Gwiboon siempre fue una mujer inteligente, desde que su marido había fallecido y ella había tenido que apañárselas con un niño de apenas 5 años, aprendió a defenderse de la manera difícil. Claro, siendo una mujer le retiraron todos los derechos que le tocaban por ser la esposa de Jinki, y aunque los peleo, las palabras que le dirigieron los hombres asquerosos que dirigían la corporación resonaron en su mente por muchos años, empequeñeciéndola, haciéndola sentir menos, como si robara aire y ocupara espacio que alguien más podría tomar, eres una mujer.

Así que eso era, esa pequeña frase había regido su vida durante muchos años. Se casó a la corta edad de 17 años, cosa normal para su época, por suerte su marido Jinki nunca le había levantado la mano, no solía tomar y solo fumaba un puro un par de veces a la semana, se consideraba una mujer con suerte. Su belleza era constantemente alabada, su marido la respetaba y la adoraba como la cosa más sagrada del universo, pero aun así, seguía siendo mujer. No es que no amara a Jinki, por el contrario, pero si se había casado era meramente por obligación, ella sentía que su belleza no era para estar encerrada en un pueblillo a las orillas de Corea del Sur, su belleza era para ser admirada por multitudes, no por un hombre de carácter tranquilo y apariencia atractiva.

Pero estaba atrapada para siempre en ese pequeño pueblo, por ser mujer.

Su hijo nació cuando ella tenía 20 y Jinki tenía 23, la edad correcta, había dicho su familia, su cuerpo aún era joven y fresco, sus caderas eran lo suficientemente formadas para soportar vida dentro de ellas. Gwiboon creía lo contrario, 20 años era una edad muy joven, no consideraba tenía hijos hasta los 27, y eso si se decidía, pero cedió ante las suplicas de Jinki de formar una familia.

Cuando se enteró de que estaba embarazada, no supo que reacción tomar, no sabía si alegrarse o entristecerse porque pronto perdería su hermosa figura, pero, en cuanto vio el rostro de Jinki iluminarse ante la noticia, supo que valdría la pena, y cuando sintió a su pequeño bebe patear por primera vez, su pensamiento se reafirmó.

Deseaba una niña, pero aun así no se decepciono cuando se enteró que sería niño, le pusieron Taemin, por petición de Jinki, ella creía que Kibum, hubiera sido un nombre más correcto, pero opto por no llevar la contraria, Lee Taemin, fue el nombre que le toco a su bebe.

Ella no creía que hubiese criatura más bella que su bebe, sus ojos grandes y redondos, sus labios carnosos y sus mejillas rechonchas, y ese pelo rubio, herencia de la familia de Gwiboon, sus facciones eran tan finas que era fácilmente confundido con una niña, todo su vida siempre fue así.

Si, en efecto, no había criatura más bella que el pequeño Taemin, alabado por su belleza y ternura, adorado por su padre, si, el pequeño y hermoso Taemin. En un principio Gwiboon se sintió orgullosa, pero pronto se convirtió en rencor, ¿Cómo podía tenerle rencor a su propio hijo? Pero era verdad, detesto que de pronto él se llevase toda la atención, pronto nadie le recordaba por ser Gwiboon, una de las mujeres más hermosas, no, ahora la gente le conocía por ser la madre de uno de los niños más hermosos. Incluso su Jinki, su propio esposo, le prestaba más atención al bebe que a ella.

Jinki amaba a Taemin, pasaba largas tardes jugando con él, y por las noches le contaba cuentos hasta que se dormía Llegando del trabajo, depositaba un beso rápido sobre los labios de Gwiboon y corría con su bebe Taemin ¿Gwiboon era demasiado egoísta por reclamar una atención que le pertenecía por derecho? Frente a su hijo, si lo era. Pronto el amor que le tenía a Jinki, se transformó también en rencor, quería gritar que le prestara atención, quería que alguien le dijera lo hermosa que era, así que cansada de la falta de atención por parte de su marido, comenzó a buscarla en otros hombres, el primero fue Yunho, un primo lejano de Jinki que se alojaba en su casa momentáneamente, después, le siguió una larga lista de hombres, su esposo nunca sospecho nada, porque estaba demasiado inmerso en su Taemin.

Lee Jinki murió a la edad de 27 años, un accidente, fue todo lo que le dijeron cuando exigió respuestas, aunque claramente no tenía derecho alguno, mientras su esposo moría, ella se acostaba en su cama con uno de sus compañeros de trabajo.

Mentiría si dijera que la muerte de Jinki no le afecto, a pesar de todos sus engaños, una parte de su corazón siempre le perteneció, una parte que no le entrego a nadie, que siempre le perteneció a su amado Jinki.

El arrepentimiento de sus acciones, le llego después del funeral, deseo borrar su pasado, deseo haber pertenecido únicamente a Jinki, pero había cosas que no podían ser eliminadas.

La familia de Jinki nunca fue particularmente afectiva con ella, durante el entierro se dedicaron a dirigirle un par de miradas de lastima, unos abrazos y palmadas en la espalda, el pequeño Taemin había permanecido abrazado a sus pies, preguntándole con sus enormes ojos curiosos, donde estaba su padre, ella simplemente le respondió que se había ido muy lejos.

Le rompió el corazón ver a su hijo llorar, creyendo que su padre se había marchado porque ya no lo quería.

Si supieras cuanto te amaba

Logro vender la casa que compartió con Jinki durante los años de su matrimonio, y se las arregló para pagar aquel pequeño edificio, que con otro poco de trabajo logro convertir en la pensión que era ahora.

El mundo le aterraba, temía que algo le pasase a su amado Taemin, a lo único que le quedaba de Jinki, así que decidió que Taemin estudiaría en casa, un lugar donde ella pudiese vigilarlo, no podía arriesgarse a perderlo.

Durante el transcurso de los años y de la constante lucha por sobrevivir y educar a un hijo, al que apenas le prestaba atención por administrar la pensión; la belleza de Gwiboon se vio opacada, pronto el arreglarse se volvió inútil, pues dejo ver a la gente que frecuentaba, su mundo se resumía a su hijo y a la pensión.

Todo cambio en el momento en el que Choi Minho entro por la puerta, su corazón no había latido de aquella manera ni sus mejillas se habían ruborizado desde que su esposo había muerto. Era hermoso, era el hombre más hermoso que jamás había pisado la faz de la tierra, y había decidido que tenía que ser suyo.

Claro, no había sido cosa fácil, tuvo que armarse de mucho para volver a recuperar su belleza perdida, estaba tan enfrascada en su objetivo que no noto como su hijo se perdía y se volvía meramente una sombra frente a sus ojos.

La primera vez que se besaron, fue en la cocina, no había sido nada planeado, pero la tensión entre ellos había venido aumentando desde hacía días, si, ella había notado esas miradas lascivas sobre su cuerpo, la forma en que se relamía los labios y sonreía cuando ella le entregaba la ropa lavada y le revelaba un solamente un poco de piel, lo suficiente para dejarlo deseoso de más. Después de aquello, los encuentros comenzaron a volverse más íntimos, el deseo sexual que ella creyó perdido, volvía a surgir desde sus entrañas, desde lo profundo de su sexo como un murmullo que va volviéndose cada vez más sonoro, de repente la vida volvió a tener sentido.

Su hijo paso a segundo plano, dejo de tomarle la poca importancia que antes tenía, ¿Quién podía tomarlo en cuenta cuando frente a sus ojos estaba el maravilloso Choi Minho?
La tarde del desastre impacto duramente en su vida, nunca creyó, nunca le paso por la cabeza que su hijo pudiese ser capaz de hacer aquellas cosas, ¿Dónde había quedado su niño inocente de 13 años?, ¿En qué momento se había perdido y termino por convertirse en ese niño perverso?

Ella nunca deseo que las cosas acabaran así, pero después de abofetearlo, regañarlo y gritarle por horas, tomo una de las decisiones más difíciles de su vida, lo mando a un internado en Japón.

Le dolió ver como su hijo se derrumbó después de aquella tarde, los días antes de irse al internado apenas salió de su cuarto, sentía como si en cualquier momento iba a desaparecer, no hablaba, no hacia ruido, pasaba largas horas acostado en su cama viendo hacia la nada, de vez en cuando lo escuchaba susurrar las palabras que Minho y ella le habían gritado, niño perverso.

Era doloroso ver el estado de su hijo, pero sabía que tenía que mandarlo lejos, no solo por el bien de él, sino por el de Gwiboon y Minho. Ella sabía que quería tener algo más serio con el artista y con Taemin en el camino, su deseo se quedaría en algo un poco menos que un sueño, era egoísta, pero por primera vez en su vida deseaba tener algo meramente suyo.

No había sido fácil borrar de la memoria de Taemin a Minho, pero con las cartas- la única forma de comunicación con Taemin- lo estaba haciendo poco a poco, nunca lo mencionaba, y no era tan difícil adentrarse en la mente de un niño de 13 años, un niño al que al poco tiempo se le olvidarían las cosas, y era el trabajo de Gwiboon hacer que Minho quedase solo como un recuerdo y como lo que era, el nuevo esposo de madre y padrastro.

Su matrimonio con Minho era más perfecto de lo que ella se había imaginado, Minho siempre tenía ojos para ella y solamente para ella.

Nunca sospecho del deseo oculto de su esposo por su propio hijo, siempre creyó que aquellas miradas mientras hacían el amor le pertenecían a ella y solamente a ella.

Por eso, cuando Taemin cumplió 21 años y fue capaz de salir libremente del internado, no temió el encuentro, sabia por las constantes cartas de su hijo, la relación que mantenía con Kim Jonghyun, un militar de 23 años y con una de las carreras más prometedoras.

Nunca noto la esperanza en los ojos de Minho cuando su hijo atravesó la puerta.


Taemin pasó una mano sobre sus cabellos rubios, observo la habitación que en el pasado le había pertenecido y frunció el ceño, su mente luchaba por recordar cómo era vivir ahí, pero simplemente parecía haberlo olvidado, estiro las piernas y después las abrazo a su pecho. La noche era fresca así que portaba unos shorts cortos y una de las playeras de Jonghyun, que le quedaban extremadamente flojas, pero que eran tan cómodas y que siempre olían a su novio, que simplemente amaba ponérselas.

No escucho el momento en que el agua dejo de correr en el baño, así que pego un brinco cuando sintió un par de gotas resbalar por su cuello y adentrarse en la playera para recorrer su espalda. Sintió los brazos fuertes rodearlo y sonrió al sentir unos labios en su mejilla

— ¿Disfrutaste el baño? — pregunto sin girarse y acariciando suavemente el dorso de la mano del mayor

—Lo hubiera disfrutado más contigo— susurro Jonghyun para después morderle el lóbulo, Taemin le pego juguetonamente en el brazo.

—Tonto, sabes que mamá puede escucharnos, y honestamente no quiero que entre y no encuentre haciendo eso

—Sí, lo sé, tu madre tiende a ser un poco protectora— Jonghyun volvió a depositar otro beso y se giró para colocarse el pantalón pijama, detestaba dormir con camisa. Taemin se recostó sobre la cama y paseo su mirada sobre el cuerpo bien trabajado de su novio y se arrepintió el no haber tomado un baño con él, por lo menos el sonido del agua hubiese cubierto los sonidos, Taemin tendía a ser un poco ruidoso a la hora del sexo, claro Jonghyun jamás se había quejado, adoraba escuchar a Taemin mientras embestía duramente contra él.

Taemin se acomodó mejor sobre la cama cuando sintió el peso de Jonghyun sobre ella, sintió unos labios besar sus piernas, recorrerlas lentamente y las yemas de los dedos, acariciarlas.

—Amo cuando te pones shorts— gruño Jonghyun, sin dejar de acariciarlo, adoraba esas piernas largas y lechosas, esa piel suave, podría pasar toda su vida entre ellas.

—Y yo adoro cuando tu estas sin camisa— Jonghyun rio entre dientes y subió para atrapar los labios de Taemin en un beso demandante, soltó un gemido involuntario cuando sintió lo dedos largos pasear sobre su abdomen, hasta la orilla de su pantalón, contuvo el aliento, pero frunció el ceño cuando las manos se alejaron, y observo a Taemin sonreír juguetonamente.

Sin pensarlo rodo sobre la cama, colocando a Taemin a horcajadas sobre su cadera, desabrocho de un movimiento el botón del short y obligo a Taemin a quitárselo, sonriendo al ver que no llevaba ropa interior.

Alzo un poco el cuerpo y se quitó la única prenda que portaba, dejando a la vista el miembro hinchado y brilloso, Taemin se relamió los labios y se auto-penetro de una sola estocada, tuvo que morderse el labio para ahogar el grito de placer.

Movió sus caderas en círculos, de adelante hacia atrás, disfrutando la dureza y lo hirviente del miembro, se inclinó para besar a Jonghyun, necesitaba desesperadamente gritar.

-Más duro- susurro contra la mejilla de Jonghyun, y este obedeció, girando de nuevo, esta vez en el arriba y Taemin con las piernas abiertas, comenzó a embestir de manera rápida, golpeando de forma certera ese punto en el interior de Taemin, quien apenas podía respirar del placer agobiante.

Los ojos de Taemin se encontraban medio abiertos, pero no le impidió ver la sombra reflejada en el suelo de la puerta, alguien los estaba escuchando, y el sabia mejor que nadie quien era.

No sabía que te gustaba escuchar.

Así que se esforzó por gemir más fuerte, lo suficiente como para que la persona de afuera lo escuchara, soltó un pequeño grito cuando se corrió y sintió el semen de Jonghyun correr en su interior, se besaron por última vez y se arroparon con cuidado, Taemin sonrió cuando volvió a ver hacia la puerta, donde la sombra había desaparecido.


Era tan hermoso, Dios, esa voz pidiendo por mas, casi podía imaginarlo, podía visualizar en su mente la expresión de placer en el rostro del rubio, sus ojos entreabiertos y sus labios apenas capaces de jalar el aire necesario.

No lo soporto, no pudo, tantos años separados habían sido el infierno, estaba mal, tan, tan mal pero necesitaba hacerlo, sus manos viajaron hasta su pantalón, introduciéndola y sacando el miembro erecto, aprisionándolo y subiendo y bajando para proporcionarse placer

— ¡Jonghyun! — lo escucho gritar desde dentro de la habitación, y se lo imagino, se imaginó sobre él, embistiéndolo y aquella preciosa voz llamándolo

Hyung, Minho- hyung, más, dame más

Ahogo un gemido cuando se corrió sobre su mano, adorando el grito ahogado que había soltado Taemin al correrse, corrió al baño a limpiarse cuando escucho los pasos de Gwiboon cerca, se echó agua sobre la cara y se sintió avergonzado de sí mismo, había escuchado a su hijastro de 21 años tener sexo con su novio, y lo había disfrutado tanto, nunca se había corrido de aquella forma durante el sexo con Gwiboon, no podía esperar el momento en que pudiera estar entre las largas y divinas piernas de Taemin, aun si aquello estuviese mal, no le importaba, necesitaba a Taemin.

Perdóname Taemin, perdóname por desearte así.