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El día después de mañana ♥ [2MIN]
Titulo: "El día después de mañana"
Autor: ShawolDany.
Género: Romántico, Song-Fic, a little bit of Lemon thing.
Personajes: Ya saben.
Parejas: 2MIN♥
Nota: Esta historia me surgió en un momento raro de aburrición en la escuela ._. Llegué como loca a escribir todo el día, soy una enferma ;____; jajaja Pero en fin. La canción era perfecta para esta historia y el lemon el primero en mi vida que escribo con casi todas las letras e__e Así que está medio-muy extraño. Pero espero al menos que algo se pueda rescatar de él xD
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Autor: ShawolDany.
Género: Romántico, Song-Fic, a little bit of Lemon thing.
Personajes: Ya saben.
Parejas: 2MIN♥
Nota: Esta historia me surgió en un momento raro de aburrición en la escuela ._. Llegué como loca a escribir todo el día, soy una enferma ;____; jajaja Pero en fin. La canción era perfecta para esta historia y el lemon el primero en mi vida que escribo con casi todas las letras e__e Así que está medio-muy extraño. Pero espero al menos que algo se pueda rescatar de él xD
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El día después de mañana
Me gustaba, con tremenda locura, desde el momento en que lo vi. Ésa alta y estilizada figura, su voz gruesa y a la vez muy suave, sus cabellos negros y revueltos, sus ojos profundos y su preciosa sonrisa. Quedé enganchado con todo su esplendor desde el primer día en que lo conocí. ¿Conocerlo? Bueno, realmente no… Más bien desde el primer momento en que mis ojos se posaron sobre él. Desde entonces me enamoré de su cuerpo, total y arrebatadamente.
Primer día en la preparatoria y ya volvía a casa con el corazón flechado por un completo extraño. Se trataba del ser más perfecto que había visto, y no paraba de fantasear hasta que recordaba que con sólo mirar cada cosa que hacía, como un completo acosador, no iba a lograr ni siquiera ser su amigo. Pero no podía evitarlo, él iba a estar en la misma clase que yo, lo vería todos los días, en el mismo salón, y aunque mi personalidad siempre se había caracterizado por ser distraída, y no permitirme recordar voces, ni distinguir las caras de casi nadie durante los primeros días de curso, de él recordé absolutamente todo, los motivos por los que ingresó a ésa escuela, la ubicación de su antigua secundaria, y su nombre… Se llamaba Choi Minho. 15 años. Deseos fuertes de ser abogado, como su padre, y educación recibida en una de las mejores secundarias de la ciudad de Incheon. Supongo que él nunca recordaría lo que yo dije en mi presentación, ni siquiera yo mismo lo recuerdo, pero probablemente se habría resumido en Lee Taemin. 15 años. Y… poca visión sobre el futuro.
Siempre tuve ésa estúpida maña de enamorarme a primera vista, enamorarme de una imagen, algo perfecto, una fachada maravillosa, que sólo iba perdiendo su magia a medida que yo me iba acercando, y conociendo lo que había detrás de ése aclamado rostro perfecto. Supongo que estaba acostumbrado a tal cosa, pues siendo un tímido homosexual con apenas 15 años de edad, no había tenido ninguna experiencia antes, y mis intereses amorosos no pasaban de ahí. Con él fue diferente, lo sé, sin duda fue así.
—Hola —Recuerdo aquella vez, la primera vez que hablamos.
Habían pasado unos días desde que había iniciado el primer año, y yo estaba sentado en mi pupitre, con los auriculares puestos. Él me sonrió y me saludó. Siempre era muy amable con todos—. ¿Qué estás escuchando? —preguntó luego de que me quité los audífonos. Minho se había sentado a mi lado.
—Ah… una canción —Estúpido. Sí, una canción… ¿no me digas? Me puse tan nervioso que sólo pude contestarle con eso, justo antes de ver cómo tomaba el auricular izquierdo y se lo colocaba en el oído derecho.
—Oh, suena bien —comentó.
Yo asentí, aunque ni siquiera sabía qué canción era. La que estaba oyendo iba por el final cuando Minho llegó, así que seguramente el MP3 ya la habría cambiado por alguna otra de las melodías de la lista. Minho se mantuvo escuchando por un rato, y luego soltó algo así como “aunque no entiendo la letra”. Se rió de manera simpática, me regresó el audífono, y se levantó para hacerle plática a otro de los compañeros que se hallaba por ahí. Sufrí una clase de alivio, porque mi corazón se había tensado mucho. Sólo cuando se fue pude volver a ponerme los audífonos. Jamás olvidaré la canción que estaba escuchando en ése momento.
Y vaya que yo era un tonto, y que por supuesto, aquél también era un maldito secreto. A pesar de que la preparatoria fue el nivel de mi vida en el que comencé a abrirme más y a tener amigos que compartieran mis gustos, jamás le conté a ninguno de ellos lo que sentía por Minho. No tenía caso. Los meses fueron pasando, y los grupos de amigos dentro de un salón tan numeroso se fueron formando conforme era lo esperado. Tenía varios compañeros con quienes me llevaba muy bien, pero amigos en sí, solamente tenía dos. Kim Kibum, de mi mismo salón, y Lee Jinki, un Hyung de segundo año al que llamaban Onew, y al que conocí en un receso porque estaba leyendo “Las mil y una noches”, cuando él se acercó a preguntarme qué otros libros me gustaba leer, porque era un amante de la literatura clásica, al igual que yo. Desde entonces, los tres siempre pasábamos el rato juntos. Compartíamos muchas ideas y proyectos, nos la pasábamos bien, pero nunca hablábamos de asuntos del corazón. Al parecer ninguno de nosotros estaba muy interesado en las chicas, y comenzamos a notarlo cuando se unieron tres mujeres a nuestro círculo amistoso, Amber, Sulli y Luna, y ninguno de los tres mostró interés en alguna de ellas, pese a que eran muy bonitas. Yo sabía el motivo por el que a mí no me interesaban más que para ser mis amigas, pues jamás tuve interés en las mujeres y además, en ése momento estaba que perdía la cabeza por uno de mis compañeros de clase; el cual parecía ignorar todo lo referente a mi existencia. Ya saben, el modo en que a veces la sociedad se divide es bastante disparatado. Choi Minho no era nada parecido a mí, era sociable, más bien popular, le gustaba el futbol y estaba en el equipo de la escuela, como centro delantero, o algo parecido, por lo que casi toda la preparatoria lo conocía, y era prácticamente imposible que pudiese hacerse amigo de alguien como yo. Como ya dije, mi salón tenía varios alumnos, era un grupo realmente grande, así que mientras yo me juntaba con un buen número de marginados sociales, él siempre era acompañado por la gente más activa, los deportistas y miembros de clubes concurridos, como ése chico Kim Jonghyun del otro grupo. Incluso, a mediados de primero, comenzó a salir con una de las chicas populares del salón, se llamaba Yuri y estaba en un grupo de baile. Todo el mundo pensaba que hacían la pareja perfecta, y yo… bueno, sólo diré que comencé a sentarme lo más lejos que pudiera de ellos durante todas las clases.
En cierta forma, ése noviazgo fue el que me hizo bajar de la nube por un buen tiempo, y dejar de soñar cada vez que por casualidad nuestras miradas se encontraban. Qué diablos… ¡si ni siquiera nos hablábamos estando en el mismo salón! Y aunque lo hiciéramos, él era heterosexual, tenía una novia guapa, y ésta parecía gustarle mucho. Así que era bastante obvio que yo nunca tendría oportunidad de estar con él.
Durante segundo año, todos fuimos cambiados de salón, y agradecí porque esta vez Minho quedaría en otro grupo. Kibum —o como ya le había gustado llamarse a sí mismo: Key— quedó de nuevo en mi salón, al igual que Luna, y otros varios de mis amigos, sin embargo, no me salvé de mucho, porque Jonghyun y Yuri habían quedado con nosotros también, y por eso Minho siempre terminaba visitando nuestra aula en los tiempos libres. No dejé de verlo, y por tanto, tampoco dejé de sentirme atraído hacia él, a decir verdad, conforme pasó el tiempo lo fui extrañando mucho. Aunque suene raro y hasta un poco conformista, me había acostumbrado a observarlo cada día y a cada minuto, y por eso, con su ausencia, los días se tornaron realmente aburridos. La escuela ya no era lo mismo si él no estaba ahí durante las clases, los únicos instantes en que dejaba de prestar atención a Yuri, y podía llegar a mirarme a mí, aunque fuese sólo por casualidad.
Segundo fue el año más difícil. Recuerdo que al principio le confesé a Key mi homosexualidad, y él se rió diciendo que qué curioso era que nos hubiésemos hecho amigos sin saberlo, porque él también lo era, inclusive tenía una pareja, era universitario y se llamaba Woohyun. Entonces supe que el hecho de que nunca hubiera salido con alguien ni mucho menos besado a nadie no era cuestión de mi preferencia sexual ni de mi edad, sino de mi personalidad. Jamás tomaba el riesgo.
Key disfrutaba de darme cientos de consejos respecto a esto, y yo los tomaba de buena gana hasta que, cierto día normal, él me soltó de pronto:
—Conozco a un buen tipo que gusta de ti.
¿Un buen tipo? ¿Tipo? ¡Un hombre! Y además yo le gustaba… Sabía que no tenía sentido negarme a una posibilidad como aquella por el simple hecho de estar enamorado de alguien que jamás me iba a corresponder. Por eso acepté ir a la cita a ciegas que me preparó Key… Enorme fue mi sorpresa cuando llegué al restaurante y vi a Onew Hyung sentado ahí. Quise dar miles de excusas para justificar mi presencia en ése lugar, pero él no tardó mucho en aclararme que, efectivamente, él era mi esperada cita.
—Estás sorprendido, ¿cierto? —fue lo que dijo al ver mi expresión de asombro.
Y vaya que lo estaba… ¡Jamás me hubiera imaginado que Hyung era como Key y como yo! Ni mucho menos hubiera pensado que yo le gustaba… Me dejó en estado de shock.
Al principio fue muy extraño, porque yo veía a Jinki Hyung como mi mejor amigo, jamás había considerado la posibilidad de ser su novio; pero después de un tiempo, saliendo con él y notando que me entendía mejor que nadie, quise darle una oportunidad a nuestra relación. Onew y yo éramos muy parecidos, compartíamos muchos gustos, a ambos nos gustaban los comics y el cine, escuchábamos el mismo estilo de música y, por supuesto, teníamos una historia detrás, una historia de amigos que habían pasado por un sinfín de cosas juntos. Estuve saliendo con él por casi tres meses, y en el transcurso de ése tiempo, por rumores y el tiempo que pasábamos juntos, la escuela entera se enteró que los dos éramos gays. No hubo un buen trato de parte de mucha gente a partir de eso, pero yo me sentía liberado, como si me hubiese quitado un costal de piedras que cargaba encima.
Sin embargo, no todo era color de rosa. Onew era mi novio, sí… ¿Pero a qué se le puede llamar “novio”? Nos llevábamos genial, tan genial como se llevan los hermanos unidos, pero yo sabía muy bien, en el fondo, que no existía ése algo que me mantenía extasiado con tan sólo una mirada. A pesar de tener mi primera pareja, yo no paraba de pensar en mi imposible, en el que era tan lejano para mí, no podía dejar de pensar en Choi Minho.
Mencioné casi tres meses porque no tardé mucho en darme cuenta de que no estaba enamorado. Le dije la verdad, sufriendo porque no quería lastimarlo, y al verlo alejarse con expresión triste, me reprendí a mí mismo, repitiéndome “¿Cómo es que no puedes amar a esta persona pero sí puedes soñar con alguien que ni siquiera conoces bien?”. Todavía no entendía las incoherencias de los sentimientos. Siempre me resultaban difíciles de comprender.
Pasé a tercero, Jinki-Hyung se graduó y por un buen tiempo no lo volví a ver; Key y yo volvimos a compartir el salón, y en lugar de Yuri, esta vez fue Minho quien volvió a pertenecer a mi mismo grupo. Volví a las andadas de admirador secreto, con mis persecuciones bien disimuladas y mis miradas furtivas. Parecía que ésa era la única manera en que podría querer a alguien, en silencio, en secreto, sin que nadie lo notara, ni siquiera mi propio objeto de satisfacción.
Poco después de que mi preferencia sexual se volviera pública, comencé a recibir mensajes anónimos, que se colocaban en mi mochila o en mi casillero del gimnasio. Algunos eran ofensivos, varia gente era muy homofóbica, pero otros tantos, siempre del mismo remitente, eran poemas, unos poemas muy románticos. Recuerdo uno en especial, que decía lo mismo que yo pensé durante mucho, pero demasiado tiempo…
Conocía ésa letra. Era aquella canción que jamás se borró de mi memoria. Y empecé a reír porque me imaginé que la persona que me mandaba aquellos mensajes era Minho, quien seguramente se había aprendido la canción que había escuchado conmigo dos años atrás, y que había significado lo mismo para él. Era un pensamiento muy fantasioso, porque todos mis amigos sabían que me gustaba esa canción, ya que no dejaba de cantarla cuando Key y yo nos poníamos a escuchar música en el salón. Siempre tuve la maldita mente soñadora, como un niño de cinco años.
No obstante, llegó un punto en el que realmente comencé a preguntarme si era mi imaginación o si lo que pensaba en verdad estaba ocurriendo.
Desde que habíamos iniciado el tercer año, comencé a notar que las miradas de Minho se posaban en mí más seguido. Cosa extraña porque, estando en primero, llegábamos a intercambiar más palabras, incluso en segundo él llegaba a saludarme cuando me veía por los pasillos de la escuela, pero estando en tercero, en ése tiempo en que recién empezaba el año, sin duda alguna no me dirigió ni una sola palabra. Solamente me miraba, de manera muy notoria. Comencé a comerme la cabeza, creyendo que tal vez había empezado a notar que me gustaba, pero siempre llegaba a la conclusión de que me estaba haciendo ideas equivocadas, y me calmaba. Si él llegaba a saber mis sentimientos, ¿cómo reaccionaría? Por el grupo de amigos con el que se juntaba, quienes más hacían burla hacia mis amigos y en especial hacia mí, imaginé que de saberlo, seguro reaccionaría con enojo. Por la fachada que le mostraba a todos, era lógico que muchos creyeran que su personalidad era de ésas típicas de hombre popular, machista, homofóbico y vicioso, pero lo cierto es que él era muy distinto, y yo podía saberlo por el simple hecho de ser su compañero de clase. Como se podrán imaginar, aún cuando no éramos amigos, la gente era capaz de saber cosas sobre los otros, porque pasábamos todos los días juntos, en la misma habitación. Y por ello, yo estaba consciente de que él era una persona muy amable, que no fumaba y que amaba la compañía de los niños. Todas las mujeres lo halagaban por esto, pero lo hacían a espaldas de Yuri, porque ella seguía siendo su novia, y ya llevaban buen tiempo, a decir verdad.
Cierto día, mi admirador secreto me pidió que nos encontráramos detrás del viejo taller de electrotecnia, cuando todos estuvieran en clases. Era uno de los rincones más desolados de la escuela, y aunque por un momento pensé en pedirle a Key que me acompañara, decidí convencerme a mí mismo de que si era una broma, podría defenderme yo solo con mis tácticas de Kung Fu aprendidas en la niñez; y me encaminé hacia ése lugar a la hora que marcaba la nota, curiosamente, la hora de la materia de Física, una clase en la que siempre me llevaba regaños, porque solía dormitar mucho.
Esperé recargado en la pared, pero pasaron varios minutos y mejor decidí volver. Iba justo saliendo del solitario pasillo, cuando de pronto me encontré cara a cara con él.
—Hey, ¿qué estás haciendo aquí? —me dijo, sonriente como siempre.
Parecía que él iba en dirección al baño, que se hallaba unas aulas más al frente, donde transitaban los estudiantes con normalidad.
—Na-nada —contesté tartamudeando. No podía simplemente decirle a Minho “estoy esperando a mi admirador secreto”.
—Estamos en clases, ¿sabías, Lee Taemin?
—Sí —respondí aun con timidez, aunque no tardé mucho en expresarme con la verdad—, pero es que física me aburre mucho.
— ¿Quién lo diría? —exclamó él—. Con lo serio que te ves…
—Ser serio no implica que me gusten esas materias por obligación —comenté, y él empezó a reír.
—Sí, supongo que tienes razón —dijo. No sé cómo, pero ya estaba parado en frente de mí, y yo, como por instinto, me había hecho unos pasos en retroceso, metiéndome nuevamente en la soledad del pasillo oculto tras aquél salón—. A mí tampoco me agrada ésa materia —murmuró, y sin más, se había puesto a mi lado, recargándose en la pared.
—A ti también te da sueño, ¿verdad? —pregunté de pronto, no me había dado cuenta de lo obvio que sonaba aquello hasta que él me contestó.
—Parece que me observas.
Estaba sonriendo, y yo me asusté. Comencé a ponerme nervioso. ¿A qué se refería con ése comentario? Además, me estaba mirando, como esperando una respuesta. Al ver que no fui capaz de decir nada, él bajó la mirada y soltó una risita—. Bueno, no te entretengo más —murmuró, y luego mostró toda la intención de alejarse.
No sé qué habría pasado si yo no hubiera hecho lo que hice en aquél momento, quizá todo habría salido diferente. Como fuera, me dejé llevar, de un modo que nunca antes lo había hecho en mi vida. Sin pensar, lo tomé del hombro, aferrándome a la tela de su camiseta del uniforme, aquella blanca con la que todos nos vestíamos, y le dije:
—Espera.
Inevitablemente, me sonrojé cuando él se giró hacia mí con un rostro confundido.
¿Para qué lo había detenido? Simplemente no quería que se fuera. Pero, ¿cómo puedo decirlo? Ni siquiera tuve qué darle explicaciones. Él se giró hacia mí, y como ya dije, me miró por un instante, pero después no tardó en llevar sus manos hacia mi rostro, tomarme de las mejillas, y presurosamente, unir sus gruesos labios con los míos.
Mi asombro fue tal, que ni siquiera pude cerrar los ojos de buenas a primeras. Allí estaba él, Choi Minho, mi desgraciado amor imposible, aquél que ni siquiera me dirigía la palabra en clase, enfrente de mí, besándome profundamente, y disparando el latir más loco de mi corazón, uno que jamás me había dado en la vida, ni siquiera cuando nuestras miradas llegaban a encontrarse. Pronto fui capaz de dejarme llevar por el instinto, y cerré los ojos, conduciendo mis manos hacia sus caderas, y sintiendo sus besos sobre mi boca. Los daba con tanta fuerza, uno tras otro, que no supe ni en qué momento me había colocado de espaldas contra la pared, y había empezado a acariciar mi mejilla con una de sus manos, mientras que con la otra tomaba mi espalda baja, de modo que me pegaba a su cuerpo, dejándome completamente impresionado por la sensación que se presentó en mi entrepierna al chocar con la suya, ya que estaba dura, y podía sentirla. ¿Quería él que lo sintiera? Continuó besándome así, pasionalmente, mordiendo mi labio inferior cada dos por tres, de tal forma que pude escuchar los suspiros que dejaba salir mientras saboreaba mi boca, al igual que yo lo hacía, sin poder evitarlo, pues jamás me había excitado así.
Enredé mis brazos alrededor de su cuello, y él hizo lo mismo con los suyos, rodeando mi cintura, y alzándome un poco. Fue cuando el timbre, que se hallaba sobre nosotros, efectuó su sonido programado, que los besos de Minho fueron perdiendo su intensidad, y al tiempo que desenlazaba los brazos de mi cuerpo, se separó de mi boca y yo abrí grande los ojos, aún ensimismado, encontrándome con su rostro, muy cercano, y sus negros orbes que me miraron fijamente por unos segundos. Yo sentía deseos de hablar, aunque no sabía qué decir después de lo que había ocurrido. Minho parecía albergar las mismas intenciones, y al contemplar su expresión aquella vez, pude sentir por fin que teníamos algo en común, pues los dos estábamos perplejos. Él decidió no decir nada, simplemente llevó una mano a mi barbilla, y me atrajo hacia él para volver a plantarme un beso, uno más sosegado y sonoro, justo antes de alejarse de ahí, de vuelta hacia los pasillos concurridos.
¿Qué puedo decir después de aquello? Por unos días, ni siquiera me lo podía creer. Pero al pasar el tiempo, aunque no podía comprenderlo, fui asimilando la idea y disfrutando de los momentos en que lográbamos estar solos. Minho me miraba prácticamente durante todas las clases, en veces, pasaba cerca de mí, habiendo tanta gente alrededor nuestro, y rozaba discretamente mi brazo o mi cabello con las yemas de sus dedos, haciendo que todos mis nervios se tensaran, de modo que lograba distinguir perfectamente bien cuando me tocaba alguien común, por casualidad, y el momento en que me tocaba Choi Minho. Yo me giraba para encontrar su mirada, pocas veces me la devolvía, pues sabía disimular muy bien. Durante gimnasia, trabajábamos en parejas y él se ponía conmigo, haciéndolo parecer como si ninguno de los dos tuviera opción, y rozaba su cuerpo con el mío siempre que tenía oportunidad. E incluso, al entrar al baño, me seguía, me empujaba a uno de los cubículos y me besaba por un corto tiempo, antes de sonreírme y salir primero que yo, para que nadie supiera lo que estaba ocurriendo. Pero fuera de eso, no hablábamos, era igual que siempre, salvo el tiempo que pasábamos al encontrarnos tras aquél salón.
—Dime por qué —le murmuraba sobre los labios, en aquella hora donde las clases ya habían finalizado. Él sonrió, yo pude sentir las comisuras de su boca ensanchándose contra las mías.
—No lo sé —respondió, riendo juguetonamente.
¿Para qué me hago el idiota?, yo también me reí. Cuando estaba besándome, nada me importaba. Volvía a tenerme recargado contra la pared, pegando su cuerpo cada vez más al mío. Luego me tomó de ambas muñecas, y las colocó allí, a ambos costados a la altura de mi rostro. Paseó su nariz por mi cuello, y comenzó a succionar mi piel con lentitud y precisión; yo sentía mi respiración acelerándose, y la suya no se quedaba atrás. Sin soltar mis muñecas, me hizo cambiar de posición y me dejó de espaldas a él, sosteniéndolas tras mi espalda baja, como si fuese un criminal en detención. Acercó sus labios nuevamente hacia mí, y los dejó reposar en mi nuca, repartiendo unos besos húmedos que me enchinaron la piel. Yo suspiraba con los ojos cerrados y la cabeza reclinada en la pared, cuando le oí decir sobre mi oído, con esa voz ronca, tan propia de él cuando se encontraba agitado:
—Ya no aguanto esto —me dijo, y descendió una de sus manos hasta mi entrepierna, palpándola por encima de la ropa. Me ruboricé a sobre manera—. Ya no aguanto —volvió a decir—. Taemin… —y bajó la cremallera de mi pantalón oscuro, preparándose para acariciarme.
No puedo mentir, aquello había ocurrido más de una vez. Siempre que notábamos que había tiempo de sobra, acariciaba mi miembro, pero yo jamás me atreví a acariciar el de él. Me giré de repente, y le contesté con la misma ansia que seguro Minho estaba sintiendo en ése preciso momento:
—Tampoco yo —susurré, y sin pensar, llevé mis manos hacia aquella parte de él.
Descendí el zíper de su prenda presurosamente, y empecé a acariciar su miembro erecto, justo antes de mirarle a los ojos, aún hacia arriba porque nuestras estaturas sólo poseían unos centímetros de diferencia, y obviamente él era más alto que yo. No podía dejar de observar hacia sus labios, a su boca entreabierta que se esforzaba por no dejar escapar sus gemidos. Le sonreí, me encantaba verlo así, como si estuviera a mi merced, cosa que jamás sucedía, pues siempre era él quien terminaba jugando conmigo.
Minho también sonrió, parecía que ésa situación de papeles invertidos le gustaba; y llevando una de sus manos hasta mi rostro, me tomó de la barbilla, acercándome hacia su boca, mientras dejaba salir lo siguiente en el exquisito sonido de un jadeo apresurado:
—Bésame —Y lo hice, como si estuviera hipnotizado y no pudiera negarme, me alcé para besar sus labios, probando su sabor una vez más, sin dejar de tocarlo ni un solo momento—. Bésame enserio —volvió a decir, por encima de mi boca ya húmeda.
Él llevó sus manos hacia mi rostro, sosteniéndome ambos lados del cuello, y yo lo alcé otra vez para alcanzar de nuevo su boca. Extasiado por el sonido de su voz, que me pedía más, me esforcé por hacerlo sentir aún más acalorado. Exploré los adentros con mi lengua, jugando con la suya, que me había encontrado pronto, la enredé junto a ella y él dejó escapar sus suspiros impacientes, que me hacían sentir cada vez más desesperado. Al finalizar, tomé su labio inferior entre mis dientes, y entre abrí los ojos, para mirar los suyos. Sonreí de nuevo—. Mm… otra vez —me pidió, alzando mi barbilla por segunda vez con una de sus manos, de modo que nuevamente unimos nuestros labios, reanudando ése juego de lenguas mientras él paseaba su otra mano por los rincones de mi espalda, y la mía no había parado de recorrer la extensión de su miembro, de arriba a abajo, una y otra vez, y a cada segundo con más velocidad.
Aprovechando la debilidad de mi pantalón al haber sido despojado del cinto, Minho adentró su mano a él y acarició mis glúteos sin ningún pudor, ello sólo hizo que mi excitación aumentara, y que no pudiera reprimir un gemido que se me escapó sobre su oído derecho. Él comenzó a reír, y al retirar su mano, me empujó de nuevo hacia la pared, con brusquedad, pero la suficiente delicadeza como para impedir que me lastimara. Me tomó de las caderas y volvió a besar mi cuello, mientras susurraba, ya sin importarle que alguien nos pudiera escuchar—. Me encantas~
—Hah~ No mientas —fue con lo único que le pude responder.
Él había empezado a desabotonar mi camiseta, de un botón a otro, con una lentitud intencional, que me dejaba cada vez más mareado. Sin dejar de pasear sus labios por la extensión de mi cuello, fue descendiendo por mi piel conforme retiraba cada abrochadura, y al llegar a mi pezón izquierdo, de inmediato se detuvo allí para succionarlo y pasear su lengua alrededor de él, mientras sus escurridizas manos terminaban la acción de desabotonar mi prenda. Con ellas extendidas, acariciaba mi pecho y mi abdomen sin dejar de usar su boca para jugar con mi pezón. Fue hacia el siguiente, y yo ya no podía más. Me dolía allí abajo; jamás habíamos llegado tan lejos como en ése momento. Creo que simplemente estábamos desesperados.
Pensé que había decidido ignorar mi pregunta, pero luego de darle un par de lamidas a ésa parte de mi cuerpo, volvió a alzar el rostro hasta encontrarse con el mío, y mirándome directo a los ojos, me cuestionó con firmeza y seriedad:
— ¿Por qué te mentiría?
—Es… —antes de que pudiera contestarle bien, Minho había vuelto a besarme. Sólo pude responder cuando la falta de aire nos obligó a separarnos nuevamente—. Una broma, ¿verdad? Si Yuri…
—Ajá —murmuró, interrumpiéndome, y como si el nombre de su novia no tuviese importancia. Luego paseó una de sus manos por mi pelo, al tiempo que volvía a hacer lo que quería con mi cuerpo, y me obligaba a colocarme de nuevo contra la pared. Esta vez mi mejilla rozó la fría textura del exterior del salón, y él acomodó mi camiseta, de tal forma que mis hombros quedaron al descubierto. Los besó y mordió sin dejar de mover sus manos, que se habían posado en la parte superior de mi pantalón, y habían comenzado a bajarlo, con todo y mis bóxers grises, dejando al descubierto la piel de mi trasero.
Para entonces ya no pensaba con claridad, mi vista se había nublado por completo por algo muy fuerte y cándido, llamado excitación. Uno de sus dedos se abrió pasó en mi interior, y al tiempo, comencé a soltar gemidos cada vez más difíciles de controlar.
Jugaba allí dentro de ésa forma, sin dejar de besar y lamer la piel de mi nuca, y del lóbulo de mi oreja izquierda, que parecía haberse convertido en su nuevo objeto de entretención. Cuando una de sus manos se acomodó en mi cadera, y la otra en uno de mis hombros, pude estar seguro de lo que ocurriría, pero sencillamente no imaginé que dolería tanto como pasó. Grité y me aferré con los dedos a la pared, pero todo el miedo y el dolor se alejó cuando lo sentí a él abrazándome fuertemente, con sus brazos rodeándome los hombros, y susurrándome junto al cuello, como si a él le hubiese dolido también: —Lo siento. ¿Te lastimé?
—N-no… está bien —mentí. En cierta forma, sólo deseaba que dejara de dolerme.
Fue como si él se hubiese dado cuenta de eso, pues me hizo girar de nuevo, para mirarlo de frente, y sostuvo una de mis piernas, indicándome que la alzara lo suficiente, y comunicándome con su mirada que él me ayudaría para no caer. Me aferré a su cuello y con su ayuda y la de la pared, terminé alzándome lo suficiente, como para dejarle tratar de entrar otra vez.
—Gime si te duele —me indicó, y yo lo miré casi con indignación.
—Es lo único que voy a poder hacer —contesté, y entonces empezó a reír. Me había hecho una broma otra vez, y yo me ruboricé de nuevo.
De manera instintiva, coloqué mis piernas alrededor de sus caderas, y él, sosteniéndome firmemente de los glúteos, comenzó a embestirme lentamente. Yo me aferraba con fuerza a sus hombros, y dejaba reposar mi cabeza ahí, casi sin fuerzas, tan sólo sintiendo y pensando que explotaría de tan alterada que sentía mi respiración. Pero la cosa no terminó ahí, pues no tardé mucho antes de sentir que necesitaba que él se moviera más deprisa. Alcé mi rostro para besarlo, y moví mis caderas en un acto reflejo. Él, sonriendo encantado sobre mis labios, lo comprendió a la perfección. Entonces el vaivén fue aumentando poco a poco la velocidad, y la intensidad de las acometidas, porque yo sentía que iba a romperme debido a que cada vez llegaba más profundo dentro de mí, y con ello me generaba más placer, un placer que parecía incrementarse con cada embestida que daba en el interior de mi cuerpo, al compás de mi espalda que rozaba cada tanto contra la pared.
—No te reprimas —jadeó en mi oído, sin dejar de moverse.
Yo me había mordido el labio inferior porque sentía que si seguía gimiendo podía llegar a hacerlo muy fuerte—. Me lo prometiste —añadió, mirándome intensamente.
Y al ver que yo seguía en mi posición, con los labios oprimidos, y los ojos fuertemente cerrados, llevó su mano libre hasta mi miembro, y reanudó lo que al principio tuvo intención de hacer. Comenzó a masturbarme a gran velocidad.
—Hah~ —gemí, esta vez sin poder evitarlo—. Está bien, está bien… No me reprimiré.
—Así me gusta —susurró sobre mi boca, depositó un corto beso, y aún cuando creí que lo haría, porque le obedecí, me engañó por completo; pues no dejó de jugar con mi miembro, al tiempo que continuaba dando las embestidas. Me estaba matando de satisfacción.
—Minho… basta~ —jadié otra vez, ya no podía más, y parecía que a Minho eso le hacía sentir mayor excitación—. Hah… Yo ya… no puedo… —a cada palabra me trababa, pues él me hacía callar con una embestida cada vez más violenta—…. seguir, ya no…
—Mmn… —gimió él mientras volvía a besarme, con su ronca voz que me volvía loco—. Dilo otra vez —susurró al final del beso.
Me tomó unos cuantos segundos el poder comprender, y le pregunté algo dudoso por lo misma razón:
— ¿Mi-Minho?
—Sí —exclamó él, justo antes de morderme la barbilla—. Dilo otra vez.
—Minho…—repetí. Y conforme él lo escuchaba, sus embestidas iban cada vez más rápido—. Minho… Minho… —me abrazaba fuerte, justo cuando sentí que una descarga eléctrica me recorría el cuerpo entero—. ¡Hah! Por favor.
—Delicioso —susurró aún sobre mis labios—. Delicioso Taemin~Hah~
Para entonces, ya me hallaba temblando, sufriendo unos espasmos que jamás había experimentado, ni siquiera explorándome a mí mismo. Aquello no tenía comparación. Él salió de mi interior justo antes de acabar, y como yo, también sufrió de sus propias reacciones. Respiraba alocadamente, con su frente junto a la mía, y a medida que nuestro aliento fue sosegándose, su mirada fue ascendiendo hasta sostener mis ojos, que lo miraban, exhaustos, y me sostuvo de la nuca, acariciando mi cabello por los segundos que me resultaron más eternos en esta hermosa vida. Volvió a unir sus labios con los míos, pero esta vez, lo hizo lentamente y con suma ternura, mientras usaba sus manos para ir abrochando de nuevo los botones de mi camiseta, justo antes de separarse unos centímetros, y agregar con una enorme sinceridad, y una preciosa sonrisa—. No me canso de besarte.
Lo entendía, yo tampoco me cansaba. Continué mirando su rostro a esa cercana distancia, y al momento en que terminó de abotonar mi camisa, hasta dejarla con el leve rumor de cómo antes estaba, le pregunté aún sin haber recuperado el aliento:
— ¿Por qué actúo así contigo?
—No lo sé —respondió él, me encantaba el tono de su voz cansada—. Yo tampoco me estoy portando normal —añadió, queriendo ayudarme también a abrochar el pantalón, sin importarse él mismo y el estado de sus prendas. Pero no terminó, porque llevó una de sus manos a una de mis mejillas, y añadió tenuemente—. De hecho… no desde que te conocí.
— ¿En verdad? —mis ojos brillaron. ¿Hablaba enserio? No podía creerlo.
Él me miró intensamente durante aquél tiempo, incluso experimenté el deseo de volver a hacerlo todo, pese a lo exhausto que me encontraba, pero cuando parecía que él iba a volver a besarme, de modo que yo ya hasta había cerrado los ojos, el ruido de unas voces a lo lejos nos despertó de nuestra ensoñación. Distinguimos la voz del conserje, acercándose cada vez más hacia nuestra posición, y como si fuésemos asesinos a punto de ser descubiertos en la escena del crimen, acomodamos con rapidez nuestras ropas, tomamos nuestras mochilas, y salimos corriendo de ahí, en dirección al jardín, y al sendero más cercano que pudiera dejarnos fuera de la escuela lo más pronto que nos fuera posible.
Recuerdo lo felices que estábamos ésa tarde. Tanto, que ahora mismo me duele el pecho. Cuando salimos por la puerta trasera de las instalaciones de la preparatoria, corrimos entre las calles sin poder parar de reír. Justo cuando estuvimos a las cuadras que consideramos prudentes, fuimos aminorando el paso y él me abrazó. De nuevo estábamos solos, en ésas calles donde no parecía haber más que coches aparcados alrededor. Minho continuaba riendo, y yo trataba de reponer mi respiración. Con las sonrisas más grandes que recuerdo, y divertidos por nuestra estúpida reacción de hacía sólo un momento, nuestros labios se buscaron de nuevo, ya consientes de cómo les gustaba estar, uno junto al otro, y entonces volvimos a besarnos. Enredé de inmediato mis manos alrededor de su cuello. Él me abrazó con mucha fuerza, y hoy juro que, en aquél momento, por nada del mundo habríamos querido dejarnos ir.
Nuestros encuentros clandestinos continuaron así. Después de varios sustos que tuvimos en la escuela, creyendo que podríamos ser descubiertos por quien fuera, acabamos reuniéndonos en otros lados, por las tardes, o incluso en días en que ambos faltábamos a clases. Hasta entonces, agradecía que nunca nos hubiésemos llevado como amigos, porque así, ninguno de nuestros compañeros sospechaba que nuestras faltas coincidentes tenían algo que ver. En ésos momentos, sé solamente de alguien que lo notó. Y fue Kibum, porque además de que me conocía muy bien, se dio cuenta de que ambos nos estábamos sonriendo de manera sospechosa, así que me insistió tanto que acabé confesándolo todo, pero del resto, estoy seguro de que nadie se había dado cuenta aún. El caso es que cada día se hacía más difícil ocultar las cosas ante todos los demás, y por supuesto, yo no paraba de preguntarme, ¿qué demonios estábamos haciendo? Era como si cada vez que nos viéramos, los dos olvidáramos que teníamos nuestro propio mundo qué atender, nuestros propios amigos, nuestros propios sueños… Éramos un juego en el que todo se detenía, y al estar encendido, lo demás no tenía cabida en nuestra alocada mente.
Personalidades diferentes, creencias diferentes, siempre supe que éramos diferentes, pero cuando nos empezamos a conocer, realmente comencé a notar aún más a esas marcadas distinciones, y fuera de lo que todo el mundo pudiera pensar respecto a ello, ¡a mí me encantaban! Amaba todas y cada una de las diferencias que existían entre nosotros, porque lo crean o no, para mí eso era lo que creaba una conexión fuertísima entre los dos, una que jamás había pensado que pudiera existir. Todo porque nuestros cuerpos estaban en perfecta sincronía, y aun cuando nuestros ideales no se entendieran, cada cosa que uno sentía, el otro la experimentaba también.
A mediados de ése año, y después de haber tenido muchos problemas con ella por su falta de atención, Minho decidió romper con Yuri, aunque no pudo contarle la verdad. Ni a ella ni a ninguno de sus amigos.
A pesar de que seguíamos disimulando en la escuela, yo comencé a tenerlo sólo para mí. Dejamos de ser “sólo un juego” y comenzamos a protegernos mutuamente. Él me confesó, aunque yo ya lo sabía desde el instante en que me besó por primera vez, que había sido él el admirador que colocaba notas en mi casillero, y que empezó a hacerlo después de enterarse de que yo era homosexual, porque no se habría atrevido a hacerlo de estar equivocado y de no tener oportunidad conmigo. Le pregunté por qué no me lo había dicho antes, y él me confesó que le avergonzaba admitir que había escrito tantos poemas tan románticos y dulzones. Yo lo besé, lo abracé, y le dije que adoraba su faceta de trovador, ¿quién diría que al futbolista se le ocurrirían tantos versos tan bellos? A pesar de que Minho parecía temer a que el mundo lo conociera de verdad, porque había utilizado su relación con Yuri para aparentar frente a los demás, yo no sentí furia, ni nada parecido, al contrario, sentí una enorme comprensión, porque entendía perfectamente sus miedos, yo había pasado por lo mismo, de un modo distinto, pero lo había hecho.
Poco a poco empezó a ser cada vez más obvio que existía algo entre nosotros que nadie en nuestro salón de clases sospechaba. No podíamos evitar sonreírnos, hablarnos informalmente, e ir en la ayuda del otro cada vez que sufría algún percance. Como aquella ocasión en que estuve a punto de caerme de las escaleras, y él me salvó, abrazándome como solía hacer siempre que estábamos solos, y preguntándome con mucha angustia si me encontraba bien. Cuando volví con Key, él me dijo que si seguíamos así podría ser un problema, porque, según sus palabras, notaba demasiada tensión sexual entre esa supuesta relación de “compañeros de clase”.
Yo no sabía qué hacer, lo amaba, pero no podía evitar pensar que él no hacía más que juguetear conmigo, y que a final de cuentas jamás íbamos a poder estar juntos con entera libertad.
La habían organizado los populares del grupo con la excusa de que nos faltaba menos de un mes para la graduación. De no existir mi relación con Minho, lo más probable es que yo no hubiera asistido a ése lugar. Key y yo fuimos, y para nuestra grata sorpresa, sólo nos encontramos con aquél grupo de adinerados y con varios otros tipos conocidos de la escuela. Minho no se atrevió a acercarse a mí, estando rodeado de todos ellos. Y yo empecé a experimentar una furia muy arraigada, y a sentir deseos de escapar de allí. Le dije a Key que quería irme, él respetó mi decisión y me dijo que me acompañaba a casa. Sin embargo, justo cuando estuve a punto de caminar hacia la puerta principal del club donde se llevó a cabo la fiesta, uno de los grandulones del otro grupo me detuvo, y se empezó a burlar de mí y de Key.
— ¿Quién invitó a estas mariquitas? —bromeaba, estaba notable y asquerosamente borracho.
Nosotros íbamos a pasar de él, pero de pronto escuchamos la voz de Minho emanando desde el extremo izquierdo de la pista de baile.
—Tenían derecho a venir —le respondió con la voz alzada, mientras se acercaba a nosotros—. ¿Cuál es tu maldito problema?
—Ah, ¿estás defendiendo a tus novias? —cuestionó aquél chico, y los que estaban con él comenzaron a reír. Para entonces, todos en el club ya miraban hacia aquél sitio.
—Cierra la boca… —susurró Key. Él jamás fue tolerante, y menos con gente estúpida como aquella. Iba a ignorar al grandulón y me tomó de la mano para salir de ahí, pero ése no era el único sin cerebro que se estaba expresando en aquél instante.
— ¡Qué valiente es la rubia! —gritó otro de aquellos idiotas, Key lo encaró, con el rostro deformado por la furia, y el que estaba más al frente, lo empujó con brusquedad, mientras le decía:
—Mejor vete a chupar pollas.
— ¡Oye! —quise intervenir, ya me habían sacado lo suficiente de mis casillas, así que me puse frente a Key, y el grandulón que estaba más próximo a mí me tomó del cuello de mi camiseta, preparado con el otro puño prácticamente para golpearme. Cerré los ojos, esperando el dolor, pero no ocurrió nada, cuando volví a abrirlos noté a Minho detrás de mí, sosteniendo con fuerza la muñeca de ése idiota.
—No, cabrón —le dijo, con el tono más severo que yo nunca antes le había escuchado—. Ni se te ocurra ponerle la mano encima.
— ¡Minho! ¿Qué estás haciendo? —pudimos oír a Yuri, gritándole eso al fondo, pero Minho hizo como si no la hubiese escuchado. Al parecer ella aún se sentía con el derecho de cuestionar sus acciones.
— ¿Qué te pasa, Choi? —Dijo otro de los de aquél grupo, mientras reía con mucha sorna—. ¿Perdiste la cabeza por ambas lesbianas?
—No —respondió Minho, riendo con ironía. Pronto soltó la extremidad de aquél tipo, y rodeando mis hombros con su brazo, respondió como si fuera la cosa más normal del mundo—. Sólo me enamoré de éste de aquí.
Al oírle, el grupo entero de chicos de ésa esquina rompió en sonoras carcajadas.
—No me jodas —le dijo el primer problemático, aun creía que era una broma.
—No te jodo —contestó Minho, empujándome lo suficiente como para apartarnos un par de metros de ésos tipos—. Quédate y ahí y mira lo bien que me besa.
—Minho… —murmuré, estaba asustado.
Minho estaba hablando con mucha libertad, pero no estaba borracho; yo no le había visto beber nada en todas las horas que llevábamos ahí.
Cuando la gente le escuchó decir lo último, hubo exclamaciones de asombro, yo lo miré con preocupación y él me sonrió apaciblemente, como solía hacerlo. Me tomó de las mejillas y se inclinó para susurrarme al oído:
—Te amo, Tae —justo antes de sellar sus labios con los míos en un beso profundo e intenso. El haberle escuchado diciendo esas palabras me dejó completamente fuera de juego. Era la primera vez que lo oía decir que me amaba, y lo hacía justamente en ésa clase de situación. Me adormeció, lo besé con muchas ganas, tan conmovido que estuve a punto de llorar. Durante los preciosos segundos que transcurrieron en aquél beso, olvidé completamente que estábamos frente a todas ésas personas, frente a Jonghyun, Key, Yuri, el resto de amigos de Minho… Todos estaban ahí, pero yo solamente nos sentía a nosotros dos, inmersos en ése mundo donde todo se detenía.
Cuando se separó de mí, les dirigió una mirada audaz a todos aquellos granujas. Me tomó de la mano y le dijo a Key que nos siguiera. Yo estaba sonrojado y con la mirada baja. Apenas pude ver la expresión de algunas personas. Todos estaban completamente desconcertados. Incluido yo. Pero sabía que con ello me había enamorado, ¿y qué quiero decir con esto, si es obvio que ya estaba enamorado de él desde el instante en que lo vi? A lo que me refiero es que con ello lo había conseguido para toda la vida.
La preparatoria es ésa cosa tan intensa… Y el amor en ésa etapa lo es aún más.
Han pasado diez años desde entonces, hoy ya tengo 27, y estoy a punto de graduarme en la universidad, sin poder superar el amor de ésa persona a la que dejé de ver cuando cumplí 20 años. Ya saben, las cosas de la vida. Amas a alguien tan intensamente que crees que podrías morir si no está contigo, pero llega un período en que comienzas a pensar que al separarse las cosas podrían ir mejor para ambos. ¿Ya mencioné que éramos distintos? La atracción sexual no nos pudo salvar de eso. Y una relación es más que besos y buen entendimiento carnal, el amor es mucho más que personalidades parecidas, es… no lo sé, simplemente creo que es ése algo que yo no he descubierto todavía.
El muchacho termina sus notas y baja el cuaderno. Le habían encargado un guión de teatro de 100 hojas como proyecto bimestral, y al tomar el lápiz y el papel, su mente divagó como siempre hacía, y acabó contando ésa historia que cada estación se reanudaba en su cabeza, una y otra y otra vez. No puede creer lo mucho que lo extraña. A pesar de siempre repetir que ésa historia está superada, en el fondo Lee Taemin sabe que se muere por verlo otra vez, por llamarlo y decirle que se equivocó, al creer que separar sus vidas era lo mejor, y ahora encontrarse con la triste realidad, ésa que le dice que él no es capaz de reanudar su vida con nadie, porque sigue pensando en el amor imposible del final de su adolescencia, que acabó siendo posible no sólo ante sus ojos, sino también ante la vista de los demás. Suspira, casi sonriendo con cierta vergüenza de sí mismo. Y cuando está dispuesto a levantarse de la banca en la que se encuentra, mira por el rabillo del ojo a una sombra que le resulta familiar. Observa en su dirección y encuentra ése rostro. No lo puede creer.
La sorpresa es clara para ambos jóvenes.
— ¿Lee Taemin? —Susurra sorprendido, y cuando está cerca, una sonrisa se dibuja en sus labios—. ¿Qué haces aquí?
¡Qué nostalgia! Al hablarle al igual que aquella vez…
—Na… nada —responde como en ése entonces, y recuerda que no hay por qué mostrarse tan tímido, no después de todo lo que sucedió entre los dos. Supone que siempre será ése niño tímido, no importa los años que tenga actualmente. Así que sacude la cabeza, y corrige inmediatamente—. Quiero decir, yo estudio aquí. ¿Más bien qué haces tú…?
—He regresado —respondió Choi Minho—. Voy a estudiar letras en esta universidad.
Taemin sonríe al escucharlo.
— ¿Vas a explorar tu faceta de poeta-escritor? —le pregunta, y Minho empieza a reír.
—Sí, algo así —responde. Y durante el silencio que surge entre los dos, sin dejar de mirarse el uno al otro, Minho vuelve a sonreír y añade con mucho gusto—. ¿Te apetece ir a tomar un café? Tengo años qué platicar contigo.
El joven sonríe ampliamente, y contesta sin pensarlo demasiado:
—Por supuesto que sí.
Hoy probablemente hablen de todo lo que se perdieron durante siete largos años. ¿Y quién sabe? Mañana, o quizá el día después de mañana, puede que Lee Taemin tenga la oportunidad de decirle a Choi Minho que lo sigue amando.
Primer día en la preparatoria y ya volvía a casa con el corazón flechado por un completo extraño. Se trataba del ser más perfecto que había visto, y no paraba de fantasear hasta que recordaba que con sólo mirar cada cosa que hacía, como un completo acosador, no iba a lograr ni siquiera ser su amigo. Pero no podía evitarlo, él iba a estar en la misma clase que yo, lo vería todos los días, en el mismo salón, y aunque mi personalidad siempre se había caracterizado por ser distraída, y no permitirme recordar voces, ni distinguir las caras de casi nadie durante los primeros días de curso, de él recordé absolutamente todo, los motivos por los que ingresó a ésa escuela, la ubicación de su antigua secundaria, y su nombre… Se llamaba Choi Minho. 15 años. Deseos fuertes de ser abogado, como su padre, y educación recibida en una de las mejores secundarias de la ciudad de Incheon. Supongo que él nunca recordaría lo que yo dije en mi presentación, ni siquiera yo mismo lo recuerdo, pero probablemente se habría resumido en Lee Taemin. 15 años. Y… poca visión sobre el futuro.
Siempre tuve ésa estúpida maña de enamorarme a primera vista, enamorarme de una imagen, algo perfecto, una fachada maravillosa, que sólo iba perdiendo su magia a medida que yo me iba acercando, y conociendo lo que había detrás de ése aclamado rostro perfecto. Supongo que estaba acostumbrado a tal cosa, pues siendo un tímido homosexual con apenas 15 años de edad, no había tenido ninguna experiencia antes, y mis intereses amorosos no pasaban de ahí. Con él fue diferente, lo sé, sin duda fue así.
—Hola —Recuerdo aquella vez, la primera vez que hablamos.
Habían pasado unos días desde que había iniciado el primer año, y yo estaba sentado en mi pupitre, con los auriculares puestos. Él me sonrió y me saludó. Siempre era muy amable con todos—. ¿Qué estás escuchando? —preguntó luego de que me quité los audífonos. Minho se había sentado a mi lado.
—Ah… una canción —Estúpido. Sí, una canción… ¿no me digas? Me puse tan nervioso que sólo pude contestarle con eso, justo antes de ver cómo tomaba el auricular izquierdo y se lo colocaba en el oído derecho.
—Oh, suena bien —comentó.
Yo asentí, aunque ni siquiera sabía qué canción era. La que estaba oyendo iba por el final cuando Minho llegó, así que seguramente el MP3 ya la habría cambiado por alguna otra de las melodías de la lista. Minho se mantuvo escuchando por un rato, y luego soltó algo así como “aunque no entiendo la letra”. Se rió de manera simpática, me regresó el audífono, y se levantó para hacerle plática a otro de los compañeros que se hallaba por ahí. Sufrí una clase de alivio, porque mi corazón se había tensado mucho. Sólo cuando se fue pude volver a ponerme los audífonos. Jamás olvidaré la canción que estaba escuchando en ése momento.
Por favor dime, ¿por qué los pájaros cantan cuando estás cerca de mí?
Cantan cuando estás a un lado mío…
Ellos dicen que soy un tonto por amarte profundamente
Amarte en secreto… ♪
Cantan cuando estás a un lado mío…
Ellos dicen que soy un tonto por amarte profundamente
Amarte en secreto… ♪
Y vaya que yo era un tonto, y que por supuesto, aquél también era un maldito secreto. A pesar de que la preparatoria fue el nivel de mi vida en el que comencé a abrirme más y a tener amigos que compartieran mis gustos, jamás le conté a ninguno de ellos lo que sentía por Minho. No tenía caso. Los meses fueron pasando, y los grupos de amigos dentro de un salón tan numeroso se fueron formando conforme era lo esperado. Tenía varios compañeros con quienes me llevaba muy bien, pero amigos en sí, solamente tenía dos. Kim Kibum, de mi mismo salón, y Lee Jinki, un Hyung de segundo año al que llamaban Onew, y al que conocí en un receso porque estaba leyendo “Las mil y una noches”, cuando él se acercó a preguntarme qué otros libros me gustaba leer, porque era un amante de la literatura clásica, al igual que yo. Desde entonces, los tres siempre pasábamos el rato juntos. Compartíamos muchas ideas y proyectos, nos la pasábamos bien, pero nunca hablábamos de asuntos del corazón. Al parecer ninguno de nosotros estaba muy interesado en las chicas, y comenzamos a notarlo cuando se unieron tres mujeres a nuestro círculo amistoso, Amber, Sulli y Luna, y ninguno de los tres mostró interés en alguna de ellas, pese a que eran muy bonitas. Yo sabía el motivo por el que a mí no me interesaban más que para ser mis amigas, pues jamás tuve interés en las mujeres y además, en ése momento estaba que perdía la cabeza por uno de mis compañeros de clase; el cual parecía ignorar todo lo referente a mi existencia. Ya saben, el modo en que a veces la sociedad se divide es bastante disparatado. Choi Minho no era nada parecido a mí, era sociable, más bien popular, le gustaba el futbol y estaba en el equipo de la escuela, como centro delantero, o algo parecido, por lo que casi toda la preparatoria lo conocía, y era prácticamente imposible que pudiese hacerse amigo de alguien como yo. Como ya dije, mi salón tenía varios alumnos, era un grupo realmente grande, así que mientras yo me juntaba con un buen número de marginados sociales, él siempre era acompañado por la gente más activa, los deportistas y miembros de clubes concurridos, como ése chico Kim Jonghyun del otro grupo. Incluso, a mediados de primero, comenzó a salir con una de las chicas populares del salón, se llamaba Yuri y estaba en un grupo de baile. Todo el mundo pensaba que hacían la pareja perfecta, y yo… bueno, sólo diré que comencé a sentarme lo más lejos que pudiera de ellos durante todas las clases.
En cierta forma, ése noviazgo fue el que me hizo bajar de la nube por un buen tiempo, y dejar de soñar cada vez que por casualidad nuestras miradas se encontraban. Qué diablos… ¡si ni siquiera nos hablábamos estando en el mismo salón! Y aunque lo hiciéramos, él era heterosexual, tenía una novia guapa, y ésta parecía gustarle mucho. Así que era bastante obvio que yo nunca tendría oportunidad de estar con él.
Durante segundo año, todos fuimos cambiados de salón, y agradecí porque esta vez Minho quedaría en otro grupo. Kibum —o como ya le había gustado llamarse a sí mismo: Key— quedó de nuevo en mi salón, al igual que Luna, y otros varios de mis amigos, sin embargo, no me salvé de mucho, porque Jonghyun y Yuri habían quedado con nosotros también, y por eso Minho siempre terminaba visitando nuestra aula en los tiempos libres. No dejé de verlo, y por tanto, tampoco dejé de sentirme atraído hacia él, a decir verdad, conforme pasó el tiempo lo fui extrañando mucho. Aunque suene raro y hasta un poco conformista, me había acostumbrado a observarlo cada día y a cada minuto, y por eso, con su ausencia, los días se tornaron realmente aburridos. La escuela ya no era lo mismo si él no estaba ahí durante las clases, los únicos instantes en que dejaba de prestar atención a Yuri, y podía llegar a mirarme a mí, aunque fuese sólo por casualidad.
Segundo fue el año más difícil. Recuerdo que al principio le confesé a Key mi homosexualidad, y él se rió diciendo que qué curioso era que nos hubiésemos hecho amigos sin saberlo, porque él también lo era, inclusive tenía una pareja, era universitario y se llamaba Woohyun. Entonces supe que el hecho de que nunca hubiera salido con alguien ni mucho menos besado a nadie no era cuestión de mi preferencia sexual ni de mi edad, sino de mi personalidad. Jamás tomaba el riesgo.
Key disfrutaba de darme cientos de consejos respecto a esto, y yo los tomaba de buena gana hasta que, cierto día normal, él me soltó de pronto:
—Conozco a un buen tipo que gusta de ti.
¿Un buen tipo? ¿Tipo? ¡Un hombre! Y además yo le gustaba… Sabía que no tenía sentido negarme a una posibilidad como aquella por el simple hecho de estar enamorado de alguien que jamás me iba a corresponder. Por eso acepté ir a la cita a ciegas que me preparó Key… Enorme fue mi sorpresa cuando llegué al restaurante y vi a Onew Hyung sentado ahí. Quise dar miles de excusas para justificar mi presencia en ése lugar, pero él no tardó mucho en aclararme que, efectivamente, él era mi esperada cita.
—Estás sorprendido, ¿cierto? —fue lo que dijo al ver mi expresión de asombro.
Y vaya que lo estaba… ¡Jamás me hubiera imaginado que Hyung era como Key y como yo! Ni mucho menos hubiera pensado que yo le gustaba… Me dejó en estado de shock.
Al principio fue muy extraño, porque yo veía a Jinki Hyung como mi mejor amigo, jamás había considerado la posibilidad de ser su novio; pero después de un tiempo, saliendo con él y notando que me entendía mejor que nadie, quise darle una oportunidad a nuestra relación. Onew y yo éramos muy parecidos, compartíamos muchos gustos, a ambos nos gustaban los comics y el cine, escuchábamos el mismo estilo de música y, por supuesto, teníamos una historia detrás, una historia de amigos que habían pasado por un sinfín de cosas juntos. Estuve saliendo con él por casi tres meses, y en el transcurso de ése tiempo, por rumores y el tiempo que pasábamos juntos, la escuela entera se enteró que los dos éramos gays. No hubo un buen trato de parte de mucha gente a partir de eso, pero yo me sentía liberado, como si me hubiese quitado un costal de piedras que cargaba encima.
Sin embargo, no todo era color de rosa. Onew era mi novio, sí… ¿Pero a qué se le puede llamar “novio”? Nos llevábamos genial, tan genial como se llevan los hermanos unidos, pero yo sabía muy bien, en el fondo, que no existía ése algo que me mantenía extasiado con tan sólo una mirada. A pesar de tener mi primera pareja, yo no paraba de pensar en mi imposible, en el que era tan lejano para mí, no podía dejar de pensar en Choi Minho.
Mencioné casi tres meses porque no tardé mucho en darme cuenta de que no estaba enamorado. Le dije la verdad, sufriendo porque no quería lastimarlo, y al verlo alejarse con expresión triste, me reprendí a mí mismo, repitiéndome “¿Cómo es que no puedes amar a esta persona pero sí puedes soñar con alguien que ni siquiera conoces bien?”. Todavía no entendía las incoherencias de los sentimientos. Siempre me resultaban difíciles de comprender.
Pasé a tercero, Jinki-Hyung se graduó y por un buen tiempo no lo volví a ver; Key y yo volvimos a compartir el salón, y en lugar de Yuri, esta vez fue Minho quien volvió a pertenecer a mi mismo grupo. Volví a las andadas de admirador secreto, con mis persecuciones bien disimuladas y mis miradas furtivas. Parecía que ésa era la única manera en que podría querer a alguien, en silencio, en secreto, sin que nadie lo notara, ni siquiera mi propio objeto de satisfacción.
Poco después de que mi preferencia sexual se volviera pública, comencé a recibir mensajes anónimos, que se colocaban en mi mochila o en mi casillero del gimnasio. Algunos eran ofensivos, varia gente era muy homofóbica, pero otros tantos, siempre del mismo remitente, eran poemas, unos poemas muy románticos. Recuerdo uno en especial, que decía lo mismo que yo pensé durante mucho, pero demasiado tiempo…
Por favor dime, ¿por qué no puedo respirar cuando estás cerca de mí?
Respirar cuando estás al lado mío…
Yo sé que tú sabes que estoy perdido, profundamente enamorado
Amándote en secreto… En secreto
Respirar cuando estás al lado mío…
Yo sé que tú sabes que estoy perdido, profundamente enamorado
Amándote en secreto… En secreto
Conocía ésa letra. Era aquella canción que jamás se borró de mi memoria. Y empecé a reír porque me imaginé que la persona que me mandaba aquellos mensajes era Minho, quien seguramente se había aprendido la canción que había escuchado conmigo dos años atrás, y que había significado lo mismo para él. Era un pensamiento muy fantasioso, porque todos mis amigos sabían que me gustaba esa canción, ya que no dejaba de cantarla cuando Key y yo nos poníamos a escuchar música en el salón. Siempre tuve la maldita mente soñadora, como un niño de cinco años.
No obstante, llegó un punto en el que realmente comencé a preguntarme si era mi imaginación o si lo que pensaba en verdad estaba ocurriendo.
Desde que habíamos iniciado el tercer año, comencé a notar que las miradas de Minho se posaban en mí más seguido. Cosa extraña porque, estando en primero, llegábamos a intercambiar más palabras, incluso en segundo él llegaba a saludarme cuando me veía por los pasillos de la escuela, pero estando en tercero, en ése tiempo en que recién empezaba el año, sin duda alguna no me dirigió ni una sola palabra. Solamente me miraba, de manera muy notoria. Comencé a comerme la cabeza, creyendo que tal vez había empezado a notar que me gustaba, pero siempre llegaba a la conclusión de que me estaba haciendo ideas equivocadas, y me calmaba. Si él llegaba a saber mis sentimientos, ¿cómo reaccionaría? Por el grupo de amigos con el que se juntaba, quienes más hacían burla hacia mis amigos y en especial hacia mí, imaginé que de saberlo, seguro reaccionaría con enojo. Por la fachada que le mostraba a todos, era lógico que muchos creyeran que su personalidad era de ésas típicas de hombre popular, machista, homofóbico y vicioso, pero lo cierto es que él era muy distinto, y yo podía saberlo por el simple hecho de ser su compañero de clase. Como se podrán imaginar, aún cuando no éramos amigos, la gente era capaz de saber cosas sobre los otros, porque pasábamos todos los días juntos, en la misma habitación. Y por ello, yo estaba consciente de que él era una persona muy amable, que no fumaba y que amaba la compañía de los niños. Todas las mujeres lo halagaban por esto, pero lo hacían a espaldas de Yuri, porque ella seguía siendo su novia, y ya llevaban buen tiempo, a decir verdad.
Cierto día, mi admirador secreto me pidió que nos encontráramos detrás del viejo taller de electrotecnia, cuando todos estuvieran en clases. Era uno de los rincones más desolados de la escuela, y aunque por un momento pensé en pedirle a Key que me acompañara, decidí convencerme a mí mismo de que si era una broma, podría defenderme yo solo con mis tácticas de Kung Fu aprendidas en la niñez; y me encaminé hacia ése lugar a la hora que marcaba la nota, curiosamente, la hora de la materia de Física, una clase en la que siempre me llevaba regaños, porque solía dormitar mucho.
Esperé recargado en la pared, pero pasaron varios minutos y mejor decidí volver. Iba justo saliendo del solitario pasillo, cuando de pronto me encontré cara a cara con él.
—Hey, ¿qué estás haciendo aquí? —me dijo, sonriente como siempre.
Parecía que él iba en dirección al baño, que se hallaba unas aulas más al frente, donde transitaban los estudiantes con normalidad.
—Na-nada —contesté tartamudeando. No podía simplemente decirle a Minho “estoy esperando a mi admirador secreto”.
—Estamos en clases, ¿sabías, Lee Taemin?
—Sí —respondí aun con timidez, aunque no tardé mucho en expresarme con la verdad—, pero es que física me aburre mucho.
— ¿Quién lo diría? —exclamó él—. Con lo serio que te ves…
—Ser serio no implica que me gusten esas materias por obligación —comenté, y él empezó a reír.
—Sí, supongo que tienes razón —dijo. No sé cómo, pero ya estaba parado en frente de mí, y yo, como por instinto, me había hecho unos pasos en retroceso, metiéndome nuevamente en la soledad del pasillo oculto tras aquél salón—. A mí tampoco me agrada ésa materia —murmuró, y sin más, se había puesto a mi lado, recargándose en la pared.
—A ti también te da sueño, ¿verdad? —pregunté de pronto, no me había dado cuenta de lo obvio que sonaba aquello hasta que él me contestó.
—Parece que me observas.
Estaba sonriendo, y yo me asusté. Comencé a ponerme nervioso. ¿A qué se refería con ése comentario? Además, me estaba mirando, como esperando una respuesta. Al ver que no fui capaz de decir nada, él bajó la mirada y soltó una risita—. Bueno, no te entretengo más —murmuró, y luego mostró toda la intención de alejarse.
No sé qué habría pasado si yo no hubiera hecho lo que hice en aquél momento, quizá todo habría salido diferente. Como fuera, me dejé llevar, de un modo que nunca antes lo había hecho en mi vida. Sin pensar, lo tomé del hombro, aferrándome a la tela de su camiseta del uniforme, aquella blanca con la que todos nos vestíamos, y le dije:
—Espera.
Inevitablemente, me sonrojé cuando él se giró hacia mí con un rostro confundido.
¿Para qué lo había detenido? Simplemente no quería que se fuera. Pero, ¿cómo puedo decirlo? Ni siquiera tuve qué darle explicaciones. Él se giró hacia mí, y como ya dije, me miró por un instante, pero después no tardó en llevar sus manos hacia mi rostro, tomarme de las mejillas, y presurosamente, unir sus gruesos labios con los míos.
Mi asombro fue tal, que ni siquiera pude cerrar los ojos de buenas a primeras. Allí estaba él, Choi Minho, mi desgraciado amor imposible, aquél que ni siquiera me dirigía la palabra en clase, enfrente de mí, besándome profundamente, y disparando el latir más loco de mi corazón, uno que jamás me había dado en la vida, ni siquiera cuando nuestras miradas llegaban a encontrarse. Pronto fui capaz de dejarme llevar por el instinto, y cerré los ojos, conduciendo mis manos hacia sus caderas, y sintiendo sus besos sobre mi boca. Los daba con tanta fuerza, uno tras otro, que no supe ni en qué momento me había colocado de espaldas contra la pared, y había empezado a acariciar mi mejilla con una de sus manos, mientras que con la otra tomaba mi espalda baja, de modo que me pegaba a su cuerpo, dejándome completamente impresionado por la sensación que se presentó en mi entrepierna al chocar con la suya, ya que estaba dura, y podía sentirla. ¿Quería él que lo sintiera? Continuó besándome así, pasionalmente, mordiendo mi labio inferior cada dos por tres, de tal forma que pude escuchar los suspiros que dejaba salir mientras saboreaba mi boca, al igual que yo lo hacía, sin poder evitarlo, pues jamás me había excitado así.
Enredé mis brazos alrededor de su cuello, y él hizo lo mismo con los suyos, rodeando mi cintura, y alzándome un poco. Fue cuando el timbre, que se hallaba sobre nosotros, efectuó su sonido programado, que los besos de Minho fueron perdiendo su intensidad, y al tiempo que desenlazaba los brazos de mi cuerpo, se separó de mi boca y yo abrí grande los ojos, aún ensimismado, encontrándome con su rostro, muy cercano, y sus negros orbes que me miraron fijamente por unos segundos. Yo sentía deseos de hablar, aunque no sabía qué decir después de lo que había ocurrido. Minho parecía albergar las mismas intenciones, y al contemplar su expresión aquella vez, pude sentir por fin que teníamos algo en común, pues los dos estábamos perplejos. Él decidió no decir nada, simplemente llevó una mano a mi barbilla, y me atrajo hacia él para volver a plantarme un beso, uno más sosegado y sonoro, justo antes de alejarse de ahí, de vuelta hacia los pasillos concurridos.
Pero pierdo la razón cada vez que estás cerca
Dejándome sordo, mudo y ciego
Ahogándome en la desesperación…
Dejándome sordo, mudo y ciego
Ahogándome en la desesperación…
¿Qué puedo decir después de aquello? Por unos días, ni siquiera me lo podía creer. Pero al pasar el tiempo, aunque no podía comprenderlo, fui asimilando la idea y disfrutando de los momentos en que lográbamos estar solos. Minho me miraba prácticamente durante todas las clases, en veces, pasaba cerca de mí, habiendo tanta gente alrededor nuestro, y rozaba discretamente mi brazo o mi cabello con las yemas de sus dedos, haciendo que todos mis nervios se tensaran, de modo que lograba distinguir perfectamente bien cuando me tocaba alguien común, por casualidad, y el momento en que me tocaba Choi Minho. Yo me giraba para encontrar su mirada, pocas veces me la devolvía, pues sabía disimular muy bien. Durante gimnasia, trabajábamos en parejas y él se ponía conmigo, haciéndolo parecer como si ninguno de los dos tuviera opción, y rozaba su cuerpo con el mío siempre que tenía oportunidad. E incluso, al entrar al baño, me seguía, me empujaba a uno de los cubículos y me besaba por un corto tiempo, antes de sonreírme y salir primero que yo, para que nadie supiera lo que estaba ocurriendo. Pero fuera de eso, no hablábamos, era igual que siempre, salvo el tiempo que pasábamos al encontrarnos tras aquél salón.
—Dime por qué —le murmuraba sobre los labios, en aquella hora donde las clases ya habían finalizado. Él sonrió, yo pude sentir las comisuras de su boca ensanchándose contra las mías.
—No lo sé —respondió, riendo juguetonamente.
¿Para qué me hago el idiota?, yo también me reí. Cuando estaba besándome, nada me importaba. Volvía a tenerme recargado contra la pared, pegando su cuerpo cada vez más al mío. Luego me tomó de ambas muñecas, y las colocó allí, a ambos costados a la altura de mi rostro. Paseó su nariz por mi cuello, y comenzó a succionar mi piel con lentitud y precisión; yo sentía mi respiración acelerándose, y la suya no se quedaba atrás. Sin soltar mis muñecas, me hizo cambiar de posición y me dejó de espaldas a él, sosteniéndolas tras mi espalda baja, como si fuese un criminal en detención. Acercó sus labios nuevamente hacia mí, y los dejó reposar en mi nuca, repartiendo unos besos húmedos que me enchinaron la piel. Yo suspiraba con los ojos cerrados y la cabeza reclinada en la pared, cuando le oí decir sobre mi oído, con esa voz ronca, tan propia de él cuando se encontraba agitado:
—Ya no aguanto esto —me dijo, y descendió una de sus manos hasta mi entrepierna, palpándola por encima de la ropa. Me ruboricé a sobre manera—. Ya no aguanto —volvió a decir—. Taemin… —y bajó la cremallera de mi pantalón oscuro, preparándose para acariciarme.
No puedo mentir, aquello había ocurrido más de una vez. Siempre que notábamos que había tiempo de sobra, acariciaba mi miembro, pero yo jamás me atreví a acariciar el de él. Me giré de repente, y le contesté con la misma ansia que seguro Minho estaba sintiendo en ése preciso momento:
—Tampoco yo —susurré, y sin pensar, llevé mis manos hacia aquella parte de él.
Descendí el zíper de su prenda presurosamente, y empecé a acariciar su miembro erecto, justo antes de mirarle a los ojos, aún hacia arriba porque nuestras estaturas sólo poseían unos centímetros de diferencia, y obviamente él era más alto que yo. No podía dejar de observar hacia sus labios, a su boca entreabierta que se esforzaba por no dejar escapar sus gemidos. Le sonreí, me encantaba verlo así, como si estuviera a mi merced, cosa que jamás sucedía, pues siempre era él quien terminaba jugando conmigo.
Minho también sonrió, parecía que ésa situación de papeles invertidos le gustaba; y llevando una de sus manos hasta mi rostro, me tomó de la barbilla, acercándome hacia su boca, mientras dejaba salir lo siguiente en el exquisito sonido de un jadeo apresurado:
—Bésame —Y lo hice, como si estuviera hipnotizado y no pudiera negarme, me alcé para besar sus labios, probando su sabor una vez más, sin dejar de tocarlo ni un solo momento—. Bésame enserio —volvió a decir, por encima de mi boca ya húmeda.
Él llevó sus manos hacia mi rostro, sosteniéndome ambos lados del cuello, y yo lo alcé otra vez para alcanzar de nuevo su boca. Extasiado por el sonido de su voz, que me pedía más, me esforcé por hacerlo sentir aún más acalorado. Exploré los adentros con mi lengua, jugando con la suya, que me había encontrado pronto, la enredé junto a ella y él dejó escapar sus suspiros impacientes, que me hacían sentir cada vez más desesperado. Al finalizar, tomé su labio inferior entre mis dientes, y entre abrí los ojos, para mirar los suyos. Sonreí de nuevo—. Mm… otra vez —me pidió, alzando mi barbilla por segunda vez con una de sus manos, de modo que nuevamente unimos nuestros labios, reanudando ése juego de lenguas mientras él paseaba su otra mano por los rincones de mi espalda, y la mía no había parado de recorrer la extensión de su miembro, de arriba a abajo, una y otra vez, y a cada segundo con más velocidad.
Aprovechando la debilidad de mi pantalón al haber sido despojado del cinto, Minho adentró su mano a él y acarició mis glúteos sin ningún pudor, ello sólo hizo que mi excitación aumentara, y que no pudiera reprimir un gemido que se me escapó sobre su oído derecho. Él comenzó a reír, y al retirar su mano, me empujó de nuevo hacia la pared, con brusquedad, pero la suficiente delicadeza como para impedir que me lastimara. Me tomó de las caderas y volvió a besar mi cuello, mientras susurraba, ya sin importarle que alguien nos pudiera escuchar—. Me encantas~
—Hah~ No mientas —fue con lo único que le pude responder.
Él había empezado a desabotonar mi camiseta, de un botón a otro, con una lentitud intencional, que me dejaba cada vez más mareado. Sin dejar de pasear sus labios por la extensión de mi cuello, fue descendiendo por mi piel conforme retiraba cada abrochadura, y al llegar a mi pezón izquierdo, de inmediato se detuvo allí para succionarlo y pasear su lengua alrededor de él, mientras sus escurridizas manos terminaban la acción de desabotonar mi prenda. Con ellas extendidas, acariciaba mi pecho y mi abdomen sin dejar de usar su boca para jugar con mi pezón. Fue hacia el siguiente, y yo ya no podía más. Me dolía allí abajo; jamás habíamos llegado tan lejos como en ése momento. Creo que simplemente estábamos desesperados.
Pensé que había decidido ignorar mi pregunta, pero luego de darle un par de lamidas a ésa parte de mi cuerpo, volvió a alzar el rostro hasta encontrarse con el mío, y mirándome directo a los ojos, me cuestionó con firmeza y seriedad:
— ¿Por qué te mentiría?
—Es… —antes de que pudiera contestarle bien, Minho había vuelto a besarme. Sólo pude responder cuando la falta de aire nos obligó a separarnos nuevamente—. Una broma, ¿verdad? Si Yuri…
—Ajá —murmuró, interrumpiéndome, y como si el nombre de su novia no tuviese importancia. Luego paseó una de sus manos por mi pelo, al tiempo que volvía a hacer lo que quería con mi cuerpo, y me obligaba a colocarme de nuevo contra la pared. Esta vez mi mejilla rozó la fría textura del exterior del salón, y él acomodó mi camiseta, de tal forma que mis hombros quedaron al descubierto. Los besó y mordió sin dejar de mover sus manos, que se habían posado en la parte superior de mi pantalón, y habían comenzado a bajarlo, con todo y mis bóxers grises, dejando al descubierto la piel de mi trasero.
Para entonces ya no pensaba con claridad, mi vista se había nublado por completo por algo muy fuerte y cándido, llamado excitación. Uno de sus dedos se abrió pasó en mi interior, y al tiempo, comencé a soltar gemidos cada vez más difíciles de controlar.
Jugaba allí dentro de ésa forma, sin dejar de besar y lamer la piel de mi nuca, y del lóbulo de mi oreja izquierda, que parecía haberse convertido en su nuevo objeto de entretención. Cuando una de sus manos se acomodó en mi cadera, y la otra en uno de mis hombros, pude estar seguro de lo que ocurriría, pero sencillamente no imaginé que dolería tanto como pasó. Grité y me aferré con los dedos a la pared, pero todo el miedo y el dolor se alejó cuando lo sentí a él abrazándome fuertemente, con sus brazos rodeándome los hombros, y susurrándome junto al cuello, como si a él le hubiese dolido también: —Lo siento. ¿Te lastimé?
—N-no… está bien —mentí. En cierta forma, sólo deseaba que dejara de dolerme.
Fue como si él se hubiese dado cuenta de eso, pues me hizo girar de nuevo, para mirarlo de frente, y sostuvo una de mis piernas, indicándome que la alzara lo suficiente, y comunicándome con su mirada que él me ayudaría para no caer. Me aferré a su cuello y con su ayuda y la de la pared, terminé alzándome lo suficiente, como para dejarle tratar de entrar otra vez.
—Gime si te duele —me indicó, y yo lo miré casi con indignación.
—Es lo único que voy a poder hacer —contesté, y entonces empezó a reír. Me había hecho una broma otra vez, y yo me ruboricé de nuevo.
De manera instintiva, coloqué mis piernas alrededor de sus caderas, y él, sosteniéndome firmemente de los glúteos, comenzó a embestirme lentamente. Yo me aferraba con fuerza a sus hombros, y dejaba reposar mi cabeza ahí, casi sin fuerzas, tan sólo sintiendo y pensando que explotaría de tan alterada que sentía mi respiración. Pero la cosa no terminó ahí, pues no tardé mucho antes de sentir que necesitaba que él se moviera más deprisa. Alcé mi rostro para besarlo, y moví mis caderas en un acto reflejo. Él, sonriendo encantado sobre mis labios, lo comprendió a la perfección. Entonces el vaivén fue aumentando poco a poco la velocidad, y la intensidad de las acometidas, porque yo sentía que iba a romperme debido a que cada vez llegaba más profundo dentro de mí, y con ello me generaba más placer, un placer que parecía incrementarse con cada embestida que daba en el interior de mi cuerpo, al compás de mi espalda que rozaba cada tanto contra la pared.
—No te reprimas —jadeó en mi oído, sin dejar de moverse.
Yo me había mordido el labio inferior porque sentía que si seguía gimiendo podía llegar a hacerlo muy fuerte—. Me lo prometiste —añadió, mirándome intensamente.
Y al ver que yo seguía en mi posición, con los labios oprimidos, y los ojos fuertemente cerrados, llevó su mano libre hasta mi miembro, y reanudó lo que al principio tuvo intención de hacer. Comenzó a masturbarme a gran velocidad.
—Hah~ —gemí, esta vez sin poder evitarlo—. Está bien, está bien… No me reprimiré.
—Así me gusta —susurró sobre mi boca, depositó un corto beso, y aún cuando creí que lo haría, porque le obedecí, me engañó por completo; pues no dejó de jugar con mi miembro, al tiempo que continuaba dando las embestidas. Me estaba matando de satisfacción.
—Minho… basta~ —jadié otra vez, ya no podía más, y parecía que a Minho eso le hacía sentir mayor excitación—. Hah… Yo ya… no puedo… —a cada palabra me trababa, pues él me hacía callar con una embestida cada vez más violenta—…. seguir, ya no…
—Mmn… —gimió él mientras volvía a besarme, con su ronca voz que me volvía loco—. Dilo otra vez —susurró al final del beso.
Me tomó unos cuantos segundos el poder comprender, y le pregunté algo dudoso por lo misma razón:
— ¿Mi-Minho?
—Sí —exclamó él, justo antes de morderme la barbilla—. Dilo otra vez.
—Minho…—repetí. Y conforme él lo escuchaba, sus embestidas iban cada vez más rápido—. Minho… Minho… —me abrazaba fuerte, justo cuando sentí que una descarga eléctrica me recorría el cuerpo entero—. ¡Hah! Por favor.
—Delicioso —susurró aún sobre mis labios—. Delicioso Taemin~Hah~
Para entonces, ya me hallaba temblando, sufriendo unos espasmos que jamás había experimentado, ni siquiera explorándome a mí mismo. Aquello no tenía comparación. Él salió de mi interior justo antes de acabar, y como yo, también sufrió de sus propias reacciones. Respiraba alocadamente, con su frente junto a la mía, y a medida que nuestro aliento fue sosegándose, su mirada fue ascendiendo hasta sostener mis ojos, que lo miraban, exhaustos, y me sostuvo de la nuca, acariciando mi cabello por los segundos que me resultaron más eternos en esta hermosa vida. Volvió a unir sus labios con los míos, pero esta vez, lo hizo lentamente y con suma ternura, mientras usaba sus manos para ir abrochando de nuevo los botones de mi camiseta, justo antes de separarse unos centímetros, y agregar con una enorme sinceridad, y una preciosa sonrisa—. No me canso de besarte.
Lo entendía, yo tampoco me cansaba. Continué mirando su rostro a esa cercana distancia, y al momento en que terminó de abotonar mi camisa, hasta dejarla con el leve rumor de cómo antes estaba, le pregunté aún sin haber recuperado el aliento:
— ¿Por qué actúo así contigo?
—No lo sé —respondió él, me encantaba el tono de su voz cansada—. Yo tampoco me estoy portando normal —añadió, queriendo ayudarme también a abrochar el pantalón, sin importarse él mismo y el estado de sus prendas. Pero no terminó, porque llevó una de sus manos a una de mis mejillas, y añadió tenuemente—. De hecho… no desde que te conocí.
— ¿En verdad? —mis ojos brillaron. ¿Hablaba enserio? No podía creerlo.
Él me miró intensamente durante aquél tiempo, incluso experimenté el deseo de volver a hacerlo todo, pese a lo exhausto que me encontraba, pero cuando parecía que él iba a volver a besarme, de modo que yo ya hasta había cerrado los ojos, el ruido de unas voces a lo lejos nos despertó de nuestra ensoñación. Distinguimos la voz del conserje, acercándose cada vez más hacia nuestra posición, y como si fuésemos asesinos a punto de ser descubiertos en la escena del crimen, acomodamos con rapidez nuestras ropas, tomamos nuestras mochilas, y salimos corriendo de ahí, en dirección al jardín, y al sendero más cercano que pudiera dejarnos fuera de la escuela lo más pronto que nos fuera posible.
Recuerdo lo felices que estábamos ésa tarde. Tanto, que ahora mismo me duele el pecho. Cuando salimos por la puerta trasera de las instalaciones de la preparatoria, corrimos entre las calles sin poder parar de reír. Justo cuando estuvimos a las cuadras que consideramos prudentes, fuimos aminorando el paso y él me abrazó. De nuevo estábamos solos, en ésas calles donde no parecía haber más que coches aparcados alrededor. Minho continuaba riendo, y yo trataba de reponer mi respiración. Con las sonrisas más grandes que recuerdo, y divertidos por nuestra estúpida reacción de hacía sólo un momento, nuestros labios se buscaron de nuevo, ya consientes de cómo les gustaba estar, uno junto al otro, y entonces volvimos a besarnos. Enredé de inmediato mis manos alrededor de su cuello. Él me abrazó con mucha fuerza, y hoy juro que, en aquél momento, por nada del mundo habríamos querido dejarnos ir.
Estoy perdido en tu fuego
Está quemándome como el sol
Y grito tu nombre cada vez que te vas…
Está quemándome como el sol
Y grito tu nombre cada vez que te vas…
Nuestros encuentros clandestinos continuaron así. Después de varios sustos que tuvimos en la escuela, creyendo que podríamos ser descubiertos por quien fuera, acabamos reuniéndonos en otros lados, por las tardes, o incluso en días en que ambos faltábamos a clases. Hasta entonces, agradecía que nunca nos hubiésemos llevado como amigos, porque así, ninguno de nuestros compañeros sospechaba que nuestras faltas coincidentes tenían algo que ver. En ésos momentos, sé solamente de alguien que lo notó. Y fue Kibum, porque además de que me conocía muy bien, se dio cuenta de que ambos nos estábamos sonriendo de manera sospechosa, así que me insistió tanto que acabé confesándolo todo, pero del resto, estoy seguro de que nadie se había dado cuenta aún. El caso es que cada día se hacía más difícil ocultar las cosas ante todos los demás, y por supuesto, yo no paraba de preguntarme, ¿qué demonios estábamos haciendo? Era como si cada vez que nos viéramos, los dos olvidáramos que teníamos nuestro propio mundo qué atender, nuestros propios amigos, nuestros propios sueños… Éramos un juego en el que todo se detenía, y al estar encendido, lo demás no tenía cabida en nuestra alocada mente.
Personalidades diferentes, creencias diferentes, siempre supe que éramos diferentes, pero cuando nos empezamos a conocer, realmente comencé a notar aún más a esas marcadas distinciones, y fuera de lo que todo el mundo pudiera pensar respecto a ello, ¡a mí me encantaban! Amaba todas y cada una de las diferencias que existían entre nosotros, porque lo crean o no, para mí eso era lo que creaba una conexión fuertísima entre los dos, una que jamás había pensado que pudiera existir. Todo porque nuestros cuerpos estaban en perfecta sincronía, y aun cuando nuestros ideales no se entendieran, cada cosa que uno sentía, el otro la experimentaba también.
A mediados de ése año, y después de haber tenido muchos problemas con ella por su falta de atención, Minho decidió romper con Yuri, aunque no pudo contarle la verdad. Ni a ella ni a ninguno de sus amigos.
Mañana, te lo diré todo mañana
O el día después de mañana
Estoy seguro que entonces te lo diré
… ♪
O el día después de mañana
Estoy seguro que entonces te lo diré
… ♪
A pesar de que seguíamos disimulando en la escuela, yo comencé a tenerlo sólo para mí. Dejamos de ser “sólo un juego” y comenzamos a protegernos mutuamente. Él me confesó, aunque yo ya lo sabía desde el instante en que me besó por primera vez, que había sido él el admirador que colocaba notas en mi casillero, y que empezó a hacerlo después de enterarse de que yo era homosexual, porque no se habría atrevido a hacerlo de estar equivocado y de no tener oportunidad conmigo. Le pregunté por qué no me lo había dicho antes, y él me confesó que le avergonzaba admitir que había escrito tantos poemas tan románticos y dulzones. Yo lo besé, lo abracé, y le dije que adoraba su faceta de trovador, ¿quién diría que al futbolista se le ocurrirían tantos versos tan bellos? A pesar de que Minho parecía temer a que el mundo lo conociera de verdad, porque había utilizado su relación con Yuri para aparentar frente a los demás, yo no sentí furia, ni nada parecido, al contrario, sentí una enorme comprensión, porque entendía perfectamente sus miedos, yo había pasado por lo mismo, de un modo distinto, pero lo había hecho.
Poco a poco empezó a ser cada vez más obvio que existía algo entre nosotros que nadie en nuestro salón de clases sospechaba. No podíamos evitar sonreírnos, hablarnos informalmente, e ir en la ayuda del otro cada vez que sufría algún percance. Como aquella ocasión en que estuve a punto de caerme de las escaleras, y él me salvó, abrazándome como solía hacer siempre que estábamos solos, y preguntándome con mucha angustia si me encontraba bien. Cuando volví con Key, él me dijo que si seguíamos así podría ser un problema, porque, según sus palabras, notaba demasiada tensión sexual entre esa supuesta relación de “compañeros de clase”.
Yo no sabía qué hacer, lo amaba, pero no podía evitar pensar que él no hacía más que juguetear conmigo, y que a final de cuentas jamás íbamos a poder estar juntos con entera libertad.
Todos mis pensamientos se desmoronaron la noche de aquella fiesta…
La habían organizado los populares del grupo con la excusa de que nos faltaba menos de un mes para la graduación. De no existir mi relación con Minho, lo más probable es que yo no hubiera asistido a ése lugar. Key y yo fuimos, y para nuestra grata sorpresa, sólo nos encontramos con aquél grupo de adinerados y con varios otros tipos conocidos de la escuela. Minho no se atrevió a acercarse a mí, estando rodeado de todos ellos. Y yo empecé a experimentar una furia muy arraigada, y a sentir deseos de escapar de allí. Le dije a Key que quería irme, él respetó mi decisión y me dijo que me acompañaba a casa. Sin embargo, justo cuando estuve a punto de caminar hacia la puerta principal del club donde se llevó a cabo la fiesta, uno de los grandulones del otro grupo me detuvo, y se empezó a burlar de mí y de Key.
— ¿Quién invitó a estas mariquitas? —bromeaba, estaba notable y asquerosamente borracho.
Nosotros íbamos a pasar de él, pero de pronto escuchamos la voz de Minho emanando desde el extremo izquierdo de la pista de baile.
—Tenían derecho a venir —le respondió con la voz alzada, mientras se acercaba a nosotros—. ¿Cuál es tu maldito problema?
—Ah, ¿estás defendiendo a tus novias? —cuestionó aquél chico, y los que estaban con él comenzaron a reír. Para entonces, todos en el club ya miraban hacia aquél sitio.
—Cierra la boca… —susurró Key. Él jamás fue tolerante, y menos con gente estúpida como aquella. Iba a ignorar al grandulón y me tomó de la mano para salir de ahí, pero ése no era el único sin cerebro que se estaba expresando en aquél instante.
— ¡Qué valiente es la rubia! —gritó otro de aquellos idiotas, Key lo encaró, con el rostro deformado por la furia, y el que estaba más al frente, lo empujó con brusquedad, mientras le decía:
—Mejor vete a chupar pollas.
— ¡Oye! —quise intervenir, ya me habían sacado lo suficiente de mis casillas, así que me puse frente a Key, y el grandulón que estaba más próximo a mí me tomó del cuello de mi camiseta, preparado con el otro puño prácticamente para golpearme. Cerré los ojos, esperando el dolor, pero no ocurrió nada, cuando volví a abrirlos noté a Minho detrás de mí, sosteniendo con fuerza la muñeca de ése idiota.
—No, cabrón —le dijo, con el tono más severo que yo nunca antes le había escuchado—. Ni se te ocurra ponerle la mano encima.
— ¡Minho! ¿Qué estás haciendo? —pudimos oír a Yuri, gritándole eso al fondo, pero Minho hizo como si no la hubiese escuchado. Al parecer ella aún se sentía con el derecho de cuestionar sus acciones.
— ¿Qué te pasa, Choi? —Dijo otro de los de aquél grupo, mientras reía con mucha sorna—. ¿Perdiste la cabeza por ambas lesbianas?
—No —respondió Minho, riendo con ironía. Pronto soltó la extremidad de aquél tipo, y rodeando mis hombros con su brazo, respondió como si fuera la cosa más normal del mundo—. Sólo me enamoré de éste de aquí.
Al oírle, el grupo entero de chicos de ésa esquina rompió en sonoras carcajadas.
—No me jodas —le dijo el primer problemático, aun creía que era una broma.
—No te jodo —contestó Minho, empujándome lo suficiente como para apartarnos un par de metros de ésos tipos—. Quédate y ahí y mira lo bien que me besa.
—Minho… —murmuré, estaba asustado.
Minho estaba hablando con mucha libertad, pero no estaba borracho; yo no le había visto beber nada en todas las horas que llevábamos ahí.
Cuando la gente le escuchó decir lo último, hubo exclamaciones de asombro, yo lo miré con preocupación y él me sonrió apaciblemente, como solía hacerlo. Me tomó de las mejillas y se inclinó para susurrarme al oído:
—Te amo, Tae —justo antes de sellar sus labios con los míos en un beso profundo e intenso. El haberle escuchado diciendo esas palabras me dejó completamente fuera de juego. Era la primera vez que lo oía decir que me amaba, y lo hacía justamente en ésa clase de situación. Me adormeció, lo besé con muchas ganas, tan conmovido que estuve a punto de llorar. Durante los preciosos segundos que transcurrieron en aquél beso, olvidé completamente que estábamos frente a todas ésas personas, frente a Jonghyun, Key, Yuri, el resto de amigos de Minho… Todos estaban ahí, pero yo solamente nos sentía a nosotros dos, inmersos en ése mundo donde todo se detenía.
Cuando se separó de mí, les dirigió una mirada audaz a todos aquellos granujas. Me tomó de la mano y le dijo a Key que nos siguiera. Yo estaba sonrojado y con la mirada baja. Apenas pude ver la expresión de algunas personas. Todos estaban completamente desconcertados. Incluido yo. Pero sabía que con ello me había enamorado, ¿y qué quiero decir con esto, si es obvio que ya estaba enamorado de él desde el instante en que lo vi? A lo que me refiero es que con ello lo había conseguido para toda la vida.
La preparatoria es ésa cosa tan intensa… Y el amor en ésa etapa lo es aún más.
Han pasado diez años desde entonces, hoy ya tengo 27, y estoy a punto de graduarme en la universidad, sin poder superar el amor de ésa persona a la que dejé de ver cuando cumplí 20 años. Ya saben, las cosas de la vida. Amas a alguien tan intensamente que crees que podrías morir si no está contigo, pero llega un período en que comienzas a pensar que al separarse las cosas podrían ir mejor para ambos. ¿Ya mencioné que éramos distintos? La atracción sexual no nos pudo salvar de eso. Y una relación es más que besos y buen entendimiento carnal, el amor es mucho más que personalidades parecidas, es… no lo sé, simplemente creo que es ése algo que yo no he descubierto todavía.
…
El muchacho termina sus notas y baja el cuaderno. Le habían encargado un guión de teatro de 100 hojas como proyecto bimestral, y al tomar el lápiz y el papel, su mente divagó como siempre hacía, y acabó contando ésa historia que cada estación se reanudaba en su cabeza, una y otra y otra vez. No puede creer lo mucho que lo extraña. A pesar de siempre repetir que ésa historia está superada, en el fondo Lee Taemin sabe que se muere por verlo otra vez, por llamarlo y decirle que se equivocó, al creer que separar sus vidas era lo mejor, y ahora encontrarse con la triste realidad, ésa que le dice que él no es capaz de reanudar su vida con nadie, porque sigue pensando en el amor imposible del final de su adolescencia, que acabó siendo posible no sólo ante sus ojos, sino también ante la vista de los demás. Suspira, casi sonriendo con cierta vergüenza de sí mismo. Y cuando está dispuesto a levantarse de la banca en la que se encuentra, mira por el rabillo del ojo a una sombra que le resulta familiar. Observa en su dirección y encuentra ése rostro. No lo puede creer.
La sorpresa es clara para ambos jóvenes.
— ¿Lee Taemin? —Susurra sorprendido, y cuando está cerca, una sonrisa se dibuja en sus labios—. ¿Qué haces aquí?
¡Qué nostalgia! Al hablarle al igual que aquella vez…
—Na… nada —responde como en ése entonces, y recuerda que no hay por qué mostrarse tan tímido, no después de todo lo que sucedió entre los dos. Supone que siempre será ése niño tímido, no importa los años que tenga actualmente. Así que sacude la cabeza, y corrige inmediatamente—. Quiero decir, yo estudio aquí. ¿Más bien qué haces tú…?
—He regresado —respondió Choi Minho—. Voy a estudiar letras en esta universidad.
Taemin sonríe al escucharlo.
— ¿Vas a explorar tu faceta de poeta-escritor? —le pregunta, y Minho empieza a reír.
—Sí, algo así —responde. Y durante el silencio que surge entre los dos, sin dejar de mirarse el uno al otro, Minho vuelve a sonreír y añade con mucho gusto—. ¿Te apetece ir a tomar un café? Tengo años qué platicar contigo.
El joven sonríe ampliamente, y contesta sin pensarlo demasiado:
—Por supuesto que sí.
Hoy probablemente hablen de todo lo que se perdieron durante siete largos años. ¿Y quién sabe? Mañana, o quizá el día después de mañana, puede que Lee Taemin tenga la oportunidad de decirle a Choi Minho que lo sigue amando.
♥FIN♥
La canción se llama "The Day After Tomorrow", de Saybia. Me encanta la letra, me encanta toda*-*
ShawolDD
Minho :3
864
Re: El día después de mañana ♥ [2MIN]
Espera!
Ni siquiera he editado en el shot MinKey!
Estoy atoradísima(?) con Midnight, el tiempo me gana!!
Leo con calma y edito, lo prometo!
Aunque tarde dias, regresare!
I'll be back :)
Primera edición:
Ya leí c:
Pero saldré de la ciudad mañana temprano y me están mandando a dormir ahora (°A°)
Te dejo mi comment lleno de amorsh cuando regrese <3 ~
Love ya ~
PD: Lo amé (^-^)!
Segunda edición:
Me escapé de mi recámara, jajaja ~
Bien, aquí va mi comment:
Estuvo hermoso *v* Fíjate que amo los POV´s redactados por tí; son tan... tan... tan geniales y maravillosos, no encuentro palabras para decir lo mucho que me gustan :)
Creo que Taemin era un chico muy lindo, tierno y tímido que dejó salir salir sus instintos(?) al encontrarse (a solas) con Minho.
Ése rano, al principio como que no me gustó mucho la forma en la que tenía a Tae, "a escondidas"... pero luego cuando enfrentó a los maleantes(?) en la fiesta me quedé así de: (°A°) ... "Por fin saldrá del closet" Jajaja x)
Esta vez Yuri no me molestó, me dio igual 8) -LoL-
Mmm... y no hubo JongKey, eso fue diferente... pero sí hubo OnTae, debo admitir que fue lindo mientras duró, pero duró lo que tenía que durar, muajaja -está loca por el 2Min-
Disculpa la tardanza (v_v)... trataré de no demorar tanto las próximas veces :B
Cuidate mucho, nos estamos leyendo.
Love ya ~
Chu ~ <3
Ni siquiera he editado en el shot MinKey!
Estoy atoradísima(?) con Midnight, el tiempo me gana!!
Leo con calma y edito, lo prometo!
Aunque tarde dias, regresare!
I'll be back :)
Primera edición:
Ya leí c:
Pero saldré de la ciudad mañana temprano y me están mandando a dormir ahora (°A°)
Te dejo mi comment lleno de amorsh cuando regrese <3 ~
Love ya ~
PD: Lo amé (^-^)!
Segunda edición:
Me escapé de mi recámara, jajaja ~
Bien, aquí va mi comment:
Estuvo hermoso *v* Fíjate que amo los POV´s redactados por tí; son tan... tan... tan geniales y maravillosos, no encuentro palabras para decir lo mucho que me gustan :)
Creo que Taemin era un chico muy lindo, tierno y tímido que dejó salir salir sus instintos(?) al encontrarse (a solas) con Minho.
Ése rano, al principio como que no me gustó mucho la forma en la que tenía a Tae, "a escondidas"... pero luego cuando enfrentó a los maleantes(?) en la fiesta me quedé así de: (°A°) ... "Por fin saldrá del closet" Jajaja x)
Esta vez Yuri no me molestó, me dio igual 8) -LoL-
Mmm... y no hubo JongKey, eso fue diferente... pero sí hubo OnTae, debo admitir que fue lindo mientras duró, pero duró lo que tenía que durar, muajaja -está loca por el 2Min-
Disculpa la tardanza (v_v)... trataré de no demorar tanto las próximas veces :B
Cuidate mucho, nos estamos leyendo.
Love ya ~
Chu ~ <3
Última edición por Star...☆ el Dom Sep 01, 2013 12:50 am, editado 2 veces
Star...☆
Taemin & Bithae
1046
Re: El día después de mañana ♥ [2MIN]
Hola dongsaeng, dejame decirte que por primera vez en todos los años que llevo leyendo fanfics, nunca, pero nunca habia leido la historia completa sin siquiera comentar algo. Es que fue tan realmente genial, que yo solo queria seguir leyendo para saber como se iban dando las cosas.
Ahora, mi pobre pollo siempre me lo dejan solo, pero pasa que aveces por querer dar oportunidades a personas que queremos como amigos con el tiempo terminamos dañandoles por que no le podremos corresponder como realmente ellos se lo merecen. En el momento que empezo el admirador de taemin yo sabia que era minho, y por dioh! cuando se besaron por primera vez fue tan hermoso! creo que llegue a vomitar arcoiris de tan emocionado que estaba.
Si bien eran diferentes, pero yo almenor prefiero que asi sea, por que tener a alguien igual a ti no es divertido. ¿Un juego?, por dios taemin, ya quisiera yo tener un juego como el gran choi minho!!!! mi rano hermoso como te amo.
Debo decir que fui feliz cuando termino con la cachetona de la yuri, aunque por primera vez en un escrito no la odio, es que fue tan irrelevante y simplemente minho la usaba de fachada. Dongsaeng, hubiera sido lindo una mencion jongkey, pero bueno bueno no se puede tener todo.
Esa fiesta, jodida fiesta! como odio a la gete homofobica y piensan que sus insultos son tan geniales y los que se denigran finalmente son ellos por que demuestran que estan mas pendientes de la vida de los demas que la de ellos mismo. Cuando minho defendio a tae, oh mi santo jisus!!!!!! fue como asdadadadad, senti ganas de hasta golpearme por que mi rano fue muy valiente y romantico besando a minnie delante de todos.
Olvidava ese lime, fue super rico hehehe oh por dioh como digo rico hahaha pero si, fue genial y debo decir que senti cositas hahaha ya lo se, soy un pervertido y amo el lemon.
Cuando lei que se separaron dije, ay no, como tan lindo shot y me lo deja asi pero luego lei que se reunieron nuevamente y se que el 2MIN es real para toda la eternidad, sea en el contexto que sea.
Ame su escrito como siempre, es un placer leer su gran talento dongsaeng. Perdon si no lei su minkey, pero no me gusta esa pareja y no la leo. Le mando miles de saludos y no olvide mandarme mp de sus actus y asi, abrazos~ Chu.
Ahora, mi pobre pollo siempre me lo dejan solo, pero pasa que aveces por querer dar oportunidades a personas que queremos como amigos con el tiempo terminamos dañandoles por que no le podremos corresponder como realmente ellos se lo merecen. En el momento que empezo el admirador de taemin yo sabia que era minho, y por dioh! cuando se besaron por primera vez fue tan hermoso! creo que llegue a vomitar arcoiris de tan emocionado que estaba.
Si bien eran diferentes, pero yo almenor prefiero que asi sea, por que tener a alguien igual a ti no es divertido. ¿Un juego?, por dios taemin, ya quisiera yo tener un juego como el gran choi minho!!!! mi rano hermoso como te amo.
Debo decir que fui feliz cuando termino con la cachetona de la yuri, aunque por primera vez en un escrito no la odio, es que fue tan irrelevante y simplemente minho la usaba de fachada. Dongsaeng, hubiera sido lindo una mencion jongkey, pero bueno bueno no se puede tener todo.
Esa fiesta, jodida fiesta! como odio a la gete homofobica y piensan que sus insultos son tan geniales y los que se denigran finalmente son ellos por que demuestran que estan mas pendientes de la vida de los demas que la de ellos mismo. Cuando minho defendio a tae, oh mi santo jisus!!!!!! fue como asdadadadad, senti ganas de hasta golpearme por que mi rano fue muy valiente y romantico besando a minnie delante de todos.
Olvidava ese lime, fue super rico hehehe oh por dioh como digo rico hahaha pero si, fue genial y debo decir que senti cositas hahaha ya lo se, soy un pervertido y amo el lemon.
Cuando lei que se separaron dije, ay no, como tan lindo shot y me lo deja asi pero luego lei que se reunieron nuevamente y se que el 2MIN es real para toda la eternidad, sea en el contexto que sea.
Ame su escrito como siempre, es un placer leer su gran talento dongsaeng. Perdon si no lei su minkey, pero no me gusta esa pareja y no la leo. Le mando miles de saludos y no olvide mandarme mp de sus actus y asi, abrazos~ Chu.
Re: El día después de mañana ♥ [2MIN]
Tia Danny! Yo de nuevo... No sabes cuanto me encanto este shot. Aigooo que tormentosa adolescencia la del pobre Taem pero consiguio que su amor imposible fuera posible. Lo ameeeee y más la escena de la fiesta. Aunque me hiciste sufrir un poco con eso del paso del tiempo.. Crei que la historia terminaria ahi pero me alegro muchisimo de que el destino [llamado Danny] los quiere juntos *-* excelente! Quiero más!
AliceS5
Taemin
630
Re: El día después de mañana ♥ [2MIN]
oww pero que hermoso ♥ Minnie y Minho hacen la pareja más perfecta de todos los tiempos NO IMPORTA que hagan ellos lo hacen tan perfecto que enamora jiji ♥
Me imagino a mi pequeño espiando por todas las zonas y lugares a Minho y sin dejar de despegar la vista :3 ese toma como amor ya que quiere saber las rutinas que hace etc.
Un Minho que AMA a Minnie desde antes pero no se atreve a decirle hasta que se entera que es Homosexual igual que él jiji
Pero como dice Taemin a veces creemos que la distancia es el mejor medio para superar las cosas pero estamos totalmente equivocados la distancia hace que se conozca a otras personas hasta enamorarte de otra y no de la que has dejado D:
Pero Minho y Taemin se aman y espero que no dejen para mañana lo que pueden hacer hoy, es decir no dejen el te amo de ahora para mañana ya que no se sabe que puede pasar ♥
Tss me sentí toda una poeta JAJA, Minho ves lo que causas, Eonni también ves lo que causas al decir que Minho era un poeta JAJAJAJAJA'
Gracias por este hermoso Shot ♥
Me imagino a mi pequeño espiando por todas las zonas y lugares a Minho y sin dejar de despegar la vista :3 ese toma como amor ya que quiere saber las rutinas que hace etc.
Un Minho que AMA a Minnie desde antes pero no se atreve a decirle hasta que se entera que es Homosexual igual que él jiji
Pero como dice Taemin a veces creemos que la distancia es el mejor medio para superar las cosas pero estamos totalmente equivocados la distancia hace que se conozca a otras personas hasta enamorarte de otra y no de la que has dejado D:
Pero Minho y Taemin se aman y espero que no dejen para mañana lo que pueden hacer hoy, es decir no dejen el te amo de ahora para mañana ya que no se sabe que puede pasar ♥
Tss me sentí toda una poeta JAJA, Minho ves lo que causas, Eonni también ves lo que causas al decir que Minho era un poeta JAJAJAJAJA'
Gracias por este hermoso Shot ♥
JaneMin
Choi Minho♥
3737
Re: El día después de mañana ♥ [2MIN]
Primero que nada, cabe recalcar que no hay nada que me llegue mas que cuando los personajes narran su historia cuando han pasado muchos años, algo que ya me esperaba, no se, siempre se me sale lo nostálgica con este tipo de escritos.
Mujer, ¿no quieres ser escritora? Digo, ya lo eres, pero en serio, tu debes, ¡DEBES DEDICARTE A ESTO! xD okno yo aquí de random no mas lol -aunque si iba en serio-
Realmente cosas como estas pasan, y tu lo redactaste tan bien como siempre. Minho poeta, algunos empiezan como admiradores secretos...otros como yaoistas kpopers e.e (Dominaremos el mundo (?))
Me has hecho el día con este shot, en serio que lo ame, sobre todo como narras los pov's -a la que le quedan feos D:-
¡Gracias por compartir!
Última edición por Sou-Tan el Lun Sep 02, 2013 7:59 pm, editado 1 vez (Razón : editar comentario ;D)
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