Otra vez miraba el reloj, no había nada que en realidad me interesara de esas clases. Estaba esperando como siempre a que las eternas horas terminarán. Lo único que me ayudaba a pasar el rato era la música. Verdaderamente mi vida estaba completamente vacía hasta que te conocí...

Cuando entraste al salón de clases fue como si una luz iluminara la oscura y aburrida rutina de mi vida. Un montón de sentimientos recorrían mi interior cuando vi tu amable sonrisa y por primera vez yo también sonreí como nunca lo había hecho... Mi mirada solo se dirigía a ti. La felicidad se desbordo en mi cuando me di cuenta de que también me mirabas.

Porque aunque ninguna palabra salió de nuestros labios, era como si ambos nos hubiéramos dicho todo. Extrañamente tú y yo éramos tan diferentes. Tú, Kibum, muy sociable y extrovertido, te llevabas bien con casi todos, y yo que había pasado una eternidad en esa escuela sólo le hablaba a unos cuantos, la razón no era que fuera muy tímido sino que nunca había conocido a alguien que llamara mi atención de la misma manera en que lo habías hecho tú.

Noté como después de clases montabas tu bicicleta, unos cuantos chicos se te acercaron y oí que te invitaban a comer. Ese era un asunto que no me importaba, porque ni siquiera nos hicimos amigos. Un poco decepcionado, te imagine divirtiéndote con esos chicos y por primera vez me sentí mal... mal por ser tan retraído y apartado, porque aunque no quería ser parte de aquellos círculos sociales quería ser parte de tu mundo.

Mi lugar favorito era un sitio junto al río, donde los enormes árboles se mecían tranquilamente dejando caer lentamente sus hojas, un lugar solitario y tranquilo para alguien como yo. No me gustaba ir a casa después de la escuela, por lo que ahí pasaba gran parte de la tarde. Como todos los días me puse los audífonos para escuchar música, quería olvidar aquellas extrañas sensaciones que había tenido por ti.

El crujir de las hojas secas hizo que me sobresaltara. Me pregunte ¿quién podría estar invadiendo mi espacio? Entonces apareciste tú, con tu mirada curiosa y una expresión de infinita sorpresa. Y yo simplemente no sabía como reaccionar, tuve que repetirme varias que en verdad eras tú. Mi corazón latía muy rápido a medida que te ibas acercando.
- Así que... aquí te escondes...

Las palabras simplemente no salieron de mis labios, la sorpresa aún me invadía.

- Debo aceptar que es un buen lugar, me gusta - Una sonrisa se formo en tu rostro. Y creo que eso era precisamente lo que me desarmaba: tu sonrisa.

- ¿Qué haces aquí? - Por fin pude hablar.

- Kim Jonghyun... quiero que tú y yo seamos amigos.

Ese eras tú, tan directo, hablando sin rodeos. Con cuidado dejaste tu bicicleta en el pasto y te sentaste cerca de mí, sacaste un libro y empezaste a leer ignorando que yo estaba ahí parado aún incrédulo por lo que acababas de decir… Llenaste mi mundo. Se podría decir que de esa manera tan peculiar empezó nuestra amistad.

No olvido el día en que te besé por primera vez.

No había pasado mucho tiempo desde que mi sitio preferido se había vuelto nuestro lugar después de clases. Te dije que no sabía andar en bicicleta, y te burlaste porque no me creías. Claro, hasta que comprobaste que era verdad. Dijiste que me enseñarías, me subí a tu bicicleta, me costaba no perder el equilibrio, hasta que te paraste frente a mí para poder ayudarme. Iba bien, pero debo aceptar que hay cosas para las que definitivamente no fui hecho y andar en bicicleta era una de ellas, por lo que a pesar de tus esfuerzos yo no iba a aprender. Como era de esperarse, perdí completamente el equilibrio y me caí. Te lleve conmigo hacia el suelo. Estaba encima de ti. Empezaste a reír mucho diciendo que en verdad era un fracaso, cuando me di cuenta mis labios estaban pegados a los tuyos. Me levante de inmediato, preocupado de lo que ibas a decir. Te levantaste lentamente sacudiendo tu ropa del polvo, tu mirada profunda me ponía nervioso. Después sonreíste levemente.

- Somos amigos ¿verdad?

Afirme un poco serio.

- Entonces no tienes que preocuparte. - Y ahora fuiste tú el que me besó lentamente.

Desde ese día este es nuestro secreto. Todos los días añoraba porque llegara la tarde para estar contigo. Me gustaba cuando te recargabas en mi hombro y te quedabas dormido. Amaba jugar con tu sedoso cabello. Pero lo que más ansiaba era probar tus dulces labios. No sé qué era lo que me habías dado, eras como una droga y cada día me costaba más trabajo no estar cerca de ti.

Por ti descubrí muchas partes de mi que ni siquiera imaginaba que tenía, incluso me volví más alegre en la escuela. Por ti también tenía sueños, y secretamente quería que fueras parte de ellos. Por supuesto, nunca había dicho que te amaba, ambos éramos amigos y yo no sabía a ciencia cierta qué era lo que sentías por mí.

Un día vi que estabas con ese chico Minho del otro grupo, conversabas animadamente con él. Se podía adivinar en su mirada que eras más que un amigo para él. Me hubiera gustado decirle que tú eras sólo para mí. Comprendí entonces que yo no podía reclamarte nada y que todo lo que estábamos viviendo un día llegaría a su fin. No lo podría soportar. Por fin pensé las cosas de una manera más realista. Mi amor por ti iba creciendo cada vez más y tal vez tú no corresponderías a mis sentimientos. Recordé también que habías dicho que te irías a la capital a estudiar diseño. Te alejarías de mí para siempre por una u otra razón.

No pude concentrarme en las clases, debía terminar lo que teníamos, eso sería lo menos doloroso para mí. Debía terminarlo antes de que ya no pudiera dejarte ir. Esa tarde fue la más triste de mi vida.

- No nos veamos más aquí. Será mejor terminar con esto.

- ¿Qué quieres decir?

- Que esto no es correcto. Ya no podemos ser amigos.

Por primera vez vi tu expresión seria, tu cara apagada sin esa alegría que yo amaba tanto. Me fui de prisa de ahí, sin darte tiempo a responder algo. ¿Qué sentiste cuándo te dije eso? Mi sueño se había acabado, pero tal vez contigo no era lo mismo, tal vez ya tenías a alguien especial. Me hubiera gustado saber.

Los días se volvieron tristes de nuevo, y lo único que me consolaba era verte en la escuela. Minho estaba muy cerca de ti, seguramente ya le habías correspondido. De verdad trate de olvidarte, de verás lo intenté. Hice un esfuerzo enorme por no ir de nuevo a ese lugar donde nos veíamos en las tardes, mi madre se sorprendió, por primera vez en mucho tiempo había llegado temprano a casa.

Me dolía mucho la cabeza, no podía dejar de pensar en ti. Estaba enfermo por no estar cerca de ti, por conformarme con sólo mirarte a escondidas.

Por eso hoy ya no pude más. La tristeza me mataba por dentro. Estoy seguro de que lo que siento por ti no lo puedo sentir por nadie más... Fui a nuestro lugar de siempre, estaba atardeciendo y el viento era algo frío, como si todo el calor se hubiera ido contigo...

No estaba alucinando, tu bicicleta estaba tirada en el pasto. Corrí y te vi durmiendo recargado junto a un árbol. Sentí que volví a respirar cuando te miré ahí. ¿Acaso habías venido todos los días a pesar de que te dije que yo no lo haría?

Acaricié tu cara, estabas frío ¿cuánto tiempo habías estado aquí? Tu rostro tenía rastros de lágrimas... ¿Lloraste por mi? Si te importaba tanto ¿por qué no me lo decías? Empezaste a despertar... Te asustaste un poco cuando me viste...

- ¿Por qué estas aquí?

- Supongo que… es difícil perder la costumbre... No te preocupes ya me voy - Avanzaste lentamente, noté que tu mirada estaba llena de tristeza.

Abriste mucho los ojos cuando me abalancé sobre ti, te abrace muy fuerte.

- No puedo, - Te dije desesperadamente al oído - No puedo olvidarme de ti, quiero estar contigo. Si esto que siento es amor, estoy seguro que solo lo siento por ti. Te...

Diste la vuelta lentamente, interrumpiendo mi confesión.

- ¿Es necesario que te diga lo que yo siento?

No entendí lo que tratabas de decirme.

- Solo te lo voy a decir una vez. Desde la primera vez que te vi supe que no podría ser de otra forma…
¿Ibas a decirme que era un juego para ti? Baje la mirada un poco decepcionado esperando escuchar lo peor…

- Te amo – Entrelazaste mi mano con la tuya y con un beso confirmaste de nuevo tus palabras.

Por fin entendí, que para ti el amor no se expresa con palabras y que siempre, desde el momento en que nos vimos por primera vez, estabas diciendo que me amabas…

~ F I N ~