STRAWBERRY PIE

A Minho no le gusta el atardecer, específicamente, no le agrada cuando el reloj marca las 6 de la tarde, porque sabe bien que él irrumpirá en la sala como todos los días a hacerle la misma pregunta.

“¿Dónde está Onew hyun?”

Mantiene sus pupilas ocupadas en el agitar de las alas pardas de un ave transmitido a través del gran televisor. De nuevo le cuestiona como si el calor veraniego no fuese suficiente castigo.

“En su habitación”

Responde sólo porque sus buenos modales le obligan a hacerlo, pero ya está harto del mismo escenario que se repite cuando tienen días libres.

Sabe que el maknae y el líder han estrechado su relación desde que el primero le pidió ayuda para mejorar sus habilidades vocales y, por culpa de su acuerdo, diariamente hay un dongsaeng buscando a su hyun después de su siesta de las 5 para comenzar una nueva clase.

Desliza el cuerpo en el sillón de piel negra hasta hundirse en él y empieza el interminable zapping que no busca más que mantenerlo ocupado, para que su mente no reproduzca tan compulsivamente la situación que tanto le enferma.

“Estoy algo cansado, ¿qué tal mañana?”

¿Qué tal nunca?

Agudiza el oído y deja de respirar para poder escuchar como el menor le dice que no hay problema con eso. Jinki se había negado esta vez y tal noticia no pudo hacerlo más feliz. Por fin tendría una tarde para examinarlo, observarle, estudiar sus gestos y tal vez acariciar los dorados cabellos cuando el chico esté lo suficientemente distraído como para que se deje hacer.

“Entonces veamos una película con Minho hyun”

Su nombre pronunciado por el rubio le dejaba intrigado. Suave, brevísimo pero con la M siempre en una media nota más alta que toda la oración que le acompañaba. Simplemente le gustaba ese Minho que era emitido por la voz que nunca se decidió a ser grave o aguda.

Onew hace su aparición, dejando atrás al más joven; prende el DVD, extrae un disco plateado de una cajita y después de un play se acomodó justo en el extremo contrario del sillón donde estaba el pelinegro.

No pasó ni dos segundos cuando el menor reclamó el pedacito de mueble entre ambos.

Ceños fruncidos, puños apretados e inspiraciones exaltadas cuando las escenas de la película de horror se lucen por sus efectos especiales. Y toda, absolutamente toda reacción de Taemin es seguida de reojo por el alto.

“Hace hambre Taeminnie”

Con esa orden, el pequeño se apura para complacer al mayor de todos y trae dos platos con una buena rebanada de pay helado de fresa en cada uno. Como de costumbre, siempre dos aunque son tres y Minho no puede más que atribuírselo a las inmensas ganas del joven por seguir fielmente la trama.

Resbala la cuchara sobre el postre y después de paladear, el menor toma el mismo cubierto y ataca su platillo llevándose una frutilla a la boca y un te amo que no se anima a abandonar los labios del moreno y termina transmitiéndose en silencio.

Tal vez si Minho fuera más honesto con él, se lo diría de una vez.

Tal vez si Minho no volcara tanto su atención en él, se daría cuenta de los pucheros de Jinki porque el maknae olvidó, por enésima vez, ponerle crema batida a su postre.

Y tal vez si Minho fuera más observador, notaria que Taemin siempre le pone el doble de fresas a su pay porque sabe que son sus favoritas y porque al menos así, espera que se percate de lo mucho que lo ama…