“¡Oye! ¡Kibum! ”

Grité fuerte tu nombre, esperando que mi voz resonara a través del montón de estudiantes. Era el típico viernes y no era de sorprender que los estudiantes de la preparatoria se abrieran paso a como diera lugar para poder atravesar las puertas de sus salones, una vez que la campana de la escuela sonó con su singular y extendida nota que podía perforar tus oídos a muerte.

Y entre esa enorme multitud de estudiantes con el mismo uniforme… Te vi…
Tu estilo de cabello único quedaba por encima del gran montón de morenos, rubios y pelirrojos… y sin embargo, fuiste tú a quién yo vi primero.

Sonreí cuando vi hacerte paso a través de la gente, los hilos de tu cabello se mecían al ritmo de tu cuerpo. Reí tontamente de mi mismo cuando vi el tirante de tu mochila tocando libremente tu hombro… ese hombro que yo había estado esperando tocar por dos largos años. Y reí aún más cuando me di cuenta del hecho de que había olvidado que tu mochila era de color rosa.

De acuerdo, ¿por qué no podía ser? Realmente no me di cuenta porque siempre has lucido bien en rosa.

Me quede mirándote, completamente perdido en tu figura que había anhelado por tanto tiempo, esperando que tus ojos se fijarán en mí. Y después de unos pocos segundos --- tus ojos brillaron con la cálida luz del atardecer. Te sonreí, suspiré cuando vi que te detenías con una mirada sorprendida.

“Jjong-ah” Te dirigiste hacia mí, dejando de lado tu mochila rosa en el concreto y yo solo me hundí en la visión de ti corriendo hacia mí con esa gran sonrisa en tu cara.
Ah, tu sonrisa. Entonces y allí, mi visión se volvió borrosa, y sólo dejo clara y radiante tu presencia. Estaba fuera de mí, y levante mis brazos por instinto.

Con un gran puf, te abalanzaste sobre mí con mucha fuerza, casi pierdo el equilibrio, pero empuje mi peso contra tu cuerpo. No quería causar una escena en un lugar público --- una escena de ti arriba de mi, frente a la entrada de la escuela. Pero en ese momento, yo ya había imaginado esa situación. Me soñé a ti y a mí en el suelo, haciendo un contacto visual que nunca podría ser roto y que se aferró en mi mente para siempre.

Eras tan cálido cuando estabas conmigo. Extrañaba abrazarte como lo estaba haciendo, mantenerte apretado con mis brazos, sintiendo tu piel contra la mía. Nos quedamos así por Dios quien sabe cuánto tiempo, no nos importaron los alumnos que pasaban curiosos y que parecían venir hacia nosotros.

“Demonios --- No puedo --- JJONG!!” Y golpeaste mi hombro ligera y juguetonamente.
Realmente no tenía nada que decir, pero sinceramente, si había estado reuniendo palabras que decirte durante mi vuelo de regreso aquí, volví a Seúl antes de lo esperado. Solo reaccione riendo y te atraje hacia mi compartiendo otro largo abrazo. Cerré mis ojos, escuchando el latido de nuestros corazones como un dulce ritmo mientras que tu respiración era la melodía.

“No sabes cuánto te he extrañado…” Susurré a tu oído.

Pero nuestro mágico momento fue interrumpido cuando vi que alguien a tu espalda se acercaba a nosotros. Un chico alto y delgado golpeo ligeramente la piel de tus hombros con dos sutiles toques.

“Kibum… tu mochila” dijo el misterioso chico, probablemente un poco mayor que yo, mientras tú te dabas vuelta para mirarlo. Vi como él tocaba la gruesa correa de tu mochila y la colocaba en tu hombro izquierdo. En ese instante, mi mente quedo en blanco, trague saliva cuando vi como le dabas un ligero beso en los labios.

“Gracias Jinki”, murmuraste aún a pocos centímetros de él.

Bajé mi cabeza tratando de evitar las miradas que te dabas con él mientras el duro golpe en mi interior estremecía mi mente, mi corazón y recorría mi sangre. Y no fue hasta ese momento que recordé que nosotros no éramos más que amigos.