Titulo: Enough
Autor: Faby Estrada
Género: Romántico(?) LOL. No sé :(
Parejas: MinKey
Advertencias: Para las que no conocen como escribo, puede que se queden con los ojos muy abiertos(?) Bueno, no tanto, pero escribo con vocabulario muy crudo, a mi parecer.




Tomando un largo trago de cerveza dentro de una habitación que no era la suya, Kim KiBum miró con total descaro y detenimiento el cuerpo largo, musculoso, delgado e inerte de Choi Minho.

El rapero principal de SHINee estaba desparramado en la cama, tenía una mano sobre su trabajado abdomen y la otra desaparecía debajo de la muy delgada manta que cubría la mitad inferior de su cuerpo perfecto. Dios, hasta durmiendo se veía hermoso; su rostro relajado y sus labios estando ligeramente separados hacían que KiBum quisiera estar horas y horas observando a esa maravillosa persona durante años.

¡Maldición!

Dio un paso hacia atrás y se mordió el labio, intentando no hacer ningún ruido, cuando Minho frunció el ceño y se removió un poco cambiando de posición durante el sueño. KiBum dejó pasar unos minutos hasta estar seguro de que su compañero dormía como un tronco antes de que decidiera acercarse nuevamente. Mientras se ponía de rodillas junto a la cama y dejaba su cerveza en el suelo, KiBum recordó todas las veces que había visto a Minho desnudo mientras tomaba un baño. Se sabía de memoria en dónde se encontraba cada cicatriz y lunar que cubría la exquisita y bronceada piel de Minho. Así como sabía que, en ese preciso momento, Minho dormía sin nada de ropa.

Puso los ojos en blanco antes de clavar la mirada en la entrepierna del alto; una zona completamente prohibida e inalcanzable para él. Suspiró, no sabía con exactitud en lo que lo convertía el estar dentro de la habitación del hombre que era dueño de sus fantasías más perversas, pero lo que sí sabía era que esto no era pasajero y que estaba absoluta e irremediablemente enamorado de Choi Minho.

Joder, estaba empezando a cansarse de todo esto. ¿Cuántas veces había intentado obtener la atención de Minho sin conseguir nada? Había sido un estúpido al pensar que adquiriría algo, cualquier cosa, de Choi cada vez que dejaba que Jonghyun lo tocara en público. ¿Cómo carajos llegó a pensar que Minho se pondría celoso si ni siquiera sabía si le iban los hombres?

Apoyando el codo en el colchón y la sien en la palma de la mano, KiBum miró con anhelo el rostro bonito y apacible de Minho.

—¿Cuándo voy a conseguir algo de ti? —Susurró antes de que pudiera detenerse.

Enderezó la espalda y se tapó la boca con una mano, rezando mientras comenzaba a sudar para que Minho no abriera esos enormes ojos y lo descubriera junto a él.

Cuando no hubo ningún movimiento de parte del alto, KiBum se relajó y se rió. Claro, ¿cómo pudo olvidar que Minho dormía como un cadáver y nada en el mundo lo despertaba una vez empezaba a soñar?

Negando con la cabeza, recogió la botella medio vacía de cerveza y se puso de pie. Soltó un improperio cuando se dio cuenta de que ya estaba más que mareado por culpa del alcohol y no logró estabilizarse antes de intentar agarrarse a cualquier cosa que tuviera enfrente para no enterrar la nariz en el suelo cuando cayera.

Sus dedos se cerraron con fuerza alrededor de un brazo.

Fuck!

KiBum sabía que Minho estaba despierto ahora, y no por la maldición recién soltada y que no había salido de su boca, si no por los ojos abiertos y somnolientos que tenía frente a él. Vio el brillo del enojo posarse en ellos breves segundos, después el de la confusión y, por último, el de la comprensión.

Mierda, estaba jodido.

Soltó el agarre que tenía en aquel brazo firme y se incorporó apresuradamente mientras trataba de pensar en una excusa sin dar con una respuesta, antes de que la ronca y sensual voz de Choi le pusiera la piel de gallina.

—¿Key? —Dijo, incorporándose sobre sus codos. Dios, su mirada se desvió a ese pecho libre de vello y musculoso. Joder, KiBum quería tirarse sobre él y lamerlo por todos lados. —¿Qué estás haciendo aquí?

¿Ah?

Sacudiendo la cabeza, cruzó las piernas a la altura de los tobillos para tratar de ocultar su sorpresiva erección. Maldita sea, tenía que controlar sus pensamientos, no era momento para estar soñando en darle un baño de baba a Choi en vez de encontrar una buena excusa para salir de aquí.

—Ehr, yo… —bajó la mirada, encontrando la botella verde de Heineken en el suelo y, por lo tanto, su salvación. Sonrió con insuficiencia y alzó las manos en un movimiento exagerado—. ¡Yo vine a ver cómo estabas, Mingo! —Chilló, alargando la última letra en una explosión sorpresiva de aegyo.

La cara de Minho cambió drásticamente en un santiamén. KiBum casi se rió al ver la alarma en su gesto. Casi.

—¿Estás ebrio?

—Ño —contestó, sonriendo hasta que las mejillas le dolieron.

Minho soltó un suspiro antes de agarrarse el puente de la nariz con la mano en una señal de frustración.

—No, por favor, Key, no empieces a hacerme aegyo —murmuró—. Sabes que no lo soporto.

Sí, lo sabía demasiado bien.

Y le dolía.

Si Minho odiaba sus aegyos, entonces eso significaba que no tenía ningún interés en él.

Haciendo un puchero y conteniendo sus traicioneras lágrimas, KiBum se dejó caer en el suelo y se cruzó de brazos.

—Te odio —suspiró, sorprendiéndose cuando su voz salió temblorosa y débil.

—Key…

—Yo sólo quiero —oh, cállate antes de que digas algo que te haga perderlo definitivamente—, yo sólo… —se mordió el labio inferior, con fuerza. No quería perder a Minho, preferiría mil veces tenerlo como un amor prohibido y mejor amigo, que no tenerlo.

¿Y sufrir toda la vida? Claaaaaaro, eso es preferible.

Cerró los ojos ante ese pensamiento. ¿De verdad iba a poder soportar estar al lado de Minho, guardando bajo llave sus sentimientos y actuando como si nada pasara? ¿De verdad era tan cobarde como para no intentar conquistarlo?

Soltó un bufido al mismo tiempo que abría los ojos y miraba al dueño de su corazón. ¿Por qué iba a funcionar algo con alguien con el que compartía más gritos que risas, y empujones que abrazos? Sí, podía amar con toda el alma a Choi Minho, pero algunas cosas de él lo sacaban de quicio y siempre hacían que terminaran peleándose.

¿Así que por eso te quedarás con la duda y no harás nada para remediar tu patética situación?

Infiernos, ¿de dónde mierda provenía esa jodida voz en su cabeza?

Tragó saliva y decidió aprovechar esta oportunidad. Trató de no pensar en que sería un error, pero nada era seguro, ¿no? Total, si pasaba algo que no le convenía, entonces pondría de excusa su supuesto estado de ebriedad.

Armándose de valor, se puso de pie y saltó a la cama del alto. No le tomó importancia al gesto de espanto de Minho y terminó sentándose en su regazo.

Oh, Jesús, definitivamente pasara lo que pasara, nunca iba a olvidar este momento.

—No te odio —confesó, agitando las pestañas y subiendo la voz un tono. Rodeó el cuello largo con las manos y estuvo a punto de brincar cuando los brazos fuertes se cerraron alrededor de su cintura. Joder, ¿de verdad estaba pasando esto?

Minho lo miró con el ceño fruncido.

—¿Ah, no?— Preguntó, se veía preocupado y tenso a la vez.

KiBum negó con la cabeza.

Aquí vamos.

—La verdad es que te amo, Choi Minho.

Un incómodo silencio se instaló alrededor de ellos. Se quedaron mirando toda una eternidad, KiBum no sabía qué hacer ni qué decir. ¿La había cagado, cierto? Suspiró pesadamente y, justo cuando iba a bostezar para empezar con su actuación de tengo-sueño-porque-estoy-ebrio, Minho se echó a reír y le enmarcó la cara con las manos.

—Nunca pensé que lo diría pero… —le dio un beso en la nariz. Santa mierda, ¡en la nariz! KiBum casi tuvo un orgasmo ahí mismo. Oh, joder. —Eres tan lindo.

—Ah —se removió incómodo. Le ardía la cara y daba gracias al cielo que la habitación estuviera un poco oscura, así Minho no vería lo sonrojado que estaba—, yo…

—También te amo, Key.

Se quedó quieto y regresó su atención a Minho. Wow, ahora sí tenía problemas para creer que lo que estaba pasando era real.

—¿Estás ebrio? —Preguntó, haciendo que Minho soltara un bramido de risa.

Oh, Dios, era tan sexy.

—Nop, ¿por qué lo preguntas?

KiBum soltó un bufido y casi se rió.

—Tú nunca me dices que me amas.

—Tú tampoco.

Ah, eso era cierto.

—Eso es porque estoy ocupado gritándote por las mañanas que te levantes o llegaremos tarde a nuestros ensayos, o por andar desnudo, como si nada pasara, por toda la casa —tragó saliva—. ¿Acaso no te das cuenta de lo que provoca el que te presentes como Dios te trajo al mundo frente a mí?

Mierda, ya estaba. Lo había dicho.

Minho entrecerró los ojos y lo miró detenidamente. KiBum casi esperaba que lo lanzara lejos, pero se sorprendió cuando esa mirada se dirigió directamente hacia su boca. Fueron los segundos más eternos de la vida, segundos en los que Key aguantó la respiración.

Era ahora o nunca.

—A la mierda —explotó, moviendo las manos y atrayendo a Minho para un beso.

En el momento en que sus labios se presionaron con los contrarios, KiBum sufrió de una erección severa. Sagrada mierda, iba a estallar. Soltó un gemido cuando su beso fue correspondido.

¡Correspondido!

Abrió los ojos y vio los de Minho cerrados. Era más que evidente que ese gesto era de disfrute. Quiso llorar de felicidad, pero en vez de eso se limitó a hacer lo mismo y disfrutar del momento. Empezó a moverse hacia adelante, queriendo atrapar más de Minho. Dios, lo amaba tanto, que le dolía.

Inclinó la cabeza para tener un mejor ángulo y atrapó el labio inferior; lo sintió lleno y suave, y no pudo resistirse… Lo mordió, lo chupó y lo lamió. Lo saboreó.

Estaba tan concentrado que podía notar que el calor en su cuerpo se hacía cada vez más y más intenso. Frunció el ceño cuando se mareó y su mundo empezó a girar y a girar… No, espera, no era eso, era Minho dándole la vuelta y obligándolo a quedar debajo de él.

—Oh —soltó un suspiro y separó las piernas para poder alojar el esbelto cuerpo de Minho entre sus muslos.

—Joder.

Ambos gimieron cuando las durezas de sus entrepiernas se rozaron. Ay, madre de Dios, por un momento había olvidado que Minho estaba absoluta y gloriosamente desnudo. Su pene tuvo un espasmo involuntario ante ese pensamiento, golpeando dolorosamente su pantalón.

Se quejó. ¿Qué hacía vestido todavía?

—Minho, por favor —suplicó.

Estaba tan metido en dejarse llevar en el agitado acto que estaba por venir, que no le tomó importancia a las miles de preguntas que seguramente tendría al terminar todo el jaleo que Minho y él harían mientras estaban en posición horizontal… o vertical.

Mmm.

Unas manos calientes y grandes se metieron dentro de su camisa. Su espalda se arqueó antes de que él pudiera detenerse. Extraño. Parecía como si su cuerpo se hubiera desconectado de su cerebro y lo único que necesitara para retorcerse como un gusano fueran las caricias de Minho.

Un agudo y rápido «riiiiip» se escuchó entre sus gemidos y fuertes respiraciones.

¿Qué…?

Oh, joder, Minho le había arrancado la camisa.

Tan caliente. Tenía enfrente a un hombre totalmente excitado y desesperado por reclamarlo.

—¡Sí! —Jadeó, sus ojos se fueron detrás de su cabeza y sentía que ésta le iba a estallar de tanto placer.

—Key —susurró Minho, presionando un beso en su cuello—, ¿estás seguro de esto?

¿Estaba de broma? Estaba casi muriendo y no iban ni a mitad de lo que él quería.

—Cállate y bésame… —se lamió los labios, atrapando con la mano el culo desnudo de Minho—, fóllame, por favor, Minho —el «por favor» estuvo de más en la oración, su voz fue dura, ruda y desesperada. Era más una demanda que una petición, pero KiBum tenía miedo, miedo de que esto fuera una broma que su jodida cabeza le hacía.
Dios, pero las caricias de Minho se sentían demasiado reales.

—Hazlo —suplicó.

La respuesta que obtuvo fue mejor de lo que esperaba. El salvaje gruñido de Minho le quitó el aliento y KiBum no fue consciente de cómo pasó, pero de repente su pantalón estaba fuera de él al igual que su ropa interior. Joder, ¿acaso Minho era un mago, o había aprendido eso para «The wizard» y él no se había enterado?

Como sea…

Su cuerpo fue girado sobre el colchón como el de un pollo rostizado, soltó un quejido, ahora estaba boca abajo y completamente desnudo. Las manos de Minho no tardaron en regresar para acariciarle cada centímetro de piel hasta detenerse sobre sus nalgas.

A pesar de que eso era lo que quería, KiBum se tensó, no pudo evitarlo. Se preguntó si le iba a doler. Chasqueó la lengua, seguro como el infierno que sí, pero, ¿Minho iba a ser gentil, cierto? Oh, y sí…

Sus pensamientos saltaron fuera de su mente cuando algo húmedo se deslizó por uno de sus glúteos y todo el camino hasta su ano, agarró las sábanas con fuerza y giró la cabeza para poder ver sobre su hombro.

Jesucristo.

La lengua de Minho había desaparecido entre sus nalgas y, a juzgar por la rica e inquietante sensación que estaba sintiendo, KiBum sabía exactamente en donde estaba.

—Mierda —jadeó, intentando no retorcerse y no impulsar sus caderas hacia atrás queriendo más. No iba a arruinar esto, no cuando Minho estaba haciendo esos sonidos tan sensuales con su garganta. Parecía aprobar su sabor cada vez que sacaba un gruñido y su lengua serpenteaba, lamiéndolo en lugares completamente prohibidos, lugares que no habían sido explorados aún.

¿Debería decirle?

Negando con la cabeza, se limitó a morderse el labio y gemir como si no hubiera un mañana. Su pene estaba en un necesitado estado de atención, pero aún así, estaba seguro de que no tardaba en culminar.

Minho era un experto con su lengua.

Cuando uno de esos calientes lengüetazos finalizó y nunca más volvió, KiBum tuvo ganas de llorar, pero Minho no le dio tiempo para eso. Un dedo húmedo reemplazó a su lengua y… Oh, Dios mío, la fuerte sensación empeoró tanto, que casi le hizo perder el sentido en el momento en que ese delgado dedo traspasó su apretado anillo de músculos.

—Key —susurró Minho, inclinándose y apoyándose sobre él. Su voz estuvo ahora junto a su oído—, estás tan apretado, bebé.

KiBum abrió la boca para contestar, pero nada más que un gemido ahogado salió de su boca. Alzó la mano hacia atrás y enterró los dedos en el cabello de Minho. En este momento, sólo pensaba en hacer una cosa. Giró la cabeza y buscó los labios contrarios.

Minho no se resistió, fue a su encuentro y lo besó tan ardientemente como él quería. KiBum frunció el ceño cuando la cama empezó a crujir y, si no hubiera sido por eso, no se habría dado cuenta de que era porque ellos habían empezado a moverse. Rodó los ojos al sentir la erección de Minho contra sus nalgas y un segundo dedo alojarse dentro de él.

—Ah —Minho interrumpió el beso y le lanzó una mirada de reproche—, si vas a morder, avísame.

—Jum —gimió, apretando en su interior los dedos largos—, entonces avísame cuando vayas a meter otro dedo en mi culo.

Minho se rió y KiBum sintió el retumbar de su risa justo sobre su espalda.

—Eres tan lindo.

No hubo tiempo para más pláticas. De repente, toda esa desesperación que KiBum había acumulado durante todos los años de amar a Minho, salió sin pedir permiso, sin avisar.

Y todo se fue al carajo.

Tiró del cabello de Minho hacia a él y empujó sus caderas, rotándolas frenéticamente. Unos dientes se cerraron fuertemente en la piel de su cuello, aumentando su placer…

KiBum se corrió con fuerza, al parecer a su erección le importaba un carajo que estuviera asfixiándose entre su cuerpo y el colchón, porque la cabrona se vació completamente y casi lo mató.

Pero no se detuvo. Oh, Dios, no podía.

Los dedos desaparecieron de su interior y las manos, ahora exigentes de Minho lo giraron de nuevo y, cuando el alto estuvo de vuelta sobre él, besando su pecho y lamiendo los restos de su liberación, KiBum entró al mismo tiempo al paraíso y al infierno. Se aferró con fuerza al cabecero de la cama y enredó las piernas alrededor de la cintura estrecha de Minho, inmediatamente el duro miembro del alto se rozó con el suyo ahora medio erecto. Pero por increíble que se sintiera, KiBum necesitaba tener ese trozo de gloria envuelta en carne en otro lugar de su cuerpo.

—Minho —susurró, soltándose del cabecero y deslizando los dedos por toda esa piel tostada y sudorosa. Le enterró las uñas sin piedad y Minho le respondió con un gruñido y con una mordida en su abdomen.

KiBum gritó, y volvió a gritar cuando sintió una fuerte presión en su entrada.

¡Sí!

Relajó el cuerpo y buscó con renovada urgencia aquellos labios a los que se había vuelto adicto. Y cuando Minho comenzó a empujar mientras lo besaba con la misma desesperación, los gemidos de Key quedaron atrapados en su boca.

Centímetro a centímetro, se sintió cada vez más empalado.

—¡Dios! —Rugió, alejándose del beso mientras sentía las bolas de Minho rozando su culo.

—Estoy adentro ahora, amor.

¿En serio? No me digas, Sherlock.

Quiso maldecir, pero se limitó a quedarse quieto y dio gracias al cielo que Minho tuviera la suficiente cabeza para hacer lo mismo.

—¿Estás listo? —Le preguntó después de un rato.

KiBum sólo tuvo la fuerza para asentir e, inmediatamente después, Minho comenzó a mover las caderas. Primero lento, después más rápido y más rápido. Hasta que sus embestidas llegaron a ser feroces, pero a la vez magistrales.

Todo estaba ya fuera de control para cuando su erección volvió y estaba a nada de liberarse otra vez. Se aferró con fuerza rodeando la espalda de Minho con los brazos y lo mordió.

—Joder —Minho se irguió un poco, lo agarró de la cintura y lo giró, dejándolos sentados y con él arriba. Lo miró—. Muévete y móntame, gato.

Key no tuvo que oírlo dos veces. El mismo frenetismo y la desesperación por terminar y seguir gozando de esto, le hicieron rodar las caderas nuevamente, pero eso no fue suficiente. Se apoyó de los hombros anchos frente a él y se puso de rodillas en la cama para poder alzarse y dejarse caer, una y otra vez, clavándose así mismo en la deliciosa carne de Minho.

—Sí, así. Muévete más, Key.

Los eróticos sonidos de carne contra carne fueron creciendo en el interior de la habitación, y cuando la respiración de Minho se volvió cada vez más y más pesada, KiBum sabía que estaba cerca, muy, muy cerca…

Con un grito que casi lo asusta, Minho se dejó ir y él lo sintió derramarse en su interior.

Sin dejar de moverse y maravillado por esa nueva sensación, KiBum buscó su propia culminación, pero esta vez no gritó alto. Y no es que no pudiera, si no que la boca de Minho estaba sobre la suya nuevamente y todo sonido quedó amortiguado.

Teniendo los dedos de Minho enterrados en su cabello mientras seguía besándolo, KiBum cerró los ojos y apoyó las manos en el caliente y fuerte pecho frente a él.

Wow, aquello había sido simplemente cosa del otro mundo.

Cuando volvió a abrir los ojos, su cuerpo se estremeció involuntariamente. La mirada que Minho le estaba dedicando no era una de reprimenda como era costumbre. No, aquella mirada estaba llena de pasión y, de acuerdo a lo que acababa de pasar, se atrevía a pensar que también era una mirada de amor.

—Minho —murmuró, bajando los ojos.

—¿Sabes lo mucho que esperé por este momento?

Bien, eso había sido como darle un golpe en el pecho.

—¿Qué? —Preguntó, irguiéndose.

Lo cual fue mala idea. El movimiento los hizo gemir. Mierda santa, por un momento había olvidado que Minho seguía todavía enterrado en lo más profundo de su cuerpo. Intentó levantarse, pero Minho no lo dejó, lo abrazó por la cintura y alejó un mechón de pelo de su frente.

—Será mejor que durmamos —susurró, dejando un pequeño beso sobre sus labios.

Después de unos segundos de no hacer nada y tras haber recibido un golpe de desilusión, KiBum asintió y, esta vez, cuando intentó moverse, Minho lo dejó. Pero luego, cuando tuvo intenciones de salir de la cama, un fuerte puño se envolvió en su muñeca.

—¿A dónde crees que vas?

Giró la cabeza, mirando con el ceño fruncido a su compañero.

—A… —¿desde cuándo tartamudeaba? —Voy a mi cuarto, por supuesto.

Minho negó con la cabeza.

—Quédate.

Y eso fue lo último que fue dicho.

Esa noche, KiBum durmió con la seguridad de los brazos de Minho envueltos a su alrededor. Estaba feliz, pero también estaba asustado, ¿qué pasaría mañana? ¿Actuaría Minho como si nada pasara? ¿Era verdad que correspondía a sus sentimientos? Dios, ¿qué había hecho? Tal vez esto sería el comienzo de la pérdida de la amistad que tenía con Choi Minho.



A la mañana siguiente, KiBum despertó solo.

Aún estaba en la habitación del alto y el aroma a sexo era fuerte a su alrededor.

Oh, joder, no había soñado nada. Todo había sido muy, pero muy real.

Poniéndose de pie y buscando su ropa, se vistió y maldijo entre dientes cuando se dio cuenta de que su camisa estaba arruinada.

—Maldito salvaje —murmuró, pero luego se sonrojó.

Su cabeza daba vueltas tras acordarse de los acontecimientos de anoche y tardó algunos minutos en retomar lo que estaba haciendo. Se puso una camiseta de Minho y, cuando salió de la habitación y llegó al comedor, el alma se le fue directamente hasta los pies.

Todos sus compañeros, a excepción de Minho que estaba de pie frente al refrigerador, estaban sentados a la mesa y mirándolo con una enorme sonrisa, el conocimiento bailando en sus ojos. Joder, ¿habían sido muy ruidosos anoche, no? Pero, a pesar de lo vergonzoso de la situación, no fue eso lo que causó su reacción.

Desvió la mirada al hombre descaradamente desnudo frente a él, obteniendo rápidamente una sonrisa ladina de aquellos labios abultados.

—Buenos días —murmuró Minho.

KiBum sintió que lo jalaban de las orejas. ¡A la mierda el saludo! ¡A la mierda el guardar sus sentimientos! ¡A la mierda todo!

—¡Ponte ropa, maldita sea! —Gritó, causando que cada uno de los que estaban en la mesa deformaran el gesto a uno de terror.

Pero no Minho, Minho estaba tan fresco como si nada pasara. ¿Y saben qué? El bastardo arrogante comenzaba a tener una erección. ¡Ahí! ¡Justo en medio de la cocina y enfrente de todos!

Antes de que KiBum pudiera soltar otro improperio, Minho fue directamente hacia a él y lo atrapó, pegándolo a su cuerpo y deslizando una mano por su espalda. Key jadeó cuando su trasero fue palmeado con fuerza.

—Esto es mío y lo quiero otra vez.

—Ya era hora —se escuchó que Onew decía en tono burlesco.

—¡Joder, amén y gracias! —Continuó Jonghyun.

—Qué perfecto —suspiró Taemin.

KiBum miró a todos por sobre el hombro de Minho, preguntándose si ellos habían sabido todo este tiempo lo que sentía por Minho. Pero no tuvo tiempo de contestarles, Minho lo cargó y lo llevó de vuelta a su habitación.

—Espera, acabo de salir de aquí —reclamó, en cuanto Minho cerró su puerta y le puso seguro.

—Ah, sí, pero yo no he tenido suficiente de ti.

—¿Qué…? Pero… —Sus palabras fueron cortadas cuando el alto lo dejó caer sobre el colchón. Y más rápido que nada, Minho estuvo de nuevo sobre él, devorando su boca. —Minho, espera… Yo…

—No. No esperaré. —Lo cortó Minho, regando besitos por su clavícula—. He tenido suficiente de eso, ¿me entiendes? —Lo miró. —Así que no más espera.

Asintiendo, KiBum pensó que sí, lo entendía.

Él también había tenido suficiente tiempo de espera, pero no suficiente de él.

Envolviendo los brazos alrededor del cuello largo, KiBum besó a Minho y sonrió.

Sip, definitivamente no tenía ni tendría suficiente de Choi Minho durante mucho, mucho tiempo.

Capitulo1

Capitulo 2

Capitulo 3

Fin