenía los ojos abiertos enormemente. No se movía. No lo procesaba, o no quería hacerlo. De repente sus ojos se empezaron a entrecerrar, cristalizándose. Se llevó la mano a la boca y por fin, el suceso había llegado a lo más profundo de él. No tardó ni un segundo, en derramar sus amargas lágrimas. Su hyung… ¿por qué? El dolor recorrió su cuerpo libremente, instalándose en el corazón, profundizando las heridas. Estaba temblando y no sabía qué hacer. Lloraba a mares y nada podía detenerlo… tenía que decírselo cuanto antes. Su cuerpo tardó unos minutos en responder a la acciones que conseguía enviar al cerebro. Se levantó de la silla dirigiéndose al pasillo. Todo su cuerpo temblaba, no tenía pulso ni casi equilibrio, por lo que tuvo que apoyarse en las paredes del pasillo para no caerse. Un fuerte mareo empezó a hacer acto de presencia. Siguió como pudo hacia su habitación. Tenía la vista borrosa y le dolía mucho el pecho.
Levantó la mano para poder tocar en la puerta del peliblanco cuando este le sorprendió saliendo de ella:
- Tae… ¿qué pasó? –se asustó el moreno- ¿dónde está el resto?
- Hyu… -no podía terminar las palabras, el llanto se lo impedía.
- ¿Qué te pasa Taemin? –le cogió de los hombros- Estas temblando… -lo recorrió con la mirada de arriba abajo.
- Hyung… Onew… se… Key…Minho… fue… -no podía articular palabra.
- Me estás asustando, ¡¿Qué pasó?! ¡¿Dónde están Tae?!
- Hy-ung… yo… -no podía.
El mayor estaba aterrado, ¿qué había pasado? ¿Por qué estaba en ese estado el pequeño? Jonghyun vio la puerta de su habitación abierta y se dirigió a las pantallas, tal vez, podía descubrir algo. Observó todas las imágenes que mostraban las cámaras. Visualizó a Minho y a Key que llegaban a la puerta del club y… ¿dónde estaba Onew? ¿Y qué demonios hacían allí? Observó detenidamente cada una de las secuencias y por fin lo encontró:
- No puede ser… -abrió los ojos.
El moreno apretó los puños con la ira circulando por todo el cuerpo. Intentaba contener su enojo que se escapó de su cuerpo en forma de lágrimas. Lo habían pinchado con la droga al final y ahora estaba agonizando en el suelo. Debía controlarse y mantener la calma. Un médico debe mantener la cabeza fría:
- ¡Minho! –le gritó.
- Hy-un… -dijo nervioso.
- Lo han pinchado.
- ¡¿Cómo?!
- ¡¡Tienes que traerlo inmediatamente!!
- Hyung…
Minho lo notó, su hyung también estaba nervioso:
- Enseguida –prometió.
De repente Jonghyun oyó un ruido proveniente del pasillo. Salió a mirar y se encontró con el pequeño de rodillas en el suelo, agarrándose el pecho y llorando. El maknae empezó a toser fuertemente, mientras ahogaba unos quejidos de dolor:
- ¡Taemin! –se acercó corriendo a él.
Lo cogió por los brazos y lo apoyó en la pared, obligándolo a que lo mirase. El mayor pudo notar, otra vez… ese dolor en sus ojos. Se había abierto una herida. El pequeño temblaba más notoriamente y su respiración estaba descontrolada:
- Tae respira hondo, por favor. Intenta tranquilizarte.
Hubiera dado lo que fuera porque lo que estuviera pasando no fuera real:
- Tae, mírame –le acarició la mejilla dulcemente.
El menor había dejado de respirar correctamente, se estaba ahogando y seguía tosiendo sin parar:
- Hy-ung… -logró articular- va a morir…
- No permitiré que eso ocurra pequeño, pero necesito que te tranquilices –el peliblanco estaba perdiendo el control.
El menor tenía cada vez la vista más nublada. Algo le perforaba el corazón y el oxígeno no le llegaba totalmente a los pulmones. Las lágrimas saladas seguían bañando su cara y su cuello. Taemin agarró la mano de Jonghyun como pudo y la apretó con la poca fuerza que le quedaba:
- Me duel-e hy-ung… -dijo en un hilo de voz.
El moreno se estaba aguantando la bomba de sentimientos en su interior. Se levantó rápidamente hacia su habitación, abriendo unas de las gavetas de la estantería dónde guardaba multitud de frascos, encontrando el indicado. Cogió de su mesa una jeringuilla nueva y la preparó para suministrarla, volviendo velozmente con el pequeño que yacía en el suelo. Se agachó levantándolo en brazos y lo llevó a la cama:
- Tae, dame el brazo.
El menor se fijó en la aguja que llevaba el peliblanco, resistiéndose a que lo pinchara. Le tenía miedo:
- Por favor –le suplicaba- si no lo hago, podrá pasar algo malo –se mordió el labio de la impotencia. Primero el mayor y ahora el pequeño cargaba con las consecuencias. Desde luego que estaba cabreado.
Taemin accedió a extenderle el brazo. Confiaba en él plenamente:
- Sé que es difícil, pero necesito que te relajes –le acarició la frente.
Él obedeció como pudo. El moreno le buscó la vena y le pichó rápidamente para no hacerlo sufrir más. Este no era el único ataque grave de ansiedad que le daba al pequeño, por lo que esperaba que el nuevo medicamente en el que estuvo trabajando meses atrás, surtiera efecto más rápido. El maknae empezó a estabilizarse poco a poco, cerrando lentamente los ojos y cayendo en un profundo sueño. Le besó tiernamente la frente y se levantó con rapidez hacia su laboratorio:
- Onew… –susurró con la impotencia retenida.
¿Conseguiría salvarlo? Apenas había recibido el antídoto un par de horas atrás. Aún le faltaba un poco pero era la parte más difícil del proceso. Jonghyun se paró enfrente de la mesa de metal dónde yacía el experimento. Cerró sus puños con fuerza y sus ojos no resistieron más. Las lágrimas lo acompañaban. ¿Y si no era capaz de terminarlo? ¿Y si no salía bien? ¿Y si no era efectivo? ¿Y sí…?
- ¡Maldita sea! –golpeó la mesa.
Intentando enfriar su mente, retomó la creación del antídoto con velocidad. No tenía tiempo, de él, dependía la vida de su amigo y un fallo, podría cambiarlo todo:
- ¡Hyung! –gritó la conocida voz del rubio.
Por fin había llegado:
- Tráiganlo al laboratorio.
Los menores obedecieron las órdenes inmediatamente y lo depositaron en la camilla. El moreno seguía trabajando arduamente:
- Key, conéctalo a la máquina –le indicó.
Gracias al pequeño cursillo que una vez les proporcionó a ellos, podían ayudar en la medida de lo posible. El médico se dio la vuelta, ajustando los niveles y mostrándose el débil pulso de castaño:
- Aún tenemos tiempo –dijo apurado.
- Minho cuando la onda pase por este valor avísame inmediatamente. Key, quédate aquí –lo situó cerca de la mesa donde trabajaba hace segundos- esta sustancia tiene que reaccionar con esta y cambiar de color, cuando veas que aparece un tono amarillo verdoso, me avisas.
Se acercó al cuerpo del castaño. Le terminó de quitar la camiseta que llevaba puesta, quedando al aire libre el asqueroso beso en su pecho:
- Dios, en el corazón… tenemos que darnos prisa –susurró para sí mismo.
- ¡Hyung! Acaba de bajar a ese nivel.
- ¡¿Cómo?!
No podía ser. La droga no tendría por qué actuar tan rápido. Esto se estaba volviendo peligroso. Solo faltaban minutos para que el castaño perdiera toda esperanza de vida:
- ¡Key! ¿Aún no?
- ¡No hyung!
El tiempo pasaba peligrosamente. Cada segundo podía ser el definitivo:
- ¡Hyung! Cada vez más abajo.
El moreno estaba rezando a todos los cielos que por favor se diera prisa:
- ¡Hyung! Está llegando al mínimo.
- ¡Maldita sea!
Las cosas no podían acabarse de esta manera. No así:
- ¡Ya ha cambiado de color! –alertó el rubio.
- ¡Por fin!
El peliblanco cogió el resultado, mezclándolo con otros más, obteniendo algo verdaderamente extraño. Todo estaba listo. Preparó la aguja rápidamente y se dirigió al pecho del mayor. Justo antes de pincharlo, el pitido se hizo sonoro:
- Se acabó –sentenció el moreno.
El médico se quedó paralizado, pero reaccionó rápidamente inyectándolo en la vena que podría alcanzar su objetivo más rápido:
- Hyung, se acaba de morir… -susurró el alto.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 8]
CAPÍTULO 8
Jonghyun se mordió el labio impotente y soltó la aguja cuando terminó de suministrarle el antídoto:
- Hyung, dime que no es verdad –el rubio rogaba.
Ante el silencio del moreno, al menor se le cristalizaron los ojos al igual que al alto:
- Chicos salgan de aquí –les pidió el mayor.
- P-ero…
- He dicho que salgan –los miró a los ojos.
Estos obedecieron sin más. Todo se había acabado. Empezó a recoger las cosas y a ordenar el lugar evitando mirar el cuerpo de su compañero:
- Tae… lo siento.
Se sentó en la silla para terminar de guardar el posible antídoto en un frasco. Lo etiquetó y lo puso en la estantería con el resto de los otros. Se acercó pesadamente a la camilla y justo cuando iba a desconectar el aparato, oyó algo. Se quedó quieto en el sitio, volviéndose a repetir. Miró la frecuencia de ondas. Estaba aumentando. Él abrió los ojos notablemente. ¿Sería posible? De alguna forma estaba reviviendo. Había funcionado definitivamente. La alegría recorrió su ser, al saber que lo había realizado con éxito, después de todo.
La habitación se encontraba en un silencio sepulcral, solo dos hombres se podían ver en ella. Uno se encontraba echado en una camilla, mientras su corazón retomaba el ritmo, en cambio el otro escribía sobre unos papeles.
El castaño comenzó a moverse poco a poco, llevando sus manos a donde escondía su colgante. Sonrió al ver que lo tenía en él y suspiró. Su cuerpo se sentía mucho mejor, pero aún cansado y débil.
El peliblanco no prestó atención al chico y continuó escribiendo en los papeles la información y todo lo que hizo para conseguir el antídoto.
Un movimiento se hizo por parte del otro, el cual se levantaba despacio y sin causar ruido, no quería molestar al peliblanco, que parecía estar bastante consumido en aquellos papeles. Se levantó con un mínimo de dificultad, después de unas pequeñas veces de casi caerse, consiguió mantenerse en pie, ya estaba mejor. Se quitó la intravenosa de suero y comenzó a caminar hacia la puerta, estaba sediento. Entonces lo oyó, el castaño tropezó con sus propios pies, causando un ruido. El moreno alzó la mirada. Sonrió al verlo bien, sonrisa que duró muy poco, puesto que segundos después se levantó de su asiento y se acercó al mayor, el cual lo miraba sin comprender nada. Sus rostros estaban muy próximos, el de sonrisa amable no comprendía nada. Se sorprendió al ver que el menor lo agarraba por el cuello de la camisa y lo apoyaba a la pared:
- ¿¡Estás loco!?- le preguntó alzando la voz.
El castaño no podía decir nada, su boca formaba una perfecta 'o'. El peliblanco era muy pacifista, jamás lo había visto así:
- ¿Loco?- dijo el de piel más clara saliendo de su trance.
- ¡Te dije que no te arriesgaras! ¡Pero lo hiciste a pesar de mis advertencias!- le gritó entre dientes.
El mayor cada vez era más oprimido contra la blanca pared, estaba muy débil como para poder detener a su dongsaeng:
- No hice nada malo, solo fui a buscar lo que es mío- dijo el líder egoístamente.
El peliblanco ante su respuesta chistó molesto, estaba a punto de estallar:
- ¿¡Por qué no piensas en los demás!?- le volvió a gritar.
- Porque da igual si me ocurre algo, nadie se preocupará por mí- dijo en un susurro.
Ante aquello la sangre del peliblanco hirvió:
- ¿¡Cómo puedes decir eso!?- dijo alzando más la voz-. ¿¡Sabes lo qué tuve que hacer por tu culpa!? ¿¡Lo sabes!?- le volvió a preguntar.
El mayor no comprendía nada:
- No...- musitó.
- ¡Tuve que pinchar a Taemin porque estaba teniendo un ataque de ansiedad!- le gritó.- ¡No entiendo cómo puedes ser el mayor!
El castaño se mordió el labio, lo que había colmado la gota había sido lo del menor.
La mano del menor se alzó, con una extravagante velocidad se iba acercando al mayor, cuando un grito lo impidió continuar, deteniéndose antes de que éste tocara la cara del de sonrisa amable, el que tenía los ojos cerrados, vencido por su menor.
El peliblanco suspiró:
- ¡Hyung!- gritó nuevamente el rubio.
Los dos chicos restantes veían la escena aterrorizados. El peliblanco soltó al mayor, pero no sin antes clavar la mirada en él.
El alto se acercó al de sonrisa amable, para ver como se encontraba:
- Estoy bien, estoy bien- dijo con una sonrisa cansada.
El rubio, después de escuchar la contestación del mayor se acercó al peliblanco, el que había salido de la habitación sin pararse a mirarlo. Lo vieron salir de la casa, quitándose antes su bata, la que tiró sobre el sofá. El chico aceleró el paso y salió por ella, topándose con el mayor:
- Hyung, para por favor- le dijo el felino.
El peliblanco se detuvo:
- ¿Qué quieres, Key?- preguntó molesto.
- ¿Por qué hiciste eso?- le preguntó sin alzar un poco la voz.
El peliblanco chistó y suspiró, se volteó y lo miró:
- Él sabe porque lo hice- dijo molesto.
Después de decir aquellas palabras, se volteó y tomó rumbo al lado contrario de la casa, dejando allí a los demás preocupados por lo ocurrido, a pesar de que él no era una excepción.
El castaño tomó aire y entró en la habitación. Buscó al menor con la mirada, el cual lo encontró acostado en la cama. Se acercó a él, el tranquilizante ya no debía de estar haciendo efecto. Se sentó a su lado y lo zarandeó un poco, ocasionando que éste abriera los ojos poco a poco:
- ¿Hyung…?- preguntó en un susurro aún inconsciente.
Bostezó y se movió para los lados, estirándose. Volvió a mirar al de sonrisa amable y se quedó en silencio. Poco a poco una sonrisa se formó en su rostro:
- ¡Hyung!- dijo emocionado dándole un fuerte abrazo.
El mayor no se hizo de rogar y le contestó:
- Lo siento pequeño- le dijo acariciando su espalda-. De verdad que lo siento mucho- volvió a repetir.
El menor sonrió y lo abrazó más fuerte, estaba vivo:
- Voy a buscar a Jonghyun-hyung- dijo separándose del mayor alegre-. Tengo que darle las felicidades por su increíble trabajo con el antídoto.
El mayor al oír sus palabras se quedó callado, formando una perfecta línea con sus labios. El maknae no comprendía la razón del porqué de su comportamiento:
- ¿Qué ocurre hyung?- preguntó.
El castaño mayor subió la mano a su nuca:
- Jonghyun salió- murmuró.
- ¿Cuándo se fue?- preguntó un tanto incómodo el menor.
- Hace como tres horas...- masculló en voz muy baja.
El joven escuchó perfectamente sus palabras, pues ante aquello su semblante se quedó inexpresivo, para dejar después paso al notable dolor en él.
Se levantó a gran velocidad de la cama, corriendo hacia la calle.
*¿Qué te pasa hyung?*
Sus pasos eran largos y rápidos. Recorría las calles sin rumbo y sin dirección. Sus frías y duras lágrimas salían de sus ojos, bailando en un divertido juego en sus rosadas mejillas por la carrera tan repentina.
¿Miedo? Tenía miedo. No quería que se marchara, no otra vez, no quería que se fuera, no quería que lo dejara, no quería que lo abandonara, no lo quería, no otra vez.
Sintió como su rostro se iba mojando, incómodo ante aquello elevó la mirada al cielo, pudiendo ver como la lluvia iba a caer sobre él. Pocos segundos después ya estaba mojado, sus lágrimas no eran notorias.
Se sentía mal, cansado, derrotado, pero a pesar de ello no iba a detenerse. El suelo estaba mojado por culpa de ello tropezó yendo a parar al suelo, desperdiciando sus ropas y creando quemaduras en su piel. Ante la caída chistó molesto y agachó la cabeza. Le dio al suelo un golpe certero con su puño. Ante aquel golpe las lágrimas salieron más dolorosas, más lastimadoras, sacando a flote recuerdos, momentos vividos. Agachó su cabeza al suelo y llenó el lugar de suspiros, se encontraba solo en la carretera, acompañado de la lluvia y la oscuridad de la noche.
Las gotas se acentuaron más:
- ¡No me abandones!- vociferó con todos sus sentimientos, con todo el temor de su interior.
Los minutos pasaban lentos y eternos y él continuaba allí, se había quedado clavado en el suelo. La lluvia no se detenía, es más aumentaba.
De repente levantó la cabeza y levantó su cuerpo:
- No me voy a dar por vencido- murmuró a duras penas.
Comenzó a recorrer de nuevo todos los alrededores, pero no lo encontraba, cosa que lo único que causaba era más y más inquietud en su ser. Después de seguir corriendo y corriendo se fijó en un extraño camino que había al lado de una casa vieja y descuidada, que comparada con las que había en los alrededores... Miró el camino de tierra y sin dudar un momento se adentró en él. Cuando más avanzaba más inclinado. A pesar de ello llegó, consiguió subir esa gran pendiente, la cual dio a la boca de un pequeño tramo de árboles. Los pasó vigilando cada milímetro de ello. Al terminar observó como un amplio prado se extendía ante sus ojos. La hierba le llagaba un poco más arriba de los tobillos. Miró al frente viendo algo realmente raro, pero raramente familiar.
[Flash Back]
El pequeño se encontraba sentado en su cama como tantas otras noches. Tenía su espalda apoyada en la fría pared y las rodillas acogidas en su pecho por sus brazos. Miraba hacia la ventana y el frío paisaje que se podía ver a través de ella. La luna hoy no le hacía compañía. Pero le daba igual, solo quería que él viniera como cada noche. Solo así se sentiría acogido y podría apaciguar su dolor, por una noche más:
- Hyung… ¿dónde estás? –susurraba en voz baja.
Soltó un largo suspiró apoyando su frente en sus rodillas, para segundos después, oír el chirrido de la puerta. Levantó la cabeza lentamente temiendo que no fuera al que esperaba:
- Ya estoy aquí Tae –le sonrió cálidamente.
- ¡Hyung! –sonrió ampliamente.
- Siento haber tardado, es que estaban vigilando los pasillos más de lo normal.
El mayor se sentó al lado del pequeño invitándolo a apoyarse en su pecho. El castaño se acomodó entre sus brazos y se recostó apoyando sus frías mejillas en su cuello:
- Tae, ¿tienes frío? –se preocupó al sentir el rostro del menor.
- Ya no hyung.
Jonghyun acariciaba dulcemente el cuerpo del más joven para hacerlo entrar en calor. Empezó a tararear una suave melodía que envolvió toda la habitación. Poco a poco sentía como la respiración de Tae se iba volviendo más pausada y tranquila. Se había dormido ya. Lo cogió en brazos y lo recostó en la cama tapándolo con la manta. Esta noche hacía frío. Le depositó un tierno beso en la frente y le sonrió por última vez.
Sí. Esa iba a hacer su última noche allí. Después de tanto tiempo, por fin había encontrado la manera de salir. Fue cerrando la puerta con cuidado y observó por última vez a su pequeño:
- Tae… perdóname. Perdóname, por no ir mañana a despertarte. Perdóname, por no volver a arroparte todas las noches. Perdóname por no despedirme correctamente…perdóname por dejarte solo… perdóname hasta que vuelva…
Había grabado en su mente, estos últimos días, todas las expresiones del maknae, todos los momentos que habían pasado juntos y se había comido la cabeza un montón de veces, pensando en si esta era la decisión correcta. Esperaba no arrepentirse, simplemente lo quería y por eso estaba haciendo esto. Cerró la puerta silenciosamente y como una sombra más en el oscuro orfanato, desapareció esa noche en el que la luna, no vigilaba el cielo:
- Perdóname…
[Fin Flash Back]
Se aproximo a aquello que lo inquietaba, sonriendo y no pudiendo evitar soltar más lágrimas. Fue tal la alegría que se tiró a sus brazos, provocando que el mayor se sorprendiera y se pusiera en alerta, pero ante el tacto de aquel cuerpo, bajó la guardia y lo abrazó. El pequeño no quería soltar al moreno, solo quería sentir su calor, sentir que estaba con él, que nunca lo abandonaría. El peliblanco recorría la espalda del menor para tranquilizarlo, mientras en su oído solo soltaba un pequeño 'Shhhh...'
Después de encontrarse así indefinidamente el mayor se puso bien al igual que el menor, el cual se sentó al lado del mayor y apoyó su cabeza en el regazo de éste. Se hizo bolita y cerró los ojos, como en los viejos tiempos. La mano del mayor recorría su torso para calentar al frío cuerpo.
La lluvia poco a poco disminuía en un armonioso juego con los sentimientos del menor, dejando ver una pequeña y mínima neblina a lo lejos, en la parte poblada:
- No te vuelvas a marchar así- dijo el menor en un suspiro.
- Lo siento, pequeño- contestó el mayor acariciando sus cabellos.
El castaño tomó aire:
- Pensé que me ibas a dejar- susurró lo suficientemente audible, llegando así a los oídos del mayor.
- No lo haré más- le dijo igual.
- Prométemelo- le dijo ahora mirándole a los ojos.
El peliblanco suspiró y sonrió tristemente:
- Algún día te dejaré, y no será porque quiera- dijo aún con la sonrisa fingida.
Ante aquellas palabras el menor se sintió vacío y destruido:
- No, vas a estar conmigo siempre, hyung- dijo el maknae en una fingida sonrisa de confianza-. Nada ni nadie nos separarán, lo sabes, estaremos siempre juntos.
Una lágrima salió de sus ojos, la que al momento desapareció entre los dedos del mayor:
- No niegues la realidad, Taeminnie- le contestó.
El pequeño ante aquello rompió en llanto, llorando más y más cada vez que sentía como el mayor acariciaba su mejilla para que se tranquilizara. El peliblanco continuaba con una sonrisa en el rostro, una sonrisa verdadera. El castaño ante aquella cálida sonrisa solo pudo sentir más y más pena en él.
*Nunca me vas a dejar. No me dejes solo otra vez*
Los primeros rayos del sol, se colaban ya por la ventana de aquel laboratorio en el que se encontraban todos reunidos. El especialista se encontraba elaborando una nueva sustancia mortal. Una capaz de matar al instante y de no dejar rastro. Parece complicado, ¿verdad? Pero para el peliblanco era muy fácil:
- Hyung… ¿estás seguro de que no corremos peligro aquí dentro? –preguntó el rubio sobresaltándose a cada evacuación que soltaba el experimento al pasar del tubo de separación al tubo de ensayo.
- Nos os pasará nada, relajaos.
El felino suspiró:
- ¿Cuánto le queda hyung? –preguntó el maknae.
- Primero tienen que separarse estas sustancias –dijo señalando ambos colores- y después tienen que hervir con esta otra, así que calculo una media hora.
- ¿Cómo lo haremos? –preguntó el alto.
- Sencillo, necesitaremos el gas y ratones –declaró el líder.
- ¿Ratones? - preguntó el rubio asqueado.
- Por lo que nos ha dicho Jonghyun, el gas en cápsula se activa cuando se somete a un mínimo de presión, ¿correcto?
El peliblanco asintió expectante:
- Alguien tendrá que colarse por los conductos del aire y colocar las cápsulas que serán perfumadas con queso.
Soltaremos a los ratones que serán atraídos hasta las capsulas, accionando el gas y masacrando el lugar.
- Fácil entonces. Yo lo haré –dijo Minho decidido.
- ¿Estás seguro? –preguntó el moreno mientras mezclaba las sustancias listas para calentar.
- Sí -asintió roncamente.
Una vez terminado el gas, el maknae dirigió a Minho a su habitación para indicarle el recorrido:
- ¿Ves este callejón? –le señaló.
- Sí –asintió.
- Pues ahora mismo hay tres cajas debajo del respiradero del local, tienes que desatornillarlo y entrar por ahí. Una vez dentro, hay cuatros puntos clave. Te guiaré por esta red de conductos y los dejarás en cuanto veas la rejilla. Recuerda que debes rociarlas con queso.
- Está bien – dijo estudiándose un poco el mapa.
- ¡Chicos ya está listo! –gritó el líder.
Los dos jóvenes se levantaron para prepararlo todo. Esto sería cuestión de rapidez:
- Hyung, ¿me oyes? –preguntó el pequeño observando como el mayor ya iba llegando al club.
- Perfectamente.
- Tienes que darte prisa antes de que puedan llegar clientes, ¿Entendiste? –avisó Jonghyun.
El alto aceleró el paso hasta su objetivo. Llegó al callejón sin problemas e intentó visualizar las cajas que le había dicho Taemin:
- Tres cajas… -observó la basura amontonada allí- ahí están.
Se subió a ellas comprobando antes de que fueran estables. Sacó del bolsillo la herramienta necesaria para desatornillar la rejilla y la tiró entre las bolsas de basura para que al caer no sonara. Miró hacia ambos lados asegurándose de que nadie lo veía. De un pequeño salto se subió colándose por el estrecho pasadizo cual ratón. Iba reptando por aquellos conductos hasta que oyó la voz del menor:
- ¡Para! ¿Ves esa salida de luz? Da a una habitación en la que hay gente. Tienes que tener cuidado hyung –le advirtió.
- Intentaré pasar sin hacer ruido.
Y consiguiéndolo con éxito, prosiguió su camino. Tras un par de desviaciones indicadas por el pequeño, logró llegar hasta los cuatro puntos clave, siguiendo el plan a la perfección. Reptó de vuelta a la salida bajándose otra vez del conducto apoyándose de nuevo en las cajas:
- Bien hyung ahora suelta los ratones para que hagan el resto y sal de ahí rápido.
El mayor obedeció y sacó a los pequeños roedores soltándolos para que avanzaran por allí dentro. Solo hacían falta cuatro, pero él soltó cinco. Cuando volvió a atornillar la tapa, salió inmediatamente de allí.
Una vez hecha la parte de Minho, el líder salió de la habitación del menor y cogió su móvil:
- ¿Sí?
- Soy yo –dijo amablemente.
- ¡Onew-hyung! ¿Cómo estás?
- Bien, ¿y tú?
- Bueno, ya sabes lo de siempre.
- No te preocupes.
- Siempre decís lo mismo, pero no puedo evitarlo.
- Bueno, sabes perfectamente como yo, que cualquier día moriremos, así qué…
- Hyung no digas esas cosas –su tono había disminuido.
- Está bien, lo dejaré ahí –suspiró- dentro de diez minutos, un local será intoxicado.
- ¿Vuestra culpa no?
- Sí –sonrió ante la evidente pregunta y su respuesta.
- Está bien, esperaré a ver si nos llega un aviso de emergencia y si no, tendré que actuar de nuevo.
- Suerte.
- Gracias hyung y cuídense.
- Tú también.
A los pocos minutos, el alto llegó completando la misión:
- Bien hecho Minho –le felicitó el peliblanco.
- Gracias hyung –sonrió agradecido.
- ¡Hyungs! –gritó el menor.
Todos acudieron nuevamente al cuarto del menor y observaron como los ratones accionaban el gas venenoso. Poco a poco se fue colando por los respiraderos de los pasillos acaparando todo el club sin darle tiempo alguno a los presentes de poder dar más de tres pasos. Todos cayeron uno tras otro, muriendo en el acto. Los cinco hombres sonrieron satisfechos. Otra basura menos.
Mientras tanto en la comisaría, el cuerpo civil de policías se preparaba rápidamente ante la sonora alarma que retumbaba en los oídos de todos:
- Donghae-hyung, ¿voy yo también? –preguntó el moreno.
- Sí Kai, avisa a Sungming y a Kyunhyun de que se dirijan inmediatamente al local. Tú vendrás conmigo.
- ¡A la orden hyung!
Todo era un caos cuando sonaba la alarma. Rápidamente el departamento quedó vacío, saliendo enfilados los coches patrulla hacía el lugar. Llegaron rápidamente al lugar indicado:
- Parece que el gas se ha disipado ya –le informó Kyuhyun al jefe.
- ¿Tan rápido? Eso sería imposible.
- Nosotros pensamos lo mismo, pero hace un rato entramos para verificarlo –continuó Sungming.
- ¿Encontrasteis algo?
- Nada. Solo los cadáveres de los que esta ba dentro.
- Bien. ¡Kai! –le llamó- vamos a entrar.
- Sí hyung –fue detrás de él.
Ambos se adentraron en el lugar cuidadosamente de no dejar huella. Si no fuera por las víctimas, nadie diría que hubo un asesinato. Revisaron todo lo que estaba a su alcance. Observaron que había cuatro agujeros del techo y cuatro ratones muertos bajo los conductos:
- ¿Ratones? –se cuestionó el jefe.
- ¿Por qué usaría ratones?
- Parece ser que la causa está en los conductos de ventilación. Hay… -contó mentalmente- cuatro agujeros con cuatro ratones exactamente –entrecerró los ojos.
- Perdona hyung, pero hay cinco. ¿Aquello que está detrás de los libros del mostrador no es una cola? –señaló.
- Vayamos a ver.
Los dos agentes se acercaron a dónde había visualizado el animal:
- Efectivamente Kai –dijo cogiéndolo del rabo- ¿eh? –se extrañó.
- ¡Hyung! El ratón tiene un sobre en la boca –se sorprendió también.
- Qué extraño.
El jefe cogió el sobre y lo examinó por fuera. No ponía nada. Solo blanco. Lo abrió poco a poco, encontrándose con una tarjeta ya bastante conocida:
- ¡Maldita sea! ¡Otra vez ese tipo!
- ¡Hyung cálmese!
- ¡¿Cómo quieres que me calme Kai?! ¡Ese tipo o quién sea se divierte a mis espaldas! ¡Se ríe en mi cara! –estaba realmente enfadado.
Al menor le daba miedo estar cerca de él en esos momentos. Era una buena persona, pero cuando se enfadaba, lo bueno, se quedaba muy atrás:
- Tranquilo, algún día los pillaremos.
- Eso seguro y también al infiltrado que hay entre nosotros.
Kai se tensó inmediatamente. Solo de pensar en ese tema, le entraban escalofríos. ¿Qué podrían hacerle a alguien por infiltrarse en la policía?
[Flash Back]
Ya había pasado más de una semana desde que el moreno había partido del lugar. Él lo sabía. Lo había dejado solo. Lo había abandonado. Desde aquella noche, no había vuelto a pisar el exterior. Se había encerrado en su habitación por el miedo que volvía a tener. No había comido nada. No asistía al comedor cuando avisaban a todo el mundo para comer. Había perdido un poco el color. Estaba débil y sus ojos no paraban de llorar día tras día. Ya nunca volveríamos a ver ese brillo en sus ojos cuando estaba con él. ¿Por qué se había ido? ¿Por qué lo dejó solo en aquel lugar? En aquella… horrible prisión. Eso es lo que era el orfanato, una maldita prisión.
Cogió la manta de la cama y se envolvió con ella. Se acercó a la ventana lentamente para no caerse, ya ni podía caminar bien. La abrió con dificultad y se asomó de nuevo. Noche tras noche se quedaba esperando el regreso de su hyung. A veces se quedaba dormido en la ventana, pero él nunca volvía:
- ¿Por qué hyung? –las lágrimas volvían a mojar su rostro- ¿Por qué te fuiste? ¿Entonces todo era mentira? Eso que me dijiste aquella vez, de que estarías siempre conmigo… ¿también era una mentira verdad? Yo te quería hyung, yo te creí cuando dijiste que permanecerías junto a mí siempre. Que siempre me protegerías, y-o –las lágrimas no lo dejaban seguir- en verdad, lo creía. –Apoyó ambos brazos en el borde de la ventana y apoyó su cabeza dejando que las estrellas fueran testigo nuevamente de su dolor.- Hyung… vuelve… por favor. Tengo miedo otra vez. No quiero que la gente se acerque a mí, les tengo mucho miedo.¿¡Dime por qué!? –gritó a pleno pulmón deslizándose por la ventana hasta quedar acostado en el suelo.
Otra noche en vela. Otra... sin poder dormir. Tenía demasiado miedo como para dormirse. Empezó a tararear con voz muy débil, la canción que cada noche le cantaba su hyung antes de dormir. Esa con la que solo escucharla se dormía, pero que ahora no hacía más que apuñalar su corazón. Pasó toda la noche llorando, ¿cuántas iban ya? Había perdido la cuenta. Los rayos del sol lo alumbraban en la misma posición en el que lo había acogido la luna. Pronto sería la hora de…:
- ¡A comer todo el mundo! –se oía el ruido con una campana de fondo.
Cuando todos habían bajado a desayunar, se oyeron unos murmullos detrás de su puerta:
- ¿Será aquí? –preguntó una voz grave.
- Hemos estado vigilando desde hace una semana y no sale nadie.
- A lo mejor no nos hemos fijado bien.
- ¿Tienes la llave?
- Sí.
- Pues vamos a ver.
El menor empezó a temblar, ¿lo habían estado vigilando? ¿A que se referían? ¿Y por qué? No quería que entraran, no quería ver a nadie y mucho menos, no quería tener contacto con nadie. Sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas de nuevo. Poco a poco se oyó el ruido de la llave abriendo el seguro de la puerta que había estado pasado desde dentro todo este tiempo. El chirrido de la puerta se hizo notar y se encogió más en el suelo. Estaba de espaldas y no podía ver nada.
Los tres presentes observaban la habitación con detenimiento:
- Aquí no hay nadie –susurró uno.
- ¿Y eso? –señaló un rubio al bulto que se encontraba en el suelo.
- Es una manta…
- Las mantas no tiemblan ni sollozan.
Entraron en la habitación cerrando la puerta tras de sí. Poco a poco se acercaron a aquel pequeño bulto que yacía en el suelo. Taemin estaba totalmente atemorizado. Gracias a la madera del suelo, notaba como se iban acercando cada vez más. Hasta que sintió como alguien lo tocaba. Rápidamente se movió alejándose de ellos y pudiéndoles observar por primera vez el rostro. Él se cubría con la manta, por lo que su rostro no era muy visible:
- Ey pequeño, no tengas miedo… -dijo el mayor con una voz tranquilizadora.
- ¿Cómo te llamas? –preguntó el rubio del grupo.
El menor los veía aterrorizado. Quería que se fueran inmediatamente. No quería que nadie invadiera su único espacio. Otro de ellos se aceró de nuevo hacia donde estaba él, pero Taemin se fue alejando hacia la esquina acorralándose él mismo:
- No te vamos a hacer nada… solo venimos a ayudarte.
Eso lo habían dicho muchos y solo uno, lo había cumplido… bueno hasta el otro día. Al recordarlo, las lágrimas se intensificaron, sollozando audiblemente:
- Por favor no llores –decía un rubio preocupado- dinos cómo te llamas.
El menor se acurrucó más a la esquina y se abrazó así mismo fuertemente. Otro intento más de acercarse. Uno de ellos, llevó su mano lentamente hacia lo que parecía ser su cabeza, pero rápidamente fue golpeada por la mano del otro, apartándola de nuevo:
- ¿Ahora qué hacemos? –suspiró el alto.
- ¿Y si no es él?
- Tiene que ser él –sentenció el mayor.
- Pequeño, ¿te llamas Taemin?
El nombrado se sobresaltó parando sus sollozos. Ante la evidente respuesta los tres chichos sonrieron aliviados de encontrarlo por fin:
- Necesito que confíes en nosotros, le prometimos a Jonghyun que cuidaríamos de ti y te hemos estado buscando.
Al escuchar su nombre abrió los ojos enormemente. ¿Su hyung? ¿Eran amigos de él? Entonces… ¿ellos podrían saber a dónde se había ido? o por lo menos, ¿por qué…?
Se destapó de golpe dejándose ver al completo:
- ¿Dónde está? ¿Por qué se fue Jonghyun-hyung? –sus ojos se humedecieron de nuevo.
Los tres chicos se miraron entre ellos y sonrieron.
‘’Queridos amigos:
He tomado la decisión finalmente de salir de aquí y ya sé cómo hacerlo. ¿Recordáis aquel niño del que os hablé una vez? Necesito que me hagáis un favor muy grande. ¿Podéis cuidarlo por mí hasta que pueda regresar? Taemin es un niño con un dolor muy profundo en su corazón. La tristeza decora su blanco y frágil rostro. Sus ojos son como un faro abandonado, pocas veces se le han visto brillar. Pero su sonrisa en la más bonita de todas, no entiendo como alguien puede quitársela. Le tiene miedo a las personas. No le gusta dormir solo, tiene mucho miedo y no le gustan los espacios abiertos, dice que le asustan porque hay mucha gente. Anoche, cuando le fui a dar las buenas noches, pude observar por última vez su tierna expresión al dormir. Me sonrió inocentemente cuando me vio abrir la puerta. Su rostro se había iluminado. Me siento culpable al pensar de que después de esto sufra por mi culpa, pero si hay alguien a quien debo darle las gracias es a él. Gracias a él, le he dado sentido a mi vida. He encontrado la valentía suficiente como para alcanzar algo. He conseguido la fuerza necesaria para enfrentarme al mundo. Voy a cumplir la promesa que le hice una vez y para eso tengo que marcharme. Por favor no le digáis nada. Solo: Valor y Esperanza. Os lo pido de rodillas, cuidad de él hasta que cumpla mi promesa’'
Jonghyun
Sin duda, ese niño, era el pequeño Taemin de Jonghyun.
[Fin Flash Back]
Jonghyun se mordió el labio impotente y soltó la aguja cuando terminó de suministrarle el antídoto:
- Hyung, dime que no es verdad –el rubio rogaba.
Ante el silencio del moreno, al menor se le cristalizaron los ojos al igual que al alto:
- Chicos salgan de aquí –les pidió el mayor.
- P-ero…
- He dicho que salgan –los miró a los ojos.
Estos obedecieron sin más. Todo se había acabado. Empezó a recoger las cosas y a ordenar el lugar evitando mirar el cuerpo de su compañero:
- Tae… lo siento.
Se sentó en la silla para terminar de guardar el posible antídoto en un frasco. Lo etiquetó y lo puso en la estantería con el resto de los otros. Se acercó pesadamente a la camilla y justo cuando iba a desconectar el aparato, oyó algo. Se quedó quieto en el sitio, volviéndose a repetir. Miró la frecuencia de ondas. Estaba aumentando. Él abrió los ojos notablemente. ¿Sería posible? De alguna forma estaba reviviendo. Había funcionado definitivamente. La alegría recorrió su ser, al saber que lo había realizado con éxito, después de todo.
La habitación se encontraba en un silencio sepulcral, solo dos hombres se podían ver en ella. Uno se encontraba echado en una camilla, mientras su corazón retomaba el ritmo, en cambio el otro escribía sobre unos papeles.
El castaño comenzó a moverse poco a poco, llevando sus manos a donde escondía su colgante. Sonrió al ver que lo tenía en él y suspiró. Su cuerpo se sentía mucho mejor, pero aún cansado y débil.
El peliblanco no prestó atención al chico y continuó escribiendo en los papeles la información y todo lo que hizo para conseguir el antídoto.
Un movimiento se hizo por parte del otro, el cual se levantaba despacio y sin causar ruido, no quería molestar al peliblanco, que parecía estar bastante consumido en aquellos papeles. Se levantó con un mínimo de dificultad, después de unas pequeñas veces de casi caerse, consiguió mantenerse en pie, ya estaba mejor. Se quitó la intravenosa de suero y comenzó a caminar hacia la puerta, estaba sediento. Entonces lo oyó, el castaño tropezó con sus propios pies, causando un ruido. El moreno alzó la mirada. Sonrió al verlo bien, sonrisa que duró muy poco, puesto que segundos después se levantó de su asiento y se acercó al mayor, el cual lo miraba sin comprender nada. Sus rostros estaban muy próximos, el de sonrisa amable no comprendía nada. Se sorprendió al ver que el menor lo agarraba por el cuello de la camisa y lo apoyaba a la pared:
- ¿¡Estás loco!?- le preguntó alzando la voz.
El castaño no podía decir nada, su boca formaba una perfecta 'o'. El peliblanco era muy pacifista, jamás lo había visto así:
- ¿Loco?- dijo el de piel más clara saliendo de su trance.
- ¡Te dije que no te arriesgaras! ¡Pero lo hiciste a pesar de mis advertencias!- le gritó entre dientes.
El mayor cada vez era más oprimido contra la blanca pared, estaba muy débil como para poder detener a su dongsaeng:
- No hice nada malo, solo fui a buscar lo que es mío- dijo el líder egoístamente.
El peliblanco ante su respuesta chistó molesto, estaba a punto de estallar:
- ¿¡Por qué no piensas en los demás!?- le volvió a gritar.
- Porque da igual si me ocurre algo, nadie se preocupará por mí- dijo en un susurro.
Ante aquello la sangre del peliblanco hirvió:
- ¿¡Cómo puedes decir eso!?- dijo alzando más la voz-. ¿¡Sabes lo qué tuve que hacer por tu culpa!? ¿¡Lo sabes!?- le volvió a preguntar.
El mayor no comprendía nada:
- No...- musitó.
- ¡Tuve que pinchar a Taemin porque estaba teniendo un ataque de ansiedad!- le gritó.- ¡No entiendo cómo puedes ser el mayor!
El castaño se mordió el labio, lo que había colmado la gota había sido lo del menor.
La mano del menor se alzó, con una extravagante velocidad se iba acercando al mayor, cuando un grito lo impidió continuar, deteniéndose antes de que éste tocara la cara del de sonrisa amable, el que tenía los ojos cerrados, vencido por su menor.
El peliblanco suspiró:
- ¡Hyung!- gritó nuevamente el rubio.
Los dos chicos restantes veían la escena aterrorizados. El peliblanco soltó al mayor, pero no sin antes clavar la mirada en él.
El alto se acercó al de sonrisa amable, para ver como se encontraba:
- Estoy bien, estoy bien- dijo con una sonrisa cansada.
El rubio, después de escuchar la contestación del mayor se acercó al peliblanco, el que había salido de la habitación sin pararse a mirarlo. Lo vieron salir de la casa, quitándose antes su bata, la que tiró sobre el sofá. El chico aceleró el paso y salió por ella, topándose con el mayor:
- Hyung, para por favor- le dijo el felino.
El peliblanco se detuvo:
- ¿Qué quieres, Key?- preguntó molesto.
- ¿Por qué hiciste eso?- le preguntó sin alzar un poco la voz.
El peliblanco chistó y suspiró, se volteó y lo miró:
- Él sabe porque lo hice- dijo molesto.
Después de decir aquellas palabras, se volteó y tomó rumbo al lado contrario de la casa, dejando allí a los demás preocupados por lo ocurrido, a pesar de que él no era una excepción.
El castaño tomó aire y entró en la habitación. Buscó al menor con la mirada, el cual lo encontró acostado en la cama. Se acercó a él, el tranquilizante ya no debía de estar haciendo efecto. Se sentó a su lado y lo zarandeó un poco, ocasionando que éste abriera los ojos poco a poco:
- ¿Hyung…?- preguntó en un susurro aún inconsciente.
Bostezó y se movió para los lados, estirándose. Volvió a mirar al de sonrisa amable y se quedó en silencio. Poco a poco una sonrisa se formó en su rostro:
- ¡Hyung!- dijo emocionado dándole un fuerte abrazo.
El mayor no se hizo de rogar y le contestó:
- Lo siento pequeño- le dijo acariciando su espalda-. De verdad que lo siento mucho- volvió a repetir.
El menor sonrió y lo abrazó más fuerte, estaba vivo:
- Voy a buscar a Jonghyun-hyung- dijo separándose del mayor alegre-. Tengo que darle las felicidades por su increíble trabajo con el antídoto.
El mayor al oír sus palabras se quedó callado, formando una perfecta línea con sus labios. El maknae no comprendía la razón del porqué de su comportamiento:
- ¿Qué ocurre hyung?- preguntó.
El castaño mayor subió la mano a su nuca:
- Jonghyun salió- murmuró.
- ¿Cuándo se fue?- preguntó un tanto incómodo el menor.
- Hace como tres horas...- masculló en voz muy baja.
El joven escuchó perfectamente sus palabras, pues ante aquello su semblante se quedó inexpresivo, para dejar después paso al notable dolor en él.
Se levantó a gran velocidad de la cama, corriendo hacia la calle.
*¿Qué te pasa hyung?*
Sus pasos eran largos y rápidos. Recorría las calles sin rumbo y sin dirección. Sus frías y duras lágrimas salían de sus ojos, bailando en un divertido juego en sus rosadas mejillas por la carrera tan repentina.
¿Miedo? Tenía miedo. No quería que se marchara, no otra vez, no quería que se fuera, no quería que lo dejara, no quería que lo abandonara, no lo quería, no otra vez.
Sintió como su rostro se iba mojando, incómodo ante aquello elevó la mirada al cielo, pudiendo ver como la lluvia iba a caer sobre él. Pocos segundos después ya estaba mojado, sus lágrimas no eran notorias.
Se sentía mal, cansado, derrotado, pero a pesar de ello no iba a detenerse. El suelo estaba mojado por culpa de ello tropezó yendo a parar al suelo, desperdiciando sus ropas y creando quemaduras en su piel. Ante la caída chistó molesto y agachó la cabeza. Le dio al suelo un golpe certero con su puño. Ante aquel golpe las lágrimas salieron más dolorosas, más lastimadoras, sacando a flote recuerdos, momentos vividos. Agachó su cabeza al suelo y llenó el lugar de suspiros, se encontraba solo en la carretera, acompañado de la lluvia y la oscuridad de la noche.
Las gotas se acentuaron más:
- ¡No me abandones!- vociferó con todos sus sentimientos, con todo el temor de su interior.
Los minutos pasaban lentos y eternos y él continuaba allí, se había quedado clavado en el suelo. La lluvia no se detenía, es más aumentaba.
De repente levantó la cabeza y levantó su cuerpo:
- No me voy a dar por vencido- murmuró a duras penas.
Comenzó a recorrer de nuevo todos los alrededores, pero no lo encontraba, cosa que lo único que causaba era más y más inquietud en su ser. Después de seguir corriendo y corriendo se fijó en un extraño camino que había al lado de una casa vieja y descuidada, que comparada con las que había en los alrededores... Miró el camino de tierra y sin dudar un momento se adentró en él. Cuando más avanzaba más inclinado. A pesar de ello llegó, consiguió subir esa gran pendiente, la cual dio a la boca de un pequeño tramo de árboles. Los pasó vigilando cada milímetro de ello. Al terminar observó como un amplio prado se extendía ante sus ojos. La hierba le llagaba un poco más arriba de los tobillos. Miró al frente viendo algo realmente raro, pero raramente familiar.
[Flash Back]
El pequeño se encontraba sentado en su cama como tantas otras noches. Tenía su espalda apoyada en la fría pared y las rodillas acogidas en su pecho por sus brazos. Miraba hacia la ventana y el frío paisaje que se podía ver a través de ella. La luna hoy no le hacía compañía. Pero le daba igual, solo quería que él viniera como cada noche. Solo así se sentiría acogido y podría apaciguar su dolor, por una noche más:
- Hyung… ¿dónde estás? –susurraba en voz baja.
Soltó un largo suspiró apoyando su frente en sus rodillas, para segundos después, oír el chirrido de la puerta. Levantó la cabeza lentamente temiendo que no fuera al que esperaba:
- Ya estoy aquí Tae –le sonrió cálidamente.
- ¡Hyung! –sonrió ampliamente.
- Siento haber tardado, es que estaban vigilando los pasillos más de lo normal.
El mayor se sentó al lado del pequeño invitándolo a apoyarse en su pecho. El castaño se acomodó entre sus brazos y se recostó apoyando sus frías mejillas en su cuello:
- Tae, ¿tienes frío? –se preocupó al sentir el rostro del menor.
- Ya no hyung.
Jonghyun acariciaba dulcemente el cuerpo del más joven para hacerlo entrar en calor. Empezó a tararear una suave melodía que envolvió toda la habitación. Poco a poco sentía como la respiración de Tae se iba volviendo más pausada y tranquila. Se había dormido ya. Lo cogió en brazos y lo recostó en la cama tapándolo con la manta. Esta noche hacía frío. Le depositó un tierno beso en la frente y le sonrió por última vez.
Sí. Esa iba a hacer su última noche allí. Después de tanto tiempo, por fin había encontrado la manera de salir. Fue cerrando la puerta con cuidado y observó por última vez a su pequeño:
- Tae… perdóname. Perdóname, por no ir mañana a despertarte. Perdóname, por no volver a arroparte todas las noches. Perdóname por no despedirme correctamente…perdóname por dejarte solo… perdóname hasta que vuelva…
Había grabado en su mente, estos últimos días, todas las expresiones del maknae, todos los momentos que habían pasado juntos y se había comido la cabeza un montón de veces, pensando en si esta era la decisión correcta. Esperaba no arrepentirse, simplemente lo quería y por eso estaba haciendo esto. Cerró la puerta silenciosamente y como una sombra más en el oscuro orfanato, desapareció esa noche en el que la luna, no vigilaba el cielo:
- Perdóname…
[Fin Flash Back]
Se aproximo a aquello que lo inquietaba, sonriendo y no pudiendo evitar soltar más lágrimas. Fue tal la alegría que se tiró a sus brazos, provocando que el mayor se sorprendiera y se pusiera en alerta, pero ante el tacto de aquel cuerpo, bajó la guardia y lo abrazó. El pequeño no quería soltar al moreno, solo quería sentir su calor, sentir que estaba con él, que nunca lo abandonaría. El peliblanco recorría la espalda del menor para tranquilizarlo, mientras en su oído solo soltaba un pequeño 'Shhhh...'
Después de encontrarse así indefinidamente el mayor se puso bien al igual que el menor, el cual se sentó al lado del mayor y apoyó su cabeza en el regazo de éste. Se hizo bolita y cerró los ojos, como en los viejos tiempos. La mano del mayor recorría su torso para calentar al frío cuerpo.
La lluvia poco a poco disminuía en un armonioso juego con los sentimientos del menor, dejando ver una pequeña y mínima neblina a lo lejos, en la parte poblada:
- No te vuelvas a marchar así- dijo el menor en un suspiro.
- Lo siento, pequeño- contestó el mayor acariciando sus cabellos.
El castaño tomó aire:
- Pensé que me ibas a dejar- susurró lo suficientemente audible, llegando así a los oídos del mayor.
- No lo haré más- le dijo igual.
- Prométemelo- le dijo ahora mirándole a los ojos.
El peliblanco suspiró y sonrió tristemente:
- Algún día te dejaré, y no será porque quiera- dijo aún con la sonrisa fingida.
Ante aquellas palabras el menor se sintió vacío y destruido:
- No, vas a estar conmigo siempre, hyung- dijo el maknae en una fingida sonrisa de confianza-. Nada ni nadie nos separarán, lo sabes, estaremos siempre juntos.
Una lágrima salió de sus ojos, la que al momento desapareció entre los dedos del mayor:
- No niegues la realidad, Taeminnie- le contestó.
El pequeño ante aquello rompió en llanto, llorando más y más cada vez que sentía como el mayor acariciaba su mejilla para que se tranquilizara. El peliblanco continuaba con una sonrisa en el rostro, una sonrisa verdadera. El castaño ante aquella cálida sonrisa solo pudo sentir más y más pena en él.
*Nunca me vas a dejar. No me dejes solo otra vez*
Los primeros rayos del sol, se colaban ya por la ventana de aquel laboratorio en el que se encontraban todos reunidos. El especialista se encontraba elaborando una nueva sustancia mortal. Una capaz de matar al instante y de no dejar rastro. Parece complicado, ¿verdad? Pero para el peliblanco era muy fácil:
- Hyung… ¿estás seguro de que no corremos peligro aquí dentro? –preguntó el rubio sobresaltándose a cada evacuación que soltaba el experimento al pasar del tubo de separación al tubo de ensayo.
- Nos os pasará nada, relajaos.
El felino suspiró:
- ¿Cuánto le queda hyung? –preguntó el maknae.
- Primero tienen que separarse estas sustancias –dijo señalando ambos colores- y después tienen que hervir con esta otra, así que calculo una media hora.
- ¿Cómo lo haremos? –preguntó el alto.
- Sencillo, necesitaremos el gas y ratones –declaró el líder.
- ¿Ratones? - preguntó el rubio asqueado.
- Por lo que nos ha dicho Jonghyun, el gas en cápsula se activa cuando se somete a un mínimo de presión, ¿correcto?
El peliblanco asintió expectante:
- Alguien tendrá que colarse por los conductos del aire y colocar las cápsulas que serán perfumadas con queso.
Soltaremos a los ratones que serán atraídos hasta las capsulas, accionando el gas y masacrando el lugar.
- Fácil entonces. Yo lo haré –dijo Minho decidido.
- ¿Estás seguro? –preguntó el moreno mientras mezclaba las sustancias listas para calentar.
- Sí -asintió roncamente.
Una vez terminado el gas, el maknae dirigió a Minho a su habitación para indicarle el recorrido:
- ¿Ves este callejón? –le señaló.
- Sí –asintió.
- Pues ahora mismo hay tres cajas debajo del respiradero del local, tienes que desatornillarlo y entrar por ahí. Una vez dentro, hay cuatros puntos clave. Te guiaré por esta red de conductos y los dejarás en cuanto veas la rejilla. Recuerda que debes rociarlas con queso.
- Está bien – dijo estudiándose un poco el mapa.
- ¡Chicos ya está listo! –gritó el líder.
Los dos jóvenes se levantaron para prepararlo todo. Esto sería cuestión de rapidez:
- Hyung, ¿me oyes? –preguntó el pequeño observando como el mayor ya iba llegando al club.
- Perfectamente.
- Tienes que darte prisa antes de que puedan llegar clientes, ¿Entendiste? –avisó Jonghyun.
El alto aceleró el paso hasta su objetivo. Llegó al callejón sin problemas e intentó visualizar las cajas que le había dicho Taemin:
- Tres cajas… -observó la basura amontonada allí- ahí están.
Se subió a ellas comprobando antes de que fueran estables. Sacó del bolsillo la herramienta necesaria para desatornillar la rejilla y la tiró entre las bolsas de basura para que al caer no sonara. Miró hacia ambos lados asegurándose de que nadie lo veía. De un pequeño salto se subió colándose por el estrecho pasadizo cual ratón. Iba reptando por aquellos conductos hasta que oyó la voz del menor:
- ¡Para! ¿Ves esa salida de luz? Da a una habitación en la que hay gente. Tienes que tener cuidado hyung –le advirtió.
- Intentaré pasar sin hacer ruido.
Y consiguiéndolo con éxito, prosiguió su camino. Tras un par de desviaciones indicadas por el pequeño, logró llegar hasta los cuatro puntos clave, siguiendo el plan a la perfección. Reptó de vuelta a la salida bajándose otra vez del conducto apoyándose de nuevo en las cajas:
- Bien hyung ahora suelta los ratones para que hagan el resto y sal de ahí rápido.
El mayor obedeció y sacó a los pequeños roedores soltándolos para que avanzaran por allí dentro. Solo hacían falta cuatro, pero él soltó cinco. Cuando volvió a atornillar la tapa, salió inmediatamente de allí.
Una vez hecha la parte de Minho, el líder salió de la habitación del menor y cogió su móvil:
- ¿Sí?
- Soy yo –dijo amablemente.
- ¡Onew-hyung! ¿Cómo estás?
- Bien, ¿y tú?
- Bueno, ya sabes lo de siempre.
- No te preocupes.
- Siempre decís lo mismo, pero no puedo evitarlo.
- Bueno, sabes perfectamente como yo, que cualquier día moriremos, así qué…
- Hyung no digas esas cosas –su tono había disminuido.
- Está bien, lo dejaré ahí –suspiró- dentro de diez minutos, un local será intoxicado.
- ¿Vuestra culpa no?
- Sí –sonrió ante la evidente pregunta y su respuesta.
- Está bien, esperaré a ver si nos llega un aviso de emergencia y si no, tendré que actuar de nuevo.
- Suerte.
- Gracias hyung y cuídense.
- Tú también.
A los pocos minutos, el alto llegó completando la misión:
- Bien hecho Minho –le felicitó el peliblanco.
- Gracias hyung –sonrió agradecido.
- ¡Hyungs! –gritó el menor.
Todos acudieron nuevamente al cuarto del menor y observaron como los ratones accionaban el gas venenoso. Poco a poco se fue colando por los respiraderos de los pasillos acaparando todo el club sin darle tiempo alguno a los presentes de poder dar más de tres pasos. Todos cayeron uno tras otro, muriendo en el acto. Los cinco hombres sonrieron satisfechos. Otra basura menos.
Mientras tanto en la comisaría, el cuerpo civil de policías se preparaba rápidamente ante la sonora alarma que retumbaba en los oídos de todos:
- Donghae-hyung, ¿voy yo también? –preguntó el moreno.
- Sí Kai, avisa a Sungming y a Kyunhyun de que se dirijan inmediatamente al local. Tú vendrás conmigo.
- ¡A la orden hyung!
Todo era un caos cuando sonaba la alarma. Rápidamente el departamento quedó vacío, saliendo enfilados los coches patrulla hacía el lugar. Llegaron rápidamente al lugar indicado:
- Parece que el gas se ha disipado ya –le informó Kyuhyun al jefe.
- ¿Tan rápido? Eso sería imposible.
- Nosotros pensamos lo mismo, pero hace un rato entramos para verificarlo –continuó Sungming.
- ¿Encontrasteis algo?
- Nada. Solo los cadáveres de los que esta ba dentro.
- Bien. ¡Kai! –le llamó- vamos a entrar.
- Sí hyung –fue detrás de él.
Ambos se adentraron en el lugar cuidadosamente de no dejar huella. Si no fuera por las víctimas, nadie diría que hubo un asesinato. Revisaron todo lo que estaba a su alcance. Observaron que había cuatro agujeros del techo y cuatro ratones muertos bajo los conductos:
- ¿Ratones? –se cuestionó el jefe.
- ¿Por qué usaría ratones?
- Parece ser que la causa está en los conductos de ventilación. Hay… -contó mentalmente- cuatro agujeros con cuatro ratones exactamente –entrecerró los ojos.
- Perdona hyung, pero hay cinco. ¿Aquello que está detrás de los libros del mostrador no es una cola? –señaló.
- Vayamos a ver.
Los dos agentes se acercaron a dónde había visualizado el animal:
- Efectivamente Kai –dijo cogiéndolo del rabo- ¿eh? –se extrañó.
- ¡Hyung! El ratón tiene un sobre en la boca –se sorprendió también.
- Qué extraño.
El jefe cogió el sobre y lo examinó por fuera. No ponía nada. Solo blanco. Lo abrió poco a poco, encontrándose con una tarjeta ya bastante conocida:
- ¡Maldita sea! ¡Otra vez ese tipo!
- ¡Hyung cálmese!
- ¡¿Cómo quieres que me calme Kai?! ¡Ese tipo o quién sea se divierte a mis espaldas! ¡Se ríe en mi cara! –estaba realmente enfadado.
Al menor le daba miedo estar cerca de él en esos momentos. Era una buena persona, pero cuando se enfadaba, lo bueno, se quedaba muy atrás:
- Tranquilo, algún día los pillaremos.
- Eso seguro y también al infiltrado que hay entre nosotros.
Kai se tensó inmediatamente. Solo de pensar en ese tema, le entraban escalofríos. ¿Qué podrían hacerle a alguien por infiltrarse en la policía?
[Flash Back]
Ya había pasado más de una semana desde que el moreno había partido del lugar. Él lo sabía. Lo había dejado solo. Lo había abandonado. Desde aquella noche, no había vuelto a pisar el exterior. Se había encerrado en su habitación por el miedo que volvía a tener. No había comido nada. No asistía al comedor cuando avisaban a todo el mundo para comer. Había perdido un poco el color. Estaba débil y sus ojos no paraban de llorar día tras día. Ya nunca volveríamos a ver ese brillo en sus ojos cuando estaba con él. ¿Por qué se había ido? ¿Por qué lo dejó solo en aquel lugar? En aquella… horrible prisión. Eso es lo que era el orfanato, una maldita prisión.
Cogió la manta de la cama y se envolvió con ella. Se acercó a la ventana lentamente para no caerse, ya ni podía caminar bien. La abrió con dificultad y se asomó de nuevo. Noche tras noche se quedaba esperando el regreso de su hyung. A veces se quedaba dormido en la ventana, pero él nunca volvía:
- ¿Por qué hyung? –las lágrimas volvían a mojar su rostro- ¿Por qué te fuiste? ¿Entonces todo era mentira? Eso que me dijiste aquella vez, de que estarías siempre conmigo… ¿también era una mentira verdad? Yo te quería hyung, yo te creí cuando dijiste que permanecerías junto a mí siempre. Que siempre me protegerías, y-o –las lágrimas no lo dejaban seguir- en verdad, lo creía. –Apoyó ambos brazos en el borde de la ventana y apoyó su cabeza dejando que las estrellas fueran testigo nuevamente de su dolor.- Hyung… vuelve… por favor. Tengo miedo otra vez. No quiero que la gente se acerque a mí, les tengo mucho miedo.¿¡Dime por qué!? –gritó a pleno pulmón deslizándose por la ventana hasta quedar acostado en el suelo.
Otra noche en vela. Otra... sin poder dormir. Tenía demasiado miedo como para dormirse. Empezó a tararear con voz muy débil, la canción que cada noche le cantaba su hyung antes de dormir. Esa con la que solo escucharla se dormía, pero que ahora no hacía más que apuñalar su corazón. Pasó toda la noche llorando, ¿cuántas iban ya? Había perdido la cuenta. Los rayos del sol lo alumbraban en la misma posición en el que lo había acogido la luna. Pronto sería la hora de…:
- ¡A comer todo el mundo! –se oía el ruido con una campana de fondo.
Cuando todos habían bajado a desayunar, se oyeron unos murmullos detrás de su puerta:
- ¿Será aquí? –preguntó una voz grave.
- Hemos estado vigilando desde hace una semana y no sale nadie.
- A lo mejor no nos hemos fijado bien.
- ¿Tienes la llave?
- Sí.
- Pues vamos a ver.
El menor empezó a temblar, ¿lo habían estado vigilando? ¿A que se referían? ¿Y por qué? No quería que entraran, no quería ver a nadie y mucho menos, no quería tener contacto con nadie. Sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas de nuevo. Poco a poco se oyó el ruido de la llave abriendo el seguro de la puerta que había estado pasado desde dentro todo este tiempo. El chirrido de la puerta se hizo notar y se encogió más en el suelo. Estaba de espaldas y no podía ver nada.
Los tres presentes observaban la habitación con detenimiento:
- Aquí no hay nadie –susurró uno.
- ¿Y eso? –señaló un rubio al bulto que se encontraba en el suelo.
- Es una manta…
- Las mantas no tiemblan ni sollozan.
Entraron en la habitación cerrando la puerta tras de sí. Poco a poco se acercaron a aquel pequeño bulto que yacía en el suelo. Taemin estaba totalmente atemorizado. Gracias a la madera del suelo, notaba como se iban acercando cada vez más. Hasta que sintió como alguien lo tocaba. Rápidamente se movió alejándose de ellos y pudiéndoles observar por primera vez el rostro. Él se cubría con la manta, por lo que su rostro no era muy visible:
- Ey pequeño, no tengas miedo… -dijo el mayor con una voz tranquilizadora.
- ¿Cómo te llamas? –preguntó el rubio del grupo.
El menor los veía aterrorizado. Quería que se fueran inmediatamente. No quería que nadie invadiera su único espacio. Otro de ellos se aceró de nuevo hacia donde estaba él, pero Taemin se fue alejando hacia la esquina acorralándose él mismo:
- No te vamos a hacer nada… solo venimos a ayudarte.
Eso lo habían dicho muchos y solo uno, lo había cumplido… bueno hasta el otro día. Al recordarlo, las lágrimas se intensificaron, sollozando audiblemente:
- Por favor no llores –decía un rubio preocupado- dinos cómo te llamas.
El menor se acurrucó más a la esquina y se abrazó así mismo fuertemente. Otro intento más de acercarse. Uno de ellos, llevó su mano lentamente hacia lo que parecía ser su cabeza, pero rápidamente fue golpeada por la mano del otro, apartándola de nuevo:
- ¿Ahora qué hacemos? –suspiró el alto.
- ¿Y si no es él?
- Tiene que ser él –sentenció el mayor.
- Pequeño, ¿te llamas Taemin?
El nombrado se sobresaltó parando sus sollozos. Ante la evidente respuesta los tres chichos sonrieron aliviados de encontrarlo por fin:
- Necesito que confíes en nosotros, le prometimos a Jonghyun que cuidaríamos de ti y te hemos estado buscando.
Al escuchar su nombre abrió los ojos enormemente. ¿Su hyung? ¿Eran amigos de él? Entonces… ¿ellos podrían saber a dónde se había ido? o por lo menos, ¿por qué…?
Se destapó de golpe dejándose ver al completo:
- ¿Dónde está? ¿Por qué se fue Jonghyun-hyung? –sus ojos se humedecieron de nuevo.
Los tres chicos se miraron entre ellos y sonrieron.
‘’Queridos amigos:
He tomado la decisión finalmente de salir de aquí y ya sé cómo hacerlo. ¿Recordáis aquel niño del que os hablé una vez? Necesito que me hagáis un favor muy grande. ¿Podéis cuidarlo por mí hasta que pueda regresar? Taemin es un niño con un dolor muy profundo en su corazón. La tristeza decora su blanco y frágil rostro. Sus ojos son como un faro abandonado, pocas veces se le han visto brillar. Pero su sonrisa en la más bonita de todas, no entiendo como alguien puede quitársela. Le tiene miedo a las personas. No le gusta dormir solo, tiene mucho miedo y no le gustan los espacios abiertos, dice que le asustan porque hay mucha gente. Anoche, cuando le fui a dar las buenas noches, pude observar por última vez su tierna expresión al dormir. Me sonrió inocentemente cuando me vio abrir la puerta. Su rostro se había iluminado. Me siento culpable al pensar de que después de esto sufra por mi culpa, pero si hay alguien a quien debo darle las gracias es a él. Gracias a él, le he dado sentido a mi vida. He encontrado la valentía suficiente como para alcanzar algo. He conseguido la fuerza necesaria para enfrentarme al mundo. Voy a cumplir la promesa que le hice una vez y para eso tengo que marcharme. Por favor no le digáis nada. Solo: Valor y Esperanza. Os lo pido de rodillas, cuidad de él hasta que cumpla mi promesa’'
Jonghyun
Sin duda, ese niño, era el pequeño Taemin de Jonghyun.
[Fin Flash Back]
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
¡Danna is back! :3 Oh, por favor. Me hacia falta ya algo de esta historia, ¿que mejor que leer dos capítulos de un solo? Lo admito, morí unos cinco segundos cuando Onew murió. Le hubiesen puesto pollo frente a el, no tarda ni dos minutos en despertar lml
Presiento que es Jongtae, aunque con ustedes chicas nunca se sabe.
Este capitulo me ha recordado tanto a Born to die de Lana .-.
Bueno, ya saben, son geniales y eso xD
¡Gracias por los capítulos!
Presiento que es Jongtae, aunque con ustedes chicas nunca se sabe.
Este capitulo me ha recordado tanto a Born to die de Lana .-.
Bueno, ya saben, son geniales y eso xD
¡Gracias por los capítulos!
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 9]
Hola! Les traemos el nuevo cap. sentimos la tardanza, pero se complicaron algunas cosas y se nos hizo imposible escribir ^^ Gracias por comentar y esperamos que les guste ^^
CAPITULO 9
Un nuevo día se abría en Seúl, ocasionando el despertar de uno de los chicos que yacían dormidos. Se levantó sin ánimos, como si fuera un muerto viviente. Se acercó al baño y se aseó haciendo el menor ruido posible. Al terminar su labor se dirigió a la cocina, para realizar el desayuno de los bellos durmientes. Colocó la mesa con la deliciosa comida, que dejaba volar un aroma envidiable y delicioso. Fue a la habitación donde se encontraban echados los chicos y alzando la voz habló:
- Arriba, el desayuno ya está puesto.
Alguno que otro se sacudió un poco, querían continuar durmiendo:
- Venga, que se enfría- volvió a hablar.
Ante la segunda vez que los avisaba, se levantaron con mucho pesar. No se lo pensaron ni un poco, primero fueron a desayunar. El castaño miró la mesa:
- ¿Y tú plato, hyung?- preguntó curioso, mientras tomaba asiento en su sitio.
- Ya desayuné- dijo mostrando una sonrisa un tanto fingida.
- Ah~ -contestó el menor masticando un trozo de galleta.
El peliblanco miró al rubio mientras se sentaba.
El desayuno pasó. Después de ello cada uno se fue turnando para ir al baño, el primero fue el peliblanco, el cual terminó al poco tiempo y fue a la cocina, aún con el cabello mojado. Miró al rubio desde la puerta. El felino sintió una mirada sobre él, y sabía de quién se trataba:
- ¿Qué pasa?- preguntó inocentemente.
- Dímelo tú- le contestó serio.
El menor miró a los platos e hizo una mueca. Escuchó como el peliblanco se aproximaba a él:
- ¿Otra vez, Kibum?- preguntó cerca.
El rubio se estremeció. Debía contestar. Se dio la vuelta, quedando así ante la mirada del mayor.
- Otr- fue interrumpido.
- ¡Hyung!
Ambos jóvenes desviaron la mirada a la puerta:
- ¿Qué ocurre Taeminnie?- preguntó el rubio aliviado ante la repentina interrupción del maknae.
- Minho-hyung no deja que me bañe primero- dijo con tono de niño pequeño, poniendo su aegyo típico en momentos de diversión.
- ¿Por qué no?- le dijo el rubio siguiéndole el juego.
Una gran melancolía se hacía paso en su ser:
- Porque me ganó en piedra, papel y tijera- contestó aún en morros, pero sin bajar el tono de la voz.
Una risa se escuchó desde el salón, el alto lo estaba escuchando:
- Te ganó justamente- dijo tiernamente.
- ¡Taemin, última oportunidad!- gritó el cara rana entre risas.
El menor de todos, ante aquello salió corriendo riendo al ver que lo había conseguido, ahora solo debía ganar.
El peliblanco miraba al rubio:
- Te recuerda a él- afirmó.
El de piel de porcelana se asombró y desvió su mirada a la del mayor, para bajarla ante la vista de sus ojos. El peliblanco rodeó su cuerpo con sus brazos y lo pegó a él. Con una de sus manos acarició la espalda del felino, el cual dejó caer su cabeza sobre el hombro del moreno:
- Sí- volvió a afirmar.
A los pocos segundos sus cuerpos se separaron:
- Tienes que hacerte unas pruebas- le dijo muy serio.
- No, eso es una bobada. No me pasa nada, estoy de maravilla- se alarmó.
- Mañana por la mañana- le dije sin vacilar.
- Pero hyung, s- el dedo del mayor en sus labios lo interrumpió.
- Me da igual lo que digas, mañana por la mañana y ya. Tengo que preparar todo- le dijo quitando el agarre que mantenía en sus labios.
- Hyung...
El peliblanco salió y lo dejó solo.
El día pasó rápido y silencioso. El cara rana y el de sonrisa amable habían salido, en cambio el peliblanco y el castaño se encontraban en sus habitaciones, mientras el rubio preparaba con confianza la cena.
La cena fue todo un manjar, el cual los chicos apreciaron. El rubio se excusó con lo mismo de la mañana, le salió bien gracias a que el peliblanco no había salido a cenar, teniendo que llevársela uno de ellos. Se duchó y se acostó con la misma, dando tan solo unas buenas noches enmascaradas de alegría y buen estar.
El silencio ya había invadido la casa completamente. Todos se encontraban profundamente dormido menos uno. El rubio se revolvía inquieto y estaba muy cansado. Unas gotas de sudor resbalaban por su frente y su respiración era un poco agitada. Sintiéndose un poco agobiado, se levantó con cuidado, mareándose en el intento, pero no detuvo su movimiento. Se dirigió a la cocina y encendió una pequeña luz. Cogió un vaso y lo llenó de agua fría. Tenía que tranquilizarse o sería peor. Pasó su antebrazo por su frente para quitarse el sudor. Suspiró profundamente y siguió bebiendo agua.
De repente un incesante pitido se empezó a escuchar, adornado con una pequeña luz roja. Provenía de la habitación del menor. Aún con el vaso en la mano se dirigió hacia allá. Cuando entró, vio en la pantalla una ventana abierta. Parecía ser un mensaje. El rubio abrió el mensaje apareciendo nueva información:
‘’Les comunicamos que hemos registrado una mercancía extraña en el puerto este del país. Venía en un contenedor verde en el que se transportaban otras medicinas provenientes del exterior. Conseguimos hacernos con una muestra de ello. Se trata de un medicamento que se dejó de fabricar hace años debido a que se encontró en los cuerpos de numeras personas durante la autopsia, provocando que la gente sospechara de sus efectos, retirándose del mercado tras varias huelgas y protestas. Les adjuntamos unas fotos del medicamento. ’’
Tras abrir el archivo que contenía las fotos, el rubio abrió los ojos de golpe. Ese medicamento, de nuevo…se quedó estático. Su pecho comenzaba a cerrarse. Su respiración empezaba a ser irregular, le costaba tomar oxígeno. Empezó a temblar y se le humedecieron los ojos, invadiéndole aquellos recuerdos que creía haber superado.
[Flash Back]
El mayor se dirigió a la habitación de su hermano pequeño como todas las mañanas:
- Buenos días hyung –le sonrió su hermano.
- Buenos días pequeño –le dio un pequeño beso en la frente.
- Siéntate conmigo –palmeó la cama.
El mayor obedeció y se sentó a su lado agarrando dulcemente la pequeña mano de él:
- ¿Dormiste bien? –le acarició la mejilla.
Había perdido color y el brillo en sus ojos se estaba apagando. Cada día estaba más débil, pero nunca perdía su sonrisa:
- Mas o menos hyung, es difícil dor… -el menor empezó a toser fuertemente.
Ante su ataque de tos, el mayor abrió el primer cajón de la mesa que se encontraba a su lado para darle el remedio que se la quitaría:
- Gracias hyung –le sonrió.
Ahí estaba otra vez esa sonrisa. Esa brillante sonrisa que le alegraba los días y una de las pocas cosas por las que continuaba día a día:
- ¿Cómo te sientes?
- Me…gustaría ir a jugar con mis amigos hyung –su semblante cambió, se entristeció.
- Ya verás que pronto volverás a jugar con ellos. Estoy seguro de que en poco tiempo, podrás volver a levantarte y correr como un loco –le sonrió.
- ¿En serio?
- Sí, te lo prometo.
- Entonces está bien –rió.
- Voy a preparar el desayuno, ahora vengo.
- No tardes –suplicó- me siento solo si no estás conmigo.
- No pequeño, no te sientas solo. Yo siempre estaré contigo, ¿de acuerdo?
El menor asintió contento. Los días pasaban y nada parecía funcionar. Sus padres ignoraban las explicaciones del hermano mayor. Parecía que les daba igual todo, que no les importaba que su hijo estuviera en tan malas condiciones:
- ¡Escúchenme de una vez! –les gritó.
- ¡No nos levantes la voz Kibum! ¡¿Qué es lo que quieres?!
- Mi hermano está muy enfermo, vuestro hijo está enfermo. La mierda de medicina esa… -se le humedecieron los ojos- lo único que hace es empeorar las cosas. ¡¿Por qué no me hacéis caso?! ¡¿Es que no os importa vuestro hijo?!
Como respuesta recibió un golpe en su mejilla por parte de su padre:
- Te he dicho que no me levantes la voz –le dijo seriamente- el niño seguirá recibiendo la medicina como dijo el médico y se acabó.
- No me extraña… estás muy ciego si no te das cuenta de la situación padre. Pero claro, a ti nunca te hemos importado, ¿verdad? –sonrió amargamente y apretó sus puños- lo único que te importa es el dinero y tu estúpido trabajo. No te preocupes –se dio la vuelta dándole la espalda a su padre- ya no te molestaré más, con tonterías –las lágrimas por fin salieron de sus ojos.
El rubio se dirigió a la habitación de su hermano, pero antes se intentó calmar. Suspiró profundamente y entró aparentando tranquilidad:
- Hyung, ¿appa ya llegó?
- No –mintió- hoy tampoco vendrá.
No le gustaba mentirle, pero el veneno que desprendía su padre, era desagradable, no lo quería cerca de su pequeño hermano:
- ¿Te quedarás conmigo esta noche?
- Por supuesto –le sonrió tiernamente acariciándole los cabellos.
Esa misma noche, el rubio lo tenía en sus brazos mientras las estrellas adornaban el oscuro cielo. La luna entraba directa en la habitación alumbrando la estancia. Su hermano agarró la mano de su hyung tan fuerte como podía debido a su estado:
- ¿Qué pasa? –se sorprendió de que estuviera despierto.
- Hyung…me pone muy feliz que estés ahora conmigo.
- ¿Por qué dices eso? –preguntó extrañado.
- Es verdad, siempre has estado conmigo. Me has cuidado y me has apoyado en todo. Me alegra mucho de que tú seas mi hermano. Hyung te mereces lo mejor –los ojos del rubio se empezaron a humedecer al oír la débil voz de su hermano menor decir esas palabras- te pido perdón por ser un estorbo. Aunque no lo sepas, sé que desde que me puse enfermo, rechazas las invitaciones de tus amigos y nunca sales. Has dejado de ir a clase e incluso dejas de comer por mi culpa. Yo… me siento culpable y me duele hyung…me duele mucho y siento que soy egoísta, porque por mi culpa has dejado de vivir –el rubio lloraba en silencio. Siempre le había intentado ocultar esas cosas, pero había sido en vano- sé que discutes con nuestro padre sobre mi salud, sé que no le importamos nada y sé que me mientes para que no me sienta mal, pero no me importa, porque tengo a hyung conmigo. Solo sonrío y soy feliz, porque estás conmigo y te doy las gracias por eso…pero ahora es mi turno. Ahora me toca a mí cuidarte a ti. Siempre, siempre, siempre… estaré cuidándote desde el cielo hyung. Cuando mires arriba, acuérdate de que yo estaré allí y te sonreiré como siempre, ¿vale? Te quiero mucho y te estoy muy agradecido… perdóname hyung, perdóname por todo….
Él se había ido. Su pequeño hermano había muerto entre sus brazos esa noche.
[Fin Flash Back]
Una enorme presión en su pecho comenzaba a hacerse presente. Un intenso dolor lo invadía y las lágrimas no cesaban. Su cuerpo estaba débil. No podía respirar bien y sentía que se le iban las fuerzas. Todo se volvió oscuro en cuestión de segundos, perdiendo la consciencia completamente.
Abrió los ojos de repente en la inmensa oscuridad de la habitación al escuchar aquel ruido. A pesar de ser la persona con el sueño más pesado de la casa, lo había oído, y al parecer era el único. Se levantó rápido del sillón cama y fue al lugar de donde provenía el ruido que segundos antes había oído. Antes de entrar pudo percibir como una tenue luz salía de la puerta. Se acercó al marco de ella, pudiendo ver como el rubio se encontraba en el suelo, al igual que el vaso y el agua. El alto al ver aquella imagen abrió los ojos desmesuradamente. Por acto reflejo corrió hacia él, pero no tocó nada. Tenía miedo de que hiciera algo mal:
- ¡Jonghyun!- gritó sin formalidades, en ese momento eran lo de menos-. ¡Jonghyun!- volvió a gritar.
De la puerta apareció un peliblanco agitado, que al ver aquella imagen temió, haciéndose realidad sus sospechas y se acercó a los dos jóvenes:
- Vete al laboratorio y enciende las luces, al igual que los aparatos que te dije aquella vez- le dijo muy serio tocando alguna que otra parte del rubio.
El alto se levantó y corrió al laboratorio, encendiendo todo aquello que una vez le dijo su hyung que debía hacer en momentos como esos. Oyó unos pasos, se dio la vuelta, en los brazos del mayor estaba el felino. Se apartó para que el mayor lo dejara en la camilla. Jonghyun parecía saber qué era lo que le pasaba al rubio, puesto que su semblante permanecía serio, aunque un poco triste. Esto preocupó al alto de sobremanera. Su amigo estaba pálido y tenía unas ojeras marcadas, siendo que él se cuidaba mucho. Tenía que ser algo importante para que estuviera de esa manera:
- Minho, ¿puedes retirarte? –se percató de cómo observaba al rubio con pena.
- Pero hyung, yo qui…
- Por favor te lo pido –le interrumpió.
- Hyung…
- Anda ve, no te preocupes –le dedicó una mirada de confianza.
Cuando el alto abandonó la habitación, el peliblanco se acercó al cuerpo del rubio y se dispuso a revisarle la frecuencia cardiaca, la presión sanguínea y algún que otro estudio más. Un abombamiento involuntario en el punto donde se sitúa el ápex del corazón sobre el tórax, se reveló en el diagnóstico debido a la palpitación del tórax. El moreno suspiró profundamente. Le pinchó la aguja en el antebrazo para sacarle la sangre, después de buscarle la vena. Se dirigió a la mesa, dónde el papeleo reinaba y lo apuntó. Angina de pecho debido a la anemia. Esta vez, había sido importante, pero por suerte, no acabó mal:
- Key…puede que la próxima vez, sea diferente… –se acercó a él para quitarle la aguja al terminar su labor- la próxima tal vez pueda ser un infarto de miocardio o… muerte súbita.
Lo del rubio era un tema serio, siempre por estas fechas pasaba lo mismo. Era muy duro para él, pero… de esa forma su vida corría peligro, ya no sabía qué hacer, cómo hacer para que enfrentara su situación, sus recuerdos, a él…
Solo tardó unos minutos en elaborar el informe. Tal y como sospechaba. El cuadro hemático de la línea roja estaba por debajo, los glóbulos rojos habían disminuido considerablemente y las demandas de oxígeno miocárdicas, superaron al aporte, lo que conllevó una deficiencia de sangre y oxígeno en el miocardio:
- ¿Por qué no me lo dijiste? –pasó su mano por su frente- ¿por qué no me dijiste que te sentías así? Dios Key, si llega a ser algo peor, hubieras arrastrado a todos contigo y sabes que no hubiera podido hacer nada.
El alto salió de la habitación, cerrándola tras de sí. Dejó la mano sobre el pomo, mirando al suelo, asimilando aún lo que había ocurrido:
- ¿¡Qué ocurre, hyung!?- preguntó alarmado el menor de todos, que llegaba a él.
El cara rana levantó la cabeza y lo miró sin mirarlo. Su mente estaba en otro lugar, y para ser exactos, era el cuarto que segundos antes había dejado atrás:
- ¿Qué pasa, Minho?- preguntó otra vez el mayor. Ante el evidente silencio por parte del otro, añadió:- Contesta, Minho.
El alto reaccionó ante la voz del de sonrisa amable y lo miró a los ojos, dejando así ante la vista de este, la preocupación de sus ojos:
- No sé, no sé qué demonios ocurre- dijo en un susurro.
Sus palabras causaron preocupación en los chicos:
- Hyung, no nos asustes- dijo el menor acercándose a él.
- ¿Le ocurrió algo a los chicos?- preguntó el líder, esperando un simple movimiento de cabeza horizontal.
- Sí- dijo el cara rana.
El mayor se golpeó mentalmente y el menor se sintió horrible. Su cuerpo comenzó a temblar, sentía sus piernas flaquear:
- ¿Qu-qué?- pudo soltar entrecortadamente.
El alto lo miró asustado, al igual que el castaño:
- Minho- habló el líder-, dime qué sucede.
El nombrado, a pesar de estar preocupado por el maknae, miró al mayor y comenzó a hablar. Diciendo todo, sin olvidarse de ningún detalle. Ambos muchachos escuchaban sus palabras atentos:
- Pero...- murmuró el de sonrisa amable.
El menor cayó de rodillas al suelo, dejó caer su cabeza apoyándola en el suelo, permitiendo así que sus lágrimas se precipitaran de sus ojos.
El cara rana dejó resbalar su cuerpo por la pared, la que quedaba en frente de aquella puerta, clavando así sus ojos en ella. El líder caminaba para todos lados, mirando al suelo. El maknae continuaba en su posición, al igual que sus lágrimas no se detenían.
Los minutos pasaban y pasaban, aumentando con eso las ansias en sus seres y la preocupación. De repente, en algún momento de la espera se abrió la puerta de aquella habitación, la cual había escondido toda la verdad, y salió el doctor con su semblante serio. Todos se acercaron a él y lo miraron:
- Será mejor que os sentéis.
Todos obedecieron sin pensárselo, ocupando sillas o en el sofá. El peliblanco se sentó con el más pequeño y lo miró un par de segundos:
- Hyung… -se le volvieron a humedecer los ojos. Estaba asustado.
El moreno tomó su mano y la acarició dulcemente. Esperaba que pudiera sobrellevar la noticia:
- ¿Jonghyun? –llamó su atención el líder
- Chicos…
- Hyung, sabemos que no es la primera vez que pasa. Siempre llega una época del año en la que Key se comporta de una manera rara, pero esta vez…
- Está enfermo –soltó tajante.
- ¿C-como?
- Key tiene anemia –tragó forzadamente- no os lo había dicho antes, porque él me pidió mantenerlo en secreto. No quería preocuparos, pero llegados a este extremo, ya no se puede ocultar más.
- Nos estás asustando Jonghyun –el mayor de todos estaba muy preocupado.
- Hyung –sollozaba- ¿está bien? ¿verdad? –preguntaba el menor esperanzado.
- Lo siento Tae, pero Key, está en muy malas condiciones –le costó revelarlo- se le detectó esa enfermedad poco después de la muerte de su hermano pequeño, tras padecer un fuerte ataque. El hecho de que cada año, en determinadas ocasiones, esté de esa manera, es por el aniversario de su hermano. Eso hace que su enfermedad empeore y como consecuencia un nivel de daño más importante.
Todos se quedaron con la boca abierta ante sus palabras. No podían creer el dolor que llevaba soportando en silencio el rubio. Ahora, la extrema preocupación reinaba en el ambiente:
- Jonghyun… eso quiere decir que, cada año, es peor, ¿no?
- Así es –afirmó.
- Entonces el año que viene será más fuerte…-susurró el alto.
- No... –agachó su cabeza- no habrá una próxima vez.
- ¿A qué te refieres?
- Este último ataque solo ha sido una advertencia, la próxima vez será letal.
- N-o… pued-e ser… hyung –el maknae lloraba a mares.
El peliblanco lo rodeó con sus brazos y lo atrajo hacia él, acariciándole la espalda para tranquilizarlo:
- Su corazón no aguantará otro, definitivamente, no lo hará –sentenció el moreno.
- Tiene que haber alguna solución, no podemos dejarlo así.
- Todo depende de él, nosotros solo podemos esperar.
El salón se quedó absolutamente en silencio. Aunque cuatro personas se encontraban ahí, solo se oía el llanto del más joven, quién era tranquilizado por el doctor. El peliblanco cerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás:
- Key… todo depende de ti, ¿qué harás ahora?
CAPITULO 9
Un nuevo día se abría en Seúl, ocasionando el despertar de uno de los chicos que yacían dormidos. Se levantó sin ánimos, como si fuera un muerto viviente. Se acercó al baño y se aseó haciendo el menor ruido posible. Al terminar su labor se dirigió a la cocina, para realizar el desayuno de los bellos durmientes. Colocó la mesa con la deliciosa comida, que dejaba volar un aroma envidiable y delicioso. Fue a la habitación donde se encontraban echados los chicos y alzando la voz habló:
- Arriba, el desayuno ya está puesto.
Alguno que otro se sacudió un poco, querían continuar durmiendo:
- Venga, que se enfría- volvió a hablar.
Ante la segunda vez que los avisaba, se levantaron con mucho pesar. No se lo pensaron ni un poco, primero fueron a desayunar. El castaño miró la mesa:
- ¿Y tú plato, hyung?- preguntó curioso, mientras tomaba asiento en su sitio.
- Ya desayuné- dijo mostrando una sonrisa un tanto fingida.
- Ah~ -contestó el menor masticando un trozo de galleta.
El peliblanco miró al rubio mientras se sentaba.
El desayuno pasó. Después de ello cada uno se fue turnando para ir al baño, el primero fue el peliblanco, el cual terminó al poco tiempo y fue a la cocina, aún con el cabello mojado. Miró al rubio desde la puerta. El felino sintió una mirada sobre él, y sabía de quién se trataba:
- ¿Qué pasa?- preguntó inocentemente.
- Dímelo tú- le contestó serio.
El menor miró a los platos e hizo una mueca. Escuchó como el peliblanco se aproximaba a él:
- ¿Otra vez, Kibum?- preguntó cerca.
El rubio se estremeció. Debía contestar. Se dio la vuelta, quedando así ante la mirada del mayor.
- Otr- fue interrumpido.
- ¡Hyung!
Ambos jóvenes desviaron la mirada a la puerta:
- ¿Qué ocurre Taeminnie?- preguntó el rubio aliviado ante la repentina interrupción del maknae.
- Minho-hyung no deja que me bañe primero- dijo con tono de niño pequeño, poniendo su aegyo típico en momentos de diversión.
- ¿Por qué no?- le dijo el rubio siguiéndole el juego.
Una gran melancolía se hacía paso en su ser:
- Porque me ganó en piedra, papel y tijera- contestó aún en morros, pero sin bajar el tono de la voz.
Una risa se escuchó desde el salón, el alto lo estaba escuchando:
- Te ganó justamente- dijo tiernamente.
- ¡Taemin, última oportunidad!- gritó el cara rana entre risas.
El menor de todos, ante aquello salió corriendo riendo al ver que lo había conseguido, ahora solo debía ganar.
El peliblanco miraba al rubio:
- Te recuerda a él- afirmó.
El de piel de porcelana se asombró y desvió su mirada a la del mayor, para bajarla ante la vista de sus ojos. El peliblanco rodeó su cuerpo con sus brazos y lo pegó a él. Con una de sus manos acarició la espalda del felino, el cual dejó caer su cabeza sobre el hombro del moreno:
- Sí- volvió a afirmar.
A los pocos segundos sus cuerpos se separaron:
- Tienes que hacerte unas pruebas- le dijo muy serio.
- No, eso es una bobada. No me pasa nada, estoy de maravilla- se alarmó.
- Mañana por la mañana- le dije sin vacilar.
- Pero hyung, s- el dedo del mayor en sus labios lo interrumpió.
- Me da igual lo que digas, mañana por la mañana y ya. Tengo que preparar todo- le dijo quitando el agarre que mantenía en sus labios.
- Hyung...
El peliblanco salió y lo dejó solo.
El día pasó rápido y silencioso. El cara rana y el de sonrisa amable habían salido, en cambio el peliblanco y el castaño se encontraban en sus habitaciones, mientras el rubio preparaba con confianza la cena.
La cena fue todo un manjar, el cual los chicos apreciaron. El rubio se excusó con lo mismo de la mañana, le salió bien gracias a que el peliblanco no había salido a cenar, teniendo que llevársela uno de ellos. Se duchó y se acostó con la misma, dando tan solo unas buenas noches enmascaradas de alegría y buen estar.
El silencio ya había invadido la casa completamente. Todos se encontraban profundamente dormido menos uno. El rubio se revolvía inquieto y estaba muy cansado. Unas gotas de sudor resbalaban por su frente y su respiración era un poco agitada. Sintiéndose un poco agobiado, se levantó con cuidado, mareándose en el intento, pero no detuvo su movimiento. Se dirigió a la cocina y encendió una pequeña luz. Cogió un vaso y lo llenó de agua fría. Tenía que tranquilizarse o sería peor. Pasó su antebrazo por su frente para quitarse el sudor. Suspiró profundamente y siguió bebiendo agua.
De repente un incesante pitido se empezó a escuchar, adornado con una pequeña luz roja. Provenía de la habitación del menor. Aún con el vaso en la mano se dirigió hacia allá. Cuando entró, vio en la pantalla una ventana abierta. Parecía ser un mensaje. El rubio abrió el mensaje apareciendo nueva información:
‘’Les comunicamos que hemos registrado una mercancía extraña en el puerto este del país. Venía en un contenedor verde en el que se transportaban otras medicinas provenientes del exterior. Conseguimos hacernos con una muestra de ello. Se trata de un medicamento que se dejó de fabricar hace años debido a que se encontró en los cuerpos de numeras personas durante la autopsia, provocando que la gente sospechara de sus efectos, retirándose del mercado tras varias huelgas y protestas. Les adjuntamos unas fotos del medicamento. ’’
Tras abrir el archivo que contenía las fotos, el rubio abrió los ojos de golpe. Ese medicamento, de nuevo…se quedó estático. Su pecho comenzaba a cerrarse. Su respiración empezaba a ser irregular, le costaba tomar oxígeno. Empezó a temblar y se le humedecieron los ojos, invadiéndole aquellos recuerdos que creía haber superado.
[Flash Back]
El mayor se dirigió a la habitación de su hermano pequeño como todas las mañanas:
- Buenos días hyung –le sonrió su hermano.
- Buenos días pequeño –le dio un pequeño beso en la frente.
- Siéntate conmigo –palmeó la cama.
El mayor obedeció y se sentó a su lado agarrando dulcemente la pequeña mano de él:
- ¿Dormiste bien? –le acarició la mejilla.
Había perdido color y el brillo en sus ojos se estaba apagando. Cada día estaba más débil, pero nunca perdía su sonrisa:
- Mas o menos hyung, es difícil dor… -el menor empezó a toser fuertemente.
Ante su ataque de tos, el mayor abrió el primer cajón de la mesa que se encontraba a su lado para darle el remedio que se la quitaría:
- Gracias hyung –le sonrió.
Ahí estaba otra vez esa sonrisa. Esa brillante sonrisa que le alegraba los días y una de las pocas cosas por las que continuaba día a día:
- ¿Cómo te sientes?
- Me…gustaría ir a jugar con mis amigos hyung –su semblante cambió, se entristeció.
- Ya verás que pronto volverás a jugar con ellos. Estoy seguro de que en poco tiempo, podrás volver a levantarte y correr como un loco –le sonrió.
- ¿En serio?
- Sí, te lo prometo.
- Entonces está bien –rió.
- Voy a preparar el desayuno, ahora vengo.
- No tardes –suplicó- me siento solo si no estás conmigo.
- No pequeño, no te sientas solo. Yo siempre estaré contigo, ¿de acuerdo?
El menor asintió contento. Los días pasaban y nada parecía funcionar. Sus padres ignoraban las explicaciones del hermano mayor. Parecía que les daba igual todo, que no les importaba que su hijo estuviera en tan malas condiciones:
- ¡Escúchenme de una vez! –les gritó.
- ¡No nos levantes la voz Kibum! ¡¿Qué es lo que quieres?!
- Mi hermano está muy enfermo, vuestro hijo está enfermo. La mierda de medicina esa… -se le humedecieron los ojos- lo único que hace es empeorar las cosas. ¡¿Por qué no me hacéis caso?! ¡¿Es que no os importa vuestro hijo?!
Como respuesta recibió un golpe en su mejilla por parte de su padre:
- Te he dicho que no me levantes la voz –le dijo seriamente- el niño seguirá recibiendo la medicina como dijo el médico y se acabó.
- No me extraña… estás muy ciego si no te das cuenta de la situación padre. Pero claro, a ti nunca te hemos importado, ¿verdad? –sonrió amargamente y apretó sus puños- lo único que te importa es el dinero y tu estúpido trabajo. No te preocupes –se dio la vuelta dándole la espalda a su padre- ya no te molestaré más, con tonterías –las lágrimas por fin salieron de sus ojos.
El rubio se dirigió a la habitación de su hermano, pero antes se intentó calmar. Suspiró profundamente y entró aparentando tranquilidad:
- Hyung, ¿appa ya llegó?
- No –mintió- hoy tampoco vendrá.
No le gustaba mentirle, pero el veneno que desprendía su padre, era desagradable, no lo quería cerca de su pequeño hermano:
- ¿Te quedarás conmigo esta noche?
- Por supuesto –le sonrió tiernamente acariciándole los cabellos.
Esa misma noche, el rubio lo tenía en sus brazos mientras las estrellas adornaban el oscuro cielo. La luna entraba directa en la habitación alumbrando la estancia. Su hermano agarró la mano de su hyung tan fuerte como podía debido a su estado:
- ¿Qué pasa? –se sorprendió de que estuviera despierto.
- Hyung…me pone muy feliz que estés ahora conmigo.
- ¿Por qué dices eso? –preguntó extrañado.
- Es verdad, siempre has estado conmigo. Me has cuidado y me has apoyado en todo. Me alegra mucho de que tú seas mi hermano. Hyung te mereces lo mejor –los ojos del rubio se empezaron a humedecer al oír la débil voz de su hermano menor decir esas palabras- te pido perdón por ser un estorbo. Aunque no lo sepas, sé que desde que me puse enfermo, rechazas las invitaciones de tus amigos y nunca sales. Has dejado de ir a clase e incluso dejas de comer por mi culpa. Yo… me siento culpable y me duele hyung…me duele mucho y siento que soy egoísta, porque por mi culpa has dejado de vivir –el rubio lloraba en silencio. Siempre le había intentado ocultar esas cosas, pero había sido en vano- sé que discutes con nuestro padre sobre mi salud, sé que no le importamos nada y sé que me mientes para que no me sienta mal, pero no me importa, porque tengo a hyung conmigo. Solo sonrío y soy feliz, porque estás conmigo y te doy las gracias por eso…pero ahora es mi turno. Ahora me toca a mí cuidarte a ti. Siempre, siempre, siempre… estaré cuidándote desde el cielo hyung. Cuando mires arriba, acuérdate de que yo estaré allí y te sonreiré como siempre, ¿vale? Te quiero mucho y te estoy muy agradecido… perdóname hyung, perdóname por todo….
Él se había ido. Su pequeño hermano había muerto entre sus brazos esa noche.
[Fin Flash Back]
Una enorme presión en su pecho comenzaba a hacerse presente. Un intenso dolor lo invadía y las lágrimas no cesaban. Su cuerpo estaba débil. No podía respirar bien y sentía que se le iban las fuerzas. Todo se volvió oscuro en cuestión de segundos, perdiendo la consciencia completamente.
Abrió los ojos de repente en la inmensa oscuridad de la habitación al escuchar aquel ruido. A pesar de ser la persona con el sueño más pesado de la casa, lo había oído, y al parecer era el único. Se levantó rápido del sillón cama y fue al lugar de donde provenía el ruido que segundos antes había oído. Antes de entrar pudo percibir como una tenue luz salía de la puerta. Se acercó al marco de ella, pudiendo ver como el rubio se encontraba en el suelo, al igual que el vaso y el agua. El alto al ver aquella imagen abrió los ojos desmesuradamente. Por acto reflejo corrió hacia él, pero no tocó nada. Tenía miedo de que hiciera algo mal:
- ¡Jonghyun!- gritó sin formalidades, en ese momento eran lo de menos-. ¡Jonghyun!- volvió a gritar.
De la puerta apareció un peliblanco agitado, que al ver aquella imagen temió, haciéndose realidad sus sospechas y se acercó a los dos jóvenes:
- Vete al laboratorio y enciende las luces, al igual que los aparatos que te dije aquella vez- le dijo muy serio tocando alguna que otra parte del rubio.
El alto se levantó y corrió al laboratorio, encendiendo todo aquello que una vez le dijo su hyung que debía hacer en momentos como esos. Oyó unos pasos, se dio la vuelta, en los brazos del mayor estaba el felino. Se apartó para que el mayor lo dejara en la camilla. Jonghyun parecía saber qué era lo que le pasaba al rubio, puesto que su semblante permanecía serio, aunque un poco triste. Esto preocupó al alto de sobremanera. Su amigo estaba pálido y tenía unas ojeras marcadas, siendo que él se cuidaba mucho. Tenía que ser algo importante para que estuviera de esa manera:
- Minho, ¿puedes retirarte? –se percató de cómo observaba al rubio con pena.
- Pero hyung, yo qui…
- Por favor te lo pido –le interrumpió.
- Hyung…
- Anda ve, no te preocupes –le dedicó una mirada de confianza.
Cuando el alto abandonó la habitación, el peliblanco se acercó al cuerpo del rubio y se dispuso a revisarle la frecuencia cardiaca, la presión sanguínea y algún que otro estudio más. Un abombamiento involuntario en el punto donde se sitúa el ápex del corazón sobre el tórax, se reveló en el diagnóstico debido a la palpitación del tórax. El moreno suspiró profundamente. Le pinchó la aguja en el antebrazo para sacarle la sangre, después de buscarle la vena. Se dirigió a la mesa, dónde el papeleo reinaba y lo apuntó. Angina de pecho debido a la anemia. Esta vez, había sido importante, pero por suerte, no acabó mal:
- Key…puede que la próxima vez, sea diferente… –se acercó a él para quitarle la aguja al terminar su labor- la próxima tal vez pueda ser un infarto de miocardio o… muerte súbita.
Lo del rubio era un tema serio, siempre por estas fechas pasaba lo mismo. Era muy duro para él, pero… de esa forma su vida corría peligro, ya no sabía qué hacer, cómo hacer para que enfrentara su situación, sus recuerdos, a él…
Solo tardó unos minutos en elaborar el informe. Tal y como sospechaba. El cuadro hemático de la línea roja estaba por debajo, los glóbulos rojos habían disminuido considerablemente y las demandas de oxígeno miocárdicas, superaron al aporte, lo que conllevó una deficiencia de sangre y oxígeno en el miocardio:
- ¿Por qué no me lo dijiste? –pasó su mano por su frente- ¿por qué no me dijiste que te sentías así? Dios Key, si llega a ser algo peor, hubieras arrastrado a todos contigo y sabes que no hubiera podido hacer nada.
El alto salió de la habitación, cerrándola tras de sí. Dejó la mano sobre el pomo, mirando al suelo, asimilando aún lo que había ocurrido:
- ¿¡Qué ocurre, hyung!?- preguntó alarmado el menor de todos, que llegaba a él.
El cara rana levantó la cabeza y lo miró sin mirarlo. Su mente estaba en otro lugar, y para ser exactos, era el cuarto que segundos antes había dejado atrás:
- ¿Qué pasa, Minho?- preguntó otra vez el mayor. Ante el evidente silencio por parte del otro, añadió:- Contesta, Minho.
El alto reaccionó ante la voz del de sonrisa amable y lo miró a los ojos, dejando así ante la vista de este, la preocupación de sus ojos:
- No sé, no sé qué demonios ocurre- dijo en un susurro.
Sus palabras causaron preocupación en los chicos:
- Hyung, no nos asustes- dijo el menor acercándose a él.
- ¿Le ocurrió algo a los chicos?- preguntó el líder, esperando un simple movimiento de cabeza horizontal.
- Sí- dijo el cara rana.
El mayor se golpeó mentalmente y el menor se sintió horrible. Su cuerpo comenzó a temblar, sentía sus piernas flaquear:
- ¿Qu-qué?- pudo soltar entrecortadamente.
El alto lo miró asustado, al igual que el castaño:
- Minho- habló el líder-, dime qué sucede.
El nombrado, a pesar de estar preocupado por el maknae, miró al mayor y comenzó a hablar. Diciendo todo, sin olvidarse de ningún detalle. Ambos muchachos escuchaban sus palabras atentos:
- Pero...- murmuró el de sonrisa amable.
El menor cayó de rodillas al suelo, dejó caer su cabeza apoyándola en el suelo, permitiendo así que sus lágrimas se precipitaran de sus ojos.
El cara rana dejó resbalar su cuerpo por la pared, la que quedaba en frente de aquella puerta, clavando así sus ojos en ella. El líder caminaba para todos lados, mirando al suelo. El maknae continuaba en su posición, al igual que sus lágrimas no se detenían.
Los minutos pasaban y pasaban, aumentando con eso las ansias en sus seres y la preocupación. De repente, en algún momento de la espera se abrió la puerta de aquella habitación, la cual había escondido toda la verdad, y salió el doctor con su semblante serio. Todos se acercaron a él y lo miraron:
- Será mejor que os sentéis.
Todos obedecieron sin pensárselo, ocupando sillas o en el sofá. El peliblanco se sentó con el más pequeño y lo miró un par de segundos:
- Hyung… -se le volvieron a humedecer los ojos. Estaba asustado.
El moreno tomó su mano y la acarició dulcemente. Esperaba que pudiera sobrellevar la noticia:
- ¿Jonghyun? –llamó su atención el líder
- Chicos…
- Hyung, sabemos que no es la primera vez que pasa. Siempre llega una época del año en la que Key se comporta de una manera rara, pero esta vez…
- Está enfermo –soltó tajante.
- ¿C-como?
- Key tiene anemia –tragó forzadamente- no os lo había dicho antes, porque él me pidió mantenerlo en secreto. No quería preocuparos, pero llegados a este extremo, ya no se puede ocultar más.
- Nos estás asustando Jonghyun –el mayor de todos estaba muy preocupado.
- Hyung –sollozaba- ¿está bien? ¿verdad? –preguntaba el menor esperanzado.
- Lo siento Tae, pero Key, está en muy malas condiciones –le costó revelarlo- se le detectó esa enfermedad poco después de la muerte de su hermano pequeño, tras padecer un fuerte ataque. El hecho de que cada año, en determinadas ocasiones, esté de esa manera, es por el aniversario de su hermano. Eso hace que su enfermedad empeore y como consecuencia un nivel de daño más importante.
Todos se quedaron con la boca abierta ante sus palabras. No podían creer el dolor que llevaba soportando en silencio el rubio. Ahora, la extrema preocupación reinaba en el ambiente:
- Jonghyun… eso quiere decir que, cada año, es peor, ¿no?
- Así es –afirmó.
- Entonces el año que viene será más fuerte…-susurró el alto.
- No... –agachó su cabeza- no habrá una próxima vez.
- ¿A qué te refieres?
- Este último ataque solo ha sido una advertencia, la próxima vez será letal.
- N-o… pued-e ser… hyung –el maknae lloraba a mares.
El peliblanco lo rodeó con sus brazos y lo atrajo hacia él, acariciándole la espalda para tranquilizarlo:
- Su corazón no aguantará otro, definitivamente, no lo hará –sentenció el moreno.
- Tiene que haber alguna solución, no podemos dejarlo así.
- Todo depende de él, nosotros solo podemos esperar.
El salón se quedó absolutamente en silencio. Aunque cuatro personas se encontraban ahí, solo se oía el llanto del más joven, quién era tranquilizado por el doctor. El peliblanco cerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás:
- Key… todo depende de ti, ¿qué harás ahora?
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
¡Aquí nadie se muere hasta que yo sepa la pareja oficial del fanfic! xD Mucho menos Key, no, yo siempre lo mato, ¿que pashu? Debe vivir TT TT Bum es fuerte, debe serlo. Quisiera saber ¿quien era su hermano? Me da curiosidad ._.
Bueno, gracias por el capitulo y perdón por este intento de comentario D:
Bueno, gracias por el capitulo y perdón por este intento de comentario D:
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 10]
¡Hi! Hemos vuelto con el siguiente capítulo ^^ Realmente sentimos la tardanza, pero con los exámenes y el problema de coordinación/tiempo entre las dos, nos ha resultado un poco difícil, pero por fin tenemos el siguiente capítulo :3 Gracias a por comentar >.< Nos pone muy feliz saber que alguien comenta T^T
CAPÍTULO 10
Las horas caían, cayendo así la noche profunda.
Un bostezo, ojos pesados... El moreno se levantó de la silla, se quedaría dormido si no se movía. Comenzó a mirar alguna que otra droga. Se entretuvo en ello, pero no podía evitar lo que llevaba intentado todo el día. Pensar. Las imágenes se repetían en su cabeza continuamente. La misma imagen cada año que transcurría, lo único que cambiaba era el aumento de la enfermedad.
Suspiró profundamente y dejó caer su cabeza, cerrando así los ojos. No podía evitarlo, todo se arremolinaba. Estaba perdiendo la consciencia, cayendo poco a poco en el mundo de los sueños, pero no lo permitió. Abrió los ojos y se movió como si de un robot se tratara. Fijó la mirada en el rubio unos segundos. La noche estaba fresca. Se acercó a él y lo tapó con una manta, eso lo haría entrar en calor, evitando que se enfermera.
Fue hacia la puerta y la abrió, cerrándola al instante, evitando así que la luz pasara y molestara a los que disfrutaban de un cálido sueño. Esperó unos segundos para que sus ojos se adaptaran a la oscuridad. Con cuidado comenzó a caminar, tropezándose con algo al instante. Bajó la mirada. Su talante tornó asustado, pasando a tristeza y asombro, al comprender que no estaba como había creído. Se pateó internamente por haber pensado en ello, por muy mínimo que fuese el tiempo. Se agachó y miró al muchacho que dormía. Tocó su rostro, pudiendo notar como estaba mojado. Unas lágrimas habían dejado rastro en sus mejillas. Un horrible rayo de tristeza se dejó pasar, causando que su corazón se estremeciera y que un vacío inundara su ser. Odiaba ver esa situación. No quería verlo sufrir. Lo tomó en brazos, sintiendo como el menor temblaba. Estaba helado. Se acercó a la cama y lo puso en ella. Tomó asiento en un pequeño hueco que dejaba. Lo tapó con las mantas que esa noche habían puesto y llevó una de sus manos a su rostro. El castaño se sacudió debajo de sus manos, haciéndose bolita y dejando escapar una lágrima. El peliblanco ante esto sonrió, pero no de felicidad. Se acercó al joven, apoyando su frente en la del pequeño. Se hizo con todas las fuerzas que su ser podía permitirle para que sus ojos no dejaran escapar la pequeña piscina personalizada de sus ojos:
- No sufras... por favor- dijo en un murmullo inaudible.
El maknae suspiró profundamente. El peliblanco separó sus frentes, dejando un pequeño beso en ella. Se levantó y se alejó.
Mientras el mayor tomaba una taza de café, el menor miraba al techo e intentaba reprimir los sollozos que propagaban los gritos de su corazón.
Empezó a dar vueltas en la cama. No podía conciliar el sueño, demasiadas eran las cosas que ocupaban su cabeza y muchas preocupaciones. Soltó un largo suspiro y se incorporó en la cama. No iba a forzarse más, no había manera de que se durmiera. Ante su incapacidad, se levantó y puso rumbo a su lugar de entretenimiento. La habitación estaba en silencio y los ordenadores funcionaban como siempre, pero había algo raro. Él no recordaba haber encendido la pantalla y esta se encontraba suspendida. Eso quería decir que alguien la había encendido previamente. Presionó el botón y el monitor volvió a encenderse.
Se sentó curioso en la silla y vio una ventana abierta. La seleccionó, abriéndola tras esto y se fijó que era un correo de uno de sus informantes, pero… estaba abierto. ¿Quién…? Empezó a leerlo, abriendo los ojos en el proceso. No podía ser esto era…Quizá fue…El menor se levantó ligeramente ansioso, tenía que preguntárselo.
Después de tomar aquel delicioso café, se propuso a leer unos documentos, que años atrás había escrito, se levantó recorriendo las estanterías y mirando atentamente cada etiqueta. Se detuvo en la última, hallando así en la parte de arriba lo que tanto buscaba. Lo agarró y se lo llevó a la mesa, donde se encontraba lo necesario, alteraría su composición y agregaría la nueva sustancia que le había sido importada de Estados Unidos. Comenzó poco a poco a agregar cosas, para que cuando juntara ambas sustancias no ocurriera cualquier imprevisto.
El sonoro pitido de las máquinas lo relajaba, pero un ruido extraño, fuera de lo normal a esas horas, lo hizo detenerse. Se volteó y se acercó a la puerta, justo cuando sus manos fueron a el manillar de ella, esta se abrió estrepitosamente, dando paso al maknae de la casa. El peliblanco se sorprendió. Su reacción fue rápida, tomó al menor y lo volteó, sacándolo del lugar, no quería que viera como se encontraba el rubio. El castaño se mostraba alterado y nervioso. Cerró la puerta tras ambos y suspiró ante la mirada del menor:
- Pero ¿qué...?- articuló.
El mayor bajó la cabeza, para a los segundos mirarle:
- No quiero que entres- dijo seriamente.
El menor seguía sin comprender nada, ni el comportamiento ni las palabras del peliblanco:
- ¿Por qué?- preguntó.
- ¿Tú qué crees, Tae?- le preguntó.
El castaño se tomó su tiempo para pensarlo, pero no llegaba a aquella respuesta que esperaba el otro:
- No quiero que veas a Key en ese estado- sentenció ante la tardanza.
El maknae reaccionó, un nudo en la garganta. El ambiente se volvió pesado y triste, el mayor ante aquello suspiró y desordenó los cabellos del castaño:
- Dime, ¿qué querías decirme, pequeño?- le preguntó intentando cambiar el rumbo de la conversación.
Recordó lo que había sido su principal propósito y se volvió a alterar:
- Hyung, alguien entró en mi habitación.
- ¿Y qué hay de malo en eso? –se extrañó.
- Pues que abrió un correo de información secreta.
El moreno empezó preocuparse:
- ¿Qué tipo de información Taemin?
- Ven hyung.
El mayor fue dirigido por el castaño hasta su habitación deteniéndose delante de la pantalla:
- Léela hyung.
Él obedeció, leyendo rápidamente la notica. Sus ojos empezaron a abrirse y su cerebro comenzó a relacionar lo sucedido. Dirigió su vista al suelo, topándose con una mancha de agua y restos de cristales rotos. Aquí fue dónde Minho lo encontró:
- Key…- atinó a susurrar.
- ¿Qué pasó hyung?
- Key…fue quien lo leyó.
- Hyung… ¿cuál es ese medicamento?
- Si te digo la verdad, nunca lo había visto, pero me temo que Key sí. Ese debe ser el medicamento que le suministraban a su hermano.
- Eso quiere decir que es una estafa –abrió los ojos.
- Según la información que nos envían, hace años que no se fabrica. Seguramente alguien se dio cuenta de la mentira y los amenazarían para retirarla.
- No podemos dejar que la distribuyan otra vez. Ellos dijeron que habían conseguido coger una muestra, ¿no sería suficiente para el antídoto?
- ¿Tú crees que sería tan fácil? Al igual que yo, hay muchos más médicos que seguramente desconfiarán o averiguaran su composición dándose cuenta de que es similar o parecida a la que liberaron años atrás.
- Es posible que esos médicos ya estén muertos. Si estaban en contra o sospechaban algo al principio, se habrán encargado de ellos para evitar más bocas abiertas.
- Es cierto, posiblemente. Siendo así, esta vez, corrigiendo su error, deberían haberlo camuflado muy bien dentro de un medicamento común y corriente en cuanto a apariencia.
- Entonces primero necesitamos ir a recoger la muestra nueva y luego una vieja, ¿no?
- Exacto. De acuerdo- dijo el peliblanco deshaciéndose de la bata blanca-. Me voy.
Comenzó a caminar hacia la puerta, cuando la voz del menor lo detuvo:
- Hyung- murmuró- yo voy contigo- articuló un poco más alto.
El mayor lo miró serio:
- Es evidente que no, Taemin.
El menor hizo un puchero con sus labios y puso sus brazos en jarras, junto con una mirada inocente:
- No seas malo, nunca me dejas ir a ningún lado- dijo con los morros aún.
El mayor se rió ante aquella lindura, pero no bajó la guardia:
- Hace frío y es muy tarde, no vas a ir- declaró.
El castaño se levantó molesto y lo agarró del brazo:
- Venga, hyung, por favor~~- dijo alargando la última palabra.
El peliblanco lo miraba con el talante inexpresivo, pero aquel ser le podía, era su debilidad:
- De acuerdo, pero te abrigas bien, ¿oíste?- le preguntó con un dedo en su nariz.
El maknae sonrió y se alejó:
- Gracias, no te arrepentirás hyung- dijo saliendo del lugar para ir a buscar lo que el mayor le había dicho.
Justo como habían hablado, ambos chicos salieron rumbo hacia el puerto. Debido a que estaba un poco lejos, la larga caminata estaba asegurada. Sería muy peligroso coger algún transporte público, ya que darían constancia de ellos y eso podría traer malas consecuencias, así que mejor y más saludable, a pie:
- Tae, ¿qué tienes ahí? -dijo observando una pequeña sombra alargada en el cuello del menor.
- ¿¡Dónde!?- dijo alzando la voz, comenzando a dar pequeños saltos, agitando el cuerpo entero-. ¡Quítamelo!
- Tranquilo, no es un bicho -rió ante su comportamiento- pero esto... -le tocó el cuello con su dedo índice- ¿te hiciste daño con algo?
- Uff...- dijo aliviado-. Pensé lo peor.
El mayor lo miró esperando una respuesta:
- No sé cómo me lo hice- constó-. Tan solo me lo vi ahí ayer.
- ¿Ya estuviste otra vez jugueteando con los cables? –le reprochó recordando la última vez que se quemó por arreglar los sistemas.
- No jugueteo hyung –frunció el ceño e hizo un adorable puchero- tal vez…fue cuando estaba revisando la VGA (tarjeta gráfica del ordenador)
- ¿Qué te tengo dicho? –lo miró de reojo.
- Es que da mucha corriente ahí detrás –contestó en tono infantil.
- Por eso mismo, siempre te digo que tengas cuidado y no me haces caso. Cualquier día te puede dar una lipotimia o un infarto.
- Lo siento hyung –agachó la cabeza apenado.
El peliblanco lo miró enternecido, no podía enfadarse con él. Le acarició tiernamente la mejilla:
- Es solo que no me gusta que estés trabajando con sistemas de tan alta potencia, es muy peligroso.
- Está bien hyung, tendré más cuidado –sonrió.
Poco a poco se fueron acercando al puerto. Se encaminaron hasta el mismo lugar de siempre donde les estaría esperando su cómplice. Cuando divisaron la negra figura en la entrada del puerto, como si todo hubiera estado ensayado, los dos chicos pasaron por delante de él, el peliblanco abrió el bolsillo justo en su frente y este, en un delicado y sutil movimiento, le introdujo la muestra en la apertura de tela. Ya con la primera muestra en la mano, regresaron sobre sus pasos:
- ¿Dónde conseguiremos la muestra antigua? –preguntó curioso.
- Iremos al hospital principal. Estoy seguro de que ahí la tienen.
- Entiendo. Hyung –extendió la mano- déjame ver la medicina.
El mayor sacó el pequeño frasco de su bolsillo entregándoselo al castaño. Ese lo miró detenidamente. Tenían la típica forma de las pastillas, pero sabía que esa solo era la tapadera de lo que verdaderamente provocaría:
- Vamos a acelerar el paso Taeminnie, dentro de poco empezaran a cambiarse el turno los médicos de guardia –dijo mirando la hora.
- Vamos –dijo devolviéndole el frasco.
Tras el largo paseo hasta el hospital, por fin lo había avistado. Se acercaron lentamente hasta la puerta de entrada:
- Tae, voy a pedirte un favor.
- Dime hyung –lo miró atento.
- Espérame por fuera, en ese parque –le dijo al oído.
- Pero… ¿por qué hyung? –se extrañó.
- Por favor –lo miró suplicante.
- Está bien –suspiró nervioso- pero no tardes…me da miedo –admitió en un susurro.
El mayor sonrió ante su ternura:
- No te preocupes pequeño, no tardaré, te lo prometo –le acarició los cabellos.
El menor se dio la vuelta cumpliendo con el favor de su hyung. Se fue al parque e indeciso, se sentó en uno de los columpios y comenzó a balancearse.
El peliblanco cruzó la gran puerta automática. Un remolino de sentimientos y recuerdos se agolparon en su interior. Hacía mucho tiempo que no pisaba el hospital, desde aquel día… sonrió ante la nostalgia. Fueron años duros, pero mirando hacia detrás y al pequeño que lo esperaba fuera, habían valido la pena y lo volvería a hacer.
[Flash Back]
En la sala de prácticas de los novatos del hospital central, la misma pelea se desarrollaba:
- ¡Tú nunca lo conseguirás! ¡Solo eres una basura callejera!
- ¡Cállate idiota!
- ¿Qué me vas a hacer? ¿eh? –rió burlonamente- ¿llamarás a tus amigos de la calle para que vengan a matarme? Solo eres un estorbo para la sociedad. Nadie te quiere salvando vidas, la única que quieren es la tuya muerta y enterrada.
Jonghyun apretaba los puños y se mordía el labio inferior para poder controlarse o de lo contrario acertaría el golpe en su cara. Aunque lejos de estar en lo cierto, él sabía perfectamente que nadie lo veía con buenos ojos desde que se supo su procedencia:
- ¡Solo eres un triste huérfano! ¡Ni tus padres te quieren!
Solo un poco más. Intentaba reprimirse todo lo que podía. Las lágrimas se habían instalando cómodamente en sus ojos, deslizándose por sus mejillas:
- ¡Tus apestosos amigos huérfanos también son una basura! ¡Ojala desaparezcan como tú!
El moreno abrió los ojos al escuchar semejantes palabras. La irá acompañó sus lágrimas y en un movimiento rápido y seco, estampó su puño en la boca del estómago de aquel que lo amargaba siempre:
- A mí, me podrás decir lo que quieras, pero con mis amigos no te metas –le dijo enfurecido.
Los sentimientos contenidos fueron demasiado para él y sin un apoyo con el que contar, aquello le resultaba demasiado difícil. Abrió la puerta de la sala de golpe y se dispuso a largarse:
- ¡Espera Jonghyun! ¡No te vayas!–gritó el doctor que los instruía.
- ¿¡Qué quiere!? ¡¿Lleva toda la conversación callado, oyendo como me insulta y ahora me pide que no me vaya?! No se preocupe, que este huérfano de mie**a ya no lo molestará más. Ni a usted ni a su clase. Él es quién tiene la fortuna, yo soy un vagabundo, ¿verdad? –sonrió sarcásticamente para dar media vuelta e irse.
Ya no podía aguantarlo más. Aquella situación era difícil, pero…había alguien que lo necesitaba y que estaba esperando por él. Conseguiría pasar el último año de carrera y conseguiría el título, costase lo que costase:
- Taemin…espérame solo un poco más, por favor…
[Fin Flash Back]
Alzó su brazo y con su mano limpió las lágrimas provocadas por los horribles recuerdos. Era un idiota por haberse puesto a llorar por eso. Después de todo, las cosas habían salido bien y había conseguido sacar el título, aunque en otro lugar diferente. Sonrió ante su bobería y continuó con su cometido.
Nada había cambiado en aquel lugar. Tampoco se quejaba, de esa forma todo sería más fácil. Segunda planta, al final del tercer pasillo, la última puerta. Allí guardaban una muestra de todos los medicamentos que ha registrado la medicina, por lo que solo tenía que encontrarlo. Lo tedioso iba a ser mirar las etiquetas una por una, para ver el engaño y encontrar la correcta.
Metió la mano en su bolsillo y sacó su acreditación médica de cuando estuvo en el hospital y afortunadamente aún lo reconocía. Ante sus ojos se alzaron unas enormes estanterías como si fuera una biblioteca de medicamentos:
- Empecemos –suspiró.
Gracias a su razonamiento y a sus profundos conocimientos de la rama científica, pudo encontrar en tiempo récord, la estafa enfrascada etiquetada de saludable. Volvió a colocar todo en su sitio y salió de allí cerrando la puerta. Regresó a la planta baja y divisó la puerta, saliendo por fin al exterior.
Dirigió su vista al parque intentando encontrar al pequeño. Tras un par de segundos debido a la oscuridad, logró distinguirlo del resto de sombras columpiándose mínimamente. Sonrió ante aquella estampa del menor. Se dirigió hacia él rápidamente:
- Hyung… -levantó la vista- tardaste –infló sus cachetes.
- ¿Me perdonas? –sonrió.
El menor lo miró a los ojos y entonces… se dio cuenta. Se levantó inmediatamente del columpio y lo abrazó fuertemente:
- Te perdono porque hyung ha estado llorando –le susurró.
El peliblanco abrió los ojos sorprendido:
- Tae…
- Te quiero hyung –sonrió.
- Y yo, mi pequeño Taeminnie –reforzó el abrazo.
Un par de minutos después, ambos volvieron a retomar posiciones:
- ¿Vamos?
El menor asintió y volvieron a ponerse en marcha, esta vez, rumbo a su casa. Taemin mantenía en sus manos el nuevo frasco adquirido, que era la muestra antigua. Entonces esta fue…:
- Hyung… -murmuró.
- Dime.
- ¿Esto fue lo que mató al hermano de Key-hyung?
El mayor notó el deje triste en su voz:
- Así es.
- ¿Y qué pasó con él?
- Pues… tras lo de su hermano, Key se dio cuenta después de que sus padres sabían lo que esa sustancia significaba. Ellos habían consentido la muerte de su hermano y luego intentaron matarlo a él porque sabía la verdad o por lo menos la sospechaba.
- ¿Lo intentaron matar? –se sorprendió.
- Así es –asintió triste- cuando su hermano murió, él se fue de su casa por dos razones. La primera era que no era capaz de seguir viviendo allí, porque todo le recordaba a su hermano y la segunda es que no quería seguir viviendo bajo el mismo techo que los asesinos de sus padres. Uno de los días en los que él andaba por ahí, sus padres intentaron atropellarlo con el coche, el golpe afortunadamente solo lo dejó inconsciente, pero trajo graves consecuencias como depresión y el desarrollo, por primera vez, de la anemia. Sus padres esa misma vez se estrellaron contra una casa y murieron en el acto. No era la primera vez que lo habían intentado hacer. Ya desde que iba con su hermano a clases por las mañanas, hubo varios intentos consecutivos, pero Key no quería decirle nada a su hermano pequeño. Quería que siguiera pensando que eran una familia feliz.
- ¿El hermano lo supo al final? –se le quebraba la voz.
- Sí –susurró- él supo todo desde el principio y murió con la culpa de haberle robado la adolescencia a su hermano mayor debido a su enfermedad.
- ¿Por qué hyung? ¿Por qué le pasó eso a Key-hyung? –sus lágrimas aparecieron tras eso.
- Nadie lo consideró un ser humano. Nadie le prestó ayuda ni a él ni a su hermano. En su barrio decían que no tenía derecho a la vida y que por eso les pasó lo que les pasó.
- Pero… eso es injusto –sollozaba.
- Ven aquí pequeño -lo rodeó con sus brazos y lo atrajo a su pecho.
- La justicia está muy mal ejercida y nada en esta vida, ayuda al más bueno, si no al que más tiene. Vivimos en una sociedad corrupta y dirigida por el dinero. Todo lo que digan en inapelable, a nosotros solo se nos impone obedecer.
- No quiero… -se acurrucó en el pechó de su hyung- no quiero pertenecer a esta sociedad que hace daño a todo el mundo.
- Es lo que nos ha tocado Tae.
Una brisa fría recorrió la calle que permanecía vacía salvo por dos transeúntes:
- Volvamos, ¿vale?
- Sí.
La puerta se abrió, dejando paso a dos cansados chicos. Un bostezo por parte del menor y una sonrisa del mayor:
- Venga- le dijo- a dormir.
El castaño se restregó los ojos y luego miró al peliblanco:
- ¿Y tú?- le preguntó sabiendo la obvia respuesta.
El moreno suspiró y el maknae sonrió. El último se alejó, y se fue al baño, mientras el primero iba al laboratorio. Miró al rubio, asegurándose de que todo estaba en orden. Tomó los frascos y los colocó en su gaveta, poniéndolos en un lugar seguro. Oyó como la puerta del baño se abría, ante aquello y salió al rato.
El menor ya vestía su pijama, y esperaba echado en la cama, acurrucado dulcemente, tapado con las mantas, la noche estaba fría. El moreno entró en el baño y se aseó. Salió y se echó al lado del maknae:
- Venga pequeño, a dormir- le dijo en voz baja para no molestar a los que dormían plácidamente, sin ser conscientes de todo lo acontecido.
El menor afirmó con un pequeño movimiento de cabeza y cerró los ojos, en un intento fallido de dormir:
- ¿No puedes dormir?- le preguntó el mayor cálidamente al oído al castaño, que seguía despierto a pesar de los minutos pasados.
Un suspiro:
- No puedo, hyung- susurró.
El peliblanco ante aquello comenzó a acariciar su espalda débilmente, tranquilizando el alma del pequeño y destensando los músculos de este.
Se levantó con sumo cuidado de la suave cama, dirigiéndose al laboratorio. Entró en él a tientas, no quería encender las grandes luces. Se acercó a la mesa y encendió la luz de esta. Tomó aire, agarró su bata y cogió los frascos. Con ellos en la mano se adentró en el lugar, quedando detrás de las grandes estanterías, que escondían una molesta luz.
CAPÍTULO 10
Las horas caían, cayendo así la noche profunda.
Un bostezo, ojos pesados... El moreno se levantó de la silla, se quedaría dormido si no se movía. Comenzó a mirar alguna que otra droga. Se entretuvo en ello, pero no podía evitar lo que llevaba intentado todo el día. Pensar. Las imágenes se repetían en su cabeza continuamente. La misma imagen cada año que transcurría, lo único que cambiaba era el aumento de la enfermedad.
Suspiró profundamente y dejó caer su cabeza, cerrando así los ojos. No podía evitarlo, todo se arremolinaba. Estaba perdiendo la consciencia, cayendo poco a poco en el mundo de los sueños, pero no lo permitió. Abrió los ojos y se movió como si de un robot se tratara. Fijó la mirada en el rubio unos segundos. La noche estaba fresca. Se acercó a él y lo tapó con una manta, eso lo haría entrar en calor, evitando que se enfermera.
Fue hacia la puerta y la abrió, cerrándola al instante, evitando así que la luz pasara y molestara a los que disfrutaban de un cálido sueño. Esperó unos segundos para que sus ojos se adaptaran a la oscuridad. Con cuidado comenzó a caminar, tropezándose con algo al instante. Bajó la mirada. Su talante tornó asustado, pasando a tristeza y asombro, al comprender que no estaba como había creído. Se pateó internamente por haber pensado en ello, por muy mínimo que fuese el tiempo. Se agachó y miró al muchacho que dormía. Tocó su rostro, pudiendo notar como estaba mojado. Unas lágrimas habían dejado rastro en sus mejillas. Un horrible rayo de tristeza se dejó pasar, causando que su corazón se estremeciera y que un vacío inundara su ser. Odiaba ver esa situación. No quería verlo sufrir. Lo tomó en brazos, sintiendo como el menor temblaba. Estaba helado. Se acercó a la cama y lo puso en ella. Tomó asiento en un pequeño hueco que dejaba. Lo tapó con las mantas que esa noche habían puesto y llevó una de sus manos a su rostro. El castaño se sacudió debajo de sus manos, haciéndose bolita y dejando escapar una lágrima. El peliblanco ante esto sonrió, pero no de felicidad. Se acercó al joven, apoyando su frente en la del pequeño. Se hizo con todas las fuerzas que su ser podía permitirle para que sus ojos no dejaran escapar la pequeña piscina personalizada de sus ojos:
- No sufras... por favor- dijo en un murmullo inaudible.
El maknae suspiró profundamente. El peliblanco separó sus frentes, dejando un pequeño beso en ella. Se levantó y se alejó.
Mientras el mayor tomaba una taza de café, el menor miraba al techo e intentaba reprimir los sollozos que propagaban los gritos de su corazón.
Empezó a dar vueltas en la cama. No podía conciliar el sueño, demasiadas eran las cosas que ocupaban su cabeza y muchas preocupaciones. Soltó un largo suspiro y se incorporó en la cama. No iba a forzarse más, no había manera de que se durmiera. Ante su incapacidad, se levantó y puso rumbo a su lugar de entretenimiento. La habitación estaba en silencio y los ordenadores funcionaban como siempre, pero había algo raro. Él no recordaba haber encendido la pantalla y esta se encontraba suspendida. Eso quería decir que alguien la había encendido previamente. Presionó el botón y el monitor volvió a encenderse.
Se sentó curioso en la silla y vio una ventana abierta. La seleccionó, abriéndola tras esto y se fijó que era un correo de uno de sus informantes, pero… estaba abierto. ¿Quién…? Empezó a leerlo, abriendo los ojos en el proceso. No podía ser esto era…Quizá fue…El menor se levantó ligeramente ansioso, tenía que preguntárselo.
Después de tomar aquel delicioso café, se propuso a leer unos documentos, que años atrás había escrito, se levantó recorriendo las estanterías y mirando atentamente cada etiqueta. Se detuvo en la última, hallando así en la parte de arriba lo que tanto buscaba. Lo agarró y se lo llevó a la mesa, donde se encontraba lo necesario, alteraría su composición y agregaría la nueva sustancia que le había sido importada de Estados Unidos. Comenzó poco a poco a agregar cosas, para que cuando juntara ambas sustancias no ocurriera cualquier imprevisto.
El sonoro pitido de las máquinas lo relajaba, pero un ruido extraño, fuera de lo normal a esas horas, lo hizo detenerse. Se volteó y se acercó a la puerta, justo cuando sus manos fueron a el manillar de ella, esta se abrió estrepitosamente, dando paso al maknae de la casa. El peliblanco se sorprendió. Su reacción fue rápida, tomó al menor y lo volteó, sacándolo del lugar, no quería que viera como se encontraba el rubio. El castaño se mostraba alterado y nervioso. Cerró la puerta tras ambos y suspiró ante la mirada del menor:
- Pero ¿qué...?- articuló.
El mayor bajó la cabeza, para a los segundos mirarle:
- No quiero que entres- dijo seriamente.
El menor seguía sin comprender nada, ni el comportamiento ni las palabras del peliblanco:
- ¿Por qué?- preguntó.
- ¿Tú qué crees, Tae?- le preguntó.
El castaño se tomó su tiempo para pensarlo, pero no llegaba a aquella respuesta que esperaba el otro:
- No quiero que veas a Key en ese estado- sentenció ante la tardanza.
El maknae reaccionó, un nudo en la garganta. El ambiente se volvió pesado y triste, el mayor ante aquello suspiró y desordenó los cabellos del castaño:
- Dime, ¿qué querías decirme, pequeño?- le preguntó intentando cambiar el rumbo de la conversación.
Recordó lo que había sido su principal propósito y se volvió a alterar:
- Hyung, alguien entró en mi habitación.
- ¿Y qué hay de malo en eso? –se extrañó.
- Pues que abrió un correo de información secreta.
El moreno empezó preocuparse:
- ¿Qué tipo de información Taemin?
- Ven hyung.
El mayor fue dirigido por el castaño hasta su habitación deteniéndose delante de la pantalla:
- Léela hyung.
Él obedeció, leyendo rápidamente la notica. Sus ojos empezaron a abrirse y su cerebro comenzó a relacionar lo sucedido. Dirigió su vista al suelo, topándose con una mancha de agua y restos de cristales rotos. Aquí fue dónde Minho lo encontró:
- Key…- atinó a susurrar.
- ¿Qué pasó hyung?
- Key…fue quien lo leyó.
- Hyung… ¿cuál es ese medicamento?
- Si te digo la verdad, nunca lo había visto, pero me temo que Key sí. Ese debe ser el medicamento que le suministraban a su hermano.
- Eso quiere decir que es una estafa –abrió los ojos.
- Según la información que nos envían, hace años que no se fabrica. Seguramente alguien se dio cuenta de la mentira y los amenazarían para retirarla.
- No podemos dejar que la distribuyan otra vez. Ellos dijeron que habían conseguido coger una muestra, ¿no sería suficiente para el antídoto?
- ¿Tú crees que sería tan fácil? Al igual que yo, hay muchos más médicos que seguramente desconfiarán o averiguaran su composición dándose cuenta de que es similar o parecida a la que liberaron años atrás.
- Es posible que esos médicos ya estén muertos. Si estaban en contra o sospechaban algo al principio, se habrán encargado de ellos para evitar más bocas abiertas.
- Es cierto, posiblemente. Siendo así, esta vez, corrigiendo su error, deberían haberlo camuflado muy bien dentro de un medicamento común y corriente en cuanto a apariencia.
- Entonces primero necesitamos ir a recoger la muestra nueva y luego una vieja, ¿no?
- Exacto. De acuerdo- dijo el peliblanco deshaciéndose de la bata blanca-. Me voy.
Comenzó a caminar hacia la puerta, cuando la voz del menor lo detuvo:
- Hyung- murmuró- yo voy contigo- articuló un poco más alto.
El mayor lo miró serio:
- Es evidente que no, Taemin.
El menor hizo un puchero con sus labios y puso sus brazos en jarras, junto con una mirada inocente:
- No seas malo, nunca me dejas ir a ningún lado- dijo con los morros aún.
El mayor se rió ante aquella lindura, pero no bajó la guardia:
- Hace frío y es muy tarde, no vas a ir- declaró.
El castaño se levantó molesto y lo agarró del brazo:
- Venga, hyung, por favor~~- dijo alargando la última palabra.
El peliblanco lo miraba con el talante inexpresivo, pero aquel ser le podía, era su debilidad:
- De acuerdo, pero te abrigas bien, ¿oíste?- le preguntó con un dedo en su nariz.
El maknae sonrió y se alejó:
- Gracias, no te arrepentirás hyung- dijo saliendo del lugar para ir a buscar lo que el mayor le había dicho.
Justo como habían hablado, ambos chicos salieron rumbo hacia el puerto. Debido a que estaba un poco lejos, la larga caminata estaba asegurada. Sería muy peligroso coger algún transporte público, ya que darían constancia de ellos y eso podría traer malas consecuencias, así que mejor y más saludable, a pie:
- Tae, ¿qué tienes ahí? -dijo observando una pequeña sombra alargada en el cuello del menor.
- ¿¡Dónde!?- dijo alzando la voz, comenzando a dar pequeños saltos, agitando el cuerpo entero-. ¡Quítamelo!
- Tranquilo, no es un bicho -rió ante su comportamiento- pero esto... -le tocó el cuello con su dedo índice- ¿te hiciste daño con algo?
- Uff...- dijo aliviado-. Pensé lo peor.
El mayor lo miró esperando una respuesta:
- No sé cómo me lo hice- constó-. Tan solo me lo vi ahí ayer.
- ¿Ya estuviste otra vez jugueteando con los cables? –le reprochó recordando la última vez que se quemó por arreglar los sistemas.
- No jugueteo hyung –frunció el ceño e hizo un adorable puchero- tal vez…fue cuando estaba revisando la VGA (tarjeta gráfica del ordenador)
- ¿Qué te tengo dicho? –lo miró de reojo.
- Es que da mucha corriente ahí detrás –contestó en tono infantil.
- Por eso mismo, siempre te digo que tengas cuidado y no me haces caso. Cualquier día te puede dar una lipotimia o un infarto.
- Lo siento hyung –agachó la cabeza apenado.
El peliblanco lo miró enternecido, no podía enfadarse con él. Le acarició tiernamente la mejilla:
- Es solo que no me gusta que estés trabajando con sistemas de tan alta potencia, es muy peligroso.
- Está bien hyung, tendré más cuidado –sonrió.
Poco a poco se fueron acercando al puerto. Se encaminaron hasta el mismo lugar de siempre donde les estaría esperando su cómplice. Cuando divisaron la negra figura en la entrada del puerto, como si todo hubiera estado ensayado, los dos chicos pasaron por delante de él, el peliblanco abrió el bolsillo justo en su frente y este, en un delicado y sutil movimiento, le introdujo la muestra en la apertura de tela. Ya con la primera muestra en la mano, regresaron sobre sus pasos:
- ¿Dónde conseguiremos la muestra antigua? –preguntó curioso.
- Iremos al hospital principal. Estoy seguro de que ahí la tienen.
- Entiendo. Hyung –extendió la mano- déjame ver la medicina.
El mayor sacó el pequeño frasco de su bolsillo entregándoselo al castaño. Ese lo miró detenidamente. Tenían la típica forma de las pastillas, pero sabía que esa solo era la tapadera de lo que verdaderamente provocaría:
- Vamos a acelerar el paso Taeminnie, dentro de poco empezaran a cambiarse el turno los médicos de guardia –dijo mirando la hora.
- Vamos –dijo devolviéndole el frasco.
Tras el largo paseo hasta el hospital, por fin lo había avistado. Se acercaron lentamente hasta la puerta de entrada:
- Tae, voy a pedirte un favor.
- Dime hyung –lo miró atento.
- Espérame por fuera, en ese parque –le dijo al oído.
- Pero… ¿por qué hyung? –se extrañó.
- Por favor –lo miró suplicante.
- Está bien –suspiró nervioso- pero no tardes…me da miedo –admitió en un susurro.
El mayor sonrió ante su ternura:
- No te preocupes pequeño, no tardaré, te lo prometo –le acarició los cabellos.
El menor se dio la vuelta cumpliendo con el favor de su hyung. Se fue al parque e indeciso, se sentó en uno de los columpios y comenzó a balancearse.
El peliblanco cruzó la gran puerta automática. Un remolino de sentimientos y recuerdos se agolparon en su interior. Hacía mucho tiempo que no pisaba el hospital, desde aquel día… sonrió ante la nostalgia. Fueron años duros, pero mirando hacia detrás y al pequeño que lo esperaba fuera, habían valido la pena y lo volvería a hacer.
[Flash Back]
En la sala de prácticas de los novatos del hospital central, la misma pelea se desarrollaba:
- ¡Tú nunca lo conseguirás! ¡Solo eres una basura callejera!
- ¡Cállate idiota!
- ¿Qué me vas a hacer? ¿eh? –rió burlonamente- ¿llamarás a tus amigos de la calle para que vengan a matarme? Solo eres un estorbo para la sociedad. Nadie te quiere salvando vidas, la única que quieren es la tuya muerta y enterrada.
Jonghyun apretaba los puños y se mordía el labio inferior para poder controlarse o de lo contrario acertaría el golpe en su cara. Aunque lejos de estar en lo cierto, él sabía perfectamente que nadie lo veía con buenos ojos desde que se supo su procedencia:
- ¡Solo eres un triste huérfano! ¡Ni tus padres te quieren!
Solo un poco más. Intentaba reprimirse todo lo que podía. Las lágrimas se habían instalando cómodamente en sus ojos, deslizándose por sus mejillas:
- ¡Tus apestosos amigos huérfanos también son una basura! ¡Ojala desaparezcan como tú!
El moreno abrió los ojos al escuchar semejantes palabras. La irá acompañó sus lágrimas y en un movimiento rápido y seco, estampó su puño en la boca del estómago de aquel que lo amargaba siempre:
- A mí, me podrás decir lo que quieras, pero con mis amigos no te metas –le dijo enfurecido.
Los sentimientos contenidos fueron demasiado para él y sin un apoyo con el que contar, aquello le resultaba demasiado difícil. Abrió la puerta de la sala de golpe y se dispuso a largarse:
- ¡Espera Jonghyun! ¡No te vayas!–gritó el doctor que los instruía.
- ¿¡Qué quiere!? ¡¿Lleva toda la conversación callado, oyendo como me insulta y ahora me pide que no me vaya?! No se preocupe, que este huérfano de mie**a ya no lo molestará más. Ni a usted ni a su clase. Él es quién tiene la fortuna, yo soy un vagabundo, ¿verdad? –sonrió sarcásticamente para dar media vuelta e irse.
Ya no podía aguantarlo más. Aquella situación era difícil, pero…había alguien que lo necesitaba y que estaba esperando por él. Conseguiría pasar el último año de carrera y conseguiría el título, costase lo que costase:
- Taemin…espérame solo un poco más, por favor…
[Fin Flash Back]
Alzó su brazo y con su mano limpió las lágrimas provocadas por los horribles recuerdos. Era un idiota por haberse puesto a llorar por eso. Después de todo, las cosas habían salido bien y había conseguido sacar el título, aunque en otro lugar diferente. Sonrió ante su bobería y continuó con su cometido.
Nada había cambiado en aquel lugar. Tampoco se quejaba, de esa forma todo sería más fácil. Segunda planta, al final del tercer pasillo, la última puerta. Allí guardaban una muestra de todos los medicamentos que ha registrado la medicina, por lo que solo tenía que encontrarlo. Lo tedioso iba a ser mirar las etiquetas una por una, para ver el engaño y encontrar la correcta.
Metió la mano en su bolsillo y sacó su acreditación médica de cuando estuvo en el hospital y afortunadamente aún lo reconocía. Ante sus ojos se alzaron unas enormes estanterías como si fuera una biblioteca de medicamentos:
- Empecemos –suspiró.
Gracias a su razonamiento y a sus profundos conocimientos de la rama científica, pudo encontrar en tiempo récord, la estafa enfrascada etiquetada de saludable. Volvió a colocar todo en su sitio y salió de allí cerrando la puerta. Regresó a la planta baja y divisó la puerta, saliendo por fin al exterior.
Dirigió su vista al parque intentando encontrar al pequeño. Tras un par de segundos debido a la oscuridad, logró distinguirlo del resto de sombras columpiándose mínimamente. Sonrió ante aquella estampa del menor. Se dirigió hacia él rápidamente:
- Hyung… -levantó la vista- tardaste –infló sus cachetes.
- ¿Me perdonas? –sonrió.
El menor lo miró a los ojos y entonces… se dio cuenta. Se levantó inmediatamente del columpio y lo abrazó fuertemente:
- Te perdono porque hyung ha estado llorando –le susurró.
El peliblanco abrió los ojos sorprendido:
- Tae…
- Te quiero hyung –sonrió.
- Y yo, mi pequeño Taeminnie –reforzó el abrazo.
Un par de minutos después, ambos volvieron a retomar posiciones:
- ¿Vamos?
El menor asintió y volvieron a ponerse en marcha, esta vez, rumbo a su casa. Taemin mantenía en sus manos el nuevo frasco adquirido, que era la muestra antigua. Entonces esta fue…:
- Hyung… -murmuró.
- Dime.
- ¿Esto fue lo que mató al hermano de Key-hyung?
El mayor notó el deje triste en su voz:
- Así es.
- ¿Y qué pasó con él?
- Pues… tras lo de su hermano, Key se dio cuenta después de que sus padres sabían lo que esa sustancia significaba. Ellos habían consentido la muerte de su hermano y luego intentaron matarlo a él porque sabía la verdad o por lo menos la sospechaba.
- ¿Lo intentaron matar? –se sorprendió.
- Así es –asintió triste- cuando su hermano murió, él se fue de su casa por dos razones. La primera era que no era capaz de seguir viviendo allí, porque todo le recordaba a su hermano y la segunda es que no quería seguir viviendo bajo el mismo techo que los asesinos de sus padres. Uno de los días en los que él andaba por ahí, sus padres intentaron atropellarlo con el coche, el golpe afortunadamente solo lo dejó inconsciente, pero trajo graves consecuencias como depresión y el desarrollo, por primera vez, de la anemia. Sus padres esa misma vez se estrellaron contra una casa y murieron en el acto. No era la primera vez que lo habían intentado hacer. Ya desde que iba con su hermano a clases por las mañanas, hubo varios intentos consecutivos, pero Key no quería decirle nada a su hermano pequeño. Quería que siguiera pensando que eran una familia feliz.
- ¿El hermano lo supo al final? –se le quebraba la voz.
- Sí –susurró- él supo todo desde el principio y murió con la culpa de haberle robado la adolescencia a su hermano mayor debido a su enfermedad.
- ¿Por qué hyung? ¿Por qué le pasó eso a Key-hyung? –sus lágrimas aparecieron tras eso.
- Nadie lo consideró un ser humano. Nadie le prestó ayuda ni a él ni a su hermano. En su barrio decían que no tenía derecho a la vida y que por eso les pasó lo que les pasó.
- Pero… eso es injusto –sollozaba.
- Ven aquí pequeño -lo rodeó con sus brazos y lo atrajo a su pecho.
- La justicia está muy mal ejercida y nada en esta vida, ayuda al más bueno, si no al que más tiene. Vivimos en una sociedad corrupta y dirigida por el dinero. Todo lo que digan en inapelable, a nosotros solo se nos impone obedecer.
- No quiero… -se acurrucó en el pechó de su hyung- no quiero pertenecer a esta sociedad que hace daño a todo el mundo.
- Es lo que nos ha tocado Tae.
Una brisa fría recorrió la calle que permanecía vacía salvo por dos transeúntes:
- Volvamos, ¿vale?
- Sí.
La puerta se abrió, dejando paso a dos cansados chicos. Un bostezo por parte del menor y una sonrisa del mayor:
- Venga- le dijo- a dormir.
El castaño se restregó los ojos y luego miró al peliblanco:
- ¿Y tú?- le preguntó sabiendo la obvia respuesta.
El moreno suspiró y el maknae sonrió. El último se alejó, y se fue al baño, mientras el primero iba al laboratorio. Miró al rubio, asegurándose de que todo estaba en orden. Tomó los frascos y los colocó en su gaveta, poniéndolos en un lugar seguro. Oyó como la puerta del baño se abría, ante aquello y salió al rato.
El menor ya vestía su pijama, y esperaba echado en la cama, acurrucado dulcemente, tapado con las mantas, la noche estaba fría. El moreno entró en el baño y se aseó. Salió y se echó al lado del maknae:
- Venga pequeño, a dormir- le dijo en voz baja para no molestar a los que dormían plácidamente, sin ser conscientes de todo lo acontecido.
El menor afirmó con un pequeño movimiento de cabeza y cerró los ojos, en un intento fallido de dormir:
- ¿No puedes dormir?- le preguntó el mayor cálidamente al oído al castaño, que seguía despierto a pesar de los minutos pasados.
Un suspiro:
- No puedo, hyung- susurró.
El peliblanco ante aquello comenzó a acariciar su espalda débilmente, tranquilizando el alma del pequeño y destensando los músculos de este.
Se levantó con sumo cuidado de la suave cama, dirigiéndose al laboratorio. Entró en él a tientas, no quería encender las grandes luces. Se acercó a la mesa y encendió la luz de esta. Tomó aire, agarró su bata y cogió los frascos. Con ellos en la mano se adentró en el lugar, quedando detrás de las grandes estanterías, que escondían una molesta luz.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 11]
¡Hemos vuelto! ~ Perdón por la espera ~
CAPÍTULO 11
El menor se volvió a dar la vuelta en la cama, intentando conciliar el sueño de nuevo pues era temprano. Soltó un suspiro cansado y se levantó en vista de que era imposible cumplir su intención. Se puso en pie y dirigió su paso hacia su habitación favorita. Estuvo toda la noche pensando en ese extraño medicamento, quería averiguar como fuera de dónde venía, tenía que detener su distribución. Se sentó en la silla y empezó a trabajar con todos sus sistemas. Cualquier pista o dato. Cualquier cosa le valía, solo esperaba llegar a algo:
- Esto… -entrecerró los ojos y se acercó a la pantalla.
Tras abrir y cerrar un par de ventanas y moverse de un lado a otro con la silla un poco nervioso, suspiró cansado. Lo había conseguido, bueno, tal vez. La información estaba incompleta y la mayoría solo eran suposiciones, pero, podrían ser correctas según sus cálculos. Tendría que confirmarlo.
Salió de la habitación, cerrando la puerta blanca tras él. Recorrió el pasillo en silencio, ya no llevaba su bata encima. Se fijó en como todavía dormían el alto y el líder. Se dirigió a la cocina, se puso el delantal lleno de flores, que solía ponerse el rubio, y se lavó las manos. Tomó unas frutas, comenzó a lavarlas y puso el café a hacerse. Sacó cuatro platos, poniendo cosas en cada uno, iguales. Tortitas con sirope, zumo de frutas, jamón y queso y un caliente café. Un saludable y fuerte desayuno. Sonrió satisfecho ante su trabajo, llevando poco a poco los platos, colocándolos unos a uno como debía ser, como siempre.
Al terminar de colocar cada desayuno se fue a la cocina y lavó lo que había utilizado para su labor y dejó la bata, que a veces aborrecía. Se dirigió a la habitación:
- Arriba- habló.
Un poco de movimiento por parte de ambas personas. Suspiró:
- ¡Arriba ya, el desayuno está en la mesa!- repitió alzando la voz lo mínimo.
Ante aquellas palabras se levantaron rápido. El peliblanco se carcajeó y se volteó, para avisar al menor. Caminó el pasillo y tocó la puerta del pequeño mundo de cables y electrónica:
- Pequeño- dijo entreabriendo la puerta-, el desayuno ya está. Ve a desayunar.
El maknae se dio la vuelta, sorprendido, para verlo. Sonrió como un ángel y asintió. El mayor hizo lo mismo y salió de la habitación, pudiendo ver como los otros dos se preparaban para tomar asiento:
- Esperad a Taemin- sentenció ante las evidentes ansias de comer de ambos.
El peliblanco tomó asiento en su lugar. Esperó a que el menor llegara para poder disfrutar del desayuno. Miró como el líder miraba la comida ensimismado, no había nada más en ese instante que eso. El alto se mordía el labio, en un intento de reprimir llevarse a la boca un trozo de lo que tenía ante sus ojos. Se rió. Por la puerta apareció el maknae con una enorme sonrisa al ver la comida sobre la mesa. Dio unos cuantos saltitos y tomó asiento. Tan pronto como su culo tocó la silla, las manos comenzaron a moverse sobre sus deliciosos desayunos.
El menor de todos masticaba con la mirada perdida. Su cabeza analizaba lo que acababa de encontrar. Eran muchas dudas, muchos interrogantes, al final…pocas respuestas, pero era vital encontrarlas:
- ¿En qué estás pensando Tae? –preguntó el alto quien estaba enfrente suyo.
- Antes… -dijo sin salir de sus pensamientos.
Lo presentes detuvieron sus manos y miraron atentos al castaño, entre preocupados y curiosos:
- ¿Sí?
El pequeño reaccionó:
- Antes encontré cierta información sobre el medicamento.
Todos se alertaron poniendo especial atención a sus palabras:
- ¿Qué encontraste? –preguntó el líder.
- Según los informes, tanto el medicamento antiguo como el nuevo, son importados de U.S.
- ¿Cuál es el problema?
- Que ese medicamento es probable que nunca haya traspasado frontera.
Abrieron los ojos:
- ¿Te refieres a que lo fabrican aquí?
- Exacto, bueno, son mis suposiciones. Si no me equivoco, la central que lo fabrica tiene que estar escondida en algún lugar de este país. Cuando Jonghyun-hyung me dejó ver el frasco, leí un componente. Contenía extractos de . Esa flor es endémica de Corea del sur y revisé los envíos de correo tanto aéreos como marítimos y no hay nada registrado sobre esa flor y es imposible que tales enormes cantidades hayan pasado desapercibidas por las aduanas, ni si quiera las del norte.
- Es un razonamiento excelente –lo halagó el peliblanco.
- Gracias hyung –sonrió.
- Entonces nuestro objetivo es encontrar esa fábrica o ese laboratorio, ¿no?
- Pero no es nada confirmado –dijo apenado el menor- solo es lo que he llegado a pensar, tendríamos que verificar lo que he dicho e intentar encontrar una pista del camino que recorrió la mercancía hasta llegar al puerto.
- Está bien, pues nos centraremos en eso –sentenció el líder- pero mientras tanto, a seguir comiendo.
Lavaba los platos tranquilamente, tarareando una canción, cuando el maknae entró en la cocina. Sus manos sudaban y se estaba poniendo excesivamente nervioso. Tomó aire y se acercó al mayor:
- Hyung- dijo llamando la atención de este.
Dejó de tararear y lo miró con una sonrisa. Más nervios:
- Esta noch-se le quebró la voz. Se mordió los labios, se estaba volviendo loco-. Esta noche necesito ir al puerto- dijo en un hilo de voz que escapó veloz de sus labios.
Miró al mayor, quien permanecía en silencio, con la sonrisa en sus labios aún. El menor sonrió y suspiró, un gran alivio invadió su ser, se había preocupado por nada...
- No -habló el mayor a los pocos segundos.
El maknae se sorprendió ante la respuesta. Una extraña sensación lo dominó:
- Pero necesito ir hyung- dijo sin comprender.
- He dicho que no, Taemin- contestó lavando los platos.
El menor apretó los puños y miró para todos lados, impotente, se mordió el labio:
- No confías en mí- afirmó con un nudo en la garganta-. Es eso. Nunca has confiado en mí, ¿verdad?
Más fuerte, las lágrimas estaban a punto de precipitarse por sus ojos.
- No digas boberías, Lee Taemin- dijo secamente-. No vas a ir.
Ante aquellas palabras el castaño puso una mueca, dejando así que las lágrimas salieran de sus ojos:
- ¡Hyung!- gritó-. ¡Déjame ir!
Las lágrimas brotaban de sus ojos como una enorme cascada de dolor. Más silencio y silencio por parte del mayor, el que continuaba con el agua:
- ¿¡No vas a contestar!?- preguntó alzando la voz más de lo necesario.
Bajó la cabeza y lloró más:
- ¡Ya estoy cansado de que nunca creas en mí!- gritó alto, tanto que sus vecinos serían conscientes de sus gritos-. ¡Siempre estás haciendo todo a tu manera! ¡Estoy harto!- gritó con desgarradores gritos de tristeza, que fueron interrumpidos por un plato destrozado.
Miró al responsable de ello. Sus manos sangraban, los cristales caían precipitadamente de sus manos junto con un mínimo hilo de sangre que se quedaban en ellos.
El menor miró la situación en silencio, tan solo sus lágrimas salían de sus ojos:
- ¿Qué ocurre?- preguntó el líder ante aquella escena.
- Dios, Jonghyun-hyung- habló el alto que se aproximó a él para ver su mano.
- Déjalo Minho- contestó en voz baja.
El líder miró al maknae, que no paraba de llorar ante lo que había ocasionado:
- Hyung...- murmuró entre sollozos incomprensiblemente.
- Deja de llorar, Taemin- le reconfortó el de sonrisa amable.
- Pero es que yo solo quería ir al puerto esta noche, hyung- volvió a hablar.
Sonrió:
- Eso es muy peligroso- dijo.
- Tan solo voy a mirar una cosa- explicó-. Solo eso- agregó intensificando las lágrimas.
El mayor le dio un abrazo:
- ¿Quieres que vaya contigo?- le preguntó mientras lo rodeaba con sus brazos-. Así el dinosaurio no se preocupará- le susurró al oído.
Aquellas palabras lo reconfortaron. Se separaron y miró al peliblanco:
- Jonghyun- le dijo el líder.
El nombrado lo miró, su mano estaba libre de cristales. Su cara demostraba enfado:
- Yo voy esta noche con Taemin- declaró.
Un suspiro:
- Jinki...- dijo con un hilo de voz, estaba intentando mantener la calma, para no perder la cordura-. No quiero que vaya, ¿no lo comprendes?- le preguntó.
El mayor se puso serio como el otro se encontraba:
- No le va a ocurrir nada- determinó-. ¿Dudas de mí supervisión?
Sus ojos miraban a los del otro, en una pequeña batalla. Ninguno caía. El menor y el alto miraban la escena nerviosos, no les gustaba ver esas situaciones.
El peliblanco suspiró, no tenía nada que hacer, iban a hacerlo igual:
- Como te ocurra algo- le dijo a Taemin.
El menor tragó el pequeño nudo que jugaba en su garganta:
- Sí, hyung- susurró.
- Y como dejes que le ocurra algo- agregó al mayor.
Sonrió:
- No le va a ocurrir nada- contestó junto con un guiño.
El menor miró como el peliblanco envolvía su mano en un paño y como salía de la habitación sin decirle nada, sin siquiera mirarlo. El alto lo miró y le sonrió:
- No te preocupes- le dijo en voz baja-. Ya se le pasará, ya sabes como es.
El maknae asintió en un intento fallido de autoconvención. Tomó aire y salió de la cocina junto con el líder, que no paraba de preguntar que realizarían esa noche. Sabía que se había pasado y que no sería tan fácil pedirle disculpas.
El resto del día fue acompañado por un molesto silencio, inusual en aquella casa. Cada uno se encontraba inmerso en su propia burbuja. Nadie dijo nada en toda la tarde y la noche ya amenazaba a los ciudadanos devolviéndolos, en su totalidad, a las viviendas:
- ¿Tae? –tocó suavemente el líder en la puerta de su habitación.
- Pasa hyung –dijo casi en un susurro.
El mayor entró y se quedó observando como el maknae metía un montón de cables y aparatos dentro de su pequeña mochila:
- ¿Son necesarias todas esas cosas?
- Acapararse de un sistema portuario no es ningún chiste –dijo con un semblante serio- y siempre hay que llevar otras opciones porque se te pueden cruzar infinitos problemas en la red.
- Bueno, yo como de eso no entiendo, no sé –se rascó la nuca.
- Tranquilo hyung –le sonrió para romper la fría atmósfera.
- ¿Cogiste abrigo?
- Mmm… no –dijo dando la vuelta con la mirada al lugar.
- Que no se te olvide.
- Está bien –rió- todos eran iguales –pensó internamente.
Un par de vueltas más, y todo quedó listo para emprender la marcha:
- Voy a ir abriendo la puerta.
- Enseguida voy.
Después de que el castaño mayor saliera de su habitación, cerró la cremallera y se colgó su mochila. Cerró la puerta de su cuarto y se quedó pensativo en mitad del pasillo. Dirigió su vista hacia la habitación del peliblanco topándose con la puerta cerrada completamente desde esta mañana. Le dolía esta situación:
- Pequeño… -le acarició el cabello- anda ve, yo me ocupo –le sonrió tiernamente.
Taemin fijo su vista en el suelo y después asintió levemente con su cabeza. Lo vio recorrer el pasillo, suspiró y tocó la puerta. Un silencio al otro lado. Tocó nuevamente:
- Adelante- se escuchó.
El castaño se adentró en la habitación, encontrando al peliblanco tras un montón de papeles, el cual lo miraba con el semblante serio:
- ¿Ya?- preguntó.
El de sonrisa amable asintió:
- Sí, ya nos vamos- afirmó.
- Por favor, tened cuidado- dijo con su peculiar mirada de cachorro abandonado.
El mayor sonrió y se desordenó los cabellos, se volteó y abrió la puerta, saliendo del lugar con la mirada preocupada del peliblanco sobre su espalda, que rogaba que no salieran de esa casa, que no sucediera nada malo, y que llegaran perfectamente bien. Suspiró y agachó la cabeza, quedando tras los informes, odiaba esa estúpida sensación:
- Vámonos- dijo el de sonrisa amable entrando en el salón.
- ¿Ya?- preguntó sorprendido por la velocidad.
El mayor asintió y sonrió. Lo empujó delicadamente de la espalda, obligándolo a salir por la puerta.
La oscuridad inundaba las calles silenciosas. Unos pasos se hicieron sonoros en medio de ellas. Ambos se encontraban serios y en sus pensamientos:
- Quiero que se haga realidad mi sueño- murmuró el mayor.
El maknae que lo escuchó a duras penas, miró sin comprender al castaño:
- Es que... fue un sueño tan maravilloso- dijo con una sonrisa enorme en sus labios.
El menor reprimió una carcajada ante el rostro de felicidad del otro:
- ¿Qué soñaste?- preguntó.
- Soñé que entraba en la puerta mágica de Doraemon, y de repente, aparecía ante mí una gran mesa, que se encontraba vacía. Por una de las puertas cercanas se acercó un PINee- dijo riendo-. Era tan real... me saludó y dejó sobre la enorme mesa un plato lleno de pollo, poco a poco iban entrando más PINees, todos diferentes. Mujeres, niños, hombres, viejos, bebes...- sus ojos parecían estar en otro lugar-. Y cada uno traía algo en sus manos, pollo- ante aquella última palabra una enorme sonrisa se formó en sus labios-. Solo de pensarlo se me hace la boca agua.
Terminó de relatar su sueño y miró al menor, quien lo miraba serio, pero que al ver la cara de este, comenzó a reírse escandalosamente. Le dolía la barriga por la fuerza, al igual que la boca. El castaño lo siguió, a pesar de desear que fuera realidad:
- Estás muy loco, hyung- logró decir el menor entre tanta risa.
El de sonrisa amable lo miró alegre, había conseguido hacerlo sonreír.
Solo tardaron unos minutos en llegar al puerto. El castaño menor se paró en seco delante de la puerta que, naturalmente, permanecía cerrada. Entrecerró los ojos y analizó el lugar detenidamente. Su vista era rápida, eficaz y su cerebro trabajaba justo como lo que a é le gustaba, un ordenador. Abrió los ojos nuevamente y esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción:
- Las disposiciones son: cuatro cámaras centrales generalizando, cuatro laterales repartidas en los puntos cardinales colocados diagonalmente y tres guardias en el camino.
Onew sonrió. Este chico te podía seguir sorprendiendo aun conociéndolo:
- ¿Nuestro objetivo?
- Aquella cabina –dijo señalando con la mirada a lo lejos.
- Entendido, cruzaremos la puerta con el ácido y bloquearemos las cámaras con esto –dijo mostrándole una especie de goma pegajosa- para qué tú puedas desconectarlas.
El maknae asintió:
- Pues empecemos –dijo el mayor sacando algo parecido a una pistola y cargándola con la goma pegajosa- terminemos cuanto antes –disparó a la primera cámara de la puerta dando de lleno en el objetivo.
Taemin rápidamente sacó su pequeño dispositivo que cumplía la función de ordenador y enchufó los cables, comenzando a teclear:
- Puerta libre –aseguró desconectando- entremos.
El líder sacó un pequeño tuvo de ácido y derramó unas gotitas en los barrotes de hierro corroyéndose al instante y pudiendo pasar a través de ella. Siguieron avanzando repitiendo el mismo proceso con las cámaras:
- ¿Matarás al guardia? –preguntó curioso.
- ¿Tú qué crees? –dijo relamiéndose los labios con una sonrisa.
Tras atravesarles el triángulo de la muerte con una aguja a los tres guardias, consiguieron pasar fácilmente hasta llegar a la cabina indicada. Entraron fundiendo el pomo de la puerta y la volvieron a cerrar. El pequeño empezó a desplegar su equipo técnico y comenzó a trabajar velozmente, pero antes…:
- Unos…dos…tres…ya –le avisó el mayor.
- Acabo de entablar conexión con las cámaras asaltadas.
La goma pegajosa se había disuelto. Todo había estado calculado desde el principio. Toda aquella información era un caos. Había demasiadas cosas archivadas y otras tantas secretas. ¿Hasta qué punto mentía la sociedad?
Carpeta tras carpeta, dato tras dato, informe tras informe… Vaya manera de colapsarse. No había rastro ninguno de mercancías con esas flores. Pero fuera de eso, tampoco había mercancía de esa magnitud que viniera en los contenedores, de hecho…:
- ¡Hyung!
- ¿Qué pasó?
- Intenta abrir estas persianas de aquí y buscar un contenedor azul y verde con el código 7658-HK.
- Ahí está.
- ¿Puedes leer la talla?
- Mmm…creo que son más de ochenta pies.
- Perfecto… -entrecerró los ojos de nuevo.
Al mayor le hacía un poco de gracia la expresión de su dongsaeng, eso significaba que estaba muy concentrado. Tecleó apurado durante un par de minutos y finalmente:
- Lo tengo –susurró.
- ¿Qué averiguaste?
- Ese contenedor es el que transporta las medicinas, pero como tú dijiste son unos ochenta pies. Esa medida está restringida en U.S. Por lo que tenemos seguro que no es importado y para terminar mi teoría, ese contenedor no está registrado en la mercancía entrante.
- ¿Quizá porque es reciente?
El maknae negó:
- Los últimos movimientos y cambios fueron esta mañana, lo que significa que las registran todos los días y casualmente, el día que supuestamente entró esa basura, hubieron más contenedores y estos sí que están registrados. Así que, esa sustancia se fabrica aquí –apartó la mirada de la pantalla para dirigirla a él.
- Todo fue un montaje, una especie de teatrillo.
- Así es. Ahora tenemos que buscar evidencias del trato que hicieron con los del puerto.
- Será mejor que empieces por las grabaciones de seguridad, yo intentaré buscar alguna firma o algo por escrito.
- Vale –confirmó poniéndose manos a la obra.
Empezaron a registrar cada uno por su lado. Volvíamos a lo mismo, estaban embutidos en papeles y grabaciones. Una manita de limpieza no vendría para nada mal, estaban seguros:
- Creo que encontré algo –dijo Onew pescando un papel entre la multitud.
- A ver… -pidió el menor.
Había una dirección escrita y un número, bueno, una combinación de números, pero parecía reciente la nota, debido a que la tinta todavía no se había secado:
- Eso tiene que ser una pista –afirmó el castaño mayor.
- Yo…acabo de encontrar algo también.
Copió la extraña grabación y la almacenó personalmente:
- Tenemos que arriesgarnos, es lo único que hemos conseguido.
- Sí, espero que estén relacionados –suspiró el pequeño.
- Esperemos, pero por ahora, nos tenemos que ir ya, antes de que pase algo.
Comenzaron a recoger y tan rápido como vinieron, salieron de allí, sin hacer el más mínimo ruido.
Ambos lucían ensimismados en sus pensamientos. El menor agarraba fuertemente las azas de la mochila, pensando en todo lo que habían averiguado, mientras el mayor miraba al cielo:
- Cada vez se compl-
El mayor dejó de hablar, se oyó un sonoro ruido y un quejido. El maknae buscó al castaño, viéndolo así en el suelo. Su boca estaba abierta, no se creía lo que sus ojos veían:
- Pero cómo...
El mayor comenzó a reírse y se tocó el tenis, unas ligas blancas se dejaban ver perfectamente desatadas. El menor suspiró con una sonrisa en su rostro:
- Levántate anda- dijo el menor extendiendo su mano para que el otro la tomara.
Agarró su mano y se levantó con su ayuda, dejando ver un agujero en sus jeans oscuros, exponiendo su piel blanca. Ante aquello no lo pudo evitar y comenzó a reírse a pierna suelta, con la mirada confusa del de sonrisa amable:
- ¿Qué?- preguntó.
El castaño menor señaló sus pies, poniendo sus manos en el estómago, le dolía mucho, la escena era muy cómica, esos pantalones eran nuevos:
- mie**a- masculló el amante del pollo.
El maknae sonrió y lo vio intentar hacer milagros con algo que era imposible, esos vaqueros no tenían salvación.
Tras el gracioso inconveniente continuaron caminando por las oscuras calles de regreso a casa. El frío de la noche calaba los huesos y las luces de las farolas a penas alumbraban todo el ancho de la calle. De repente, el menor de todos, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo y no era por la baja temperatura.
CAPÍTULO 11
Caso 3 – Lee Cheng Hae: Un conocido desconocido
El menor se volvió a dar la vuelta en la cama, intentando conciliar el sueño de nuevo pues era temprano. Soltó un suspiro cansado y se levantó en vista de que era imposible cumplir su intención. Se puso en pie y dirigió su paso hacia su habitación favorita. Estuvo toda la noche pensando en ese extraño medicamento, quería averiguar como fuera de dónde venía, tenía que detener su distribución. Se sentó en la silla y empezó a trabajar con todos sus sistemas. Cualquier pista o dato. Cualquier cosa le valía, solo esperaba llegar a algo:
- Esto… -entrecerró los ojos y se acercó a la pantalla.
Tras abrir y cerrar un par de ventanas y moverse de un lado a otro con la silla un poco nervioso, suspiró cansado. Lo había conseguido, bueno, tal vez. La información estaba incompleta y la mayoría solo eran suposiciones, pero, podrían ser correctas según sus cálculos. Tendría que confirmarlo.
Salió de la habitación, cerrando la puerta blanca tras él. Recorrió el pasillo en silencio, ya no llevaba su bata encima. Se fijó en como todavía dormían el alto y el líder. Se dirigió a la cocina, se puso el delantal lleno de flores, que solía ponerse el rubio, y se lavó las manos. Tomó unas frutas, comenzó a lavarlas y puso el café a hacerse. Sacó cuatro platos, poniendo cosas en cada uno, iguales. Tortitas con sirope, zumo de frutas, jamón y queso y un caliente café. Un saludable y fuerte desayuno. Sonrió satisfecho ante su trabajo, llevando poco a poco los platos, colocándolos unos a uno como debía ser, como siempre.
Al terminar de colocar cada desayuno se fue a la cocina y lavó lo que había utilizado para su labor y dejó la bata, que a veces aborrecía. Se dirigió a la habitación:
- Arriba- habló.
Un poco de movimiento por parte de ambas personas. Suspiró:
- ¡Arriba ya, el desayuno está en la mesa!- repitió alzando la voz lo mínimo.
Ante aquellas palabras se levantaron rápido. El peliblanco se carcajeó y se volteó, para avisar al menor. Caminó el pasillo y tocó la puerta del pequeño mundo de cables y electrónica:
- Pequeño- dijo entreabriendo la puerta-, el desayuno ya está. Ve a desayunar.
El maknae se dio la vuelta, sorprendido, para verlo. Sonrió como un ángel y asintió. El mayor hizo lo mismo y salió de la habitación, pudiendo ver como los otros dos se preparaban para tomar asiento:
- Esperad a Taemin- sentenció ante las evidentes ansias de comer de ambos.
El peliblanco tomó asiento en su lugar. Esperó a que el menor llegara para poder disfrutar del desayuno. Miró como el líder miraba la comida ensimismado, no había nada más en ese instante que eso. El alto se mordía el labio, en un intento de reprimir llevarse a la boca un trozo de lo que tenía ante sus ojos. Se rió. Por la puerta apareció el maknae con una enorme sonrisa al ver la comida sobre la mesa. Dio unos cuantos saltitos y tomó asiento. Tan pronto como su culo tocó la silla, las manos comenzaron a moverse sobre sus deliciosos desayunos.
El menor de todos masticaba con la mirada perdida. Su cabeza analizaba lo que acababa de encontrar. Eran muchas dudas, muchos interrogantes, al final…pocas respuestas, pero era vital encontrarlas:
- ¿En qué estás pensando Tae? –preguntó el alto quien estaba enfrente suyo.
- Antes… -dijo sin salir de sus pensamientos.
Lo presentes detuvieron sus manos y miraron atentos al castaño, entre preocupados y curiosos:
- ¿Sí?
El pequeño reaccionó:
- Antes encontré cierta información sobre el medicamento.
Todos se alertaron poniendo especial atención a sus palabras:
- ¿Qué encontraste? –preguntó el líder.
- Según los informes, tanto el medicamento antiguo como el nuevo, son importados de U.S.
- ¿Cuál es el problema?
- Que ese medicamento es probable que nunca haya traspasado frontera.
Abrieron los ojos:
- ¿Te refieres a que lo fabrican aquí?
- Exacto, bueno, son mis suposiciones. Si no me equivoco, la central que lo fabrica tiene que estar escondida en algún lugar de este país. Cuando Jonghyun-hyung me dejó ver el frasco, leí un componente. Contenía extractos de . Esa flor es endémica de Corea del sur y revisé los envíos de correo tanto aéreos como marítimos y no hay nada registrado sobre esa flor y es imposible que tales enormes cantidades hayan pasado desapercibidas por las aduanas, ni si quiera las del norte.
- Es un razonamiento excelente –lo halagó el peliblanco.
- Gracias hyung –sonrió.
- Entonces nuestro objetivo es encontrar esa fábrica o ese laboratorio, ¿no?
- Pero no es nada confirmado –dijo apenado el menor- solo es lo que he llegado a pensar, tendríamos que verificar lo que he dicho e intentar encontrar una pista del camino que recorrió la mercancía hasta llegar al puerto.
- Está bien, pues nos centraremos en eso –sentenció el líder- pero mientras tanto, a seguir comiendo.
Lavaba los platos tranquilamente, tarareando una canción, cuando el maknae entró en la cocina. Sus manos sudaban y se estaba poniendo excesivamente nervioso. Tomó aire y se acercó al mayor:
- Hyung- dijo llamando la atención de este.
Dejó de tararear y lo miró con una sonrisa. Más nervios:
- Esta noch-se le quebró la voz. Se mordió los labios, se estaba volviendo loco-. Esta noche necesito ir al puerto- dijo en un hilo de voz que escapó veloz de sus labios.
Miró al mayor, quien permanecía en silencio, con la sonrisa en sus labios aún. El menor sonrió y suspiró, un gran alivio invadió su ser, se había preocupado por nada...
- No -habló el mayor a los pocos segundos.
El maknae se sorprendió ante la respuesta. Una extraña sensación lo dominó:
- Pero necesito ir hyung- dijo sin comprender.
- He dicho que no, Taemin- contestó lavando los platos.
El menor apretó los puños y miró para todos lados, impotente, se mordió el labio:
- No confías en mí- afirmó con un nudo en la garganta-. Es eso. Nunca has confiado en mí, ¿verdad?
Más fuerte, las lágrimas estaban a punto de precipitarse por sus ojos.
- No digas boberías, Lee Taemin- dijo secamente-. No vas a ir.
Ante aquellas palabras el castaño puso una mueca, dejando así que las lágrimas salieran de sus ojos:
- ¡Hyung!- gritó-. ¡Déjame ir!
Las lágrimas brotaban de sus ojos como una enorme cascada de dolor. Más silencio y silencio por parte del mayor, el que continuaba con el agua:
- ¿¡No vas a contestar!?- preguntó alzando la voz más de lo necesario.
Bajó la cabeza y lloró más:
- ¡Ya estoy cansado de que nunca creas en mí!- gritó alto, tanto que sus vecinos serían conscientes de sus gritos-. ¡Siempre estás haciendo todo a tu manera! ¡Estoy harto!- gritó con desgarradores gritos de tristeza, que fueron interrumpidos por un plato destrozado.
Miró al responsable de ello. Sus manos sangraban, los cristales caían precipitadamente de sus manos junto con un mínimo hilo de sangre que se quedaban en ellos.
El menor miró la situación en silencio, tan solo sus lágrimas salían de sus ojos:
- ¿Qué ocurre?- preguntó el líder ante aquella escena.
- Dios, Jonghyun-hyung- habló el alto que se aproximó a él para ver su mano.
- Déjalo Minho- contestó en voz baja.
El líder miró al maknae, que no paraba de llorar ante lo que había ocasionado:
- Hyung...- murmuró entre sollozos incomprensiblemente.
- Deja de llorar, Taemin- le reconfortó el de sonrisa amable.
- Pero es que yo solo quería ir al puerto esta noche, hyung- volvió a hablar.
Sonrió:
- Eso es muy peligroso- dijo.
- Tan solo voy a mirar una cosa- explicó-. Solo eso- agregó intensificando las lágrimas.
El mayor le dio un abrazo:
- ¿Quieres que vaya contigo?- le preguntó mientras lo rodeaba con sus brazos-. Así el dinosaurio no se preocupará- le susurró al oído.
Aquellas palabras lo reconfortaron. Se separaron y miró al peliblanco:
- Jonghyun- le dijo el líder.
El nombrado lo miró, su mano estaba libre de cristales. Su cara demostraba enfado:
- Yo voy esta noche con Taemin- declaró.
Un suspiro:
- Jinki...- dijo con un hilo de voz, estaba intentando mantener la calma, para no perder la cordura-. No quiero que vaya, ¿no lo comprendes?- le preguntó.
El mayor se puso serio como el otro se encontraba:
- No le va a ocurrir nada- determinó-. ¿Dudas de mí supervisión?
Sus ojos miraban a los del otro, en una pequeña batalla. Ninguno caía. El menor y el alto miraban la escena nerviosos, no les gustaba ver esas situaciones.
El peliblanco suspiró, no tenía nada que hacer, iban a hacerlo igual:
- Como te ocurra algo- le dijo a Taemin.
El menor tragó el pequeño nudo que jugaba en su garganta:
- Sí, hyung- susurró.
- Y como dejes que le ocurra algo- agregó al mayor.
Sonrió:
- No le va a ocurrir nada- contestó junto con un guiño.
El menor miró como el peliblanco envolvía su mano en un paño y como salía de la habitación sin decirle nada, sin siquiera mirarlo. El alto lo miró y le sonrió:
- No te preocupes- le dijo en voz baja-. Ya se le pasará, ya sabes como es.
El maknae asintió en un intento fallido de autoconvención. Tomó aire y salió de la cocina junto con el líder, que no paraba de preguntar que realizarían esa noche. Sabía que se había pasado y que no sería tan fácil pedirle disculpas.
El resto del día fue acompañado por un molesto silencio, inusual en aquella casa. Cada uno se encontraba inmerso en su propia burbuja. Nadie dijo nada en toda la tarde y la noche ya amenazaba a los ciudadanos devolviéndolos, en su totalidad, a las viviendas:
- ¿Tae? –tocó suavemente el líder en la puerta de su habitación.
- Pasa hyung –dijo casi en un susurro.
El mayor entró y se quedó observando como el maknae metía un montón de cables y aparatos dentro de su pequeña mochila:
- ¿Son necesarias todas esas cosas?
- Acapararse de un sistema portuario no es ningún chiste –dijo con un semblante serio- y siempre hay que llevar otras opciones porque se te pueden cruzar infinitos problemas en la red.
- Bueno, yo como de eso no entiendo, no sé –se rascó la nuca.
- Tranquilo hyung –le sonrió para romper la fría atmósfera.
- ¿Cogiste abrigo?
- Mmm… no –dijo dando la vuelta con la mirada al lugar.
- Que no se te olvide.
- Está bien –rió- todos eran iguales –pensó internamente.
Un par de vueltas más, y todo quedó listo para emprender la marcha:
- Voy a ir abriendo la puerta.
- Enseguida voy.
Después de que el castaño mayor saliera de su habitación, cerró la cremallera y se colgó su mochila. Cerró la puerta de su cuarto y se quedó pensativo en mitad del pasillo. Dirigió su vista hacia la habitación del peliblanco topándose con la puerta cerrada completamente desde esta mañana. Le dolía esta situación:
- Pequeño… -le acarició el cabello- anda ve, yo me ocupo –le sonrió tiernamente.
Taemin fijo su vista en el suelo y después asintió levemente con su cabeza. Lo vio recorrer el pasillo, suspiró y tocó la puerta. Un silencio al otro lado. Tocó nuevamente:
- Adelante- se escuchó.
El castaño se adentró en la habitación, encontrando al peliblanco tras un montón de papeles, el cual lo miraba con el semblante serio:
- ¿Ya?- preguntó.
El de sonrisa amable asintió:
- Sí, ya nos vamos- afirmó.
- Por favor, tened cuidado- dijo con su peculiar mirada de cachorro abandonado.
El mayor sonrió y se desordenó los cabellos, se volteó y abrió la puerta, saliendo del lugar con la mirada preocupada del peliblanco sobre su espalda, que rogaba que no salieran de esa casa, que no sucediera nada malo, y que llegaran perfectamente bien. Suspiró y agachó la cabeza, quedando tras los informes, odiaba esa estúpida sensación:
- Vámonos- dijo el de sonrisa amable entrando en el salón.
- ¿Ya?- preguntó sorprendido por la velocidad.
El mayor asintió y sonrió. Lo empujó delicadamente de la espalda, obligándolo a salir por la puerta.
La oscuridad inundaba las calles silenciosas. Unos pasos se hicieron sonoros en medio de ellas. Ambos se encontraban serios y en sus pensamientos:
- Quiero que se haga realidad mi sueño- murmuró el mayor.
El maknae que lo escuchó a duras penas, miró sin comprender al castaño:
- Es que... fue un sueño tan maravilloso- dijo con una sonrisa enorme en sus labios.
El menor reprimió una carcajada ante el rostro de felicidad del otro:
- ¿Qué soñaste?- preguntó.
- Soñé que entraba en la puerta mágica de Doraemon, y de repente, aparecía ante mí una gran mesa, que se encontraba vacía. Por una de las puertas cercanas se acercó un PINee- dijo riendo-. Era tan real... me saludó y dejó sobre la enorme mesa un plato lleno de pollo, poco a poco iban entrando más PINees, todos diferentes. Mujeres, niños, hombres, viejos, bebes...- sus ojos parecían estar en otro lugar-. Y cada uno traía algo en sus manos, pollo- ante aquella última palabra una enorme sonrisa se formó en sus labios-. Solo de pensarlo se me hace la boca agua.
Terminó de relatar su sueño y miró al menor, quien lo miraba serio, pero que al ver la cara de este, comenzó a reírse escandalosamente. Le dolía la barriga por la fuerza, al igual que la boca. El castaño lo siguió, a pesar de desear que fuera realidad:
- Estás muy loco, hyung- logró decir el menor entre tanta risa.
El de sonrisa amable lo miró alegre, había conseguido hacerlo sonreír.
Solo tardaron unos minutos en llegar al puerto. El castaño menor se paró en seco delante de la puerta que, naturalmente, permanecía cerrada. Entrecerró los ojos y analizó el lugar detenidamente. Su vista era rápida, eficaz y su cerebro trabajaba justo como lo que a é le gustaba, un ordenador. Abrió los ojos nuevamente y esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción:
- Las disposiciones son: cuatro cámaras centrales generalizando, cuatro laterales repartidas en los puntos cardinales colocados diagonalmente y tres guardias en el camino.
Onew sonrió. Este chico te podía seguir sorprendiendo aun conociéndolo:
- ¿Nuestro objetivo?
- Aquella cabina –dijo señalando con la mirada a lo lejos.
- Entendido, cruzaremos la puerta con el ácido y bloquearemos las cámaras con esto –dijo mostrándole una especie de goma pegajosa- para qué tú puedas desconectarlas.
El maknae asintió:
- Pues empecemos –dijo el mayor sacando algo parecido a una pistola y cargándola con la goma pegajosa- terminemos cuanto antes –disparó a la primera cámara de la puerta dando de lleno en el objetivo.
Taemin rápidamente sacó su pequeño dispositivo que cumplía la función de ordenador y enchufó los cables, comenzando a teclear:
- Puerta libre –aseguró desconectando- entremos.
El líder sacó un pequeño tuvo de ácido y derramó unas gotitas en los barrotes de hierro corroyéndose al instante y pudiendo pasar a través de ella. Siguieron avanzando repitiendo el mismo proceso con las cámaras:
- ¿Matarás al guardia? –preguntó curioso.
- ¿Tú qué crees? –dijo relamiéndose los labios con una sonrisa.
Tras atravesarles el triángulo de la muerte con una aguja a los tres guardias, consiguieron pasar fácilmente hasta llegar a la cabina indicada. Entraron fundiendo el pomo de la puerta y la volvieron a cerrar. El pequeño empezó a desplegar su equipo técnico y comenzó a trabajar velozmente, pero antes…:
- Unos…dos…tres…ya –le avisó el mayor.
- Acabo de entablar conexión con las cámaras asaltadas.
La goma pegajosa se había disuelto. Todo había estado calculado desde el principio. Toda aquella información era un caos. Había demasiadas cosas archivadas y otras tantas secretas. ¿Hasta qué punto mentía la sociedad?
Carpeta tras carpeta, dato tras dato, informe tras informe… Vaya manera de colapsarse. No había rastro ninguno de mercancías con esas flores. Pero fuera de eso, tampoco había mercancía de esa magnitud que viniera en los contenedores, de hecho…:
- ¡Hyung!
- ¿Qué pasó?
- Intenta abrir estas persianas de aquí y buscar un contenedor azul y verde con el código 7658-HK.
- Ahí está.
- ¿Puedes leer la talla?
- Mmm…creo que son más de ochenta pies.
- Perfecto… -entrecerró los ojos de nuevo.
Al mayor le hacía un poco de gracia la expresión de su dongsaeng, eso significaba que estaba muy concentrado. Tecleó apurado durante un par de minutos y finalmente:
- Lo tengo –susurró.
- ¿Qué averiguaste?
- Ese contenedor es el que transporta las medicinas, pero como tú dijiste son unos ochenta pies. Esa medida está restringida en U.S. Por lo que tenemos seguro que no es importado y para terminar mi teoría, ese contenedor no está registrado en la mercancía entrante.
- ¿Quizá porque es reciente?
El maknae negó:
- Los últimos movimientos y cambios fueron esta mañana, lo que significa que las registran todos los días y casualmente, el día que supuestamente entró esa basura, hubieron más contenedores y estos sí que están registrados. Así que, esa sustancia se fabrica aquí –apartó la mirada de la pantalla para dirigirla a él.
- Todo fue un montaje, una especie de teatrillo.
- Así es. Ahora tenemos que buscar evidencias del trato que hicieron con los del puerto.
- Será mejor que empieces por las grabaciones de seguridad, yo intentaré buscar alguna firma o algo por escrito.
- Vale –confirmó poniéndose manos a la obra.
Empezaron a registrar cada uno por su lado. Volvíamos a lo mismo, estaban embutidos en papeles y grabaciones. Una manita de limpieza no vendría para nada mal, estaban seguros:
- Creo que encontré algo –dijo Onew pescando un papel entre la multitud.
- A ver… -pidió el menor.
Había una dirección escrita y un número, bueno, una combinación de números, pero parecía reciente la nota, debido a que la tinta todavía no se había secado:
- Eso tiene que ser una pista –afirmó el castaño mayor.
- Yo…acabo de encontrar algo también.
Copió la extraña grabación y la almacenó personalmente:
- Tenemos que arriesgarnos, es lo único que hemos conseguido.
- Sí, espero que estén relacionados –suspiró el pequeño.
- Esperemos, pero por ahora, nos tenemos que ir ya, antes de que pase algo.
Comenzaron a recoger y tan rápido como vinieron, salieron de allí, sin hacer el más mínimo ruido.
Ambos lucían ensimismados en sus pensamientos. El menor agarraba fuertemente las azas de la mochila, pensando en todo lo que habían averiguado, mientras el mayor miraba al cielo:
- Cada vez se compl-
El mayor dejó de hablar, se oyó un sonoro ruido y un quejido. El maknae buscó al castaño, viéndolo así en el suelo. Su boca estaba abierta, no se creía lo que sus ojos veían:
- Pero cómo...
El mayor comenzó a reírse y se tocó el tenis, unas ligas blancas se dejaban ver perfectamente desatadas. El menor suspiró con una sonrisa en su rostro:
- Levántate anda- dijo el menor extendiendo su mano para que el otro la tomara.
Agarró su mano y se levantó con su ayuda, dejando ver un agujero en sus jeans oscuros, exponiendo su piel blanca. Ante aquello no lo pudo evitar y comenzó a reírse a pierna suelta, con la mirada confusa del de sonrisa amable:
- ¿Qué?- preguntó.
El castaño menor señaló sus pies, poniendo sus manos en el estómago, le dolía mucho, la escena era muy cómica, esos pantalones eran nuevos:
- mie**a- masculló el amante del pollo.
El maknae sonrió y lo vio intentar hacer milagros con algo que era imposible, esos vaqueros no tenían salvación.
Tras el gracioso inconveniente continuaron caminando por las oscuras calles de regreso a casa. El frío de la noche calaba los huesos y las luces de las farolas a penas alumbraban todo el ancho de la calle. De repente, el menor de todos, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo y no era por la baja temperatura.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
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> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 12]
¡Hola! Aquí el siguiente capítulo y antes de dejarles leer, les queremos desear un feliz año nuevo ^^ Gracias a ustedes y a continuación el cap. <33
CAPÍTULO 12
Notaba una mirada afilada sobre su cuerpo y empezó a incomodarse. No le gustaba ese tipo de miradas, le daban asco:
- Hyung –le llamó tranquilamente.
- Lo sé Tae –sonrió
El pequeño sonrió también, recordando situaciones similares. No era la primera vez:
- ¿Corremos? –le cuestionó al ver a su hyung mirar de reojo hacia atrás.
- Cuando salga de las sombras y se deje ver.
- Entiendo –sonrió de nuevo.
Aligeraron un poco el paso buscándole la lengua al que los seguía:
- Aceleró también –advirtió divertido.
- Es muy obvio –dijo el mayor contagiado.
- Oye hyung, ¿cuánto hace que no corremos juntos? Me pregunto si habrás mejorado –lo miró divertido.
- ¿Me estás retando? –levantó una ceja
- Como lo quieras ver –rió.
- Uno…dos…tres… -contó mirando de reojo de nuevo hacia atrás.
Los chicos salieron disparados a toda velocidad. El extraño que los perseguía, ataviado con ropas negras, comenzó también a correr aumentando la velocidad. Se metieron por callejones, saltando verjas y muros, pero no conseguían despistarlo:
- Hyung a este paso nos cogerá –se preocupó un poco.
- Mm… ¿ves la estación?
El castaño asintió:
- Corramos hacia allá.
La carrera desvió su recorrido dirigiéndose al lugar mencionado. No había nadie. Eso facilitó el trayecto, pero poco a poco las energías se iban agotando:
- Estoy llegando al límite –confesó el mayor.
- Yo también hyung.
El líder miró hacia atrás y observó que aquel hombre no parecía inmutarse y posiblemente tenía energía para más. Corrieron entre los autobuses intentando perderlo de vista. De pronto, el hombre comenzaba a acercarse peligrosamente a ellos. Onew notó que tenía cierta preferencia por el pequeño. Lo agarró del brazo e intentó correr más rápido para apartarlo. Recorrió el lugar con la vista y vio como un conductor cerraba las puertas del maletero de uno de los autobuses. Sabía que después salir iba a ser complicado pero no había opción:
- Metámonos ahí.
Un último acelerón y se metieron de lleno antes de que se cerrara la puerta. Rodaron hacia el fondo por la velocidad que llevaban y finalmente, quedaron encerrados dentro, pero a salvo. Ambos tenían las respiraciones agitadas, pero se miraron y empezaron a reír:
- Empate, ¿no?
- A mí me pareció que te quedabas atrás –le señaló divertido.
- Mentira, tú también te quedaste atrás –intentó reírse- no seas tramposo.
- Pues lo dejamos en empate –rió.
- No se ve nada- dijo el menor.
El mayor tocó la pared y acercó su oreja a la puerta, no se escuchaba nada fuera, estaban encerrados:
- Vete acostumbrándote- dijo riendo-, porque creo que estamos solos.
El menor puso una mueca de horror, odiaba la oscuridad:
- Hyung- dijo el menor buscándolo, hallándolo a unos pocos centímetros.
El mayor se sorprendió al ver como este enredaba sus brazos en él. Sentía su respiración en el cuello, causándole pequeños escalofríos. Estaba erizado y el menor era consciente de esto. El de sonrisa amable lo abrazó y se apoyó en su cabeza, pudiendo oler el aroma de su cabello. Tocó su rostro suavemente, perfilando cada uno de sus rasgos:
- Taeminnie- susurró.
El pequeño sentía el ambiente, dejó de abrazar al mayor y se acercó a su rostro. Sentía su respiración sobre sus labios. Eso le causaba una grata sensación:
- Dime hyung- murmuró sexualmente.
El mayor se estremeció:
- Déjame tomarte- le dijo a tan solo unos centímetros de sus labios.
El menor sonrió y tomó sus labios. Un apasionado juego y una ardiente batalla entre sus lenguas. El mayor estaba ansioso, desesperado. Recorría el cuerpo del pequeño con sus grandes manos, deshaciéndose de las prendas que molestaban en su deseo:
- Tranquilo hyung- dijo el menor al ver como se ponía nervioso al no poder deshacerse de sus pantalones.
Se separó de sus labios y él mismo se los quitó, al igual que sus bóxers. El mayor devoró sus labios sin dejarlo más de un segundo lejos de él. Acercó su cuerpo, sintiendo como la hombría erecta del menor chocaba con sus nuevos vaqueros. El menor recorrió sus manos por la extensa espalda blanca. Bajó una mano por la cinturilla de los jeans del mayor y la metió dentro de sus bóxers y tomó su pene duro. El mayor gimió entre los labios del otro:
- Puedes tomarme, hyung- dijo el menor al oído del otro, mientras apretaba lo que sus manos contenían.
El mayor mordió el lóbulo de la oreja, causando que el menor fuera recorrido por un escalofrío y que soltara el agarre que tenía sobre el de sonrisa amable. Este aprovechando que el otro bajó la guardia, tomó la suya y comenzó a masturbarla, debilitando todo su cuerpo. Su espalda se arqueaba por el excesivo placer, que las manos de su hyung, le hacían sentir. Tomó la cremallera de sus vaqueros y la bajó. El líder se fue quitando los vaqueros, pero sin dejar de crear sensaciones en el maknae:
- Me voy a correr- le dijo.
El mayor se detuvo y le dio la vuelta, dejándolo de espaldas a él. El menor se puso a cuatro patas, apoyando sus manos en la pared de aquel pequeño lugar y se dejó penetrar por los dedos del mayor, que poco después metió su gran pene. Un grito del menor inundó el pequeño lugar:
- Shhhh... Lo siento- susurró el mayor acariciando su espalda, pero sin dejar de moverse dentro de él.
- N-o te preocup-pes- dijo entrecortadamente por los jadeos y gemidos.
El mayor sonrió y tomó la hombría del menor, que se encontraba hinchada esperando a que le ayudaran a dejar salir todo, retomando su actividad con ella.
Millones de suspiros, gemidos, jadeos, sensaciones, escalofríos... llenaban el lugar.
Sin previo aviso, el mayor se corrió, inundando el pequeño agujero del menor. Un enorme gemido se hizo notar entre todos, precedido por otro aún más alto, causado por el menor, que por fin había dejado salir aquel líquido blanco. El mayor sonrió, el maknae salió y abrazó al otro, dándole un profundo beso en los labios:
- Gracias- dijo el de sonrisa amable.
El menor rió y se apretó más a él, dejando que sus cuerpos desnudos se enlazaran, ya el pequeño no sentía temor.
Vueltas y más vueltas, suspiros y miradas al reloj de la pared, estaba de los nervios. La preocupación lo inundaba y no podía evitar pensar en cosas desastrosas. Se detuvo y sacudió la cabeza, tan solo la idea de hacerlo lo ponía mal. Se sentó en la silla y suspiró. Eran más de las dos de la mañana.
Apoyó la cabeza en sus manos. Su sangre irradiaba preocupación y tristeza. Alzó la mano, estampando un fuerte golpe en la mesa con la mano que se hallaba vendada. Se mordió el labio ante el dolor que sentía. Suspiró y se echó para atrás, tocando el respaldo de la silla. Cerró los ojos, pudiendo apreciar tan solo el pasar de los segundos lentos y parsimoniosos que el reloj se ensimismaba en recalcar.
Abrieron la pequeña puerta de aquel reducido maletero, entrando así en él una abrupta luz, que espantó un poco a las personas que yacían en él. El hombre que la abrió dio un gran respingo y un grito:
- ¡¿Qué demonios?!
Sus gritos alertaron a ambos chicos, los cuales dormían, ocasionando que se levantaran alarmados. Miraron para todos lados, y taparon sus ojos, ante la feroz luz que entraba, después de tanta oscuridad. Estaban molidos. El señor salió corriendo, en busca de alguien para que lo ayudara a atrapar a esos dos, pero ellos no le dieron el tiempo suficiente. El mayor agarró la mano del menor con fuerza y lo empujó detrás de él, sacándolo de allí, y corriendo a gran velocidad lejos de aquel lugar. Ambos agradecían haberse vestido antes de caer en el profundo sueño.
Un extraño sonido que no era usual. Abrió los ojos, sorprendiéndose al ver aquello. Se levantó a gran velocidad y se acercó a la camilla:
- Shhhh...- dijo acariciando sus cabellos-. No te preocupes, todo está bien.
El rubio miraba todo asustado en un primer momento, pero que al ver al peliblanco se fue disipando, quedando así la tranquilidad que el lugar contenía. El moreno se separó un momento de él y fue a las máquinas, tocando alguna que otra cosa, que para el rubio era incomprensible:
- ¿Qué ha ocurrido?- preguntó en voz baja.
El mayor se volteó y puso un dedo sobre sus labios, dándole a entender que no hablara. Terminó de realizar aquello que lo tenía ensimismado y cogió una silla, tomando asiento al lado del felino:
- ¿Qué ha ocurrido?- se preguntó.
Puso cara de pensativo, causando unas carcajadas silenciosas en el menor:
- Nada- le dijo.
El rubio lo miró con las cejas alzadas:
- Mentiroso- murmuró.
El moreno puso cara de ofensa y suspiró, como si estuviera decepcionado:
- Me ofendes, Key-ssi.
En el rostro de este se formó una sonrisa ante el entusiasmo del mayor:
- Dime- le dijo débilmente.
El mayor tomó aire y se levantó. Se acercó a la mesa, dejando ver así su mano:
- Tu mano- dijo un poco más alto.
El peliblanco tomó una botella de agua que tenía y se la entregó:
- Un accidente doméstico- respondió rápido-¿Cómo te encuentras?- le preguntó.
El menor suspiró, no se creía que fuera eso, es más lo notaba un tanto nervioso, veía como sus ojos iban al reloj de pared continuamente:
- Bien- contestó tomando un poco de agua.
Se estaban acercando, ya no corrían, tan solo caminaban tranquilos por las frías calles, mirando para todos lados, atentos a cada sombra que se encontraban en la calle. A lo lejos la divisaron.
- Key...- murmuró.
El rubio suspiró:
- Lo sé, Jonghyun-hyung- habló.
- ¿Sabes en el riesgo que has estado?- preguntó el mayor.
El felino bajó la cabeza:
- Por poco no te salvas- afirmó-. Quizás ahora estás aquí, pero tal vez la próxima no- dijo seriamente-. Te he dicho muchas veces que la salud no es ningún juego.
El de piel de porcelana suspiró:
- Lo sé, hyung- susurró-. Pero... es algo que no puedo controlar.
Se acercó a él y levantó su cabeza, obligando a que lo mirara:
- No estoy aquí para pintar- añadió-. Yo te puedo ayudar, todos te podemos ayudar- recalcó-. Si haces eso, lo único que causas es que tu salud sea más pésima y que nos preocupemos más.
El felino tenía un nudo en la garganta:
- No es tan fácil, hyung- susurró.
La puerta se entreabrió mínimamente:
- Es como si todo se empeñara en recordarme a él- una lágrima se escapó de sus ojos-. No puedo evitar pensar en él, en sus últimos minutos de vida, en sus últimas palabras...
Un sollozo. El peliblanco quitó la lágrima:
- ¿Taemin?- preguntó.
La puerta se movió un poco:
- Sí- dijo riendo entre un profundo y doloroso llanto-. Por alguna razón... me recuerda a él.
La puerta se sacudió, causando que las personas que se encontraban dentro de la habitación miraran a ella, observando a un hermoso castaño con rasgos femeninos mirarlos.
El rubio abrió los ojos desmesuradamente y el peliblanco tan solo formaba una triste línea recta con sus labios:
- Ta-emin- dijo entrecortadamente el rubio.
El maknae dejó ver como una enorme y melancólica lágrima se escapaba de uno de sus ojos, antes de marcharse, de salir corriendo del lugar. El felino, bajó los pies de la camilla, y antes de que pudiera levantarse el mayor lo detuvo y lo miró seriamente:
- Ni se te ocurra- le dijo.
El rubio dejó que las lágrimas recorrieran su rostro libremente:
- Síguelo- dijo entre sollozos-. Por favor.
El peliblanco miró para la puerta, pero luego al de piel de porcelana, no podía dejarlo solo, pero... el pequeño...
- ¡Vete!- le gritó.
El moreno lo miró, lo acostó bien y dejó un beso en su frente:
- Espérame, por favor- dijo antes de salir por la puerta.
Recorría las calles, desamparado, sin saber qué lugares pasaba. Tan solo se dejaba llevar por sus sentimientos. Una alegría, que surgió al oír las dos voces en la habitación del peliblanco, y una tristeza, que arrasó con la anterior, al oír lo que causaba en el rubio.
No lo veía, solo oscuridad y más oscuridad. Estaba nervioso, preocupado, tenía miedo.
Se echó en la fría hierba, todavía no comprendía cómo había acabado allí nuevamente. Se puso de lado y se hizo bolita, tenía frío y se sentía vacío. Las lágrimas salían poderosas y arrasadoras de sus ojos, al parecer un mar caía de ellos.
Vio aquel sendero, el que mucho tiempo atrás había recorrido, tan solo por hacerlo. Suspiró, eran pocas las posibilidades de que se encontrara allí, pero algo le decía que ese era el lugar. Comenzó a subir lentamente la subida, con cada paso se afirmaba más la razón de ese algo.
Sollozos molestos salían desde el fondo de su corazón. Tan solo escuchaba el viento que sacudía con fiereza los árboles y a su corazón destrozarse. Se acurrucó un poco más, sintiendo al poco después una mano sobre su cabeza.
Asustado se volteó, viendo así a la persona que más quería en el mundo:
- No llores- dijo poniendo encima de su cuerpo la chaqueta, que llevaba puesta hasta segundos antes, dejando al descubierto una camiseta negra.
El menor dejó de mirarlo, y se puso en su posición inicial:
- Solo causo daño- dijo con lágrimas aún en sus ojos, dañando su corazón.
- No seas bobo- le susurró acariciando su cabeza.
Un sollozo más alto:
- Es ci-erto- soltó entrecortadamente-. Te ca-uso daño... causo dañ-o a Key-hyung...-se detuvo-. Solo molesto- se puso sentado sobre la fría hierba, dejando al descubierto su rostro lleno de lágrimas-. Soy un estorbo... debería haberme muerto aquella vez- masculló-. No debería existir.
Tan pronto como aquellas palabras salieron de su boca, un tortazo fue a parar en su cara. El pequeño levantó la mirada, viendo como el mayor lo miraba enojado:
- ¿Vas a dejar de decir boberías?- preguntó-. Como yo vuelva a escuchar, cualquier tipo de palabra como esas, te juro Lee Taemin que me voy a enfadar, y no querrás verme así. Todos te quieren, y eres una persona muy importante para todos, deja de decir esas cosas.
El maknae tenía los ojos abiertos desmesuradamente, temía, pero no temía. De repente las lágrimas se hicieron fuertes y duras, causando que el menor saltara a los brazos del mayor, quien lo acunó dulcemente:
- ¡Perdóname!- dijo-. ¡Lo siento! ¡No he pensado en el daño que puedo causar! Pero es que... no quiero hacer daño a Key-hyung...
Su voz fue descendiendo:
- No le haces daño, pequeño- susurró-. Sois diferentes. En estas fechas Key ve a su hermano en cualquier gesto que se le parezca- le dijo débilmente.
El menor hipó:
- ¿De verdad, hyung?- preguntó.
El mayor asintió y lo apretó más contra sí:
- Te quiero, appa- dijo en un débil y silencioso murmullo, cayendo en el mundo de los sueños.
La casa estaba silenciosa, al parecer todos dormían. El peliblanco no se lo pensó y tomó rumbo al laboratorio, donde el rubio se encontraba. Abrió la puerta, viendo como este dormía plácidamente. Sonrió. Lo chequeó y se quedó allí, viendo como el rubio respiraba despacio y acompasadamente, esa noche se iba a quedar allí a dormir.
Abrió los ojos en aquel lugar. Una pequeña claridad inundaba la habitación. Se desperezó con cuidado, a pesar de no haber dormido nada, su cuerpo estaba cansado y se sentía débil. Se deshizo de todo lo que lo mantenía conectado a aquella molesta máquina y se bajó despacio, sintiendo como sus pies dolían. Se agarró a la pared y caminó despacio por el lugar, al parecer nadie estaba a la vista. Con silencio y cuidado fue pasando el pasillo, hasta ver al pequeño castaño caminar hacía el baño, con su cuerpo aún dormido. Sonrió y lo persiguió. Este entró en el baño, y antes de que cerrara la puerta, el mayor lo detuvo. El maknae miró por el pequeño hueco que la puerta dejaba:
- Hyung...- murmuró.
Se quitó de la puerta, dejando que el rubio la abriera y entrara en él, cerrándola:
- Taemin- dijo débilmente.
Carraspeó y tomó aire:
- Vete, hyung- dijo el castaño dándole la espalda.
El mayor se acercó y apoyó su mano en el hombre de este, el cual se deshizo del agarre con cuidado, pero con rapidez:
- Perdóname- dijo en un leve murmullo.
- ¿Por qué te disculpas, Taeminnie?- le preguntó sin comprender, estaba aturdido.
- Todo lo que te sucede es por mi culpa, hyung- habló en un hilo de voz.
El mayor lo miró tristemente:
- Eso no es verdad- dijo-. Tú no me causas daño, en cambio, me das fuerzas para seguir adelante.
Una lágrima se precipitó en el rostro del menor. Estaba confundido, tenía miedo y se sentía culpable:
- Taemin es Taemin, y mi hermano es mi hermano. Sois muy diferentes, pero lo único que ambos tenéis en común, es que os amo. Porque ambos sois mi vida.
Un sollozo se dejó escapar. Millones de dudas sacudían su cabeza. ¿Realmente era así? Temía volver a hacer esa situación, que por su culpa todo vaya mal, que Key sufra.
Unos brazos lo envolvieron, con cuidado y despacio:
- No me hagas esto, Tae. Tú no me causas daño, es más, me reconfortas, me ayudas a ser yo- le susurró al oído.
El menor sonrió y le dio un beso en la mejilla al rubio:
- Lo siento, hyung- habló-. Siento haberte hecho llorar- dijo ante las pequeñas lágrimas que salían del rostro de este.
Se rieron y se abrazaron bien:
- Me voy ya- le dijo.
El maknae asintió y se dio la vuelta, dando la espalda al mayor, entonces, justo cuando la puerta se abría, oyó un ruido, se dio la vuelta, el rubio estaba en el suelo:
- ¡Hyung!
Se agachó y lo tomó con cuidado:
- ¡Hyung!- gritó nuevamente.
Los cuerpos de los demás chicos aparecieron, el peliblanco se agachó y lo tomó en brazos, tan rápido como lo vio.
El menor se quedó allí, sus lágrimas ya no salían, su alma estaba helada, nuevamente... ¿su culpa?
CAPÍTULO 12
Notaba una mirada afilada sobre su cuerpo y empezó a incomodarse. No le gustaba ese tipo de miradas, le daban asco:
- Hyung –le llamó tranquilamente.
- Lo sé Tae –sonrió
El pequeño sonrió también, recordando situaciones similares. No era la primera vez:
- ¿Corremos? –le cuestionó al ver a su hyung mirar de reojo hacia atrás.
- Cuando salga de las sombras y se deje ver.
- Entiendo –sonrió de nuevo.
Aligeraron un poco el paso buscándole la lengua al que los seguía:
- Aceleró también –advirtió divertido.
- Es muy obvio –dijo el mayor contagiado.
- Oye hyung, ¿cuánto hace que no corremos juntos? Me pregunto si habrás mejorado –lo miró divertido.
- ¿Me estás retando? –levantó una ceja
- Como lo quieras ver –rió.
- Uno…dos…tres… -contó mirando de reojo de nuevo hacia atrás.
Los chicos salieron disparados a toda velocidad. El extraño que los perseguía, ataviado con ropas negras, comenzó también a correr aumentando la velocidad. Se metieron por callejones, saltando verjas y muros, pero no conseguían despistarlo:
- Hyung a este paso nos cogerá –se preocupó un poco.
- Mm… ¿ves la estación?
El castaño asintió:
- Corramos hacia allá.
La carrera desvió su recorrido dirigiéndose al lugar mencionado. No había nadie. Eso facilitó el trayecto, pero poco a poco las energías se iban agotando:
- Estoy llegando al límite –confesó el mayor.
- Yo también hyung.
El líder miró hacia atrás y observó que aquel hombre no parecía inmutarse y posiblemente tenía energía para más. Corrieron entre los autobuses intentando perderlo de vista. De pronto, el hombre comenzaba a acercarse peligrosamente a ellos. Onew notó que tenía cierta preferencia por el pequeño. Lo agarró del brazo e intentó correr más rápido para apartarlo. Recorrió el lugar con la vista y vio como un conductor cerraba las puertas del maletero de uno de los autobuses. Sabía que después salir iba a ser complicado pero no había opción:
- Metámonos ahí.
Un último acelerón y se metieron de lleno antes de que se cerrara la puerta. Rodaron hacia el fondo por la velocidad que llevaban y finalmente, quedaron encerrados dentro, pero a salvo. Ambos tenían las respiraciones agitadas, pero se miraron y empezaron a reír:
- Empate, ¿no?
- A mí me pareció que te quedabas atrás –le señaló divertido.
- Mentira, tú también te quedaste atrás –intentó reírse- no seas tramposo.
- Pues lo dejamos en empate –rió.
- No se ve nada- dijo el menor.
El mayor tocó la pared y acercó su oreja a la puerta, no se escuchaba nada fuera, estaban encerrados:
- Vete acostumbrándote- dijo riendo-, porque creo que estamos solos.
El menor puso una mueca de horror, odiaba la oscuridad:
- Hyung- dijo el menor buscándolo, hallándolo a unos pocos centímetros.
El mayor se sorprendió al ver como este enredaba sus brazos en él. Sentía su respiración en el cuello, causándole pequeños escalofríos. Estaba erizado y el menor era consciente de esto. El de sonrisa amable lo abrazó y se apoyó en su cabeza, pudiendo oler el aroma de su cabello. Tocó su rostro suavemente, perfilando cada uno de sus rasgos:
- Taeminnie- susurró.
El pequeño sentía el ambiente, dejó de abrazar al mayor y se acercó a su rostro. Sentía su respiración sobre sus labios. Eso le causaba una grata sensación:
- Dime hyung- murmuró sexualmente.
El mayor se estremeció:
- Déjame tomarte- le dijo a tan solo unos centímetros de sus labios.
El menor sonrió y tomó sus labios. Un apasionado juego y una ardiente batalla entre sus lenguas. El mayor estaba ansioso, desesperado. Recorría el cuerpo del pequeño con sus grandes manos, deshaciéndose de las prendas que molestaban en su deseo:
- Tranquilo hyung- dijo el menor al ver como se ponía nervioso al no poder deshacerse de sus pantalones.
Se separó de sus labios y él mismo se los quitó, al igual que sus bóxers. El mayor devoró sus labios sin dejarlo más de un segundo lejos de él. Acercó su cuerpo, sintiendo como la hombría erecta del menor chocaba con sus nuevos vaqueros. El menor recorrió sus manos por la extensa espalda blanca. Bajó una mano por la cinturilla de los jeans del mayor y la metió dentro de sus bóxers y tomó su pene duro. El mayor gimió entre los labios del otro:
- Puedes tomarme, hyung- dijo el menor al oído del otro, mientras apretaba lo que sus manos contenían.
El mayor mordió el lóbulo de la oreja, causando que el menor fuera recorrido por un escalofrío y que soltara el agarre que tenía sobre el de sonrisa amable. Este aprovechando que el otro bajó la guardia, tomó la suya y comenzó a masturbarla, debilitando todo su cuerpo. Su espalda se arqueaba por el excesivo placer, que las manos de su hyung, le hacían sentir. Tomó la cremallera de sus vaqueros y la bajó. El líder se fue quitando los vaqueros, pero sin dejar de crear sensaciones en el maknae:
- Me voy a correr- le dijo.
El mayor se detuvo y le dio la vuelta, dejándolo de espaldas a él. El menor se puso a cuatro patas, apoyando sus manos en la pared de aquel pequeño lugar y se dejó penetrar por los dedos del mayor, que poco después metió su gran pene. Un grito del menor inundó el pequeño lugar:
- Shhhh... Lo siento- susurró el mayor acariciando su espalda, pero sin dejar de moverse dentro de él.
- N-o te preocup-pes- dijo entrecortadamente por los jadeos y gemidos.
El mayor sonrió y tomó la hombría del menor, que se encontraba hinchada esperando a que le ayudaran a dejar salir todo, retomando su actividad con ella.
Millones de suspiros, gemidos, jadeos, sensaciones, escalofríos... llenaban el lugar.
Sin previo aviso, el mayor se corrió, inundando el pequeño agujero del menor. Un enorme gemido se hizo notar entre todos, precedido por otro aún más alto, causado por el menor, que por fin había dejado salir aquel líquido blanco. El mayor sonrió, el maknae salió y abrazó al otro, dándole un profundo beso en los labios:
- Gracias- dijo el de sonrisa amable.
El menor rió y se apretó más a él, dejando que sus cuerpos desnudos se enlazaran, ya el pequeño no sentía temor.
Vueltas y más vueltas, suspiros y miradas al reloj de la pared, estaba de los nervios. La preocupación lo inundaba y no podía evitar pensar en cosas desastrosas. Se detuvo y sacudió la cabeza, tan solo la idea de hacerlo lo ponía mal. Se sentó en la silla y suspiró. Eran más de las dos de la mañana.
Apoyó la cabeza en sus manos. Su sangre irradiaba preocupación y tristeza. Alzó la mano, estampando un fuerte golpe en la mesa con la mano que se hallaba vendada. Se mordió el labio ante el dolor que sentía. Suspiró y se echó para atrás, tocando el respaldo de la silla. Cerró los ojos, pudiendo apreciar tan solo el pasar de los segundos lentos y parsimoniosos que el reloj se ensimismaba en recalcar.
Abrieron la pequeña puerta de aquel reducido maletero, entrando así en él una abrupta luz, que espantó un poco a las personas que yacían en él. El hombre que la abrió dio un gran respingo y un grito:
- ¡¿Qué demonios?!
Sus gritos alertaron a ambos chicos, los cuales dormían, ocasionando que se levantaran alarmados. Miraron para todos lados, y taparon sus ojos, ante la feroz luz que entraba, después de tanta oscuridad. Estaban molidos. El señor salió corriendo, en busca de alguien para que lo ayudara a atrapar a esos dos, pero ellos no le dieron el tiempo suficiente. El mayor agarró la mano del menor con fuerza y lo empujó detrás de él, sacándolo de allí, y corriendo a gran velocidad lejos de aquel lugar. Ambos agradecían haberse vestido antes de caer en el profundo sueño.
Un extraño sonido que no era usual. Abrió los ojos, sorprendiéndose al ver aquello. Se levantó a gran velocidad y se acercó a la camilla:
- Shhhh...- dijo acariciando sus cabellos-. No te preocupes, todo está bien.
El rubio miraba todo asustado en un primer momento, pero que al ver al peliblanco se fue disipando, quedando así la tranquilidad que el lugar contenía. El moreno se separó un momento de él y fue a las máquinas, tocando alguna que otra cosa, que para el rubio era incomprensible:
- ¿Qué ha ocurrido?- preguntó en voz baja.
El mayor se volteó y puso un dedo sobre sus labios, dándole a entender que no hablara. Terminó de realizar aquello que lo tenía ensimismado y cogió una silla, tomando asiento al lado del felino:
- ¿Qué ha ocurrido?- se preguntó.
Puso cara de pensativo, causando unas carcajadas silenciosas en el menor:
- Nada- le dijo.
El rubio lo miró con las cejas alzadas:
- Mentiroso- murmuró.
El moreno puso cara de ofensa y suspiró, como si estuviera decepcionado:
- Me ofendes, Key-ssi.
En el rostro de este se formó una sonrisa ante el entusiasmo del mayor:
- Dime- le dijo débilmente.
El mayor tomó aire y se levantó. Se acercó a la mesa, dejando ver así su mano:
- Tu mano- dijo un poco más alto.
El peliblanco tomó una botella de agua que tenía y se la entregó:
- Un accidente doméstico- respondió rápido-¿Cómo te encuentras?- le preguntó.
El menor suspiró, no se creía que fuera eso, es más lo notaba un tanto nervioso, veía como sus ojos iban al reloj de pared continuamente:
- Bien- contestó tomando un poco de agua.
Se estaban acercando, ya no corrían, tan solo caminaban tranquilos por las frías calles, mirando para todos lados, atentos a cada sombra que se encontraban en la calle. A lo lejos la divisaron.
- Key...- murmuró.
El rubio suspiró:
- Lo sé, Jonghyun-hyung- habló.
- ¿Sabes en el riesgo que has estado?- preguntó el mayor.
El felino bajó la cabeza:
- Por poco no te salvas- afirmó-. Quizás ahora estás aquí, pero tal vez la próxima no- dijo seriamente-. Te he dicho muchas veces que la salud no es ningún juego.
El de piel de porcelana suspiró:
- Lo sé, hyung- susurró-. Pero... es algo que no puedo controlar.
Se acercó a él y levantó su cabeza, obligando a que lo mirara:
- No estoy aquí para pintar- añadió-. Yo te puedo ayudar, todos te podemos ayudar- recalcó-. Si haces eso, lo único que causas es que tu salud sea más pésima y que nos preocupemos más.
El felino tenía un nudo en la garganta:
- No es tan fácil, hyung- susurró.
La puerta se entreabrió mínimamente:
- Es como si todo se empeñara en recordarme a él- una lágrima se escapó de sus ojos-. No puedo evitar pensar en él, en sus últimos minutos de vida, en sus últimas palabras...
Un sollozo. El peliblanco quitó la lágrima:
- ¿Taemin?- preguntó.
La puerta se movió un poco:
- Sí- dijo riendo entre un profundo y doloroso llanto-. Por alguna razón... me recuerda a él.
La puerta se sacudió, causando que las personas que se encontraban dentro de la habitación miraran a ella, observando a un hermoso castaño con rasgos femeninos mirarlos.
El rubio abrió los ojos desmesuradamente y el peliblanco tan solo formaba una triste línea recta con sus labios:
- Ta-emin- dijo entrecortadamente el rubio.
El maknae dejó ver como una enorme y melancólica lágrima se escapaba de uno de sus ojos, antes de marcharse, de salir corriendo del lugar. El felino, bajó los pies de la camilla, y antes de que pudiera levantarse el mayor lo detuvo y lo miró seriamente:
- Ni se te ocurra- le dijo.
El rubio dejó que las lágrimas recorrieran su rostro libremente:
- Síguelo- dijo entre sollozos-. Por favor.
El peliblanco miró para la puerta, pero luego al de piel de porcelana, no podía dejarlo solo, pero... el pequeño...
- ¡Vete!- le gritó.
El moreno lo miró, lo acostó bien y dejó un beso en su frente:
- Espérame, por favor- dijo antes de salir por la puerta.
Recorría las calles, desamparado, sin saber qué lugares pasaba. Tan solo se dejaba llevar por sus sentimientos. Una alegría, que surgió al oír las dos voces en la habitación del peliblanco, y una tristeza, que arrasó con la anterior, al oír lo que causaba en el rubio.
No lo veía, solo oscuridad y más oscuridad. Estaba nervioso, preocupado, tenía miedo.
Se echó en la fría hierba, todavía no comprendía cómo había acabado allí nuevamente. Se puso de lado y se hizo bolita, tenía frío y se sentía vacío. Las lágrimas salían poderosas y arrasadoras de sus ojos, al parecer un mar caía de ellos.
Vio aquel sendero, el que mucho tiempo atrás había recorrido, tan solo por hacerlo. Suspiró, eran pocas las posibilidades de que se encontrara allí, pero algo le decía que ese era el lugar. Comenzó a subir lentamente la subida, con cada paso se afirmaba más la razón de ese algo.
Sollozos molestos salían desde el fondo de su corazón. Tan solo escuchaba el viento que sacudía con fiereza los árboles y a su corazón destrozarse. Se acurrucó un poco más, sintiendo al poco después una mano sobre su cabeza.
Asustado se volteó, viendo así a la persona que más quería en el mundo:
- No llores- dijo poniendo encima de su cuerpo la chaqueta, que llevaba puesta hasta segundos antes, dejando al descubierto una camiseta negra.
El menor dejó de mirarlo, y se puso en su posición inicial:
- Solo causo daño- dijo con lágrimas aún en sus ojos, dañando su corazón.
- No seas bobo- le susurró acariciando su cabeza.
Un sollozo más alto:
- Es ci-erto- soltó entrecortadamente-. Te ca-uso daño... causo dañ-o a Key-hyung...-se detuvo-. Solo molesto- se puso sentado sobre la fría hierba, dejando al descubierto su rostro lleno de lágrimas-. Soy un estorbo... debería haberme muerto aquella vez- masculló-. No debería existir.
Tan pronto como aquellas palabras salieron de su boca, un tortazo fue a parar en su cara. El pequeño levantó la mirada, viendo como el mayor lo miraba enojado:
- ¿Vas a dejar de decir boberías?- preguntó-. Como yo vuelva a escuchar, cualquier tipo de palabra como esas, te juro Lee Taemin que me voy a enfadar, y no querrás verme así. Todos te quieren, y eres una persona muy importante para todos, deja de decir esas cosas.
El maknae tenía los ojos abiertos desmesuradamente, temía, pero no temía. De repente las lágrimas se hicieron fuertes y duras, causando que el menor saltara a los brazos del mayor, quien lo acunó dulcemente:
- ¡Perdóname!- dijo-. ¡Lo siento! ¡No he pensado en el daño que puedo causar! Pero es que... no quiero hacer daño a Key-hyung...
Su voz fue descendiendo:
- No le haces daño, pequeño- susurró-. Sois diferentes. En estas fechas Key ve a su hermano en cualquier gesto que se le parezca- le dijo débilmente.
El menor hipó:
- ¿De verdad, hyung?- preguntó.
El mayor asintió y lo apretó más contra sí:
- Te quiero, appa- dijo en un débil y silencioso murmullo, cayendo en el mundo de los sueños.
La casa estaba silenciosa, al parecer todos dormían. El peliblanco no se lo pensó y tomó rumbo al laboratorio, donde el rubio se encontraba. Abrió la puerta, viendo como este dormía plácidamente. Sonrió. Lo chequeó y se quedó allí, viendo como el rubio respiraba despacio y acompasadamente, esa noche se iba a quedar allí a dormir.
Abrió los ojos en aquel lugar. Una pequeña claridad inundaba la habitación. Se desperezó con cuidado, a pesar de no haber dormido nada, su cuerpo estaba cansado y se sentía débil. Se deshizo de todo lo que lo mantenía conectado a aquella molesta máquina y se bajó despacio, sintiendo como sus pies dolían. Se agarró a la pared y caminó despacio por el lugar, al parecer nadie estaba a la vista. Con silencio y cuidado fue pasando el pasillo, hasta ver al pequeño castaño caminar hacía el baño, con su cuerpo aún dormido. Sonrió y lo persiguió. Este entró en el baño, y antes de que cerrara la puerta, el mayor lo detuvo. El maknae miró por el pequeño hueco que la puerta dejaba:
- Hyung...- murmuró.
Se quitó de la puerta, dejando que el rubio la abriera y entrara en él, cerrándola:
- Taemin- dijo débilmente.
Carraspeó y tomó aire:
- Vete, hyung- dijo el castaño dándole la espalda.
El mayor se acercó y apoyó su mano en el hombre de este, el cual se deshizo del agarre con cuidado, pero con rapidez:
- Perdóname- dijo en un leve murmullo.
- ¿Por qué te disculpas, Taeminnie?- le preguntó sin comprender, estaba aturdido.
- Todo lo que te sucede es por mi culpa, hyung- habló en un hilo de voz.
El mayor lo miró tristemente:
- Eso no es verdad- dijo-. Tú no me causas daño, en cambio, me das fuerzas para seguir adelante.
Una lágrima se precipitó en el rostro del menor. Estaba confundido, tenía miedo y se sentía culpable:
- Taemin es Taemin, y mi hermano es mi hermano. Sois muy diferentes, pero lo único que ambos tenéis en común, es que os amo. Porque ambos sois mi vida.
Un sollozo se dejó escapar. Millones de dudas sacudían su cabeza. ¿Realmente era así? Temía volver a hacer esa situación, que por su culpa todo vaya mal, que Key sufra.
Unos brazos lo envolvieron, con cuidado y despacio:
- No me hagas esto, Tae. Tú no me causas daño, es más, me reconfortas, me ayudas a ser yo- le susurró al oído.
El menor sonrió y le dio un beso en la mejilla al rubio:
- Lo siento, hyung- habló-. Siento haberte hecho llorar- dijo ante las pequeñas lágrimas que salían del rostro de este.
Se rieron y se abrazaron bien:
- Me voy ya- le dijo.
El maknae asintió y se dio la vuelta, dando la espalda al mayor, entonces, justo cuando la puerta se abría, oyó un ruido, se dio la vuelta, el rubio estaba en el suelo:
- ¡Hyung!
Se agachó y lo tomó con cuidado:
- ¡Hyung!- gritó nuevamente.
Los cuerpos de los demás chicos aparecieron, el peliblanco se agachó y lo tomó en brazos, tan rápido como lo vio.
El menor se quedó allí, sus lágrimas ya no salían, su alma estaba helada, nuevamente... ¿su culpa?
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 13]
CAPÍTULO 13
- Dios, Kibum- dijo Jonghyun dejándolo sobre la camilla que minutos antes ocupaba-. Me voy unos segundos y mira lo que haces-. dijo mientras lo revisaba con cuidado.
- ¿Ya estás mejor?- le preguntó.
Este asintió con cuidado:
- ¿Qué me ha ocurrido?- dijo en voz muy baja.
- Haz estado mucho tiempo en cama, no puedes pretender que tu cuerpo pueda aguantar mucho tiempo en pie, está cansado y débil, necesita reponerse- le dijo con el semblante serio.
El rubio cerró los ojos:
- Eres un descuidado- añadió-. Te dejo solo y haces locuras- un suspiro-. ¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso? ¿Qué no digo las cosas por decir?
El felino lo miró y sonrió:
- Lo siento mucho, hyung. Tenía que hablar con Taemin, no podía dejar las cosas así, estaba desesperado- sus lágrimas se dejaron ver nuevamente-. Es mi niño, no puedo estar en esa situación con él.
El mayor le sonrió y acarició su mano:
- No vuelvas a hacerlo más, ¿vale?
El rubio asintió y cerró los ojos, tomando aire abiertamente.
- ¿Puedo pasar, hyung?-le preguntó el menor, después de explicar que le había ocurrido al rubio
El peliblanco asintió y lo dejó pasar:
- Hola- dijo.
El rubio abrió los ojos y sonrió:
- Pasa, Taeminnie.
El menor entró en la habitación y se sentó en una silla, que estaba al lado de la cama. Lo miró y sintió como el felino tomaba su mano:
- ¿Te encuentras bien?- preguntó.
- Mucho.
Una sonrisa:
- Hyung, ¿cuánto tiempo hace?
El mayor lo miró sin comprender:
- Tu hermano...
El rubio sonrió:
- Muchos años, ya no llevo la cuenta- respondió.
El menor asintió:
- ¿Cómo era?
- Era muy guapo -dijo con una sonrisa-, bajito, de tez blanca,...
Entró en la habitación, pudiendo verlos. El rubio dormía en la camilla, mientras le daba la mano a un dormido Taemin, quien estaba sentado en una silla apoyado en la cama. Sonrió. Entró en el gran lugar, con dos mantas y tapó a cada uno con ellas, porque sabía que sería imposible levantar al menor. Le dio un cálido beso en la frente a cada uno y se marchó de la habitación, dejándolos en la oscuridad, a pesar del sol bañar la ciudad.
Fuera de la habitación se oían ruidos molestos, que no dejaban que durmiera. Bostezó, estirándose. Restregó sus ojos y miró al frente, viendo como el rubio lo miraba con una sonrisa:
- Buenos días, Tae.
El nombrado sonrió y se levantó al oler un delicioso aroma:
- Jonghyun hizo de desayunar- dijo riendo ante la mirada hambrienta del menor.
La puerta blanca se abrió, dando paso al peliblanco, vestido informalmente:
- Buenos días, dormilones- dijo riendo-. ¿Vamos a desayunar, key?- le preguntó.
El moreno se acercó a la camilla y tomó con cuidado al rubio, y este pasó su mano por encima de sus hombros. El maknae miró como ambos iban a la cocina, siguiéndolos silenciosamente, sin decir nada.
En la gran mesa se dejaba ver un estupendo gourmet. Sonrió, quería sentir el saber de esas delicias. Se sentó y esperó a que todos tomaran asiento, cuando sus manos volaron hacia la comida, estaba hambriento.
Después de desayunar, el menor de todos se encontraba sentado cerca de la ventana, observando cómo, minutos antes, el cielo se había vuelto gris y ahora, el agua mojaba las calles. La vista de la ciudad era triste; reflejaba el color de las nubes y un sentimiento de nostalgia, añoranza, dolor…
[Flash Back]
- ¿Sabes lo que más rabia me dio?
- ¿Qué hyung…? –veía el dolor reflejado en los ojos del rubio.
- Antes de irme de casa, justo una semana después de que mi hermano falleciera, oí como mi padre llamó al médico –su mano se estaba tensando de la furia contenida, el menor le sujetó la mano dulcemente y la entrelazó con la suya. –le informó de que ya había muerto y el médico le dijo que por fin se había muerto ese cuerpo de experimento y que entonces sí funcionaba. Mi padre le respondió que cuando le ingresaría. Ahí me di cuenta de que había vendido a su propio hijo, al principio no lo pude creer, pero cuando vi a aquel señor, entrar con todo el descaro del mundo a mi casa y entregarle el dinero en metálico, con unos ojos que se reían de mí y una sonrisa burlona, supe de verdad, que todo había sido un asqueroso negocio…un maldito negocio.
[Fin Flash Back]
Su mandíbula se tensó al recordar la conversación con él anoche. Aquello era algo imperdonable. ¿Vender a tu propio hijo? Solo de pensar semejante cosa, se le erizaban los pelos. Y lo peor de todo, sabiendo que tenía una estrecha relación con su hermano mayor. Algo se removió en su interior, un sentimiento extraño le invadió el cuerpo, su respiración se volvía más fuerte y sus pupilas de dilataban. Su lengua paseó lentamente por su labio inferior. Venganza. Aquello merecía ser vengado. Su sangre debía manchar el suelo.
Se levantó rápidamente de su sitio y aterrizó en sus preciados ordenadores. Lo encontraría, fuera como fuera, lo buscaría hasta debajo de las piedras. Su existencia debía borrarse del mapa, cómo hizo él con su hermano.
En el laboratorio, ya se encontraba, otra vez, el peliblanco trabajando con sus dos muestras ante la atenta mirada del rubio, que descansaba en la camilla, y lo veía trabajando de aquí para allá haciendo cosas realmente extrañas para él. Cuando el doctor vertió la vieja muestra en un tubo de ensayo para examinarla al trasluz, el rubio la reconoció enseguida:
- Ese es… -susurró.
- Exacto, es el medicamento.
- ¿Están investigando ya?
- Sí, tenemos que parar esto. No podemos permitir que siga muriendo gente de esta manera. Lo sabes muy bien, ¿verdad? –sonrió sarcástico aún dándole la espalda.
- Sí…tienes razón.
- Por esa razón tengo que encontrar la forma de contrarrestar los efectos y se me está resistiendo.
- ¿Qué es el otro frasco? –preguntó curioso.
- ¿Este? –lo elevó.
El rubio asintió:
- Es el medicamento nuevo que van a distribuir.
- ¿Y para qué necesitas las dos?
- La primera es para analizar de forma más sencilla, la droga y el segundo es para, una vez que sé de qué compuesto se trata y con qué sustancia reacciona, poder encontrarlo en la nueva fórmula más rápidamente ya que es más compleja.
De repente, alguien tocó en la puerta, abriéndola acto seguido:
- Hyung –habló el alto- Al parecer Taemin encontró una pista.
- ¿En serio? –se sorprendió el peliblanco.
Minho asintió y desapareció por dónde mismo vino:
- Hyung… -murmuró- ¿puedo levantarme? Quiero ir a ver.
Sin pensarlo, el moreno se acercó a la camilla y se posicionó al lado del rubio:
- Espera, quiero intentarlo solo.
- Pero Key…
- Por favor –le miró suplicante.
El doctor no pudo resistirse a su mirada y suspiró resignado, cediendo a su petición. El rubio se levantó con cuidado y junto con el moreno, caminaron lentamente hasta la habitación del maknae.
Ya todos se encontraban reunidos en la habitación más calurosa de la casa a la espera de que hablara el más joven:
- No es exactamente una pista concreta, solo es un suposición –avisó.
- Tus suposiciones son mayormente acertadas, así que da por hecho que es una pista –dijo el líder.
Taemin se sonrojó por el halago y sonrió:
- En uno de los pueblos más apartados del país, concretamente aquí –abrió el mapa en una de las grandes pantallas y les señaló el lugar- los habitantes sospechan de unos camiones que llegan siempre con una carga oculta cada cierto tiempo y los cristales tintados. Seguí buscando para conseguir la veracidad de esa declaración –continuó, abriendo unos archivos y produciéndolos- y en muchas de las cámaras de vigilancia que hay en los puestos, se puede observar por el reflejo de los escaparates, como a cierta hora, un camión cubierto –dijo señalando la silueta que se veía en la grabación- pasa, atravesando el pueblo y sigue de largo perdiéndose en las extensas llanuras. –finalizó la reproducción- No puedo decir a ciencia cierta que se trate de lo que andamos buscando, pero puesto que está lejos de la ciudad, apartado de todos, hay probabilidades. –finalmente giró la silla para verlos.
- Investigaste mucho, ¿cierto? –lo miró el peliblanco.
- Así es –le sonrió inocentemente.
- Bueno, entonces lo que nos queda es ir a investigar a ese lugar. Iremos Minho y yo. –habló el mayor de todos.
- Hyung, déjame ir solo, por favor. –le pidió el alto.
- Minho no es conveniente que siendo una distancia muy lejana, vayas solo.
- Lo necesito, por favor –lo miró fijamente a los ojos.
- Yo…
El peliblanco se dio cuenta:
- Déjalo ir hyung –habló el doctor.- solo te ponemos una condición.
- ¿Cuál? –le brillaron los ojos.
- Tienes que volver de una sola pieza.
- Trato hecho –sonrió.
- Bien. –le devolvió la sonrisa.
- Voy a prepararme, dentro de un rato saldré.
- ¿No almorzarás? –preguntó el rubio preocupado.
- Compraré algo por el camino. Como es una distancia larga, es mejor salir cuanto antes.
Dicho esto, todos salieron de la habitación menos dos. El menor que se encontraba revisando un par de cosas para la partida de Minho y un felino que se había quedado clavado en el suelo con la mirada perdida. El cuerpo empezaba a dolerle, más concretamente las piernas, pero parecía ensimismado:
- Hyung… -le llamó el castaño poniéndose de pie enfrente de él.
El nombrado reaccionó y lo miró a los ojos:
- Te prometo que acabaremos con él –dijo decidido- estoy seguro de que es la misma persona que le hizo eso a tu hermano.
- Minnie… -lo miró enternecido.
- Llegaremos al final, haré todo lo que esté en mis manos para encontrarlo y una vez que lo consiga, lo mataremos. No quiero que vuelvas a sufrir más. No lo permitiré. Tiene que superar el pasado, quiero verte bien hyung, y para ello, primero hay que acabar con esto. Prométeme… que si lo conseguimos, dejarás de llorar… –sus pequeños ojos marrones brillaban.
- Mi pequeño –acunó su rostro con ambas manos- muchas gracias, no sabes cómo te agradezco todo lo que haces por mí. Gracias a ti, cada día tengo un motivo más para sonreír –sus lágrimas salían traicioneras de sus ojos- me proporcionas una fuerza increíble con solo ver esa hermosa sonrisa tuya –delineó los suaves labios del menor con su dedo índice- te quiero demasiado, Taeminnie. Tú debes prometerme… que pase lo que pase, al final de todo esto, que algún día acabará, siempre mirarás para adelante que seguirás sin importar qué.
- Entonces es nuestra promesa hyung –sonrió.
- Será nuestra promesa –le guiñó un ojo.
- Te quiero hyung.
- Yo también –dijo acercándose lentamente al rostro del menor, depositando un tierno beso en sus labios.
De repente una puerta del pasillo se abrió:
- ¡Key! –lo llamó el peliblanco desde su habitación- ¡Se te acaba el tiempo, tienes que descansar!
- ¡Ya voy! –le contestó.
Taemin rió:
- Bueno Minnie, te dejo –le desordenó los cabellos.
- Cuídate y descansa mucho, hyung
- Lo haré –sonrió.
Solo bastaron un par de horas para preparar la investigación. Todos los preparativos estaban listos. Minho abandonó el lugar poniendo rumbo hacia la estación de tren. Una vez llegada a la parada indicada, buscaría algún transporte que atravesara las llanuras hasta el pueblo clave. El sol brillaba en lo alto indicando el mediodía. Tendría suficiente tiempo como para llegar por la tarde con algo de luz, ya una vez allí, buscaría un hostal para dormir. El trayecto era agotador. Aunque era un hombre con mucha paciencia, le desesperaba pasar tanto tiempo sentado, por lo que apoyó la cabeza en el cristal y cerró sus ojos con la intención de dormir. Después de lo que parecieron veinte minutos para él, realmente tres horas, ya por fin había llegado a la última parada. Se bajó un poco desorientado por el sueño y se adentró en el nuevo lugar. Miró hacia los lados y observó como la zona comercial del lugar, se extendía ante sus ojos. Resopló cansado y comenzó a caminar, ¿cómo demonios iba a llegar hasta el otro pueblo?
- Perdone joven –llamó su atención un señor mayor que se encontraba sentado en un escalón a la sombra.
- ¿Sí? –se extrañó.
- Usted no es de por aquí, ¿verdad?
- No.
- ¿De vacaciones? –rio el mayor.
- Bueno, en realidad voy al pueblo del sur.
- Ah, entonces buscas transporte.
- Así es, pero parece que me quedaré aquí.
- Yo te puedo llevar.
- ¿En serio? –se le iluminó la expresión.
El señor asintió:
- Tengo un camión que tienen más años que tú y ha atravesado ese camino incontables veces, es de fiar. –rió roncamente- sígueme.
- Muchas gracias –sonrió agradecido.
Parecía una buena persona. No tenía esa sensación de desconfianza, así que no dudó en seguirle. Después de unas cuantas calles, tal y como había dicho él, abrió su garaje sacando su vehículo:
- Vamos, súbete –le indicó.
Obedeciendo se subió rápidamente y en cuestión de segundos y unas cuantas maniobras, ya sentía la velocidad revolviendo sus cabellos y el polvo que levantaba el camión:
- Si quieres, puedes dormir, llegaremos es una hora y pico más o menos. –le dijo observando cómo bostezaba.
- Gracias –sonrió avergonzado por no haber disimulado.
Cerró los ojos, acomodándose en el sitio y regresó al mundo de los sueños:
- Joven, despierta –lo movió provocando que este abriera los ojos- ya hemos llegado.
Se desperezó lentamente, sorprendiéndose de que el cielo, ya se teñía de los suaves colores del atardecer. Cogió sus cosas y se bajó. Metió la mano en el bolsillo y se la extendió al hombre:
- Tome, quédeselo.
- No hace falta, no quiero dinero –se rió.
- Pero quiero agradecerle que me haya traído –insistió.
El señor le cerró la mano:
- Mejor quédatelo tú y cómprate algo de comer.
Automáticamente su estómago rugió y se le subieron los colores de la vergüenza. El mayor se carcajeó:
- Anda, ve y diviértete –le hizo un gesto con la mano.
- Muchas gracias por todo –hizo una reverencia.
- No hay de qué, es un placer ayudar.
Poco a poco fue perdiéndolo de vista y a cada paso, se adentraba en el objetivo. Ahora tendría que estar alerta y más siendo de noche. Aprovechando que aún se veía, empezó a caminar por los alrededores observando si encontraba algo extraño. Todo detalle resultaba importante, así que debía ser preciso. Tras recorrer de cabo a rabo el pueblo, llegó a una gasolinera a las afueras del lugar. Ya había oscurecido y pocas personas quedaban ya a la vista. No había encontrado ni rastro de los camiones. Tal vez ya habían pasado o simplemente, hoy no les tocaba. Se sentó en el borde de la acera y bostezó nuevamente. Estaba muy cansado. Apoyó ambos brazos en sus rodillas y recostó su cabeza en ellas. Cerró los ojos.
El ambiente era muy tranquilo, se respiraba aire puro y no la contaminación de la ciudad, solo los grillos rompían el silencio. De repente, una corriente empezó a soplar. Abrió los ojos y observó que cerca de su pie, había un pétalo caído. Frunció el ceño y lo cogió. Miró por alrededor y encontró un par de ellos. Podría ser… se levantó extrañado, siguiendo la especie de camino que había formado el viento, pero desafortunadamente, el rastro se perdía. Guardó un pétalo en su bolsillo son sumo cuidado. Esta podía ser la prueba que necesitaban.
Regresó sobre sus pasos y se dirigió al hostal que había visto en su ida. Después de pagar, subió a su habitación y lo primero que hizo fue tirarse en la cama, rebotando un par de veces antes de quedarse quieto. Suspiró cansado. Sacó de su bolsillo el móvil y la casualidad de que se le adelantaron:
- Hyung, ¿ya llegaste? –sonó preocupado.
- Sí.
- ¿Y por qué no has llamado? Me he intentado comunicar contigo y no ha habido manera. –estaba un poco nervioso- eres un irresponsable hyung.
El alto se imaginó al menor haciendo su típico puchero inflando sus mofletes y no pudo evitar soltar una pequeña risita:
- ¿De qué te ríes?
- Nada Minnie. –sonrió- lo siento mucho. Iba a llamarte ahora justo cuando lo hiciste tú.
- Ya claro.
- ¿Lo dudas? –sonó divertido.
- Suena más a excusa que otra cosa.
- Pues es la verdad, pequeño. Cambiando de tema, he encontrado una pista, creo.
- ¿En serio? ¿El qué? ¿Has visto los camiones?
- En realidad, no. No he visto ninguno, pero he encontrado un par de pétalos.
- ¿Podrían ser de Lycoris Yedoensis?
- Voy a hacer un escáner de composición y te envió los informes.
- Está bien, los espero.
- ¿Y qué están haciendo?
- Ah…pues Jonghyun-hyung está haciendo la cena.
- ¿Key le dejó? –sonrió.
- Por poco –rió- Key-hyung quiere volver a su rutina, no soporta estar sin hacer nada, pero no le deja.
- No me extraña para nada, nunca cambiará. –se carcajeó.- bueno Minnie, te dejo que voy a hacer eso y luego a acostarme que tengo sueño y estoy muy cansado.
- Entiendo, debe de haber sido duro todo el camino. Descansa mucho hyung, por cierto antes de colgar, ¿comiste?
- Emmm…sí.
El menor soltó una risita:
- Hyung, como mañana no comas, se lo diré a Key-hyung, y estoy seguro de que no le va a gustar ni un pelo. Ya sabes que no tolera las mentiras –dijo cambiando de tono a uno serio.
- ¡No! Ya como, tranquilo. Mañana desayunaré algo. –rogó.
- Así me gusta –sonrió.- bueno, que descanses y duerme bien.
- Adiós, pequeño.
Soltó el móvil en la cama y suspiró otra vez, esperaba que el maknae no le dijera nada a la gruñona de la casa. Con mucho pesar, se levantó de la cama y sacó los aparatos necesarios, desplegándolo por toda la cama, para poder realizar el escáner. Entre cables, luces y pitidos, consiguió finalizar su objetivo y enviárselo al menor. Ordenó todo nuevamente y sin fuerzas para nada más, apagó la luz y cayó rendido.
- Dios, Kibum- dijo Jonghyun dejándolo sobre la camilla que minutos antes ocupaba-. Me voy unos segundos y mira lo que haces-. dijo mientras lo revisaba con cuidado.
- ¿Ya estás mejor?- le preguntó.
Este asintió con cuidado:
- ¿Qué me ha ocurrido?- dijo en voz muy baja.
- Haz estado mucho tiempo en cama, no puedes pretender que tu cuerpo pueda aguantar mucho tiempo en pie, está cansado y débil, necesita reponerse- le dijo con el semblante serio.
El rubio cerró los ojos:
- Eres un descuidado- añadió-. Te dejo solo y haces locuras- un suspiro-. ¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso? ¿Qué no digo las cosas por decir?
El felino lo miró y sonrió:
- Lo siento mucho, hyung. Tenía que hablar con Taemin, no podía dejar las cosas así, estaba desesperado- sus lágrimas se dejaron ver nuevamente-. Es mi niño, no puedo estar en esa situación con él.
El mayor le sonrió y acarició su mano:
- No vuelvas a hacerlo más, ¿vale?
El rubio asintió y cerró los ojos, tomando aire abiertamente.
- ¿Puedo pasar, hyung?-le preguntó el menor, después de explicar que le había ocurrido al rubio
El peliblanco asintió y lo dejó pasar:
- Hola- dijo.
El rubio abrió los ojos y sonrió:
- Pasa, Taeminnie.
El menor entró en la habitación y se sentó en una silla, que estaba al lado de la cama. Lo miró y sintió como el felino tomaba su mano:
- ¿Te encuentras bien?- preguntó.
- Mucho.
Una sonrisa:
- Hyung, ¿cuánto tiempo hace?
El mayor lo miró sin comprender:
- Tu hermano...
El rubio sonrió:
- Muchos años, ya no llevo la cuenta- respondió.
El menor asintió:
- ¿Cómo era?
- Era muy guapo -dijo con una sonrisa-, bajito, de tez blanca,...
Entró en la habitación, pudiendo verlos. El rubio dormía en la camilla, mientras le daba la mano a un dormido Taemin, quien estaba sentado en una silla apoyado en la cama. Sonrió. Entró en el gran lugar, con dos mantas y tapó a cada uno con ellas, porque sabía que sería imposible levantar al menor. Le dio un cálido beso en la frente a cada uno y se marchó de la habitación, dejándolos en la oscuridad, a pesar del sol bañar la ciudad.
Fuera de la habitación se oían ruidos molestos, que no dejaban que durmiera. Bostezó, estirándose. Restregó sus ojos y miró al frente, viendo como el rubio lo miraba con una sonrisa:
- Buenos días, Tae.
El nombrado sonrió y se levantó al oler un delicioso aroma:
- Jonghyun hizo de desayunar- dijo riendo ante la mirada hambrienta del menor.
La puerta blanca se abrió, dando paso al peliblanco, vestido informalmente:
- Buenos días, dormilones- dijo riendo-. ¿Vamos a desayunar, key?- le preguntó.
El moreno se acercó a la camilla y tomó con cuidado al rubio, y este pasó su mano por encima de sus hombros. El maknae miró como ambos iban a la cocina, siguiéndolos silenciosamente, sin decir nada.
En la gran mesa se dejaba ver un estupendo gourmet. Sonrió, quería sentir el saber de esas delicias. Se sentó y esperó a que todos tomaran asiento, cuando sus manos volaron hacia la comida, estaba hambriento.
Después de desayunar, el menor de todos se encontraba sentado cerca de la ventana, observando cómo, minutos antes, el cielo se había vuelto gris y ahora, el agua mojaba las calles. La vista de la ciudad era triste; reflejaba el color de las nubes y un sentimiento de nostalgia, añoranza, dolor…
[Flash Back]
- ¿Sabes lo que más rabia me dio?
- ¿Qué hyung…? –veía el dolor reflejado en los ojos del rubio.
- Antes de irme de casa, justo una semana después de que mi hermano falleciera, oí como mi padre llamó al médico –su mano se estaba tensando de la furia contenida, el menor le sujetó la mano dulcemente y la entrelazó con la suya. –le informó de que ya había muerto y el médico le dijo que por fin se había muerto ese cuerpo de experimento y que entonces sí funcionaba. Mi padre le respondió que cuando le ingresaría. Ahí me di cuenta de que había vendido a su propio hijo, al principio no lo pude creer, pero cuando vi a aquel señor, entrar con todo el descaro del mundo a mi casa y entregarle el dinero en metálico, con unos ojos que se reían de mí y una sonrisa burlona, supe de verdad, que todo había sido un asqueroso negocio…un maldito negocio.
[Fin Flash Back]
Su mandíbula se tensó al recordar la conversación con él anoche. Aquello era algo imperdonable. ¿Vender a tu propio hijo? Solo de pensar semejante cosa, se le erizaban los pelos. Y lo peor de todo, sabiendo que tenía una estrecha relación con su hermano mayor. Algo se removió en su interior, un sentimiento extraño le invadió el cuerpo, su respiración se volvía más fuerte y sus pupilas de dilataban. Su lengua paseó lentamente por su labio inferior. Venganza. Aquello merecía ser vengado. Su sangre debía manchar el suelo.
Se levantó rápidamente de su sitio y aterrizó en sus preciados ordenadores. Lo encontraría, fuera como fuera, lo buscaría hasta debajo de las piedras. Su existencia debía borrarse del mapa, cómo hizo él con su hermano.
En el laboratorio, ya se encontraba, otra vez, el peliblanco trabajando con sus dos muestras ante la atenta mirada del rubio, que descansaba en la camilla, y lo veía trabajando de aquí para allá haciendo cosas realmente extrañas para él. Cuando el doctor vertió la vieja muestra en un tubo de ensayo para examinarla al trasluz, el rubio la reconoció enseguida:
- Ese es… -susurró.
- Exacto, es el medicamento.
- ¿Están investigando ya?
- Sí, tenemos que parar esto. No podemos permitir que siga muriendo gente de esta manera. Lo sabes muy bien, ¿verdad? –sonrió sarcástico aún dándole la espalda.
- Sí…tienes razón.
- Por esa razón tengo que encontrar la forma de contrarrestar los efectos y se me está resistiendo.
- ¿Qué es el otro frasco? –preguntó curioso.
- ¿Este? –lo elevó.
El rubio asintió:
- Es el medicamento nuevo que van a distribuir.
- ¿Y para qué necesitas las dos?
- La primera es para analizar de forma más sencilla, la droga y el segundo es para, una vez que sé de qué compuesto se trata y con qué sustancia reacciona, poder encontrarlo en la nueva fórmula más rápidamente ya que es más compleja.
De repente, alguien tocó en la puerta, abriéndola acto seguido:
- Hyung –habló el alto- Al parecer Taemin encontró una pista.
- ¿En serio? –se sorprendió el peliblanco.
Minho asintió y desapareció por dónde mismo vino:
- Hyung… -murmuró- ¿puedo levantarme? Quiero ir a ver.
Sin pensarlo, el moreno se acercó a la camilla y se posicionó al lado del rubio:
- Espera, quiero intentarlo solo.
- Pero Key…
- Por favor –le miró suplicante.
El doctor no pudo resistirse a su mirada y suspiró resignado, cediendo a su petición. El rubio se levantó con cuidado y junto con el moreno, caminaron lentamente hasta la habitación del maknae.
Ya todos se encontraban reunidos en la habitación más calurosa de la casa a la espera de que hablara el más joven:
- No es exactamente una pista concreta, solo es un suposición –avisó.
- Tus suposiciones son mayormente acertadas, así que da por hecho que es una pista –dijo el líder.
Taemin se sonrojó por el halago y sonrió:
- En uno de los pueblos más apartados del país, concretamente aquí –abrió el mapa en una de las grandes pantallas y les señaló el lugar- los habitantes sospechan de unos camiones que llegan siempre con una carga oculta cada cierto tiempo y los cristales tintados. Seguí buscando para conseguir la veracidad de esa declaración –continuó, abriendo unos archivos y produciéndolos- y en muchas de las cámaras de vigilancia que hay en los puestos, se puede observar por el reflejo de los escaparates, como a cierta hora, un camión cubierto –dijo señalando la silueta que se veía en la grabación- pasa, atravesando el pueblo y sigue de largo perdiéndose en las extensas llanuras. –finalizó la reproducción- No puedo decir a ciencia cierta que se trate de lo que andamos buscando, pero puesto que está lejos de la ciudad, apartado de todos, hay probabilidades. –finalmente giró la silla para verlos.
- Investigaste mucho, ¿cierto? –lo miró el peliblanco.
- Así es –le sonrió inocentemente.
- Bueno, entonces lo que nos queda es ir a investigar a ese lugar. Iremos Minho y yo. –habló el mayor de todos.
- Hyung, déjame ir solo, por favor. –le pidió el alto.
- Minho no es conveniente que siendo una distancia muy lejana, vayas solo.
- Lo necesito, por favor –lo miró fijamente a los ojos.
- Yo…
El peliblanco se dio cuenta:
- Déjalo ir hyung –habló el doctor.- solo te ponemos una condición.
- ¿Cuál? –le brillaron los ojos.
- Tienes que volver de una sola pieza.
- Trato hecho –sonrió.
- Bien. –le devolvió la sonrisa.
- Voy a prepararme, dentro de un rato saldré.
- ¿No almorzarás? –preguntó el rubio preocupado.
- Compraré algo por el camino. Como es una distancia larga, es mejor salir cuanto antes.
Dicho esto, todos salieron de la habitación menos dos. El menor que se encontraba revisando un par de cosas para la partida de Minho y un felino que se había quedado clavado en el suelo con la mirada perdida. El cuerpo empezaba a dolerle, más concretamente las piernas, pero parecía ensimismado:
- Hyung… -le llamó el castaño poniéndose de pie enfrente de él.
El nombrado reaccionó y lo miró a los ojos:
- Te prometo que acabaremos con él –dijo decidido- estoy seguro de que es la misma persona que le hizo eso a tu hermano.
- Minnie… -lo miró enternecido.
- Llegaremos al final, haré todo lo que esté en mis manos para encontrarlo y una vez que lo consiga, lo mataremos. No quiero que vuelvas a sufrir más. No lo permitiré. Tiene que superar el pasado, quiero verte bien hyung, y para ello, primero hay que acabar con esto. Prométeme… que si lo conseguimos, dejarás de llorar… –sus pequeños ojos marrones brillaban.
- Mi pequeño –acunó su rostro con ambas manos- muchas gracias, no sabes cómo te agradezco todo lo que haces por mí. Gracias a ti, cada día tengo un motivo más para sonreír –sus lágrimas salían traicioneras de sus ojos- me proporcionas una fuerza increíble con solo ver esa hermosa sonrisa tuya –delineó los suaves labios del menor con su dedo índice- te quiero demasiado, Taeminnie. Tú debes prometerme… que pase lo que pase, al final de todo esto, que algún día acabará, siempre mirarás para adelante que seguirás sin importar qué.
- Entonces es nuestra promesa hyung –sonrió.
- Será nuestra promesa –le guiñó un ojo.
- Te quiero hyung.
- Yo también –dijo acercándose lentamente al rostro del menor, depositando un tierno beso en sus labios.
De repente una puerta del pasillo se abrió:
- ¡Key! –lo llamó el peliblanco desde su habitación- ¡Se te acaba el tiempo, tienes que descansar!
- ¡Ya voy! –le contestó.
Taemin rió:
- Bueno Minnie, te dejo –le desordenó los cabellos.
- Cuídate y descansa mucho, hyung
- Lo haré –sonrió.
Solo bastaron un par de horas para preparar la investigación. Todos los preparativos estaban listos. Minho abandonó el lugar poniendo rumbo hacia la estación de tren. Una vez llegada a la parada indicada, buscaría algún transporte que atravesara las llanuras hasta el pueblo clave. El sol brillaba en lo alto indicando el mediodía. Tendría suficiente tiempo como para llegar por la tarde con algo de luz, ya una vez allí, buscaría un hostal para dormir. El trayecto era agotador. Aunque era un hombre con mucha paciencia, le desesperaba pasar tanto tiempo sentado, por lo que apoyó la cabeza en el cristal y cerró sus ojos con la intención de dormir. Después de lo que parecieron veinte minutos para él, realmente tres horas, ya por fin había llegado a la última parada. Se bajó un poco desorientado por el sueño y se adentró en el nuevo lugar. Miró hacia los lados y observó como la zona comercial del lugar, se extendía ante sus ojos. Resopló cansado y comenzó a caminar, ¿cómo demonios iba a llegar hasta el otro pueblo?
- Perdone joven –llamó su atención un señor mayor que se encontraba sentado en un escalón a la sombra.
- ¿Sí? –se extrañó.
- Usted no es de por aquí, ¿verdad?
- No.
- ¿De vacaciones? –rio el mayor.
- Bueno, en realidad voy al pueblo del sur.
- Ah, entonces buscas transporte.
- Así es, pero parece que me quedaré aquí.
- Yo te puedo llevar.
- ¿En serio? –se le iluminó la expresión.
El señor asintió:
- Tengo un camión que tienen más años que tú y ha atravesado ese camino incontables veces, es de fiar. –rió roncamente- sígueme.
- Muchas gracias –sonrió agradecido.
Parecía una buena persona. No tenía esa sensación de desconfianza, así que no dudó en seguirle. Después de unas cuantas calles, tal y como había dicho él, abrió su garaje sacando su vehículo:
- Vamos, súbete –le indicó.
Obedeciendo se subió rápidamente y en cuestión de segundos y unas cuantas maniobras, ya sentía la velocidad revolviendo sus cabellos y el polvo que levantaba el camión:
- Si quieres, puedes dormir, llegaremos es una hora y pico más o menos. –le dijo observando cómo bostezaba.
- Gracias –sonrió avergonzado por no haber disimulado.
Cerró los ojos, acomodándose en el sitio y regresó al mundo de los sueños:
- Joven, despierta –lo movió provocando que este abriera los ojos- ya hemos llegado.
Se desperezó lentamente, sorprendiéndose de que el cielo, ya se teñía de los suaves colores del atardecer. Cogió sus cosas y se bajó. Metió la mano en el bolsillo y se la extendió al hombre:
- Tome, quédeselo.
- No hace falta, no quiero dinero –se rió.
- Pero quiero agradecerle que me haya traído –insistió.
El señor le cerró la mano:
- Mejor quédatelo tú y cómprate algo de comer.
Automáticamente su estómago rugió y se le subieron los colores de la vergüenza. El mayor se carcajeó:
- Anda, ve y diviértete –le hizo un gesto con la mano.
- Muchas gracias por todo –hizo una reverencia.
- No hay de qué, es un placer ayudar.
Poco a poco fue perdiéndolo de vista y a cada paso, se adentraba en el objetivo. Ahora tendría que estar alerta y más siendo de noche. Aprovechando que aún se veía, empezó a caminar por los alrededores observando si encontraba algo extraño. Todo detalle resultaba importante, así que debía ser preciso. Tras recorrer de cabo a rabo el pueblo, llegó a una gasolinera a las afueras del lugar. Ya había oscurecido y pocas personas quedaban ya a la vista. No había encontrado ni rastro de los camiones. Tal vez ya habían pasado o simplemente, hoy no les tocaba. Se sentó en el borde de la acera y bostezó nuevamente. Estaba muy cansado. Apoyó ambos brazos en sus rodillas y recostó su cabeza en ellas. Cerró los ojos.
El ambiente era muy tranquilo, se respiraba aire puro y no la contaminación de la ciudad, solo los grillos rompían el silencio. De repente, una corriente empezó a soplar. Abrió los ojos y observó que cerca de su pie, había un pétalo caído. Frunció el ceño y lo cogió. Miró por alrededor y encontró un par de ellos. Podría ser… se levantó extrañado, siguiendo la especie de camino que había formado el viento, pero desafortunadamente, el rastro se perdía. Guardó un pétalo en su bolsillo son sumo cuidado. Esta podía ser la prueba que necesitaban.
Regresó sobre sus pasos y se dirigió al hostal que había visto en su ida. Después de pagar, subió a su habitación y lo primero que hizo fue tirarse en la cama, rebotando un par de veces antes de quedarse quieto. Suspiró cansado. Sacó de su bolsillo el móvil y la casualidad de que se le adelantaron:
- Hyung, ¿ya llegaste? –sonó preocupado.
- Sí.
- ¿Y por qué no has llamado? Me he intentado comunicar contigo y no ha habido manera. –estaba un poco nervioso- eres un irresponsable hyung.
El alto se imaginó al menor haciendo su típico puchero inflando sus mofletes y no pudo evitar soltar una pequeña risita:
- ¿De qué te ríes?
- Nada Minnie. –sonrió- lo siento mucho. Iba a llamarte ahora justo cuando lo hiciste tú.
- Ya claro.
- ¿Lo dudas? –sonó divertido.
- Suena más a excusa que otra cosa.
- Pues es la verdad, pequeño. Cambiando de tema, he encontrado una pista, creo.
- ¿En serio? ¿El qué? ¿Has visto los camiones?
- En realidad, no. No he visto ninguno, pero he encontrado un par de pétalos.
- ¿Podrían ser de Lycoris Yedoensis?
- Voy a hacer un escáner de composición y te envió los informes.
- Está bien, los espero.
- ¿Y qué están haciendo?
- Ah…pues Jonghyun-hyung está haciendo la cena.
- ¿Key le dejó? –sonrió.
- Por poco –rió- Key-hyung quiere volver a su rutina, no soporta estar sin hacer nada, pero no le deja.
- No me extraña para nada, nunca cambiará. –se carcajeó.- bueno Minnie, te dejo que voy a hacer eso y luego a acostarme que tengo sueño y estoy muy cansado.
- Entiendo, debe de haber sido duro todo el camino. Descansa mucho hyung, por cierto antes de colgar, ¿comiste?
- Emmm…sí.
El menor soltó una risita:
- Hyung, como mañana no comas, se lo diré a Key-hyung, y estoy seguro de que no le va a gustar ni un pelo. Ya sabes que no tolera las mentiras –dijo cambiando de tono a uno serio.
- ¡No! Ya como, tranquilo. Mañana desayunaré algo. –rogó.
- Así me gusta –sonrió.- bueno, que descanses y duerme bien.
- Adiós, pequeño.
Soltó el móvil en la cama y suspiró otra vez, esperaba que el maknae no le dijera nada a la gruñona de la casa. Con mucho pesar, se levantó de la cama y sacó los aparatos necesarios, desplegándolo por toda la cama, para poder realizar el escáner. Entre cables, luces y pitidos, consiguió finalizar su objetivo y enviárselo al menor. Ordenó todo nuevamente y sin fuerzas para nada más, apagó la luz y cayó rendido.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 14]
CAPÍTULO 14
Temprano por la mañana, un sonoro pitido empezó a entrometerse en sus sueños. Se dio la vuelta intentando pasar por alto, aquel ruido infernal, pero en vista de que no cesaba, no tuvo más remedio que despertarse y apagar la alarma. Se desperezó lentamente y se levantó, quedando sentado en el borde de la cama. Otro pitido más…era un mensaje del maknae:
- Hyung, los informes que mandaste se corresponden con la flor que utilizan ellos. ¿Será eso lo que llevan los camiones cubiertos? Tendría lógica, primero, nadie sabría qué es lo que están llevando y, segundo, no se volarían con el viento. Esto va cobrando sentido. Buen trabajo Hyung.
Entonces, eso es lo que llevan. Tendría que averiguarlo y saber hacia qué dirección van esos vehículos. Se bañó y se vistió rápidamente y compró algo de desayunar afuera, así podría vigilar, mientras comía tranquilamente. Eso de levantarse temprano no era lo suyo, estaba claro, pero otra no le quedaba. Se sentó en un banco de la pequeña y humilde calle. Sacó un periódico que había comprado con el desayuno y comenzó a leerlo.
Al par de minutos, una señora mayor se sentó al lado de él suspirando cansada. La miró de reojo y esta observaba el reloj. Volvió a levantar la cabeza y miró hacia uno de los extremos de la calle:
- Ya vienen –dijo tranquilamente.
- ¿Qué? –se sorprendió- ¿quién viene?
- Los camiones fantasmas.
¿Serán los que busca? ¿Por qué los había llamado así?
- ¿Fantasmas? –frunció el ceño.
- Sí.
- ¿Por qué los llama así?
- Porque nadie ha visto jamás a una persona conduciendo esas cosas. Incluso cuando se paran en la punta del pueblo, dicen que nadie se baja. Es extraño.
- ¿Siempre pasan a esta hora?
- Sí, cuando pasan por aquí siempre esperan hasta la noche en la última gasolinera del pueblo y luego se van.
De repente, el ruido de varios camiones interrumpió la conversación, pasando por delante de ellos. Minho los observó detenidamente, eran unos cinco vehículos con la carga cubierta. Metió su mano en el bolsillo y sacó un pequeño localizador. Con gran habilidad y puntería, logró encajarlo en uno de los neumáticos. Ya no había posibilidades de perderles la pista. Si es tal y como dijo la señora, se pararían en el mismo lugar donde había encontrado los pétalos. Se dirigió de nuevo al hostal para preparar las cosas y descansar un poco antes de volver a irse, esta era su oportunidad, tenía que aprovecharla. Según el cielo era coloreado por los últimos rayos del sol, él iba llegando a su destino. En solo un par de minutos logró posicionarse cerca de los misteriosos vehículos. Sacó el infrarrojo y verificó que hubiera alguien. Extrañamente, no detectó presencia alguna. Revisó los alrededores y con silencio absoluto, destapó la tela que lo cubría y se subió rápidamente.
Al final Taemin tenía razón, estaba repleto de esas dichosas flores que utilizan en el medicamento. De repente, al notar que el sol, por fin se había escondido, el camión arrancó automáticamente. Se sorprendió por el hecho, dado que no había escuchado el ruido de alguien subiéndose. Volvió a emplear el mismo aparato, recibiendo los mismos resultados. ¿Cómo es que no había nadie y esto se estaba moviendo?
Le restó importancia a ese hecho increíble y cogió su teléfono, marcando el número de su compañero:
- ¿Qué pasó hyung?
- Estoy subido en uno de esos camiones.
- ¿Lo conseguiste?
- Sí. La carga que lleva son esas flores que mencionaste.
- Genial, eres mejor hyung –sonrió feliz- Me di cuenta de que conectaste un localizador. Vi la señal roja moviéndose y me percaté de ello. ¿Tienes idea de a dónde te llevan?
- No, pero hay una cosa extraña aquí.
- ¿Cuál?
- No hay nadie conduciendo. Esto se está moviendo, pero no hay nadie.
- ¿Se mueve solo? –se sorprendió.
- Eso es lo que parece.
- Es muy extraño, pero lo más importante es a dónde se dirigen.
- En cuanto llegue, te vuelvo a llamar, ¿vale?
- Sí, ten cuidado y no hagas locuras hyung.
- No, tranquilo –soltó una pequeña risita.
No supo exactamente cuánto tiempo estuvo metido allí dentro, pero los músculos ya empezaba a agarrotarse y la incomodidad reinaba en su cuerpo. Iba a acomodarse mejor, cuando sintió que por fin se había parado. Esperó unos minutos a ver si alguien daba señales de vida, pero parecía que no. Asomó la cabeza por la cubierta y al no divisar a nadie, se bajó con rapidez. Un extenso almacén se extendía a lo largo y ancho de aquel lugar. Habían muchos más camiones aparcado allí dentro, pero lo que seguía sin encajarle era que no se había encontrado con nadie. Inspeccionó un poco el lugar dando con una puerta metálica, la cual atravesó y siguió el camino que marcaba. Después te tanto pasillo, llegó, por fin, a una enorme sala llena de máquinas en funcionamientos y llena de artefactos extraños. Aquí debía de ser, donde envasaban los medicamentos y los etiquetaban. Tenía que encontrar la sala química, así que empezó a recorrer el lugar.
[Flash Back]
- Minho, toma esto –le extendió un pequeño frasco.
- ¿Qué es esto? –se extrañó.
- Escúchame bien, si por el casual llegases a encontrar la fábrica o el lugar dónde producen la droga, quiero que busques la sala química.
- ¿Sala química?
- Exacto, es la sala dónde se elaboran los compuestos. Quiero que le encuentres y en la caja de componentes, viertas esto.
- ¿Es el antídoto?
- Así es. Esto prohibirá la cadena de producción y nadie se dará cuenta del cambio en la fórmula. Será inofensivo o en su defecto, contrarrestará a las personas que ya hayan consumido esa basura. ¿Entendiste?
- Sí, lo haré.
[Fin Flash Back]
Suspiró aliviado al encontrar la sala indicada, después de haberse recorrido todo el lugar. Siguió las indicaciones de Jonghyun y vertió el líquido en la casilla correspondiente. Hecho. Ya no se distribuirá más basura. Aunque había logrado parar la producción, sentía que realmente no había hecho nada. La fábrica estaba controlada por máquinas, ni siquiera había personas. No había señales de humanidad por ningún sitio. El causante seguía en el anonimato y eso era lo que le molestaba. Salió de allí, aspirando el aire frío de la noche, pero muy puro. ¿Ahora qué haría? Tenía que volver, pero no tenía transporte y ya era demasiado tarde. Suspiró cansado y emprendió el rumbo a algún lugar, siguiendo la carretera. De repente alguien le toca el hombro. Era una mano fría y delgada, pero con la suficiente confianza como para asustarle:
- No te des la vuelta… -le susurró roncamente.
- ¿Quién eres? –no sabía si alegrarse de ver a una persona o por el contrario, tenerle miedo.
- Eso no te incumbe –rió por lo bajo.- Estás buscando al causante del medicamento, ¿no?
Abrió los ojos en demasía, ¿cómo sabía este sujeto que era la que buscaba?
- Te contaré un secretito. –rió maliciosamente.
Empezó a susurrarle algo extraño:
- ¿Qué significa eso?
- Si tú no lo sabes, estoy seguro de que alguno de ellos lo adivinará. –sintió su aliento gélido en el cuello.- toma –le extendió las llaves de un coche en la mano.- Utilízalo para volver a casa. Ya lo iré a recoger. Ha sido un placer.
Cuando dejó de sentir su mano, se dio la vuelta rápidamente, pero lo único que halló fue la oscuridad de la noche. Las palabras de ese tipo lo habían descolocado por completo, ¿cómo demonios sabía su objetivo?¿ ¿Qué hacía ahí? ¿Lo había seguido? Y… ¿’’alguno de ellos’’? ¿Acaso sabía lo del grupo? Ahora estaba preocupado, pero decidió dejar de pensar en eso y coger el coche que misteriosamente había aparecido delante suya. Ya nada le sorprendía y tampoco iba a buscarle las cinco piernas al gato. Quería llegar y descansar. Así que arrancó el coche y puso rumbo a su casa.
El felino dormía plácidamente en la cómoda y acogedora cama, tapado por una gran manta, que lo arropaba y ayudaba a estar en el mundo de los sueños.
El olor a pollo inundaba la asolada cocina, al igual que una dulce voz. Jugueteaba y bailaba feliz, no podía evitar sonreír, ansiaba comer y saborear aquella delicia:
- Solo hiciste tres- dijo riendo el peliblanco.
El menor se sentó consternado en el sillón y puso unos adorables morros:
- Antes hice trece.
El peliblanco le sacó la lengua aún de pie:
- Esta era la que valía, lo dijiste tú- dijo con aires de grandeza.
El maknae bajó la cabeza y la alzó, con la mirada que caracterizaba al moreno, de cachorrito:
- No hagas eso- dijo riendo en voz baja.
Se agarraba el estómago en un fallido intento de detener el dolor que amenazaba su cuerpo por las incesantes carcajadas. El maknae sonrió y se abalanzó sobre el mayor. Juntos cayeron al suelo, riendo y jugando:
- Sabes que yo gané al Jaelgi-chagi- le dijo con una mirada de niño chico amenazante.
El moreno no podía evitar reírse:
- Tae, eres un tramposo- dijo.
El menor se sentó encima de él:
- Merong- dijo sacándole la lengua.
Más risas en el lugar, que fueron interrumpidas por la llegada del alto. Todo se quedó en silencio. Arrastró sus pies hasta el sillón y se desplomó en él con los ojos cerrados:
- Bue-nas no-ches… -dijo en un susurró.
- ¡Hyung! Por fin llegaste –se acercó.
- ¿Cómo te encuentras Minho? –le dijo revisándolo con la mirada y tomándole la temperatura, para después dirigirse a la cocina, dónde el fan número uno del pollo, cenaba.
- ¿Estás muy cansado, hyung?
- Demasiado Minnie –suspiró.
- Tómate esto –el mayor le extendió un vaso de agua y una cápsula.
- ¿Qué es esto?
- Minerales, te ayudarán a recuperarte.
El alto obedeció y se lo tomó:
- ¿Qué noticias traes? –le preguntó el peliblanco.
El alto comenzó a relatarle todo lo que había visto y descubierto por último, incluido el encuentro con aquel extraño:
- ¿Vestido de negro? –se tensó el menor, eso le recordaba algo.
- Sí, aunque ya era de noche, juraría que iba de negro.
¿Debía abrir la boca o quedarse callado?
- Cuando…Onew-hyung y yo salimos por la noche, llegamos tarde porque había alguien siguiéndonos y también iba de negro.
- ¿Por qué no lo dijiste? –tenía la mirada de reproche de Jonghyun.
- No creí que fuera importante.
- Este niño… -negó con la cabeza.
- Bueno, ¿y te dijo algo? –preguntó curioso el menor.
- Sí, me dijo una serie de número –se los repitió tal cual se lo había dicho- pero no sé qué significa, solo son un montón de número.
El maknae se quedó pensativo por un momento, analizando esos números. Era obvio que se trataba de un código, pero… ¿qué escondían?
- ¡Ya sé! –exclamó de golpe- Te está indicando una dirección. Este par es el número del distrito, este es la calle y este es la casa o lo que sea.
- Que astuto –le despeinó el moreno.
Él sonrió satisfecho:
- También me dijo que uno de ustedes lo adivinaría. –se sorprendió.
- ¿En serio?
- Sí, me preocupa realmente.
- Bueno, dejemos eso por el momento y centrémonos es acabar con esto de una vez. ¿Qué te dijo que había?
- Me habló de una oficina y un laboratorio secreto, no dijo nada más.
- Quizá sea la base o el punto de trabajo –aportó el pequeño.
- Buen trabajo Minho –le sonrió- del resto nos encargamos Onew y yo, nosotros iremos. Ve a dormir.
- Gracias, hyung. –finalizó para irse hacia el baño y después de darse una ducha, acostarse.
El castaño se había quedado mirando nervioso al peliblanco:
- Hyung… -agachó la cabeza.
- ¿Qué pasó Tae?
- ¿Va-s a ir…?
El moreno sonrió por la dulzura de su pequeño. Estaba preocupado por él:
- No te preocupes, Minnie. Todo estará bien. –le acarició la mejilla.
- Pero… ¿y si aparece ese hombre otra vez? Esto me está dando miedo. Hyung…yo no puedo. Si les pasa algo yo no p…
- Shhh… -lo atrajo a su pecho y lo abrazó cálidamente- Tranquilo, tú encárgate de cuidar a Key y a Minho, ¿sí?
El maknae asintió, pero aún no se podía quitar eso de la cabeza. El mayor se levantó, dirigiéndose a la cocina:
- Onew, tenemos trabajo.
El líder paró de comer y se levantó mostrando un semblante totalmente serio:
- ¿Partimos ya?
El menor asintió:
- Entendido.
Ambos chicos caminaban atentos por las oscuras y vacías calles de la ciudad. La dirección los llevaba cada vez más a la zona desierta, la zona más abandonada del lugar. Era de esperarse. El moreno miró el número de la casa y revisó el papel de nuevo:
- Es aquí. –sentenció.
- ¿Seguro? –parecía una casa normal y corriente.
- No hay nada seguro –sonrió de lado.
Extrañamente la puerta estaba abierta, así que entraron sin problema alguno. Tal y como había pensado el mayor, era una simple casa por dentro. Revisaron todas las habitaciones y no parecía haber nada del otro mundo. Empezaron a dudar un poco:
- ¡Espera hyung! –gritó el doctor.
- ¿Mm? ¿Qué pasó? –preguntó dirigiéndose al lugar donde se encontraba su amigo.
- Aquí hay una puerta que no se abre.
- Déjame ver –se posicionó delante de la puerta inspeccionándola de arriba abajo.- esta puerta… -dijo dando unos golpecitos en lugares concretos- está blindada por dentro –sonrió.
Después de todo, había encontrado algo:
- ¿Cómo lo sabes con solo dando unos golpes? –se sorprendió el peliblanco.
- Especialización en asalto y protección –rió- de algo me sirvió, después de todo. Eran una molestia las clases esas, porque tenías que tener una precisión muy crítica. Trajiste el ácido por casualidad.
- Mmm… -dijo revisando sus cosas- sí, aquí esta.
- Bien.
Con cuidado abrió el poderoso fluido y lo vertió estratégicamente en algunos puntos de la puerta. Un minuto después, un estruendoso ruido retumbó en toda la casa. La puerta se había caído dejando ver un pasadizo con escaleras. Ambos se miraron y avanzaron por el túnel oscuro. Estaba húmedo y olía a químicos, que Jonghyun detectó enseguida. Cuanto más avanzaban, más claridad había, hasta que por fin llegaron a una enorme sala subterránea.
Tal y como les había dicho Minho, contaba con un laboratorio secreto. Estanterías y mesas repletas de papeles y libros. ¿Por dónde debían empezar?
- Esto está claro, tú allí –le señaló el laboratorio- y yo aquí –se perdió entre el cúmulo de papeles desordenados.
El menor asintió dirigiéndose a su zona. Comenzó a revisar cada uno de los frascos de la estantería, todos etiquetados con ‘’Fail’’. Dedujo que eran experimentos fallidos. Siguió observando con atención y encontró las dos muestras, como las que tenía él, de la droga:
- Así que aquí es dónde experimentan…
Empezó a sacar archivos que había encontrado en la misma estantería. ¿Qué era eso? Parecían fichas médicas, pero contenía datos extraños:
- Lee Seul Gi…Cho Han Hyuk…Sung Hae Min…Kim Hyun Tan… ¿Hyun Tan? –volvió a releer ese nombre.- Ese era… -abrió los ojos- era el hermano de Key.
No podía creerlo. Comenzó a leer la ficha de él y parecían como resultados de fases. Ahora lo entendía, usaban a los niños como experimentos a cambio de dinero. Niños inocentes, vendidos, manipulados…
Esa idea le había hervido la sangre. Era algo que no podía concebir. La rabia recorría su interior. Debía morir, definitivamente tenían que vengarse:
- Jonghyun, ya he acabado. –avisó el mayor.
- Voy a hacer una cosa.
- ¿Qué?
- Voy a reducir este lugar a cenizas –dijo con un tono frío.
El castaño vio la ira contenida en sus venas y en su mirada perdida, seguramente en el pasado:
- Adelante –sonrió de lado.
- Tenemos cinco minutos para salir de aquí –dijo abriendo un pequeño bote y mezclándolo con otro, para posteriormente...- corre.
Los dos chicos salieron con gran rapidez del lugar. Un antiguo experimento fallido del peliblanco que al final acabó usando para prender fuego. Efectivamente, pasados los cinco minutos la casa ardió en llamas:
- Ahora se está más calentito –rió el mayor mientras abandonaban la zona.
- En verdad, sí –le siguió la expresión.- por cierto, ¿qué encontraste?
- Había un montón de papeles importantes, pero me imaginé que los más relevantes eran lo que estaban triturados. Tendré que pedirle a Taemin que los restaure. Además, creo que en esos papeles, hay información muy importante.
- Esperemos.
Después de volver sobre sus pasos, consiguieron llegar a su casa. Se imaginaron que todos estarían durmiendo, pero como siempre, el pequeño de la casa estaba con los ojos bien abiertos sentado en el sillón esperando su llegada:
- Hyungs –sonrió al verlos entrar por la puerta.
- Minnie, ¿qué haces todavía despierto? –le reprochó Jonghyun.
- No podía dormir sabiendo que estaban fuera.
- Este niño... –le desordenó los cabellos.
- ¿Qué encontraron? –preguntó curioso.
- Tae, necesito que me recuperes estos datos –le extendió los papeles rotos.
- Está bien, hyung. Lo haré ahora mismo.
- No hace falta que sea ahora, Minnie
- Cuanto antes mejor, ¿no? –le guiñó un ojo.
Ambos chicos se sentaron cansados en el sofá:
- Estamos muy cerca –dijo el mayor de todos.
- Sí, solo nos falta encontrar al causante –suspiró, parecía lejano.
Solo pasaron unos minutos y el maknae volvió a parecer ante ellos, con un semblante serio, frío:
- Ya tenemos al culpable.
Los dos chicos lo miraron serios, acompañándolo a él. Esas palabras habían sonado como caídas del cielo:
- Ya podemos matarlo –sonrió de lado el menor.
- Yo lo haré –dijo una voz seria detrás de Taemin.
El menor se dio la vuelta dejando ver al dueño de esa voz:
- Hyung…
Venganza. Su rostro desprendía ese sentimiento que todos albergaban en lo más profundo de su corazón. Quería ver su sangre fluir fuera de su cuerpo:
- Si lo vas a hacer, encárgate de hacerlo sufrir –sonrió de lado el peliblanco.
- No me lo tienen que decir dos veces –pasó su lengua por su labio inferior y sonrió.
El frío del casi amanecer lo acariciaba mientras se dirigía a su destino. Aún estaba oscuro, pero faltaban pocas horas para poder ver los primeros rayos del sol. Su mirada afilada irradiaba instinto asesino. Tenía sed de sangre. Su cuerpo le pedía a gritos tenerlo entre sus manos y acabar con él. Ahora mismo hervía. Había esperado demasiados años para esto y por fin había llegado su oportunidad. Aquel día le juró venganza y le faltaba poco para cumplirla.
Se adentró con facilidad en la casa enemiga ayudado por el maknae, que desde su habitación, lo ayudó a burlar la seguridad. La casa era considerablemente grande, pero su instinto lo guiaba. Lo quería encontrar ya. Avanzó lentamente y una sonrisa se formó en sus labios.
Temprano por la mañana, un sonoro pitido empezó a entrometerse en sus sueños. Se dio la vuelta intentando pasar por alto, aquel ruido infernal, pero en vista de que no cesaba, no tuvo más remedio que despertarse y apagar la alarma. Se desperezó lentamente y se levantó, quedando sentado en el borde de la cama. Otro pitido más…era un mensaje del maknae:
- Hyung, los informes que mandaste se corresponden con la flor que utilizan ellos. ¿Será eso lo que llevan los camiones cubiertos? Tendría lógica, primero, nadie sabría qué es lo que están llevando y, segundo, no se volarían con el viento. Esto va cobrando sentido. Buen trabajo Hyung.
Entonces, eso es lo que llevan. Tendría que averiguarlo y saber hacia qué dirección van esos vehículos. Se bañó y se vistió rápidamente y compró algo de desayunar afuera, así podría vigilar, mientras comía tranquilamente. Eso de levantarse temprano no era lo suyo, estaba claro, pero otra no le quedaba. Se sentó en un banco de la pequeña y humilde calle. Sacó un periódico que había comprado con el desayuno y comenzó a leerlo.
Al par de minutos, una señora mayor se sentó al lado de él suspirando cansada. La miró de reojo y esta observaba el reloj. Volvió a levantar la cabeza y miró hacia uno de los extremos de la calle:
- Ya vienen –dijo tranquilamente.
- ¿Qué? –se sorprendió- ¿quién viene?
- Los camiones fantasmas.
¿Serán los que busca? ¿Por qué los había llamado así?
- ¿Fantasmas? –frunció el ceño.
- Sí.
- ¿Por qué los llama así?
- Porque nadie ha visto jamás a una persona conduciendo esas cosas. Incluso cuando se paran en la punta del pueblo, dicen que nadie se baja. Es extraño.
- ¿Siempre pasan a esta hora?
- Sí, cuando pasan por aquí siempre esperan hasta la noche en la última gasolinera del pueblo y luego se van.
De repente, el ruido de varios camiones interrumpió la conversación, pasando por delante de ellos. Minho los observó detenidamente, eran unos cinco vehículos con la carga cubierta. Metió su mano en el bolsillo y sacó un pequeño localizador. Con gran habilidad y puntería, logró encajarlo en uno de los neumáticos. Ya no había posibilidades de perderles la pista. Si es tal y como dijo la señora, se pararían en el mismo lugar donde había encontrado los pétalos. Se dirigió de nuevo al hostal para preparar las cosas y descansar un poco antes de volver a irse, esta era su oportunidad, tenía que aprovecharla. Según el cielo era coloreado por los últimos rayos del sol, él iba llegando a su destino. En solo un par de minutos logró posicionarse cerca de los misteriosos vehículos. Sacó el infrarrojo y verificó que hubiera alguien. Extrañamente, no detectó presencia alguna. Revisó los alrededores y con silencio absoluto, destapó la tela que lo cubría y se subió rápidamente.
Al final Taemin tenía razón, estaba repleto de esas dichosas flores que utilizan en el medicamento. De repente, al notar que el sol, por fin se había escondido, el camión arrancó automáticamente. Se sorprendió por el hecho, dado que no había escuchado el ruido de alguien subiéndose. Volvió a emplear el mismo aparato, recibiendo los mismos resultados. ¿Cómo es que no había nadie y esto se estaba moviendo?
Le restó importancia a ese hecho increíble y cogió su teléfono, marcando el número de su compañero:
- ¿Qué pasó hyung?
- Estoy subido en uno de esos camiones.
- ¿Lo conseguiste?
- Sí. La carga que lleva son esas flores que mencionaste.
- Genial, eres mejor hyung –sonrió feliz- Me di cuenta de que conectaste un localizador. Vi la señal roja moviéndose y me percaté de ello. ¿Tienes idea de a dónde te llevan?
- No, pero hay una cosa extraña aquí.
- ¿Cuál?
- No hay nadie conduciendo. Esto se está moviendo, pero no hay nadie.
- ¿Se mueve solo? –se sorprendió.
- Eso es lo que parece.
- Es muy extraño, pero lo más importante es a dónde se dirigen.
- En cuanto llegue, te vuelvo a llamar, ¿vale?
- Sí, ten cuidado y no hagas locuras hyung.
- No, tranquilo –soltó una pequeña risita.
No supo exactamente cuánto tiempo estuvo metido allí dentro, pero los músculos ya empezaba a agarrotarse y la incomodidad reinaba en su cuerpo. Iba a acomodarse mejor, cuando sintió que por fin se había parado. Esperó unos minutos a ver si alguien daba señales de vida, pero parecía que no. Asomó la cabeza por la cubierta y al no divisar a nadie, se bajó con rapidez. Un extenso almacén se extendía a lo largo y ancho de aquel lugar. Habían muchos más camiones aparcado allí dentro, pero lo que seguía sin encajarle era que no se había encontrado con nadie. Inspeccionó un poco el lugar dando con una puerta metálica, la cual atravesó y siguió el camino que marcaba. Después te tanto pasillo, llegó, por fin, a una enorme sala llena de máquinas en funcionamientos y llena de artefactos extraños. Aquí debía de ser, donde envasaban los medicamentos y los etiquetaban. Tenía que encontrar la sala química, así que empezó a recorrer el lugar.
[Flash Back]
- Minho, toma esto –le extendió un pequeño frasco.
- ¿Qué es esto? –se extrañó.
- Escúchame bien, si por el casual llegases a encontrar la fábrica o el lugar dónde producen la droga, quiero que busques la sala química.
- ¿Sala química?
- Exacto, es la sala dónde se elaboran los compuestos. Quiero que le encuentres y en la caja de componentes, viertas esto.
- ¿Es el antídoto?
- Así es. Esto prohibirá la cadena de producción y nadie se dará cuenta del cambio en la fórmula. Será inofensivo o en su defecto, contrarrestará a las personas que ya hayan consumido esa basura. ¿Entendiste?
- Sí, lo haré.
[Fin Flash Back]
Suspiró aliviado al encontrar la sala indicada, después de haberse recorrido todo el lugar. Siguió las indicaciones de Jonghyun y vertió el líquido en la casilla correspondiente. Hecho. Ya no se distribuirá más basura. Aunque había logrado parar la producción, sentía que realmente no había hecho nada. La fábrica estaba controlada por máquinas, ni siquiera había personas. No había señales de humanidad por ningún sitio. El causante seguía en el anonimato y eso era lo que le molestaba. Salió de allí, aspirando el aire frío de la noche, pero muy puro. ¿Ahora qué haría? Tenía que volver, pero no tenía transporte y ya era demasiado tarde. Suspiró cansado y emprendió el rumbo a algún lugar, siguiendo la carretera. De repente alguien le toca el hombro. Era una mano fría y delgada, pero con la suficiente confianza como para asustarle:
- No te des la vuelta… -le susurró roncamente.
- ¿Quién eres? –no sabía si alegrarse de ver a una persona o por el contrario, tenerle miedo.
- Eso no te incumbe –rió por lo bajo.- Estás buscando al causante del medicamento, ¿no?
Abrió los ojos en demasía, ¿cómo sabía este sujeto que era la que buscaba?
- Te contaré un secretito. –rió maliciosamente.
Empezó a susurrarle algo extraño:
- ¿Qué significa eso?
- Si tú no lo sabes, estoy seguro de que alguno de ellos lo adivinará. –sintió su aliento gélido en el cuello.- toma –le extendió las llaves de un coche en la mano.- Utilízalo para volver a casa. Ya lo iré a recoger. Ha sido un placer.
Cuando dejó de sentir su mano, se dio la vuelta rápidamente, pero lo único que halló fue la oscuridad de la noche. Las palabras de ese tipo lo habían descolocado por completo, ¿cómo demonios sabía su objetivo?¿ ¿Qué hacía ahí? ¿Lo había seguido? Y… ¿’’alguno de ellos’’? ¿Acaso sabía lo del grupo? Ahora estaba preocupado, pero decidió dejar de pensar en eso y coger el coche que misteriosamente había aparecido delante suya. Ya nada le sorprendía y tampoco iba a buscarle las cinco piernas al gato. Quería llegar y descansar. Así que arrancó el coche y puso rumbo a su casa.
El felino dormía plácidamente en la cómoda y acogedora cama, tapado por una gran manta, que lo arropaba y ayudaba a estar en el mundo de los sueños.
El olor a pollo inundaba la asolada cocina, al igual que una dulce voz. Jugueteaba y bailaba feliz, no podía evitar sonreír, ansiaba comer y saborear aquella delicia:
- Solo hiciste tres- dijo riendo el peliblanco.
El menor se sentó consternado en el sillón y puso unos adorables morros:
- Antes hice trece.
El peliblanco le sacó la lengua aún de pie:
- Esta era la que valía, lo dijiste tú- dijo con aires de grandeza.
El maknae bajó la cabeza y la alzó, con la mirada que caracterizaba al moreno, de cachorrito:
- No hagas eso- dijo riendo en voz baja.
Se agarraba el estómago en un fallido intento de detener el dolor que amenazaba su cuerpo por las incesantes carcajadas. El maknae sonrió y se abalanzó sobre el mayor. Juntos cayeron al suelo, riendo y jugando:
- Sabes que yo gané al Jaelgi-chagi- le dijo con una mirada de niño chico amenazante.
El moreno no podía evitar reírse:
- Tae, eres un tramposo- dijo.
El menor se sentó encima de él:
- Merong- dijo sacándole la lengua.
Más risas en el lugar, que fueron interrumpidas por la llegada del alto. Todo se quedó en silencio. Arrastró sus pies hasta el sillón y se desplomó en él con los ojos cerrados:
- Bue-nas no-ches… -dijo en un susurró.
- ¡Hyung! Por fin llegaste –se acercó.
- ¿Cómo te encuentras Minho? –le dijo revisándolo con la mirada y tomándole la temperatura, para después dirigirse a la cocina, dónde el fan número uno del pollo, cenaba.
- ¿Estás muy cansado, hyung?
- Demasiado Minnie –suspiró.
- Tómate esto –el mayor le extendió un vaso de agua y una cápsula.
- ¿Qué es esto?
- Minerales, te ayudarán a recuperarte.
El alto obedeció y se lo tomó:
- ¿Qué noticias traes? –le preguntó el peliblanco.
El alto comenzó a relatarle todo lo que había visto y descubierto por último, incluido el encuentro con aquel extraño:
- ¿Vestido de negro? –se tensó el menor, eso le recordaba algo.
- Sí, aunque ya era de noche, juraría que iba de negro.
¿Debía abrir la boca o quedarse callado?
- Cuando…Onew-hyung y yo salimos por la noche, llegamos tarde porque había alguien siguiéndonos y también iba de negro.
- ¿Por qué no lo dijiste? –tenía la mirada de reproche de Jonghyun.
- No creí que fuera importante.
- Este niño… -negó con la cabeza.
- Bueno, ¿y te dijo algo? –preguntó curioso el menor.
- Sí, me dijo una serie de número –se los repitió tal cual se lo había dicho- pero no sé qué significa, solo son un montón de número.
El maknae se quedó pensativo por un momento, analizando esos números. Era obvio que se trataba de un código, pero… ¿qué escondían?
- ¡Ya sé! –exclamó de golpe- Te está indicando una dirección. Este par es el número del distrito, este es la calle y este es la casa o lo que sea.
- Que astuto –le despeinó el moreno.
Él sonrió satisfecho:
- También me dijo que uno de ustedes lo adivinaría. –se sorprendió.
- ¿En serio?
- Sí, me preocupa realmente.
- Bueno, dejemos eso por el momento y centrémonos es acabar con esto de una vez. ¿Qué te dijo que había?
- Me habló de una oficina y un laboratorio secreto, no dijo nada más.
- Quizá sea la base o el punto de trabajo –aportó el pequeño.
- Buen trabajo Minho –le sonrió- del resto nos encargamos Onew y yo, nosotros iremos. Ve a dormir.
- Gracias, hyung. –finalizó para irse hacia el baño y después de darse una ducha, acostarse.
El castaño se había quedado mirando nervioso al peliblanco:
- Hyung… -agachó la cabeza.
- ¿Qué pasó Tae?
- ¿Va-s a ir…?
El moreno sonrió por la dulzura de su pequeño. Estaba preocupado por él:
- No te preocupes, Minnie. Todo estará bien. –le acarició la mejilla.
- Pero… ¿y si aparece ese hombre otra vez? Esto me está dando miedo. Hyung…yo no puedo. Si les pasa algo yo no p…
- Shhh… -lo atrajo a su pecho y lo abrazó cálidamente- Tranquilo, tú encárgate de cuidar a Key y a Minho, ¿sí?
El maknae asintió, pero aún no se podía quitar eso de la cabeza. El mayor se levantó, dirigiéndose a la cocina:
- Onew, tenemos trabajo.
El líder paró de comer y se levantó mostrando un semblante totalmente serio:
- ¿Partimos ya?
El menor asintió:
- Entendido.
Ambos chicos caminaban atentos por las oscuras y vacías calles de la ciudad. La dirección los llevaba cada vez más a la zona desierta, la zona más abandonada del lugar. Era de esperarse. El moreno miró el número de la casa y revisó el papel de nuevo:
- Es aquí. –sentenció.
- ¿Seguro? –parecía una casa normal y corriente.
- No hay nada seguro –sonrió de lado.
Extrañamente la puerta estaba abierta, así que entraron sin problema alguno. Tal y como había pensado el mayor, era una simple casa por dentro. Revisaron todas las habitaciones y no parecía haber nada del otro mundo. Empezaron a dudar un poco:
- ¡Espera hyung! –gritó el doctor.
- ¿Mm? ¿Qué pasó? –preguntó dirigiéndose al lugar donde se encontraba su amigo.
- Aquí hay una puerta que no se abre.
- Déjame ver –se posicionó delante de la puerta inspeccionándola de arriba abajo.- esta puerta… -dijo dando unos golpecitos en lugares concretos- está blindada por dentro –sonrió.
Después de todo, había encontrado algo:
- ¿Cómo lo sabes con solo dando unos golpes? –se sorprendió el peliblanco.
- Especialización en asalto y protección –rió- de algo me sirvió, después de todo. Eran una molestia las clases esas, porque tenías que tener una precisión muy crítica. Trajiste el ácido por casualidad.
- Mmm… -dijo revisando sus cosas- sí, aquí esta.
- Bien.
Con cuidado abrió el poderoso fluido y lo vertió estratégicamente en algunos puntos de la puerta. Un minuto después, un estruendoso ruido retumbó en toda la casa. La puerta se había caído dejando ver un pasadizo con escaleras. Ambos se miraron y avanzaron por el túnel oscuro. Estaba húmedo y olía a químicos, que Jonghyun detectó enseguida. Cuanto más avanzaban, más claridad había, hasta que por fin llegaron a una enorme sala subterránea.
Tal y como les había dicho Minho, contaba con un laboratorio secreto. Estanterías y mesas repletas de papeles y libros. ¿Por dónde debían empezar?
- Esto está claro, tú allí –le señaló el laboratorio- y yo aquí –se perdió entre el cúmulo de papeles desordenados.
El menor asintió dirigiéndose a su zona. Comenzó a revisar cada uno de los frascos de la estantería, todos etiquetados con ‘’Fail’’. Dedujo que eran experimentos fallidos. Siguió observando con atención y encontró las dos muestras, como las que tenía él, de la droga:
- Así que aquí es dónde experimentan…
Empezó a sacar archivos que había encontrado en la misma estantería. ¿Qué era eso? Parecían fichas médicas, pero contenía datos extraños:
- Lee Seul Gi…Cho Han Hyuk…Sung Hae Min…Kim Hyun Tan… ¿Hyun Tan? –volvió a releer ese nombre.- Ese era… -abrió los ojos- era el hermano de Key.
No podía creerlo. Comenzó a leer la ficha de él y parecían como resultados de fases. Ahora lo entendía, usaban a los niños como experimentos a cambio de dinero. Niños inocentes, vendidos, manipulados…
Esa idea le había hervido la sangre. Era algo que no podía concebir. La rabia recorría su interior. Debía morir, definitivamente tenían que vengarse:
- Jonghyun, ya he acabado. –avisó el mayor.
- Voy a hacer una cosa.
- ¿Qué?
- Voy a reducir este lugar a cenizas –dijo con un tono frío.
El castaño vio la ira contenida en sus venas y en su mirada perdida, seguramente en el pasado:
- Adelante –sonrió de lado.
- Tenemos cinco minutos para salir de aquí –dijo abriendo un pequeño bote y mezclándolo con otro, para posteriormente...- corre.
Los dos chicos salieron con gran rapidez del lugar. Un antiguo experimento fallido del peliblanco que al final acabó usando para prender fuego. Efectivamente, pasados los cinco minutos la casa ardió en llamas:
- Ahora se está más calentito –rió el mayor mientras abandonaban la zona.
- En verdad, sí –le siguió la expresión.- por cierto, ¿qué encontraste?
- Había un montón de papeles importantes, pero me imaginé que los más relevantes eran lo que estaban triturados. Tendré que pedirle a Taemin que los restaure. Además, creo que en esos papeles, hay información muy importante.
- Esperemos.
Después de volver sobre sus pasos, consiguieron llegar a su casa. Se imaginaron que todos estarían durmiendo, pero como siempre, el pequeño de la casa estaba con los ojos bien abiertos sentado en el sillón esperando su llegada:
- Hyungs –sonrió al verlos entrar por la puerta.
- Minnie, ¿qué haces todavía despierto? –le reprochó Jonghyun.
- No podía dormir sabiendo que estaban fuera.
- Este niño... –le desordenó los cabellos.
- ¿Qué encontraron? –preguntó curioso.
- Tae, necesito que me recuperes estos datos –le extendió los papeles rotos.
- Está bien, hyung. Lo haré ahora mismo.
- No hace falta que sea ahora, Minnie
- Cuanto antes mejor, ¿no? –le guiñó un ojo.
Ambos chicos se sentaron cansados en el sofá:
- Estamos muy cerca –dijo el mayor de todos.
- Sí, solo nos falta encontrar al causante –suspiró, parecía lejano.
Solo pasaron unos minutos y el maknae volvió a parecer ante ellos, con un semblante serio, frío:
- Ya tenemos al culpable.
Los dos chicos lo miraron serios, acompañándolo a él. Esas palabras habían sonado como caídas del cielo:
- Ya podemos matarlo –sonrió de lado el menor.
- Yo lo haré –dijo una voz seria detrás de Taemin.
El menor se dio la vuelta dejando ver al dueño de esa voz:
- Hyung…
Venganza. Su rostro desprendía ese sentimiento que todos albergaban en lo más profundo de su corazón. Quería ver su sangre fluir fuera de su cuerpo:
- Si lo vas a hacer, encárgate de hacerlo sufrir –sonrió de lado el peliblanco.
- No me lo tienen que decir dos veces –pasó su lengua por su labio inferior y sonrió.
El frío del casi amanecer lo acariciaba mientras se dirigía a su destino. Aún estaba oscuro, pero faltaban pocas horas para poder ver los primeros rayos del sol. Su mirada afilada irradiaba instinto asesino. Tenía sed de sangre. Su cuerpo le pedía a gritos tenerlo entre sus manos y acabar con él. Ahora mismo hervía. Había esperado demasiados años para esto y por fin había llegado su oportunidad. Aquel día le juró venganza y le faltaba poco para cumplirla.
Se adentró con facilidad en la casa enemiga ayudado por el maknae, que desde su habitación, lo ayudó a burlar la seguridad. La casa era considerablemente grande, pero su instinto lo guiaba. Lo quería encontrar ya. Avanzó lentamente y una sonrisa se formó en sus labios.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 15]
CAPÍTULO 15
El despertador sonó a la misma hora de siempre. El hombre se levantó aún dormido y lo miró como esperando que se hubiera equivocado. No, las cinco de la mañana, estaba bien. Suspiró cansado y miró su móvil. Hoy era el día en que acabarían con el resto de experimentos en las pruebas finales. Le repudiaban los niños, por eso los había escogido como cuerpos para sus pruebas. Se levantó lentamente y se dirigió a su despacho como de costumbre. Sin encender luces, se sentó en la mesa y encendió su ordenador para confirmar que su trabajo había sido realizado. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y alzó la mirada.
Dos esferas brillaban en la extensa oscuridad y una brisa gélida lo azotó. Comenzó a temblar del miedo:
- ¿Quién anda ahí? –sonó su voz entrecortada.
Aquellos ojos lo miraban inquisitoriamente. Parecían dos sables malditos:
- Te juro que no llegarás a ver la luz del sol. Acabaré contigo antes del amanecer.
- ¿Qui-én e-res?
- Han pasado ya tantos años, ¿verdad, doctor? –su blancos dientes se vislumbraron.
- …
- Vaya vaya, parece que no me recuerdas. –dijo sarcástico.
- Dé-jame en paz, lárga-te… -estaba aterrorizado.
- Kim Hyun Tan… ¿te suena ese nombre? Te dieron una buena suma de dinero por él.
- No…lo recuer-do.
- Que tonto soy, es que ya han sido tantos que has perdido la cuenta, ¿no? Pues deja que me presente de nuevo, soy su hermano mayor. –rió de lado.
- La familia Kim… -abrió los ojos cayendo en la cuenta.- ¿tú eres Kibum?
- Exacto, el mismo.
- ¿Tus padres no te mataron?
- Al parecer no saben hacer nada bien –entrecerró los ojos.
- ¿Qué quieres ahora de mí?
- ¿Todavía no te ha quedado claro? –soltó una carcajada- quiero ver tu sangre en mis manos. Quiero oír tus gritos de dolor y que supliques piedad por tu miserable vida. Quiero ver como abandonas este mundo y lo quiero ver ahora.
El hombre se había quedado petrificado. ¿Acaso sabía la verdad sobre lo que hacía? Se levantó rápidamente, intentado huir por la otra puerta de su oficina, pero rápidamente el rubio se posicionó delante suya:
- ¡Seguridad! –gritó.
- No te molestes, nadie vendrá a rescatarte. Este será tu final.
Lo agarró del cuello fuertemente y le dobló las piernas con un solo toque en su gemelo, cayendo se rodillas. En vista de que intentaba levantarse metió su mano en el bolsillo y sacó una prominente aguja, dirigió su mano sin piedad a su gemelo y se la clavó, oyendo tras de sí, el grito agudo de dolor:
- Me pregunto si dolerá mucho –dijo inocentemente.- ¿Qué tal en la otra? Me gustan las cosas simétricas.
Otra aguja decoraba el gemelo restante:
- Permíteme divertirme contigo.
Sacó una cuerda y la ató a su cuello. Lo arrastró hasta una pared libre de cuadros y lo colocó de espaldas a la estructura. Le quitó las agujas de las piernas y estirando los brazos del hombre se las clavó en ambas manos. Sus gritos eran música para sus oídos. Sacó otras agujas y se las clavó de nuevo en los pies. Lo había convertido en un blanco humano. La sangre empezaba a discurrir por sus extremidades y eso lo excitaba más. Le quitó la camisa y la tiró al suelo. Sacó un pequeño y afilado cuchillo y lo situó en su abdomen. Comenzó a romper sus tejidos dibujando varios círculos, uno dentro de otro. El líquido rojizo manchaba la hojilla plateada. Sonrió ante su obra maestra. Una perfecta diana que se teñía por las aperturas de su cuerpo. Se alejó unos cuantos metros y agarró unas cosas que había sobre la mesa:
- No te muevas –sonrió por la ironía.
Llevó su dedo índice y pasó gustosamente su lengua por el resto de sangre que le había caído. Agudizó su vista y lanzó el primer dardo, dando de lleno en el centro. La víctima ya no podía ni quejarse, estaba a escasos minutos de perder el sentido. Comenzó a jugar inocentemente con su ‘’diana’’ hasta que se le acabaron los dardos.
Cuando se aburrió, cogió la grapadora y comenzó a grapar su dibujo en su abdomen sin quitarle los dardos que habían conseguido clavarse. Volvió a meter la mano en su bolsillo y sacó una pequeña pinza. La acercó a unos de sus pezones y con parsimonia, comenzó a arrancarle la piel, pedacito por pedacito.
Era realmente divertido para él, ver como la sangre discurría por su cuerpo. Una vez que había terminado su laboriosa tarea, sacó un botecito que contenía jugo de limón y comenzó a bañarlo, provocando unas terribles ganas de morir a la poca vida que le quedaba al sujeto:
- Bueno –sonrió divertido- creo que ya me he divertido contigo bastante- es hora de que desaparezcas –dijo perdiéndole fuego a las pies con su mechero.
Pronto la casa se haría cenizas completamente. Así que salió de allí saltando por la ventana con ayuda de un árbol cercano. Fijó su vista en su mano, observando cómo su objetivo se había cumplido. Sonrió siendo alumbrado por los cálidos rayos del sol que habían comenzado a salir. Ahora respiraba de otra manera, esa nube gris, se había ido. Su corazón descansaba en paz.
[Flash Back]
El lugar estaba oscuro, a pesar de ser de día, todo estaba cargado de una espesa niebla llena de tristeza. Recorrieron en silencio el lugar, uno delante del otro. Mirando todos los nombres de aquellas personas que desconocían, pero que para otras eran un mundo.
Después de caminar y caminar por enormes filas de lápidas, llegaron a ella.
El castaño colocó unos grandes claveles y se arrodilló frente a ella, agachó la cabeza y sonrió:
- No te preocupes por más- dijo en voz alta.
El peliblanco no quitaba la mirada atenta que tenía sobre el menor:
- Descansa en paz- alzó el rostro.
Miró bien la lápida, estaba sucia y desgastada, como si jamás nadie hubiera pasado por allí. Se levantó y se deshizo de su suéter, con el cual la limpió con cuidado, tenía miedo de que se rompiera:
- Yo lo cuidaré- se alejó-. Estará a salvo con nosotros- constó.
Se volteó y miró al peliblanco:
- Ya nos podemos marchar.
[Fin Flash Back]
- ¿¡Fuisteis al cementerio!?- dijo un tanto asombrado.
El peliblanco rió. Se separó y le dio su camisa, por fin estaba bien, nada fuera de lo normal:
- Sí- dijo otra vez.
El rubio estaba asombrado.
- Pero...
- Sí, Taemin me dijo que quería ir al cementerio- sonrió orgulloso del pequeño.
El rubio sonrió ante aquellas palabras, estaba emocionado:
- Ese pequeño... se ha vuelto todo un hombre- dijo dejando salir sus lágrimas silenciosas.
El moreno asintió:
- Sabes que él te quiere- sentenció-, y que haría todo lo que estuviera en su mano por ti.
El de piel de porcelana movió la cabeza afirmativamente:
- Lo sé, hyung, lo sé.
Se sonrieron, cuando de repente el menor entró en el lugar, llevándose por sorpresa un abrazo del felino:
- Pero, ¿qué ocurre?- dijo sin comprender mirando al peliblanco, quien sonreía.
- Gracias, Taemin- le dijo al oído el rubio.
- ¿Por?- preguntó curioso sin entender nada al respecto.
- Solo gracias- dijo riendo.
El maknae lo abrazó y cerró los ojos:
- Nada, hyung- dijo contagiado por las carcajadas del mayor.
Suspiraba mientras colocaba algunos papeles dentro del escritorio. Fue a los grandes estantes y dejó en él los frascos que había utilizado durante el largo y trabajoso caso. Miró la camilla, que se encontraba sin nadie sobre ella, y quitó las sábanas, tomó otras que tenía en un armario y las puso, con mucho cuidado y con precisión:
- ¿Estás bien?- preguntaron a su espalda.
Giró sobre sí mismo:
- Supongo- dijo con un suspiro en sus labios.
El alto sonrió y se acercó a él, dejando un beso en sus labios, que lo único que desencadenó, fueron más y más besos.
Se comían el uno al otro, en un desesperado juego de acabar con sus desesperaciones. Maldecían al oxígeno, pero eso no negaba su excitante labor.
El menor se deshizo de la bata del mayor, para al momento quitarle la camisa y recorrer su bronceado tronco. El moreno gimió en los labios del cara rana, estaban duros. Las ansias crecieron en ambos. El peliblanco arrancó la camisa de un jalón, causando que los botones volaran por todos lados, sacudiendo el lugar. Sonrisas y más besos desenfrenados y salvajes, inundados de lujuria y deseo del otro.
El menor llevó al mayor sobre la cama, estando el uno sobre el otro, sus penes se rozaban, hinchando más esa zona, causando más y más dolor.
El alto se deshizo del cinturón y de los vaqueros ajustados del mayor, al igual que de los suyos. El peliblanco metió la mano en los pantalones del menor, antes de que este se los quitara del todo, y tomó el lubricante. Sonrió de lado. Se puso un poco en sus dedos y con experiencia, masajeó la erecta hombría del menor, que dejaba ligeros gemidos en su pecho, estaba siendo poseído por el deseo. Ya estaba, soltó el agarre que tenía sobre este y con esto, lo dejo todo dicho, entonces el menor se puso bien y penetró fuertemente al peliblanco. Ambos dejaron salir un gemido de placer. Se movían ansiosos y feroces de más, de sentir más del otro.
Gemidos y risas por parte de ambos. El alto frunció el ceño de dolor, estaba a punto de correrse. El peliblanco sonrió de lado y lo ayudó, moviéndose más rápido, causando más placer y placer en ambos, cuando ocurrió, el líquido blanco y pegajoso del menor manchó las paredes del mayor. Un sonoro rugido del éxtasis.
Respiraciones agitadas por parte de ambos:
- Ahora te toca a ti- dijo sonriendo pícaramente el peliblanco.
Se quitó, dejando que el pene del alto saliera y entonces lo volvió a coger por el rostro, y lo besó desenfrenadamente. El cara rana, a pesar de estar agotado, se dejó besar, y también besó. El mayor agarró la hombría del menor, que aún continuaba cansada por el reciente trabajo, y la masajeó con delicadeza, poniéndose esta, nuevamente erecta. El menor estaba embobado, siendo dominado por el masaje que el mayor le profería, hasta que sintió como el peliblanco mordió su labio inferior. El alto rodeó al moreno con sus piernas, uniéndolo más, negando que masajeara más su pene, y que estos se tocaran. El mayor bajó sus manos por la espalda del cara rana y agarró su culo con fuerza. Este profirió un gemido de dolor, causando risas. Se alejó de él y le abrió las piernas, con la mirada alarmada del alto.
- Espera, espera- dijo antes de emitir un chillido de dolor, el peliblanco había metido su pene, sin nada que lo ayudase a entrar.
El mayor rió, se estaba vengando.
Estocadas fuertes y feroces hacían temblar de placer a ambos. Sus espaldas se arqueaban, sus cuerpos temblaban y sus labios se comían. El peliblanco tomó el pene del alto y la masturbó sin cuidado alguno. Estaban llegando al límite, a la punta del iceberg, al máximo éxtasis y entonces, cuando llegaron a ellos, todo se derrumbó, ambos se corrieron:
- Me duele todo- dijo el menor fulminando al otro con la mirada.
Carcajadas:
- Eso te pasa por listo- dijo riendo-. Traías el lubricante en tus pantalones, así que venías con las ideas claras.
El alto rió avergonzado:
- Dios... en lo que me has convertido- dijo ofendido.
El mayor abrió la boca, formando una perfecta 'o':
- Soy una mala influencia- dijo riendo.
El cara rana rió y se miró en el pequeño espejo del laboratorio:
- Me hiciste sangre- dijo mirando asombrado la marca de su labio inferior.
- Tranquilo, no dejé que te desangraras- dijo saliendo de la habitación.
El menor sonrió y se tocó delicadamente la herida:
- Ah- dijo en un quejido-. Bruto...
Agarró la afilada cuchilla y la puso al nivel de sus ojos. La luz centelleaba en ella. Se miró al espejo, aborreciéndose. Puso la hojilla sobre el costado de su antebrazo, y con un ligero y doloroso movimiento, la sangre comenzaba a salir, oscura como su alma. El líquido oscuro cayó sobre el lavamanos, tintando todo de rojo. Se quedó unos minutos ensimismado en ella, recordando momentos de su vida.
Abrió el grifo, dejando que el agua limpiara todo rastro de sangre, que dejara la perfecta línea que se había dibujado, sin ninguna mancha. Esperó allí, recostado sobre el frío mármol, esperando a que dejara de salir.
- Jonghyun- le dijo el líder.
El nombrado se volteó y lo miró:
- ¿Qué sucede?
Un suspiro:
- Otra vez, otro más, un nuevo mes- contestó.
El peliblanco se mordió el labio molesto y fue a buscarlo:
- ¡Tú!
El alto se volteó a mirarlo. Agarró su mano e hizo presión, en donde había visto de lejos la reciente herida. El cara rana dejó entrever el dolor en su rostro, pero no por ello dejaba salir cualquier quejido:
- Te he dicho que dejes esto ya- le dijo haciendo más presión.
El líder miraba sin poder hacer nada ante la escena, al igual que el rubio y el maknae, que observaban en silencio desde la cocina.
El menor salió, seguido del felino y se acercaron a ellos:
- Minho...- susurró el último.
- ¿No dices nada?- preguntó realmente molesto.
El cara rana lo miró a los ojos, con el rostro sin expresión alguna:
- Es por cada uno de ellos- contestó ante la mirada triste de todos.
El peliblanco bufó y lo miró:
- ¿Por qué sigues con eso? Ellos no te culpan. Estaban allí por la misma razón que tú, ellos también querían salir con vida de allí- habló mirándolo a los ojos.
El alto sonrió tristemente, sus ojos estaban rayados:
- Pero ellos no lo hicieron, lo hice yo- murmuró.
El moreno se agachó ante él, quedando a la misma altura de sus ojos. Posó su mano en su hombro, reconfortándolo. Se levantó y lo tomó de la mano:
- Vamos a curarte esa mano- dijo con un tono alegre.
El rubio sonrió, el maknae los siguió como niño pequeño y el líder suspiró aliviado. Esperaban que fuera la última vez.
La noche profunda caía en el silencioso lugar, todos dormían plácidamente en los brazos de Morfeo, pero uno se debatía inquieto, no conseguía llegar a conciliar la tranquilidad. Se sentó molesto en el sillón, apoyando su espalda en el respaldar y mirando al blanco techo. Se encontraba confuso e intranquilo.
[Flash Back]
Habían esperado impacientemente este momento. La gran final estaba a punto de comenzar. El público los aclamaba fuertemente. Ambos habían logrado sobrevivir, matando a todos sus adversarios, matando a todos sus amigos… y no podían mostrar compasión.
Eran robados, criados y entrenados inhumanamente, para esos torneos ilegales. Vivían en la misma cabaña en mitad del bosque todos juntos. Entre ellos se ayudaban y lograban crear lazos fuertes de amistad, de hermandad, pero todo era destruido por el terreno en el que solo uno podía sobrevivir. Peleas entre chicos en las que sus amos, solo ganaban dinero. Todo giraba en torno al sucio dinero. Todos esos sentimientos eran vilmente pisados en cuanto te daban unas armas y salías al campo, encontrándote con el que ayer, compartiste la cena, porque se había tropezado y la suya había ido a parar al suelo…con una única orden… matarlo. Las reglas eran sencillas, para vivir hay que matar y si vives, te salvas. Los escrúpulos no existían. ¿Cómo vivir y mirarse a la cara entre ellos, sabiendo que a la próxima salida del sol, lo acabarás matando por tu supervivencia?
Él lo había tenido que hacer para poder vivir. Había sido forzado a matar uno a uno a sus amigos. Aquellos con lo que había compartido techo, con los que había compartido risas, lágrimas, comidas, juegos…
- Esta vez, solo se estará permitido el uso de un cuchillo –anunciaba el presentador –eso lo hará más emocionante a esta gran final. Así que si más preámbulos, que salgan a la arena.
Minho subió las escaleras con la vista en el suelo. No quería saber con quién se iba a enfrentar. Solo apretaba sus puños, impotente. ¿Quién había logrado sobrevivir del otro grupo?
- Que comience el combate.
El alto alzó la vista poco a poco, observándolo. Abrió los ojos sorprendido. No podía ser, él no, no quería:
- Yo no… -se le quebraba la voz.
Su mejor amigo, era como su hermano. Tenía que matarlo. Su cuerpo comenzó a temblar y el miedo invadió completamente su cuerpo. Su corazón le gritaba piedad, a él no. Se estaba volviendo loco:
- ¡Protégete! –le gritó su amigo.
Minho elevó el cuchillo, desviando el trayecto de su ataque:
- ¡Qué te pasa! ¡Muévete! –su amigo lo volvía a atacar.
No podía pronunciar palabra. Solo esquivaba los ataques, no se atrevía a contraatacar:
- Hyuk- hyung… -le apretaba el pecho- no puedo luchar contra ti.
El alto le dio un fuerte empujón tirándolo al suelo y se quedó estático, con la vista otra vez en el suelo. Su amigo lo comprendía, él tampoco quería luchar contra él, quería sacar a Minho de allí, pero para eso alguien tenía que morir, por lo que debían luchar. Si él ganaba, sobreviviría, pero la vida de su pequeño hermano, como lo había llamado, le importaba infinitas veces más:
- Minho, si no lo haces morirás de igual forma. Así que luchemos y así por lo menos uno, podrá salir –le sonrió con ternura.
Él volvió a abrir sus grandes ojos. Lo había comprendido, le había pedido sutilmente que lo matara sin que se diera cuenta. Planeaba dejarse vencer por él:
- ¡No! No puedo, yo… no lo haré. Prefiero morir que hacerte daño hyung –sus lágrimas mojaban el suelo.
- ¡Estúpido! Levántate y ven a por mí –dijo corriendo hacia él.
El mayor lo agarró del cuello, elevándolo en el aire y lo apuntó con su arma. Su dongsaeng estaba llorando. Este cerró los ojos esperando su muerte, pero nunca llegó. Abrió los ojos y observó como su amigo estaba llorando también. Lo bajó al suelo y lo atrajo entre sus brazos:
- Niño idiota –le acarició los cabellos- intento sacrificarme por ti y así me lo pagas, renacuajo.
- Hyung… -el menor lo abrazó fuertemente mientras lloraba en su pecho.
La audiencia empezó a abuchear. Querían una pelea no una escena de drama. Empezaron a impacientarse armando escándalo:
- Señores les rogamos que mantengan la calma y les comunicamos que el combate se pospondrá hasta mañana.
Un hombre, subió a la arena y se encargó de separarlos. Ambos fueron llevados a sus respectivos amos, siendo brutalmente castigados hasta el punto de que su sangre fluía por sus cuerpos. Pero habían tenido suerte, en cierto modo, tenía una noche de por medio antes de mañana. Se notaba que deseaban ese combate, pues en otra instancia, hubieran muerto.
Los dos jóvenes fueron devueltos a la casa, en la que solo quedaban ellos dos. La tortura psicológica de entrar a ese lugar y recordar lo que estuvieron haciendo los demás chicos antes de ser asesinados era horrible. La culpa que sentían los desgarraba lentamente. Después de curarse y comer algo, ambos se dirigieron a sus habitaciones. No se dijeron nada, para que alargar más la agonía.
El menor fue hacia la mesa y cogió una cuchilla que tenía escondida. Él no lo haría. No le haría daño, no podía matarlo. Por lo menos, si él se suicidaba, declararían al mayor ganador y se salvaría. Sonrió ante la idea, después de todo, podía evitar su muerte.
Se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra la cama. Acercó lentamente la cuchilla a su antebrazo y sin remordimientos, comenzó a liberar el líquido rojo que momentos antes había escurrido por su espalda. Poco a poco, sentía que iba perdiendo fuerza, al igual que el color. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Pronto habría dejado el mundo, pero el ruido de la puerta abrirse, retumbó en la habitación:
- ¡¡Minho!! –el mayor acudió a él- ¡¿qué has hecho?!
- Hyung… -apenas podía articular palabra.
Su amigo se dirigió rápidamente al baño, en busca de algo para detener la hemorragia y así evitar su muerte:
- ¿Qué pretendías? –le reprochó después de curarlo a tiempo.
- Si yo muero, tú te salvarás, ¿verdad? –lo miró desde la cama en la que se encontraba acostado.
- No seas estúpido.
- Mañana en el combate, tiraré la toalla entonces.
- ¡Ni se te ocurra, renacuajo! ¡No lo hagas!
- No hay otra opción hyung, es vivir… o morir… –se estaba dejando dormir por el cansancio.
- Sí, hay otra opción –dijo pensativo por un momento- huiremos –dijo decidido.
- Ahora el estúpido eres tú hyung –sonrió- eso es imposible y ya lo has visto. Alguien tendrá que morir y no quiero que seas tú –cerró los ojos para finalmente quedarse dormido.
[Fin Flash Back]
Se levantó del ahora molesto sillón y fue a la cocina. Miró todo el lugar, el cajón lo llamaba de extraña manera. Se acercó a él, como si de un zombie se tratara, y abrió este. Millones de cubiertos se dejaban ver ante sus ojos. Alzó la mano, tomando un cuchillo. Pasó los dedos por la hoja. Lo agarró bien por la empuñadura, y poco a poco se lo fue aproximando a su cuello. Justo cuando estaba a tan solo un milímetro de tocarlo, alguien lo detuvo, una mano que temblaba en demasía:
- ¿Qué...- su voz dejó de salir de sus labios.
El rostro del alto lo miraba sin expresión alguna. Bajó su mano despacio, y se deshizo de aquella arma blanca. Cuando vio que ya estaba seguro, lo abrazó, con el miedo en su cuerpo. Las manos del cara rana estaban estáticas:
- Por favor...- murmuró débilmente a su oído-. No lo hagas m- un sollozo detuvo sus palabras.
Se separó. Lo miró a los ojos con los suyos felinos, observando cómo estos parecían sin vida:
- No sigas haciendo esto- tomó su rostro con las manos-. No, no más.
El alto no se movía, su pecho subía y bajaba lentamente:
- Hazlo por nosotros- le rogó-. Quieres vengarlos, pero, ¿y nosotros qué?
De repente los ojos del alto comenzaban a mojarse, llegando el llanto que durante años, nunca se había dejado ver. Abrazó al rubio, el cual acariciaba su nuca con delicadeza:
- Shhhh... llora ranito- susurró.
El despertador sonó a la misma hora de siempre. El hombre se levantó aún dormido y lo miró como esperando que se hubiera equivocado. No, las cinco de la mañana, estaba bien. Suspiró cansado y miró su móvil. Hoy era el día en que acabarían con el resto de experimentos en las pruebas finales. Le repudiaban los niños, por eso los había escogido como cuerpos para sus pruebas. Se levantó lentamente y se dirigió a su despacho como de costumbre. Sin encender luces, se sentó en la mesa y encendió su ordenador para confirmar que su trabajo había sido realizado. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y alzó la mirada.
Dos esferas brillaban en la extensa oscuridad y una brisa gélida lo azotó. Comenzó a temblar del miedo:
- ¿Quién anda ahí? –sonó su voz entrecortada.
Aquellos ojos lo miraban inquisitoriamente. Parecían dos sables malditos:
- Te juro que no llegarás a ver la luz del sol. Acabaré contigo antes del amanecer.
- ¿Qui-én e-res?
- Han pasado ya tantos años, ¿verdad, doctor? –su blancos dientes se vislumbraron.
- …
- Vaya vaya, parece que no me recuerdas. –dijo sarcástico.
- Dé-jame en paz, lárga-te… -estaba aterrorizado.
- Kim Hyun Tan… ¿te suena ese nombre? Te dieron una buena suma de dinero por él.
- No…lo recuer-do.
- Que tonto soy, es que ya han sido tantos que has perdido la cuenta, ¿no? Pues deja que me presente de nuevo, soy su hermano mayor. –rió de lado.
- La familia Kim… -abrió los ojos cayendo en la cuenta.- ¿tú eres Kibum?
- Exacto, el mismo.
- ¿Tus padres no te mataron?
- Al parecer no saben hacer nada bien –entrecerró los ojos.
- ¿Qué quieres ahora de mí?
- ¿Todavía no te ha quedado claro? –soltó una carcajada- quiero ver tu sangre en mis manos. Quiero oír tus gritos de dolor y que supliques piedad por tu miserable vida. Quiero ver como abandonas este mundo y lo quiero ver ahora.
El hombre se había quedado petrificado. ¿Acaso sabía la verdad sobre lo que hacía? Se levantó rápidamente, intentado huir por la otra puerta de su oficina, pero rápidamente el rubio se posicionó delante suya:
- ¡Seguridad! –gritó.
- No te molestes, nadie vendrá a rescatarte. Este será tu final.
Lo agarró del cuello fuertemente y le dobló las piernas con un solo toque en su gemelo, cayendo se rodillas. En vista de que intentaba levantarse metió su mano en el bolsillo y sacó una prominente aguja, dirigió su mano sin piedad a su gemelo y se la clavó, oyendo tras de sí, el grito agudo de dolor:
- Me pregunto si dolerá mucho –dijo inocentemente.- ¿Qué tal en la otra? Me gustan las cosas simétricas.
Otra aguja decoraba el gemelo restante:
- Permíteme divertirme contigo.
Sacó una cuerda y la ató a su cuello. Lo arrastró hasta una pared libre de cuadros y lo colocó de espaldas a la estructura. Le quitó las agujas de las piernas y estirando los brazos del hombre se las clavó en ambas manos. Sus gritos eran música para sus oídos. Sacó otras agujas y se las clavó de nuevo en los pies. Lo había convertido en un blanco humano. La sangre empezaba a discurrir por sus extremidades y eso lo excitaba más. Le quitó la camisa y la tiró al suelo. Sacó un pequeño y afilado cuchillo y lo situó en su abdomen. Comenzó a romper sus tejidos dibujando varios círculos, uno dentro de otro. El líquido rojizo manchaba la hojilla plateada. Sonrió ante su obra maestra. Una perfecta diana que se teñía por las aperturas de su cuerpo. Se alejó unos cuantos metros y agarró unas cosas que había sobre la mesa:
- No te muevas –sonrió por la ironía.
Llevó su dedo índice y pasó gustosamente su lengua por el resto de sangre que le había caído. Agudizó su vista y lanzó el primer dardo, dando de lleno en el centro. La víctima ya no podía ni quejarse, estaba a escasos minutos de perder el sentido. Comenzó a jugar inocentemente con su ‘’diana’’ hasta que se le acabaron los dardos.
Cuando se aburrió, cogió la grapadora y comenzó a grapar su dibujo en su abdomen sin quitarle los dardos que habían conseguido clavarse. Volvió a meter la mano en su bolsillo y sacó una pequeña pinza. La acercó a unos de sus pezones y con parsimonia, comenzó a arrancarle la piel, pedacito por pedacito.
Era realmente divertido para él, ver como la sangre discurría por su cuerpo. Una vez que había terminado su laboriosa tarea, sacó un botecito que contenía jugo de limón y comenzó a bañarlo, provocando unas terribles ganas de morir a la poca vida que le quedaba al sujeto:
- Bueno –sonrió divertido- creo que ya me he divertido contigo bastante- es hora de que desaparezcas –dijo perdiéndole fuego a las pies con su mechero.
Pronto la casa se haría cenizas completamente. Así que salió de allí saltando por la ventana con ayuda de un árbol cercano. Fijó su vista en su mano, observando cómo su objetivo se había cumplido. Sonrió siendo alumbrado por los cálidos rayos del sol que habían comenzado a salir. Ahora respiraba de otra manera, esa nube gris, se había ido. Su corazón descansaba en paz.
[Flash Back]
El lugar estaba oscuro, a pesar de ser de día, todo estaba cargado de una espesa niebla llena de tristeza. Recorrieron en silencio el lugar, uno delante del otro. Mirando todos los nombres de aquellas personas que desconocían, pero que para otras eran un mundo.
Después de caminar y caminar por enormes filas de lápidas, llegaron a ella.
El castaño colocó unos grandes claveles y se arrodilló frente a ella, agachó la cabeza y sonrió:
- No te preocupes por más- dijo en voz alta.
El peliblanco no quitaba la mirada atenta que tenía sobre el menor:
- Descansa en paz- alzó el rostro.
Miró bien la lápida, estaba sucia y desgastada, como si jamás nadie hubiera pasado por allí. Se levantó y se deshizo de su suéter, con el cual la limpió con cuidado, tenía miedo de que se rompiera:
- Yo lo cuidaré- se alejó-. Estará a salvo con nosotros- constó.
Se volteó y miró al peliblanco:
- Ya nos podemos marchar.
[Fin Flash Back]
- ¿¡Fuisteis al cementerio!?- dijo un tanto asombrado.
El peliblanco rió. Se separó y le dio su camisa, por fin estaba bien, nada fuera de lo normal:
- Sí- dijo otra vez.
El rubio estaba asombrado.
- Pero...
- Sí, Taemin me dijo que quería ir al cementerio- sonrió orgulloso del pequeño.
El rubio sonrió ante aquellas palabras, estaba emocionado:
- Ese pequeño... se ha vuelto todo un hombre- dijo dejando salir sus lágrimas silenciosas.
El moreno asintió:
- Sabes que él te quiere- sentenció-, y que haría todo lo que estuviera en su mano por ti.
El de piel de porcelana movió la cabeza afirmativamente:
- Lo sé, hyung, lo sé.
Se sonrieron, cuando de repente el menor entró en el lugar, llevándose por sorpresa un abrazo del felino:
- Pero, ¿qué ocurre?- dijo sin comprender mirando al peliblanco, quien sonreía.
- Gracias, Taemin- le dijo al oído el rubio.
- ¿Por?- preguntó curioso sin entender nada al respecto.
- Solo gracias- dijo riendo.
El maknae lo abrazó y cerró los ojos:
- Nada, hyung- dijo contagiado por las carcajadas del mayor.
Suspiraba mientras colocaba algunos papeles dentro del escritorio. Fue a los grandes estantes y dejó en él los frascos que había utilizado durante el largo y trabajoso caso. Miró la camilla, que se encontraba sin nadie sobre ella, y quitó las sábanas, tomó otras que tenía en un armario y las puso, con mucho cuidado y con precisión:
- ¿Estás bien?- preguntaron a su espalda.
Giró sobre sí mismo:
- Supongo- dijo con un suspiro en sus labios.
El alto sonrió y se acercó a él, dejando un beso en sus labios, que lo único que desencadenó, fueron más y más besos.
Se comían el uno al otro, en un desesperado juego de acabar con sus desesperaciones. Maldecían al oxígeno, pero eso no negaba su excitante labor.
El menor se deshizo de la bata del mayor, para al momento quitarle la camisa y recorrer su bronceado tronco. El moreno gimió en los labios del cara rana, estaban duros. Las ansias crecieron en ambos. El peliblanco arrancó la camisa de un jalón, causando que los botones volaran por todos lados, sacudiendo el lugar. Sonrisas y más besos desenfrenados y salvajes, inundados de lujuria y deseo del otro.
El menor llevó al mayor sobre la cama, estando el uno sobre el otro, sus penes se rozaban, hinchando más esa zona, causando más y más dolor.
El alto se deshizo del cinturón y de los vaqueros ajustados del mayor, al igual que de los suyos. El peliblanco metió la mano en los pantalones del menor, antes de que este se los quitara del todo, y tomó el lubricante. Sonrió de lado. Se puso un poco en sus dedos y con experiencia, masajeó la erecta hombría del menor, que dejaba ligeros gemidos en su pecho, estaba siendo poseído por el deseo. Ya estaba, soltó el agarre que tenía sobre este y con esto, lo dejo todo dicho, entonces el menor se puso bien y penetró fuertemente al peliblanco. Ambos dejaron salir un gemido de placer. Se movían ansiosos y feroces de más, de sentir más del otro.
Gemidos y risas por parte de ambos. El alto frunció el ceño de dolor, estaba a punto de correrse. El peliblanco sonrió de lado y lo ayudó, moviéndose más rápido, causando más placer y placer en ambos, cuando ocurrió, el líquido blanco y pegajoso del menor manchó las paredes del mayor. Un sonoro rugido del éxtasis.
Respiraciones agitadas por parte de ambos:
- Ahora te toca a ti- dijo sonriendo pícaramente el peliblanco.
Se quitó, dejando que el pene del alto saliera y entonces lo volvió a coger por el rostro, y lo besó desenfrenadamente. El cara rana, a pesar de estar agotado, se dejó besar, y también besó. El mayor agarró la hombría del menor, que aún continuaba cansada por el reciente trabajo, y la masajeó con delicadeza, poniéndose esta, nuevamente erecta. El menor estaba embobado, siendo dominado por el masaje que el mayor le profería, hasta que sintió como el peliblanco mordió su labio inferior. El alto rodeó al moreno con sus piernas, uniéndolo más, negando que masajeara más su pene, y que estos se tocaran. El mayor bajó sus manos por la espalda del cara rana y agarró su culo con fuerza. Este profirió un gemido de dolor, causando risas. Se alejó de él y le abrió las piernas, con la mirada alarmada del alto.
- Espera, espera- dijo antes de emitir un chillido de dolor, el peliblanco había metido su pene, sin nada que lo ayudase a entrar.
El mayor rió, se estaba vengando.
Estocadas fuertes y feroces hacían temblar de placer a ambos. Sus espaldas se arqueaban, sus cuerpos temblaban y sus labios se comían. El peliblanco tomó el pene del alto y la masturbó sin cuidado alguno. Estaban llegando al límite, a la punta del iceberg, al máximo éxtasis y entonces, cuando llegaron a ellos, todo se derrumbó, ambos se corrieron:
- Me duele todo- dijo el menor fulminando al otro con la mirada.
Carcajadas:
- Eso te pasa por listo- dijo riendo-. Traías el lubricante en tus pantalones, así que venías con las ideas claras.
El alto rió avergonzado:
- Dios... en lo que me has convertido- dijo ofendido.
El mayor abrió la boca, formando una perfecta 'o':
- Soy una mala influencia- dijo riendo.
El cara rana rió y se miró en el pequeño espejo del laboratorio:
- Me hiciste sangre- dijo mirando asombrado la marca de su labio inferior.
- Tranquilo, no dejé que te desangraras- dijo saliendo de la habitación.
El menor sonrió y se tocó delicadamente la herida:
- Ah- dijo en un quejido-. Bruto...
Agarró la afilada cuchilla y la puso al nivel de sus ojos. La luz centelleaba en ella. Se miró al espejo, aborreciéndose. Puso la hojilla sobre el costado de su antebrazo, y con un ligero y doloroso movimiento, la sangre comenzaba a salir, oscura como su alma. El líquido oscuro cayó sobre el lavamanos, tintando todo de rojo. Se quedó unos minutos ensimismado en ella, recordando momentos de su vida.
Abrió el grifo, dejando que el agua limpiara todo rastro de sangre, que dejara la perfecta línea que se había dibujado, sin ninguna mancha. Esperó allí, recostado sobre el frío mármol, esperando a que dejara de salir.
- Jonghyun- le dijo el líder.
El nombrado se volteó y lo miró:
- ¿Qué sucede?
Un suspiro:
- Otra vez, otro más, un nuevo mes- contestó.
El peliblanco se mordió el labio molesto y fue a buscarlo:
- ¡Tú!
El alto se volteó a mirarlo. Agarró su mano e hizo presión, en donde había visto de lejos la reciente herida. El cara rana dejó entrever el dolor en su rostro, pero no por ello dejaba salir cualquier quejido:
- Te he dicho que dejes esto ya- le dijo haciendo más presión.
El líder miraba sin poder hacer nada ante la escena, al igual que el rubio y el maknae, que observaban en silencio desde la cocina.
El menor salió, seguido del felino y se acercaron a ellos:
- Minho...- susurró el último.
- ¿No dices nada?- preguntó realmente molesto.
El cara rana lo miró a los ojos, con el rostro sin expresión alguna:
- Es por cada uno de ellos- contestó ante la mirada triste de todos.
El peliblanco bufó y lo miró:
- ¿Por qué sigues con eso? Ellos no te culpan. Estaban allí por la misma razón que tú, ellos también querían salir con vida de allí- habló mirándolo a los ojos.
El alto sonrió tristemente, sus ojos estaban rayados:
- Pero ellos no lo hicieron, lo hice yo- murmuró.
El moreno se agachó ante él, quedando a la misma altura de sus ojos. Posó su mano en su hombro, reconfortándolo. Se levantó y lo tomó de la mano:
- Vamos a curarte esa mano- dijo con un tono alegre.
El rubio sonrió, el maknae los siguió como niño pequeño y el líder suspiró aliviado. Esperaban que fuera la última vez.
La noche profunda caía en el silencioso lugar, todos dormían plácidamente en los brazos de Morfeo, pero uno se debatía inquieto, no conseguía llegar a conciliar la tranquilidad. Se sentó molesto en el sillón, apoyando su espalda en el respaldar y mirando al blanco techo. Se encontraba confuso e intranquilo.
[Flash Back]
Habían esperado impacientemente este momento. La gran final estaba a punto de comenzar. El público los aclamaba fuertemente. Ambos habían logrado sobrevivir, matando a todos sus adversarios, matando a todos sus amigos… y no podían mostrar compasión.
Eran robados, criados y entrenados inhumanamente, para esos torneos ilegales. Vivían en la misma cabaña en mitad del bosque todos juntos. Entre ellos se ayudaban y lograban crear lazos fuertes de amistad, de hermandad, pero todo era destruido por el terreno en el que solo uno podía sobrevivir. Peleas entre chicos en las que sus amos, solo ganaban dinero. Todo giraba en torno al sucio dinero. Todos esos sentimientos eran vilmente pisados en cuanto te daban unas armas y salías al campo, encontrándote con el que ayer, compartiste la cena, porque se había tropezado y la suya había ido a parar al suelo…con una única orden… matarlo. Las reglas eran sencillas, para vivir hay que matar y si vives, te salvas. Los escrúpulos no existían. ¿Cómo vivir y mirarse a la cara entre ellos, sabiendo que a la próxima salida del sol, lo acabarás matando por tu supervivencia?
Él lo había tenido que hacer para poder vivir. Había sido forzado a matar uno a uno a sus amigos. Aquellos con lo que había compartido techo, con los que había compartido risas, lágrimas, comidas, juegos…
- Esta vez, solo se estará permitido el uso de un cuchillo –anunciaba el presentador –eso lo hará más emocionante a esta gran final. Así que si más preámbulos, que salgan a la arena.
Minho subió las escaleras con la vista en el suelo. No quería saber con quién se iba a enfrentar. Solo apretaba sus puños, impotente. ¿Quién había logrado sobrevivir del otro grupo?
- Que comience el combate.
El alto alzó la vista poco a poco, observándolo. Abrió los ojos sorprendido. No podía ser, él no, no quería:
- Yo no… -se le quebraba la voz.
Su mejor amigo, era como su hermano. Tenía que matarlo. Su cuerpo comenzó a temblar y el miedo invadió completamente su cuerpo. Su corazón le gritaba piedad, a él no. Se estaba volviendo loco:
- ¡Protégete! –le gritó su amigo.
Minho elevó el cuchillo, desviando el trayecto de su ataque:
- ¡Qué te pasa! ¡Muévete! –su amigo lo volvía a atacar.
No podía pronunciar palabra. Solo esquivaba los ataques, no se atrevía a contraatacar:
- Hyuk- hyung… -le apretaba el pecho- no puedo luchar contra ti.
El alto le dio un fuerte empujón tirándolo al suelo y se quedó estático, con la vista otra vez en el suelo. Su amigo lo comprendía, él tampoco quería luchar contra él, quería sacar a Minho de allí, pero para eso alguien tenía que morir, por lo que debían luchar. Si él ganaba, sobreviviría, pero la vida de su pequeño hermano, como lo había llamado, le importaba infinitas veces más:
- Minho, si no lo haces morirás de igual forma. Así que luchemos y así por lo menos uno, podrá salir –le sonrió con ternura.
Él volvió a abrir sus grandes ojos. Lo había comprendido, le había pedido sutilmente que lo matara sin que se diera cuenta. Planeaba dejarse vencer por él:
- ¡No! No puedo, yo… no lo haré. Prefiero morir que hacerte daño hyung –sus lágrimas mojaban el suelo.
- ¡Estúpido! Levántate y ven a por mí –dijo corriendo hacia él.
El mayor lo agarró del cuello, elevándolo en el aire y lo apuntó con su arma. Su dongsaeng estaba llorando. Este cerró los ojos esperando su muerte, pero nunca llegó. Abrió los ojos y observó como su amigo estaba llorando también. Lo bajó al suelo y lo atrajo entre sus brazos:
- Niño idiota –le acarició los cabellos- intento sacrificarme por ti y así me lo pagas, renacuajo.
- Hyung… -el menor lo abrazó fuertemente mientras lloraba en su pecho.
La audiencia empezó a abuchear. Querían una pelea no una escena de drama. Empezaron a impacientarse armando escándalo:
- Señores les rogamos que mantengan la calma y les comunicamos que el combate se pospondrá hasta mañana.
Un hombre, subió a la arena y se encargó de separarlos. Ambos fueron llevados a sus respectivos amos, siendo brutalmente castigados hasta el punto de que su sangre fluía por sus cuerpos. Pero habían tenido suerte, en cierto modo, tenía una noche de por medio antes de mañana. Se notaba que deseaban ese combate, pues en otra instancia, hubieran muerto.
Los dos jóvenes fueron devueltos a la casa, en la que solo quedaban ellos dos. La tortura psicológica de entrar a ese lugar y recordar lo que estuvieron haciendo los demás chicos antes de ser asesinados era horrible. La culpa que sentían los desgarraba lentamente. Después de curarse y comer algo, ambos se dirigieron a sus habitaciones. No se dijeron nada, para que alargar más la agonía.
El menor fue hacia la mesa y cogió una cuchilla que tenía escondida. Él no lo haría. No le haría daño, no podía matarlo. Por lo menos, si él se suicidaba, declararían al mayor ganador y se salvaría. Sonrió ante la idea, después de todo, podía evitar su muerte.
Se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra la cama. Acercó lentamente la cuchilla a su antebrazo y sin remordimientos, comenzó a liberar el líquido rojo que momentos antes había escurrido por su espalda. Poco a poco, sentía que iba perdiendo fuerza, al igual que el color. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Pronto habría dejado el mundo, pero el ruido de la puerta abrirse, retumbó en la habitación:
- ¡¡Minho!! –el mayor acudió a él- ¡¿qué has hecho?!
- Hyung… -apenas podía articular palabra.
Su amigo se dirigió rápidamente al baño, en busca de algo para detener la hemorragia y así evitar su muerte:
- ¿Qué pretendías? –le reprochó después de curarlo a tiempo.
- Si yo muero, tú te salvarás, ¿verdad? –lo miró desde la cama en la que se encontraba acostado.
- No seas estúpido.
- Mañana en el combate, tiraré la toalla entonces.
- ¡Ni se te ocurra, renacuajo! ¡No lo hagas!
- No hay otra opción hyung, es vivir… o morir… –se estaba dejando dormir por el cansancio.
- Sí, hay otra opción –dijo pensativo por un momento- huiremos –dijo decidido.
- Ahora el estúpido eres tú hyung –sonrió- eso es imposible y ya lo has visto. Alguien tendrá que morir y no quiero que seas tú –cerró los ojos para finalmente quedarse dormido.
[Fin Flash Back]
Se levantó del ahora molesto sillón y fue a la cocina. Miró todo el lugar, el cajón lo llamaba de extraña manera. Se acercó a él, como si de un zombie se tratara, y abrió este. Millones de cubiertos se dejaban ver ante sus ojos. Alzó la mano, tomando un cuchillo. Pasó los dedos por la hoja. Lo agarró bien por la empuñadura, y poco a poco se lo fue aproximando a su cuello. Justo cuando estaba a tan solo un milímetro de tocarlo, alguien lo detuvo, una mano que temblaba en demasía:
- ¿Qué...- su voz dejó de salir de sus labios.
El rostro del alto lo miraba sin expresión alguna. Bajó su mano despacio, y se deshizo de aquella arma blanca. Cuando vio que ya estaba seguro, lo abrazó, con el miedo en su cuerpo. Las manos del cara rana estaban estáticas:
- Por favor...- murmuró débilmente a su oído-. No lo hagas m- un sollozo detuvo sus palabras.
Se separó. Lo miró a los ojos con los suyos felinos, observando cómo estos parecían sin vida:
- No sigas haciendo esto- tomó su rostro con las manos-. No, no más.
El alto no se movía, su pecho subía y bajaba lentamente:
- Hazlo por nosotros- le rogó-. Quieres vengarlos, pero, ¿y nosotros qué?
De repente los ojos del alto comenzaban a mojarse, llegando el llanto que durante años, nunca se había dejado ver. Abrazó al rubio, el cual acariciaba su nuca con delicadeza:
- Shhhh... llora ranito- susurró.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
32
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 16]
CAPÍTULO 16
Apuntaba mirando a todos lados en ese trozo de papel:
- Genial ya está todo- dijo dando un pequeño salto de la silla de la cocina.
Tomó el papel y lo guardó en el bolsillo de sus shorts negros. Salió de la cocina.
El alto miraba al techo ausente, estaba el solo en el gran lugar:
- Vente a comprar conmigo- le dijo.
El otro lo miró un tanto asombrado, tal vez no era consciente de su presencia:
- No quiero- contestó.
El rubio lo fulminó con la mirada, fue a él y lo levantó del sillón:
- Muévete gandul- le dijo molesto.
El cara rana se hizo de rogar, pero luego acabó cediendo y acompañando al rubio:
- Dios mío, eres todo un caso comprando- dijo un tanto molesto el alto.
El rubio lo miró y sonrió, pero luego quitó la sonrisa de un tirón:
- Se me olvidó comprar el jamón- dijo consternado.
Le dio las bolsas al alto y sacó la cartera:
- Voy a comprar lo que me falta- dijo alejándose-. No te muevas de ahí- le avisó.
El cara rana asintió y se apoyó en la pared del lugar, esperando un tanto molesto al culpable de la espera:
- Renacuajo- escuchó a lo lejos.
De repente millones de sensaciones y emociones lo abatieron. Miró al chico que se acercó a él:
- ¿Hy-hyung?- preguntó nervioso al hombre que se le aproximaba con una enorme sonrisa en el rostro.
Sonrió al igual que él, ampliamente. Estaba alegre, no podía negarlo. El alma le bailaba y el corazón le sonreía. Tantos años sin verse, sin hablarse... El verlo bien le hacía querer correr y abrazarlo. Lo había echado tanto de menos y añorado.
El mayor se acercó y le dio un fuerte abrazo, después de años y años, parecía como si el tiempo no hubiera hecho nada en ellos, parecían ser aquellos dos pequeños que se querían como nadie:
- Dios renacuajo- le dijo aún apretándolo contra él- hace tanto tiempo- murmuró.
El alto lo abrazó fuertemente, recibiendo unos besos en la nuca. Se separaron a los largos segundos:
- Estás tan diferente- dijo mirándolo de arriba a abajo.
El cara rana sonrió:
- Tú también, hyung.
Ambos se carcajearon:
- ¿Cómo te va?- le preguntó-. ¿Qué tal por tu vidita?
Rió:
- Bien- contestó-. ¿Y tú qué tal?
El mayor frunció el ceño:
- ¿Solo bien? ¡A mí me va genial! Tengo un trabajo, casa y una gran y hermosa...prometida -dijo mostrando el anillo que lucía en su dedo anular.
- ¿¡Prometida!?- dijo alzando la voz.
El chico de cabello negro carbón rió ante su reacción:
- Sí, prometida- se puso serio-. Ya estoy viejito- dijo el ceño fruncido.
El alto lo miró poseído por la alegría:
- Es increíble como ha pasado el tiempo- murmuró lo suficientemente audible como para que el mayor lo escuchara.
- Cierto- respondió-. Pero mírate- dijo subiendo el estado de ánimo-. Estás hecho todo un hombre. Alto, delgado, guapo... pero al parecer tus ojitos grandes no han cambiado- dijo riéndose-. Y la carita pequeña menos- tocó su nariz con delicadeza y diversión.
- ¡Hyung!- dijo adorablemente, como había visto tantas veces hacer Taemin a sus mayores.
El pelinegro se sorprendió:
- No has perdido tu encanto.
Miró para todos lados con la mirada, viendo no muy lejos un bar:
- Ven, vamos a tomar algo- dijo empujándolo de la mano.
Tomaron asientos en uno de las sillas que estaban fuera:
- No tengo dinero- dijo riendo.
El mayor sonrió:
- Yo invito.
El cara rana se sentó bien y colocó las bolsas, que el rubio le había dado, bajo sus pies, con cuidado de que nadie se las robara:
- ¿Qué has hecho tú?- preguntó el mayor.
El joven lo miró:
- ¿Qué he hecho?
- Sí, si tienes trabajo, estudios, una casita, alguna que otra chica y demás- dijo riendo.
El menor puso una mueca, la que debería ser una sonrisa:
- Pues... tengo estudios, un trabajo y una casa, pero no tengo pareja- contestó intentando aparentar feliz.
El mayor sonrió:
- ¿Estudios? ¿Cuáles?- preguntó curioso.
- Psicología criminal- respondió al instante.
Una perfecta 'o' se formó en los labios del mayor:
- Increíble renacuajo- dijo riendo.
El menor sonrió:
- Increíble es que tú tengas prometida- dijo carcajeándose.
Se quedaron en silencio cuando el camarero les dejo sobre la mesa dos cervezas. Se miraban cómodos y felices.
Minho remangó un poco su chaqueta fina y negra:
- ¿Qué es esto?- preguntó el mayor ante la reciente herida que el alto se había hecho.
El cara rana consciente de esto se tapó:
- Nada- respondió.
El otro tomó su mano y levantó la chaqueta:
- Esto es reciente- dijo.
Tragó dificultosamente:
- ¿De verdad, renacuajo? Dios... jamás pensé que...
El menor le soltó la mano:
- Déjame hyung- respondió tristemente y con el rostro a un lado.
- No, Minho. No te voy a dejar.
Quería llorar:
- No he podido hacer como tú- confesó-. Cada día recuerdo esos momentos, esos tiempos tristes y dolorosos. No puedo evitar no sentirme sucio y un asesino cuando pienso en todos ellos, y en ti.
- ¿Qué demonios dices?- le preguntó molesto.
- Sí- respondió-. No he podido seguir con mi vida- lágrimas ácidas-. Los recuerdos cada día controlan mi ser.
El pelinegro se mordió el labio:
- No eres el único- respondió-. Yo también recuerdo esos días, cuando mis manos se manchaban, pero... ¿sabes lo que me reconforta?- le preguntó.
El alto negó mirándolo:
- El saber que tú estás así- dijo señalándolo.
Una sonrisa:
- Da igual cuanto te empeñes en querer no recordar, es imposible- añadió.
Se quedaron un rato en silencio. El pelinegro pensaba en la posibilidad de decirle, pero... se encontraba en ese estado. Suspiró, el pequeño renacuajo también tenía derecho a saber, él había sido uno de ellos:
- Todavía continúan- dijo levemente.
El alto escuchó sus palabras:
- ¿Qué?- dijo en un hilo de voz.
- Sí, al parecer todavía siguen haciendo eso, todavía juegan con los pequeños- respondió.
La sangre del cara rana irradiaba rabia, ira comprimida:
- ¡Hyuk!-gritó una muchacha.
Ambos dirigieron la mirada a la chica que alzaba la mano y lo miraba con una gran sonrisa en el rostro:
- ¿Es ella?- preguntó el alto.
Asintió:
- Ella es la mujer de mi vida- respondió.
Sacó dinero de su chaqueta de cuero y lo dejó sobre la mesa. Ambos se levantaron y se dieron un fuerte y cálido abrazo:
- Renacuajo, cuídate por favor- le dijo antes de separarse-. Tenemos que llamarnos y quedar juntos, ¿sí?- le preguntó mirándolo a los ojos.
- Claro, hyung- dijo.
Le dió un ligero cachetito en sus mejillas:
- Tenga cuidado- respondió.
- Tú también, hyung- dijo viendo como se alejaba.
La muchacha y él se dieron un beso en los labios tomándose de las manos. Desaparecieron de su vista al dar la vuelta en la esquina. Estaba un tanto abatido:
- Minho- le llamó el rubio-. Te he estado buscando, idiota- le dijo molesto.
- Lo siento, Key- dijo todavía con la vista en aquella esquina.
- ¿Qué miras?- preguntó.
Desvió la mirada de allí y sonrió:
- Nada, vamos que me pesan las bolsas- dijo cambiando de tema.
- Exagerado- rió tomando alguna que otra bolsa el rubio.
Sacó poco a poco lo que había comprado hace tan solo unos buenos minutos. Se deshizo de las bolsas y limpió todo. Metió las papas en el agua, mientras comenzó a cortar las verduras en taquitos. Se encontraba concentrado en ello:
- Hyung- dijo el menor de la casa alargando la palabra.
El rubio sonrió y lo miró:
- ¿Qué, Minnie?- le preguntó.
Este sonrió:
- Déjame ayudarte.
El felino puso una cara un tanto cómica:
- Taemin... la cocina no es lo tuyo- respondió intentando no ofenderle.
- Lo sé, hyung- respondió-. Pero... me aburro y no tengo nada que hacer.
El mayor se rió:
- La cuestión es venir a molestar- respondió.
El maknae asintió sonriente:
- Anda ven- dijo. El menor se acercó y miró lo que hacía-. Corta estas verduras en taquitos.
El castaño asintió. Se lavó las manos y tomó el cuchillo de la forma tan peculiar que tenía por cogerlo y comenzó a cortar las verduras. El rubio intentó no reírse. Tomó los pimientos y a cortarlos. Los metió en agua y se deshizo de las semillas...
Unas risas se hicieron presentes en el lugar. Los dos cocineros del día miraron al culpable. Sonreía apoyado en el marco de la puerta. Estaba alegre y miraba al menor de todos:
- ¡Hyung!- dijo molesto-. ¡Deja de reírte de mí!
El peliblanco abrió la boca:
- Pero Taemin- comenzó a decir- me ofendes- contestó-. Yo jamás me reiría de tu manera de cortar las cosas- dijo divertido.
El menor se puso de morritos y bajó la mirada:
- Oye hyung- dijo Key divertido- deja de reírte de mi pequeño.
El menor consciente de esto se escabulló y alzó la mirada:
- Sois malas personas- dijo sacándoles la lengua y saliendo corriendo del lugar.
Los dos mayores lo vieron ir y sonrieron:
- Es tan lindo- dijo el rubio.
- Lo sé- respondió el moreno.
Comieron entre risas y miradas de diversión. El menor aún seguía con sus adorables morritos en el rostro, causando carcajadas en todos. Disfrutaron de la comida como siempre lo hacían. Palabras de felicitación al maknae de la casa, entre guiños y jugadas.
La tarde pasó divertida y tranquila, llegando así la noche y la hora en la que los cinco dulces ángeles caerían rendidos sobre los brazos de Morfeo:
- Buenas noches, chicos- dijo el líder apagando la luz.
- Buenas noches- respondió el menor de todos a sus palabras.
Dicho aquello cayeron en el sueño de la larga y pesada noche.
Entreabrió los ojos poco a poco, escuchaba un familiar sonido. Se dio la vuelta y lo persiguió, llegando a la persona que se encontraba a su lado. Tocó su espalda levemente con la mano, aún seguía dormido, llegó a pensar que lo oía en sueños, que estaba sumido en ellos, pero toda idea se borró cuando un sollozo invadió el cuerpo del pequeño, haciendo que este hipara. Se acercó a él, abriendo poco a poco los ojos. Tomó su rostro y miró sus ojos:
- Pequeño...- susurró débilmente para él-, no llores.
Más lágrimas silenciosas por su rostro. Un nudo en la garganta del mayor:
- No lo hagas, por favor- añadió apretándolo contra su pecho.
El maknae rodeó con sus delgados brazos al mayor y apoyó su cabeza en él. Los recuerdos lo abatían horriblemente, parecía ser que no querían hacerlo olvidar. Eran tan fuertes y dolorosos, tan molestos, desesperantes... horribles...
- Tranquilo bobito- murmuró.
Hasta en sueños recordaba ese tiempo. Aquellos trágicos momentos. Esos que cada día se empeñaba en olvidar. Un sollozo más y miles y miles de lágrimas.
El peliblanco lo apretó más y más. Quería que no sufriera, pegarlo a él y hacerlo olvidar. Se odiaba por ello, por no poder tener la capacidad para curar las heridas de su roto corazón, por no sanar y hacerlo olvidar esos recuerdos.
Estaba atemorizado, tenía miedo, terror de saber que ese hermoso y lindo niño, ese que era más que su vida, sufría como nadie, de ser consciente de que el dolor lo inundaba.
[Flash Back]
Abrió los ojos. El silencio permitía escuchar sonoramente, los pasos lejanos que se acercaban hacia este lugar. Volvió a erguir la espalda, sintiendo como el frió de la pared contrarrestaba con el calor que su desnudo torso desprendía. La humedad jugaba a su antojo en ese lugar, en ese podrido lugar en que los barrotes se reían de su cautiverio. Largó un profundo suspiro y frunció el ceño, el suelo empezaba a ser incómodo.
El causante de ese ruido se paró en frente de su figura. La diferencia era su libertad con respecto a la de él. Para su sorpresa, no había pasado de largo, se había detenido. Sacó nerviosamente las llaves y se dispuso a abrirla. ¿Lo iban a sacar?
- Levántate –no demostraba confianza. Era algo normal en esta parte en la que se encontraba él y muchos más.
Lo miró esperando a que fuera una broma, pero al parecer, sí lo iban a sacar de allí. Una vez pasado al otro lado, volvió a cerrarla y le indicó que lo siguiera:
- Entra al baño, dúchate y cámbiate –le extendió un muda de ropa.
La miró sin ganas y entró. Hacía mucho tiempo que vestía con el uniforme de ‘’los del otro lado’’. Así era cómo definían a la otra mitad de la estructura. Eran los desperdicios, lo que ya no tenían remedio. Los niños que ya no tienen arreglo, pero parecía ser que le habían dado una oportunidad.
Se miró al espejo. Ahora se sentía raro, pero le restó importancia. Ya todo le daba igual, no tenía ni el más mínimo interés en algo. Salió de allí, siendo guiado de nuevo. Se percató de que estaba cruzando el pasillo que comunicaba las dos zonas. Un traspaso. Lo iban a llevar de vuelta al otro lado del orfanato, a la parte de los ‘’chicos buenos’’ Los traslúcidos cristales dejaban entrever la noche que volvían a aparecer. El hombre abrió la puerta y las luces lo cegaron momentáneamente. Vaya diferencia, era como la luz y la oscuridad. Tal y como lo recordaba. Comenzaron a recorrer aquellos pasillos que hacía tiempo no pisaba, llevándolo seguramente a alguna habitación. El gran reloj del salón marcaba la hora pasada de la cena, así que como premio por el traspaso, se iba a quedar sin cenar. No hay mal que por bien no venga. Después de asignarle su zona y piso, caminaron hasta la habitación que le correspondería a partir de ahora:
- Esta será tu habitación, ¿recuerdas las reglas? –le cuestionó abriendo la puerta.
Él se encogió de hombros. El hombre suspiró cansado:
- Bueno, te haré un repaso de las más importantes: la hora de las comidas son estrictamente puntuales. Pasado el minuto, se cerrarán las puertas al comedor. El toque de queda es a las diez, a partir de esa hora nadie tiene permitido deambular por los pasillos, cualquier cosa ilegal no está permitida y demás cosas que no tengo tiempo de contarte, ¿te quedó claro?
Volvió a encoger los hombros, indiferente:
- Tú eres Kim Jonghyun, ¿no? –este lo miraba buscando una respuesta, pero el joven solo lo ignoraba.
- Bueno… -se frotó la sien- tienes una única oportunidad de permanecer aquí, si incumples alguna norma de conducta serás llevado de nuevo a la otra parte del orfanato sin billete de salida.
Tras oír como cerraba la puerta tras de sí, se sentó en la cama. Era suave, blandita… aunque después de años en el suelo, cualquier cosa la parecía cómoda a estas alturas. Se acostó descansando su cuerpo, pero su mirada estaba clavada en el techo. Esa noche hacía frío, como todas las de invierno, pero ya estaba acostumbrado.
Se encontraba con la mirada perdida en algún lugar, tal vez de su habitación, de su pasado, de su presente…poco le importaba el futuro, no tenía motivos para seguir viviendo. Ya nada tenía sentido, ni si quiera un aliciente por el que abrir los ojos por la mañana, ya ni si quiera los cerraba. El insomnio lo acompañaba cual sombra.
No supo cuanto tiempo se quedó de esa manera, pero el aviso del toque de queda, retumbó en todo el orfanato y algunos traspiés empezaron a sonar, dándose prisa para esconderse en sus habitaciones. Sonrió de lado. ¿Merecía la pena permanecer en este lugar o seguir vagabundeando en la calle? Siempre se lo había preguntado, pero al igual que a los perros, niño suelto, niño orfanato. Ahí se acababa tu vida. Nadie quería adoptar a mocosos que seguramente estaban trastornados, tenían alguna enfermedad rara o todas las cosas imaginables que puedas portar. Eso era un hecho, solo te quedaba morir. Al fin y al cabo, perros.
Ya había pasado unas cuantas horas y seguía con los ojos abiertos. Resopló. Estaba aburrido y después de pasarse mucho tiempo sentado en aquel lugar, lo que menos le apetecía era quedarse quieto. Se levantó decidido y abrió la puerta con sumo cuidado. Se aseguró de que no hubiera nadie de guardia y salió silenciosamente. No se oía absolutamente nada en los pasillos. Sin fijar rumbo comenzó a caminar. Nada había cambiado, todo seguía igual. Vaya monotonía.
De repente, un ruido llegó hasta sus oídos. Parecía un goteo. ¿Una tubería rota quizá? Avanzó un par de pasos, haciéndose más audible. Un quejido… ¿había alguien? El ruido se hizo más continuo y más fuerte, pero no llegaba a llamar la atención. Era un sonido cargado de dolor…podía distinguirlo…alguien estaba llorando, pero ¿de dónde provenía? En el pasillo no había nadie, entonces, ¿de dónde…? Siguió avanzando, intentado no perder el hilo del ruido. Un momento… se paró enfrente de las puertas del baño. Ahora se oía más claramente. Entró sin hacer mucho ruido y cuando la puerta se cerró de nuevo, el sonido cesó. ¿Lo había asustado? No parecía haber nadie. Empezó a revisar las puertas de los cubículos, todas vacías…menos una. La del fondo estaba cerrada, no se abría. Era extraño, nunca cerraban las puerta con llave y más aún, nunca dejaban en manos de los niños las llaves.
No tenía mucha complicación. La puerta tenía truco. Era algo que se aprendía cuando la gente te encerraba en el baño. Dio unos golpecitos a la puerta cerca de la cerradura y un ‘’clack’’ sonó del otro lado. Apoyó la mano y fue abriéndola lentamente, descubriendo su interior.
Apuntaba mirando a todos lados en ese trozo de papel:
- Genial ya está todo- dijo dando un pequeño salto de la silla de la cocina.
Tomó el papel y lo guardó en el bolsillo de sus shorts negros. Salió de la cocina.
El alto miraba al techo ausente, estaba el solo en el gran lugar:
- Vente a comprar conmigo- le dijo.
El otro lo miró un tanto asombrado, tal vez no era consciente de su presencia:
- No quiero- contestó.
El rubio lo fulminó con la mirada, fue a él y lo levantó del sillón:
- Muévete gandul- le dijo molesto.
El cara rana se hizo de rogar, pero luego acabó cediendo y acompañando al rubio:
- Dios mío, eres todo un caso comprando- dijo un tanto molesto el alto.
El rubio lo miró y sonrió, pero luego quitó la sonrisa de un tirón:
- Se me olvidó comprar el jamón- dijo consternado.
Le dio las bolsas al alto y sacó la cartera:
- Voy a comprar lo que me falta- dijo alejándose-. No te muevas de ahí- le avisó.
El cara rana asintió y se apoyó en la pared del lugar, esperando un tanto molesto al culpable de la espera:
- Renacuajo- escuchó a lo lejos.
De repente millones de sensaciones y emociones lo abatieron. Miró al chico que se acercó a él:
- ¿Hy-hyung?- preguntó nervioso al hombre que se le aproximaba con una enorme sonrisa en el rostro.
Sonrió al igual que él, ampliamente. Estaba alegre, no podía negarlo. El alma le bailaba y el corazón le sonreía. Tantos años sin verse, sin hablarse... El verlo bien le hacía querer correr y abrazarlo. Lo había echado tanto de menos y añorado.
El mayor se acercó y le dio un fuerte abrazo, después de años y años, parecía como si el tiempo no hubiera hecho nada en ellos, parecían ser aquellos dos pequeños que se querían como nadie:
- Dios renacuajo- le dijo aún apretándolo contra él- hace tanto tiempo- murmuró.
El alto lo abrazó fuertemente, recibiendo unos besos en la nuca. Se separaron a los largos segundos:
- Estás tan diferente- dijo mirándolo de arriba a abajo.
El cara rana sonrió:
- Tú también, hyung.
Ambos se carcajearon:
- ¿Cómo te va?- le preguntó-. ¿Qué tal por tu vidita?
Rió:
- Bien- contestó-. ¿Y tú qué tal?
El mayor frunció el ceño:
- ¿Solo bien? ¡A mí me va genial! Tengo un trabajo, casa y una gran y hermosa...prometida -dijo mostrando el anillo que lucía en su dedo anular.
- ¿¡Prometida!?- dijo alzando la voz.
El chico de cabello negro carbón rió ante su reacción:
- Sí, prometida- se puso serio-. Ya estoy viejito- dijo el ceño fruncido.
El alto lo miró poseído por la alegría:
- Es increíble como ha pasado el tiempo- murmuró lo suficientemente audible como para que el mayor lo escuchara.
- Cierto- respondió-. Pero mírate- dijo subiendo el estado de ánimo-. Estás hecho todo un hombre. Alto, delgado, guapo... pero al parecer tus ojitos grandes no han cambiado- dijo riéndose-. Y la carita pequeña menos- tocó su nariz con delicadeza y diversión.
- ¡Hyung!- dijo adorablemente, como había visto tantas veces hacer Taemin a sus mayores.
El pelinegro se sorprendió:
- No has perdido tu encanto.
Miró para todos lados con la mirada, viendo no muy lejos un bar:
- Ven, vamos a tomar algo- dijo empujándolo de la mano.
Tomaron asientos en uno de las sillas que estaban fuera:
- No tengo dinero- dijo riendo.
El mayor sonrió:
- Yo invito.
El cara rana se sentó bien y colocó las bolsas, que el rubio le había dado, bajo sus pies, con cuidado de que nadie se las robara:
- ¿Qué has hecho tú?- preguntó el mayor.
El joven lo miró:
- ¿Qué he hecho?
- Sí, si tienes trabajo, estudios, una casita, alguna que otra chica y demás- dijo riendo.
El menor puso una mueca, la que debería ser una sonrisa:
- Pues... tengo estudios, un trabajo y una casa, pero no tengo pareja- contestó intentando aparentar feliz.
El mayor sonrió:
- ¿Estudios? ¿Cuáles?- preguntó curioso.
- Psicología criminal- respondió al instante.
Una perfecta 'o' se formó en los labios del mayor:
- Increíble renacuajo- dijo riendo.
El menor sonrió:
- Increíble es que tú tengas prometida- dijo carcajeándose.
Se quedaron en silencio cuando el camarero les dejo sobre la mesa dos cervezas. Se miraban cómodos y felices.
Minho remangó un poco su chaqueta fina y negra:
- ¿Qué es esto?- preguntó el mayor ante la reciente herida que el alto se había hecho.
El cara rana consciente de esto se tapó:
- Nada- respondió.
El otro tomó su mano y levantó la chaqueta:
- Esto es reciente- dijo.
Tragó dificultosamente:
- ¿De verdad, renacuajo? Dios... jamás pensé que...
El menor le soltó la mano:
- Déjame hyung- respondió tristemente y con el rostro a un lado.
- No, Minho. No te voy a dejar.
Quería llorar:
- No he podido hacer como tú- confesó-. Cada día recuerdo esos momentos, esos tiempos tristes y dolorosos. No puedo evitar no sentirme sucio y un asesino cuando pienso en todos ellos, y en ti.
- ¿Qué demonios dices?- le preguntó molesto.
- Sí- respondió-. No he podido seguir con mi vida- lágrimas ácidas-. Los recuerdos cada día controlan mi ser.
El pelinegro se mordió el labio:
- No eres el único- respondió-. Yo también recuerdo esos días, cuando mis manos se manchaban, pero... ¿sabes lo que me reconforta?- le preguntó.
El alto negó mirándolo:
- El saber que tú estás así- dijo señalándolo.
Una sonrisa:
- Da igual cuanto te empeñes en querer no recordar, es imposible- añadió.
Se quedaron un rato en silencio. El pelinegro pensaba en la posibilidad de decirle, pero... se encontraba en ese estado. Suspiró, el pequeño renacuajo también tenía derecho a saber, él había sido uno de ellos:
- Todavía continúan- dijo levemente.
El alto escuchó sus palabras:
- ¿Qué?- dijo en un hilo de voz.
- Sí, al parecer todavía siguen haciendo eso, todavía juegan con los pequeños- respondió.
La sangre del cara rana irradiaba rabia, ira comprimida:
- ¡Hyuk!-gritó una muchacha.
Ambos dirigieron la mirada a la chica que alzaba la mano y lo miraba con una gran sonrisa en el rostro:
- ¿Es ella?- preguntó el alto.
Asintió:
- Ella es la mujer de mi vida- respondió.
Sacó dinero de su chaqueta de cuero y lo dejó sobre la mesa. Ambos se levantaron y se dieron un fuerte y cálido abrazo:
- Renacuajo, cuídate por favor- le dijo antes de separarse-. Tenemos que llamarnos y quedar juntos, ¿sí?- le preguntó mirándolo a los ojos.
- Claro, hyung- dijo.
Le dió un ligero cachetito en sus mejillas:
- Tenga cuidado- respondió.
- Tú también, hyung- dijo viendo como se alejaba.
La muchacha y él se dieron un beso en los labios tomándose de las manos. Desaparecieron de su vista al dar la vuelta en la esquina. Estaba un tanto abatido:
- Minho- le llamó el rubio-. Te he estado buscando, idiota- le dijo molesto.
- Lo siento, Key- dijo todavía con la vista en aquella esquina.
- ¿Qué miras?- preguntó.
Desvió la mirada de allí y sonrió:
- Nada, vamos que me pesan las bolsas- dijo cambiando de tema.
- Exagerado- rió tomando alguna que otra bolsa el rubio.
Sacó poco a poco lo que había comprado hace tan solo unos buenos minutos. Se deshizo de las bolsas y limpió todo. Metió las papas en el agua, mientras comenzó a cortar las verduras en taquitos. Se encontraba concentrado en ello:
- Hyung- dijo el menor de la casa alargando la palabra.
El rubio sonrió y lo miró:
- ¿Qué, Minnie?- le preguntó.
Este sonrió:
- Déjame ayudarte.
El felino puso una cara un tanto cómica:
- Taemin... la cocina no es lo tuyo- respondió intentando no ofenderle.
- Lo sé, hyung- respondió-. Pero... me aburro y no tengo nada que hacer.
El mayor se rió:
- La cuestión es venir a molestar- respondió.
El maknae asintió sonriente:
- Anda ven- dijo. El menor se acercó y miró lo que hacía-. Corta estas verduras en taquitos.
El castaño asintió. Se lavó las manos y tomó el cuchillo de la forma tan peculiar que tenía por cogerlo y comenzó a cortar las verduras. El rubio intentó no reírse. Tomó los pimientos y a cortarlos. Los metió en agua y se deshizo de las semillas...
Unas risas se hicieron presentes en el lugar. Los dos cocineros del día miraron al culpable. Sonreía apoyado en el marco de la puerta. Estaba alegre y miraba al menor de todos:
- ¡Hyung!- dijo molesto-. ¡Deja de reírte de mí!
El peliblanco abrió la boca:
- Pero Taemin- comenzó a decir- me ofendes- contestó-. Yo jamás me reiría de tu manera de cortar las cosas- dijo divertido.
El menor se puso de morritos y bajó la mirada:
- Oye hyung- dijo Key divertido- deja de reírte de mi pequeño.
El menor consciente de esto se escabulló y alzó la mirada:
- Sois malas personas- dijo sacándoles la lengua y saliendo corriendo del lugar.
Los dos mayores lo vieron ir y sonrieron:
- Es tan lindo- dijo el rubio.
- Lo sé- respondió el moreno.
Comieron entre risas y miradas de diversión. El menor aún seguía con sus adorables morritos en el rostro, causando carcajadas en todos. Disfrutaron de la comida como siempre lo hacían. Palabras de felicitación al maknae de la casa, entre guiños y jugadas.
La tarde pasó divertida y tranquila, llegando así la noche y la hora en la que los cinco dulces ángeles caerían rendidos sobre los brazos de Morfeo:
- Buenas noches, chicos- dijo el líder apagando la luz.
- Buenas noches- respondió el menor de todos a sus palabras.
Dicho aquello cayeron en el sueño de la larga y pesada noche.
Entreabrió los ojos poco a poco, escuchaba un familiar sonido. Se dio la vuelta y lo persiguió, llegando a la persona que se encontraba a su lado. Tocó su espalda levemente con la mano, aún seguía dormido, llegó a pensar que lo oía en sueños, que estaba sumido en ellos, pero toda idea se borró cuando un sollozo invadió el cuerpo del pequeño, haciendo que este hipara. Se acercó a él, abriendo poco a poco los ojos. Tomó su rostro y miró sus ojos:
- Pequeño...- susurró débilmente para él-, no llores.
Más lágrimas silenciosas por su rostro. Un nudo en la garganta del mayor:
- No lo hagas, por favor- añadió apretándolo contra su pecho.
El maknae rodeó con sus delgados brazos al mayor y apoyó su cabeza en él. Los recuerdos lo abatían horriblemente, parecía ser que no querían hacerlo olvidar. Eran tan fuertes y dolorosos, tan molestos, desesperantes... horribles...
- Tranquilo bobito- murmuró.
Hasta en sueños recordaba ese tiempo. Aquellos trágicos momentos. Esos que cada día se empeñaba en olvidar. Un sollozo más y miles y miles de lágrimas.
El peliblanco lo apretó más y más. Quería que no sufriera, pegarlo a él y hacerlo olvidar. Se odiaba por ello, por no poder tener la capacidad para curar las heridas de su roto corazón, por no sanar y hacerlo olvidar esos recuerdos.
Estaba atemorizado, tenía miedo, terror de saber que ese hermoso y lindo niño, ese que era más que su vida, sufría como nadie, de ser consciente de que el dolor lo inundaba.
[Flash Back]
Abrió los ojos. El silencio permitía escuchar sonoramente, los pasos lejanos que se acercaban hacia este lugar. Volvió a erguir la espalda, sintiendo como el frió de la pared contrarrestaba con el calor que su desnudo torso desprendía. La humedad jugaba a su antojo en ese lugar, en ese podrido lugar en que los barrotes se reían de su cautiverio. Largó un profundo suspiro y frunció el ceño, el suelo empezaba a ser incómodo.
El causante de ese ruido se paró en frente de su figura. La diferencia era su libertad con respecto a la de él. Para su sorpresa, no había pasado de largo, se había detenido. Sacó nerviosamente las llaves y se dispuso a abrirla. ¿Lo iban a sacar?
- Levántate –no demostraba confianza. Era algo normal en esta parte en la que se encontraba él y muchos más.
Lo miró esperando a que fuera una broma, pero al parecer, sí lo iban a sacar de allí. Una vez pasado al otro lado, volvió a cerrarla y le indicó que lo siguiera:
- Entra al baño, dúchate y cámbiate –le extendió un muda de ropa.
La miró sin ganas y entró. Hacía mucho tiempo que vestía con el uniforme de ‘’los del otro lado’’. Así era cómo definían a la otra mitad de la estructura. Eran los desperdicios, lo que ya no tenían remedio. Los niños que ya no tienen arreglo, pero parecía ser que le habían dado una oportunidad.
Se miró al espejo. Ahora se sentía raro, pero le restó importancia. Ya todo le daba igual, no tenía ni el más mínimo interés en algo. Salió de allí, siendo guiado de nuevo. Se percató de que estaba cruzando el pasillo que comunicaba las dos zonas. Un traspaso. Lo iban a llevar de vuelta al otro lado del orfanato, a la parte de los ‘’chicos buenos’’ Los traslúcidos cristales dejaban entrever la noche que volvían a aparecer. El hombre abrió la puerta y las luces lo cegaron momentáneamente. Vaya diferencia, era como la luz y la oscuridad. Tal y como lo recordaba. Comenzaron a recorrer aquellos pasillos que hacía tiempo no pisaba, llevándolo seguramente a alguna habitación. El gran reloj del salón marcaba la hora pasada de la cena, así que como premio por el traspaso, se iba a quedar sin cenar. No hay mal que por bien no venga. Después de asignarle su zona y piso, caminaron hasta la habitación que le correspondería a partir de ahora:
- Esta será tu habitación, ¿recuerdas las reglas? –le cuestionó abriendo la puerta.
Él se encogió de hombros. El hombre suspiró cansado:
- Bueno, te haré un repaso de las más importantes: la hora de las comidas son estrictamente puntuales. Pasado el minuto, se cerrarán las puertas al comedor. El toque de queda es a las diez, a partir de esa hora nadie tiene permitido deambular por los pasillos, cualquier cosa ilegal no está permitida y demás cosas que no tengo tiempo de contarte, ¿te quedó claro?
Volvió a encoger los hombros, indiferente:
- Tú eres Kim Jonghyun, ¿no? –este lo miraba buscando una respuesta, pero el joven solo lo ignoraba.
- Bueno… -se frotó la sien- tienes una única oportunidad de permanecer aquí, si incumples alguna norma de conducta serás llevado de nuevo a la otra parte del orfanato sin billete de salida.
Tras oír como cerraba la puerta tras de sí, se sentó en la cama. Era suave, blandita… aunque después de años en el suelo, cualquier cosa la parecía cómoda a estas alturas. Se acostó descansando su cuerpo, pero su mirada estaba clavada en el techo. Esa noche hacía frío, como todas las de invierno, pero ya estaba acostumbrado.
Se encontraba con la mirada perdida en algún lugar, tal vez de su habitación, de su pasado, de su presente…poco le importaba el futuro, no tenía motivos para seguir viviendo. Ya nada tenía sentido, ni si quiera un aliciente por el que abrir los ojos por la mañana, ya ni si quiera los cerraba. El insomnio lo acompañaba cual sombra.
No supo cuanto tiempo se quedó de esa manera, pero el aviso del toque de queda, retumbó en todo el orfanato y algunos traspiés empezaron a sonar, dándose prisa para esconderse en sus habitaciones. Sonrió de lado. ¿Merecía la pena permanecer en este lugar o seguir vagabundeando en la calle? Siempre se lo había preguntado, pero al igual que a los perros, niño suelto, niño orfanato. Ahí se acababa tu vida. Nadie quería adoptar a mocosos que seguramente estaban trastornados, tenían alguna enfermedad rara o todas las cosas imaginables que puedas portar. Eso era un hecho, solo te quedaba morir. Al fin y al cabo, perros.
Ya había pasado unas cuantas horas y seguía con los ojos abiertos. Resopló. Estaba aburrido y después de pasarse mucho tiempo sentado en aquel lugar, lo que menos le apetecía era quedarse quieto. Se levantó decidido y abrió la puerta con sumo cuidado. Se aseguró de que no hubiera nadie de guardia y salió silenciosamente. No se oía absolutamente nada en los pasillos. Sin fijar rumbo comenzó a caminar. Nada había cambiado, todo seguía igual. Vaya monotonía.
De repente, un ruido llegó hasta sus oídos. Parecía un goteo. ¿Una tubería rota quizá? Avanzó un par de pasos, haciéndose más audible. Un quejido… ¿había alguien? El ruido se hizo más continuo y más fuerte, pero no llegaba a llamar la atención. Era un sonido cargado de dolor…podía distinguirlo…alguien estaba llorando, pero ¿de dónde provenía? En el pasillo no había nadie, entonces, ¿de dónde…? Siguió avanzando, intentado no perder el hilo del ruido. Un momento… se paró enfrente de las puertas del baño. Ahora se oía más claramente. Entró sin hacer mucho ruido y cuando la puerta se cerró de nuevo, el sonido cesó. ¿Lo había asustado? No parecía haber nadie. Empezó a revisar las puertas de los cubículos, todas vacías…menos una. La del fondo estaba cerrada, no se abría. Era extraño, nunca cerraban las puerta con llave y más aún, nunca dejaban en manos de los niños las llaves.
No tenía mucha complicación. La puerta tenía truco. Era algo que se aprendía cuando la gente te encerraba en el baño. Dio unos golpecitos a la puerta cerca de la cerradura y un ‘’clack’’ sonó del otro lado. Apoyó la mano y fue abriéndola lentamente, descubriendo su interior.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
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Re: > El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [30/30] + A&Q
Cap11. Todo bien, hasta que la nacion de PINees ataco. ¡Juro, juro que me han hecho el dia! Cuando lo leia estaba con tremenda sonrisa en el rostro. Todo bien cul, bien serio y mas serio, pero que este tipo metido ahi hablando de un sueño de PINees su servicio que le regalaban pollo. Rip-pants de Onew. Cariño, hoy no es tu dia.
Cap12. Oh, ¿que mierda? Genial, alguien nuevo que jodera un poco a nuestros SHInee. Bueno, me gusta, creo que es mas historia que romance. No saben lo dificil que es eso de conseguir TT TT. Por cierto, parecen que ellos no pierden el tiempo ._. .-. ._. Deberian haber visto mi cara cuando el tipo los encontro. Casi corro yo con ellos y tal xD. Y luego viene la divaza y tengo esta sonrisa de idiota en la cara. Ame esa parte y la seguire amando siempre.
Cap13. Ese Tae los tiene a todos, pinshe discípulo de Luhan. Ok, ok, por algun motivo me preocupa el dibidibidis mai neim is Minjo alli solo. Vaya, que el Key le mete miedo hasta muriendose. Bien dijo que por la lengua siempre gana.
Cap14. ¡Hora de matar! Juro que pense que al Min ya se o iban violando o quien sabe que mas cosas. Si, definitivamente me encantan los cinco como asesinos. Idiotas normales, pero asesinos ingeniosos.
Cap15. ¡Jodeeeer! Key definitivamente me recordo a "Escupire sobre tu tumba". Los pezones...ahg, me dolio y no fue conmigo. Esto me recuerda que es uno de los mejores asesinatos que he leido. Ahora, cambiando de tema; este ha sido el capitulo mas comico para mi. ¡Jongho! Es que...es que ellos juntos...*explota riendose* ¡Es que son muy machos y es gracioso! No puedo leer algo de ellos de forma seria xD xD. No jodan, Minho fue a los juegos del hambre D: ¿Donde estaba Peeta?
Cap16. Que reecuentro el de estos dos, pero mira que lindo es todo *sarcasmo*. Alguien va a morir pronto~ Eso de morir pronto me recuerda a Taemin con un cuchillo estando en la cocina, nada bueno sale de ahi, no señor. A esos dos ya se les salio lo appa. Pues yo me traume ya y solo los leo. ¡Ah! Que bueno fanfic, de los pocos que quedan y vale la pena leerse.
Se que he estado perdida en Yo te devolvere tus alas, pero ultimamente he descuidado los comentarios con los que antes eran tan obsesiva en no dejar pasar.
Gracias por su trabajo. *se va sin dejar acentos*
Última edición por Sou-Tan el Vie Feb 21, 2014 3:54 pm, editado 1 vez (Razón : elaparto,mijos)
> El fin no justifica los medios < (+17, Lemon) [Capítulo 17]
¡Hola! Sé que no tenemos perdón por la tardanza, pero han pasado una serie de cosas y se nos ha hecho difícil. Gracias por comentar preciosa y espero que disfruten el capítulo <3
CAPÍTULO 17
Su expresión se congeló, se quedó estático en el sitio. El tiempo parecía haberse detenido ante aquella visión. Una corriente gélida golpeó su cuerpo y su corazón se contrajo dolorosamente. Había un niño atado en el baño. Una cuerda negra lo amarraba del cuello a la pared sin posibilidad de escapar. Se encontraba tirado bocabajo tapado mínimamente con una sábana, estaba desnudo… Él era el que provocaba esos sollozos, se le notaba hipar. Su cuerpo subía y bajaba, aun estando en aquella posición. Cuando por fin su cuerpo obedeció, se acercó lentamente, agachándose a su altura. Movió su mano sintiendo la piel helada de su espalda. El menor al notar el contacto se recolocó rápidamente alejándose de él, pegándose a la pared más lejana.
Sus ojos se clavaron en los de aquel pequeño ángel, como lo había denominado rápidamente según lo vio. Su rostro era hermoso, sus facciones infantiles eran realmente tiernas, pero todo eso era opacado por su tono pálido, estaba desnutrido y su cuerpo estaba lleno de moretones, arañazos…maltratado de sobremanera. Su expresión de dolor, de tristeza…estaba aterrado, pero parecía estar acostumbrado a ese sentimiento:
- ¿Cómo te llamas? –le susurró.
El menor volvió a sollozar sin apartar la mirada de aquel extraño que no había visto nunca antes. ¿Sería alguien nuevo de la pandilla? Cuando vio que el intruso iba a acercarse, se tapó con la sábana hasta la cabeza. Temblaba notoriamente.
Se fijó en aquella tela con la que se cubría el pequeño. Su mandíbula se tensó, aquello que la manchaba…era sangre y se podían distinguir, otras manchas. No supo en qué momento la ira recorrió su cuerpo, pero un doloroso sentimiento atravesó su corazón, partiéndolo en dos. Era sensible al dolor que estaba recibiendo por parte de ese niño con solo verlo. El moreno tiró de la sábana descubriendo su cabeza. Sus pequeños ojos lo volvieron a mirar. Su mano se volvió a dirigir hacia él. El pequeño luchaba contra la pared, como si pudiera alejarse más:
- D-éjam-e –dijo casi inaudible- no me to-ques –lloraba- por favor.
Sus palabras fueron como cuchillas:
- Solo quiero ayudarte, voy a sacarte de ahí.
El menor abrió los ojos sorprendido, pero rápidamente negó:
- ¿Cómo qué no? ¿No quieres salir de aquí?
- N-o…estoy bien.
- Te tienen amenazado, ¿verdad? –dijo entrecerrando sus ojos.
- N-o –sus lágrimas caían más fuertes ahora.
- Pequeño… -le dijo suavemente- se acabó. Ya estás a salvo, yo te protegeré –le sonrió cálidamente.
Su sonrisa…no era un chico como los demás. Era diferente. No confiaba en nadie, todos le habían fallado, pero él, tenía algo especial. De alguna forma, le transmitía un sentimiento cálido, su voz dulce lograba reconfortarlo por un momento. ¿Lo iba a ayudar de verdad? ¿O solo lo estaba engañando para utilizarlo como mascota al igual que el resto? Sin darse cuenta, sintió un suave tacto en su mejilla. Comenzó a limpiarle las lágrimas. En lugar de asustarse, lo tranquilizaba. Sus tiernos ojos lo miraban triste, pero a la vez, veía esperanza en ellos, tal vez… él lo sacaría de allí de verdad:
- Ven conmigo –lo besó tiernamente en la frente.
- Yo… -quería irse, su corazón le pedía a gritos irse con él.
- No te preocupes, no te haré daño –otra vez esa sonrisa suya- ¿vamos?
El menor dudó un poco, pero después asintió tímidamente. El mayor se quitó la camiseta y le quitó aquella tela cargada de pésimos momentos, con la que se cubría, junto con la cuerda que lo amarraba del cuello. Lo envolvió con su prenda y lo cargó en brazos, afirmando su teoría. Este niño no había comido nada durante días. Salió del baño rápidamente y abrazó más fuerte a aquel pequeño ser que se acurrucaba en su pecho. Volvió sobre sus pasos, llegando hasta su habitación. Cerró la puerta y se dirigió al baño. Tenía que limpiarlo. Llenó la bañera de agua caliente y lo depositó ahí con cuidado:
- Espera, ahora vengo.
Él asintió entrando en calor gracias a la temperatura que cogía el baño por el vapor. Fue al armario de la habitación y sacó una toalla de las dos que había y otra muda de ropa que daban allí. Era evidente que le quedaría grande, pero tenía que vestirse. Regresó al baño y comenzó a limpiarlo suavemente con la esponja, bajo la atenta mirada del menor, quien cada vez, se sentía mejor. Cada vez que iba a enjabonarlo por una parte, descubría más heridas en su cuerpo. Eso lo enfurecía de sobremanera. Terminó de bañarlo, secándolo y poniéndole la ropa. El niño estaba demasiado débil como para mantenerse mucho tiempo de pie, así que lo llevó hasta la cama, acomodándolo y cubriéndolo con las mantas:
- Siento no darte comida, tendremos que esperar hasta mañana –dijo apenado, más por el menor que por él mismo. Estaba acostumbrado a no comer.
- No impor-ta…hyung –dijo escondiendo su pequeño rostro ente las mantas.
El moreno sonrió y se acostó con él. Aunque al principio, el pequeño se asustó un poco por su cercanía, después se acercó a él, separándose de la fría pared, acurrucándose en su pecho. Le encantaba la calidez que desprendía. Le transmitía total confianza y su presencia lo calmaba. Jonghyun lo envolvió en sus brazos atrayéndolo más hacía él y comenzó a acariciarle suavemente la cabeza:
- ¿Cuál es tu nombre?
- Lee Taemin –susurró.
- Me gusta tu nombre, Minnie –el menor se sonrojó.
- ¿Y hyung? –lo miró con sus pequeños ojitos.
- Kim Jonghyun –le sonrió.
- Hyung…tiene una sonrisa muy bonita –bajó la mirada avergonzado.
El moreno soltó una pequeña carcajada. Era adorable:
- Y tú eres muy hermoso –le acarició la mejilla- mi pequeño.
Taemin se sonrojó de nuevo por sus palabras. ¿Cuánto hacía que alguien no lo trataba bien? Aunque esos terribles episodios que vivió hasta hace poco lo hacía querer morir, su hyung lograba de alguna manera sanarlo. No sabía explicarlo, pero ahora que estaba con él, no quería que se alejara:
- Será mejor que te duermas.
- Buenas noches hyung –cerró los ojos.
- Descansa Minnie.
Por más que lo intentara, las imágenes de sus recuerdos, lo atormentaban y unas pequeñas lágrimas se empezaron a escurrir por sus mejillas:
- No llores Taemin. Ya se acabó todo, ahora estás conmigo.
- Hyung… -sollozaba dolorosamente- tengo miedo, mucho…
- Cálmate –le limpió las lágrimas.
- Ellos… -susurró.
- ¿Qué?
- Ellos vendrán, tengo miedo. No quiero que me vuelvan a tocar, hyung… -no podía parar de llorar.
- Shhh… no te preocupes, no vendrán, yo te protegeré pase lo que pase. No voy a permitir que sufras más –le acariciaba tiernamente la espalda.
Le partía el alma. El mayor suspiró. Lo comprendía después de pasar las noches en alerta, el pequeño hacía mucho que no dormía, tenía los nervios presentes. Iba a intentar una cosa. Se aclaró la garganta y empezó a entonar una melodiosa canción que poco a poco inundó el lugar. Las dulces notas escapaban de sus labios y se mecían en los oídos de menor, quien parecía sucumbir ante ellas. Poco a poco, sus ojitos se fueron cerrando hasta que por fin, se durmió. Lo miró con ternura, no sabía por qué, pero ese pequeño niño lo había atrapado, había tocado su corazón y unas ganas de protegerlo se apoderaron desde que lo vio.
Le depositó un beso en la frente y apagó la luz. Pronto amanecería, pero no importaba. Lo único en lo que pensaba era en vengar al pequeño. Acabaría con todos aquellos que se atrevieron a ponerle una mano encima. No tenían escrúpulos al violar a un niño y encima tenerlo de mascota encerrado en tan malas condiciones. Eso no tenía perdón y debían sufrir sus consecuencias.
Después de un par de horas, los rayos de sol comenzaban a salir, iluminando mínimamente la habitación. Jonghyun miró al pequeño, quien se encontraba aferrado a su camisa, durmiendo plácidamente. Le encantaba, era muy dulce.
Se movió un poco, causando que el menor frunciera el ceño adorablemente. Siguió poco a poco hasta liberarse, le daba pena, pero debía atender unos asuntos. Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta, abriéndola despacio para no despertarlo y cerrándola al salir. Todavía era muy temprano y la mayoría dormían, seguro que aprovecharían ese momento, así que él también lo haría.
Entrecerró sus ojos conteniendo su ira y apretó los puños, esto se había acabado.
Habían hecho un sorteo y por fin, hoy le tocaba primero. Se había levantado con ganas de diversión y quería satisfacerlas. Caminó el largo pasillo hasta el baño y abrió la puerta, asegurando antes, que no hubiera nadie alrededor, no era cuestión de que les descubrieran y les quitaran su juguetito. Por eso, tampoco encendió la luz. Se adentró en el baño por fin y se dirigió al último cubículo del lugar. Con una sonrisita en la boca fue abriendo la puerta, encontrándose con una grata sorpresa:
- ¿Buscabas algo? –se oyó una voz ronca.
Rápidamente cerró de nuevo la puerta y fue nulo su intento de correr. Sintió como lo agarraban del cabello fuertemente y lo llevaban delante del espejo. Miró su rostro. Le daba miedo. Sus facciones duras le imponían respeto y esa mirada… parecía poseído, se asemejaba a dos dagas afiladas apunto de destriparlo. Entonces lo entendió, él los había descubierto:
- Te diré una cosa… -se acercó a su oído- tengo más ganas de divertirme que tú y demasiado pronto fue tu llegada, aunque me alegra, me estaba empezando a aburrir –notó su aliento chocar contra su cuello.
Iba a abrir la boca cuando un fuerte golpe fue a parar en su espalda estrellándolo contra los lavamanos. El filo había aterrizado en su zona baja. La fuerza con la que lo había golpeado era inhumana. Se encontraba agonizando profundamente. ¿Quién era este?
- Será mejor que cierres tu asquerosa boca, porque si no, los dientes se te van a caer más rápido de lo que pensaba.
Lo volvió a agarrar del pelo partiéndole la cara contra el mármol. Sonrió. La cara le había quedado bonita después del golpe. Le dio la vuelta, poniéndolo de espaldas al espejo, le pisó los pies con una pierna y la otra fue a parar en todo su pecho, doblándolo otra vez, haciendo que se golpeé fuertemente contra los lavamanos de nuevo. Unos crujidos retumbaron en su cuerpo. Le había partido la espalda y no se podía levantar:
- Quizá te deje marca, si sobrevives igual te importa –sonrió.
No podía gritar, ya no sentía que estaba vivo, sus ojos casi en blanco no enfocaban. Su cuerpo machacado escurría sangre. Él seguía pegándole de la manera más dolorosa posible. No iba a resistir. Después de usarlo como saco de boxeo, lo bajo de las perchas dónde lo tenía colgado a la pared:
- Dime una cosita, por tu bien será mejor que me respondas. ¿Dónde está el resto?
- Y-o…n-o…
- No quiero excusas, será mejor que me lo digas antes de que empiece a contar hasta tres…
- …
- Uno.
- …
- Dos…
- Es-tá-n…en la… 637
Una sonrisa decoró sus labios:
- Bueno chico, ahora vendrás conmigo, para que tus amiguitos vean lo bien que sabes guardar un secreto.
Entró en el último cubículo, cogió la cuerda con la que habían amarrado a Taemin y se la ató al cuello, empezando a arrastrarlo por el pasillo, rumbo a la habitación indicada. Algunas gotas de sangre se perdían en el camino. Ahora llegaba el plato fuerte, se iba a divertir mucho. Llegó frente a la habitación y su sangre volvió a hervir al escuchar los divertidos comentarios que hacían al respecto. Esa iba a ser la última vez que se reían.
De una fuerte patada, abrió la puerta de golpe, dejando al coro de chicos asustados. Todos lo miraban comenzando a temblar, su mirada los aterraba. Dio un paso hacia atrás y lanzó a su amigo al centro de la habitación, ante la vista horrorizada de todo el mundo. Todos empezaron a alejarse de la puerta. El rebaño se agrupaba solo. Comenzó a adentrarse en la habitación ante los gritos del resto y cerró la puerta. Se crujió los dedos lentamente y una sonrisa de lado se formó en sus labios.
[Fin Flash Back]
Las lágrimas amenazaban salir de sus ojos, estaba inundado de tristeza al recordar aquellos momentos tan oscuros de sus vidas:
- No llores pequeño- le susurró.
Este intentó tomar aire sin ser interrumpido por un sollozo:
- No puedo- contestó con dificultad.
El peliblanco bajó la cabeza, teniendo a vista tan solo sus cabellos castaños. Sentía la tristeza recorrer sus venas y dominar su corazón:
- Era tan real- agregó a su silencio.
Se mordió el labio con fuerza, comenzaba a ponerse rojo:
- Ahora estás aquí, conmigo, con los chicos- dijo acariciando su espalda con delicadeza.
- Hyung- habló-, tengo miedo.
El moreno bajó la mirada confundido:
- ¿Miedo?- preguntó.
- Y si...-se detuvo, tomó aire y continuó-. ¿Y si os pierdo?
El peliblanco sonrió:
- Yo estoy a tu lado, gran pequeño- dijo con confianza-. Estaremos juntos hasta que el destino lo prediga así- concluyó.
- No quiero...
Lo apretó contra su pecho, y entonces lo hizo, aclaró su garganta y comenzó a entonar las notas, débiles, pero fuertes. Armoniosas para el menor, perfectas y significativas. Abrazó al mayor y sonrió dulcemente:
- Gracias, hyung- susurró entre sus cuerpos.
El peliblanco acarició sus cabellos con delicadeza. Esperaba a que el castaño cayera en los dulces sueños. Sentía como su camisa roída y vieja estaba húmeda ante las agrias y angustiosas lágrimas que se dejaban salir de sus ojos.
- Te quiero- murmuró en un hilo de voz.
Cerró los ojos al igual que él y se dejó llevar, mientras la cálida melodía salía de sus labios.
Los brillantes rayos del sol iluminaban el lugar, trayendo consigo el abrir de sus ojos. Miró en derredor, sintiendo como sus ojos pesaban. No había nadie, solo él y su culpa. Suspiró mientras levantaba su adolorido cuerpo. Recorrió en silencio el pasillo que se le antojaba largo. Las puertas de ella estaban cerradas, menos uno. Sintió una fuerte atracción hacia ese pequeño mundo del maknae de la casa. Tomó aire a duras penas, y entró en ella. Miró para atrás, por miedo a que lo pillaran. Jaló la silla y se sentó, ocasionando un inaudible sonido. Acarició el teclado para acto seguido mover los dedos sobre él. Millones de palabras que intentaban buscar algo.
Escuchó un ruido, unos pasos, una respiración. Se puso nervioso.
- ¿Hyung?- escuchó.
Se dio la vuelta lentamente, sintiendo un extraño miedo al haber sido pillado:
- Taemin- dijo con dificultad.
- ¿Qué te sucede, hyung?- le preguntó entrando-. ¿Qué hacías?
El menor se acercó y miró la pantalla del monitor central:
- Estoy buscando...- suspiró-. El otro día, me encontré con un viejo amigo- dijo revelando todo-. Me contó, que estaban haciéndolo de nuevo.
Su rostro se crispó molesto, inundado de ira:
- Y estoy intentando buscar algo a cerca de ello- murmuró mirando su puño.
El castaño sonrió:
- Yo te ayudo-agregó apoyando su mano sobre el hombro del otro-. Pero antes, vamos a desayunar, ¿vale?
El alto lo miró dulcemente, estaba realmente agradecido. Se levantó y salió del lugar junto a él:
- Buenos días- dijo el peliblanco alegremente colocando los cubiertos.
El cara rana sonrió:
- Ya está el desayuno, todos a la mesa- sentenció el rubio.
No se hicieron de rogar, cada uno tomó asiento en la gran mesa, y comenzaron a degustar el sabroso desayuno:
- Vamos- avisó el menor de ambos.
- ¿Y la mesa?- preguntó-. Sabes que se va a-
- Están los demás- dijo guiñándole un ojo.
El alto se dio por vencido y salió de allí. Estaba realmente agradecido con el pequeño, pues según se sentó en su silla, y sus dedos volaron veloces sobre el teclado, apareció:
- Esto es... ¿un bar?- dijo el menor confundido-. Está mal.
- No- negó-. Está bien.
Lo miró:
- ¿Seguro?
- Lo recuerdo perfectamente.
Sus ojos se volvieron tristes, y fijaron la mirada en aquella imagen, que mostraba un viejo y bien lustrado bar, con colores oscuros y sin luz. Bar Apustela:
- Es ahí, estoy más que seguro- ultimó
.
Se quedó en silencio, mientras el pequeño miraba más información, confirmando aún más, que ese era el lugar:
- Tengo que ir- dijo.
Lo miró:
- Vamos a ir- avisó.
- ¿Cómo?- le preguntó incrédulo.
Se levantó rápido, corriendo, negando que el mayor pudiera detenerlo. Lo siguió, a pesar de no saber que se proponía:
- ¡Minho-hyung quiere ir solo!- vociferó en medio del salón.
Los que se encontraban en él lo miraron sin comprender:
- ¿Qué sucede, Tae?- preguntó el líder.
El alto apareció y se dio mínimamente en la cabeza, realmente molesto:
- Solo quiero ir a un bar- dijo como si fuera de lo más normal.
- ¿A qué bar, hyung?- le preguntó el maknae.
Se molestó:
- No os entiendo- intervino el felino.
- Hyung quiere ir a un bar, donde se realizan las peleas- habló el castaño.
El peliblanco se acercó a ellos y se quedó con los brazos en jarras, mirando la escena:
- Y quiere ir solo- añadió.
Esas últimas palabras fueron las definitivas:
- Es evidente que no vamos a dejarlo ir solo, Tae- sonrió el de sonrisa amable.
Un suspiro por parte de este:
- Solo quiero... investigar- dijo débilmente.
- Minho- intervino el peliblanco-, no vas a ir tu solo, ni mucho menos. Iré yo contigo.
Un gran silencio se formó en la sala:
- Yo también quiero ir.
Todas las miradas fueron a parar sobre él, y a decir verdad, no eran nada agradables:
- Usted, señorito, se va a quedar con nosotros aquí, ¿entendió?- le dijo molesto el de piel de porcelana.
Se puso de morros:
- Yo...joo…
Sonrisas:
- No seas bobo, pequeño- se le acercó el mayor de todos.
- Prepárate, Minho- habló el felino-.Vais esta noche, ¿no?
Este asintió:
- Sí, cuanto antes mejor. Esos niños, están sufriendo.
El día pasó veloz y silencioso. El peliblanco y el alto se preparaban para la noche. Vestimentas lujosas y complementos de buena apariencia. Debían aparentar tener dinero. Nuevas identidades. El rubio preparaba una buena cena, lista para que tuvieran energías. El líder ayudaba al maknae, mirando los planos del lugar, y buscando ese escondite que este tenía, ese que solo aquellas personas conocían, y que esa misma noche, ellos también.
CAPÍTULO 17
Su expresión se congeló, se quedó estático en el sitio. El tiempo parecía haberse detenido ante aquella visión. Una corriente gélida golpeó su cuerpo y su corazón se contrajo dolorosamente. Había un niño atado en el baño. Una cuerda negra lo amarraba del cuello a la pared sin posibilidad de escapar. Se encontraba tirado bocabajo tapado mínimamente con una sábana, estaba desnudo… Él era el que provocaba esos sollozos, se le notaba hipar. Su cuerpo subía y bajaba, aun estando en aquella posición. Cuando por fin su cuerpo obedeció, se acercó lentamente, agachándose a su altura. Movió su mano sintiendo la piel helada de su espalda. El menor al notar el contacto se recolocó rápidamente alejándose de él, pegándose a la pared más lejana.
Sus ojos se clavaron en los de aquel pequeño ángel, como lo había denominado rápidamente según lo vio. Su rostro era hermoso, sus facciones infantiles eran realmente tiernas, pero todo eso era opacado por su tono pálido, estaba desnutrido y su cuerpo estaba lleno de moretones, arañazos…maltratado de sobremanera. Su expresión de dolor, de tristeza…estaba aterrado, pero parecía estar acostumbrado a ese sentimiento:
- ¿Cómo te llamas? –le susurró.
El menor volvió a sollozar sin apartar la mirada de aquel extraño que no había visto nunca antes. ¿Sería alguien nuevo de la pandilla? Cuando vio que el intruso iba a acercarse, se tapó con la sábana hasta la cabeza. Temblaba notoriamente.
Se fijó en aquella tela con la que se cubría el pequeño. Su mandíbula se tensó, aquello que la manchaba…era sangre y se podían distinguir, otras manchas. No supo en qué momento la ira recorrió su cuerpo, pero un doloroso sentimiento atravesó su corazón, partiéndolo en dos. Era sensible al dolor que estaba recibiendo por parte de ese niño con solo verlo. El moreno tiró de la sábana descubriendo su cabeza. Sus pequeños ojos lo volvieron a mirar. Su mano se volvió a dirigir hacia él. El pequeño luchaba contra la pared, como si pudiera alejarse más:
- D-éjam-e –dijo casi inaudible- no me to-ques –lloraba- por favor.
Sus palabras fueron como cuchillas:
- Solo quiero ayudarte, voy a sacarte de ahí.
El menor abrió los ojos sorprendido, pero rápidamente negó:
- ¿Cómo qué no? ¿No quieres salir de aquí?
- N-o…estoy bien.
- Te tienen amenazado, ¿verdad? –dijo entrecerrando sus ojos.
- N-o –sus lágrimas caían más fuertes ahora.
- Pequeño… -le dijo suavemente- se acabó. Ya estás a salvo, yo te protegeré –le sonrió cálidamente.
Su sonrisa…no era un chico como los demás. Era diferente. No confiaba en nadie, todos le habían fallado, pero él, tenía algo especial. De alguna forma, le transmitía un sentimiento cálido, su voz dulce lograba reconfortarlo por un momento. ¿Lo iba a ayudar de verdad? ¿O solo lo estaba engañando para utilizarlo como mascota al igual que el resto? Sin darse cuenta, sintió un suave tacto en su mejilla. Comenzó a limpiarle las lágrimas. En lugar de asustarse, lo tranquilizaba. Sus tiernos ojos lo miraban triste, pero a la vez, veía esperanza en ellos, tal vez… él lo sacaría de allí de verdad:
- Ven conmigo –lo besó tiernamente en la frente.
- Yo… -quería irse, su corazón le pedía a gritos irse con él.
- No te preocupes, no te haré daño –otra vez esa sonrisa suya- ¿vamos?
El menor dudó un poco, pero después asintió tímidamente. El mayor se quitó la camiseta y le quitó aquella tela cargada de pésimos momentos, con la que se cubría, junto con la cuerda que lo amarraba del cuello. Lo envolvió con su prenda y lo cargó en brazos, afirmando su teoría. Este niño no había comido nada durante días. Salió del baño rápidamente y abrazó más fuerte a aquel pequeño ser que se acurrucaba en su pecho. Volvió sobre sus pasos, llegando hasta su habitación. Cerró la puerta y se dirigió al baño. Tenía que limpiarlo. Llenó la bañera de agua caliente y lo depositó ahí con cuidado:
- Espera, ahora vengo.
Él asintió entrando en calor gracias a la temperatura que cogía el baño por el vapor. Fue al armario de la habitación y sacó una toalla de las dos que había y otra muda de ropa que daban allí. Era evidente que le quedaría grande, pero tenía que vestirse. Regresó al baño y comenzó a limpiarlo suavemente con la esponja, bajo la atenta mirada del menor, quien cada vez, se sentía mejor. Cada vez que iba a enjabonarlo por una parte, descubría más heridas en su cuerpo. Eso lo enfurecía de sobremanera. Terminó de bañarlo, secándolo y poniéndole la ropa. El niño estaba demasiado débil como para mantenerse mucho tiempo de pie, así que lo llevó hasta la cama, acomodándolo y cubriéndolo con las mantas:
- Siento no darte comida, tendremos que esperar hasta mañana –dijo apenado, más por el menor que por él mismo. Estaba acostumbrado a no comer.
- No impor-ta…hyung –dijo escondiendo su pequeño rostro ente las mantas.
El moreno sonrió y se acostó con él. Aunque al principio, el pequeño se asustó un poco por su cercanía, después se acercó a él, separándose de la fría pared, acurrucándose en su pecho. Le encantaba la calidez que desprendía. Le transmitía total confianza y su presencia lo calmaba. Jonghyun lo envolvió en sus brazos atrayéndolo más hacía él y comenzó a acariciarle suavemente la cabeza:
- ¿Cuál es tu nombre?
- Lee Taemin –susurró.
- Me gusta tu nombre, Minnie –el menor se sonrojó.
- ¿Y hyung? –lo miró con sus pequeños ojitos.
- Kim Jonghyun –le sonrió.
- Hyung…tiene una sonrisa muy bonita –bajó la mirada avergonzado.
El moreno soltó una pequeña carcajada. Era adorable:
- Y tú eres muy hermoso –le acarició la mejilla- mi pequeño.
Taemin se sonrojó de nuevo por sus palabras. ¿Cuánto hacía que alguien no lo trataba bien? Aunque esos terribles episodios que vivió hasta hace poco lo hacía querer morir, su hyung lograba de alguna manera sanarlo. No sabía explicarlo, pero ahora que estaba con él, no quería que se alejara:
- Será mejor que te duermas.
- Buenas noches hyung –cerró los ojos.
- Descansa Minnie.
Por más que lo intentara, las imágenes de sus recuerdos, lo atormentaban y unas pequeñas lágrimas se empezaron a escurrir por sus mejillas:
- No llores Taemin. Ya se acabó todo, ahora estás conmigo.
- Hyung… -sollozaba dolorosamente- tengo miedo, mucho…
- Cálmate –le limpió las lágrimas.
- Ellos… -susurró.
- ¿Qué?
- Ellos vendrán, tengo miedo. No quiero que me vuelvan a tocar, hyung… -no podía parar de llorar.
- Shhh… no te preocupes, no vendrán, yo te protegeré pase lo que pase. No voy a permitir que sufras más –le acariciaba tiernamente la espalda.
Le partía el alma. El mayor suspiró. Lo comprendía después de pasar las noches en alerta, el pequeño hacía mucho que no dormía, tenía los nervios presentes. Iba a intentar una cosa. Se aclaró la garganta y empezó a entonar una melodiosa canción que poco a poco inundó el lugar. Las dulces notas escapaban de sus labios y se mecían en los oídos de menor, quien parecía sucumbir ante ellas. Poco a poco, sus ojitos se fueron cerrando hasta que por fin, se durmió. Lo miró con ternura, no sabía por qué, pero ese pequeño niño lo había atrapado, había tocado su corazón y unas ganas de protegerlo se apoderaron desde que lo vio.
Le depositó un beso en la frente y apagó la luz. Pronto amanecería, pero no importaba. Lo único en lo que pensaba era en vengar al pequeño. Acabaría con todos aquellos que se atrevieron a ponerle una mano encima. No tenían escrúpulos al violar a un niño y encima tenerlo de mascota encerrado en tan malas condiciones. Eso no tenía perdón y debían sufrir sus consecuencias.
Después de un par de horas, los rayos de sol comenzaban a salir, iluminando mínimamente la habitación. Jonghyun miró al pequeño, quien se encontraba aferrado a su camisa, durmiendo plácidamente. Le encantaba, era muy dulce.
Se movió un poco, causando que el menor frunciera el ceño adorablemente. Siguió poco a poco hasta liberarse, le daba pena, pero debía atender unos asuntos. Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta, abriéndola despacio para no despertarlo y cerrándola al salir. Todavía era muy temprano y la mayoría dormían, seguro que aprovecharían ese momento, así que él también lo haría.
Entrecerró sus ojos conteniendo su ira y apretó los puños, esto se había acabado.
Habían hecho un sorteo y por fin, hoy le tocaba primero. Se había levantado con ganas de diversión y quería satisfacerlas. Caminó el largo pasillo hasta el baño y abrió la puerta, asegurando antes, que no hubiera nadie alrededor, no era cuestión de que les descubrieran y les quitaran su juguetito. Por eso, tampoco encendió la luz. Se adentró en el baño por fin y se dirigió al último cubículo del lugar. Con una sonrisita en la boca fue abriendo la puerta, encontrándose con una grata sorpresa:
- ¿Buscabas algo? –se oyó una voz ronca.
Rápidamente cerró de nuevo la puerta y fue nulo su intento de correr. Sintió como lo agarraban del cabello fuertemente y lo llevaban delante del espejo. Miró su rostro. Le daba miedo. Sus facciones duras le imponían respeto y esa mirada… parecía poseído, se asemejaba a dos dagas afiladas apunto de destriparlo. Entonces lo entendió, él los había descubierto:
- Te diré una cosa… -se acercó a su oído- tengo más ganas de divertirme que tú y demasiado pronto fue tu llegada, aunque me alegra, me estaba empezando a aburrir –notó su aliento chocar contra su cuello.
Iba a abrir la boca cuando un fuerte golpe fue a parar en su espalda estrellándolo contra los lavamanos. El filo había aterrizado en su zona baja. La fuerza con la que lo había golpeado era inhumana. Se encontraba agonizando profundamente. ¿Quién era este?
- Será mejor que cierres tu asquerosa boca, porque si no, los dientes se te van a caer más rápido de lo que pensaba.
Lo volvió a agarrar del pelo partiéndole la cara contra el mármol. Sonrió. La cara le había quedado bonita después del golpe. Le dio la vuelta, poniéndolo de espaldas al espejo, le pisó los pies con una pierna y la otra fue a parar en todo su pecho, doblándolo otra vez, haciendo que se golpeé fuertemente contra los lavamanos de nuevo. Unos crujidos retumbaron en su cuerpo. Le había partido la espalda y no se podía levantar:
- Quizá te deje marca, si sobrevives igual te importa –sonrió.
No podía gritar, ya no sentía que estaba vivo, sus ojos casi en blanco no enfocaban. Su cuerpo machacado escurría sangre. Él seguía pegándole de la manera más dolorosa posible. No iba a resistir. Después de usarlo como saco de boxeo, lo bajo de las perchas dónde lo tenía colgado a la pared:
- Dime una cosita, por tu bien será mejor que me respondas. ¿Dónde está el resto?
- Y-o…n-o…
- No quiero excusas, será mejor que me lo digas antes de que empiece a contar hasta tres…
- …
- Uno.
- …
- Dos…
- Es-tá-n…en la… 637
Una sonrisa decoró sus labios:
- Bueno chico, ahora vendrás conmigo, para que tus amiguitos vean lo bien que sabes guardar un secreto.
Entró en el último cubículo, cogió la cuerda con la que habían amarrado a Taemin y se la ató al cuello, empezando a arrastrarlo por el pasillo, rumbo a la habitación indicada. Algunas gotas de sangre se perdían en el camino. Ahora llegaba el plato fuerte, se iba a divertir mucho. Llegó frente a la habitación y su sangre volvió a hervir al escuchar los divertidos comentarios que hacían al respecto. Esa iba a ser la última vez que se reían.
De una fuerte patada, abrió la puerta de golpe, dejando al coro de chicos asustados. Todos lo miraban comenzando a temblar, su mirada los aterraba. Dio un paso hacia atrás y lanzó a su amigo al centro de la habitación, ante la vista horrorizada de todo el mundo. Todos empezaron a alejarse de la puerta. El rebaño se agrupaba solo. Comenzó a adentrarse en la habitación ante los gritos del resto y cerró la puerta. Se crujió los dedos lentamente y una sonrisa de lado se formó en sus labios.
[Fin Flash Back]
Las lágrimas amenazaban salir de sus ojos, estaba inundado de tristeza al recordar aquellos momentos tan oscuros de sus vidas:
- No llores pequeño- le susurró.
Este intentó tomar aire sin ser interrumpido por un sollozo:
- No puedo- contestó con dificultad.
El peliblanco bajó la cabeza, teniendo a vista tan solo sus cabellos castaños. Sentía la tristeza recorrer sus venas y dominar su corazón:
- Era tan real- agregó a su silencio.
Se mordió el labio con fuerza, comenzaba a ponerse rojo:
- Ahora estás aquí, conmigo, con los chicos- dijo acariciando su espalda con delicadeza.
- Hyung- habló-, tengo miedo.
El moreno bajó la mirada confundido:
- ¿Miedo?- preguntó.
- Y si...-se detuvo, tomó aire y continuó-. ¿Y si os pierdo?
El peliblanco sonrió:
- Yo estoy a tu lado, gran pequeño- dijo con confianza-. Estaremos juntos hasta que el destino lo prediga así- concluyó.
- No quiero...
Lo apretó contra su pecho, y entonces lo hizo, aclaró su garganta y comenzó a entonar las notas, débiles, pero fuertes. Armoniosas para el menor, perfectas y significativas. Abrazó al mayor y sonrió dulcemente:
- Gracias, hyung- susurró entre sus cuerpos.
El peliblanco acarició sus cabellos con delicadeza. Esperaba a que el castaño cayera en los dulces sueños. Sentía como su camisa roída y vieja estaba húmeda ante las agrias y angustiosas lágrimas que se dejaban salir de sus ojos.
- Te quiero- murmuró en un hilo de voz.
Cerró los ojos al igual que él y se dejó llevar, mientras la cálida melodía salía de sus labios.
Los brillantes rayos del sol iluminaban el lugar, trayendo consigo el abrir de sus ojos. Miró en derredor, sintiendo como sus ojos pesaban. No había nadie, solo él y su culpa. Suspiró mientras levantaba su adolorido cuerpo. Recorrió en silencio el pasillo que se le antojaba largo. Las puertas de ella estaban cerradas, menos uno. Sintió una fuerte atracción hacia ese pequeño mundo del maknae de la casa. Tomó aire a duras penas, y entró en ella. Miró para atrás, por miedo a que lo pillaran. Jaló la silla y se sentó, ocasionando un inaudible sonido. Acarició el teclado para acto seguido mover los dedos sobre él. Millones de palabras que intentaban buscar algo.
Escuchó un ruido, unos pasos, una respiración. Se puso nervioso.
- ¿Hyung?- escuchó.
Se dio la vuelta lentamente, sintiendo un extraño miedo al haber sido pillado:
- Taemin- dijo con dificultad.
- ¿Qué te sucede, hyung?- le preguntó entrando-. ¿Qué hacías?
El menor se acercó y miró la pantalla del monitor central:
- Estoy buscando...- suspiró-. El otro día, me encontré con un viejo amigo- dijo revelando todo-. Me contó, que estaban haciéndolo de nuevo.
Su rostro se crispó molesto, inundado de ira:
- Y estoy intentando buscar algo a cerca de ello- murmuró mirando su puño.
El castaño sonrió:
- Yo te ayudo-agregó apoyando su mano sobre el hombro del otro-. Pero antes, vamos a desayunar, ¿vale?
El alto lo miró dulcemente, estaba realmente agradecido. Se levantó y salió del lugar junto a él:
- Buenos días- dijo el peliblanco alegremente colocando los cubiertos.
El cara rana sonrió:
- Ya está el desayuno, todos a la mesa- sentenció el rubio.
No se hicieron de rogar, cada uno tomó asiento en la gran mesa, y comenzaron a degustar el sabroso desayuno:
- Vamos- avisó el menor de ambos.
- ¿Y la mesa?- preguntó-. Sabes que se va a-
- Están los demás- dijo guiñándole un ojo.
El alto se dio por vencido y salió de allí. Estaba realmente agradecido con el pequeño, pues según se sentó en su silla, y sus dedos volaron veloces sobre el teclado, apareció:
- Esto es... ¿un bar?- dijo el menor confundido-. Está mal.
- No- negó-. Está bien.
Lo miró:
- ¿Seguro?
- Lo recuerdo perfectamente.
Sus ojos se volvieron tristes, y fijaron la mirada en aquella imagen, que mostraba un viejo y bien lustrado bar, con colores oscuros y sin luz. Bar Apustela:
- Es ahí, estoy más que seguro- ultimó
.
Se quedó en silencio, mientras el pequeño miraba más información, confirmando aún más, que ese era el lugar:
- Tengo que ir- dijo.
Lo miró:
- Vamos a ir- avisó.
- ¿Cómo?- le preguntó incrédulo.
Se levantó rápido, corriendo, negando que el mayor pudiera detenerlo. Lo siguió, a pesar de no saber que se proponía:
- ¡Minho-hyung quiere ir solo!- vociferó en medio del salón.
Los que se encontraban en él lo miraron sin comprender:
- ¿Qué sucede, Tae?- preguntó el líder.
El alto apareció y se dio mínimamente en la cabeza, realmente molesto:
- Solo quiero ir a un bar- dijo como si fuera de lo más normal.
- ¿A qué bar, hyung?- le preguntó el maknae.
Se molestó:
- No os entiendo- intervino el felino.
- Hyung quiere ir a un bar, donde se realizan las peleas- habló el castaño.
El peliblanco se acercó a ellos y se quedó con los brazos en jarras, mirando la escena:
- Y quiere ir solo- añadió.
Esas últimas palabras fueron las definitivas:
- Es evidente que no vamos a dejarlo ir solo, Tae- sonrió el de sonrisa amable.
Un suspiro por parte de este:
- Solo quiero... investigar- dijo débilmente.
- Minho- intervino el peliblanco-, no vas a ir tu solo, ni mucho menos. Iré yo contigo.
Un gran silencio se formó en la sala:
- Yo también quiero ir.
Todas las miradas fueron a parar sobre él, y a decir verdad, no eran nada agradables:
- Usted, señorito, se va a quedar con nosotros aquí, ¿entendió?- le dijo molesto el de piel de porcelana.
Se puso de morros:
- Yo...joo…
Sonrisas:
- No seas bobo, pequeño- se le acercó el mayor de todos.
- Prepárate, Minho- habló el felino-.Vais esta noche, ¿no?
Este asintió:
- Sí, cuanto antes mejor. Esos niños, están sufriendo.
El día pasó veloz y silencioso. El peliblanco y el alto se preparaban para la noche. Vestimentas lujosas y complementos de buena apariencia. Debían aparentar tener dinero. Nuevas identidades. El rubio preparaba una buena cena, lista para que tuvieran energías. El líder ayudaba al maknae, mirando los planos del lugar, y buscando ese escondite que este tenía, ese que solo aquellas personas conocían, y que esa misma noche, ellos también.
~ Dongmaeng ~
Jonghyun y Taemin <3
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