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Fear [JongYu].
Autor: Honewsty.
Género: Angst.
Resumen: Los zapatos altos eran del color de su pasión y la prenda súbitamente amoldada a su figura, era la forma en que soñaba los brazos morenos sobre su piel.
Parejas: JongYu.
Advertencias: si les gusta el FLUFF, lo bonito o rosado, este oneshot no es ni un poco así. Es angst en su totalidad. Dicho esto, no me hago responsable de las consecuencias. Gracias por leer c:
Género: Angst.
Resumen: Los zapatos altos eran del color de su pasión y la prenda súbitamente amoldada a su figura, era la forma en que soñaba los brazos morenos sobre su piel.
Parejas: JongYu.
Advertencias: si les gusta el FLUFF, lo bonito o rosado, este oneshot no es ni un poco así. Es angst en su totalidad. Dicho esto, no me hago responsable de las consecuencias. Gracias por leer c:
Fear.
La bebida voló en el aire, con el sonido seco de las asentaderas cayendo de lleno contra el frío suelo. El castaño gimió en arrepentimiento y el contrario observó los noventa grados frente a su persona, con el ceño fruncido por la camisa teñida en tonalidades rosadas a causa de su licuado favorito.
No hizo falta que dijera algo; los milisegundos avanzaron con lentitud mientras sus miradas se encontraron y se perdieron en los pozos ajenos. Entonces lo entendió, le haría la vida imposible a aquel que removió algo en su interior.
Fue un viernes por la tarde cuando todo inició.
La suela de los tenis color azul que vestía en una mañana tan ordinaria como aquella, resonaron por toda la estancia. Guiándolo hasta donde cuatro pares de ojos se alimentaron con su persona.
El menor de ellos llevaba el cabello sujetado en una cola muy simplona sobre su cabeza, dejando la timidez de su cuello al descubierto mientras un hambriento cara de perro se alimentaba de él. Los odio durante los segundos que sus pozos los contemplaron. Pero la imagen del otro lado de la estancia, más precisamente al inicio de la mesa rústica, era peor en cuanto a contemplación, y eso solo señalaba quién sobraba dentro de aquel perfecto cuadro. Los ojos gatunos se ablandaron cuando se cruzaron con los cansados y entonces el alto dio un salto antes de avanzar hacia él.
— ¡Jinki! — gritó para llamar su atención y todos miraron curiosos la expectativa a su respuesta.
— Minho — fue todo lo que dijo.
Hubo un silencio sepulcral en la estancia; los pares de ojos se alejaron de los suyos. Ahí estaba la señal y Jinki no se sorprendió cuando el alto se fue tan pronto como llegó a su lado, como si aquel incómodo saludo jamás hubiera sucedido.
Quizás su pecho dolía por la esperanza que tenía hacia el sin fin de comentarios que nunca llegaron, o por todas las miradas que ahora lo ignoraban, esperándolas en ápices de alegría y felicidad como las recordaba. Pero eso jamás sucedía. Jinki había comprendido desde la segunda vez que lo hizo, que aquel que alguna vez había sido su mejor amigo, ahora no era más que un enamorado, pero él jamás le reprocharían tal falta, sin importar las consecuencias que pudiera traer. Por ello, no le fue tan difícil fingir que se había acostumbrado a su ausencia hasta que se vio envuelto en una rutina que llevaba meses.
Jinki recordaba a diario los buenos tiempos que alguna vez existieron entre ellos. Incluso los que alguna vez compartió con las otras tres personas que permanecían observándolo desde la mesa, sin intenciones por dirigirle la palabra; y él se había enfoscado tanto en la rutina, que no le sorprendía la boca venenosa de Kibum o la actitud indiferente de Taemin para con él. Como si la sólida amistad de la que alguna vez habían gozado, los dejara como los desconocidos que ahora parecían ser. Pese a que Jinki extrañaba sólo a una persona.
Jinki le odiaba un poco cuando decidía poner en marcha su cerebro para descubrir que no existía motivo alguno para que el otro dejara de hablarle como lo había hecho, y en su lugar se refugiara en los lechosos brazos. Pero tampoco podía culparle por nada cuando el único culpable de ello era él mismo. Al menos así se sentía cuando recordaba todas las veces que había despertado en una habitación tan conocida, con la boca del menor sin reprocharle nada, como si todas las noches lo esperara sabiendo que Jinki regresaría con más de 3 litros de alcohol en su organismo sólo para conseguir colarse entre sus cobijas, donde el lado izquierdo de la cama lo esperaba. Jinki balbuceando un sin fin de estupideces que al otro día no recordaría y que el otro no se esforzaría por recordarle. Su tregua de paz era el sal de uvas que esperaba a un lado de la cama por la resurrección de Jinki.
"Jonghyun, tú me gustas" recordaba sus palabras y tampoco sentía que aquello fuera su culpa, o eso no era lo que le decían los besos y las caricias bonitas que la piel morena impregnaba sobre la suya. Tan solo un día Jonghyun había considerado que Jinki ya no era más de su agrado y le huía como si de una plaga se tratara, cuando las primeras dos semanas el mayor anduvo tras sus talones esperando una respuesta por su actitud. Pero jamás la tuvo y la resignación cayó ante sus ojos cuando todos dejaron de hablarle, haciéndolo sentirse como el culpable que no era. Jinki se lo creyó.
— Jinki, habrá una fiesta esta noche. Esperamos que puedas asistir —. Susurró el de ojos gatunos antes de perderse tras sus espaldas, seguido por los otros tres que lo siguieron a centímetros.
Kibum se marchó creyendo que las intenciones de Jonghyun eran buenas y que realmente quería hacer las paces con el que alguna vez había sido más que su mejor amigo. Aunque él nunca lo admitiría, el rubio lo conocía demasiado bien, y Jinki estaba siendo tomando en cuenta una vez más.
La primera hora de aquella tarde, terminó hecho un lío entre el pollo que terminó quemando – pese a que solo debía calentarlo – y los montones de películas de las cuales nunca puedo escoger sólo una para ver. Terminando por ver un programa cualquiera que transmitían en esos momentos, sabiendo que nunca, en toda su existencia, había caído tan bajo ante el aburrimiento.
Generalmente, el mayor siempre había estado rodeado por quienes eran los únicos amigos para un antisocial como él, con todos pidiendo un poco de su tiempo sin intenciones que involucraran la billetera de su familia. Siempre con Kibum alrededor, pidiéndole compañía a donde quiera que fuera, y con Taemin buscando su cariño de una forma que Jinki nunca pudo entender. Pero el primero en deslindarse fue el menor, quien se enteró de la vergonzosa confesión que hizo. Y a ello le siguieron los otros dos, quienes terminaron en una relación donde sólo tenían tiempo para ellos mismos. Sin prevenirlo, el más bajo lo dejó de lado después de su primera borrachera con su nuevo amigo Joon; a quién incluso no podía llevar al apartamento si no quería terminar en una disputa y con una puerta golpeando su cara, como la primera vez que lo hizo. Pero tenía que admitir que en esos momentos extrañaba al menor haciéndole mimos para llamar su atención y terminar sin ver el programa para ir a jugar alrededor.
Las próximas tres horas rodó por la estancia; de un lado al otro del lugar, sin saber que era lo que buscaba. Finalmente, y cuando el reloj marco las siete de la noche, Jinki decidió que era hora de dejar de jugar y comenzar a arreglarse para la fiesta que tendría lugar esa misma noche.
"Tenemos que hablar, Jinki." Fue todo lo que pudo leer en el mensaje que llegó a su teléfono luego de concluir su ducha y escuchar la vibración que llamaba por su atención. El mayor sonrió de lado al identificar el número de celular antes de contestar el mensaje.
"¿Nos vemos donde siempre?" Preguntó nervioso y a los segundos la respuesta llegó.
"Sí, donde siempre."
Las luces de la fiesta alumbraron su cara desde la prudente distancia donde se encontraba. El lodo bajo sus pies, con el viento acariciando su piel de la única forma que aliviaba el sudor frío de su cuerpo, mientras con la mano derecha mecía el vaso de Capitán Morgan de un lado a otro, no encajaban en la definición que Jinki tenía por diversión.
Pero cuando escuchó los pasos a lo lejos, un temblor se instaló en su vientre ante la anticipación.
— ¿Qué estás bebiendo? — preguntó dejando que los ojos de Jinki se degustaran con la afilada mandíbula que hacia tanto no apreciaban. Posicionándose a su lado mientras miraba con desinterés la fiesta frente a sus ojos.
— Lo mismo de siempre — se encogió de hombros.
— ¿Puedo probarlo? — volvió a preguntar y Jinki asintió acercando el vaso a la comisura de su boca.
En un movimiento rápido, la muñeca delgada fue tomada con agresividad, obligándolo a liberar un gemido y permitir que el órgano mojado del menor se introdujera en su cavidad oral. Jinki intentó seguirle el paso antes de que el beso se viera concluido.
— Hmm — lanzó un sonido de satisfacción mientras limpiaba con su dedo índice la comisura de sus labios. — Parece que el Capitán Morgan sigue siendo tu favorito.
El carmesí se apoderó de los carrillos blancos y la mano morena se estacionó en la cintura casi femenina, de la que jaló casi con agresividad para acercarlos pecho a pecho.
— ¿Qué haces, Jonghyun? — preguntó viendo los finos labios delineando su cuello con delicadeza y pasión, pero el otro no contestó para no interrumpir la tarea que levantó el calor que Jinki sintió golpeando contra su bajo vientre.
— Te necesito — susurró bajando sus manos hacia las asentadores que pegaron un salto al sentir la temperatura de piel contra piel una vez que introdujo sus manos en los más profundo de la ropa. El dedo moreno jugando con la ranura se detuvo antes de dirigir su vista hacia los ojos almendrados. — ¿Puedo?
— Pero tenemos que hablar.
— ¿No puedes entender que te necesito? — tomó la mano blanquecina y la dirigió hacia la creciente erección. — Por favor...
Jinki asintió sin prevenir cuando el cuerpo más bajo le arrancó la ropa, con necesidad antes de introducir el dolor a su cuerpo en una sola estocada.
¿Con algo tan vano cómo eso lo estaba perdonando? Su conciencia aullaba un rotundo no, pero su boca pedía por más sin que pudiera hacer mucho para acallarla, con las penetraciones repitiéndose a un ritmo casi inhumano que dejaba al aire el ruido seco de sus fluidos uniéndose con el golpeteo tras sus asentaderas. La hierba irritando su piel expuesta era lo menos terrible del asunto. Y tan pronto como el placer llegó, se fue dejándolo vacío.
— Éste será nuestro pequeño secreto — dijo.
Fue la cuota de comodidad que Jinki obtuvo antes de que el otro se marchara, sin preocuparse por dejarle atrás. Entonces el mayor lo entendió, había caído en su juego y nunca había existido un motivo para “hablar”, como había prometido esa misma tarde.
La primera vez que sucedió, luego de los litros de alcohol que el mayor cargaba en su organismo, y las provocaciones que sobrepasaron la línea que algún día sería cruzada, la rutina se repitió al menos hasta que la acolchonada boca soltó aquella verdad para la que el menor no estaba preparado en afrontar, y que provocó la ruptura que separaría al grupo en cuatro contra uno. Siendo de esa forma que la enfermiza rutina de Jinki se vio parada para no cometer más las atrocidades que le incitaban al pecado.
¿Entonces, por qué estaba repitiendo lo que había prometido no volver a hacer? Su mente le pedía que se detuviera antes de salir herido, pero su cuerpo gritaba por más cuando el menor asomaba su cabeza por la puerta para recibir la intensa sesión de sexo que sabía el mayor nunca le negaría. ¿A dónde había volado la convicción que fingió tener en un principio? Jinki pensaba que quizás se alojaba donde todos sus malos recuerdos se encontraban, como si los tiempos en que el menor lo había tratado como una mierda indiferente en su vida y no como el polvo o el amigo que creía ser, estaban; donde ahora en su lugar florecían las palabras vacías de Jonghyun.
Jinki se sentía como su puta personal, pero con la necesidad de arruinar las cosas, como en ese momento que dejó escapar un te amo en el acto.
— ¡Estás diciendo estupideces sin sentido! — gritaba Jonghyun por toda la estancia. Recogiendo la ropa que horas atrás parecía estorbar.
— ¡No son estupideces! ¿Acaso no puedes entenderlo?
Con la sábana cubriéndole como si fuera capaz de protegerlo de la furia del menor, Jinki se alimentaba del valor que necesitaba para soltar sus sentimientos y sentir que una vez más lo estaba arruinando.
— ¡No, no puedo entenderlo!
— ¿A qué le tienes tanto miedo, Jonghyun? — preguntó.
— ¡Ahórrate tu mierda, Jinki! No estoy de ánimo — gimió frustrado cuando se colocó la sudadera frente al espejo que le dejó ver los hematomas que adornaban su cuello, recordándole la pasión que ahora parecía lejana. — ¿Acaso tienes que marcarme como si fueras una perra?
— Nunca te has quejado.
— Porque eso eres. ¿No es así, Jinki? — comentó subiendo su bóxer y recordando el buen sexo oral que había recibido hacia un rato. — Tienes que venir y arrastrarte hasta mis sábanas porque ese es el único motivo para conseguir algo de mí.
— No estás siendo justo... — susurró.
— ¿Justo? ¿Qué mierda es ser justo en este Mundo donde los pobres mueren y los ricos triunfan? ¡Tú lo tienes todo! Tienes amigos que te quieren por lo que eres y no por lo que tienes. Además, eres el hijo de uno de los empresarios más importantes del país, y por si fuera poco ¡el más inteligente del Instituto! ¡No vengas a hablarme a mí de injusticias!
— Pero hay algo que no tengo...
La carcajada agria de Jonghyun resonó por la habitación y Jinki casi quiso golpearse por lo que sabía que diría. Pero no podía callarlo, no otra vez.
Jonghyun estaba siendo un hijo de puta, como si el haber nacido en el seno de una familia destruida por un padre alcohólico y una madre prostituta, hubiera sido culpa del mayor; quien lo único que intentaba era controlar los espasmos que se estaban apoderando de su cuerpo al sentirse el verdadero villano de todas las estupideces liberadas por esa boca que le había besado con algo parecido al amor.
— No me jodas, Jinki. ¿Qué podría faltarle a un niñato como tú? — preguntó.
— Tú. Me faltas tú, Jonghyun.
La risotada volvió a escucharse, pero el sonido del corazón de Jinki rompiéndose, fue mayor.
— ¡No me vuelvas a molestar! ¿Entendiste? — dijo con su dedo índice señalando el pequeño bulto de mocos que permanecía en la enorme cama del hotel. — No sé cómo puedes ser tan idiota y no darte cuenta que esto no es más que sexo. ¿Acaso creíste que en algún momento eso cambiaría? ¿Qué algún día vendría y te diría que estoy enamorado de ti? ¡Estupideces! Eso es lo que son.
Pausó para tomar aire y recoger sus pertenencias de la mesilla de noche. Entre esas, la hoja de papel que pensaba que en algún momento tendría el valor de darle a Jinki.
— ¿Sabes qué ni siquiera me gustan los hombres? Sólo soy un idiota con ganas de sexo, y tú resultaste ser mi culo fácil.
Ahí fue donde el Jinki de 18 años se rompió – o quizás se lo llevó el Jonghyun que cerró la puerta con un fuerte sonido – y en su lugar se quedó la sed de venganza. Jinki volvió a renacer como una nueva persona en ese lugar.
Los zapatos altos eran del color de su pasión y la prenda súbitamente amoldada a su figura, era la forma en que soñaba los brazos morenos sobre su piel. El día había llegado tanto como lo había anhelado.
Los listones en tonalidades chillonas colgaban de un lado a otro de la habitación, con montones de bebidas sobre las mesas que esperaban por sus presas; que venían a ser sus compañeros de instituto, en aquella reunión que había organizado para reencontrar a toda una generación que se había graduado tan sólo dos años atrás. Jinki con las notas y el prestigio más alto. Los demás no le interesaban mientras no tuvieran una meta que cumplir en su camino.
Y simplemente no podía contener la emoción del momento, al menos hasta que la caja cuidadosamente escondida al fondo de su alcoba, le permitió contemplar los zapatos altos de color rojo que habían sido usados como pago de una apuesta, sintiéndose parte de su presente.
El borde era más afilado de lo que recordaba, y bajo las plantillas de sus pies se sentían como agujas penetrando la piel; de igual forma caminó con ellas alrededor. No sin prevenir que después vendría la costosa tela de color negro, amoldándose a su piel para darle forma; con los muslos regordetes reluciendo de sobremanera. Jinki era el protagonista de su propio desfile y el cabello de color negro asentó aún más sus facciones. Era preciosa.
— Ni siquiera sabía que tenía una hermana — comentó el moreno una vez atravesado el umbral de la puerta donde su anfitriona les dio la bienvenida.
— Sí que se lo tenía muy bien escondido — concluyó el menor, y todos asintieron dándole la razón.
La bella mujer viajó de un lado a otro como un león esperando por su presa.
Había conseguido engañar a todos delante de sus ojos, y ninguno parecía darse cuenta de la verdad que existía debajo de aquel vestido negro y zapatos rojos. Al menos hasta que vio su motivo y todo su mundo se vino abajo como la primera vez que lo conoció a causa de su torpeza.
— Hola, gracias por venir — saludó al muchacho parado frente a la puerta, con un ramo de flores en su mano y su cabello levantado hacia el cielo. Estaba más guapo que antes. — ¿Buscas a alguien? — preguntó observando como el menor buscaba algo por sobre su hombro.
— No realmente.
Meneó su mano de forma desinteresada y cuando finalmente se quedó prendado de su mirada, ella supo que todo estaba a su favor. Él seguía siendo el mismo perro de siempre.
— Wow, eres más bonita de lo que pensaba. No te pareces en nada a tu hermano.
— ¿En serio? La gente siempre dice que somos como gemelos.
— No, nada que ver. Tú eres muy bonita y no me lo tomes a mal pero, tu hermano es hermoso.
Ella rió para sus adentros, eso sí que no se lo esperaba.
— ¿Quieres tomar algo? — ofreció.
— Seguro.
La noche pasó muy lento para gusto de ella. Jonghyun parecía desinteresado mientras permanecía atento en algo que no parecía llegar. Pero después de la séptima copa que le obligó a no rechazar, el menor comenzó a balancearse entre sus brazos, mientras intentaba seguirle el paso a una canción; sólo atinando en colocar correctamente sus brazos sobre la cintura casi femenina. Estaba más que ebrio, y eso le dio pena.
— Jonghyun, te necesito —. Susurró en su oído pasando sus brazos por su cuello y calentándolo con su aliento. — Vamos a la habitación.
Una vez que llegaron a la habitación, la adorada hermana de Jinki, dejó de ser tan tierna y linda para transformarse en la perra que tuvo a Jonghyun bajo sus pies pidiendo por más. Ella lo complació para terminar con un lío de gemidos sobre la cama.
El menor estaba tan ebrio, o no le importó cuando ella se deshizo de su vestido, y le mostró la verdad ante sus ojos. Jonghyun reconoció el bonito lunar sobre aquellas costillas que conocía tan bien, así como también los sensuales muslos que vio moviéndose de arriba a abajo sobre su masculinidad. Robándole gemidos ansiosos antes de liberar su orgasmo y caer dormido ante Morfeo.
Y tan pronto como se fue la noche, llegó la mañana; con ello un dolor de cabeza cesante y un lío de dudas bajo sus pies. Jonghyun no quería despertar, por lo que se abrazó de la cintura casi femenina, apegándola a su pecho y sonriendo de lado cuando escuchó el suspiro liberado por ese tono de voz tan conocido. Entonces abrió los ojos asustado.
— ¿Qué... qué... qué está pasando aquí? — preguntó irguiendo su cuerpo para observar a su compañera de fiesta y comprobar sus sospechas.
— ¡Déjame dormir, joder! — medio gritó.
— Agh, no grites que me duele la cabeza —dirigió sus manos a los costados de su frente y presionó. El cuerpo contrario levantó la vista, y como si el reloj le hubiera devuelto a la vida, se levantó de golpe.
— ¡Es tarde! Debo irme.
En segundos el calor que había inundado su cama – más precisamente su cuerpo – se levantó, y se deshizo del pudor para enfundar la blanquecina piel con un pijama muy simple. Ni siquiera se digno en observar a Jonghyun cuando caminó hacia el baño y se metió a bañar, saliendo casi a los treinta minutos después.
— ¿Aún sigues aquí? —preguntó y el moreno asintió. — Pues vete. No sé qué esperas.
— ¿Qué?
— Vamos Jonghyun, no es necesario fingir que nos conocemos. Sólo fue un polvo y ya.
— ¡¿SÓLO UN POLVO?! — fue su turno de gritar. — ¿Sabes por qué vine a esta estúpida fiesta que organizaste, señorita Lee?
Jinki rió ante la mención.
— He venido a decirte que...
— ¿Qué me amas y estás arrepentido de todo? Vamos Jonghyun, la broma ha llegado muy lejos.
— ¡Pero no es una broma!
— Está bien, no lo es. Pero no me interesa.
— ¿De qué estás hablando?
Jinki no pensaba ponerse a explicarle cómo su vida se había vuelto más sobria y oscura, luego de sacarlo de su vida. Pero que en cambio, había recibido el prestigio y las comodidades materiales que todo ser vivo quería. Todos menos Jinki. Él había muerto cuando tenía tan sólo 18 años, y ahora se consideraba una clase de zombie que no tenía corazón. De todas formas, contestó.
— Tú lo has dicho, sólo fue sexo. ¿Y sabes? Si por mí hubiera sido, habría escogido ser una mujer con una familia peor a la que tú tuviste si con eso podíamos estar juntos. ¿De esa forma habrías aceptado que me amabas? — preguntó.
— Aún podemos.
— No, ya no podemos. Morí el día en que te fuiste. Ahora soy otra persona que tiene la dignidad para correrte de aquí y pedirte que no me busques más.
— ¿Y QUÉ SE SUPONE QUE HAGA CON LO QUE SIENTO POR TI?
— No lo sé. Guárdalo, así como yo lo he hecho. Quizás en otra vida podamos amarnos libremente, sin miedo. Ahora vete. — suspiro abriendo la puerta para que el otro se marchara. — Éste será nuestro pequeño secreto.
Cerró la puerta tras sus espaldas una vez que el otro salió, y por segunda vez en su vida, se sintió más roto de lo que ya estaba. La tristeza rodó por sus mejillas en forma de agua y sus piernas flaquearon cuando recordó su pesar.
Jinki quería amar sin preocupaciones, pero Jonghyun siempre había tenido miedo; miedo en afrontar su preferencia sexual y aceptar a la persona de la que se había enamorado.
Jonghyun y Jinki tenían miedo del amor.
No hizo falta que dijera algo; los milisegundos avanzaron con lentitud mientras sus miradas se encontraron y se perdieron en los pozos ajenos. Entonces lo entendió, le haría la vida imposible a aquel que removió algo en su interior.
Fue un viernes por la tarde cuando todo inició.
La suela de los tenis color azul que vestía en una mañana tan ordinaria como aquella, resonaron por toda la estancia. Guiándolo hasta donde cuatro pares de ojos se alimentaron con su persona.
El menor de ellos llevaba el cabello sujetado en una cola muy simplona sobre su cabeza, dejando la timidez de su cuello al descubierto mientras un hambriento cara de perro se alimentaba de él. Los odio durante los segundos que sus pozos los contemplaron. Pero la imagen del otro lado de la estancia, más precisamente al inicio de la mesa rústica, era peor en cuanto a contemplación, y eso solo señalaba quién sobraba dentro de aquel perfecto cuadro. Los ojos gatunos se ablandaron cuando se cruzaron con los cansados y entonces el alto dio un salto antes de avanzar hacia él.
— ¡Jinki! — gritó para llamar su atención y todos miraron curiosos la expectativa a su respuesta.
— Minho — fue todo lo que dijo.
Hubo un silencio sepulcral en la estancia; los pares de ojos se alejaron de los suyos. Ahí estaba la señal y Jinki no se sorprendió cuando el alto se fue tan pronto como llegó a su lado, como si aquel incómodo saludo jamás hubiera sucedido.
Quizás su pecho dolía por la esperanza que tenía hacia el sin fin de comentarios que nunca llegaron, o por todas las miradas que ahora lo ignoraban, esperándolas en ápices de alegría y felicidad como las recordaba. Pero eso jamás sucedía. Jinki había comprendido desde la segunda vez que lo hizo, que aquel que alguna vez había sido su mejor amigo, ahora no era más que un enamorado, pero él jamás le reprocharían tal falta, sin importar las consecuencias que pudiera traer. Por ello, no le fue tan difícil fingir que se había acostumbrado a su ausencia hasta que se vio envuelto en una rutina que llevaba meses.
Jinki recordaba a diario los buenos tiempos que alguna vez existieron entre ellos. Incluso los que alguna vez compartió con las otras tres personas que permanecían observándolo desde la mesa, sin intenciones por dirigirle la palabra; y él se había enfoscado tanto en la rutina, que no le sorprendía la boca venenosa de Kibum o la actitud indiferente de Taemin para con él. Como si la sólida amistad de la que alguna vez habían gozado, los dejara como los desconocidos que ahora parecían ser. Pese a que Jinki extrañaba sólo a una persona.
Jinki le odiaba un poco cuando decidía poner en marcha su cerebro para descubrir que no existía motivo alguno para que el otro dejara de hablarle como lo había hecho, y en su lugar se refugiara en los lechosos brazos. Pero tampoco podía culparle por nada cuando el único culpable de ello era él mismo. Al menos así se sentía cuando recordaba todas las veces que había despertado en una habitación tan conocida, con la boca del menor sin reprocharle nada, como si todas las noches lo esperara sabiendo que Jinki regresaría con más de 3 litros de alcohol en su organismo sólo para conseguir colarse entre sus cobijas, donde el lado izquierdo de la cama lo esperaba. Jinki balbuceando un sin fin de estupideces que al otro día no recordaría y que el otro no se esforzaría por recordarle. Su tregua de paz era el sal de uvas que esperaba a un lado de la cama por la resurrección de Jinki.
"Jonghyun, tú me gustas" recordaba sus palabras y tampoco sentía que aquello fuera su culpa, o eso no era lo que le decían los besos y las caricias bonitas que la piel morena impregnaba sobre la suya. Tan solo un día Jonghyun había considerado que Jinki ya no era más de su agrado y le huía como si de una plaga se tratara, cuando las primeras dos semanas el mayor anduvo tras sus talones esperando una respuesta por su actitud. Pero jamás la tuvo y la resignación cayó ante sus ojos cuando todos dejaron de hablarle, haciéndolo sentirse como el culpable que no era. Jinki se lo creyó.
— Jinki, habrá una fiesta esta noche. Esperamos que puedas asistir —. Susurró el de ojos gatunos antes de perderse tras sus espaldas, seguido por los otros tres que lo siguieron a centímetros.
Kibum se marchó creyendo que las intenciones de Jonghyun eran buenas y que realmente quería hacer las paces con el que alguna vez había sido más que su mejor amigo. Aunque él nunca lo admitiría, el rubio lo conocía demasiado bien, y Jinki estaba siendo tomando en cuenta una vez más.
La primera hora de aquella tarde, terminó hecho un lío entre el pollo que terminó quemando – pese a que solo debía calentarlo – y los montones de películas de las cuales nunca puedo escoger sólo una para ver. Terminando por ver un programa cualquiera que transmitían en esos momentos, sabiendo que nunca, en toda su existencia, había caído tan bajo ante el aburrimiento.
Generalmente, el mayor siempre había estado rodeado por quienes eran los únicos amigos para un antisocial como él, con todos pidiendo un poco de su tiempo sin intenciones que involucraran la billetera de su familia. Siempre con Kibum alrededor, pidiéndole compañía a donde quiera que fuera, y con Taemin buscando su cariño de una forma que Jinki nunca pudo entender. Pero el primero en deslindarse fue el menor, quien se enteró de la vergonzosa confesión que hizo. Y a ello le siguieron los otros dos, quienes terminaron en una relación donde sólo tenían tiempo para ellos mismos. Sin prevenirlo, el más bajo lo dejó de lado después de su primera borrachera con su nuevo amigo Joon; a quién incluso no podía llevar al apartamento si no quería terminar en una disputa y con una puerta golpeando su cara, como la primera vez que lo hizo. Pero tenía que admitir que en esos momentos extrañaba al menor haciéndole mimos para llamar su atención y terminar sin ver el programa para ir a jugar alrededor.
Las próximas tres horas rodó por la estancia; de un lado al otro del lugar, sin saber que era lo que buscaba. Finalmente, y cuando el reloj marco las siete de la noche, Jinki decidió que era hora de dejar de jugar y comenzar a arreglarse para la fiesta que tendría lugar esa misma noche.
"Tenemos que hablar, Jinki." Fue todo lo que pudo leer en el mensaje que llegó a su teléfono luego de concluir su ducha y escuchar la vibración que llamaba por su atención. El mayor sonrió de lado al identificar el número de celular antes de contestar el mensaje.
"¿Nos vemos donde siempre?" Preguntó nervioso y a los segundos la respuesta llegó.
"Sí, donde siempre."
Las luces de la fiesta alumbraron su cara desde la prudente distancia donde se encontraba. El lodo bajo sus pies, con el viento acariciando su piel de la única forma que aliviaba el sudor frío de su cuerpo, mientras con la mano derecha mecía el vaso de Capitán Morgan de un lado a otro, no encajaban en la definición que Jinki tenía por diversión.
Pero cuando escuchó los pasos a lo lejos, un temblor se instaló en su vientre ante la anticipación.
— ¿Qué estás bebiendo? — preguntó dejando que los ojos de Jinki se degustaran con la afilada mandíbula que hacia tanto no apreciaban. Posicionándose a su lado mientras miraba con desinterés la fiesta frente a sus ojos.
— Lo mismo de siempre — se encogió de hombros.
— ¿Puedo probarlo? — volvió a preguntar y Jinki asintió acercando el vaso a la comisura de su boca.
En un movimiento rápido, la muñeca delgada fue tomada con agresividad, obligándolo a liberar un gemido y permitir que el órgano mojado del menor se introdujera en su cavidad oral. Jinki intentó seguirle el paso antes de que el beso se viera concluido.
— Hmm — lanzó un sonido de satisfacción mientras limpiaba con su dedo índice la comisura de sus labios. — Parece que el Capitán Morgan sigue siendo tu favorito.
El carmesí se apoderó de los carrillos blancos y la mano morena se estacionó en la cintura casi femenina, de la que jaló casi con agresividad para acercarlos pecho a pecho.
— ¿Qué haces, Jonghyun? — preguntó viendo los finos labios delineando su cuello con delicadeza y pasión, pero el otro no contestó para no interrumpir la tarea que levantó el calor que Jinki sintió golpeando contra su bajo vientre.
— Te necesito — susurró bajando sus manos hacia las asentadores que pegaron un salto al sentir la temperatura de piel contra piel una vez que introdujo sus manos en los más profundo de la ropa. El dedo moreno jugando con la ranura se detuvo antes de dirigir su vista hacia los ojos almendrados. — ¿Puedo?
— Pero tenemos que hablar.
— ¿No puedes entender que te necesito? — tomó la mano blanquecina y la dirigió hacia la creciente erección. — Por favor...
Jinki asintió sin prevenir cuando el cuerpo más bajo le arrancó la ropa, con necesidad antes de introducir el dolor a su cuerpo en una sola estocada.
¿Con algo tan vano cómo eso lo estaba perdonando? Su conciencia aullaba un rotundo no, pero su boca pedía por más sin que pudiera hacer mucho para acallarla, con las penetraciones repitiéndose a un ritmo casi inhumano que dejaba al aire el ruido seco de sus fluidos uniéndose con el golpeteo tras sus asentaderas. La hierba irritando su piel expuesta era lo menos terrible del asunto. Y tan pronto como el placer llegó, se fue dejándolo vacío.
— Éste será nuestro pequeño secreto — dijo.
Fue la cuota de comodidad que Jinki obtuvo antes de que el otro se marchara, sin preocuparse por dejarle atrás. Entonces el mayor lo entendió, había caído en su juego y nunca había existido un motivo para “hablar”, como había prometido esa misma tarde.
La primera vez que sucedió, luego de los litros de alcohol que el mayor cargaba en su organismo, y las provocaciones que sobrepasaron la línea que algún día sería cruzada, la rutina se repitió al menos hasta que la acolchonada boca soltó aquella verdad para la que el menor no estaba preparado en afrontar, y que provocó la ruptura que separaría al grupo en cuatro contra uno. Siendo de esa forma que la enfermiza rutina de Jinki se vio parada para no cometer más las atrocidades que le incitaban al pecado.
¿Entonces, por qué estaba repitiendo lo que había prometido no volver a hacer? Su mente le pedía que se detuviera antes de salir herido, pero su cuerpo gritaba por más cuando el menor asomaba su cabeza por la puerta para recibir la intensa sesión de sexo que sabía el mayor nunca le negaría. ¿A dónde había volado la convicción que fingió tener en un principio? Jinki pensaba que quizás se alojaba donde todos sus malos recuerdos se encontraban, como si los tiempos en que el menor lo había tratado como una mierda indiferente en su vida y no como el polvo o el amigo que creía ser, estaban; donde ahora en su lugar florecían las palabras vacías de Jonghyun.
Jinki se sentía como su puta personal, pero con la necesidad de arruinar las cosas, como en ese momento que dejó escapar un te amo en el acto.
— ¡Estás diciendo estupideces sin sentido! — gritaba Jonghyun por toda la estancia. Recogiendo la ropa que horas atrás parecía estorbar.
— ¡No son estupideces! ¿Acaso no puedes entenderlo?
Con la sábana cubriéndole como si fuera capaz de protegerlo de la furia del menor, Jinki se alimentaba del valor que necesitaba para soltar sus sentimientos y sentir que una vez más lo estaba arruinando.
— ¡No, no puedo entenderlo!
— ¿A qué le tienes tanto miedo, Jonghyun? — preguntó.
— ¡Ahórrate tu mierda, Jinki! No estoy de ánimo — gimió frustrado cuando se colocó la sudadera frente al espejo que le dejó ver los hematomas que adornaban su cuello, recordándole la pasión que ahora parecía lejana. — ¿Acaso tienes que marcarme como si fueras una perra?
— Nunca te has quejado.
— Porque eso eres. ¿No es así, Jinki? — comentó subiendo su bóxer y recordando el buen sexo oral que había recibido hacia un rato. — Tienes que venir y arrastrarte hasta mis sábanas porque ese es el único motivo para conseguir algo de mí.
— No estás siendo justo... — susurró.
— ¿Justo? ¿Qué mierda es ser justo en este Mundo donde los pobres mueren y los ricos triunfan? ¡Tú lo tienes todo! Tienes amigos que te quieren por lo que eres y no por lo que tienes. Además, eres el hijo de uno de los empresarios más importantes del país, y por si fuera poco ¡el más inteligente del Instituto! ¡No vengas a hablarme a mí de injusticias!
— Pero hay algo que no tengo...
La carcajada agria de Jonghyun resonó por la habitación y Jinki casi quiso golpearse por lo que sabía que diría. Pero no podía callarlo, no otra vez.
Jonghyun estaba siendo un hijo de puta, como si el haber nacido en el seno de una familia destruida por un padre alcohólico y una madre prostituta, hubiera sido culpa del mayor; quien lo único que intentaba era controlar los espasmos que se estaban apoderando de su cuerpo al sentirse el verdadero villano de todas las estupideces liberadas por esa boca que le había besado con algo parecido al amor.
— No me jodas, Jinki. ¿Qué podría faltarle a un niñato como tú? — preguntó.
— Tú. Me faltas tú, Jonghyun.
La risotada volvió a escucharse, pero el sonido del corazón de Jinki rompiéndose, fue mayor.
— ¡No me vuelvas a molestar! ¿Entendiste? — dijo con su dedo índice señalando el pequeño bulto de mocos que permanecía en la enorme cama del hotel. — No sé cómo puedes ser tan idiota y no darte cuenta que esto no es más que sexo. ¿Acaso creíste que en algún momento eso cambiaría? ¿Qué algún día vendría y te diría que estoy enamorado de ti? ¡Estupideces! Eso es lo que son.
Pausó para tomar aire y recoger sus pertenencias de la mesilla de noche. Entre esas, la hoja de papel que pensaba que en algún momento tendría el valor de darle a Jinki.
— ¿Sabes qué ni siquiera me gustan los hombres? Sólo soy un idiota con ganas de sexo, y tú resultaste ser mi culo fácil.
Ahí fue donde el Jinki de 18 años se rompió – o quizás se lo llevó el Jonghyun que cerró la puerta con un fuerte sonido – y en su lugar se quedó la sed de venganza. Jinki volvió a renacer como una nueva persona en ese lugar.
Los zapatos altos eran del color de su pasión y la prenda súbitamente amoldada a su figura, era la forma en que soñaba los brazos morenos sobre su piel. El día había llegado tanto como lo había anhelado.
Los listones en tonalidades chillonas colgaban de un lado a otro de la habitación, con montones de bebidas sobre las mesas que esperaban por sus presas; que venían a ser sus compañeros de instituto, en aquella reunión que había organizado para reencontrar a toda una generación que se había graduado tan sólo dos años atrás. Jinki con las notas y el prestigio más alto. Los demás no le interesaban mientras no tuvieran una meta que cumplir en su camino.
Y simplemente no podía contener la emoción del momento, al menos hasta que la caja cuidadosamente escondida al fondo de su alcoba, le permitió contemplar los zapatos altos de color rojo que habían sido usados como pago de una apuesta, sintiéndose parte de su presente.
El borde era más afilado de lo que recordaba, y bajo las plantillas de sus pies se sentían como agujas penetrando la piel; de igual forma caminó con ellas alrededor. No sin prevenir que después vendría la costosa tela de color negro, amoldándose a su piel para darle forma; con los muslos regordetes reluciendo de sobremanera. Jinki era el protagonista de su propio desfile y el cabello de color negro asentó aún más sus facciones. Era preciosa.
— Ni siquiera sabía que tenía una hermana — comentó el moreno una vez atravesado el umbral de la puerta donde su anfitriona les dio la bienvenida.
— Sí que se lo tenía muy bien escondido — concluyó el menor, y todos asintieron dándole la razón.
La bella mujer viajó de un lado a otro como un león esperando por su presa.
Había conseguido engañar a todos delante de sus ojos, y ninguno parecía darse cuenta de la verdad que existía debajo de aquel vestido negro y zapatos rojos. Al menos hasta que vio su motivo y todo su mundo se vino abajo como la primera vez que lo conoció a causa de su torpeza.
— Hola, gracias por venir — saludó al muchacho parado frente a la puerta, con un ramo de flores en su mano y su cabello levantado hacia el cielo. Estaba más guapo que antes. — ¿Buscas a alguien? — preguntó observando como el menor buscaba algo por sobre su hombro.
— No realmente.
Meneó su mano de forma desinteresada y cuando finalmente se quedó prendado de su mirada, ella supo que todo estaba a su favor. Él seguía siendo el mismo perro de siempre.
— Wow, eres más bonita de lo que pensaba. No te pareces en nada a tu hermano.
— ¿En serio? La gente siempre dice que somos como gemelos.
— No, nada que ver. Tú eres muy bonita y no me lo tomes a mal pero, tu hermano es hermoso.
Ella rió para sus adentros, eso sí que no se lo esperaba.
— ¿Quieres tomar algo? — ofreció.
— Seguro.
La noche pasó muy lento para gusto de ella. Jonghyun parecía desinteresado mientras permanecía atento en algo que no parecía llegar. Pero después de la séptima copa que le obligó a no rechazar, el menor comenzó a balancearse entre sus brazos, mientras intentaba seguirle el paso a una canción; sólo atinando en colocar correctamente sus brazos sobre la cintura casi femenina. Estaba más que ebrio, y eso le dio pena.
— Jonghyun, te necesito —. Susurró en su oído pasando sus brazos por su cuello y calentándolo con su aliento. — Vamos a la habitación.
Una vez que llegaron a la habitación, la adorada hermana de Jinki, dejó de ser tan tierna y linda para transformarse en la perra que tuvo a Jonghyun bajo sus pies pidiendo por más. Ella lo complació para terminar con un lío de gemidos sobre la cama.
El menor estaba tan ebrio, o no le importó cuando ella se deshizo de su vestido, y le mostró la verdad ante sus ojos. Jonghyun reconoció el bonito lunar sobre aquellas costillas que conocía tan bien, así como también los sensuales muslos que vio moviéndose de arriba a abajo sobre su masculinidad. Robándole gemidos ansiosos antes de liberar su orgasmo y caer dormido ante Morfeo.
Y tan pronto como se fue la noche, llegó la mañana; con ello un dolor de cabeza cesante y un lío de dudas bajo sus pies. Jonghyun no quería despertar, por lo que se abrazó de la cintura casi femenina, apegándola a su pecho y sonriendo de lado cuando escuchó el suspiro liberado por ese tono de voz tan conocido. Entonces abrió los ojos asustado.
— ¿Qué... qué... qué está pasando aquí? — preguntó irguiendo su cuerpo para observar a su compañera de fiesta y comprobar sus sospechas.
— ¡Déjame dormir, joder! — medio gritó.
— Agh, no grites que me duele la cabeza —dirigió sus manos a los costados de su frente y presionó. El cuerpo contrario levantó la vista, y como si el reloj le hubiera devuelto a la vida, se levantó de golpe.
— ¡Es tarde! Debo irme.
En segundos el calor que había inundado su cama – más precisamente su cuerpo – se levantó, y se deshizo del pudor para enfundar la blanquecina piel con un pijama muy simple. Ni siquiera se digno en observar a Jonghyun cuando caminó hacia el baño y se metió a bañar, saliendo casi a los treinta minutos después.
— ¿Aún sigues aquí? —preguntó y el moreno asintió. — Pues vete. No sé qué esperas.
— ¿Qué?
— Vamos Jonghyun, no es necesario fingir que nos conocemos. Sólo fue un polvo y ya.
— ¡¿SÓLO UN POLVO?! — fue su turno de gritar. — ¿Sabes por qué vine a esta estúpida fiesta que organizaste, señorita Lee?
Jinki rió ante la mención.
— He venido a decirte que...
— ¿Qué me amas y estás arrepentido de todo? Vamos Jonghyun, la broma ha llegado muy lejos.
— ¡Pero no es una broma!
— Está bien, no lo es. Pero no me interesa.
— ¿De qué estás hablando?
Jinki no pensaba ponerse a explicarle cómo su vida se había vuelto más sobria y oscura, luego de sacarlo de su vida. Pero que en cambio, había recibido el prestigio y las comodidades materiales que todo ser vivo quería. Todos menos Jinki. Él había muerto cuando tenía tan sólo 18 años, y ahora se consideraba una clase de zombie que no tenía corazón. De todas formas, contestó.
— Tú lo has dicho, sólo fue sexo. ¿Y sabes? Si por mí hubiera sido, habría escogido ser una mujer con una familia peor a la que tú tuviste si con eso podíamos estar juntos. ¿De esa forma habrías aceptado que me amabas? — preguntó.
— Aún podemos.
— No, ya no podemos. Morí el día en que te fuiste. Ahora soy otra persona que tiene la dignidad para correrte de aquí y pedirte que no me busques más.
— ¿Y QUÉ SE SUPONE QUE HAGA CON LO QUE SIENTO POR TI?
— No lo sé. Guárdalo, así como yo lo he hecho. Quizás en otra vida podamos amarnos libremente, sin miedo. Ahora vete. — suspiro abriendo la puerta para que el otro se marchara. — Éste será nuestro pequeño secreto.
Cerró la puerta tras sus espaldas una vez que el otro salió, y por segunda vez en su vida, se sintió más roto de lo que ya estaba. La tristeza rodó por sus mejillas en forma de agua y sus piernas flaquearon cuando recordó su pesar.
Jinki quería amar sin preocupaciones, pero Jonghyun siempre había tenido miedo; miedo en afrontar su preferencia sexual y aceptar a la persona de la que se había enamorado.
Jonghyun y Jinki tenían miedo del amor.
♣♠♦♣
Honewsty
진기 ♡ 민호
215
Re: Fear [JongYu].
¡Diablos, me encantó! Escribes muy bien y la historia simplemente me dejó enganchada. Por favor, continúalo ❤
Última edición por Magnoria el Jue Nov 19, 2015 8:05 pm, editado 1 vez
Magnoria
이진기 ❤
2
Re: Fear [JongYu].
Cabe decir que lloré .
escribes tan hermoso!
T^T me fascina leer Jinkis rotos es como un Fetichismo...
raro ;--:
me gusto!
escribes tan hermoso!
T^T me fascina leer Jinkis rotos es como un Fetichismo...
raro ;--:
me gusto!
Ontokisshi
Onew
966
Re: Fear [JongYu].
Escribes muy bien!!!
Me envolviste con la historia y no quería terminarlo...
Nunca había sentido eso!!! ;-;
Fue un final muy inesperado y ahora tengo sentimientos atorados que tengo que masticar... omg!!!
Gracias, enormes gracias por tan increíble oneshot TuT
Me envolviste con la historia y no quería terminarlo...
Nunca había sentido eso!!! ;-;
Fue un final muy inesperado y ahora tengo sentimientos atorados que tengo que masticar... omg!!!
Gracias, enormes gracias por tan increíble oneshot TuT
Elserina
JongHyun
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