Titulo: Unbreakable
Autor: ~Katsumi~
Genero: Misterio,Fantasia,AU
Parejas: ~JongKey~
Advertencias: Ninguna.

-¿Por qué él?

-Es el mejor. Ha aparecido de la nada y no tiene relación alguna con un clan enemigo.

-¿Será mi mayordomo?

-Así es. Será solo tuyo, tu madre lo ha decidido así.

El rubio sonrió de lado, una sonrisa fría. Su fleco cubría la mitad de su rostro, dejando expuesto su ojo color café y un tatuaje debajo de este. Sus labios rosados se expandieron y un colmillo fino, blanco y filoso relució en la boca bonita y rosada.

Su cuerpo menudo se removió en su asiento, acomodándose para tener una mejor vista del chico frente a él.

-Una grata decisión –soltó una risilla aguda.

-Se llama Jonghyun, Kim Jonghyun. Está limpio.

-… Interesante –tomó un cigarrillo y lo llevó a sus labios, inhalando y exhalando el humo blanquecino y dañino para la salud de cualquier mortal, mas no para él-. Me dan muchas ganas de conocerlo.

-Kibum, el chico no está hecho para que te lo folles…

-¿Quién dice que no?

Soltó el humo en el rostro del pelinegro.

Taemin hiso una mueca de asco.

-Kim es un hombre firme y serio, será difícil que lo atrapes en tus redes –el menor se apoyó en el escritorio, cruzándose de brazos.

-Vale, vale, Taem. Tampoco es como si me lo fuera a comer –se relamió los labios acorazonados-. No es como si yo fuese una víbora –apagó su cigarrillo con la piel de su pierna derecha, dejando una pequeña quemadura un poco más abajo de aquel short que portaba-, en lo personal; soy peor que eso –ronroneó.

-Eso lo sé muy bien –gruñó.

-Que bien. Vamos al grano, mocoso.

Taemin le miró con enfado, queriéndole arrancar la cabeza. Si no fuera porque ese estúpido masoquista era su Alfa, su jefazo, el rompemadres, ya lo hubiera hecho. Ganas no le faltaban.

-Vendrá dentro de… -miró el reloj de su muñeca, bajo la atenta mirada seria y oscura del rubio -… cuatro minutos, para ser exactos.

-¡Uyuyuy! El niño salió puntual –su risa sarcástica inundó el despacho.

Se paró de su asiento y rondó el lugar, lleno de cortinas moradas, ventanas cerradas y luces tenues. Su saco de color morado, el moño negro alrededor de su cuello y la camisa blanca le daban un toque misterioso y juguetón, porque Kibum era eso, y muchas cosas más.

Tocó la tela de una de las cortinas y volvió a soltar una risilla, se colocó una pajilla entre sus dientes y miró hacia afuera; con las manos en los bolsillos.

-Verte a ti intentando conquistarle será divertido.

-Es solo cuestión de tiempo. En todo caso, los seres misteriosos no se me dan mucho –arrugó la nariz, recordando las veces que fue rechazado por gente como Kim Jonghyun.

-Porque son como tú. Seguramente es por eso.

-Puedo ser más misterioso de lo que crees, Lee. Mucho más…

Los rayos empezaron a sonar en el cielo. El reflejo de la tormenta se veía en el cielo, las nubes grises cubrían al sol, imposibilitándole salir a la luz.

-No lo dudo. Eres el único vampiro de desarrollo completo que sale al sol cuando todos duermen, el único que puede caminar en la mañanas y en las tardes, mientras otros comen, y el único que produce más sangre de la usual –Taemin agarró unas bolas de imán y jugó con ellas, entreteniéndose.

-Mmm… Razonable, muy razonable. Y no olvides que soy el único con más do…

La puerta se abrió. Un joven de estatura media, con lentes, cabello castaño atado en una cola, y con un flequillo cayendo grácilmente y cubriendo la mitad de su rostro, con los ojos oscuros, la mirada seria y sus labios firmemente apretados en una línea fina.

-Joven Kim, que puntual –Taemin le miraba admirado. Kibum por su parte le veía sonriente.

-Siempre, joven Lee.

¡Vaya! La voz grave de aquel moreno había producido en Kibum el mayor escalofrío de su vida.

Soltó la pajita y caminó directamente hacia el más bajo, sin cambiar la mirada de diversión en su rostro. Jonghyun le miró por el rabillo del ojo, sin quitar la expresión seria de su rostro.

-A partir de hoy el joven Kim Kibum queda a su cuidado, será su mayordomo y solo a él podrá obedecerle. Kibum, él es Kim Jonghyun –les presentó.

Jonghyun asintió.

-Será un placer hacerlo, mucho gusto joven Kim –una media sonrisa, fría y calculadora, se posó en sus labios carnosos. Se giró hacia el cuerpo delgado que se dirigía a él, sorprendiéndolo por su rapidez.

-Será mejor que les deje solos –Kibum asintió, sin quitar la sonrisa.

Taemin miró a la pareja por última vez. Se dio la vuelta, giró el pestillo y salió del despacho como si de un fuerte rayo se tratara, intentarlo darles privacidad.

-Joven Kim.

-Oh, ¡Al diablo las formalidades! –Kibum se sentó en el escritorio, cruzando sus piernas lechosas una sobre otra.

Jonghyun le miraba atento.

-Mi señor, las formalidades si entran en mi círculo.

-Tentador. Realmente tentador, querido Kim.

Saltó del escritorio. Jonghyun supuso que Kibum no podía quedarse quieto ni por un instante más. El chico era de estarse moviendo de un lado a otro.
Al verlo abrir las cortinas supo que su idea de haber ingresado a la mansión Kim no era tan descabellada, las razones eran muchas y Kibum le serviría como conejillo de indias.

La puerta fue tocada dos veces, ambos –Kibum y Jonghyun- se giraron a ver quién era. El rubio movió su cuerpo hacia la entrada, su flequillo se movía lentamente, y Jonghyun no podía evitar observarle con seriedad. No había persona más misteriosa que el mismo Kibum, alguien que ocultaba sus secretos en un mar de telarañas inmenso. Y él estaba dispuesto a descubrirlos.

-Señor, su té.

Una chica de mediana estatura se encontraba postrada en la entrada de su puerta, con una bandeja de plata en manos, y en ella se encontraban una jarra, una taza y un pequeño bol con azucarillos.

Estaba dispuesta a servir el té en cualquier momento.

-Mmmm –Jonghyun no pudo evitar ver una mueca de fastidio en los labios rosados-. ¿Es mi té de arándano?

-Sí, mi señor -la inocente mujer miró directamente a los ojos de su amo; Kibum.

Grave error…

-¿Uh? ¿Acabas de mirarme a los ojos? –Kibum jaló del brazo de la chica y la empujó dentro del despacho. Cerró la puerta y le puso pestillo.

-Y-yo, mi s-señor, yo n-no… -El cabello largo y blanco se agitó cuando el rubio se atrevió a tirarla al piso, dejando que la bandeja y su contenido se estrellaran contra el mismo.

Kibum negó con un sonido de lengua. Su tatuaje notándose más gracias a los rayos del sol.

Jonghyun miraba todo con cierta diversión. ¡Vaya, vaya! Kibum tenía un carácter de los mil infiernos.

-Nicole, Nicole… -negó con su dedo índice-. Mala chica, jum, ¿Qué haré contigo? Eres una simple humana.

Kim sonrió de lado.

-J-joven…

-Chis~ -colocó un dedo en los labios blanquecinos y pálidos-. ¿Nunca te enseñaron a no mirar a tu amo a los ojos? –ladeó se cabeza, mostrando sus colmillos. Su mirada desorbitada.

Con su dedo índice acarició parte del rostro medio moreno. La chica tembló. Su dedo se detuvo en los parpados oscuros.

Sonrió aún más.

Con ese mismo dedo sacó, poco a poco, el ojo oscuro de Nicole. De forma desinteresada siguió escarbando. La chica se dedicaba a llorar y a gritar, soltando alaridos de dolor.

Kibum en sus manos vio el ojo café, preguntándose cómo era que había llegado hasta ese punto. No sentía lastima por las personas inferiores a él, odiaba a los de su clan –excepto a Taemin-, le temía a la oscuridad y no sentía culpa por lo que hacía… al fin y al cabo él era un muerto en vida.

La sangre de la chica se escurría por sus pómulos, bajando hasta su cuello. Jonghyun podía observar perfectamente la cuenca vacía, oscura y llena de sangre, con venas mostrándose y lágrimas en su único ojo sano.

De la mano del mayordomo Kim una caja de té colgaba. Té único, conservado en la Luna Nueva con su sabor amargo y embriagador. Pero dentro de ella había algo más que eso…

-Joven Kim…

-Mayordomo Kim –dejó el ojo en las manos de su dueña y mostró su mano repleta de sangre. Jonghyun supo enseguida que debía de limpiarla-. Nicole –la chica mantuvo la mirada baja, no quería quedar ciega-, ¡Largo! –asintió y salió corriendo de allí, con sus manos sobre su vestido azul.

Jonghyun de su saco sacó un pañuelo color blanco, con el aroma de una Primrose llenando aquella fina tela. Kibum supuso que Kim era un especialista en su trabajo, y no pudo evitar pensar que Taemin, por primera vez, había hecho algo bien al contratar al chico misterioso y serio para ser su mayordomo a cargo.

Limpió la fina mano de su amo. La sintió delicada y fría, típica de la piel de vampiro. Kibum se levantó en seguida. Al moverse el mayordomo Kim pudo apreciar que Kibum tenía los ojos de dos colores; un café y el otro –que cubría con su fleco- de color azul cielo. Debajo del ojo café tenía un pentagrama, y en su cuello estaba tatuado un símbolo, difícil de apreciar.

-Joven amo, me retiro –Kibum le miró altanero-. Necesito desempacar mis cosas.

Kibum asintió.

Kim supo que eso era un “Sí” asegurado, años de experiencia trabajando para otras familias le habían enseñado a descifrarlo.

El moreno ni siquiera se jorobó o relajó su cuerpo. Su porte firme fue la última que vio Kibum al verle desaparecer, pero su curiosidad podía más que unas simples palabras; y él era muy curioso.
Tenía ganas de saber quién era Kim Jonghyun, y por qué estaba precisamente allí, en su mansión, y apareciendo de la nada.

Y sin pensarlo salió de allí, en dirección a las escaleras…

~*~*~*~*~*

-¡Kim! –Jonghyun paró en seco, sus manos enguantadas alisando su traje.

-¿Si? Joven Kim –viró sobre sus talones, viendo al menor frente a él, con un porte igual –o superior- a la suya.

-¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? –Jonghyun hizo una mueca parecida a una sonrisa. Sabía que Kibum preguntaría eso en cualquier momento.

Kibum le observaba firmemente, sin titubear. Con su mirada seria le perforaba el alma al mayordomo, tristemente Jonghyun no era de los que se asustaban, y mucho menos de los que se sentían miserables con ese tipo de miradas.

-Considere que aún no es momento de que, usted, lo sepa –el rubio frunció el ceño molesto.

Esa no era la respuesta que esperaba.

-Kim, tú….

-Joven Kim, solo le diré que soy la oscuridad que le consume, el oro con el azul, el gris con el rojo, soy… lo mejor de lo peor.

-¿Qué? ¡Eso no quiere decir nada! –gritó, enfurecido, pero a la vez consumido por aún más curiosidad.

-Pronto, joven Kim, muy pronto sus dudas se verán mermadas –se dio la vuelta y siguió su camino, no sin antes decirle algo más-. Y prepárese, su tío, Rain, viene en camino.

-Ese viejo estúpido. Debe ser eliminado –masculló, siendo oído perfectamente por el moreno de mediana estatura.

-¡Entonces, que empiece la fiesta! –su risa hipnotizó a Kibum. Supo que la cosa apenas iniciaba, y que él se volvía parte de ella.

Una parte fundamental de ese juego de ajedrez, que iniciaba junto con aquel moreno misterioso.

Sonrió de lado, moviendo su flequillo y mostrando su ojo azul. Se dio la vuelta y emprendió marcha a su cuarto, contento.

Si aquel moreno supiera que él no era lo que aparentaba. Cuestión de tiempo, solo eso, como él mismo dijo.

~*~*~*~*~*

Su figura era como una sombra lejana. Apoyado en las barandas del balcón de su habitación podía apreciar una carreta acercarse a lo lejos, muy a lo lejos. Bi Rain se encontraba en ella.

Sus ojos color oscuro pasaron a ser de un color miel. Bailó en la baranda y saltó de ella para el primer piso, pasando a los jardines.

La caja entre sus manos. La mirada en las rosas.

-Kim, Kim, Kim –abrió la caja de té y observó dentro de ella un anillo color rojo-. Bienvenido a tu mejor pesadilla…

*~*~*~*~*

“La gente gritaba, alaridos de dolor en todo su esplendor.

Fuego…

Fuego…

Fuego…

Corría, quería verlo, quería saber que él estaba bien. Su cabello rubio agitándose. Su respiración más agitada. Su cuerpo lleno de sudor, pegajoso e incómodo.

-¡Dongwoon! ¡Dongwoon! –sus gritos era como el eco de la soledad.

Solo…

Oscuro…

Tic Tac, Tic Tac…

El tiempo corre… corre.

Un cuerpo fino y pálido abrazaba a un inerte y sin vida. Lágrimas recorriendo sus mejillas. Lamentos llenando aquel lugar con gente calcinada y casas incendiadas. Tristeza, soledad; todo en uno. Él volviendo a quedarse solo.”

Sus ojos bicolores se abrieron de pronto. Su respiración estaba tan agitada que le costaba controlarla. ¿De nuevo? Llevaba tiempo con aquellas pesadillas, sus recuerdos le atormentaban cada instante en el que cerraba los ojos.

Recostó de nuevo su cabeza en la almohada. Sus ojos insistían en volver a cerrarse, pero por más que lo intentaba no podía.

Suspiró.

-Joven amo, su desayuno –una mano enguatada cargaba con una bandeja de plata, en ella se posaba su almuerzo.

Kibum ni siquiera se asustó al ver a aquel mayordomo bajo y moreno en su habitación. La luz se colaba por la ventana con cortinas abiertas, dejando ver a la perfección el rostro de aquel chico con lentes. Jonghyun era realmente apuesto.

Se relamió los labios, gustoso.

-Los vampiros somos seres que vivimos en la oscuridad, sin embargo, yo duermo con ella –bufó-. ¡Es absurdo!

Jonghyun cerró sus ojos y sonrió.

-La oscuridad consume, la oscuridad… atrapa, sin embargo, la oscuridad siempre será el peor enemigo, nunca la amiga –su voz grave se escuchaba lejana, el mayordomo Kim le miraba con mucha intensidad.

Kibum se levantó de la cama, sus piernas lechosas al aire. El camisón blanco se restregaba por su piel, una manga resbalando en su hombro lechoso. La mañana empezaba, Bi Rain llegaría en cualquier instante. Aquello le alteraba, no le gustaban las visitas mañaneras; ¡Eran repugnantes!

Jonghyun dejó sin titubear aquella bandeja sobre el mesón de noche. Caminó firmemente hacia el armario y sacó un conjunto gris de el, y tomó unas botas color café. Las colocó a un lado de Kibum y empezó a vestir a su amo. Su seriedad nunca abandonando su rostro.

-Ruuu~ -al parecer el rubio había recuperado su humor, y ahora tarareaba. Con sus manos desabrochó los primeros botones que su mayordomo le había abrochado, dejando expuesto su pecho lechoso y blanco.

Kim le miró directo a los ojos. Volvió a abrochar los botones, sacando un chasquido de la lengua rosada y acorazonada, él estaba molesto.
Jonghyun acabó su tarea de forma demencial. Increíblemente sobreviviendo a los ataques coquetos de cierto rubio. Se enderezó y alisó su traje.

Su mano enguantada en blanco se estiró hacia el mesón de noche y recogió la caja de té que anteriormente portaba en sus manos. Una rosa blanca adornando el bolso izquierdo de su pecho.

-Joven amo –abrió la caja. Kibum le miraba atento.

La puerta sonó. El mayordomo ni siquiera se molestó en guardar la caja de té.
Tras aquella muralla de madera que les separaba se encontraba Taemin, junto a Nicole; quien agachaba la mirada y mantenía su rostro serio.

-Tu tío se acerca, Kibum –Taemin miraba a la pareja y fruncía el ceño. Kibum supuso que estaría celoso.

-Niaaa~ -ronroneó, rodeando, desde atrás, con sus brazos el fuerte pecho de Jonghyun, y ladeando su cabeza de lado izquierdo para observar a Taemin-. Pronto bajaré. ¿Tienen todo listo?

-Así es, mi señor –Jonghyun, quién se había quedado callado, sonrió de lado-, me encargué de ordenar todo mientras dormía.

-Muy listo, Kim –soltó una risilla, acariciando aquel fuerte pecho con su dedo índice.

-Uh… -el quejido de Nicole llamó la atención de todos, incluyendo la del bajo mayordomo.

La chica tenía una venda alrededor de su ojo, una venda que se había aflojado y dejaba escapar sangre de ella.

-Largo… -siseó el rubio.

La chica asintió, marchándose con su típica forma habitual.

-Me voy –Taemin siguió a Nicole por el pasillo. Dejando la puerta abierta.

Kibum rodó los ojos. Soltó a Jonghyun y lo miró directo a los ojos.

-¿Y bien? ¿Qué era lo que querías decirme? –el mayordomo le miró por el rabillo del ojo.

Giró su cuerpo, con la caja abierta aún en manos.

El moreno se hincó, una pierna en el piso y otra levemente inclinada, con su brazo derecho en ella y el izquierdo extendiendo un anillo. Anteriormente sacado de la caja de té.
Mirando directamente al rubio, colocó el anillo en su dedo anular, sin previo aviso del rubio.

Kibum respiró agitadamente, la habitación dando vueltas, el azul cielo de aquella piedra en el anillo, sus ojos de pronto expandiendo su pupila, labios entre abiertos emitiendo suspiros y una respiración pesada. La cara de Jonghyun emitiendo una sonrisa suave.
Se desmayó en los brazos fuertes de Kim, perdiendo la conciencia al instante.

-Pronto despertara, mi amo…

Soltó una risita, sin mover sus labios. Admirando aquel que sería su conejillo de indias, aquel al que siempre había servido, aquel joven que volvió a reencarnar.

Y aquel que le vendió algo más que su alma…

El cuerpo delicado fue puesto en la cama almidonada. Su cabeza levemente virada a la derecha, sus ojos fuertemente cerrados. Pareciera que al dormir una tristeza se reflejara en él, y en su rostro.

Tocó el tatuaje debajo del ojo izquierdo.

Le acarició la mejilla. Sacó el guante de su mano izquierda, sus uñas negras adornando su gruesa mano, un pentagrama en la palma.
Nadie se imaginaría que aquel joven rubio volvería en sí en menos de lo planeado. Él no era estúpido, sabía que era lo que había pasado, y él tenía la solución a ello.

Tal como lo había pactado con su amo antes de que quedara vacío. Él iba a volver y ahora estaba ahí, bajo el mismo techo.

Soltó una carcajada, conforme de ser y hacer lo que era.

~*~*~*~*~*

-No has cambiado nada, Jonghyun –el nombrado sonrió, dejando las flores en la mesa del jardín. Su cuerpo girándose a observar el contrario.

Cabello negro, vestimenta roja, un bastón en su mano derecha, los ojos oscuros, su cuerpo fornido y moreno, los lentes redondos adornando sus ojos.

Jonghyun le miró de pies a cabeza, conforme de nunca equivocarse.

-No me eres de gran ayuda estando aquí, Minho.

El de alta estatura caminó firmemente hacia él, sin apartar su mirada fija.

-El viejo, ese que viene, está en mi Libro de Almas, morirá de una manera muy fuerte y sádica. Según mis notas debo de recoger su alma a las dos en punto –el cuerpo alto moviéndose a las sillas del jardín, su libro en manos, cruzando sus piernas una sobre la otra-, mi querido Jonghyun.

-Ya veo –ajustó sus lentes, sin quitar aquella porte seria y, a la vez, divertida.

-Tenemos tiempo de sobra. ¿Por qué tú y yo no nos metemos en una A-VEN-TU-RA? –los dientes filosos mostrándose en una sonrisa. A Jonghyun no le podía parecer más repugnante.

-No lo creo –alisó su traje y se dio la vuelta decidido a seguir…

Si no fuera porque alguien no concordaba con su idea.

-Pruu~, que molesto amigo –Minho rodó los ojos, chasqueando la lengua-. Aunque… se de buena fuente que tu amado amo recuperará la memoria.

A Jonghyun solo le causó gracia, sus ojos brillando en malicia sin girarse a verlo siquiera.

-Con el tiempo, Minho, con el tiempo –se alejó sin virar su cuerpo o darle una última mirada.
>>-Y verán lo que es recobrar venganza, la muerte… -soltó una risa ligera-, la muerte se convertirá en la aliada de muchos, y todos rogarán que ella venga por sus míseras almas. No saben los que se esperan, amo.

Sus pasos alejándose al conjunto de su voz, sonriendo triunfal al verse satisfecho. Sus planes poco a poco se irían mostrando a todos.

*~*~*~*~*~

Sus ojos se abrieron de golpe, analizando cada lugar a su vista, cada partícula de polvo y sonido, sintiendo su cuerpo tensarse al verse en otro lugar, en otra época.
Sus ojos se concentraron en el retrato familiar frente a él; la figura de dos niños pequeños, uno rubio y el otro pelirrojo, y el cuerpo de dos figuras adultas abrazándoles. Su cabeza punzándole de pronto, sus ojos cerrándose con fuerza, sus dientes apretados, recuerdos llegándole de golpe… recuerdos actuales y pasados.

-Jonghyun… -susurró a la nada- ¡Jonghyun!

-Me alegro de verle despierto. ¿Me ha llamado, joven amo?

Su ojo azul enfocándose en la figura baja, una carcajada emanando de sí mismo.

-Has crecido.

-No, no lo he hecho. Es solo que hace mucho tiempo que usted no me recuerda, mucho menos me ve –el alto mayordomo inclinó la cabeza y posó su mano derecha en el costado izquierdo de su pecho.

-Hum –Kibum salió de la cama, viendo su traje formal de color gris-. Lo siento –Jonghyun abrió los ojos-, por todo. Debió de ser difícil, ¿Cierto? Volver a verte acelera mi corazón de nuevo.

-El mío está igual, Kibum –se acercó al cuerpo frío y delgado, besando los labios acorazonados.

-¿Esperamos a alguien? –su ojo café examinando el cuerpo del contrario, sus mejillas cobrando el color antes perdido.

-Así es –Jonghyun miró discretamente a su joven amo-. Esperamos a su tío; Bi Rain.

-Me suena.

-El hombre envenenó a su abuela con el objetivo de que él fuera el heredero de todo su imperio y las escrituras de la empresa –el rubio apretó la mandíbula-. Sin embargo, su objetivo se vio truncado a la llegada de su hermano, su padre.

-Recuerdo –se miró al espejo de cuerpo entero, viéndose totalmente cambiado, con su cabello rubio que antes, mucho antes, era negro azulado-. Aunque supongo que esa no es la razón por la que has decidido despertarme justo ahora, pudiéndolo hacer hace mucho. ¿No es así? ¿Para qué he vuelto a despertarme justo ahora?

-He decido escapar contigo.

Kibum sonrió.

Su lado demoníaco volviendo en sí.

-Pudimos haberlo hecho hace mucho tiempo, ¿Sabes lo que me llevo encontrarte? Si no hubiera sido por…

-Calla –el mayordomo sintió su pecho oprimirse al ver al menor con sus ojos llorosos-. ¿Por qué? ¡¿Por qué hasta ahora, Jonghyun?!

-Porque no quería que te mataran, era mi única salida –tomó las manos pálidas entre las suyas-. Escapemos de toda esta mierda.

Kibum asintió.

>>-Además, tengo a alguien que quiere conocerte…

El rubio sonrió ladino.

-Me he perdido mucho de su vida, ¿no es así? –Jonghyun negó.

-Nuestro pequeño ha crecido bien, viendo tus fotos y acariciando tu rostro. Te ama mucho, Kibum.

-Entonces escapemos.

-Lo haremos, y nunca más volveremos a separarnos.

-Te amo.

-Tonto –la risa chillona de Kibum inundó el lugar-. Yo te amo mucho, Jonghyun.

“Y con un nuevo despertad se muestra que el amor que ambos se tenían era más que suficiente para que ambos volvieran a reencontrarse, quizá aquel anillo era su único regreso a la vida, pero su verdadera vida era él… su mayordomo oscuro; Jonghyun.”